Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
entrenamiento: la seguridad y
sus aplicaciones al raquis. De
la reflexión a la acción
Juan Ramón Heredia Elvar · 10 Diciembre, 2014
En este sentido, la selección adecuada de ejercicios para el entrenamiento del core exige
tener en cuenta criterios generales (Heredia et al, 2011) así como los relacionados, en
forma de variables, con la toma de decisiones específicas a la hora de seleccionar
ejercicios que definan el programa (Heredia et al, 2014)
Cuadro 1. Criterios para la selección de ejercicio en programas de acondicionamiento
físico para la salud (a partir de Heredia et al, 2011, 2014)
El criterio de eficacia guarda relación con la capacidad de lograr el efecto que se desea o
espera (RAE, 2014). Un ejercicio será tanto más eficaz cuanto mayor sea su capacidad de
lograr el efecto perseguido, por ejemplo, un determinado nivelde activación muscular, pico
de fuerza, duración y patrón de co-activación adecuado para garantizar la movilidad y/o
proporcionar un adecuado nivel de estabilidad a una articulación o grupo de articulaciones.
Mientras que el criterio de funcionalidad debe ser relacionado con que el ejercicio permita
mantener o mejorar ciertas funciones (en este caso nos estamos refiriendo, lógicamente, al
sistema psico-biológico) (RAE, 2001, Colado et al, 2007, Heredia et al, 2011, 2012). De
esta manera nos podemos encontrar con algunas situaciones en que un ejercicio pueda
cumplir con el criterio de eficacia (por ejemplo ser aquel que demuestra mayor nivel de
activación) pero no con el criterio de funcionalidad al no beneficiar un adecuado
mantenimiento de un parámetro relacionado con una función mecánica o biológica.
Normalmente la determinación de los criterios de funcionalidad se establecen mediante la
relación de los índices de eficacia y seguridad respecto a las variables de planificación
(Heredia, Peña, Isidro, Mata, Edir Da Silva, en prensa)
Criterio de seguridad
“Primum non nocere” o “primero no dañar”, este es uno de los principios básicos de
juramento hipocrático de las especialidades sanitarias (Beauchamp & Childress, 2001) y
que debería también ser considerada por parte de los profesionales del ejercicio físico y
salud (Colado & García-Massó, 2009; Fisher, Stelle, Brzycki & DeSimone, 2014) de
manera que existiese un compromiso hacia:
La responsabilidad de tomar decisiones siempre en relación a una ratio adecuada de
riesgo-beneficio a la hora de la prescripción de ejercicio.
La responsabilidad de prevenir cualquier situación que pudiese ser susceptible de producir
daño o lesión.
La responsabilidad de retirar o modificar aquello que pueda ser susceptible de producir
daño o lesión.
La responsabilidad de analizar e intervenir en situaciones donde se observen posibles
riesgos de daño o lesión.
La responsabilidad de promover lo que es susceptible de producir beneficio.
De esta forma los modelos más clásicos de lesión se basan en el concepto de sobrecarga
tisular durante un esfuerzo físico. Es probable que la lesión acontezca cuando el estrés se
aproxime al umbral de tolerancia de estos tejidos (Cholewicki et al., 2005) tanto por una
acción puntual, por la acumulación de microtraumatismos repetidos o por la modificación
de dicho umbral de tolerancia por fatiga o pérdida de control motor (Kumar, 2001).
Figura 2. Posibles causas de lesión de raquis
Las estimaciones de las cargas de compresión in vivo a que suele estar sometida la
columna lumbar durante los programas de actividad física moderada es de 2000-6000
Newtons (N) (Van Dieën et al., 2001), llegando en algunos casos como los de levantadores
de peso a nivel de competición a más de 18000 N de compresión sobre la columna (J
Cholewicki et al., 1991) En experimentos in vitro, las estructuras vertebrales suelen
colapsar por debajo de los 16000 N estableciéndose un promedio de 6000 N como umbral
de fallo del tejido (Cholewicki et al., 2005). A estas diferencias parecen contribuir la
heterogeneidad entre los procesos de medición. La National Institute for Occupational
Safety and Health (NIOSH) (1981) establece un umbral de tolerancia entorno a los 3400 N.
Según trabajos como los de Gallagher y Marras (2012) parece que el número de estudios
que examinan de forma específica la tolerancia al estrés de cizalla son muy limitados,
menos de 30 referencias y 7 papers encontrados con la búsqueda de “fatiga de cizalla y
fracaso de columna”y “tolerancia columna a cizalla lumbar”.
Figura 3. Resumen estudios recogidos en Gallagher y Marras (2012) que examinan el
estrés de cizalla a nivel de raquis lumbar
No hay que entender esta “zona”como una única posición o punto concreto de la excursión
articular donde ubicar la columna, sino como un arco o margen óptimo de movimiento
seguro en relación al rango de movimiento total. Perder el control de la ZN por una
reducción de cualquier subsistema de control de estabilidad (activo, pasivo o neural)
incrementa el riesgo de lesión en la columna lumbar (Maduri, Pearson, & Wilson, 2008;
Panjabi, 1992).
Hemos de considerar que el umbral de tolerancia de estas estructuras se puede ver
modificado por diversos factores.
¿Estar sentado de manera incorrecta podría llegar a ser más lesivo que una carga
importante en una acción puntual y breve? La respuesta es sí y tiene su explicación en
la comprensión del mencionado concepto “creep”: deformación lenta y progresiva ante una
fuerza constante.
A este respecto llama la atención como en trabajos donde se mantiene una incorrecta
sedestación, acompañada en muchos casos de vibración(Heredia et al., 2011) o
simplemente el hecho de vivir en una sociedad de un país desarrollado, donde
el sedentarismo y las posturas inadecuadas mantenidas son propias de las
actividades de la vida diaria (AVD) o diaria laboral (AVDL), es posible encontrar
mayor frecuencia de dolor lumbar que en países subdesarrollados, donde los trabajos
manuales, agrícolas, etc., son más frecuentes (Vera et al., 2014; Heredia et al., 2011;
Colado et al., 2007), lo cual resulta realmente sorprendente y debería conducir a una
reflexión.
De igual manera otros aspectos como la limitación del rango de movimiento (ROM) en
determinadas situaciones o reducción del momento de reacción en algunas acciones como
las de tracción en el plano sagital podrían ser de interés para garantizar una óptima ratio
de seguridad y eficacia en los distintos ejercicios incluidos dentro de los programas de
acondicionamiento físico saludable (Vera et al., 2014; Heredia et al., 2011; Colado et al.,
2007)
Por último, se debe considerar una serie de variables que influirán en la capacidad de
respuesta de las diferentes estructuras y tejidos, su recuperación y por tanto, influir de
forma directa en esta relación riesgo-beneficio a valorar a la hora de seleccionar los
ejercicios. Por ejemplo la densidad mineral ósea, temperatura, fatiga, la edad o el poseer
una lesión lumbar deben ser considerados respecto a una reducción en el umbral de
tolerancia de las estructuras pasivas y, probablemente a una mayor dificultad en la
capacidad de respuesta de los mismos. Extremar las precauciones garantizando
estímulos apropiados, mayores recuperaciones interseries y ejercicios, asícomo una
mayor atención en la microprogresión de los parámetros de volumen de intensidad,
pueden ser claves en este tipo de poblaciones.
Asípues, a partir de las consideraciones de autores como McGill (2002) se proponen los
siguientes criterios generales para garantizar la seguridad en la selección de
ejercicios:
2. Evitar los movimientos de flexión máxima del tronco, especialmente a primera hora de la
mañana, para reducir el riesgo de hernia discal.
Referencias bibliográficas