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Mujer ¿quién decide por ti?

Según la OMS Organización Mundial de la Salud, el aborto es la interrupción de un


embarazo, esta interrupción puede ser acuñada a causas de índole tanto natural
como intencional; sin embargo, el procedimiento para llevar a cabo dicha práctica
debe ser especializado y además riguroso, pues las complicaciones de un aborto
peligroso afirma la OMS pueden ser perjudiciales para el cuerpo de la mujer en
cuestión, llegando incluso a costarle su vida, debido a que la intervención
clandestina puede darse en condiciones médicas mínimas o practicada por
personas que carecen de la preparación necesaria o el entorno no es el adecuado
para llevar a cabo esta práctica.
El tema del derecho a la vida se ha vuelto objeto de discusión en ámbitos globales,
la controversia reside en que son millones de personas en defensa de la vida que
se encuentra en gestación, guiados no sólo por el impulso humanista o moralista de
la conservación de la vida, sino también por las costumbres que se han establecido
a lo largo de la historia, bien sea desde la creencia religiosa o desde el ámbito
ideológico que supone una postura conservadora, sin tomar en cuenta por tanto, la
decisión de magnitud significativa del cuerpo de la mujer; marginando y renegando
a las mujeres que atraviesan por esta situación, al olvido por parte del estado que
desconoce la autonomía sobre su cuerpo,​el vacío jurídico para esta situación es
clara muestra del obsoletismo de su normativa, llena de ambivalencias, y dónde
como una paradoja entonces, se valida o no el aborto según la postura de quien lo
discuta. Mario Rubio “El mito de los 400 mil abortos en Colombia” atribuye en su
estudio que esta preocupación cultural por negar el aborto es la culpable de que las
cifras acerca de la clandestinidad del asunto no puedan ser esclarecidas, como
menciona posteriormente "tener cifras específicas de cuántos abortos se practican
en Bogotá resulta casi imposible [...] no se sabe qué tipo de aborto es provocado o
no [...] [los datos] no son confiables por tratarse de un práctica ilegal" El mito de los
400 mil abortos en Colombia​ .​Mauricio Rubio
Mientras muchos abogan por el respeto al derecho de la vida, y además en defensa
del valor ético desde la excusabilidad del ser humano en camino, quien es libre de
toda aquella causa que lo haya engendrado. No obstante, coexisten frente a este
modelo de primacía de vida, un modelo de respeto en decisión de la mujer, quien
está en la total libertad de elegir de qué manera vivir su sexualidad y todo aquello
que contraiga consecuencias directas frente a la misma, en la teoría, el concepto de
aborto atraviesa las fronteras que lo limitan a ser únicamente la interrupción del
embarazo, porque además debe asegurar a la mujer la protección de su vida, si este
embarazo la pone en peligro de muerte, o una enfermedad grave o permanente,
esta debe entenderse como uno de los argumentos válidos para apoyar de manera
clara, consistente y concreta el aborto como práctica legalizada en un marco
institucional desde la salud mundial, otro de los argumentos para fundamentar el
apoyo del aborto nos invita a tomar conciencia frente a situaciones en las que la
mujer se vea afectada sentimentalmente, es decir, que el embarazo que está
llevandose a cabo en su cuerpo es producto de la violencia o violación que sufrió en
un momento dado, respecto a ello, cabe aclarar que negar el derecho al libre
albedrío de aquella mujer en condiciones de reconstruccion de vida es inhumano,
este y muchos otros casos en los que el aborto debe darse de manera autónoma en
la decisión femenina estipulada desde la emocionalidad y características de cada
una de ellas.
En términos Jurisprudenciales bajo el Título II, Capítulo I, de la Constitución Política
de Colombia, se encuentran consagrados los derechos fundamentales, los cuales
son inalienables independiente de cualquier posible factor incidente; en el Artículo
11 se establece “El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte.”
siendo este punto tal vez el más controvertido de la discusión que termina reducida
entonces hacia qué vida merece más que la otra ser conservada y respetada;
remitiéndose de forma textual la constitución alude a un principio de respeto a la
vida bajo cualquier circunstancia, y cuando menciona “no habrá pena de muerte”,
entonces sugiere a un sujeto en calidad o autonomía para actuar, dónde no será
alienado su derecho incluso si este transgredieron la ley; es claro pensar que la
constitución misma, al sugerir la segunda observación clarifica las facultades que
posee el sujeto a quién será garantizado el derecho; y no significa entonces
regresar a la discusión sobre qué vida llega a pesar más que otra; pero sí un
llamado a la conciencia objetiva donde se deje atrás las decisiones por
suposiciones, de proyecciones manchadas del sentimiento individual entorno a lo
que representa el futuro del feto, y se consideren variables desde la individualidad
hasta la trascendentalidad, que tiene esta decisión nacionalmente; tales como el
índice de mortalidad, en términos económicos cuánto le llega a costar a Colombia,
desde la vida útil de cada mujer que perece en precarias situaciones de aborto,
hasta parte del presupuesto de la cartera para ejercer un control acerca de la
clandestinidad; se trata entonces de realizar juicios basados en la premisa de sujeto
que establece la constitución.
¿Puede alguien decidir, quién ve o no las estrellas del firmamento?

Para responder a la pregunta, es necesario afirmar que ninguna vida en el marco de


las humanidades vale más que otra, y es por ello que ante el respeto por una vida
no se encuentra latente, sino más bien en su proceso de desarrollo prima el
bienestar de quien lo concibe, ya sea por la réplica de un embarazo dudoso, hasta
la réplica por un embarazo gestado en la violencia o enramado en la pobreza del
sistema, que nos consume a todos dia a dia, haciendonos cada vez más
dependientes del capital. y replicando una u otra forma el paupérrimo contexto por el
que atraviesa la mayoría de mujeres en esta situación; entonces para dar respuesta
a la disyuntiva planteada, decidir a favor del futuro en términos de suposición de lo
que será la vida del feto y lo que esté llegue o no a hacer, no es más que dejar en
manos del devenir las vidas en peligro de todas y cada una de esas mujeres, cuyas
vidas que ya están (sin determinar condiciones) estructuradas, ya existentes; esto
sería sin más continuar una condena perpetua.

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