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MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
REPORTE DE LECTURA
ALUMNA:
El presente reporte integra tres lecturas sobre un adecuado perfil que un docente debe poseer
en educación básica y educación superior. Estas características ayudan a evaluar su práctica
profesional, valorando su desempeño, áreas de oportunidad y competencias pertinentes al
nivel educativo en el que se encuentre. Además, hay que recordar que el propósito de una
evaluación es conocer los aspectos que se deben mejorar sobre la situación, lugar o persona
que será evaluado. Teniendo esto en cuenta, a continuación, se plantean dos perfiles de
referencia para la educación básica y un perfil para la educación superior.
Entonces ¿cómo sabrán los docentes que están ofreciendo un buen desempeño? El
SPD crea el documento antes mencionado, donde desarrolla el perfil, parámetros y perfiles
referentes para una práctica profesional. Se adjunta entonces, funciones de docencia,
dirección y supervisión, tales como las prácticas didácticas, evaluación al alumno, logro de
aprendizajes, entre otros. Así mismo, está integrado por dos apartados, el primero es para
docentes de educación preescolar, primaria y secundaria, y el segundo para la educación
indígena, especial, física y telesecundaria.
Dimensión 1; un docente que conoce a sus alumnos, sabe cómo aprenden y lo que
deben aprender. Dividido en tres parámetros, esta dimensión alude a las particularidades que
tiene cada alumno, como el desarrollo cognitivo, sus intereses y el entorno en el que vive. El
docente reconoce las formas de intervención e interacción hacia el aprendizaje de los alumnos
e identifica aspectos esenciales de los campos del conocimiento que están inscritos en los
contenidos educativos.
Por otra parte, Chile crea el Marco para la Buena Enseñanza, este documento también
es dirigido a educación básica, con el propósito de que los docentes examinen su propia
práctica de enseñanza y educación para determinar cuán bien lo hace cada uno en el aula y
en la escuela, y así mejorar y perfeccionarse como maestros. Cada criterio muestra elementos
específicos en los que deben centrarse los profesores, respondiendo a las preguntas ¿Qué es
necesario saber? ¿Qué es necesarios saber hacer? y ¿Cuán bien se debe hacer o cuán bien se
está haciendo? (Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones
Pedagógicas, 2008).
El Marco para la Buena Enseñanza tiene un total de cuatro dominios, con sus
respectivos criterios para cada uno de estos. Dominio A; preparación de la enseñanza.
Establece cinco criterios, de los cuales, tienen en cuenta conocer los conceptos de las
disciplinas que enseña, dominando diferentes estrategias de enseñanza para generar
aprendizajes significativos, además, relaciona los contenidos con los contextos fuera del aula,
comprende distintos ritmos y estilos de aprendizaje de sus estudiantes, así mismo, utiliza la
evaluación para identificar los aprendizajes logrados por sus alumnos (CPEIP, 2008).
Dominio C; enseñanza para el aprendizaje de todos los estudiantes. Cuenta con seis
criterios, estos aluden en cómo el profesor comunica los objetivos de aprendizaje, por lo que,
él anticipa una propuesta metodológica de la clase y la autoevaluación entre los estudiantes.
Establece una estructura clara y definida sobre los contenidos, tiene la habilidad de estimular
a los estudiantes a hacer uso de su pensamiento crítico y creativo sobre temas abordados, es
capaz de transmitir el conocimiento de forma ordenada, voz audible y con un nivel de
profundidad al desarrollar los contenidos. Además, entrega retroalimentación a sus alumnos
de manera constructiva y oportuna (CPEIP, 2008).
Ahora bien, una vez descrito el perfil de educación básica, existe también un perfil
adecuado para educación superior. A través de la Red de Investigadores sobre Evaluación de
la Docencia (RIED) se crea el modelo de evaluación de competencias docentes (ECD). Tiene
como objetivo orientar las actividades de profesores y directivos en los procesos a través de
la evaluación, por lo que mantiene tres elementos importantes para la construcción del ECD
y cuatro competencias oportunas que valoran el proceso enseñanza y aprendizaje, y una
competencia para la valoración del impacto del proceso de enseñanza y aprendizaje (García,
Loredo, Luna y Rueda, 2008).
Por otro lado, para evaluar la función docente, la ECD establece la competencia
Planear el curso de la asignatura, hace referencia al dominio de saberes de su materia,
establece una metodología para la clase, diseña situaciones para un aprendizaje significativo,
colaborativo y autónomo, un ambiente de convivencia, incorpora uso de TIC y estrategias
alternativas para apoyar a los alumnos. La segunda competencia Gestionar la progresión de
los aprendizajes, toma en consideración el diseño de actividades, materiales didácticos y de
evaluación, y estrategias de enseñanza apoyadas en las TIC. Aquí lleva a cabo controles
periódicos para monitorear el logro de las metas (García et al, 2008).
Referencias