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Pero, ¿acaso es posible educar al hombre? Claro que es posible educar al hombre
y no solo por la posibilidad que este tiene de ser educado, sino que adicional a ello,
por la obligación que como hombre posee: “El hombre es la única criatura que tiene
que ser educada” (Kant, p. 27). El hombre a través de la historia ha buscado
respuestas en cuanto a su origen y su punto de destino: Para cumplir tales
expectativas es deber del hombre ser educado. Pero, no solamente el hombre es
hombre del deber ser. Complementario a ello, al no definirse, explícitamente, como
un ser moral, ni como un ser de principios por sí mismo, requiere ser educado en la
cultura y en la historia en la que ha sido arrojado. Y especialmente, debe ser
educado en el estudio de la moral, pues la “…moral es aquella por la que el hombre
tiene que ser formado para que pueda vivir como un ser que actúa libremente” (Kant,
p. 50) Si se consigue esto, se puede afirmar rápidamente que si es posible enseñar
en la libertad. Esta educación en la moralidad es posible si, y solo si, se forma al
hombre en principios.
Para que este educar en la libertad sea posible “La educación y la instrucción no
tienen que ser meramente mecánicas, sino basarse en principios” (Kant, p. 43). El
hombre tiene la posibilidad de ser educado en la libertad e independencia, pero para
ello tendrá que evitar los vicios, pues “Hasta los más bellos talentos sucumben en
quien se abandona a las distracciones” (Kant, 80).
Ahora bien, una vez dicho que el hombre puede ser formado en cuanto a la libertad,
cabe preguntar qué es la libertad. Grosso modo, entiendo la libertad como una
condición de vida del ser humano; y al ser una condición de vida, me surge el
interrogante de si esta puede ser enseñada. Porque siendo ésta, una condición de
vida, no lograría conseguir ser enseñada. Radicalmente podría decir que o se nace
libre o se nace esclavo. Si lo planteo así, pareciera que la libertad no se enseña,
sino que se consigue como fruto de inmersión en la historia y la cultura. Porque
dentro de esa condición, nuestra humanidad es el producto de una serie de
circunstancias que tienen su eje central en el encuentro entre seres humanos: en el
entorno natural, la familia, la escuela, el estado, la iglesia, etc. En esos diferentes
escenarios, la escuela tiene un papel fundamental; pues, como dijera Pierre
Bourdieu, la escuela es el lugar privilegiado de la consagración de la cultura legitima.
La educación es así, pues, una acción intrínseca al ser humano. Todo ser humano
necesita del otro para poder acceder a la cultura. Y como lo afirmará Kant, en “la
pedagogía práctica o moral su estudio es relativo al comportamiento y trata tanto la
libertad como la manera en que ésta se obtiene como adquisición cultural” Todo
esto hace que cada quien viva conforme a sí mismo y no conforme a lo que el otro
desea que se haga. Bajo este panorama resulta complejo enseñar la libertad. Hasta
aquí, es claro, que solo se podría enseñar aquello que pensamos es la libertad, mas
no la libertad misma.
Pero el hombre tiene por naturaleza una inclinación tan grande a la libertad que, una
vez que durante un tiempo se ha acostumbrado a ella, lo sacrifica todo.
Precisamente por ello, pues, como se ha dicho, la disciplina tiene que ser aplicada
muy pronto (p, 29).
Al hombre “…se le impone una coacción que lo lleva al uso de su propia libertad,
que se lo cultiva para que alguna vez pueda ser libre, es decir, para que no tenga
que depender del cuidado de otros” (Kant, p. 48). El acto de disciplinar tiene, por su
misma índole un carácter negativo. Con ella lo que se busca es evitar que la
inclinación desmedida que tenemos hacia el uso de la libertad (nuestro egoísmo) se
mantenga dentro de los límites de la razón y la práctica de lo bueno. Sin embargo,
la limitación, a esa inclinación desmesurada, impide que se pueda enseñar la
libertad misma. Si no se puede hacer uso, de todas las respuestas que surgen de
los estímulos que me llegan, simplemente no se está disfrutando de la libertad en si
misma y lo único es que se hace es disfrutar de un concepto de libertad acuñado
por la disciplina.
Entonces cabe, citar nuevamente, la siguiente frase de Kant: “Pero el hombre tiene
por naturaleza una inclinación tan grande a la libertad que, una vez que durante un
tiempo se ha acostumbrado a ella, lo sacrifica todo” (Kant, p. 29). Ello me lleva a
pensar que la única manera en la que se puede enseñar la libertad, como condición
humana, es sacrificándolo todo. Sacrificando la instrucción, sacrificando la
disciplina, sacrificando el volverse un sujeto moral, sacrificando todas las
características que se pueden conseguir en la educación mediante el encuentro con
el otro.
Una vez dicho todo lo anterior, me pregunto: ¿se puede enseñar la libertad?, A lo
que diré que no. La libertad es una condición natural. La formación, mediante la
educación, evita que esa condición se mantenga intacta. Mediante la educación se
le enseña al hombre a administrar la libertad en lo que se cree es correcto. Mediante
la educación el hombre se forma como un ser moral y un ser de principios. Sin la
educación el hombre es un ser completamente libre, pero en ese estado de libertad,
lo más inmediato que puede garantizarse, a sí mismo, es su aniquilación.
Bibliografía.
Kant, I. Sobre la Pedagogía. Traducción y nota preliminar por Oscar Caeiro.
Editorial Universidad Nacional de Córdoba: Grupo editorial Encuentro,
Argentina.
Rousseau, J. J. Emilio o la Educación. Editorial Universo, S. A. Lima. 1970.