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Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25), y en esa declaración
afirmó ser la fuente de ambas. No hay resurrección aparte de Cristo, no hay vida
eterna. Jesús hace más que dar vida; Él es vida, y por eso la muerte no tiene
poder sobre Él. Jesús confiere Su vida a los que confían en Él, para que podamos
compartir Su triunfo sobre la muerte (1 Juan 5:11-12). Nosotros que creemos en
Jesucristo, experimentaremos personalmente la resurrección porque, teniendo la
vida que Jesús nos da, hemos vencido a la muerte. Es imposible que la muerte
gane (1 Corintios 15:53-57).
Jesús es "la primicia de los que han dormido" (1 Corintios 15:20). En otras
palabras, Jesús abrió el camino en la vida después de la muerte. La resurrección
de Jesucristo es importante como testimonio de la resurrección de los seres
humanos, que es un principio básico de la fe cristiana. A diferencia de otras
religiones, el cristianismo posee un Fundador que trasciende la muerte y promete
que Sus seguidores harán lo mismo. Todas las demás religiones fueron fundadas
por hombres o profetas cuyo fin fue la tumba. Como cristianos, sabemos que Dios
se hizo hombre, murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día. La tumba no
pudo retenerlo. Él vive, y se sienta hoy a la diestra del Padre en el cielo (Hebreos
10:12).
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”…que cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra
justificación”, Romanos 4:25. Por causa de nuestros pecados, la humanidad está
separada de Dios y es incapaz de tener una relación con Él (Ro. 6:28; Is. 59:2).
Las Escrituras dicen que “éramos por naturaleza hijos de ira” (Ef. 2:3), porque
hemos quebrantado la ley de Dios. Y por causa de su justicia, Dios tiene que
derramar su ira a los que quebrantan su ley.
Cuando creemos en Cristo, somos unidos con Él por la fe. La unión con Cristo
significa que cuando Dios nos mira, Él no ve nuestra pecaminosidad, sino la
justicia de Cristo. Significa que hemos muerto con Él y vivimos con Él (Ro. 6:8).
Esta unión solo es posible a través de la resurrección de Cristo. Es semejante a
cuando una pareja se ha unido en matrimonio, que las cosas de un esposo
pertenecen a su esposa. Los cristianos reciben la justicia de Cristo por medio de
su unión con Él (1 Co. 1:30).
Isaías 53 y el Salmo 16 son algunos de las profecías del Antiguo Testamento cuyo
cumplimiento testifica de la vida resucitada de Cristo:
Los cristianos tenemos una esperanza tremenda porque nuestros pecados han
sido borrados y somos justificados delante de Dios. Hemos pasados de ser
enemigos de Dios a hijos perdonados por Dios con una herencia eterna que nadie
puede quitar. ¡No hay una noticia mejor! “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo
a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se
marchitará, reservada en los cielos para ustedes…”, 1 Pedro 1:3-4.
9. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO JESÚS SIGNIFICA QUE RESUCITAREMOS AL
IGUAL QUE ÉL.
“Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara
ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan. Porque Él ha
establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un
Hombre a quien Él ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los
hombres cuando Lo resucitó de entre los muertos”, Hechos 17:30-31.
Un día, todas las personas del mundo serán juzgadas por las cosas que han hecho.
Los que no creen serán responsables de su desobediencia contra Dios,
enfrentando la condenación de Dios y siendo enviados al infierno. Los creyentes
serán responsables delante de Dios por las cosas que han hecho y serán
recompensados en los cielos según sus obras como creyentes.
La señal que Dios nos dio para confirmar su juicio fue la resurrección de Cristo
Jesús de los muertos. Si usted no cree en el Señor Jesucristo, este juicio debe de
causarle un temor profundo. Usted se enfrentará a la ira de Dios y sufrirá una
eternidad en el infierno; recibiendo el castigo que merece por su pecados. Pero
este juicio no tiene que ser algo temible.
Hay una manera de obtener el perdón y vida eterna en Cristo: crea en el Señor
Jesucristo y arrepiéntase de su pecado. Cuando creemos en Jesús, recibimos
todos los beneficios de su resurrección. Nuestra fe en Cristo es lo que nos une a
Cristo y nos ayuda recibir el perdón de nuestros pecados. Una persona
continuando en la incredulidad asegura la ira de Dios para sí.
No pierda el regalo increíble que Dios nos ofrece en Cristo: ¡crea en Jesús
hoy! “Jesús le contestó: ‘Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí,
aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees
esto?’” , Juan 11:25-26.
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La importancia de la resurrección de Jesús
Por Miguel Núñez - 28 marzo, 2018 10278 0
Por otro lado, si bien es cierto que el sacrificio de Cristo en la cruz es lo que
permite que mis pecados puedan ser perdonados, no es menos cierto que la cruz
todavía estaba incompleta. De hecho, el apóstol Pablo nos dice en 1 de Corintios
15:13, “Y si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha
resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y
vana también vuestra fe”. ¿Por qué dice Pablo que vana es nuestra predicación?
Por un lado, ellos estaban predicando que Cristo había resucitado, pero por otro
lado ellos estaban predicando que las promesas que Cristo había hecho serían
cumplidas. La evidencia de esto es que Él tuvo el poder de volver de la muerte a
la vida y dejar la tumba vacía.
Pablo sigue diciendo en el versículo 15, “Aún más, somos hallados testigos falsos
de Dios, porque hemos testificado contra Dios que El resucitó a Cristo, a quien no
resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Pues si los muertos no resucitan,
entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe
es falsa; todavía estáis en vuestros pecados. Entonces también los que han
dormido en Cristo han perecido. Si hemos esperado en Cristo para esta vida
solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima”.
Lo que Pablo está diciendo aquí es que, si Cristo no resucitó, no hemos sido
perdonados y seguimos en nuestros pecados, porque la resurrección de Cristo es
vista teológicamente como el amén del Padre al sacrificio perfecto de Cristo. La
razón por que la Dios Padre lo resucita por medio del poder del Espíritu es
justamente porque Dios Padre se sintió complacido con lo que Cristo ofreció en
la cruz. Que se hay sentido complacido implica que Su sacrificio en la cruz es
suficiente para perdonar mis pecados. Si la resurrección no se daba, hubiese
implicado que Su sacrificio no complació al Padre y por tanto no merecía volver a
la vida; eso nos hubiese dejado en nuestros pecados. La resurrección es la
garantía a cada una de las promesas que Cristo nos hizo, por eso decimos que es
el amén del Padre.
Es por esta razón que Pablo elabora de manera enfática que negar la
resurrección de Cristo es negar toda la fe. Él nos dice que los que tienen fe
seríamos los más dignos de lástima si Cristo no hubiese resucitado porque nuestro
sacrificio, sumisión, y servicio sería en vano porque Él no resucitó. En el caso de
que Cristo no resucitó, seríamos más dignos de lástima que aquél que vive en el
mundo disfrutando su vida porque, al final, todos vamos a quedar en la tumba.
¡Pero Pablo dice que ese no es el caso! Sabemos que tenemos garantía y lo
sabemos porque lo vemos en la Palabra; Pablo fue testigo ocular de la
resurrección, como lo fueron los otros apóstoles por igual. Ahora Pablo tiene una
esperanza que ofrecer al que muere, porque hay una vida que le espera, una vida
eterna y eventualmente una reunión con todos los redimidos de Dios donde
podremos celebrar permanentemente en la presencia Dios.
La resurrección de Cristo es uno de los dos pilares sobre los cuales se levanta la
iglesia primitiva. Gary Thomas, quien escribió un libro acerca de la evidencia de
la resurrección, dice que la iglesia primitiva se levantó predicando la
resurrección de Cristo, porque si Cristo no resucitó, no tenemos nada que
predicar, pero ese no fue el caso.