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PRINCIPIOS DE SOSTENIBILIDAD

PRINCIPIO DE SOSTENIBLIDAD:

Este principio establece el rol del Estado como promotor y controlador del
aprovechamiento y conservación sostenible de los recursos hídricos, previniendo
la afectación de su calidad ambiental y de las condiciones naturales de su entorno,
como parte del ecosistema donde estos recursos se encuentran.

Tal y como se mencionó en el principio de valoración, se confirma que el uso y la


gestión sostenible del agua implican la integración equilibrada de los aspectos
socioculturales, ambientales y económicos en el desarrollo nacional, así como la
satisfacción de las necesidades de las actuales y futuras generaciones.

PRINCIPIO DE EQUIDAD:

La equidad, según el diccionario, se define como una “cualidad que consiste en no


favorecer en el trato a una persona perjudicando a otra”. Esto requiere repartir a
cada uno lo que necesita, ni más ni menos, asegurando un trato igualitario para
todos, pero tomando en cuenta las diferencias y respetando cada una de ellas. La
equidad es, por lo tanto, un trato desigual entre desiguales para garantizar el
derecho de todos a una calidad y nivel de vida aceptables.

La equidad puede ser aplicarse en distintas escalas, por ejemplo, entre distintos
países. Esto lo veremos reflejado en el famoso principio de responsabilidades
comunes pero diferenciadas a la hora de encarar acuerdos internacionales en
materia de cambio climático Por otro lado, si recordamos la definición de
Brundtland del Desarrollo Sostenible, encontraremos también que la equidad
también se da entre distintas generaciones, “satisfacer las necesidades del
presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.

Pero ¿cómo logramos un desarrollo equitativo en un mundo donde los países


desarrollados consumen desproporcionalmente más que los países más pobres?
¿Qué es lo que consideramos “justo” conservar hoy para que las futuras
generaciones puedan también disfrutar? Estas dos cuestiones de equidad carecen
de respuesta y enardecen un acalorado debate que no termina de cerrarse.

PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN:

El principio de precaución establece que «cuando una actividad representa una


amenaza o un daño para la salud humana o el medio ambiente, hay que tomar
medidas de precaución incluso cuando la relación causa-efecto no haya podido
demostrarse científicamente de forma concluyente»1. Esta declaración implica
actuar aun en presencia de incertidumbre, derivar la responsabilidad y la
seguridad a quienes crean el riesgo, analizar las alternativas posibles y utilizar
métodos participativos para la toma de decisiones.

Aunque no dispone de una definición generalmente aceptada, el principio de


precaución puede describirse operativamente como la estrategia que, con enfoque
preventivo, se aplica a la gestión del riesgo en aquellas situaciones donde hay
incertidumbre científica sobre los efectos que en la salud o el medio ambiente
puede producir una actividad determinada. Su aplicación requiere que, antes de
aceptar una actividad o procedimiento nuevo, se disponga de evidencia de que el
riesgo que comporta es aceptablemente bajo y no sólo de ausencia de evidencia
de que el riesgo es elevado e inaceptable. La implementación, sin embargo, es
compleja, porque no se especifica cuantitativamente la precaución que hay que
tener o el momento en el que deben aplicarse las medidas precautorias.

PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD DIFERENCIADA:

La protección del medio ambiente es un desafío común a todos los países. Debido
a las diferentes orientaciones en el desarrollo y a la necesidad de compartir la
responsabilidad de la degradación ecológica, algunos países tendrían que asumir
una mayor proporción del peso de la conservación. La idea es que los estados
deben cumplir con las obligaciones internacionales de conservación del medio
ambiente teniendo en cuenta la equidad y de conformidad con sus
responsabilidades en común aunque diferenciadas y con sus respectivas
capacidades. Este principio fue reconocido en la Declaración de Río en los
principios cuatro y siete.

Este principio incluye dos elementos constitutivos. El primero es la responsabilidad


común de los estados de proteger el medio ambiente. Esto significa que los
estados deben participar en una labor mundial de conservación. El segundo
elemento es entender las diferentes circunstancias de cada estado. Por ejemplo,
los países industrializados contribuyeron más al calentamiento del planeta que los
países en vías de desarrollo. Si bien todos los estados tienen la obligación de
participar en la solución para el medio ambiente, la adopción de normas
nacionales y obligaciones internacionales pueden diferir. Por ejemplo, el plazo
para la implementación de medidas preventivas puede variar de país a país.

PRINCIPIO DE QUIEN CONTAMINA PAGA:

El principio contaminador-pagador, quien contamina paga, pago por


contaminación o pago por haber contaminado, trata de establecer un marco
de responsabilidad medioambiental y sirve para la prevención y reparación de los
daños ambientales provocados por un operador.

Su desarrollo normativo se encuentra en la Directiva 2004/35/CE del Parlamento


Europeo y del Consejo, de 21 de abril de 2004, sobre responsabilidad
medioambiental en relación con la prevención y reparación de daños
medioambientales.

El principio fundamental de esta Directiva consiste en que un operador, cuya


actividad haya causado daños al medio ambiente, o haya supuesto una amenaza
inminente de tales daños, sea declarado responsable desde el punto de vista
financiero, a fin de inducir a los operadores, a adoptar medidas y desarrollar
prácticas dirigidas a minimizar los riesgos de que se produzcan daños
medioambientales, de forma que se reduzca su exposición a responsabilidades
financieras.

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