Ella le «aperaba siempre tras la verja de la quinta,
frente al camino de los pinos. Y cuando su novio apa recía a lo lejos, empequeñecido bajo el ramaje severo de los árboles, corría a su encuentro. DeBpuéB, rubo rosa, juntas las manos, la mirada arrobante y un can to triste en la voz, ella le decía: —Siempre que te' espero, querido mío, sufro una ilu sión : paréceme que soy casada y que aguardo la vuel ta de mi maridito.—El la besaba en los labios y res pondía trémulo: —Ya lo seré, mi locuela impaciente!... Se casaron, Ella le esperaba siempre tras la verja de la quinta, frente al camino de los pinos. Y cuando su marido aparecía a lo lejos, empequeñecido bajo el ramaje severo de los árboles, corría a su encuentro. Después, ruborosa, juntas las manos, la mirada arro bante y nn canto triste en la voz, ella le decía: ■ —Siempre que te espero, querido mío, sufro una ilusión; paréceme que soy soltera y qne aguardo la visita de mi novio, ' El l a bpsaba en I ob la b io B y c a l l a b a 1... | J o s é P e d b o B t t .t .Xtt.