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Su naturaleza
El fundamento de la Ética queda establecido en las palabras del Señor Jesucristo: “Todo cuanto
queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos” (Mt.7:12). Este
precepto es la regla de la vida.
Un segundo componente es la justicia o equidad, pues delante de la Ley de Dios todos los
hombres son iguales, y los iguales no tienen poder de autoridad entre ellos. No soy juez de mi
prójimo.
La verdad
Previo a definir la verdad en la comunicación, es necesario explicar la mentira y el error. La
mentira es una disociación entre lo que se piensa y lo que se dice, o lo que se dice con lo que se
hace. Una persona miente al declarar que tiene cuarenta años de edad, cuando él sabe en su
interior que tiene cincuenta. Si nuestro hablar no está de acuerdo con nuestro entendimiento,
es mentira; aunque esté en conformidad con la esencia del asunto en cuestión.
Un ejemplo de hablar y vivir una mentira es este: «Una persona que vive como si tuviera los
ingresos que él sabe no tiene. Se le oye hablar y suena a que sí tiene esa posición económica y
trata de vivir en esa apariencia, engañando a los otros». A diferencia del error o falsedad, que es
una disociación entre lo que se piensa y la realidad, por ejemplo, el niño dice ser supermán;
¿está mintiendo? No, está en un error.
La justicia
Definir esta virtud es difícil por su amplia aplicación, y en la época que nos ha tocado vivir se
dificulta aún más entenderla y aplicarla. Su definición bíblica y aplicable a todo trato con
nuestro prójimo es dada en la regla que dio el Señor Jesucristo: “Todas las cosas que queráis
que los hombres hablen de vosotros, así también hablad vosotros de ellos”. Esto es, habla de
los otros lo que tú esperas que ellos hablen de ti en iguales circunstancias. En sentido general y
humano, Hablar con justicia es aquella virtud del alma que inclina al hombre a hablar de su
prójimo con bondad y sin engaño. Lo que se conoce como el hacer una buena construcción de
las intenciones del prójimo. Esta justicia es un hábito de mente que nos dispone a decir del
otro lo que es debido o es nuestro deber por amor a Dios.
La fuente donde ha de brotar esta santa virtud es el deseo de ser bueno como Dios es bueno. El
buen hombre guiado por la equidad todo lo cree, o que acepta como sana la intención del otro,
mientras las evidencias no testifiquen lo contrario. Es un hábito mental, no una acción aislada,
sino de una regla general de vida. Justicia es equivalente a equidad, rectitud, honradez,
honestidad, amante de lo honesto y decente. Es alguien que procura de corazón mostrarse a los
demás como lo que dice ser, un hombre de corazón justo. Un ladrón no debe ser nombrado
custodio de los bienes del Estado. Eso sería mayúscula injusticia; ni a un hombre de mente
injusta dársele cabida en los medios de comunicación social.
La bondad
Oiga este mandamiento del Señor nuestro Dios: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt.
22:39). El amor o bondad a nuestro prójimo es algo que se discierne con facilidad, o que el
amor me dice lo que es bueno para mí, y si es bueno para ti, dáselo a tu prójimo. Así que, en la
ética, ejercer bondad es una regla bien sencilla: Lo que Tú quieres que se diga de ti, tanto en
público como en privado, dilo de tu prójimo. Esta no es una tarea fácil, y quienes se
comprometan a este virtuoso esfuerzo pudieran ser llamados con propiedad como nuestros
líderes modernos.