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Si hablamos del agua, los ríos se contaminan en minutos y segundos, haciendo que
el agua clara se transforme el algo oscuro. No les importa aquel hombre que está
destruyendo al rio, que fue regalo de Dios para adultos, para niños. Hoy en día ese rio tiene
el cartel de prohibido, porque su agua envenena el disfrute de aquel niño.
El hombre desaprensivo egoísta y mezquino, no piensa en saciar su sed en agua clara del
rio. Quién vio tus riberas y tus claras fuentes tu frescor de rosas, que hoy son pestilentes...
cuando en verano y en las primaveras eran tus orillas cual verdes praderas, con niños
jugando disfrutando en ellas. Hoy veo con horror en tus aguas muertas lo que da el
progreso, tu fauna no queda.
Sueño en que algún día nuestra decencia vuelva a mirarse en tu transparencia. Los
árboles sufren de pie, por sus raíces, asidas a la fe, enferman, lloran, fenecen, tan cruel suerte
no merecen.
Un río sucio, muy sucio, corre trazando una línea muy negra, dejando sus malos
olores. Así de negra es la conciencia y así de horribles sus olores de los que ensucian
la tierra. No permitamos que los pueblos del mundo paguen la factura de la
irresponsabilidad y la codicia. Es momento de dar respuestas concretas a la humanidad
y a la madre tierra.
Pienso que si recordáramos que el agua es uno de los recursos naturales más
fundamentales, y junto con el aire, la tierra y la energía constituye los cuatro recursos
básicos en que se apoya el desarrollo humano no lo contaminaríamos. Nuestro mundo
por muchos años ha sido descuidado y maltratado por nosotros los seres humanos. La
industrialización y el modernismo son algunos factores que ayudan a la contaminación
de nuestro ambiente.
Maestra, maestros, jóvenes, tomen estas palabras como un compromiso con la vida y la
madre tierra.