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14/7/2014

Fallo : 4.064-06.-
cinco de septiembre de dos mil seis.
Segunda Sala

MATERIAS:

- DELITO DE HOMICIDIO SIMPLE; VÍCTIMA FALLECIÓ COMO CONSECUENCIA DE


ACCIÓN TÍPICA Y ANTIJURÍDICA DE UN TERCERO.-
- REQUISITOS DE EXIMENTE DE RESPONSABILIDAD DE LEGÍTIMA DEFENSA.-
- AGRESIÓN ILEGÍTIMA QUE FUNDA EXIMENTE DE LEGÍTIMA DEFENSA DEBE
SER ACTUAL E INMINENTE.-
- REQUISITO DE NECESIDAD RACIONAL DEL MEDIO EMPLEADO PARA REPELER
AGRESIÓN, NO CONFIGURADO ATENDIDO QUE SENTENCIADO EXCEDIÓ DEFENSA
FRENTE A AGRESIÓN DE VÍCTIMA.-
- IMPOSIBILIDAD DE FUNDAR RECURSO DE CASACIÓN DE FONDO EN NORMA QUE
ESTABLECE UNA FACULTAD DISCRECIONAL PARA JUECES DE FONDO PARA
DETERMINAR QUANTUM FINAL DE LA PENA.-

RECURSOS:

RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO CRIMINAL (INADMISIBLE).-

TEXTOS LEGALES:

CÓDIGO PENAL, ARTÍCULOS 10 Nº 4, 73 Y 391 Nº 2.-


CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO PENAL, ARTÍCULO 535.-
CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL, ARTÍCULOS 767 Y 782.-

JURISPRUDENCIA:

"Que tales hechos, como lo señaló la juez a quo, configuran el delito de homicidio de...
contemplado en el artículo 391 Nº 2 del Código Penal, por cuanto demuestran que la víctima falleció
como consecuencia de la acción típica y antijurídica de un tercero." (Corte de Apelaciones de
Concepción. Considerando 3º).

"Que de acuerdo con lo estatuido en el artículo 10 Nº 4 del Código Penal, para la procedencia de
la eximente en cuestión se requiere que concurran los siguientes requisitos: a) Agresión ilegítima; b)
Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla; y c) Falta de provocación
suficiente por parte del que se defiende." (Corte de Apelaciones de Concepción. Considerando 5º).

"Que, por lo tanto, debe rechazarse la solicitud de la defensa del encausado de absolución de los
cargos que se le formularon en la acusación fiscal y particular, fundada en que concurriría en su favor
la eximente de legítima defensa propia, pero como en este caso se da el mayor número de requisitos
de la eximente se acogerá la atenuante especial contemplada en el artículo 73 del Código Penal, que
faculta al tribunal para rebajar la pena asignada por la ley al delito hasta en tres grados." (Corte de
Apelaciones de Concepción. Considerando 9º).

"Que es improcedente absolver al acusado del cargo de ser autor del delito de homicidio
calificado que se le imputó en la acusación particular del querellante, como lo resolvió la juez de
primer grado, por cuanto todas las figuras de homicidio tienen como núcleo fundamental o esquema
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rector el "matar a otro", supuesto a partir del cual el legislador ha elaborado las diversas hipótesis
constitutivas de las diferentes figuras penales que ha considerado del caso castigar con mayor o
menor rigurosidad.

Por eso resulta del todo incongruente condenar y al mismo tiempo absolver a un imputado por un
tipo de delito que es común a las figuras de homicidio simple y de homicidio calificado,
diferenciándose una de la otra sólo por determinadas características que son propias de cada figura. Y
así el homicidio calificado sigue siendo siempre homicidio de una persona, constituyendo el primero
únicamente una figura más agravada del delito de homicidio base, si así pudiera decirse." (Corte de
Apelaciones de Concepción. Considerando 10º).

"Que tal como ha sido interpuesto el recurso no puede ser acogido a tramitación desde que alega
la infracción de una norma que establece una facultad discrecional para los jueces del fondo en
cuanto a determinar el quantum final de la pena. En efecto, señala esa norma que "dentro de los
límites de cada grado el tribunal determinará la cuantía de la pena en atención al número y entidad de
las circunstancias atenuantes y agravantes y a la mayor o menor extensión del mal producido por el
delito", sin que se pueda estimar que se comete error de derecho al aplicar la pena conforme a lo que
ordena esa disposición, por ser una facultad discrecional." (Corte Suprema. Considerando 3º).

MINISTROS:

Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Alberto Chaigneau del C.,
Nibaldo Segura P., Jaime Rodríguez E., y los abogados integrantes Sres. Fernando Castro A. y
Carlos Künsemüller L.

TEXTOS COMPLETOS:

SENTENCIA DE LA CORTE DE APELACIONES:

Concepción, diecinueve de julio de dos mil seis.

Visto:

Se eliminan los considerandos sexto, octavo, noveno y el párrafo final del motivo duodécimo de
la sentencia en alzada. Y se tiene en su lugar y, además, presente:

1) Que, como lo estableció la sentenciadora de primer grado en el raciocinio segundo de la


sentencia que se revisa, el día 6 de enero de 2003, pasada la medianoche, Ricardo Lalanne Lamilla y
Walter Cárdenas Muñoz, de 16 años, se trenzaron en pelea, y al intervenir Nelson Pinto Muñoz
increpando al primero, el menor aprovechó para huir a su casa, para regresar instantes más tarde
armado con un cuchillo y una escopeta hechiza (fundamento octavo); ante ello Lalanne Lamilla se
refugió en un rincón oscuro del primer piso del edificio existente en el lugar, y en los momentos que
Walter Cárdenas corría hacia él, salió a su encuentro y ambos se trenzaron en un forcejeo, en el curso
del cual Lalanne Lamilla le enterró la hoja de un cortaplumas en el abdomen, huyendo herido el
menor en dirección a su casa, siendo posteriormente trasladado al Hospital Las Higueras, donde
falleció a las 03:00 horas, constituyendo la causa precisa y necesaria de su muerte una herida
penetrante abdominal complicada.

2) Que el procesado Lalanne Lamilla en sus declaraciones de fs. 9, 19, 63 y 106, sintetizadas en
el fundamento cuarto de la sentencia en estudio, reconoció haber lesionado con arma blanca a la
víctima, alegando que ello ocurrió cuando vio que ésta corría hacia él con algo entre sus manos, por
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lo que reaccionó apuñalándola, huyendo enseguida hasta el departamento de un vecino porque se dio
cuenta que querían lincharlo; hizo presente que poco antes había tenido una pelea con el menor,
quien al verse perdido arrancó a su casa.

3) Que tales hechos, como lo señaló la juez a quo, configuran el delito de homicidio de Walter
Cárdenas Muñoz contemplado en el artículo 391 Nº 2 del Código Penal, por cuanto demuestran que
la víctima falleció como consecuencia de la acción típica y antijurídica de un tercero.

4) Que si bien el acusado se encuentra confeso de su participación de autor en el homicidio de


Walter Cárdenas Muñoz, su defensor invocó en su beneficio la eximente de responsabilidad penal
contemplada en el artículo 10 Nº 4 del Código Penal, de obrar en legítima defensa de su persona, la
cual fundó señalando que al pretender el menor atacar a su representado con una escopeta hechiza y
un cuchillo, luego de que poco antes ambos sostuvieran una pelea sin mayores consecuencias, este
último, al herir a aquél con un arma blanca, no hizo más que reaccionar en defensa de su persona. Por
ello solicitó se le absolviera de los cargos que se le formularon en la acusación fiscal y particular.

5) Que de acuerdo con lo estatuido en el artículo 10 Nº 4 del Código Penal, para la procedencia
de la eximente en cuestión se requiere que concurran los siguientes requisitos: a) Agresión ilegítima;
b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla; y c) Falta de provocación
suficiente por parte del que se defiende.

6) Que en cuanto a la agresión ilegítima, ésta debe ser actual o inminente, y si bien esta exigencia
no se encuentra expresamente formulada en el texto legal, se desprende de la naturaleza misma de la
eximente y del requisito que se refiere a la necesidad racional del medio empleado para impedirla o
repelerla, pues se repele lo actual y se impide lo futuro, siempre que sea inminente.

En el caso de autos, los testigos Luis Ortega Villalobos, Juan Cruces Martínez y María Neira
Vera en forma conteste afirmaron haber visto que el menor, que poco antes había sostenido una pelea
con Ricardo Lalanne, corría armado con una escopeta hechiza y un cuchillo a la siga de éste último,
quien al verlo fue a esconderse bajo uno de los techos existentes a la entrada de los departamentos del
primer piso de los edificios del sector, y cuando el menor llegaba al lugar le salió en forma sorpresiva
al encuentro y se pusieron a forcejear, presenciando luego que el joven se tomó con sus manos el
vientre y se fue del lugar.

Esta prueba no ha sido desvirtuada por prueba en contrario, y si bien el testigo Nelson Pinto
Muñoz en ningún momento refirió que el menor llevara armas en sus manos cuando corría detrás de
Ricardo Lalanne, su testimonio se encuentra en contradicción con el de los tres testigos antes
mencionados, mayores en número y que parecen decir la verdad. Es cierto también que se ignora qué
pasó con la escopeta hechiza, pues ninguna se recuperó, pero debe considerarse que detrás del menor
llegaron sus padres y se juntaron otros vecinos para aprehender al acusado, así que es muy plausible
que alguno de ellos la haya tomado y escondido. Obviamente los padres de la víctima no podían
reconocer que su hijo portaba esas armas.

Es explicable que el menor volviera armado con escopeta hechiza y cuchilla para agredir y cobrar
revancha al enjuiciado por los golpes recibidos en la pelea anterior, pues de otro modo le habría
resultado imposible enfrentarlo, por encontrarse en inferioridad de condiciones físicas, como había
quedado demostrado poco antes.

Aunque no fue encontrada la escopeta hechiza, lo fue en el sitio del suceso, en cambio, un
cuchillo, que de acuerdo al informe policial de fs. 7 presentaba manchas que, al parecer, eran de
sangre, arma cuya propiedad no fue establecida; sin embargo, plausiblemente debió pertenecer a la
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víctima, justificándose las manchas de sangre que presentaba por haberse probablemente llevado la
mano (que portaba el cuchillo) a la zona en que recibió la herida.

Por todo lo dicho, debe tenerse por acreditado el primer requisito de la eximente alegada en favor
del procesado.

7) Que respecto del segundo requisito, esto es, de necesidad racional del medio empleado para
impedir o repeler la agresión, cabe señalar que éste no puede estimarse concurrente en este caso. En
efecto, según el certificado de nacimiento corriente a fs. 47 la víctima tenía poco más de 16 años de
edad a la fecha de su deceso, y según el informe de autopsia de fs. 22 medía 1,58 metros de estatura y
tenía un peso de 65 kilos.

Aunque no existe en el proceso un registro de su peso corporal, el enjuiciado Ricardo Lalanne


Lamilla tenía a la fecha de los hechos 37 años de edad, según extracto de filiación de fs. 56, por lo
que debe suponerse que tenía mayor corpulencia y peso que el menor. Además, debe tenerse presente
que este último se encontraba bajo la influencia del alcohol, dado que, según da cuenta el protocolo
de autopsia, su alcoholemia arrojó 0,71 gramos de alcohol por mil de sangre, y considerando que
falleció más de dos horas después de ser herido, técnicamente en el momento de ser lesionado tenía
una alcoholemia de a lo menos 0,91 gramos por mil (sabido es que por cada hora el organismo
elimina 0,10 gramos por mil), es indudable que la víctima se encontraba con sus facultades físicas
disminuidas.

En tales circunstancias, y considerando que el encartado pudo abalanzarse sorpresivamente sobre


el menor para forcejear con éste (el forcejeo ocupa cierto espacio de tiempo), debe admitirse que
estuvo en condiciones, por su mayor envergadura física, peso y experiencia, de reducirlo y evitar que
lo agrediera sin necesidad de emplear la cortaplumas que utilizó, pues, a juzgar como ocurrieron los
hechos la víctima no tuvo ocasión de hacer uso de la cuchilla y menos de la escopeta hechiza, arma
esta última que, como se sabe, por ser de fabricación artesanal muy rudimentaria debe ser accionada
con las dos manos.

En consecuencia, no cabe aquí más que concluir que en el caso subjudice existió de parte del
enjuiciado un exceso en la defensa frente a la agresión de que fue objeto por parte de la víctima.

8) Que, en relación al último requisito, de falta de provocación suficiente por parte del que se
defiende, esta Corte lo estima concurrente, dado que aunque el procesado Lalanne y el menor Walter
Cárdenas sostuvieron momentos antes una pelea, no resultaron mayores consecuencias para él por la
intervención de un tercero. Además, transcurrió cierto espacio de tiempo entre ese incidente y el
momento en que la víctima regresó armada, de suerte que la reacción de ésta debe verse más bien
como una actitud de venganza frente a los golpes recibidos momentos antes, que como modo de
responder a una provocación inmediata del enjuiciado.

Por otra parte, es necesario considerar que la provocación debe tener como objetivo buscar la
reacción de la víctima y de esta manera herirla impunemente invocando la legítima defensa, lo que
no se ve que haya sucedido en este caso, primero, porque la supuesta provocación no habría sido
coetánea o inmediata, y, enseguida, porque fue el menor armado el que siguió al enjuiciado cuando
éste se dirigía al edificio en que vivía, lo que demuestra que de parte de este último no existía ánimo
de tener un nuevo enfrentamiento con aquél.

9) Que, por lo tanto, debe rechazarse la solicitud de la defensa del encausado de absolución de los
cargos que se le formularon en la acusación fiscal y particular, fundada en que concurriría en su favor
la eximente de legítima defensa propia, pero como en este caso se da el mayor número de requisitos
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de la eximente se acogerá la atenuante especial contemplada en el artículo 73 del Código Penal, que
faculta al tribunal para rebajar la pena asignada por la ley al delito hasta en tres grados.

10) Que es improcedente absolver al acusado del cargo de ser autor del delito de homicidio
calificado que se le imputó en la acusación particular del querellante, como lo resolvió la juez de
primer grado, por cuanto todas las figuras de homicidio tienen como núcleo fundamental o esquema
rector el "matar a otro", supuesto a partir del cual el legislador ha elaborado las diversas hipótesis
constitutivas de las diferentes figuras penales que ha considerado del caso castigar con mayor o
menor rigurosidad.

Por eso resulta del todo incongruente condenar y al mismo tiempo absolver a un imputado por un
tipo de delito que es común a las figuras de homicidio simple y de homicidio calificado,
diferenciándose una de la otra sólo por determinadas características que son propias de cada figura. Y
así el homicidio calificado sigue siendo siempre homicidio de una persona, constituyendo el primero
únicamente una figura más agravada del delito de homicidio base, si así pudiera decirse.

11) Que en la forma expuesta esta Corte se ha hecho cargo del informe de la Fiscalía Judicial, que
fue de parecer de confirmar sin modificaciones la sentencia de primer grado.

Por estos fundamentos, citas legales y lo dispuesto en el artículo 514 del Código de
Procedimiento Penal, se confirma la sentencia de veintiuno de julio de dos mil cuatro, escrita de fs.
176 a 186, con declaración que se reduce a tres años de presidio menor en su grado medio, la pena
que se impone a Ricardo Enrique Lalanne Lamilla como autor del delito de homicidio simple de
Walter Cárdenas Muñoz, sustituyéndose las accesorias aplicadas por la de suspensión de cargo u
oficio público durante el tiempo de la condena, más pago de las costas de la causa.

Se deja sin efecto, por improcedente, la decisión III de dicha sentencia, que absolvió al procesado
del cargo de ser autor del delito de homicidio calificado de Cárdenas Muñoz.

Se le otorga al sentenciado el beneficio de reclusión nocturna por todo el tiempo de duración de la


pena inicialmente impuesta, computándose una noche por cada día de privación de libertad,
sirviéndole de abono el tiempo reconocido por la sentencia de primer grado.

Regístrese y devuélvase.

Redacción del Ministro don Eliseo Antonio Araya Araya.

Rol Nº 4.890-2004.-

SENTENCIA DE LA CORTE SUPREMA:

Santiago, cinco de septiembre de dos mil seis.

Vistos y teniendo presente:

1º Que en la causa rol nº 29.877, del Primer Juzgado del Crimen de Talcahuano, se ha
interpuesto un recurso de casación en el fondo en contra de la sentencia de segunda instancia que
confirmó con declaración la de primera, condenado a Ricardo Enrique Lalame Lamilla, a la pena de
tres años de presido menor en su grado medio, accesorias legales y las costas de la causa, como autor
del delito de homicidio, hecho perpetrado el 06 de enero de 2003.

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2º Que la defensa del sentenciado funda el recurso en la causal primera del artículo 546 del
Código de Procedimiento Penal, esto es, "en que la sentencia, aunque califique el delito con arreglo a
la ley, imponga al delincuente una pena más o menos grave que la designada en ella, cometiendo
error de derecho, ya sea al determinar la participación que ha cabido al procesado en el delito, ya al
calificar los hechos que constituyen circunstancias agravantes, atenuantes o eximentes de su
responsabilidad, ya, por fin, al fijar la naturaleza y el grado de la pena", dando por infringido el
artículo 69 del Código Penal toda vez que le rebajó dos grados en virtud de la aplicación de lo
establecido en el artículo 73 del mismo cuerpo legal, pero le impuso la pena en el máximo.

3º Que tal como ha sido interpuesto el recurso no puede ser acogido a tramitación desde que
alega la infracción de una norma que establece una facultad discrecional para los jueces del fondo en
cuanto a determinar el quantum final de la pena. En efecto, señala esa norma que "dentro de los
límites de cada grado el tribunal determinará la cuantía de la pena en atención al número y entidad de
las circunstancias atenuantes y agravantes y a la mayor o menor extensión del mal producido por el
delito", sin que se pueda estimar que se comete error de derecho al aplicar la pena conforme a lo que
ordena esa disposición, por ser una facultad discrecional.

Y visto, además, lo dispuesto en los artículo 535 del Código de Procedimiento Penal y 767 y 782
del Código de Procedimiento Civil, se declara inadmisible el recurso de casación en el fondo
interpuesto a fojas 202 en contra de la sentencia de diecinueve de julio del presente año, escrita a
fojas 197.

Regístrese y devuélvase.

Rol Nº 4.064-06.-

Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Alberto Chaigneau del C.,
Nibaldo Segura P., Jaime Rodríguez E., y los abogados integrantes Sres. Fernando Castro A. y
Carlos Künsemüller L.

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