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Gloriosa Santa Clara, primera discípula del pobre de Asís, que, por tu inquebrantable fe, abandonaste las cosas
terrenales y pusiste tu mirada en los tesoros eternos.
Yo te suplico con humilde confianza que intercedas ante Dios para que pueda obtener la gracia que te
pido…pedir lo que se desea…
Que siempre tenga la esperanza firme y caridad ardiente hacia Dios y hacia mi prójimo, siempre haga la voluntad
del Padre y toda mi confianza esté puesta en su divina providencia.
Amén.
AMBIENTACIÓN
«Es una propuesta alternativa a la insatisfacción y a la superficialidad del mundo contemporáneo que con
frecuencia parece haber perdido la propia identidad, pues ha dejado de experimentar que ha sido generado por el
Amor de Dios y que es esperado por él en la comunión sin límites».
El origen se remonta a la madrugada del lunes santo de 1211, cuando Clara, de 18 años, perteneciente a una de
las familias más nobles de Asís, se fugó de su casa y marchó a Santa María de la Porciúncula, en Asís, donde la
esperaba san Francisco con sus primeros compañeros para consagrarla al Señor.
«La perfecta consonancia de valores humanos y cristianos, la sabia armonía de ardor contemplativo y de rigor
evangélico, hacen que sea un camino maestro que hay que seguir, sin componendas o concesiones al espíritu del
mundo».
«Ante la necesidad de un renovado compromiso de santidad, santa Clara ofrece al mismo tiempo un ejemplo de
esa pedagogía de la santidad que, nutriéndose de la incesante oración, lleva a convertirse en contempladores del
Rostro de Dios, abriendo de par en par el corazón al Espíritu del Señor, que transforma a toda la persona, la mente,
el corazón y las acciones, según las exigencias del Evangelio».
Su «opción exclusiva por Cristo crucificado», explica el «camino de altísima pobreza», que escogió santa Clara y
que abrazan sus seguidoras, «expresión que recoge en su significado la experiencia de expoliación, vivida por el
Hijo de Dios en la Encarnación». «¿No es éste un desafío para nosotras hoy?»
Himno:
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a las sombras de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Salmo: VOLVER A LA REVOLUCIÓN DE LA TERNURA.
Ant. 2: Empápanos en tu ternura para que podamos ser enteramente tuyos y dejar que los demás nos curen
también con la suya, la tuya.
Los lugares de nuestra geografía corporal se nos Que te sintamos Cuerpo amante y entregado,
cierran demasiadas veces, Señor siempre bendición y arrebato para nuestro ser de carne,
Compasivo. que se cierra de compulsión y de temor, de rabia
frente a la soledad y el miedo a ser dañados y
Cada día cerramos infinidad de veces nuestros tirados al margen del camino: rotos, inservibles.
ojos para no ver más miserias, nuestros oídos
ahítos de gritos, llantos y gemidos. La conversión que te imploramos es que nos
regales ojos, oídos y manos para ver, oír y tocar
Pero sobre todo se nos cierra nuestra carne, la tu nuevo rostro, que no se nos hurte sino para la
doliente y amante carne que ha sido asumida por sorpresa de encontrarte de nuevo entre los
ti para revestir la humilde gloria de nuestro Dios. árboles del nuevo Edén de tu humanidad.
Padre, esposo, Dios y madre nuestra, escucha Revélanos el querido rostro de tu amado, el de
nuestro clamor y llena nuestros dedos de caricias Jesús, el que llevamos impreso en nuestras
y de toques amorosos y curativos. pupilas del corazón, bésanos con sus labios en
la frente, en la mejilla, en nuestras manos
tendidas a tus pequeños.
Compartir la experiencia de vida en binas: Relacionando los tres valores citados de Santa Clara en el
anexo del mes de junio: Experiencia mística, Paradigma de la ternura y Especialista del encuentro con la
oración que estamos realizado ¿a qué me invitan en este caminar Congregacional con miras hacia la
Resignificación?
Canto: Dos buscadores del absoluto
Cántico Evangélico: Dichosa la virgen Clara que negándose a sí misma y cargando con su cruz siguió al
Señor, esposo de las Vírgenes.
Preces Voluntarias.
Padre Nuestro.
Oración Final:
Oh Dios, que infundiste a Santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos por su
intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplar tu Reino. Por nuestro Señor
Jesucristo…
El Señor os bendiga y os guarde. Os muestre su faz y tenga misericordia de vosotras. Vuelva su rostro a
vosotras y os dé la paz, a vosotras, hermanas e hijas mías, y a todas las otras que han de venir y
permanecer en vuestra comunidad, y a todas las demás, tanto presentes como futuras, que perseveren
hasta el fin en todos los otros monasterios de Damas Pobres.
Os bendigo en mi vida y después de mi muerte,
en cuanto puedo y más aún de lo que puedo,
con todas las bendiciones con que el Padre de las misericordias
bendijo a sus hijos e hijas
y los bendecirá en el cielo y en la tierra.
El Señor esté siempre con vosotras
y vosotras siempre estéis con El.
Amén.