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A pesar del crecimiento económico que viene experimentando en los últimos años, nuestro país

aún tiene camino por recorrer para ser considerado como totalmente desarrollado. Los niveles de
pobreza, la bajísima calidad de la educación que se brinda en el país y los elevados índices de
corrupción son reflejo de ese largo camino por recorrer y, a la vez, constituyen tres elementos
indesligables.
El desarrollo, según Amartya Sen, puede ser entendido como la expansión de libertades
individuales o de capacidades humanas. Esta concepción parte de la premisa que el incremento
de las rentas personales no es el único medio para expandir las libertades en una sociedad pues
existen también otros factores como los derechos humanos o el papel de las instituciones sociales
y económicas. Bajo esta mirada, es necesario fomentar las capacidades humanas esenciales como,
por ejemplo, tener acceso a recursos adecuados para lograr un nivel de vida decorosa y participar
en la vida en comunidad.[1] Los bienes son solo herramientas para poner en marcha aquellas
actividades que lleven a una vida digna. Pobres serán, entonces, aquellas personas que no solo
tengan escasos recursos económicos sino, sobre todo, quienes tienen menos opciones entre las
cuales elegir con libertad.

Así pues, uno de los requisitos para hablar de desarrollo como expansión de libertades es la
estabilidad del sistema democrático y, en este orden de ideas, la corrupción es un indicador que
mide dicha estabilidad. Y es que en un sistema democrático donde los índices de corrupción son
altos, esta situación se ve reflejada en la perpetuidad de las desigualdades sociales existentes y
en la vulneración de diversos derechos a causa de conductas que pueden calificar como delitos
contra la administración pública, además de los efectos negativos que genera en las economías
nacionales. Para afirmar entonces que estamos ante una democracia genuina, los derechos
humanos deben estar garantizados. No obstante, la presencia de corrupción endémica es un
obstáculo para el ejercicio pleno de los derechos, sobre todo por parte de los más pobres.
Al respecto, Sen considera que “con todo lo valiosa que es la democracia como principal fuente de oportunidades
sociales, también es necesario analizar las formas y los medios para que funcione bien, para realizar su potencial. El logro
de la justicia social depende no solo de las formas institucionales sino también de que éstas se pongan verdaderamente en
práctica”.[2] En otras palabras, para afirmar que, por ejemplo, en Perú rige una verdadera
democracia, no basta con que se lleven a cabo procesos electorales, sino que también resulta
necesario que el Estado garantice el ejercicio de los derechos de los ciudadanos de cara a la
satisfacción de, al menos, sus necesidades más básicas.
Por otro lado, “la gobernabilidad genuinamente democrática requiere una participación amplia y sustantiva, así como
la rendición de cuentas por parte de quienes ostentan poder”[3]. La rendición de cuentas es una obligación de
las autoridades y, de igual forma, es un derecho de la ciudadanía. Todos y todas gozamos del
derecho de acceder a información pública como herramienta para controlar la legalidad y licitud
de las acciones y decisiones de nuestras autoridades, en tanto el Estado se encuentra a nuestro
servicio. A pesar de esto, los sectores que viven en marcos de pobreza no solo padecen por la
escasez de recursos económicos, sino también por el desconocimiento de sus derechos gracias a
la baja calidad de la educación provista por el Estado. Esta situación es un claro ejemplo de
ausencia de opciones entre las cuales elegir. Es decir, de falta de desarrollo como expansión de
capacidades. Sin educación que brinde el conocimiento de nuestros derechos y de las obligaciones
del Estado hacia nosotros, no podremos reclamar cuando desde el Estado se cometa un acto de
corrupción que termine afectando la calidad de los servicios públicos que brinda a la ciudadanía.
Cuando la calidad o, incluso, el acceso a los servicios públicos se ve afectado, los sectores pobres
son quienes sufren de manera más intensa. Peor aún, cuando este último se vuelve un objeto
transable -por medio de sobornos o extorsiones-, es lógico afirmar que solo aquellas personas que
cuenten con recursos económicos podrán satisfacer sus necesidades básicas con esos servicios.
Los sectores que viven en pobreza no contarán con los fondos suficientes para acceder, de modo
ilegal, a dichos servicios básicos.
Todo esto nos lleva a reafirmar que la corrupción es un obstáculo en el camino al desarrollo de un
país. Por ende, medir los niveles de corrupción funciona como herramienta para medir qué tan
cerca o lejos estamos del desarrollo. Entonces, ante el develamiento de un sinnúmero de casos
de corrupción en el último año -además de los casos de corrupción ocurridos en gobiernos
anteriores que aún siguen siendo procesados o se encuentran aún en la impunidad-, la respuesta
a la interrogante ¿qué tan cerca está Perú del desarrollo? parece ser obvia: nuestro país aún está
lejos.
La corrupción tiene un fuerte impacto negativo sobre el desarrollo. Además de consideraciones
de ética pública, la corrupción desincentiva la iniciativa privada y reduce los recursos públicos
disponibles, lo cual se traduce, por ejemplo, en menos hospitales o educación de peor calidad.
La corrupción también distorsiona el modo en que los gobiernos usan esos recursos y mina la
confianza de la ciudadanía en sus instituciones.

Sobornos, malversación, nepotismo y tráfico de influencias en los procesos de toma de decisión


son algunas de las manifestaciones típicas de esta somatización del mal gobierno.

En Perú, la octava economía de más rápido crecimiento en el mundo, la corrupción es un serio


problema. Hace unas semanas, Proética –el capítulo nacional de Transparencia Internacional-
presentaba los resultados de la VIII Encuesta de Percepciones de Corrupcióncon algunos datos
contundentes: la corrupción es percibida como el segundo problema del país para los peruanos,
por detrás de la delincuencia.

Es, además, el principal problema al que se enfrenta el Estado y el que más frena su desarrollo.
Según la misma encuesta, más de la mitad de peruanos cree que dentro de 5 años habrá más
corrupción, y el 82% cree que el liderazgo del gobierno en la lucha contra la corrupción es poco
o nada eficiente. Ni más ni menos.

A todo lo anterior hay que sumar que la corrupción es regresiva y golpea más a los que menos
tienen. Según estudios del Banco Mundial, hay evidencias de que los peruanos con menos
recursos destinan un porcentaje mayor de sus ingresos a pagar coimas para acceder a los
servicios básicos que, por derecho, les corresponden (hasta un 14% frente al 1% de los
ciudadanos con más recursos).

También afecta al sector privado. La corrupción está presente en la relación entre el Estado y las
grandes empresas, que pueden destinar hasta el 5% de su facturación a sobornos con el
propósito de agilizar trámites u obtener contratos. El Informe Global de Competitividad cita,
además, la corrupción como el segundo problema para hacer negocios en el Perú.

Avances considerables

En los últimos años, Perú ha realizado considerables avances para desprenderse del legado de
corrupción sistémica de etapas anteriores. Pese a ello, algunos de los principales indicadores de
gobernabilidad no han experimentado mejoras sustanciales desde la década de los 90: el país
tiene índices de estabilidad política y de efectividad normativa relativamente bajos en
comparación con sus vecinos, así como una tasa moderada de participación política. También el
ejercicio del derecho a la transparencia y acceso a la información enfrenta grandes desafíos,
pese a la calidad técnica de su ley marco.

Queda, por tanto, un margen importante para introducir mejoras en el ámbito de la eficacia
institucional, el compromiso ciudadano y la transparencia efectiva.

En este sentido, hay iniciativas interesantes que pueden acelerar la mejora del desempeño del
país en aspectos de gobernabilidad. El gobierno de Perú, a través de instituciones como
laComisión de Alto Nivel Anticorrupción, CAN, está poniendo en marcha iniciativas para prevenir y
castigar la corrupción, así como facilitar los instrumentos para su denuncia. El Plan Nacional de
Lucha Contra la Corrupción (2012 – 2016) contempla una serie de iniciativas, para los tres
niveles de gobierno, con las que se pretende reducir vulnerabilidades a la corrupción dentro del
sector público, y promover la transparencia.

Adicionalmente, distintos esfuerzos de concertación con el sector privado y la sociedad civil


(pactos de integridad, iniciativas de monitoreo social) pretenden aunar esfuerzos para lograr un
mayor impacto en las estrategias –tradicionalmente aisladas- de lucha contra la corrupción.

Desde 2010 el Banco Mundial respalda los esfuerzos del gobierno de Perú por consolidar y
fortalecer sus sistemas de prevención de la corrupción, y participa en la elaboración de nuevas
estrategias de transparencia.

El futuro Observatorio de Riesgos de Corrupción es una de las actividades principales de este


proyecto y medirá, trimestralmente, en qué medida las instituciones públicas son vulnerables a
la corrupción teniendo en cuenta dimensiones como su nivel de transparencia o el manejo de sus
procesos de adquisiciones. El Observatorio, cuyos hallazgos serán públicos, emitirá
recomendaciones de política para mejorar, en cada institución, aquellas áreas grises en las que
se pueden estar desarrollando prácticas corruptas.

El Banco Mundial también financia estudios sobre percepciones de corrupción, y experiencias


piloto de iniciativas de vigilancia ciudadana en comunidades campesinas de difícil acceso.
Se trata de acompañar al Estado en un proceso de reflexión continuo sobre cómo prevenir y
reducir sus índices de corrupción. Asimismo se busca contribuir a fortalecer las iniciativas de la
sociedad civil para una mayor vigilancia y exigencia de transparencia.

Que la corrupción afecta negativamente al desarrollo económico se ha convertido en un lugar común


en las discusiones académicas y públicas. Sin embargo, no se ha avanzado tanto en la identificación
de las razones precisas de este impacto. Dos trabajos recientes echan luz sobre esas razones al
sugerir que la corrupción puede o bien detener las inversiones o que resulten menos productivas11.
El remedio adecuado depende de cuál de las consecuencias preocupa más a un país dado.

Recientes investigaciones han revelado que un incremento en la corrupción de un punto en una


escala de 10 (altamente honesto) a 0 (altamente corrupto) baja la productividad en un 4 por ciento
del Producto Interno Bruto –PIB- y hace disminuir los flujos netos anuales de capital en un 0.5 por
ciento del PIB. Una mejoría respecto de la corrupción en 6 puntos del Índice de Percepción de la
Corrupción de Transparency International –por ejemplo que Tanzania llegara al nivel del Reino
Unido– incrementa el PIB en más de un 20 por ciento y aumenta los flujos netos de capital a alrededor
del 3 por ciento del PIB.

Las inversiones suelen caer y no pueden recuperarse si los inversores se desilusionan con el
contexto institucional de un país. Las vías del ferrocarril no pueden mudarse, las cañerías no pueden
relocalizarse y el patrimonio estatal seguramente no puede usarse en otro sitio. Los políticos y
burócratas pueden hacer mal uso de su posición una vez que las inversiones han caído. Pueden
demorar los permisos necesarios y detener a los inversores hasta que se les ofrezca un soborno.

Los gobiernos con reputación de corruptos tienen dificultades para cumplir con políticas efectivas y
convencer a los inversores de sus logros. Como resultado de estas falencias, los ingresos de
capitales se deterioran paralelamente a los niveles de corrupción, como se muestra en la figura 1 en
una comparación entre países. Este dato es fuerte para los tests estadísticos vinculados con la
inclusión de otras variables explicativas, selección de muestras, error de medición y endogénesis.
La ausencia de corrupción puede establecerse mediante 4 indicadores de gobernabilidad: ley y
orden, calidad burocrática, estabilidad del gobierno y libertades civiles. El Political Risk Service’s
International Country Risk Guide brinda datos sobre las primeras tres variables; Gastil/Freedom
House provee mediciones sobre la última.

Análisis han mostrado que el camino fundamental por el cual la corrupción afecta negativamente al
ingreso de capitales es por la ausencia de ley y orden. Se adjudica un buen desempeño respecto de
la ley y el orden a los países que tienen instituciones políticas fuertes y aceptadas, un sólido sistema
judicial y disposiciones para una ordenada sucesión del poder. La corrupción puede afectar una
tradición de ley y orden, por ejemplo cuando las decisiones judiciales y las leyes están a la venta. Es
principalmente el fracaso del sistema de integridad de un país y la consecuente inseguridad de los
derechos de propiedad lo que aleja a los inversores. Hemos encontrado que los otros indicadores
son menos importantes para los cálculos de los inversores.

También la corrupción puede explicar la menor productividad del capital, como se muestra en la
figura 212. La relación con la productividad puede establecerse a través de varios canales. Una
tradición de ley y orden de un país no tiene peso en este contexto, pero entran en juego otros
indicadores de gobernabilidad.

Un mecanismo por el cual la corrupción reduce la productividad son los problemas de estabilidad
gubernamental. La búsqueda por parte de los políticos de ingresos corruptos está habitualmente en
oposición a sus programas declarados, reduciendo así su apoyo popular y amenazando sus
posibilidades de continuar en el cargo. Cuando los gobernantes se dedican a obtener pagos
adicionales ilegales, la distribución de los bienes de capital no será óptima, pues prefieren proyectos
que prometan amplios réditos económicos con bajos riesgos de detección, a aquellos que
beneficiarían, finalmente, a toda la sociedad. El resultado es la reducción de la productividad.

Un segundo mecanismo es el vínculo entre corrupción y la restricción a las libertades civiles, pues
estas restricciones tienden a distorsionar los mercados, induciendo a la búsqueda de caminos
ilegales para eludirlas. La distorsión de los mercados puede ser lucrativa cuando los políticos
corruptos detentan el poder y pueden manejar los cuellos de botella resultantes. Sin embargo, esos
cuellos de botella “embarran las ruedas” de los negocios y bajan la productividad.

Pero la razón crucial por la cual la corrupción tiene un impacto negativo sobre la productividad está
vinculada con los bajos niveles de calidad burocrática. La corrupción puede implicar que los
empleados públicos sean nombrados en base al nepotismo o a sobornos, sin prestar atención a la
eficiencia y a la capacidad. Además el nivel de esfuerzo de los empleados públicos puede quedar
afectado por incentivos adversos dado que la creación de cuellos de botella artificiales puede
aumentar la necesidad de pagar con “dinero rápido”. Los intentos por aumentar la productividad
deben ocuparse de la corrupción mediante una reforma del sector público destinada a mejorar la
integridad de la burocracia.

Las estrategias de reforma anticorrupción deben estar cuidadosamente preparadas, dependiendo


de si los países están preocupados principalmente por incrementar la productividad o por atraer
capitales extranjeros. La reforma del sector público con el objetivo de aumentar la calidad
burocrática, la estabilidad gubernamental y expandir las libertades civiles debe tener prioridades si
los países quieren incrementar su productividad. Si de lo que se trata es de atraer capitales
extranjeros, la reforma legal debe ocuparse de mejorar la ley, el orden y la seguridad de los derechos
de propiedad.

La corrupción es el principal problema que enfrenta el país. Así lo considera más de la mitad
del país (51%), según la Sexta Encuesta Nacional sobre Corrupción de Pro Ética,
elaborada por Ipsos Apoyo. Esta percepción ha ido aumentando significativamente con el
paso de los años, pues en el 2003 llegaba a 25%.

El 56% considera, además, que la corrupción de funcionarios y autoridades son el principal


factor que impide el desarrollo del país.

Asimismo, la delincuencia (41%), el desempleo (39%) y el consumo de drogas (36%)


continúan siendo un problema para la población, aunque en menor medida que otros años. La
pobreza, en cambio, lo es en menor proporción. Este año el 35% de peruanos considera que
la pobreza es uno de los tres principales problemas del país, frente a un 51% del 2008.

CONFIANZA EN INSTITUCIONES
¿Cuáles son las instituciones que los peruanos califican de más corruptas?
El Congreso (46%), lapolicía (45%)y el Poder Judicial (38%), aunque esta percepción ha
disminuido con respecto a la de hace dos años.

El caso del Poder Judicial es el más llamativo, pues de ser considerada la institución más
corrupta por el 61% de peruanos en el 2008, este año ha disminuido en 23 puntos.

Sin embargo, al medir el grado de corrupción en las instituciones, el 74% señala que el
Parlamento es una institución muy corrupta o corrupta, delante del Poder Judicial ( 70%).

Más de la mitad de la población confía, más bien, en la Defensoría del Pueblo (53%) para
luchar contra la corrupción. El 39% cree en la Iglesia Católica y el 20% en la Fiscalía de la
Nación. Sin embargo, casi un tercio del país no confía en ninguna institución.

¿QUÉ NOS ESPERA?


El 80% de los encuestados considera que el Perú es un país muy corrupto o corrupto, apenas
2% menos que en el 2008. El 18% cree que es un país poco corrupto. Frente a este
escenario, preocupa que el 39% opine que dentro de cinco años la corrupción habrá
aumentado y que el 38% diga que seguirá igual.

Y es que más de un tercio del país piensa que el actual Gobierno tiene interés en luchar
contra este flagelo (33%), mientras que el 14% cree que está muy desinteresado. La mayoría
piensa, además, que el Gobierno no tiene liderazgo en esta lucha (76%) y que no actúa de
manera adecuada (82%) ni eficiente (83%).Los peruanos consideran que para combatir la
corrupción, el Gobierno debe botar a los malos elementos (54%) y encarcelar a los corruptos
(43%).

Cuando hay corrupción en un pais, y muchos se hacen ricos practicandola y otros ocultandola,
mediante coorporativismo, como afecta al pais, sube economicamente el pais que está sumido en
la corrupción o empiezan a irse inversores y los capitales ganados de forma corrupta en el pais, se
quedan en el pais o buscan paraisos fiscales fuera del pais, si España permite que la corrupcion
beneficie a algunos ciudadanos y a otros les perjudique en su vida y sus bienes, España será más
grande y más fuerte o más pequeña y disminuida, es la corrupción un camino para hacer fuerte
economicamente a un pais, o no, para practicar la Corrupción en un pais, se sabe por estudios que
lo primero que hace falta es un fuerte coorporativismo en los sectores profesionales y
funcionariales, que en la practica significa que el pais está más cerca del fascismo y el totalitarismo
y dictadura enquistada en la democracia que de una saneada democracia, bueno si no lo paran
¿Cuanto se tardará en haber desapariciones?

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