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Introduccion:
Todos los días y durante todo el día estamos escuchando voces. La pregunta
que debemos realizarnos es: ¿Qué voces estas escuchando? ¿Qué voz estas
creyendo? Cuando se presenta la adversidad, enfermedad, o limitación - ¿Qué
voz escuchas?
La voz que escuches es la voz que te controla. La voz que escuches es la
voz que te ata o te libera. A la voz que le des más valor es la voz que te va a
controlar. (LAMINA 2)
Dios habla y las circunstancias adversas también. ¿A cuál voz estas escuchando?
¿Por qué se prolonga una prueba? Porque estamos escuchando a las voces
incorrectas.
“El éxito o el fracaso en tu vida, matrimonio, liderazgo estará determinado por la voz
que decidimos obedecer y creer” La buena noticia es que hoy Dios nos sigue
hablando. El éxito radica en escuchar la voz de Dios y obedecerla - no hay problema,
circunstancia o enemigo que no pueda caer.
Años después vemos los resultados: Un gigante de 3 metros y 200 kg con poder y
capacidad de paralizar y llevar al ejército de una nación al estancamiento y el temor.
“Tan pronto como las tropas israelitas lo vieron, comenzaron a huir espantados.
Los comentarios eran: ¿Ya vieron al gigante? cada día sale a desafiar a Israel
I Samuel 17. 24-25 Que zozobra nos indica este pasaje (LAMINA 4)
El rey Saúl quien a donde quiera que iba era un vencedor y Dios le había dado la
victoria en cada batalla ante los filisteos. Y era el principal guerrero de Israel no
quiso asumir este desafío de enfrentar al gigante ¿Por qué? Había dejado de
escuchar la voz de Dios. En una misión donde Dios le había indicado: “Debes
acabar con todo” El opto por quedarse con lo mejor del ganado - prefirió hacer caso
a su propia voz desobedeciendo. Las palabras del profeta Samuel fue ¿Por qué no
has oído la voz de Dios y te inclinaste a tomar el botín que no te correspondía?
Mientras Saúl escucho la voz de Dios – fue un rey exitoso, Dios estaba con él en
cualquier batalla. Sin embargo su obstinada dureza de corazón ante los llamados
de atención – llegaría el momento que Dios se apartó de él y no tenía paz ni
tranquilidad. Un corazón endurecido escucha su propia su voz, la de sus
intereses y no la de Dios limitándole en su accionar. (LAMINA 5)
Cuando todo parece perdido – Dios siempre obra porque Él tiene el control. Se
presentó el menor de 8 hermanos llamado David quien no le presto atención a las
voces del gigante y su intimidación. No le presto atención a las voces de desprecio
de su hermano mayor Eliab. No le presto atención a las voces de Saúl cuando le
indico “No podrás”. Una vez más retumbaron las voces del gigante en contra de él
burlándose y maldiciéndole; aun así prevaleció la voz de Dios en David.
“Por grande que sea el gigante contra el cual estamos batallando… él no es más
grande que Jesús” «Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, más yo
vengo contra ti en el nombre del SEÑOR Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de
Israel, a quien has desafiado. Hoy mismo el SEÑOR te entregará en mis manos; y
yo te venceré” (LAMINA 7)
El profeta Jeremías también se sintió desanimado por ver las circunstancias y la
actitud de las personas – él se quejó ante Dios con esta pregunta: ¿Por qué mi
dolor nunca termina? ¿Serás Dios como algo ilusorio – como aguas que no son
estables? La respuesta de Dios fue: “Si te conviertes o te vuelves a mí, Yo te
restaurare. Si quitas delante de ti todo aquello que me roba el 1er lugar. Si dejas
de andar de aquí para allá podrás escuchar mi voz… Pelearan contra ti, pero no te
vencerán; Porque Yo estoy contigo, para guardarte y defenderte, dice Jehová de
los ejércitos”
¿Qué voces hoy deben caer para que honres a Dios? Cuando tú levantas
las manos reconoces que te están rindiendo. No te rindas ante el gigante…
ríndete ante Dios…