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Jesús, siempre enseñaba con excelencia y autoridad, muchos autores resaltan las
habilidades pedagógicas y didácticas que tenía, es interesante analizar el ingenio
que desarrolló al usar recursos como las parábolas para dar un mensaje, el
conocimiento y aplicación de las figuras literarias, el uso de elementos propios del
lugar donde se encontraba para captar la atención de sus oyentes.
Es fascinante leer y resaltar en las escrituras las herramientas usadas por Jesús
para cumplir con la Gran Comisión de ir y llevar el evangelio a todo el que no lo
conociese. Esta gran tarea fue encomendada por Dios a su hijo, y es maravilloso
ver los frutos de su trabajo, un maestro cuyas enseñanzas trascendieron hasta
nuestros días. Un Maestro, que no solo predicaba sino que ante todo aplicaba.
El sistema educativo actual, no está muy lejos de esto. Los maestros solo se
concentran en cumplir con sus actividades curriculares a lo largo del año escolar, y
generalmente, una vez cumplen, se desentienden completamente de sus
estudiantes. Por otro lado, los estudiantes no tienen la posibilidad de elegir a sus
maestros, generalmente los estudiantes son matriculados y deben permanecer en
un año escolar bajo la supervisión de un maestro. Es fascinante ver que, aunque
elocuente, Jesús exponía y no imponía sus ideas; no trataba de convencer a las
personas a que creyesen sus palabras, ni presionaba a que le siguiesen, y, aun así,
sin estar matriculados en una escuela, multitudes les seguían, anhelando
escucharlo y estar cerca de él.
Por otra parte, en las escuelas, se usa poco el desarrollo del pensamiento de una
persona; se tiende más a rellenar una mente con conocimiento que con enseñar a
pensar. ¿Quién creería que Jesús usaba el arte de la duda para abrir la ventana de
la inteligencia? Llevaba a las personas a cuestionarse y a meditar sobre sus
caminos, con solo una pregunta.
Cristo, fue un Maestro que cambió la vida de sus alumnos; enseñó a extraer
sabiduría de los errores, ganó discípulos que ni siquiera le conocieron, sino que
llegaron a ser sus seguidores al oír a otros hablar de él. Demostró ser el Maestro de
maestros, siendo el mismo el contenido; su vida fue un claro ejemplo de modelo, su
forma de vida inspiró a otros, sus acciones y palabras tuvieron tanta autoridad que
lograron penetrar almas y liberar mentes. Cristo, nunca vio la enseñanza como una
profesión para obtener un beneficio, todo lo contrario, fue la forma como dio su vida
por otros; siervo bueno y fiel, diligente, obrero aprobado que usó bien la palabra de
verdad y nunca tuvo de que avergonzarse.
Nosotros somos prueba de que Jesús es el Maestro de maestros; ¡el Maestro más
grande de todos los tiempos!