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Puede ser que el paciente solicite al médico una operación de esterilización, mediante la
vasectomía, en el caso del varón, o mediante la ligadura de trompas en el caso de la mujer.
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Aquí el “acto médico” no busca curar, sino que de lo que se trata es de determinar la
pérdida de fertilidad en el hombre o en la mujer, lo que en muchos casos es requerido por
la pareja para poder desarrollar una actividad sexual sin “riesgo” de procrear.
Pío XII, en 1953, estableció con claridad cuáles son las exigencias que se deben tener
en cuenta para la licitud ética de la esterilización terapéutica, señalando: a) que el
mantenimiento de la facultad procreativa debe estar provocando un daño grave o
constituye una amenaza de vida; b) que este daño no pueda ser evitado o
notablemente disminuido, más que por la mutilación en cuestión; c) que pueda darse
por descontado que el efecto negativo será superado por el efecto positivo.
b) Esterilización antiprocreativa
La denominada esterilización antiprocreativa, supone la aplicación de técnicas que
obstaculizan artificialmente la posibilidad de concebir en forma permanente.
No solamente se trata en forma individual, sino que algunos estados, aplicando
políticas de detención del crecimiento demográfico, fomentaron la esterilización,
ofreciendo prácticas de este tipo en forma gratuita. Las situaciones que llevan a la
esterilización antiprocreativa tienen diversas causas: se deben al miedo a la
maternidad; al deseo de no tener más hijos y no complicarse la vida, o no alterar la
situación económica en que se encuentra la familia; la existencia de una enfermedad,
como puede ser respiratoria, cardiaca, etc. Lo grave es cuando se encaran situaciones
en que puede ser el propio Estado el que impone, por razones de control de la
natalidad, la esterilización del hombre o de la mujer, afectándose su derecho a la
procreación. Se entra en un proceso irreversible de afectación de la facultad
procreativa. Lo que se protege con la prohibición de la esterilización, es la integridad
corporal.
La intención de practicar la esterilización simplemente para evitar lo hijos, debe ser
siempre rechazada. Recurrir a la esterilización como un método para practicar la
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paternidad responsable, supone una auténtica contradicción. Si se recurre a la
esterilización irreversible, donde ya no será posible procrear, no existe libertad de
procreación; luego, no se puede hablar de paternidad responsable. Al igual que la
contracepción, la esterilización antiprocreativa es un acto intrínsecamente malo.
c) Esterilización eugenésica
En casos particularmente graves en que puede pensarse que la criatura nacerá con
serias dificultades o deficiencias, algunos ideólogos o teólogos han invocado el valor
de la natalidad responsable. Están situaciones socialmente graves, como puede ser
procrear un hijo enfermo, no habilita a eliminar la facultad procreativa pues los
procesos humanos no existen solo para el hombre sino que forman parte del hombre
mismo, de tal manera que cuando se esteriliza a una persona no se está manipulando
simplemente a una persona sino al hombre mismo. El límite al dominio del hombre
sobre sus propias funciones viene fijado por la propia dignidad humana; es la
dignidad del hombre la que prohíbe atentar contra la integridad física en estos casos.
Con la esterilización eugenésica se trata de que ciertos genes indeseados no se
desarrollen por medio de la procreación. La persona puede ser conocedora de que sus
genes son patológicos y con el fin de no transmitirlos decide libre y a conciencia
hacerse esterilizar.
En el ámbito del derecho comparado existen países en los que la ley declara
explícitamente la posibilidad de esterilización. En otros países no hay prohibición ni
regulación del tema y finalmente en otros se considera ilegal y está prohibida. Desde
el punto de vista médico se ha propuesto que la persona que solicita la esterilización
sea puesta plenamente en conocimiento de las consecuencias irreversibles que este
acto tiene y los posibles perjuicios futuros que le pueda causar.
d) Esterilización en otras circunstancias
La difícil problemática de la esterilización se ha tenido que encarar de frente a otras
circunstancias por cierto peculiares, que aparentemente se utilizan para justificar
semejante técnica de mutilación humana. Que un gobierno, para controlar el
crecimiento demográfico, imponga técnicas de esterilización, supone un grave
atentado contra la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales.
Tampoco se concibe imponer la esterilización a aquellos delincuentes que han
incurrido en delitos sexuales y que se consideran por tanto un peligro para la
sociedad. La esterilización no se puede imponer con fines penales, seria gravemente
atentatorio contra el derecho de la vida del delincuente que no por tal pierde su valor
como persona.
La esterilización aun con fines penales o de defensa social, debe ser combatida por
inmoral.
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Irreversibilidad
Estas son técnicas irreversibles en la mayoría de los casos. No es posible asegurar a todo
aquel que ha sido esterilizado que pueda dejar de estarlo cuando lo desee. En algunos
casos se puede intentar una microcirugía para recanalización con posibilidades de éxito
escasas.
La libertad del hombre en este ámbito está limitada, no puede mutilarse pues no tiene
facultades para disponer de su propio cuerpo, debiendo este ser respetado en su
integridad. El hombre tiene una responsabilidad sobre su cuerpo, no un dominio o una
auto posesión arbitraria.
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En síntesis los principios éticos fundamentales aplicados a la esterilización son:
a) Principio de la totalidad: señala que las partes componentes de una unidad compleja,
quedan subordinadas a la unidad de la que forman parte, estando supeditadas al bien
del todo. La parte existe para el todo, y por tanto el bien de la parte queda subordinado
al bien del todo; el todo es determinante para la parte y puede disponer de ella en su
interés. No se cumple con este principio cuando se busca la esterilidad solo con la
intención anticonceptiva o para evitar el embarazo.
b) Principio del dominio: la relación de la persona con su cuerpo y con su propia vida no
se configura en términos de perfecto dominio o auto posesión ilimitada, sino en
términos de responsabilidad, respeto y fidelidad a su propio ser. Entre el principio del
dominio y el de la totalidad hay una interdependencia.
c) Principio de la acción con doble efecto: puede eventualmente realizarse una acción que
tiene un efecto bueno y otro malo, con las siguientes condiciones: que la acción sea
buena o al menos indiferente; que el fin del agente sea honesto; que el efecto bueno
siga inmediatamente a la acción; y que exista una causa proporcionadamente grave.
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REGULACIÓN NATURAL DE LA FERTILIDAD
Y ANTICONCEPCIÓN ARTIFICIAL
La regulación natural consiste en poder realizar el acto conyugal cuando la mujer está en
periodo no fértil y en abstenerse de él cuando está en periodo fértil, si no se desea tener
hijos.
Métodos naturales
a) Lactancia materna. La lactancia retarda el reinicio de la ovulación en la mujer.
c) Método del ritmo: trata de localizar los periodos fértiles basándose en cálculos
matemáticos sobre los últimos seis ciclos. Muy inseguro, ha sido abandonado.
d) Método de la ovulación “Billings”: se puede detectar el inicio y el fin del periodo fértil
basándose en las características de la mucosidad cervical, producida por el cuello
uterino, como consecuencia de las variaciones hormonales producidas durante la
ovulación. Da indicaciones seguras antes y después del periodo fértil.
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LA ANTICONCEPCIÓN
Toda acción que, en previsión de la realización del acto conyugal, se proponga como fin o
como medio, impedir la concepción.
Preservativo o condón: lo usa el hombre. Constituido por una envoltura de látex o goma
que se aplica sobre el pene con el objetivo de impedir que el líquido seminal sea
depositado en la vagina. Existe también la versión femenina.
Diafragma: lo usa la mujer. Constituido por un disco de goma, blando en el centro
rígido pero flexible en los bordes, que colocado en la vagina, la separa del cuello del
útero impidiendo el paso de los espermatozoides.
Esponja: lo usa la mujer. Es un aparato de poliuretano empapado de un espermicida
que, colocado en la vagina, ejercita una acción mecánica y una acción química contra
los espermatozoides impidiéndoles el paso hacia el cuello uterino.
Espermicidas: los usa la mujer. Son sustancias químicas que debilitan o impiden la
acción de los espermatozoides. Se utilizan en varias fórmulas: óvulos, gel. Se aplican
poco antes de la relación sexual.
Píldora anticonceptiva: la usa la mujer. Compuesta por dos hormonas, un estrógeno y
un progestínico, que interfieren en los mecanismos hormonales que regulan la
actividad reproductiva de la mujer. Causa los siguientes efectos:
1. Bloqueo de la ovulación
2. Alteración de la mucosidad que impide a los espermatozoides subir hacia las
trompas de Falopio.
3. Alteraciones de las trompas y del útero que impiden el paso y la anidación del
embrión. Este último efecto es abortivo.
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o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio,
impedir la procreación.
La unión conyugal tiene dos dimensiones; unitiva y procreadora. Separar estas dos
dimensiones significaría perjudicar la verdad intima de la sexualidad. La procreación
responsable consiste en asumir la sexualidad en su verdad. Frente a la elección de tener
o distanciar o evitar una concepción, la pareja podrá decidir si hacer los actos conyugales
en momentos en que es o no posible una concepción, sin que esto altere la verdad objetiva
de aquel acto. En este sentido, no es, en cambio, responsable manipular el acto conyugal
de modo que exprese solo la dimensión psicológico-afectiva y no la procreadora, porque la
persona es una unidad-totalidad.
El problema no es si los métodos “naturales” son lícitos, porque respetan el ritmo biológico
“natural” de la mujer, mientras que la anticoncepción “artificial” es ilícita porque perturba
la naturaleza biológica. Lo que está en juego no es la naturaleza en el sentido biológico del
término, sino la dignidad personal del amor, y por tanto, la naturaleza humana racional,
que es material y espiritual a la vez. El hecho de que el amor humano tome la forma de un
intercambio sexual y este estructuralmente tan ligado a la procreación no depende de una
elección arbitraria de nuestra libertad. Es un dato de la naturaleza humana racional.
Separar esta unión estructural es contradecir no solo la naturaleza “biológica” de la
persona, sino también la naturaleza “humana” racional, es decir, la unidad de la persona.