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CARLOS ARTURO TORRES

Poemas
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Fantásticos
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~\: Edgard A. Poe, Heine, Bürger, V. Hugo,


Baudelaire, R.ollinat, Musset, Leconte de Lisle

PARIS
n. ROGER l~'r F. CHERNOVIZ
ÉDITE\:IlS
!y'l, 1l0l'LE\·.\Il[) Il \~P.\I!., !l!l
Poemas
Fantásticos

A mi herma110 Octavio.
OBRAS

DE CARLOS ARTURO TORRES:

L o pe de Aguirre (Echeverria Hnos, Editores, Bogotá).


O bra Poética (Angel de San Martin, Editor, Madridl.
Estudios Varios (Angel de San Martin, Editor, Madrid).
Estudios Ingleses (Angel deSanMartin, Editor,Madrid).
La Estatua del Precursor (phillip and Son, Liverpool).

En preparación:

Idola Fori (Ensayo sobre las mpersticiones políticas).


E stados de Alma (Apuntes de Viaje).
Poemas en Prosa.
Estudios de Historia y de I'olitica Contemporaneas.
CARLOS ARTURO TORRES

Poemas
..•
Fantásticos
l;Õ:
\ Edgard A. Poe, Heine, Bürger, V. Hugo,
Baudelaire, Rollinat, Musset, Leconte de Lisle

PARIS
R. ROGER B'l' F. CH]!jRNOVIZ
ÉDlTEUltS
!Y..l, BOl'LE'·AIII) [\.151'.\11., !l!l
Durante algunas noches de invierno, en una ciudad
del norte de Inglaterra - donde los inviernos son
:an intensos y las noches tan largas - y sólo como
un alto en nada poéticas faenas, se han escrito las
presentes traducciones, imitaciones y adaptaciones
de ciertas obras maestras de la poesia fantástica.
Cuando la lluvia y el viento en desatadas ráfagas
azotan lo vidrios de las ventanas y gimen entre las
tinieblas como desolados espíritus del invierno;
e uando la nieve cubre blandamente la ticrra con
s u silencioso manto de blancura y los carbones
encendidos del hogar nos sobresaltan con una cre-
pitación súbita ó nos fascinan con las cvocadoras
fulguraciones de sus rojas miradas, la imaginación
tiende el vuelo hácia ~~ las plutónicas riberas" de
lo desconocido y de lo sobrenatural; de ahí la en-
soñación de donde brota Ia poesia fantástica, poesia
de invierno, de sombras y de soledad.
En la noche callada, en el aislamiento y la mc-
lancolia, presa el espíritu de vagas ansiedades y de
indefinibles tristezas, comprende la inspiración
legendaria y fúnebre, la poesia de la pavura y de la
- VI-

muerte, imposible en las horas y en los paises for-


tunados de la alegria y del :,01; tal mentalidad es
una de las fases de la evo!l:ción del misterio, fór-
mula además de la inquietud de una alma y em-
blema muchas veces de una. doliente y perdurable
remembranza.
A ser leido en tales momentos y en tal estado de
espíritu está destinado este libra que, por lo demas,
no tiene pretenciones literarias ningunas.

Hartington Rd, Sefton Pa.rk, diciembre de I~o7.


EL CUERVO

En una noche pavorosa, inquie.o


Releia un vetusto mamotreto
Cuando creí escuchar
U n extraño ruído, de repente
Como si alguien tocase suavemente
A mi puerta: " visita impertinente
Es, dije y nada más ".

II

Ah! me acuerdo muy bién j era en invierno


E impaciente media el tiempo eterno
Cansado de buscar
En los libros la calma bienhechora
Al dolor de mi muerta Leonora
Que habita con los ángeles ahora
Para siempre jamás!
-- 8 --

Il[

Sentí al scdeño y crujidor y elástico


Rozar de las cortin.ls, un fantástico
Terror, como jamás
Sentido habia y qu:se aquel ruïdo
Explicando, mi esp;ritu oprimido
Calmar por fin : « lin viajador perdido
Es, dije y nada :nás ".

IV

Ya sintiendo más ca'ma : -< caballero


Exclamé, ó dama, suplicaras quiero
Os sirvais excusar
Mas mi atención no ('staba bien despierta
y fué vuestra llamada tan incierta ... "
Abrí entónces de par ~n par la puerta:
Tinieblas, nada más.

Miro al espacio, exploro la tiniebla


Y siento entónces que .ni mente puebla
Turba de ideas cud
Ningun otro mortal las tuvo antes
Y escucho con oídos ar.helantes
" Leonora" unas voce~, susurrantcs
Murmurar, nada m,ís.
-9-

VI

Vuelvo á mi estancia con pavor secreto


y á escuchar torno pálido é inquieto
Más fuerte golpear;
" Algo, me digo, toca en mi ventana,
Comprender quiero la señal arcana
y calmar esta angustia sobrehumana" .
El viento y nada más!

VI I

y la ventana abrí: revolcando


Vi entónces un gran cuervo venerando
Como ave de otra edad;
Sin mayor ceremonia entró en mis salas
Con gesto señorial'y negras alas
y sobre un busto, en el dintel, de Palas
Po,óse y nada más.

VIII

Miro al pájaro negro, sonriente


Ante su grave y serio continente
y le principio á hablar,
N o sin un dejo de intención irónica:
" - Oh cuervo, oh venerable ave anacrónica,
¿ Cuál es tu nombre en la región plutónica? "
Dijo el cuervo: " Jamás. "
---- lU

IX

En este caso al par grotesco y raro


Maravilléme al eSCLlC :lar tan claro
Tal nombre pronunciar
y debo confesar que sentí susto
Pues antes nadie, cre,), tuvo el gusto
De un cuervo ver, posado sobre un busto
Con tal nombre: " Jamás. "

Cual si hubiese vertido en ese acento


El alma, calló el aye ;r ni un momento
Las plumas movió ya,
" Otros de mi han huido y se me alcanza
Q.uc él partirá mañana sin tardanza
Como me ha abandonado la Esperanza; "
Dijo el cuervo: ,. J amás ~"

XI

Una respuesta al escu:har tan neta


Me dije, no sin inquietud secreta,
" Es esto nada más
Cuanto aprendió de un amo infortunado,
A quien tenaz ha perseguido el hado
y por solo estribillo ba conservado
Ese jamás, jamás! "
- Il --

XII

Rodé mi asiento hasta quedar enfrente


De la puerta, del busto y del vidente
Cuervo y entónces ya
Reclinado en la blanda sederia
En ensueños fantásticos me hundia ,
Pensando siempre qué decir querría
Aquel jamás, jamás.

XIII

Largo tiempo quedéme asi en reposo


Aquel extraño pájaro ominoso
Mirando sin cesar,
Ocupaba el divan de terciopelo
Do juntos nos sentamos y en mi duelo
Pensaba que ella, nunca en este suelo
Lo ocuparia mas.

XIV

Entónces parecióme el aire denso


Con el aroma de quemado incienso
De un invisible altar;
y escucho voces repetir fervientes:
" Olvida á Leonor, bebe el nepcnthes
Bebe el olvido en sus letales fuentes; "
Dijo el cuervo: " Jamás! "
-- 12 -

xv
" Profeta, dije, augur de otras edades
Que arrojaron las negras tempestades
Aqui para mi mal,
Huésped de esta morada de tristura,
Dí, fosco engendro de la noche obscura,
Si un bálsamo habrá .11 fin á mi amargura" :
Dijo el cuervo: " JamÚs! "

XVI

" Profeta, dije, ó diablo, infausto cuervo


Por Dios, por mi, por mi dolor acerbo,
Por lU poder fatal
Dîme si alguna vez á L,~onora
Volveré á ver en la eternal aurora
Donde feliz con los que rubes mora; "
Dijo el cueno : ,< Jamás! "

XVII

" Sea tal palabra la post"era,


Retorna á la plulÓnica ribera. "
Grité: " no vuelvas m<Ís,
No dejes ni una huelJa, ni una pluma
y mi espíritu envuelto en densa bruma
Libra por fin del peso que le abruma ~"
Dijo el cuervo: "Jamás! "
-- 13-

XVIII

y el cuervo inmóvil, fÚnebre y adusto


Sigue siempre de Palas sobre el busto
y bajo mi fanal.
Proyecta mancha lÚgubre en la alfombra
y su mirada de demonio asombra ...
Ay! ¿ mi alma enlutada de su sombra
Se librará? Jamás!
ULALUME

Los ciclos cenicientos y sombrios,


Crespas las hojas, lívidas y mustias
y era una noche deI doliente octubre
De tiempo inmemorial entre las bruma~,
Era en las tristes márgenes del Auber
El lago tenebroso de aguas mudas,
Antc los bosques tétricos del Weir,
La región espectral de la pavura.

Il

A solas con mi Alma, recorria


Avenida titánica y obscura
De fúnebre cipreses ... con mi Alma,
Con Psíq u is, alma que el misterio turba ...
Era en la edad del corazón volcánico
Como las llamas del Yanek sulfúreas,
Como las lavas del Yanek, que brotan
Allá del polo en la región nocturna.
II)

IrI

Pocas palabras nos iijimos, era


Como una confidencia íntima y muda;
Palabras serias, pen:¡amientos graves
Que la memoria para siempre turban;
No recordamos que era el triste Octubre
Que era la noche (neche infausta y Ùnica~;
No recordamos la rcsión del Auber
Que tánto conoció mi desventura.
Ni el bosque t"antasmático del Weir,
La región espl:ctral de la pavura.

IV

y cuando la noc:le ya ayanza


De estrellas al vago tremer,
AI fin de lu obscura avenida
Un lánguido ray') se vé,
Fulgor diamantino que anuncia
De fúnebre velo al través
Que emerge de nube fantástica
La luna, la blonda Astarté.

v
y yo dije á mi Alma: " Más que Diana
Ardiente, aquella misteriosa luna
Rueda al través de un éter de suspiros;
Lágrimas de su faz una por una
Resbalan do el gusano nunca muere.
Para mostrarnos la celeste ruta
- 17-

Y el al mo im perio de Ia paz Letea


Atras dejó el León en las alturas,
Del León las estrellas traspasando,
Del León á despecho, ora nos busca
y sus miradas límpidas y dulces
Son las miradas que el amor anuncian. "

VI

Mas PSíquis dijo señalando al cielo:


" La palidez de ese astro me conturba,
Pronto, huyámos de aqui, pronto, es pre-
y de sus alas recogió Ias plumas r ciso! "
Con intenso terror y sollozando
Presa de promo de invencible angustia
Plegó las alas, hasta el polvo fria
Lentas dejando descender sus plumas.

VII

y yo la dije: tu terror es vano,


Sigamos esta luz trémula y pura,
Que nos bañen sus rayos cristalinos,
Sus rayos sibilinos que ya auguran
E irradian la belleza y la esperanza;
Mira : la senda de los cielos busca,
Sigamos sin temer sus límpios rayos
Que ellos á playa llevarán segura,
Sigamos esa luz limpia y tranquila
Al través de la bóveda cerúlea.
-- 18--

VIII

Tranquilicé ú mi Psíquis y besándola,


De su mcnte aparté las inquietudes
y sus zozobras disipé profundas
y convenceria que siguiera pude,
Llegamos hasta el fin; ojalá nunca
Llegara! Al fin de la avcnida lÚgubre
Nos detuvo la puertl de una tumba
(Oh triste noche del lejano Octubre!)
Nos detuvo la losa de una tumba,
De legendario monumento fúnebre
Oh hermana, dije ¿qué inscripción confusa
En la sellada losa se descubre?
Respondióme : " Ulalume" esta es su tumba
La tumba de tu pálida Ulalume!

IX

Quedó mi corazón como ese cielo


Ceniciento, como esas hojas mustias,
Como esas hojas )'ertas y crispadas ...
Ay! pensé: el mismo Octubre fue sin duda,
Fué en esa misma ¡lOche cuando vinc
AI través del horror y de la bruma
Aqui trayendo mi doliente carga,
Oh noche infausta, infausta cual ninguna!
Oh! qué infernal e.píritu me trajo
A esta región fatal de la tristura?
Bien reconozco el mudo lago de Aubcr,
y esta comarca qUt~ci horror anubla
y el bosque fantasmático del \Veir
La región espectral de la pavura!
LAS CAMPANAS

Por el aire se dilata


Alegre campanilleo ...
Son las campanas de plata
Del trineo;
¡Oh qué mundo de alegria expresa su melodia!
j Qué retintin de cristal
En el ambiente glacial ~
Mientras las luces a~trales
Que titilan en los cielos
Se miran en los cristales
De los hielos,
y sube la nota única
Como una ágil rima rúnica
Que allá en la noche serena
Va dilatando sus ecos por el último confin,
y la campanilla suena
Dilín, dilín
· - 2 (l --

Melodiosa y cristalina
Suena, suena
Suena, suena, suena, suena
La nota ¡¡gil y argentina
Con metálico y alegre y límpido retintín!

Il

Escuchad! Un dulce coro


Puebla la atmósfera toda,
Son las campanas de oro
De la boda;
j Qué mundo de venturanza la plácida nota lanza!
Su voz como una c,uicia
O como un suave reproche
Desgrana en la calma noche
Las perlas de su de.licia;
Son las áureas notas una fuente de ledo murm ulla
O el enamorado arrullo de l.i tórtola j la luna
En la dormida laguna vierte miradas de plata
Yen éter y en las linCas palpita la serenata,
;y cómo en los aires flota
La áurea nota!
i Cómo brota,
Cuál díce de dicha ignota
En el balsámico efluvio de n'Jehe primaveral!
j y cuán dulce y cuán sonoro
i Din dan, din, dan!
Es el coro
i Dín dan, dín dan!
De la campana de oro
Que en su lengua nnsical
Celebrando está el misterio d,~ la noche nupcïal!
- 2l --

III

iTurba el nocturno sociego


Súbita alarma y entónce
La gran campana de bronce
Toca á fuego!
¡Qué terrífica pavura la siniestra nota augura!
Es desesperado ruego
Desgarrador y tenaz
Al rojo elemento ciego
Cada instante más frenético, cada instante más voraz;
En indescriptible pánico
El cataclismo volcánico
Con raudo impulso titánico
A vanza, la campanada alarido es de terror,
Sigue el bronce, sigue el bronce eon su clamo rosa es-
Diciendo [truendo
Cuál crece el peligro horrendo
Cuál se inflama
La llama
y la luna como forma de sangriento tabernáculo,
Alumbra el rojo espectáculo
En su fantástico horror.
y el bronce alarmante clama
Clama, clama
Cómo se extiende la injuria
Del incendio y crece ell furia
Yes ya locura el pavor ...
Bajo cielos escarlatas se extiende inflamado manto,
El espanto
Entanto
Crece y sigue la campana de su rebato el clangor
- -- 22 -

y en ese fr::caso ,lrmígero


i Dan dan, dan dan!
Crece el estrago qamígero
j Dan dan, dan dan!
AI són violento que dan
Las campanas de la torre que tocando á fuego están!

IV

Dobla y dobla lentamente


N cgra cam pana d,~ hierro
Que invita con són doliente
Al entierro.
¡Qué solemnes pensamientos despiertan esos acentosl
Del lento y triste sonido
Cada toque, cada Ilota
En el vago viento Ilota
Como doliente gcmido,
y de la noche en lli calma
El melancolico són,
Siente extremecida el alma
Cual solemne admonición.
Se desprenden esos dobles higubres y funerarios
De los altos campanarios
En fùnebre vibraciÓn;
En esos dobles alienta algún espíritu irónico
Que á cada nota que zumba,
Con agrio gesto sardónico
Rueda implacable y derrumba
y oprime con todo el peso de la piedra de una tumba
El humano corazón!
Quienes taÚen las campanas de los toques funerales
-- 23--

N o son pobres cam paneros, no son sencillos mortales


Son espectros sepulcrales!
y es el Rey de los espectros quien toca con mas tesón.
Pausado, implacable, lento
Su toque á cada momento
Resuena como un lamento
Pregonando la hora única
En extraÍ1a rima rúnica,
y parece que sintiera intenso placer diabólico
En este toque simbólico
Dc muerte y desolación.
Din dan, din don
Din dan, din don,
Dobla, dobla el són monótono, dobla el toque funeral
y el Rey espectro su gozo
Reflna en este sollozo,
En este intenso suspiro
Que en su giro
Remeda el doble augural
Que vá recordando al hombre de su existencia el final.
EllOque sigue y no cesa
y vibra en el alma opresa
Sordamente como un cuerpo que cayera en una hue-
Din dan, din don [sa ...
Resuena en el corazón
Din dan, din don
De la campana que dobla el lento y lúgubre són !
ESTRELLAS FIJAS
(TO HELEN)

Te ví un punta
Era una noche de julio, noche tibia y perfumada,
Nochè diáfana;
De la luna plena)' límpida
Límpida como tu álma
Descendian
Sobre el parque adormecido grácil es velas de plata;
Ni una ráfaga
El infinito silencio
y la quietud perturbaban,
En el parque
Evaporaban las rosas los perfumes de sus almas,
Para que las recogieras
En aquella noche mágica;
Para que tu lo aspiraras su último aliento exha laban
Como en una muerte extática,
y era una selva encantada
y era una noche de ensueños y claridades fantástica s !
26 --

II

Toda de blanco vestida


Toda blanca
Sobre un banco ele violetas
Reclinada
Te veia
y á las ro~as moribundas y á ti una luz ténue y diáfana
Alumbraba,
Luz de perla diluída
En un éter de suspiros y de evaporadas lágrimas!

III

... ¿ Qué hado extraílO


(Fué yentura, fUt: desgracia?)
Me condujo
Aquella noche hasta el parque de las rosas que exha-
Las suspiros perfu mados [laban
De su alma?
Ni una hoja
Susurraba,
No se oia
Una pisada,
Todo mudo,
Todo en calma,
Todo en sueií.ü
Menos tÚ yyo (¡cuál me agito al unir las dos palabras!)
Menos tú y yo. De repente
Todo cambia
(i Oh el parque de los misterios, I)h la región encantada!)
Todo cambia
0_- 27 --

De la luna la luz límpida, la luz de perla se apaga,


El perfume de las rosas muere en las dormidas áuras,
Los senderos se obscurecen,
Espiran las violas castas,
Menos tú y yo todo huye, todo muere, todo pasa ...
Todo se apaga y se extingue, menos tus hondas mim-
Tus dos ojos donde arde
o ["das,
Tu álma!
y sólo veo entre sombras aquellos ojos ...
Oh amada!
iQué tristezas extra humanas,
Qué irrcales
Leyendas de amor relatan!
i Qué misteriosos dolores,
Qué sublimes esperanzas,
Qué mudas renunciaciones
Expresan aquellos ojos que en las sombras fijan en mi
[sus miradas!

IV

N ache obscura,
Ya D'iana
Entre turbios nubarrones hundió la faz plateada;
y tÚ sóla
En media de la avenida
Funeraria,
Te deslizas
Irreal, mística y blanca,
Te deslizas y te alejas in corpórea cual fantasma,
Sólo flotan lUS miradas,
Sólo tus ojos perennes,
Tus ojos de hondas miradas
Fijos quedan!
- :~8-

Al través de los espacios y los tiempos marcan, marcan


Mi sendero y no me dejan cual me dejó la esperanza.
Van siguiéndome,
Siguiéndome
Como dos estrdlas cándidas,
Cual fijas estrellas dobles en los cielos apareadas.
En la ooch,e
Solitaria
Purifican con sus rayos y mi corazón abrasan
y me prosterno ante ellos cno adoración extática;
y en el dia
No se ocultan cual se ocultÓ mi esperanza;
Por todas partes me siguen mirándome fijamen te
En mi espíritu clavadas ...
M isteriosas y lej[.nas
Me persiguen tu:; miradas
Como dos estrellas fijas, C0l110 dos estrellas tristes,
[como dos estrellas blancas ~
EL PALACIO EN CANTADO

(POI':)

En el más verde de nuestros valles


Donde habitaron ángeles buenos,
En otro tiempo su frente alzaba
Hasta las nubes palacio espléndido,
Era el dominio de un Rey altivo:
El Pensamiento;
Jamás querube batÍó las alas
Sobre un palacio más noble y régio.

II

Gualdas, doradas, rojas banderas


Sobre las torres flotan al viento
(¡ y esto hace tiempo, tiempo remoto,
Ya mucho tiempo!)
y toda brisa que en las almenas
Rizaba alegre laIes trofeos
En los espacios evaporaba
Como un aroma de azul incienso.
- -- 3 () _.

III

Los peregrinos d{, aquellos valles


Por las ventanas a bsortos vi eran
En los salones danzar espíritus
De ágiles flautas a.. ritmo aéreo,
Ycn torno á un trono luégo acercábansc
(Un trono excelso)
Donde en su gloria resplandecia
El fortunado Rey de ese reino.

IV

OrIada en perlas y ;)edreria s,


La vasta puerta del monumento
Cual ledo rio pasar dejaba
Las muchedumbres de alados Ecos,
De alados Ecos que reretian
En sus concentos
De aquel Monarca las alabanzas
Las alabanzas del Pensamiento.

v
Mas de repente seres extra¡]os,
Fúnebres seres siempre de duelo,
El trono altivo de aq uel monarca
Asaltan pérfido:,.
La antigua gloria y el poderio,
El poderio del Pensamiento
Son ya una historia C1si olvidada
Hace ya tiempo, ya mucho ticmpo !
_d 3 I ---

VI

y hoy el viandante de aquellos valles


Por los balcones vé, siempre abiertos
Formas extrañas que danzan, danzan,
At són de músicas que son lamentos,
y por las puertas pasan y pasan
Los foscos Suei10s
Cual negro rio de sombras lívidas
De sombras lívidas siempre de duelo ...
EL GUSANO VENCEDOR

(POE)

i Mirad! Es noche de gala


y en una espléndida sala
Desde un elevado asiento
Celeste querub atento
Se apercibe á presencial'
Un gran drama de dolores,
De esperanzas y temores,
De anhelos y de pesar
Mientras fantástica orquesta
En aquella extraÍla tiesta
Una música funesta
Toca y toca sin cesar.

II

Con sandio y raro ademán


Los personajes exóticos
Son muñecos estrambóticos
Que hablan y vienen y van,
-- 3+ --
Cual si el hilo conductor
De un oculto Director
Les moviese i cosa extraña!
y toda la esc~na empaña
La sombra densa y huraña
De un ínvísib:e dolor.

III

Quien vé el drama un solo instante


N unca olvida en adelante
Esos tristes personajes
Que con simbÓlicos trajes
.Iuegan obscuro papel
Sin comprend er ellos mismos
Los intensos cataclismos
De esa concepciÓn crud;
Pecado, locura, miedo
y de ventura un remedo
Forman el cor.fuso enredo
Del lÚgubre drama aquél.

IV

En mitad de la tragedia
Un intruso se adelanta
En sangre tint,), que espanta
y á los actores asedia,
H íspida som bra falaz
Se arrastra lenta, y tenaz
A los actores se enrosca
y cual la araña á la mosca
Va devorándoles fosca
Con apetito vo:-az.
- 3S --

v
Oscuridad! El final
Ninguna luz ilumina;
Baja la negra canina
Como paila funeral...
y el querube espectador
Comprende con hondo horror
Sin que aquel final le asombre
Que la tragedia es " El Hombre ,.
y de ella el héroe sin nombre
El Gusano Vencedor!
EL DORADO

(POE)

Un gallardo caballero
Valiente como un cruzado,
Alegre, j6ven y fiero
Por un áspero sendero
Marcha en busca de El Dorado.

Il

Ya esta ahora jadeante


Siente el corazón pesado,
y aunque prosigue adelante
El férvido caminante
No encuentra nunca El Dorado.

lH
La fuerza le ha abandonado,
Cae al tin y alcanza á ver
Fúnebre Sombra á su lado:
" Sombra le dice al caer
¿ En dónde se halla El Dorado? "
- 38 --

IV

" En un a:¡tro muy distante


Se encuentra d valle encantado
Del Ensuello ... caminante
Llega á esa estrella radiante
Si estás buscando El Dorado! "
DREAMLAND

(POE)

En una senda abandonada y triste


Que recorren tan sólo ángeles malos,
Una extraña Deidad, la negra Noche
Ha erigido su trono solitario;
Allí llegué una vez; crucé atrevido
De Tule ignota los contornos vagos
y al Reino entré que extiende sus confines
Fuera del Tiempo y fuera del Espacio.

II

Valles sin lindes, mares sin riberas,


Cavernas, bosques densos y titánicos,
Montañas que los cielos desafian
y hunden la base en insondables lagos,
En lagos insondables siempre mudos
De misteriosos bordes escarpados,
Gélidos lagos cuyas muertas aguas
Un cielo copian tétrico y extra/la.
-- 40 --

III

Orillas de esos lagos que reflejan


Siempre un ciclo fatídico y huraño,
Cerca de aquellos b,}sques gigantescos,
Enfrente de esos negros oceános,
Al pié de aquellos montes formidables,
De esas cavernas. en los hondos antros,
V énse á veces fantasmas silenciosos
Que pasan á lo léjos wllozando,
Fúnebres y dolientes ... , j son aquellos
Amigos que por siempre nos dejaron,
Caros amigos para si'~mpre idos,
Fuera del Tiempo y fuera del Espacio!

IV

Para el alma nutrida cie pesares,


Para el transido coraz.)n, acaso
Es el asilo de la paz snprema,
Del reposo y la calma un Eldorado.
Pero el viajero que azorado cruza
La región no contempla sin espanto,
Que á los mortales ojo~. sus misterios
Perennemente seguirán sellados,
Así lo quiere la Deidad sombria
Que tiene allí Sll imperio incontrastado.

v
Por esa senda desolada y triste
Que recorren tan sólo ángeles malos,
- 41--

Senda fatal donde la Diosa Noche


Ha erigido su trono solitario,
Donde la inexplorada, última Tule
Esfuma en sombras sus contornos vagos,
Con el alma abrumada de pesares
Transido el corazón, he paseado ...
i He paseado en pos de los que huyeron
Fuera del Tiempo y fuera del Espacio!
MARIA ANTONIET A

Sobre el palacio de VersalIcs


Alegre luz el sol envia,
Mas allá adentro, i qué detalles
Extraños vénse en pleno dia!

Mas deslumbrante que la aurora,


La Reina Maria Antonieta
Se levanta con la etiq ueta
Que la antigua pompa decora,

Las grandes damas su homenajc


Se apresuran á presentar,
Una duquesa le dá el traje
Otra la ayuda á levantar,

Ninguna, empcro, que no acate


La rigurosa precedcncia,
y más de un adamado abate
H ace galante reverencia;
4+ --

Alli se ven cir..turas finas,


Faldas que de: an ver el pié,
Alto el tacón de las batinas
Que bailaron tÚnto el minué.

i Qué cortesía y gentileza,


Qué eleganci£. tan exquisita,
Lástima, lástima infinita
Que nadie tenga alIi cabeza!

De los César'~s la heredera


No arreglará por esta vez
La alta y soberbia cabellera
Que exhibió con tánta altivez.

Su Majestad no usa peinado


Ni cabeza ... triste suerte!
Y reina ahora hasta la muerte
Sobre un mundo decapitado!

Y todo sigue como antes


Los ademanes son muy bellos,
Los saludos muy elegantes
Pero ay! qUI; sobre los cuellos

Ya no hay cabezas empolvadas,


Las gargantas truncas están ...
Yes por las artes combinadas
De Robcspi'~rre y de Satán.

Las camareras en las puertas


Forman corrillos al pasar,
Sin pensar :;iquierqne estan muertas
Y sin cabezas qué inclinar,
Una marquesa gentilmente
De amantes frases al compás,
No pudiendo inclinar la frente
Se inclina sólo por detras.

Agita el viento las cortinas


y el sol que llega al interior,
Cosas al ver tan peregrinas
Se vela y huye con horror ~
LA EVOCACION

(m:I1Œ)

Es alta noche; en su mísera celda


El monje vela sin tragua leyendo
Polvoso libro de mágia recóndita
Que tiene por título" Llave del Infierno p.

La media noche de súbito anuncia


Lugubremente el reloj del convento,
El fraile cierra el infolio y fantásticos
Sus labios se abren al conjuro horrendo.

Dice: "i Infernales espíritus, promo


El mÚs amado y espléndido cuerpo
Por una noche volved á la vida,
Con su amor ardiente renovarme quiero! "

La propia fórmula dijo, rasgando


Las sombras densas, la Muerta, al momento
En la silente celdilla aparece
Envuelta en sus blancos y fúnebres licnzos!
Al soplo ardiente qu<~ ya le deseca
Quiere lanzarse el fraile a I espectro
Son un volcan sus ojos, ya sus brazos
Para recibirla se estan entreabriendo ...

Mas un terror invencible le asalta


Al ver cumplido por fin su deseo,
La hermosa pálida avanza y entrambos
Se miran, se miran ... y guardan silencio.
ENSUEÑO

~n un jardin me hallaba pleno de extrañas flores


y de arboles exóticos; marmóreos surtidores
Levantan en la fiesta de rayos matinales
La irisada columna de sus limpios cristales.
De pronto ví una joven de belleza extrahumana
Que lava en una fuente que entre céspedes mana;
Era la mÚs hermosa joven que ví en la vida
y á mis ojos atónitos era desconocida
(Desconocida, empero ... la conocia tánto!)
Lava una blanca tela y entona un raro canto:
" Corre, agua de la fuente, corre abundante y pura
y deja como nieve mi blanca vestidura"
Acércome y la digo entre atrevido y blando:
" ¿ MaravíIJosa niña qué estas ahí lavando? .,
Y ella responde al punto con voz solemne y baja:
" Prepárate, lavando estoy ya tu mortaja ".
y al decir las palabras que el ánimo estremecen
.Jardin y fuente y dama de pronto desparecen.
4
-- s o -

II

y me encuentro de súbito en un bosque intrincado


A donde el rayo nunca del sol ha penet rada.
Avanzo y me extravio por esa selva obscura
Cuando escuchar paréceme en la densa espesura
A lentos intervalos como los golpes roncos
Del hacha que derriba los formidables troncos;
Avanzo, y á ver llego ent~c una fronda umbria
A la joven muy hosca ma:; bella todavia
Que con una hacha fúlgidaderriba un tronco en tanto
Que acompaña sus golpes con este extraño canto:
" Corta acerada hacha, corta el tronco más duro
Que quiero fabricarme un ,:ajón bien seguro "
"¿Para qué bella dama preparas la madera? "
A la jóven á un tiempo tan hermosa y tan fiera
Acércome y pregúntole con intensa inquietud,
LI Prepárate, me dicc, que !.1bro tu ataÚd, "
Yal decir las palabras que el anímo estremecen
La dama, el hacha, el bosque de pronto desparecen ...

III

y víme transportado á un párano sombrio,


U n yermo desolado y gélido; de fria
y de pavor sentia apreso el corazón
Ante aquella siniestra y honda d¡:solación;
Avanzo y luego veo en la llanada escucta
Una blanca figura que con una piqueta
Cava y cava en el suelo; allí lT..e acerco al punta
y advierto ¡cosa rara! que es ella todo junto
51

Una mujer hermosa y un horrendo espantajo,


Que con un canto lúgubre prosigue su trabajo:
"¡Cava, piqueta mia, una fosa bien honda
Que para siempre el cuerpo de mi adorado esconda! "
-¿Qué haces? la pregunto con trémula pavura:
" - Prepárate, me dice, cavo tu sepultura - l'.
Yal oir sus palabras me contemplo sujeto
Por los dos descarnados brazos de un esqueleto
y entre esos brazos h6rridos y para siempre inerte
Me sepulto en los senos profundos de la muerte!
LA CONDESA PALATINA

(HEINE)

La Condesa y su doncella
El Rin van cruzando solas
En un esquife; la luna
Alumbra las crespas ondas
y los vientos de la noche
Lúgubres soplan y soplan ...
iAy cuán triste es el nadar
De los muertos en la sombra!

II

De repente de las aguas


Emergen extrañas formas,
Van bajando por el rio
Fúnebres y silenciosas,
Luego al esquife se acercan
Como en fantástica ronda.
iAy cuán triste es el nadar
De los muertos en la sombra!
5+

III

La doncella va re:l1ando,
La condesa con voz sorda
Dice: "¿ V es sicte cadáveres
Que nadando nos acosan?
Fueron siete caballeros
Rríllantes de amor y gloria,
Juráronme fé constante
y despues de dulces horas
Los hice arrojar al rio
Para que su fé no rompan ... "
Ay! ; cuán triste es el nadar
De los muertos en la sombra!

IV

Lanza al viento la condesa


U na carcajada ir,)nica
Que repercuten los ecos
De las montaÍ'ías remotas,
Los nadadores se ~rerguen
Si nies tras sobre las alas,
Alzan las crispada:; manos
Cual para jurar y tornan
Hacia la condesa Jutta
Las pupilas vidrïm:as ...
i Ay cuán triste es d nadar
De los muertos en la som bra!
EL CASTILLO DE LAS AFRENTAS

(HmŒ)

¡Jardin maldito! En él ni un sitio habia


Donde no hubiese sido yo ultrajado
Por unos labios rudos hoy, mañana
Por unos frescos labias sonrosados;
j Jardin maldito! Allí los surtidores
Secos esta ban siempre aunque en su mármol
Que no refrescó el agua, muchas lágrimas
H ubiesen de mis ajas chorreado.

Talvez por las odiosas avenidas


Vientos de muerte y maldición pasaron;
Las violetas enfermas se ocultaban,
Las rosas se morian en sus tallos,
El ruiseñor callaba tristemente
Como transido de invencible espanto,
Por que allí un ceo malicioso habia
Eco falaz, sardónico y extralÍo
Que un canto al repetir ó una palabra
Le daba siempre un mal significado
y el viejo regalÍon, el hosco Bóreas
P asaba por doquier refunfulÍando.

¡Jardin maldito! En él ni un sitio había


Donde no hubiese el corazón sangrado
)(j-

Al insulto, al oprobio, al vilipendio;


¡Jardin maldito! Pronto el renacuajo
Recogió las calumnias y las dijo
A la víbora y ésta al sucio sapo
y toda aquella impúdica ralea
(Como sucede en semejantes casos)
Con una suerte de placer maléfico
Por doquier mis afreo',as pregonaron.

Tambien á veces en las kntas tardes


Paseando en el glácis ¡:olitario
Donde á morir acuden impotentes
En pleamar las olas de.'. mar Báltico,
Me entregaba á salvaje!: fantasias
Las vastas lontananzas contemplando;
Mi alma como el mar, !;Us tempestades
y su espumar rabioso)' desatado
Sentia, é impulsos de tender el vuelo
Como un alción por el inmenso espacio
y para siempre del fatal Castillo
De las Afrentas alejarm'~ rápido.

Pero mi furia y mi espumar rabioso


y mi anhelo y mis ansias cran vanos,
Impotentes como esas crespas olas
Que gol pean las rocas de basalto
Cuando alza hasta los muros del castillo
En pleamar sus aguas el mar Báltico;
y contemplaba con letal tristeza
Cruzar las aves por el ancho espacio
y las hinchadas velas á los léjos
A felices regiones navegando
i Mientras que yo, infeliz. permanecia
Al Castillo maldito encacicnado!
DON RAMIRO

IHEll-:r·:)
, J

Don Ramiro le dice á DoÍla Clara


" Mi amor, único bien de mi existencia,
Mas que la vida y que los ciclos cara,'
Has pronunciado mi mortal sentencia.

A otro aceptaste; ingrata desdeñando


Mi pasión, decidiste de mi suerte,
Al dar el si fatal á Don Fernando
Sin compasión me condenaste á muerte.

Doña Clara responde: " Don Ramiro,


Cruëles tus palabras como el Hado
Son, que se opone á cuanto amante aspiro
y nos ha para siempre separado.

No lo quiso quizás nuestro destino!


Resignémonos, pues, esa as la vida;
A otras hallarás en tu camino,
Don Ramiro consúelate y me olvida!
- ;8 .-

Tambien mi coraz6n de pena estalla,


Mas nos separa un insondable abismo,
Como al Moro venciste en la batalla
Valiente, ahora, véncete á ti mismo,

y empéí1ame tu fé de caballero
De que me cumplirás io que te digo:
" Ven maí1ana á mi fiesta, yo lo quiero
Ven á mi boda y bailarás conmigo .• ,

" Iré! " dice R3miro en voz que deja


Comprender el dolor de su alma fuerte,
" Te lo juro! " repíte!é~ y se aleja
Mudo y fatal cual condenado á muerte.

Il

A la caricia de auras estivales


y del Tajo al rumor lejano y quedo
Brillan en los fulgores matinales
Las altas torres de la grLn Toledo.

La ciudad se engalana con la pompa


Esplendorosa y regia del pasado
y el aire asorda el toque ,je la trompa
A campanas y músicas mezclado;

L3 capital alegre despertando


A celebrar cual cumple se prepara,
Las bodas del muy noble Don Fernando
y la muy noble y bella Doña Clara.
59

A los dos un innúmero gentio


Con flores y con plácemes agobia,
y es de admirar del novio el garbo y brio
y la dulce hermosura de la novia.

La bendición nupcial ya recibida,


Don Fernando á las damas y señores,
A una fiesta magnífica convida
En la rica mansion de sus mayores,

Tocan las arpas, vibran los timbales


y cada cual con regocijo ledo
Se prepara á unas fiestas nupciiiles
Cual nunca ha visto la imperial Toledo.

III

N ache de fiesta; el señorial palacio


De Don Fernando brilla como el dia
y llena alegremente el ancho espacio
De músicas y danzas la armonia.

Las parejas con trajes de colores


Luciendo joyas y vistosas galas
Gayas y perfumadas como flores
De amor y de placer, llenan las salas.

Bajo un dosel de seda Don Fernando


A Doila Clara en íntimas delicias
De dulces notas al arrullo blando
Dice frases de amor que son caricias.
60 -

De pronto Doña Clara vé una sombra


Que en medio del salón, lenta se avanza
El negro duelo de su traje asombra
Entre los tonos claro 5 de la danza.

A Don Ramiro vé, sombra macabra


Que se acerca y la dice sin testigo:
" Cual yo la cumplo. cumple tu palabra
Del sitial baja y bailarás conmigo ",

" Bajo, ., responde Doña Clara, y baja:


Doña Clara enlazada á Don Ramiro,
Con las otras parejas se baraj a,
De danza alegre en el radiante giro.

IV

La música ensordece, Clara ardiente


Le dice: " ¿á qué ese fúnebre vestido? "
Don Ramiro respondl~ solamente
Con sorda voz: " j tu misma lo has querido ~ "

Sigue la danza y Doña Clara advierte


Que Ramiro está helajo y aterido
y le dice: "estás fria cual la muerte"
y él responde: " i tu misma lo has querido ~".

" Véte, dice, tu voz me causa miedo


Cual si te hubieras del sepulcro huído ",
y ella responde misterioso y quedo
Como siempre: " i tu misma lo has querido! ".
-- 61 -

., ¡En el nombre de Dias, yo te conjuro! ,.


Grita Clara y entóncc en raudo giro
Como filtrado en el espeso muro
Desparece de súbito Ramiro.

Desvanécese Clara y alarmados


Don Fernando y la absorta concurrencia,
Logran con sus solícitos cuidados
V oloverla poco á poco á la existencia.

Cuánto el asombro fué de Doña Clara


Al comprender que ni un solo momento
Desde que el baile principió, dejara
De Don Fernando alIado, su alto asiento,

¿Todo fué una visión?: "tal vez la orquesta


Dice Fernando, la turbó, no empece
Pues ya se recobró, siga la fiesta ",
Mas Doiía Clara atónita parece :

" ¿ Dónde esta Don Ramiro? " dice y gira


La vista inquieta entorno, " ¿ en dónde, en dónde? "
Con extrañeza Don Fernando mira
y con pausado acento la responde

Mientras un fuego de repente arde


En sus ojos irónico y sombrio:
" Señora, antes del baile, por la tarde
Don Ramiro fué muerto en desafio ".
LENORA

(BÜRGEH;

Lenora despierta y exclama llorando:


Oh madre, ¡qué tristes han sido mis sueños!
Guillermo, mi amado se fué y no retoma
Acaso me olvida ó acaso habrá muerto.

Ya pasó la guerra, los bravos soldados


Que el Rey Federico llevó, ya volvieron
Despues del asedio de Praga, tan sólo,
iTan sólo mi amado GuiHermo no ha vuelto!

- Consuélate, niña, le dice la madre


y acata los fallos supremos del cielo.
- El cielo es impio, responde Lenora
Pues me ha arrrebatado mi amado Guillermo.

"- No blasfemes, hija, temblando la madre


Le dice, Dios pronto te dará consuelo.
- Dios ha torturado mi alma, es injusto
j Dios á los humanos dolores es ciego!
Ven al templo, dice la madre angustiada,
Ven que el sacerdote te dé el sacremento.
- La hostia es amarga ceniza á mis labios,
La hostia no vuelve la vida á los muertos ...

- Arcanos al hombre de Dios los designios,


No los juzgue nunca tu audaz pensamiento.
- A mi no me importan ni Dios ni sus fallos
Sin mi amado, itodo para mi es infierno!

Fiera, inconsolable, sola con su pena


Lenora se agasta cual flor ciel desicrto;
Su dolor rechaza todo lenitivo
y asi pasan dias y asi pasan tiempos ...

La nicve desciende cual blanco sudario


Es una callada noche del invierno,
Lenora cual siempre doliente, inmutable
Sola con su pena vela en su aposento;

Oid! ¿qué ruïdo perturba la calma?


¿ Acaso el gemido lúgubrc dd viento?
N 6; son las pisadas de hem:do caballo
Que galopa y viene de lejos, de lcjos ...

Se pára á la puerta, desciende el ginete


Suenan sus espuelas en el pavimcnto,
y Lenora siente tocar á la pucrta
. y de voz amada reconoce el eco .

. - Despiérta Lenora, amada, despierta!


- Dios Santo; qué escucho! por ventura sueño?
Eres tú Guillermo ... tan tarde ... ¿supiste
Acaso mi intenso, mi incurable duelo?
·.-- 65 -

-- Ven á mi y partamos, la noche es propicia,


Propicia á mi viaje la noche de invierno
La suerte lo quiere ... partamos, partamos,
; Relincha impaciente mi caballo negro!

- Nó, amado, la noche me aterra, está fria


Entra y celebremos nuestra boda luégo,
l~ntra y que te abriguen mis brazos amantes
Mientras fuera sopla desolado el viento ...

- Vístete tus galas de novia y partamos


La suerte lo quiere ... penetrar no puedo,

Recorrer es fuerza muchas, muchas leguas
Hasta donde se halla de nupcias el lecho.

- Pronto la campana tocarÚ las doce


Llegar esta noche, mi amor, no podremos ...
-- Esta misma noche llegarás; mu y raudo
Galopa el alado corcel de los muertos!

- ¿ y todo esta listo? Todo, amada mia;


La mansion segura, pero angosto el lecho,
Seis planchas tan solo, muy triste y muy fria
Pero allí se duerme con profundo sueño.

Lenora se viste su traje de novia


y á la grupa salta, veloz como el viento
Galopa el caballo; de sus cascos brotan
Al herir las piedras, chispas y destellos.

Galopan, galopan! casas, prados, bosques


Atras van huyendo muy léjos, muy lejos,
- j H urra amada mia, la pálida luna
Alumbra el galope fatal de los muertos!. .. "
5
--- 66

Lanzando á intervalos a¡;gural graznido


Por los aires cruzan bandadas de cuervos,
- ¿ Los muertos no teme,? i cuan rápidos corren!
i Ay amado mio, déja enJaz los muertos!

Oyense á distancia doblar las campanas


y en las sombras pasan pausados entierros,
- i Ah de los dolientes! cantad mis salmodias,
Que esta misma noche desposarme quiero!

Dice el caballero y una cU'cajada


E~tridente y ronca repiten los ecos,
Luego todo pasa, desparece todo
Delante se extiende sin till el desierto,

Esfumado en sombras, fantástico, vago


Flotando en las nieblas cual nave sin puerto,
y corre ci caballo, de sus cascos brotan
Al herir la tierra chispas y destellos.

Luego á un lado y otro vénse montes, bosques


y luégo ciudades y páramos luego
- i Hurra y adelante! ¿ los muertos no temes?
i Ay! i amado mio, deja en paz los muertos!

De un llano en el medio ;e eleva un cadalso


y giran en torno cien bultos siniestros,
- iJ a, ja! com pañeros seguidme esta noche
i Venid y en mi boda bail1reis frenéticos!

Zumba en sus aidas como un torbellino


De agostadas hojas que arrebata el viento,
Galopa el caballo; de sus cascos brotan
Al herir la tierra chispas y destellos.
La luna, los cielos, los aires parecen
Lanzarse al vacío con horrible vértigo.
i H urra! i cuál cabalgan los muertos, Lenora
- Deja, amado mio, por piedad los muertos!

- Ya el canto del gallo se anuncia, adelante!


Aprisa, caballo, la aurora presiento,
La adorada mia cansada desea
Dormir de sus nupcias por fin en el lecho.

De súbito paran ante una gran puerta


N egra y funeraria como un mausoleo,
Los gonce s de hierro rechinan, la luna
Alumbra un callado, triste cementerio.

Lenora temblando se vuelve á su amado


y en vez del gallardo, gentil caballero.
i Horror! ve que ciñen sus brazos amantes
Solo un descarnado, lívido esqueleto!

El caballo negro relincha furioso,


De sus cascos brotan sulfúreos destellos
Al herir las piedras ... luégo desparece
y todo es espanto, tristeza y silencio.

Abierto un sepulcro comtempla Lenora


Allí reconoce su fúnebre lecho,
Su noche de boda sera noche eterna ...
i Cuán tristes cabalgan de noche los muertos!
EL CAZADOR MALDITO

(BÜRGER)

En los montes y en los valles, ora alegre ú ora grave,


Resuena el cuerno de caza del poderoso Margrave.

Sús! los bosques y los llanos alegres monteras llenan


y los ecos de sus cuernos por los ámbitos resuenan.

La campana de la iglesia llama en vano á la oración


El Margrave va de caza de su ronco cuerno al s6n.

[deras
Cuando llega á un sitio agreste do confluyen dos sen-
Por los dos opuestos lados á él vienen dos caballeros:

El de la derecha es blanco, de dulce mirar y apuesto,


Negro es el de la siniestra como un augurio funesto;

Este dice en voz cortante como una daga; " oh señor


Nada hay ni en cielo ni en tierra á la caza superior.

El placer es ley suprema, avancemos y salúd 1 "


El de la diestra responde con dulce voz de laúd:
- iO--
" Hoy vedada esta la caza; hoy cs dia consagrado
Al Señor, id á la iglesia fervoroso y prosternado. "

" N 6, dejemos á los monjes rezo, misa y letani a


y que siga de la caza la frenética alegria",

Replica el de la siniestra y elrvIargrave su corcel


Espolea y adelante! sigue ell'ápido tropel.

" ¿ Quién por rezos mujeriles puede la caza dejar? "


Batidores y montcros, adelan':e y á cazar!

Van galopando por valles por montes y por oteros [ros;


y siempre del conde al lado marchan los dos cabalIe-

Al fin de entre unas malezas que medio oculta un bar-


Súbito salta á su vista un enorme ciervo blanco, [ranco

¡Adelante y á la pieza! iadelante! los caballos


Atropellan un mendigo con SIlS acerados callos,

El Margrave no se pára, i ade] ante! nada importa,


Es el placer muy intenso y es la existencia muy corta.

Dorado por los efluvios de tibio sol otoñal


Se 'presenta ante sus ajas un (,ndulante trigal,

y cllabrador dice al conde: i oh seÚor, éste que veis


Es el pan de muchos pobres, por piedad no lo agos-
[teis J

El jinete de la diestra suplica: tened piedad


y el de la siniestra grita: isin escrúpulo avanzad!

- Oh labriego despreciable, aparte Ó te aplastará


El casco de mi caballo que tu campo invade ya! "
y cual ráfaga de invierno ó enhambrecida langosta
La mesnada el blondo campo, invade, tala y agosta.

Donde era ayer abundancia y fruto de bendici ón


Es ahora yermo erío de ruina y desolación

Atraviezan campos, rios; en su carrera parece [Ieee;


Que el gran ciervo blanco agota sus fuerzas y desfal-

Le sigue ávido el Margrave con sus perros y monteras


y siempre del conde alIado galopan dos caballeros.

En esto el ciervo penetra por enmedio de un rebaño


Yel pastor dice temblando al conde; " no me hagai s
[daño.

Este rebaño es el sólo bien de una probre vïuda,


De huérfanos infelices único sosten y ayuda ".

El jinete de la diestra suplica: tened piedad


y el de la siniestra grita: " ¡sin escrúpulo avanzad!

- Aparta, perro importuno, aparta ó te aplastará


Mi caballo que el rebaño mísero devasta yá.

Como si hubiera llegado banda de lobos hambrient os


Del rebaño sólo quedan tristes despojos sangrientos.

Atraviezan llanos, bosques; en su carrera parece [lece;


Que el gran ciervo blanco agota sus fuerzas y desfal

y por buscar un refujio el ciervo se precipita


Zn el recinto sagrado de una solitaria ermita,

El santo ermitaño dice al empedernido conde:


- En el asilo de Cristo la pobre bestia se esconde,
--- T~ --

Respetad de Dios la ermita, respetad este lubar,


N o mancheis con esa sangre de los santos el altar,

Si seguis en vuestra furia de la pobre bestia en pos,


¡Oh poderoso Margrave, os podrá castigar Dias!

El caballero de blanco suplica: tened piedad


y el negro con ira grita: i sb escrúpulo avanzad ~

- i Santos ó nó nada importan ni tu gruta ni tu altar,


Si no te apartas, mendigo, mi corcél te vá á aplastar!

Audaz avanza y su rabia con cI sacrilejio crece ...


En ese mismo momento súbito desaparece

Todo: ciervo y eremita, caballeros y santuario


Todo se ha desvanecido y el Margrave solitario

Se encuentra subitamente en un páramo sombrio


Perdido, solo, en tinieblas temblando de espanto y frio;

¿ En donde estan sus monteras i' sus batidores¿ en dón-


[de?
Ensaya el cuerno ... ¡silencio! ¡nadie a su acento res-
¡ponde!

Todo se halla silencioso como abandonada tumba,


Solo el viento del crío lastimosamente zumba ...

Pero luégo en los connnes de la obscura lejania


Escucha los alaridos de una rabiosa jauria,

[avanzan
y vé grandes perros negros que entre las sombras
y sobre él como á su presa deVOl'lldores se lanzan.
- 73 ---
y huye y huye y la fantástica batida sigue incansable~
H uye y huye y la jauria va siguiendo al miserable

A delante en pos del Conde y con perseguir eterno


Corren con vértigo horrible los sabuesos del infierno,

¡grave
y en los montes y en los valles con són lastimero y
Res uena el cuerno de caza, de la caza del Margrave,

y despues de años sinnúmero por las noches todavia


Se oye ladrar á lo lejos la diabólica jauria,

[mente
y por los mismos senderos por donde él cazó incle-
Los perros negros dan caza al Margrave eternamente.
,LA CONCIENCIA

(V. HUGo)

Bajo cielos adustos y por desiertas rutas


Cubiertos çon las pieles de alimañas hirsutas
Con sus hijos iba Caín,
La noche sorprendi6Ies en su medrosa huída.
" Padre, dicen los tristes al hosco fratricida
Descansemos aqui por fin. "

Era en los lindes últimos de N ad, comarca extraña


y todos se tendieron al pié de una montaña
y todos duermen menos él,
Menos él que las sombras explora ... de repente
Vé en los cielos un ojo que mira fijamente,
iQue le mira airado y cruë\!

A sus hijos despierta y en hondas agonias


Andando treinta noches y andando treinta dias
Llegan á las tierras de Assur,
y cuando se preparan á descansar, levanta
Caín la frente lívida: el ojo que le espanta
Siniestro brilla en el azur.
Jubal el que cautiva it las hembras incautas
Con el soplo mel6dico de las primeras flautas
Con Jabel alza un aduar,
Zilla á la tienda llega donde Caín se oculta,
" - ¿ Lo veis? " "- Si ", dice el mísero y en las manos
La faz, " j lo veo sin cesar! " :sepulta

Llama á Irad el fornido que en los desiertos medra


Donde caza á los renas con sus lanzas de piedra,
Para que un ITiuro erija audaz;
Toscos bloques granític05 se amontonan: " seguro
Estareis, padre, " dice" detras del recio muro: .,
i y el ojo allí brilla tenaz!

Tubal Caín sus forjas dispone y al precario


Hombre arma contra el u:o y el oso cavernario,
Las tri bus guerrean y ya está
Vengado Abel; vengado ~;jete veces sententa,
La tierra es una pira y ur.a charca sangrienta
Como vasta of-enda á J ehová.

Haciendo immensa copia de rocas y de bronces


Los cimientos de Hcnochia se principian entónces
y la titánica ciudad
Se extiende poco á poco por la vasta llanura
y sus muros cicl6peos son una masa obscura
Que entristece la inmensidad.

Para alzar la muralla que la ciudad circunda


Trescientos años dieron el cuello it la coyunda
Las tribus de Seth, Cainán y En6s,
y Tubal gravó en bronce:; una incripción tremenda
Sobre la inmensa puerta con esta audaz leyenda:
i Se pl'ohibe la entrada á Dios!
- - 77 ---

Enmedio del recinto y alta de cien toesas


Se eleva ingente torre de murallas espesas
y allí Caín se refujió,
Allí busco un asilo contra el eterno enojo
Zilla llega y le dice" ¿ no desparece el ojo? "
Trémulo el viejo dice: j N <Í !

~~ i Scpultádme, ocultádme cicn piés bajo la tier.


Cavan fosa profunda y el réprobo se encierra [ra! "
Allí para el tiempo sin fin;
Mas en aquella mmba de sombra perdurable
De la tierra en los antros, el ajo incxorab le
Mira eternamente il Caín [
CAMINO DEL INFIERNO

(BAUDELAIRE)

Hermoso el rostro, altiva la mirada


Fulminadora aún de amor y estrago,
La siniestra en el pomo de la espada,
Don Juan prosigue su fatal jornada
Sobre las ondas del Estigio lago.

Sigue la barca de CarÓn, hendiendo


La fúnebre corriente, á su destino ...
Una estátua el timón va dirijiendo,
Es el Comendador que hosco y tremendo
Al fiero seductor marca el camino.

Desceñidas las blancas vestiduras,


El seno henchido que de amor suspira,
Mujeres de gallardas aposturas
Se agrupan, seducidas hermosuras,
Entorno á la doliente Doña Elvira.
--- go --

Víctimas de pasión inÍortunada


Aun guardan á Don Juan su amor eterno,
y él, impasible y sin pensar en nada,
Al viento lanza alegn: carcajada
y prosigue camino dd infierno!
LA BLIOTECA

( ROLLI:-<AT)

Gabinete de extraña arquitectura;


Negras cortinas; la mullida alfombra
Apagaba el ruïdo; fria, obscura
Todo era en ella soledad y sombra.

Dormian con los libros misteriosos


Plenos de horror, de sombra, y de secretos
Los viejos pergaminos polvorosos
En los negros estantes siempre quietos.

Trece pálidas lámparas que ardian


Con espectral fulgor la iluminaban:
Trece góticas sillas me atraian,
Trece mudos retratos me miraban.

Sondeaba una noche entristecido


Desde su alta ventana, con pavura
La vácua inmensidad; ningún ruïdo
Turbada el reino de la noche obscura.
G
- 82--

Pero en medio al silencio, de repente


Un terror inYencibl~ mi alma agita:
i Dió trece canpanaclas lentamente
El reloj de la CÚmara maldita!
LA NOCHE DE DICIEMBRE

('\'1 lJSSET)

EL POETA

En tiempo en que era estudiante


Una noche vigilante
Quedéme en sálón lejano,
Cuando {¡ mi muy semejante
Un pobre enlutado ni1'ío
Se me acercó con cari1'ío
Como si fuese un hermano.

Su rostro era triste y beIlo


y al moribundo destello
De mi lámpara, leia
En mi líbro, contemplando
Mi rostro de cuando en cuando
Con honda melancolia.

Siendo adolescente estaba


U n dia en la selva brava
y ví cerca á un tronco anciano,
y bajo las ve::des copas
Un jóven de negras ropas
El cual se me asemejaba
Como si fuese un hermano.

Al decide qu~ el camino


Me señalase, 3.mi vino
Con un ramo y un laúd
y me mostró el horizonte
Mas allá del alto monte
Que guardó mi juventud.

En la edad de los amores


Lloraba acerbos dolores
Buscando cor.suelo en vano,
Cuando vi en negro vestido
U n hombre Ú mi parecido
Como si fues'~ un hermano;

Estaba mustio y doliente


y miraba fijamente
MostrÚndome con empeno
El cielo, mientra empuñada
Tenia fulgent'~ espada ...
Luégo huy6 como un ensueño.

Años despues en la orgia


Levanté la co')a un dia
Con libre gesto liviano,
y frente á ser tarse vino
Enlutado libertino
El cual se me parecia
Como si fuese un hermano.
,- bS ---

Bajo su manto ocultaba


La regia grana y llevaba
Un seco mirto en los brazos
Me miró como á un amigo
y al ir á brindar conmigo
Rompió mi copa en pedazos.

Anos mas tarde, de hinojos


Ante los yenos despojos
De mi padre sollozaba
y vi un huérfano enlutado
Igual á mi que á mi lado
Como un hermano velaba;

Ambas manos sobre el pecho


En triste llanto deshecho,
En tierra roto ellaÜd,
La espada y la negra capa
Cruzadas sobre la tapa
Del solitario ataÚd.

Mis recuerdos reconcentro


y doquiera que me encuentro
Sombra amiga me ha prestado,
Es un extraño fantasma
Que me admira y que me pasma
y siempre veo á mi lado.

Cuando en busca del olvido


Mi espíritu entristecido,
Férvido al mundo se lanza
Incansable en su carrera
Buscando por donde quiera
Vestigios de una esperanza,
- 86
De Florencia en los palacios,
Do se alzan á los espacios
Los Alpes, en el Leman,
En los verdes limoneros
De Génova, en los senderos
Que á Saboya fama dan,

Donde el Rin su:; ondas riza,


En la sonriente Niza,
Ante el oceáno enático,
En Ve necia fren'e al Lido
Donde con sordo gemido
Viene á morir el Adriático,

Doquier que en pos de un remedio


A mi insoportab:e tedio
Huir quise de mi mismo
Sintiendo, ya indiferente
Cada vez más he ndamente
Hundirme en m: propio abismo,

Doquier que como el cordero


En las zarzas del sendero
Deja su blanco vellón
Mi alma en la prueba tremenda
Ha dejado en cacia senda
Girones de una ilusión,

Por doquier que peregrino


A la orilla del ca :nino
Me he sentado á sollozar,
y arrastrando mi fatiga
Quise en la tierra enemiga
Para siempre de~cansar,
Por doquier que las cadenas
Quise romper de mis penas
y en mi dolor inhumano
Dormir el sueIÍo postrero,
Mi enlutado compaÍ1ero
Vi alIado como un hermano!

¿ Quién eres, huésped silencioso y triste


De todos mis instantes?
¿ Fúnebre amigo, el que de negro viste
A do llevas tus pasos vigilantes?

¿ Quién eres pues? N o el ángel de mi guarda


Pues nos me apartas del fatal camino
Donde el dolor me aguarda;
Veinte alÍas ha que sigues mi destino,
y aun hoy no sé siquiera
Cuál es tu nombre. Explícame quién eres
¿ Te manda Dias de la celesta esfera
A ser en mi carrera
Testigo de mis penas y placeres?

Te apareces tambien en esta hora


De la noche fatal; el viento zumba
y en honda soledad aterradora
Ante mi lecho, como helada tumba
Doliente el alma llora
De la amada mujer la inconsecuencia
Viendo con lentitud, hora por hora
Desgarrarse' un girón de mi existencia.

Del amor las reliquias recogiendo


En mortüorio paIla,
La realidad con despertar tremendo
Me hacia comprender para mi daño
- 88
Que era yo una ruïna
Do crece del olvido la maleza,
y recordando mi pasión divina
Lloraba á solas con mortal tristeza.

Más en la noche silenciosamente


Cual sobre blanda alfombra
Atraviesa la estancia de repente
Una fúnebre sombra;
Se sienta sobre el borde de mi lecho,
De hito en hito me mira,
Con ambas manos apretando el pecho
Desolada suspira,

¿ Qué buscas? Dí, ¿ quién eres sombra errante?


¿ O eres sólo un ref1ej o
De mi agastado y lángcido semblante
En el cristal profundo de mi espejo?

¿ Quién eres, mudo espectro de mi mismo?


¿ Viajador incansable, qué deseas?
¿ Porq ué siempre paseas
Por los tristes senderos de mi abismo?
Visitador perpétuo, h uésped triste
A quien nada se c;conde
De cuanto por mi mal surge ó existe,
Por qué siempre en la tierra me seguiste?
¿ Qué me quieres? i Respónde!

LA VI~;ION

Say tan s610 un peregrino


Que comparte tu camino
De la vida en el 2.rcano ;
-- 89 --

Soy compañero del hombl'c


y tú me has dado mi nombre
Cuando me llamaste hermano

No soy ángel de tu guarda,


Mas mi protección te aguarda
En tu jornada fatal,
y te seguiré hasta cuando
Vaya á sentarme llorando
En tu piedra sepulcral.

Ven pues á mi cuando implores,


Pues yo ofrezco á los dolores
La suprema caridad,
Soy tu compallero, hermano,
Mas no te daré la mano
Jamás: soy la Soledad 1
EL LEBREL DE MAG NUS

(LECOl'iTE DE LISLE)

Viejo ya, pero recio como encina


Cuenta el burgrave Magnus ochenta años
y sabe que á la tumba se avecina;

Con ademánes ásperos y huraños


A largos pasos el salan recorre
De vetusto castillo que los daños

Mal resiste del tiempo y cuya torre


Se mira en el espejo retratada
Del Rin undoso que á sus plantas corre.

Allá en la juventud con su mesnada


Por ánsia de botin más que por celo
Marchó de Barbaroja en la cruzada;

De Palestina en el sagrado suelo


Taló, robó, violó la gente aquella
Conquistando el infierno más que el cielo.
Por muchos años se perdié su huella,
Su tropa pereció, pero él potente
Venció al tiempo, á los hombres y á su estrena.

Después de sesenta ailOs, d~ repente


Una noche levántasc el ras:rillo
y él aparece misteriosamente:

No viene del guerrero con I~lbrillo,


Ni es peregrino de la tierra santa
Que con burdo sayal vuelve al castillo ...

Ninguno á recibirle se adelanta


y como una visión de la otra vida
A monje y siervo su presencia espanta.

Desde la vieja almena derruida


Mansión del buho, hasta lo:; hondos senos
Del subterráneo, vaga sin rr:edida;

Le acompañan tres mudos sarracenos,


Tres compañeros de su vida impura,
Torvos y al mundo, al perecer, ajenos.

Flota un soplo de espanto y de locura


Sobre el cruzado y su mansión maldita
Que nadie vé á lo lejos sin pavura.

Como un espectro que el terror agita


Magnus recorre su salón, entanto
Que el seco tuero en el haga: crepi ta;

Es noche de borrasca y negro espanto:


Ronco del viento escúchase (:1gemido
O de una ave agorera el trist8 canto,
-- 93 ---

U n gran lebrel de Siria, enflaquecido


y hosco, ante la pesada chimenea
Parece en vagos sueños sumergido.

Furioso temporal fuera aletea


y un torbellino gélido de nieve
En las ventanas sin cesar golpea;

Mas nada al viejo empedernido mueve;


Le azota una tormenta más sombria
y su pasado á confrontar se atreve

y mientras que el recuerdo desafia


El gran lebrel, medio cerrado el ojo
En la penum bra, irónico, le espia;

y los tres sarracenos, de su enojo


Asiduos é implacables compañeros
Lanzan de su mirada un fulgor rojo.

El amo, el perro y los esclavos, fieros


y mudos, en la noche aterradora
Parecen aguardar fallos severos;

Parecen aguardar, reparadora


De algun horrendo crímen la sentencia
y el viejo evoca en tan siniestra hora
El pasado fatal de su existencia:

II

Al oriente de Tarso un caballero


A los quemantes rayos que el sol lanza,
Vestido todo de bruñido acero
- 04
Por el desierto ilimitado avanza
Sin mas amigo ni égida ni guia
Que su caballo, escudo, e~;pada y lanza,

Nada se advierte en la ext~nsión vacia,


Se han ido los cruzados que formaron
AI César de Suabia campa ñia,

Otros en Ptolemaïs se juntaron


Al rey Plantagenet y otro~; su huesa
Ante la gran Jerusalem ca\faron ;

Solo Magnus prosigue en la árdua empresa


Soñando una diadema dcl oriente
Para su sien de la ambición apresa;

Es fuerte y jóven, su pasión ardiente


Le hace buscar extrañas aventuras
y avanza en los desiertos audazmente;

Presintiendo de un pozo IDS frescuras


Su caballo galopa; ya al ocaso
Desciende ci rojo sol de las llanuras;

Al fin detiene el vagabunde paso :


Ha encontrado una fuente :r ha bebido,
Luego se tiende á descansar al raso.

Pero ¿qué extraÚo, asordadJr ruído


En el vasto silencio del desierto
Viene en la noche á golpear su oido?

¿Son chacales que rondan? ya despierto


Ve Magnus una nube polvorosa
y oye un tropel unánime é incierto,
-95-
iSon los beduinos \ furibúnda acosa
La banda al bravo duque y cae inerte
Qt:ien primero acercarse á Magnus osa;

Es larga la refriega y es á muerte


Pero vence el cruzado ... en adelante
La banda tiene ungefe audaz y fuerte!

i Horror y oprobio! El caballero errante


Ha olvidado su fé, su honor, su tierra
y el albornoz ciíiendo y el turbante,

La Siria toda con su nombre aterra


y duerme bajo tiendas carmesíes
Despues de las fatigas de la guerra,

De Hedjaz y de Circasia las huries


Forman su harem, deslumbrador acervo
Son sus piedras preciosas y sequies,

De sus pasiones miserable siervo


Le impelen sin cesar y el forajido
Se exhibe en cada crímen mas protervo,

Su nombre y religión hechó al olvido


En vértigo espantable el Renegado
y cnmedio al fango impuro en que se ha hundido
Le inspira el Diablo el último atentado.

fIl

En las ásperas faldas del Carmelo


Un convento de monjas se levanta
Como una blanca tumba bajo el cielo;
-- 96-

Erigió Godofredo aquella santa


Mansión y Salah-:~d-Din ha respetado
Tánta pureza é inocencia tánta;

Pero muerto el Su:tán, solo ha quedado


De las piadosas vírgenes el nido
Par la Vírgen purí:;ima amparado;

jAy! pero ese refugio ha conocido


Un rondador siniestro y como un lobo
Por las tiernas ovejls atraido

Acecha el monasterio; rapto y robo


Medita con diabólica malicia
Aquel hambriento y lujurioso lobo.

Del éxtasis divino en la delicia


Viven allí cien monjls obedientes
A su abadesa jóven, Sor Alicia;

Hija de los gloriosos descendientes


Del príncipe Baheme,ndo de Antioquía
Halló al nacer los hados sonrientes,

Dicha, riqueza, halagos á porfia


Todo lo abandonó por el divino
Amor que en su almo corazón ardia_

Fervorosa el oficio vfspertino


Ofrecia una tarde; todo calla
Yes paz en el santuario peregrino,

Mas de repente entre la calma, estalla


Horrenda griteria, qu,~ á lo lejos
Finge el recio fragor de una batalla.
- 97-

Son degollados los guardianes viejos,


El monasterio presa del pillaje;
Del incendio á los cárdenos reflejos

De Magnus penetró la horda salvaje


y las cicn indefensas recluïdas
Víctimas fueron de infamante ultraje.

j Alicia!
i Alicia! ¿dónde bendecidas
Palmas habrá que amparen tu hermosura)
Hubieras dado sin temblar mil vidas

Por conservarte en tu inviolada albura,


y ora infeliz, en tu desgracia horrenda
Te encuentras inocente, mas no pura;

Del torpe forzador allá en la tienda


Te yergues y le miras de hito en hito
y le gritas profética y tremenda:

" Víctima ya de tu hórrido delito


Perdida estoy, mas t(¡, monstruo execrable
Para la eternidad estás maldito,

Tu crímen castigar me será dable


Cuando te llegue la suprema hora
y por doquier mi sombra inexorable

Te llevará, manchada y vengadora


Al antro de Satan, de horrores lleno ...
i Libre de tus abrazos véme ahora ( "

Dice y toma una daga al sarraceno


Que la custodia y rápida y resuelta
La sepulta en la nieve de su seno.
7
- ~8-

Oh impuro Magnus! desde enl6nce envuelta


En sangriento sudaric,. ú cada instante
La miras ante tí, blarca y esbelta,

El tiempo pasa pero til constante -


Mente vez el espectro ensangrentado
De tuS ojos de réprobo delante.

y desde que tu lúbrico pecado


Obligó á Sor Alicia ú darsl: muerte
Vela un negro lebrel siempre á tu lado,

y tres sombras fatídicas advierte


Tu espíritu, tres mudos sarracenos
Que espanto ponen en tu pecho fuerte ~

Harto de los países agarenos


Magnus quiere volver 1ver un dia
Del patrio Rin los márgenes amenos,

y cierta noche entante< que sombria


Del lebrel le persigue 11 mirada
Despierta ... ¿ cs que su mente se extravia?

¿ No es ésta su mansión abandonada


Hace ya sesenta años? ,:Quién le trajo?
Lo mira todo y no comprende nada

Busca por todas partes ·:on trabajo,


Nadie ... en la torre no hay un ser viviente
Tan sólo como lívido espantajo

Los mudos y ellebrcl \c frente á frente.


Se lanza contra ellos ... vano empeño
Pues como en red fatíd: ea se siente
Envuelto ('11 los horror'~s de su sueI1o.
- 99-

IV

Del huracán al ímpetu violento


El señorial castillo se estremece
Desde la vieja torre hasta el cimiento;

A cada instante Ia tormenta crece


y Magnus, reclinado en lln escaño
H undirse en sueños lóbregos parece.

Qué horrible sueño! Allí, para su daño


Se congregan las víctimas que han sido
Presa de su pasión, su ira y su engaño.

Monjes, turcos, mujeres que ha perdido,


Judias degollados, sandios gira.n
Entorno, contemplándole vencido;

Parecen que se hablan y le miran


y sus gemidos de infinito duelo
Del viento entre las ráfagas espiran,

y las visiones pasan con su vuelo


De vampiro; en seguida se presenta
La escena de los monjes del Carmelo.

Su honda zozobra y su terror aumenta


El lebrel que furíoso, en su mirada
Vibra todo el horror de la tormenta.

De promo ve á la bestia transformada


En humana visión ... j es Ella, es Ella,
Es Sor Alicia que le mira airada!
-- 100 -

y quc le dicc : " Magnus, desde aquella


N ache de oprobio y m .Ierte, Dios me im puso
Como expiación, seguir tu torpe huella

AI crímcn de mi muece que me acuso,


Tal el justo castigo del Eterno
Pero él ya fin á mis tormentos puso.

Arrepiéntete, es tiempo, ó el infierno


Dará si n remisiÓn en (ste instantc
A tu alma el castigo sempiterno! "

Despues un sarraceno ye delante


Sórdido, como engendro de codicia
y voraz como hiena repugnantc

Que dice con sardónica malicia:


Soy parte de ti mismo ¿ me conoces?
Pirata, expoliador; i so;, tu Avaricia ~

El otro, de unos ojos t.m feroces


Que hiclan de terror á quien los mira
A Magnus grita con rabiosas voces:

Asesino, incendiaria: i:¡oy tu Ira!


El otro, blando y cuya 'IOZ injuria
El pudor y asco y repugnancia inspira

Como el pecado que celeste furia


Trajo sobre Pclttápolis, exclama:
Impuro violador: i soy tu Lujuria!

- Réprobo, terne la sulfúrea llama


Dicen los cuatro, " i Nó l " responde fiero
Magnus, " mi alma su valor inflama
- 101-

Ser hasta el fin como al principio quiero,


Lo hecho eslÚ hecho, en ésta y la otra vida
El Diablo ó Dios me encontrarán entero! "

Dijo, el hogar cual boca maldecida


Se abre y una gran garra ase al anciano ...
Al pumo con tremenda sacudida

Tiemblan roca y castillo y mame y llano,


La torre se desploma abrumadora
y se hunde con estruendo soberano.

De entónce en los encombras y á la hora


De la noche invernal, medrosa gente
Oye siempre en la sombra aterradora
U n gran lebrel que aÚlla tristemente.
INDICE
/

EDGAR A. POE BÜRGER

El Cucn·o ............... 7 Lcnora .................. 63


Ulalumc ............... ,. 15 E\ Cazador MaldilO ...... 69
Las Campanas .... '" .. , . 19 V. HUGO
Estrellas Fijas ........... 25
El Palacio Encantado .... La Conciencia .•......... 7"
29
El Gusano Vencedor ..... 33 BAUDELAJlŒ
El Dorado .. '" ... '" .... 37
Camino del Inficrno ..... 79
Drcamland .............. 39
ROLLl~AT
HEI:01r¡
La Bibliotcca ..•...... '" SI
Maria Antonieta ... " .... 43
La Evocación ............ MUSSET
47
EnsucílO ....... , .. , ...... 49 La Nochc dc Dicicmbrc .. 83
La Condesa Palatina ..... 53
El Castillo de las Afrentas 55 LECONT¡'; DE LISLE
Don Ramiro ............. 5-I El Lebrel de Magnus. " .. 91

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