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Pro l o go p o r
C a rl o s M a r i o G óm e z
Vi v i r c o n
la escasez
de agua
la edición digital en español de...
¡Felicitaciones!
¡Gracias!
David
Una perspectiva económica para los temas de agua que integra la realidad
de tener muy poco agua para satisfacer las demandas de las ciudades, la
agricultura y el medio ambiente en el siglo XXI, que además pone sobre
la mesa medidas económicas de sentido común que pueden dar lugar a un
futuro mejor. Mi cita favorita de este ameno texto de Zetland es “Tenemos
que tener paciencia con los gestores del agua, los reguladores y los políticos
que aprendieron su oficio en tiempos de abundancia.”
David Carle, Author
Introduction to Water in California, Traveling the 38th Parallel: A Water Line
around the World, and Water and the California Dream
¿Los cortes de agua son inevitables cuando hay sequías? Hay que leer este
libro para aprender la engañosamente simple respuesta: no. Zetland desarro-
lla un análisis claro y preciso de la escasez de agua y las soluciones posibles
a la misma. Vivir con la escasez de agua engancha y es apto para un público
amplio y diverso. Les dará a los lectores las herramientas básicas para resol-
ver los retos complejos del agua que plantea el mundo de hoy y del futuro.
Lo recomiendo encarecidamente.
Dustin Garrick, Philomathia Chair of Water Policy
McMaster University
Vivir con la escasez de agua pone de manifiesto el mensaje del autor — con
el que en la mayor parte coincide — de forma efectiva, clara y contundente.
El problema del agua puede parecer simple — solo hay que asegurarse de
abastecer a todo el que la necesite. Pero el problema es complejo y tiene
múltiples dimensiones. Este libro toca casi todas estas dimensiones de forma
satisfactoria, de forma que es accesible a los lectores que quieran entrara en
detalle en sus argumentos. La gente del agua debe estar agradecida.
Yoav Kislev, Professor Emeritus
Agricultural Economics and Management
The Hebrew University of Jerusalem
¿Por qué hay tantos gobiernos que subvencionan el uso del agua y pagan a
la gente para que no la use? El mensaje de Zetland es convincente y poderoso.
Si te preocupa la escasez de agua, presta atención a la economía de los usos
del agua.
Mike Young, Chair in Water and Environmental Policy
University of Adelaide
David Zetland
Prologo por
Carlos Mario Gomez
Aguanomics Press
Amsterdam ∼ Mission Viejo
2015
Copyright © 2015 David Zetland. Todos los derechos reservados. Ninguna
parte de este libro debe reproducirse sin el permiso del Autor a excepción de
las citas de menos de 200 palabras con mención al mismo.
Prologo VII
El aumento de la escasez 1
Agua para la comunidad antes que para la economía
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Prologo
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implica menos agua para el futuro. Más agua con mayor garantía de
calidad para las ciudades implica menos agua y mayores restricciones
para las actividades del campo. El agua tampoco es un recurso natural
como los demás, a diferencia de por ejemplo el mineral de hierro,
presta en la naturaleza importantes servicios para el bienestar de las
personas. Preservar las fuentes de agua — y con ello: la pesca, el
paisaje, la biodiversidad, la capacidad de los ríos para autorregularse,
evitar riesgos para la salud, regular las inundaciones y protegernos de
las posibles sequías, etc. — implica racionar el uso corriente del agua,
imponer limitaciones al uso del suelo y recoger y tratar con cuidado
las aguas residuales, con las consecuencias que pueda tener esto para
la producción, el empleo y las oportunidades de desarrollo en cada
lugar.
Las decisiones del agua no son decisiones sencillas. Tratándose del
agua, un recurso escaso, sabemos que lo que es racional para una em-
presa de abastecimiento, un agricultor o una empresa eléctrica no es
necesariamente lo mejor para los demás. El agua no es un bien como
los demás. Cada decisión implica un dilema social con beneficiarios y
perjudicados, con costes y beneficios hoy y en el futuro. Es imposible
minimizar la importancia de las decisiones relativas al agua. Decidien-
do sobre el agua, optamos entre los beneficios presentes y los riesgos
futuros, entre la conservación y la transformación de las fuentes de
agua, entre la calidad y la cantidad, entre las posibilidades de quienes
acceden al agua en la cabecera y las oportunidades de los que reciben
el agua en los valles, etc.
Ninguna de estas cuestiones tiene una solución obvia y, menos aún,
puede dejarse completamente al arbitrio del mercado. Todas ellas exi-
gen un esfuerzo colectivo y la garantía de éxito depende de la capaci-
dad de la sociedad para resolver los conflictos que puedan surgir y, en
especial, para llegar a un acuerdo sobre las transformaciones que se
pueden permitir, la cantidad de agua que se puede utilizar, para qué
y para quién, de modo que teniendo en cuenta todo ello consigamos
entre todos acomodar la demanda y oferta de agua con la capacidad
de la naturaleza para proveer tales servicios.
Vista la trascendencia de estas cuestiones lo que realmente sor-
prende es que no estemos todos más involucrados en los debates y
en la solución de estos problemas. Más bien al contrario, las grandes
soluciones se confeccionan en los despachos de la administración, de
donde salen revestidos de un empaque de solvencia técnica, como si
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El fin de la abundancia
La escasez es como la luz de reserva de combustible del coche.
Ignórala por mucho tiempo y al final el coche te dejará tirado. La
gente que ha crecido con abundancia de agua puede no ver la luz
que parpadea. Sus actitudes y hábitos — y las instituciones sociales,
económicas y políticas que los refuerzan — dificultan su respuesta
frente a la escasez de agua. Los vecinos que comparten el agua de
los ríos, lagos o acuíferos, pueden rechazar el hecho de que no haya
suficiente agua para todo los usos. Otros luchan por conseguir su parte
“justa.” Un tercer grupo quiere abordar la escasez, pero no pueden sin
la ayuda de otros.
Vemos estas perspectivas cuando se tratan los Caudales ecológicos.
Algunos los quieren porque sienten que los ecosistemas son útiles y
bellos. Otros preferirían desviar agua para usos económicos directos.
Ambas partes tienen razón, pero tienen que ceder para ponerse de
acuerdo.
Los acuerdos se construyen sobre cimientos comunes, y todos te-
nemos una piedra que aportar. No podemos preocuparnos sólo de los
Caudales ecológicos. También debemos considerar la calidad del agua,
el acceso al agua de los más pobres, las reservas de agua subterránea,
los sistemas de riego, los riesgos de las inundaciones y otras cuestio-
nes de la vida relacionadas con el agua. Estos problemas comparten
una misma raíz en la escasez, la cual crece a medida que aumenta la
demanda, disminuye la oferta, o ambas a la vez.
La demanda de agua crece con la riqueza y la población. Más gente
se dará más duchas, y los ricos consumirán más agua en sus duchas
de hidromasaje.
La oferta de agua en el planeta es fija, pero las ofertas útiles no.
Hemos reducido la oferta de agua agotando los acuíferos, contami-
nando el agua dulce y permitiendo fugas en redes de abastecimiento
obsoletas. El agua eventualmente volverá al sistema, pero es posible
que no podamos esperar tanto.
No siempre está claro si es el aumento de la demanda o la dismi-
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Nota al píe: He intentado mantener este libro lo más simple y conciso posible.
Podéis encontrar más información sobre estudios de casos, referencias y otros
recursos en la página web de www.livingwithwaterscarcity.com.
Parte I
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CAPÍTULO 1
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Nadie quiere pagar más, pero es mejor pagar más por algo, que menos
por nada. A veces olvidamos que el valor es más importante que el precio.
En tiempos de abundancia, no tenía ningún sentido cobrar por el agua
ya que no importaba cuánta usaba la gente. Las empresas de servicios esta-
blecidas para abastecer este bien público tenían más beneficios llevando más
agua a los hogares, por lo que tan sólo se dedicaban a recuperar sus cos-
tes. Más recientemente, estas empresas pasaron a utilizar tarifas volumétricas
para distribuir los costes de producción en función del uso, pero el agua en
sí seguía siendo gratis. Esta es la razón de porqué algunas empresas en zo-
nas áridas tienen precios de agua más bajos que otras en zonas húmedas. Es
como si estuvieran vendiendo gasolina a un precio que incluye los costes de
trasporte y abastecimiento pero no el coste del petróleo.
Consideremos el caso de Las Vegas, ubicada en un desierto, y de la siem-
pre húmeda Ámsterdam. La ciudad de Las Vegas obtiene su agua de un
embalse cercano. Ámsterdam se abastece con agua contaminada de canales
cercanos. Los elevados costes de tratamiento y la infraestructura necesaria
explican por qué el agua cuesta casi cinco veces más en Ámsterdam que el
precio que se paga en Las Vegas. Los consumidores no pueden ver estas dife-
rencias, pero sí ven los precios bajos, razón por la cual cada habitante de Las
Vegas usa tanta agua como cinco residentes de Ámsterdam. La gente de las
Vegas tiene jardines y piscinas en el desierto porque el agua es barata, pero
también temen a la falta de este recurso. Los gestores del agua de Las Vegas
no han contrarrestado esta amenaza subiendo en el precio del agua. En su
lugar, subsidian el coste de eliminar jardines.
Sí, así es. Los gestores del agua en Las Vegas venden el agua tan barata
que tienen que pagar a la gente para que no la use.
El fin de la abundancia está forzando a los gestores a enfrentarse a un
nivel de escasez para el que sus sistemas no estaban diseñados. Está sacando
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pobres? Sí, pueden ayudar a algunos de ellos, pero también estimulan el uso
del agua y distorsionan el comportamiento de aquellos que no son pobres, de
los gestores, de los negocios y de otros usuarios del agua. La solución eco-
nómica imputaría a todo el mundo el precio total del servicio y daría apoyo
financiero a los pobres. Una solución intermedia subvencionaría parte del
agua a los pobres. En Chile, por ejemplo, la gente pobre recibe una cantidad
inicial de forma gratuita, pero pagan la tarifa normal por cantidades de agua
adicionales.
Este debate es irrelevante en la mayoría de los países, donde la gente
es capaz de pagar el coste total de operación, mantenimiento, sustitución y
crecimiento. Por supuesto, preferirían pagar menos, pero quizás no sería así
sí estos precios más bajos significan menor fiabilidad del sistema, injerencias
externas y un peor servicio. Los consumidores que paguen por el agua de la
misma manera que pagan por la comida o por la ropa serán tratados como
clientes merecedores de un buen servicio.
(las tarifas del agua) para dos objetivos (cubrir costes fijos y reducir la deman-
da). Se pueden evitar equiparando los costes a los ingresos, y luego abordar
la conservación. El primer paso significará aumentar las cuotas fijas de forma
que los consumidores paguen su parte en función de la capacidad de la red
(las conexiones más grandes pagarán más). La ciudad de Davis, en Califor-
nia, ha implantado este tipo de sistemas de precios con una vuelta de tuerca
ingeniosa. Los cargos fijos se basan en el tamaño del medidor, así como en
el uso del agua del año anterior. Este método asegura que los consumidores
pagan por su uso a largo plazo y sus picos de consumo en la red de abaste-
cimiento. Además da a los consumidores el incentivo de utilizar menos agua
en el presente para ahorrar dinero al año siguiente. Un aumento en los cargos
fijos significa que los cargos variables deben disminuir (para evitar utilidades),
pero esta caída debilita los incentivos de conservación. La ciudad de Davis
espera que los consumidores utilicen menos agua hoy para ahorrar dinero el
próximo año, pero yo utilizaría incentivos más fuertes. La siguiente sección
explica porqué los necesitamos ahora y como funcionarían.
tiempo que permitir muchas respuestas. Los clientes pueden elegir su propia
combinación de tecnologías y técnicas. Algunos se darán duchas más cortas.
Otros instalarán sistemas de riego por goteo. Algunos se ducharán en el tra-
bajo. Otros simplemente pagarán más. Un precio mayor por el agua, como
un mayor precio para cualquier bien de consumo, permite a la gente elegir
cuánta agua consumir. Poder elegir es una opción muy placentera frente a la
falta de suministro o las multas de policías del agua.
Los gestores también se benefician de precios más altos, ya que no necesi-
tan controlar un comportamiento ni servir a intereses sagrados. Simplemente
necesitan centrarse en los cambios agregados en la demanda que resultan de
miles de personas tomando pequeñas decisiones.
Es relativamente fácil establecer un precio para el agua que cubra los
costes variables del servicio y añadir un recargo a ese precio en momentos
en los que el agua es escasa. Dicho esquema estará en punto de equilibrio
cuando el agua sea abundante, pero producirá “utilidades” cuando se usen
los recargos. Estas utilidades pueden ser reembolsadas para reducir los cargos
fijos utilizando los sistemas de contabilidad actuales. En Noviembre de 2013,
por ejemplo, la empresa de servicios de agua de la ciudad de Prismo Beach,
en California, vendió algo de agua extra, utilizó parte de las ganancias en
mejorar el sistema de gestión del agua y envió el resto a los consumidores ¿A
quién no le gusta recibir un cheque de reembolso en el correo?
pequeña del total de los costes, mientras que los ingresos variables son una
parte mucho mayor de los ingresos totales.
Copia, recorta y distribuye estas hojas en tu próximo cocktail con amigos.
A la gente le encanta hablar de formas realistas de vivir con la escasez de
agua.
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Una caída del 50 por ciento en el uso reduce los ingresos variables más que
los costos variables (zonas de color gris claro) y desestabiliza las finanzas.
................!................"................ ................
#
Precios correcta estabiliza las finanzas, fomenta la conservación y previene la
escasez.
Una caída del 50 por ciento en el uso reduce los ingresos variables más que
los costos variables (zonas de color gris claro) y desestabiliza las finanzas.
CAPÍTULO 3
No culpes a la botella
El agua embotellada es muy popular últimamente en los países ri-
cos, pero siempre ha sido popular en países pobres donde la gente
no puede acceder fácilmente a agua potable. Entonces ¿por qué es el
agua embotellada popular entre la gente que tiene acceso a agua de
calidad en el grifo? Algunas personas prefieren el agua embotellada a
la gaseosa, al zumo u a otras bebidas que se pueden comprar en las
tiendas. Otros compran agua embotellada por su cómodo envase o por
parecer “cool.” Un montón de gente prefiere el sabor del agua embo-
tellada en lugar del agua del grifo. No hay nada malo — en términos
económicos — en estas elecciones. Éstas vienen acompañadas con los
mismos costes y beneficios que otras decisiones de los consumidores.
Dejando a un lado el sabor y la comodidad, el agua embotellada
genera controversia por los costes y beneficios que los consumidores
no tienen en cuenta. Éstos se refieren a los residuos de las botellas de
plástico, la calidad del agua, el impacto del embotellar los acuíferos y
la sostenibilidad del servicio de las empresas.
La mayor parte del agua embotellada viene en botellas de plástico.
Estas botellas — como las de Coca Cola o Pepsi — son normalmente
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Agua reciclada
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a usar estos cargos para pagar por la captura y tratamiento del agua
pluvial. Por esta razón las tasas por agua pluvial deben ser calculadas
por separado en función de la superficie. Las autoridades de la ciudad
de Berlín y la de Filadelfia, por ejemplo, cobran a los propietarios por
el agua de lluvia que escurre de su propiedad. Estos cargos son reduci-
dos si los propietarios capturan agua pluvial para reutilización in situ
o para la infiltración subterránea.
La regulación puede ser más efectiva que los precios para redu-
cir contaminantes tóxicos difusos. Una regulación puede prohibir la
venta de un químico, dictar su uso en un área designada, o requerir
un tratamiento especial. Las regulaciones pueden requerir el reciclaje
de pintura y aceite usado en plantas depuradoras in situ para eliminar
contaminantes que excedan la capacidad de las plantas de tratamiento.
Instalaciones de descarga cero típicamente evaporan el agua y solidi-
fican los residuos en una forma inerte que es más fácil de desechar de
forma segura.
Regulando a múltiples contaminantes
¿Cómo mantiene uno la calidad del agua en un río que contie-
ne escorrentías de múltiples instalaciones? Normalmente el objetivo es
limitar la carga total de contaminantes, mantener los niveles de oxí-
geno disuelto, etc., pero asignar la carga contaminante entre quiénes
descargan puede ser difícil.
Para este problema, propongo una regulación de “no hacer daño”
que requiere que el nivel de calidad del agua, aguas abajo, debe ser
igual o mayor al nivel aguas arriba. Esto puede ser implementado sin
monitoreo, requiriendo a la empresa de agua de la ciudad que su toma
esté aguas abajo de su emisario de aguas residuales. Dicha configura-
ción sería cara en muchas ciudades en las que los ingenieros utilizan
gravedad para mover agua de un punto de toma más arriba hasta un
punto de descarga más bajo, pero un “sistema virtual” podría instalarse
usando sensores baratos que enviarían una señal si las descargas aguas
abajo están más sucias que la extracción aguas arriba.
Mercados entre los contaminadores
Otra solución permite a los grandes contaminadores intercambiar
derechos de contaminación entre sí, como parte de un régimen local
de derechos de emisión que fija un nivel de contaminantes total para
toda o parte de la cuenca, que distribuye permisos de contaminación
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Alimentos y agua
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res.
Esta recomendación no significa que todas las comunidades rurales
prosperarán. Algunas triunfarán y otras fracasarán. Tampoco significa
que los alimentos serán baratos en todas partes. Algunas personas
tendrán que pagar más. No significa que todas las demandas agrícolas
y medioambientales podrán ser atendidas. Algunos agricultores y ríos
dejarán de tener suficiente agua. Mi recomendación busca maximizar
los beneficios privados y sociales que sacamos del agua. No niega los
hechos, pero sí trata de mejorarlos.
zar el “uso” del agricultor en términos del desvío inicial, del consumo
por evapotranspiración, así como de la cantidad y calidad del agua
agrícola que retorna a los ríos y acuíferos.
Digamos por ejemplo que cinco agricultores — cada uno de ellos
con el derecho a desviar 10 unidades de agua de un río — “malgastan”
el agua de forma tal que la mitad de sus desvíos retornan al río. Estas
cifras significarían que las 50 unidades desviadas por los cinco agri-
cultores tan solo disminuirían la corriente del río en 25 unidades. Su
uso consuntivo se elevará si cambian sus sistemas a unos con menores
pérdidas y de mayor eficiencia de riego, ya que serán entonces capaces
de utilizar el total de sus 50 unidades asignadas a sus derechos. Por
tanto, la eficiencia puede secar el río.
Después de tantas advertencias y aclaraciones puede resultar ade-
cuado hacer un resumen. Afortunadamente puedo recurrir a una lista
de gestión de recursos del experto en agua Chris Perry:
Hemos discutido los puntos 1–5, con la salvedad de que los detalles
dependen de las instituciones locales. En el Capítulo 8 analizaremos
el tema de las infraestructuras, pero sabemos de antemano que és-
ta puede impedir o facilitar la redistribución. Ahora veamos el punto
6. La evaluación es esencial si queremos corregir errores y adaptar-
nos a circunstancias cambiantes. La adaptación tiene lugar cambiando
derechos para ajustar Caudales ecológicos, regulando la calidad, me-
jorando la contabilidad, etc. Estos métodos son discutidos en otras
partes del libro. Analicemos ahora los mercados como una forma de
adaptarse, hoy.
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mercados voluntarios.
Hace algunos años diseñé un mercado forzado que no fue un oxí-
moron. Una subasta All-in (cuyas siglas en inglés son AiA) pone todos
los derechos (o asignaciones) de agua en un grupo y permite a los par-
ticipantes elegibles ofertar por esta agua en una subasta a precio único.
La innovación clave es que las ganancias de la AiA son repartidas entre
aquellos cuyos derechos han sido subastados. La AiA transfiere agua
a aquellos que la valoran más sin violar los derechos de los propieta-
rios, ya que ellos mismos pueden pujar por “su propia agua” si quieren
conservarla. Cualquier propietario puede hacer una contraoferta a un
multimillonario por su agua porque el pago le vuelve a él mismo. Un
agricultor, por ejemplo, puede ofertar 1.000$ por su agua. Si alguien
más ofrece 1.200$, entonces el agricultor puede vender su agua por
este precio o hacer una contraoferta de 1.500$ sabiendo que el precio
que paga para ganar la oferta se equipara con el precio que recibe si
vende, y por tanto le deja con su agua y sin cambios en su presupuesto.
Las subastas tipo AiAs deben diseñarse de acuerdo con las cir-
cunstancias locales. Los propietarios de derechos son los que deciden
quiénes pueden hacer las ofertas. Los agricultores, por su parte, pue-
den vender sus derechos a oferentes externos (por ejemplo, una ciudad,
una organización ambiental, una comunidad de regantes, etc.), pero es-
tas ventas deben ser limitadas hasta que todo el mundo comprenda el
impacto del dinero exterior y los trasvases de recursos hídricos.
¿Cómo funcionaría este tipo de AiA? Pongamos que Juan, María y
Pedro ponen cada uno 2 unidades de derechos de agua en una subasta
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aquellos que ostentan los derechos saben cómo usarlos pero ignoran
la importancia social de trasladar el agua a mejores usos, la naturaleza
cauta de los usuarios del agua, antes mencionada, y el elevado coste
de rescatar a los usuarios que se quedan sin agua. Una y otra vez he
visto agricultores sin agua pidiendo rescates financieros por la inexis-
tencia de mercados o leyes obsoletas que les impiden comprar agua a
sus vecinos con agua suficiente.
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CAPÍTULO 6
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¿Cómo podemos hacer que los monopolios cumplan con sus obli-
gaciones? La manera más fácil es designar a buenos profesionales al
cargo de estos monopolios, de forma que sirvan adecuadamente a la
comunidad. Un buen regulador puede ayudar, pero éstos normalmente
no tienen tanto conocimiento como deberían. La competencia puede
empujar a algunas divisiones que rinden por debajo de su capacidad
de mejorar su rendimiento, pero sus operaciones centrales permane-
cer aisladas. En este punto, crear una competencia virtual a través del
benchmarking o los “seguros de rendimiento” puede ser posible. Todas
estas opciones complementarias pueden ser reforzadas por la partici-
pación y el seguimiento por parte de la comunidad. Exploremos cada
una de estas ideas.
¿Quién asume la culpa?
Un regulador es responsable de instar a un monopolio a rendir de
forma adecuada, pero algunos reguladores son haraganes, corruptos o
cautivos de las industrias a las que se supone que deben vigilar. Los
reguladores informan a los políticos, pero los políticos vacilarán a la
hora de intervenir en las enredadas relaciones entre los bancos posee-
dores de la deuda, los defensores de los consumidores, los sindicatos y
otras partes interesadas. La regulación funciona bien cuando los obje-
tivos y las acciones son fáciles de supervisar, pero los reguladores no
pueden saber cómo un gestor puede o debe actuar.
Los gestores de agua obtienen resultados dentro de una compleja
red de decisiones sobre personal, obligaciones regulatorias y exigen-
cias de los consumidores. Los gestores pueden escoger beneficiarse a
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como a los habitantes de las zonas pobres. El Sr. Chan además mul-
tiplicó su influencia atrayendo a profesionales apasionados y pagando
gratificaciones por buen desempeño. PPWSA tiene ahora una cultura
del orgullo — y buena reputación por servicio al cliente — que da a
su personal, a los clientes y a los políticos la expectativa de éxito en el
futuro.
Puedo contar muchas historias sobre otros exitosos profesionales,
pero este libro está dirigido a gestores que necesitan más ayuda, mejo-
res ideas o una jubilación anticipada. Los negocios cambian por miedo
a perder clientes contra la competencia. Las organizaciones de agua
monopolísticas no se enfrentan a esta amenaza, con lo que solo cam-
bian si quieren, y cuándo quieren. Debemos tener paciencia con los
gestores de agua y reguladores que han aprendido sus oficios en la
era de la abundancia, pero ser pacientes no significa ser indiferentes
y no participar. Necesitamos involucrarnos como consumidores que
merecen un buen servicio. Seguir con lo mismo agobiará a los con-
sumidores con mayores facturas, servicios poco fiables y comunidades
debilitadas. La acción que reacciona a los consumidores promoverá el
desarrollo económico y social sostenible.
CAPÍTULO 7
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tercer análisis; los derechos de propiedad para los más pobres pueden
generar suficientes ingresos para ayudarles a “atraer” el agua hacia
ellos.
Después de todo, todo el mundo sabe que el agua corre hacia
donde hay dinero.
que incluso protesten aduciendo que la gente pobre prefiere vivir fuera
del registro legal para ahorrase el dinero de los alquileres. Ninguna de
estas excusas se sostendría en caso de ser examinadas. La tecnología
da lugar a encuestas bastante baratas. La posesión parece una buena
excusa para el derecho a la tierra en un barrio marginal. La gente
pobre incluso estaría dispuesta a pagar si el registro significara el fin
del temor a ser desalojados, la posibilidad de pedir créditos contra su
propiedad y creara una dirección en la que pudiera recibir el servicio
de agua.
Los costes y beneficios de un registro del agua son similares a
aquellos de los registros de propiedad del terreno, con la excepción
que los derechos del agua deben llevar una contabilidad del volumen
y otros factores asociados, tal y como analizamos en el Capítulo 5. Un
registro de derechos de agua y terrenos ayudaría a los pobres y a los
honrados. Los registros públicos transparentes ayudarían a la gente a
ver hacia dónde fluye el dinero y el agua. Los registros ayudarían a los
pobres y a la nación, reduciendo el robo y la incertidumbre que inhibe
la productividad y el desarrollo.
Este consejo, por cierto, es aplicable a muchos países ricos donde
la escasez de agua es un problema nuevo. Debemos saber quién utiliza
el agua (cuánto, dónde y en qué momento) si queremos destinarla a
usos beneficiosos.
pero a cambio recibirán un dividendo por su parte del agua (en forma
de derechos) y la oportunidad de comprar agua en términos justos (lo
cual no es poca cosa). Los agricultores a gran escala y las industrias
tendrán que gastarse más dinero en agua de lo que hacen ahora; al-
gunos se opondrán a estas reformas ya que su negocio está basado
en el agua subvencionada, otros sin embargo darán la bienvenida a la
oportunidad de expandir su producción basándose en la eficiencia en
su uso del agua.
La venta del agua como commodity dará a conocer a sus comprado-
res y pondrá disciplina en la contabilidad (del agua). Los ciudadanos
en los países más pobres y corruptos sabrán cuánto dinero deberían
recibir y presionarán para obtenerlo. No será sencillo contabilizar los
ingresos o los pagos en países con decenas o cientos de millones de
ciudadanos, pero la tecnología (por ejemplo, identificación biométrica,
banca telefónica en teléfonos móviles, etc.) hace esta tarea más fácil
cada día. Todo esto no es un sueño; Alaska ha estado pagando divi-
dendos derivados del petróleo a sus ciudadanos desde hace más de 30
años.
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dólares, este reparto implica que la empresa de agua debe pagar 4 mi-
llones de dólares para financiar la presa, que los agricultores pagarán
2 millones de dólares y el tesoro público deberá pagar en torno a 4
millones de dólares por los beneficios recreativos y la protección frente
a las inundaciones. Hasta ahora, todo genial, pero ¿y si los agricultores
utilizaran el mismo volumen de agua que los clientes de la empresa de
agua? ¿No deberían pagar ambos usuarios 3 millones cada uno?
Los agricultores argumentarán que no pueden permitirse pagar es-
ta cantidad, que el agua barata ayuda a alimentar a las personas, que
nadie iba a utilizar toda esta agua si no son ellos, etc. etc. Los gestores
de la empresa de agua estarán callados ya que están más preocupados
por la fiabilidad de la presa que por el dinero de sus clientes.
Otra complicación aparece cuando miramos a los usos recreativos
y a la protección frente a las inundaciones. ¿Qué pasaría si solo la mi-
tad de los pescadores o los dueños de embarcaciones previstos usan la
presa? ¿Acaso los beneficios de protección frente a las inundaciones si
se construyen más casas aguas abajo? ¿Qué pasaría si la presa pudiera
contener varios años de caudal efectivamente eliminando la posibili-
dad de una inundación? ¿Debería “la gente” pagar por una protección
que nunca necesitarán cuando los agricultores y las empresas de agua
utilizan el agua cada año?
Este ejemplo de la presa ilustra los dos temas principales que va-
mos a tratar en este capítulo. El primero consiste en que las entidades
privadas tratarán de dirigir las inversiones públicas hacia activida-
des que apoyen sus beneficios privados. El segundo consiste en que
las infraestructuras alteran los costes y los beneficios de las acciones
posteriores durante un largo periodo de tiempo. Nuestro objetivo es
reducir los subsidios públicos a los beneficios privados y mejorar las
decisiones sobre infraestructuras que afectarán a nuestras elecciones,
nuestro bolsillo y nuestro comportamiento durante mucho tiempo.
décadas. El CVP fue diseñado para aumentar los ingresos de los agri-
cultores, pero aparentemente este incremento fue demasiado pequeño.
Los agricultores no han sido capaces de devolver a los contribuyentes
lo prestado durante todo este tiempo.
Los detalles de este despilfarro son reveladores. A los agricultores
se les concedió un plazo de 50 años para devolver los costes de capital,
libres de intereses. Este pequeño regalo resultó ser enorme ya que el
interés alcanzaba una buena suma a lo largo de las décadas; 100$ en
1940 alcanzaba un valor de en torno a 900$ en 1990, y los agricultores
tenían que pagar las deudas de 1940 con dinero de 1990 — pero no lo
hicieron (mira abajo). Este subsidio masivo no fue un accidente. Encaja
dentro de una política instaurada durante mucho tiempo que subven-
ciona a los agricultores. Esa política explica por qué los agricultores
recibieron crédito por los beneficios de las ventas de energía hidroeléc-
trica del CVP cuando tuvieron “problemas” para pagar los costes de
operación del propio CVP. Explica cómo se les perdonó pagar cuando
los costes eran aún “prohibitivos.”
Estos subsidios “de titulares de prensa” vinieron acompañados de
coloridos y dolorosos detalles. El CVP incrementó el consumo de agua
trayendo agua a lugares secos a precios subvencionados. Estos desvíos
de agua tuvieron terribles impactos ambientales ya que los ingenieros
del CVP no integraron estos impactos sobre los ecosistemas en sus
cálculos. Las últimas risas vinieron desde el Congreso, quien dio a los
agricultores otros 50 años para pagar los costes de capital, pero por lo
que parece tampoco llegarán a la fecha límite del 2030. La “otra gente”
que pagó por este proyecto en 1930 nunca volvió a ver su dinero. Sus
tataranietos sólo han visto 20 centavos de cada (depreciado) dólar de-
vuelto. Los agricultores, entretanto, se han beneficiado de agua barata
durante 75 años hasta ahora, y continuarán haciéndolo en un futu-
ro cercano. No todos estos beneficios van destinados a fines egoístas.
Muchos agricultores “devuelven algo” a sus amigos políticos.
¡Pero espera! ¿Qué pasa con la posición de California como el
mayor productor agrícola de Estados Unidos? ¿Qué hay de la enorme
contribución de la agricultura a la economía de California? ¿Qué pasa
con las almendras, el vino y las exportaciones de queso de California?
Pongamos estos hechos en perspectiva.
En primer lugar, los agricultores de California han instalado sus
campos sobre ecosistemas que habrían beneficiado a más ciudadanos.
En segundo lugar, la agricultura consume en torno al 80 % del agua
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Este proceso puede parecer normal, excepto porque estos usos del
agua y estas infraestructuras no tienen realmente un componente pú-
blico o social (sin exclusión). Son bienes privados o de club que bene-
fician a grupos específicos a expensas del dinero y el agua públicos.
Estos regalos de infraestructuras (y de agua) privatizan las ganancias y
socializan las pérdidas de la misma forma que los rescates financieros
salvaron a los banqueros millonarios y exprimieron a los contribuyen-
tes durante la crisis financiera global.
camino andado, que abrirse paso por una senda por descubrir.
La “dependencia del camino” describe como las decisiones iniciales
cambian los costes y los beneficios de decisiones en el futuro, y por qué
es difícil cambiar las políticas obsoletas. La gente presta más atención
a los costes a corto plazo de salirse de la ruta establecida que los
beneficios a largo plazo de escoger un camino alternativo. A pequeña
escala, mira qué difícil es colocar en otra posición el fregadero en tu
cocina. Ahora consideremos qué fácil es construir más casas cerca de
una red de alcantarilladlo existente — o bien qué difícil es mover una
ciudad como Nueva Orleans fuera del peligro.
La “dependencia del camino” explica cómo la infraestructura del
agua puede tener un enorme y duradero impacto. La infraestructura
cambia los costes y los beneficios, pero el cambio no impide la acción
— especialmente si nos centramos en el largo plazo. Los holandeses,
por ejemplo, desarrollaron un plan de 100 mil millones de euros y un
horizonte de 100 años, para proteger a los Países Bajos del efecto del
cambio climático tras contemplar el impacto del huracán Katrina en
los Estados Unidos. Los norteamericanos, tristemente, no han hecho
mucho más que gastarse billones de dólares en reconstruir áreas que
se inundaron “accidentalmente.” Esta política cortoplacista ha sido re-
cientemente respaldada por la acción del Congreso para evitar a los
seguros frente inundaciones reflejar el riesgo real frente avenidas. Los
dueños de hogares vulnerables pueden regocijarse de vivir subvencio-
nados por otras personas — hasta que el agua se lleve sus casas por
delante.
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relaciones con los calurosos días del verano, e izar un nuevo para-
digma como bandera. Tenemos que adaptarnos — ¡sólo para evitar
terribles clichés!
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aún garantizada.
La lección que sacamos de esta historia con más de un siglo, es
que los conflictos por el agua pueden ser el resultado de que las leyes
y las decisiones ignoren el papel verdadero del agua en la vida de las
personas. Esto es igual de cierto para el caso de conflictos internacio-
nales asociados al agua, ya que comparten un denominador común;
las instituciones obsoletas provenientes de una época de abundancia
que son incapaces de hacer frente a la escasez de agua. Estas institu-
ciones prometen más agua y de mejor calidad que la que realmente
existe, y carecen de los mecanismos para renegociar estas promesas y
reconciliar las demandas. Esta raíz común explica por qué las disputas
internacionales se parecen frecuentemente a los fallos locales de un
país. Los contaminadores y los que desvían agua en China, dañan a
sus conciudadanos. Las presas Chinas amenazan a sus países vecinos.
Los agricultores norteamericanos contaminan las aguas de las que de-
penden sus pescadores. Estados Unidos disputa con Canadá y México
derechos de agua y reclamaciones por contaminación.
Los conflictos en torno al agua tienen lugar en la mayoría de los
países del mundo. En algunos lugares, estos conflictos afectan directa-
mente a las personas, destruyen propiedades y hacen perder el tiempo.
En otros lugares, simplemente gravan la vida de sus gentes con incon-
veniencias. La mayoría de los conflictos asociados al agua se mani-
fiestan en disputas razonablemente civilizadas, pero en algunos casos
resulta en violencia. En este capítulo analizaremos las distintas vías po-
líticas, sociales y comunales de reducir estos conflictos e incrementar
la cooperación entre las partes.
Caudales ecológicos
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Gracias por haber invertido tu tiempo con este libro. Su tesis cen-
tral es que necesitamos gestionar el agua como el bien privado o social
que es. El agua como bien privado para usos urbanos, industriales o
agrícolas puede ser repartida en mercados, o vendida a precios que
reflejen los costes del servicio y la escasez. Las dimensiones sociales
del agua se manifiestan en las decisiones y las acciones que afectan
a los derechos humanos, las infraestructuras, los conflictos y los regí-
menes de Caudales ecológicos. Los ciudadanos necesitan ayudar a los
políticos, burócratas y gestores a servir a los intereses sociales y de la
comunidad.
He discutido los usos privados antes que los sociales porque los
usuarios privados son más simples de entender, pero las decisiones
y el reparto del agua debe llevarse a cabo en orden inverso. El pri-
mer paso es establecer derechos, ubicar las infraestructuras, repartir
el agua entre vecinos y reservar los Caudales ecológicos. Entonces — y
sólo entonces — podemos repartir el resto del agua entre las ciudades
y los agricultores de forma que la gente pueda beber, bañarse, lavar,
producir bienes, generar energía y cultivar alimentos.
Escribí este libro porque quiero ofrecer una perspectiva económi-
ca sobre cómo podemos vivir con la escasez de agua. Y cuando digo
nosotros, me refiero realmente a tí. Los ejemplos de este libro demues-
tran cómo otros triunfan — y fracasan. Espero que puedas utilizar
estos ejemplos e ideas, de forma que puedas elaborar una lista de los
problemas asociados al agua que afectan a tu comunidad. Entonces,
ve y aprende, conoce a otros, analiza las opciones y ayuda a tu comu-
nidad a gestionar su agua. No esperes que otros lo hagan. Tienes un
derecho y una obligación a determinar tu propio futuro.
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Algunas palabras de
agradecimiento
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Merton D. Frinkler, Michael van der Valk, Ralph Pentland, Ties Rijcken
y a Tim Shah.
No gano mucho dinero escribiendo libros y desde luego nada es-
cribiendo mi blog. En los últimos años me he nombrado a mí mis-
mo como “un intelectual público” — un título doloroso y pretencioso
que simplemente significa que discuto en pos de un interés público,
y además, en público. Haciendo esto, he dejado atrás el camino de
un intelectual académico cuyos trabajos tienden a enterrarse bajo mu-
chas líneas en oscuras publicaciones, pero cuyos ingresos son frecuen-
temente financiados por gobiernos y universidades. Afortunadamente
conseguí una plaza financiada por la Unión Europea en la Universi-
dad de Wageningen, en los Países Bajos. Este salario me ha permitido
dedicar buena parte de mi tiempo libre a bloguear, a las audiencias
políticas, a los periodistas y demás. (También he conseguido algunos
contratos de consultoría y apariciones en público para dar seminarios,
los cuales tienen la doble virtud de estar bien pagados y de permitirme
exponerme a nuevas dimensiones de los problemas del agua).
Después de trasladarnos a Vancouver empecé a dar clases como
profesor en la Universidad Simon Fraser, con lo que aún continúo
paseando por este camino poco conocido. Realmente me siento muy
agradecido de que estos ingresos me permitan comunicarme con el
público en cuestiones relacionadas con el agua sin tener que servir
bebidas para ganar dinero.
Tres personas me han ayudado con la parte artística. Nico, mi com-
pañero escocés, hizo la edición de la portada y del aspecto del libro.
Mi padre me hizo la foto a mí (solía hacer reportajes profesionales.
Ahora me hace parecer guapo a mí). Yo hice la fotografía de la porta-
da, para la que os dejo libertad para decidir vosotros mismos lo que
significa. Allison Choppick hizo las geniales ilustraciones. Espero que
os gusten tanto como a mí.
Mis últimas palabras de gratitud son para Rob Morow y para Cor-
nelia Dinca. Rob y yo llevamos mucho tiempo “charlando sobre cosas
del agua”, y además es un buen amigo. Me complace enormemente
que me haya ayudado con los comentarios del último borrador. Cor-
nelia es mi chica. Ella es muy ingeniosa, lo que me convierte en un tipo
enormemente afortunado, y me ha dado un feedback genial y mucha
claridad en la última versión borrador. Tan sólo si pudiera convencerla
de que empezara a escribir ese blog. . .
Dedique mi primer libro a mi madre, quien me enseño a “aprender,
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