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Apuntes para la reflexión por Borja Fernández, Bernardo Bibancos y Alejandro Córdova
Existe una maldición sobre los descendientes de Layo. El oráculo le dice a Layo que un día
va a tener un hijo y este hijo será su asesino y se casará con su mujer. En Edipo Rey, vemos
lo que sucede antes del tiempo de Antígona. Edipo, huyendo de su destino, solo termina de
cumplirlo. Cuando se entera de la verdad, Edipo se arranca los ojos.
Para Antígona, es más importante la ley divina (enterrar a los muertos) que la ley civil
(obedecer al mandato del rey). Esta es la esencia del conflicto en la tragedia de Sófocles.
Para que opere la tensión de dos fuerzas en pugna, es igual de necesario conocer a Creonte.
¿Quién dicta las leyes de los hombres y las mujeres? ¿Los dioses o los hombres? En un
pasaje, Antígona dice a Creonte: “...no pensaba que un mortal pudiera transgredir las leyes no
escritas de los Dioses. Éstas no son de hoy ni de ayer…”.
Pero, ¿por qué es tan importante enterrar a los muertos? En palabras de Slavoj Zizek en su
Antígona, “lejos de arrojarse en brazos de la muerte, de estar poseída por un extraño deseo de
morir o desaparecer, la Antígona de Sófocles insiste hasta el final en realizar un gesto
simbólico: enterrar a su hermano como es debido. Antígona, al igual que Hamlet, es el drama
de un ritual fallido simbólico (...) por ello, aunque su acto es suicida, lo que está en juego es
simbólico.”
El problema de un cadáver insepulto oscila entre lo divino (un alma en pena sin acceso al
reposo, un cuerpo contaminado moralmente) y lo político (de ahí la empatía que el pueblo
siente por Antígona, la mediación de Hemón a Creonte para salvarla). La demanda de
Antígona es puramente simbólica. La clave de la tensión es la obsesión que Creonte tiene por
el poder. Pero, ¿qué piensa Creonte del poder?
● Creonte y el poder
“No hay desgracia mayor que la anarquía”, dice Creonte a Hemón. Es interesante lo que nos
revela Creonte sobre el poder y la autoridad cada vez que defiende su pensar. “Pero, ¿es que
me van a decir los ciudadanos lo que he de ordenar? ¿He de gobernar esta tierra según otros o
según mi dictamen?”, dice Creonte más adelante.
“No puede, una ciudad, ser únicamente de un hombre”, contesta Hemón. “La ciudad se
lamenta por la suerte de esta joven que muere de mala muerte, como la más vil de todas las
mujeres, por obras que ha cumplido bien gloriosas”.
Mucho de la Antígona de Sófocles es sobre Creonte. La escena entre Creonte y Tiresias, por
ejemplo, pone en cuestión un profundo problema: “Nada de esto es de tu competencia”, le
dice Tiresias, “esto es violencia que tú haces”. Muy tarde, Creonte abre sus oídos e intenta
cambiar sus acciones, solo para constatar su enorme desdicha.
Cuando Antígona es llevada por dos esclavos de Creonte, con las manos atadas a la espalda,
condenada a muerte por sus acciones, el Corifeo le dice: “te marchas al antro de los muertos y
no porque mortal enfermedad te haya golpeado, ni porque tu suerte haya sido morir en
combate. Al contrario, por tu propia decisión, fiel a tus leyes, en vida y sola, desciendes entre
los muertos al Hades”.
Podemos, a partir de este pasaje, reflexionar sobre conceptos como la autonomía y la libertad
individual. Antígona decide por sí misma sin importar el costo que ello implique. Su
capacidad de decidir constituye toda su esencia. ¿No es esto lo verdaderamente
subversivo?
Para Jean-Paul Sartre, la tragedia de Sófocles tiene como motivo principal la libertad
humana. La tragedia “representa la voluntad al desnudo, una opción pura y libre”. Todo teatro
es una pugna de derechos, donde ambas partes suelen tener algo o mucho de razón.
Otro pasaje que confirma esta lectura es cuando Creonte encuentra a Hemón llorando a los
pies del cadáver de Antígona. Creonte descubre que Antígona se ha quitado la vida con sus
propias manos, lo que parece un mensaje muy claro: Antígona decide siempre, incluso el
momento de su propia muerte. Antes de cumplir la condena de Creonte, ella prefiere
suicidarse.