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Régimen Cambiario
Al respecto, la doctrina se ha referido a la moneda de cuenta como aquella que “se usa
para expresar el valor de las obligaciones y los precios. El dinero de cuenta surge con las
deudas donde el pago está diferido en el tiempo y listas de precios que ofrecen contratos
para la compraventa. (…) El dinero de cuenta es la unidad en la cual se representan los
valores de las cosas, pudiendo ser el dinero, en el sentido de pago, una cosa diferente en
el tiempo cuando el dinero de cuenta guarda su estabilidad en el tiempo”[1]. Mientras que
la moneda de pago es entendida como el medio que se usa para pagar una deuda[2].
Cuando en una obligación la moneda se fija como moneda de cuenta, ella fija el quantum de
la obligación en una moneda extranjera[3], ya que se pretende que la moneda de cuenta
funcione como una fórmula de reajuste o estabilización de la obligación pecuniaria frente a
eventuales variaciones del valor interno de la moneda de curso legal. Es decir, que se
establece para el deudor una obligación alternativa, en la cual puede liberar entregando la
moneda extranjera o su equivalente en moneda de curso[4].
Sin embargo, cuando la moneda extranjera se establece como moneda de pago, el deudor,
sujeto a las normas de control de cambio de su domicilio, sólo se libera entregando la suma
en moneda extranjera, por lo que, en estos casos, el deudor no se libera entregando el
equivalente en moneda de curso legal.
Por lo tanto, pudiera afirmarse que en Venezuela las obligaciones expresadas en moneda
extranjera se presumen, salvo convenio en contrario, como obligaciones en moneda de
cuenta. Así lo establece el artículo 128 de la Ley del Banco Central de Venezuela[5], cuya
regla general es que en toda obligación estipulada en moneda extranjera, ésta última se ha
de considerar como moneda de cuenta o de cálculo, con lo que el deudor tiene la posibilidad
de librarse a través del pago del equivalente en bolívares del monto indicado en moneda
extranjera, calculado dicho equivalente a la tasa de cambio existente para el momento del
pago. De ese modo, el deudor siempre se libera entregando a su acreedor el equivalente
de la moneda extranjera, en moneda de curso legal para la fecha del pago.
En un sentido similar, el artículo 449 del Código de Comercio[6] establece que “siempre que
se estipule que una letra de cambio ha de ser pagada en una clase de moneda que no
tenga curso en el lugar de pago, la cantidad de la misma puede ser pagada teniendo en
cuenta su valor el día en que el pago sea exigible, en la moneda del país (moneda de curso
legal en el lugar de pago) a menos que el librador haya estipulado que el pago deberá
realizarse en la moneda indicada (cláusula de pago efectivo en moneda extranjera)” Por lo
que, el ordenamiento jurídico parece adoptar la denominada regla del lugar del pago, la
cual se extiende a permitir que el deudor escoja entre pagar la obligación en moneda
extranjera o en la moneda de curso legal del lugar de pago.
Así, incluso lo reconocen los Principios de Unidroit[7]. En concreto, el artículo 6.1.9, de los
referidos Principios establece lo siguiente:
(1) Si una obligación dineraria es expresada en una moneda diferente a la del lugar del
pago, éste puede efectuarse en la moneda de dicho lugar, a menos que:
(b) las partes hayan convenido que el pago debería efectuarse sólo en la moneda en la
cual la obligación dineraria ha sido expresada.
Ahora bien, si las partes han pactado expresamente una obligación en moneda extranjera
es preciso estudiar si es posible realizar el pago de la obligación en una moneda distinta a
la moneda de curso legal, en virtud del control de cambios que rige en Venezuela.
El control de cambios es, en un sentido amplio, toda norma jurídica dirigida a restringir o
regular el acceso de un sujeto a los mercados internacionales de divisas, por razón de su
nacionalidad o de su domicilio. Los sistemas de control de cambios, a veces, igualmente
establecen restricciones en la libre negociación de la moneda del país. Usualmente, bajo
los sistemas de control de cambios absolutos, los nacionales de un país no tienen la libertad
de contratar en moneda extranjera y la tenencia de la moneda extranjera está restringida[9].
Sin embargo, el artículo 128 de la Ley del Banco Central de Venezuela establece que “Los
pagos estipulados en monedas extranjeras se cancelan, salvo convención especial, con
la entrega de lo equivalente en moneda de curso legal, al tipo de cambio corriente en el
lugar de la fecha de pago” (énfasis añadido). Es decir, que de conformidad con lo previsto
en la referida norma, existe la posibilidad de pactar obligaciones en moneda extranjera, por
lo que, puede afirmarse que no existe un control de cambios estricto que obligue el curso
forzoso del bolívar. Bajo el sistema de control de cambios venezolano, es posible que los
residentes en Venezuela conserven cuentas en el extranjero, o sea, no es imposible, la
tenencia de moneda extranjera.
Así incluso lo sostuvo la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, al señalar
que “se considera que la inserción de las políticas cambiarias no invalidó las contrataciones
pactadas en moneda extranjera pagaderas dentro del territorio de la República, sino que
modificó su cumplimiento”[10]. Por lo que afirmó que “en Venezuela no está expresamente
prohibida la celebración de pactos cuyo cumplimiento, sea estipulado en moneda
extranjera, siempre y cuando los mismos se adapten al marco cambiario existente”.
Si la obligación es pactada para ser pagada en moneda extranjera como moneda de cuenta
dentro del territorio venezolano, el deudor podría –en teoría- pagar la obligación (i) en la
moneda extranjera; o (ii) en la moneda de curso legal, utilizando la tasa de cambio oficial
para la fecha de pago.
En ese sentido, no existe una prohibición genera que impida prever el cumplimiento de la
obligación en moneda extranjera, toda vez que la ley le permite al deudor pagar el
equivalente con la moneda de curso legal.
Ahora bien, con relación al cumplimiento de la obligación con el pago en moneda extranjera,
el artículo 8 de la Ley del Régimen Cambiario y sus Ilícitos[11] establece que la compra y
venta de divisas se realiza “a través de los mecanismosadministrados por las autoridades
competentes del régimen de administración de divisas, a los que se refiere el artículo 6 del
presente Decreto Ley, se realizará en los términos y condiciones que prevean las
Convenios Cambiarios que rijan dichos mecanismos y demás normativas dictadas en
desarrollo de aquéllos y en las Convocatorias respectivas” (énfasis añadido).
Es decir, que de conformidad con la precitada norma si bien la tenencia de divisas no está
prohibida, la compra y venta de la misma está restringida a ser realizada mediante los
mecanismos de control dictados por el Ejecutivo Nacional.
De ese modo, el Convenio Cambiario Nro. 27[12] (en lo sucesivo “Convenio Cambiario”),
estableció las Normas para operaciones en divisas realizadas a través del SICAD II, para
realizar operaciones de compra y venta, en moneda nacional, de divisas en efectivo así
como de títulos valores denominados en moneda extranjera, emitidos por la República, sus
entes descentralizados o por cualquier otro ente, público o privado, nacional o extranjero,
que estén inscritos y tengan cotización en los mercados internacionales.
Por lo que, conforme a lo previsto en la Resolución, si bien resulta posible que el deudor
adquiera divisa dentro del territorio venezolano, el particular sólo podría movilizar las divisas
a cuentas en el exterior y no podría acceder a divisas líquidas dentro del territorio
venezolano.
En consecuencia, podría afirmarse que una obligación puede ser pactada en moneda
extranjera como moneda de pago cuando sea convenido su cumplimiento fuera del territorio
venezolano; mientras que si la obligación se ha convenido para ser cumplida dentro del
territorio venezolano, vista la imposibilidad de realizar pagos en divisas, necesariamente la
moneda extranjera debiera ser pactada como moneda de cuenta.
Por otra parte, resulta importante señalar algunas limitaciones que prevé el ordenamiento
jurídico para pactar obligaciones en moneda extranjera.
Por otra parte, debemos destacar que el artículo 53 de la Ley para la Defensa de las
Personas en el Acceso a los Bienes y Servicios (Ley DEPABIS)[16] establecía la obligación
de indicar el precio de los bienes y servicios en moneda de curso legal. No obstante, el
referido instrumento legal quedó derogado por la Ley Orgánica de Precios Justos[17], y no
establece ninguna obligación de indicar los precios de los bienes y servicios en bolívares.
[1] RODNER, James-Otis. El Dinero. Obligaciones de dinero y de valor, la inflación y la deuda en moneda
extranjera. Academia de Ciencias Políticas y Sociales. Caracas. 2005, p. 77.
[3] RODNER, James-Otis. Las Obligaciones en Moneda Extranjera.1ª Edición, Caracas, 1983,
Editorial Sucre.
[4] GIRAL PIMENTEL, José Alfredo. Ley contra los ilícitos cambiarios y contratos en moneda extranjera. El
Nacional, 2006, p. 21.
http://www.unidroit.org/spanish/principles/contracts/principles2010/blackletter2010-spanish.pdf
[8] Sentencia de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, del 6 de agosto de 2012.
Exp. AA20-C-2012-000134 (Caso: SMITH INTERNATIONAL DE VENEZUELA C.A. vs PESCA BARINAS
C.A.).
[10] Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, del 2 de noviembre de 2011. Exp.
09-1380 (Caso: MOTORES VENEZOLANOS, C.A. (MOTORVENCA).
[11] Publicada en la Gaceta Oficial Nro. 6.126 Extraordinario del 19 de febrero de 2014.
[18] Sentencia de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, del 6 de agosto de 2012.
Exp. Nro. AA20-C-2012-000134 (Caso: SMITH INTERNATIONAL DE VENEZUELA C.A. vs PESCA
BARINAS C.A.)