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Contenido
1. Introducción. ¿Educomunicación o Educomunicología? ..................................................... 1
2. Educación y comunicación como condición antropológico-cultural ................................... 3
3. De la educocumunicación a la educomunicología ............................................................... 6
4. De objeto socio-mediático a objeto científico ..................................................................... 9
4.1. La educomunicación como objeto socio-mediático...................................................... 9
4.2. Las técnicas como códigos.......................................................................................... 10
4.3. La educomunicación como educación mediatizada .................................................... 12
4.4. La educomunicación como educación virtual............................................................. 14
5. Bibliografía......................................................................................................................... 16
Resumen
Este texto trata de resumir los que se consideran tres grandes obstáculos para pensar en una Educomunicología en
vez de la Edu-comunicación. El primero, el obstáculo epistemológico, debido a la ausencia del giro cultural en el
campo; el segundo, consecuencia del anterior, el obstáculo teórico, consistente en la equiparación entre lenguaje
y técnica (medios); y el tercero, el obstáculo socio-mediático. Los dos primeros, provenientes del campo
académico; el último proveniente del campo extra-académico, del poder.
¿Por qué existe la pregunta por la Educomunicación y no por la Educomunicología? ¿De qué
se ocupa ese nuevo campo llamado difusamente educación-comunicación entre los pedagogos
y comunicación-educación entre los comunicólogos? ¿Se trata de un campo profesional o de
un campo disciplinar? ¿Cuál es su estatuto epistemológico? ¿Cuáles son sus categorías
teóricas?
1
Este documento es parte de la reflexión que acompaña la línea de investigación en Educación-comunicación, a
propósito del proyecto Educación mediática y proyecto de nación en Colombia, desarrollado por el autor en la
Universidad Pedagógica Nacional.
2
Doctor en Educación (Universidad Pedagógica Nacional), Magister en Comunicación Educativa (Universidad
Tecnológica de Pereira), Licenciado en Ciencias Sociales (Universidad Tecnológica de Pereira). Profesor
Asociado y Coordinador de la Maestría en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional. Miembro del
Consejo Directivo de ALAIC (Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación).
1
Cuando se habla del tema cotidianamente, parece que todos supiéramos de qué se está
hablando, porque esa es la naturaleza de los discursos cotidianos. Pero “dentro de una
disciplina el uso conceptual tiene que ser clarificado” (Williams, 1985, p. 91); por eso,
cuando enfrentamos la explicitación proposicional de nuestro objeto de reflexión, entonces se
encuentra que estamos hablando por lo menos de cuatro objetos completamente distintos, sin
descartar que puedan surgir otros.
Medios Educativos
Comunicación educativa Didáctica
Comunicación escolar Pedagógica
Educación-
Educación mediática
Comunicación Investigación-
producción pedagógica
2
Como se ve en la tabla, excepto la Comunicación educativa, en su versión de medios
educativos, todas las demás denominaciones son provisionales o están por construir. Con estas
distinciones se trata de responder a la pregunta inicial. Existe la pregunta por la
Educomunicación porque se considera un campo profesional y no un campo disciplinar. Se
piensa como un asunto de medios, tecnologías, escuela y políticas, y no como un asunto de
pedagogía, didáctica y comunicología. Es decir, se piensa como práctica, e incluso como
técnica, y no como teoría.
Mientras que el campo de la educación y la pedagogía fue pródigo durante la segunda mitad
del siglo XX en la producción de enfoques teóricos y metodológicos que pugnaban con el
conductismo, en el campo de la comunicación prácticamente hubo que esperar hasta la
finalización del siglo para intentar una perspectiva distinta al funcionalismo y a la teoría de los
efectos.
3
Yo quisiera poner los problemas de la Educomunicación en términos culturales, mostrando
continuidades allí donde suelen verse rupturas —y viceversa—, como un asunto de estructuras
comunicativas que oscilan entre dos matrices culturales que permanecen, las cuales no se
superan la una a la otra: por un lado, una matriz o “racionalidad expresivo-simbólica popular”
opuesta, por otro lado, a una matriz o “racionalidad informativa-instrumental” (Martín-
Barbero, 2003, pp. 161-162).En cuanto a la educación, tenemos, por un lado, un tipo de
pensamiento llamado narrativo y, por otro, el pensamiento llamado paradigmático (Bruner,
2000). De estas matrices es que se derivan las que en la jerga académica conocemos como
culturas populares las primeras y cultura occidental la segunda, denominaciones que
obedecen a una nomenclatura extra comunicativa y, por tanto, tratarán de ser superadas en esta
discusión.
Desde el punto de vista comunicativo, es necesario marcar una primera distancia con las
nociones en uso sobre “la cultura” y dejar claro cómo se entiende y se usa aquí “la cultura”
como categoría. De las referencias anteriores se puede decir que las culturas son formas de
codificar el mundo o el pensamiento sobre el mundo. En tal sentido, la cultura como código se
puede sintetizar en una correspondencia sintáctico-semántica como la que aparece en el
siguiente esquema (Esquema 2), la cual permite producir al mismo tiempo textos y discursos 3.
Código
Función semiótica
Mensaje
Sintáctica Semántica
Expresión Contenido
Sustancia Forma Forma Sustancia
Texto Figurativa/Abstracta Figurativa/Abstracta Discurso
Entre el texto y el discurso median entonces las formas, tanto de expresión como de contenido,
esto es, las reglas que permiten dar significado a esa expresión material llamada texto. Las
formas son, por decirlo así, el secreto de la codificación y son, por tanto, el núcleo de la
cultura, puesto que son la parte no evidente pero generativa de la comunicación, mientras que
los textos y los discursos son evidentes pero generados por las formas. Desde este punto de
vista, las culturas se definen y se diferencian según las siguientes características: i) por sus
códigos, esto es, si son figurativas o abstractas; ii) por su discursividad, o sea, si son narrativas
o argumentativas; y iii) por su forma de aprendizaje y transmisión, esto es, si son textualizadas
o gramaticalizadas, es decir, si los textos preceden a las reglas o si las reglas preceden al texto;
estas características tienen implicaciones en su reproducción y transmisión, por cuanto
determinan: iv) si predomina el aprendizaje o la enseñanza; y, finalmente, v) si predomina el
aprendizaje espontáneo o el aprendizaje por estudio y reflexión.
3
“…lo que se llama mensaje es, la mayoría de las veces, un texto, cuyo contenido es un discurso a varios
niveles” (Eco, 1995, p. 97), lo cual quiere decir que tiene implicaciones denotativas, connotativas y pragmáticas.
4
La Main Stream de la Educomunicación se basa en la pretensión de transponer una cultura en
otra. Sin embargo, tomando como base estas características, las culturas son comparables pero
no conmensurables en el sentido kuhniano, es decir, no hay equivalentes sintáctico-semánticos
entre unas y otras, así como no hay categorías equivalentes entre un paradigma y otro y, por
tanto, cualquier forma de transposición resulta espuria.
Si estas son las características intrínsecas de las culturas, ellas también tienen implicaciones en
lo que yo llamaría algunos ‘extravíos’ de los culturalistas. Los más significativos podrían ser
éstos:
5
4. El extravío economicista. Las culturas no se diferencian ni se definen por su carácter
comercial o educativo. Toda cultura puede ser comercializada si tiene demanda; toda
cultura educa en el sentido de que toda educación es un proceso de enculturación.
5. El extravío sociologista. Las culturas no se definen ni se diferencian por los sectores
sociales que las apropian o las producen. No son de élite ni populares; ni femeninas ni
masculinas; ni propias ni ajenas; ni blancas ni negras o indígenas; ni criollas ni
españolas; ni del norte ni del sur; ni juveniles ni adultas. Todo sujeto está en principio
en capacidad de adquirir cualquier cultura; ningún sujeto está en principio
incapacitado para ninguna cultura. Cuando se habla aquí de cultura occidental y cultura
popular se hace para mantener los términos convencionales más o menos aceptados por
todos en la academia, pero no como caracterización comunicativa de las culturas.
En consecuencia, cualquier cultura puede ser apropiada por cualquier sujeto o grupo social,
puede ser institucionalizada por cualquier sociedad o Estado, puede ser comercializada en
cualquier mercado en cuanto éste exista, o sea, en cuanto haya consumidores competentes; y
puede ser fijada, almacenada, transmitida, difundida y reproducida por medio de cualquier
tecnología, ya sea analógica o digital; y por supuesto, cualquier cultura educa. Lo cual no
impide que haya correspondencias entre grupos sociales y preferencias culturales, pero por
efectos de la estructura social y no de la especificidad de la cultura.
3. De la educocumunicación a la educomunicología
Tres grandes obstáculos teóricos nos han impedido pensar la Educomunicología en vez de la
Educomunicación.
El segundo, la semiología, que, como ciencia general de los signos, propuesta extrañamente
por Saussure (1967) pero desarrollada por Barthes (1993), pretende igualar la facultad
biológica de lenguaje y la lengua natural con los demás sistemas de representación creados
por el hombre, como si éstos no dependieran de aquélla y como si la lengua fuera un artefacto
más. El lenguaje no es un medio, no es una tecnología, no es un artificio, no es una creación,
es la naturaleza humana. El lenguaje es la condición de posibilidad de la comunicación y la
educación.
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En los tres casos está involucrado el lenguaje como condición básica del hombre, como
condición básica de su comunicación. “El hombre es la única criatura que ha de ser
educada”, decía Kant(2003 [1803])en una frase lacónica al inicio de su curso de Pedagogía.
¿Cuál es la razón? Precisamente el lenguaje, el cual le da al animal humano la característica de
la la etnización, de la cual se desprenden la desespeciación y la desespecialización y la
neotenia.
En efecto, los dos componentes básicos de la cultura son el mito y el lenguaje (Cassirer, 1993)
¿En qué se educa y cómo se comunica la especie humana? Se educa en valores (exogamia
como principio moral) y conocimientos (trabajo como construcción de instrumentos), los
cuales no existen fuera del lenguaje. La educación es la transmisión del mito, entendido como
cosmovisión. Mito y lenguaje son pues la especialidad de la especie humana. Ambos
constituyen la cultura y son el nacimiento de la educación y la comunicación.
¿En qué consiste la educación? Kant divide la educación en tres etapas sucesivas: el cuidado,
el disciplinamiento y la instrucción. El cuidado tiene que ver con la ontogénesis, mientras el
disciplinamiento y la instrucción son típicamente etnogenéticos.
Filogenéticamente, el hombre, como especie, tiene 100 mil años, en los cuales no hay cambios
biológicos (Cavalli-Sforza y Cavalli-Sforza, 1999). Pero como toda especie sobrevive por los
individuos, aquí viene la especificidad: ontogenéticamente, el individuo nace incompleto.
Tiene que esperar a madurar; todavía después de nacido crece el cerebro y tiene que
acondicionar el cuerpo (Skybreak, 2006). Por eso necesita cuidado, para hacerse miembro
completo de la especie.
Educación y comunicación son entonces las características antropológicas básicas. Son los
procesos que describen la existencia humana. Cuando hablamos de la vida humana, hablamos
de procesos de educación y comunicación. Según lo dicho, si existe algo como la
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educomunicación tendría que ser el objeto de la antropología o la etnología, es decir, del
estudio de los grupos humanos.
Entonces, ¿por qué existe la pregunta por la Educomunicación? Porque existe el supuesto de
que la educación es escuela y la comunicación son medios. La escuela y los medios son
instituciones en el sentido moderno, es decir, organizaciones que cumplen funciones en
nombre de toda la sociedad (Castells, 1999). En este caso, se trata de la función de emitir
comunicación pública (Martín Serrano, 2009). Tanto los sistemas nacionales de educación
como los sistemas nacionales de radiodifusión cumplen funciones de integración social. Así
mismo, la industria editorial (continua o discontinua) y la industria musical y audiovisual dan
cuenta de una cultura nacional. Por tanto, son objeto de la sociología, si las estudiamos como
instituciones, o de la economía política, si las pensamos en términos de mercado.
Ahora, si de lo que se trata es de dar cuenta de lo que se llama cultura escolar y cultura
mediática, como culturas, educativa la primera y de entretenimiento la segunda, ya se dijo que
esta clasificación no corresponde al carácter intrínseco de las culturas, que no son excluyentes,
que dependen de las competencias del usuario y, por tanto, el hecho de que alguien se
entretenga, se informe o se divierta con uno u otro producto cultural es un asunto de la
capacidad del, sujetos para consumir determinados productos, quienes, en todo caso, se
educan, por cuanto se enculturizan; saber con qué se informan o se divierten los sujetos sigue
siendo, en consecuencia, un objeto de la sociología.
Estas dos tradiciones son en todo sentido inconmensurables desde el punto de vista de la
codificación y, por supuesto, de la comunicación. La primera es figurativa, mientras la
segunda es abstracta; una es narrativa, la otra argumentativa; una es sintética, la otra analítica;
la primera se basa en alegorías, la segunda en categorías; la primera es textualizada o basada
en los mensajes, la segunda es gramaticalizada o basada en las reglas; la primera se aprende, la
segunda necesita ser enseñada; la primera se aprende por patrones, la segunda por algoritmos;
una se imita mientras la otra se estudia.
Tradición Tradición
oral-icónica narrativa alfabética paradigmática
(Popular) (Ilustrada)
Figurativa Abstracta
Narrativa Argumentativa
Sintética Analítica
Alegorías Categorías
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Textualizada (Mensajes) Gramaticalizada (Reglas)
Se Aprende Se Enseña
Se Aprende Por Patrones Se Aprende Por Algoritmos
Se aprende asistemáticamente Se aprende sistemáticamente
Todos estos procesos constituyen en rigor procesos educomunicativos y tendrían que ser el
objeto, no de la educomunicación, que es el fenómeno, sino de una educomunicología.
Los obstáculos del poder son a veces más fuertes que los del saber (epistemológicos y
teóricos); mientras que éstos tienen el peso de la autoridad científica de los autores
(semejanza etimológica no gratuita), aquéllos tienen el peso del sentido común en todas sus
manifestaciones, que van desde las creencias del ciudadano común hasta las de los que
deciden la vida social, esto es ,los políticos, los empresarios y los periodistas, ninguno de los
cuales tiene intereses en el conocimiento sino en la legitimidad social (Wolton, 2000). En una
palabra: en el poder.
A los objetos de investigación nacidos del campo del poder y no del campo académico Charlot
(2008) les llama “objetos socio-mediáticos”, por oposición a los objetos teóricos. A nuestro
juicio, la educomunicación es uno de esos objetos, el cual nace del supuesto de sentido común
de que la tecnología cambia, moderniza y mejora la educación. Una pequeña muestra:
Las nuevas generaciones viven en un mundo digital, son visuales y se aburren en clase. Colombia debe
modernizar su propuesta pedagógica para enfrentar esta realidad o se atrasará en la competencia global.
No basta con comprar computadores, hay que suministrar la conectividad y crear el entorno adecuado
para que los niños asuman la responsabilidad por su propio aprendizaje” (Ayala, Dinero, 2010,
resaltados añadidos).
¿Y quién es el autor de semejante descubrimiento? Pues nadie más podría ser sino el director
de mercadeo y ventas de Microsof. “Muchos se preguntarán qué hace el vicepresidente senior
de mercados emergentes de Microsoft hablando de educación”. Pues en eso estamos, en que la
educación
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depende más bien de la pugna que hay a su alrededor, de los discursos que ganan autorización para
pronunciarse en su nombre. Estamos ante la evidencia, con foto y todo, de que el discurso encarnado por
Ayala ha ganado esa posición… si no fuera así, él mismo se habría negado a hablar del tema, habría
declarado no estar capacitado para ello (OPM, 2012).
Para que no quepa duda de qué es lo correcto, en el marco del XIV Encuentro Internacional
Virtual Educa (junio 20-21 de 2013), el comunicado de prensa del Ministerio de Educación
dice textualmente:
(Para) facilitar el acceso de los niños y jóvenes a la Sociedad de la Información y del Conocimiento
mediante el acceso universal a las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), el
desarrollo de contenidos digitales y la capacitación integral de los docentes (Mineducación, 2013).
Como se ve, tres de los cinco ejes tienen que ver con las TIC en términos de acceso (o sea
mercado) y capacitación de maestros (como si fueran incapaces), además de un oxímoron, en
términos de comunicación, como los llamados contenidos digitales. Estos dos ejemplos sirven
de base para mostrar el itinerario que va de las empresas (Microsoft), vía medios de
comunicación (Revista Dinero, Grupo Semana) a los gobiernos (Ministerio) y de éstos a los
educadores.
Mientras esto sucede, la academia toma prestados estos objetos socio-mediáticos como si en
realidad fueran las preguntas de investigación. Afirma por ejemplo Martín-Barbero (1996, p.
19) que “Es sólo a partir de la asunción de la tecnicidad mediática como dimensión
estratégica de la cultura que la escuela puede insertarse en los procesos de cambio que
atraviesa nuestra sociedad”, sin asumir, no ya el problema político de la autonomía del
campo, sino al menos el de las incongruencias teóricas.
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no al contrario. En realidad se trata de una historia de los medios que, como decía McLuhan,
son sólo prótesis. Pero las prótesis no cambian la naturaleza de la especie. Ni los zapatos
cambian la naturaleza bípeda y erguida del homo sapiens, ni los anteojos cambian la facultad
de ver sólo un espectro cromático distinto al de otras especies, ni aprendimos a hablar porque
se haya inventado el teléfono. Por eso es un exabrupto meter el lenguaje en la historia de la
comunicación como técnica, pues éste no es una técnica sino la condición de todas las técnicas
(Leroi-Gourhan, 1971).
Otra teleología habla del paso de la caligrafía (manuscrito) a la imprenta (tipografía) y de ésta
a la escritura digital electrónica, como ‘transformaciones culturales’ (culturas manuscrita,
impresa y digital), cuando no son tres culturas distintas porque no hay otra codificación, sino
tres edades técnicas de la cultura alfabética (Espejo, 1998; 1996).
Código Técnica
Reproducción Manuscrita-
Caligrafía
Reproducción Tipográfica-
Escritura alfabética
Imprenta
Reproducción Electrónica-
Informática
Técnica Código
Reproducción Alfabética-
Datos
Digitalización electrónica Reproducción Icónica-
Imagen
Reproducción Oral-Sonido
Fuente. Tomado de Narváez, 2010A.
La historia del computador repite la historia que tuvieron los medios modernos por separado
(Briggs y Burke, 2002). El avance de los computadores e internet consiste en pasar de la
capacidad técnica de reproducción alfabética (más fácil, por ser digital) a la capacidad técnica
de reproducción oral-icónica. Como ésta última se produjo después, entonces nos parece que
la tradición oral-icónica, que tiene 100 mil años, es más moderna que la tradición alfabética,
que tiene 2500 años. Por eso se cree que la introducción de la cultura oral-icónica en la escuela
a través de técnicas de reproducción audiovisuales moderniza la educación y a eso se le suele
llamar educomunicación. En realidad, la relación cultura y técnica es de independencia, como
se puede ver en el esquema 4.
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4.3. La educomunicación como educación mediatizada
Los medios han resuelto exitosamente su problema. Se trata de resolver el asunto pasando del
estudio al entretenimiento. En efecto , existe un lugar común que suele distinguir tres tipos de
cultura, a saber (Frith, 2000, pp. 204-205): a) la cultura tradicional, en la cual tanto los
productores como consumidores tienen la facultad (Bustamante, 2003) para producir y
consumir y por ello no es necesaria la especialización. Es una cultura de la masa para la masa;
b) en segundo lugar, tenemos la cultura mediática, que es básicamente la cultura moderna, en
la que los productores necesitan formación especializada (como escritores, compositores o
realizadores mediáticos), pero no así los consumidores. Es una cultura de especialistas para la
masa. Finalmente, c) la cultura letrada, en la que tanto productores como consumidores
requieren formación especializada, típicamente, aprender a leer y a escribir, además de las
competencias de pensamiento que exige la lectura. Es una cultura de especialistas para
especialistas.
Como se ve, el autor parece entrar en una sin salida. ¿Cómo se interdefinen esas nociones para
poder fungir como categorías? La dicotomía básica es tradicional-moderna, mientras que la
cultura letrada aparece como si fuera intemporal. Además, está mezclando categorías
incomparables: etapas (tradicional-moderna) con códigos (letrada). Ahora, si la diferencia
entre tradicional y moderna radica en la técnica (mediatización), entonces lo opuesto de
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mediatizada no es tradicional sino interpersonal y en ese caso la cultura moderna sería igual a
la impresa, que es la mediatización de lo alfabético. Pero si la diferencia es entre oral y
audiovisual, entonces la cultura tradicional y la mediática son iguales (oral-icónicas) y ambas
se oponen a letrada alfabética.
Frith confunde tres procesos distintos o, para decirlo mejor, tres niveles de problemas: el de
los códigos culturales, el de los medios técnicos de reproducción cultural y el de las
condiciones sociales de producción y consumo cultural (relación especialistas-masa).Lo que
esto muestra es que la dicotomía oral-icónico, por un lado y letrado o alfabético, por otro, es
estructural, mientras que las técnicas son históricas y habría que buscarles otras categorías
para caracterizarlas.
El hecho de que la cultura mediática sea de especialistas para la masa, tiene que ver también
con que las condiciones de producción exigen la especialización técnica, pero no se exige
especialización para el reconocimiento de los códigos (los espectadores no tienen que ser
camarógrafos o editores). Es decir, los códigos son orales o letrados, pero la producción es
moderna en el sentido de que es técnicamente mediada, o sea, producto de la división técnica
del trabajo y de la incorporación de un saber especializado en la producción y reproducción de
las sustancias expresivas (imprenta, cine, radiodifusión), no de las formas (orales o icónicas).
Esto separa a los emisores de los receptores, a los productores de los consumidores y se pasa
de la comunidad al mercado (si la producción es de empresas) o al público (si las que
producen son instituciones). “Lo que se puede llamar el paso a la sociedad mediatizada–
escribe Verón (1998, p. 150)- consiste precisamente en una ruptura entre producción y
reconocimiento, fundada en la instauración de una diferencia de escala en las condiciones de
producción y las de reconocimiento”. Ese proceso exige, por lo tanto, la existencia de lo que
hoy llamamos, técnicamente hablando, medios de comunicación. A partir de ahí se puede
entender la afirmación de J.B. Thompson (1998, Cap. I) de que la cultura moderna es ante
todo una cultura mediatizada, o sea opuesta a la comunicación cara a cara.
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En lo que respecta a las condiciones sociales de producción, circulación y consumo, el hecho
de que la cultura letrada sea de especialistas para especialistas es una condición del carácter de
esa cultura, pero los especialistas no tienen que serlo en el sistema técnico de reproducción (no
tienen que ser impresores) sino en el sistema de significantes y significados de dicha cultura.
Esto es lo que hace necesarios los sistemas escolares y su normatización (tiempos y
certificación), como puente para que el consumidor pueda pasar de no especializado a
especializado.
El problema de la educación, por tanto, sigue sin resolver, pues no se trata de transmitir los
contenidos alfabéticos en forma oral-icónica, como lo han hecho los medios, sino de
transmitirlos en forma alfabética, es decir, se trata de la transmisión de la cultura, no de los
subproductos de la misma.
Con esta misma lógica, hemos pasado de la enseñanza audiovisual de los años sesentas
(Bullaude, 1970) a la educación virtual. Aquella se basaba en mensajes (contenidos),
materiales (textos), medios (técnicas), diseños y métodos (formas) audiovisuales, es decir, una
mezcla de técnicas, códigos y narrativas, acaso justificadas porque no existía la distinción
entre lo analógico y lo digital electrónico.
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reglas combinatorias para componer unidades semánticas. En consecuencia, sólo pueden ser
digitales las unidades de expresión, mientras que las de contenido pueden ser analíticas,
categoriales, narrativas, metafóricas, pero no digitales. Sólo los sistemas de expresión son
digitales4. Por tanto, hablar de contenidos digitales es nuevamente una confusión entre
sistemas expresivos y sistemas semánticos. Entre técnicas y significados.
Hemos pasado pues sin ruborizarnos de la Tecnología Educativa de los años setentas, que era
en todo caso un proyecto pedagógico, a las Tecnologías en la Educación como un intento de
mediatización, es decir, de tecnificación de la reproducción, conservación, transmisión y
circulación de las culturas, sin un proyecto pedagógico explícito, sino con el mismo proyecto
(educación a prueba de maestros) pero encubierto bajo el ropaje de la modernización.
4
El sistema numérico arábigo funciona como un sistema ideográfico (un carácter = una cantidad). Pero si fuera
sólo eso entonces sólo serviría para representar diez unidades de contenido. En cambio, de ahí en adelante
funciona como un sistema digital compuesto por diez unidades discretas cuyas reglas combinatorias, o sea
oposiciones (diferencias) y posiciones (lugar en el texto) permiten construir unidades significativas de distinto
tamaño. Por ejemplo, 9999 no significa cuatro veces nueve sino una cantidad que depende de la posición de cada
unidad digital, de tal suerte que en una posición significa nueve mil, en otra nueve, y en conjunto mucho más que
treinta y seis.
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