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PANORAMA DE LA LITERATURA
ARGENTINA
Escrituras, temas, estilos
A lfred o E . F ra s c h in i
PANORAMA DE LA LITERATURA
ARGENTINA
Escrituras, temas, estilos
A lfre d o E . F r a s c h in i
Kapelusz
DEPARTAMENTO DE EDICIONES
Dirección: Martha Güerzoni de García Lanz
DEPARTAMENTO DE ARTE
Dirección: Sandra Donin
3
P or m ares y p o r tierras, Eduardo Wilde, 60 Flirt, Fray Mocho, 96
Vida m od ern a, Eduardo Wilde, 61 Roberto J. Payró:
Retrato y caricatura, 6 l periodista, narrador, dramaturgo, 96
R etratos y recu erdos, Lucio V. Mansilla, 62 C om icios baratos, Roberto J. Payró, 9 8
L a g ran a ld ea , Lucio V. López, 62 P on ch o d e veran o, Roberto J. Payró, 98
Ig n acio P irovan o, Eduardo Wilde, 63 Realidad, ciencia-ficción y mundos extraños
Ju v en ilia, Miguel Cañé, 64 en la prosa de Lugones, 98
Del Realismo al Naturalismo. Otros textos
Eugenio Cambaceres, 6 6 C osas d e la p o lítica , Nemesio Trejo, 100
Sin rum bo, Eugenio Cambaceres, 6 7 Los hom bres sin p erson alid ad ,
El ciclo de la Bolsa. Julián Mattel, 69 Jo sé Ingenieros, 100
L a B olsa, Julián Martel, 70 H as vuelto, Evaristo Carriego, 101
Otros textos
L a lluvia, Eduardo Wilde, 7 4 Módulo 5. La masas, el poder y las letras
Una excu rsión a los in d ios ran qu eles,
Después del Centenario, 103
Lucio V. Mansilla, 7 4
E sp a tod os la co b ija ..., Arturo Jauretche, 104
Q uilito, Carlos María Ocantos, 75
Horacio Quiroga:
la revelación de una experiencia, 105
Módulo 4. Las letras del nuevo siglo
A la deriva, Horacio Quiroga, 106
Política, artes y ciencias entre las luces Ju a n D arién , Horacio Quiroga, 107
del Centenario, 77 E l p e c a d o o rig in al d e A m érica,
Rubén Darío: una presencia definitoria, 78 Héctor A. Murena, 108
A u tobiografía, Rubén Darío Hacia una nueva novela argentina, 109
P a la b ra s lim in ares, Rubén Darío, 7 8 Ricardo Güiraldes:
Carlos Guido Spano: la delicada transición el rescate del mundo gauchesco, 109
del Romanticismo al Modernismo, 79 D on Segundo Som bra, Ricardo Güiraldes, 109
H ojas a l viento, Carlos Guido Spano, 79 La canción criolla: del sainete al disco, 112
M arm órea, Carlos Guido Spano, 79 P ara qu ererte n ací, Antonio Martino, 112
M yrta en e l bañ o, Carlos Guido Spano, 80 H opa, hopa, hopa,
O da a u n a m u jer am ad a , José Alonso y Trelles, 113
Carlos Guido Spano, 80 Roberto Arlt: entre la picaresca
Leopoldo Lugones y la culminación y la utopía, 113
de un estilo, 81 E l ju g u ete rabioso, Roberto Arlt, 114
E l bu qu e, Leopoldo Lugones, 81 Los siete locos, Roberto Arlt, 115
D electación m orosa, Leopoldo Lugones, 82 E l tu rco q u e ju eg a y su eñ a, Roberto Arlt, 116
C laro d e lu n a, Leopoldo Lugones, 82 Oliverio Girando y Alfonsina Storni:
A los g a n a d o s y las m ieses, dos formas de transgresión, 117
Leopoldo Lugones, 83 S alu d o a l hom bre, Alfonsina Storni, 117
E l jilg u ero, Leopoldo Lugones, 8 4 Voy a dorm ir, Alfonsina Storni, 118
Periodismo y literatura entre dos siglos, 85 El auge del tango, 118
C an illita, Florencio Sánchez, 85 Tango, Ricardo Güiraldes, 118
Del circo al teatro, 8 6 E l tango, Jorge Luis Borges, 118
Ju a n M oreira, Eduardo Gutiérrez, 8 7 G riseta, José González Castillo, 119
El sainete criollo. L a n ov ia au sen te, Enrique Cadícamo, 119
Un patio de conventillo..., 88 E l d ía q u e m e qu ieras, Alfredo Le Pera, 120
La com parsa se divierte, Alberto Vacarezza, 88 E l últim o organ ito, Homero Manzi, 120
Los d isfrazad os, Carlos M. Pacheco, 8 9 N aran jo en flo r, Homero Expósito, 120
Definición de la escena nacional, 90 Los hermanos Discépolo,
El drama rural. Florencio Sánchez, 90 testigos y fiscales de una época, 121
L a grin ga, Florencio Sánchez, 91 Los sainetes de Armando, 121
Gregorio de Laferrére, genuino M ustafá, Armando Discépolo, 122
representante de la comedia urbana, 93 M ateo, Armando Discépolo, 123
L ocos d e veran o, Gregorio de Laferrére, 93 Los tangos de Enrique, 124
Las d e B arran co, Gregorio de Laferrére, 94 T orm enta, Enrique Santos Discépolo, 124
La picaresca criolla, 95 C am balach e, Enrique Santos Discépolo, 125
4
El cine y la radio, nuevos caminos Arrabales, esquinas y patios, 1 4 5
de la comunicación estética, 125 C alle co n a lm a cén rosad o,
Las grandes preocupaciones nacionales. Jorge Luis Borges, 145
Eduardo Mallea y las dos Argentinas, 1 2 6 El infinito y los laberintos, 145
H istoria d e u n a p a sió n a rg en tin a , E l h a c e d o r o el fin de una etapa, 1 4 6
Eduardo Mallea, 1 2 6 ^■Borges y y o, Jorge Luis Borges, 1 4 6
Sociología del porteño. L eop old o L ugones, Jorge Luis Borges, 1 4 6
E l h o m b re q u e está solo y esp era, 1 2 7 A rte p o étic a , Jorge Luis Borges, 1 4 7
Ezequiel Martínez Estrada: La transición, 1 4 7
el hombre y la naturaleza, 1 2 7 La n o ch e c íclica , Jorge Luis Borges, 1 4 7
R a d io g ra fía d e la p a m p a , La construcción de un “aleph” poético, 1 4 8
Ezequiel Martínez Estrada, 1 2 7 Julio Cortázar: Latinoamérica y el exilio, 1 4 9
Leopoldo Marechal: tradición clásica, Lo fantástico y la irracional, 1 4 9
vanguardia y vida cotidiana, 1 2 8 La palabra y la imagen, 1 5 0
A d án B u en osay res, Leopoldo Marechal, 1 2 9 Torito, Julio Cortázar, 1 5 0
Otros textos L a n o ch e b o ca rrib a , Julio Cortázar, 151
C arta a B orges, Macedonio Fernández, 1 3 0 R ay u ela: búsqueda y discusión, 151
F u i a l río, Juan L. Ortiz, 130 R ay u ela, Julio Cortázar, 151
E sp an tap ájaros, Oliverio Girando, 131 Ernesto Sabato:
de la ciencia a la literatura, 153
M ódu lo 6. D e la s v a n g u a rd ia s H om bres y en g ran ajes, Ernesto Sabato, 153
a la p o s m o d e r n id a d S ob re alg u n os m ales d e la ed u ca c ió n ,
Ernesto Sabato, 1 5 4
Del peronismo al antiperonismo, 1 3 3
Narrativa y revelación, 1 5 4
La democracia vigilada, 133
Los tiempos finales, 155
Autoritarismo y violencia, 134
A b b a d ó n e l ex term in ad or,
El precio de una dura experiencia, 134
Ernesto Sabato, 155
Una vez más, la identidad nacional
El teatro: lo viejo y lo nuevo, 1 5 6
com o problema, 135
En busca del público perdido, 1 5 7
Rodolfo Kush:
Sergio de Ceceo y una nueva visión
cultura e identidad nacional, 135
del mundo clásico, 1 5 7
La sed u cció n d e la b a rb a r ie,
E l reñ id ero, Sergio de Ceceo, 1 5 8
Rodolfo Kush, 136
Roberto Cossa y el “neogrotesco”, 1 5 8
G eocu ltu ra d e l h o m b re a m erica n o ,
G ris d e a u sen cia , Roberto Cossa, 1 5 9
Rodolfo Kush, 136
La cultura popular y las manifestaciones
Cultura oficial y cultura popular, 1 3 6
folclóricas, 160
Héctor A. Murena:
Un fenóm eno llamado rock nacional, 160
Europa, América, la Argentina, 1 3 7
Frente al nuevo milenio, 161
P oten cialid ad es, H. A. Murena, 1 3 8
Otros textos
La lecció n a los d esp oseíd os:
L a ca sa , Carlos Gorostiza, 162
Martínez E strada, H. A. Murena, 1 3 8
V ariacion es so b r e e l tiem po,
Ix*s años 60: el cambio y la apertura, 1 4 0
's -01ga Orozco, 162
Una visión estética de la historia
D av id ca n ta su salm o, Marco Denevi, 1 6 3
y de la vida, 140
Bomarza lo bello y lo monstruoso, 141
P r o y e c to , 1 6 4
B'-jmarzo, Manuel Mujica Láinez, 141
La ciudad y su historia menuda, 142
G lo s a rio , 1 6 6
B h om b recito d el azu lejo,
Manuel Mujica Láinez, 143
B ib lio g r a fía , 1 6 8
El desarrollo de la televisión, 1 4 4
Jorge Luis Borges:
una presencia ineludible, 144
B u en os A ires (de E logio d e la som bra),
Jorge Luis Borges, 145
B u en os A ires (de El otro, e l m ism o),
' : rge Luis Borges, 145
5
Palabras al alumno
Al hojear este libro, te encontrarás con representantes del período colonial, de los
un puñado de escritores argentinos. Algu primeros años de vida independiente, de
nos de ellos, com o Florencio Sánchez, los duros tiempos de enfrentamientos entre
Horacio Quiroga, Alfonsina Storni y Julio unitarios y federales, de la Organización
Cortázar, nacidos en otras tierras, pero ar Nacional, de los años iniciales del siglo XX,
gentinos por elección y permanencia en un del lapso entre las dos guerras, y de los
modo de ser, pensar y sentir. Verás también tiempos modernos, a lo largo de la segun
que, de acuerdo con la división en etapas da mitad de ese siglo.
que hemos adoptado, en ese puñado hay
Presencias y ausencias
Quizás te resulte curioso que nos de literario, hagamos puntuales referencias a
tengam os m ucho en sus textos y digamos las circunstancias históricas, políticas y
muy poco sobre sus biografías; que sien sociales que dieron marco a la com posi
do el tema de este libro em inentem ente ción y publicación de esos textos; y que
6
junto a las creaciones consideradas “gran- no siempre han tenido lugar en los libros
des”, por su calidad, su estilo o la fama destinados a la formación estudiantil, co
que han alcanzado, hayamos colocado mo el sainete, el tango, la canción folcló-
otras manifestaciones de la literatura que rica y el rock.
Lectura y motivación
Queremos que conozcas a los autores guía de tus profesores, a vincular obras y
que aparecen aquí y que disfrutes de sus autores y establecer líneas de contacto en
textos. Aspiramos a que, a partir de ellos, tre la literatura y las otras artes.
te acerques a otros autores y otros textos. Nos gustaría, por fin, que el placer de
Estamos seguros de que esos conocim ien la lectura y el conocimiento de los proce
tos y esas lecturas te ayudarán a com sos culturales que permitieron el naci
prender la historia cultural de tu país y los miento de esas obras, te motivaran para
fenómenos de los que hoy sos actor y es escribir y convertirte así, vos también, en
pectador. un creador de situaciones, de belleza, de
Confiamos en que las actividades indi ideas, y en un crítico de la realidad histó-
viduales y colectivas que proponemos, así rico-social y de las creaciones ajenas.
como el proyecto de investigación con el Un largo camino comienza, necesaria
que cerramos el libro, te inducirán, con la mente, con un paso. Atrevete a darlo.
7
Palabras al docente
Presencias y ausencias
Nos hemos propuesto, en estas páginas, Ello no significa que dejemos de lado a
presentar un panorama de la literatura argen otros porque no los consideremos impor
tina a través de algunas muestras de distintos tantes o representativos. Con ellos podría
géneros y autores, elegidos por su indiscuti mos hacer varios libros similares a este, e
ble calidad literaria y por la importancia que igualmente seguiríamos en deuda con otros
manifestaron en el momento de producirse y poetas, narradores, dramaturgos o ensayis
en la influencia que ejercieron sobre el pen tas de los muchos y buenos que hay en las
samiento o las letras argentinas. letras argentinas.
8
Literatura, historia y sociedad
Frente a los muy diversos modos de pe- mayores márgenes de interpretación cada
riodizar la literatura argentina, complejo te fenómeno literario en su contexto socio-
ma sobre el que se han llegado a hacer cultural.
congresos con especialistas, hemos optado
por cortes vinculados con la evolución po Hemos tratado de compilar textos de dis
lítica y social del país: la época colonial y tintos géneros y especies en cada módulo;
los primeros años de vida independiente, pero a la vez consideramos que no debían
el largo enfrentamiento entre unitarios y faltar en ellos las expresiones de la cultura
federales, la Organización Nacional y los popular, literarias y poético-musicales, co
grandes contrastes entre la vida porteña y mo el sainete, el tango, las producciones de
la vida rural, los años de progreso y ex inspiración folclórica, el rock y otras simila
pansión y las oleadas inmigratorias, la res. De allí, la inclusión de algunos textos
irrupción de las masas en el campo políti ensayísticos de autores que han trabajado
co con sus secuelas de inestabilidad demo sobre la problemática cultural argentina y
crática y las alternativas de los últimos los distintos tipos de cultura que conviven
tiempos. Ello nos permite encuadrar con en nuestra sociedad.
El libro en el aula
Nos hemos esforzado por idear activi como modelo de organización y presenta
dades que fueran motivadoras de nuevas ción de otros que el alumno deba realizar.
lecturas y a la vez, incentiva doras de la No dudamos de que hay en el libro más
producción individual y la discusión co huecos que materiales; pero estamos segu
lectiva amplia y enriquecedora. ros de haber trazado un camino a través del
Incluimos también un Proyecto final, de cual el docente podrá ir llenando esos hue
liberadamente pautado, para que además cos a partir de su propia formación y expe
de ofrecer una propuesta determinada sirva riencia.
A lfr e d o E. F r a s c h in i
9
Nacimiento e infancia de nuestra literatura
Los prim eros cronistas y poetas. La cultura colonial. La cultura virreinal.
N eoclasicism o y barroco. Literatura y política. P oesía patriótica de nivel culto y
popular
El punto inicial
Allí levantamos una ciudad que se llam a Buenos Aires, esto quiere decir buen viento.
También traíamos de España, sobre nuestros buques, setenta y dos caballos y yeguas, que
así llegaron a dicha ciudad de Buenos Aires. Allí, sobre esa tierra, hemos encontrado unos
indios que se llaman Querandís, unos tres mil hombres con sus mujeres e hijos; y nos tra
jeron pescados y carne para que comiéramos.
A. sí contaba el soldado alemán Ulrico parte del continente y titulado Viaje a l Río
Schmidel, integrante de la expedición de de la Plata- registra los sucesos de esa vida
Pedro de Mendoza, los primeros momentos dura, en una aldea rodeada por un foso y
de la historia de la ciudad fundada en 1536 una empalizada, pendiente, para su susten
por el Adelantado a orillas del Río de la to, de la buena relación con los indígenas.
Plata. Entre la historia y la n o v e l a e l texto Uno de esos episodios recuerda un caso de
-e l primero en su género12* escrito en esta antropofagia provocada por el hambre:
Fue tal la pen a y el desastre del ham bre que no bastaron ni ratas ni ratones, víboras ni
otras sabandijas; hasta los zapatos y cueros, todo tuvo que ser comido. Sucedió que tres
españoles robaron un caballo y se lo com ieron a escondidas; y así que esto se supo se les
prendió y se les dio tormento para que confesaran. Entonces se pronunció la sentencia de
que se ajusticiara a los tres españoles y se los colgara en una horca. Así se cumplió y se los
ahorcó. No bien se los había ajusticiado, y se hizo la noche y cada uno se fu e a su casa,
algunos españoles cortaron los muslos y otros pedazos del cuerpo de los ahorcados, se los lle
varon a sus casas y allí los comieron. También ocurrió entonces que un español se com ió a
su propio herm ano que había muerto.
U lrico Schm idel
Viaje a l Río de la Plata, Buenos Aires, Ediciones Nuevo Siglo, 1995.
Esta penuria es el primer motivo inspi que venían con Mendoza, lo recoge en su
rador de desarrollo literario en estas tierras. Romance elegiaco.
Luis de Miranda, uno de los ocho clérigos
1 Para el estudio puntual de la literatura narrativa se recomienda la consulta de Alicia Susana Montes de Faisal,
El v iejo o fic io d e c o n ta r h istorias. E l d iscu rso n arrativo. Buenos Aires, Kapelusz, 1999 (Biblioteca del Polimodal).
2 Género (literario): cada una de las tres grandes formas de la literatura: la narrativa, la poesía lírica y el teatro.
? Aquesto: arcaísmo por “esto”.
11
Miranda atribuye a estas desgracias un No muchos años más tarde el cronista
origen de orden moral: la condena a muer asunceño Ruy Díaz de Guzmán (1558-1629)
te, sin derecho a juicio, de Juan de Osorio, recogió el episodio y lo incluyó en un capí
ordenada por Mendoza en las costas de Río tulo de La Argentina manuscrita-.
de Janeiro.
En este tiempo padecían en Buenos Aires cruel hambre, porque faltándoles totalmente la
ración, com ían sapos, culebras, y las carnes podridas que hallaban en los campos, de tal
m anera que los excrementos de los unos com ían los otros, viniendo a tanto extremos de
ham bre como en tiempo que Tito y Vespasiano tuvieron cercada a Jerusalén y com ieron car
ne hum ana; así le sucedió a esta mísera gente, porque los vivos se sustentaban de la carne
de los que morían, y aun de los ahorcados p or justicia, sin dejarles más que los huesos, y tal
vez hubo herm ano que sacó la asadura y entrañas a otro que estaba muerto para susten
tarse con ella.
Ruy Díaz de Guzmán
La Argentina,
Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Nación, 1994.
Esta obra histórico-novelesca abarca los fue testigo de la segunda fundación de Bue
hechos acaecidos en estas tierras del sur nos Aires por Juan de Garay: Argentina y
americano a lo largo del siglo XVI y primeros conquista del Río de la Plata. El nombre que
años del XVII; y su título se vincula con el de después tomaría el territorio de nuestro país
un extensísimo poema escrito hacia 1580 por significa “platense” o “de plata”, a partir del
el sacerdote Martín del Barco Centenera, que nombre latino de la plata, “argentum”.
4 Véase Alonso de Ercilla, L a A rau can a. Buenos Aires, Kapelusz, 1970 (GOLU).
* El asterisco remite al Glosario que figura al final del libro.
© 12
1. M anuel M ujica Láinez recrea en “El ham cias entre cada fuente y el cuento de M u ji
bre ” -el prim er cuento de su libro Misteriosa ca Láinez.
Buenos Aires- el episodio de las penurias vi 2. En esta etapa de la historia americana se es
vidas por los hombres de Pedro de M e n d o criben obras historiográficas muy importantes
za en la aldea recién fundada. Se sugiere la como La Argentina manuscrita de Ruy Díaz de
lectura de este cuento por p a rte de todo el Guzmán, los Comentarios reales de Garcilaso
‘curso y la form ación de tres equipos para el de la Vega, el Inca, y la Verdadera historia de la
análisis de sus fuentes. Un equipo tra b a ja rá conquista de la Nueva España de Bernal Díaz
sobre el relato de Schmidel; otro, sobre el ro del Castillo. Se sugiere la formación de equipos
mance de Luis de M ira n d a ; el tercero, sobre para que cada uno de ellos compare fragmen
la crónica de Ruy Díaz de Guzm án. Los tos de las tres obras en aspectos estilísticos e
alumnos redactará n un informe final en el ideológicos y elabore un informe para discutir
que señalarán las coincidencias y d ife re n en clase.
La cultura colonial
Alumno de una de las primeras promo americano, cuyo soneto en honor de San
ciones del Colegio Máximo de Córdoba ta Rosa de Lima es un modelo de discurso
fue el poeta Luis de Tejedá (1604-1680), poético* místico-ético*.
ilustre representante del barroco* literario
13
Nace en provincia verde y espinosa Mas ya del cairel desaprisiona
tierno cogollo; apenas engendrado la virgen hoja, previniendo engaños;
entre las rosas, sol es ya del prado, la corta y pone en su guirnalda o zona.
crepúsculo de amor, mayo de rosas.
Así esta virgen tierna en verdes años
De los llantos del alba apenas goza; cortó su Autor, y puso en su corona:
cuando es del Dueño singular cuidado, ¡Oh, bien anticipados desengaños!
temiendo, o se lo tronche algún arado,
o se lo aje mano artificiosa.
Luis de Tejeda
“Soneto a Santa Rosa de Lima”, en Obras (selección),
Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Nación, 1994.
La marca de Góngora sé detecta en expre de hacerla morir joven para evitar que las
siones complejas como “llantos del albd’ y fuerzas del mundo puedan dañarla.
“crepúsculo de a m o f, y en el encadenamien Tejeda es autor de un extenso texto en
to de imágenes y metáforas que conforman verso y prosa, poblado de experiencias au
una alegoría. A través de este recurso, el poe tobiográficas y reflexiones morales: El Pere
ta delinea la vida virtuosa de Rosa y manifies grino en Babilonia 5, que recoge el tema del
ta la necesidad del “Dueño” y “A utof (Dios), viaje cuyo modelo es la Odisea homérica.
¿Cómo eran por entonces los paisajes y vos com erciantes que tratan de muías; y
las ciudades de la región que luego sería el otras históricas- cuyo autor, Calisto Busta-
Virreinato del Río de la Plata? ¿Cómo eran mante Carlos Inca, alias Concolorcorvo,
y cómo vivían sus habitantes rurales y ur compuso a partir de las memorias del fun
banos? ¿Qué medios de comunicación cionario de correos don Alonso Carrió de
existían? Un entretenido libro con larguísi la Vandera, nos brinda una descripción co
mo título -E l lazarillo de ciegos cam inan lorida de paisajes, personajes, usos y cos
tes desde Buenos Aires hasta Lima, con sus tumbres de las regiones atravesadas en el
itinerarios según la más puntual observa viaje del título.
ción, con algunas noticias útiles a los nue Así habla de Buenos Aires:
Esta ciudad está situada a l Oeste del gran Río de la Plata y, me parece, se puede contar
p or la cuarta del gran gobierno del Perú, dando el prim er lugar a Lima, el segundo a l Cuz
co, el tercero a Santiago de Chile y a esta el cuarto. (...) Hay pocas casas altas, pero algunas
bastante desahogadas y muchas bien edificadas con buenos muebles, que hacen traer de la
rica m adera delJaneiro por la Colonia del Sacramento. Algunas tienen grandes y coposas p a
rras en sus patios y traspatios. (...) No hay estudios públicos, por lo que algunos envían sus hi
jos a Córdoba y otros a Santiago de Chile, no apeteciendo las conveniencias eclesiásticas de
su país, por ser de muy corta congrua 6 y sólo suficientes para pasar una vida frugal. (...) Es
ta ciudad está bien situada y delineada a la moderna, dividida en cuadras iguales y sus ca
lles de igual y regular ancho, pero se hace intransitable a p ie en tiempo de aguas, porque las
grandes carretas que conducen los bastimentos y otros materiales, hacen unas excavaciones
en medio de ellas en que se atascan hasta los caballos e impiden el tránsito de los de a pie,
5 Este es, en rigor, el título del segundo tramo de la obra, que Ricardo Rojas tomó como título general para la edi
ción de la obra que él dirigió.
6 Congrua: ganancia, poder económico.
14
principalmente el de una cuadra a otra, obligando a retroceder a la gente, y muchas veces a
quedarse sin misa cuando se ven precisados a atravesar la calle.
C on colorcorvo
El lazarillo de ciegos caminantes. Buenos Aires, Emecé, 1997.
El texto de Concolorcorvo registra por primera vez la figura del gaucho, al que llama
■gauderio", con estos caracteres:
Estos son unos mozos nacidos en Montevideo y en los vecinos pagos. Mala cam isa y peor
lestido, procuran encubrir con uno o dos ponchos, de que hacen cam a con los sudaderos
del caballo, sirviéndoles de alm ohada la silla. Se hacen de una guitarrita, que aprenden a
tocar muy m al y a cantar desentonadamente varias coplas, que estropean, y muchas que
sacan de su cabeza, que regularmente ruedan sobre amores. Se pasean a su albedrío p or to
da la cam paña y con notable com placencia de aquellos sem ibárbaros colonos, comen a su
costa y pasan las sem anas enteras tendidos sobre un cuero cantando y tocando. Si pierden
el caballo o se lo roban, les dan otro o lo toman de la cam paña enlazándolo con un cabres-
to muy largo que llam an rosario. Ob. cit.
Desde un ángu\o más técnico y erudito, pecialistas vinculados con la orden jesuíti-
la descripción geográfica y etnográfica fue ca y con el emprendimiento cultural cor
abordada en la misma época por Thomas dobés: Nicolás del Techo. Franfois Charle-
Falkner -físico inglés, discípulo de Newton voix y Martín Dobritzhoffer. entre otros,
que enseñó en la Universidad de Córdo escribieron tratados de historia de los pue
b a - en su Descripción de la Patagonia y blos e instituciones de la región. Otros dos
sus adyacencias en Sud América, y por Pe profesores de Córdoba. Antonio Machioni
dro Lozano en su Descripción del Gran y Alonso de Barzana escribieron gramáti
Chaco Gualumba. Los aspectos históricos cas y vocabularios de algunas lenguas in
fueron estudiados entonces por varios es dígenas americanas.
1. Los centros educativos de los jesuítas dieron 2. Varios templos católicos del centro y noroes
gran importancia al desarrollo de la música. Do- te argentino -como la Catedral de C órdoba-
ménico Zipoli, llamado “el Vivaldi de Córdoba”, tienen rasgos del llamado barroco americano ,
compuso numerosas obras de claro estilo barro variante local con caracteres propios del barro
co. Se sugiere que los alumnos escuchen algunas co español. Los alumnos buscarán material g rá
obras de Zipoli 7 y de Vivaldi, y con apoyo del fico sobre estos templos y, con ayuda del profe
profesor de Música realicen una comparación sor de Plástica, organizarán una clase sobre es
técnica, formal y estética, entre unas y otras. te estilo.
La cultura virreinal
La creación del Virreinato del Río de la educación y la cultura de la región del Tu-
Plata en 1776 da a Buenos Aires un impul cumán y una virtual anulación de activida
so político notable que se refleja en la cul des culturales en las Misiones del Guayrá.
tura y en las letras. Intelectuales, artistas y artesanos provenien
tes de esos centros educativos se instalaron
La expulsión de los jesuítas, en 1767, ha en Buenos Aires y se incorporaron a los
bía provocado cambios importantes en la grupos locales de acción cultural.
Existe una producción discográfica del sello Melopea 992) titulada M ú sica d e la s m ision es d e C hiqu itos que
contiene varias obras de Zipoli.
15
Durante la gestión virreinal de Juan José neoclasicismo*, tendencia estética a la que
de Yértiz y Salcedo se funda el Real Colegio adhirieron varios poetas de entonces, entre
de San Carlos, en el predio de la llamada ellos el autor de nuestro Himno Nacional,
"manzana de las luces” (actuales calles More Vicente López y Planes.
no. Perú. Alsina y Bolívar, en las proximida
En abril de 1801, durante la gestión del
des de la Plaza de Mayo), y cerca de allí se
virrey Joaquín del Pino, aparece el primer
levanta el Teatro de la Ranchería8. En el Co
periódico porteño, El Telégrafo Mercantil,
legio se irán formando intelectual e ideológi
Rural, Político, Económico e Historiográfi-
camente los hombres que habrán de dirigir el
trayecto de la transformación política de las
co, fundado por Francisco Cabello y Mesa.
En ese número inicial Lavardén publica su
colonias en una nación independiente. En el
“Oda al majestuoso Paraná”, obra que pro
escenario de la Ranchería los porteños cono
voca polémicas críticas, imitaciones y paro
cerían muchas obras de origen europeo y
dias. Inspirado en las Geórgicas de Virgilio,
también el primer drama argentino, Siripo, de
el poeta da sentido didáctico9 a sus versos
Manuel José de Lavardén, obra de la cual só
(agrega incluso algunas notas explicativas
lo se conservan algunos fragmentos.
al texto), que acaso por esto mismo pier
Este escritor, más conocido por su pro den vuelo poético y adquieren una expre
ducción lírica, es un representante del sión más adecuada a la prosa.
M anuel Jo sé de Lavardén
“Oda al majestuoso Paraná” (versos 1-8), en La Lira Argentina,
Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1982.
Con estas palabras Lavardén inicia su in pañado con señales de victoria y escoltado
vitación al río para que descienda desde la por sus afluentes, el Paraguay y el Uruguay,
escondida gruta en la que se había replega a los que presenta como dioses tributarios.
do a causa de la incursión de los corsarios A su paso, los campos sedientos recobrarán
ingleses. Desea que ese retorno sea acom su fecundidad.
8 Teatro de la Ranchería: Es el primer teatro que tuvo la ciudad de Buenos Aires en la época del virrey Vértiz.
9 Didáctico: relativo a la enseñanza; sentido didáctico es sentido educativo.
16
el árido terrón, haces que admita
de calor y hum edad ferm entos caros.
Y con el mismo motivo, escribe un ro ta un guaso10, en estilo campestre, los triun
mance octosilábico en lengua coloquial, de fos del Excmo. D. Pedro Cevallos”. Es, sin
dudosa ortografía, con sintaxis sencilla y lé duda, el más lejano antecedente de la lite
xico salpicado de términos típicos de los ratura gauchesca.
suburbios y de la zona rural, titulado “Can
10 Guaso: ordinario, rústico; para algunos es sinónimo de “gaucho”.
Aquí me pongo a cantar y repartido en las pampas,
abajo de aquestas talas, donde con guam pas y lazo
del mayor guaina del mundo sean de nuestra lechigada.
los triunfos y las gazañas,
del Señor de Cabezón Su colonia, raz con raz,
que por fu erza es cam arada desque queda con la playa,
de los guapos Cabezones y en ella ¿quando la otra
que nada tienen de mandrias. harán de azulejos casas?
Hé de puja, caballero Perdone Señor Ceballos
y bien vaia toda su alm a mi rana silvestre y guaza,
que a los portugueses jaques que las germ anas de Apolo
a surrado la badana. no habitan en las campañas.
Como a obejas los ha arriado
Ju an B altasar M aciel
“Canta un guaso...”, en La literatura virreinal,
Buenos Aires, CEAL, 1967.
(En nivel culto actual, el texto dice.- Aquí me pongo a ca n ta r/ debajo de estos ta la s/ del
mayor hom bre del mundo / los triunfos y las hazañas, / del Señor de Cabezón / que p or fu er
za es cam arada / de los guapos Cabezones / que nada tienen de cobardes/H om bre de va
lor, caballero, / y bien vaya toda su alm a / que a los portugueses fan farron es / les ha dado
una paliza. / Como a ovejas los ha arreado / y repartido en las pampas, / donde con cuer
nos y lazos/sean de nuestra cuadrilla. (...) Su colonia, ras con ras1111, /d e s d e que queda con
la playa, / y en ella ¿cuándo la o tra / harán de azulejos casas?/Perdone Señor C evallos/ mi
rana silvestre y sencilla, / que las herm anas de Apolo / no habitan en los campos.)
La única alusión mitológica del texto -las -cuyo croar poco tiene de canto refinado-
“germanas de Apolo”, esto es, las Musas*, es una clara oposición a figuras como el
que no habitan en nuestros campos- sirve ruiseñor y otras aves tantas veces evocadas
para renegar de las referencias al mundo por los poetas para subrayar la excelencia
clásico en un texto popular. Paralelamente, de su canto.
la mención de la “rana silvestre y guasa”
1. Los conceptos de “culto" y "popular” han sido las manifestaciones folclóricas; entre la pintura
muy discutidos y confrontados en la Argentina, de Fernando Fader y los dibujos de Florencio
por las connotaciones sociales y políticas que M olina Campos.
ellos encierran. Se sugiere la formación de tres
Será muy importante el asesoramiento de los pro
equipos que investigarán aspectos “cultos” y
fesores de Música y Plástica para este trabajo.
“populares" en distintas manifestaciones de la
cultura argentina: la literatura, la música y la 2. Con los informes obtenidos puede realizarse
plástica, por ejemplo. Pueden establecer com un debate sobre lo culto y lo popular en las a r
paraciones formales, de vocabulario y recursos, tes y las letras argentinas, coordinado por el
temáticas y técnicas, entre la poesía de Borges profesor de Literatura y los profesores de Músi
y el tango o el rock; entre la música sinfónica y ca y Plástica.
18
Hacia una literatura rioplatense
¿No sería la obra más acepta a la humanidad, porque la pondría a cubierto de la opreso
ra esclavitud de sus preocupaciones, el dar ensanche y libertad a los escritores públicos para
que las atacasen a viva fuerza, y sin compasión alguna? Así debería ser seguramente: pero la
triste experiencia de los crueles padecim ientos que ban sufrido cuantos han intentado com
batirlas, nos arguye la casi imposibilidad de ejecutarlo. (...) Desengañémonos a l fin que los
pueblos yacerán en el embrutecimiento más vergonzoso, si no se da una absoluta franquicia
y libertad para hablar en todo asunto que no se oponga en modo alguno a las verdades san
tas de nuestra augusta religión, y a las determinaciones del gobierno, siempre dignas de
nuestro mayor respeto. (...) Seamos, una vez, menos partidarios de nuestras envejecidas opi
niones; tengamos menos am or propio; dese acceso a la verdad y a la introducción de las lu
ces y de la ilustración: no se reprima la inocente libertad de pensaren asuntos del interés uni
versal; no creamos que con ella se atacará jam ás impunemente a l mérito y la virtud, porque
hablando por sí mismos en su fav or y teniendo siempre por árbitro im parcial a l pueblo, se re
ducirán a polvo los escritos de los que indignamente osasen atacarles.
M ariano M oreno
“Sobre la libertad de escribir”, en Gaceta de Buenos Aires, 21 de junio de 1810.
Empezó nuestra revolución y en vano los mandatarios de España ocurrirán con mano tré
mula y precipitada a empuñar la espada contra nosotros: ellos erguían la cabeza y juraban
apagar con nuestra sangre la llama que em pezaba a arder; pero luego se ponían pálidos al
ver la insuficiencia de sus recursos. La Plata rasgó el velo; La Paz presentó el cuadro; Quito
arrostró los suplicios; Buenos Aires desplegó a la fa z del mundo su energía y todos los pueblos
juraron sucesivamente vengar la naturaleza ultrajada por la tiranía. Ciudadanos, he aqu í la
época de la salud: el orden inevitable de los sucesos os ha puesto en disposición de ser libres si
queréis serlo: en vuestra mano está abrogar el decreto de vuestra esclavitud y sancionar vues
tra independencia. Sostener con energía la majestad del pueblo, fom entar la ilustración; tales
deben ser los objetos de esta sociedad patriótica, que sin duda hará época en nuestros anales,
si, como yo lo espero, fija en ellos los esfuerzos de su celo y am or público.
B ern ard o de M onteagudo
Oración inaugural pronunciada en la apertura de la Sociedad Patriótica
la tarde del 13 de enero de 1812.
19
Política y poesía
Desde un punto de vista literario, lo más De los 132 poemas que incluye la colec
valioso de toda esa producción inspirada en ción, 37 son de autor anónimo, y el resto de
sucesos políticos, como testimonio y como poetas como Fray Cayetano Rodríguez,
manifestación estética, es la serie de poe Juan Cruz Varela, Francisco de Paula Casta
mas aparecidos en periódicos y revistas en ñeda, Vicente López y Planes, Bartolomé
tre 1801 y 1824 que en su mayoría fueron Hidalgo, y otros de menor fama. Con res
recopilados bajo el título general de La Li pecto a su temática y a sus formas, dice Pe
ra Argentina. dro Luis Barcia:
“Cuanto hecho m ilitar o civil reafirm e el cam ino de la independencia iniciado en Ma
yo, encontrará aqu í su celebración poética. Las form as preceptivas - la loa, la oda, el can
to, las canciones y m archas m usicalizadas- son maneras de encomio, vivas poéticos, expre
siones del festejo, de la alabanza, de la conm emoración; form as del aplauso por los triunfos
en los campos de com bate o los aciertos decisivos en los salones de asam bleas y congresos. El
ánim o que nutre esta poesía es común a todos los poetas del momento. ” (La Lira Argentina.
Edición crítica, estudio y notas de Pedro Luis Barcia. Buenos Aires, Academia Argentina de
Letras, 1982J.
Uno de esos poemas es la “Marcha pa reconstruida por Juan Pedro Esnaola, es
triótica” de Vicente López y Planes que la una oda lírico-épica* en nueve octavas de
Asamblea del año XIII consagró como Him versos decasílabos y un coro constituido
no Nacional. Inspirado en La Marsellesa de por dos octosílabos y dos decasílabos.
Rouget de Lisie y en el Canto guerrero p a
ra los asturianos de Gaspar de Jovellanos, El apostrofe* inicial exhorta a los hom
el texto de López y Planes que musicalizó bres a contemplar el surgimiento de una
Blas Parera y hoy cantamos en la versión nación:
20
¿No lo veis sobre el triste Caracas
luto y llantos y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?
Ob. cit.
Pero Buenos Aires se pone a la cabeza saludan al argentino por su triunfo sobre los
de la resistencia y logra la victoria: los tira- opresores,
nos se repliegan y los pueblos americanos
Ju an Cruz Varela
“Por la libertad a Lima el 10 de julio de 1821”,
en La Lira Argentina, ed. cit.
12 Este título, que encierra una clave de la filosofía epicúrea, fue cambiado por “La superstición” en ediciones pos
teriores del poema.
21
de Ifigenia por parte de su padre Agame para obtener la victoria en Troya, exclama
nón, instigado por el sacerdote Calcas, el poeta:
Ju an Cruz Várela
“La preocupación” (versos 54-71), en La Lira Argentina, ed. cit.
Pero La Lira Argentina registra también alude a un tipo de canción bailable típica de
poesía escrita en lengua popular como los la llanura bonaerense) el poeta, identificado
cielitos y los diálogos del oriental Bartolomé como “un gaucho de la Guardia del Monte”,
Hidalgo (1788-1822), que pueden conside saluda irónicamente al Conde de Casa Flo
rarse antecedentes válidos de la poesía gau res, enviado español de Fernando VII resi
chesca. En uno de esos “cielitos” (el nombre dente en la corte de Río de Janeiro.
B artolom é Hidalgo
“Un gaucho de la Guardia del Monte contesta al manifiesto de Fernando VII y saluda
al conde de Casa-Flores con el siguiente cielito, escrito en su idioma”,
en La Lira Argentina, ed. cit.
! Maquines: intrigas, trampas.
22
Los motivos críticos de la política y las tan d a que separa a los amigos, son moti
malas costumbres sociales aparecen en va vos p ara mostrar actitudes, costumbres,
rios de sus “diálogos”, así llamados porque modos de com portamiento del gaucho que
en ellos son dos los interlocutores: Jacinto se entrelazan con la exaltación de las glo
Chano, capataz de una estancia en las islas rias guerreras y los ideales ciudadano s”.
del Tordillo, y Ramón Contreras, gaucho de (A.R. Cortazar, Folclore y literatura. Bue
la Guardia del Monte. nos Aires, Eudeba, 1964).
B artolom é Hidalgo
Diálogo patriótico interesante entre Jacinto Chano, capataz de una estancia en las islas
del Tordillo, y el gaucho de la Guardia del Monte”, en La Lira Argentina, ed. cit.
El ya citado Cortazar afirma que los sen momento, ya locales y menudos, ya de reso
timientos que animan a estas composicio nancia nacional’.
nes son “el am or a la patria sobre todo, y,
como consecuencia, el ansia ardorosa y por Tal vez la más famosa de las produccio
momentos conminatoria, de unión, de con nes poéticas de Hidalgo es la que contiene
cordia, de justicia y libertad. No se expresan el relato de la celebración del duodécimo
como invocaciones abstractas, sino que flu aniversario de la Revolución de Mayo en
yen naturalmente de los temas propios de Buenos Aires, obra que anticipa ciertos re
una conversación de gauchos y se apoyan cursos festivos del Fausto de Estanislao del
en la referencia a los sucesos candentes del Campo.
23
¡Ah, fiestas lindas, amigo! en coronas rematando
No he visto en los otros años y ramos llenos de flores
junciones más mandadoras, puestos a modo de lazos.
y mire que no lo engaño. Las luces como aguacero
El veinticinco a la noche colgadas entre los arcos,
como es costumbre empezaron. el cabildo, la pirami,
Yo vi unas grandes columnas la recoba y otros lados.
B artolom é Hidalgo
“Relación que hace el gaucho Ramón Contreras a Jacinto Chano, de todo lo que vio en
las fiestas mayas en Buenos Aires, en el año 1822”, en La Lira Argentina, ed. cit.
1. Leer en forma completa el Fausto de Esta 4. Los hombres de M ayo han sido tomados co
nislao del C am po y la “Relación...” de B arto mo protagonistas de obras de distintos géneros
lomé H idalgo y an a liza r los recursos em plea en la literatura argentina moderna. Se propone
dos por uno y otro poeta para caracterizar el la formación de cuatro equipos, cada uno de los
relato que un gaucho hace de un aconteci cuales leerá una de las siguientes obras: Maria
miento público como una función en el Teatro no Moreno de Gustavo G abriel Levene, Tres jue
C olón en un caso, y la celebración patriótica ces para un largo silencio de Andrés Lizarraga,
en el otro. El arrabal del mundo de Pedro Orgambide, y La
revolución es un sueño eterno de Andrés Rivera.
2. Escribir un relato de alguna celebración p a
Luego elaborará un informe en el que se anali
triótica en la plaza principal de la ciudad en
cen las semblanzas que cada autor ofrece de
que el alumno vive.
los principales personajes de su obra. Los cuatro
3. Los alumnos, acompañados por el profesor, informes se leerán en clase y se organizará un
asistirán a una función teatral, y luego efectua debate, dirigido por el profesor, sobre la visión
rán, individualmente, una crítica de la obra y ha que dan los libros de historia acerca de aque
rán observaciones sobre la reacción del público llos personajes y la que aparece en las obras
en distintos momentos de la representación. leídas.
© 24
Romance heroico
Si el déspota impío
atentare vil
vuestra libertad,
a l punto acudid.
«
Sudamericanos,
Esteban de Lúea
m irad ya lucir
de la dulce patria En La Lira Argentina, ed. cit.
la aurora feliz.
25
Las generaciones románticas
La Argentina dividida. Cultura unitaria y cultura federal.
Europeísm o y criollism o. El m ovim iento rom ántico en la Argentina.
G en eración de 1837. Literatura e ideología. Segunda g en eración rom ántica.
© 26
Un largo camino hacia la república
“Nosotros hemos tenido dos existencias en el mundo -d ecía Juan Bautista Alberdi en el
Fragmento prelim inar a l estudio del derecho- una colonial, otra republicana. La prim era
nos la dio España, la segunda, la Francia. ”
Vosotros creisteis que a l em anciparnos de los partidos de nuestro país -s e refiere a las
ideas de confraternización expuestas en el Dogma Socialista de la Asociación de Mayo, de
1837- queríamos ponernos en lucha con ellos y disputarles la suprem acía social: os
engañasteis. Queríamos solamente, haciendo abstracción de las personas, traer las cues
tiones políticas a l terreno de la discusión, levantando una bandera doctrinaria. Queríamos
echar en nuestra sociedad dilacerada y fraccion ada en bandos enemigos un principio
nuevo de concordia, de unidad y de regeneración. Queríamos, en suma, levantar la tradi
ción de Mayo a la altura de una tradición viva, grandiosa, imperecedera, que, a l través de
los tiempos y de las revoluciones, brillase siempre como la estrella de esperanza y de sal
vación de la Patria. Eso mismo queremos hoy y por ese interés, más grande que cualquiera
otro, volvemos a m ortificar vuestras nimias susceptibilidades.
Ya veis, pues, que si ahora com o entonces os volvéis a im aginar que intentamos arrojar
con un cisma una nueva tea de discordia entre las pasiones que nos dividen, os volveréis a
engañar, y a reproducir en vuestros corrillos las cóm icas escenas del pasado.
Esteban E ch everría
Dogma Socialista: Ojeada retrospectiva, en La Cautiva, El m atadero y otros escritos,
Buenos Aires, CEAL, 1967.
27
Teniendo en cuenta la experiencia histórica y la visión de Echeverría, ¿podríamos hablar
de una cultura unitaria y una cultura federal?
En nuestro trabajo La Cultura Argentina dedicamos un espacio a la caracterización de la
cultura unitaria y la cultura federal como manifestaciones opuestas, y entre otras cosas, de
cimos que “la cultura unitaria es la dem ocracia, el respeto al disenso ideológico; es la aper
tura a las ideas románticas provenientes de Francia e Inglaterra y el consiguiente rechazo
del despotismo ilustrado -y p or entonces ni siquiera ilustrado- español, con su carga de re
presiones con m áscara religiosa, con su pesado neoclasicismo y su ceguera a las form as de
progreso; es la adhesión a los sistemas económ icos liberales y flexibles, y la abjuración de to
da form a de monopolio; es la búsqueda de perfeccionam iento de las instituciones a través de
la educación de los ciudadanos y la negación al culto de los personajes providenciales, por
creíbles que parezcan sus promesas.
La cultura fed eral es, en la superficie, el refinamiento de un Pedro De Angelis, el polígrafo
que acom pañó a Rosas a lo largo de todo su gobierno; son las temporadas de ópera, ballet y
conciertos en los lujosos teatros porteños; son las vastas lecturas y los estudios lingüísticos de
Rosas; pero en el fon do es también el culto a la personalidad, a la autoridad y a l paternalis-
mo; y es la censura, el rechazo a todo lo moderno, sobre todo si viene de Francia o de Ingla
terra; es el mantenimiento de una primitiva econom ía pastoril; es la obsecuencia de persona
jes subalternos, concretada a veces en poemas, himnos o cantos rayanos en la chabacanería.
La cultura unitaria se elaboró a distancia, en el exilio, lejos de la problemática concreta de un
país que seguía su marcha; la cultura federal se desarrolló dentro de ese país, pero con fronteras
cerradas, conociendo la realidad cotidiana pero negándose a otras realidades trascendentes.
Lo más grave de esta situación es que, más allá de toda dicotomía, estaba enjuego un mo
delo de país. Y ese país terminó modelado con muchas cargas negativas de uno y otro bando.
Las contradicciones que nos persiguen hasta hoy no son casuales.
A. Frasch in i, T. Fritzsche, y F. Leocata,
La Cultura Argentina, Buenos Aires, Docencia, 1995. Tomo I.
Detrás de esta división subyace otra más y a veces conformista, un obstáculo para el
profunda, que se agudizará en los tiempos progreso.
de la Organización Nacional: la del criollis
Juan Bautista Alberdi (1810-1884) propo
mo frente al europeísmo.
ne una apertura a la inmigración europea
El pensamiento anti-rosista veía en la fi como medio de progreso y cultura para es
gura del criollo, en su carácter conservador tas latitudes americanas.
Cada europeo que viene a nuestras playas nos trae más civilizaciones en sus hábitos, que
luego com unica a nuestros habitantes, que muchos libros de filosofía. ¿Queremos plantar y
aclim ataren América la libertad inglesa, la cultura francesa, la laboriosidad del hom bre de
Europa y de Estados Unidos? Traigamos pedazos vivos de ella en las costumbres de sus ha
bitantes y radiquémoslas aquí.
Ju an Bautista Alberdi
Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina,
Buenos Aires, Estrada, 1970.
Alberdi entiende que la educación de las en los extensos territorios vacíos sudameri
masas populares a través del contacto con canos contribuirán a formar un país digno,
personas de mayor nivel cultural y el au según los cánones de su ideología liberal y
mento sustancial de la población distribuida progresista.
28
H aced pasar el “roto”, el “gaucho”, el “cholo”, unidad elem ental de nuestras masas popu
lares, por todas las transformaciones del mejor sistema de instrucción; en cien años no ha
réis de él un obrero inglés, que trabaja, consume, vive digna y confortablemente. Poned el
millón de habitantes, que form a la población m edia de estas Repúblicas, en el mejor p ie de
educación posible, tan instruido como el cantón de Ginebra en Suiza, como la más culta
provincia de Francia: ¿tendréis con eso un grande y floreciente Estado? Ciertamente que no:
un millón de hombres en territorio cóm odo para cincuenta millones, ¿es otra cosa que una
miserable población?
Se hace este argumento: educando a nuestras masas, tendremos orden; teniendo orden
vendrá la población de afuera. Os diré que invertís el verdadero método de progreso. No ten
dréis orden ni educación popular, sino p or el influjo de masas introducidas con hábitos
arraigados de ese orden y buena educación.
Ob. cit.
1. Los alumnos realizarán, con ayuda del pro 2. Cada alumno escribirá un breve ensayo so
fesor de Historia, una investigación sobre los bre el tema “Los extranjeros en mi barrio / o en
movimientos migratorios en la Argentina, des mi ciudad / o en mi provincia; su vida, sus apor
de mediados del siglo XIX hasta la actualidad. tes, su integración”.
Se determinarán primero las etapas de inmi Recordar que el ensayo es una prosa literaria
gración y se las encuadrará en cada contexto sin estructura prefijada que admite la exposi
político y social. Luego se examinarán estos fe ción y la argumentación lógica, junto a las di
nómenos teniendo en cuenta los países de ori gresiones, en un escrito breve sin intención de
gen, la cantidad de inmigrantes y los lugares de exhaustividad. Recomendamos la consulta de El
radicación en nuestro país. Los resultados finales ensayo o la seducción de lo discutible de Ana
se volcarán en un informe que será comentado Bravo y Javier Adúriz, Buenos Aires, Kapelusz,
y discutido en clase. 1999.
Esta larga serie de oposiciones, que se técnica, tiene su mejor representación sim
extiende más allá de la elección de una for bólica en la frase de Sarmiento “Civilización
ma de gobierno, un enfrentamiento políti y barbarie”, con la que subtitula su libro
co, una distribución geográfica o una dife más famoso, Facundo.
rencia de niveles de formación escolar o
Esta es la historia de las ciudades argentinas. Todas ellas tienen que reivindicar glorias,
civilización y notabilidades pasadas. Ahora el nivel barbarizador pesa sobre todas ellas. La
barbarie del interior ha llegado a penetrar hasta las calles de Buenos Aires. Desde 1810 has
ta 1840, las provincias que encerraban en sus ciudades tanta civilización fueron dem asia
do bárbaras empero, para destruir con su impulso, la obra colosal de la revolución de la In
dependencia. Ahora que nada les queda de los que en hombres, luces e instituciones tenían,
¿qué va a ser de ellas? La ignorancia y la pobreza, que es la consecuencia, están com o las
aves mortecinas, esperando que las ciudades del interior den la última boqueada para de
vorar su presa, para hacerlas campo, estancia. Buenos Aires puede volver a ser lo quefue, por
que la civilización europea es tan fuerte allí que a despecho de las brutalidades del gobierno,
29
se ha de sostener. Pero en las provincias, ¿en qué se apoyará? Dos siglos no bastarán para
volverlas a l cam ino que han abandonado, desde que la generación presente educa a sus hi
jos en la barbarie que a ella le ha alcanzado. Pregúntasenos abora ¿por qué combatimos?
Combatimos para volver a las ciudades su vida propia.
D om ingo Faustino Sarm iento
Facundo.
Buenos Aires, Kapelusz, 1970. (GOLU)
Surge del texto que Sarmiento asocia la esa antinomia sólo puede superarse con un
civilización con la ciudad y la barbarie con fuerte impulso educacional.
el campo, y esta actitud proviene no sólo
de su formación intelectual sino, en gran A propósito de ella, dice Jorge Luis Borges
medida, de su experiencia personal; y que en su edición comentada de la obra:
El Facundo nos propone una disyuntiva -civilización o barbarie- que es aplicable, según
juzgo, a l entero proceso de nuestra historia. Para Sarmiento, la barbarie era la llanura de
las tribus aborígenes y del gaucho; la civilización, las ciudades. El gaucho ha sido reempla
zado por colonos y obreros; la barbarie no sólo está en el cam po sino en la plebe de las gran
des ciudades y el demagogo cumple la función del antiguo caudillo, que era también un de
magogo. La disyuntiva no ha cam biado. “Sub specie aeterniiatis” fbajo la apariencia de eter-
nidadj el Facundo es aún la mejor historia argentina.
Volveremos luego sobre el Facundo, para definir y discutir sus valores literarios.
30
Salón Literario. En él intervinieron escrito contribuir al perfeccionamiento de la ju
res de la talla de Esteban Echeverría, Vicen ventud a través de la lectura guiada y ac
te Fidel López, Félix Frías, Juan Bautista Al- tualizada de obras progresistas y Juan
berdi y Juan María Gutiérrez, entre otros. María Gutiérrez señaló la necesidad de es
tudiar prioritariamente lo nacional, ya que
En la reunión inaugural Marcos Sastre la literatura de cada pueblo se apoya en
manifestó el propósito central del Salón: su geografía y en su historia.
Esta importación del pensam iento y de la literatura europea no debe hacerse ciegam en
te, ni dejándose engañar por el brillante oropel con que algunas veces se revisten las inno
vaciones inútiles o perjudiciales. Debemos fijarn os antes en nuestras necesidades y exigen
cias, en el estado de nuestra necesidad y su índole, y sobre todo en el destino que nos está
reservado en este gran dram a del universo en que los pueblos son actores. Tratemos de dar
nos una educación análoga y en arm onía con nuestros hombres y nuestras cosas; y si he
mos de tener una literatura, hagamos que sea n acion al que represente nuestras costum
bres y nuestra naturaleza, así como nuestros lagos y anchos ríos sólo reflejan en sus aguas
las estrellas de nuestro hemisferio. Antes de ser sabios y eruditos, civilicémonos: antes de des
cubrir y abrir nuevos rumbos en el campo de las ciencias físicas o morales, empapémonos
del saber que generosam ente nos ofrece la Europa culta y experimentada.
Ju a n M aría G utiérrez
Discurso en la inauguración del Salón Literario el 23 de junio de 1837,
en El ensayo romántico, Buenos Aires, CEAL, 1967.
El mismo año de la inauguración del Sa Echeverría escribió una serie de notas y
lón Literario se publica la primera composi reflexiones con el propósito de incluirlas
ción poética valiosa del romanticismo riopla- en alguna edición de sus obras. Juan Ma
tense: La Cautiva de Esteban Echeverría, ría Gutiérrez las recogió después de la
obra con la que parecen cumplirse los pro muerte del poeta, y aquí transcribimos al
pósitos de crear una literatura identificada gunas de ellas que seguramente echarán
con el medio geográfico e histórico y con las luz sobre el texto de La Cautiva al que nos
modalidades expresivas de nuestro pueblo. referiremos luego.
31
en su cu n a es inspirada y reflexiva; d e a h í resulta qu e toda la p o esía prim itiva sea p a rto d el
entusiasm o y d e la f e y, p o r consiguiente, em inentem ente lírica. Las p asion es en ton ces son
un verdadero canto.
E ste b a n E c h e v e rría
“Sobre el arte de la p oesía”, en P rosa literaria,
B uenos Aires, Estrada, 1971.
L a C a u tiv a
Es este un poem a dividido en nueve can ven María, la huida de ella junto a su esp o
tos y un epílogo. Echeverría destaca, en una so Brian de las tolderías y la m uerte de uno
advertencia preliminar netam ente románti y o tro - es el eje argumental qu e perm ite al
ca, la necesidad de adecuación de la forma poeta trazar cuadros de dolorida belleza, en
y el fondo de la com posición; por eso mis el m ejor estilo romántico.
m o elige los versos octosílabos, que consi
La incorporación del desierto com o mar
dera entre los más herm osos y flexibles de
co paisajístico de gran parte del poem a es
nuestra lengua, y los agrupa en décim as, ro
un recurso que acentúa la soledad de los
m ances y octavas, y en ciertos pasajes, pa
personajes y adquiere categoría de sím bolo
ra lograr efectos de rapidez o de lentitud,
de la soledad de los artistas e intelectuales
opta por los hexasílabos y los decasílabos,
en una sociedad barbarizada.
respectivamente.
Así pinta Echeverría, con criterio a la vez
Un episodio de la lucha fronteriza entre estético y moral, el desierto que separa a la
blancos e indígenas - e l cautiverio de la jo- civilización de las tolderías:
E ste b a n E c h e v e rría
El m atadero. La cautiva.
Buenos Aires, Kapelusz, 1970. (GOLU)
El segundo canto, titulado “El festín”, la fiesta con que coronan el regreso del
muestra la ferocidad del indio en m edio de malón.
32
otros la jugosa carne y a borbollones arroja
a l rescoldo o llam a tuestan; la caliente sangre fuera,
aquel come, este destriza. en pie, trémula y convulsa,
Más allá, alguno degüella dos o tres indios se pegan
con afilado cuchillo como sedientos vampiros,
la yegua a l lazo sujeta, sorben, chupan, saborean
y a la boca de la herida la sangre, haciendo murmullo,
p or donde ronca y resuella, y de sangre se rellenan.
Ob. cit.
La muerte de María, tratada con criterio tra valiosa de imágenes de colores, luces,
pictórico y emoción contenida, es una mues- sombras y texturas propias del romanticismo.
Ob. cit.
33
Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, en sus pueblo de frontera y que el malón vuelve
Ensayos argenntinos. De Sarmiento a la perm anentem ente contenciosos. Y con res
vanguardia, opinan que en La Cautiva se pecto a la figura de María, “la fu erza inves
sintetiza un tema presente en la sociedad, el tida en este personaje fem enino reafirm a los
de la relación entre la ciudad -sím bolo de valores de la civ ilización y tiene un carác
la civilización cristiano-europea- y el cam ter fu n dacion al en más de un sentido: a la
po bárbaro “donde se borran los límites en grandeza sobrehum ana del escenario am e
tre el mundo rural organizado y el mundo ricano, a la crueldad sin límites, precultu
desierto, es decir, el espacio indio, límites ral, del sa lv a je, la cultura opone su mode
que la cultura repite una y otra vez en los lo m oral y social. ”
Un par de años después de la publicación insulta, un toro que se escapa y un niño que
de La Cautiva, el mismo escritor compone la muere decapitado por un lazo, aparece un
primera narración alegórico-testimonial* de unitario a caballo. Matasiete, uno de los fae-
las letras argentinas, El matadero, que fue nadores, lo derriba e invita a los otros a atra
dado a conocer por Juan María Gutiérrez par y atar al muchacho para afeitarlo “a la
mucho después de la muerte de Echeverría. fedérala” y someterlo a alguna tortura degra
dante. En medio de los forcejeos por desnu
Es un relato ubicado en Buenos Aires,
darlo y la resistencia del joven a soportar la
durante la Cuaresma del año 183..., que su
afrenta, este sufre un ataque hemorrágico y
ponemos debe ser 1839, uno de los peores
muere sobre la mesa de tormento.
en la represión ideológica del rosismo. Con
motivo de las torrenciales lluvias que inun Este texto de Echeverría, que tantas lec
daban a la ciudad, no entraban en el Mata turas -sociológica, estética, psicológica, his
dero de la Convalescencia, o del Alto, las re tórica- admite, marca el inicio del desarro
ses necesarias para la alimentación, por lo llo de una especie narrativa, el cuento, que
menos de niños y enfermos. Al cabo de die alcanzará en la Argentina niveles de exce
ciséis días logran hacer llegar una tropilla de lencia poco frecuentes en autores como
cincuenta novillos. Mientras están faenando Horacio Quiroga, Fray Mocho, Jorge Luis
las reses en medio de una turba que grita e Borges y Julio Cortázar, entre otros.
34
Antonio Pagés Larraya, uno de los más importantes investigadores de las letras argenti
nas dice al respecto:
'El matadero preside la historia del cuento argentino. La preside no sólo en un sentido
cronológico, pues el poder suscitante que sus páginas conservan adquiere el significado de
una pauta invariable. Un soplo recio, vivificante, en contraste con la insulsez de la literatu
ra sin arraigo en la tierra, las recorre y las m antiene inm architas.(...) El matadero sorpren
de por su vigor como diseño costumbrista, por la audaz rudeza de su form a, p or lo que re
fleja com o am biente social y lo que representa como alegato político. (...) Por su estilo bre
ve, directo, por su rotunda fran qu eza -en imprevista contraposición con los rasgos román
ticos de la restante producción de Echeverríar- este cuento constituye un sugestivo anticipo
naturalista *. Entroncado en la fuerte corriente realista * española, tiene una entonación
nueva, de original acento am ericano.
A ntonio Pagés Larraya
Estudio preliminar a Cuentos de nuestra tierra. Buenos Aires, Raigal, 1952.
Los caminos se anegaron, los pantanos se pusieron a nado y las calles de entrada y sali
da a la ciudad rebosaban de acuoso barro. Una tremenda avenida se precipitó de repente
por el Riachuelo de Barracas, y extendió majestuosamente sus turbias aguas hasta el p ie de
las barrancas del Alto. El Plata, creciendo embravecido, empujó esas aguas que venían bus
cando su cauce y las hizo correr hinchadas por sobre campos, terraplenes, arboledas, case
ríos, y extenderse como un lago inmenso por todas las bajas tierras. (...) Parecía el am ago
de un nuevo diluvio.
Esteban E ch everría
El m atadero. La cautiva.
Buenos Aires, Kapelusz, 1970. (GOLU)
La voz de los sacerdotes comprometidos fines, las profecías del Apocalipsis, acordes
con el régimen agregan, acomodadas a sus con la situación angustiosa de la población.
Es el día del juicio, el fin del mundo está por venir. La cólera divina rebosando se derra
ma en inundación. ¡Ay de vosotros, pecadores! ¡Ay de vosotros, unitarios impíos que os mo
fá is de la iglesia, de los santos, y no escucháis con veneración la palabra de los ungidos del
Señor! ¿Ah, de vosotros si no imploráis m isericordia a l pie de los altares! Llegará la hora tre
menda del vano crujir de dientes y de las frenéticas imprecaciones. Vuestra impiedad, vues
tras herejías, vuestras blasfemias, vuestros crímenes horrendos, han traído sobre esta tierra
las plagas del Señor. La justicia del Dios de la Federación os declarará malditos.
Ob. cit.
35
La perspectiva del m atadero a la distancia era grotesca, llena de anim ación. Cuarenta y
nueve reses estaban tendidas sobre sus cueros, y cerca de doscientas personas hollaban
aqu el suelo de lodo regado con la sangre de sus arterias. En torno de cad a res resaltaba un
grupo de figu ras hum anas de tez y raza distintas. La fig u ra m ás prom inente de cad a gru
p o era el carnicero con el cuchillo en mano, brazo y pecho desnudos, cabello largo y revuel
to, cam isa y chiripá y rostro em badurnado de sangre. A sus espaldas se rebullían, caraco
leando y siguiendo los movimientos, una com parsa de m uchachos, de negras y m ulatas
achuradoras, cuya fea ld a d trasuntaba las arpías de la fáb u la, y entrem ezclados con ellas
algunos enorm es mastines, olfateaban, gruñían o se daban de tarascones p o r la presa.
Ob. cit.
La violencia y la sangre del matadero, ciones, y hasta los juegos de los chicos y
de manera similar a lo que ocurre en la las conductas de los animales se conta-
sociedad, se infiltran en las mínimas ac- gian de ellas.
Por un lado dos m uchachos se adiestraban en el m anejo del cuchillo, tirándose horrendos
tajos y reveses; p o r otro, cuatro, y a adolescentes, ventilaban a cuchilladas el derecho a una
tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero; y no de ellos distante, p or
ción de perros, flacos y a de la forzosa abstinencia, em pleaban el mismo m edio p a ra saber
quién se llevaría un hígado envuelto en barro. Simulacro en pequ eñ o era este del m odo bár
baro con que se ventilan en nuestro p aís las cuestiones y los derechos individuales y sociales.
Ob. cit.
El revuelo que provoca la huida desen recuperación y sacrificio del animal consti
frenada de un toro, el casi cóm ico espec tuyen una articulación que lleva al episo
táculo de un inglés revolcado en el barro dio más importante del cuento: la captura
con su caballo asustado por la gritería, y la del unitario, la tortura y la muerte.
—¡Allí viene un unitario! —y a l oír tan significativa p a la b ra toda aqu ella chusm a se de
tuvo com o herida de una impresión subitánea.
—¿No le ven la patilla en form a de U?No trae divisa 3 en el fra q u e 4 ni luto en el som brero.
—Perro unitario.
—Es un cajetillas.
—Monta en silla com o los gringos.
—¡La M azorca con él!
—¡La tijera!
—Es preciso sobarlo.
— Trae pistoleras p o r p in ta r6 .
— Todos estos cajetillas unitarios son pin tores7 com o el diablo.
—¿A que no te le anim ás, M atasiete?
Ob. cit.
Divisa: distintivo; la divisa federal, de uso obligatorio, era una esp ecie de escarapela roja co n dos cintas. El
luto (una cinta negra) por la muerte de Encarnación Ezcurra, era tam bién obligatorio.
^ Fraque: chaqueta, saco.
’ Cajetilla: elegante, de aspecto aristocrático.
7 P>ntar: hacer alarde de algo, mostrarse; aún hoy, en lenguaje coloquial porteño, se dice “hacer pinta”.
Pintor: el que alardea o “hace pinta”.
36
Echeverría marca aquí el contraste entre Ante el juez del matadero, caudillo de los
el aspecto interior del joven unitario, bien matarifes que ejerce una especie de suma
vestido, prolijo, con la patilla y la barba re del poder en el matadero, por delegación
cortada en forma de U, y otros caracteres del mismo Rosas, el joven unitario sufre las
europeos, y el de los integrantes del mata vejaciones que le infligen los ayudantes del
dero; contraste que refleja, una vez más el siniestro personaje. Y allí Echeverría incluye
que se da culturalmente entre los rosistas y un diálogo de juez y víctima que recuerda a
los opositores. Se plantea una diferencia cul los agones* de la tragedia griega.
tural que surge a la vista, entre dos sectores
bien marcados de la sociedad argentina.
Sus fu erzas se habían agotado. Inmediatam ente quedó atado en cruz y com enzaron la
obra de desnudarlo. Entonces un torrente de sangre brotó borbolleando de la boca y las na
rices del joven, y extendiéndose com enzó a caer a chorros por entrambos lados de la mesa.
Los sayones quedaron inmóviles y los espectadores estupefactos.
Ob. cit.
Echeverría cierra el relato con una refle po, y resume en la imagen de un matade
xión que pinta en pocas pero coloridas ro el estado de la sociedad en que le ha to
pinceladas un cuadro siniestro de su tiem cado vivir.
En aquel tiempo los carniceros degolladores del m atadero eran los apóstoles que propa
gaban a verga 101y puñal la federación rosina n, y no es difícil imaginarse qué federación
saldría de sus cabezas y cuchillas. Llam aban ellos salvaje unitario, conform e a la jerga in
ventada p or el Restaurador, patrón de la cofradía, a todo el que no era degollador, carnice
ro, ni salvaje ni ladrón; a todo hombre decente y de corazón bien puesto, a todo patriota
ilustrado amigo de las luces y de la libertad y por el suceso anterior puede verse a las claras
que el fo co de la federación estaba en el matadero.
Ob. cit.
37
D o cu m e n to h istó rico -so cio ló g ico y a leg o ría
En nuestro ya citado trabajo La Cultura Argentina, al realizar una evaluación del cuen
to de Echeverría, afirmamos que “m ás allá d e su intención estética, El matadero p u ed e con
siderarse un docum ento histórico o sociológico. A legóricam ente alu de a la violencia d e un
sector político que detenta el poder. Cabe adem ás una lectura de acu erdo con un código re
ligioso, teniendo en cuenta el apoyo que la Iglesia C atólica brinda a Rosas. La lluvia es re
m em oración del antiguo diluvio y de la salvación de los justos. La época d e acción es la Cua
resm a (los cuarenta días que preceden a l sacrificio de Jesucristo), con referen cia concreta
a l décim o sexto día (víspera del de D olores). La justicia, según los predicadores, es dispen
sada p o r el “Dios de la Federación ”. Los unitarios son tildados de impíos, herejes, blasfem os.
La abstinencia de carn e h ace llover sobre el p u eblo m illones d e indulgencias plen arias. En
carnación Ezcurra es patron a de los carniceros, elegida p o r sus virtudes cristianas. Los f e
derales arrastran a l infeliz joven “com o los sayones a l Cristo”. Pide un vaso a l ju e z p a ra re
frescarlo. El unitario le daría a su enem igo una de hiel. Finalm ente m uere atad o en cruz.
El narrador llega a la conclusión de que los carniceros eran los apóstoles qu e p ropagaban
la Federación, y Rosas, el patrón de la cofradía."
A. F ra sch in i, T. F ritz sch e , y F. L eo cata,
La Cultura Argentina, ed. cit.
1. Leer en forma com pleta El matadero de Este ralm ente en la A rgentina d e hoy, re fle je los as
ban Echeverría y efectuar un análisis del texto pectos negativos de la cultura y los sistemas
de acuerdo con las siguientes pautas: políticos y económ icos que nos rigen.
- Posición del autor en el relato.
3. El d ra m a tu rg o c o n te m p o rá n e o R icardo
- Estructura del relato: división en secciones
M o n ti escribió una obra titulada La oscuridad
mayores y menores; descriptivas o narrativas;
de la razón, cuyo argum ento, inspirado en la
reflexivas o polémicas.
Orestíada de Esquilo, está a m bientado en un lu
- M a n e jo de los tiempos y los espacios.
g a r de Sudam érica (sin duda alguna, Buenos
- Lenguaje y escritura: niveles de lengua en el
Aires) en 1830. Algunos críticos han visto en el
vocabulario y la morfosintaxis.
personaje de M a ria n o (trasposición del O re s
- Tratamiento de los personajes.
tes de la tra g e d ia g rie g a ) un re tra to d e Este
- Recursos expresivos: discurso directo, im áge
ban Echeverría. Se recom ienda la lectura de
nes, metáforas, ironías.
esta obra y el análisis psicológico y social de
- Lectura política, psicológica y sociológica del
cuento. sus personajes, con el fin de discutir en clase
las condiciones de un hombre ilustrado y p e n
2. Se sugiere a los alumnos la escritura de un sante frente a un esquema social ríg id o y re ta r
cuento cuyo argumento, ubicado local y tem po datario.
¡Som bra terrible de Facundo, voy a evocarte p a ra que, sacudiendo el ensangrentado p ol
vo que cu bre tus cenizas, te levantes a explicarnos la inda secreta y las convulsiones inter
nas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto, ¡revélanoslo! D iez
añ os aún después de tu trágica muerte, el hom bre de las ciudades y el gaucho de los llanos
argentinos, a l tom ar diversos senderos en el desierto, decían: “¡No!¡No ha muerto!¡Vive aún!
¡Él vendrá!”¡Cierto! Facundo no ha muerto: está vivo en las tradiciones populares, en la p o
lítica y revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su com plem ento; su alm a ha p a sa
do en este otro m olde m ás acabad o, m ás perfecto; y lo que en él era sólo instinto, iniciación,
tendencia, convirtióse, en Rosas, en sistema, efecto y fin . La naturaleza campestre, colonial
y bárbara, cam bióse en esta m etam orfosis, en arte, en sistema y en política regular capaz
de presen tarse a la fa z del m undo, com o el m odo de ser de un pu eblo en carn ado en un
hom bre qu e h a aspirado a tom ar los aires de un gen io que dom ina los acontecim ientos, los
hom bres y las cosas.
D om ingo Fau stin o S arm ien to
Facundo, Buenos Aires, Kapelusz, 1970. (GOLU)
Dice al respecto Jorge Luis Borges en el vía. No era exactam ente un caudillo, no ha
ya citado comentario a la obra: bía m anejado nunca una lan za y ofrecía el
Sarm iento com prendió que p a ra la com notorio inconveniente de no haber muerto.
posición de su obra no le bastaba un rústico Sarmiento precisaba un fin trágico. Nadie
anónim o y buscó la fig u ra de más relieve, m ás apto p a ra el buen ejercicio de su plum a
que pu diera person ificar la barbarie. La h a que el predestinado Quiroga, que murió
lló en Facundo, lector som brío de la Biblia, acribillado y apuñalado en una galera. El
que h abía en arbolado el negro pendón de destino fu e m isericordioso con el riojano; le
los bucaneros, con la calavera, las tibias y la dio una muerte inolvidable y dispuso que la
sentencia Religión o Muerte. Rosas no le ser contara Sarmiento.
Estructura de la obra
La prim era parte del F acu n do consta (el gaucho malo, el cantor, el baqueano,
de cuatro capítulos relacionados: el pri el rastreador); el tercero, con la vida so
m ero, con el aspecto físico de la Argenti cial del gaucho; y el cuarto, con las cir
na; el segundo, con los caracteres, co s cunstancias que produjeron la Revolución
tumbres e ideas que esa geografía engendra de 1810.
39
En ese paisaje, tan parecido al de los de- terísticos, similares en algunos casos a los del
siertos árabes, se asientan personajes carac- mundo islámico, como “el gaucho malo”.
Es un personaje misterioso; mora en la pam pa; son su albergue los cardales; vive de per
dices y mulitas; y si alguna vez quiere regalarse con una lengua, enlaza una vaca, la vol
tea solo, la mata, saca su bocado predilecto y abandona lo dem ás a las aves mortecinas. (...)
Si el acaso lo echa alguna vez de improviso entre las garras de la justicia, acom ete a lo más
espeso de la partida y, a m erced de cuatro tajadas que con su cuchillo ha abierto en la ca
ra o en el cuerpo de los soldados, se hace paso p or entre ellos y, tendiéndose sobre el lomo
del caballo p ara sustraerse a la acción de las balas que lo persiguen, endilga hacia el desier
to, hasta que poniendo espacio conveniente entre él y sus perseguidores, refrena su trotón y
m archa tranquilamente. (...) Este hom bre divorciado con la sociedad, proscrito p o r las le
yes; este salvaje de color blanco, no es en el fon do un ser más depravado que los que habi
tan las poblaciones.
Ob. cit.
Y en ese mismo paisaje se desarrollan pe- de su vida sin emociones ni alternativas, co
queóos ambientes que distraen al hombre mo la pulpería.
Allí concurren cierto número de parroquianos de los alrededores; allí se dan y adquie
ren las noticias sobre los anim ales extraviados; trázanse en el suelo las m arcas del ganado;
sábese dónde caza el tigre; dónde se le han visto rastros a l león; allí, en fin , está el cantor;
a llí se fratern iza p or el circular de la copa y las prodigalidades de los que poseen. En esta
vida tan sin emociones, el juego sacude los espíritus enervados, el licor enciende las imagi
naciones adorm ecidas: Esta asociación accidental de todos los días viene p o r su repetición
a form ar una sociedad más estrecha que la de donde partió cada individuo, y en esta asam
blea sin objeto público, sin interés social, em piezan a echarse los rudimentos de las reputa
ciones que, más tarde, y andando los años, van a aparecer en la escena política.
Ob. cit.
La gente que se movía en esas grandes las pocas ciudades diseminadas en la Re
extensiones, generalmente guiada por al pública. Por eso la Revolución de Mayo
gún caudillo local, tenía ideas de libertad tuvo una significación diferente para unos
distintas de aquellas de los habitantes de y otros.
Para las cam pañas, la revolución era un problem a; sustraerse a la autoridad del rey era
agradable, p o r cuanto era sustraerse a la autoridad. La cam paña pastora no p od ía m irar
la cuestión bajo otro aspecto. Libertad, responsabilidad del poder, todas las cuestiones que la
revolución se proponía resolver eran extrañas a su m anera de vivir, a sus necesidades. Pe
ro la revolución le era útil en este sentido: que iba a dar objeto y ocupación a ese exceso de
vida que hemos indicado y que iba a añ adir un nuevo centro de reunión, mayor que el tan
circunscripto a l que acudían diariam ente los varones en toda la extensión de las cam pa
ñas.
O 40
Sus ojos negros, llenos de fuego y som breados por pobladas cejas, causaban una sensa
ción involuntaria de terror en aquellos sobre quienes alguna vez llegaban a fijarse, porque
Facundo no m iraba nunca de frente, y p or hábito, por arte, p or deseo de hacerse siempre te
rrible, tenía de ordinario la cabeza inclinada y m iraba p or entre las cejas. (...) La estruc
tura de su cabeza, revelaba sin embargo, bajo esa cubierta selvática, la organización pri
vilegiada de los hombres nacidos p ara mandar. (...) La sociedad en que nacen da a estos
caracteres la m anera especial de manifestarse: sublimes, clásicos, p or decirlo así, van al
fren te de la hum anidad civilizada en unas partes; terribles, sanguinarios y malvados, son
en otras su mancha, su oprobio.
Ob. cit.
Muchas páginas del Facundo están dedi zas, militar y política, tanto de Facundo Qui-
cadas a describir y analizar los enfrentamien roga como de sus seguidores y enemigos,
tos entre unitarios y federales y entre caudi particularmente el general José María Paz.
llos provinciales, lo que Sarmiento llama “la
guerra social”. En esa guerra, batallas como El asesinato de Quiroga en Barranca Ya
La Tablada, Oncativo y Ciudadela le sirven al co y la referencia al castigo de sus atacan
autor para enriquecer los retratos y semblan tes cierra la segunda parte de la obra.
Llega el día, porfin, y la galera se pone en cam ino. Acompáñanle, a más del postillón que
va en el tiro, el niño aquel, dos correos que se han reunido por casualidad y el negro, que
va a caballo. Llega a l punto fa ta l y dos descargas traspasan la galera por am bos lados, p e
ro sin herir a nadie; los soldados se echan sobre ella con los sables desnudos, y en un mo
mento inutilizan los caballos y decuartizan a l postillón, correos y asistente. Quiroga enton
ces asom a la cabeza, y hace p or un momento vacilar a aquella turba. Pregunta por el co
m andante de la partida, le m anda acercarse, y a la cuestión de Quiroga “¿Qué significa es
to?”, recibe por toda contestación un balazo en un ojo que le deja muerto. (...)
El gobierno de Buenos Aires dio un aparato solemne a la ejecución de los asesinos de
Ju an Facundo Quiroga; la galera ensangrentada y acribillada a balazos estuvo largo tiem
po expuesta a l exam en del pueblo, y el retrato de Quiroga, com o la vista del patíbulo y de
los ajusticiados, fu eron litografiados y distribuidos por millares, com o tam bién extractos
del proceso, que se dio a luz en un volumen en folio. La Historia im parcial espera todavía
datos y revelaciones para señalar con su dedo a l instigador de los asesinos.
Ob. cit.
La tercera parte, integrada por los capítu una rigurosa exposición de ideas, lo acerca
los XTV y XV, contiene una dura condena al al ensayo o a la novela histórica; por otro,
gobierno de Rosas, que califica de “unita no faltan en el texto situaciones planteadas
rio” y una exhortación a la unidad nacional y resueltas como escenas teatrales y pasajes
mediante la instalación de un nuevo orden en los que Sarmiento se muestra como un
político y social. maestro de oratoria social y política. Esta in
definición ligada a una combinación inteli
Uno de los problemas literarios que pre gente de recursos de los distintos géneros
senta Facundo es la dificultad de encua es característica del Romanticismo al que
drarlo dentro de un género definido. Por un Sarmiento adhirió ideológicamente y dedi
lado, la combinación de una biografía con có largas lecturas.
41
1. Analizar los retratos y semblanzas de los per giere que se proyecte una de las versiones y
sonajes principales del Facundo. Observar qué que se discuta en clase el resultado de la a dap
rasgos físicos y psíquicos de cada uno destaca tación del texto sarmientino al lenguaje cine
Sarmiento. matográfico.
2. Cada alumno elegirá un personaje histórico 4. La figura de Quiroga ha atraído la atención
argentino y trazará un retrato físico y psicológi de Jorge Luis Borges. El poema “El general Q ui
co de él. Estos trabajos pueden comentarse y roga va en coche al muere" y el cuento “Diálo
discutirse en clase. go de muertos” son claros ejemplos de esa
3. El cine argentino ha llevado varias veces a atención. Se recomienda la lectura y el comen
la pantalla la vida de Facundo Quiroga. Se su tario de ambos textos.
Si bien a mediados del siglo XEX se co nuelita, su cuñada María Josefa Ezcurra, sus
nocían algunas novelas de autores argenti hermanas, y algunos funcionarios como
nos, la que realmente marca el rumbo ini Corvalán, Cuitiño, Victorica, y el embajador
cial es Amalia, de José Mármol (1818-1871), de Inglaterra, aparecen seres inventados
aparecida como folletín en La Semana de por Mármol o inspirados en figuras reales,
Montevideo, en 1851, y publicada como li como Amalia Sáenz de Olavarrieta, Eduardo
bro, en su versión definitiva, en 1855, en Belgrano, Daniel Bello (acaso un autorretra
Buenos Aires. to de Mármol o una idealización de Esteban
Echeverría), y los casi grotescos don Cándi
Si bien se trata de una novela política,
do y doña Marcelina.
pues describe con apasionamiento los años
de terror bajo el rosismo y traza un colori A través de una historia de amor frustra
do cuadro de la situación del país en ese do, Mármol se interna en los mecanismos
tiempo, Mármol prefirió darle el nombre de de una sociedad sometida a un régimen au
la protagonista, como hacían muchos nove toritario que también la frustra.
listas románticos europeos. Esta elección es
Amalia Sáenz de Olavarrieta es una jo
coherente con el tratamiento de algunos te
ven viuda tucumana de ideología unitaria
mas a lo largo del relato: el peso de los sen
que vive en una amplia residencia de la Ca
timientos frente a la razón; la valoración de
lle Larga (actual avenida Montes de Oca, en
los aspectos locales y costumbristas, la divi
el barrio de Barracas). Su primo Daniel Be
sión del mundo en buenos y malos.
llo, también unitario, ayuda a los persegui
Amalia transcurre en Buenos Aires du dos del régimen a huir hacia Montevideo.
rante cinco meses de 1840, uno de los años Uno de ellos es el joven Eduardo Belgrano,
en que la represión gubernamental actuó quien ha resultado herido en una embosca
con mayor violencia, particularmente entre da contra los fugitivos, y a quien Bello ha
mayo y octubre, y el episodio inicial -e l ce refugiar en casa de Amalia. Allí la salud
asesinato de un grupo de unitarios que in de Belgrano se recupera lentamente bajo
tentaba escapar a Montevideo- es un hecho los cuidados de Amalia, y entre ambos na
real que da motivo al autor para desarrollar ce un afecto que se va intensificando hasta
su historia. convenirse en verdadero amor.
Esta combinación de lo real-histórico Una red de intrigas y delaciones maneja
con la ficción novelística se da también en da por María Josefa Ezcurra termina en una
los personajes: junto a Rosas, su hija Ma- violenta irrupción de la Mazorca en la casa
42
de Amalia, cuya consecuencia es la muerte capítulos, con una “Explicación preliminar”
de la protagonista, la de Belgrano y los y una “Especie de epílogo”, que sirven pa
otros personajes que allí se encontraban. ra ubicar al lector en el antes y el después
de la historia contada.
Esta línea argumental se desarrolla en
cinco extensas partes integradas por varios En la explicación, Mármol manifiesta:
La mayor parte de los personajes históricos de esta novela existen aún, y ocupan la mis
ma posición política o social que en la época en que ocurrieron los sucesos que van a leer
se. Pero el autor, p or una ficción calculada, supone que escribe su obra con algunas gene
raciones de por medio entre él y aquellos. Y es esta la razón por que el lector no hallará nun
ca en presente los tiempos empleados a l hablar de Rosas, de su fam ilia, de sus ministros.
Jo sé M árm ol
Amalia, Buenos Aires, Kapelusz, 1971. (GOLU)
Y en el epílogo:
La crónica, que nos revelará más tarde, quizás, algo interesante sobre el destino de cier
tos personajes que han figurado en esta larga narración, por ahora sólo cuenta que a l si
guiente día de aquel sangriento drama, los vecinos de Barracas que entraron p or curiosi
dad en la quinta asaltada, no encontraron sino cuatro cadáveres: el de Pedro, cuya cabe
za había sido separada del tronco, y los de tres miembros de la Sociedad Popular Restaura
dora; y que allí estuvieron hasta la oración de ese día, en que fueron sacados en un carro
de la policía, a la vez que eran robados los últimos objetos que quedaban en las cómodas,
mesas y roperos.
Ob. cit.
H abía algo de resplandor celestial en esa criatura de veintidós años, en cuya hermosura
la Naturaleza había agotado sus tesoros de perfecciones, y en cuyo semblante perfilado y be
llo, bañado de una palidez ligerísima, m atizado con un tenue rosado en el centro de sus
mejillas, se dibujaba la expresión m elancólica y dulce de una organización amorosamente
sensible. (...) Sus labios rojos com o la flo r del granado, se abrieron para dejar libertad a un
suspiro arom atizado con las esencias de su corazón. (...) Sus brazos, que habrían dado en
vidia a l cincel que labró la Venus de losM édicis (...) se extendían descuidados sobre los del
sillón; y su pequeño pie, desnudo, dentro de una chinela de cabritilla, se escapaba del p ei
nador de batista.
Ob. cit.
43
En el cuarto de la mesa cuadrada había cuatro hombres en derredor de ella.
El prim ero era un hom bre grueso, como de cuarenta y ocho años de edad, sus mejillas
carnudas y rosadas, labios contraídos, fren te alta pero angosta, ojos pequeños y encapota
dos p or el párpado superior, y de un conjunto, sin embargo, más bien agradable, pero cho
cante a la vista. Este hom bre estaba vestido con un calzón de p añ o negro, muy ancho, una
chapona color pasa, una corbata negra con una sola vuelta a l cuello y un som brero de p a
ja, cuyas anchas alas le cubrirían el rostro a no estar en aquel momento enroscada hacia
arriba la parte que daba sobre su frente.
Los tres hombres eran jóvenes de veinticinco a treinta años, vestidos modestamente, y dos
de ellos excesivamente pálidos y ojerosos.
El hom bre del sombrero de p a ja leía un montón de cartas que tenía delante y los jóvenes
escribían.
En un ángulo de esta habitación se veía otra figura hum ana y, a l parecer, con vida. Era
la de un viejecito de sesenta a sesenta y dos años de edad, de fisonom ía enjuta, escuálida,
sobre la que caían las guedejas de un desordenado cabello, casi blanco todo él, y cuyo cuer
p o flaco, y algo contrahecho p or la elevación del hombro izquierdo sobre el derecho, estaba
vestido con una casaca militar de pañ o grana, cuyas charreteras cobrizas, con sus canelo
nes más decrépitos que el portador de estas, caían de los hombros, la una hacia el pecho y
la otra hacia la espalda.
Ob. cit.
Toda la alcoba estaba tapizada con papel aterciopelado de fon d o blanco, m atizado con
estambres dorados, que representaban caprichos de luz entre nubes ligeramente azuladas.
Las dos ventanas que daban a l patio de la casa estaban cubiertas p o r dobles colgaduras,
unas de batista hacia la parte interior, y otras de raso azul, muy bajo, hacia los vidrios de
1. En las décadas de 1920 y 1930 los temas ne una audición de este m aterial y un a n á li
referidos al periodo rosista, y particularm en sis de su letra y su música.
te los que se tratan en Amalia, fueron tom a
2. La novela de M árm ol es muy rica en des
dos por autores de canciones. Hay numero
cripciones de ambientes interiores. Se sugiere
sos valses, tangos, milongas y otros tipos de
que los alumnos escriban textos descriptivos
composiciones populares grabados por fa
inspirados en los lugares que habitualmente
mosos vocalistas de entonces. El poeta Héc
frecuentan (la casa, el barrio, la escuela, el
tor Pedro Blomberg es autor de muchas de
club, los comercios, otras instituciones).
esas canciones, cuyas letras pueden consul
tarse en los cancioneros publicados por 3. Agrupados en equipos, los alumnos realiza
CEAL, Ricordi, y otras editoriales. Existen tam rán un guión televisivo de la novela, eligiendo
bién producciones discográficas de estas previamente aquellos pasajes que ofrezcan las
obras, accesibles en comercios dedicados a mayores posibilidades tanto en lo visual como
la música popular de Buenos Aires. Se p ro p o en el desarrollo de los diálogos.
¿Y la literatura rosista?
45
gestión y se vio marginado y duramente in Pero el tono de la época lo dan obras de
juriado después de la derrota de Caseros. escasa calidad literaria, llenas de elogios
desmedidos y fanático endiosamiento de la
De Angelis escribió biografías de Rosas,
figura del Restaurador, compuestas por poe
Estanislao López y el general Arenales, re
tas menores como José Rivera Indarte -fer
copiló todas las leyes y decretos promulga
voroso resista convertido, por circunstancias
dos en Buenos Aires entre 1810 y 1835, y
poco claras, en feroz anti-rosista-, Claudio
publicó una inmensa colección de docu
Cuenca y Francisco Baraja, entre otros.
mentos históricos y literarios vinculados
con la cultura de estas latitudes, entre los En 1835, Rivera Indarte escribía estas en
que se cuentan el poema La Argentina de cendidas estrofas en honor del gobernador
Martín del Barco Centenera y La Argentina de Buenos Aires, poseedor y ejecutor de la
manuscrita de Ruy Díaz de Guzmán. suma del poder.
Alza, ¡oh, Patria!, tu fren te abatida, Del poder la Gran Suma revistes,
de esperanza la aurora lució; a la patria tú debes salvar;
tu adalid ''' valeroso ha jurado ¡Que a tu vista suspire el honrado
restaurarte a tu antiguo esplendor. y a l perverso se mire templar!
La ignorancia persigue inflexible,
¡Oh, gran Rosas! tu pueblo quisiera a l talento procura animar.
mil laureles poner a tus pies; ¡Y ojalá que tu nombre en la historia
mas el gozo no puede avenirse una página ocupe inmortal!
con el luto y tristeza que ves.
¡Aguilar y Latorre no existen! Jo sé R ivera Indarte
Villafañe, el invicto, murió; “Himno de los Restauradores”,
y a tu vida tal vez am enaza en La época de Rosas. (Antología),
de un malvado el cuchillo feroz. Buenos Aires, CEAL, 1967.
Cuatro años más tarde, desde una ópti el exilio provocado por la intolerancia del
ca totalmente opuesta, su homenaje se di régimen para quienes piensan de manera
rige a un escritor ilustre que ha muerto en distinta.
Sobre los llanos de la tierra mía, ¡Parece que la fu erza del destino
sobre los montes de la tierra extraña, el cuerpo mío de tu cuerpo aparta,
sobre el abism o de la m ar inquieta, la senda tuya de mi senda borra,
sobre el fún ebre campo de batalla, la vida mía de tu vida arranca,
como una sombra, y lejos hunde
como un fantasm a, y lejos alza
¡ah, siempre lejos de tu hogar querido el rumbo sin oriente de mi huella,
la trom ba17 de la vida me arrebata! el paso sin reposo de mi planta!
R icardo G utiérrez
“El cuerpo y el alma”, en Selección de poemas.
Ricardo Gutiérrez / Olegario Víctor Andrade, Buenos Aires, CEAL, 1967.
Olegario Víctor Andrade (1839-1882) re titán18 castigado por Zeus por haber robado
presenta al romántico combativo, en su de el fuego para entregárselo a los hombres,
fensa de la Confederación contra el centralis Andrade realizó una serie de investigaciones
mo porteño desde el periodismo y al poeta sobre las distintas versiones literarias que
capaz de describir la sencilla vida provincia ese mito había tenido a lo largo de la histo
na y los afectos familiares y a la vez de abor ria y compuso, finalmente, un extenso poe
dar temas mayores, como la gesta sanmarti- ma en el que exalta la lucha del titán contra
niana o los antiguos mitos helénicos. el poder de los dioses olímpicos 19 y descri
be los suplicios a los que la venganza de es
Interesado en la figura de Prometeo, el tos lo someten hasta morir.
17 Tromba: torbellino.
18 Titán: gigante; los titanes (o gigantes) se rebelaron contra los dioses, según la mitología griega.
19 Olímpicos: los grandes dioses de la mitología griega que vivían en el monte Olimpo.
Tendido está el gigante, verdugos turbulentos
que am arraron los cíclopes 20 soberbios, que Júpiter envía, enfurecido,
tras larga lucha fiera, a desgarrar la entraña palpitante
con tem pladas caden as de diam ante: de su rival temido.
aún su pecho ja d ea
com o cráter hirviente; Así en la larga noche de la historia
y, cad a vez que se retuerce inquieto, bajan a escarnecer el pensam iento,
el sol vela su frente, a apagar las centellas de su gloria,
y la vieja m ontaña bam bolea. con asqueroso aliento,
odios, supersticiones, fanatism os;
Convidados ham brientos y, con ira villana,
a l salvaje festín de su martirio el buitre del error clava sus garras
vienen los cuervos, en revuelta nube en la concien cia hum ana.
1. Los alumnos leerán en forma completa el Pro 2. A p a rtir de las lecturas de Echeverría,
meteo de Andrade y buscarán otras versiones M á rm o l y Andrade, y del exam en d e otras
del mito para establecer comparaciones sobre instancias históricas en las cuales la re p re
el tratamiento que cada versión da. N o deben sión y la censura c o b ra ro n sus víctimas, los
faltar el Prometeo encadenado de Esquilo, el Pro alumnos e s c rib irá n un breve ensayo sobre el
meteo de Edgard Q uinet y el de Leopoldo Lugo- tem a “Libertad y autoritarism o. Una visión del
nes (en este caso, los fragmentos de la obra re fin de un m ile n io ”.
feridos específicamente al mito).
20
Cíclopes: gigantes m itológicos co n un solo o jo en m edio de la frente.
Otros textos
El hogar paterno
El nido de cóndores
Hemos visto en el primer Módulo cómo la cabeza, poncho pampa de vistosos colo
ya a fines del siglo XVIII se registran com res, chiripá oscuro y botas de potro con es
posiciones en lengua popular campesina, y puelas. El caballo lleva una manta bordada
hemos señalado a Bartolomé Hidalgo como con las letras F O M, Federación o Muerte.
importante autor de “cielitos” y poesías pa
El gaucho unitario, a su vez, surge con la
trióticas compuestas también en ese nivel
Revolución de los Libres del Sur, en 1839,
de lengua.
se agrupa en torno de Juan Lavalle y se
convierte en un perseguido después de la
Hacia 1830 se consolida la figura del
derrota de Quebracho Herrado. Su vesti
gaucho federal. Su imagen ideal puede ver
menta es similar a la del otro gaucho, pero
se en el cuadro de Monvoisin titulado, pre
difieren los colores: en lugar del rojo, pre
cisamente, Gaucho federal, un paisano que
dominan el blanco y el celeste.
lleva el caballo de la rienda, listo para mon
tar; su rostro es tostado y su mirada, enér Unos y otros componen y cantan cielitos
gica; lleva sombrero alto de panza de burro con los que animan a sus respectivas tropas
con cintillo rojo, pañuelo floreado atado a en pie de guerra.
51
■
Hilario Ascasubi (1807-1875) es uno de nes políticas del momento. Santos Vega o
los primeros poetas que, en lengua popular, Los M ellizos de la Flor es su obra más famo
dan testimonio de los problemas políticos y sa; en ella Ascasubi se propone “p oetizar la
sociales del país durante la época rosista. vida del gaucho, en los cam pos y las p ra d e
Su periódico El G aucho de Cam paña y su ras argen tinas”.
semanario Aniceto el Gallo recogen compo
siciones poéticas y artículos interesantes; y Veamos un fragmento del “Cielito patrió
su Paulino Lucero, cielitos, décimas, medias tico” dedicado por Aniceto el Gallo a los san-
cañas y pericones que ilustran a los habi tafesinos que luchan junto a Urquiza contra
tantes de la campaña sobre graves cuestio- Rosas.
E stan islao d el C am p o
Fausto. Buenos Aires, Kapelusz, 1974. (GOLU)
52
Este tratamiento de la figura del gaucho pasó al sainete criollo y hasta fue empleada
con tintes grotescos y hasta ridículos se ex en el cine.
tendió en la literatura de fin del siglo XIX,
M a r t ín F ie r r o y la frontera
A mediados del siglo pasado, la frontera ridiculizar al personaje. Siete años más tar
separaba dos mundos bien diferenciados: la de aparece La vuelta de Martín Fierro, se
zona de los pastos tiernos y el desierto, las gunda parte del poema que, en el futuro,
tierras de los blancos y las tolderías del in ha de llamarse simplemente Martín Fierro,
dio. El gaucho de esa época estaba ligado y sus partes. "La Ida” y “La Vuelta”.
por intereses a los blancos pero su forma
En el poema, el protagonista representa
de vida y sus costumbres lo acercaban más
un tipo humano altivo e indolente que per
a los indios.
tenece a una clase social postergada. Her
nández no imita el lenguaje de los gauchos;
José Hernández (1834-1886), un federal
más bien lo recrea y enriquece.
no rosista que ejercía el periodismo y se
acercaba a la política, compone en 1872 Siguiendo la tradición de las epopeyas*,
El gaucho Martín Fierro, con la intención que comienzan con el anuncio del canto y
de diferenciarse de otros poemas gauches el pedido de auxilio a los seres del más allá,
cos que sólo aspiran a entretener al lector o Martín Fierro inicia así la suya:
Jo sé H ernández
Martín Fierro, Buenos Aires, Kapelusz, 1968. (GOLU)
En el primer canto se enumeran los múl posibilidad de gloria, desafío, opinión, an
tiples sentidos que el cantar asume en todo helo de libertad.
el poema: consuelo, inspiración natural,
3 Estrordinaria: extraordinaria
4 Ande: donde.
53
En el segundo hay una nostálgica evoca hacen cuando aluden a la Edad de Oro*, en
ción de la vida campesina de épocas pasa la cual el trabajo, más que una pesada nece
das, tal como muchos poetas épicos o líricos sidad, es una ocasión de mostrar habilidades.
Los cantos tercero y cuarto se refieren a buyen a las desdichas del gaucho, com o el
la leva6*, los padecimientos en la frontera, la Juez de Paz, el Comandante, el Pulpero; y
huida y el retorno doloroso al pago. Allí dos grupos profundamente antipáticos para
aparecen personajes siniestros que contri- Fierro: los gringos y los indios.
Dos muertes, la del Moreno y la del gua prenderlo. Fierro se defiende con tanta va
po provocador, marcan profundamente la lentía que uno de los policías, llamado
vida de Fierro com o gaucho matrero. Una Cruz, se pone de su parte y juntos definen
noche, lo rodea una partida que viene a la lucha.
5 Apiarse: apearse, bajar del lugar donde estaban dur 9 Naides: por "nadie”.
miendo. 10 Angelitos: niños, criaturas de corta edad.
6 Leva: reclutam iento obligatorio de soldados. 11 Mesmo: por “m ism o”.
12
' Gringo: extranjero. Ansí: p o r “a si”.
8 Esposición: por "oposición”.
54
Y a y 13 nomás se me a p a rió 14 pues entre dos era robo;
dentrándole a la partida; y el Cruz era como lobo
yo les hice otra embestida que defiende su guarida.
A partir del canto décimo será Cruz canto, pero es un amigo incondicional.
quien cuente su vida y sus desdichas, que Juntos deciden marchar a la tierra de los in
tienen mucho en común con las de Fierro. dios. pues hasta allí no llega el poder del
Cruz no posee la capacidad del otro para el gobierno.
Ya veo que somos los dos que viva entre los infieles,
astillas del mesmo palo; yo seré cruel con los crueles,
yo paso por gaucho malo ansí m i suerte lo quiso.
y usté anda del mesmo modo,
y y o p a ’ acabarlo todo, Y siguiendo elfie l del rumbo
a los indios me refalo 15. se entraron en el desierto.
no sé si los habrán muerto
Pido perdón a mi Dios en alguna correría,
que tantos bienes me hizo; pero espero que algún día
pero dende que es preciso sabré de ellos algo cierto.
L a v u e lt a d e M a r t ín F ie r r o
En la segunda parte del poema, el prota rrolla el tema de la vida en las tolderías, jun
gonista continúa la narración de su vida, to a Cruz. Con detenimiento aparecen deta
para lo cual vuelve a pulsar la guitarra que lladas las costumbres de los indios, la situa
había destrozado al concluir la primera. ción de la mujer, la preparación y ejecución
Luego, a lo largo de nueve cantos, se desa- de los malones.
55
El prim er cuidao del hom bre vos te debes encoger,
es defender el pellejo; pu es siem pre es güeno tener
llévate de mi consejo, palen qu e an d e ir a rascarse.
fíja te bien en lo que hablo:
el diablo sabe p o r diablo Yo voy donde m e conviene
pero más sabe p o r viejo. y jam ás m e descarrío,
llévate el ejem plo mío
H acete am igo del Juez, y llenarás la barriga;
no le des de qué quejarse, apren dé de las horm igas,
y cuando quiera enojarse no van a un n o q u e 18 vacío.
Fierro se encuentra con Picardía, el hijo dónde nace el amor y qué entiende por ley.
de Cruz, quien también cuenta su vida con El Moreno reponde con gran habilidad y
distintos patrones, sus habilidades en el jue formula sus preguntas a Fierro acerca del
go, su caída en una leva y su permanencia tiempo, la medida, el peso y la cantidad; a
en la frontera. Su relato constituye una de las que el gaucho contesta con gracia y sa
nuncia sobre la triste condición social del biduría. Finalmente, cuando comienzan a
gaucho. payar sobre temas estrictamente rurales, el
Moreno se declara vencido, pero recuerda
Ya en el tramo final de la obra, aparece
que hay una muerte que no se olvida (la de
el Moreno, hermano del que Fierro mató
su hermano) y que sobre ella decidirá el
años atrás, quien lo desafía a una payada,
destino.
esto es, un canto alternado entre los dos, a
través del cual se verá quién es mejor can
Todos se alejan, y antes de separarse,
tor e improvisador.
Fierro da una serie de consejos a sus hijos,
Martín Fierro lo interroga sobre los can frutos de la experiencia y de una concien
tos del cielo, la tierra, el mar y la noche; de cia moral adquirida con el sufrimiento.
56
Lo innegable es que cada vez que alguien siempre, puntos de contacto con la reali
vuelve sobre el Martín Fierro, encuentra dad actual. Allí está, seguramente, la razón
nuevas posibilidades de interpretación y de su vigencia.
1. Leer en forma completa el Martín Fierro. luego discutan en grupo la validez actual que
Hacer un análisis del lenguaje em pleado por conservan.
Hernández en sus distintos planos:
4. Jorge Luis Borges, en “Biografía de Isidoro Ta-
- Características fonéticas (acentuación, pérdi
deo Cruz” imagina, a partir del Martín Fierro,
da o agregado de sonidos a las palabras).
detalles de la vida del compañero de Fierro. To
- Características morfológicas (formaciones de
mando figuras como Picardía, el Moreno, la
género y número, conjugación de verbos).
cautiva, los hijos de Fierro, Vizcacha, los alumnos
- Características sintácticas (construcción de las
escribirán biografías de estos personajes, ubi
oraciones, concordancia).
cándolos en su época y su medio social.
- Características semánticas (vocabulario culto,
popular, regional y gauchesco). 5. Las aventuras de Picardía tienen puntos de
contacto con los héroes de la novela picaresca,
2. Analizar los consejos de M artín Fierro a sus
como Lazarillo de Tormes. Se sugiere que los
hijos y los del Viejo Vizcacha. Establecer las di
alumnos hagan una lectura comparativa del
ferencias morales entre unos y otros.
episodio de Picardía con algunos pasajes de la
3. A lo largo del poema, Hernández cita un novela española; por ejemplo la aventura con
gran número de refranes y frases proverbiales. el ciego (Tratado primero) y la del clérigo (Trata
Se propone que los alumnos hagan un releva- do segundo). Como corolario, cada uno elabo
miento de esos refranes y frases y los clasifi rará un cuento en el que narre otra aventura
quen según el sentido moral de cada uno, y atribuida a Picardía o a Lázaro de Tormes.
Obligado defendió los valores de lo nacional, de lo aferrado a la tierra, pero no debió ves
tirse de gaucho ni reproducir el habla rural para hacerlo. Cuando alguna frase o algún ver
so traen ecos del decir popular, en medio del nievl culto y académ ico que caracteriza a l poe
ma, lo sentimos como una nota de color, una pincelada que ayuda a vincular a l lector con
la raíz del tema allí tratado.
A. F rasch in i; T. Fritzsche, y F. Leocata, La Cultura Argentina,
Buenos Aires, Docencia, 1995- Tomo I
57
El poema está dividido en cuatro cantos, una evocación de Santos Vega, ya muerto,
cada uno de los cuales lleva un título. El a través de las manifestaciones de su alma
primero de ellos, “El alma del payador”, es en el paisaje pampeano.
En el segundo canto, “La prenda del pa- la música y los ruidos y el silencio anticipan
yador”, aparece Santos visitando a su ama- su muerte,
da. La figura del payador se identifica con
58
El sol ya la hermosa frente
abatía, y silencioso,
su abanico luminoso
desplegaba en occidente,
cuando un grito de repente
llenó el campo, y al clam or
cesó la lucha, en honor
de un solo nombre bendito,
que aquel grito era este grito:
“¡Santos Vega, el payador!”
Hubo hacia 1880 un conjunto de escrito ría evolucionista* de Charles Darwin, se ha
res en la plenitud de su madurez creadora, bían formado intelectualmente en el Cole
en su mayoría hijos de proscriptos, nacidos gio Nacional de Buenos Aires o en el de
en el exilio de sus padres. Hombres de Concepción del Uruguay, las más prestigio
ideología positivista*, partidarios de la teo sas casas de estudios medios. Hombres de
vida múltiple, en la que se combinaban la Ellos -Miguel Cañé, Lucio Vicente López,
política, la diplomacia, el derecho, la medi Lucio Victorio Mansilla, Eduardo Wilde, en
cina, la vida de club, la afición al teatro y a tre los más destacados- forman la llamada
la música, los viajes y la literatura, grandes Generación del 80, verdadero equipo de
conversadores capaces de volcar en un ar producción literaria que vuelca sus creacio
tículo periodístico brillante y agudo el resul nes sobre una ciudad ávida de novedades,
tado de una conversación valiosa; artículo de una sociedad en plena transformación.
que luego recogerán importantes periódi Ricardo Rojas los llama “prosistas fragmen
cos porteños como La Tribuna, La Prensa, tarios”, por las características formales de
La Nación y El Nacional. sus trabajos.
¿Usted pregunta por qué los árabes destruyen las plantas? Porque no comprenden ni su
utilidad palpable ni su efecto benéfico indirecto. Saben que las lluvias favorecen a las cose
chas, pero con su aforismo “lloverá si Dios quiere” oponen una resistencia invencible a l co
nocido principio de que la vegetación determ ina y aum enta las lluvias. (...) Yo me atrevería
a convencer a un árabe de la necesidad de actuar para que llueva, con este simple racioci
nio: está escrito que lloverá si Dios quiere, pero también está escrito que Dios querrá si usted
60
planta árboles, si los árboles dan sombra, recogen el rocío, humedecen la tierra, determinan
fenóm enos eléctricos y por fin traen la lluvia por orden de Dios, quien también necesita con
diciones para hacer las cosas. No es lógico ser fatalista para un hecho y no serlo para todos.
Eduardo W ilde
Por mares y por tierras
Buenos Aires, Belmonte, 1939.
Estas imágenes del norte de África nos Pero más allá del interés que puedan
recuerdan a las de Sarmiento en su libro despertar esos trabajos resultantes de la
Viajes, que tanto le sirvieron para establecer observación atenta de paisajes y socieda
paralelos entre la sociedad árabe del desier des lejanas, uno de los puntos sobresa
to argelino y la que surge alrededor de los lientes de esta literatura fragmentaria es la
caudillos locales, como Facundo Quiroga, crítica social y costumbrista de la ciudad
en algunas provincias argentinas. en su tiempo. Así, en “Vida moderna”, ar
Muchos años después esos mismos pai tículo recogió en su libro Prometeo y Cia.,
sajes volverán a inspirar a otro escritor ar Wilde carga las tintas sobre ciertas manías
gentino, Roberto Arlt, para numerosas de acumular objetos y adornos en las ca
Aguafuertes y para una colección de cuen sas que tienen los habitantes de Buenos
tos titulada El criador de gorilas. Aires.
Ya no hay donde poner nada; para pasar de una pieza a otra es necesario volar. Uno de
mis amigos, muy aficionado a los adornos, ha tenido que alquilar una barraca para depo
sitar sus mármoles, sus bronces y sus cuadros. Yo tengo una estatua de la caridad que es el
terror de cuantos me visitan; no sé por qué arte todos tropiezan en ella... En casa de otro am i
go se perdió hace poco un niño que había ido con su mamá. Cuando esta quiso retirarse, se
le buscó inútilmente en todas partes; al fin se oyó un llanto lastimero que parecía venir del
techo y voces de “¡aquí estoy, aqu í estoy!”. El pobre chico se había metido en un rincón del
que no podía salir porque le cerraban el paso un chifon ier 2U, dos biombos, un ánfora de no
sé dónde, los doce pares de Francia2021, ocho caballeros cruzados, un cam ello y Demóstenes de
tamaño natural en cinc bronceado.
Eduardo W ilde
“Vida moderna”, en Páginas escogidas, Buenos Aires, Estrada, 1952.
El tono humorístico de Wilde y sus exa nivel económico, porque tales acumulacio
geraciones parecen reflejar una moda gene nes se ven, y no con sentido crítico, en pa
ralizada en las casas de personas de buen sajes de otras obras escritas en esta época.
Retrato y caricatura
Los escritores del 80 se destacaron co llaneda, Santiago Derqui y Domingo Faus
mo hábiles retratistas, tanto de los perso tino Sarmiento, entre muchos otros. Es in
najes de sus artículos y cuentos, como de teresante la de Juan Bautista Alberdi, ini
sus amigos, colegas o individuos pública ciada como oposición a la de Sarmiento y
mente conocidos. Lucio V. Mansilla dedicó desarrollada como retrato dinámico del
un libro, Retratos y recuerdos, a trazar sem hombre, en el que los rasgos físicos son
blanzas físicas y psicológicas de personajes correlativos de sus cualidades intelectuales
notables de su época, como Nicolás Ave- o afectivas.
61
Im aginaos un hom bre antípoda de Sarmiento; éste, músculos y fuerza, de manos burdas,
ágil como los boxeadores, listo siempre a mostrar los puños por cualquier cosa; aquél, todo
lo contrario, un cartílago nervioso, alim entado sobriamente. No he visto nunca dos carac
teres sobresalientes más antitéticos22, dos naturalezas más discordantes, com o sus letras, sus
procedim ientos; la letra de Sarmiento, g ran d e, redonda, clara, casi sin perfiles, una letra
gorda, m aciza com o su estilo vigoroso, preñado; la de Alberdi, una letra puros perfiles, p e
queña, ligada p or rasgos continuos-com o su pensam ento-, una letra finísim a como su fr a
se incisiva. (...) Aunque proporcionado el cuerpo, la cabeza parecía no corresponder a l bus
to. Era una cabeza casi homogénea, lo habría sido del todo, si hubiera tenido visiblemente
pronunciada la veneración; de perfil que habría podido ser ciceroniano, si hubiera tenido
desarrollado el órgano del lenguaje, como tenía desarrollada la individuaidad, la causali
dad y la circunspección, facultades que explican sus aptitudes naturales de pensador y es
critor; lo que era y no otra cosa.
Lucio V. M ansilla
Retratos y recuerdos, Buenos Ares, Borocaba, 1953-
En La gran aldea, Lucio V. López retrata a cuyos conceptos y modos de componer sus
dos personajes con risueños trazos de carica- discursos resultan también una grotesca ca
riara en medio de una reunión de políticos ricatura de la política.
El doctor Trevexo se sentó en el sofá, a l lado de dos caballeros, uno muyfla co y el otro su
mamente grueso.
E lflaco era un hom bre alto, con una cabeza diminuta. Entre las cejas y el pelo tenía una
fa ja blanca que le servía de frente; la boca era hundida como la de un cráneo, la nariz de
un atrevimiento procaz, no por la enorm idad de su tamaño, sino p or su afligente exigüi
dad, y, sobre todo, p or la insolencia con que la Naturaleza la había respingado para pre
sentar a l espectador sus dos ventanas, com o el hocico de un cra ck 23 que olfatea el aire. El
gesto pecu liar de aquel hom bre me sugería la idea de un ser que vive aspirando un m al olor
constante a su alrededor. (...)
El otro caballero era lo que se llam a un hom bre de peso. (...) La cabeza grande, y aun
que vulgar p or la vertiginosa rapidez con que descendía hasta la frente, exhibía un rostro
lleno de m ajestad y de satisfecha suficiencia.
El abdom en, am pliam ente pronunciado, lo era bastante p ara poner en conflicto la resis
tencia pertinaz de las abotonaduras del chaleco y del pantalón, a las que estaba confiada
la solemne misión de contener susform as. La fisonom ía tenía grandes pretensiones a la fo r
m alidad; pero yo no sé qué diablos había en aquella cara de luna llena, que me hacía ver-
la en menguante, a pesar de su redondez.
Lucio V. López
La gran aldea, Buenos Aires, Kapelusz, 1972. (GOLU)
Un texto famoso de Eduardo Wilde, “Ig del autor, hombre destacado tanto por su
nacio Pirovano”, incluido en su libro Tiem excelencia profesional como por su buen
po perdido, traza la semblanza de uno de humor, sus cualidades humanitarias y tam
los más famosos médicos porteños de la bién por su capacidad para tramar bromas
época, amigo y compañero de aventuras y diabluras.
62
Pirovano tiene todas las cualidades físicas para el trabajo y todas las aptitudes intelecua-
les para ser un m édico notable. Es bondadoso de carácter, reservado, m editador y pacien
zudo; parece ser muy dúctil, aunque siempre concluye por hacer lo que le da la gana; tiene
una gran facilid ad para hacerse querer de sus maestros; sabe evitar que lo envidien sus con
discípulos y el hecho de conservar, com o reliquias de su carácter, ciertos rasgos de m ucha
cho y ciertas diabluras de estudiante, que contrastan singularmente con su aspecto serio, le
da una fisonom ía particular y simpática.
Eduardo W ilde
“Ignacio Pirovano”, en Páginas esogidas, edición citada.
2. Cada alumno redactará un artículo de cos 4. Aplicando las técnicas que los alumnos des
tumbres, siguiendo las líneas generales de los cubran en la lectura de estos autores, se propo
que han leído. Tomarán algún aspecto negativo ne que elaboren retratos y semblanzas de per
o risueño de la sociedad en que viven, de los sonajes actuales (políticos, artistas, científicos,
personajes de su barrio o de los que la política familiares, amigos, profesores).
El hoy y el ayer
Los hombres del 80 sintieron con fuerza Dichos sucesos se desarrollan en el edi
la nostalgia de una niñez lejana, en un ficio central del Colegio, en el campo de
mundo distinto, más sencillo y amable; por vacaciones situado en la Chacarita de los
eso todos dejaron importantes testimonios Colegiales, y en una ciudad de ritmo acele
autobiográficos detenidos precisamente en rado y llena de tentaciones.
esa etapa de sus vidas: Mansilla, en Mis me
Desfilan en Juvenilia autoridades y pro
morias-, Cañé, en Juvenilia; Wilde, en
fesores del Colegio, como Eusebio Agüero
Aguas abajo; López, en La gran aldea. En
y Amadeo Jacques, el pensador francés que
algunos casos, las evocaciones personales
imprimió un carácter académico y una dis
se extendieron a la edad madura, como lo
ciplina que la institución mantuvo durante
hace Mansilla en Una excursión a los indios
décadas; alumnos, porteros y empleados,
ranqueles.
todos ellos con algún rasgo digno de recor
De estas autobiografías la más famosa, darse con humor. Abundan las escapadas y
sin duda, es Juvenilia, en la que Miguel Ca las trampas para eyadir castigos o imposi
ñé relata una serie de sucesos de sus años ciones autoritarias, las anécdotas graciosas,
de estudiante en el Colegio Nacional de como el robo de sandías en la Chacarita, y
Buenos Aires organizado por Bartolomé las más personales, como la aparición de
Mitre sobre el antiguo Colegio Real de San los primeros amoríos, y las reflexiones so
Carlos. bre la marcha del país, dadas por un Cañé
63
maduro que se enriquece con la perspecti expresivo estilo lleno de galicismos* y una
va del tiempo. gran cantidad de alusiones a escritores que
Treinta y seis capítulos de desigual exten reflejan las numerosas y variadas lecturas
sión, precedidos de una Advertencia y una del autor, iniciadas en las horas robadas al
Introducción, integran este texto escrito con sueño en las noches del viejo Colegio.
Las novelas, durante toda mi perm anencia en el Colegio, fueron mi salvación contra elfa s
tidio, pero al mismo tiempo me hicieron un fla co servicio como estudiante. Todo libro que no
fu era romance* me era insoportable, y tenía que hacer doble esfuerzo para fija ren él mi aten
ción. ¿A cuál de nosotros no ha pasado algo análogo más tarde en el estudio de la historia?
Miguel Cañé
Juvenilia
Buenos Aires, Kapelusz, 1969- (GOLU)
La costumbre de castigar físicamente a los y medios para escapar de los encierros, que
alumnos no era ajena a la pedagogía de Jac jamás estudiaba pero tenía una rara habilidad
ques. Así lo recuerda Cañé en el episodio de y una agilidad envidiable para defenderse de
Corrales, un especialista en inventar trampas cualquier ataque, aun de los más grandes.
Así, cierto día que Jacques nos explicaba que los tres ángulos de un triángulo equivalen
a dos rectos, Corrales, oyendo como el ruido del viento la explicación, desde los últimos ban
cos de la clase, estaba profundam ente preocupado en construir, en unión con su vecino, el
cojo Videla, que le ayudaba eficazmente, un garfio para robar uvas de noche. De pronto,
Jacques se detiene, y con voz tonante exclam a: “Corrales, tú eres un imbécil, y tu com padre
Videla otro. ¿Cuánto valen los dos juntos?”
“¡Dos rectos!”, contestó Corrales, que tenía en el oído esas dos palabras tan repetidas du
rante la explicación, y sin darse cuenta, en su sorpresa, de la pregunda de Jacques. Este se
fu e encima, y nosfu e dado presenciar uno de los combates más reñidos del año. (...) No bri
lló en manos del vencedor la daga de misericordia, pero sí sonó, uno solo, soberbio bofetón.
Ob. cit.
24 Ecléctico: que asocia y combina distintas ideas, que no sigue una única línea ideológica.
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Cañé limita su evocación a los años de permanencia en el Colegio, por eso la cierra con
la finalización de sus estudios.
Y, sin embargo, ¡cuántas cosas dejaba allí dentro! D ejaba mi infancia entera, con las pro
fu n das ignorancias de la vida, con los exquisitos entusiasmos de esa edad sin igual, en la Y
que las alegrías explosivas, el movimiento nervioso, los pequeños éxitos reem plazan la feli
cidad, que más tarde se sueña en vano.
A bandonaba el Colegio para siempre y, abriendo valerosamente las alas, me dejaba caer
del nido, en medio de las tormentas de la vida.
Ob. cit.
Yo diría al joven, que tal vez lea estas líneas paseándose en los mismos claustros donde
transcurrieron cinco años de mi vida, que los éxitos todos de la tierra arrancan de las ho
ras pasadas sobre los libros en los prim eros años. Que esa quím ica y física, esas proyeccio
nes de planos, esos millares de fórm ulas áridas, ese latín rebelde y esa filosofía preñada de
jaquecas, conducen a todo a los que se lanzan en su seno a cuerpo perdido.
Ob. cit.
La lectura de Juvenilia, tras su aparición gina, no viendo mi nom bre sino el tuyo a l
en Buenos Aires, provocó emociones que p ie de ella, un sentim iento legítimo me ha
se tradujeron en elogios y en una acepta invadido y he pensado con justicia que la
ción masiva de la obra. Se conservan cartas envidia es una grande y noble cu alidad
de amigos de Cañé que dan testimonio de hum ana”.
tales emociones y elogios.
%
Y Martín García Mérou: "Usted, tal vez
Así, Eduardo Wilde, le dice: "Tu libro sin pensarlo y sobre todo sin proponérselo,
será leído en los colegios con cariño y con ha hecho el poem a de esa edad tan intere
deleite y, fu era de ellos, con aqu ella dulce sante y tan llena de sensaciones, poem a
m elancolía de los recuerdos. Así lo he leí completo, donde el análisis es más de una
do yo, alternando mis impresiones entre vez delicado y profundo, donde nada falta,
la risa, la tristeza, la suave em oción y la donde Ud. ha puesto lo mejor que hay en
fra n ca alegría. Y a l concluir la última p á cada hombre: ¡su corazón!"
1. Leer fragmentos de Mis memorias de Lucio V. las enfermedades, la muerte de los seres queri
Mansilla, de Aguas abajo de Eduardo Wilde y dos, por ejemplo. Establecer un cuadro compa
de La gran aldea de Lucio V. López. Analizar los rativo y destacar los elementos comunes a las
elementos de la infancia que con mayor fuerza tres obras.
se manifiestan en la memoria de sus autores: la
casa paterna, la familia, los amigos, la escuela, 2. Luego de haber leído en forma completa Ju
el barrio, las experiencias afectivas, la religión, venilia, se sugiere la proyección de la película
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argentina del mismo título. Luego, se procederá 3. Lo alumnos com pondrán individualmente un
al análisis del proceso de transformación de la breve relato sobre uno o varios episodios de
narración en filme (pasajes elegidos, tratamien su infancia, tratando de que en él se manifies
to de los personajes, diálogos, ambientes abier ten con cla rid a d aquellos recuerdos que más
tos y cerrados, calidad de la actuación y de la lo tocan. Luego pueden comentarse en clase
dirección!. Cada alumno escribirá, finalmente, algunos de los trabajos y organizar una discu
una crítica de la película que abarque los ele sión sobre el valor de la memoria en la vida
mentos analizados. del hombre.
25 Crup: enfermedad infecciosa de la garganta y las vías respiratorias. Causó muchas muertes hasta que se desarrolló
la vacuna que la previene.
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Está dividida en dos partes; la primera La descripción del campo a partir de las
tiene treinta y dos capítulos y la segunda tareas típicas inicia la novela como marco
(cuya acción se ubica dos años más tarde adecuado de gran parte de la acción,
con respecto al final de la primera), trece.
En dos hileras, los anim ales hacían calle a una mesa llena de lana que varios hombres
se ocupaban en atar.
Los vellones, asentados sobre el plato de una enorm e balanza que una correa de cuero
crudo suspendía del m aderamen del techo, eran arrojados después a l fon do del galpón y allí
estibados en altas pilas semejantes a la fa ld a de una m otaña en deshielo. (...)
Alrededor, a lo largo de las paredes, en grupos, hombres y mujeres trabajaban agachados.
La vincha sujetando la cerda negra y dura de los criollos, la alpargata, las bombachas,
la boina, el chiripá, el pantalón, la bota de potro, a l lado de la zaraza 26 harapienta de las
hembras, se veían confundidos en conjunto mugriento. (...)
El viento entró en remolino. En medio de la densa nube de tierra que arrastraba, se oyó
el ruido repicado de las tijeras hundiéndose entre la lana, sonando com o cuerdas tirantes
de violín.
Eugenio (a m h acer es
Sin rumbo. Estudio. Buenos Aires, Huemul, 1966.
-H erm osa ciudad Buenos Aires, señor, me ha dejado sorprendido. Nunca me figuré que
en América hubiese nada igual.
-¿Usted cree?
-L a belleza de sus edificios, el ruido, el vaivén, el com ercio que se observa en sus calles,
esa multitud de tranvías cruzándose sin cesar a l ruido de sus cornetines, producen en el ex
tranjero una impresión extraña y curiosa, un efecto nuevo de que no tenemos idea en nues
tras antiguas ciudades italianas. (...)
En el Club, los hombres serios, los pasivos, lectores de diarios de la tarde y jugadores de
gu erra 27 y de chaquete 28, poco a poco habían ido desapareciendo. (...) En un rincón, a me
dia luz, una mesa redonda y una carpeta verde esperaban. (...)
El teatro lleno, bañado por la luz cruda del gas, sobre un em pedrado de cabezas levan
taba su triple fila de palcos, com o fa ja s de guirnaldas superpuestas, donde el rosado mate
de la carne se fu n día desvanecido entre las tintas claras de los vestidos de baile.
Ob. cit.
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Donata, atareada, iba y venía por el cuarto, se vestía.
A cababa de trenzarse el pelo largo y grueso, con reflejos azules como el pecho de los re
negridos 2930.
El óvalo de alm endra de sus ojos negros y calientes, de esos ojos que brillan siendo un mis
terio la fuente de su luz, las lineas de su nariz ñata y graciosa, el dibujo tosco, pero provo
cante y lascivo, de su boca mordiendo nerviosa el labio inferior y mostrando una doble fila
de dientes blancos como granos de mazamorra, las faccion es todas de su rostro parecían
adquirir mayor prestigio en el tono de su tez de ch in a 50, lisa, lustrosa y suave.
Ob. cit.
Insensible y com o muerto, encerrado dentro de las paredes mudas de su casa, días en
teros se pasaba sin querer hablar ni ver a nadie, arrebatado en la corriente destructora de
su siglo, pensando en él, en los otros, en la miseria de vivir, en el am or-u n torpe llam ado
de los sentidos-, la am istad-u n a ruin explotación-, el patriotism o -u n oficio o un rezago
de barbarie-, la generosidad, la abnegación, el sacrificio -u n a quim era o un desam or
monstruoso de sí mismo-, en el cálculo de la honradez, en la falta de ocasión de la virtud;
y nada ni nadie hallaba gracia ante el fu ero inexorable de su am argo escepticismo.
Ob. cit.
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Sin rumbo es, históricamente, la primera cuencia, planteos program áticos de orden
novela realista argentina. Al respecto, dice ético; sólo se circunscribe a verificar el des
Isabel de Santacatalina en la Introducción calabro social que lo atorm enta y a l que de
de la edición citada de Sin rumbo: “Con sea penetrar en su momento de crisis. ”
ella Cam baceres aproxim a una visión nue
La cuarta novela de Cambaceres, En la
va de la realidad y esa nueva visión está en
sangre, se inscribe ya en la línea naturalista
los ojos del personaje principal, Andrés, de
con su temática basada en la acción de las
salentado y escéptico. Ni el bien, ni el honor,
grandes olas inmigratorias que poco a poco
ni los grandes ideales de libertad y defensa
llenaban las ciudades y los campos de la
individual o colectiva, típicos de la novelís
Argentina. Su aparición causó un gran re
tica romántica, existen en el am biente don
vuelo en Buenos Aires, por haberse visto en
de viven los personajes de esta novela; por
ella una clara alusión al origen de ciertos
eso el protagonista arrastra una existencia
políticos muy influyentes, y por las acusa
sin entusiasmos profundos. La sociedad se
ciones de inmoralidad que partieron de los
presenta disminuida y nada parece poder
grupos más conservadores de la sociedad
mejorarla. El autor no introduce, en conse-
porteña.
1. Se sugiere, como trabajo en equipo, escribir se desarrolla en varias de sus obras. El episodio
un guión televisivo sobre Sin rumbo. Se elegirán de Vicentita en Aguas abajo de Eduardo Wilde;
los pasajes más adecuados de la obra para su el cuento "Tini", del mismo autor; el episodio de
adaptación, tratando de que no queden ele Andrea en el final de Sin rumbo, de Eugenio
mentos importantes sin incluir. Se elaborarán Cambaceres; la trágica muerte de la hija de
los diálogos a partir de los que aparecen en la G raciana en La gran aldea de Lucio V. López,
novela, y se indicarán los movimientos a d ó ra son valiosos ejemplos. Manuel M ujica Láinez,
les generales de cada escena. Finalmente se en su famoso cuento “El hombrecito del azulejo",
escribirá el guión indicando los movimientos de retoma el tema y lo ubica precisamente en
cámara, los decorados correspondientes, los 1875, incluyendo entre sus personajes a Eduar
efectos visuales o sonoros sugeridos, y la posi do Wilde e Ignacio Pirovano. Se sugiere la lec
ble música de fondo. tura de todos los textos mencionados y su poste
rior discusión en búsqueda del sentido profundo
2. La enfermedad y la muerte de los niños es un que ese tema posee en las circunstancias en
tema que preocupó a los prosistas del 80 y que que aquellos fueron escritos.
En los últimos años del siglo XIX apa con el subtítulo Estudio social, la publicó
recieron varias novelas inspiradas en la en forma de folletín en La Nación, en
crisis económica de 1890, cuyo centro 1891.
fue la Bolsa de Comercio de Buenos Ai
res, entre ellas Quilito de Carlos María El título alude a la institución financie
Ocantos, Horas de fie b re de Segundo Vi- ra qué en 1888, gracias al crecimiento co
llafañe, Grandezas, de Pedro Morante y, mercial e industrial argentino, contaba con
sin duda la mejor de todas ellas, La Bol cinco mil asociados y que un año más tar
sa, de Julián Martel (1867-1896), seudóni de cerraba sus puertas por orden del go
mo del periodista José María Miró que, bierno, tras el desastre que provocó una
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devaluación total de acciones de las em La novela -estructurada en dos partes
presas más importantes del país. de nueve capítulos cada una- se inicia
con una semblanza de la ciudad, a través
El protagonista de La Bolsa es el prestigio
del viento que penetra en cada rincón y
so abogado Luis Glow, quien ha dejado su
pone de manifiesto el estado de deterioro
profesión para dedicarse a la especulación fi
que se esconde en las calles y los edifi
nanciera, con la que logra amasar una gran
cios. Arranca las rojas banderas de rema
fortuna. Está casado con Margarita, una mujer
te, corre por las azoteas, desemboca furio
ambiciosa pero decente, que trata de apartar
so en la Plaza de Mayo y desfila frente al
lo de los riesgos de la Bolsa cuando lo nota
Congreso exclamando ¡pobre libertad!,
desontrolado. Glow no le hace caso y termi
arremete contra la Casa de Gobierno y lle
na por convertir a su estudio jurídico en pun
ga, por fin a la Bolsa, con una furia que
to de reunión de aventureros que rápidamen
parece querer barrer y limpiar de una vez
te lo abandonarán cuando sepan que se ha
toda la mugre financiera.
arruinado. El abogado trata de rehacer su for
tuna en el hipódromo, pero el juego no lo fa El interior de la Bolsa de Comercio, con
vorece y su situación se agrava al punto de su agitación y sus gritos en varias lenguas,
enfermar gravemente. Cuando parece recupe sus corredores, inversores y curiosos, es un
rar su salud, una carta de su corredor Ernesto escenario en el que juegan su papel una se
Lillo (personaje tras el cual parece esconder rie de personajes que fluctúan entre lo trá
se el autor) termina por arrojarlo a la locura. gico y lo grotesco.
Elfastuoso banquero, cuyo nombre, sólo con ser m encionado, hace desfilar p o r la men
te un mundo fan tástico de millones, estrecha con su m ano pulida la grosera garra del
chalán m arrullero 31; el hum ilde com isionista se codea fam iliarm ente con el propietario
acaudalado, a quien adula según las reglas de la dem ocracia en boga; el m ozalbete re
cién iniciado en la turbulenta vida de los negocios, p asea p o r todas partes sus m iradas co
diciosas; (...) el especulador arrojado form u la sus hipótesis paradojales ante las caras ató
nitas de los corredores sin talento (...). el an cian o enriquecido p or largos años de duro
trabajar, comenta, con la fria ld a d del egoísmo que dan los años y el éxito tras rudos a fa
nes alcanzados, esa crónica diaria de la Bolsa, m uchas de cuyas págin as están escritas
con sangre; el usurero fam élico gira y gira describiendo círculos siniestros en torno de sus
víctimas infelices.
Ju lián M artel
La Bolsa
Buenos Aires, Estrada, 1946.
Pero los valores que se manejan no re pas de la corrupción sobre los inmigrantes,
flejan la realidad de las empresas, ya que particularmente los judíos. El retrato de Fili-
por lo general surgen de especulaciones no berto Mackser corrobora el puntual ataque
siempre claras. contra ellos, cuyo “peligro obsesivo” sobre
Desviando la atención de estos artos que la economía argentina se constituye en una
todos conocen, los inversores cargan las cul verdadera obsesión del narrador.
70
El que h ablaba m asticando las palabras fran cesas con dientes alem anes, y no de los más
puros, p or cierto, era un hom bre pálido, rubio, linfático, de m ediana estatura, y en cuya ca
ra antipática y afem in ada se observaba esa expresión de hipócrita hum ildad que la costum
bre de un largo servilismo ha hecho com o el sello típico de la raza ju d ía. (...) Llam ábase Fi-
liberto M ackser y tenía el título de Barón que había com prado en A lem ania creyendo que
así daba im portancia a su oscuro apellido.
Ob. cit.
Otro tanto ocurre con los que Martel lla lo extranjero refleja una ideología que, más
ma “judíos invasores” y con el banquero y que al autor, parece pertenecer a quienes
prestamista francés Jacob Leony, al que re buscaban culpables de una situación que
trata con perfiles siniestros. Este rechazo de no podían manejar.
Venido Ja c o b a Buenos Aires, n adie recordaba en qué fech a , pretendió y obtuvo, a fu er
za de intrigas y bajezas de todo género, la m ano de una rica heredera, cuya fa m ilia g a
nó h ace p oco un ruidoso pleito a cierto person aje muy conocido en los círculos foren ses y
literarios. (...) A segurábase que Leony d aba m alos tratam ientos a su mujer, y se contaban
horrores de su m anera de p roceder con los que caían en sus garras satánicas. C obraba
intereses infam es, y entre otras historias más o m enos parecidas, citábase la de una opu
lenta dam a, muy generosa y d ad a a las prácticas devotas, a quien Leony iba arruinando
lentam ente con sus préstam os.
Ob. cit.
¡Pobres burgueses! Mozos de tienda, de alm acén, em pleadillos de todas clases, es inútil
que vuestros ojos devoren a las lindas dam as que cruzan com o hechiceras visiones ante vo
sotros. Es preciso gastar coche, tram pear a l sastre, si no hay con qué pagarlo, frecu en tar tea
tros y salones, p ara que ellas os hagan gracia de una m irada o una sonrisa. (...)
Allá va el doctor Glow, a quien la última ju gada de la Bolsa ha dejado más de un millón
de ganancia, sentado a l lado de su m ujer y de sus hijos; (...) allá va el buen doctor, com o
representación viva de la especulación irresponsable, de la fieb re de los negocios turbios. (...)
Allá va el fu n d ad or de veinte sociedades anónim as cuyas acciones, ficticiam ente valoriza
das, recuperarán tarde o temprano su verdadero valor ¡ay! el cero. (...) Allá va Granulillo,
el estafador de sus amigos, el socio del ladrón de cadáveres, el dueño de la casa de juego, el
dilapidador de los fon dos del Banco a cuyo directorio tiene el honor de pertenecer. (...) Y
m ientras tanto, un poeta, joven, alto, enlutado, de fison om ía triste y resignada, (...) mira
con am argura los esplendores de aquella bacan al fastuosa, y su mente visionaria le presen
ta un cuadro pavoroso.
Ob. cit.
71
Los ojos de ese poeta, tras el cual se es tamos usurarios, la tentación del juego, la
conde seguramente Martel, ven una catás traición de los que se decían amigos, el de
trofe en la que carros, caballos, damas y ca rrumbe de una clase social nacida a la som
balleros, banqueros y prostitutas, todos bra de la corrupción, el torbellino de pape
caen despedazados en medio de un clamor les, dinero, corredores y fortunas que nacen
que se eleva por los aires y cubre al mun y mueren, todo eso constituye una verdade
do entero. ra y concreta locura. La misma locura que,
Las previsiones que se enuncian en la como una bellísima mujer transformada en
primera parte se cumplen trágicamente en monstruo detestable, abraza mortalmente a
la segunda. La pérdida progresiva del valor Luis Glow, protagonista y víctima del apara
de las acciones, la falta de dinero, los prés to financiero.
Durante un momento, él probó todos los goces del am or y de la vanidad satisfecha, vién
dose dueño de la criatura más hermosa que habían contemplado sus ojos. Pero de pronto
vio que los brazos que lo estrechaban transform ábanse en asquerosas patas provistas de lar
gas uñas en sus extremos. Y el seno palpitante se transform aba también, y echaba pelos, p e
los gruesos, largos, cerdosos, que pinchaban com o las púas de un erizo. Ycuando quiso huir,
arrancarse a la fu erza que lo retenía, fu e en vano. Las uñas se clavaron en su piel, y sus ar
ticulaciones crujieron haciéndose pedazos. En su espantosa agonía, alzó los ojos buscando
la cara que momentos antes besara con pasión, y vio que las hermosas faccion es que tanto
había adm irado, se m etam orfoseaban lentamente. La boca se alargaba hasta las orejas, y
agrandábanse y multiplicábanse los dientes, en tanto que los ojos, furiosos y bizcos, se revol
vían en unas órbitas profundas y sin párpados. Y él entonces, debatiéndose en el horror de
una agonía espantosa ¡loco, loco p ara siempre! oyó estas tres palabras que salían roncam en
te p o r la boca del monstruo: -Soy la Bolsa.
Ob. cit.
Algunos críticos han comparado La Bol Más allá del desbarranco financiero, la
sa con Amalia, por el panorama social de desigualdad económica y la violencia polí
su tiempo que cada una de las novelas pin tica, el país parece encarrilarse en el cami
ta con tanto detalle y maestría. Adolfo Mi no del progreso proclamado como gran ob
tre, en el Prólogo de la edición citada de jetivo por Julio Argentino Roca, el hombre
La Bolsa, afirma que esta comparación que domina el panorama político del fin del
'plantea de inm ediato el cotejo entre el siglo.
Buenos Aires de 1840, con el nervio heroi
Las oleadas inmigratorias, la afluencia
co tenso pese a l bochorno de la tiranía, y la
de capitales extranjeros, el ritmo acelerado
capital de cincuenta años después, con la
de las obras públicas, van a dejar atrás, poco
fib ra patriótica intacta pese a l entroniza
a poco, el fantasma de la miseria que asoló a
miento de la corrupción. (...) Son, en es
la sociedad de 1890; pero no se acallarán las
tampas sim bólicas, cincuenta años de his
voces de quienes piden la participación po
toria, con una transform ación de las cos
pular en las decisiones de los gobiernos.
tumbres, con una superación de los aspec
tos m ateriales de la vida y un cam bio en Los escritores de la vuelta del siglo re
las norm as de la convivencia, com o muy flejarán esta nueva situación, y a ellos nos
p ocas colectividades pueden presenta f . referiremos en el módulo siguiente.
© 72 H
1. Realizar una investigación sobre la crisis eco las con la crisis de 1890 y señalar similitudes
nómica de 1890. Con ayuda del profesor de y diferencias.
Historia, buscar documentos y bibliografía ade
3. Escribir una narración (puede inspirarse en he
cuada para explicar los problemas centrales de
chos reales) enmarcada en alguna de las últimas
esa crisis: la especulación, la corrupción política
crisis económicas padecidas por los argentinos.
y económica, las graves fallas éticas del equipo
gobernante, la influencia de los grupos finan 4. Se sugiere un trabajo en equipo para trans
cieros en la fluctuación de los valores del dine formar La Bolsa en una obra teatral. En primer
ro y las acciones de las empresas. Estudiar las lugar se elegirán los pasajes que mejor se ade
medidas del presidente Carlos Pellegrini para cúen a esa transformación y se les dará un o r
conjurar los efectos de la crisis. den, en actos y escenas, que permita al espec
tador segó - con facilidad la trama original del
2. En los últimos treinta años nuestro país ha relato. Luego se elaborarán los diálogos, tratan
sufrido distintas crisis económicas manifesta do de mantener e, enguaje del autor y el ca
das con devaluaciones, inflación, pérdida del rácter que este da a los personajes. Einalmente
valor adquisitivo de los salarios, endeuda se ajustarán las acotaciones escénicas y de mo
miento interno y externo, desocupación, con vimiento actoral. Como conclusión, podría ha
vertibilidad. Realizar una investigación sobre cerse una sesión de teatro leído e invitar a ella
esas crisis y redactar un informe. C o m p a ra r a alumnos de otros cursos.
Otros textos
L a llu v ia
No hay tal vez un hom bre más am ante de la lluvia que yo.
La siento con cad a átom o de mi cuerpo, la an ido en mis oídos y la gozo con inefable
delicia. (...)
Las nubes viajaban en montones, arrastradas p o r caballos invisibles que el vivido relám
pago apuraba tocándolos con látigos d e fuego.
El cielo en sus confines sem ejaba un cam po de batalla; el oído estrem ecido recogía el fr a
gor de la p elea y los ojos seguían el fu lgor de los disparos de la gran batería m eteorológica.
¡Pobres viajeros con sem ejante lluvia! Mi im aginación los acom pañ aba en su cam ino p or
los desfiladeros, p o r los bañados, y los veía recibiendo el agua en las espaldas, con el som
brero metido hasta las orejas y llena de inquietud el alm a; aqu í atraviesan un río cuya co
rriente h ace p erder p ie a los caballos, a llí cae una carga, más allá se despeña un com pañe
ro cuya cabalgadura se espantó del rayo.
¡Pobres navegantes con sem ejante lluvia! Sobre la cubierta de la nave solitaria que toma
un bañ o de asiento en el océano y recibe una ducha a l mismo tiempo, corren los m arine
ros con sus ropas enceradas a recoger las velas, mientras el capitán se m oja las entrañas con
ron en su cam arote p a ra que todo no sea pu ra agua. Las puntas de los mástiles convidan
centellas, la lona se muestra indócil, la m adera cruje y el buque se ladea hacia las ondas
com o si fu era un som brero de brigadier puesto sobre la oreja del m ar irritado.
Solamente los mineros están a sus anchas con un tiempo tan hidráulico; sin ninguna noticia
salen de su trabajo, negros de polvo de carbón o de metal y se sorprenden del caso acontecido.
¿Y las lavanderas? Nunca he podido explicarm e p o r qué se apuran a recoger las ropas,
juntarlas en atados y con ellas correr hasta su casa.
Eduardo Wilde
en Páginas escogidas, edición citada.
U n a e x c u r s ió n a lo s in d io s r a n q u ele s
Una rastrillada son los surcos paralelos y tortuosos que con sus constantes idas y venidas
han dejado los indios en los campos.
Estos surcos, parecidos a la huella que h ace una carreta la prim era vez que cruza p o r un
terreno virgen, suelen ser profundos y constituyen un verdadero cam ino an cho y sólido.
En plen a pam pa, no hay más cam ino. Apartarse de ellos un palm o, salirse de la senda,
es m uchas veces un peligro real; p>orque no es difícil que a h í mismo, a l lado de la rastrilla
da, haya un “g u ad al” en el que se entierren caballo y jin ete enteros.
G uadal se llam a un terreno blando y m ovedizo que no habiendo sido pisado con fr e
cuencia, no ha podido solidificarse.
Es una palabra que no está en el diccionario de la lengua castellana, aunque la hemos
tom ado de nuestros antepasados, que viene del árabe y significa agua o río.
La pam pa está llena de estos obstáculos.
¡Cuántas veces en una operación militar, yendo en persecución de los indios, una columna
entera no ha desaparecido en medio del ímpetu de la carrera!
¡Cuántas veces un trecho de pocas varas 32 ha sido causa de que jefes muy intrépidos se
viesen burlados por el enemigo, en esas pam pas sin fin !
¡Cuántas veces los mismos indios no han perecido bajo elfilo del sable de nuestros valien
tes soldados fronterizos p or haber caído en un guadal!
Las pam pas son tan vastas, que los hombres más conocedores de los campos se pierden a
veces en ellas.
El caballo de los indios es una especialidad en las pampas.
Corre por los campos guadalosos, cayendo y levantando, y resiste a esa fatiga hercúlea
asombrosamente, como que está educado a l efecto y acostum brado a ello.
El guadal suele ser húmedo y suele ser seco, pantanoso y pegajoso, o simplemente arenoso.
Es necesario que el ojo esté sumemente acostumbrado para conocer el terreno guadaloso.
Unas veces el pasto, otras veces el color de la tierra son indicios seguros. Las más. el guadal
es una em boscada para indios y cristianos.
Lucio V ictorio M ansilla
Una excursión a los indios ranqueles.
Buenos Aires, Kapelusz, 1972. (GOLU)
Q u ilito
75
m
Las letras del nuevo si
Panoram a cultural de la Argentina de 1900. D e la crisis de 1890 a los proyectos
del Centenario. Rom anticism o tardío y m odernism o. Periodism o y literatura.
Surgim iento del teatro nacional. Narrativa realista y fantástica: la ciudad, el
suburbio y el cam po; criollos e inm igrantes; testim onio y fantasía.
76
Política, artes y ciencias entre las luces del Centenario
77
La poesía culta se debate entre la agonía los payadores, como José Bettinotti y Gabi-
del Romanticismo y las nuevas luces del no Ezeiza, y por otro a la mirada barrial,
Modernismo, en tanto las creaciones popu sencilla y evocadora, como se puede ver en
lares se aferran por un lado al modelo de la producción de Evaristo Carriego.
Precedido por la fama que le había dado porteños, Rubén Darío llegó a la Argentina
su libro Azul, y ampliamente conocido por en 1893, como Cónsul General de la Repú
sus colaboraciones en los grandes periódicos blica de Colombia.
Y heme aquí, por fin, en la ansiada ciudad de Buenos Aires, a donde tanto había soñado
llegar desde mi perm anencia en Chile. Los diarios me saludaron muy bondadosamente. La
Nación habló de su colaborador con términos de afecto, de simpatía, de entusiasmo, en lí
neas confiadas a l talento de Julio Piquet. La Prensa me dio la bienvenida, también en frases
fin as y amables, con que me favoreciera la gentileza del ya glorioso Joaquín V. González.
Rubén D arío
Autobiografía, en Obras Completas,
Buenos Aires, Anaconda, 1947.
Como cada palabra tiene un alma, hay en cada verso, adem ás de la arm onía verbal,
una arm onía ideal. La música es solo de la idea, muchas veces. La gritería de trescientas
ocas no te impedirá, Silvano, tocar tu encantadora flauta, con tal de que tu amigo el ruise
ñor esté contento de tu melodía. Cuando él no esté para escucharte, cierra los ojos y toca p a
ra los habitantes de tu reino interior.
Rubén D arío
“Palabras liminares” de Prosas profanas, en Obras completas, ed. cit.
78
Esta idea de exclusividad, que coloca a La profunda huella de Rubén Darío en
los poetas -y a los intelectuales, en gene la poesía escrita en lengua española, confir
ral- en lo que se ha dado en llamar “la to mada explícitamente por escritores como
rre de marfil”, aislados del gusto general de Pablo Neruda y Federico García Lorca, se
la gente masificada, había sido desarrollada extiende en las letras argentinas, a lo largo
por Darío en varios textos de su libro Azul, de varias décadas. No hay renovación poé
como “El rey burgués”, “El pájaro azul”, “El tica que no le deba algo al maestro de Ni
velo de la reina Mab” y “El sátiro sordo”. caragua.
En cambio, se perciben con mayor clari la frase, el vocabulario exquisito, por ejem
dad los trazos modernistas -la sonoridad de plo- en este poema del segundo libro:
1 El alquilón es un viento frío que sopla con intensidad en los inviernos del hemisferio Norte.
2 De hinojos: de rodillas
79
Hay en la poesía de Guido Spano una “p iel más suave que la sed a ”, “labios de
visión estetizante de lo femenino, elabo rosa”. Esta visión da particular relieve al
rada con filtros románticos y levemente desnudo femenino, elaborado como una
adornada de recursos modernistas, que descripción de imagen pictórica o estatua
otorga a la mujer caracteres que la poesía ria. Un bello ejemplo de lo dicho es el
antigua atribuye a las diosas: “blancura poema cuyos primeros versos aquí trans
de cisn e”, “senos blancos com o la lech e”, cribimos:
3 grana tina: la púrpura, tintura de color rojo intenso que los tirios (o fenicios) extraían de un molusco.
4 desflocar: destejer, desenredar, alisar.
3 Safo de Lesbos: poeta lírica griega, llamada “la décima Musa”. Vivió en Mitilene (isla de Lesbos) en el s. VII a. C.
Su obra se conserva en forma fragmentaria.
6 Se conoce como Antología Palatina o Antología griega a la gigantesca colección de epigramas que comenzó a
recopilarse en Alejandría en el siglo II a. C. y se concluyó en Bizancio en el XI d. C..
harmonía: forma etimológica (en su origen griego la a inicial es aspirada) de “armonía”.
80
Este amor por lo griego y esta búsqueda largos desvelos a sus dos series de Estudios
de motivos de inspiración y composición helénicos, que incluyen numerosas traduc
en los modelos clásicos se manifestará de ciones de los cantos homéricos; y Leopoldo
manera especial en dos autores argentinos Díaz, autor de más de trescientos sonetos
contemporáneos de la madurez de Guido dedicados a héroes, mitos y personajes his
Spano: Leopoldo Lugones, quien dedicará tóricos de la antigüedad clásica.
Caracterizado él mismo como “discípulo esa etapa es Las montañas del oro, obra
y amigo de Rubén Darío”, Leopoldo extravagante en la que se traza la figura del
Lugones (1874-1938) adhiere fervientemente poeta como conductor de pueblos y orien
a los principios estéticos del Modernismo y tador de "una gran columna de silencio y
lo demuestra con nítidos perfiles en sus de ideas en m a r c h a Ubicado en una línea
libros poéticos publicados entre 1905 y de pensamiento anarquista combativo,
1912: Los crepúsculos del jardín, Lunario Lugones inicia en ese primer libro un largo
sentimental y El libro fiel. Años más tarde camino pendulatorio que lo llevará treinta
volverá, como gesto de despedida, a la años más tarde al otro extremo ideológico,
estética modernista en Las horas doradas. el del fascismo intolerante. De allí intentará
regresar hasta que él mismo ponga fin a su
Antes de volcarse a esta corriente poéti vida en medio de una crisis profunda, ali
ca Lugones había cultivado una poesía de mentada por el desconsuelo frente a una
protesta y denuncia con notables huellas realidad en la que no había pensado cuan
del Romanticismo tardío. Muestra valiosa de do alcanzó ese punto extremo de sus ideas.
Dividido en cinco series y catorce poe bito particular: la hora de la tarde propicia
mas sueltos, Los crepúsculos del jardín, libro para la melancolía; el jardín, lugar decorati
al que Lugones, en su Prefacio, califica de vo en el que la naturaleza está marcada
“ramillete”, “pasatiempo singular”, o “epo mente modificada por la mano del hombre;
peya baladí”, presenta una actitud poética y el amor, expresado con sensualidad y re
más clara, que se manifiesta en la búsqueda finamiento. En “El buque”, por ejemplo, Lu
de una perfección formal inspirada en el gones vincula las tonalidades de los distin
ejemplo de Rubén Darío. tos momentos de la tarde con las etapas del
amor en la vida de un hombre.
Desde el título mismo se percibe un ám
Leopoldo Lugones
“El buque”, de Los crepúsculos del jardín, en Obras poéticas completas,
Madrid, Aguilar, 1974.
81
En la serie “Los doce gozos”, sonetos de se tratara de un cuadro. Uno de esos sone
exquisita perfección formal, Lugones apela tos, cuyos versos iniciales leemos a conti
a la trasposición de arte, esto es, la cons nuación, se ha constituido en modelo de
trucción de un poema descriptivo como si ese tipo de procedimiento de escritura.
Observen los términos vinculados con la Una serie de textos que muestran, por un
pintura que aparecen en estos versos: “pince lado, la culminación modernista, y por el
lada”, “iluminó” (es decir, ilustró), “apuntó” otro, el camino hacia otra revolución, la ul-
(hizo un apunte, un croquis), “matiz crisobe traísta*, forman el Lunario sentimental, libro
rilo”, “decoración morada”. En el resto del que numerosos críticos consideran el mejor
poema se agregan otros elementos: la com de esta etapa lugoniana.
paración del cielo con un biombo chino, la
Está organizado en cuatro partes -acaso
presencia de un plinto (base de una colum
pensando en las cuatro fases de la luna-, ca
na), la descripción de un paisaje nocturno.
da una de las cuales se cierra con un relato
En otros poemas aparecen constantes refe en prosa. Esta inclusión sirve para marcar
rencias a telas de refinada fabricación, perfu con nitidez las diferencias entre la prosa y el
mes raros, abanicos, flores y plantas extrañas. verso, al que Lugones defiende ardorosa
mente con sus atributos tradicionales: la ri
A propósito de los elementos exóticos que
ma, la medida y el ritmo.
abundan en las páginas de este poemario, en
nuestra ya citada La Cultura Argentina opi La tercera parte, titulada “Lunas” presen
namos que existe "una m arcada predilec ta un repertorio interesante sobre el tema
ción por cierta atmósfera refinada, por las te central de la luna, adornado con originales
las suntuosas, las flores raras, las piedras pre combinaciones métricas y de la rima: “Un
ciosas, los símbolos de plástica elegancia. Se trozo de selenología”, “Luna maligna”, “Lu
percibe además la tendencia a buscar moti na ciudadana”, “Luna bohemia”, “La muerte
vos de inspiración en religiones alejadas en de la luna”. Una famosa sonata de Beethoven,
tiempo y espacio, sobre todo en Oriente. La ex llamada “Claro de luna”, sirve a Lugones de
tranjería concede a los objetos descriptos un motivo para un poema homónimo, cuyos
nuevo valor conocido por pocos, lo exquisito”. versos finales dicen:
82
Algunos textos del Lunario presentan for esas composiciones, titulada “La copa inhalla
mas teatrales, como las cinco composiciones ble”, es una égloga* escrita a la manera de los
que integran la segunda parte del libro, en las Idilios de Teócrito y de las Bucólicas de Vir
que aparecen los personajes de la “Comme gilio9 , en la cual el escultor Anfiloquio en
dia deU’arte”*, y las cuatro de la cuarta parte, cuentra el modelo ideal para construir una
titulada precisamente “Teatro quimérico”, por copa de gran belleza en el pecho de una jo
el tipo de personajes (literarios o del mundo ven pastora, al que logra vislumbrar por un
de las artes) que aparecen en ellas. Una de rayo de luna que se filtra bajo su túnica.
Menos modernistas y más cercanas a la Lugones trazar un cuadro complejo de las ac
concepción neoclásica de la poesía conme tividades de aquel momento que califica co
morativa son las Odas seculares, compues mo “estelar” en la vida argentina.
tas por Lugones para celebrar el Centenario
La oda titulada “A los ganados y las mie-
de la Revolución de Mayo. Resuenan en
ses”, que sigue el criterio expositivo de Vir
ellas los ecos de Juan Cruz Várela, Vicente
gilio en las Geórgicas, contiene un repertorio
López y Planes, Esteban Echeverría, y a lo
temático que resume el ideal de una Argen
lejos, los de las Geórgicas de Virgilio, el
tina opulenta alentado por los gobiernos
Carmen Saeculare y la Odas rom anas de
conservadores de entonces: descripción de
Horacio.
la llanura pampeana; el toro, su figura y su
La composición inicial titulada “A la Pa hábitat; el ferrocarril; los rebaños, símbolo de
tria”, es la única que aparece suelta; las de riqueza; las parvas, la cebada, la alfalfa, el
más se reúnen en tres series: Las cosas útiles duraznero; la tierra personificada como ma
y magníficas, Las ciudades y Los hombres. dre; el trigo; los colonos; el maíz; la vida co
tidiana según las estaciones; las aves, las
Opina Julio Irazusta que la novedad de la hierbas y los insectos; el lino, el maní, el al
épica en las Odas seculares consiste en “can godón y la caña de azúcar; las napas subte
tar las cosas útiles y magníficas de la Argen rráneas; la viña y el vino; la lana, la carne, la
tina llegada al mediodía de su feliz centena grasa, el cuero y la leche; el caballo; el co
rio, aunque sin olvidar a los héroes que cus mercio en las poblaciones rurales; el asno, el
todiaron su marcha en el camino recorrido“: cerdo, el pavo, la oca y el avestruz; las palo
y agrega que su capacidad poética permitió a mas: las abejas y la miel.
9 Teócrito de Siracusa (siglo III a. C.) y Virgilio (siglo I a.C.) son los cultores más importantes de la poesía pas
toril en la Antigüedad clásica. Su influencia se hizo sentir con intensidad en los poetas españoles del
Renacimiento y el Barroco.
83
El regreso a los valores elem entales
Con la publicación de El libro de los p a i Una de las diez series de la obra, titula
sajes, en 1917, la obra poética de Lugones da Alas, reúne treinta y cuatro semblanzas
experimenta el inicio de un abandono de las de pájaros argentinos como el hornero, la
exquisiteces modernistas y un intento de ex calandria, la golondrina, el pito-juan, el pi
presión sencilla, en lenguaje comente, sin caflor y otros cuyos caracteres aparecen hu
abandonar la riqueza sonora del verso ni la manizados y vertidos en versos y estrofas
profundidad expresiva de la metáfora. de notable variedad.
1. Elegir un grupo de poemas de la etapa mo - Tema central y motivos conductores de cada
dernista de Leopoldo Lugones (se sugieren los poema.
que figuran en Páginas vivas de Leopoldo Lugo Con los datos obtenidos, redactar un informe y
nes). Hacer un análisis técnico (formal) y estético sacar conclusiones sobre los caracteres del mo
según el siguiente plan: dernismo en la obra de Lugones.
- Versificación (tipos de estrofas, medida de los 2. Es frecuente, en la poesía modernista, el re
versos, rima, ritmo). curso de la trasposición de arte, esto es, vol
- Recursos sonoros (aliteraciones, onomatopeyas, car en palabras sensaciones producidas por
búsqueda de efectos especiales). otras artes, como hemos señalado en el co
- Adjetivación real y figurada. mentario de Los crepúsculos del jardín. La “Sin
- Metáforas, personificaciones, imágenes sen fonía en gris mayor” de Rubén Darío es otro
soriales. buen ejemplo.
84
Se propone la realización de trasposiciones de en la época (por ejemplo, La valse de Maurice
arte a cargo de los alumnos. Como primera apro Ravel, Preludio a la siesta de un fauno de Claude
ximación, el profesor puede leer en alta voz el ci Debussy, o un fragmento de La consagración de
tado poema de Darío, con el fondo musical de “El la primavera de Igor Stravinsky).
mar" de Claude Debussy. Terminada la lectura, y 3. Reportaje a los hombres y mujeres represen
con la misma música de fondo, los alumnos ¡lustra tativos del fin del siglo XIX. Se elegirán cinco
rán el poema con distintas técnicas plásticas (di personajes importantes (por ejemplo, Rubén
bujo, acuarela, dibujo coloreado, colage). Darío, Auguste Rodin, Sarah Bernrhardt, Leo
Luego pueden proponerse otras variantes: poldo Lugones, Claude Debussy), se buscarán
- Que los alumnos escriban un texto descriptivo datos sobre ellos, y, trabajando en grupos, los
o narrativo inspirado en un cuadro (los más alumnos elaboraran un cuestionario y las posi
apropiados, para la época que están estudian bles respuestas de aquellos, sobre artes, litera
do, son los impresionistas). tura, política, filosofía, y otros temas generales.
- Q ue produzcan un texto poético o en prosa, Los reportajes serán comentados y evaluados
motivados por una música de fondo compuesta por el profesor.
Durante muchos años los diarios se reci Darío, Gilbert Chesterton y Paul Groussac,
bían en las casas por medio de una suscrip entre muchos otros.
ción que hacían los lectores. La aparición
Ya entrado el nuevo siglo se publican los
de los diarieros data de 1867, año en que
dos primeros diarios porteños de la tarde,
comenzó a publicarse un diario polémico,
La Razón y Crítica, en los que, a lo largo de
con muchas notas críticas y abundante pu
los años, colaboran escritores con un perfil
blicidad que se vendía en las calles.
ideológico más combativo, como Pablo Ro
Los diarios existentes entonces en Bue jas Paz, Raúl Damonte Taborda, Carlos de la
nos Aires, La Tribuna, El N acional y La Púa y Roberto Arlt.
Nación Argentina, debieron modificar su
forma de distribución y venta y defender Cuando Florencio Sánchez escribió su Ca
su estabilidad frente a la aparición de nue nillita, en 1902, los vendedores de periódicos,
vos periódicos como La Nación y La Pren que más tarde tomarían su nombre del título
sa, en los que escribían importantes pro de esta pieza, provenientes en general de las
sistas y poetas argentinos, americanos y clases sociales más humildes, constituían una
europeos, como Lucio V. Mansilla, Rubén parte esencial del paisaje de la ciudad.
10 El plural incorrecto “bars”, en lugar de “bares”, se da aquí por una necesidad de la rima.
85 Q
Las ciudades del interior tienen también fundas huellas en la cultura argentina a lo
sus periódicos importantes en esta época: La largo de muchos años de publicación ven la
Capital en Rosario, La voz del interioren Cór luz en estos años: Caras y Caretas, fundada
doba, La Gaceta en Tucumán, El Día en La por José S. Álvarez (Fray Mocho) en 1898, y
Plata, Los Andes en Mendoza. Esos diarios Nosotros, dirigida por Alfredo Bianchi y Ro
traen noticias culturales que, con el tiempo, berto Giusti. Ellas preanuncian a las que,
se agrupan en suplementos especiales de con otros puntos de vista, enriquecerán el
aparición semanal. En esos suplementos pue panorama en los años siguientes: Proa,
den leerse páginas de célebres escritores de Martín Fierro, y Sur, esta última, creada por
todas las nacionalidades. Victoria Ocampo y abierta a las más nota
Dos revistas que habrían de marcar pro- bles plumas de América y Europa.
1. O rganizar una investigación sobre suplemen - Autores de las colaboraciones (nombres, na
tos literarios y culturales de los principales pe cionalidades, especialidad científica o humanís
riódicos de las ciudades capitales de la nación tica de cada uno)
y las provincias. Se sugiere la formación de cin
Reunir los datos en tablas estadísticas y elabo
co equipos que trabajen sobre La Nación y C la
rar un informe comparativo de los suplementos
rín de Buenos Aires, La Caceta de Tucumán, La
analizados.
voz del interior de Córdoba y Los Andes de
Mendoza, por ejemplo. 2. O rganizar la publicación de una revista lite
raria en la escuela. Delinear el posible formato,
Tomar un período determinado, de no más de cin
número de páginas, tipo de artículos y espacios
co años, en una etapa previamente acordada y,
de publicidad. Establecer las secciones fijas y
en el archivo del diario o en hemerotecas de las bi
las que surjan como problemática puntual de
bliotecas importantes, buscar dichos suplementos.
cada número.
Señalar en cada uno de ellos:
Diagram ar un número piloto y escribir las notas
- Cantidad de páginas y frecuencia de publicación. y artículos correspondientes.
- Tipo de artículos que posee (reseñas, escritos Es importante la ayuda de profesores de Lengua
sobre política, filosofía, artes, espectáculos, y Literatura, Plástica, Música y otras áreas que
ciencias, crítica literaria, etc.). tengan cabida en la revista.
11 En aquellos tiempos, el circo criollo ofrecía una primera parte con payasos, equilibristas, malabaristas y
trapecistas, y una segunda, con la representación de una obra en la que se incluían bailes y cantos. Eran muy
poco frecuentes los números con animales salvajes, com o en los circos de origen extranjero.
86
uü
Dos años más tarde de aquel estreno, al público de todo el país. En cambio, para
guien sugirió a Podestá que le agregara un otros, la obra marca una interferencia del tea
texto, tomado de la novela de Gutiérrez, a tro uruguayo (que tiene por entonces caracte
la obra, y que, de pantomima*, la convirtie res bien definidos) en el argentino, y su éxito
ra en drama, manteniendo los bailes, los se debió fundamentalmente a la personalidad
cantos y las escenas de destreza. Así fue co del actor que encamaba al personaje central.
mo en un circo de Chivilcoy se llevó a ca
Veamos un fragmento de la Escena 5 del
bo la primera representación de este drama
segundo acto, en la que Moreira da una
criollo que marca un hito fundamental en la
semblanza de su vida de perseguido y de su
historia del teatro argentino.
capacidad para enfrentar a quienes quieren
Para algunos historiadores de la literatura matarlo. Obsérvense las acotaciones escéni
argentina, el Juan Moreira de los Podestá cas, que indican la participación de jinetes,
inaugura el teatro auténticamente argentino, cantores y bailarines, y la brevedad del tex
pues en él confluyen elementos que definen to, que muestra que todavía predomina el
a la escena nacional: intérpretes criollos, tex juego visual y la improvisación sobre las pa
to con resonancias locales, crítica atenta y labras escritas.
(Representa una pulpería de cam paña. Van entrando gauchos a caballo, en carro y de
a pie -guitarreros, acordeonistas-. Se juega a la taba, se can cha 12, se ceba mate, se hacen
tortas fritas, se bailan bailes nacionales: después entra Moreira; todos lo rodean y le pregun
tan de su vida.)
MOREIRA: Mi vida es andar vagando, porque ya no encuentro un sitio donde descansar
a gusto. Mi vida es pelear siempre con las partidas13 y matar al mayor número de justicias14
que pueda, porque de la justicia he recibido todo el mal en esta vida, y por ella me veo
acosado como una fiera, ande quiera que me dirijo; qué le hemos de hacer al dolor, es pre
ciso matar las penas, paisano, y el que me quiera acompañar, yo pago esta güelta. A ver,
pulpero, eche que yo pago.
TODOS: ¡Viva Moreira! ( Entra un gaucho y a l ver a Moreira se asom bra y le dice .-)
MOREIRA: ¡Pues se irán como han venido, y soy capaz de pelearlos a zurdazos y con el
rebenque!
Eduardo G utiérrez
Ju an Moreira, en Breve historia del teatro argentino (tomo II),
Buenos Aires, Eudeba, 1962.
12 canchar (o canchear) es un argentinismo por “vistear”, esto es, simular una pelea, bromear fingiendo que uno
ataca a otro.
13 partida: piquete o patrulla de fuerza de seguridad o militar.
14 Justicia: funcionario judicial (juez, fiscal, comisario, policía).
87
Tras la muerte de Podestá y la decaden En los primeros años del siglo, el circo y
cia del circo criollo y del teatro gauchesco, el teatro se disputaban la preferencias del
la obra permaneció en el repertorio de al público en las ciudades y pueblos de ambas
gunos elencos menores y de ella se hicie márgenes del Plata. En Buenos Aires y en
ron distintas versiones radiales y una pelí Montevideo el teatro ganó tempranamente
cula muy elogiada por la crítica. la batalla, generando un nuevo campo de
posibilidades creadoras para los escritores.
Concebido como forma intermedia entre En España adquirieron notable fama los
la representación circense y la teatral, el sai sainetes de Ramón de la Cruz en el siglo
nete, que, como la farsa y el entremés, debe XVIII, y en la Argentina, los de Carlos Mau
su nombre a un bocado sabroso15 es una ricio Pacheco, Alberto Vacarezza y Arman
obra breve, graciosa, a veces con algún to do Discépolo, entre muchos otros autores,
que trágico, en la que los diálogos alternan a partir de los primeros años del siglo XX y
con canciones y bailes. Algunos se desarro hasta fines de su tercera década. Y es pre
llan en el ámbito rural, pero son muchos cisamente Vacarezza quien así lo caracteri
más los que se encuadran en el urbano. za en uno de sus numerosos sainetes:
15 Las formas del teatro breve toman su nom bre del vocabulario de la alimentación. “Entremés” es una comida
ligera; “farsa”, un alim ento relleno, co m o un em butido; “sain ete” (de “saína”, com ida, a la vez, del latín
“saginare”, alimentar, ceb ar), bocad o sabroso.
88
I
I
!
Los disfrazados
Los disfrazados, de Carlos Mauricio Pa las mujeres humildes y de los obreros explo
checo, y Los políticos, de Nemesio Trejo tados, las supersticiones populares, y la per
suelen señalarse como los mejores sainetes turbadora influencia de los folletines y dra
de la primera etapa. mas gauchescos. Todos ellos tejen una trama
que. bajo una apariencia graciosa, esconde
El de Pacheco presenta varios conflictos
una terrible realidad: todos fingen, todos usan
sociales: el casamiento de criollas jóvenes
máscaras, tocios participan de una especie de
con gringos viejos y ricos, la aparición de
carnaval perpetuo para seguir viviendo.
ideas socialistas y anarquistas en un medio
en el que la voz popular está acallada por el En la indicación escénica general, Pache
dominio de un único partido, la situación de co señala:
16
grevanada: italianada, conjunto o colectividad de italianos (también llamados “grévanos” en lenguaje orillero).
89
Don Andrés es un libre pensador, un un pobre italiano casado con una mujer
anarquista que está escribiendo un libro en joven que lo engaña. Lleva en su vida un
el que, dice, va a poner a la luz muchas disfraz de hombre bonachón y distraído,
mentiras de la historia. Representa al hom disfraz que se quita precisamente en día de
bre interesado por problemas sociales, que carnaval para cumplir su venganza contra
lee mucho aunque no llega a ser un intelec Machín, el amante de su mujer, en medio
tual, cuya actividad les parece haraganería a de un alboroto del que participan todos los
sus vecinos, ya que no lo ven producir ma vecinos del conventillo menos don Andrés,
terialmente o trabajar en ocupaciones co que permanece abstraído en sus pensa
munes. Don Pietro, el que mira el humo, es mientos, hasta que reacciona por la gritería.
VARIOS: ¡Lo ha muerto! ¡Lo ha muerto!... {Machín y ace en el suelo. Gran sorpresa .)
MALATESTA: (Acercándose a don Pietro i) ¿Qué ha hecho, don Pietro?
PIETRO: ( Tirando el cuchillo .) ¡Eh! Miro l’humo... ( Amontonamiento de curiosos. Don
Andrés se ha dado cuenta de la escena y se ha erguido)
ANDRÉS: ¿No les dije?... Éste también. ¡Era un tigre disfrazado! ( Música que pasa).
Ob. cit.
De Los políticos transcribimos un frag- referiremos con mayor detalle a los sainetes
mentó al final de este Módulo. En el 5 nos de la segunda etapa.
90
La gringa
Al año siguiente, Sánchez presentó La grin gringos -doña María y don Nicola- que no
ga, drama cuyo título se dirige a la figura de la ven con buenos ojos esta relación, trata de
mujer capaz de fusionar a dos grupos enfren convencer a su padre de las ventajas de
tados en el ámbito rural: los viejos criollos, una explotación racional -cambiar la siem
con sus costumbres inamovibles, y los inmi bra por el pastoreo- de su campo, que se
grantes dispuestos a cambiarlas con el trabajo encuentra empeñado, por un préstamo
y la tecnificación. La acción se ubica en Santa otorgado precisamente por don Nicola, y
Fe, zona de gran actividad agrícola, con enor con escasas posibilidades de rescate. Ante
mes estancias y pequeñas chacras, en la que la intransigencia del padre, Próspero deci
la llegada de colonos europeos, la instalación de irse a trabajar a Rosario, para merecer
de empresas de manufactura y el tendido de así la confianza de su novia y sus padres.
la red ferroviaria, habían producido una nota Leamos la escena del acto segundo, el más
ble transformación social y económica. colorido y dinámico de la obra, en el que
Próspero, hijo del viejo criollo don Can- Próspero, en la fonda del pueblo, mani
talicio y novio de Victoria, una hija de fiesta su decisión.
PRÓSPERO: ( En traje pueblero aparece nervioso y alegre, saludando a todos los parro
quianos a piacere y se acerca por último a la mesa del cura.) ¡Salud, señores!.. ¡Buenos
días!... ¿Qué tal esa escoba?... ¿Quién pierde? ...
EL CURA: Hola, Próspero. Conque te vas, ¿eh?
PRÓSPERO: Sí, señor. Ahora mismo. En el tren del Rosario. ¡A hacer patria a otro lado!...
EL CURA: No vas mal encaminado, muchacho. No vas mal encaminado... ¡La cuestión es
tener juicio, ahora!... Da usted, doctor... Ese míster Daples es una buena persona, y si te to
ma cariño, vas a ir muy lejos con él.
PRÓSPERO: Efectivamente. El hombre me tiene fe... Pero por algo ha de ser... Si yo no
sirviera para nada, no me protegería. ¿Tata no ha venido? Quedamos de vernos aquí... ¡Po
bre viejo! No le hace un chiquito de gracia que yo me vaya... Dice que soy un renegao, que
me he vendido a los gringos, que lo abandono ahora que está pobre...
EL CURA: Preocupación de criollo viejo, no más...
PRÓSPERO: ¡Es natural!... ( Viendo que Victoria se asom a tímidamente a la puerta .) ¿Cómo
está usted, señorita Victoria?... (La obliga con el gesto a avanzar .) Su mamá, ¿está buena?
VICTORIA: (En voz baja.) ¿Se va, entonces?
PRÓSPERO: No hay más remedio... Le juro que he hecho todo lo posible por quedarme...
VICTORIA: No lo ha hecho. ¡No!... Si me quisiera de veras...
PRÓSPERO: Eso es lo que usted no sabe... Porque la quiero y mucho es que me voy...
a trabajar... a hacerme gente, a ganar dinero para merecerla...
VICTORIA: Si yo no preciso eso...
PRÓSPERO: Pero su padre sí.
Floren cio Sánchez
La gringa , Buenos Aires, Kapelusz, 1974. (GOLU)
Cantalicio pierde el campo y don Nicola lo transforma con nuevas técnicas. Finalmente,
las familias se reconcilian.
Como vemos en los textos transcrip mático del extranjero para adaptarse a su
tos, Sánchez trata de reproducir el len nuevo hábitat.
guaje cotidiano, con una sintaxis sencilla, El tema del deterioro de la vida del criollo,
una expresión breve y directa, cargada de ahondado por el enfrentamiento con otros
frases inconclusas, interjecciones y jura criollos acomodados en los rincones del po
mentos. Con respecto a los inmigrantes, der, se manifiesta en el último drama rural de
no exagera la deformación del español, Sánchez, Barranca abajo, obra de perfiles trá
sino que lo salpica con palabras italianas, gicos en la que por primera vez aparece el
como si quisiera mostrar el esfuerzo idio- suicidio de un personaje gaucho.
El teatro de tesis
92
Gregorio de Laferrére, genuino representante de la comedia urbana
Locos i verano
La acción de esta comedia se sitúa en el demás, y una prima pobre que, a pesar de
marco de una familia integrada por maniá ser víctima de alguna locura de sus parien
ticos de distinta índole: un escritor fracasa tes, termina perdonándolos.
do que insiste en seguir produciendo obras
La escena final del segundo acto mues
que nadie lee y dramas que no atraen pú
tra, con agilidad en la acción y gracia en los
blico alguno; una coleccionista de autógra
parlamentos, cómo, en una circunstancia
fos de personajes célebres, no importa en
seria, en este caso la enfermedad de Sofía,
qué categoría se ubique su celebridad; un
cada uno, salvo Enrique y Lucía, piensa so
adolescente que delira con el fonógrafo y la
lamente en lo suyo: Don Ramón, en la po
fotografía; una joven ansiosa de figurar en
lítica; Elena, en la figuración social; Pepe,
las notas sociales de las revistas distingui
en su última obra teatral; Severo, en sacar
das; un anciano fanatizado con la política
alguna ventaja económica quedándose con
que no se pierde una sola sesión del Con
algún vuelto; Juancito, en su amor oculto;
greso Nacional; un aficionado a la lotería y
Tito, en su fonógrafo y sus fotografías, pe
los juegos de azar. Cada uno vive alrededor
leando siempre con su hermana; Antonio,
de su propia manía y es incapaz de comu
en las carreras de caballos.
nicarse con los demás si no es a través de
ella. Dos personajes encarnan el buen sen Veamos un fragmento de esta escena, a
tido: un hermano que vive y trabaja normal partir del momento en que Pepe sale de la
mente y trata de hacer entrar en razón a los habitación de su mujer enferma.
PEPE (volviendo). ¡Pobrecita! Está delirando con mi drama. ¡Qué lástima me da! ( Apare
ce Juancito.)
LEOPOLDO: ¿Sí?
PEPE: Le ha dado con Raúl, el protagonista de la obra. Lo que tiene es que confunde.
Habla de versos y el drama es en prosa. ¡Lo que es la fiebre!
JUANCITO ( aparte, suspirando, encantado)-. ¡Yo soy Raúl! ( Mutis.)
PEPE: ¿No cree usted que convendría llamar a otro médico?
DON RAMÓN: ¿Otro médico? Sí. No estaría de más. ¡Caramba! Si no fuera porque...
PEPE: ¿Qué?
DON RAMÓN: Que no quiero pedirles nada a los diputados. Hay uno que, además de
diputado, es médico. ¡Siquiera fuese de la oposición!
93
ELENA: ¿No sería bueno avisar a algún diario para que diese la noticia?
FEDERICO: ¿A un diario? ¿Cómo no? ¡Inmediatamente voy!
PEPE: ¿Dónde está mi secretario? Tengo que avisar al teatro que esta noche no me espe
ren. (Mutis.)
SEVERO (por foro): Dice el médico que para evitar confusiones conviene que sea uno
solo el que dirija la compra de los remedios. ¡Yo me encargo! (Gritos dentro .)
DON RAMÓN: Ya está Tito peleando con Josefina. Hacé que se callen. (Mutis Severo.)
ANTONIO (por foro): Señor, ahí vienen a avisar que le ha dado un ataque y está muy
mal la señora Carolina.
DON RAMÓN: ¡Es lo que faltaba ahora!
ANTONIO: Dice el boticario que el domingo es otra fija para Oíd Man.
G regorio de L aferrére
Locos de verano, Buenos Aires, Kapelusz, 1972. (GOLU)
Las de Barranco
En esta comedia el autor presenta a una otras dos muchachas siguen sin objeciones
familia venida a menos (el apellido sugiere el juego de la madre: Manuela con su co
precisamente un descenso más o menos quetería y su facilidad para entusiasmarse
violento), cuya jefa, doña María, viuda del con los muchachos; Pepa, con sus celos y
capitán Barranco, acude a toda clase de re su resentimiento, emocionándose por las
cursos para engrosar la escasa pensión que frases rebuscadas de Rocamora, un comer
cobra por la actuación militar de su marido: ciante que aporta su cuota de regalos con el
alquila dos habitaciones de su casa y acep fin de conmover a Carmen, pero que termi
ta los regalos que envían los pretendientes na seduciendo a Pepa.
de sus hijas, tratando de que estas no for
La obra resulta una colorida imagen de la
malicen con ninguno, pues así se perderían
sociedad argentina que cambia sus esquemas
las posibilidades de seguir recibiendo tales
al ritmo de las renovaciones que trae el pro
obsequios.
greso, algo ilusorio, en que se ve envuelto el
De las tres hijas, Carmen es la única que país. La soledad final de doña María, la huida
toma conciencia de la absurda situación de sus hijas y el derrumbe del cuadro con las
creada por su madre; así pasa de una acti medallas del capitán Barranco son un com
tud sumisa y resignada en las primeras es plejo símbolo de ese cambio, concentrado en
cenas a otra valiente y decidida en el final. la última escena del cuarto acto. Doña María
Linares, uno de los inquilinos, enciende en ha sorprendido a Rocamora besando a Pepa;
la joven sentimientos diferentes, en defensa indignada, lo echa y le arroja las cajas de sus
de los cuales ella debe huir de la casa. Las regalos, ante la desesperación de la muchacha.
PEPA (con angustiosa desesperación ): ¡Rocamora! (Volviéndose como una fiera hacia doña
María, a l convencerse de que Rocamora no vuelve.) ¿Qué es lo que ha hecho? ¿Qué ha hecho
usted? ¡Vieja loca! ¿Con qué derecho me quita lo que es mío? (Amenazadora.) ¡Diga!... ¿con
qué derecho? (Levanta el brazo como si fu era a pegarle .)
DOÑA MARÍA (retrocediendo asustada): ¡Pepa! ¿Estás en tu juicio?
94
I
1. Se sugiere organizar una sesión de teatro leído. los recitales, las figuras importantes, los video
Por la cantidad y variedad de personajes, es clips), la televisión (programas de moda, actores o
oportuna Locos de verano de Gregorio de Laferré- actrices famosos, las publicidades), la moda (ropa,
re. Bajo la dirección del profesor y previa asigna desfiles peluqueras, lugares para reunirse o bai
ción de papeles, los alumnos encargados de la lar), la computación, los negocios, y otras que se
lectura estudiarán el texto y fijarán un día para la les pueda ocurrir a cada uno.
lectura. Los que no intervengan en la obra, harán
3. Con la guía del profesor y el apoyo de libros
la crítica de la actuación de sus compañeros.
de historia argentina de la época, los alumnos
efectuarán un análisis social de Las de Barranco,
2. Trabajando en equipos, los alumnos elabora
ubicando a cada personaje en un lugar determi
rán, en forma de guión televisivo, un texto en epi
nado del espectro socio-económico. Luego saca
sodios (no más de tres o cuatro), ubicado en la Ar
rán conclusiones y tratarán de establecer com
gentina actual. Tomarán como línea argumental
paraciones con los tiempos actuales.
alguna situación que remita a la vida cotidiana y
cada personaje estará dominado por una manía: Finalmente elaborarán una narración en la que
los automóviles (antiguos, ultramodernos, veloces se presente un caso similar al de Las de Barranco,
o de una determinada marca), el rock (los discos, pero ubicado en la Argentina del 2000.
La picaresca criolla
F ray M ocho
Entrerriano de origen, alumno del famo Su labor periodística fue intensa en los
so Colegio Nacional de Concepción del últimos años del siglo XIX. Colaboró en El
Uruguay, periodista y comisario de la Poli Nacional, La Patria Argentina, La Nación,
cía Federal, José S. Álvarez (1858-1903) es y fundó la célebre revista Caras y Caretas,
uno de los escritores argentinos que con en la que publicó numerosísimos relatos de
mayor gracia e ironía pintó los ambientes corte crítico y humorístico, los que, des
marginales de la ciudad y el suburbio. Más pués de su muerte, fueron agrupados con
conocido por el seudónimo de Fray Mo los títulos de Cuentos de Fray Mocho, Cua
cho y algo menos por el de Fabio Carrizo, dros de la ciudad y Salero criollo.
volcó la rica experiencia de sus múltiples
actividades en cuadros coloridos, general En uno de esos cuadros urbanos, Fray
mente de breve extensión, en los que se Mocho construye un diálogo entre dos mu
muestran personajes típicos de la ciudad y jeres acerca de las costumbres femeninas y
sus orillas. masculinas en temas amorosos.
95
—¡Pero si ha sido un atrevido conm igo el tal García, que p a recía un hom bre decente...
un caballero!... Figúrate que salgo p a ra casa de m am á y en cuanto doblo la esquina, se me
p on e a l lado com o si yo fu ese una m ucam ita o una cocinera e intenta em prender conver
sación... Es un indigno, un changador, un cualquiera...
— Convenido... ¡Un cualquiera!... Ese es el térm ino... ¿Ypara qué lo m irabas cad a vez que
p asabas p o r delante de su tienda, desperdiciando en ese insignificante la incom parable luz
de tus ojos?... ¿Esposible que halague tu vanidad de m ujer linda y elegante, la babosa a d
m iración de un tenorio de trastienda? Vaya aprendiendo, prim a, vaya aprendiendo... y su
fr a las decepciones consiguientes y aguante que el alm acenero de la esquina, el lechero, el
carbonero y tutti cuanti crean que ella, la reina d e las flores, es la consentida del tendero..
y de envidia p o r la suerte de este, pretendan deshojarla y repartirse entre todos sus despo
jos... Y no te adm ire que hasta el mismo barrendero haya soñado alguna vez, m irándote a l
pasar, ¡que su escoba pu diera transform arse en aban ico!
—D ecí todo lo que quieras, che... pero yo te aseguro que los hom bres son muy cochinos...
Bien decía la otra tarde mi tía Petrona: “¡Querés creer, m ’h ijita, que hasta a m í me dicen
cosas todavía!... Al p a sar una bocacalle, un pillastre me ha echado una m iradita que era
un chorro de agua caliente y m e ha dicho que las flores más lindas eran las violetas... ¡que
nacían solam ente en el invierno!”
F ra y M ocho
“Flirt”, en Cuadros de la ciudad, Buenos Aires, Eudeba, 1961.
Periodista de profesión, militante de la sus dramas, a los que hemos hecho breve
Unión Cívica y agudo observador de la rea referencia en un punto anterior.
lidad social urbana y rural, Roberto J. Payró
(1867-1928) es un ilustre exponente del rea El crítico Enrique Anderson Imbert opi
lismo-naturalismo en las letras argentinas. na que tres obras de Payró -la novela cor
Su enorme producción periodística, par ta El casam iento de Laucha, la serie de
te de la cual se volcó en libros como La cuentos Pago Chico y la extensa novela Di
Australia argentina y La pam pa de agua, vertidas aventuras del nieto de Ju a n Morei-
no alcanza los niveles de calidad literaria rar- conforman una visión abarcadora de la
que tienen sus cuentos y novelas y también democracia en gestación.
96
El casamiento de Laucha
Laucha es un picaro que, como Lazarillo cura Papagna, a cambio de una contribu
de Tormes, se las ingenia para sobrellevar lo ción monetaria, no lo inscribe en el libro pa
mejor posible su pobreza, aunque para ello rroquial; ello le permite a Laucha, cuando
deba a veces dejar malparado a un semejan por su falta de control en el juego echa a
te. Sus habilidades, no siempre honestas, le perder su largo trabajo, abandonar a su mu
sirven para hacer de la humilde pulpería de jer sin que a ella la asista derecho alguno.
doña Carolina un lugar importante, con jue Payró lo “perdona", lo pinta simpático aun
gos por dinero incluidos. Su casamiento con en sus peores perfiles, porque es una vícti
la dueña está viciado de nulidad, ya que el ma de un sistema social injusto.
En el otro extremo, Mauricio Gómez He Avellaneda hasta la de Miguel Juárez Cel-
rrera, el “nieto de Juan Moreira”, es un pica man. Si Sarmiento estableció una tajante
ro de guante blanco, encaramado en el po oposición entre civilización y barbarie, en
der y sumergido en la corrupción; hijo de un esta novela Payró la establece entre ascenso
caudillo de familia rica, heredero de un ca político y descenso moral. Por eso lo “con
mino político triunfal, se convierte en un dena”, lo pinta con trazos cada vez más crue
símbolo de las vicisitudes del país en los les, y termina logrando el desprecio del lec
años que van desde la presidencia de Nicolás tor hacia semejante personaje.
Pago Chico
Los cuentos de Pago Chico, nombre con Domingo Luna, el juez de paz Pedro Macha
que el autor alude a Bahía Blanca, constitu do, fundador de El justiciero, periódico ofi
yen un desfile de personajes y situaciones cialista con el que se enfrenta La Pampa,
propias de una sociedad pequeña y cerrada, fundado y dirigido por el opositor Viera. En
cuya proyección es válida para todo el país. el segundo capítulo aparece el comisario Ba
En el primer capítulo, titulado “La escena y rraba, modelo de autoritarismo y prepoten
los actores”, Payró presenta los caracteres ex cia, cuyos abusos de poder se hacen sentir
ternos de ese pueblo -edificios particulares y en quienes no piensan como él.
públicos, comercios, iglesia, clubes- y los de
Varios de los relatos, como “La elección
sus habitantes, volcados con notable fervor
municipal”, “El caudillo”, “Libertad de su
hacia la actividad política que se manifiesta
fragio” y “El desquite de don Ignacio”, es
con mayor intensidad en el periodismo local
tán destinados a pintar, con agudeza, ironía
oficialista y de oposición.
y una alta dosis de humor, el mecanismo
Aparecen allí el boticario Silvestre Espín- perverso del sistema electoral anterior a la
dola, los médicos Carbonero, Filipini y Pérez Ley Sáenz Peña, dominado por el fraude y
y Cueto, el escribano Ferreiro, el intendente la violencia.
Las elecciones de ayer han pasado tan tranquilas, que ni mesas se instalaron en el atrio,
¡date cuenta!
Los escrutadores no se acordaron de la votación hasta que Bustos, el secretario de la Mu
nicipalidad, les llevó las actas fraguadas en casa de Ferreiro, para que las firm aran y m an
darlas después a la capital. Dicen que uno le dijo:
—¡No se apure tanto, amigo! ¡Si las elecciones son el domingo que viene!...
97
Y lo mejor es que Bustos se quedó en la duda y corrió a consultarlo a Ferreiro, que, a la
noche, lo contaba en el club, riéndose a carcajadas.
Total, sin que nadie se moviese de su casa, sin gastar un centavo, hubo mil doscientos vo
tantes por la lista del gobierno, lo que da a Pago Chico una enorm e importancia política.
Así se hace patria.
R oberto J . Payró
“Comicios baratos”, en Pago Chico, Buenos Aires, Kapelusz, 1984. (GOLU)
El único cuento que no admite humor ni hombre envuelto en un cuero crudo que es
ironía, porque es un alegato contra el poder paseado bajo el sol de verano para que la
irrestricto de un comisario corrupto lanzado contracción del cuero, al secarse, lo vaya
contra Segundo, un pobre infeliz acusado de comprimiendo hasta hacerle crujir los huesos.
cuatrerismo17 (delito frecuente en la pampa),
cuando el hombre sólo había carneado un El pueblo asiste asombrado a ese terrible
animal para alimentar a su familia, es el titula espectáculo que llena de terror e indigna
do “Poncho de verano”. El tema del castigo ción. Pero el diario oficialista aplaude la ac
corporal, la tortura, se presenta aquí en un titud del funcionario público.
En los años en que daba a conocer sus fronteras en el noroeste argentino durante
poemarios modernistas, Lugones escribió el proceso de emancipación) y Prometeo,
importantes obras en prosa en las que so un proscripto del sol (voluminoso ensayo
bresalen los rasgos formales de ese movi sobre las artes, el pensamiento y las letras
miento estético. La guerra gaucha (serie en la antigua Grecia) constituyen dos mo
de relatos encadenados sobre la guerra de delos de esta producción.
98
Las fuerzas extrañas
Valiosa por las mismas razones estéticas, animales que adquieren jerarquía humana y
pero con el agregado de las fantasías creadas terminan sometiendo a la población a su
a partir de un desarrollo asombroso de las despotismo, hasta que Hércules los vence;
ciencias, es la colección de trece cuentos y y la religión cristiana, para “El milagro de
un ensayo titulada Las fu erzas extrañas, San Wilfrido”.
que Lugones publicó en 1906. La articula
Se vislumbran en algunos cuentos cuestio
ción de lo científico y lo mágico con aparien
nes científicas que por entonces seguramen
cia de armonía perfecta, es el común deno
te estaban en las hipótesis de los estudiosos,
minador de los relatos: las fuerzas -físicas,
como la transformación de sonidos en colo
psíquicas, divinas o diabólicas- que aquí se
res, en “La metamúsica”, el ultrasonido y el
califican de “extrañas” lo son, en la medida
rayo láser, en “La fuerza Omega”, y el com
en que no se las puede observar e interpre
portamiento psicológico de los animales, co
tar desde un único punto de vista.
mo en “Yzur” y “El escuerzo”.
Lugones acude a la Biblia como fuente de
En el "Ensayo de una cosmogonía en diez
dos de sus relatos: “La lluvia de fuego”, que
lecciones”, desarrolla una teoría sobre la for
evoca la destrucción de Sodoma y Gomorra
mación de la materia a partir de la energía
a causa de la iniquidad de sus habitantes a
pura: en ella las fuerzas se conciben como
través del testimonio de uno de ellos que se
puntos, rectas, planos y volúmenes que se
suicida en medio del desastre; y “La estatua
van generando en la dimensión temporal.
de sal”, en el que un monje halla el cuerpo
de la mujer de Lot convertido en sal por la Lugones se sintió atraído por el tema de
ira divina, la vuelve a la vida por medio del los descubrimientos arqueológicos en el Va
agua bendita, pero cae fulminado al tratar de lle de los Reyes, en Egipto, que se produje
saber qué es lo que esa mujer vio para me ron a comienzos de la década de 1920. Así
recer semejante castigo. fue como en 1924 publicó Cuentos fatales,
cinco relatos fantásticos de los cuales dos,
La mitología griega da elementos argu “El vaso de alabastro” y “Los ojos de la rei
méntales para “Los caballos de Abdera”, na”, se vinculan con el Egipto faraónico.
1. La lectura de los textos de Fray Mocho y de que sirve de fuente al relator, la destrucción de
Payró puede motivar a los alumnos a escribir so Sodoma y Gomorra (Génesis, XIX, 1-29).
bre aspectos censurables de la sociedad en la
3. A partir de la lectura de Las fuerzas extrañas, se
que viven. Se trata de que cada uno escriba un
propone a cada alumno la escritura de un texto
artículo de costumbres, tratando de colorearlo
de ciencia-ficción. El motivo del relato puede ser:
con humor e ironía, y el profesor seleccione algu
nos de los traba|os para comentarlos en clase. - Un descubrimiento arqueológico.
- Una fuerza desconocida que surge de una com
2. Se sugiere una lectura atenta, guiada por el putadora, un teléfono o una fuente de energía no
profesor, de “La estatua de sal” y “La lluvia de tradicional.
fuego”, de Las fuerzas extrañas de Leopoldo Lu - La aparición de seres extraterrestres.
gones; y una comparación con el texto bíblico - La visita a un planeta lejano.
Otros textos
Cosas de la política
Has vuelto
Has vuelto, organillo. En la acera fam iliar motivo que el año pasado
hay risas. Has vuelto llorón y cansado gem ía a la luna de invierno.
como antes. El ciego te espera Con tu voz gangosa dirás en la esquina
las más de las noches sentado la canción ingenua, la de siempre, acaso
a la puerta. Calla y escucha. Borrosas esa preferida de nuestra vecina,
memorias de cosas lejanas la costurerita que dio aquel m al paso.
evoca en silencio, de cosas Y luego de un valse te irás como una
de cuando sus ojos tenían mañanas, tristeza que cruza la calle desierta,
de cuando era joven... la novia... ¡quién sabe! y habrá quien se quede mirando la luna
Alegrías, penas, desde alguna puerta.
vividas en horas distantes. ¡Qué suave ¡Adiós, alm a nuestra!, parece
se le pone el rostro cada vez que suenas que dicen las gentes en cuanto te alejas.
algún aire antiguo! ¡Recuerda y suspira! ¡Pianito del dulce motivo que mece
Has vuelto, organillo. La gente memorias queridas y viejas!
modesta te mira Anoche, después que te fuiste,
pasar, melancólicamente, cuando todo el barrio volvía a l sosiego
pianito que cruzas la calle cansado -q u é triste-
moliendo el eterno lloraban los ojos del ciego.
E varisto C arriego
“Has vuelto”, en 2 6 poetas argentinos (1810-1920),
Buenos Aires, Eudeba, 1960.
101
Las masas, el poder y las letras
P anoram a p o lítico y so cia l d e la A rgentina en tre 1914 y 1955. Las letras
y las artes. Las id eo lo g ías filosó ficas e n el n u e v o m arco so cial. La p o e sía :
trad ición y vanguardia. La narrativa: el cu e n to y la n o v ela c o m o e x p e rie n cia
existen cial. El teatro fren te al cin e. El en sa y o y la realid ad p olítica.
102
Después del Centenario
103
¡
1 Al concluir la Segunda guerra Mundial, el presidente francés Charles De Gaulle acuñó la expresión “tercera po
sición” para aludir a un régimen que fuera ni capitalista ni comunista.
104
Se organizará una investigación sobre la histo El de artes plásticas, sobre la producción de pin
ria socio-política y cultural de la Argentina en la tores, escultores y arquitectos, realización de ex
primera mitad del siglo XX. posiciones, actividades de museos y publicación
de libros de arte durante el aludido medio siglo.
Se formarán grupos de trabajo para las siguien
tes áreas: historia política, historia social, artes El de literatura reseñará la producción literaria,
plásticas, literatura, música, medios masivos (ci según géneros y estilos, y trazará semblanzas
ne, radio, periodismo). de los más importantes escritores de la época
histórica indicada.
El equipo de historia política trabajará sobre los
cambios de gobiernos, actuación de partidos po El de música y el de medios masivos trabajarán
líticos y sus dirigentes, regímenes militares y otros sobre la producción en cada área.
acontecimientos acaecidos entre 1900 y 1950.
Resultaría de mucho interés la confección de
El de historia social, sobre legislación de trabajo, un cuadro cronológico, a p artir de los datos
familia, salud y protección, sancionada en ese obtenidos en la investigación, que resuma los
mismo período, y sobre los cambios sociales aspectos fundamentales de la política y la cul
(particularmente, la relación de las masas con el tura durante ios primeros cincuenta años del
poder) resultantes de aquellas legislaciones. siglo XX.
105
su canoa, en la inmensidad del río bordea mortales de la picadura son progresivos. Su
do por el bosque, buscando una ayuda que agonía ocupa la casi totalidad del texto, que
igualmente será vana, pues ha sido picado culmina abruptamente con una seca refe
por una serpiente venenosa y los efectos rencia a la muerte.
El Paraná corre allí en el fon do de una inmensa hoya, cuyas paredes, altas de cien me
tros, encajonan fúnebrem ente el río. Desde las orillas, bordeadas de negros bloques de ba
salto, asciende el bosque, negro también. Adelante, a los costados, atrás, siempre la eterna
muralla hígubre; en cuyo fon do el río arrem olinado se precipita en incesantes borbollones
de agua fangosa. El paisaje es agresivo y reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin
embargo, su belleza sombría y calm a cobra una m ajestad única.
El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fon do de la canoa, tuvo un
violento escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó pesadam ente la cabeza: se sentía
mejor. La pierna le dolía apenas, la sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta
inspiración. (...)
El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No sentía ya nada
ni en la pierna ni en el vientre. (...)
De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho.
¿Qué sería? Y la respiración...
Al recibidor de m aderas de míster Dougald, Lorenzo Cabilla, lo había conocido en Puer
to Esperanza un Viernes Santo... ¿Viernes? Sí, o jueves...
El hom bre estiró lentamente los dedos de la mano.
— Un jueves...
Y cesó de respirar.
H oracio Q uiroga
“A la deriva”, en Cuentos de monte y río, Buenos Aires, Kapelusz, 1994. (GOLU)
En “Juan Darién” Quiroga narra “la histo un interrogatorio despiadado, que culmina
ria de un tigre que se crió y educó entre los en la revelación tan temida. A partir de allí,
hombres (...) asistió cuatro años a la escuela la eliminación física del niño se transforma
vestido de pantalón y camisa, y dio sus leccio en una necesidad. Lo meten en una jaula, lo
nes correctamente, aunque era un tigre de la desnudan y lo torturan exigiéndole que
selva”. El tema de la metamorfosis2 , tan fre muestre las rayas de su cuerpo; llegan in
cuente en las narraciones y mitos populares, cluso a quemarlo con fuegos de artificio.
se une en este relato, al de la intolerancia
Recobrada su forma de tigre, Juan se
social para con los que son distintos y al de
venga de un domador al que quema vivo, y
la cacería brutal por parte de los hombres.
se dirige por fin al lugar donde estaban en
El inspector de escuelas, sospechando terrados los restos de aquella mujer que,
que Juan es un animal salvaje, lo somete a habiendo perdido a su hijo en una epide-
2 La palabra griega “metamorfosis” significa “transformación”. Muchos mitos antiguos refieren la transformación de
seres humanos en animales o vegetales, y viceversa. El poeta latino Ovidio escribió un largo poema en quince li
bros titulado precisamente M etam orfosis, en el que evoca gran cantidad de casos en la mitología griega y latina.
© 106
mia, lo recogió y alimentó siendo un pobre bia intervención de una serpiente terminó
cachorro de tigre abandonado, y por la sa- convertido en ser humano.
— ¡Madre!— murmuró por fin el tigre con profunda ternura— . Tú sola supiste, entre to
dos los hombres, los sagrados derechos a la vida de todos los seres del universo. Tú sola com
prendiste que el hom bre y el tigre se diferencian únicamente por el corazón. Y tú me ense
ñaste a amar, a comprender, a perdonar. ¡Madre! Estoy seguro de que me oyes. Soy tu hijo
siempre, a pesar de lo que pase en adelante, pero de ti solo. ¡Adiós, m adre mía!
Y viendo a l incorporarse los ojos cárdenos de sus herm anos que lo observaban tras la ta
pia, se unió otra vez a ellos.
El viento cálido les trajo en ese momento, desde elfondo de la noche, el estampido de un tiro.
—Es en la selva—dijo el tigre— . Son los hombres. Están cazando, matando, degollando.
Volviéndose entonces hacia el pueblo que ilum inaba el reflejo de la selva encendida, ex
clamó:
—¡Raza sin redención! ¡Ahora me toca a mí!
H oracio Q uiroga
“Juan Darién”, en ob. cit.
3 mensú (de mensual, que percibe un salario una vez por mes) es la palabra con la que, durante mucho tiempo,
fueron designados los obreros de las plantaciones y obrajes madereros en la Mesopotamia argentina.
4 El poeta y cuentista norteamericano Edgar Alian Poe (1809-1849) y su similar francés Guy de Maupassant (1850-
1893), romántico el primero, realista el otro, llevaron la narración breve a exquisitos niveles de perfección.
107
de llegada en la carrera de un escritor. mo, sugiere que, para obtener imagen de
Aconseja que, en la composición de un vida en el cuento, este debe contarse co
cuento, tenga el autor idea clara de todo lo mo si el autor fuera uno más de sus perso
que va a suceder en él y lo desarrolle dan najes.
do a las palabras el peso significativo que
normalmente tienen, sin fijarse demasiado Quiroga percibió de un modo especial el
en su morfología o su sonido. Por eso re accionar de las fuerzas naturales sobre el
sulta importante la cuidada elección de los espíritu humano y la sensación del horror
adjetivos y la limpieza y claridad del texto, frente a lo que no puede enfrentarse ni evi
despojado de cargas inútiles. Con respecto tarse, y logró trasmitir esa percepción y esa
a las emociones personales, el cuentista sensación en sus relatos, a través de un
debe aprovecharlas como evocación, pero equilibrado manejo del lenguaje y una par
no intentar escribir mientras ellas están en ticular intuición de las estructuras. Así ca
desarrollo, porque no le permitirían avan racteriza esta compleja cualidad del escritor
zar serenamente en la escritura. Por últi un gran ensayista argentino:
Quiroga entendió que cada cosa que había dicho, cada cosa de las que podía seguir di
ciendo p or ese fá c il cam ino del espíritu que proporcionaba Europa, incluso las más sutil
mente com binadas , eran encubrimiento del horror, vanidad, eran sacrilegio. Porque ahí, en
torno a él, com o aún en torno a nosotros, a cada paso, en cada instante de la vida, estaba
todo aquello de lo que todavía nunca se habló: los campos inmensos, las calles secretas y re
cogidas, la form a en que nos am am os y en que nos odiamos, los paraísos en noviembre, el
lenguaje que articulamos, los hermosos ríos salvajes, las poblaciones y las alm as que las nu
tren, nuestras propias alm as sepultadas con sus laceraciones y sus ansias, todo eso que mar
cha hacia la muerte sin que nadie le dé otra vida, la redención de un nombre, todo eso que,
por hallarse sumergido y frustrado, es vergüenza adem ás de horror, todo eso que se nos tor
na, incluso la propia alma, en triste enemigo.
H. A. M urena
El pecado original de América, Buenos Aires, Sur, 1954.
1. Tres cuentos de Horacio Quiroga: "Una bofe Se sugiere la discusión del tema, tomando como
tada", del libro El salvaje; “Un peón", de El desier base la novela de Augusto Roa Bastos El trueno
to; y “Los destiladores de naranja", de Los deste entre las hojas, el cuento de Horacio Quiroga
rrados han sido integrados en el guión de la pe “Los mensú", y la película de Hugo del Carril Las
lícula argentina Prisioneros de la tierra, dirigida aguas bajan turbias. Los alumnos podrán incre
por M a rio Soffici. mentar la información a través de la lectura de
Se propone la lectura de esos tres cuentos, la pro obras de historia social argentina. .
yección de la película y el análisis del traslado de
3. El tema de las metamorfosis abunda, como se
los textos de Quiroga al lenguaje cinematográfico.
dijo, en los mitos y cuentos populares. Trabajan
2. El tema de las injusticias sociales en los obra do en equipo, los alumnos investigarán sobre
jes de la Mesopotamia ha sido desarrollado por transformaciones animales y vegetales en la mi
el mismo Quiroga y por otros escritores en tex tología regional argentina, como el “kakuy", el
tos narrativos que son testimonios y denuncias “capiango”, el “lobizón" y la flor de ceibo. Una
de situaciones lamentables que muestran la vez reunido el material, harán una clasificación
existencia de un poder local superior al de los de los personajes transformados según sexo, po
gobiernos provinciales o nacionales que a me sición social y cualidades físicas y morales.
nudo son cómplices de este.
0 * *••§
Hacia una nueva novela argentina
Oímos un galope detenerse frente a la pulpería, luego el chistido perm anente que usan los
paisanos para calm ar un caballo, y la silenciosa silueta de don Segundo Sombra quedó en
m arcada en la puerta.
—Güeñas tardes —dijo la voz aguda, fá c il de reconocer— . ¿Cómo le va, don Pedro?
— Bien, ¿y usted, don Segundo?
— Viviendo sin dem asiadas penas, graciah’a Dios.
Mientras los hombres se saludaban con las cortesías de uso, miré a l recién llegado. No era
tan grande en verdad, pero lo que le hacía aparecer tal hoy le viera, debíase seguramente a
la expresión de fu erza que m anaba de su cuerpo.
El pecho era vasto, las coyunturas huesudas com o las de un potro, los pies cortos con un
empeine a lo galleta, las manos gruesas y cuerudas como cascarón de peludo. Su tez era ain
diada, sus ojos ligeramente levantados hacia las sienes y pequeños. Para conversar mejor
habíase echado atrás el chambergo de ala escasa, descubriendo un flequillo cortado como
crin a la altura de las cejas.
R icardo Güiraldes
Don Segundo Sombra, Buenos Aires, Kapelusz, 1985. (GOLU)
109 -
En esta primera parte de la novela Güi- En el décimo capítulo, Fabio traza una
raldes se detiene frecuentemente en la des profunda semblanza, complementaria del
cripción del paisaje pampeano y de las ta retrato anterior, de su padrino, inspirador
reas propias del gaucho, como la doma, el de sus primeros logros en la vida, a partir
arreo y la carneada. de las habilidades y conocimientos que ob
tuvo a su lado.
Cinco años habían pasado sin que nos separáramos ni un solo día, durante nuestra p e
nosa vida de reseros. Cinco años de esos hacen de un chico un gaucho, cuando se ha teni
do la suerte de vivirlos a l lado de un hom bre como el que yo llam aba mi padrino. El fu e
quien me guió pacientem ente hacia todos los conocimientos del hom bre de pam pa. El me
enseñó los saberes del resero, las artim añas del domador, el manejo del lazo y las boleado
ras, la difícil ciencia de form ar un buen caballo para el aparte y las pechadas, el entablar
una tropilla y hacerla p arar a mano en el campo, hasta poder agarrar los anim ales dónde
y cómo quisiera. Viéndolo me hice listo para la preparación de lonjas y tientos con los que
luego hacía mis bozales, riendas, cinchones, encimeras, así como para injerir lazos y colo
car argollas y presillas.
Me volví médico de mi tropilla, bajo su vigilancia, y fu i baquiano para curar el m al del
vaso dando vuelta la pisada, el moquillo con la medida delperro o labrando unfiad or con tro
zos de un mismo maslo5, el m al de orina poniendo sobre los riñones una cataplasma de barro
podrido, la renguera de arriba atando una cerda de la cola en la pata sana, los hormigueros
con una chaira caliente, los nacidos, cerda brava y otros males, de diferentes modos.
También por él supe de la vida, la resistencia y la entereza en la lucha, el fatalism o en
aceptar sin rezongos lo sucedido, la fu erza m oral ante las aventuras sentimentales, la des
confianza para con las mujeres y la bebida, la prudencia entre los forasteros, la f e en los
amigos.
Ob. cit.
La segunda parte de la novela posee un rit dente que mantiene a Fabio inactivo por
mo más acelerado y en ella abundan escenas cierto tiempo.
de muy distinto tipo: el baile, la riña de gallos,
Güiraldes subraya las condiciones de na
la feria, el remate, el duelo criollo, el juego.
rrador de don Segundo, en dos oportunida
Un difícil rodeo concluye con un acci des: en el capítulo XII y en el XXI.
De grande y tranquilo que era el campo, algo nos regalaba de su grandeza y su indife-
110
ren da. Asamos la carne y la comimos sin hablar. Pusimos sobre las brasas la pavita y ce
bé unos amargos. Don Segundo me dijo, con su voz pau sada y com o distraída:
— Te vi’a contar un cuento, para que se lo repitas a algún amigo cuando este ande en la
mala.
Cebé con más lentitud. Mi padrino com enzó el relato:
“Esto era en tiempo de Nuestro Señor Jesucristo y sus Apóstoles. ”
Quedé un rato a la espera. Don Segundo nos dejaba caer, así, en un reino de ficción. íba
mos a vivir en el hilo de un relato. Saldríamos de una parte a otra. ¿De dónde y para dónde?
Ob. cit.
Aquí, don Segundo cuenta la historia del Leandro Galván y del hijo de este, Raucho.
herrero Miseria, quien, con habilidad dis
La misión del viejo gaucho estaba cum
cursiva y astucia de gaucho viejo, logra en
plida: Fabio era ya un hombre capaz de ma
gañar al Diablo y propinarle un castigo.
nejar su vida y sus nuevas empresas y don
Hacia el final de la novela, Fabio se en Segundo debía marcharse así como había
tera de que don Fabio Cáceres es su padre llegado varios años antes. Los párrafos fina
y que, por lo tanto, deberá hacerse cargo de les de la obra, de una hondura poética po
la herencia luego de la muerte del patrón. co frecuente en un texto narrativo, corren
Esta inesperada riqueza, que cambiará su un velo de misterio sobre la figura que ha
vida, lo expone a una prueba de la que sal dominado el hilo de la historia contada por
drá airoso con la ayuda de don Segundo, de Güiraldes.
La silueta reducida de mi padrino apareció en la lom ada. Pensé que era muy pronto. Sin
embargo era él, lo sentía porque a pesar de la distancia no estaba lejos. Mi vista se ceñía
enérgicamente sobre aquel pequeño movimiento en la pam pa somnolienta. Ya iba a llegar
a lo alto del cam ino y desaparecer. Sefu e reduciendo com o si lo cortaran desde abajo en re
petidos tajos. (...)
“Som bra”, me repetí. Después pensé casi violentamente en mi padre adoptivo. ¿Rezar?
¿Dejar sencillamente flu ir mi tristeza? No sé cuántas cosas se am ontonaron en mi soledad.
Pero eran cosas que un hom bre jam ás se confiesa.
Centrando mi voluntad en la ejecución de los pequeños hechos, di vuelta a mi caballo y,
lentamente, me fu i para las casas.
Me fui, como quien se desangra.
Ob. cit.
La interpretación de esta novela como perar una serie de pruebas para demostrar
viaje de iniciación6 o perfeccionamiento es su resistencia física y moral - “hacerse du
piritual nos permite llevar su argumento a ro”, en el lenguaje de don Segundo- y re
un plano mítico y atribuir a Fabio las cuali gresar renovados a su punto de origen.
dades de un héroe como los que protago Hacia el final del capítulo VI, el cruce del
nizan las epopeyas clásicas, que deben su río simboliza el ingreso en un mundo mágico
6 Iniciación es un proceso por el cual un hombre, con la guía de otro más experimentado, adquiere un tipo de sa
biduría que excede los límites del conocimiento racional.
111
donde se cumplirá el ritual de iniciación. en la alucinación de don Sixto, al que sólo
Sus virtudes se irán probando en las tareas calma la mención de Dios por boca de don
rurales, en la superación de conflictos amo Segundo.
rosos y de su afición al juego, en el enfren Una vez que Fabio logra matar a un to
tamiento con los problemas políticos. ro montaraz y cumple el duelo criollo al
El episodio decisivo de ese proceso es la que lo lleva su vínculo afectivo con Paula,
“catábasis” (descenso a los infiernos), que puede afirmarse que su maduración física
aquí se cumple en el arreo de seiscientos y espiritual se ha cumplido; en resumen,
novillos hasta un cam po cercano al mar. se ha hecho duro, com o le aconsejaba su
La presencia demoníaca aparece entonces padrino.
1. Tomando como base los procedimientos de que ellas encierran. Luego los alumnos escribi
escritura de retratos y semblanzas de persona rán un cuento (sobre ideas o propias o como
jes que aparecen en el texto de Güiraldes, los reescritura de otro). De acuerdo con el criterio
alumnos escribirán retratos y semblanzas de del profesor, po d rá n leerse y comentarse algu
personajes reales (políticos, artistas, profesores, nas de esas producciones.
compañeros, gente de su barrio).
3. El cuento del herrero y el diablo (capítulo XXI)
2. Se analizarán en clase las narraciones que ha sido llevado al teatro en algunas oportunida
Güiraldes pone en boca de don Segundo, te des. Se propone una reescritura del mismo, con
niendo en cuenta el tipo de historia contada, el criterio teatral, y la puesta en escena con títeres
modo de narrarla, los recursos formales y expre o marionetas, tarea para la cual pueden colabo
sivos empleados y el sentido moral o didáctico rar los profesores de Plástica y de Música.
112
popularizadas por los grandes vocalistas No había en estas composiciones una in
de la época que estamos transitando. tención de rescate folclórico ni un cuidado
especial en reproducir formas tradicionales
Cuasi anochecido, de las regiones argentinas.
cerquita ‘e mi rancho,
El primer intento de hacer algo con crite
cuando con mis penas
rio científico, a la vez que estético, fue el tra
conversaba a solas,
bajo de recopilación de Andrés Chazarreta,
sentí aquel ruidaje
poeta y músico santiagueño que, a mediados
como de pezuñas,
de la década de 1920, dio a conocer en Bue
y el grito campero
nos Aires versiones bastante fieles del canto
de ¡Hopa, hopa, hopa!
y el baile popular del noroeste argentino.
Salí y en lo escuro
vide uno de poncho, Esta tarea continuó intensivamente con
llevando en los tientos los trabajos de Ismael Moya, Manuel Gómez
lazo y boleadoras, Carrillo, Carlos Vega, Silvia Einsestein y Au
que a l trote cansado gusto Raúl Cortazar, y, en el nivel de la di
de un matungo zaino fusión masiva, con los conjuntos de Juan de
arreaba anim ales los Santos Amores, los hermanos Ábalos,
que parecían sombras. los hermanos Abrodos, y muchos más que
abrieron el camino de la gran eclosión fol
Jo sé A lonso y Trelles clórica de los años 50, a la que nos referire
“Hopa, hopa, hopa”. mos en el Módulo 6.
El juguete rabioso
113
la figura de Eleonora, una novia idealiza do una bandera de Nicaragua para un
da a la que no es capaz de decirle cuánto concurso de figuritas), es uno de los pillos
la quiere. que integra la banda de picaros ladron
zuelos, y en el momento en que se escri
Enrique Irzubeta, un p elafu stán a be la novela, el narrador sabe que está
quien siem pre o í llam ar con el edificante preso. Arlt lo describe en pocos y certeros
apodo de “el falsifica d or” (había falsifica trazos:
Era alto y enjuto. Sobre la abom bada frente, m anchada de pecas, los lustrosos cabellos
negros se ondulaban señorilmente. Tenía los ojos color de tabaco ligeramente oblicuos y ves
tía traje marrón adaptado a su figura p or manos poco hábiles en labores sastreriles. (...) Era
el correveidile necesario para el buen funcionam iento de aquella coja m áquina económ ica.
(...) Un bronce era más susceptible de belleza que su fin o rostro.
R oberto A rlt
El juguete rabioso, Buenos Aires, Kapelusz, 1992. (GOLU)
El plomero, en cuyo negocio Enrique y de su esposa”, pero para sus intereses era
Silvio guardaban los objetos robados en un águila.
las casas, parecía “un crom o de C acaseno7 Larga y colorida galería de personajes cu-
con cara de luna, crecido en años, vientre yos defectos y miserias resumen los de una
y cuernos, porque sabíase que toleraba sociedad enferma, sin rumbo seguro, ace-
con pacien cia franciscan a las infidelidades chada por peligros políticos y económicos.
7 Cromo: estampa, ilustración en colores obtenida por un sistema llamado cromolitografía. Cacaseno, personaje de
la novela de Croce y Dalla Fratta Bertoldo, B ertold in o y C acasen o, es sinónimo de hombre simple, feo y un poco
tonto.
114
manifiestan sus dobleces de personalidad y que transita entre los ideales más sublimes
solos van marchando hacia su propia de y los ambientes más abyectos; perdido,
sesperación, al crimen y el suicidio, como ofendido y humillado, agresivo con su pro
objetivos finales de una vida oprimida por pio ser, vive en una perpetua confusión en
un sistema político mecanizado y castrador tre la realidad y la fantasía.
de potencias humanas. Remo Erdosain,
personaje conductor en la narración, es Perfilados con gruesos trazos de caricatu
una versión del propio Arlt, un hombre ra, los personajes de estas novelas provocan
lleno de contradicciones y resentimientos, en el lector una sensación de tremendismo.
Lo esperaban el director, un hombre de baja estatura, morrudo, con cabeza de jabalí, pelo
gris-cortado a “lo Humberto I ”, y una mirada implacable filtrándose por sus pupilas grises co
mo las de un pez; Gualdi, el contador, pequeño, flaco, meloso, de ojos escrutadores, y el subge
rente, hijo del hombre de cabeza de jabalí, un guapo mozo de treinta años, con el cabello to
talmente blanco, cínico en su aspecto, la voz áspera y mirada dura como la de su progenitor. (...)
Alp ie del poste de una glorieta dorm itaba un perro, y cuando se detuvo para llam ar fren
te a la escalinata apareció por la puerta la gigantesca figura del Astrólogo, cubierto con un
guardapolvo am arillo y la galera echada sobre la frente, som breándole el anchuroso rostro
romboidal. Algunos mechones de cabello rizado se escapaban sobre sus sienes, y su nariz,
con el tabique fracturado en la parte media, estaba extraordinariam ente desviada hacia la
izquierda. Bajo sus cejas abultadas se movían vivamente unos redondos ojos negros, y esa
cara de mejillas duras, surcadas de estrías rugosas, daba la impresión de estar esculpida en
plom o. ¡Tanto debía de pesar esa cabeza!
¡Qué lista! ¡Qué colección! El capitán, Elsa, Barsut, el Hombre de Cabeza de Jabalí, el As
trólogo, el Rufián, Ergueta. ¡Qué lista! ¿De dónde habrán salido tantos monstruos? Yo mis
mo estoy descentrado, no soy el que soy, y, sin embargo, algo necesito hacer para tener con
ciencia de mi existencia, para afirm arla. Porque yo soy como un muerto. No existo ni para
el capitán, ni para Elsa, ni para Barsut. Ellos si quieren pueden hacerm e meter preso, Bar
sut abofetearm e otra vez, Elsa irse con otro en mis barbas, el capitán llevársela nuevamen
te. Para todos soy la negación de la vida. Soy algo así como el no ser.
R oberto A rlt
Los siete locos, Buenos Aires, Futuro, 1950.
Las Aguafuertes porteñas, publicadas Aparecen allí las calles, las plazas y
en el diario El Mundo a partir de 1928 hi parques, los comercios, los talleres, las ofi
cieron de Arlt una figura popular y rápi cinas y las casas particulares, algunas con
damente consagrada para el gran público. marcadas muestras de mal gusto y otras
Son más de mil quinientas notas en las llenas de miseria. Y se expone la socie
que su ojo agudo y su pluma mordaz dad empobrecida y engañada por los po
ofrecen pequeñas escenas de Buenos Ai líticos que toman sol en el Jardín Botáni
res, sus personajes y situaciones, que co, en la que unos pocos, con inmenso
constituyen una minuciosa crítica de cos sacrificio, llegan a convertirse en “pequeños
tumbres. propietarios”. Y desfilan los tipos porteños
115
e inmigrantes que pueblan los ámbitos ur coimeros, tímidos, enfermos y malcasados.
banos: el “fiacún”, el que no quiere casar Ya que hemos tratado el tema de la inmi
se, el mirón, el que juega y sueña, las mu gración en otros pasajes de este libro, resulta
chachas que trabajan, y una multitud de interesante la visión que da Arlt del “turco”
médicos, abogados, empleados públicos, vendedor ambulante y aficionado al juego.
La atracción del azar sobre la fan tasía oriental es extraordinaria. La suerte, la suerte
inesperada es lo que pone en ese hombre, en apariencia tan fatalista, un fren esí de juego,
que lo impulsa todas las sem anas a jugarse en una guitarrita o una quiniela, las míseras
economías.
R oberto Arlt
“El turco que juega y sueña”, en Aguafuertes porteñas, Buenos Aires, Losada, 1958.
El carácter soñador del árabe, que le ha frente a la suerte; actitud que difiere de la
dado fuerzas para luchar en un medio no del criollo, para quien ganar o perder no in
siempre propicio, es la clave de su actitud fluye en su pasión por el juego.
De allí que en las tardes de verano, cuando el sol raja la tierra y los caballos se adorm e
cen a la sombra de los árboles, insensibles a l sol y a las nubes de polvo, avanza el turco con
su carga y su fatiga que le cubre de agua el semblante. No le importa. Aguanta y avanza,
pensando en un número, en un número que le perm ita volver rico a esa Turquía que en mi
imaginación infantil era una ciudad redonda, rodeada de agua azul, y con muchas igle
sias doradas.
Ob. cit.
1. Varias obras de Roberto Arlt han sido lleva a la forma teatral algún pasaje de El juguete
das al cine; de ellas, la producción más impor rabioso, Los siete locos o Los lanzallamas que no
tante es Los siete locos, dirigida por Leopodo To exceda los veinte minutos de representación.
rre Nilsson. Como en otros casos, se sugiere la Una vez concluida la tarea, cada equipo lee
proyección de la película y el análisis del tras rá, con adecuada distribución de papeles, su
lado del texto literario al lenguaje cinemato trabajo, que será sometido a crítica por el res
gráfico. to del curso.
117
Dientes de flores, cofia de rocío, Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
manos de hierba, tú, nodriza fin a, Ponme una lám para a la cabecera;
tenme prestas las sábanas terrosas una constelación; la que te guste;
y el edredón de musgos encardados todas son buenas; bájala un poquito.
A lfonsina Storni
“Voy a dormir”, en Ob. cit.
El tango nace como danza callejera o de Buenos Aires tararea y a los que a veces se
lugares nocturnos de escaso prestigio; se le acomoda alguna letrilla más o menos za
desarrolla en cabarets, “bailongos” y salo fada. Los fonógrafos multiplican los ecos de
nes, y recala en los sainetes criollos como conjuntos y orquestas como las de Juan Ma-
nota pintoresca. Su ritmo cortado y su co glio “Pacho”, Roberto Firpo y Francisco Ca
reografía compleja, combinada con los to ñara; grupos que amenizan los bailes en
nos oscuros de la vestimenta de los bailari clubes y asociaciones vecinales en celebra
nes, determinan una forma de expresión ciones de cierto nivel.
que calará hondo en la mentalidad del por
teño. Ángel Villoldo, Eduardo Arólas, Vi Así lo caracteriza alguien que muchas
cente Greco y Enrique Saborido, entre los veces se lució bailándolo en los mejores sa
principales, componen tangos que todo lones de Buenos Aires y París:
R icardo Güiraldes
“Tango”, de El cencerro de cristal, en Obras completas,
Buenos Aires, Emecé, 1985-
Esa ráfaga, el tango, esa diablura, que sólo es tiempo. El tango crea un turbio
los atareados años desafía; pasado irreal que de algún modo es cierto,
hecho de polvo y tiempo, el hombre dura el recuerdo imposible de haber muerto
menos que la liviana melodía, peleando en una esquina del suburbio.
Jo rg e Luis Borges
“El tango”, de El otro, el mismo, en Obras completas,
Buenos Aires, Emecé, 1974.
118
El tango com o poesía
Pero un día alguien pensó en el tango la producción de tangos, con una estructura
como poesía y nació así otra forma de ex estrófica bastante pareja, a los que ponen
presión, más compleja y significativa. A par música algunos profesionales de la nueva
tir de aquella experiencia de “Mi noche tris guardia como Enrique Delfino y Juan Carlos
te”, ya comentada en el Módulo 4, el mismo Cobián, entre otros.
Contursi y con él algunos saineteros como
Alberto Vacarezza, Samuel Linning, Roberto En 1922, un tango levanta su voz para
Cayol y José González Castillo, y jóvenes integrarse, por unos instantes, con la litera
poetas como Enrique Cadícamo, se lanzan a tura europea:
Desde Europa primero y más tarde des poética de las letras. Una de las obras más
de los Estados Unidos, Gardel con sus mú famosas de Le Pera, por ejemplo, es una
sicos y el poeta brasileño Alfredo Le Pera reescritura de un poema del modernista
plantean una serie de cambios en la estruc mexicano Amado Ñervo.
tura, el ritmo, la armonización y la calidad
8 Musetta, jovencita enamoradiza de conquista fácil; Mimí, humilde costurera enferma de tuberculosis; Rodolfo y
Schaunard, dos muchachos con ideales artísticos, poco dinero y muchas ganas de vivir un gran amor, son los per
sonajes centrales de la novela E scen as d e la v id a b o h em ia , de Henri Murger, que, con música de Giacomo Pucci-
ni, fue transformada en ópera con el título de L a bohém e.
9 Manon Lescaut y el caballero Des Grieux son los personajes centrales de la novela del abate Antoine Prévost d’Éxiles
L a historia d e M anon Lescaut.
119
El día que me quieras, la rosa que engalana
se vestirá de fiesta con su mejor color;
a l viento las cam panas dirán que ya eres mía,
y locas las fontanas se contarán su amor.
Alfredo Le Pera
“El día que me quieras”. Música de Carlos Gardel.
D espués de G ardel
Muerto Gardel en 1935, su repertorio se de Caro- llega a las orquestas llamadas “tí
incorpora al de nuevos cantores, como picas”: Aníbal Troilo, Carlos Di Sarli, Osval
Charlo y Hugo del Carril y cancionistas co do Pugliese, Osvaldo Fresedo y muchos
mo Libertad Lamarque y Azucena Maizani, otros, revisan los antiguos criterios instru
entre otros. En tanto, Agustín Magaldi abor mentales y elaboran nuevas orquestaciones
da tangos de denuncia social y política, con el apoyo de músicos de alto nivel, en
compuestos por su hermano Emilio, e Igna tre ellos, el muy joven Astor Piazzolla.
cio Corsini recrea, con un estilo cercano al
La hora del despegue llega también para
de la canción criolla, aspectos de la vida
los poetas, que aportan su palabra para con
porteña en tiempos de Rosas con los poe
formar ese nuevo fenómeno de la música
mas de Héctor Pedro Blomberg armoniza
popular. Cátulo Castillo, Homero Expósito,
dos musicalmente por Enrique Maciel.
Homero Manzi y otros que venían ya produ
A partir de 1940 el aire de renovación ciendo hermosos poemas en forma de tan
-q u e años antes se había manifestado en go, despliegan ahora, con el fondo musical
las producciones de Carlos Gardel y Julio de grandes maestros, su enriquecida poética.
Y así como en los años 20 el sainete ha y valses porteños. Clara muestra de ello dan
bía sido adecuado marco para el estreno de películas como Besos brujos, Adiós, pam pa
los tangos, es ahora el cine el medio en el mía, La cumparsita, Pobre mi m adre queri
cual numerosos artistas se muestran en su da, El ídolo del tango, y muchas otras de si
condición de intérpretes de tangos, milongas milares características.
En la llamada época de oro del tango, que abar Se sugiere el análisis técnico y expresivo de una
ca algo más de dos décadas (entre 1927 y 1950 serie de tangos compuestos en esta época; se
aproximadamente), tanto los músicos como los poe recomiendan las obras de Homero Expósito,
tas se esfuerzan por lograr perfección formal y ri C átulo Castillo, Homero M anzi, Enrique Santos
queza expresiva equiparable a los poemas cultos Discépolo, Enrique Cadícamo, Alfredo Le Pera y
de los autores consagrados argentinos y extranjeros. Emilio M a g a ld i.
En la segunda etapa del desarrollo del sai La denuncia social y moral que algunas
nete porteño -según la caracterización, que de estas producciones contienen bajo el as
hemos adelantado en el Módulo 4 - la figura pecto de una comedia reidera con toques
de Aunando Discépolo (1887-1971) sobresale trágicos es coherente con la que Enrique
por la calidad literaria y escénica de sus obras Santos Discépolo (1900-1951) desarrolla en
y por el valor testimonial que las mismas os sus tangos, verdadero compendio de la vi
tentan. Babilonia, Mateo, Stefano, Relojero, sión crítica de un hombre desalentado al
Cremona, Mustafá, algunas escritas en colabo que todavía le quedan hilachas de humor
ración con Rafael de Rosa o con su hermano para seguir burlándose de la estúpida con
Enrique, son creaciones que marcan una hue dición de tantos seres humanos, de tantos
lla indeleble en la historia del teatro argentino. grupos sociales.
Los grotescos de Armando Discépolo "se de abrirse cam ino h acia un porvenir que
desenvuelven en una sociedad en cam bio no fu e, en general, tan accesible y prom iso
que va erigiendo nuevas pau tas de conduc rio com o lo habían soñado".
ta, nuevos m ecanism os p a ra el desenvolvi
(Beatriz de Nóbile, Estudio preliminar a
m iento del hom bre, nuevos métodos p ara
Armando Discépolo, Mateo. Stéfano. Bue
arribar con m ayor celeridad a l éxito econ ó
nos Aires, Kapelusz, 1995. (GOLU))
m ico; en una palabra, a l progreso que, en
escala espiritual, será un retroceso. De en De su extensa producción, elegiremos
m edio de esta atm ósfera asom an los desilu aquí dos sainetes para comentar y mostrar a
sionados inmigrantes europeos, italianos y través de algunos fragmentos, los procedi
españoles en su m ayoría, que se apiñaron mientos escriturarios de este importantísimo
en los alrededores de Buenos Aires tratando dramaturgo argentino: Mustafá y Mateo.
Mustafá
121 G
sainete: Mustafá niega tener el billete en su Dos pasajes de la obra interesan particu
poder, primero, y luego niega que don Gae- larmente para iluminar el problema de la
tano lo comparta. A solas con su mujer, el inmigración y la convivencia de extranjeros
turco le confía que con el dinero del premio de distinto origen.
podrán regresar todos a su tierra natal10. Sa
ra, hija de Mustafá, y Peppino, hijo de don Uno es el monólogo de Mustafá, apenas
Gaetano y novio de Sara, intervienen para interrumpido por su mujer o sus hijos, en el
que la pelea de sus padres no termine en un que cuenta su experiencia como inmigran
desastre. Cuando todo parece arreglado y el te, con los dolores que la marcan y las es
turco acepta compartir el premio, descubren casas satisfacciones resultantes. Discépolo
horrorizados que los ratones se han comido reproduce fonéticamente el habla del turco*
el billete y se han esfumado así las ilusiones con la confusión de vocales y consonantes
de riqueza. y el corte de algunas sílabas.
—¿Sabe qué biensa tuda la noche?Biensa queJintina istá lejus Durguía, muy lejus. (...)
Mustafá istaba bodre e queré gana mucha blada para cumprá vistido y brillante a durqui-
ta quirida. B oreso salió Durguía y vino Mériga. (...) Jintina es linda, bero linda ojos. Jintina
breciosa... bero trabajo nu hace rigo drabajador. Jintina drabajo cansa, bone fla co a durgo
gam ina sempre, bero no pone rigo. (...) Badre biensa, biensa... Badre quiere irse Jintina,
badre quere volver Durguía con hijos bueno y mujer valiente.
A rm ando D iscépolo
Mustafá, Buenos Aires, revista El teatro argentino, 1922.
— L ’e staba deciendo a don Mustafá que il mundo se istrañará que se acáseno no hijo de
italiano e na hija de turco. (...) ¿La razza forte no sale de la mescolanza? ¿E dónde se pro
duce la mescolanza? Al conventillo. (...) Es así, no hay voelta. ¿Per qué a Bonasaria está sa
liendo esta razza forte? Perque este no paíse hospitalario que te garra toda la migrazione, te
la encaja a lo conventillo, viene la m escolanza e te sáleno a la cale todo esto lindo mocha-
chopateadore, boxeadore, cachiporrero e asaltante de la m adonna. (...) E lo lindo ese que
en medio de este batifondo nel conventillo todo es arm onía, todo se entiéndono: ruso co ja -
ponese, francese co tedesco, taliano co africano, gallego co marrueco. ¿A qué parte del mon
do se entiéndono com e acá: catalane co españole, andaluce co madrileño, napolitano co ge-
novese, romañolo co calabrese? A nenguna parte. Este e no paraíso. Ese n ajau ja. ¡En que-
remo todo!
Ob. cit.
10 Obsérvense aquí los elementos señalados por Roberto Arlt en “El turco que juega y sueña”, aguafuerte comen
tada en este mismo Módulo.
o 122
Según David Viñas, en este sainete se los terrores del valiente y las vacilaciones
manifiestan claramente los caracteres del del sólido, yo soy lo que soy, pero, además,
grotesco, sin carcajadas ni llanto. “La conta lo que no soy, la ambivalencia, la plurali
minación, el matiz, el revés de la trama, la dad de significados en fin!'
risa-llanto, el gana-pierde, las lágrimas {Grotesco, inmigración y fracaso: Arman
equívocas, el avaro en su secreto generoso, do Discépolo. Buenos Aires, Corregidor, 1997.)
Mateo
123
MIGUEL: ¿Ah, sí? ¡Me gusta, estoy contento! ¡Mata, aplasta, revienta, no perdone ni al
Patreterno! Me gusta.
SEVERINO: (Sin inmutarse). En medio menuto ha entregado el rosquete. Se muere la gente
a montone. Da miedo. Ayer, a la Chacarita, entraron ciento cincuenta cadáveres. Ante de ayer,
ciento cuarenta y cuatro... ( Doña Carmen llora, moviendo la cabeza). Ante de ante de ayere...
A rm ando D iscépolo
Mateo. Stefano, Buenos Aires, Kapelusz, 1980. (GOLU)
Actor, autor teatral, músico y poeta, es a una mujer que reprocha a su marido la
“Discepolín”, como lo llamaban por la fla pobreza en que la tiene sumida por querer
cura y la escasa altura de su cuerpo, uno de vivir honestamente en una época en que “a
los testigos privilegiados de esa difícil épo la honradez la venden a l contado y a la
ca de la historia social argentina, porque su m oral la dan p or m on editaf ; en “Esta no
po expresar en textos siempre teñidos de che me emborracho” retoma el viejo tema
humor, a veces bastante ácido, las sensacio de la mujer vieja, arruinada física y moral
nes de un hombre inteligente, sensible y so mente, que alguna vez fue bella y alentó el
lidario frente a la situación miserable, enga amor del poeta, que ahora se emborracha
ñosa y mezquina de su tiempo. Sus tangos para no pensar en esa “fiera venganza del
0os primeros son de 1926, aproximada tiempo"-, en “Yira, yira” se desarrolla el tema
mente) son imágenes coloridas de tipos y de la ingratitud, la falsa amistad, el abando
ambientes sociales, filtradas por la ironía y no en que queda el ser humano cuando la
el pesimismo. buena suerte lo deja y ya no hay nada que
sacarle.
En “Victoria” se burla del viejo tema del
marido engañado o abandonado y presenta Discépolo es uno de los pocos poetas
a un hombre feliz porque su insoportable del tango que aborda el diálogo polémico
mujer lo ha dejado y preocupado por la con la figura de Dios, a quien reclama una
suerte del que se la llevó y no la conoce a reacción frente al triunfo del mal y a la des
fondo como él; en “Qué vachaché” muestra dichada derrota de los buenos.
Pero, sin duda, el tango más famoso de de elementos de muy distinto origen y jerar
Discépolo es aquel en el que plantea el dete quía, amontonados “igual que en la vidriera
rioro de los valores de su tiempo, la mezcla irrespetuosa de los cambalaches11”.
11 Eran los cambalaches negocios de compra-venta y de em peño de objetos de todo tipo. En sus vidrieras podían
encontrarse desde libros, pipas o juegos de copas, hasta fonógrafos, muebles o calefones.
124
Hoy resulta que es lo mismo Si es lo mismo el que labura
ser derecho que traidor... noche y día com o un buey,
Ignorante, sabio, chorro, que el que vive de las minas,
pretencioso, estafador... el que mata, el que cura,
Todo es igual, nada es mejor: o está fu era de la ley.
lo mismo un burro que un gran profesor.
Hacia 1950, Enrique escribió e interpre adelante. El tema del dinero y el poder
tó una obra dramática, Blum, que anticipa que no hacen la felicidad de un hombre
la vorágine del mundo de los ejecutivos y que sólo necesita un poco de amor, da
directivos de empresa que se haría paten sentido a esta obra fundamental del teatro
te en la Argentina de fines de los ‘60 y en argentino.
1. El sainete porteño se presta para presen 2. Tomar diez tangos de Enrique Santos Discé
tarlo con títeres. Se sugiere poner en escena polo y hacer, en grupos, un análisis de los mis
un grotesco como Mustafá, M ateo, Babilonia, mos según los siguientes lineamientos:
Cre mona, u otro de Armando Discépolo con
- Tema central y temas periféricos de cada uno.
ayuda de los profesores de Plástica (para la
confección de los muñecos y sus vestimentas, - Aspectos testimoniales y sociales que se mani
de los decorados y demás elementos de utile fiestan en dichas composiciones.
ría) y de Música (para la ambientación sonora
- Aspectos psicológicos de los personajes de
de las distintas escenas). Los papeles se re
esos esos tangos.
partirán entre aquellos alumnos que manifies
ten cualidades de lectura para un texto de es - Tratamiento de algunos tópicos fundamentales:
te tipo. la vida y la muerte, el amor y la traición, la
amistad, la miseria, el trabajo, el olvido.
Quienes no participen en la presentación actua
rán como críticos y elaborarán artículos al Luego del trabajo grupal, cada alumno escribi
respecto. rá un breve ensayo sobre la obra poética de
Enrique Santos Discépolo.
Los unos gárrulos y contentos; los otros, hilando en las noches de llanura, o en la oscuri
dad creadora de la ciudad, o a l borde boscoso de las montañas, o en el templado litoral, o
en el sur frío, su pertinaz silencio sin am argura a lo largo de las jornadas argentinas; los
unos, ricos de solemnidad; los otros, solemnes de orgullosa pobreza; los unos, triviales ante
la m ateria dem asiado dócil; los otros, trabados con las alternativas de una perenne resisten
cia, resistencia de tierra, roca, clima, ciencia; los unos representando, los otros creando.
Eduardo Mallea
Historia de una pasión argentina, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1970.
Esta idea tendrá clara vigencia en obras ciudad sobre el río inmóvil y La bahía del
posteriores como El sayal y la púrpura, La silencio, por ejemplo.
126
Sociología del porteño: E l h o m b r e q u e e s t á s o lo y e s p e r a
Dejando de lado la amplitud abarcadora Ese Hombre es “un ritmo de las vibracio
de Mallea y concentrándose en el ámbito nes comunes, un magnetismo en que todo lo
de la gran ciudad, Raúl Scalabrini Ortiz mar porteño se imana, una aspiración que sin
ca un hito en la interpretación sociológica pertenecer en dominio a nadie está en todos
del porteño en su libro El hom bre que está alguna vez. (...) No es un obrero ni un em
solo y espera. Siguiendo los lincamientos de pleado anónimo. Es el vértice en que el torbe
José Ortega y Gasset12, reflexiona sobre el llino de la argentinidad se precipita en su
ser porteño a partir del paisaje: la llanura más sojuzgador frenesí espiritual. (...) Nació
pampeana genera en ese hombre una des en apuntes apresurados de un partido de fú t
confianza que rige su visión del mundo; vi bol o de un asalto de box, en la agresión a un
sión que necesita un nuevo idioma para ser indefenso, en la palpitación de las muche
expresada, razón por la cual ese mismo dumbres de varones que escuchan un tango
hombre dedica tantas energías para modifi en un café, en el atristado retomo a la mono
car el idioma que ha recibido por tradición. tonía de sus barrios de los hombres que el sá
bado a la noche invaden el centro ansiosos de
El arquetipo de Buenos Aires creado por
aventuras, en las confesiones amicales arran
Scalabrini Ortiz se llama “el Hombre de Co
cadas por el alba, en los bailes de sociedad... ”
rrientes y Esmeralda”, esquina que simboliza,
por la proximidad de tantos lugares de diver (Raúl Scalabrini Ortiz, El hom bre que es
sión, la noche de la ciudad, con sus misterios, tá solo y espera, Buenos Aires, Plus Ultra,
sus rincones sombríos y sus luces artificiales. 1983.)
Para Ezequiel Martínez Estrada (1895- como Sarmiento y Alberdi, esto es, el
1964) el predominio político, social y eco progreso, la educación popular, el aporte
nómico de Buenos Aires sobre todo el país inmigratorio, el trasplante de cultura y
tiene cargas altamente negativas. tecnología. Entiende que la antinomia ci-
vilización/barbarie ya no tiene vigencia; en
En Radiografía de la pam pa atribuye a la cambio sí hay una civilización corrupta so
naturaleza un poder desmesurado sobre el bre la que actúan fuerzas mecánicas, como
hombre. No está de acuerdo con los reme la ley y la burocracia, y psíquicas, como el
dios sociales que proponen los ideólogos ansia de riqueza y la apetencia del poder.
Lo que Sarmiento no vio es que civilización y barbarie eran una misma cosa, comofuerzas
centrífugas y centrípetas de un sistema en equilibrio. No vio que la ciudad era como el campo
y que dentro de los cuerpos nuevos reencarnaban las alm as de los muertos. Esa barbarie ven
cida, todos aquellos vicios y fallas de estructuración y de contenido, habían tomado el aspec
to de la verdad, de la prosperidad, de los adelantos mecánicos y culturales. Los baluartes de
la civilización habían sido invadidos por espectros que se creían aniquilados y todo el mundo
sometido a los hábitos y normas de la civilización, eran los nuevos aspectos de lo cierto y de
12 José Ortega y Gasset es un filósofo y escritor español de la llamada Generación del 98. En sus trabajos sobre
problemas sociales hizo hincapié en la vinculación del hombre con el medio geográfico en el que vive.
127
lo irremisible. Conforme esa obra y esa inda inmensas van cayendo en el olvido, vuelve a
nosotros la realidad profunda. Tenemos que aceptarla con valor, para que deje de pertur
barnos; traerla a la conciencia para que se esfume y podam os vivir unidos en la salud.
Ezequiel M artínez Estrada
Radiografía de la pam pa , Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.
En La cabeza de Goliat, subtitulado "Mi otros; sobre las distintas formas de comer
croscopía de Buenos Aires", Martínez Es cio que se extienden en la gran ciudad; so
trada, a través de ochenta y siete escritos bre las enfermedades, las supersticiones,
fragmentarios, agrupados en cuatro partes, los juegos, los cafés y los cementerios; y fi
reflexiona sobre la condición del hombre nalmente, sobre las diversiones, los espec
como víctima del medio en que vive y de táculos típicos del fin de semana, los esta
sus modos de comunicación, como el telé dios y la tristeza del final del domingo, al
fono, la música, el automóvil y tantos regresar a casa.
I
breve ensayo que podría titularse "Radiografía externa e interna, las costumbres y los malos
de mi pueblo", en el cual harán un comentario hábitos del lugar donde viven.
Adán Buenosayres
La obra que resume, elabora y desarrolla Es una obra muy extensa, dividida en
todas las tendencias anteriores y da nuevos siete libros, cuyo complejísimo argumento
rumbos a la narrativa argentina en una se encierra en un lapso muy breve (unas
etapa de grandes cambios sociales es la treinta y seis horas).
novela de Leopoldo Marechal (1900-1970)
Adán Buenosayres, publicada en 1948.
128
Mi plan se concretó a l fin en cinco libros, donde presentaría yo a mi Adán Buenosayres
desde su despertar metafísico en el número 303 de la calle Monte Egmont, hasta la m edia
noche del siguiente día, en que ángeles y demonios pelearon p or su alm a en Villa Crespo,
frente a la iglesia de San Bernardo, ante la figura inmóvil del Cristo de la Mano Rota. Lue
go transcribí yo el Cuaderno de Tapas Azules y el Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia,
com o sexto y séptimo libros de mi relato.
Leopoldo M arechal
Adán Buenosayres, “Prólogo indispensable”, Buenos Aires, Sudamericana, 1968.
129
Otros textos
Carta a Borges
Fui al río
Regresaba
-¿era yo el que regresaba?-
en la angustia vaga
de sentirme entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí, corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en m í con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en m í los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
¡Me atravesaba un río, me atravesaba un río!
Ju an Laurentino O rtiz
en El ángel inclinado (1938).
Espantapájaros
Yo no sé nada
Tú no sabes nada
Usted no sabe nada
Él no sabe nada
Ellos no saben nada
Uds. no saben nada.
Nosotros no sabem os nada.
La desorientación de mi generación tiene su explica
ción en la dirección de nuestra educación, cuya
idealización de la acción, era -¡sin discusión!-
una mistificación, en contradicción
con nuestra propensión a la me
ditación, a la contemplación y
a la masturbación. (Gutural,
lo más guturalmente que
se pueda.) Creo que
creo en lo que creo
que no creo. Y creo
que no creo en lo
que creo que creo.
“Cantar de las ranas”
Y Y ¿A ¿A Y Y
su ba llí llá su ba
bo jo es es bo jo
las las tá? tá? las las
es es A A es es
ca ca quí cá ca ca
le le no no le le
ras ras es es ras ras
arri aba tá tá arri aba
ba!... jo!... /••• ba!... jo!
O liverio G irondo
en Espantapájaros (1932).
131
De las vanguardias a la posmodernidad
La so cied a d argentina e n la segu n d a m itad d el siglo X X . P ro y ecto s p o lítico s y
fru straciones. La gran u niversidad argentina. A utoritarism o y fu erza pop ular. Las
letras y las artes fren te a d ictaduras y d em o cracias. El p ro b lem a d e la identidad
cultural argentina. Las figuras d o m in an tes e n las letras arg en tin as del siglo X X . La
cultura popular. El teatro: d en u n cia, g ro te sco y trascen d en cia.
132
Del peronismo al antiperonismo
í_ !n a de las preocupaciones básicas del go tamiento militar de intención golpista, que
bierno peronista (1946-1955) fue la cuestión fue aplastado.
social. Era necesario elevar el nivel de vida
Al asumir por segunda vez, en 1952, Perón
de los obreros y dictar una legislación que
tenía por delante un problema económico de
los protegiera de las arbitrariedades de los
muy difícil solución y una relación poco cla
grandes o pequeños empresarios. También
ra con algunos sectores de las Fuerzas Arma
lo era garantizar la atención médica, las va
das. el sindicalismo, el empresariado y la Igle
caciones, la estabilidad en el cargo, el pago
sia Católica. La muerte de Evita, en julio de
de un sueldo anual complementario, la ju
ese año. precipitó el deterioro del sistema.
bilación en condiciones dignas, la represen
tación en organismos de control y la defen El conflicto con la Iglesia hizo crisis en
sa de cada logro obtenido. 1954 y se extendió hasta el golpe de estado
de 1955. El 16 de junio de ese año aviones
Las mejoras sociales incorporadas a la
navales bombardearon la Plaza de Mayo y
Constitución Nacional de 1949 fueron una
produjeron más de quinientas muertes, pero
realidad, a menudo sacudida y desnaturali
no lograron su objetivo de derribar el régi
zada por la obsecuencia y la intolerancia de
men. Varios políticos de la oposición partici
los grupos cercanos al poder. La dirigencia
paron en ese acto de subversión institucional
política y la sindical se confundieron en un
y debieron exiliarse en los países limítrofes.
coro de alabanzas al gobierno que sólo lo
La noche de aquel día. una multitud saqueó
gró aislarlo de las bases.
e incendió las principales iglesias de Buenos
Aires, como respuesta a una acción en la que
El crecimiento industrial en el conurba-
se sospechaba cierta vinculación de las auto
no bonaerense trajo como consecuencia el
ridades eclesiásticas.
abandono de las actividades rurales y la con
centración de numerosos pobladores prove El gobierno militar instalado en 1955
nientes del interior del país, particularmente anuló la Constitución de 1949 y proscribió
del noreste y el noroeste, a quienes se llamó al peronismo, que se mantuvo en la ilegali
despectivamente “cabecitas negras”. Estos lle dad hasta 1972. Esta situación generó nu
garon a conformar una especie de clase so merosos conflictos sociales y políticos que
cial con sus códigos, sus gustos y sus cos caracterizaron a un país dividido y enfren
tumbres bien delineados. tado internamente durante muchos años.
A fines de 1951 el gobierno soportó dos Mediante un acuerdo electoral con los
golpes fuertes: el renunciamiento de Eva Pe principales dirigentes peronistas, Arturo
rón a la candidatura vicepresidencial, por Frondizi se impuso en las elecciones presi
presión de las Fuerzas Armadas, y un levan denciales de 1958.
La democracia vigilada
133
errores, hubo un notable crecimiento en la La creación de una editorial universita
vida universitaria estatal, donde se aplicó el ria en Buenos Aires permitió la difusión
sistema de gobierno tripartito, con represen de numerosos autores de disciplinas di
tación de docentes, graduados y alumnos en versas cuyas obras aún no habían sido tra
todos los niveles, y se cubrieron las cátedras ducidas.
mediante concursos.
Autoritarismo y violencia
Los esfuerzos de Frondizi por democrati ultranacionalistas y conservadores. Los par
zar al país fueron vanos; así y todo, los mi tidos políticos fueron disueltos y la educa
litares que lo derrocaron respetaron algu ción sufrió un golpe decisivo en la llamada
nos puntos constitucionales y dispusieron “noche de los bastones largos”, cuando las
que el presidente provisional del Senado, universidades nacionales fueron interveni
José María Guido, ejerciera la presidencia das y centenares de docentes debieron de
hasta que se lograra un acuerdo para la su jar sus cargos y en muchos casos marchar al
cesión. Dos sectores del ejército, los “azu exilio para ejercer su profesión en un me
les” y los “colorados” se enfrentaron varias dio menos hostil.
veces, provocando situaciones difíciles para
La censura literaria y cinematográfica se
la población. El triunfo de los “azules” per
generalizó, lo cual favoreció el florecimien
mitió la realización de elecciones, con au
to de formas subalternas de arte patrocina
sencia de candidatos peronistas, y en octu
das por los organismos estatales, en detri
bre de 1963 asumió el nuevo gobierno.
mento de creadores que no comulgaban
Le fue muy difícil al radical Arturo Illia con la ideología del poder. Esto fue el ini
gobernar con sólo el 25 % del electorado a cio de un proceso represivo que alcanzó su
su favor y bajo la implacable tutela militar punto culminante en los años duros de la
de los “azules”. De todos modos, y a pesar dictadura instaurada en 1976, y que no lo
de las presiones, la cultura y la educación si gró detenerse aun en los breves espacios
guieron el rumbo favorable que habían ini democráticos que se produjeron entre el fi
ciado durante la gestión de Frondizi. Las nal del gobierno militar en 1973 y el golpe
universidades estatales argentinas conocie que derrocó a Isabel Perón.
ron entonces uno de los más altos niveles
La bonanza económica que reinó en los
académicos de su historia, aun con la com
primeros tiempos del gobierno de Onganía
petencia de las primeras universidades pri
comenzó a quebrarse en 1969 con el cierre
vadas, que habían absorbido, al principio, a
de fuentes de trabajo y la aparición de bro
muchos de los profesores cesanteados por
tes de violencia en las regiones más castiga
razones políticas a partir de 1955.
das. El “cordobazo”, el secuestro y asesinato
Acusado de lentitud e incompetencia, de gremialistas y políticos (entre-ellos, el ex
Illia fue desalojado del poder por un gol presidente de facto Pedro Eugenio Arambu-
pe militar y en su lugar asumió el general ru), el ataque a instituciones civiles y milita
Juan Carlos Onganía, ex Comandante en res, la toma de fábricas, fueron escalonando
Jefe del Ejército, con el apoyo de sectores un clima de violencia no conocido antes.
134
educación desarticuladas, fueron algunos de notables mejoras en el ámbito cultural y
los elementos más dolorosos de la pesada educativo.
herencia que recibió la democracia renaci
Las universidades recobraron el sistema
da en 1983 con la elección presidencial de
democrático de gobierno y el nivel acadé
Raúl Alfonsín.
mico, que había descendido notablemente
La reconstrucción de un país en las con por la censura ideológica. Muchos docentes
diciones en que la dictadura lo había deja e investigadores regresaron del exilio y se
do no era cosa fácil para un gobierno pre incorporaron al quehacer educativo. Otro
sionado por reclamos populares y a la vez tanto ocurrió en el campo de las artes y la
por quienes pretendían conservar la impu literatura. Los renovados aires de libertad
nidad de los actos aberrantes que habían crearon un clima en el que, a pesar de los
cometido desde el poder dictatorial. problemas económicos y sociales que no
cesaron, pudo desarrollarse una cultura que
A pesar de los enormes problemas que desde entonces se proyecta con fuerza ha
debió afrontar, la gestión de Alfonsín logró cia el futuro.
Rodolfo Kusch (1922-1979), que desde Geocultura del hombre am ericano y Esbozo
1949 venía trabajando sobre el tema de la de una antropología filosófica americana.
identidad latinoamericana, con su indigenis
Kusch trabaja sobre una serie de temas
mo, su europeísmo y su “mestizaje cultural”,
que, encadenados, conforman la base de
y que en 1953 había publicado La seducción
una cultura nacional: la sociedad, la políti
de la barbarie, un ensayo que replantea la
ca, el pensamiento, la historia, la religión, la
vieja oposición entre civilización y barbarie a
filosofía y la ciencia. Todos ellos confluyen
la luz de la Argentina de su tiempo, produ
en el campo de la cultura, cuya vía de trans
ce, a partir de 1962, una serie de trabajos que
misión planificada es la educación.
se constituyen, globalmente, en un proyec
to cultural válido. De ellos hay tres que se Ese campo de confluencia, sin embargo,
destacan por la amplitud y la minuciosidad no es de fácil recorrido y son muy variados
de su composición: América profunda, los productos que en él se generan.
135
Nuestra cultura se halla aún en los plan os más profundos del hom bre y no ha logrado
una realidad objetiva. Lo que se diga de esa cultura debe ser, p o r lo tanto, subjetivo, hasta
lin dar con el caos. ¿Que se afronta el peligro de que sólo resalte el caos? Tanto mejor. Peor
sería repetir las perezosas mentiras que hem os cultivado sobre nuestra realidad.
R odolfo K usch
La seducción de la barbarie, Buenos Aires, Raigal, 1953-
Nuestro concepto de cultura, com o todo lo que concebimos, es siempre algo exterior. Puede ser
tomado en su sentido antropológico cuando se refiere a la cultura como entidad biológica. Por
otra parte, colocam os bajo el término de cultura a l quehacer intelectual y artístico que se desa
rrolla en las ciudades. En am bos casos, el concepto de cultura se concibe com o algo que está an
te los ojos. (...) Un inditnduo no consiste sólo en una unidad biológica concretada en su cuerpo,
sino que el límite de su razón de ser trasciende a este cuerpo y se prolonga en su cultura...
R odolfo K usch
Geocultura del hom bre am ericano, Buenos Aires, García Cambeiro, 1976.
Con estas denominaciones clasifica Kusch una mala elaboración local de una cultura
las dos vertientes, por momentos irreconci occidental en crisis, con los caracteres exter
liables, en que parece bifurcarse nuestra nos europeos, pero con sujetos culturales
cultura argentina. La primera, la “oficial”, es no-europeos.
incoherente porque no tiene integración, es
No tenemos una cultura nacional. (...) Ella se encuentra com o sectorizada a nivel popu
lar con características que no se prolongan en un ám bito superior. Arriba se hacen cosas que
nada tienen que ver con lo que se espera abajo. Quizá de a b í se expliquen los conflictos p o
líticos, el estado d e convulsión de nuestra República que no vacila en seguir importando so
luciones de afu era porque cree que somos una parte de una así llam ada cultura universal.
(...) Nosotros recibim os el objeto, los productos definidos de Occidente, pero no la totalidad de
la cultura occidental, o sea eso que hace a la autenticidad de una cultura, su suelo y su ho
rizonte sim bólico. (...) Recibimos la crisis convertida en cosa sin la posibilidad del juego.
Ob. cit.
Entre nosotros hay que pen sar los fracasos a partir de una escisión entre una cultura p o
p u lar y otra que no lo es. Y nuestro com portam iento depende de una cultura m editerránea,
y no es otra que la popular. Es más, nuestro p aís está constantem ente presionado p o r la cul
tura popular. (...) Cuando se dice “cu lturapopu lar”se m arca una distancia entre nosotros
y ella. En cierto m odo es verla p o r fu era, pero no p o r dentro. Se crea entonces un abism o.
Ob. cit.
136
La cultura nacional está en el gesto y en la decisión de manifestamos. Todo gesto es cultu
ral, desde el insulto hasta el saludo. Y en este sentido también escribir un libro entra en lo ges-
tual. Detrás está la decisión cultural, por la cual la cultura se constituye. (...) Cada cultura tie
ne su sujeto, y uno mismo se torna sujeto de esa cultura en tanto utiliza el gesto.
Ob. cit.
Señala Kusch que nuestra época tiene que realmente tenemos que saber. Nada
un exceso de información y de datos, a puede brindarnos un saber total, ni siquie
través de libros, periódicos y todo tipo de ra eso que llamamos cultura; a lo sumo,
medios masivos de comunicación, pero mediante el bombardeo informativo, logra
que aun así nos sentimos descontentos, mos un saber parcial que no es el de uno
porque no logramos discernir qué es lo mismo.
Vivimos una rara mezcla de un no saber de la vida íntima o cotidiana y un saber enciclo
pédico del siglo XX, y es más, sabemos escamotear hábilmente ese saber enciclopédico y simu
lar posiciones, o profesiones, o datos técnicos leídos al fin de cuentas en las cuatro líneas de al
gún libro de divulgación.
Ob. cit.
Por un lado en Buenos Aires la lógica blanca con la euforia de la afirm ación del otro, una
lógica negra, el pueblo con el pesimismo de la negación, como dos lógicas simétricamente
inversas. El pesimismo de la negación irrumpe en 1820, como en el gobierno de Rosas, en
Yrigoyen, y en Perón. La euforia de la afirm ación se da sólo en figuras como Belgrano, Riva-
davia, Sarmiento, Mitre, la oligarquía del 30 y muchos otros más, hasta llegar a esta psicosis
de economistas, sociólogos actuales que creen realmente que con su simple afirm ación ha
brán de determ inar qué pasa con el país.
Ob. cit.
Cuando los conflictos europeos y nor Díaz y el feudalismo criollo; luego, la revo
teamericanos dejaron a Sudamérica a mer lución cubana con su notable proyección
ced de sí misma, el continente recobró una ideológica en el continente; los sucesivos
conciencia de totalidad y un reconocimien golpes de estado en muchos países; la ac
to de problemas comunes y de respuestas ción política de las empresas multinaciona
ideológicas y estéticas compatibles. La pre les, sobre todo petroleras y mineras, capa
sencia de caudillos populares como Perón ces de transformar o destruir la economía
en la Argentina, Getulio Vargas en Brasil y de un país en poco tiempo; estos y otros
José María Velasco Ibarra en Ecuador; la es acontecimientos alientan a la toma de con
tabilización del proceso político mexicano ciencia de una realidad que atañe a todos
iniciado en la revolución contra Porfirio los latinoamericanos.
137
El ensayista Héctor Alberto Álvarez Mu doble expulsión: la del Paraíso y la de la
rena (1923-1975), más conocido como H. Historia.
A. Murena, que desde tiempo atrás venía
escribiendo en las páginas de la revista Murena señala la presencia de dos tipos
Sur sobre la necesidad de los intelectuales bien definidos de hombre americano: el que
argentinos de desviar la vista puesta en Eu hubiera querido nacer en Europa y el que se
ropa hacia la realidad argentina y america siente miembro de la barbarie. Hay en uno
na, publica en 1954 El pecado original de y en otro, más allá de sus posiciones extre
América, serie de ensayos en los que de mas, graves errores que es necesario supe
sarrolla la tesis de que vivir en América rar para hallar un camino del espíritu que
constituye purgar un segundo pecado ori pueda llevar a todos los americanos a una
ginal, ya que el americano ha sufrido una conciencia de su identidad.
Esa hum anidad expulsada del recinto de las concretas form as del mundo europeo es una
gran alm a privada súbitamente de sus medios materiales de expresión, de las form as que le
permitían realizarse en la tierra, tanto en el orden de lo social como en el de lo religioso, tan
to en el de lo estético como en el de lo moral, es un alm a que ha perdido su encarnación y que,
instante tras instante, busca encarnarse otra vez. Pero su contacto con este mundo al que debe
arrancar su form a de encarnación está gravado de entrada por una mala disposición. Y lo
grave es que esa m ala disposición está ya fundida con los rudimentos de susform as de encar
nación peculiares. La tarea de la fe, por tanto, no puede consistir en una repulsa, en una ana-
tematización, en una aniquilación ideal, sino en un esfuerzo por comprender esa m ala dis
posición en las causas que la han originado, por iluminarla en sus tendencias capitales, pues
éstas apuntan hacia las nuevas form as en que nuestro espíritu tiende a encarnarse. Con ello
se facilitará su desarrollo, y se irá conjurando esa m ala disposición originaria, que no es en
suma más que un resultado de la frustración de tales tendencias, y que, al igual que todo mal
que estuvo en la raíz de una vida y a l que esa vida envolvió con su impulso y superó, se des
vanecerá como una ilusión.
H. A. M urena
“Potencialidades”, en El pecado original de América, Buenos Aires, Sur, 1954.
Murena dedica no pocas páginas de este Estrada. En el capítulo destinado a este autor,
libro a trazar semblanzas muy ricas de algu emite duras opiniones sobre el fenómeno
nos escritores a los que particularmente ad social latinoamericano y rescata la visión lú
mira, como Edgar Alian Poe, Horacio Quiro- cida y descarnada que en su momento dio
ga, Florencio Sánchez y Ezequiel Martínez Martínez Estrada de dicho fenómeno.
Digámoslo de entrada: los americanos somos los parias del mundo, como la hez de la tie
rra, somos los más miserables entre los miserables, como unos desposeídos. Somos unos despo
seídos porque lo hemos dejado todo cuando nos vinimos de Europa o de Asia, y lo dejamos to
do porque dejamos la historia. Fuera de la historia, en este nuevo mundo, nos sentimos solos,
abandonados, sentimos el temblor del desamparo fundamental, nos sentimos desposeídos.(...)
Después del rubenismo, después de Lugones, después de Rodó, que presumían que la cultura
am ericana podía ser una cultura ecléctica, es decir, una cultura que tomara un poco de aquí
y un poco de allá, una cultura hecha con un retazo de Grecia y un retazo de Francia, una
138
cultura partícipe, dueña de todas las culturas, Martínez Estrada, después de haber practicado
él mismo en sus poem as tal presunción, entendió, dijo que no, quemó las navesfáciles. Esefu e
el colapso: advertir que el eclecticismo era un vicio, vislumbrar a través de él la paralizante
verdad de la desposesión. (...) Las palabras de Martínez Estrada son la dramática y exacta des
cripción de la enferm edad hecha por un médico narrando sin concesiones la génesis, el desa
rrollo y las perspectivas de un cáncer que se ha instalado en su propio cuerpo.
H. A. M urena
“La lección a los desposeídos: Martínez Estrada”, en ob. cit.
Las palabras de Murena nos recuerdan de dominio, de Poder. Dioses que podemos
aquellas que Leopoldo Marechal (otro de encumbrar para que justifiquen el desvarío
los escritores más admirados por Murena) de nuestra voluntad. Denominaciones, en
vierte en Adán Buenosayres cuando afirma suma, con las que disimulamos al dios con
que sólo seremos nación el día que poda el que hemos suplantado al verdadero: noso
mos atar los cabos de los hilos que nues tros mismos somos los reemplazantes. Quisi
tros antepasados cortaron al emigrar de sus mos ser dioses. (“Murena: pecado y culpabi
patrias de origen con los cabos de los hilos lidad”, en Ldentikit de los argentinos, Buenos
que nosotros estamos tejiendo en nuestra Aires, Corregidor, 1991.)
tierra.
A partir de Homo atómicas, publicado
Juan Carlos Dido realiza un agudo análi en 1961, Murena asume una posición más
sis del pensamiento de Murena con relación universal y traslada el problema de la iden
a las ideas de Martínez Estrada alrededor del tidad al hombre, más allá de su nacionali
“pecado” y del “castigo” que los americanos dad. La carrera espacial iniciada en 1957
cometimos y recibimos con respecto a pone a la ciencia por encima de la política
nuestro puesto en el mundo: Murena es dis y marca la pérdida de la condición del
cípulo directo de Martínez Estrada. Las res “homo sapiens”1 transformado en “niño
puestas del maestro en su Radiografía, sin atómico”. El avance de la propaganda, el
embargo, no le dejaron satisfecho. (...) De culto fanatizado del deporte, la música
Martínez Estrada acepta que América confi estridente, el reemplazo de la filosofía por
gura la concreción de un “castigo”. Murena las estadísticas sociales, terminan por dar
admite la teoría como una evidencia y se muerte al hombre. Ya no es solamente
pregunta por la causa de esa sanción inape América la que carece de historia: Europa
lable. ¿Por qué fuim os castigados? La res se debate entre los límites que le imponen
puesta es: porque llevamos en nosotros una las superpotencias; el nihilismo comunista y
culpa; somos culpables. ¿Culpables de qué? el caos capitalista caminan hacia el
La respuesta es: de un pecado que hemos co cumplimiento de la profecía de Nietzsche:
metido. ¿Y cuál es ese pecado? Respuesta: es la muerte de Dios.
un nuevo pecado original, pero los hechos,
las responsabilidades y la fatalidad que lo En sus últimos libros -E l nombre secreto,
definen son confusos, indeterminables, os de 1969, La cárcel de la mente, de 1971, y
curos. (...) Es posible que ese pecado indefi La metáfora y lo sagrado, de 1973- Murena
nido sea, en última instancia, el mismo que insiste en el problema de la identidad del
relata la Biblia en el Génesis: el pecado de hombre moderno y la necesidad de volver
soberbia, sustituyendo a Dios y su universo a los valores espirituales que la tecnología y
por otros dioses y territorios. Endiosar el el culto de los bienes materiales nos han
afán de conquista, de riqueza, de posesión, hecho olvidar.
“Homo sapiens” en latín, “hombre que sabe”, es el ser humano considerado como eslabón desprendido de la
cadena animal
139
1. Formar un panel de discusión con un grupo El trabajo se completará con una monografía
de alumnos previamente preparados, con bi individual sobre la cultura argentina tal como la
bliografía adecuada, fundamentalmente con la vivimos en la actualidad.
lectura de textos de Rodolfo Kusch, Ezequiel
2. Leer y comentar el ensayo de H. A. Murena
M artínez Estrada, Raúl Sclabrini Ortiz, Arturo
“La lección de los desposeídos: M a rtín e z
Jauretche, Héctor Murena y Juan José Sebreli,
Estrada" y confrontar los conceptos allí vertidos
en cada uno de los puntos de dicha discusión:
con los de M artínez Estrada en Radiografía de
- Cultura oficial frente a cultura popular.
la Pampa.
- Cultura europea frente a cultura americana.
- Cultura argentina: ¿europea, am ericana o 3. Escribir un ensayo sobre la evolución de la
mestiza? sociedad argentina en los primeros diecisiete
- Cultura, literatura y artes. años de democracia recuperada. Tener en
- Cultura y educación. cuenta los cambios laborales, comerciales, artís
Cada miembro del panel expondrá su tema y ticos, literarios y de costumbres. Se recomienda
luego el resto de los alumnos, que habrán prepara la lectura previa de los Módulos 1 y 3 d e El
do también, voluntariamente, uno o varios de los ensayo o la seducción de lo discutible, de Ana
temas tratados, harán preguntas y polemizarán Bravo y Javier Adúriz, Buenos Aires, Kapelusz,
con los expositores, con la supervisión del docente. 2 0 0 0 . Biblioteca del Polimodal.
La breve presidencia de John F. Kennedy alguna película, algún libro o algún disco
con su final trágico, la guerra de Vietnam, el atraviese las barreras de la censura, son fe
mitológico festival de Woodstock, el mayo nómenos repetidos y formadores de un es
francés2 con su lema “la imaginación al tado cultural distinto.
poder”, las denuncias sobre sangrientas per
La reedición de una olvidada novela,
secuciones en la URSS, son algunos de los
Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal,
puntos claves de la historia de una década ca
se convierte en un éxito editorial que mues
racterizada por el intento de cambiar estructu
tra la necesidad de una búsqueda de raíces
ras, renovar conceptos, liberar al hombre de
que den sentido al movimiento de cambio
la pesada carga de una cultura represiva.
y apertura. La prohibición de la versión
Buenos Aires es caja de resonancia de operística de la novela de Manuel Mujica
tanta efervescencia verbal e ideológica. Las Láinez Bom arzo advierte sobre la mentali
canciones de protesta, los espectáculos dad represiva que se anida en los mecanis
“underground”, las exposiciones atrevidas mos del poder, a pesar de los cambios apa
del Instituto Di Telia, la posibilidad de que rentes del pensamiento argentino.
Mayo Francés: con este nombre se conocen los acontecimientos ocurridos en Francia, especialmente en París,
en mayo de 1968, cuando grupos de estudiantes protestaron violentamente durante varios días, contra el sistema
educativo vigente y manifestaron propuestas renovadoras en ese campo.
140
Sus dos obras más famosas son la ya sa Buenos Aires, que traza un cuadro histó
mencionada novela Bomarzo, ambientada rico y social de la ciudad a través de histo
en el renacimiento italiano, y su colección rias personales enmarcadas en sucesivas
de cuarenta y dos relatos titulada Misterio épocas.
Bomarzo, extensa novela que fue trans su argumento, basado en las vicisitudes de
formada en ópera con música de Alberto Gi- la familia Orsini, propietaria de uno de los
nastera y que, como ya dijimos, tuvo serias palacios más suntuosos de la periferia ro
dificultades con la censura en un período mana. el de Bomarzo, cuya belleza interior
bastante delicado de nuestra historia con contrasta con la presencia de horribles
temporánea, es una obra de una riqueza monstruos de piedra en los jardines. Esa ra
notable, tanto por la reconstrucción litera ra característica arquitectónica es una metá
ria de esa época tan brillante de la historia fora* de la que participa su dueño, Pier
europea como por la profundidad psicoló Francesco Orsini, protagonista y narrador
gica con que son delineados los personajes de la obra, deforme y atormentado, en un
-reyes, papas, cardenales, políticos, comer mundo que se rige por cánones* de belleza
ciantes, sirvientes, prostitutas- que pueblan y sensualidad.
Creo que ha llegado el momento de que aborde el tema que hasta abora he eludido y que
p or principal debí tratar al com ienzo de estas memorias. Me refiero a l tema de mi físico. Lo
revelaré enseguida, de un golpe, sin perífrasis, aunque me cueste, me duela hacerlo. Allá va:
cuando nací, el Esculapio3 hogareño que tuvo a su cargo la tarea de facilitar mi ingreso en
el mundo destacó una anom alía en mi espalda, provocada p o r la corvadura y desviación
de mi colum na vertebral hacia el lado izquierdo. Luego, a l crecer y definirse mi cuerpo,
se tuvo la certidum bre de que aquello era una giba, corcova, joroba, llám esela com o se
la quiera lla m a r-y a lo he dicho, ya lo he dicho-, deform ación a la cu al se sumó otra,
en la pierna derecha, que me obligó a arrastrarla levemente y que el Esculapio en cuestión
no pudo advertir en el prim er instante. (...)
Desde muy niño, obsesionado por mi deform idad congénita, me apliqué a disfrazarla en
la m edida de lo posible, ensayando ante el espejo las posturas y los ángulos más propicios.
(...) Mi horror a la feald ad y mi pasión por la belleza, en los humanos, en los objetos, en los
juegos de la poesía, que me produjo desengaños y amarguras pero le dio a mi vida un tono
exaltado y cierta atorm entada grandiosidad, procede de mi horror a m í mismo y del asco
resultante que me causaba cualquier aberración teratológica. (...)
En los sentimientos que evoco hay que rastrear las raíces de mi entusiasmo, compartido
con tanta gente de la época, por los testimonios de la antigüedad clásica. En esos sen
timientos también, como aclararé más tarde, se afirm a la paradoja del Sacro Bosque de los
Monstruos que inventé en Bomarzo.
M anuel M ujica Láinez
Bomarzo, Barcelona, Seix Barral, 1984.
3 Esculapio: en la antigua Grecia, dios protector de la medicina; en este contexto equivale a “médico".
141
El conocimiento minucioso que Mujica la coronación del emperador Carlos V (Car
Láinez posee sobre la vida y costumbres de los I de España) por parte del papa León X
la época en que transcurre su novela se ma (Giovanni de Médicis), celebrada en Bolonia
nifiesta en cada detalle. Por ejemplo, en el en 1520.
pasaje en el que Pier Francesco Orsini evoca
El esplendor del triunfo culm inaba en la explanada. Elpapa en un caballo turco, y el em
perador en uno blanco, aderezado riquísimamente, el uno con la tiara, el otro con la coro
na, avanzaban bajo un palio que sostenía la flo r de los gentileshombres.
Encabezaban la m archa los fam iliares de los cardenales y los príncipes también a caba
llo; los de los Médicis y los de Carlos Quinto, con telas de oro de sus colores y divisas; los cua
renta regidores de Bolonia y los doctores de los colegios; el gonfaloniero4 de la justicia; los
estandartes del papa, del emperador, de Roma; los trompeteros, los atabaleros, las cuatro ha-
caneas5 blancas de Su Beatitud; el colegio de los abogados consistoriales de Roma; los cléri
gos, los acólitos, los cubicularios; después el Santísimo Sacramento, en una engualdrapada6
yegua de cuyo cuello colgaba una cam panilla y que precedía un subdiácono en una muía,
con una linterna de cristal; doce caballeros con hachas de cera encendidas rodeaban el
cuerpo de Nuestro Señor (...). La gloria efím era y espléndida del mundo atravesaba a Bolo
nia, com o si en ella hubiera desbordado un río de metalfulgente que cabrilleaba al sol. Di
visé a Tiziano 7dibujando en un cuaderno, volteando velozmente las páginas; a Galeazzo 8,
que imponía por la sola m ajestad de su carne inmensa y dura; a mis primos, que de repen
te me parecieron bellos com o unos ídolos de bronce.
Ob. cit.
Cada uno de los cuentos que integran la esquina de Florida y Corrientes. “El imagi
Misteriosa Buenos Aires tiene indicación del nero” rescata la historia de Manuel Couto,
año en que transcurre la historia en él con célebre escultor portugués, autor de varias
tada. El primero, titulado “El hambre” (1536), tallas que adornan la catedral porteña, que
recuerda el terrible episodio que, durante la sufrió persecución y cárcel por la Inquisición
corta vida de la ciudad fundada por Pedro de Lima a causa de su posible filiación judía.
de Mendoza, culmina con un acto de caniba La bajante total del Río de la Plata producida
lismo a causa de la escasez de alimentos; su en 1792, que dejó al descubierto su lecho
ceso que, como hemos visto en el Módulo 1, entre ambas costas, inspira “El pastor del
registran Ulrico Schmidel, Luis de Miranda y río”, cuento en el que San Martín de Tours,
Ruy Díaz de Guzmán. En “La fundadora” patrono de la ciudad, bajo la forma de un ji
(1580), Mujica Láinez evoca la figura de Ana nete armado, va a exigirle al río que vuelva
Díaz, la única mujer que formó parte del gru a su cauce. En “El granadero”, es la noticia
po de Juan de Garay y a la que, en el repar de la muerte del general San Martín, en 1850,
to de tierras que efectuó el fundador, le tocó recibida con frialdad y sin manifestaciones
un terreno ubicado en lo que actualmente es oficiales de duelo, la que golpea y conmueve
0 142
a un ex soldado del Libertador, que no pue sido colocado en un zócalo con otra deco
de comprender la indiferencia de las autori ración. Daniel, un niño, lo descubre, lo
dades ante tan dolida pérdida. bautiza con el nombre de Martinito, y se
hace su amigo. Un día, el niño enferma
Caracteres fantásticos se manifiestan en
gravemente y el hombrecito, saliendo de
uno de los más difundidos relatos de la co
su rincón, enfrenta a la Muerte, que acecha
lección, “El hombrecito del azulejo” (1875),
I
en el patio de la casa, distrayéndola y di
ambientado en el barrio de San Miguel y en
virtiéndola con historias que le hacen olvi
riquecido con la presencia de dos persona
dar el cumplimiento de su trágica misión,
jes históricos, médicos famosos de la época,
y finalmente ofrece su vida por la de Da
como Eduardo Wilde e Ignacio Pirovano.
niel. Pasado el tiempo, alguien encuentra,
El tal hombrecito es una figura esmalta intacto, en el fondo del aljibe, el mágico
da en un azulejo que acaso por error había azulejo.
Ni un rumor se oye en la casa. El am a recomendó a todos que cam inaran rozando ape
nas el suelo, como si fueran ángeles, para no despertar a Daniel, y las pardas se han reuni
do a rezar quedam ente en el otro patio, en tanto que la señora y sus herm anas lloran con
los pañuelos apretados sobre los labios, en el cuarto del enfermo, donde algún bicho zum
ba como si pidiera silencio, alrededor de la única lám para encendida.
Martinito piensa que el niño, su amigo, va a morir, y le late el frágil corazón de cerám i
ca. Ya nadie acudirá cantando a su escondite del zaguán; nadie le traerá los juguetes nue
vos, para mostrárselos y que conversen con él. Quedará solo una vez más. mucho más solo
ahora que sabe lo que es la ternura.
La Muerte, entretanto, balancea las piernas magras en el brocal poliédrico de mármol
que ornan anclas y delfines. El hombrecito, da un paso y abandona su cuadrado refugio.
Va hacia el patio, pequeño peregrino azul que atraviesa los hierros de la cancela asom bra
da, apoyándose en el bastón. Los gatos a quienes trastorna la proxim idad de la Muerte, ce
san de maullar: es insólita la presencia del personaje que podría dormir en la palm a de la
mano de un chico; tan insólita como la de la enlutada mujer sin ojos. Allá abajo, en el p o
zo profundo, la gran tortuga que lo habita adivina que algo extraño sucede en la superfi
cie, y saca la cabeza del caparazón.
M anuel M ujica Láinez
“El hombrecito del azulejo”, en Misteriosa Buenos Aires, Buenos Aires, Sudamericana, 1974.
El conocimiento detallado y preciso que también en otras obras suyas como Don
Mujica Láinez tiene de su ciudad natal, su G alaz de Buenos Ares, Aquí vivieron, El
historia y la de sus habitantes, se despliega gran teatro y Los cisnes.
143
El desarrollo de la televisión
Las primeras emisiones televisivas argenti alternaron con los que venían de afuera, co
nas se llevaron a cabo en 1951. Durante mo Yo quiero a Lucy, El show de Benny Hill,
años, el Canal 7, única emisora, difundió no los dibujos animados de los Picapiedras y los
ticieros, programas musicales y de entreteni Simpson y las películas de Los tres chiflados.
mientos, películas nacionales y extranjeras,
Hay programas periodísticos y de entrete
encuentros deportivos, y teleteatros que ocu
nimientos que llevan ya muchos años de
paban buena parte de la franja horaria de
permanencia, como el de Mirtha Legrand y
transmisión. Alberto Migré, Alma Bressan y
el de Susana Giménez, y otros de vida más
Nené Cascallar, entre los más famosos, tejían
efímera, todos ellos enfrentados por la
historias a veces demasiado complicadas pe
competencia del rating, medición de la au
ro siempre con final feliz, que actores y ac
diencia que influye notablemente en la
trices de moda representaban con increíbles
continuidad y en el aporte económico de la
niveles de audiencia. Series diarias o sema
publicidad dentro de ellos.
nales como El am or tiene cara de mujer,
Cuatro hombres para Eva y Rolando Rivas, La llamada “televisión educativa” se ha
taxista; producciones espectaculares como visto muy limitada desde sus comienzos,
Elfantasm a de la ópera, El muñeco maldito por falta de medios o de imaginación de
y Obras maestras del terror, programas “óm sus creadores, pero sobre todo por el ma
nibus” como Sábados circulares y desfiles de nejo de un falso concepto de cultura con
futuros cantantes famosos como El Club del fundida con solemnidad o con pesadez y
Clan, marcaron huellas imborrables en erudición. Actualmente algunos canales de
aquella televisión en blanco y negro que aún cable dan muestras de los aciertos que pue
no conocía el cable ni los decodificadores. den lograrse en documentales de todo tipo
con los que se difunden interesantes aspec
Junto con la televisión en colores co
tos culturales de diversos países del mundo.
menzaron a llegar numerosos teleteatros de
origen mexicano y venezolano que compi
La televisión ha modificado muchos hábi
tieron con los nacionales y aumentó nota
tos argentinos, como la lectura, la concurren
blemente el número de series norteamerica
cia a funciones de cine o teatro, las charlas
nas policiales, cómicas y de ciencia ficción.
de sobremesa; la fuerza comunicativa de la
El humor, no siempre de buen gusto, tuvo imagen, la rapidez en la difusión de noticias,
amplio espacio en nuestra televisión: los ci la oferta agresiva de programas de todo ti
clos teatrales de Osvaldo Pacheco y Darío Vit- po, son atractivos muy grandes que conti
tori, los programas de Alberto Olmedo y Jor núan deslumbrando a un público a menudo
ge Porcel, los de Pepe Biondi y Carlos Balá, poco crítico.
Testigo y actor de tantos cambios, en su larga vida a través de los libros y las
avances y retrocesos producidos en el si conversaciones.
glo XX, Jorge Luis Borges (1899-1986) se
yergue como la figura máxima y ejemplar Su ingreso en el mundo literario se pro
de la literatura argentina. Dueño de una duce en sus años juveniles a partir de su
gigantesca formación cultural, erudito en adhesión al movimiento ultraísta*, por un
letras, filosofía e historia, ilustrado en cien lado, y a su pasión por describir e interpre
cias y artes, supo volcar en sus poemas, tar los hechos menudos y la historia cotidia
narraciones y ensayos, la propia versión, la na de la ciudad y del país al que lo unieron
“reescritura” de todo lo que había asimilado sentimientos encontrados.
144
Buenos Aires es la otra calle, la que no pisé nunca, es el centro secreto de las manzanas,
los patios últimos, es lo que las fach ad as ocultan, es mi enemigo, si lo tengo, es la persona a
quien le desagradan mis versos (a m í también me desagradan), es la modesta librería en
que acaso entramos y que hemos olvidado, es esa racha de milonga silbada que no recono
cemos y que nos toca, es lo que se ha perdido y lo que será, es lo ulterior, lo ajeno, lo later
al, el barrio que no es tuyo ni mío, lo que ignoramos y queremos.
Jo rg e Luis Borges
“Buenos Aires”, de Elogio de la sombra,
en Borges. Poesías, Buenos Aires, Kapelusz, 1996 (GOLU)
9 Aleph: nombre de la primera letra del alfabeto hebreo y del primer número transfinito, en la teoría matemática
de conjuntos; por extensión, nombre del conjunto de infinitos elementos.
145
Arribo ahora a l inefable centro de mi relato; empieza, aquí, mi desesperación de escritor.
Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los inter
locutores comparten; ¿cómo trasmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria
apenas abarca? (...) Lo que vieron mis ojos fu e simultáneo, lo que transcribiré, sucesivo,
porque el lenguaje lo es.
Jo rg e Luis Borges
“El aleph”, de El aleph,
en Obras completas, Buenos Aires, Emecé, 1974.
En 1960, Borges publica El hacedor, li- necesidad de iniciar otra con otros temas y
bro que marca la culminación de una eta- otros procedimientos,
pa en su proceso creador y manifiesta la
Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. (...) Nada me cuesta confesar que ha
logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo
bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro sino del lenguaje o la tradición. (...) H ace años
yo traté de librarm e de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y
con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi
vida es una fu ga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
Jo rg e Luis Borges
“Borges y ) , de El hacedor, en Obras completas, ed. cit.
146
Espejos, relojes, tigres, arena, símbolos Elvira de Alvear, Susana Soca y sus antepa
de la ilusión, el tiempo y el infinito, alternan sados, los Borges.
en este libro su presencia con la de perso
najes históricos como Rosas, Quiroga y Ju El cierre del libro es una reflexión sobre
lio César, de personajes literarios como Don la poesía que por un lado resume concep
Quijote y Martín Fierro, y de amigos, ami tualmente lo que Borges venía haciendo des
gas y otros seres queridos como Alfonso Re de sus primeras obras y por otro, anticipa el
yes, Paul Groussac, Delia Elena San Marco, cambio que se avecina en su producción.
Jo rg e Luis Borges
“Arte poética”, en ob. cit.
La transición
147
Se multiplican también en estas obras las los textos homéricos y evangélicos. Parecie-
alusiones a aquellos escritores y filósofos ra que, en esta etapa de transición, el poe-
con los que Borges tiene particular afinidad, ta revisara su propia historia literaria y vol-
como Pitágoras, Heráclito, Baltasar Gracián, viera a las fuentes que le sirvieron como
John Milton, Jam es Joyce y Cervantes, y a modelo o motivo de inspiración.
A partir de La rosa profunda, de 1976, la definidas que se van acercando con tenden
escritura de Borges se manifiesta como una cia a fundirse en un conjunto esencial que
reescritura de sí misma. Los textos de La mo sólo contenga sus puntos terminales. Ese
neda de hierro, Historia de la noche, La cifra conjunto final es el “aleph” del universo li
y Los conjurados tienden a presentar un re terario de Borges.
pertorio de la temática de obras anteriores,
de modo que algunos de ellos resultan ver El poema “Las causas”, incluido en Histo
daderas enumeraciones de símbolos o alu ria de la noche, podría ser el modelo de este
siones a símbolos que se plasmaron y desa procedimiento poético. En él, Borges pasa re
rrollaron a lo largo de toda su producción vista a una serie de hechos de la historia de
previa: el hombre, la historia, el tiempo, el la humanidad y de la que cada hombre pue
lenguaje, la muerte, la memoria y el olvido. de llevar en sí, para concluir afirmando:
Esos juegos son manifestaciones de una Se precisaron todas esas cosas
serie de líneas de pensamiento claramente p a ra que nuestras m anos se encontraran.
1. Varios cuentos de Jorge Luis Borges han sido ensayos juega con estos conocimientos para
llevados al cine, como “Emma Zunz” en la pelí producir efectos de misterio o situaciones para-
cula Días de odio, "Hombre de la esquina rosa dojales. En “El aleph" y en “El libro de arena" se
d a ”, “La intrusa" y “El sur", Como lo hemos suge confrontan dos sistemas aritméticos, el tradicio
rido para otros autores, proponemos el análisis nal y el conjuntista; en “El disco" y en “Tlon, Uq-
com parativo de alguna de esas películas con el bar, O rbis tertius” se discuten las dimensiones
texto original, haciendo hincapié en el traslado geométricas. Se sugiere una investigación sobre
del lenguaje literario al cinematográfico. la presencia de elementos científicos en los
cuentos de Borges, para lo cual podrá pedirse
2. Los alumnos tra bajarán sobre el sentido de la
el asesoramiento de los profesores de M a te m á
dedicatoria que un escritor hace de sus obras.
tica y Física.
Para ello analizarán las dedicatorias de los li
bros de Jorge Luis Borges y las confrontarán con 4. La filosofía griega tiene una presencia nota
otras de obras célebres: la de Cervantes en el ble en los textos de Borges, tanto poesías como
Quijote, la de G arcilaso de la Vega en la Églo cuentos y ensayos. Trabajando en equipos y con
ga I, la de Horacio en el libro primero de sus ayuda de un docente de Filosofía, los alumnos
Odas, la de Ricardo Güiraldes en Don Segundo buscarán, en un corpus previamente delimitado
Sombra, y algunas otras que el profesor consi por el profesor, alusiones a los filósofos griegos,
dere adecuadas. Se trata de encontrar elemen sus ideas, principios y métodos. C ada equipo
tos comunes que delineen el vínculo entre el elaborará un cuadro con los resultados obteni
creador y aquel a quien está dirigida su obra. dos, de modo que, en una confrontación gene
ral de los datos recogidos, puedan obtenerse
3. Borges manifiesta un conocimiento bastante conclusiones sobre el peso del ideario filosófico
amplio de la matemática, y en varios cuentos y griego en la obra borgeana.
Julio Cortázar: Latinoamérica y el exilio
Lo fantástico y lo irracional
La primera compilación de cuentos que en cerdos, una joven, Delia, despierta rece
publica Cortázar data de 1951 y lleva por tí los en sus vecinos a causa de la misteriosa
tulo el de uno de los relatos: Bestiario. En muerte de dos novios que tuvo, quienes
ellos se manifiestan los elementos irraciona asocian esos acontecimientos con la afición
les que, en ciertas circunstancias, ocupan o que la mujer tiene por la fabricación de lico
invaden una zona interior del hombre para res y bombones. La cucaracha que Mario, su
destruirla y en algunos casos lo hacen a tra tercer novio, descubre en el interior de un
vés de figuras animales (hormigas, cucara bombón, parece confirmar las sospechas de
chas, conejitos, un tigre, mancuspias que brujería que caen sobre ella.
no logramos saber a qué categoría animal
En “Las puertas del cielo” hay una inva
pertenecen) o a través de “los otros”, ya
sión de seres animalescos y monstruosos
sean seres concretos o apenas aludidos e
que pertenecen al mundo marginal de la
innominados.
prostitución y el ambiente bailable.
En “Casa tomada” el supuesto invasor se
Valgan estos ejemplos para explicar por
presenta como “un sonido impreciso y sordo"
qué algunos críticos, en su momento, ensa
que obliga a los dos hermanos, un varón y
yaron lecturas políticas o psicoanalíticas de
una mujer, que llevan allí una vida rutinaria,
los textos de este libro. Según esas lecturas,
aburrida y sin proyectos, a reconocer que
los invasores podrían ser las masas que
ya no podrán volver a la parte de la casa
irrumpieron en la vida nacional con el adve
donde han dejado cosas queridas. Ellos tal
nimiento del peronismo y que produjeron
vez sepan quién es ese invasor, pero lo ca
un quiebre en la sociedad tradicionalmente
llan y en ese silencio se apoya el carácter
estratificada; y los efectos personales de esa
fantástico del relato. La ocupación avanza y
irrupción estarían dados en las extrañas ac
alcanza a todo el edificio, que los hermanos
titudes de los personajes, caracterizados por
deben abandonar apurados, con lo puesto,
una oscura y tortuosa forma de comunica
y arrojando la llave a una alcantarilla para
ción. En el caso de la bruja, hay quienes
que nadie pueda entrar en la casa tomada.
han visto una forma de perversión sexual
En “Circe”, nombre que recuerda a la (la versión cinematográfica de Manuel An-
bruja que en la Odisea retiene a Ulises en su tín lo marca puntualmente) sublimada en la
casa y convierte a los compañeros del héroe fabricación de dulces.
149
La palabra y la imagen
Lástima esta tos, te agarra descuidado y te dobla. Y bueno, ahora hay que cuidarse, mucha
leche y estar quieto, qué le vas a hacer. Una cosa que me duele es que no te dejan levantar, a
las cinco estoy despierto y meta m irarp’a rriba. Pensásy pensás, y siempre lo malo, claro. Y los
sueños igual, la otra noche, estaba peleando de nuevo con Peralta. P orqué justo tengo que ve
nir a em bocarla con esa pelea, pensá lo que fue, pibe, mejor no acordarse. Vos sabés lo que es
toda la barra ahí, todo de nuevo como antes, no como en Nueva York, con los gringos...
Ju lio C ortázar
“Torito”, de Final de juego, en Ceremonias, Buenos Aires, Biblioteca de bolsillo, 1990.
El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras a l salir del pozo negro
había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del bra
zo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio a l vol
ver al día y sentirse sostenido y auxiliado. (...) Como dorm ía de espaldas, no lo sorprendió la
posición en que volvía a reconocerse, pero en cam bio el olor a humedad, a piedra rezuman
te de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender. (...) Quiso enderezarse y sin
tió las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el suelo, en un piso de lajas
helado y húmedo. (...) Lo habían traído a l teocalis , estaba en las mazmorras del templo a
10 Guerra florida: cacería humana que algunas comunidades indígenas americanas realizaban periódicamente entre
sus enemigos.
11 Teocalli: templo de las antiguas civilizaciones mexicanas.
150
la espera de su turno. (...) Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce,
a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían
callados. (...) Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. Duran
te un segundo creyó que lo lograría, porque otra vez estaba inmóvil en la cama, a salvo del
balanceo cabeza abajo. Pero olía la muerte, y cuando abrió los ojos vio la figura ensangren
tada del sacrificador que venía b a d a él con el cuchillo de piedra en la mano.
Ju lio C ortázar
“La noche bocarriba”, en ob. cit.
Las arm as secretas es una compilación convirtió “Las babas del diablo” en el fil
de cinco relatos de mayor extensión, tres me Blow up.
de los cuales (y recordemos la opinión
de Cortázar sobre literatura e imagen) En Todos losfuegos el fuego son ocho los
han llamado la atención de importantes cuentos reunidos, el más famoso de los
directores para su realización cinemato cuales es “La autopista del sur”, visión de
gráfica: Manuel Antín filmó “Cartas de una sociedad alienante y opresiva desarro
mamá” con el título de La cifra impar, llada a través de la descripción de un mons
Sergio Renán, Elperseguidor, sobre el cuen truoso atascamiento del tránsito en una de
to homónimo; y Michelangelo Antonioni las vías de ingreso a la ciudad de París.
R a y u e la : búsqueda y discusión
En 1963 Cortázar publica una obra po cuestionamiento a la literatura, y cuyos capí
lémica, calificada como novela experimen tulos pueden leerse con distintos ordena
tal, en la que la ficción se duplica como mientos: Rayuela.
La rayuela se juega con una piedrita que hay que m anejar con la punta del zapato.
Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferente
mente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la
piedrita al Cielo, casi siempre se calcula m al y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin
embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas
(rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende
a salir de la Tierra y rem ontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo.
Ju lio C ortázar
Rayuela, Buenos Aires, Seix Barral, 1985.
151
Club de la Serpiente, la muerte de Roca- De esas secuencias recogemos aquí dos
madour, hijo de la Maga, el concierto de pasajes de caracteres francamente opuestos.
Berthe Trépat, los últimos días de Horacio El primero, burlesco y patético, es el retrato
en París y las escenas del puente, el circo de la pianista Berthe Trépat, a punto de abor
y el manicomio. dar la ejecución de una obra ultramoderna.
Los aplausos le hicieron abrir los ojos y asistir a la trabajosa inclinación con que múda
me Berthe Trépat los agradecía. Antes de verle bien la cara lo paralizaron sus zapatos, unos
zapatos tan de hombre que ninguna fa ld a podía disimularlos. Cuadrados y sin tacos, con
cintas inútilmente fem eninas. Lo que seguía era rígido y ancho a la vez, una especie de gor
da metida en un corsé implacable. Pero Berthe Trépat no era gorda, apenas si podía defi
nírsela como robusta. Debía tener ciática o lumbago, algo que la obligaba a moverse en blo
que, ahora frontalm ente, saludando con trabajo, y después de perfil, deslizándose entre el
taburete y el piano y plegándose geométricamente hasta quedar sentada. (...) Otra vez de
perfil, su menuda nariz de pico de loro consideró por un momento el teclado mientras las
manos se posaban del do al si como dos bolsitas de gam uza ajada.
Ob. cit.
La segunda es la carta que la Maga escribe a su hijo muerto, un verdadero llamado a los
sentimientos del lector.
Rocamadour, ya sí que es como un espejo. Estás durm iendo o mirándote los pies. Yo aqu í
sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabés leer. Si su
pieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que
te portes bien o que te abrigues. Parece mentira que alguna vez, Rocamadour. Ahora sola
mente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarm e el dedo porque se moja
de lágrimas. (...) H oracio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me
lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pen a que yo fu era co
mo soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, y te escribo esta carta porque no sé, porque a lo
mejor me equivoco, porque a lo m ejor soy m ala o estoy enferm a o un poco idiota, no mu
cho, un poco, pero es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos p a
ra adentro los dedos de mis pies, voy a reventar mis zapatos si me los saco, y te quiero tan
to, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, ar
bolito, caballito de juguete...
Ob. cit.
152
1. A partir de las ideas de C ortázar sobre la poético que la convierten, para algunos críticos,
narrativa fantástica se sugiere la lectura y el en un poema lírico en prosa. Su argumento gira
análisis de textos fantásticos de su autoría, como alrededor del mito de Minotauro y el laberinto
“Casa tomada”, “Lejana”, “Ómnibus" o “La auto de Creta, el cual ha tenido numerosas versiones
pista del sur". y reescrituras a lo largo de la historia de la lite
ratura. Se propone un análisis comparativo del
2. Como lo hemos dicho, se han filmado varias
texto de C ortázar con el de las fuentes primiti
películas sobre textos de C ortázar (Circe, El per
vas (la Biblioteca de Apolodoro, el poema LXIV
seguidor, Blow up, La cifra impar, y el cortome
de Catulo de Verona, el libro VIII de las Meta
traje Instrucciones para subir una escalera, entre
morfosis de Ovidio) y con algunas reescrituras
las más importantes). Como en casos similares,
modernas como el cuento “La casa de Asterión”
proponemos la proyección de algunas de esas
de Jorge Luis Borges, y la novela Minotauroamor
películas y el análisis comparativo de la misma
de Abelardo Arias. La comparación puede cen
con el texto original, haciendo hincapié en la di
trarse en dos puntos:
ferencia de lenguajes y los resultados de la tras
lación del texto a la imagen. - Tratamiento de los personajes del mito (M ino
tauro, Ariadna, Teseo, Minos, Pasifae) por parte
3. En 1947 C ortázar escribió Los Reyes, obra
de cada autor.
que, bajo la forma teatral, con diálogos e indi
caciones escénicas, guarda un profundo sentido - Significación del laberinto en el relato.
Si en 1900 un curandero curaba por sugestión, los médicos se echaban a reír, porque en
aquel tiempo sólo creían en cosas materiales como un músculo o un hueso; hoy practican
esa misma superstición, con el nombre de “m edicina psicosom ática”. Pero en el fon do sub
siste en ellos el fetichism o de la máquina, la razón y la materia, y se enorgullecen de los
grandes triunfos de su ciencia, p or el solo hecho de haber reem plazado el auge de la virue
la por el del cáncer.
E rn esto Sabato
Hombres y engranajes, Buenos Aires, Emecé, 1951.
Otras colecciones ensayísticas suyas ficación de la cultura generada por los me
contienen mayores referencias a problemas dios de comunicación, que envenenan al
artísticos, literarios y educativos. Así en He pueblo con “el folletín de la historieta o la
terodoxia, de 1953, advierte sobre la masi- fotonovela, un cine para oficinistas, y una
153
retórica para chicas sem ianalfabetas y cur- censura y los males de la educación conce-
sis”. Y en Apologías y rechazos, 1979, carga bida como mera acumulación de conoci-
contra la intolerancia racial y cultural, la mientos y habilidades.
La cultura no sólo se trasmite por los libros: se trasmite a través de todas las actividades
del hombre, desde la conversación hasta los viajes, oyendo música y hasta comiendo. (...)
La sabiduría es algo diferente, sirve para convivir mejor con los que nos rodean, para aten
der a sus razones, para resistir en la desgracia y tener mesura en el triunfo, p ara saber qué
hacer con el mundo cuando los “savants” (en francés, sabedores, eruditos especialistas) lo
hayan conquistado, y, en fin , p ara saber envejecer y aceptar la muerte con grandeza. Pa
ra nada de eso sirven las isotermas y logaritmos, cuyo valor en el dominio de la naturaleza
es indudable y necesario: la verdadera educación tendría que hacerse no sólo para lograr
eficiencia técnica sino también p ara form ar hombres integrales. (...) Estoy hablando de esa
educación que debería recibir el ser hum ano en sus etapas iniciales, cuando su espíritu es
más frágil, ese instante que para siempre decide lo que va a ser: si mezquino o generoso, si
cobarde o valiente, si irresponsable o responsable, si lobo del hombre o capaz de acciones
comunitarias.
E rn esto Sabato
“Sobre algunos males de la educación”, en Apologías y rechazos,
Buenos Aires, Seix Barral, 1991.
Sabato presidió la CONADEP, creada por Sabato ha resumido muchas de sus ideas
el gobierno de Raúl Alfonsín en 1985 para en una suerte de ensayo autobiográfico ti
investigar los crímenes de la última dictadu tulado Antes d elfín y, en los últimos tiem
ra militar, y de esa investigación surgió Nun pos, ha publicado otro, La resistencia, que
ca más, un libro que recoge los horrores de pudo leerse antes en su versión electrónica,
los sobrevivientes del terrorismo de Estado. es decir, vía Internet, que en papel.
Narrativa y revelación
Tres novelas integran la producción na escena política nacional, predomina el pla
rrativa de Ernesto Sabato, las cuales, aun no personal: el mensaje de Pablo Castel, su
habiendo sido escritas en épocas cronológi protagonista, es de desesperanza, a la ma
camente separadas (1946, 1961 y 1975), nera de un anti-evangelio. En Sobre héroes
conforman una unidad apoyada en los luga y tumbas, escrita después de la experiencia
res en que transcurren (barrios de Buenos peronista y en un clima de democracia opri
Aires) y en la presencia común de ciertos mida por la prepotencia castrense, sobre
personajes, pero sobre todo caracterizada sale el plano social: hay una clase que se
por la coherencia de un mensaje apocalípti derrumba y, con ella, un modelo de país:
co que se va tejiendo en las tres. Martín Castillo, el joven “revelador" de la
novela, no pertenece a esa clase y perma
La revelación sobre el trágico e irrepara nece al margen de la caída pero no del do
ble destino del hombre y la inminencia de lor que esa caída entraña por el amor que
un final se va dando en distintos planos a lo une a Alejandra Vidal Olmos que sí per
través de los tres relatos. En El túnel, escri tenece, a pesar suyo, a aquella clase; pero
ta en la posguerra, con la carga de horrores su mensaje lleva en sí una luz de esperanza.
y forzadas migraciones, y en el momento En Abaddón el exterminador, publicada en
de aparición de las masas populares en la el momento en que la violencia comienza
154
a gestarse de forma desesperante en el marcha por la Quebrada de Humahuaca
cuerpo social argentino, el plano es univer con el cuerpo muerto de su jefe se contra
sal; ya no hay individuos ni clases sociales pone, a lo lejos, al bombardeo de la Plaza
más o menos afectados: todos estamos en de Mayo y el incendio de los templos cató
el barranco final; los reveladores se multi licos en junio de 1955, en Sobre héroes y
plican y se despersonalizan, pasan de los tumbas, la campaña de Ernesto Guevara en
personajes al autor y de este a las noticias Bolivia, que culmina con su fracaso y muer
periodísticas. te, la eliminación masiva de pobladores
inocentes en Vietnam y la represión policial
Hechos históricos lejanos en el tiempo argentina de los años 70, con su secuela de
actúan como situaciones paralelas de coinci secuestros y torturas, en Abaddón el exter
dencia u oposición. La violencia despiadada minador, son perfiles de una terrible reali
e irracional de los campos de concentración dad americana y mundial: el triunfo de los
nazis revolotea sobre la angustia irremedia manejos sucios sobre los ideales nobles, la
ble de Pablo Castel en El túnel-, la epopeya entronización del terror y la muerte como
del ejército destruido de Juan Lavalle en reaseguro del ejercicio del poder.
Tomadas como unidad, las tres novelas por la ambición y la soberbia, por la guerra
siguen el esquema del Apocalipsis bíblico y el ejercicio indiscriminado del poder, apa
atribuido al apóstol San Juan, con sus sím recen en boca del Loco Barragán, una espe
bolos y sus señales. Una de ellas, la de la cie de profeta de barrio a quien nadie le
Bestia de siete cabezas a la que adoran los cree y del cual todos se burlan, al comien
pecadores, imagen del mundo corrompido zo y al final de la última novela.
Natalicio Barragán apuró su copita de caña quem ada y salió tambaleante. (...) Al llegar
a Pedro de Mendoza, las aguas del Riachuelo, en los lugares en que reflejaba la luz de los
barcos, le parecieron teñidas de sangre. Algo le impulsó a levantar los ojos, basta que vio por
encim a de los mástiles un monstruo rojizo que abarcaba el cielo hasta la desem bocadura
del Riachuelo, donde perdía su enorme cola escam ada. Se apoyó en la pared de zinc, cerró
los párpados y descansó, agitado. Después de unos momentos de turbia reflexión, en que sus
ideas trataban de abrirse paso en un cerebro lleno de desperdicios y yuyos, volvió a abrirlos.
Y de nuevo, ahora más nítidamente, vio el dragón cubriendo el firm am ento de la madru
gada como una furiosa serpiente que llam eaba en un abismo de tinta china. (...) Cuando
volvió a mirar, su terror se hizo más intenso: el monstruo echaba fuego por las fau ces de sus
siete cabezas. (...).
En la esquina de Brandsen y Pedro de M endoza se apoyó en la pared, en la misma p a
red, y cerró los párpados. (...) Por fin se decidió a abrir los ojos y a levantarlos: sí, a h í esta
ba, lanzando fuego por sus narices, con ojos de sangre, revelando una fu ria silenciosa, que
p or eso resultaba más terrible: com o si alguien nos am enazara en la soledad y en un silen
cio absoluto, sin que ningún otro pudiese advertir el tremendo peligro. (...) Venían tiempos
de sangre y fuego, les decía, mientras am enazaba con su índice admonitorio a los grandu
lones que se reían y lo empujaban, les repetía que el mundo iba a ser purgado con sangre
y con fuego.
E rn esto Sabato
Abaddón el exterminador, Buenos Aires, Sudamericana-Planeta, 1985.
155
Estos tiempos de derrumbe se caracteri cos recuerdan aquella edad de oro en la
zan por el desmedido avance tecnológico y que la vida campesina determinaba una di
por la desmesurada acumulación de bienes mensión ética notable frente a la fiebre ac
en manos de unos pocos; el hombre ha lle tual de las ciudades.
gado a la mítica edad de hierro y muy po
Pero sin embargo aquellos eran lindos tiempos. No había ciencia, pero había más hon
d a ... Nadie tenía apuro... M atábamos el tiempo tomando mate y contemplando el atardecer
desde la galería... No había tantas entretenciones como ahora, no había biógrafo ni televi
sión. Pero teníamos cosas lindas: los bautismos, la yerra, el santo de tal o cual... La gente no
sabía tantas cosas com o hoy en día, pero era más desinteresada. El campo era pobretón, so
bre todo el nuestro, esa costa de la M agdalena. Pero era grande y noble. Hasta la ciudá era
distinta. La gente era com edida y cortés. (...) El mundo se ha llenao de mentiras, m 'hijo; to
dos desconfían. (...) Y ahora esos bom bardeos... Esas criaturas del Vietnam... (...) Me pare
ce difícil que el campo vuelva a ser lo que fu e. Con sus lagunas, sus ánades rosados, sus te
ruterus...
Ob. cit.
El cuento “El aleph” de Jorge Luis Borges, el “In - Proceso psíquico del personaje central, motivo
forme sobre ciegos" incluido en Sobre héroes y de la búsqueda, elementos de encuentro, trans
tumbas de Ernesto Sabato, y los dos descensos formación personal.
156
de 1949, obra que señala un rumbo que ha Teatro, dirigido por Alejandra Boero y Pe
de recoger años después el llamado “teatro dro Asquini y que contaba en su elenco
de la gente” de la década del ‘60. con un actor de los quilates de Héctor Al
terio, dio a conocer numerosas obras de
El teatro experimental o independiente, autores argentinos y extranjeros y se con
que poseía una larga tradición iniciada con virtió en un símbolo de la calidad teatral
La m áscara y el Teatro del Pueblo, creció frente a una abundante oferta de espectácu
notablemente durante esos años; el Nuevo los mediocres.
Hacia 1960 un grupo de dramaturgos jó Juan Carlos Gené, entre otros, debieron
venes, entre los que sobresalían Roberto marchar al exilio e intentar mejor suerte en
Cossa, Osvaldo Dragón, Carlos Somigliana, el exterior, particularmente en España.
Ricardo Halac, Eduardo Pavlovsky y Sergio
En 1981, la experiencia conocida como
de Ceceo, se propuso sacudir la inercia del
Teatro abierto resultó un verdadero desafío
teatro nacional y devolverle el brillo que
a la censura ideológica de una dictadura
había lucido en otras épocas. Para ello acu
que comenzaba a resquebrajarse. Una serie
dieron a las fuentes del realismo de Floren
de obras de autores importantes, cuyos
cio Sánchez, enriquecido con la experiencia
contenidos encerraban testimonios y críti
del cine neorrealista italiano y el teatro tes
cas de un esquema social objetable, fueron
timonial de algunos autores teatrales con
presentadas en “El picadero”, sala teatral
temporáneos como Bertolt Brecht y Arthur
que luego fue incendiada, a lo largo de va
Miller. Los resultados fueron excelentes y el
rios días, con horarios amplios y a precios
teatro argentino dio un enorme salto que
muy bajos. Algunas de esas obras, como
permitió, además, el trabajo frecuente e in
Gris de ausencia de Roberto Cossa y El
tenso de grandes actores y actrices como
acom pañam iento de Carlos Gorostiza, se
Alfredo Alcón, Norma Aleandro, Rodolfo
constituyeron en clásicos del teatro breve
Bebán, Oscar Ferrigno, Pepe Soriano, Leo
argentino.
nor Manso y muchos otros cuya populari
dad se vio incrementada por la televisión. En los últimos años se ha destacado Ri
cardo Monti, dos de cuyas obras, Maratón
Los años difíciles dejaron también su se y La oscuridad de la razón han sido trans
llo en el teatro: actores y directores como formadas en óperas y representadas en el
Luis Politti, Walter Vidarte, Héctor Alterio y Teatro Colón.
Una vida breve y una producción exigua la primera de ellas, llevada al cine por Re-
pero de altísima calidad hacen de Sergio de né Mugica. Prometeo, El invitado y Capocó-
Ceceo una figura particularmente interesan mico completan su catálogo dramático.
te en el panorama de la dramaturgia nacio
nal. Sus creaciones más importantes, El re El drama en dos actos El reñidero, estre
ñidero y El gran deschave, fueron represen nado en 1962, es una reelaboración del mi
tadas en varios escenarios de la Argentina, to clásico de la familia de Agamenón
y también en Londres, Madrid, Nueva York, quien, al regresar de la guerra de Troya en
Caracas, San Pablo, Río de Janeiro y la cuentra a su mujer unida a otro hombre y
Unión Soviética. Ambas fueron premiadas y recibe muy pronto el peso de la venganza
157
que ella hace ejecutar contra su primer ma de esta joven ha sido catalogada en una ti
rido por el sacrificio que años atrás hizo de pología psicológica de validez universal, se
su hija Ifigenia, requerido por los dioses gún Sigmund Freud: el “complejo de Elec
para facilitar su marcha hacia la guerra. Sus tra”, versión femenina del “complejo de
hijos Electra y Orestes toman partido por Edipo”. Ambos “complejos”, aplicados a la
su padre y traman una nueva venganza relación de cada hermano con cada uno de
contra su madre y el amante de esta, que sus padres constituyen el eje de esta versión
se cumple como culminación del proceso argentina del mito.
trágico.
De Ceceo introduce un personaje, el Tra
Las primeras fuentes griegas, como la pero, que podría resultar un equivalente de
Orestía de Esquilo dan a Orestes una di Tiresias, el vidente ciego que aparece en
mensión protagónica que se va diluyendo numerosas tragedias griegas, aunque no en
en las versiones posteriores en favor de su las que son fuentes directas de El reñidero.
hermana, como ocurre en la Electra de Só Sus palabras fluctúan entre lo irónico y lo
focles y en la de Eurípides. La personalidad profético.
— Yo, a la noche, abro el atao, saco los trapos y los miro despacito: las costuras... el fo
rro... y aprendo a conocerle la índole a los hombres. Taitas que por afuera eran más esti
raos que cueyo ‘e pavo, p or adentro eran puro remiendo y retazo, cosidos de m ala gana, co
mo con bronca y vergüenza. (...) En estos días, los hombres no se am asijanpor unos tragos
más, ni p or un naipe, o una hem bra... se am asijan por cosas que traen del nacer. Hoy la hi
ja se vuelve en contra de su m adre y el hijo, de su padre. Hoy se aparejan herm ano y her
m ana y la leche que se dan, es leche de sangre.
Sergio de Ceceo
El reñidero, Buenos Aires, Huemul, 1980.
En un reportaje de 1977, año del estreno rrio del sur de la ciudad, en el seno de una
de La nona, su autor, Roberto Cossa familia de clase media baja descendiente de
(1934) afirmaba que llevaba el grotesco inmigrantes italianos, La nona presenta a
muy dentro de su piel y que había llegado una abuela cuya personalidad dista notable
el momento de mostrar el producto de su mente de los estereotipos reiterados por el
asimilación. Por entonces ya había dado a cine, el tango y el periodismo: la viejecita
conocer Los días de Julián Bisbal, La pata santa, sabia, inspiradora de amor y ternura.
de la sota y El avión negro, mezcla de sai Esta nona que carece de nombre propio en
nete y drama testimonial inspirado en el la obra y cuyo aspecto sí puede evocar a las
anunciado e improbable regreso de Perón aludidas ancianas de la tradición popular,
de su largo exilio madrileño. vive en una realidad que pasa sólo por la
comida, que devora incesantemente, provo
Ambientada en la actualidad, en un ba cando desequilibrios económicos en la fa-
12
La tragedia griega se representaba en dos dialectos: el ático, reservado a los parlamentos de los personajes, y
el dórico, a los cantos del coro.
158
milia. A lo largo de un deterioro progresivo, origen italiano radicada en la Argentina y
todos los miembros de la familia trabajan con hijos argentinos, regresa a Italia y allí se
para alimentarla, venden sus bienes y hasta produce una suerte de desencuentro entre
se van muriendo, mientras la abuela, impa realidad y fantasía, máscara y rostro, según
sible, sigue reclamando alimentos. los términos del grotesco. Ese desencuentro
se manifiesta en la falta de comunicación
En medio de la falta de piedad que el au
entre los personajes y en la confusión tem
tor parece manifestar por sus criaturas, la
poral y espacial de algunos de ellos, parti
obra se erige como un símbolo, en la visión
cularmente el abuelo, que mezcla la Plaza
de un país que devora a sus propios hijos.
Venezia con el Parque Lezama, juega a las
Gris de ausencia , título tomado de la le barajas con un vecino que está a diez mil
tra del tango “Canzoneta”, es una alegoría kilómetros, confunde a Perón con Mussoli-
del exilio y el desarraigo. Una familia de ni y no se da cuenta de que está en Italia.
ABUELO: Cucá osté, don Pascual. Spada e triunfo. Termenamo el partido e dopo no va-
mo a piazza Venechia, ¿eh? Agarramo por Almirante Brown... cruzam o Paseo Colón e no
vamo a cucar a l tute baco lo árbole. Cuando era cóvene, sempre iba a l Parque Lezama. Con
el mió babbo e la mia mamma... Mi herm ano Anyelito... Tuto íbam o al Parque Lezama... E
il Duche salía a l balcón... la piazza yena de quente. E el queneral hablaba e no dicheva:
“Descamisato... del trabaco a casa e de casa a l trabaco”. E eya era rubia e cóvena. E no di
cheva: “Cuídenlo a l queneral”. E dopo il Duche preguntaba: “¿Qué volete?¿Pane o canune?”
E nosotro le gritábam o: “Leña, queneral, leña queneral”. (...) ¿Cuándo vamo a volver a Ita
lia, don Pascual? ¿Cuándo vamo a volver a Italia?
R oberto Cossa
Gris de ausencia, en Teatro breve contemporáneo argentino,
Buenos Aires, Colihue, 1988.
En esta línea del “neogrotesco”, que en Defilippis Novoa, se inscriben otras impor
gran medida es continuación de aquel que tantes obras de Cossa, como Ya nadie re
se inicia con Trejo y con Pacheco y que ad cuerda a Federico Chopin, El viejo criado y
quiere peculiar desarrollo con Discépolo y Yepeto.
1. El mito griego de los Atridas, que aparece en 2. La mayoría de las piezas breves presenta
los cantos homéricos y en varias tragedias del das en el ciclo Teatro abierto, de 1981, se pres
período clásico, ha sido retomado en la Argen tan para una lectura y una evaluación crítica
tina por Sergio De Ceceo en El reñidero, en la en el marco de un módulo de clase. Se sugie
década de 1960, y por Ricardo M onti en La os re una sesión de teatro leído seguida de un
curidad de la razón, en la de 1990. Se propone debate sobre la obra y la representación de
un análisis comparativo de estas dos obras con alguna de las siguientes obras: Papó querido,
respecto a sus modelos griegos: Agamenón, Las de A ída Bortnik, C ris de ausencia, de Roberto
coéforas y Las eumén/des (trilogía conocida co Cossa, El acompañamiento, de C arlos Goros-
mo Orestía); Electro de Sófocles, Electro y Ores tiza.
tes de Eurípides. Conviene formar dos equipos,
uno para cada obra argentina. El eje del análi 3. En los barrios es frecuente encontrar perso
sis puede constituirse en el proceso de adapta nas que, física y espiritualmente, están cerca de
ción (lugares, personajes, situaciones, secuencias los personajes del grotesco. Se propone una es
de la acción, recursos) y reescritura del mito, así critura colectiva, en grupos de cinco alumnos,
como en las intenciones que cada autor deja de obras ambientadas en un barrio, con perso
ver a través de su versión. najes y situaciones grotescas.
159
La cultura popular y las manifestaciones folclóricas
El predominio del tango, el jazz, el bole de Quilla Huasy”, y cantantes solistas como
ro y la música brasileña a lo largo de dos Julio Molina Cabral, Jorge Cafrune y José
décadas entre 1930 y 1950, oscureció el de Larralde lograban éxitos de venta y difusión
sarrollo y la difusión de manifestaciones de sus discos similares a los que poco
folclóricas. Estas se circunscribían a los ám después alcanzarían Mercedes Sosa y la
bitos específicos de cada provincia y muy primera versión de la Misa criolla de Ariel
pocas figuras, como Atahualpa Yupanqui o Ramírez, lejano anticipo del que hace po
Eduardo Falú, eran ampliamente conocidas co provocó Soledad.
en el país y en el exterior.
Mientras esto ocurría, se gestaba en Esta
La aparición de los primeros discos del dos Unidos una particular forma de expre
conjunto salteño “Los chalchaleros” marcó sión musical llamada “rock and roll”, muy
un cambio de rumbo notable. Se populari apta para bailar con movimientos acrobáti
zaron zambas, chacareras, cuecas y otras cos, cuya figura más destacada era Elvis
formas folclóricas recreadas por artistas im Presley. Poco después, en Inglaterra, el
portantes como Jaime Dávalos, Ernesto Ca cuarteto The Beatles iniciaba una nueva ex
bezas, Manuel Castilla, “Cuchi” Leguizamón periencia estética que marcaría profunda
y Ariel Ramírez; se multiplicaron las “peñas” mente el gusto musical de la época.
y los lugares de reunión con comidas, mú
La vieja comedia musical de historias con
sica y danzas regionales; y la guitarra pasó
final feliz y muchas canciones y bailes de
a ser un elemento indispensable en toda
melodía pegadiza se transforma y adquiere
reunión de jóvenes.
un tono de denuncia, protesta y rebelión,
Algunos grupos vocales como “Los fron que se inicia con Amor sin barreras, y cul
terizos”, “Los Huanca Huá” y “Los cantores mina con H air y Jesucristo Superstar.
Con algunos elementos del rock nortea Podría afirmarse que, como fenómeno
mericano, no pocos tomados de los Beatles, de cultura popular, este es sólo comparable
y un acento puesto en el mensaje de sus le al del tango, entre 1930 y 1950, y al del fol
tras, a menudo de tono rebelde, surge, a clore entre 1950 y 1970, sin olvidar al de los
principios de los 70, un movimiento musical baladistas como Sandro, Palito Ortega y
cuyos ecos aún resuenan en manifestaciones Leonardo Favio, que florecieron en la déca
actuales: el “rock nacional”, producto típica da de 1960.
mente argentino por la variedad de sus orí
genes, que inicia la era de los recitales masi Hoy, la llamada “música tropical”, inspi
vos en lugares destinados a otras actividades, rada en ritmos vivaces como la cumbia co
como estadios o espacios públicos. lombiana pero con marcado color local, y
los “cuartetos” de origen cordobés, que ya
Charly García, Litto Nebbia, Nito Mestre,
incluyen más músicos que los tradicionales
Luis Alberto Spinetta son nombres asocia
cuatro que se integraban con los cantantes
dos con una forma particular de concebir la
solistas, tienen su lugar de manifestación
música; “Sui generis”, “Serú Girán”, “Vox
más notable en las “bailantas”, lugares de
Dei”, conjuntos que marcaron huellas pro
concentración masiva de público que baila
fundas en el desarrollo de ese tipo de mú
y se divierte con sus ídolos, generalmente
sica que enmarca textos de alta calidad
de vida efímera.
poética y fuerte sentido testimonial.
160
De todos modos, Charly García y los vie y la luz de Astor Piazzolla brilla en los grande
jos rockeros siguen convocando multitudes auditorios y en los pocos reductos de buen
en sus recitales, se reeditan discos de Sandro tango que quedan en las ciudades argentinas.
1. Se propone la compilación de una antología 2. Los recitales masivos, con sus distintos matices
comentada de letras de rock nacional escritas de alegría y violencia, con la sombra de la
en los últimos treinta años. Para ello, los alumnos muerte en no pocas oportunidades, merecen un
se dividirán en equipos, cada uno de los cuales análisis de corte social. Se sugiere a los alumnos,
tra b a ja rá sobre uno o dos autores. Las letras trabajando en forma individual o en grupos, que
se agruparán por temas (el amor, la vida y la escriban informes sobre sus experiencias perso
muerte, la memoria y el olvido, la sociedad, nales en encuentros de este tipo o que expresen
la guerra y la paz, los conflictos generaciona sus opiniones sobre los mismos. El profesor toma
les) y se colocarán notas aclaratorias o críticas rá nota de las ideas más importantes o más fre
a cada una de ellas. cuentes que aparezcan en esos informes y a par
tir de ellas organizará un debate en el curso.
Las nuevas generaciones literarias argen sica de Gerardo Gandini, y luego Plata que
tinas viven la ruptura de las vanguardias y mada, inspirada en un episodio policial
la extinción de ese fenómeno inasible lla acaecido en los años 60, que es llevada al
mado posmodernismo*. cine por Ricardo Piñeyro.
En poesía coexisten líneas sociales, neo- Algo similar ocurre en el teatro, donde la
rrománticas y experimentales, con formas y palabra sigue teniendo vigencia por sobre
significados abiertos a la discusión. la espectacularidad vacía de las posturas ex
tremas y siguen interesando las historias
En la narrativa hay una tendencia a re
que implican al espectador por sus vínculos
crear la historia del país a través de las his
con la vida cotidiana.
torias personales. Las novelas de Manuel
Puig, César Aira, Juan José Saer y Abel Posse, El periodismo político invade campos li
entre muchos otros, dan testimonio de ella. terarios con obras de crítica y denuncia, y la
televisión promueve una cultura de consu
Andrés Rivera rescata, en La revolución
mo cargada de frivolidad y carente de sen
es un sueño eterno, la figura de Juan José
tido estético.
Castelli en el ámbito políticamente incierto
del Buenos Aires que logró un gobierno
Vivimos un fenómeno de cultura de ma
criollo pero no decidió el tema de la in
sas y de hiper información cuyos resultados
dependencia y la Constitución; y en The
concretos no estamos aún en condiciones
farm er, la vejez de Juan Manuel de Rosas
de evaluar con mediana certidumbre. Una
en su exilio inglés.
clara comprensión de la evolución cultural
Ricardo Piglia, creador de climas espe argentina desde sus raíces ayudará a todos
ciales, luego del éxito de Respiración arti a comprender esto que hoy nos rodea y a
fic ia l publica La ciudad ausente, que tiem corregir con seguridad los rumbos equivo
po después se convierte en ópera con mú cados.
161
Otros textos
La cusu
C arlos G orostiza
El puente, Buenos Aires, Kapelusz, 1995. (GOLU)
V ariacion es so b re el tiem po
D av id ca n ta su salm o
El que mata, mata por algo, p or alguien, por lo que sea, pero mata por algún motivo. ¿Por
qué mató Camilo Canegato a Rosaura? Ahí está la cosa, a h í está el problem a. ¿Ustedes lo sa
ben? Sea franco. No lo saben. La ban tenido a la señora Milagros como testigo, hágam e el
favor. Les habrá dicho que, mire, com o si la oyese, un alm a de cántaro, un pobrecito, inca
p a z de m atar una mosca, incapaz de hacerle m al a nadie, correctísimo, perfecto, pero que
“in ipsis rebus veneris” (en latín, “en las cosas mismas del am or”) se estrangula a la novia
la misma noche de bodas, así, como quien se toma un vaso de agua. Claro, habrá sido un
rapto de locura, habrá sido una cosa rara que le salió de repente, como un grano en el pes
cuezo. ¿Y eso tiene lógica? La vida, mi amigo, la vida es la rueda del Karma. Todo procede
de un antecedente, todo es el antecedente de una consecuencia futura. Un acto, aunque
aisladam ente considerado parezca arbitrario, ilógico, paradojal, en rigor es lo que tiene
que ser dentro de la cadena de la causación universal. Le habrá encontrado justificación
a l crimen de Camilo diciendo que era ella la que, ¿no es cierto? Claro, la apelación a l di
funto. Como Rosaura no puede defenderse, es muy fácil.
M arco Denevi
Rosaura a las diez, Buenos Aires, Corregidor, 1988.
163 ■i
LA LITERATURA, EL HOMBRE Y EL PAISAJE
Objetivos
1. A d q u irir la e x p e rie n c ia d e a p lic a c ió n d e una m e to d o lo g ía d e tra b a jo a d e c u a d a a la
inve stig ació n d e fenóm enos culturales p o r p a rte d e los alumnos del Polimodal.
2. Lograr un conocim iento pa n o rá m ico d e la literatura argentina, a m p lia to rio del que puedan
obte n e r a p a rtir del libro, centrado en los aspectos regionales y sociales de nuestro país.
4. C o n o c e r a los escritores que viven o han vivid o en la región, p ro vin cia o ciudad en la
que los alumnos están cursando sus estudios; leer sus obras y e sta b le ce r una c o m p a ra ció n
con otras d e otras regiones.
5. D escubrir los vínculos que un autor m an tie n e con su lu g a r d e o rig e n y que vuelca en las
actitudes d e sus personajes y en la visión e sp a cial y te m p o ra l d e l paisaje.
Hipótesis de trabajo
1. Existe un vínculo p a rtic u la r e n tre el escrito r y el lugar d o n d e transcurren sus ficciones,
espe cialm e n te si ese lu g a r es el d e su n a cim ie n to o re sidencia hab itu a l.
2. Existe un vínculo p a rtic u la r que el escrito r e sta b le ce e n tre los personajes y los grupos
hum anos d e su o b ra y el p a is a je en el que esta se encuadra.
3. Existen diferencias de calidad e intensidad d e los vínculos entre el escritor, los personajes y el
paisaje, de acuerdo con el género al que pertenezca su obra.
Metodología de trabajo
I. Los alumnos se a g ru p a rá n en seis equipos.
164
III. Se establecen pautas generales p a ra la form ación d e un Corpus y p a ra su análisis.
3. Se toma, de acuerdo con una primera lectura de los textos, uno d e los temas agrupados se
gún criterio geográfico-social, preferentemente el que con mayor frecuencia aparezca en los tex
tos seleccionados.
- Aspectos form ales y g e n é rico s (prosa o verso, g é n e ro lírico, n a rra tiv o o teatral).
- Vínculos del autor con el p a isa je y la gente; vínculos d e los personajes con el p a isa je y la
gente; otros vínculos.
- Análisis de caracteres locales de las obras leídas: tipo de paisaje y tipo de población; calles (o
senderos) y edificios; oficios típicos de los pobladores; costumbres personales y sociales.
H abrá un corpus de base, que servirá como referente regional y g e o g rá fic o social. Se sugieren
algunas d e las siguientes obras:
IV. Conclusiones. C a d a e q u ipo e la b o ra rá un inform e con los análisis d e los textos elegidos
y la co m p a ra ció n d e uno o varios d e la lista d e referentes. Esos inform es se le e rá n fre n te
al curso y se e stable ce rá un d e b a te fin a l c o o rd in a d o p o r el profesor.
165
agón: En la tragedia griega, diálogo en el que se epopeya: composición narrativa en verso, de
discuten problemas de fondo y en el que cada considerable extensión, en la que se destaca la
personaje sostiene una posición francamente figura de un héroe, como la lita d a , la O disea, y
opuesta a la del otro. el P oem a d el Cid.
alegórico-testimonial: alegórica es la composi erótica (poesía): rama de la poesía lírica cuya
ción que se maneja con símbolos; testimonial, la temática es el amor y la belleza corporal,
que trata de reflejar una realidad determinada estilo: tipo de canción criolla, lenta y nostalgio-
(política, social, económica); en E l m atad ero se sa, en ritmo temario.
dan ambas características,
evolucionista: teoría que explica la aparición
apostrofe: invocación breve dirigida a llamar la del hombre como resultado de la evolución de
atención del interlocutor o interrumpirlo. especies animales inferiores, y se opone a las
barroco: estilo literario, plástico y musical que versiones religiosas de esa aparición,
floreció en los siglos XVII y XVIII, caracterizado existencialismo: movimiento filosófico con
por la abundancia de elementos decorativos. temporáneo que procura resolver el problema
(Ver P a n oram a d e los m ovim ien tos literarios. del ser centrándose en el análisis de la existen
D esde la A n tig ü ed ad clá sic a h asta e l siglo XX. cia del hombre. Tuvo importantes manifestacio
Buenos Aires, Kapelusz, 1999 ) nes literarias.
burguesía: clase social medianamente acomo farsa: obra concebida para el teatro en la que
dada. personajes caricaturescos o grotescos y situa
canon: modelo o norma al que que las artes y ciones reideras conforman una visión crítica
las letras se ajustan en un determinado momen de la sociedad.
to de la historia cultural. farsátira: término creado por el escritor Agustín
cifra: tipo de canción con melodía muy simple Cuzzani para referirse a las farsas más agudas o
que, en forma estrófica de décimas, solían em violentas, como las que él escribía,
plear los payadores de la zona pampeana. federal: sistema político en el cual un país está
Commedia delTarte: forma del teatro italiano dividido en regiones o provincias con una auto
de fines de la Edad Media y comienzos del Re nomía regulada por la constitución y las leyes,
nacimiento donde ciertos personajes típicos (una fluir de la conciencia: recurso propio de la na
joven bella, un viejo rico enamoradizo, un ton rrativa contemporánea, por medio del cual el au
to) viven situaciones risueñas y previsibles, y cu tor muestra las situaciones tales como se presen
yos parlamentos son improvisados por los acto tan en el pensamiento, de forma caótica o fuera
res, sobre un esquema argumental previo, de las estructuras sintácticas.
discurso poético: forma de expresión particu folletín: novela publicada por capítulos en un pe
lar de la poesía. (Remitimos a Carmen Bavio, El riódico o revista, a menudo con ilustraciones,
im perio d e la su bjetiv id ad . E l discu rso p oético.
galicismo: palabra, frase o construcción sintác
Buenos Aires, Kapelusz, 1999.)
tica copiada de la lengua francesa y no aceptada
Edad de Oro: en la mitología clásica, época ini por la Academia Española,
cial de la civilización, en la que el hombre vivía
gato: danza criolla de ritmo vivaz, que se baila
en contacto con los dioses y la tierra brindaba
en pareja.
sus frutos sin esfuerzo.
grotesco: modo de presentación de las situacio
égloga: composición poética de asunto pastoril,
nes dramáticas que apela a los grandes contras
epicúreo: perteneciente al epicureismo, movi tes de la personalidad humana, recargando
miento filosófico fundado por Epicuro en Atenas, aquellos rasgos que provocan a la vez risa y
en el siglo III a. C., según el cual el objetivo del compasión.
hombre es hallar la felicidad, entendida como
huella: danza criolla de ritmo cadencioso.
“ausencia de preocupaciones”, y lograr el placer.
166
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O tros títulos:
L O S JU E G O S D E L L E N G U A JE
El discurso literario
A licia Susana M ontes de F aisal
L IT E R A T U R A Y R E P R E S E N T A C IÓ N
E l discurso dramático
A na Bravo - Jav ier Adúriz
N O -S Í E S T O Y D E A C U E R D O
Claves de la argumentación
Vicente José D urante
E L V IE JO O F IC IO D E C O N T A R H IS T O R IA S
E l discurso narrativo
A licia Susana M ontes de Faisal
E L T E X T O IN S T R U M E N T A L
Q raciela P ian tan ida
M ónica C. de Rojo
EL IM P E R IO D E L A S U B JE T IV ID A D
El discurso poético
Carm en Bavio
L A L E N G U A EN L O S M E D IO S D E
C O M U N IC A C IÓ N
D ébora Clxomski - Diego Levis
P A N O R A M A D E L O S M O V IM IE N T O S L IT E R A R IO S
Desde la Antigüedad clásica hasta el siglo X X
A lfredo E . Fraschini
E L E N SA Y O O LA S E D U C C IÓ N
D E LO D IS C U T IB L E
A na Bravo - Jav ier Adúriz
G R A M Á T IC A PA R A JÓ V E N E S
El análisis sintáctico. Teoría y práctica
M aría Silvia Chozas
T E X T U R A D E ID E A S
La modernidad en cuestión
Vicente José D urante