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COMUNICACIÓN DE PADRES

Si sos padre y tenés hijos adolescentes, te recomendamos seguir estos consejos de expertos
para facilitarte la vida y para mantener una relación cordia...

Los años de la adolescencia constituyen una etapa muy desafiante tanto para los jóvenes
como para los padres. Como la actividad hormonal, los deseos de independencia y las
necesidades de los adolescentes pueden desencadenar problemas, es difícil saber con
exactitud qué beneficia y qué perjudica la relación entre padres e hijos. Las siguientes
recomendaciones te ayudarán a mantener la armonía con tu hijo durante estos años de
transición:

 Pasen tiempo juntos

Es fundamental. Los estudios indican que los jóvenes que suelen conversar con sus padres
son más flexibles y tienen mejores destrezas sociales. Esto se debe a que aprenden a hablar
de temas espinosos sin enojarse. Gill Hines, consultora en crianza y educación de los hijos,
dice que, además de las comidas, es importante celebrar juntos las fiestas para que el hijo
siga sintiéndose parte de la familia. “Muchos adolescentes quieren pasar la Navidad o el
Año Nuevo con amigos —señala—, pero hay que dejarles en claro cuándo pueden
ausentarse y cuándo no, a fin de que no se pierdan las cosas buenas que ocurren en el seno
de la familia”.

Según Andy Cope, experto en felicidad, cuando se les pide a adultos y a adolescentes hacer
una lista de sus diez momentos más felices, mencionan vivencias que compartieron con sus
seres queridos. “El mejor consejo para que padres e hijos convivan felices es que
compartan experiencias, que hagan cosas juntos”, dice.

“Por otro lado, muchos padres no abrazan a sus hijos como deberían. “Para que un abrazo
cuente de verdad, tiene que durar por lo menos siete segundos; de lo contrario, no hay
contagio emocional. Cuando tu hijo adolescente llegue a casa de la escuela, no le des un
simple abrazo rápido; estrechalo entre tus brazos siete segundos, ¡con fuerza! Al principio
tal vez se queje, pero, una vez pasados los siete segundos, dejará de hacerlo porque la
sensación le agradará”.

 Sigan conversando

La comunicación forja vínculos. Hines aconseja hablar en el auto porque se puede hacer sin
que haya contacto visual, lo que prefieren los varones; las chicas, en cambio, se inclinan
por charlar en cafés. Hablá con tu hijo de toda clase de cosas, no solo de la escuela y de su
conducta. De vez en cuando pedile consejo; así le demostrarás que puede resolver
problemas, lo que estimulará su cerebro. Sin embargo, debés seguir siendo su padre o su
madre. “No trates de ser su amigo”, dice Hines. “Tu tarea es fijarle límites, guiarlo y
brindarle amor incondicional. La amistad vendrá después, cuando se haga adulto”.

Pero, ¿qué podés hacer si tu hijo prefiere refunfuñar a conversar? La psicóloga clínica
Emma Citros advierte que es esencial no atribuir la negatividad del adolescente a las
hormonas. “Si está quejoso o abatido, tiene que haber una razón para ello”, explica.
“Aunque la razón tal vez no sea importante para vos, para él sí lo es. Así que escuchalo,
hablá con él del asunto, brindale apoyo”.

En ocasiones, los adolescentes solo necesitan que los escuchen. Hines explica: “Si llega a
casa y te dice: ‘¡Ay, Fulana me dijo esto y Sultano me hizo esto otro!’, lo mejor que podés
hacer es no darle consejos. Limitate a decir: ‘Qué lástima. Eso suena horrible’. Los varones
a veces solo quieren sentirse comprendidos. Si tratás de arreglar las cosas, tu hijo dejará de
contarte lo que le ocurre”.

 Cortá de raíz el mal comportamiento

Ciertos hábitos que se inician en la adolescencia pueden volverse problemas por el resto de
la vida. Así que, ¿qué hacer si el comportamiento de tu hijo adolescente es conflictivo?
Hines aconseja: “Un poco de tolerancia”, ya que a los jóvenes se les dificulta controlar sus
emociones. Pero el lenguaje soez es inadmisible. “Si tu hijo se pone grosero o hiriente, ante
todo tenés que pararlo en seco”, dice. “Luego, sin alzar la voz, hacele saber cómo te hizo
sentir y por qué. Decile: ‘No me gusta nada lo que me dijiste. Me lastimaste. Sé que estás
pasando por un mal momento [mostrá algo de empatía y amabilidad], pero la próxima vez
que te hable cuando estés leyendo un libro, podrías contestarme con más respeto, para que
ninguno de los dos se sienta mal después’”.

Janey Downshire, experta en adolescencia, cree que detrás de cada comportamiento hay
una necesidad emocional. La reacción del padre o de la madre acentúa o atenúa esa
conducta. “No toleres el mal comportamiento. Más bien, remá contra la corriente”,
recomienda. “Si tu hijo está furioso, conservá la calma; si está asustado, sé un baluarte, una
roca. Su mecanismo de autocontrol se ajustará en función del trato que le des”.

La psicóloga clínica Rachel Andrew aconseja a los padres reconsiderar lo que les parece
“malo” de sus hijos. “Por ejemplo, ser terco también significa ser perseverante”, señala.
“¿No podrías ver los hábitos de tu hijo adolescente de un modo distinto? En cuanto a los
comportamientos que consideres totalmente inaceptables, actuá con firmeza y congruencia
cuando le expliques el por qué”.
 Apoyá el aprendizaje

Andy Cope dice que es importante que los adolescentes vayan a la escuela con el cerebro
alerta, lo que implica haber dormido bien y llegar con un propósito. “Cuando uno está feliz,
su cerebro se activa”, explica. “Es más creativo y puede ver soluciones. Hay chicos que por
razones culturales no ven el propósito de ir a la escuela. Por eso a veces hago un ejercicio
con mis alumnos adolescentes. Les pido que, en una hoja de papel, escriban en una oración
lo que esperan de la vida, y que luego peguen la hoja en una pared de su cuarto para que la
lean cada mañana y se convierta en su motivación para ir a la escuela”.

Cope recuerda a un alumno de secundaria que pensaba dejar de ir a la escuela cuando


pudiera, para trabajar con su padre como camionero. “Pero hicimos el ejercicio y cambió de
opinión por completo”, dice. Hoy ese joven está en la universidad estudiando medicina.
Nunca antes había contemplado esa posibilidad”.

Con todo, Gill Hines dice que presionar a un adolescente para que haga la tarea “¡es
torturarlo! Lo que hay que lograr es que quiera aprender, y lo conseguirá si lo ponés a
pensar en sus aspiraciones”.

Un paciente suyo tiene un hijo de 14 años al que le estaba yendo mal en la escuela.
“Hablamos sobre dónde se veía a sí mismo en diez años y luego en 20. No tenía claro qué
carrera estudiar, lo que es lógico y normal en un chico de 14 años, pero soñaba con hacer
algo ante un público. Entonces elegimos a algunas celebridades que él admiraba mucho e
investigamos su historia personal. Descubrimos que todas ellas habían trabajado
arduamente para alcanzar lo que habían logrado. Desde entonces, ese muchacho se toma las
cosas más en serio”.

 Promové el ejercicio y los pasatiempos

El ejercicio tiene un sinfín de beneficios para los adolescentes. El doctor Anthony Seldon,
director del Wellington College, en Inglaterra, cree que la mayoría de los adolescentes no
se ejercitan ni duermen como deberían. “Necesitan tres sesiones de ejercicio a la semana
para que su cerebro y su cuerpo funcionen bien”, dice. “El cuerpo necesita moverse. Miren
cómo se ve un perro cuando regresa de caminar. Nuestro cuerpo es igual al de este animal:
para rendir al máximo, necesitamos descansar, hacer ejercicio, beber agua y estirar los
músculos. Las interconexiones entre cuerpo y mente son profundas”.
Janey Downshire dice que alentar a un adolescente a cultivar un pasatiempo que tenga una
parte física es estupendo, ya que hace fluir la dopamina, sustancia que el cuerpo necesita
para reconstituirse. “[Un pasatiempo] enseña al cerebro a concentrarse plenamente en una
tarea”, explica. “Si el cerebro fuera un músculo, ejercitaría esa capacidad al máximo”.

No olvides hacer tu parte. “Debés elogiar a tu hijo por su esfuerzo, más que por su talento”,
dice Andy Cope. “Si lo ves jugar al fútbol y hace un gol desde 30 metros de distancia, no
deberías decirle: ‘¡Qué bien! Serás el próximo Messi. ¡Fue una genialidad!’ Más bien,
deberías decirle: ‘Hiciste un gol de 30 metros. ¡Bien hecho! Es el reflejo de tanto trabajo
arduo y decenas de horas de entrenamiento’. Esto hará que el chico desarrolle una
mentalidad de crecimiento y que asocie el éxito con el esfuerzo y la perseverancia. Los
adolescentes que poseen una mentalidad así tienden a concentrarse en las cosas más tiempo
y resisten mejor los reveses”.

 Guiá con el ejemplo

Tu influencia es muy poderosa, pero, como dice el doctor Seldon, “debés ser un animador,
no un megáfono. Los megáfonos provocan reacciones iracundas y dañan las relaciones
interpersonales, porque el adolescente no se siente respetado”.

Por último, la psicóloga clínica infantil Carol Burniston nos tranquiliza con estas palabras:
“Si tu hijo y vos fueron amigos cuando él era chico, volverán a serlo, pero aceptá que nunca
serás ‘lo máximo’ para él. Y, sobre todo, reíte de vos mismo; no cuesta nada y casi siempre
rompe la tensión”.

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