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Colegio San Leonardo Departamento de Lenguaje Literatura de autor – III medio

Banana Yoshimoto
Autora del mes

Mahoko Yoshimoto, mejor conocida por su seudónimo Banana Yoshimoto, es una escritora japonesa. Nació
el 24 de julio de 1964 en Tokio y alcanzó la popularidad escribiendo novelas e historias con poca acción pero con
personajes inusuales. Yoshimoto creció siendo criada en un ambiente mucho más libre que el de muchos niños
japoneses. Su padre fue un intelectual, crítico y líder del movimiento estudiantil de finales de los años sesenta.

Contemplar. Mirar desde un lugar que puede ubicarse entre el sueño y la realidad. Ser un hombre o una mujer
en medio de la constante duda que mecen las horas de la vida. Banana Yoshimoto ocupa el podio entre los autores
japoneses más reconocidos. Dueña de una poética que hace recordar a Murakami, su prosa es también la
demostración de que el tiempo puede transcurrir monótono y casi irreal, pero conservando la sensación de que en
cualquier instante suceda algo. Cada uno de sus relatos es la consecuencia de vidas grises, de melancolías postergadas
que, de pronto, hacen lugar para que aparezcan fantasmas del pasado o alusiones al presente, creando un misterio
envuelto entre brumas.

“Lagartija”, la más reciente de sus obras, comienza con “Recién casados”, un relato en el que el protagonista
viaja en un tren hacia su casa, pero que extrañamente decide no bajarse en la estación correspondiente. En esa
subversión de lo que debe pasar y no pasa, aparece una persona que lo interpela por su actitud, lo que lleva al
protagonista a preguntarse qué hacer. En “Lagartija”, cuento que da título al libro, un hombre habla de su pareja,
justamente Lagartija. Ella le cuenta sobre su infancia y él parece, a partir de esto, preguntarse quién es en verdad ella.
La autora se mueve a gusto por ambientes en donde lo onírico y lo fantástico se cuela en las historias.

“Mi literatura trata sobre preocupaciones que la gente prefiere evitar o no pensar demasiado. Creo que yo
recojo aquel sentimiento abandonado que alguna persona ha evitado afrontar porque le resulta muy duro”, explicó la
autora en una entrevista realizada hace poco tiempo. “Sería bueno permanecer siempre en el ámbito de los sueños,
pero uno tiene que salir de allí”.

Banana Yoshimoto (Tokio, 1964), estudió literatura en la Universidad de Nihon. Con Kitchen, su primera
novela, ganó el Newcomers Writers Prize, en 1987, cuando todavía era una estudiante universitaria, y un año después
se le concedía por la misma obra el premio literario Izumi Kyoka. Entre otros galardones, ha recibido en Italia el
prestigioso Premio Scanno.
Yoshimoto ya es autora de una dilatada pero exquisita obra compuesta de ensayos, novelas como N.P., Amrita y
Tsugumi, y los libros de relatos Sueño Profundo, Recuerdos de un callejón sin salida y Lagartija. Desde 1991, año en que
Tusquets Ediciones publicó Kitchen, Yoshimoto se ha convertido, junto con Haruki Murakami, en una de las voces más
prestigiosas de la literatura actual.
Colegio San Leonardo Departamento de Lenguaje Literatura de autor – III medio

REALISMO MÁGICO, VOCACIÓN UNIVERSAL

Sería complicado hablar de las novelas de Banana Yoshimoto como una forma de expresión japonesa. La autora,
tras publicar más de una docena de libros en Japón y vender varios millones de ejemplares en todo el mundo, se postula
a sí misma como una novelista en un mundo sin fronteras. “Llegará un momento en el que la literatura se traducirá en
tiempo real. Y ya no hablaremos de que la literatura japonesa se esté exportando a otros países, sino de que un novelista,
sea de la parte del mundo que sea, ha escrito una novela”.

Banana Yoshimoto es autora de la premiada Kitchen, publicada en España y gran parte del mundo de habla
hispana por Tusquets, al igual que el resto de sus obras: Tsugumi o Sueño profundo, entre otras. Un viaje llamado vida, un
cuaderno en forma de viajes y experiencias, fue su última obra en llegar a España. Es en ella donde podemos entender
con mayor claridad cuál es el pensamiento de la autora. Postulaciones como “acumular recuerdos es la única cosa que
podemos hacer en la vida” dan bastantes pistas sobre el plano de irrealidad y sueño contemplativo que ofrece Yoshimoto
en sus libros. No es un punto de vista pesimista, sino una manera de entender la vida. “Tanto de las cosas muy buenas
como de las cosas muy malas, lo único que queda es el recuerdo”, dice.
Son esos recuerdos los culpables de su mundo de fantasía y ficción: las experiencias en primera persona que “realmente
te hacen sentir algo”. Para Banana Yoshimoto, el corazón de las personas entraña grandes misterios. “En el corazón de
las personas ocurren muchas cosas de las que no nos damos cuenta. Y en la realidad no se muestran porque el ser humano
sabe muy bien qué se puede mostrar y qué no”. De ahí nacen sus novelas, de intentar sacar lo que llevamos dentro. Podría
decirse que sus novelas son “sueños que ocurren dentro de ese mundo inconsciente”.

Es muy importante tomar distancia de las realidades que existen en el mundo.

Un mundo protagonizado por unos personajes unidos los unos a los


otros por aquello que han perdido. “Al perder algo, el corazón se hace grande.
La pérdida tiene un peso muy importante, y cuando las personas se unen en
eso, lo hacen a un nivel muy profundo”, dice Yoshimoto. Es por eso que, en
situaciones de pérdida, somos “más conscientes y nos damos cuenta de más
cosas” al compartir situaciones mundanas. “Cuando estás en una situación
divertida, pasas tiempo con cualquiera. En cambio, cuando has tenido una
pérdida, cuando estás en ese otro estado de consciencia más profundo, solo
puedes relacionarte con ciertas personas”, señala.

La muerte no es un tema de fondo que le obsesione, en cualquier caso. “Si fuéramos conscientes a cada paso de
que nuestra vida va a tener un fin, sería muy difícil vivir”, asegura. Y aunque afirma que sus novelas sirven, precisamente,
“para recordar que algún día moriremos”, su búsqueda es otra. “Dar energía a las personas, fortalecer el corazón de las
personas. Ese es mi objetivo”. Aportar consciencia. Encontrarnos. Curar heridas. A pesar del sufrimiento hacia al que
pueda dirigir a sus personajes, las novelas de Yoshimoto son un canto a la vida, un viaje a través de las experiencias
relacionadas con el amor humano para llegar a salvarnos de nosotros mismos. Nada de autoayuda: introspección.

Yoshimoto nos hace partícipes de una fantasía que podemos aplicar a nuestro día a día. Nos propone ir más allá
de lo que nuestros ojos ven; mirar hacia nosotros mismos, no desde un punto de vista de lástima o de sensibilidad
extrema, sino de consciencia de nuestra propia existencia. Entraña cierta magia, realismo mágico, quizá.
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De sus viajes por Europa y el resto del mundo ha aprendido a “hacer las maletas más rápido” y “a entender las diferentes
maneras de ver la vida”, siendo este último uno de sus grandes intereses. “Es importantísimo, porque nuestro mundo es
algo muy pequeño y reducido, en el que las normas del sentido común del cómo se vive en un lugar pueden ser
radicalmente distintas al de otro. Es algo que aprendes viajando. Y lo que es muy importante como espectador, como
persona que descubre esas realidades tan extremas, es no decantarse por una cosa o por otra, no caer en el error de
considerar que algo es lo correcto y lo otro no lo es, sino poder tomar distancia de las realidades que existen en el mundo”,
explica.

“Nunca me he planteado cómo me sentía como mujer novelista”, confiesa al tiempo que muestra cierta ternura
por sus compañeros de profesión. “Es muy duro ser novelista como hombre”, lanza al aire. Comenta que, en la figura del
novelista “se detona una figura delicada, con un punto de debilidad, de sensibilidad, que para un hombre es una figura
un poco difícil de aceptar en Japón. Por eso los novelistas hombres japoneses, cuando hablan de sí mismos, dicen “yo soy
novelista pero no soy débil”. Tienen que reivindicar esa fortaleza”.

Vivir, viajar, descubrir, enamorarse, morir. Los temas de los que escribe la autora nipona no son especialmente
complejos. Diseccionar al individuo contemporáneo y ser capaz de expresar con palabras lo que lleva dentro es otra
historia. La historia de Banana Yoshimoto. Ficción para entender mejor nuestra realidad, para sobrellevarla.
“Especialmente cuando alguien se siente vulnerable. En ese momento en el que no quieres ver a nadie, un libro puede
convertirse en una presencia importante, en ese amigo que necesitas”. Literatura para seguir viviendo, para seguir
soñando.

Fuente: ctxt.net

LA ESCRITORA JAPONESA QUE LE HACE SOMBRA A MURAKAMI

La nostalgia te ayuda a vivir el presente, reflexiona Banana Yoshimoto, la escritora japonesa que debe su nombre
de “mentira” a la belleza andrógina de las flores del banano. Mahoko, tal como la bautizó su padre, el poeta y crítico
literario Takaaki Yoshimoto, es considerada, junto a Haruki Murakami, una de las voces actuales más importantes de la
literatura nipona. La novelista y ensayista irrumpió en el universo de las letras en 1987 con Kitchen, un relato sobre el
duelo, soledades y relaciones, que rápidamente se transformó en un fenómeno de ventas. La reciente aparición al
castellano del libro de relatos Lagartija (de Editorial Tusquets) resulta la excusa perfecta para indagar en el universo de
Yoshimoto, intimista, trágico, que se mueve entre los sueños, la realidad y los silencios.
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“En mi juventud, cuando escribí estas historias, siempre buscaba llegar a conclusiones. Después,
con el paso de los años, he aprendido a disfrutar nadando en un mundo donde esas conclusiones
no existen. Supongo que me he vuelto más fuerte”.

El paso del tiempo, aquel que describe como “inexorable como las ramas de un sauce” la ha hecho más fuerte, no
obstante la vejez aparece como un temor. ¿Le teme?
No, no le temo a la vejez. Cuantos más años tengo, más fácil me resulta todo. Creo que tenía más miedos cuando era
joven.

El miedo es una constante en su obra. ¿Qué genera en usted?


Los adultos estamos acostumbrados a desdibujar nuestros miedos. Yo temo a que mis seres queridos se mueran. Pero
también me impone la idea de mi propia muerte. El paso del tiempo y el hecho de vivir dentro de él me producen una
descarga de adrenalina, como si surfeara cada día.

Tengo entendido que desde muy pequeña, ya a los 5 años, escribía sobre la muerte. ¿Qué reflexión se permite?
Siento que la muerte está muy presente en la vida. El hecho de vivir día tras día es algo enigmático.

La ambigüedad del género, escapar de los estereotipos masculinos y femeninos, es otra de las constantes en sus
relatos, ¿por qué?
Creo que se debe a que yo misma nunca me he sentido cómoda en situaciones en las que te definen categóricamente
como mujer. Me interesan más las personas en tanto que seres humanos, independientemente de su sexo.

A la hora de construir la psicología de los personajes, de imaginar ese viaje introspectivo al que suele sumergirnos,
¿se pregunta qué haría usted si le pasara lo mismo? ¿El resultado final se adapta a lo que usted haría o los lleva a
hacer lo contrario?
En general pienso del mismo modo que los personajes, pero ellos a veces toman caminos que yo nunca elegiría. Cuando
eso ocurre, me resulta muy duro narrarlo. Es como si los entrevistara y pusiera por escrito lo que me cuentan en forma
de relato o novela.

En una oportunidad, comentó que le gusta que la lean lectores jóvenes. ¿Por qué? ¿Está relacionado con la fatiga
de la juventud contemporánea a la que hace referencia en sus textos?
Porque creo que obras como las mías sirven de sostén en el día a día a jóvenes con una gran sensibilidad. Yo misma
encontré apoyo en muchas obras, y por eso me interesan particularmente los jóvenes.

¿Qué es lo que más le llama la atención de la brecha generacional en Japón? ¿La comunicación? ¿La soledad?
La brecha económica es tan grande que me preocupa. No es algo meramente generacional, pero están surgiendo
muchos problemas vinculados con la pobreza entre la juventud y en las familias jóvenes. En cuanto a problemas de índole
generacional, me preocupa que algunos adultos estén inventando artimañas para engañar a los jóvenes y enriquecerse
a costa de ellos.

En sus escritos plantea una relación de amor-odio con la vida que se lleva en Tokio. Los relatos que integran
Lagartija no escapan de esto. ¿La ama o la odia?
Ambas. Yo nací y me crié en Tokio, así que es mi tierra natal y me encanta. Me resulta muy divertido y cómodo vivir en
ella porque hay muchísimas cosas concentradas en un radio muy pequeño.
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Fuente: La Nación Argentina

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