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DERECHO CIVIL IV
Prof. Cristián Aedo y Prof. Andrés Bruna
El origen de la obligación
La palabra “obligación”, que es un sustantivo, viene del correlativo del latín obligatio. En el latín, el
sustantivo es tardío, puesto que aparece recién con Cicerón en el siglo I a.C. Sin embargo el verbo es
muy antiguo.
En este sentido, obligare significa etimológicamente obligar, ligar, amarrar, atar. Es un verbo
transitivo, es decir, refleja una acción que recae sobre alguien. Como consecuencia de que primero
nace el verbo y luego el sustantivo, se pone el acento en el acto de amarrar. Incluso, tiene el
significado de cuidar una herida, porque se amarraba con vendas y eso denota el acto de amarrar a
alguien, lo cual supone un cierto vínculo.
Además el prefijo ob que tiene una raíz griega siempre supone contraposición de persona, es decir,
obligare supone que dos sujetos están contrapuestos y vinculados, amarrados por alguna razón.
El sustantivo es bastante más tardío, pero es éste el que revela el concepto jurídico técnico. Cuando
se piensa en el sustantivo, se refleja el sujeto o la cosa en la que recae la acción, es decir, se piensa
tanto en quien amarra como en el amarrado.
¿De dónde nace la idea de la obligación en el Derecho Romano? En este sentido, existen 2 tesis:
Cuando los autores indagan en el origen de la obligación están pensando en el origen a través de las
fuentes primitivamente, y haciendo una simplificación en extremo. Por tanto, algunos autores
pensarán que la idea de la obligación nace de los delitos y otros pensarán que nace de los contratos.
a) Aquella tesis que piensa que la idea de obligación nace de los delitos.
Los delitos en el Derecho Romano son figuras típicas, es decir, que están escritas en una ley y
sancionadas con una pena. La pena en el Derecho Romano era una suma de dinero, y los delitos
eran tres; el de hurtum, el de iniuria en contra de una persona libre y el de daño, regulado en la Lex
Aquilia. Los delitos envolvían intereses privados, y no de la comunidad, puesto que en este último
caso los romanos hablaban de crimen.
Los que piensan que la obligación proviene del delito es porque las cuestiones que importaban a la
cultura primitiva romana decían relación con cuestiones de familia, entonces, las primeras
cuestiones que se regularon son las relativas a la familia, la paternidad, la maternidad y la herencia.
Sin embargo, cuando un ajeno a la familia le causaba daño a un miembro de ella, la primera
respuesta era la Ley de Talión.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
La obligación supone que se está amarrado por una razón. La razón primogénita es que se ha
causado un daño a un extraño, y para superar la idea de venganza se introduce la idea de obligación
como una sujeción personal directa. Esto, además tiene una raíz religiosa, porque todas las culturas
primitivas romanas y griegas tienen una idea de pecado objetiva, es decir, consideran que la
fatalidad es un designio divino; si te pasa algo malo es porque algo malo hiciste y Dios te castiga por
eso.
Actualmente, esta teoría está abandonada, porque, si bien los delitos pasaron a ser fuente de la
obligación, lo hicieron tardíamente.
b) Aquellos que piensan que los contratos dieron origen a la idea de obligación.
Gayo cuando trata las obligaciones señala que las fuentes son los delitos y los contratos, explica
toda la sistemática de la obligación, las fuentes, señala las clases y la extinción de las obligaciones
para finalmente terminar con el tratamiento de los delitos. Esto fue porque los delitos fueron
pensados muy tardíamente como una fuente de las obligaciones.
Para Betti, es distinta la obligación de la pena, porque esta última es una especie de venganza que
responde a un hecho pasado; yo te daño y como consecuencia de eso hay una pena. En cambio, la
sujeción que supone la obligación siempre implica un hecho futuro. Por ejemplo; existe un
acreedor, denominado así porque cree que le van cumplir, y un deudor. El ordenamiento jurídico
responde siempre que haya incumplimiento.
Esto hizo pensar a la doctrina romanista que el origen de las obligaciones no está en los delitos, sino
en los contratos. Sin embargo, la idea de contratos es muy difusa, porque ellos nunca pensaron en
un contrato en términos abstractos, sino que pensaban en tipos contractuales, los cuales eran muy
variados. El más antiguo es la estipulatio.
Algunos piensan que el origen se encuentra en la estipulatio, y una buena explicación de ello es que
hay una acción antigua denominada acción de la lex actio per postulationem establecida para exigir
el cumplimiento de una estipulación.
Otros identifican el origen de la obligación con una figura denominada nexum, que era un contrato
de préstamo en el que aquél que recibía el dinero se comprometía personalmente con el acreedor.
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tocar, en cambio, las cosas incorporales pertenecen al mundo del “No Ser”, porque no se pueden
percibir, como el amor o la amistad.
Gayo hace una distinción jurídica de esto, porque para los estoicos tocar es percibir, en cambio,
para Gayo cosas corporales son aquellas que están dentro del comercio.
Quien goza de un derecho personal se supone que tiene una cierta potestad sobre un sujeto pasivo
que tiene una obligación. Los romanos no tienen esta definición estricta del derecho personal sobre
una persona, sino que su idea era distinta.
La idea de ius de los romanos no equivale al derecho subjetivo, sino que representaba la posición
justa. La idea de derecho subjetivo tiene un desarrollo en el Derecho Moderno.
Gayo lo que quiere decir con “in iure consistunt” es que las cosas incorporales provienen del
Derecho y se fundamentan en el Derecho, pero no es que sean derechos.
Historia de la obligación
La obligatio tendrá un desarrollo que partirá desde un vínculo que supone una relación
estrictamente personal, es decir, las potestades que tiene el acreedor de poder ligar o amarrar al
otro recaen sobre el cuerpo del sujeto. Entonces, las herramientas primitivas con que contó el
acreedor suponía disponer del cuerpo del otro, a través de un mecanismo del Derecho Romano que
se conocía como manus iniectio, en la cual se podía literalmente tomar al deudor y disponer de su
cuerpo. Se supone que este vínculo tiene una suerte de espiritualización y por tanto, en cierto
momento, pasa a tener un carácter patrimonial. Esto se explica por un hito histórico que supone la
dictación de una ley que viene a impulsar este cambio denominada “Lex Poetelia Papilia”.
En ese entonces, el nexum era una suerte de contrato de préstamo, y relatan las fuentes literarias
romanas es que un patricio que necesitaba dinero recurre a un plebeyo, que generalmente se
dedicaban al comercio y tenían bastante dinero, entonces celebran un nexum y el plebeyo trata de
disponer del cuerpo del patricio materialmente; lo golpea e intenta violarlo, pero el patricio logra
escaparse. Entonces, recurre al pueblo contándoles y todos recurren al cónsul para que se dicte una
ley, la cual sería la “lex poetelia papilia” que suprimió la esclavitud del nexum hacia el futuro.
La traducción de lo anterior, es que se supone que a partir de ese punto el vínculo entre el sujeto
activo, que genera una relación con el sujeto pasivo pasa a ser una relación de carácter patrimonial
y no una relación personal.
Eso también tiene una repercusión procesal en el derecho romano, pues el mecanismo de ejecución
del deudor de carácter patrimonial supone 2 etapas al igual que en el derecho moderno.
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¿Cómo se ejecuta el patrimonio del deudor? La ejecución patrimonial de otro sujeto se realiza a
través del embargo, para luego rematar los bienes del deudor, al igual que en el derecho moderno.
Pero el embargo técnicamente es distinto a lo que conocemos en nuestro derecho, ya que si se debía
algo, se procedía al embargo de todos los bienes y se remataban TODOS. Además el incumplimiento
obligacional tenía una suerte de infama, por lo que se perdía la calidad de ciudadano en el derecho
romano.
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adulterio es una causa de divorcio culposo, pero dicha consecuencia NO es patrimonial, porque la
mujer que ha sido engañada NO puede exigir el embargo de los bienes del marido.
La obligación se perfiló históricamente como una relación espiritualizada que tiene una
consecuencia patrimonial, y no es una cuestión puramente dogmática. Esto según el art. 2465 CC.
Concepto de obligación
Justiniano pensaba que la obligatio era un vinculum iuris (jurídico), y dicha concepción se ha
mantenido hasta hoy.
La obligación es un vínculo jurídico entre dos sujetos determinados; el acreedor, que se encuentra
en la posición de exigir a otro denominado deudor una prestación consistente en dar, hacer o no
hacer algo.
Elementos:
1. Vínculo jurídico: Es un tipo de relación que tiene una connotación jurídica, porque está
amparada por el Derecho y otorga al sujeto activo una herramienta de exigibilidad. Estas
herramientas la distinguen del deber en la medida que permiten dirigirse contra el
patrimonio del deudor.
Para los romanos, era un vínculo sancionado por acciones. En el derecho romano la
obligatio iuris se extinguía por la Litis contestatio, es decir, se subsumía la acción procesal.
Esto quiere decir que la pretensión sustantiva de la acción no es nada.
2. Vínculo entre 2 sujetos.
Un sujeto activo denominado acreedor. Hay que sacarse de la cabeza lo
“correlativo”, puesto que en virtud de que un contrato hayan obligaciones
correlativas no quiere decir que la obligación sea correlativa, son cosas distintas.
Por ejemplo: Cuando se celebra una compraventa, el comprador se obliga a pagar el
precio y el vendedor a entregar la cosa, pero son dos obligaciones independientes, al
nivel de que en el derecho romano eran obligaciones autónomas, y en derecho
moderno están emparentadas en razón de una causa, esto viene de Domat.
Entonces, hay un sujeto activo que está en posición de exigir, por tanto, tiene un
derecho de crédito que es personal. (Art. 578 CC)
Un sujeto pasivo denominado deudor. Es el sujeto que tiene que satisfacer el interés
del acreedor. Desde esta perspectiva, quien tiene el deber es el deudor, el cual para
distinguirlo de los otros deberes se le llama “deber de prestación”. El deber supone
un objeto y en la obligación al objeto se le denomina prestación.
Desde el derecho romano, la prestación puede consistir en 3 cosas; dar (transferir el dominio),
hacer (realizar una conducta a favor de alguien), no hacer (abstenerse de realizar una conducta).
Existe una discusión dogmática en torno a si dicha prestación debe tener un contenido patrimonial,
porque la consecuencia del vínculo es patrimonial.
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Algunos entienden que para hablar propiamente de una obligación, la prestación de dar, hacer o no
hacer debe ser patrimonial, y otros entienden que no tiene por qué tener un contenido patrimonial.
Que tenga contenido patrimonial quiere decir que el contenido sea evaluable en dinero. En este
sentido, la prestación debe ser pecuniaria y la primera respuesta parece ser positiva, porque la
consecuencia es pecuniaria, patrimonial. Pero no es un punto pacífico.
La obligación entendida desde el punto de vista del sujeto pasivo se asocia al tipo de deber que es la
prestación. Esta es una perspectiva clásica.
Existe otra perspectiva más extensiva y no clásica, aunque no totalmente contraria a la clásica, ya
que señala que la obligación implica una relación entre un crédito del acreedor y una deuda del
deudor. Sin embargo, no explica la obligación poniendo énfasis sólo en la prestación, sino que la
obligación intenta explicar toda la relación entre un acreedor y un deudor. Desde esta perspectiva,
la relación supone una situación jurídica, es decir, la obligación es más que una relación de deber.
La etapa de cumplimiento se denomina pago, por tanto, el acreedor sólo debe esperar a que le
paguen y no hacer nada frente al pago. Pero en caso de incumplimiento del deudor viene la segunda
etapa de garantía patrimonial en que el acreedor tiene herramientas para exigirlo.
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Para saber qué debe hacer el acreedor hay varios datos fácticos que se deben conocer; tipo de
contrato, tipo de obligación, entre otros.
El acreedor no solo tiene el derecho personal, sino que la doctrina empieza a hablar de una
situación jurídica, porque el crédito envuelve derechos que se dirigen contra el deudor pero
también ciertas facultades que no se explican por el derecho personal para exigir como garantía la
prestación. A veces, estas facultades tienen por objeto prevenir el incumplimiento, asegurar el
derecho de crédito, pero las más interesantes son aquellas que se dirigen contra terceros; acción
pauliana, que trata de atajar los actos que el deudor celebra en fraude, es decir, el deudor trata de
sacar bienes de su patrimonio fraudulentamente para que el acreedor no pueda ejercer las
herramientas de tutela. En este caso, la acción pauliana se dirige contra el deudor, pero también
contra el tercero que participa del fraude.
Otra posibilidad es que se pueda dirigir una facultad de tutela contra otro acreedor. Esto ocurre,
porque los acreedores se rigen por un plano de igualdad, el cual queda excepcionado por unas
causas de prelación que la ley determina. Entonces, unos acreedores prefieren a otros y por tanto
pueden dirigir una pretensión procesal contra otro acreedor.
Existen también otras facultades que se denominan anticipatorias. Por ejemplo; si se prestan 10
millones a otro y el plazo para devolverlo es el 30 de junio, pero el deudor cae en insolvencia o
quiebra, no se debe esperar hasta el 30 de junio, sino que la ley otorga un mecanismo anticipatorio
denominado “caducidad del plazo” que permite cobrar antes lo pactado.
Además, el acreedor no sólo tiene estos derechos, sino que tiene cargas. El concepto de carga es
bien controvertido, se entiende por carga cuando lo que persigue la conducta es satisfacer un
interés jurídico propio. La que destaca por sobre todas las cargas es la colaboración en el pago, debe
colaborar con el deudor para que él pague, es decir, debe colaborar para que el otro satisfaga la
prestación. En caso contrario, el Código trata esa situación como mora del acreedor en un caso muy
puntual; es la negativa injustificada a recibir el pago. A partir de esto, hay un sinnúmero de
problemas que se estudiarán.
El interés jurídico protegido es del acreedor de manera que si no sigue la conducta de colaborar él
no podrá satisfacer su interés.
La deuda o débito es un deber de prestación. En este caso sí hay un interés ajeno que es del
acreedor y el deudor garantiza su patrimonio para satisfacerlo. Esto no se agota aquí.
Este deber de prestación viene acompañado de otros deberes secundarios de prestación. Los
deberes secundarios son muy variados porque a veces acompañan a la prestación principal pero
otras veces no tienen relación, porque protegen otros intereses del acreedor. En definitiva, el
carácter de deber secundario es bastante relativo.
Por ejemplo, en derecho laboral, la obligación principal del empleador es pagar la remuneración al
empleado, pero además se encuentra el deber de seguridad, el cual es un deber secundario. Lo
interesante es que dichos deberes secundarios tienen autonomía respecto al deber principal y
consecuencias distintas.
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La obligación de dar supone entregar la cosa, y si es una especie o cuerpo cierto supone el deber de
conservar la cosa hasta la entrega. Es un deber secundario que acompaña de cerca al principal.
Entonces, hay deberes secundarios autónomos y accesorios que emanan del contrato, la ley, otros
expresamente pactados y otros no.
El deudor tiene varios derechos, pero el principal es el de liberarse. La dinámica del derecho a
liberarse se refleja cuando el acreedor no quiera recibir el pago, el deudor igualmente puede pagar.
En este caso, si el acreedor se niega a recibir el pago, hay un mecanismo que la ley creó denominado
pago por consignación y otros derechos menores.
La obligación como vínculo tiene unos hitos de nacimiento o fuentes que son hechos o actos
jurídicos que hacen nacer a las obligaciones. Cuando pensamos en las fuentes, pensamos en la
teoría general de los actos jurídicos.
El Código Civil chileno reconoce 4 fuentes, mencionadas en los arts. 578, 1437 y 2284 CC. En él se
establece que son fuente de las obligaciones los contratos, cuasicontratos, delitos y cuasidelitos. A
esta cuatripartición se le agrega la ley cuando, de forma inmediata y directa, crea una obligación.
Art. 578 CC. “Derechos personales o créditos son los que sólo pueden
reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición
de la ley, han contraído obligaciones correlativas; como el que tiene el
prestamista contra su deudor por el dinero prestado, o el hijo contra el
padre por alimentos. De estos derechos nacen las acciones personales.”
Art. 1437 CC. “Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades
de dos o más personas, como los contratos o convenciones; ya de un hecho
voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia
o legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha
inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos;
ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos sujetos a
patria potestad.”
Art. 2284 CC. “Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la
ley, o del hecho voluntario de una de las partes. Las que nacen de la ley se
expresan en ella./ Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un
cuasicontrato./ Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar,
constituye un delito./ Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención
de dañar, constituye un cuasidelito./ En este título se trata solamente de
los cuasicontratos.”
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delitos, y varias causas de obligaciones o causas indeterminadas que no responden a las dos
categorías anteriores.
Justiniano, en su manual del siglo VI, va a introducir una modificación a la estructura gayana, y
establecerá que las fuentes de las obligaciones son cuatro; los contratos, los cuasi ex contractum
“como si fueran contratos”, los delitos y los cuasi ex delicta “como si fueran delitos”.
Los contratos en el Derecho Romano no correspondían a una categoría dogmática, sino que eran
ciertos tipos negociales que, según la óptica moderna, a veces no eran técnicamente contratos,
podían ser verbales (estipulatio), de préstamo (mutuo, comodato) o de buena fe (compraventa,
mandato). En definitiva, se trataban de tipos negociales que estaban recogidos en el derecho
romano, no existía una categoría que agrupara a los contratos. Esta idea se rompe en el ius
naturalismo, llegándose a la idea moderna de contrato.
Los delitos también eran ciertas figuras típicas, es decir, tampoco había una concepción general. En
este sentido, para que fuera delito debía estar tipificado en una ley, así, los romanos reconocieron
tres delitos; delito de daño, de hurto y de injuria. Fuera de estos, no se reconocieron otros.
En el derecho romano, el sistema de fuentes es diversa, reconocía a las fuentes legales, pero como
una fuente menor. Existía un magistrado denominado pretor1, el cual para administrar justicia
otorgaba una acción2 que estaba en la ley o también tenían la posibilidad de otorgar acciones in
factum, es decir, los magistrados podían ponerse en supuestos de regulación que no estaban en la
ley para otorgar acciones como si las otorgara la ley. En virtud del último criterio, se otorgó, por
ejemplo, la acción publiciana.
Por ejemplo; el verdadero dueño puede reivindicar una cosa a través de la acción reivindicatoria,
esta acción estaba regulada en una ley. Pero, también puede reivindicar aquel poseedor de mejor
derecho, y esa acción se denomina acción publiciana. Esta fue una acción que concedió el pretor al
margen de la ley a través de una actio in factum. La idea era pensar en el poseedor como si fuera
dueño, aunque no lo fuere.
Otro ejemplo; el supuesto legal típico del delito de daños requería ciertas condiciones, es decir, el
daño solo se sancionaba con una pena si; el daño era injusto o no estaba autorizado y si se cumplía
con la condición de corpore et corpori, si el daño se practicaba con el cuerpo en el cuerpo. Piénsese
en aquel que dejó morir de hambre a otro, en ese caso no se cumplen las condiciones del delito de
daño, por tanto, el pretor no podía otorgar la acción de la Lex Aquilia, pero sí otorgaba una acción in
factum.
La consecuencia de eso es que la compresión de los problemas sociales por parte del ordenamiento
jurídico se va ensanchando en la medida que el pretor otorga acciones in factum.
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Los cuasidelitos son conductas dañosas no comprendidas en los tipos de delitos, que empezó a
sancionar el pretor.
Por ejemplo; el daño que se causaba por aquella cosa que cae o se arroja de la parte alta de un
edificio. Si de la parte alta de un edificio se arrojaba un masetero y caía en la cabeza de alguien, para
los romanos, era un supuesto de cuasidelito. En este supuesto se hacía responder a todos los que
habitaban esa parte alta del edificio, y para hacer responder a todos los que habitaban ahí, bastaba
con que la persona viviera ahí. En términos modernos, era una suerte de responsabilidad objetiva.
Respecto de los cuasicontratos, Justiniano incorporó algunas figuras que se pueden asimilar a los
contratos, pero que no llegan a ser contratos, porque no hay acuerdo de voluntad. Justiniano
mencionaba como cuasicontrato a la comunidad, la cual es como si fuera una sociedad, pero no hay
pacto.
La sociedad, en el derecho moderno, es una persona jurídica, es decir, alguien con un patrimonio
distinto de los socios. Esto era ajeno al derecho romano. En este sentido, la sociedad era una especie
de comunidad, pero pactada.
La agencia oficiosa, se oponía al mandato, el cual era un contrato en el que se encarga la gestión de
un negocio propio a otro. Este, por regla general, representa al mandante. En cambio, en la agencia
oficiosa hay alguien que dice representar a otro, pero que no tiene las facultades para hacerlo, es
como si fuera un mandatario, pero no lo es.
El pago de lo no debido es una persona que le pagaba a otro y satisfacía una prestación sin causa.
Esto se asemejaba a la persona que pagaba una prestación con causa.
En la Lex Aquilia, el delito de daño requirió culpa, y en los delitos de hurto e injuria se requirió dolo.
El Código Civil conservó la cuatripartición, pero con otro contenido distinto al del Derecho Romano.
Los contratos si bien recogen los tipos contractuales, el concepto de contrato, en el derecho
moderno, es distinta. En el Código Civil desapareció la estipulatio, pero efectivamente hay contratos
consensuales que corresponden a los de buena fe, hay contratos de préstamo que son reales y hay
contratos solemnes. Es decir, los tipos de contratos vienen directamente del derecho romano, como
la compraventa, la hipoteca, entre otros.
Podríamos decir que se conserva del derecho romano la idea de que el contrato supone un acuerdo
de voluntades generador de obligaciones, pero la forma de pensar el contrato es muy distinta.
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Los cuasicontratos sí son extraídos directamente del derecho romano sin que medie una alteración
del contenido ni del concepto. Como Justiniano pensaba que los cuasicontratos eran una suerte de
figura asimilada a los contratos y reguló algunas, el Código los regula. Sin embargo, el Código no
regula la categoría del cuasicontrato, sino que para que haya un cuasicontrato éste se debe encajar
en alguna de las figuras típicas.
Los delitos para el Código Civil son una cosa distinta de los delitos romanos. Los delitos según el
Código Civil chileno son los hechos dañosos causados con dolo.
Los cuasidelitos también son una cosa distinta de lo comprendido en el derecho romano. Los
cuasidelitos según el Código Civil chileno son los hechos dañosos causados con culpa.
Art. 1438 CC. “Contrato o convención es un acto por el cual una parte se
obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede
ser una o muchas personas.”
Importancia práctica de la distinción entre contrato y convención: En cuanto a los efectos no hay
diferencias en un principio, salvo una diferencia basada en el art. 1489 CC. La Corte Suprema en un
fallo ha establecido que en virtud de dicho artículo la condición resolutoria tácita no se aplicaría a
las convenciones, porque es una figura regulada para los contratos.
¿Por qué Andrés Bello equipara estas figuras? Si se mira la regulación del Código Civil aparece entre
las fuentes; contratos, cuasicontratos, delitos, cuasidelitos y la ley. En cambio, Andrés Bello no
considera el acto jurídico como fuente obligacional. La razón de esto es histórica, la categoría de
manifestación de voluntad última que concibieron los romanos fue el contrato, sin embargo éstos sí
pensaron en un acto jurídico unilateral (testamento) pero no como manifestación de voluntad que
condujera a la creación de obligación. Por tanto, como se respeta esa tradición histórica el acto
jurídico no fue concebido en las codificaciones como fuente obligacional.
Lo anterior es porque la teoría del negocio jurídico que desarrolla Savigny se perfila en la mitad del
siglo XIX. Es decir, Andrés Bello conoció la teoría de Savigny, pero no la incorporó
sistemáticamente. La teoría del negocio jurídico se extrae del Libro IV que trata los contratos y las
convenciones.
Sin embargo, se piensa que Andrés Bello sí consideró esta teoría, porque en el art. 1438 CC utiliza
la palabra “acto”, la cual es una especie de guiño a la teoría del negocio jurídico de Savigny. En
conclusión, Bello quería incorporar la teoría pero no sistemáticamente.
En conclusión, el contrato y la convención pertenecen a una categoría superior denominada “acto”.
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El derecho romano termina en el siglo VI d.C. con la caída del Imperio Romano del Occidente. Hay
una gran recopilación jurídica denominada Corpus Iuris Civilis, compuesta por tres partes; Digesto
(recopilación de la opinión jurisprudencial sobre casos que fueron sistematizados por materia en
50 libros), Instituciones de Justiniano (manual de derecho que vino a actualizar el de Gayo), y el
Code (decretos de los emperadores o leyes). Este material se pierde y renace en el siglo XI, en
manos de los glosadores, quienes tomaron este material y lo comentaron hasta el siglo XIV. Ellos
pensaban que los textos romanos eran una suerte de derecho natural, es decir, como si la obra del
Digesto hubiese sido escrita por un solo hombre en una sola época y como si fuera un texto unitario,
por tanto, lo que trataron fue darle sistematicidad. En este sentido, trabajaron según el principio de
autoridad. Lo que se discutía era la forma de aplicar el Digesto.
Los glosadores pensaban que era preferente la aplicación del derecho romano antes que los fueros,
y los comentaristas aplicaban el derecho romano como derecho supletorio.
El principio de autoridad se rompe en el siglo XIV y XV, porque irrumpe el movimiento del
Humanismo Racionalista que ponía al hombre en el centro (antropocentrismo). El Humanismo
centró su mirada en el mundo clásico greco romano, por tanto, romperán con el principio de
autoridad.
Además, los glosadores y los comentaristas usaban un latín vulgar, que para los humanistas era un
latín que corrompía el verdadero sentido del derecho clásico. Por tanto, van a mirar esta obra con
ojo crítico y la van a situar en un tiempo y en un espacio determinado, dejará de ser esta una suerte
de derecho natural, y van a querer volver al derecho clásico y serán críticos con la obra del digesto.
Esto provoca para el mundo del derecho un remezón enorme, porque el problema es que,
desaparecido el principio de autoridad, ¿dónde se funda el derecho? Si además se cortan los
vínculos filosóficos con Dios y la perspectiva es inmanente. Este grave problema, a partir del siglo
XVI, empieza a responderse con la Escuela del Ius Naturalismo Racionalista, la cual afirma que los
fundamentos o principios del derecho se encuentran en la razón natural del hombre.
El contrato es un acuerdo de voluntades que sujeta a quienes lo contrae, por eso contrato es como si
fuera una ley para las partes.
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En conclusión, no importan los tipos, sino que importa la categoría que se llama contrato que será la
principal manifestación de la voluntad de los sujetos.
La idea del contrato establece que los sujetos son iguales y, por tanto, libres de pactar. Esa igualdad
formal que establece el Código es una igualdad que se supone material, es decir, supone que los
sujetos están en las mismas condiciones para pactar. Por supuesto que el Código tiene un montón
de reglas que atenúan esa regla de la igualdad, pero por regla general el esquema del Código es
“pacta sunt servanda”; lo pactado obliga.
En el siglo XVI comienza a perfilarse la separación entre responsabilidad civil y penal. Las dos
tuvieron precedentes en el derecho antiguo.
La responsabilidad civil persigue reparar un daño, es decir, el eje central de la responsabilidad civil
es el daño. Nos situamos en esta responsabilidad cuando pensamos en los delitos y cuasidelitos
civiles. Existe envuelto un interés privado.
La responsabilidad penal tiene por objeto perseguir una conducta que está tipificada y sancionada
con una pena que en el caso del derecho moderno es corporal, aunque también puede ser
económica. Esta responsabilidad persigue la imposición de una pena, porque hay un interés público
envuelto.
El delito se define como un hecho antijurídico doloso o culposo sancionado por una pena.
Nuestra idea de responsabilidad civil viene de la Lex Aquilia del delito de daños, de la cual vienen
los componentes comunes a toda responsabilidad. Por ejemplo; dentro de las condiciones para
reclamar la reparación de un daño se encuentra la causalidad, dolo o culpa. Cuando el daño se causa
con dolo se denomina delito civil, y cuando el daño se causa con culpa el Código lo llama cuasidelito
civil.
La nomenclatura del derecho romano no tiene nada que ver con el contenido que se le da hoy en
día, es decir, quedó la nomenclatura con un contenido distinto y ese contenido se lo dio un autor
francés llamado Pothier. Pothier recoge la nomenclatura y establece que los delitos son los hechos
dañosos causados con dolo, y los cuasidelitos son los hechos dañosos causados con culpa. Pero la
idea de que hay una responsabilidad por daños se genera en el siglo XVI.
La declaración unilateral de voluntad no es fuente obligacional.
a) Sería una clasificación artificial, porque si se miran las fuentes obligacionales; cuasi
contrato, cuasi delito y delito en que las obligaciones vienen otorgados por la ley. Los delitos
y cuasidelitos, que suponen un hecho jurídico, generan la obligación por imposición legal, lo
que ocurre es que la ley no lo hace inmediatamente. La ley es fuente obligacional cuando
directa e inmediatamente crea una obligación, pero en los casos anteriores la ley crea la
obligación de forma mediata, por tanto es fuente mediata.
Es una clasificación artificial y oscura, porque si se repasan las fuentes se podrían limitar a dos: la
ley y el contrato. Si se miran las otras categorías el efecto obligacional viene dado por la ley.
Se agrega a la ley como fuente de obligación. Lo que ocurre es que a veces el nacimiento de la
obligación requiere de un hecho jurídico o un acto jurídico, este es el caso del cuasicontrato o del
delito o cuasidelito. En este sentido la ley es fuente, pero fuente mediana.
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Es una clasificación oscura porque la noción de contrato se sostiene, pero no ocurre así con la
noción de cuasicontrato. Los cuasicontrato eran figuras dispersas descritas por Gayo y Justiniano
estimó que eran como si fuesen contrato, pero si se examina la figura, ésta difiere mucho una de la
otra.
Se dice que el cuasicontrato es un acto voluntario lícito, pero a veces no es voluntario. El ejemplo
clásico es el de la agencia oficiosa. Por tanto, este agrupamiento se dice que es oscuro porque
históricamente reúne distintas figuras típicas del derecho romano le da una cierta categorización
pero que no tienen puntos de referencia común.
En cambio, la ley es fuente obligacional cuando directamente crea la obligación.
b) Sería incompleta, porque además de éstas fuentes, habrían otras dos que reconoce la
doctrina: los actos jurídicos unilaterales o declaración unilateral de voluntad y el
enriquecimiento sin causa.
Acto Jurídico Unilateral; ¿puede un acto jurídico unilateral ser fuente de obligación? Esto quiere
decir que la sola manifestación de voluntad bastaría para crear una obligación. La respuesta en el
sistema chileno es que no, no sólo porque no está mencionada, sino que porque si se piensa en
algunos actos jurídicos chilenos nos daremos cuenta que ninguno es creador de obligaciones.
Por ejemplo; un testamento. Desde el punto de vista de la disposición de los bienes, en un
testamento se puede asignar una herencia, es decir, se deja una parte o todos los bienes a una
persona, o se puede asignar legados, por el cual se asigna un bien en particular a una persona. En
este último caso hay dos posibilidades; si se deja como legado una especie o cuerpo cierto, cuando
fallece el causante transfiere la propiedad (sucesión por causa de muerte). Si se lega un género,
cuando fallece el causante lo que se transmite es un derecho personal para el legatario, es decir, un
derecho para exigir eso, y para los herederos la obligación de entregar ese género. La fuente de la
obligación de los herederos es la ley, es decir, la obligación de los herederos nace de la ley.
El testamento no es un acto jurídico que sirva para transmitir ni derechos reales, porque requiere
un modo; la sucesión por causa de muerte, ni derechos personales, porque en ese caso opera la ley.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
OBLIGACIONES CIVILES
Es la generalidad de todas las obligaciones que vamos a ver. La mayoría de las obligaciones son de
carácter civil. Lo ideal es que toda obligación tenga dos características elementales; una acción para
exigir lo que se debe en virtud de la obligación, y una excepción para retener lo que se ha dado o
pagado en virtud de ellas.
OBLIGACIONES NATURALES
El Código Civil define a las obligaciones naturales en el art. 1470 CC, y no solo las define sino que
también otorga casos de obligaciones naturales.
Las obligaciones naturales son aquellas que no otorgan derecho para exigir el cumplimiento, pero
que sí autorizan para retener lo que se ha dado o pagado en virtud de ellas.
Debemos hacer un alcance en torno a la definición, ya que, en estricto sentido, no es precisamente
el derecho de lo que carece la obligación natural, sino que es la acción o la posibilidad de exigirla.
Art. 1470 CC. “Las obligaciones son civiles o meramente naturales./ Civiles
son aquellas que dan derecho para exigir su cumplimiento./ Naturales las que
no confieren derecho para exigir su cumplimiento, pero que cumplidas,
autorizan para retener lo que se ha dado o pagado en razón de ellas./ Tales
son:/ 1º. Las contraídas por personas que teniendo suficiente juicio y
discernimiento, son, sin embargo, incapaces de obligarse según las leyes,
como los menores adultos;/ 2º. Las obligaciones civiles extinguidas por la
prescripción;/ 3º. Las que proceden de actos a que faltan las solemnidades
que la ley exige para que produzcan efectos civiles; como la de pagar un
legado, impuesto por un testamento que no se ha otorgado en la forma debida;/
4º. Las que no han sido reconocidas en juicio por falta de prueba./ Para que
no pueda pedirse restitución en virtud de estas cuatro clases de
obligaciones, es necesario que el pago se haya hecho voluntariamente por el
que tenía la libre administración de sus bienes.”
Si el día de mañana, se demanda y se exige una obligación natural (que ha sido declarada nula o
prescrita), ¿cuál sería el argumento para desestimar la acción? Además de las múltiples excepciones
de fondo, como la nulidad o prescripción, se puede alegar una falta de legitimación, sea pasiva o
activa. De hecho, cuando se diseña una estrategia de defensa de cualquier tipo de acción, se atacan
aspectos formales y de fondo, y lo normal es que la defensa siempre haga presente aspectos de
forma, para luego atacar el fondo. Por tanto, se podría armar la contestación alegando esta falta de
legitimación, y después alegar la excepción de fondo que podría ser la excepción de prescripción, de
nulidad o la que proceda en el caso.
En definitiva, el hecho de que la obligación natural no tenga acción para exigir, desde un punto de
vista práctico, provoca un problema de legitimación.
Lo que está en duda en relación de las obligaciones naturales y civiles es la posibilidad de exigir la
obligación.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Su característica principal es que no dan acción para exigir su cumplimiento. Sin embargo, permite
retener lo que se ha dado o pagado en virtud de ellas. En términos más simples, si bien la obligación
natural carece de fuerza para poder ser exigida, a la vez el pago realizado voluntariamente por el
deudor tiene plena justificación. Es decir, si se paga una obligación natural, se está pagando bien, no
se aplica la institución del pago de lo no debido, sino que es un pago válido. Por tanto, no se podría
exigir la restitución de lo que se dio por este tipo de obligación.
El hecho de que no estemos en presencia del pago de lo no debido, permite denominar a estas
obligaciones como obligaciones imperfectas.
Teorías que han inspirado las obligaciones naturales; hay dos grandes posturas que
fundamentan la obligación natural.
Claramente en Chile ese tipo de situación no tiene aplicación, porque esta materia se encuentra
regulada en el art. 1470 CC y dentro de los casos que vamos a estudiar no está precisamente esta
situación. Por tanto, cualquier pago que se realice y que no sea obligación natural, es un pago de lo
no debido y en consecuencia se puede pedir su restitución.
Art. 1470 Nº1 CC: “Las contraídas por personas que teniendo suficiente juicio
y discernimiento, son, sin embargo, incapaces de obligarse según las leyes,
como los menores adultos;”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Este numeral menciona a los incapaces, especialmente, a los incapaces relativos, y de hecho,
expresamente a los menores adultos. Entonces, teniendo certeza de ello, no hay duda de que la
norma se aplica al menor adulto.
No se les aplica a los incapaces absolutos, en virtud del art. 1447 CC, y en virtud de que aquellos
carecen de todo juicio y discernimiento.
Art. 1447 inc. 1 y 2 CC. “Son absolutamente incapaces los dementes, los
impúberes y los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender
claramente./ Sus actos no producen ni aun obligaciones naturales, y no
admiten caución.”
Por tanto, este numeral se va a aplicar únicamente a los incapaces relativos, y lo más importante es
que el vicio de la nulidad debe ser la incapacidad relativa (nulidad relativa).
Si se celebra un acto con un vicio del consentimiento en que también esté involucrado un incapaz, y
el tribunal declara en la sentencia que se anula por existir el vicio de error, fuerza o dolo; ¿podría
caber este numeral dentro de este caso? No, porque la incapacidad relativa es el vicio que debe
fundar la nulidad.
¿A cuáles incapaces relativos se aplica? No hay ninguna duda de que el menor adulto cabe
dentro de la norma, porque está expresamente señalado en el ejemplo. Por tanto, el
disipador es quien se encuentra en duda.
La mayoría de los autores, dentro de los cuales podemos mencionar a Mesabarro, Fueyo o Abeliuk,
tienden a excluir al disipador interdicto, pues se establece que si el disipador ha sido declarado en
interdicción es, precisamente, porque carece de suficiente juicio y discernimiento, y por tanto, no
cumpliría con lo que exige este numeral.
Como contra argumento se señala que excluir al disipador interdicto implicaría desvirtuar el
sentido del texto del art. 1470 Nº 1, porque el sentido del texto es ser una disposición meramente
ejemplar; ya que menciona la frase “como los menores adultos”, dando a entender que podrían
existir otros casos. Por tanto, en vez de ser una disposición meramente ejemplar pasaría a ser una
disposición de carácter taxativa.
Históricamente, esta norma ha contemplado casos de incapaces relativos como la mujer casada en
sociedad conyugal, y a medida que ha transcurrido el tiempo estos tipos de incapaces relativos han
ido desapareciendo, por tanto, no es tan loco pensar que se puedan excluir a los disipadores
interdictos.
En ese sentido, cabe preguntarse, ¿desde cuándo existe una obligación natural? ¿desde que una
sentencia lo declara como tal o desde que se contrae o celebra el acto o contrato de que se trata?
Seguir una u otra posición puede tener implicancias prácticas.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Los profesores Alessandri, Fueyo, Stitchkin sustentan aquella posición que se inclina por exigir la
nulidad. Se señala que es necesaria la sentencia firme y ejecutoriada que declare la nulidad para que
se entienda que existe la obligación natural. Se exige la declaración de nulidad, porque
precisamente la nulidad opera en virtud de una declaración judicial en conformidad al art. 1687 CC.
Por otro lado, Claro Solar, Somarriva y Abeliuk sostienen la posición contraria, y por tanto, señalan
que la obligación natural debiese existir desde que se contrae, es decir, desde que se celebra el acto
jurídico de que se trata. Los argumentos son:
Una razón de texto, porque el 1470 Nº1 empieza con la palabra “Las contraídas”, por tanto, se
señala que el mismo artículo establece que la obligación natural es tal desde que se contrae el acto
o contrato de que se trata.
Otra razón de texto dice relación con la norma del art. 2375 Nº1 CC, la cual está referida a la
denominada acción de reembolso en la fianza3. Este numeral niega la acción de reembolso y, por
tanto, reconoce o califica una obligación natural sin necesidad de que la declare una sentencia y
permite que pueda ser ratificada o saneada por el transcurso de tiempo.
Art. 2375 Nº1 CC. “Las acciones concedidas por el artículo 2370 no tendrán
lugar en los casos siguientes:
1º. Cuando la obligación del principal deudor es puramente natural, y no se
ha validado por la ratificación o por el lapso de tiempo;”
El seguir una u otra posición, puede ayudar desde un punto de vista práctico:
Piénsese que un incapaz relativo (menor adulto) procede a celebrar una compraventa de bien
inmueble y se lo traspasa a otro sujeto. Vamos a suponer que el menor adulto demanda la nulidad
de ese acto y solicita judicialmente que se declare la nulidad y se restituya el bien inmueble, porque
se trata de un acto que provoca la rescisión. Supongamos que el juicio terminó y se dictó una
sentencia que declaró la nulidad de esa operación y, por tanto, se solicita al tribunal en la etapa de
cumplimiento que el bien inmueble sea restituido a la parte vencedora (menor adulto).
¿Qué puede hacer la parte vencida para poder detener ese cumplimiento de la sentencia? Según la
segunda postura, el vencido no tiene que restituir nada, porque la obligación natural se estableció
desde el momento en que se hizo la entrega del bien inmueble, y por tanto, se está reteniendo lo
que se ha dado o pagado en virtud de ella. Es más, se podría incluso invocar la misma sentencia que
declara que es efectiva dicha obligación natural. Con este tipo de argumentación se podría frenar un
eventual cumplimiento, y surgiría otro problema que tendría que ser zanjado en instancias
superiores, pero se podría encontrar un argumento válido para poder oponerse al cumplimiento de
una sentencia.
Art. 1470 Nº3 CC. “Las que proceden de actos a que faltan las solemnidades
que la ley exige para que produzcan efectos civiles; como la de pagar un
legado, impuesto por un testamento que no se ha otorgado en la forma debida;”
Se suele mencionar este caso como aquella obligación natural referida a la omisión de solemnidades
legales.
3 El contrato de fianza tiene una estructura tripartita: acreedor, deudor principal y deudor subsidiario o fiador. Cuando el
fiador paga la deuda del deudor principal, tiene una acción de reembolso para dirigirse en contra del deudor principal
para que le pague.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
La expresión “actos” genera un problema que corresponde a saber a qué tipo de actos se
refiere, ¿a los actos unilaterales o incluye también a los actos bilaterales?
El Código Civil, en general, cuando ocupa esta expresión “acto” en sentido natural y obvio está
referido a las dos especies, tanto unilaterales como bilaterales. Y de hecho, si se revisa el Código
Civil podemos encontrar normas en que se utiliza esta expresión en ese sentido, como por ejemplo
el art. 10, art. 49, art. 1445, entre otros, en que pareciere que el Código Civil trata de forma
indistinta los actos unilaterales como bilaterales.
Pero también ocurre que el Código Civil utiliza esta expresión indicando solo actos unilaterales,
esto cuando utiliza la conjunción “actos y contratos”, y buena prueba de este tipo de conjunción son
por ejemplo las normas de los art. 161 (Derecho de Familia), art. 1453 (vicios del consentimiento)
1681 CC (nulidad)
Entonces, a la luz de este tratamiento un tanto ambiguo por parte del Código Civil, surge la duda si
el art. 1470 Nº3 se refiere a la acepción amplia de la expresión “acto” o a la acepción restringida.
En primer término, Luis Claro Solar señala que esta disposición debe aplicarse a ambos tipos de
actos, señalando que, al no haber distinguido el legislador una u otra acepción, tampoco le cabe la
distinción al intérprete. Esta es una posición bastante razonable, pero hoy en día, la realidad es que
la posición contraria es la que impera.
Así, por otra parte, se dice que la expresión “actos”, a propósito de este numeral, está referida
únicamente a los actos unilaterales.
Como argumento se establece que el art. 1470 ocupa el ejemplo del testamento, y el testamento es
un acto unilateral. Entonces, se recurre a la famosa prosa del mensaje del Código Civil que señala
que los ejemplos utilizados en la norma ponen en vista el verdadero sentido y espíritu de la ley en
su aplicación. Por tanto, si la disposición está referida al testamento, es porque el legislador quiso
hacerlo limitado únicamente a los actos unilaterales.
Además, se establece que la expresión se aplica a los unilaterales, porque el Código Civil cuando
quiere incluir a los bilaterales ocupa la expresión “actos o contratos”. En este sentido, esta
expresión se puede encontrar en los arts. 1467 y 1682 CC.
Hay una razón histórica que señala que esta expresión que está limitada a los actos unilaterales
estaba contenida en los textos de las Partidas y en el proyecto del Código Civil Español que fue el
utilizado de modelo para el Código Civil Chileno.
Y, por último, se menciona una razón de índole de justicia material, señalando que además de todas
las razones anteriores, el aplicar esta interpretación consistente en extender el caso de obligación
natural a los actos bilaterales podría ocasionar situaciones injustas, señalando como ejemplo la
situación de la compraventa celebrada por instrumento privado tratándose de bienes inmuebles.
Explicación: La compraventa de bien inmueble debe realizarse por escritura publica por ser una
solemnidad del acto o contrato. Por tanto, se dice que, de seguir la posición de que la expresión
“actos” se aplica a los actos bilaterales podría provocar una injusticia sobre todo en la persona del
comprador. Porque, el ejemplo es una compraventa de bien inmueble suscrita por instrumento
privado, y supóngase que el comprador paga el precio y el vendedor no cumple con la obligación de
entregar que se materializa a través de la tradición. El comprador queda en una situación
desmejorada, porque, por un lado, no puede exigir la tradición de la cosa vendida, a pesar de que
pagó, porque al ser suscrita por instrumento privado es imposible que pueda operar la tradición,
porque el conservador no podrá inscribir ese tipo de instrumento. Y tampoco podría exigir la
restitución del precio, porque como se trata de una obligación natural da excepción para retener lo
que se ha dado o pagado en virtud de ella. Por tanto, se dice que se debe limitar únicamente a los
actos unilaterales y no a los bilaterales.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
El ejemplo es un tanto complejo, porque, hoy en día, es extraño que una persona suscriba una
escritura de bien inmueble bajo instrumento privado. Pero, de forma hipotética, es posible.
Otro problema es aquel que se vio a propósito del Nº1; ¿desde cuando se considera la
obligación como natural, desde que se contrae o desde que existe un pronunciamiento del
tribunal?
Hay que hacer salvedades, porque el Nº3 no ocupa la expresión “ las contraídas”, sino “las que
proceden”. Al respecto, reproduciremos lo que se dijo anteriormente en torno a esta discusión.
Si nos quedamos con esta norma y la norma del art. 2567 CC se podría sostener fundadamente que
la prescripción extingue la obligación, pero la verdad eso no es así. Si recurrimos a la norma del art.
2492 CC que define la prescripción, en el concepto se precisa que lo que se extingue no es el
derecho o la obligación, sino la acción. Por tanto, en estricto sentido, lo que se extingue no es la
obligación, sino la acción por la prescripción.
Art. 2492 inc. 1 CC. “La prescripción es un modo de adquirir las cosas
ajenas, o de extinguir las acciones o derechos ajenos, por haberse poseído
las cosas o no haberse ejercido dichas acciones y derechos durante cierto
lapso de tiempo, y concurriendo los demás requisitos legales.”
Algunos sostienen que no se requiere sentencia para que se considere obligación natural. Esta
primera posición que señala que que no se requiere de declaración judicial para que pueda operar
la prescripción y se pueda considerar como obligación natural, encuentra la razón en el tenor del
art. 2514 CC, el cual señala que la prescripción únicamente exige el lapso de tiempo para que pueda
operar.
Sin embargo, si a ello se le suma la circunstancia de que la prescripción debe ser alegada, es decir,
no opera de pleno derecho; requiere ser alegada y ser declarada por el tribunal. Entonces, el hecho
de exigir que no se requiere sentencia choca con esos planteamientos o reglas comunes.
Art. 2514 CC: “La prescripción que extingue las acciones y derechos ajenos
exige solamente cierto lapso de tiempo, durante el cual no se hayan ejercido
dichas acciones.
Se cuenta este tiempo desde que la obligación se haya hecho exigible.”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Abeliuk señala que es muy fácil seguir la posición de que no se requiere sentencia, pero eso tiene un
inconveniente en relación a que se podría confundir el cumplimiento de la obligación con la
renuncia a la prescripción.
La situación que intenta graficar es aquella de qué ocurre en el caso de que, una vez que ha
transcurrido el plazo de prescripción, el deudor paga voluntariamente la obligación antes de que se
declare la sentencia. Abeliuk establece que si eso llegase a pasar, hay un problema práctico, porque
una cosa es la renuncia de la prescripción y otra cosa es el cumplimiento de la obligación, y no
habría claridad de qué es lo que opera. Entonces, aunque no lo dice, él es partidario de la posición
de que la obligación natural se cuenta desde que se dicta la sentencia definitiva.
El correlato de este planteamiento se encuentra en el texto del profesor Peñailillo, señalando que da
lo mismo si se está frente a un cumplimiento de obligación o frente a una renuncia de prescripción,
porque señala que todo tipo de pago implica cierta renuncia, entonces lo que opera en ese caso, es
decir, cuando el deudor paga después de que transcurre el plazo de prescripción, pero antes de la
sentencia, es lisa y llanamente una renuncia a la prescripción.
En este sentido, Peñailillo agrega otro detalle adicional, y se pregunta ¿qué pasa si el deudor no
paga la totalidad de la deuda, sino que sólo paga de forma parcial? En ese caso, Peñailillo señala que
eso demuestra que el acreedor podrá, por un lado, retener el pago y también va a quedar facultado
para exigir el saldo.
En resumidas cuentas, lo que sucede en este caso es que lo que se satisface no es una obligación
natural, sino una obligación de carácter civil, y por tanto, se requiere de una sentencia que declare
la efectividad de la prescripción.
Esto tiene sentido, porque si se procede a pagar una obligación que, a todas luces, está prescrita,
pero no ha sido declarada; ¿qué tipo de obligación se está cumpliendo; una civil o natural?. Una
obligación civil, porque no ha existido una declaración de un tribunal en orden a que declare la
efectividad de esa prescripción.
En conclusión, si no existe una declaración judicial en orden a declarar la efectividad de la
prescripción, entonces, en esa situación, lo que se paga es una obligación de carácter civil.
Art. 1470 Nº 4 CC. “Las que no han sido reconocidas en juicio por falta de
prueba.”
Este es un caso muy específico y más que una situación del Derecho Civil pareciera ser del Derecho
Procesal, porque se refiere a aquella situación en que existe un juicio civil en el cual se está
reclamando la exigibilidad de una obligación, pero la misma es rechazada por una sentencia por
falta de prueba. A demanda a B y se declara una sentencia que rechaza la demanda de A por no
haber probado suficientemente la obligación.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Una vez que concurren estos requisitos y no obstante encontrarse un juicio que rechaza la acción, el
deudor que paga la obligación no podrá exigir la restitución de lo pagado.
Del punto de vista práctico, resulta importante este ejemplo, sobre todo con lo que dice relación con
un aspecto más del derecho procesal que es lo que se denomina el onus probandi o carga de la
prueba. Según esta, incumbe probar las obligaciones a quien las alega.
Por tanto, si los demandantes pretenden hacer efectiva una obligación y desean obtener que el
tribunal la declare efectiva, deben utilizar los medios probatorios y acreditar que la obligación
efectivamente existe.
El problema probatorio que surge a propósito de acreditar una obligación es que hay limitaciones
probatorios; cuando se quiere acreditar obligaciones según la cuantía, en orden a no ocupar
testigos cuando se trate de obligaciones que debieron constar por escrito (arts. 1708 y 1709 CC).
Por ejemplo, si se demanda el cumplimiento de una obligación que debía constar por escritura
publica y no está la escritura publica, se hace difícil obtener un pronunciamiento favorable.
Para que pueda operar este caso de obligación natural se requiere que el rechazo de tribunal se
funde en la falta de prueba. Algunas prevenciones:
Mucho cuidado, cuando toque intervenir como demandados, en reconocer los hechos contenidos en
la demanda, porque puede ser que los demandados, por algún motivo, no hagan la alegación
expresa de todos los hechos contenidos en la demanda, lo cual le daría cabida a la parte contraria
para que pueda alegar que la obligación fue reconocida en el juicio. Por tanto, lo recomendable es
que se proceda a negar uno y cada uno de los hechos contenidos en la demanda con la mayor
precisión posible. El debate de qué se reconoció y qué no y por tanto qué se debe probar, se
produce en la etapa de prueba, y en concreto en la resolución que recibe la causa a prueba, porque
es ésta en la que se fijan los hechos pertinentes, sustanciales y controvertidos.
En este caso, resulta muy relevante no solo el resultado del juicio, sino el fundamento del juicio,
porque el tribunal además de rechazar la acción, establece un argumento. En este sentido, si el
tribunal establece como argumento la circunstancia de que no se probó la obligación o faltó prueba,
se podría configurar un caso de obligación natural.
En cambio, si el tribunal rechaza la acción por haber operado otro modo de extinguir la obligación,
como el pago o la transacción, este caso no se aplica en el Nº4 del art. 1470.
¿Los casos del art. 1470 son taxativos? ¿Existen otros casos distintos del art. 1470?
El profesor Somarriva establecía que esta norma tuvo la intención de ser taxativa, pero incurrió en
un error al utilizar la expresión “tales son”. Y fuera de los casos establecidos en este artículo,
podemos mencionar algunos casos que se discute si son casos de obligación naturales o no. Estos
son:
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Art. 99 CC. “Tampoco podrá pedirse la multa que por parte de uno de los
esposos se hubiere estipulado a favor del otro para el caso de no cumplirse
lo prometido./ Si se hubiere pagado la multa, no podrá pedirse su devolución”
El art. 99 CC termina señalando que no podrá pedirse la restitución de la multa. Entonces, a primera
vista, podría ser un caso de obligación natural, porque da la posibilidad de retener lo que se ha dado
o pagado en virtud de ella.
Sin embargo, en estricto sentido, no es un caso de obligación natural, al menos bajo la posición del
derecho civil chileno.
El art. 98 CC cuando define el contrato de esponsales, señala expresamente que ese contrato no
genera obligación civil alguna, y si seguimos las teorías en orden a que la obligación natural tiene su
origen en una obligación civil, podríamos concluir que, siguiendo la orientación del Código Civil
chileno, no estamos frente a una obligación natural, porque jamás ha existido una obligación civil
previa.
Para la otra corriente doctrinaria que postula que la obligación natural tiene su origen en deberes
morales, podría cuadrar más con eso. La moralidad en este caso es precisamente que alguien
promete casarse con alguien y después se desdice, esta es la situación que se trata de frenar con la
multa en los esponsales. Por tanto, si alguno de los futuros contrayentes se retracta de su intención
o deseo de casarse, además de todo el bochorno social, no podrá repetir la multa en el caso de que
la pague.
Entonces, este caso del art. 99 CC cuadra más con la visión de la obligación natural derivada de un
deber moral, más que derivada de una obligación civil. En conclusión, no sería un caso propiamente
tal de obligación natural, porque jamás ha existido una obligación civil previa, a pesar de tener
mismos efectos; las instituciones no se distinguen por sus efectos, sino por su contenido.
b) La situación que regula el art. 1468 CC, es decir, aquella situación relativa al pago derivado
de un acto o contrato con objeto o causa ilícita a sabiendas.
Art. 1468 CC. “No podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto
o causa ilícita a sabiendas.”
Estamos en el supuesto de que se produce un pago, pero existe un conocimiento pleno de la causa
de la ilicitud.
En este sentido, se debe recordar la norma, a propósito de la nulidad, del art. 1687 del CC, la cual
establece que una vez que la nulidad ha sido judicialmente declarada se produce el efecto
retroactivo, es decir, el efecto de que las partes vuelven al estado anterior a contratar. Esto ocurre
salvo que se trate de un objeto causa ilícita a sabiendas.
Art. 1687 CC. “La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la fuerza de
cosa juzgada, da a las partes derecho para ser restituidas al mismo estado en
que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo; sin
perjuicio de lo prevenido sobre el objeto o causa ilícita.
En las restituciones mutuas que hayan de hacerse los contratantes en virtud
del pronunciamiento, será cada cual responsable de la pérdida de las especies
o de su deterioro, de los intereses y frutos, y del abono de las mejoras
necesarias, útiles o voluptuarias, tomándose en consideración los casos
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
fortuitos y la posesión de buena o mala fe de las partes; todo ello según las
reglas generales y sin perjuicio de lo dispuesto en el siguiente artículo.”
En relación con la materia, cabe preguntarse, ¿es este un caso de obligación natural? Pareciera que
sí. Pareciera que se produce el principal efecto de toda obligación natural, que es la posibilidad de
retener lo que se ha dado o pagado.
Sin embargo, si se mira la situación con mayor detención, podremos dar cuenta de que en este caso
no se aplica la teoría que sigue el Código Civil respecto de las obligaciones naturales, es decir, no
estamos frente a una obligación civil previa que ha sido desvirtuada o que le faltan ciertos
requisitos para que produzca efecto, sino que, más bien, estamos frente a una sanción para quien ha
procedido a celebrar un acto o contrato con conocimiento del vicio. Por eso, se da la posibilidad de
que el efecto retroactivo no pueda operar con todos sus efectos.
En conclusión, más que un caso de obligación natural, se trata de una norma sancionatoria.
c) El pago de los intereses no estipulados (art. 2208 CC, a propósito del contrato de mutuo)
Art. 2208 CC. “Si se han pagado intereses, aunque no estipulados, no podrán
repetirse ni imputarse al capital.”
Esta regla del art. 2208 CC está refrendada en el art. 15 de la Ley Nº18.010 relativa a las
operaciones de crédito o de dinero. En este caso, al igual que en el caso anterior, más que existir una
retención, existe la imposibilidad de imputar el pago al capital, y no existe una obligación civil
previa. Por tanto, tampoco sería un caso de obligación natural.
Están, por un lado, los juegos de azar que adolecen de objeto ilícito, de conformidad al art. 1466 CC,
y, por tanto, dicho acto es nulo absolutamente.
Por otro lado, están los juegos de destreza corporal, establecidos en el art. 2263 CC, en que las
obligaciones son civiles.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Y, por último, tratándose de los juegos de inteligencia, el legislador establece las reglas del art. 2260
CC, en las que se dispone la posibilidad de que se retenga lo que se ha dado en virtud de este tipo de
juegos.
Art. 1466 CC. “Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juego
de azar, en la venta de libros cuya circulación es prohibida por la autoridad
competente, de láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos
condenados como abusivos de la libertad de la prensa; y generalmente en todo
contrato prohibido por las leyes.”
Art. 2259 CC. “Sobre los juegos de azar se estará a lo dicho en el artículo
1466./ Los artículos que siguen son relativos a los juegos y apuestas
lícitos.”
Art. 2260 CC. “El juego y la apuesta no producen acción, sino solamente
excepción./ El que gana no puede exigir el pago./ Pero si el que pierde,
paga, no puede repetir lo pagado, a menos que se haya ganado con dolo.”
A propósito de los juegos de inteligencia, es la doctrina la que indica que es un verdadero caso de
obligación natural, en conformidad a la noción que impera en el Código Civil. Esto, porque se suele
afirmar, así lo explican los profesores Peñailillo y Abeliuk, que en este tipo de situaciones el
legislador mira con cierto desconfianza este tipo de actuaciones y por tanto priva en parte los
efectos que puedan producir. Por consiguiente, se considera como una obligación natural fuera del
art. 1470 CC.
El efecto normal de este tipo de obligaciones es que permiten retener lo dado o pagado en virtud
de ellas. Por lo tanto, el pago de una obligación natural se encuentra plenamente justificado.
Sin perjuicio de lo que veremos a propósito del pago como efecto normal de la obligación, para que
pueda considerarse válido el pago de la obligación natural deben cumplirse dos requisitos;
1. El pago debe ser voluntario, es decir, en ausencia de cualquier tipo de coacción o de algún
vicio de voluntad.
2. El que paga debe tener la libre administración de sus bienes.
Art. 1630 CC. “Para que sea válida la novación es necesario que tanto la
obligación primitiva como el contrato de novación sean válidos, a lo menos
naturalmente.”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Las obligaciones naturales pueden ser caucionadas, en conformidad al art. 1472 CC, el cual señala
que se otorga valor a las cauciones proporcionadas por terceros.
Cabe preguntarse, ¿por qué el Código Civil únicamente le da valor a las cauciones proporcionadas
por terceros, y no a las cauciones que otorga el deudor?
Esto es porque si el acreedor no puede exigir al deudor principal el cumplimiento de la obligación,
menos podrá exigir el cumplimiento de las cauciones que él pueda otorgar. Estamos en la situación
en que es una obligación natural la que es caucionada, pero únicamente tendrán valor las cauciones
constituidas por terceros. El tercero deberá caucionar una obligación ajena, la cual se va a hacer
efectiva en su patrimonio, y no en el del deudor. Esta norma otorga una seguridad al acreedor.
La sentencia que rechaza la acción no produce cosa juzgada, y por tanto, la obligación no se va a
extinguir, de conformidad al art. 1471 CC.
Si existe una sentencia que declara que la deuda está prescrita o declara la nulidad de la misma, si
posteriormente se realiza un pago voluntario, dicho pago es válido y por lo tanto no puede
solicitarse la restitución. Lo que se extingue no es el derecho o la obligación, sino la acción para
poder exigir el cumplimiento.
Art. 1471 CC. “La sentencia judicial que rechaza la acción intentada contra
el naturalmente obligado, no extingue la obligación natural.”
Por lo tanto, esto ocurre cuando el deudor tiene el deseo de pagar, pero no lo puede hacer en un
momento inmediato, sino que en un tiempo posterior.
Si miramos este problema desde la perspectiva de las obligaciones naturales miradas como un
deber moral, no habría mucho problema, porque sería admisible, y por tanto, podría producirse una
especie de conversión de una obligación natural a civil.
En nuestro sistema dependerá del caso de obligación natural contenido en el art. 1470 de que se
trate. Por ejemplo, aunque exista el deseo de las partes de ratificar o confirmar el acto en el caso del
art. 1470 Nº3, no sería posible, porque la nulidad absoluta tiene envuelto un interés público.
Entonces, en este caso se hace imposible que pueda existir un caso de conversión, porque aunque
las partes ratifiquen o que ambas estén de acuerdo en que la obligación pueda ser exigible, no
puede operar, porque estamos en presencia de un vicio de nulidad absoluta.
En los demás casos, sí es posible. En el caso del art. 1470 Nº1 de los incapaces podría existir una
confirmación del acto rescindible, porque estamos frente a un vicio de nulidad relativa y por tanto
se puede sanear por la ratificación de la parte afectada. En el caso del Nº2 del art. 1470, la
prescripción se puede renunciar una vez que ha transcurrido el plazo para poder alegarla. En el
caso del Nº4 del art. 1470, incluso se puede obviar la sentencia que produce cosa juzgada. Porque,
en general, son situaciones que miran intereses particulares.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Por tanto, en nuestro sistema, salvo el caso del Nº3 del art. 1470 podría producirse algún tipo de
conversión.
Esto tiene mucho que ver con aquella materia que se estudió a propósito de la teoría de los actos
jurídicos. En este sentido, existe una clasificación de los actos jurídicos que los divide en puros y
simples y sujetos a modalidades, y además existen ciertas modalidades que son clásicas; condición,
plazo y modo, y también existen otras que son modernas; como la solidaridad.
Las modalidades provocan la circunstancia de que se alteren los efectos normales de la obligación.
Obligaciones puras y simples son aquellas que, desprovistas de elementos que alteren sus
consecuencias, producen los efectos normales que el ordenamiento jurídico atribuye.
Obligaciones sujetas a modalidades son aquellas a las cuales se agregan uno o más
elementos excepcionales, con los cuales producen efectos distintos de los que normalmente
generan.
Art. 1554 Nº3 CC. “La promesa de celebrar un contrato no produce obligación
alguna; salvo que concurran las circunstancias siguientes:
3ª. Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la
celebración del contrato;”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
En esos casos, las modalidades pueden ser elementos de la naturaleza o elementos de la esencia.
Pero fuera de esos casos, las modalidades serán excepcionales y jamás serán presumidas, es decir,
siempre requerirán estipulación expresa de las partes.
Obligaciones Condicionales
Tienen una regulación tanto en el Libro III como en el Libro IV del Código Civil. En el Libro IV Título
IV están las normas relativas a las obligaciones condicionales, pero también encontramos
disposiciones de este tipo de obligaciones en el libro III a propósito de las asignaciones
testamentarias convencionales.
Existe un concepto de obligación condicional en el art. 1473 CC. A este concepto se le agrega otra
característica esencial que es la incertidumbre, es decir, la condición siempre va a implicar un
hecho futuro e incierto.
En este sentido, se suele definir la obligación condicional como aquel hecho futuro e incierto del
cual depende el nacimiento o extinción de un derecho y de su obligación correlativa.
Art. 1473 CC. “Es obligación condicional la que depende de una condición,
esto es, de un acontecimiento futuro que puede suceder o no.”
Un hecho futuro. La condición siempre va a implicar un hecho que puede o no suceder, siempre se
va a referir a lo que viene.
Si se llegase a pactar una obligación consistente en un hecho presente o pasado, vale hacer una
distinción.
Si el hecho se llegase a verificar, se mira la condición como no escrita, y por tanto, la
obligación es pura y simple, y se hará exigible de forma inmediata. No está sujeta a ningún
tipo de modalidad, porque el hecho ya se verificó al momento de pactarse la condición.
Ejemplo: Si se regala un reloj si sale electo determinado candidato, y dicho candidato ya
salió elegido.
Si el hecho no ha sucedido y no existe certeza de que suceda, la condición se estima como
fallida, y por tanto, no tiene valor. La diferencia es que en este último caso no existe ningún
tipo de obligación, porque ha fallado la condición. Ejemplo: Si se regala un reloj si sale electo
determinado candidato, pero dicho candidato ya no salió elegido.
Un hecho incierto. Lo cual diferencia a la condición del plazo, porque este último es un hecho cierto,
como ocurre con la muerte. En el caso de la condición, siempre se tratará de una incertidumbre.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Las condiciones suspensivas son aquellas que consisten en un hecho futuro e incierto del
cual depende el nacimiento de un derecho y de la obligación correlativa.
La condición resolutoria constituye un hecho futuro e incierto del cual depende la extinción
de un derecho.
Art. 1479 CC. “La condición se llama suspensiva si, mientras no se cumple,
suspende la adquisición de un derecho; y resolutoria, cuando por su
cumplimiento se extingue un derecho.”
Si bien esta clasificación resulta claramente diferenciada, porque una se refiere al nacimiento y otra
a la extinción, la doctrina no es tan conteste en que exista esta clasificación. El profesor Peñailillo
señala que la condición es la misma, es decir, es una y lo que varía son sus efectos. Es decir, el hecho
objeto de la condición es uno.
Por ejemplo; Pedro le dará un auto a Juan si consigue el título de abogado con nota 7. El hecho
futuro e incierto es conseguir el título de abogado con nota 7. Desde la perspectiva de Pedro, dicha
condición sería resolutoria, porque el cumplimiento de la condición extingue su derecho sobre el
auto. Desde la perspectiva de Juan, la condición sería suspensiva.
Entonces, el profesor Peñailillo señala que en el fondo no existe una clasificación o una diferencia
sustantiva entre dichas condiciones, sino que únicamente existe diferencia en sus efectos.
Art. 1475 CC. “La condición positiva debe ser física y moralmente posible.
Es físicamente imposible la que es contraria a las leyes de la naturaleza
física; y moralmente imposible la que consiste en un hecho prohibido por las
leyes, o es opuesta a las buenas costumbres o al orden público.
Se mirarán también como imposibles las que están concebidas en términos
ininteligibles.”
Art. 1476 CC. “Si la condición es negativa de una cosa físicamente imposible,
la obligación es pura y simple; si consiste en que el acreedor se abstenga de
un hecho inmoral o prohibido, vicia la disposición.”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
El Código Civil reconoce a la seguridad jurídica siendo esta un objetivo del legislador. Prueba de ello
es el plazo de prescripción de 10 años, o el plazo de la nulidad absoluta de 10 años.
Desde el punto de vista de la doctrina, se tiende a limitar dicha condición, porque no puede tener un
plazo mayor a 10 años.
Piénsese que se celebra un contrato de promesa que cumple con todas las solemnidades, en el cual
Pedro se obliga a entregar una casa o un vehículo, sujeto a la condición de que Juan se reciba de
abogado; ¿qué pasa si Juan se titula en 20 años? ¿Sería exigible esa promesa? ¿Se podría reclamar el
cumplimiento de esa promesa sujeta a dicha condición a pesar del tiempo que ha transcurrido?
Este problema puede ser solucionado a la luz de las normas de la prescripción, y no tanto de la
condición. El plazo de la prescripción extintiva, en general, empieza a contarse desde que se hace
exigible la obligación, es decir, desde que se verifica la condición (Art. 1514 CC), por tanto, la
discusión podría quedar zanjada, no por el tipo de condición, sino por las regla de prescripción,
porque es ésta la que da lugar a este principio de seguridad jurídica.
Puede que dé lo mismo cómo esté planteada la condición, pero cualquier problema que pueda
suscitarse en el tiempo respecto de su extensión, puede ser solucionado a través de las reglas de la
prescripción extintiva, porque es la llamada a consolidar situaciones jurídicas.
Art. 1477 CC. “Se llama condición potestativa la que depende de la voluntad
del acreedor o del deudor; casual la que depende de la voluntad de un tercero
o de un acaso; mixta la que en parte depende de la voluntad del acreedor y en
parte de la voluntad de un tercero o de un acaso.”
Art. 1478 CC. “Son nulas las obligaciones contraídas bajo una condición
potestativa que consista en la mera voluntad de la persona que se obliga.
Si la condición consiste en un hecho voluntario de cualquiera de las partes,
valdrá.”
Las condiciones casuales y mixtas son siempre válidas, en general, son admisibles en nuestro
sistema y pueden ser pactadas con la sola limitación de que no sean física o moralmente imposibles.
En relación a las condiciones potestativas, vale hacer otra distinción. La doctrina distingue entre la
condición simplemente potestativa y meramente potestativa, recogida en el art. 1478 CC.
Las condiciones simplemente potestativas son aquellas que dependen de un hecho
voluntario de cualquiera de las partes. En general, son válidas y a ellas se refiere el inc. 2 del
art. 1478 CC.
Las condiciones meramente o puramente potestativas son aquellas que dependen de la sola
voluntad de alguna de las partes. Un clásico ejemplo es que una persona se puede obligar a
entregar una cosa, pero si la otra parte lo desea. Estas últimas no son válidas.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Art. 1483 CC. “La condición debe ser cumplida del modo que las partes han
probablemente entendido que lo fuese, y se presumirá que el modo más racional
de cumplirla es el que han entendido las partes.
Cuando, por ejemplo, la condición consiste en pagar una suma de dinero a una
persona que está bajo tutela o curaduría, no se tendrá por cumplida la
condición, si se entrega a la misma persona, y ésta lo disipa.”
Se suele decir que hay una aparente contradicción entre ambas disposiciones, porque, pareciera ser
que el art. 1483 alude a la preeminencia de la voluntad real, y el art. 1484 alude a la preeminencia
de la voluntad declarada. Esto porque el art. 1483 habla de “el modo en que las partes
probablemente hayan entendido”, lo cual tiene mucha concordancia con el art. 1560 CC, a propósito
de la interpretación de los contratos. Y por otro lado, el art. 1484 habla de la literalidad.
La verdad es que no hay ninguna contradicción, sino que lo que ocurre es que existe una
prohibición o una constancia de Andrés Bello cuando redactó estas normas que dice relación con
aquella posibilidad que se establecía en el Derecho Romano de poder cumplir las condiciones por
equivalencia. En este sentido, Bello se escapa de esa concepción y en estas dos disposiciones deja
constancia de que este tipo condiciones no se podrían cumplir de forma alternativa por
equivalencia. Pero no existe una contradicción entre la voluntad real y la voluntad declarada.
Por tanto, si bien la condición está pendiente de ser cumplida, no existe el derecho o la obligación
que nace de la misma, sino que un germen de derecho.
Se establece la existencia de este germen de derecho o derecho en verde, porque el acreedor
condicional suspensivo puede solicitar medidas conservativas, es decir, puede asegurar el resultado
del cumplimiento de la eventual condición. Esto puede ser muy útil en la práctica, porque se puede
estar ad portas de cumplir la condición, pero el panorama o el contexto puede llevar a sospechar
que quizás el bien donde recaiga esa condición pueda estar en peligro, y por eso se generan este
tipo de medidas conservativas que aseguran el patrimonio en el cual se pueda hacer efectiva la
obligación. Esto es muy similar a las medidas prejudiciales precautorias.
Además, se establece la posibilidad de que se puedan transmitir a los herederos este germen de
derecho, de conformidad al Art. 1492 CC.
Art. 1492 CC. “El derecho del acreedor que fallece en el intervalo entre el
contrato condicional y el cumplimiento de la condición, se transmite a sus
herederos; y lo mismo sucede con la obligación del deudor.
Esta regla no se aplica a las asignaciones testamentarias, ni a las
donaciones entre vivos.
El acreedor podrá impetrar durante dicho intervalo las providencias
conservativas necesarias.”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Si se verifica un pago estando pendiente la condición, este podrá ser repetido en conformidad al art.
1485 CC. En este caso, estamos en presencia de un pago de lo no debido.
La condición suspensiva cumplida. Una vez que se verifica la condición nace la obligación
y el derecho correlativo, y este mismo derecho puede ser exigido, es decir, estará dotado de
acciones para su exigibilidad.
Comienzan a operar los modos de extinguir las obligaciones, porque estamos en presencia de un
derecho y una obligación que ha nacido a la vida jurídica.
Vale destacar una situación relativa a la retroactividad de la condición una vez que ha sido
cumplida; ¿el derecho nace desde el momento en que se cumple la condición o desde el momento
en que ésta es pactada?
Es un problema artificioso, porque, en primer término, los derechos y obligaciones nacen por las
fuentes de las obligaciones y no por las condiciones, por más que estas puedan condicionar
temporalmente el nacimiento de un derecho, no tienen la calidad de ser una fuente obligacional.
Entonces, el nacimiento del derecho no es lo que está en duda, sino los efectos de la condición una
vez que ha sido cumplida, es decir, desde cuándo tienen plena eficacia.
Se establece que hay situaciones en que el Código Civil acepta la retroactividad de la condición, y
otras veces en que la rechaza.
Algunos casos en que el Código Civil acepta la concurrencia de los efectos retroactivos de la
condición son el art. 1486 CC establecida a propósito de los riesgos, los arts. 1490 y 1491 a
propósito de la condición resolutoria, y el art. 2413 a propósito de la hipoteca.
Art. 1486 CC. “Si antes del cumplimiento de la condición la cosa prometida
perece sin culpa del deudor, se extingue la obligación; y por culpa del
deudor, el deudor es obligado al precio, y a la indemnización de perjuicios.
Si la cosa existe al tiempo de cumplirse la condición, se debe en el estado
en que se encuentre, aprovechándose el acreedor de los aumentos o mejoras que
haya recibido la cosa, sin estar obligado a dar más por ella, y sufriendo su
deterioro o disminución, sin derecho alguno a que se le rebaje el precio;
salvo que el deterioro o disminución proceda de culpa del deudor; en cuyo
caso el acreedor podrá pedir o que se rescinda el contrato o que se le
entregue la cosa, y además de lo uno o lo otro tendrá derecho a indemnización
de perjuicios.
Todo lo que destruye la aptitud de la cosa para el objeto a que según su
naturaleza o según la convención se destina, se entiende destruir la cosa.”
Se establece que si el deudor tiene que restituir al acreedor los frutos, es porque el legislador
considera al acreedor dueño desde el momento de la celebración del acto o contrato.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Art. 1490 CC. “Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición
suspensiva o resolutoria, la enajena, no habrá derecho de reivindicarla
contra terceros poseedores de buena fe.”
Art. 1491 CC. “Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena, o lo
grava con hipoteca, censo o servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o
gravamen, sino cuando la condición constaba en el título respectivo, inscrito
u otorgado por escritura pública.”
En estricto sentido, lo que se establece es que las enajenaciones que haga el deudor estando
pendiente la condición pueden quedar sin efecto, en favor de los terceros.
Art. 2413 CC. “La hipoteca podrá otorgarse bajo cualquiera condición, y desde
o hasta cierto día.
Otorgada bajo condición suspensiva o desde día cierto, no valdrá sino desde
que se cumpla la condición o desde que llegue el día, pero cumplida la
condición o llegado el día, será su fecha la misma de la inscripción.
Podrá asimismo otorgarse en cualquier tiempo antes o después de los contratos
a que acceda, y correrá desde que se inscriba.”
Los casos en que el Código Civil rechaza los efectos retroactivos de la condición suspensiva están en
el art. 758 a propósito del fideicomiso.
Establece que los actos de administración que pueda realizar el deudor condicional no se verán
afectados por el cumplimiento de la condición.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Respecto de la condición resolutoria, se hace una triple distinción; ordinaria, tácita y pacto comisorio, el cual
puede ser simple o calificado.
La diferencia principal entre la condición resolutoria tácita y la ordinaria son;
- En cuanto al objeto de la condición. La condición resolutoria ordinaria siempre va a consistir en un hecho
futuro o incierto, pero éste no debe tratarse de un incumplimiento de la obligación del contrato. En
cambio, en la condición resolutoria tácita sí consiste en el incumplimiento del contrato.
- En cuanto a cómo opera. La condición resolutoria tácita opera a través de una declaración judicial, es
decir, no opera de pleno derecho. En cambio, la condición resolutoria ordinaria sí opera de pleno derecho,
sin necesidad de declaración judicial.
¿Qué pasa si se verifica la condición resolutoria ordinaria y el deudor no quiere cumplir la obligación? Se debe
ejercer una acción ante el tribunal competente aunque opere de pleno derecho, pero la diferencia con la condición
resolutoria tácita radica en el petitorio, porque en este caso la sentencia será declarativa, y no constitutiva, y por
tanto, los efectos debiesen ser efectivos desde el momento en que se cumplió la condición y no desde que la
misma se declaró.
Aunque la doctrina señale que la condición resolutoria ordinaria opera de pleno derecho, en la práctica cuando no
se quiere cumplir la obligación se tendrá que demandar judicialmente.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Está regulada en el art. 1489 CC, por tanto, eleva a la categoría de condición, es decir, como hecho
futuro e incierto, el no cumplimiento de una obligación. En otras palabras, cuando la condición
consiste en el no cumplimiento de una obligación, estamos frente a la condición resolutoria tácita.
En el Derecho Romano no existe la condición resolutoria tácita como una herramienta de tutela, por
2 razones.
En primer lugar, porque el procedimiento formulario opera sobre la base de la condemnatio
pecuniario, es decir, la condena es necesariamente a una suma de dinero equivalente a la prestación
incumplida. Por lo tanto, está lejos del pensamiento romano una herramienta que se traduzca en la
petición de resolución en términos de retrotraer ese contrato como si nunca hubiese existido, es
decir, hacerlo ineficaz.
En segundo lugar, la idea de contrato bilateral que se define esencialmente a partir de la
reciprocidad, no son aquellos en que ambas partes se obligan, sino que aquellos en que las partes se
obligan recíprocamente. Esa idea de reciprocidad en los contratos bilaterales era una idea ajena al
pensamiento romano, porque las obligaciones de los contratos bilaterales operaban con
independencia una de la otra, no estaban correlacionadas, no había interdependencia. Ambas
partes se obligaban, pero de manera independiente.
Sin embargo, si se reconocía la posibilidad de introducir de común acuerdo una cláusula resolutoria
que los romanos llamaron la lex comisoria, de aquí viene la idea de pacto comisorio, es decir, cuando
se escritura la condición resolutoria tácita, pero la lex comisoria operaba en el contrato de
compraventa exclusivamente.
La idea de que hay una suerte de bilateralidad en los contratos nace de un aporte del Derecho
Canónico, el cual va a desarrollar el principio de la interdependencia de las obligaciones que hay
entre las partes, porque los canonistas, en particular Inocencio III, se van a preguntar por el
matrimonio y particularmente, por situaciones como, por ejemplo, el matrimonio de personas del
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
mismo sexo. A la luz de ese razonamiento, la conclusión es que ese matrimonio no existe como tal,
porque el matrimonio, en la perspectiva canónica, supone una diferencia entre hombre y mujer.
A partir de esto se empiezan a analizar otras temáticas relevantes del matrimonio, entonces, por
ejemplo, se llega a entender que la fidelidad de los esposos, y después, de los cónyuges radica en la
interdependencia de las obligaciones propias del matrimonio (“Se es fiel con otro, porque el otro
también debe fidelidad”).
Finalmente, Domat, jurista francés que vivió en el siglo XVII, y se entiende que es uno de los grandes
precursores del Código Civil francés, y por tanto una suerte de inspirador del Código Civil chileno
también. Además, Andrés Bello tomó algunas cosas de Domat directamente.
Él no era un iusnaturalista racionalista, pero sí hizo un trabajo propio del iusnaturalismo, puesto
que tomaba pasajes del Digesto, y a partir de ahí iba deduciendo ciertas reglas. Hay varias
instituciones del Código que se las debemos a ese trabajo.
Un siglo después, Pothier recoge algunas de estas ideas de Domat y las va a sistematizar, de manera
que pasan a la codificación.
En esta materia en particular, Domat será quien, recogiendo de la tradición del Derecho Común,
entenderá que detrás de los contratos bilaterales hay una suerte de condición tácita o voluntad
presunta de las partes de resolver el contrato, cuando una de ellas no cumple con la obligación
recíproca, interdependiente o correlativa.
Esto está muy en la línea de la idea de Domat en orden a buscar una causa final para los contratos,
para estos efectos Domat distinguía:
La causa final de los contratos bilaterales es la obligación correlativa.
La causa final en los contratos reales es la previa entrega que ha hecho el acreedor al
deudor, puesto que sin esto carecería de causa la obligación de restituir.
La causa final en la donación es la mera liberalidad.
En definitiva, esta idea de la causa de Domat, va muy en la línea con la idea de la interdependencia
de manera que justifica en caso del incumplimiento de una obligación interdependiente, pedir la
resolución. Así se consagró en el Código Civil francés en su art. 1184, luego pasó al art. 1165 del
Código Civil italiano, y nuestro Código Civil lo toma directamente del Código Civil francés.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
En todo el tratamiento de las condiciones, en general, Andrés Bello sigue muy de cerca el
tratamiento del código civil francés.
La mayoría de los Códigos latinoamericanos y continentales tienen una norma parecida. Por
ejemplo, el art. 1453 del actual CC italiano de 1945, el CC argentino, entre otros.
Caso en que se aplica: En el año 50’ el Fisco le expropia los terrenos a un particular para construir el
Estadio Regional, y entonces, a cambio de eso le donan unos terrenos en el lado norte, y en la
donación se establece que dichos terrenos se donan para realizar una actividad determinada;
construir el hipódromo dentro de 3 años.
Hace dos años atrás, el Club Hípico, que era el donatario, decide vender esos terrenos, y esos
contratos de compraventa son atacados en un juicio. Se demanda al vendedor, que es el Club Hípico,
y se alega que hay nulidad, entre otras cosas, porque falta la causa.
Requisitos clásicos:
Asimismo, se ha señalado que no se puede resolver un contrato que se ha declarado nulo, porque
son casos de ineficacia distinta. Para que haya ineficacia a partir de la resolución, el contrato debe
ser válido. No importa que el contrato adolezca un vicio de nulidad, puesto que esta debe ser
declarada, por tanto, mientras no ha sido declarada se puede pedir la resolución del contrato.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
2) Debe ser un contrato bilateral, es decir, un contrato en que las partes se obligan
recíprocamente.
En este sentido, existe una suerte de discusión doctrinaria, en la cual, según Claro Solar, se entiende
que el art. 1489 se puede aplicar a contratos unilaterales por varias razones.
Por una razón de texto. El art. 1489 CC establece que la condición resolutoria tácita va
envuelta en los contratos bilaterales, pero no niega su aplicabilidad en los unilaterales.
Luego, por analogía, podría ser aplicada a los contratos unilaterales.
Hay varias normas en algunos contratos en particular en que sí se regula una suerte de
condición resolutoria tácita. Por ejemplo, la renta vitalicia del art. 2271 CC y el comodato
del art. 2177 CC.
Art. 2271 CC. “El acreedor no podrá pedir la rescisión del contrato aun
en el caso de no pagársele la pensión, ni podrá pedirla el deudor, aun
ofreciendo restituir el precio y restituir o condonar las pensiones
devengadas, salvo que los contratantes hayan estipulado otra cosa.”
Art. 2177 CC. “El comodatario no puede emplear la cosa sino en el uso
convenido, o a falta de convención, en el uso ordinario de las de su
clase.
En el caso de contravención, podrá el comodante exigir la reparación de
todo perjuicio, y la restitución inmediata, aunque para la restitución
se haya estipulado plazo.”
La donación tiene una suerte de condición resolutoria en el art. 1426 CC, relacionado con el art.
1432.
Art. 1426 inc. 1 CC. “Si el donatario estuviere en mora de cumplir lo que en
la donación se le ha impuesto, tendrá derecho el donante o para que se
obligue al donatario a cumplirlo, o para que se rescinda la donación.”
De todas maneras, esta teoría de Claro Solar no tiene acogida en el sistema chileno, porque el hecho
de que en algunas normas muy aisladamente se regule una suerte de resolución para los contratos
unilaterales prueba que el legislador la quiso excluir de los unilaterales.
Esta norma tampoco se aplica a los contratos sinalagmáticos imperfectos, es decir, aquellos en que
una de las partes se obliga, pero posteriormente la otra parte, que no estaba obligada, puede
resultar obligada.
Un ejemplo de contrato unilateral es el comodato, el cual es el préstamo de uso de cosa no fungible,
en el cual sólo es obligado el comodatario que se obliga a restituir. Sin embargo, el comodante
puede resultar obligado posteriormente, por ejemplo, si el comodatario incurre en gastos, entonces
el comodante tiene que restituirle eso. En este caso, el contrato pasa a llamarse sinalagmático
imperfecto.
El artículo 1489 CC no se aplica a dichos contratos, porque los contratos son bilaterales o son
unilaterales, pero contraer obligaciones posteriormente no transforma la naturaleza de los
contratos, debido a que la clave de un contrato bilateral es que las obligaciones nacen recíprocas.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Respecto de los contratos de tracto sucesivo, lo cual significa que las obligaciones se van
extinguiendo y renovando periódicamente. El ejemplo clásico es el arrendamiento, en el cual sí
puede operar la condición resolutoria tácita, pero ella toma el nombre de terminación, lo que quiere
decir, en la práctica, que no hay efecto retroactivo según la doctrina.
Respecto de los contratos atípicos, estos pueden ser de dos tipos; nominados o innominados. Un
contrato atípico nominados es aquel que, aunque no esté regulados en la ley, tiene una fisonomía
dogmática propia, por ejemplo, la franquicia. A todos estos contratos atípicos, si son bilaterales, se
les aplica la condición resolutoria tácita.
El Código Civil Italiano de 1942 en el artículo 1455 dispone “No se podrá resolver el contrato si el
incumplimiento de una de las partes tuviese poca importancia habida consideración del interés de
la otra.”
De esta forma, este Código Civil va asentando un criterio a nivel europeo, porque hoy en día, si se
mira, por ejemplo, instrumentos europeos como; los principios europeos de derecho de los
contratos (DCFR). En estos nos vamos a encontrar con que la gravedad del incumplimiento es
relevante para los efectos de pedir la resolución.
Si se piensa en derecho positivo chileno, existe una Convención de Vienna de 1980 de compraventa
de mercadería, la cual fue ratificada por Chile en el año 1990, la cual en sus artículos 25 y 26 exige
expresamente que el incumplimiento debe ser de relevancia grave esencial para resolver el
contrato.
Toda esta tendencia europea, finalmente llega a Chile y hay un movimiento dogmático muy
importante que ha estimado que debe ser relevante el incumplimiento para los efectos de solicitar
la resolución.
Antes de esta tendencia, representada por Álvaro Vidal, Carlos Pizarro, Claudia Bahamondes, entre
otros, ya lo había dicho, en los años 60’, Fernando Fueyo en su libro “Cumplimiento e
incumplimiento de las obligaciones” y también, en cierto modo, René Ramos ya había deslizado esta
idea de que no bastaba cualquier incumplimiento para pedir la resolución.
La gravedad del incumplimiento no se puede determinar a priori, sino que esa gravedad está en
función del interés de las partes y de lo que ellas han podido pactar.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Esto quiere decir que, para que se pueda pedir la resolución, el incumplimiento debe atribuirse a
dolo o culpa del deudor.
Existen dos razones para exigir este requisito que no está consagrado en la norma:
Este requisito se deduce, en primer lugar, por un argumento formal. Cuando sucede el
incumplimiento propio de la resolución, el art. 1489 CC permite al acreedor demandar
cumplimiento forzado o resolución del contrato, y en ambos casos con indemnización de
perjuicios.
La lógica es que si el Código permite demandar indemnización, para demandarla se exige
dolo o culpa, luego, si se quiere pedir resolución, también debe haber dolo o culpa en el
incumplimiento.
En segundo lugar, se deduce por una razón de fondo de funcionamiento del sistema.
La doctrina tradicional establece que si el incumplimiento no fuese imputable, lo que se
opone a la imputabilidad es el caso fortuito, y el caso fortuito libera al deudor, por tanto,
necesariamente el incumplimiento debe ser imputable para poder pedir resolución, porque
de otra forma el deudor podría exonerarse de responsabilidad.
Las herramientas de tutela del acreedor están en función del interés del acreedor.
La necesidad de imputabilidad para la resolución viene de la mano con una estructura jerárquica de
las herramientas de tutela. La doctrina tradicional establece que para que el acreedor pueda ejercer
sus derechos debe ejercer cumplimiento forzado, indemnización de perjuicios, y así, debe ir por una
suerte de escala. Y si el contrato es bilateral, el acreedor puede demandar cumplimiento forzado o
resolución. Esto también se ha puesto en cuestión.
La idea de la doctrina moderna establece que el eje está en el pacta sunt servanda que protege el
interés del acreedor, por lo tanto, él puede optar libremente. Para que haga eso el acreedor se debe
partir de un concepto neutro del incumplimiento.
Entonces, si el acreedor quiere demandar resolución lo que habrá que exigir es que ese
incumplimiento sea esencial. Si quiere demandar indemnización, lo que habrá que exigir es que,
además del incumplimiento, habrá imputabilidad. Pero no se debería trasladar los requisitos
tradicionales de una herramienta a la otra.
Respecto del caso fortuito, la doctrina moderna establece que este argumento es falso, porque el
caso fortuito opera como exonerante de la responsabilidad en la indemnización de perjuicios, pero
no en la resolución. Por tanto, es un falso argumento.
Por supuesto, si se quisiera demandar resolución con indemnización debe sujetarse al régimen de
indemnización, entonces, aquí sí habrá imputabilidad y el caso fortuito va a exonerar. Pero, estamos
pensando que el acreedor sólo quiere demandar resolución, y no indemnización.
Hay casos en que el acreedor quiere liberarse del contrato incluso cuando eso no envuelva una
indemnización adicional, entonces en esos casos no hay ninguna razón para exigir imputabilidad,
puesto que no opera el caso fortuito o la fuerza mayor como una exoneración de responsabilidad.
Esta es la principal defensa del deudor al que se le demanda resolución, y se configura como “la
excepción de contrato no cumplido”, es decir, el acreedor no puede pretender exigir el
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Hay dudas sobre la aplicación de este requisito en los casos en que ambas partes son
incumplidoras. En la jurisprudencia se han ventilado casos, a propósito de las promesas de
compraventa, en que ninguna de las partes han cumplido su obligación ni están llanas a cumplir. En
dichos casos, la jurisprudencia, por una cuestión de equidad, ha decidido resolver el contrato, en el
entendido de que las partes no tienen por qué permanecer vinculadas por un contrato al que no
quieren estar vinculados.
Cuestión distinta es el problema de la indemnización. La jurisprudencia ha establecido que frente a
incumplimientos recíprocos no se da lugar a la indemnización, pero sí se declara resuelto el
contrato.
Esto quiere decir que la condición resolutoria tácita no opera de pleno derecho (ipso iure), y lo que
permite el ejercicio de esta acción es el ejercicio de determinados derechos, los cuales son; que se
puede pedir el cumplimiento del contrato o la resolución del contrato. Si no lo dijera la norma, el
acreedor siempre puede pedir el cumplimiento forzado.
En este sentido, la resolución del contrato opera como consecuencia de la declaración judicial.
Sin perjuicio de esto, es posible pactar que un contrato se resuelva de pleno derecho y a esto se
denomina pacto comisorio calificado. Pero, de no mediar un pacto comisorio calificado, entonces sí
se requiere de declaración judicial.
A este requisito habría que oponer una cuestión muy interesante relacionada con la posibilidad de
resolver unilateralmente, al margen del pronunciamiento judicial, un contrato.
El principio europeo de contrato, el DCFR, el marco común de referencia y la Convención de Viena,
permiten que el acreedor pueda resolver unilateralmente, mediante una comunicación escrita, el
contrato, con prescindencia de la declaración judicial. Por lo tanto, se debe pensar que este
requisito es relativo.
En el derecho chileno, por ejemplo, si se piensa en los contratos celebrados con la Administración,
ésta los puede resolver unilateralmente, mediante una comunicación escrita.
Por ende, se puede pactar la resolución unilateral de un contrato. Algunos autores, como Abeliuk,
entienden que en ese caso hay pacto comisorio calificado, pero hay una diferencia y es que el pacto
comisorio calificado opera de pleno derecho, porque sólo el incumplimiento hace operar la
condición. En cambio, lo que se trata en la resolución unilateral del contrato es que, frente al
incumplimiento, el acreedor, en vez de ir a un tribunal, notifica a la otra parte la resolución. Aunque
esto también va a generar una discusión en tribunales, pero sobre la base de que el tribunal va a
constatar la resolución que ha operado por voluntad unilateral del acreedor si se dan los
presupuestos.
Si se miran los instrumentos europeos mencionados anteriormente, lo que exigen las normas para
que se pueda resolver un contrato unilateralmente;
Que se haga en un tiempo razonable,
Que esa resolución unilateral se haga de acuerdo a las pautas de la buena fe.
Respecto de este punto, se podría pensar en una figura ya consagrada en el sistema chileno,
distinta a la resolución, denominada desistimiento. La ley del consumidor le consagra como
uno de los derechos al consumidor el desistirse de determinados contratos dentro de un
plazo que la ley fija y sujeto a la buena fe.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
El art. 525 del Código de Comercio que regula el contrato de seguro, el cual fue modificado por la
Ley Nº 20.667, consagra expresamente la facultad unilateral de resolución. El supuesto es que si se
contrata un seguro, la compañía de seguro debe pedir información al asegurado, éste sólo debe
proporcionar la información que el seguro exija, por tanto, luego el seguro no puede alegar
reticencia u omisiones del asegurado, salvo que dichas reticencias u omisiones sean esenciales para
la evaluación del riesgo. En ese caso, el asegurador puede pedir la resolución del contrato, como si
estuviéramos frente al art. 1489.
Si esas reticencias u omisiones del asegurado no son esenciales, pero sí son importantes para
efectos de calcular la prima, el asegurador puede ofertar un recalculo de la prima al asegurado, si
éste no contesta, puede notificar la resolución, y el contrato queda, en consecuencia, resuelto.
En definitiva, si bien es cierto, por regla general, el art. 1489 supone declaración judicial, no tiene
por qué en cualquier caso de resolución por incumplimiento operar en virtud de sentencia judicial.
Fuera del pacto comisorio, puede haber un caso regulado o pactado de resolución unilateral, en que
habrá intervención jurisdiccional, pero a posteriori. Porque seguramente va a haber un conflicto,
pero el tribunal interviene para constatar la resolución que ya operó, no para declararla.
El hecho de que no opere de pleno derecho, sino en virtud de sentencia judicial, se ha traducido en
la opinión generalizada en la doctrina de que la acción resolutoria se puede enervar (dejar sin
efecto) pagando, mientras no exista declaración judicial. El supuesto es que se demanda la
resolución, pero el deudor paga durante la secuela del juicio, por tanto deja sin efecto la acción
resolutoria.
Como no opera de pleno derecho y necesita de declaración judicial, mientras no haya sentencia, no
hay resolución y por lo tanto se puede enervar la pretensión de resolución por el pago.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Por tanto, el art. 310 del CPC permite deducir la excepción de pago durante la secuela del
juicio. Esto probaría que frente a una demanda de resolución, el deudor puede enervar,
porque puede deducir la excepción de pago en cualquier momento.
Contra esta tesis, el profesor René Ramos, ha dicho que una cosa es deducir la excepción de pago y
otra cosa es pagar durante el juicio. El profesor René Ramos cree que esa excepción de pago debe
fundarse en un antecedente anterior a la demanda, puesto que si se permitiera pagar y oponer la
excepción de pago, la opción del acreedor quedaría en nada. En el sentido de que si un acreedor
demanda resolución y no cumplimiento forzado, es porque no quiere que le pague, sino que
resolver el contrato. En consecuencia, quedaría al arbitrio del deudor la facultad de resolución.
El Pacto Comisorio
Está tratado en el contrato de compraventa como un pacto especial la compraventa, pero como
veremos tiene una aplicación general en el Título XXIII Párrafo X, en el cual se regula el pacto
comisorio a propósito de la obligación de pagar el precio del comprador.
Estas normas arrancan con el art. 1877 que dispone lo siguiente:
En el art. 1877, el Código vuelve a destacar la idea de que, como consecuencia del incumplimiento,
hay una suerte de condición tácita en el contrato, y que cuando se expresa dicha condición,
entonces toma el nombre de pacto comisorio.
De hecho, las acciones que emanan del pacto comisorio, de acuerdo a la misma norma, son
equivalentes a las acciones que consagra el art. 1489. Se remite en esta materia el art. 1877 al 1873
que regula las acciones de resolución o cumplimiento en el caso de no pago del precio.
Por lo tanto, podríamos decir que el pacto comisorio es la condición resolutoria tácita puesta por
escrito.
Y no cabe que, aunque regulado en el pago del precio de la compraventa, en el sistema chileno, el
pacto comisorio tiene una aplicación general, es decir, en cualquier contrato se puede pactar un
pacto comisorio.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
produce las mismas acciones que la condición resolutoria tácita, lo cual quiere decir que no opera
de pleno derecho, y por tanto, en su virtud se puede pedir la resolución o el cumplimiento forzado
con indemnización. (Art. 1878 y 1873 CC)
La mayoría de la doctrina estima que el plazo de prescripción rige sólo para el pacto comisorio
regulado a propósito de pagar el precio en la compraventa. Es decir, que un pacto comisorio simple
en la compraventa a propósito de pagar el precio tendría por objeto la regulación de un plazo de
prescripción distinto de la regla general de 4 años.
Si el pacto comisorio se acuerda en una obligación distinta de pagar el precio en la compraventa,
como por ejemplo, en la obligación de entrega, o en un contrato bilateral distinto, entonces regirían
las reglas generales en términos de prescripción; 5 años.
Desde este punto de vista mayoritario, sólo tendría una particularidad el pacto comisorio simple
celebrado a propósito de la obligación de pagar el precio. Los demás regirían idénticos a la
condición resolutoria tácita.
El profesor Alessandri, en cambio, y contra la doctrina mayoritaria, entiende que este plazo del art.
1880 se aplica al pacto comisorio siempre, sin importar donde se pacte.
Fuera de este tema del plazo, la verdadera utilidad del pacto comisorio estaría, por lo tanto, en los
contratos unilaterales, donde no rige la condición resolutoria tácita, y no en los contratos
bilaterales. A menos que se entienda que el plazo del art. 1880 se le aplica a cualquier pacto
comisorio, y entonces, sí habría una diferencia con la forma en la que opera la condición resolutoria
tácita.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
El Código regula en el art. 1879 un efecto particular para el pacto comisorio calificado, señalando
que no obstante el pacto comisorio calificado, el deudor puede enervar la acción pagando dentro de
las 24 horas. Si no paga, el contrato se resuelve de pleno derecho.
Entonces, la doctrina entiende que en el pacto comisorio calificado, aunque las partes digan que se
resuelve de pleno derecho, concurrido el incumplimiento, no se resuelve el contrato de pleno
derecho, porque el deudor puede enervar pagando. Si no paga dentro de las 24 horas siguientes, lo
que debe hacer el juez es constatar que operó la resolución, que es lo demandado. Sin embargo, no
opera de pleno derecho, porque hay que demandar la resolución. Ese es el sentido de la posibilidad
de enervar la acción.
Art. 1879 CC. “Si se estipula que por no pagarse el precio al tiempo
convenido, se resuelva ipso facto el contrato de venta, el comprador podrá,
sin embargo, hacerlo subsistir, pagando el precio, lo más tarde, en las
veinticuatro horas subsiguientes a la notificación judicial de la demanda.”
El art. 1879 es bastante claro en orden a que el pacto comisorio calificado en el pago del precio en la
compraventa no opera de pleno derecho, porque hay que demandar la resolución. Desde el
incumplimiento, por lo tanto, hasta la notificación de la demanda y pasada 24 horas, el deudor
puede enervar5.
En este tiempo intermedio, si el acreedor no recibe el pago, lo que puede hacer el deudor es pagar
por consignación. En otras palabras, si el acreedor no demanda la resolución y el deudor quiere
liberarse de la prestación, aunque no haya demanda, puede pagar por consignación. Es un
procedimiento especial de pago.
El pacto comisorio calificado en los demás contratos o en otra obligación distinta de pagar el precio,
sí opera de pleno derecho y no autoriza al deudor a enervar la acción, porque produce
5 Enervar es un término procesal técnico que significa dejar sin efecto la pretensión del demandante de resolución,
porque se cumple o se satisface la prestación.
6 Para los plazos fatales el Código Civil utiliza una expresión “en” o “dentro de”.
7 El inicio del plazo debe coincidir con el término de él, vale decir, si notificaron a las 10 de la mañana, el plazo rige hasta
las 10 de la mañana del día siguiente para pagar. Si el plazo fuera de un día, se tendría hasta la medianoche del último día.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
inmediatamente la resolución del contrato. Por supuesto, que la resolución opere de pleno derecho
no significa que no tenga que haber una intervención judicial, pero el juez interviene para constatar
que el plazo se ha cumplido.
Hay un sector de la doctrina, entre ellos el profesor Carlos Pizarro, que distinguen a las cláusulas
resolutorias de los pactos comisorios, que no son exactamente iguales. En las cláusulas resolutorias
se podrían regular efectos de la resolución que no comprende el pacto comisorio.
Tradicionalmente, se ha entendido que un pacto sobre una condición resolutoria tácita, supone
automáticamente pacto comisorio, pero el profesor Carlos Pizarro entiende que no, porque hay una
diferencia y que puede recaer ese pacto sobre aspectos diferenciales.
Por ejemplo, una cuestión distinta del pacto comisorio, es reservar la facultad unilateral de
resolución a una de las partes. Es decir, eso se puede pactar en el sistema chileno, en razón de la
autonomía de la voluntad, y además cada vez es más común. Esto es un ejemplo de un pacto
resolutorio que no es técnicamente un pacto comisorio.
Si se mira el Código de Comercio, hay varias partes donde se refiere a la rescisión como si hablara
de resolución, por ejemplo arts. 153 y 156 en la compraventa, arts. 195 a propósito del contrato de
transporte, y el art. 525 nuevo.
La doctrina tradicional sobre esta materia señala que el Código Civil en algunas oportunidades usa
impropiamente la expresión rescisión para referirse a la resolución.
La rescisión tiene una larga historia que viene del Derecho Romano, y entonces, eso ha motivado
que algunos autores en un artículo de Barahona y de Jaime Alcante, se entienda que la rescisión es
una causal de ineficacia8 más general que comprende la nulidad relativa y fenómenos como la
resolución o la revocación.
La rescisión sería una causa genérica de pérdida de efecto del contrato. Históricamente la nulidad
relativa que equivale a la rescisión no suponía un vicio intrínseco del acto, sino sólo la nulidad
absoluta.
8Ineficacia es una sanción de la que adolece un acto jurídico, bien por vicios intrínsecos o por alguna razón extrínseca
posterior el acto pierde efectos, sea para todos o para sujetos en particular.
Los contratos son actos jurídicos y obliga sólo a las partes que concurren a su celebración, a esto se le denomina efecto
relativo. Pero, paralelo a este efecto, existe el efecto expansivo, según el cual los contratos son hechos sociales que deben
ser respetados, a menos que haya causa de inoponibilidad.
La inoponibilidad es una causal que se opone al efecto expansivo del contrato.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Por tanto, habría que diferenciar la resolución de la rescisión, aunque a veces se utilizan
indistintamente.
Art. 1567 inc. 1 CC. “Toda obligación puede extinguirse por una convención en
que las partes interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo,
consienten en darla por nula.”
A esa convención se le denomina resciliación, que no es lo mismo que la resolución, ya que esta
última no importa un mutuo acuerdo, salvo el pacto comisorio calificado, y que supone una
declaración judicial.
ACCIÓN RESOLUTORIA
La acción resolutoria es el instrumento procesal que las partes tienen para pedir la resolución ante
el tribunal.
El Código Civil dispone claramente que de los derechos reales nacen acciones reales, y de los
derechos personales nacen acciones personales. Esto también viene del Derecho Romano, pero era
al revés, es decir, habían acciones reales y personales, pero no existían los derechos subjetivos.
Esta idea de que la acción está vinculada a un derecho sustantivo, en derecho procesal se abandonó.
En consecuencia, la acción es un derecho público subjetivo para reclamar la intervención
jurisdiccional, y por tanto, cualquiera puede intentar una acción, aunque no tenga el derecho.9
9 Las personas tienen intereses en la vida social, y esos intereses pueden hacer nacer conflictos. Dichos conflictos se
resuelven por un mecanismo de autotutela o de heterotutela. La heterotutela supone una sociedad organizada. Todas las
sociedades primitivas tienen mecanismos de autotutela que después son reconocidos, y en la medida que se van
organizando, generan tipos de autotutela. De la heterotutela emana un ente que zanja a nombre de la comunidad
organizada los conflictos; denominado juez.
La lógica de nuestro sistema es que la ley concede, y entonces, el juez aplica dicha ley. En la heterotutela, puede haber una
forma parecida que se denomina autocomposición.
El juez resuelve el conflicto a través de un proceso, el cual es un conjunto de actos que tienden a un fin. Los procesos
tienen etapas naturales; escuchar a las partes, recibir la prueba y juzgar. Dichas etapas se pueden ordenar de muchas
formas, a esto se le denomina procedimiento.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
La idea del Código Civil es que de los derechos subjetivos también nacen acciones. Por tanto, quien
se dirige al tribunal para el amparo de su derecho, es quien tiene ese derecho.
Esta idea ha pasado por varias etapas, llegando finalmente a aquella que ha admitido la doctrina
procesalista, la cual le da cierta fisonomía o autonomía material a la acción procesal y la despega del
derecho sustantivo.
En este sentido, la acción, en términos procesales, es un derecho público subjetivo para reclamar la
intervención jurisdiccional. Por lo tanto, cualquiera tiene un derecho para reclamar la intervención
del juez en un conflicto de relevancia jurídica. Sin embargo, para demandar se debe tener una
calidad que exige la norma denominada legitimación, que es la calidad necesaria para intentar una
pretensión ante un juez.
Por ejemplo, si se quiere demandar de responsabilidad civil, no se debe tener un derecho, sino que
debe haber sido dañado. Si no se es dañado, sí se puede demandar, pero como no se tiene la
legitimación, probablemente no sea favorable el juicio.
La acción se vehicula a través de la demanda que contiene la pretensión, que es un acto jurídico
procesal de parte, solemne y formal que vehicula la pretensión que se deduce ante el tribunal.
Cuando los civilistas hablan en general de acción se refieren a la legitimación en términos procesal.
La ley no señala la forma en que se puede deducir la demanda alternativa, de manera que no es
necesario pedir cumplimiento y sólo a falta de éste resolución. Eso dependerá de la elección del
acreedor, en el sentido de que puede pedir sólo cumplimiento forzado, sólo resolución,
cumplimiento forzado en lo principal y resolución en subsidio o viceversa. Esa es una elección que
tiene que ver con el interés del acreedor.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
La acción resolutoria jamás se puede intentar, por razones lógicas, en un juicio ejecutivo, aunque el
título tenga dicha calidad. En consecuencia, no se puede demandar ejecutivamente cumplimiento
forzado y en subsidio, en la demanda ejecutiva, demandar resolución.
Si se quiere demandar una en subsidio de la otra, siempre debe ser en un juicio ordinario.
Efectos de la condición
Estos efectos se aplican a la condición resolutoria tácita y al pacto comisorio, una vez que operan
por sentencia judicial.
Para estudiar los efectos de la condición hay que hacer una distinción entre efectos entre las partes
y respecto de terceros, al igual que en la nulidad.11
En el caso de la resolución, las prestaciones mutuas están reguladas especialmente y no se rigen por
los arts. 904 y siguientes del Código Civil, sino que por los arts. 1486 al 1488 CC. Estas normas
ponen en cuestión la idea de que la resolución opera con efecto retroactivo, porque le consagran
efecto retroactivo a algunas disposiciones y a otras no.
Art. 1486 CC. “Si antes del cumplimiento de la condición la cosa prometida
perece sin culpa del deudor, se extingue la obligación; y por culpa del
deudor, el deudor es obligado al precio, y a la indemnización de perjuicios.
Si la cosa existe al tiempo de cumplirse la condición, se debe en el estado
en que se encuentre, aprovechándose el acreedor de los aumentos o mejoras que
haya recibido la cosa, sin estar obligado a dar más por ella, y sufriendo su
deterioro o disminución, sin derecho alguno a que se le rebaje el precio;
salvo que el deterioro o disminución proceda de culpa del deudor; en cuyo
caso el acreedor podrá pedir o que se rescinda en cuyo caso el acreedor podrá
pedir o que se rescinda el contrato o que se le entregue la cosa, y además de
lo uno o lo otro tendrá derecho a indemnización de perjuicios.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Art. 1488 CC. “Verificada una condición resolutoria, no se deberán los frutos
percibidos en el tiempo intermedio, salvo que la ley, el testador, el donante
o los contratantes, según los varios casos, hayan dispuesto lo contrario.”
El art. 1487 del Código Civil tiene una regla general que consiste en que, cumplida la condición
resolutoria, debe restituirse la cosa, a menos que el acreedor renuncie eso. La regla general es que
opera la restitución, lo cual quiere decir que la condición opera con efecto retroactivo.
¿Cómo se debe restituir la cosa? La cosa se restituye en el estado en que se encuentra al momento
de cumplirse la condición. En este sentido, se establecen dos reglas que son retroactivas;
De conformidad al art. 1486 del Código Civil, la cosa se debe restituir con los deterioros y con los
aumentos o mejoras (“Si la cosa existe al tiempo de cumplirse la condición, se debe en el estado en que
se encuentre, aprovechándose el acreedor de los aumentos o mejoras que haya recibido la cosa, sin
estar obligado a dar más por ella, y sufriendo su deterioro o disminución, sin derecho alguno a que se
le rebaje el precio...”)
La lógica del sistema es, por ejemplo, si se celebra una compraventa y se le entrega al comprador la
cosa, pero dicho comprador no paga el precio. Entonces, el vendedor demanda la resolución, y en
virtud de ella, el comprador debiese restituir la cosa, porque en razón del efecto retroactivo, el
contrato de compraventa desaparece y el vendedor es el dueño. El comprador deberá devolver la
cosa en el estado en que se encuentre, aunque esté deteriorada, porque el dueño soporta los
riesgos, o aunque la cosa tenga aumentos o mejoras.
En la resolución, no hay normas sobre la restitución de mejoras, por lo tanto, respecto de éstas
habría que aplicar las reglas de las prestaciones mutuas, porque se aplican subsidiariamente.
Los deterioros se deben soportar siempre que no provengan de culpa del deudor, en nuestro
sistema la culpa se presume y el caso fortuito se debe probar, y los deterioros deben ser de tal
entidad que haga a la cosa inapta para la función normal.
De conformidad al art. 1488 del Código Civil, se establece una regla de irretroactividad respecto de
los frutos. La regla en las prestaciones mutuas es que los frutos no se deben mientras el poseedor
está de buena fe, por tanto, si está de mala fe12 debe restituir los frutos.
En la resolución se prescinde del criterio de la buena o mala fe, estableciéndose que no se deben
nunca los frutos, salvo pacto en contrario.
Art. 1490 CC. “Si el que debe una cosa mueble a plazo o bajo condición
suspensiva o resolutoria, la enajena, no habrá derecho de reivindicarla
contra terceros poseedores de buena fe.”
12El poseedor está de mala fe cuando se le notifica la demanda, porque en ese momento tendrá conocimiento de que
existe un dueño.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
La nulidad respecto de los terceros opera otorgándose al acreedor una acción de reivindicación
Si un contrato de compraventa se declara nulo, el vendedor restituye el precio, y el comprador le
restituye la cosa. Sin embargo, puede ocurrir que el comprador haya enajenado la cosa a un tercero.
En ese caso, el vendedor puede ejercer la acción reivindicatoria en contra del tercero poseedor,
porque el vendedor es el dueño de la cosa, sin distinción de si el poseedor está de buena o mala fe.
En la resolución, los alcances de los efectos o acciones contra los terceros están limitados, lo cual
quiere decir que el efecto retroactivo de la resolución está limitado.
El art. 1490 se aplica en tres hipótesis: respecto del deudor a plazo, deudor condicional suspensivo
y deudor condicional resolutorio. Sin embargo, en las primeras dos hipótesis esta norma no se
podría aplicar, en virtud de lo siguiente:
El art. 1490 CC se aplica sólo a casos de bienes muebles. Dicha norma no incluye a los gravámenes,
pero debería, en virtud de la expresión “enajenación” en sentido amplio que abarca no sólo el
derecho de dominio, sino también la constitución de otros derechos reales.
Art. 1491 CC. “Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena, o lo
grava con hipoteca, censo o servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o
gravamen, sino cuando la condición constaba en el título respectivo, inscrito
u otorgado por escritura pública.”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
La doctrina establece que técnicamente no es que alguien deba una cosa sujeta a condición
resolutoria, porque si se celebra una compraventa, y el vendedor cumple su obligación de transferir
la cosa al comprador, técnicamente no es que el comprador le deba algo, porque su obligación no es
deberle algo sujeto a condición, sino que el comprador tiene la cosa sujeta a una condición de
cumplimiento, que es cumplir con la obligación correlativa de pagar el precio. Por lo tanto, el
comprador detenta la cosa, no es que la deba, porque en efecto, no le debe la cosa al vendedor.
En conclusión, en vez de “si el que debe una cosa sujeto a condición” debiera decir “si el que detenta
una cosa sujeta a condición”.
“No podrá resolverse la enajenación o gravamen, sino cuando la condición constaba en el título
respectivo, inscrito u otorgado por escritura pública.”
El supuesto es si A le vende un inmueble a B, dicha compraventa se celebra por escritura pública, y
para hacer la tradición, se deberá inscribir dicha escritura pública en el registro de propiedad del
Conservador, y una vez inscrito, B le transfiere a C. Si B no paga el precio, A demanda la resolución,
y en virtud de eso, ¿en qué condiciones A puede reivindicar contra C?
El tercero adquirente es una persona a quien se le transfirió la cosa o que goza de un derecho real
distinto del dominio.
En este caso, el vendedor podrá reivindicar cuando haya mala fe, pero el Código además diseña un
mecanismo para acreditar la mala fe, estableciendo que la condición debía constar en el título
inscrito.13
Como abogado si, haciendo un estudio de título, se ve una condición así, se tendrá que pedir al
comprador que acredite que se pagó el saldo de precio.
Se establece que “otorgado por escritura pública”, porque la tradición de la servidumbre se realiza
por escritura pública, sin perjuicio de que se pueda inscribir.
En definitiva, si el que debe o detenta una cosa sujeta a condición resolutoria, la enajena o la grava
con hipoteca, censo o servidumbre no da acción reivindicatoria contra el tercero, salvo que la
condición conste en el título inscrito u otorgado por escritura pública.
En términos similares, los efectos de la condición respecto de terceros están regulados para las
donaciones, también se exige que la donación conste en el título inscrito.
Art. 1432 Nº1 CC. “La resolución, rescisión y revocación que hablan los
artículos anteriores, no dará acción contra terceros poseedores, ni para la
13En las compraventa, si queda un saldo de precio la inscripción lo dice. Por ejemplo; el precio pactado es 24 millones de
los cuales se entregaron 12 millones. Saldo adeudado: 12 millones. Ahí consta la condición, porque la suerte del contrato
pende del cumplimiento de la obligación por parte del comprador.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Por último, en el art. 1875 CC se establecen normas especialísimas para la resolución en caso de no
pago del precio de la compraventa en orden a los efectos que se prevén entre las partes, no respecto
de terceros.
Art. 1875 CC. “La resolución de la venta por no haberse pagado el precio,
dará derecho al vendedor para retener las arras, o exigirlas dobladas, y
además para que se le restituyan los frutos, ya en su totalidad si ninguna
parte del precio se le hubiere pagado, ya en la proporción que corresponda a
la parte del precio que no hubiere sido pagada.
El comprador a su vez tendrá derecho para que se le restituya la parte que
hubiere pagado del precio.
Para el abono de las expensas al comprador, y de los deterioros al vendedor,
se considerará al primero como poseedor de mala fe, a menos que pruebe haber
sufrido en su fortuna, y sin culpa de su parte, menoscabos tan grandes que le
hayan hecho imposible cumplir lo pactado.”
Esta norma establece una excepción expresa al art. 1488 CC, el cual no otorga efecto retroactivo a la
resolución respecto de los frutos. Sin embargo, en el caso de resolución de la compraventa por no
pago del precio, sí.
Además, se le podrán restituir los frutos en su totalidad si no hubiere nada pagado o en proporción
que corresponda a la parte del precio que no hubiere sido pagada.
El inc. final de esta misma norma regula el abono o las expensas por mejoras y por deterioros de la
cosa.
Respecto de los terceros, el art. 1876 CC se remite expresamente a los arts. 1490 y 1491.
Art. 1876 CC. “La resolución por no haberse pagado el precio no da derecho al
vendedor contra terceros poseedores, sino en conformidad a los artículos 1490
y 1491.
Si en la escritura de venta se expresa haberse pagado el precio, no se
admitirá prueba alguna en contrario sino la de nulidad o falsificación de la
escritura, y sólo en virtud de esta prueba habrá acción contra terceros
poseedores.”
OBLIGACIONES A PLAZO
Art. 1494 CC. “El plazo es la época que se fija para el cumplimiento de la
obligación, y puede ser expreso o tácito. Es tácito el indispensable para
cumplirlo.
No podrá el juez, sino en casos especiales que las leyes designen, señalar
plazo para el cumplimiento de una obligación: sólo podrá interpretar el
concebido en términos vagos y oscuros, sobre cuya inteligencia y aplicación
discuerden las partes.”
Esta definición se establece bajo la perspectiva de un plazo suspensivo, es aquel que suspende el
ejercicio del derecho del acreedor.
53
Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
La doctrina define el plazo como el hecho futuro y cierto del cual depende la extinción y la
exigibilidad del derecho.
La futuridad: En el plazo este elemento es esencial a tal punto que no se puede concebir un
plazo de un hecho pasado. A diferencia de la condición, respecto de la cual el Código Civil se
pone en el caso de que se pacte una condición sobre un hecho que ya ocurrió. En el caso del
plazo es co – sustancial de que el plazo pactado debe ser necesariamente sobre un hecho
futuro.
El art. 1080 CC establece una regla en virtud de la cual “condición más plazo es igual a condición”, lo
cual quiere decir que si se sujeta un plazo a una condición, eso es condición y no plazo. Por ejemplo,
el contrato se va a celebrar recibidas las obras que no podrá pasar del 30 de Diciembre de 2016,
esto es una condición determinada.
El Código Civil trata las asignaciones condicionales testamentarias y las asignaciones a día en los
títulos IV y V del Libro III y se aplican a las obligaciones condicionales y a plazo. En las reglas de las
asignaciones a día están muy bien tratados la determinación y la certidumbre, entonces el Código se
pone en el caso de que un plazo se sujete a condición.
Además, tanto las condiciones como los plazos pueden ser desde cierto día o hasta cierto día, lo cual
además de efectos sobre las condiciones pueden producirse efectos reales. Si, por ejemplo, se dona
un auto hasta que el donatario cumpla 18 años. Con la donación se transfiere el dominio, pero si se
dona el auto hasta los 18 años, esa es una asignación a día, es decir, hasta día cierto y determinado.
Lo mismo ocurre si se dona el auto hasta el 31 de Dic de 2016. En estos casos no se transfiere el
dominio, sino que se constituye un usufructo, porque no tiene sentido transferir el dominio
limitado, en virtud de que el dominio es perpetuo y la ley no tolera que exista un dominio a plazo.
Si se asigna algo o se dona algo sujeto a plazo, ya no es dominio, sino usufructo que puede estar
sujeto a plazo.
b) Plazo fatal: En estos casos, la ley expresa “en” o “dentro de”. El efecto de que un plazo sea
fatal es que a su llegada extingue irremediablemente un derecho, por lo tanto, en estos
casos se habla incluso de caducidad. Los plazos legales del CPC son todos fatal.
Plazo no fatal: No es fatal cuando no tiene las expresiones “en” o “dentro de”, salvo los
plazos del CPC. De manera que al vencimiento del plazo, el derecho se puede ejercer
válidamente.
Los plazos cuando están contenidos en un pacto, que es la idea de la regulación del Código, no
suponen caducidad. Los plazos suspensivos quieren decir que a la llegada del plazo el acreedor
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
d) Plazo convencional: Es la regla general, y lo pactan las partes. La ley permite que el testador
señale plazos (Título V Libro III)
Plazo legal: Está establecido por ley.
Plazo judicial: Por regla general, en virtud del tipo de sistema, el juez no puede fijar plazos,
salvo que la ley lo autorice, según el art. 1494 CC.
Una de las hipótesis se encuentra a propósito de las prestaciones mutuas, el juez puede fijar
un plazo para la restitución de la cosa (Arts. 904 y ss CC)
f) Plazo suspensivo, corresponde a aquél que se cuenta desde cierto día. A su llegada el
acreedor puede ejercitar su derecho si el deudor no satisface la prestación, se llama
suspensivo, porque suspende el ejercicio del derecho del acreedor, salvo los casos que
veremos en que caduca el plazo.
Plazo resolutorio, corresponde a aquél que se cuenta hasta cierto día. Es el plazo pactado en
que a su llegada extingue irremediablemente el derecho del acreedor.
14Hay un elemento de la responsabilidad contractual que se denomina mora del acreedor, y una de las clases de mora
reconoce el plazo tácito en el art. 1551 Nº2 y 3 CC.
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Plazo vencido:
1. Comienza a correr la prescripción.
2. Pueden operar algunos modos de extinguir, como la compensación.
3. Hay mora del deudor.
4. Vencido el plazo, el acreedor puede exigir la prestación o ejercitar las herramientas
de tutela que le confiere el ordenamiento jurídico.
Debemos tener presente las reglas de verificación de los arts. 48 y ss del Código Civil, en virtud del
cual es distinto el vencimiento del plazo de horas, de días o de meses.
2) Por la renuncia. Que el plazo sea renunciable se deduce a partir del art. 12 del Código Civil.
Art. 1497 CC. “El deudor puede renunciar el plazo, a menos que el testador
haya dispuesto o las partes estipulado lo contrario, o que la anticipación
del pago acarree al acreedor un perjuicio que por medio del plazo se propuso
manifiestamente evitar,
En el contrato de mutuo a interés se observará lo dispuesto en el artículo
2204.”
Este artículo señala que el plazo es renunciable, salvo pacto en contrario, porque éste comprende la
mejor manera de dar cuenta que ese contrato por alguna razón interesa a ambas partes.
Piénsese que se compra una cosa que no se puede recibir en el momento, la mejor manera de
asegurarse de recibirla cuando el comprador pueda, es el plazo. Por ejemplo, se compra un auto,
pero el comprador estará en Antofagasta el 24 de Abril. Si el acreedor se lo entrega el 23 de Abril, el
comprador no tendrá dónde recibir dicho auto.
Un abogado puede asegurarse de que el acreedor esté resguardado por ese plazo, pactando que no
sea renunciable.
….Art. 2204 CC. “Podrá el mutuario pagar toda la suma prestada, aun antes del
término estipulado, salvo que se hayan pactado intereses.”
Esta norma está modificada por el art. 10 de la Ley Nº 18.010 para las operaciones de crédito de
dinero, la cual permite el pago anticipado de los créditos, pagando los intereses hasta el plazo final.
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3) Por la caducidad del plazo, la cual opera en virtud de la ley o por convención de las partes.
En razón de la caducidad, aún antes de haberse verificado el plazo, el acreedor puede exigir la
prestación en las hipótesis legales o convencionales siguientes, porque en estos casos la ley
entiende que esperar la verificación del plazo supondría un perjuicio para el acreedor:
Art. 1496 CC. “El pago de la obligación no puede exigirse antes de expirar el
plazo, si no es:
1º. Al deudor que tenga dicha calidad en un procedimiento concursal de
liquidación, o se encuentre en notoria insolvencia y no tenga la calidad de
deudor en un procedimiento concursal de reorganización;
2º. Al deudor cuyas cauciones, por hecho o culpa suya, se han extinguido o
han disminuido considerablemente de valor. Pero en este caso el deudor podrá
reclamar el beneficio del plazo, renovando o mejorando las cauciones.”
Art. 1496 Nº1 CC: Esta primera causal establece que cuando una persona está sujeta al
procedimiento de liquidación, el plazo caduca. La ley que regula esta materia repite la regla;
los plazos caducan en razón de la liquidación a la que está sujeta una persona y agrega la
notoria insolvencia.
La ley exige además un adjetivo que debe ser apreciado por el tribunal; la notoria
insolvencia. Es decir, una persona que aparentemente no está en condiciones de asumir sus
obligaciones.
Art. 1496 Nº2 CC: Esta segunda causal se refiere a cuando las cauciones se extinguen o se
deterioran por culpa del deudor. En este caso, el acreedor tiene justo motivo para pensar
que el cumplimiento se va a deteriorar.
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Las cauciones están definidas en el art. 46 del Código Civil15 y consisten en una obligación que se
pacta para asegurar otra obligación. Las cauciones pueden ser reales, como la prenda y la hipoteca,
cuya constitución genera un derecho real para el acreedor, o pueden ser personales, en las cuales se
compromete el patrimonio para garantizar una obligación, como la solidaridad pasiva, la fianza, el
avalista.
En la última causal de caducidad legal del plazo, las cauciones se deben haber extinguido o haber
disminuido considerablemente de valor por culpa o dolo del deudor. En nuestro sistema, la culpa se
presume, de manera que el deudor debería probar el caso fortuito.
La caducidad convencional es celebrada por las partes. En virtud de ella, el incumplimiento del
deudor de una o más cuotas da lugar a la exigibilidad del total de la deuda. A esta caducidad
convencional, la doctrina la denomina cláusula de aceleración, la cual está expresamente regulada
en el art. 105 de la Ley Nº18.092 a propósito del pagaré, pero tiene una aplicación general.
Art. 105 Ley Nº18.092 sobre letra de cambio y pagaré. “El pagaré puede ser
extendido:/ 1.- A la vista;/ 2.- A un plazo contado desde su fecha, y/ 3.- A
un día fijo y determinado./ El pagaré puede tener también vencimientos
sucesivos, y en tal caso, para que el no pago de una de las cuotas haga
exigible el monto total insoluto, es necesario que así se exprese en el
documento./ Si nada se expresare al respecto, cada cuota morosa será
protestada separadamente.”
El principal problema jurisprudencial con estas clausulas, que no resolvió la Ley Nº 18.092 sobre
letra de cambio y pagaré, es el plazo de prescripción. La mencionada ley no resuelve el problema
del plazo de prescripción tratándose de cuotas sucesivas, porque se entiende que si son sucesivas,
cada una es independiente. En este sentido, si se pacta una obligación dineraria en 10 cuotas y no
hay cláusula de aceleración, en la medida que va venciendo cada una de ellas, haciéndose exigible,
hace nacer un plazo de prescripción.
En cambio, en la cláusula de aceleración, a partir del no pago de una cuota, el acreedor puede hacer
exigible el total. La ley establece que la prescripción se cuenta desde que la obligación se hace
exigible, pero en el caso de cuota vencida o acelerada por una cláusula; ¿desde cuándo es exigible?
¿desde el vencimiento de la primera cuota impaga o desde la última cuota impaga?
15Art. 46 CC. “Caución significa generalmente cualquiera obligación que se contrae para la seguridad de otra propia o
ajena. Son especies de caución la fianza, la hipoteca y la prenda.”
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A) Una primera posición establece que el plazo de prescripción se cuenta desde el vencimiento
de la última cuota impaga, aunque se haya acelerado. Por ejemplo, si una persona debe
desde Enero del 2016 a Diciembre del 2016, el plazo de prescripción se contará desde
Diciembre del 2016. El problema es que si la persona dejó de pagar en Febrero, y se cobra
de Marzo a Diciembre (100 mil pesos al mes), siendo 10 meses, se demandaría 1 millón de
pesos, pero el plazo recién se contará a favor el deudor desde Diciembre, pero si el acreedor
demanda en Junio, se interrumpirá la prescripción antes de que se cuente.
B) Una segunda posición plantea que el plazo de prescripción se cuenta desde que se ejerce la
opción. ¿Cómo sabemos que el acreedor ejerció la opción? Por la facultad de demanda.
En el ejemplo anterior, si se demanda a la persona en Junio, se contará el plazo de
prescripción desde dicha fecha. Sin embargo, para que opere la prescripción a favor del
deudor, debería ocurrir que entre Junio y el tiempo de prescripción no se haya notificado la
demanda. Por lo que las posibilidades de defensa del deudor son mínimas.
La doctrina establece que no hay ninguna regla para sostener la doctrina jurisprudencial, y el plazo
por lo tanto se debe contar desde el vencimiento de la primera cuota impaga. Es decir, si el deudor
dejó de pagar en Febrero, y es un pagaré que prescribe en 1 año del vencimiento, entonces se
debería demandar y notificar antes de Febrero del año siguiente.
La tesis doctrinal es la más beneficiosa para el deudor y además no violenta la regla general en
orden a que la prescripción se cuenta desde que se hace exigible la obligación, y no desde el
ejercicio de una opción por parte del acreedor.
Art. 1438 CC. “Contrato o convención es un acto por el cual una parte se
obligue para con otra a dar, hacer o no hace alguna cosa. Cada parte puede
ser una o muchas personas.”
Dentro de esta clasificación según la cantidad de sujetos que intervienen en la relación obligatoria
encontramos las obligaciones simplemente conjuntas, las obligaciones solidarias y las obligaciones
indivisibles.
La regla general son las obligaciones mancomunadas o simplemente conjuntas, en ellas cada
deudor será responsable de su cuota o parte en la obligación. La solidaridad y la indivisibilidad
requieren de pacto expreso o de disposición legal.
OBLIGACIONES SOLIDARIAS
Están reguladas en los arts. 1511 y siguientes del Código Civil, y se pueden definir como aquellas en
la cual, debiéndose una cosa divisible, y existiendo pluralidad de acreedores, de deudores o de
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ambos, cada acreedor puede demandar el total de la deuda, y cada deudor puede ser demandado
por el total. A la luz de este concepto, se puede verificar una solidaridad activa, pasiva o incluso
mixta.
Art. 1512 CC. “La cosa que se debe solidariamente por muchos, ha de ser
una misma, aunque se deba de diversos modos; por ejemplo, pura y
simplemente respecto de unos, bajo condición o a plazo respecto de otros.”
Art. 1511 CC. “En general, cuando se ha contraído por muchas personas o para
con muchas la obligación de una cosa divisible, cada uno de los deudores, en
el primer caso, es obligado solamente a su parte o cuota en la deuda, y cada
uno de los acreedores, en el segundo caso, sólo tiene derecho para demandar
su parte o cuota en el crédito.
Pero en virtud de la convención, del testamento o de la ley puede exigirse a
cada uno de los deudores o por cada uno de los acreedores el total de la
deuda, y entonces la obligación es solidaria o insólidum.
La solidaridad debe ser expresamente declarada en todos los casos en que no
la establece la ley.”
a) Convención
b) Testamento
c) Ley (por ejemplo, el art. 2317 CC a propósito de la responsabilidad extracontractual que
establece)
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Todas las normas relativas a la solidaridad deben ser interpretadas de forma restrictiva.
B) Teoría francesa.
Hace referencia a la figura de la representación y a la noción del mandato tácito y recíproco,
estableciendo que tanto entre acreedores como entre deudores existe un mandato tácito y
recíproco. Es tácito porque no está establecido en un pacto expreso, y es reciproco, porque
funciona respecto de todos. En el caso de los deudores, cada deudor sería mandatario respecto
de todos, y así respectivamente, lo mismo se aplica a los acreedores.
La explicación es que resulta útil, porque cualquier deudor o acreedor, al estar dotado de este
mandato, puede ser emplazado en relación a todos. Es decir, si se emplaza a uno de los
acreedores o deudores, se entenderán emplazados los demás.
Este tipo de solidaridad tiene escasa aplicación práctica por la desconfianza que genera, la cual se
traduce en que, al pagar la obligación el deudor a cualquiera de los acreedores, surge el problema
de que el acreedor que recibió el pago debe repartir lo que recibió a los otros acreedores. Por esas
circunstancias que generan problemas de relaciones posteriores es que se evita esta forma de
solidaridad. Por lo anterior, tiene mucha mayor aplicación la solidaridad pasiva.
Tanto en la solidaridad activa como pasiva, para explicar los efectos, distinguiremos dos órdenes de
cosas; las relaciones entre acreedor y deudor, denominadas relaciones externas, y la relación que se
produce con posterioridad al pago, denominadas relaciones internas y se dan en el caso de la activa
entre los distintos co – acreedores, y en la pasiva entre los distintos codeudores.
Por lo tanto, las relaciones externas están referidas a la extinción de la obligación, y por otro lado,
las relaciones internas están referidas a la contribución a la deuda.
El pago realización por el deudor a cualquiera de los acreedores es un pago válido, y por tanto, será
oponible a todos los acreedores, aunque no hayan recibido el pago por parte del deudor.
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Sin perjuicio de ello, hay una limitación a esta facultad que tiene el deudor de pagar a cualquiera de
los coacreedores, establecida en el art. 1513 inc. 1 CC, el cual establece que el deudor debe pagar a
aquel de los acreedores que lo ha demandado. Esto debido a que podría ocurrir que la sentencia
que recaiga en el juicio sea condenatoria, y por lo tanto, el deudor tendría que pagar dos veces, en
consecuencia, para evitar la multiplicidad en los pagos, la ley prefiere que el deudor pague al
acreedor demandante.
Art. 1513 inc. 1 CC. “El deudor puede hacer el pago a cualquiera de los
acreedores solidarios que elija, a menos que haya sido demandado por uno de
ellos, pues entonces deberá hacer el pago al demandante.”
¿Desde qué momento le tendrá que pagar el deudor al acreedor que demanda?
Desde que se notifica la demanda. Lo lógico es que al momento de la notificación el deudor se
enterará formalmente de que existe una demanda en su contra, y por tanto, existe un acreedor que
lo está demandado. Es decir, el conocimiento de la acción queda radicado en el momento de la
notificación de la demanda. Esto no lo establece expresamente la ley, pero es un aspecto bastante
relevante.
Lo dicho sobre el pago se aplicará a los demás modos de extinguir las obligaciones.
Art. 2519 CC. “La interrupción que obra a favor de uno o de varios
coacreedores, no aprovecha a los otros, ni la que obra en perjuicio de uno o
de varios codeudores, perjudica a los otros, a menos que haya solidaridad, y
no se haya ésta renunciado en los términos del artículo 1516.”
El hecho que origina la interrupción de la prescripción produce el efecto de perderse todo el tiempo
transcurrido para ganar una cosa, en el caso de la prescripción adquisitiva, y produce el efecto de
perderse el tiempo para que la acción se extinga, es decir, para que deje de ser exigible el
cumplimiento de la obligación.
Si alguno de los coacreedores interrumpe civil o naturalmente la prescripción, ésta aprovecha a los
otros co – acreedores.
La suspensión tiene dos matices; en primer lugar, la suspensión no tiene el efecto de perder todo el
tiempo transcurrido, sino que lo detiene mientras dure el acto produce dicha suspensión, y en
segundo lugar, es un beneficio establecido a favor de determinadas personas (Art. 1509 CC)
Respecto de la suspensión, puede ocurrir que no todos los co – acreedores reúnan las
características para poder oponerla, en virtud del art. 1509. Entonces, lo que tradicionalmente se
establece es que la suspensión de la prescripción solo beneficiará a aquel de los acreedores que se
beneficie de ella.
Sin perjuicio de lo anterior, indirectamente la suspensión sí puede llegar a beneficiar a los otros
coacreedores. Supóngase que existen 3 coacreedores, cuyo plazo de prescripción de la deuda vence
hoy (26 de abril de 2016), pero uno de ellos reúne las características personales para poder utilizar
la suspensión de la prescripción, por lo tanto, en virtud de esa suspensión, dicho acreedor en
específico podrá alargar el tiempo de prescripción, y en consecuencia, para él, dicho plazo no se
vencerá hoy, sino que el 26 de noviembre de 2016.
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Obviamente, los otros dos acreedores después del 26 de abril de 2016 no podrían demandar el
cumplimiento de la obligación, porque el deudor opondría la prescripción extintiva, y por lo tanto,
quedaría corriendo sólo el acreedor beneficiado por la suspensión.
Sin perjuicio de lo anterior, en esta situación pueden verse los otros acreedores beneficiados,
porque si ese deudor, el cual no puede oponer la excepción de prescripción extintiva respecto del
acreedor beneficiado por la suspensión, le paga a dicho acreedor, los otros acreedores pueden
cobrarle el reparto de la obligación.
Entonces, si bien es cierto la suspensión beneficia a un acreedor, indirectamente sí puede ser
aprovechada por los otros acreedores, porque se ha producido un pago a uno de ellos.
Por supuesto que esto no significa negar que la prescripción respecto de los demás acreedores con
el deudor ya operó, sino que una cosa es la acción de los acreedores respecto del deudor, y otra muy
distinta es la prescripción que tienen los acreedores respecto de otro acreedor, en virtud de la cual
se aplican las reglas generales. Entonces el acreedor que recibió el pago puede beneficiar a los
demás co – acreedores.
El Código Civil no contempla normas especiales respecto de la exigibilidad, pero se aplican las
reglas generales. Por lo tanto, si se acredita que una persona formaba parte de la obligación como
acreedor, se podrá exigir al acreedor que recibió el pago que le devuelva la parte respectiva, con las
reglas generales de prescripción que es de 5 años contados desde que la obligación se hace exigible.
Efectos entre los co – acreedores, cuando se ha extinguido la obligación por parte del
deudor: Relación interna.
¿Qué sucede cuando se ha extinguido la obligación por parte del deudor a alguno de los acreedores?
En el Código Civil no existen normas que regulen esta situación. Sin embargo, existe consenso en la
doctrina en orden a que el acreedor o los acreedores que contribuyeron en la obligación tienen
derecho a cobrar su parte en el crédito que les corresponde.
La dificultad práctica es que los acreedores o el acreedor que desee obtener el pago deberá
demandar al acreedor que recibió el pago, y tendrá que acreditar todos los elementos de la
obligación a través de un juicio ordinario, pero, desde el punto de vista hipotético, está la
posibilidad de que puedan demandar su cuota o parte en la obligación.
Este carácter de caución se aprecia más claramente cuando estamos en presencia de varios
codeudores solidarios y uno de ellos se beneficia de la obligación, es decir, el que recibe la
prestación y los otros solo se obligan como garantía de la obligación.
16Existen dos grandes grupos de cauciones: Las reales, prenda e hipoteca. Las personales, la fianza, la cláusula penal y la
solidaridad pasiva. (Art. 46 CC)
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
A veces el término de solidaridad se aplica de forma impropia por las instituciones financieras
como “aval”, pero eso en realidad es un deudor solidario.
Art. 1514 CC. “El acreedor podrá dirigirse contra todos los deudores
solidarios conjuntamente, o contra cualquiera de ellos a su arbitrio, sin que
por éste pueda oponérsele el beneficio de división.”
Cuando estamos en presencia de una demanda por parte del acreedor, éste tiene un amplio abanico
de persecución de su acreencia, en virtud del cual puede perseguir a uno de los codeudores o a
todos conjuntamente. En este sentido, lo normal es que el acreedor opte por aquel que tenga un
patrimonio con mayor solvencia respecto de los demás, sin perjuicio de que también pueda
demandar de forma conjunta a todos.
El cuidado que se debe tener cuando se opta por demandar a todos los codeudores solidarios es una
prevención del art. 1516 inc. 2 CC17.
Art. 1516 inc. 2 CC. “La renuncia tácitamente en favor de uno de ellos,
cuando le ha exigido o reconocido el pago de su parte o cuota de la deuda,
expresándolo así en la demanda o en la carta de pago, sin la reserva especial
de la solidaridad, o sin la reserva general de sus derechos.”
En este sentido, en el caso de redactar la demanda en relación con los codeudores, se debe tener
especial atención con la renuncia tácita que establece el artículo mencionado, porque, por ejemplo,
si se demanda a uno de los codeudores solidarios, pero no se hace la reserva de la solidaridad, se
está renunciando tácitamente a esa garantía personal.
Si el acreedor demanda a alguno de los codeudores, la sentencia que recae en ese juicio, ¿produce
cosa juzgada respecto de los otros codeudores que no han sido demandados? ¿La cosa juzgada de
ese fallo se extiende a los otros codeudores? Este tema no tiene solución clara. No hay consenso.
El profesor Andrés Bruna estima que tiene mucha relevancia, además de los sujetos que intervienen
en el juicio para configurar la cosa juzgada en virtud del art. 177 del CPC, considerar cuál es la
excepción que utilizó el deudor. Lo anterior, debido a que no es lo mismo que el deudor se defienda
en el juicio por una excepción que afecte a todos los codeudores o por una excepción que sólo atañe
a su situación en particular. Por ejemplo, no es lo mismo si se defiende estableciendo que existe un
pago total de la obligación, el cual extingue la obligación respecto de todos los codeudores, o que se
defienda estableciendo que la obligación adolece de nulidad relativa por objeto ilícito, que alude a
una situación personal por parte del deudor. En conclusión, en opinión del profesor Bruna,
dependería del tipo de excepción que utiliza el deudor, porque si el deudor utiliza una excepción
que puede ser aprovechada por los otros codeudores, no habría problema en que dicho codeudor
utilice la misma defensa y pueda incluso invocar la sentencia que está firme y ejecutoriada.
17 importante
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fueron emplazados en ese juicio. Entonces, el deudor que utiliza la excepción de cosa juzgada podría
fundamentarla en que, precisamente, eso ya fue resuelto, pero el acreedor puede establecer que
deudor no fue emplazado en dichas circunstancias.
La Ley Nº 20.123 relativa a la subcontratación, hay problemas relativos a solidaridad pasiva porque
regula la situación jurídica de las deudas laborales de los trabajadores de la contratistas, cuando
demandan a su empleador y al mandante. El típico caso de aquel trabajador de la contratista que no
recibe sus remuneraciones y tiene que hacer efectiva esa obligación tanto de su empleador como de
la empresa mandante. Esa situación tampoco es tan clara a la luz de las reglas de la solidaridad,
porque el art. 183 – C del Código del Trabajo establece que la empresa mandante, es decir, aquella
empresa que encarga el trabajo, es responsable solidariamente del cumplimiento de las
obligaciones laborales y previsionales de los contratistas, siempre y cuando no haya ejercido
ciertos derechos de información en relación al cumplimiento de estas obligaciones. En este caso
tenemos un claro ejemplo de solidaridad pasiva, en que los deudores son la empresa principal y la
empresa contratista. Como se puede apreciar, esta ley también genera problemas respecto de la
solidaridad pasiva.
Respecto de extinción de la deuda: Una vez que la deuda sea cumplida por alguno de los codeudores
solidarios queda extinguida respecto de todos. Esto se aplica al pago y a los otros modos de
extinguir las obligaciones. Pero, a diferencia de lo que pasa con la solidaridad activa, hay que hacer
distinciones con algunos modos de extinguir:
Art. 1519 CC. “La novación entre el acreedor y uno cualquiera de los deudores
solidarios, liberta a los otros, a menos que éstos accedan a la obligación
nuevamente constituida.”
El contrato de transacción (Art. 2446 CC). En virtud de esta institución, cobra relevancia el art.
2461, el cual establece que la transacción no surte efecto sino entre los contratantes, por tanto, no
se aplica este principio general en orden a que la obligación se extingue respecto de todos, sino que
en la transacción únicamente afectará a las partes han comparecido a celebrar dicho contrato.
Art. 2446 CC. “La transacción es un contrato en que las partes terminan
extrajudicialmente un litigio pendiente, o prevacen un litigio eventual.
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Art. 2461 inc. 1 CC. “La transacción no produce surte efecto sino entre los
contratantes.”
La remisión. En el art. 1518 del Código Civil existe una regla especial, en virtud del cual si el
acreedor condona o remite la deuda respecto de uno de los codeudores, puede demandar a los
otros codeudores, pero con rebaja de la condonación realizada. Por lo tanto, en este caso no se
podrá demandar la totalidad de la obligación.
Art. 1518 CC. “Si el acreedor condona la deuda a cualquiera de los deudores
solidarios no podrá después ejercer la acción que se le concede por el
artículo 1514, sino con rebaja de la cuota que correspondía al primero en la
deuda.”
La confusión dice relación con que, por algún tipo de circunstancia, la calidad de acreedor y deudor
queda reunida en un mismo sujeto, lo cual provoca la extinción de la obligación.
Según el art. 1668 del Código Civil, si hay confusión entre uno de varios deudores solidarios y el
acreedor, podrá repetir contra los otros codeudores.
Art. 1668 CC. “Si hay confusión entre uno de varios deudores solidarios y el
acreedor, podrá el primero repetir contra cada uno de sus codeudores por la
parte o cuota que respectivamente les corresponda en la deuda.
Si por el contrario, hay confusión entre uno de los acreedores solidarios y
el deudor, será obligado el primero a cada uno de sus coacreedores por la
parte o cuota que respectivamente les corresponda en el crédito”
La compensación se verifica cuando el deudor también es acreedor del acreedor, y por tanto, la ley
establece que se compensa la deuda hasta aquella de menor valor.
En este caso, puede ocurrir que uno de los codeudores sea acreedor del acreedor común, por lo
tanto, si este acreedor común demanda a este deudor, que a la vez es acreedor de él, éste último le
puede oponer la compensación, y si son deudas de carácter equivalente, se extingue la obligación.
Este deudor que ha opuesto esta excepción, podrá perseguir a los otros codeudores por el reintegro
de esta compensación.
Más adelante veremos que la compensación es una excepción mixta, es decir, puede ser opuesta por
el deudor que es titular de la misma, pero también puede ser opuesta por los otros codeudores en el
evento de que exista algún tipo de cesión.
Art. 1520 CC. “El deudor solidario demandado puede oponer a la demanda todas
las excepciones que resulten de la naturaleza de la obligación, y además
todas las personales suyas.
Pero no puede oponer por vía de compensación el crédito de un codeudor
solidario contra el demandante, si el codeudor solidario no le ha cedido su
derecho.”
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modalidades que afectan a todos los vínculos jurídicos, los modos de extinguir las obligaciones, la
cosa juzgada del art. 2354 CC y la excepción de contrato no cumplido.
Excepciones personales: Están referidas a la situación de determinados deudores, por ello, sólo
alguno o algunos pueden oponerlas. Por ejemplo; la nulidad relativa, las modalidades que afectan al
vínculo de determinado deudor, el beneficio de competencia y la cesión de bienes.
Excepciones mixtas: Son aquellas que comparten caracteres propios de las excepciones reales y de
las personales, y son dos; la remisión parcial y la compensación.
- La remisión total es una excepción real. Pero si es parcial, es una excepción personal, ya que
sólo la puede invocar el codeudor a quien el acreedor haya condonado la deuda, pero es
real, ya que beneficia a los demás deudores quienes podrán reclamar la rebaja de la cuota
condonada al solicitárseles el pago íntegro de la deuda, según el art. 1518 CC.
- La compensación se asemeja a las excepciones personales, ya que sólo puede oponerla el
codeudor que es acreedor del acreedor común. Sin embargo, una vez opuesta o si ha cedido
sus derechos a los demás codeudores, los demás también podrán oponerla, ya que se ha
producido la extinción de la deuda.
Relaciones entre los codeudores, una vez que se ha extinguido la obligación: Relación
interna
Una vez que la obligación ha sido cumplida por alguno de los codeudores, la solidaridad ha
cumplido su objetivo, cobrando el acreedor su crédito de manera que se satisface su obligación, sin
embargo, queda determinar el problema relativo a cómo los codeudores contribuyen al pago que
realizó uno de ellos. En esta etapa, trata de determinarse cual es la repartición o la contribución de
cada codeudor en la obligación.
Para tales efectos, debemos hacer distinciones dependiendo de cómo se hizo y quién hizo el pago.
En primer lugar, hay que verificar si el modo de extinguir la obligación implicó un sacrificio
económico para alguno de los codeudores, porque puede ocurrir que la obligación se extinga por un
modo que no implique el sacrificio económico, que sea distinto del pago. En este último caso, no hay
problema que solucionar, puesto que no se generará ninguna relación posterior entre los distintos
codeudores.
Si el modo de extinguir implicó un sacrificio económico como es el caso del pago, debemos
distinguir si el que pagó tenía interés en la deuda, y también determinar a cuántos benefició el
cumplimiento de la obligación. Estos aspectos nos llevan a hacer una serie de distinciones para
determinar cómo se solucionan los problemas entre los distintos codeudores solidarios.
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Art. 1522 inc. 1 CC. “El deudor solidario que ha pagado la deuda, o la ha
extinguido por alguno de los medios equivalentes el pago, queda subrogado en
la acción de acreedor con todos sus privilegios y seguridades, pero limitada
respecto de cada uno de los codeudores a la parte o cuota que tenga ese
codeudor en la deuda.”
Si alguno de los codeudores extingue la obligación por un mecanismo que implicó un sacrificio
económico, y además, la obligación interesaba a todos los codeudores, el codeudor que hizo el pago
queda subrogado en la acción del acreedor con todos sus privilegios y seguridades, es decir, opera
la subrogación legal. Sin embargo, la subrogación queda limitada respecto de los codeudores a la
parte o cuota que tenga cada uno en la deuda, es decir, no existirá la solidaridad entre codeudores y
estaremos ante una obligación simplemente común.
Art. 1522 inc. 2 CC. “Si el negocio para el cual ha sido contraída la
obligación solidaria, concernía solamente a alguno o algunos de los deudores
solidarios, serán éstos responsables entre sí, según las partes o cuotas que
les correspondan en la deuda, y los otros codeudores serán considerados como
fiadores.”
La solidaridad siempre ha sido visualizada como una caución de carácter personal, y este carácter
se aprecia más cuando uno de los codeudores solidarios no tiene ningún interés en la deuda y
persigue únicamente garantizar la obligación.
En este caso, en que el interés de la obligación solo es de alguno de los codeudores, se deberá
distinguir si quien pagó la obligación tenía interés o no.
Si paga la obligación un deudor que tenía interés en la obligación, podrá dirigirse en contra de los
otros codeudores que tienen interés en la solidaridad por la cuota que les corresponda en la deuda.
No puede dirigirse en contra del codeudor que no tiene interés en la deuda, ya que la ley lo
considera un fiador, y el fiador es un deudor subsidiario, por lo tanto, éste nada debe si el deudor
principal ha pagado la deuda.
Si pagó la deuda el único interesado, sólo él la soportará y no podrá dirigirse en contra de ningún
codeudor.
Si pagó la deuda un codeudor que no tiene interés, se subroga en los derechos del acreedor y puede
dirigirse en contra de los codeudores que tienen interés, pero como una obligación simplemente
conjunta.
Art. 1522 inc. final CC. “La parte o cuota del codeudor insolvente se reparte
entre todos los otros a prorrata de las suyas, comprendidos aun aquellos a
quienes el acreedor haya exonerado de la solidaridad.”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Esta norma grafica el problema en relación a la cuota del deudor insolvente, es decir, qué ocurre
con la cuota de aquel que por alguna razón no puede pagar ni contribuir en la obligación.
En este sentido, se establece que la parte o cuota del deudor insolvente se reparte entre todos a
prorrata de las suyas, es decir, en una proporción equivalente de las mismas.
Si hay tres deudores, y uno ha pagado la totalidad de la obligación (3 millones de pesos), por tanto
sólo podrá exigir 1 millón a cada deudor. Si un deudor es insolvente y no puede pagar la obligación,
cada uno de los otros deudores deberán pagar 1 millón y medio, porque se reparten la cuota que no
puede pagar el codeudor insolvente en proporción a su propia cuota.
Extinción de la solidaridad
La renuncia de la solidaridad se trata de una aplicación del art. 12 del Código Civil, y en
virtud de que la solidaridad se establece en beneficio del acreedor, podrá éste renunciar a
ella.
El acreedor puede renunciar de forma total o parcial y de forma expresa o tácita, según el art. 1516
CC.
El art. 1516 inc. 3 del CC indica que el acreedor podrá conservar la solidaridad para poder cobrar el
total de la obligación a los otros codeudores, pero descontando la cantidad de la deuda que fue
cubierta por el o los otros deudores favorecidos.
Se renuncia tácitamente si se reúnen los requisitos que establece el art. 1516 inc. 2 CC.
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i) El acreedor debe demandar la cuota de uno de los codeudores o recibir el pago de ella,
es decir, debe recibir el pago parcial de la obligación.
ii) De lo anterior debe quedar constancia en la demanda o en la carta de pago. La carta de
pago, en términos muy coloquiales, es un recibo con constancia de pago.
iii) El acreedor no debe haber hecho reserva especial de la solidaridad o reserva general de
sus derechos.
La muerte
Art. 1523 CC. “Los herederos de cada uno de los deudores solidarios son,
entre todos, obligados al total de la deuda; pero cada heredero será
solamente responsable de aquella cuota de la deuda que corresponda a su
porción hereditaria.”
Desde el punto de vista del acreedor, en caso de que alguno de los codeudores solidarios haya
fallecido, puede obviar esta situación, y por lo tanto, cobrar el total de la deuda a los otros
codeudores, o puede dirigirse contra los herederos del deudor fallecido.
En este último escenario, se debe hacer una distinción, ya que se pueden demandar los herederos
en conjunto, y en esa hipótesis, se puede demandar el total de la deuda, o se puede demandar a uno
de los herederos, pudiendo cobrar el acreedor solamente la cuota que como heredero le
corresponda.
Están establecidas en el título X libro IV, arts. 1524 y siguientes del Código Civil.
Art. 1524 CC. “La obligación es divisible o indivisible según tenga o no por
objeto una cosa susceptible de división, sea física, sea intelectual o de
cuota.
Así la obligación de conceder una servidumbre de tránsito o la de hacer
construir una casa son indivisibles; la de pagar una suma de dinero,
divisible.”
Podemos definir la obligación indivisible como aquella en la que existe pluralidad de sujetos activos
y pasivos, y cada acreedor está facultado para exigir a cada deudor el total de la prestación, la que
no es susceptible de fraccionamiento.
Al igual que en la solidaridad, la prestación debida es la misma para todos los deudores. Desde
luego, la divisibilidad y la indivisibilidad es relevante en la medida que exista una pluralidad de
sujetos, en caso contrario, el único acreedor podrá exigir al único deudor la integridad de la
prestación, sea o no divisible.
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Art. 1528 CC. “Cada uno de los herederos del que ha contraído una obligación
indivisible es obligado a satisfacerla en el todo, y cada uno de los
herederos del acreedor puede exigir su ejecución total.”
Clases de indivisibilidad
Según la existencia de una pluralidad de acreedores, deudores o de ambos, podrá ser, al igual que la
solidaridad, activa, pasiva y mixta.
La Indivisibilidad Activa
Es aquella en la que existe una pluralidad de acreedores, de forma que cada coacreedor puede
solicitar al deudor el cumplimiento íntegro de la obligación.
Art. 1527 CC. “Cada uno de los que han contraído unidamente una obligación
indivisible, es obligado a satisfacerla en el todo, aunque no se haya
estipulado solidaridad, y cada uno de los acreedores de una obligación
indivisible tiene igualmente derecho a exigir el total.”
Art. 1532 CC. “Siendo dos o más los acreedores de la obligación indivisible,
ninguno de ellos puede, sin el consentimiento de los otros, remitir la deuda
o recibir el precio de la cosa debida. Si alguno de los acreedores remite la
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La Indivisibilidad Pasiva
Es aquella en la que existe una pluralidad de deudores, de forma que cada uno de ellos debe
efectuar en forma íntegra la prestación.
Sin embargo, existe una diferencia respecto de la solidaridad, porque en el art. 1530 CC se establece
la posibilidad de que el deudor solicite un plazo para acordar con los otros codeudores la
concurrencia del pago por parte del acreedor, es decir, el codeudor podrá pedir un plazo para
entenderse con los demás codeudores y pagar la deuda. Esta circunstancia no está establecida a
propósito de la solidaridad pasiva.
Art. 1527 CC. “Cada uno de los que han contraído unidamente una obligación
indivisible, es obligado a satisfacerla en el todo, aunque no se haya
estipulado solidaridad, y cada uno de los acreedores de una obligación
indivisible tiene igualmente derecho a exigir el total.”
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En las disposiciones comunes a todo procedimiento se señala que cuando el ejercicio de la acción
importa demandar a varios sujetos se puede solicitar al tribunal que se ponga en conocimiento de
los mismos a fin de que puedan ejecutar esos derechos.
En opinión del profesor Andrés Bruna, no es descabellado en esta hipótesis solicitar al tribunal el
plazo establecido en el art. 1530 CC, en orden a intentar que la demanda le sea notificada a los otros
codeudoras para que puedan concurrir, logrando algún tipo de acuerdo y evitando la sentencia.
Art. 1529 CC. “La prescripción interrumpida respecto de uno de los deudores
de la obligación indivisible, lo es igualmente respecto de los otros.”
Y finalmente, el art. 1526 inc. final prescribe: “Si se dos codeudores de un hecho
que debe efectuarse en común, el uno está pronto a cumplirlo y el otro lo
rehúsa o retarda, éste sólo será responsable de los perjuicios que de la
inejecución o retardo del hecho resultaren al acreedor.”
Art. 1526 Nº1 CC. “La acción hipotecaria o prendaria se dirige contra aquel
de los codeudores que posea, en todo o parte, la cosa hipotecada o empeñada.
El codeudor que ha pagado su parte de la deuda, no puede recobrar la prenda u
obtener la cancelación de la hipoteca, ni aun en parte, mientras no se
extinga el total de la deuda; y el acreedor a quien se ha satisfecho su parte
del crédito, no puede remitir la prenda o cancelar la hipoteca, ni aun en
parte, mientras no hayan sido enteramente satisfechos sus coacreedores.”
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En relación a los sujetos: La acción hipotecaria o prendaria se dirige en contra del codeudor
que posea en todo o parte la cosa hipotecada o empeñada. (A. Mondaca)
Respecto de lo que ocurre cuando el deudor no cumple, y se hace efectiva la garantía: El
ejercicio de la acción será de carácter real, porque persigue el cumplimiento tanto de la
acción como de la garantía, y será ejercida en relación con la cosa en manos de quien esté.
Por lo anterior, en el contrato de hipoteca, encontraremos la acción de desposeimiento, en
virtud de la cual, cuando el deudor no paga la obligación principal, se hará efectiva la
hipoteca, y entonces el acreedor ejercerá la acción de desposeimiento que va dirigida en
contra de quien tenga en su poder el inmueble, y dicha persona tendrá que hacer abandono
del mismo o pagar la obligación principal.
En el caso de la prenda ocurre lo mismo, pero respecto de un bien mueble.
Art. 1526 Nº2 CC. “Si la deuda es de una especie o cuerpo cierto, aquel de
los codeudores que lo posee es obligado a entregarlo.”
Art. 1526 Nº3 CC. “Aquel de los codeudores por cuyo hecho o culpa se ha hecho
imposible el cumplimiento de la obligación es exclusiva y solidariamente
responsable de todo perjuicio al acreedor.”
La indemnización de perjuicios:
El codeudor culpable deberá soportar exclusivamente el pago de la indemnización de perjuicios. La
expresión solidaria quiere significar que existe un único responsable; el codeudor culpable.
La norma está referida al pago de la indemnización del deudor que provoca el perjuicio material en
tanto sólo él está obligado a cumplir la obligación indemnizatoria de forma íntegra.
Art. 1526 Nº4 inc. 1 CC. “Cuando por testamento o por convención entre los
herederos, o por la partición de la herencia, se ha impuesto a uno de los
herederos la obligación de pagar el total de una deuda, el acreedor podrá
dirigirse o contra este heredero por el total de la deuda, o contra cada uno
de los herederos por la parte que le corresponde a prorrata.”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
La regla general consiste en que las obligaciones del causante que se le transmiten a los herederos,
en virtud de la sucesión por causa de muerte, son simplemente conjuntas y por lo tanto, se reparten
entre ellos a prorrata de sus cuotas hereditarias.
Sin perjuicio de lo anterior, es probable que exista un acuerdo entre los herederos para que uno de
ellos sea quien pague la obligación, o puede ocurrir que esta misma circunstancia derive de un
juicio particional.
El acuerdo entre los herederos no le es oponible al acreedor, porque no ha tenido ninguna
participación en él, y por lo tanto, puede optar por cualquiera de las siguientes dos alternativas:
i) Respetar el acuerdo o el juicio particional y dirigirse contra el heredero que ha sido
sindicado como quien tiene que cumplir el total de la obligación.
ii) Obviar el acuerdo o el juicio particional y dirigirse en contra de todos mediante las
reglas generales.
Se caracteriza por tratarse de una indivisibilidad pactada y de carácter pasivo, ya que los herederos
del acreedor o demandan por su cuota o por el total, pero sólo si actúan todos conjuntamente. Esta
indivisión es propia de la práctica bancaria.
Semejanzas:
- Ambas son obligaciones con pluralidad de sujetos.
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Diferencias:
- La solidaridad no se transmite a los herederos, a diferencia de la indivisibilidad.
- En la indivisibilidad, el codeudor demandado puede pedir un plazo para entenderse con sus
codeudores, posibilidad que no existe en la solidaridad.
OBLIGACIONES ACUMULATIVAS
Son aquellas en la que se deben varios objetos, los que pueden o no tener relación entre sí, como un
automóvil y una casa, o bien para el cumplimiento de la obligación deben realizarse más de una
prestación, como un viaje turístico; traslados al hotel, pasajes, alojamientos, alimentos, visitas
guiadas, etc.
No tienen regulación en ninguna norma del Código Civil, sino que es una figura meramente
doctrinaria, y recibe distintas denominaciones; acumulativas, conjuntivas o incluso conjuntas.
La obligación acumulativa obedece a aquella situación en que se deben varios objetos, y se pueden
agrupar dichos objetos de dos formas:
Que se adeuden distintos objetos sin relación alguna entre ellos. Por ejemplo, si se celebra
un contrato de compraventa y un auto y un bien raíz, entonces en un mismo contrato hay
dos obligaciones distintas que deben ser cumplidas. Hay tantas obligaciones como objetos
en el negocio de que se trate, y por lo tanto, cada una de ellas será exigible de forma
separada.
Cuando la obligación es una sola pero el deudor para cumplirla requiere ejecutar varias
prestaciones, de manera que no estando cumplidas todas las prestaciones la obligación
jamás se dará por satisfecha. Por ejemplo, en los pack que ofrecen las agencias de viaje
(pasaje, estadía, tours, etc), en ese caso todas las prestaciones están envueltas dentro de una
sola obligación que es cumplir con el paquete turístico. A esto último la doctrina denomina
obligación acumulativa, y precisamente esta situación no es regulada por el Código Civil.
OBLIGACIONES ALTERNATIVAS
Se denominan también obligaciones disyuntivas y están reguladas en el Título VI del Libro IV, desde
el art. 1499 al 1504 del Código Civil.
Art. 1499 CC. “Obligación alternativa es aquella por la cual se deben varias
cosas, de tal manera que la ejecución de una de ellas, exonera de la
ejecución de las otras.”
1. Por regla general, el deudor elige el objeto con el que realiza el pago, sin perjuicio de que las
partes pueden establecer que la elección se realice de forma conjunta o por parte del
acreedor.
2. El deudor cumple con su obligación pagando con una de las cosas, de acuerdo al art. 1500
CC.
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Art. 1500 CC. “Para que el deudor quede libre, debe pagar o ejecutar en su
totalidad una de las cosas que alternativamente deba; y no puede obligar al
acreedor a que acepte parte de una y parte de otra.
La elección es del deudor, a menos que se haya pactado lo contrario.”
Art. 1501 CC. “Siendo la elección del deudor, no puede el acreedor demandar
determinadamente una de las cosas debidas, sino bajo la alternativa en que se
le deben.”
Art. 1502 CC. “Si la elección es del deudor, está a su arbitrio enajenar o
destruir cualquiera de las cosas que alternativamente debe mientras subsista
una de ellas.
Pero si la elección es del acreedor, y alguna de las cosas que
alternativamente se le deben perece por culpa del deudor, podrá el acreedor,
a su arbitrio, pedir el precio de esta cosa y la indemnización de perjuicios,
o cualquiera de las cosas restantes.”
Si la pérdida es total y fortuita, y como han perecido todas las cosas debidas sin culpa del deudor, la
obligación se extingue.
Si la pérdida es total, pero culpable, se debe el precio de la cosa que elija el deudor o el acreedor,
según se determine a quién corresponde la elección, además de la correspondiente indemnización
de perjuicios.
Si la pérdida es parcial y fortuita, subsiste la obligación alternativa en las otras, y si una sola resta, el
deudor es obligado a ella, de conformidad al art. 1503 del Código Civil.
Art. 1503 CC. “Si una de las cosas alternativamente prometidas no podía ser
objeto de la obligación o llega a destruirse, subsiste la obligación
alternativa de las otras; y si una sola resta, el deudor es obligado a ella.”
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Si la pérdida es parcial, pero culpable y la elección le corresponde al deudor, éste podrá elegir
alguna de las cosas que subsista para pagar la obligación, de este modo, no deberá indemnizar los
perjuicios causados. Pero si la elección le corresponde al acreedor, éste podrá a su arbitrio pedir el
precio de la cosa y la indemnización de perjuicios o cualquiera de las cosas restantes.
Art. 1504 CC. “Si perecen todas las cosas comprendidas en la obligación
alternativa, sin culpa del deudor, se extingue la obligación.
Si con culpa del deudor, estará obligado al precio de cualquiera de las cosas
que elija, cuando la elección es suya; o al precio de cualquiera de las cosas
que el acreedor elija, cuando es del acreedor la elección.”
OBLIGACIONES FACULTATIVAS
Están reguladas en el Título VII del Libro IV, del art. 1505 al art. 1507 del Código Civil.
Art. 1505 CC. “Obligación facultativa es la que tiene por objeto una cosa
determinada, pero concediéndose al deudor la facultad de pagar con esta cosa
o con otra que se designa.”
Se trata de una excepción al art. 1569 inc. 2 relativo al pago, en virtud de la cual el acreedor podrá
recibir una cosa diversa de la debida.
Es una facultad establecida para el deudor. Por ejemplo, si el testador en el testamento le impone al
legatario la obligación de entregarle a un tercero un inmueble específico, pero también se podrá
cumplir la obligación si el legatario entrega una suma de dinero determinada.
El concepto de la obligación facultativa siempre apunta a la opción que tiene el deudor. Por lo tanto,
la obligación múltiple o el objeto múltiple de este tipo de obligación siempre es para el deudor, y
también constituye una excepción en orden a que el acreedor recibe algo distinto de aquello que se
le debía.
Art. 1506 CC. “En la obligación facultativa el acreedor no tiene derecho para
pedir otra cosa que aquella a que el deudor es directamente obligado, y si
dicha cosa perece sin culpa del deudor y antes de haberse éste constituido en
mora, no tiene derecho para pedir cosa alguna.”
El Código Civil no dice nada si la perdida de la cosa es durante la mora del deudor, pero aplicando
las reglas generales se estima que es posible que en esa circunstancia el deudor pueda ofrecerle al
acreedor pagarle con la otra obligación con el objeto de evitar pagar algún tipo de indemnización.
Por regla general, en este tipo de situaciones cuando la cosa se destruye estando en mora el
acreedor se genera responsabilidad.
Finalmente, según el art. 1507, en caso de duda sobre si la obligación es alternativa o facultativa, se
tendrá por alternativa.
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Esta clasificación recibe aplicación en el art. 1438 que define contrato y en el art. 1460 relativo al
objeto de la obligación.
OBLIGACIÓN DE DAR
Es aquella por la cual se transfiere el dominio o se constituye otro derecho real. Por ejemplo, en la
compraventa, la obligación del vendedor de transferir el dominio de la cosa.
Obligación de entregar
Es aquella que consiste en el simple traspaso material de la cosa. No se transfiere el
dominio, la obligación del arrendador es de entregar ya que el arrendatario no se hace
dueño de la especie arrendada.
OBLIGACIÓN DE HACER
Es aquella que consiste en la ejecución de un hecho, pero si el hecho consiste en la entrega de una
cosa, según lo señalado, se está en presencia de una obligación de dar.
Son ejemplos de obligaciones de hacer; construir un edificio, defender a una parte en un pleito,
realizar el encargo en el mandato, celebrar el contrato prometido en virtud de un contrato de
promesa.
OBLIGACIÓN DE NO HACER
Es aquella que consiste en una omisión, en una abstención.
Por ejemplo, no levantar un muro. Son importantes en materia mercantil, como las obligaciones de
los socios de una sociedad colectiva de no explotar por cuenta propia el giro de la sociedad.
En materia de libre competencias, las cláusulas de no competir. Cuando una empresa grande
absorbe a una chica, esta empresa chica a la vez se obliga a no competir en el mismo rubro. En
materia laboral, hay casos prácticos de obligaciones de no hacer que ocurren por ejemplo con los
deberes de confidencialidad en los contratos de trabajo.
Esta clasificación tiene como criterio el objeto de la obligación, el que puede estar determinado de
forma máxima o de forma genérica.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
Estas obligaciones genéricas y de especie están reguladas del art. 1508 al 1510.
OBLIGACIONES GENÉRICAS
En las obligaciones de género no existe una total indeterminación, sino que existe sólo un grado de
indeterminación. Si fuesen indeterminadas absolutamente, no habría objeto y procedería incluso la
inexistencia.
El género debe estar determinado o determinable, y a pesar de que la norma no lo expresa, también
debe estar determinada la cantidad.
Art. 1510 CC. “La pérdida de algunas cosas del género no extingue la
obligación, y el acreedor no puede oponerse a que el deudor las enajene o
destruya, mientras subsistan otras para el cumplimiento de lo que debe.”
A diferencia de lo que sucede con las obligaciones genéricas, no están reguladas orgánicamente en
el C.C., aunque normas aisladas sí se refieren a ella.
Es importante saber que estas obligaciones llevan envuelta una idea de que la cosa debida es única
y no admite un reemplazo.
i) El deudor cumplirá su obligación pagando con la cosa debida y no con otro individuo del
género.
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Derecho Civil IV: Obligaciones Mariana León Rivera
ii) Esta obligación lleva envuelta la obligación de conservar la cosa, de acuerdo al art. 1548.
Esta regla se funda en que la cosa específica no tiene un reemplazo. El art. 1549
establece que la obligación se conservar la cosa exige que se emplee en su custodia el
debido cuidado el cual dependerá de la naturaleza del contrato en virtud del art. 1547.
Art. 1549 CC. “La obligación de conservar la cosa exige que se emplee en su
custodia el debido cuidado”
iii) Pérdida de la cosa que se debe. Para determinar sus efectos debemos distinguir si la
pérdida es parcial o total, y culpable o fortuita.
Si la pérdida de la cosa es total y fortuita, se extingue la obligación sin ulteriores
consecuencias.
Si la pérdida es total y culpable, la obligación subsiste variando el objeto y, se deberá
el valor de la cosa y la indemnización de perjuicios si hubiesen sido provocados. Ello
sin perjuicio de solicitar en los contratos bilaterales la resolución del contrato.
Si la pérdida es parcial y fortuita, el acreedor debe recibir la cosa en el estado en que
se encuentre.
Si la pérdida es parcial y culpable, el acreedor elige si recibir la cosa o solicita la
indemnización de perjuicios.
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