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La materia orgánica (MO) de los suelos comprende un amplio rango de sustancias

carbonadas, incluyendo: la biomasa microbiana, restos vegetales y/o animales en


descomposición y mezclas amorfas coloidales de sustancias orgánicas complejas
de alto peso molecular (ácidos fúlvicos, ácidos húmicos y huminas) (Picone,
2006). Es considerada como uno de los principales indicadores de calidad de
suelo debido a su efecto benéfico sobre las propiedades físicas y el
abastecimiento de nutrientes. También ha sido documentado su efecto positivo
sobre la sustentabilidad del sistema productivo en el largo plazo (Varvel et
al. 1994), por lo que es necesario determinarla con exactitud.

Se han desarrollado una gran cantidad de técnicas analíticas que permiten


cuantificar tanto el contenido de MO, como el de carbono orgánico total (COT) o el
C fácilmente oxidable (CFO). El método propuesto por Walkley & Black (1934)
(W&B) es el más difundido en la Argentina y consiste en la oxidación húmeda de
la muestra de suelo con dicromato de potasio en medio ácido. El calor
desprendido, durante la incorporación del ácido sulfúrico, es el que permite la
oxidación parcial del C. En este proceso se produce una reducción del dicromato,
equivalente al contenido de C que es oxidado. El dicromato residual es luego
titulado con sal ferrrosa (Carreira, 2005). Este método solo estima el CFO, por lo
que se utiliza un factor de corrección que varía del 63 al 86%, dependiendo del
tipo de suelo y horizonte, para estimar el COT (Rosell et al., 2001; Certini et al.,
2002; De Vos et al., 2007). El factor de corrección generalmente utilizado es 1,32
debido a que se asume que en promedio se oxida el 76% del COT (Rosell et al.,
2001). Amacher et al. (1986), sugirió un factor de conversión de 1,41 para los
suelos de Louisiana. Gasparoni (2008), en cambio, sugiere que debería utilizarse
un factor de recuperación específico para cada tipo de suelo y situación. Por su
parte Schlichting et al. (1995), propuso una modificación a la técnica de Walkley-
Black (W&B modificado), aplicando calor externo (120 °C), lo que permitiría
determinar el COT en lugar del CFO. La cuantificación de C por el método de
W&B puede verse afectada por distintas interferencias, por ejemplo, presencia de
iones cloruro o ferroso y óxidos de manganeso. A pesar de ello, este método es
ampliamente utilizado porque requiere un equipamiento mínimo, puede adaptarse
para la manipulación de gran número de muestras y no es costoso (Rosell et al.,
2001). En cuanto a las desventajas, utiliza grandes cantidades de acido sulfúrico y
presenta como producto de desecho tóxico al ion cromo, el cual es altamente
cancerígeno. Sin embargo, si la titulación del dicromato de potasio es completa, el
residuo contiene sólo cromo trivalente, no cancerígeno y de muy baja toxicidad.

El método de Dumas o de combustión seca (Grewal et al., 1991), permite


determinar si el COT, es exacto y preciso (McCarty et al., 2002), pero requiere
personal calificado y es relativamente costoso. Una desventaja de esta
metodología es que en suelos con presencia de carbona-tos, sobrestima el
contenido de COT. Para convertir el COT a MO, se utiliza el factor propuesto por
Van Bemmelen de 1,724, el cual asume que el 58% de la MO está compuesta por
C (Tabatabai, 1996). Sin embargo, como este contenido deriva de la composición
elemental promedio de los ácidos húmicos no contempla la composición de todas
las sustancias orgánicas del suelo (Ponomareva & Plotnikova, 1967). Muchos
autores han cuestionado la aplicación indiscriminada de este factor (Ponomareva
& Plotnikova, 1967; Ranney, 1969), demostrando que tiene alta variabilidad entre
tipos de suelos y aún dentro de un mismo perfil. Galantini et al. (1994) informaron
que se pueden encontrar concentraciones de C del 58% en la MO humificada y
hasta del 40-42% en la MO joven o de residuos vegetales. Dado que la proporción
de MO lábil o particulada/ MO humificada cambia con la textura del suelo
(Diovisalvi et al., 2010) es probable que este factor cambie entre suelos.

El método de calcinación o pérdida por ignición (loss on ignition, LOI) (Schulte &
Hopkins, 1996) cuantifica directamente el contenido de MO y se basa en
determinar la perdida de peso de una muestra de suelo al someterla a elevadas
temperaturas. Existen numerosos trabajos donde se utilizan temperaturas de
ignición que van desde los 250 a los 600 °C en mufla y diferentes períodos de
tiempo, desde 2 hasta 24 h (Combs & Nathan, 1998). Mitchell (1932) informó que
temperaturas de ignición entre 350 y 400 °C eran adecuadas. Davies (1974)
concluyó que 430 °C podría ser utilizada en suelos con presencia de carbonatos.
Schulte & Hopkins (1996), para muestras de suelo de la región central del norte de
los EEUU, desarrollaron el método de LOI que incluye como pretratamiento el
secado a 105 °C durante 24 h y luego 2 h de ignición a 360 °C. Por otro lado,
Rosell et al. (2001) y Konare et al. (2010), reportaron que temperaturas mayores a
500 ºC pueden implicar importantes errores en la determinación de MO por
pérdida de dióxido de carbono de los carbonatos, agua estructural de los
minerales de arcilla, oxidación del ión ferroso, descomposición de sales hidratadas
y óxidos. No obstante, la técnica de LOI es propuesta como exacta y de bajo costo
para determinar MO (Abella & Zimmer, 2007). Sin embargo, si se quiere estimar el
COT a partir de la MO se debe utilizar el factor Van Bemmelen que como se
mencionó, puede variar para distintos tipos de suelos.

Para algunos suelos de la Región pampeana y extra-pampeana, no se cuenta con


información acerca de la relación entre las metodologías mencionadas para la
determinación de COT, CFO y MO. Por lo tanto, para los suelos de dichas
regiones se plantean como objetivos: 1) comparar las metodologías de W&B
(1934), W&B modificado (Schlichting et al., 1995) y LOI, con respecto al método
de combustión de Dumas, tomado como método de referencia, 2) verificar el factor
de corrección 1,32 para convertir el CFO en COT, y 3) verificar la validez del factor
de corrección 1,724 para convertir el COT en MO.

MATERIALES Y MÉTODOS

Se recolectaron 60 muestras de suelo provenientes de las provincias de Córdoba,


Corrientes y Buenos Aires (Tabla 1). Las muestras fueron tomadas de 0 a 20 cm
de profundidad, secadas en estufa a 30 ºC y tamizadas por 0,5 mm. Dichas
muestras no contenían carbonatos (datos no mostrados).

Tabla 1. Clasificación, textura y cantidad de muestras de suelo de los sitios evaluados.


Table 1. Classification, texture and quantity of soil samples from the sites evaluated.
Sitio Orden Grupo Textura Cantidad muestras
Balcarce Molisol Paleudol petrocálcico Franca 10
Bolívar Molisol Hapludol éntico Franca arenosa 8
Lobería Molisol Argiudol típico Franca 6
Olavarría Molisol Paleudol petrocálcico Franca 4
Tres Arroyos Molisol Paleudol petrocálcico Franca 5
Tandil Molisol Argiudol típico Franca 9
Villa Dolores Molisol Haplustol típico Franca arenosa 9
Corrientes Alfisol Albacualf típico Arcillosa 9

Fuente: INTA. 1990. Atlas de suelo República Argentina.

Para la determinación de C según W&B (combustión húmeda), a 0,5 g de suelo se


le agregaron 10 mL de una solución 1 N de dicromato de potasio (K2Cr2O7) en
medio ácido (20 mL de H2SO4). Luego de 45 minutos se agregó agua destilada y
unas gotas de indicador ferroín (0,696 g de sulfato ferroso y 1,485 g de
ortofenantrolina monohidratada en 100 mL de agua destilada). Se realizó la
titulación del exceso de Cr+6 con la sal de Mohr (Fe(NH4)2(SO4)2.6H2O) 0,5 N. El
viraje de color del verde oscuro al rojo indica la presencia del punto final. Con esta
técnica se cuantifica el CFO.

En el método de W&B modificado (combustión húmeda) a 0,25 g de suelo se le


agregaró 5 mL de una solución de K2Cr2O7 en medio ácido (10 mL de H2SO4).
Luego se calentó a 120 ºC por 90 minutos. En la reacción de oxidación el Cr +6 se
transforma en Cr+3 y la cantidad formada de este último es equivalente al C
orgánico oxidado en la reacción. La concentración del Cr+3 de color verde fue
medida por espectrofotometría a ?=578 nm.

Para la determinación de COT mediante el método de Dumas (combustión seca),


se pesaron 0,2 g de suelo. La combustión de la muestra se realizó a 950 °C
utilizando oxígeno de alta pureza (99,9%). El producto de la combustión, CO 2 es
filtrado, secado y cuantificado por medio de una celda de radiación infrarroja. Se
utilizó un analizador TruSpec CN (LECO, 2008). Para la calibración del equipo se
utilizaron estándares de suelo certificados, provistos por la empresa Leco.

Para la cuantificación de MO por LOI (calcinación) se siguió el método propuesto


por Schulte & Hopkins (1996). Se pesaron 5 g de muestra en crisoles de 15 mL,
posteriormente fueron colocados en estufa durante 24 h a 105 ºC. Las muestras
fueron enfriadas en desecador y pesadas. Luego se colocaron durante 2 h en una
mufla a 360 ºC, posteriormente se transfirieron a un desecador y luego de
enfriarse se registró el peso nuevamente. El cálculo de MO se realizó por
diferencia de peso en las distintas temperaturas, según:

% MO = ((peso 105 °C - peso 360 °C )*100) / peso 105 °C


La exactitud de un método está definida por la veracidad (parámetro de posición) y
la precisión (parámetro de dispersión). Se empleó un estándar interno de suelo
(Leco Corp. C = 2,99g 100g-1+/- 0,06) para evaluar dichos parámetros en los
métodos de W&B, W&B modificado y Dumas. Se realizaron 15 repeticiones por
técnica. No se incluyó la técnica de LOI en esta evaluación, por la gran cantidad
de estándar a pesar y el elevado costo que esto implica.

La veracidad indica la proximidad entre el promedio de los resultados y el valor


verdadero (OAA, 2008). Se evaluó a través de la medición del sesgo (bias)
(diferencia entre el valor medio observado y el valor de referencia) y de la
diferencia relativa porcentual (DRP) (INTI, 2013).

La precisión es la proximidad entre los resultados de mediciones independientes.


Una forma de evaluarla es por medio de la repetibilidad: precisión aplicando un
mismo procedimiento, sobre una misma muestra, con el mismo operador, en
intervalos cortos de tiempos, utilizando el mismo equipamiento, dentro de un
mismo laboratorio (OOA, 2008). Por medio del coeficiente de variación (CV%) se
evaluó la repetibilidad de los métodos.

Para comparar las medias de los porcentajes de COT cuan-tificado por los
métodos de W&B, W&B modificado y Dumas (Tabla 2 ) se utilizó un diseño
completamente aleatorizado y se realizó el análisis de varianza utilizando el
procedimiento PROC GLM incluido en las rutinas del programa Statical Analy-sis
System (SAS Institute, 1996). Cuando hubo diferencia significa entre los
tratamientos se empleó el test de la diferencia mínima significativa (LSD), con un
nivel de significancia del 0,05%.Para calcular el COT a partir de W&B, se
multiplicaron los valores de CFO por el factor de 1,32. Se realizó análisis de
correlación y regresión de los métodos y se evaluó si las regresiones diferían en
pendiente y ordenada al origen con la recta 1:1, mediante la utilización de variable
Dummy, al nivel de significancia del 0,05% Para comparar si las pendiente entre
CFO y COT (Dumas), y LOI (calcinación) y COT (Dumas) difieren de los factores
reportados por la bibliografía (1,32 y 1,724) se utilizaron los límites de confianza al
95% de dichas pendientes (SAS Institute, 1996).

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Las muestras se seleccionaron con el objetivo de cubrir un amplio rango de


concentración de COT (0,63 a 8,99 g 100g-1). En la Tabla 2 se presentan los
resultados para evaluar la veracidad y precisión de los métodos, W&B, W&B
modificado y de Dumas. El método más exacto fue el de Dumas debido a que
presentó el menor sesgo, DRP y CV%, resultados que concuerdan con los
obtenidos por McCarty et al. (2002) y Konare et al. (2010). Si bien existen
diferencias significativas entre los contenidos de COT según las técnicas, las
mismas surgen como consecuencia de la baja variabilidad y por utilizar una gran
cantidad de repeticiones (n=15). De todos modos, desde el punto de vista
agronómico, la diferencia entre las medias son pequeñas (4 y 6% respecto del
método de Dumas). Aunque, los métodos W&B y W&B modificado presentaron un
CV mayor al obtenido por el método de Dumas, se consideran aceptables ya que
los mismos fueron menores al 5% (Tabla 2).

Se determinó una estrecha relación (p < 0,01) entre los contenidos de CFO, COT y
MO, determinados por medio de los métodos de W&B, W&B modificado y el
método de LOI, con los contenidos de COT determinados por el método de Dumas
(Fig. 1). En todas las regresiones de la Figura 1 se obtuvieron r2 > 0,98. Cuando
se eliminaron las dos muestras (puntos) con elevado contenido de COT, no se
observó diferencia significativa en los coeficientes de las relaciones ni en el r 2 con
respecto a los gráficos mostrados (datos no mostrados). Grewal et al. (1991)
reportaron también elevados coeficientes de correlación trabajando en suelos de
Nueva Zelanda de textura arenosa a arcillosa. Si bien los resultados de la Tabla
2 indican que el método de Dumas es el más exacto, aunque el más costoso,
los resultados de la Figura 1 sugieren que cualquiera de las otras metodologías
pueden ser usadas con elevado grado de confiabilidad.

Figura 1. Relación entre el porcentaje de: carbono fácilmente oxidable (CFO) (Walkley & Black)
(a), carbono orgánico total (COT) (Walkley & Black modificado) (b), materia orgánica (MO)
(calcinación, LOI) (c), y el porcentaje de COT determinado por el método de Dumas. (d) Relación
entre el contenido de materia orgánica (MO) determinado por calcinación (LOI) y por el método de
Dumas (valores estimados). Línea punteada equivale a la recta 1:1.
Tabla 2. Promedio (g 100g-1), desvío estándar (DS), coeficiente de variación, sesgo (%), diferencia
relativa porcentual (DRP) de carbono orgánico total (estándar de referencia Leco), determinado por
los métodos Walkley & Black, Walkley & Black modificado y Dumas.
Table 2. Mean (g 100g-1), standard deviation (DS), coefficient of variation (CV%), trueness (%),
percent relative difference (DRP) of total organic carbon (Leco standard reference), determined by
Walkley & Black, modified Walkley & Black and Dumas methods.

Método
Walkley & Black Walkley & Black mod. Dumas
-1
Media (g 100g ) 3,18*a 3,12*b 3,00*c
DS 0,04 0,07 0,03
CV (g 100g-1) 1,13 2,21 0,95
-1
Sesgo (g 100g ) 0,19 0,13 0,01
DRP 6,35 4,35 0,33

*Valor de Referencia del estándar Leco, Carbono (g 100g-1) = 2,99+/-0,06. *Valores seguidos por la
misma letra no difieren significativamente según el test de la mínima diferencia significativa (LSD)
al 5% de probabilidad.

La mayoría de las muestras utilizadas en este estudio correspondieron a suelos de


textura franca (Tabla 2). La inversa de la pendiente de la relación entre el CFO
determinado por la metodología de W&B y el COT determinado por el método de
Dumas fue de 1,317 (Fig. 1a). Dicho valor, no difirió del factor 1,32 recomendado
por Walkley & Black (1934) para convertir CFO en COT, esto se debe a que el
coeficiente 1,32 se encuentra dentro del intervalo de confianza (1,26 a 1,35) con
una probabilidad del 95%. Grewal et al. (1991), determinaron un factor de
corrección de 1,25 para suelos de textura franco arcillosa y franco arenosa de
Nueva Zelanda. Galantini et al. (1994) demostraron que para suelos de textura
arenosa se oxida un mayor porcentaje del C y por ende el factor de conversión es
menor que en suelos de textura más fina.

La pendiente de la relación entre el COT determinado por la metodología de W&B


modificado y el COT determinado por el método de Dumas no difirió de 1 (p <
0,01); y la ordenada al origen no difirió de 0 (p < 0,05), indicando que ambas
metodologías no defieren en la cuantificación de COT (Fig. 1b). Estos resultados
difieren de los informados por Konare et al. (2010), para suelos de Malí (este de
África), quienes indicaron que el método de combustión seca sobrestimó
ligeramente la concentración de C respecto de la metodología de W&B modificado
(en promedio 1,08g kg-1).

En la Figura 1c se puede observar que la pendiente de la relación entre la MO


determinada por LOI y el COT determinado por el método de Dumas (1,697) no
difirió significativamente del valor de 1,724 propuesto por Van Bemmelen y
ampliamente utilizado para la conversión de COT a MO, debido a que este factor
se encuentra dentro del intervalo de confianza (1,67 a 1,72) con una probabilidad
del 95%. La inversa de la pendiente índica que la concentración de C en la MO fue
de 58,9% en lugar de 58%. Desde el punto de vista agronómico esta diferencia es
muy poco relevante (menos del 2%). Konen et al. (2002), utilizando este método,
informaron relaciones de regresión que van desde r2 de 0,94 a 0,98, pero las
pendientes de las regresiones difieren entre grupos de suelos de diferentes
texturas. Cómo se mencionó, Galantini et al. (1994) reportaron que se pueden
encontrar concentraciones de C desde el 58% en la MO humificada hasta 40-42%
en la MO joven o restos vegetales, por lo que es probable que este factor sea
mayor en suelos de textura más gruesa debido a la mayor proporción de MO
jóven. En línea con estos resultados Konare et al. (2010), trabajando con suelos
que en su mayoría presentaban bajo contenidos de arcilla (4 a 18%), informaron
un factor de conversión de COT a MO de 2,8. Por otra parte, es conveniente
aclarar que de utilizar la metodología de Dumas en suelos con presencia de
carbonatos se sobrestima el contenido de C y por lo tanto, se obtendría un menor
factor de conversión (Abella & Zimmer, 2007).

Cuando se estimó la MO multiplicando el contenido de COT (Dumas) por el factor


de Van Bemmelen (1,724) y se relacionó con el contenido de MO (LOI), la
pendiente no difirió de 1 (P<0,01) y la ordenada al origen fue diferente de cero
(Fig. 1d). Estos resultados indican que la MO se puede estimar con elevada
exactitud con cualquiera de las dos metodologías. Cuando se separó la población
de datos en contenidos bajos (0 a 2%), medios (2 a 4%) y altos (mayor que 4%)
de COT se obtuvieron ajustes similares (datos no mostrados), pero se observó
que, para las muestras con contenidos de 0 al 2% de COT, las cuales provinieron
de suelos de textura arenosa, el factor de conversión 1,724 no fué el más
adecuado (Fig. 1d). Con lo cual, se esperaría obtener un factor de conversión de
COT (Dumas) a MO mayor a 1,724 para este tipo de suelos, pero el escaso
número de muestras de este trabajo no permite realizar este análisis y obtener
resultados confiables. Esto sugiere que deberían realizarse estudios que
determinen este factor en suelos con diferentes texturas. Abella & Zim-mer (2007),
trabajando en suelos con presencia de carbo-natos determinaron una baja
asociación entre estas metodologías y una pendiente menor a 1. Estos autores
sugieren que el método de Dumas sobreestimó la concentración de COT en
suelos con presencia de carbonatos.

Los resultados obtenidos son promisorios en vista de la no producción de residuos


tóxicos del método de LOI respecto de la metodología de W&B y del menor costo
comparado con el método de Dumas. Además, como el método de LOI utiliza una
temperatura de 360 °C, esta metodología podría utilizase en suelos con o sin
carbonatos. Sin embargo, para la conversión de MO por LOI a COT sería
necesario estimar el factor para suelos de diferentes texturas.

CONCLUSIONES

Para los suelos ensayados de la Región pampeana y extrapampeana de textura


franca y sin presencia de carbo-natos la metodología de determinación de COT de
Dumas mostró mayor veracidad y precisión respecto de las demás técnicas
evaluadas, pudiéndose utilizar como método de referencia. No obstante, se
determinó una elevada asociación entre las distintas metodologías de
determinación de COT, lo que habilita el uso de cualquiera de los demás métodos
evaluados. Para el método de W&B se confirmó el factor de 1,32 para convertir
CFO a COT. Para el método de LOI es factible utilizar el factor de 0,58 para
convertir MO a COT.

BIBLIOGRAFÍA

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suelo. En: Galantini, JA (ed). Estudio de las fracciones orgánicas en suelos de la Argentina.
Vol. 1. 1ra edn. Pp.41-50. Edi.UNS. Bahía Blanca. Argentina. 309pp.
Estamos acostumbrados a oír una y otra vez el término
materia orgánica. Podemos tener una ligera idea de que
cuanto mayor sea la cantidad de este componente en un
suelo mayor cantidad tendrá. Sin embargo, no vemos el
aspecto técnico que rodea al concepto de componente
orgánico. Hoy, en Agromática, vamos a desvelar algunos
aspectos interesantes de lo que conocemos como materia
orgánica.
Si tuviéramos la capacidad de dividir un suelo en 2 componentes, lo haríamos de
la siguiente manera:

 Materias minerales
 Materias orgánicas

Que un suelo tenga sustancias minerales es bueno, pero más aún lo es si tiene de
lo segundo. De hecho una carencia en sustancias orgánicas impediría por
completo que un suelo sea sustento de cualquier planta o vegetal.

Lo que se conoce como materia orgánica


Básicamente hablamos de restos de seres vivos y vegetales en proceso de
descomposición, ayudados por la temperatura, el agua y la intervención de más
seres vivos. Todos estos materiales sufren un proceso de descomposición que
acaban formando minerales funcionales para la planta, una vez ésta tiene la
capacidad de absorberlos.

Para saber un poco de qué estamos hablando, vamos a hacer un balance del
proceso:

1. Partimos de materia orgánica sin descomponer (o poco descompuesta).

2. Mediante la HUMIFICACIÓN, pasamos a tener humus. ¿Te suena el humus


de lombriz?

3. Se inicia el proceso conocido como MINERALIZACIÓN. El humus se


descompone en más elementos.

4. Una vez concluido esta operación, tenemos minerales (nitrógeno, calcio,


fósforo, etc.) aprovechables por la planta.
Materia orgánica de
origen animal. Fuente: Malene Thyssen.
Entonces, ¿es tirar restos naturales al suelo y “yasta”?

Todo tiene un proceso. Así, cuanto mayor sea la calidad de nuestro suelo (visto
desde el punto de vista de la actividad biológica habida en él y las condiciones
climáticas) mayor rapidez tendrá el proceso.

Como ya hemos comentado alguna que otra vez, hace falta microorganismos que
consigan descomponer los residuos y acelerar el proceso de humificación y
mineralización.

Por supuesto también influyen otras variables como:

 El pH del suelo (aquí te enseñamos a realizar un análisis caseropor muy poco


dinero).
 La permeabilidad del suelo.
 Su contenido mineral.
 La estructura y textura del suelo.
 La porosidad.
 La temperatura y humedad exterior.

¿Cuál es el contenido en materia orgánica aceptable para un suelo?


Aunque en muchas zonas de España estamos sumamente lejos de llegar a los
niveles recomendados, se estima que un porcentaje indicado para la práctica
agrícola estaría comprendido entre el 1,5 y el 2%.
Eso sí, no siempre la mayor cantidad es lo mejor. Pues hay zonas del planeta que
tienen concentraciones altísimas de materia orgánica (una ciénaga, por ejemplo) y
no se puede cultivar en ella (aunque sí que crecen plantas con estructuras
vegetales especiales que permiten su crecimiento en dicha zona).

La relación C/N (carbono – nitróngeno)


Aunque ya tenemos un artículo dedicado a la relación C/N, es interesante
comentar qué relación guarda con la materia orgánica.

Lo que hace este parámetro es decirnos el estado de humificación de la materia


orgánica en nuestro suelo. Como sabrás, los microorganismos no degradan todos
los compuestos, ya que algunos suelen ser más fáciles de descomponer que
otros. Por ejemplo, las resinas, los taninos o las ligninas son complicadas de
descomponer. En cambio, los hidratos de carbono, las sales y los glucósidos son
relativamente fáciles de degradar.

Generación de
materia orgánica sobre compostadora. Fotografía: Mussklprozz
¿Cuál es el valor perfecto?

No te dejes llevar por números, pues todo tiene razón y explicación. Una materia
orgánica (ya sea compost vegetal, vermicompost, abonos verdes, etc.) que tenga
una relación alta C/N (mucho contenido en carbono), proporciona escala fertilidad
al suelo y, por tanto, bajo rendimiento en la producción de frutas y hortalizas.

Si la relación C/N se nos queda baja, es decir, el contenido en nitrógeno es alto,


estamos liberando un exceso de nitrógeno en los cultivos, que como pudiste ver
en el artículo sobre la importancia del nitrógeno, es totalmente desaconsejable.
Por poner valores a todo este lío, diremos lo siguiente:

 C/N < 20: materia orgánica con exceso de nitrógeno.


 20 < C/N < 30: estado óptimo de la relación.
 C/N > 30: bloque de nitrógeno. No aprovechable por las plantas.

¿Qué ventajas proporciona la materia orgánica al suelo?


Sería muy fácil decir que mejora las propiedades del suelo, pero va mucho más
allá. La influencia de este elemento natural sobre el suelo cambia drásticamente el
rendimiento que un cultivo puede ofrecer. Y todo esto debido a que:

Mejora la estructura coloidal del suelo

Seguro que has oído hablar de los ácidos húmicos. Una de las grandes
propiedades que tiene este compuesto extraído de la materia orgánica es que
aumenta la estabilidad de los agregados.

Mejora el drenaje

No lo mejora porque sí. Lo que hace exactamente es cohesionar las partículas (lo
que hemos hablando antes) con un potencial menor a la de las arcillas (suelos
pesados) y superior a la de las arenas (drenaje excesivo). Digamos que es el
término medio entre los suelos compactos y los suelos ligeros. Donde está el
equilibrio, está lo óptimo.

Calienta la tierra

El compost o el estiércol, por su naturaleza, presenta colores oscuros. En cuanto


al tema de radiación, ya sabes que el negro absorbe mayor energía que el resto
de colores claros. Por lo tanto, un suelo oscuro aumenta la temperatura del suelo,
mejora el desarrollo de las raíces y disminuye la variación de temperatura interior
entre el día y la noche.
Descomposición de
materia orgánica. Fotografía: Andrew Dunn
Reduce el encharcamiento del suelo

Por los agregados que forma la materia orgánica, al incorporarlos al suelo mejora
el equilibrio entre la parte gaseosa y la parte sólida del suelo. Por ello, si un día
nos pasamos con el riego, los efectos negativos se mermarán en mayor medida.
Las raíces no sufrirán tantos problemas sanitarios y no se pondrá tanto en riesgo
el cultivo.

Mejora la capacidad de no variar el pH

El suelo tiene una gran capacidad tampón. Esto es, la propiedad que tiene para
evitar cambiar de pH. Por eso, como vistes en el artículo sobre alterar el pH de un
suelo¸ hay que añadir grandes cantidades de compuestos ácidos o básicos para
conseguir una variación mínima del pH.

Con la materia orgánica se consigue estabilidad el suelo, ya que aumenta su


capacidad tampón. Esto es positivo si regamos con aguas malas o incorporamos
abonos ácidos o básicos.

Reduce los efectos de la erosión

La erosión se produce por la disgregación de las partículas. Cuando un suelo se


encuentra físicamente agredido por fenómenos meteorológicos (viento o lluvias
fuertes) o por la acción del ser humano (pisoteo constante), las partículas cada
vez se disgregan más y terminan convirtiéndose en polvo (los desiertos como
mayor ejemplo).
La materia orgánica contribuye a evitar la disgregación de dichas partículas, por lo
que la erosión se reduce sustanciosamente.

El agua se aprovecha mejor

Aunque suene a utopía, los componentes húmicos del compost o estiércol tienen
una gran capacidad para absorber agua (hidrofilia). En épocas de sequía, un suelo
con materia orgánica almacenará más agua que otro suelo “desnudo”.

Favorece la vida microbiológica

Tanto la mejora del componente gaseoso y sólido del suelo, como los coloides
húmicos y las partículas agregadas, contribuyen a que el nivel de
microorganismos beneficiosos aumente. Esto se traduce en una mayor fijación de
nitrógeno atmosférico (menor gasto en aplicación de abonos), mayor tasa de
nitrificación del nitrógeno mineral, etc.

En conclusión. Hablamos de un producto barato de crear (y comprar) con


grandísimas propiedades a la hora de mejorar la calidad de un suelo. Si tu suelo
es bueno, tus plantas lo serán aún más.

FUENTE: agromatica.es
Agricultura orgánica y recursosabióticos

Suelo

Como base central de toda actividad agropecuaria, el suelo es uno de los


principales recursos naturales. Como los productores orgánicos no pueden
compensar la pérdida de fertilidad de los suelos mediante insumos sintéticos, es
un objetivo central de la agricultura orgánica conservar y mejorar su fertilidad[16].
Se ha investigado exhaustivamente el impacto que tiene la agricultura orgánica
sobre las propiedades del suelo, teniendo en cuenta especialmente los parámetros
que se relacionan con el contenido de materia orgánica, la actividad biológica y
la erosión.

Contenido de materia orgánica

El contenido de materia orgánica es importante para el medio ambiente por su


capacidad de limitar el daño físico y de mejorar la disponibilidad de nutrientes y
la actividad biológica. Los estudios que se realizan sobre este tema se concentran
en la medición del contenido de carbón orgánico.

La investigación conducida por Stolze et al. (2000) muestra que, en las


condiciones europeas, la agricultura orgánica tiene efectos beneficiosos sobre las
características de la materia orgánica, porque el contenido de carbón orgánico es
más alto en los suelos cultivados orgánicamente que en los convencionales. La
fertilización se realiza con sustancias orgánicas, por ejemplo, estiércol de
corrales, compost, abonos verdes, residuos de plantas y fertilizantes N-orgánicos
de uso comercial. Como consecuencia, existe una amplia provisión de materia
orgánica que pasa por los procesos de descomposición aeróbica.

La humedad, la temperatura y el oxígeno influyen sobre los procesos de


mineralización y de descomposición. En condiciones de humedad tropical, estos
procesos se realizan con mayor rapidez y a lo largo de todo el año, mientras que
en condiciones templadas, son más lentos y se detienen durante los meses fríos.
El tipo de suelo también desempeña una función importante. Los suelos arenosos
secan rápidamente y el proceso de descomposición se hace más lento; por el
contrario, los suelos ferralíticos en general no son muy fértiles pero favorecen la
rápida descomposición y la formación de materia orgánica estable.

Recuadro 2: El enfoque ecosistémico para la recuperación del medio ambiente en


Malleco, Chile

Entre los años 1994 y 1998, se realizó un proyecto educativo de recuperación del medio
ambiente en cuatro comunidades (Collopulli, Lumaco, Purén y Ercilla) de la provincia de
Malleco, a 600 km al sur de Santiago de Chile. Las cuatro comunidades cubren un área de
aproximadamente

3 000 km2 y forman parte de la zona árida del interior de esa provincia. La precipitación
media anual es de 800 a 1 200 mm y las temperaturas varían entre los 10°C y 27°C. La tala
de los bosques autóctonos de esta región, la quema del suelo y los monocultivos de granos
provocaron una destrucción y modificación constantes de la estructura y funcionamiento
del ecosistema. Como resultado de la deforestación, la consecuente erosión y los cambios
de los ciclos hídricos, en 1990 se llegó a un punto crítico con 14 000 km2 afectados por una
degradación ecológica extrema. La situación se vio agravada por la creciente tensión social
debido a la implantación de monocultivos forestales de Eucaliptus globulus y Pinus
radiata en una tierra que históricamente había pertenecido a las comunidades indígenas.

La escasa productividad era un resultado directo de estas condiciones, pero además era
consecuencia de los bajos niveles de materia orgánica en el suelo (entre 0,3 y 1 por ciento),
de la acidez (un pH que fluctuaba entre 4,5 y 5) y de la baja biodiversidad (solamente se
hallaron entre 2 y 7 especies en los sistemas agrícolas y entre 1 y 8 especies en los sistemas
forestales).

El proyecto tenía como objetivo mejorar la calidad de vida de la población creando


economías locales más estables, una mayor seguridad alimentaria, mejores relaciones entre
los géneros y mayor capital social. Este propósito se lograría mediante la capacitación, la
educación y la integración de la agricultura orgánica a los degradados sistemas agrarios
tradicionales, centrándose en la conservación y mejora de los suelos y aumentando la
biodiversidad.

Técnicos agropecuarios de organizaciones no gubernamentales y de organismos


municipales y públicos, en colaboración con el Centro para la Educación y Tecnología,
capacitaron a más de 850 familias en el manejo de los recursos naturales y en las técnicas
de agricultura orgánica. Las familias que participaron se conformaban de seis miembros
promedio y tenían lotes que variaban entre 0,2 ha y 13,6 ha

La erosión del suelo era uno de los problemas más importantes que enfrentaban los
habitantes de Malleco donde se perdían más de 60 toneladas/ha de suelo por año. Se
introdujeron medidas para el control de la erosión, incluyendo un sistema de acequias y
cercos vivos. Contribuyeron a conservar la humedad del suelo, mejorar su estructura y
estabilidad, y eventualmente resultaron en la formación de terrazas. Se aumentó la
productividad y diversificación de los cultivos mediante el uso de rotaciones de cultivos,
incorporando barbechos y cultivos de abonos verdes de leguminosas. La introducción de
árboles que conformaron un sistema agroforestal aportó recursos de leña, madera, fruta y
sombra, pero además contribuyó al control de la erosión protegiendo los cursos de agua
mediante la estabilización de los suelos y, al actuar como barreras, controlar la velocidad de
los vientos. El manejo de plagas y enfermedades se logró exclusivamente mediante el
control biológico y la rotación de cultivos. Tuvo especial éxito el uso de hongos hostiles a
los agentes patógenos del suelo, del género Trichoderma, y el uso de esporas del
género Beauveria para el control de la oruga del choclo, una importante plaga que afecta al
maíz.
Indicadores 1994 1998
Erosión de los suelos 60 ton/ha 12 ton/ha
Materia orgánica 2,1% 3%
Retención de agua/humedad 8% 11%
Biodiversidad (índice Shannon) 1 2,28
Saturación de aluminio 4,8 2,4
Suma de bases:
(magnesio, calcio y sodio) 5,75 8,8
Hacia el final del proyecto (1998) se pudieron observar muchos cambios. Las prácticas de
manejo orgánico habían conducido a un importante control de la erosión y a la mejora de la
estructura y fertilidad del suelo (ver el cuadro). La consecuente mejora en la retención de la
humedad del suelo, la reducción de la erosión y la introducción de la rotación de cultivos
dieron como resultado una gran variedad de alimentos y forrajes con rendimientos mayores
(aproximadamente un 20 por ciento en el caso de los cereales y entre el 20 y 60 por ciento
en los cultivos hortícolas). Además, el área destinada al cultivo hortícola se amplió en un
260 por ciento y como resultado, los ingresos aumentaron de manera significativa, desde
aproximadamente 1 300 dólares por año en 1994 a más de 6 000 dólares anuales en 1997.

En 1994 el uso de la tierra y el origen de los ingresos se centraban principalmente en la


producción animal y en actividades de recolección (por ejemplo, leña y fruta). Sin embargo,
al final del proyecto el interés se había centrado en la producción hortícola que empezó a
contribuir hasta un 77 por ciento en el ingreso familiar. Esto es importante ya que, al
comienzo del proyecto, solamente se destinaban al mercado los productos de origen animal
(trabajo realizado generalmente por hombres). Los cultivos atendidos por mujeres
aportaban una mínima contribución a la economía familiar. Este cambio en el uso de la
tierra y en la generación de los ingresos ha tenido un importante impacto en la posición de
la mujer en el ámbito familiar y en la comunidad.

El control de la erosión y las técnicas de la agricultura orgánica tuvieron un fuerte impacto


en las vidas de las comunidades participantes, y fueron además factores fundamentales en
el restablecimiento de los entornos degradados. Este proyecto muestra cómo la agricultura
orgánica puede llegar a ser un nexo importante entre la conservación de los recursos
naturales y el desarrollo comunitario.

Fuente: suministrado a la FAO por el Consorcio Latinoamericano sobre Agroecología y


Desarrollo (CLADES), Chile

Actividad biológica y microorganismos del suelo


Una intensa actividad biológica estimula el metabolismo entre el suelo y la flora
y debe ser el centro de interés de la producción sostenible y del manejo de la
fertilización. A diferencia de la agricultura convencional, los productores
orgánicos dependen de una provisión alta y sostenida de sustancias orgánicas,
incluyendo la rotación de cultivos con praderas temporarias de trébol/gramíneas,
intersiembras, cultivos intercalados, abonos verdes y abonos de origen animal.
En Europa, la agricultura orgánica se desempeña mejor que la agricultura
convencional en cuanto a determinados parámetros: tiene por ejemplo, una
actividad microbiana[17] de 30 a 100 por ciento más elevada, una biomasa
significativamente más alta (entre 30 y 40 por ciento),y una mayor densidad
(entre 50 y 80 por ciento) y diversidad de lombrices, una especie clave en la
macro-fauna del suelo.

El suelo es el hábitat de las plantas, los animales y los microorganismos. A


medida que las plantas incrementan la materia orgánica, la fauna del suelo se
alimenta de ella y de sus restos, mientras los microbios descomponen las
substancias orgánicas complejas en sus componentes minerales y dióxido de
carbono. Un suelo vivo es fundamental para lograr la fertilidad porque es la
actividad de los organismos que allí habitan la que permite disponer de los
elementos de los residuos vegetales y los desechos orgánicos que se introducen
en el suelo. Parte de este material permanece en la tierra y contribuye a su
estabilización gracias a la acumulación de humus.

Los resultados de las diferentes investigaciones muestran que la actividad de los


microorganismos es más elevada en los suelos manejados con métodos orgánicos
que en los tratados convencionalmente. En consecuencia, los nutrientes se
reciclan más rápidamente en los suelos orgánicos y su estructura se ve mejorada.
Por ejemplo, Fliessbach et al. (2001) descubrieron en Suiza que la masa total de
microorganismos en los suelos trabajados orgánicamente era hasta un 90 por
ciento más alta. En cuanto a los hongos del suelo, Elmholt (1996) halló mayor
abundancia de hongos saprófitos con un mayor potencial para descomponer la
materia orgánica. Las micorrizas, importantes representantes de los hongos del
suelo, viven en simbiosis con las raíces. Elmholt observó que la colonización
micorrizal de las raíces era definitivamente mayor en los lotes orgánicos que en
los convencionales[18].

Los procesos de mineralización son mucho más rápidos en los suelos ferralíticos
tropicales y subtropicales que en los suelos típicos de las zonas templadas y
continentales; por lo tanto es indispensable un alto contenido de material
orgánico y una marcada actividad biológica para favorecer la fertilidad sostenible
del suelo. El impacto positivo que tiene la agricultura orgánica sobre la actividad
biológica, los microorganismos y el contenido de materia orgánica del suelo, a
que se ha hecho referencia en los párrafos precedentes, también es válido para los
suelos tropicales y subtropicales.

Erosión del suelo

Se supone que la erosión es la principal causa de la degradación del suelo en el


mundo. La pérdida de la capa fértil por acción de la erosión resulta, por un lado,
en rendimientos menores, y, por el otro, en una transferencia indeseable de
nutrientes, plaguicidas y sedimentos a las aguas superficiales.

Reganold et al. (1987) realizaron a lo largo de varios años a partir de 1948 un


estudio comparativo en granjas convencionales y orgánicas con el mismo tipo de
suelo, ubicadas en las cercanías de Spokane, en Washington, EEUU, y
descubrieron que la capa fértil era 16 cm más gruesa en los lotes trabajados
orgánicamente. Probablemente esto se debía al cultivo de abonos verdes de
leguminosas incluído en el tercer año de rotación y a la menor labranza del suelo
en los campos orgánicos. Los suelos manejados orgánicamente no sólo tenían
una capa fértil más profunda sino también un mayor contenido de materia
orgánica, al tiempo que sufrían menos erosión que los suelos convencionales. La
conclusión de los autores fue que la reducción de la erosión y el mantenimiento
de la productividad del suelo era mejor en los sistemas de agricultura orgánica
que en los sistemas convencionales.

En general, las técnicas de manejo orgánico, tales como la fertilización orgánica,


la cobertura con materia seca o mulch y el uso de cultivos de cubierta mejoran la
estructura del suelo y por lo tanto aumentan la infiltración y la capacidad de
retención de agua, reduciendo sustancialmente el riesgo de erosión. Estas
técnicas también son pertinentes en los suelos ferralíticos porosos de las regiones
tropicales y subtropicales, muy susceptibles a la erosión por la acción de las
frecuentes lluvias torrenciales.

Síntesis de los resultados de la investigación de los suelos y la agricultura


orgánica

El ensayo DOC[19] realizado por el Instituto Suizo de Investigación de la


Agricultura Orgánica (FiBL) ofrece una exhaustiva comparación de los
parámetros, entre los suelos manejados con métodos convencionales y los que
utilizan técnicas orgánicas. A continuación se resumen los resultados de este
ensayo:

Gracias a los métodos de fertilización orgánica, el contenido de materia


orgánica es generalmente más alto en los suelos trabajados orgánicamente que en
los suelos de explotación tradicional, que han sido fertilizados exclusivamente
con minerales. El alto contenido de materia orgánica contribuye además a evitar
la acidificación del suelo.

El manejo orgánico mejora la estructura del suelo incrementando su actividad


y de esa manera reduce el riesgo de erosión.

Los cultivos orgánicos se benefician con la simbiosis de las raíces y


aprovechan mejor las propiedades del suelo.

Los suelos cultivados orgánicamente muestran una actividad biológica


(lombrices, hongos, bacterias, microorganismos) mucho mayor que los labrados
en forma tradicional. Los nutrientes se transforman rápidamente y con ello se
mejora la estructura del suelo.

El manejo orgánico estimula el desarrollo de la fauna del suelo, por ejemplo,


las lombrices y los artrópodos de superficie, mejorando las condiciones de
crecimiento del cultivo. Una mayor cantidad de predadores ayuda a controlar los
organismos dañinos[20].

El manejo orgánico mejora la estructura del suelo incrementando su


actividad y de esa manera reduce el riesgo de erosión.

Aguas subterráneas y superficiales

El efecto perjudicial que la agricultura intensiva produce sobre las aguas


subterráneas y superficiales se debe en gran parte a la erosión y a la
contaminación provocada por plaguicidas y nitratos. Los principales riesgos de la
agricultura sobre la calidad del agua son: altos niveles de fertilización orgánica
en combinación con alta concentración de ganado, la excesiva aplicación de
fertilizantes N minerales; la falta de una capa protectora del suelo; la escasa
rotación en los cultivos y el laboreo frecuente; altos niveles de nitrógeno
disponibles después de las cosechas y la contaminación del agua con pesticidas
sintéticos.

La agricultura orgánica no emplea plaguicidas sintéticos y por lo tanto no existe


el riesgo de esta contaminación en las aguas subterráneas y superficiales. En
cuanto a las filtraciones de nitratos, el Cuadro 1 muestra los resultados de la
investigación realizada sobre estos índices en Alemania y los Países Bajos. El
cuadro muestra que en Europa occidental los niveles de filtración de nitratos son
significativamente inferiores en la agricultura orgánica que en los sistemas
tradicionales.
Los menores índices de filtración de nitratos en la agricultura orgánica se deben a
la prohibición del uso de fertilizantes N y a la disminución en la concentración
del ganado. Estas limitaciones impuestas por la normativa de la agricultura
orgánica dieron como resultado la escasa presencia -en términos económicos- de
nitrógeno en los establecimientos orgánicos. Las consecuencias de la falta de
nitrógeno en los establecimientos orgánicos son notables: los costos de
oportunidad (costo de producción en la granja) de 1kg de nitrógeno en los
establecimientos orgánicos pueden superar entre siete y dieciséis veces el costo
de los fertilizantes N minerales[21]. Por lo tanto no sorprende que, al contrario de
lo que ocurre en las granjas convencionales donde el abono y los lodos son en
general un problema de deshechos, los agricultores orgánicos se vean obligados a
desarrollar estrategias eficientes en el manejo del nitrógeno. Por ejemplo, los
cultivos combinados, los abonos verdes, la óptima incorporación de las
leguminosas a la tierra o el uso limitado de estiércol líquido para evitar la pérdida
de nitrógeno.

Cuadro 1: Índices de filtración de nitratos por hectárea en la agricultura


orgánica comparados con los sistemas agrícolas tradicionales

Reducción de los índices de filtración de nitratos en la agricultura orgánica Autores


comparados con la agricultura tradicional
> 50% Smilde (1989)
> 50% Vereijken
(1990)
57% Paffrath (1993)
40% (arena)/0% (marga) Blume et al.
(1993)
50% Reitmayr
(1995)
40% Berg et al.
(1997)
64% Haas (1997)

Fuente: Stolze et al., 2000, ampliado.

Las plantas de tratamiento de aguas subvencionan la conversión a la


agricultura orgánica en áreas de protección de aguas como una solución
económicamente eficiente para reducir los costos de purificación del agua
potable, minimizando la contaminación de las aguas subterráneas con
nitratos y plaguicidas.
Como resultado, en algunas regiones de Alemania y Francia, las plantas de
tratamiento de aguas subvencionan la conversión a la agricultura orgánica en
áreas de protección de aguas como una solución económicamente eficiente para
reducir los costos de purificación del agua potable, minimizando la
contaminación de las aguas subterráneas con nitratos y plaguicidas.

Si bien son escasos los datos científicos de otras regiones climáticas, existen
informes sobre los efectos positivos que la agricultura orgánica tiene sobre el
problema de la infiltración de nitrógenos en una granja de cítricos en Cuba.
Utilizando un compost de 60 kg de N por ha, la granja logró exactamente los
mismos rendimientos que el manejo convencional con 200 kg de N mineral. Este
ejemplo demuestra que la fertilización orgánica puede reducir el riesgo de la
filtración de nitrógeno en condiciones climáticas extremas[22].

Uso de nutrientes

Por varias razones es importante un suministro adecuado y equilibrado de


nutrientes. El exceso de nutrientes se puede perder y provocar la contaminación y
eutrofización del agua y el aire. Al mismo tiempo, la escasez es sinónimo de una
eventual sobreexplotación de los nutrientes del suelo, que en consecuencia
produce la caída del rendimiento y la calidad de los cultivos.

La investigación realizada por Freyer (1997) en Suiza muestra que sólo un 14 por
ciento de las granjas orgánicas tiene excedente de N, y el 1,5 por ciento,
excedente de P. La mayoría de las granjas orgánicas tiene un balance negativo de
N y de P. El Cuadro 2 muestra la comparación del equilibrio de fósforo y potasio
entre granjas convencionales y orgánicas de distintos países europeos: si bien los
resultados varían mucho entre los distintos estudios, se puede concluir que los
excedentes de fósforo y potasio en las granjas orgánicas son significativamente
inferiores a los de las convencionales.

Recuadro 3: Protección de las aguas subterráneas en Lituania

La región Karst al norte de Lituana se vió muy afectada por la contaminación provocada
por la agricultura intensiva y el alto uso de fertilizantes y plaguicidas en las décadas del 60
y 70. En 1982, se introdujeron por primera vez restricciones sobre la producción agrícola,
pero no tuvieron éxito. La forestación fue otra de las opciones que se propusieron, pero
quedó descartada debido a la alta densidad de población rural y la buena fertilidad de los
suelos, y se debió buscar otra alternativa.

En 1993, el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Protección del Medio Ambiente


Lituanos crearon un proyecto piloto, el Programa Karst, cuyo objetivo era desarrollar un
esquema de incentivo adecuado y rentable para la protección de las aguas subterráneas en
una de las áreas más delicadas de Lituania. Los registros de concentración de nitrato
tomados en distintos lugares de la región indicaron niveles muy superiores a los límites
aceptados (50 mg de nitrato por litro-1) encontrándose concentraciones máximas de 283 mg
de nitrato por litro-1.

El Programa Karst es un esquema agroambiental integral que en 1998 abarcó unas 29 400
ha (con otras 165 900 ha que se incluirán en el programa) y cuyo objetivo es reducir la
fuente puntual de contaminación e impedir su propagación por medio de métodos de
cultivo más sostenibles. Con subvenciones para que los productores se vuelquen a las
prácticas orgánicas, el programa ha fomentado la expansión de la agricultura orgánica en
Lituania. El sector creció desde las primeras 9 granjas orgánicas certificadas en 1993 hasta
alcanzar las 106 en 1998, con un área cultivada de 1 630 ha y 27 establecimientos (350 ha)
ubicados en la región de Karst. En el año 2001 el número total de granjas orgánicas
certificadas había llegado a 290 con 6 469 ha de tierra, junto con 8 empresas de
procesamiento orgánico y otras 11 empresas orgánicas certificadas.

El Gobierno Lituano le dio prioridad a la agricultura orgánica (con la Ley N° 1-734, 1994)
incluyéndola en el programa de financiación denominado «Agricultura Ecológica y Orden
de Financiamiento» (Ministerio de Agricultura y Explotación Forestal, 1997. 03. 25, N°
114a). En este Programa, los gastos de certificación e inversión se financian durante tres
años con los pagos por área que efectúa el Gobierno. Las tarifas varían de acuerdo con el
cultivo: 700 Litas/Ha (175 $EE.UU.) por la cosecha de frutas y bayas, 350 Litas/Ha (88
$EE.UU.) por la cosecha de hortalizas y 150 Litas/Ha (38 $EE.UU.) para los cereales y
pasturas. Los productos orgánicos del programa no tienen un sobreprecio (en Lituania, los
productos certificados generalmente se venden con un sobreprecio que varía entre 10 y 20
por ciento); en cambio todos los productos se venden en los mercados locales bajo una
‘ecoetiqueta’ Tatula. Por lo tanto, a pesar de que el programa aumentó significativamente el
área con manejo orgánico, el impacto sobre el mercado nacional de alimentos orgánicos fue
mínimo. Sin embargo, el programa Karst ha sido muy elogiado y funciona como modelo
para un esquema nacional agroambiental.

Fuente: AGRIPO Agricultura y Polución, 2001

Cuadro 2: Ejemplos del equilibrio de P y K (kg/ha) comparando las granjas


orgánicas con las granjas convencionales de países europeos

Equilibrio de P (kg/ha) Equilibrio de K (kg/ha)


Orgánico Convencional Orgánico Convencional
Suecia -12 +37 -4 +39
Países Bajos
Granja de cultivos comerciales +18 +23 +31 +25
Horticultura +32 +60 +119 +110
Tambo +8 +30 - -
Alemania
Granja mixta -4 +13 +27 +31
Tambo* +2 +5 +7 +20

Fuente: Stolze et al., 2000, modificado y * Haas et al., 2001.

A partir del balance negativo de nutrientes que se muestra en el Cuadro 2, surge


la pregunta de si los sistemas de agricultura orgánica causan o no la pérdida
gradual de los minerales del suelo. En primer lugar, la proporción de nutrientes
solubles es menor en los suelos trabajados orgánicamente. Por otro lado, en más
de 30 años, Mäder et al. (2000) no observó ninguna merma en los rendimientos
orgánicos que indicara una escasez de nutrientes en las granjas orgánicas. Como
se verá más adelante, una mayor actividad biológica y una mayor colonización
micorrizal en las raíces contrarrestan la deficiencia de nutrientes; de este modo,
según constata Oberson et al (2000) en el caso del fósforo, se ha logrado el
objetivo de la agricultura orgánica de aumentar la provisión de nutrientes por
medio de la actividad biológica.

Una mayor actividad biológica y una mayor colonización micorrizal en las


raíces contrarrestan la deficiencia de nutrientes.

Uso de la energía

El consumo de energía en la agricultura incluye el consumo directo de energía


fósil (por ejemplo, combustible y aceite) y el consumo indirecto (por ejemplo, de
la producción de fertilizantes y plaguicidas sintéticos). Sin contar el consumo
indirecto de energía, las estadísticas de la OECD indican que la agricultura sólo
ocupa un 2 por ciento del total de la energía directa que se utiliza en los países de
la OECD. Sin embargo, los limitados recursos de energía fósil y la relevancia
climática de su uso exigen un consumo eficiente de la energía, incluso en la
agricultura. Los parámetros que permiten evaluar el uso de la energía en la
agricultura son el consumo y la eficiencia.

Teniendo en cuenta el consumo de energía directo e indirecto, los cálculos


científicos indican que las granjas orgánicas utilizan menos energía por hectárea
que las convencionales: varios investigadores[23]calcularon que el consumo de
energía en las granjas orgánicas representa sólo el 64 por ciento del consumo de
las granjas convencionales. Otros estudios recientes[24] arrojan cifras menores,
con un consumo en las granjas orgánicas que asciende a un 45 por ciento o entre
un 30 y 50 por ciento del consumo en las granjas convencionales,
respectivamente.
El Cuadro 3 muestra las cifras de consumo de energía (GJ) por hectárea y por
unidad de producción (t) para diferentes cultivos, comparando los sistemas
orgánicos y conventional de Alemania, Italia, Suecia y Suiza. El manejo de los
cultivos es el factor determinante del consumo de energía en un cultivo dado e
incluye la intensidad de labranza, el abono y el control de malezas. En una escala
por hectárea, todos los autores hallaronun menor consumo de energía en las
granjas orgánicas. Sin embargo, en el caso de las papas y manzanas orgánicas, el
consumo de energía por unidad de producción es más alto con respecto a la
producción convencional. Este es el resultado de un mayor insumo de energía
para las labores mecánicas, como lo es el control de malezas en la producción
orgánica, y del menor uso de fertilizantes N en la producción convencional.

Recuadro 4: Terra Preta - ¿manejo orgánico de los suelos? Brasil

La primera descripción de Terra Preta (do Indo), o tierra negra, es de Hartt en 1871, que la
denominó «terra cotta». Estos suelos se hallaron por primera vez en la Cuenca del
Amazonas en Brasil, luego se encontraron en otros lugares de Ecuador y Perú, como
también en África Occidental (Benin y Liberia) y en la Sabana de Sudáfrica. Muchos de
estos suelos se consideran estériles, por lo tanto Terra Preta, con su fertilidad enriquecida
por el alto contenido de materia orgánica y nutrientes, como nitrógeno, fósforo, potasio y
calcio, es una anomalía. Enclavada en un paisaje de tierra árida, Terra Preta está dividida en
parcelas que promedian las 20 ha, aunque también existen registros de sitios que tienen
hasta 350 ha.

¿Cómo se formó Terra Preta?

La historia que se esconde detrás de Terra Preta recién comienza a develarse. Además de su
marcada fertilidad, otro rasgo característico es la presencia de cerámica, carbón y sustancias
ácidas muy aromáticas. Con esta evidencia, los investigadores creen que los suelos tienen
un origen antropogénico y los estudios de carbono 14 revelaron una antigüedad que oscila
entre los 1 780 y 2 260 años.

La teoría actual dice que los suelos de Terra Preta se encuentran sobre antiguos
asentamientos indígenas, aunque no se sabe con certeza si los indios eligieron estos sitios
por su fertilidad o si ellos mismos la formaron. Las evidencias sugieren que los indios
modificaron la fertilidad del suelo con la quema de troncos, ramas, malezas, rastrojos, capa
vegetal de los bosques cercanos y también con el carbón de las cocinas y las cenizas de las
casas. Una fertilidad que persistió a través de los tiempos. El hallazgo de cerámicas
ornamentales, de bosques de bambú, los vestigios de cultivos, de caminos, pozos y canales
asociados con los suelos negros corroboran esta teoría, que también se confirma con la
documentación de los europeos a su llegada al Brasil, cuando pudieron observar que estas
prácticas aún se realizaban (McCann 2001).

¿Un nuevo modelo para la agricultura sostenible de hoy?


Hoy en día, el acceso a estas tierras negras está limitado por los reclamos de tierras y por
los cambiantes sistemas de tenencia de la tierra que hacen que estas prácticas de
enriquecimiento de la fertilidad del suelo ya no existan. Sin embargo, las investigaciones
actuales apuntan a reproducir la formación de estos suelos en nuevas zonas sin agotar los
recursos del entorno y en términos de décadas en lugar de siglos. Si esto es posible, los
científicos creen que Terra Preta podría servir de modelo para el desarrollo de prácticas
agrícolas intensivas en el trópico, de alto rendimiento pero sustentables.

Fuente: W. Sombroek (comunicación personal); Bechtold, 2001

Un segundo parámetro que es útil para evaluar el uso de la energía es el


rendimiento energético. Éste proporciona información sobre la relación que hay
entre el consumo y la producción de energía. Al comparar la rotación de los
diferentes sistemas de producción en Irán, Zarea et al. (2000), observaron que la
eficiencia energética de la agricultura orgánica era un 81 por ciento mayor,
comparada con la agricultura convencional de altos insumos. En una
investigación similar que se realizó en Polonia, Kus y Stalenga (2000) calcularon
que una eficiencia energética de la agricultura orgánica superaba en un 35 por
ciento a la convencional. En las condiciones mediterráneas de Italia, se observó
una mayor eficiencia del orden del 25 por ciento en el trigo orgánico y un 81 por
ciento en los sistemas de producción de viñedos orgánicos[25].

A pesar de que la prohibición de plaguicidas podría incidir en un mayor consumo


de combustible en las granjas orgánicas, por el mayor control mecánico de las
malezas[26], los resultados de las investigaciones que se presentan a continuación
muestran que en cuanto al consumo de energía se refiere, la agricultura orgánica
tiene un mejor desempeño que la agricultura convencional. Los principales
motivos son:

la ausencia en las granjas orgánicas del uso de fertilizantes N minerales, que


requiere de un gran consumo energético para su producción y transporte;

un menor uso de comestibles (concentrados) de alto consumo energético;

un menor insumo de fertilizantes minerales (P, K);

la prohibición de plaguicidas sintéticos.

Cuadro 3: Cálculo del consumo energético de diferentes productos

Producto Uso de energía GJ/ha Uso de energía GJ/t


Convencional Orgánico % del Convencional Orgánico % del
convencional convencional
Trigo de invierno
Alföldi et 18,3 10,8 -41 4,21 2,84 -33
al. (1995)
Haas y 17,2 6,1 -65 2,70 1,52 -43
Köpke
(1994)
Reitmayr 16,5 8,2 -51 2,38 1,89 -21
(1995)
Papas
Alföldi et 38,2 27,5 -28 0,07 0,08 +7
al. (1995)
Haas y 24,0 13,1 -46 0,08 0,07 -18
Köpke
(1994)
Reitmayr 19,7 14,3 -27 0,05 0,07 +29
(1995)
Cítricos
Barbera y 43,3 24,9 -43 1,24 0,83 -33
La Mantia
(1995)
Olivo
Barbera y 23,8 10,4 -56 23,8 13,0 -45
La Mantia
(1995)
Manzana
Geier et 37,35 33,8 -9,5 1,73 2,13 +23
al. (2001)
Leche
Cederberg 22,2 17,2 -23 2,85 2,41 -15
y
Mattsson
(1998)
Wetterich 19,1 5,9 -69 2,65 1,21 -54
y Haas
(1999)

Fuente: Stolze et al., 2000, ampliado.

Recuadro 5: Flujo energético y económico entre los sistemas de producción orgánicos


y no orgánicos de frutilla, Provincia de Jiangsu, China
Se realizó un estudio comparativo de tres años de duración entre los sistemas de producción
de frutillas orgánicas y convencionales en la localidad de Guangming, provincia de Jiangsu.
El experimento utilizó seis lotes orgánicos y seis lotes no orgánicos de 27 m por 12,5 m. En
el sistema orgánico se aplicaron fertilizantes orgánicos antes de arar y durante el período de
crecimiento su utilizó abono de biogás de acuerdo con las condiciones de crecimiento. En
el sistema no orgánico, las frutillas se fertilizaron según las técnicas convencionales
utilizando fertilizantes compuestos. En el tercer año, se aplicaron herbicidas en el sistema
no orgánico para controlar las malezas monocotiledóneas, mientras que en la tierra
superficial del sistema orgánico sólo se desparramaron cenizas de biomasa para el control
de las malezas, pero también para prevenir daños por heladas. Para combatir la putrefacción
de la fruta por hongos, en el sistema orgánico se colocó paja de arroz debajo de las plantas
de frutilla mientras que las plantas del sistema no orgánico se fumigaron con fungicidas. Se
realizó una comparación entre la viabilidad económica, el flujo energético y el medio
ambiente de los suelos de ambos sistemas de producción, para lo cual se hizo un registro
detallado de los insumos, incluyendo materiales, condiciones de mano de obra y
crecimiento, rendimientos de la fruta y la incidencia de las malezas y las plagas. A
continuación se describen los resultados obtenidos al cabo de dos y tres años.

Rendimientos de frutas y biomasa vegetativa

El segundo y el tercer año muestran que el rendimiento de fruta fresca en el sistema


orgánico fue un 29 por ciento (segundo año) y un 11,3 por ciento (tercer año) más alto que
el del sistema no orgánico. La biomasa vegetativa del segundo año fue 12,3 por ciento
inferior en el sistema orgánico con respecto al sistema no orgánico, pero en el tercer año
fue un 17,7 por ciento más alto. La biomasa de malezas fue similar en ambos sistemas
durante los dos años.

Análisis económico

En ambos años, los insumos, los productos y los ingresos netos del sistema orgánico fueron
más altos que en el sistema no orgánico. Los mayores insumos del sistema orgánico
consistieron fundamentalmente en mano de obra, en especial para las tareas de fertilización,
pero se pudo ahorrar en la compra de fertilizantes químicos y plaguicidas. Sin embargo, el
hecho de que la producción fuera mayor y los ingresos netos más altos, sugiere un mayor
rendimiento de esta mano de obra.

Flujo de la energía

Los insumos energéticos del sistema orgánico se extrajeron principalmente de fuentes


renovables, por ejemplo, el abono de origen animal y el biogás, y representaron un 98,8 por
ciento y un 98 por ciento del total de los insumos energéticos del segundo y tercer año
respectivamente. En el sistema no orgánico, el 70,5 por ciento (segundo año) y el 66,9 por
ciento (tercer año) de los insumos energéticos se obtuvieron de fuentes no renovables, por
ejemplo, la electricidad, los fertilizantes químicos, los plaguicidas y las herramientas. En el
segundo año, la energía de los fertilizantes orgánicos fue del 84,3 por ciento del total de los
insumos energéticos del sistema orgánico, lo que equivale a 5,64 veces la energía de los
fertilizantes del sistema no orgánico. En el tercer año, la energía de los fertilizantes
representó un 84,6 por ciento del total de los insumos energéticos, 8,57 veces más que en el
sistema no orgánico. Sin embargo, la producción de energía fue similar en ambos sistemas,
lo que significa una relación de insumo-rendimiento energético mucho menor en el sistema
orgánico y, por lo tanto, un mejor rendimiento energético.

Análisis del medio ambiente.

Las especies y la biomasa de las malezas fueron similares en ambos sistemas; sin embargo,
su oportuna eliminación impidió que se propagaran y afectaran el crecimiento de las
frutillas. Las principales plagas fueron los hongos y las larvas de escarabajo. El uso de la
paja de arroz debajo de las frutillas, en el sistema orgánico, y de los funguicidas en el
sistema no orgánico logró controlar el hongo, pero no pudo eliminarlo. La larva de
escarabajo no causó mayores daños en las frutillas. Los resultados de los análisis químicos,
realizados sobre muestras de tierra tomadas antes de la siembra y la cosecha de las frutillas,
indican que el contenido de materia orgánica en el suelo del sistema orgánico era más alto
que en el sistema no orgánico (ver el cuadro siguiente). Sin embargo, el contenido de
nitrógeno fue similar en ambos sistemas.
Año Sistema Antes del cultivo Después de la cosecha
MA (g/kg) Total N (k/kg) MA (g/kg) Total N (k/kg)
2do Orgánico 21,3 1,50 18,1 1,42
No orgánico 20,6 1,50 15,9 1,47
3ro Orgánico 20,0 1,33 22,1 1,41
No orgánico 16,2 1,32 16,6 1,36

A pesar de que el sistema orgánico requirió de un desembolso financiero mayor, debido a la


mayor necesidad de mano de obra, el rendimiento fue mejor que en el sistema no orgánico.
No obstante, este estudio también demostró que existen muchas ventajas en la producción
orgánica de frutillas en términos de mayores rendimientos, de eficiencia energética y de
beneficios económicos

Fuente: Xi et al., 1997

En lo que al consumo de energía se refiere, la agricultura orgánica tiene un


mejor desempeño que la agricultura convencional.

Sin embargo, es posible que en las granjas orgánicas de Europa[27] sea mayor la
necesidad de mano de obra debido a la mayor producción de cultivos que
requieren trabajo intensivo (por ejemplo, las hortalizas) y por las tareas de
procesamiento y comercialización que se realizan en la granja. Los cultivos
arables también ocupan un mayor insumo de mano de obra, por ejemplo, para el
desmalezado mecánico.
En Europa, las cifras de mano de obra en las granjas orgánicas, comparadas con
las cifras de las granjas convencionales, varían según el país y los estudios[28]. En
general, la mano de obra por hectárea de tierra cultivada es un 10 ó 20 por ciento
más alta en los establecimientos orgánicos. En el contexto europeo, el insumo de
mano de obra es más alto en las granjas arables y mixtas orgánicas, mientras que
los tambos orgánicos utilizan la misma cantidad de mano de obra, o menos, que
los tambos convencionales similares. La necesidad de mano de obra en las
granjas hortícolas es mucho más alta que en las convencionales. Existen pocos
datos sobre la producción de cerdos y aves, pero la mano de obra por hectárea
parece ser similar a la de las granjas convencionales, dada la reducida densidad
de animales.

[16]
Lampkin, 1990; Stolton et al., 2000; IFOAM, 2000.
[17]
Diez et al., 1985; Niederbudde y Flessa, 1988; Beck, 1991.
[18]
Smith y Read, 1997; Mäder et al., 2000.
[19]
El ensayo DOC comenzó en 1978 en Suiza. En este ensayo a largo plazo (duró más de 20 años)
se compararon los tres sistemas de cultivo en lotes aleatorios: biodinámico, bioorgánico y
tradicional (Fliessbach et al., 2001).
[20]
Pfiffner, 1997; Pfiffner y Mäder, 1997.
[21]
Stolze et al., 2000.
[22]
Kilcher, 2001.
[23]
Haas y Köpke, 1994a; Lampkin, 1997.
[24]
Zarea et al., 2000 (en Iran); Fliessbach et al., 2001 (en Suiza).
[25]
Ciani y Boggia, 1993; Ciani, 1995.
[26]
Haas y Köpke (1994).
[27]
Schulze Pals, 1994.
[28]
Offermann y Nieberg, 1999.

http://www.fao.org/docrep/005/y4137s/y4137s05.htm
Resumen: Entendemos que la agricultura no tendría razón de existir si no es Rating:
por las tres funciones básicas que recibe del medio ambiente (Mateo (dir), Tell a Friend
1996): fuente de recursos naturales, receptor de efluentes y soporte de
actividades; por lo que en el área de economía nos preocupamos por
profundizar en el análisis de los impactos que la propia actividad agraria
provoca sobre los recursos que le sirven de base , de manera que la
problemática que aquí detectamos es que las prácticas de agricultura
intensiva están degradando el medio que la sustenta.
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Autor: Instituto de Socioecología y Estudios Campesinos

En el apartado IV.2.4. se expusieron los aspectos que caracterizan la pé rdida progresiva del
importante paisaje cultural que es la Vega de Granada, tales como las tensiones urbanístico-
agrarias que inducen procesos de ocupación urbana de este espacio con parcelaciones ilegales,
construcciones de vías de comunicación, recalificaciones de suelo urbanizable, implantación de
zonas industriales, comerciales, etc., degradación del sistema de acequias, caminos y
edificaciones tradicionales, canalización y contaminación de ríos, extracciones de tierras, etc. Un
inmenso número de afecciones que están comprometiendo las potencialidades agrobiológicas de
este espacio.

Entendemos que la agricultura no tendría razón de existir si no es por las tres funciones básicas
que recibe del medio ambiente (Mateo (dir), 1996): fuente de recursos naturales, receptor de
efluentes y soporte de actividades; por lo que en el área de economía nos preocupamos por
profundizar en el análisis de los impactos que la propia actividad agraria provoca sobre los
recursos que le sirven de base , de manera que la problemática que aquí detectamos es que las
prácticas de agricultura intensiva están degradando el medio que la sustenta.

Se pueden listar una serie de criterios operativos para evaluar la sustentabilidad de la agricultura,
que nos proporcionan conocimiento del aprovechamiento que el agroecosistema ideal o sostenible
haría de las funciones que le aporta el medio ambiente y de las que depende su pervivencia. Así,
Guzmán Casado en Introducción a la Agroecología como desarrollo rural sostenible (2000: 97-
106), caracteriza el sistema agrológico sostenible a través de los siguientes criterios de acuerdo
con Gliessman (1990: 380):

- La sostenibilidad es indisociable de la autonomía , de modo que podemos caracterizarla


observando el grado mayor o menor de dependencia de inputs externos (energía, materiales o
informació n). Cuanto más baja sea la dependencia y más alto el nivel de autosuficiencia mayor
será el grado de autonomía y autodependencia del agroecosistema.

- La producción depende además de la renovabilidad de los recursos que utiliza. Quiere esto decir
que la mayor o menor sostenibilidad es función del grado mayor o menor de utilización de recursos
renovables que sean además localmente accesibles.

- La productividad es la capacidad de un agroecosistema para satisfacer necesidades y servicios


ambientales, por lo que la aceptación de los límites y potencialidades locales , es una
condición de la sostenibilidad. De lo contrario, una intensa modificación de las condiciones locales
aumenta la fragilidad y causa efectos no deseables sobre la productividad.

- Un agroecosistema homogeneizado y simplificado, es más frágil y tiene menor capacidad de


estabilidad y resilencia, ya que reduce toda posibilidad de explotar sinergismos y
complementariedades que surgen al combinar los beneficios de diferentes cultivos, árboles y
animales. Por ejemplo, la biodiversidad en animales y plantas facilita la lucha contra las plagas,
mientras que el monocultivo hace más vulnerable al medio favoreciendo su propagación. Al igual
que ocurre con los ecosistemas naturales cuya capacidad de automantenerse y autorreproducirse
dependen del grado biodiversidad que contengan, la capacidad de pervivir en el tiempo de un
agroecosistema aumenta conforme mayor sea su diversidad biológica y cultural.

- Con relación a esto último la sostenibilidad aumenta como consecuencia de la utilización del
conocimiento y la cultura de la población local .

- La pervivencia del sistema depende de la disponibilidad de productos suficientes para


el abastecimiento interno o incluso para la adquisición (mediante exportaciones) de otros bienes
y servicios necesarios.

El tipo de agricultura intensiva ha tenido como consecuencia un crecimiento agrario caracterizado


por el incremento constante de la base física de producción y del consumo y por la ignorancia de
las limitaciones ambientales. De este modo se originan un conjunto de externalidades negativas
que son los síntomas de la insostenibilidad de nuestro ecosistema agrario, y que se ponen de
manifiesto si revisamos con los criterios de sostenibilidad que acabamos de listar, el estado actual
de la agricultura en la Vega de Granada: alta dependencia de inputs externos de energía, materia e
información; degradación de recursos no renovables como el suelo; sobreexplotación y alteración
de la calidad del recurso agua; pérdida de diversidad biológica y cultural; expansión de los
monocultivos y disminución de las rotaciones; reducción de las posibilidades de sinergia entre los
componentes del agroecosistema; pérdida del conocimiento y la cultura tradicional.

Cuadro.2. Efectos negativos de la agricultura intensiva

Recurso Externalidad Acciones


Suelo -Erosión hídrica y - Eliminación de la flora en terreno inculto -
eólica Laboreo excesivo y profundo

- No reposición de materia orgánica

- Quema de residuos de cosechas


-Degradación química - Sobrepastoreo
y exceso de sales
- Riego con agua salobre

- Intrusión marina por sobreexplotación de


acuíferos

- Aplicación de plaguicidas y

abonos industriales
-Degradación - Laboreo excesivo y profundo
biológica y física
- No reposición de materia orgánica

- Quema de residuos de cosechas

- Sobreacumulación de estiércol
Atmósfera -Efecto invernadero y - Combustión de motores de maquinaria
cambio climático agrícola

-Reducción de la capa - Aplicación de plaguicidas y abonos


de ozono industriales

-Lluvia ácida - Quema de residuos de cosechas

-Polución - Sobreacumulación de estiércol


Agua -Contaminación de los - Aplicación de plaguicidas y abonos
recursos marinos y industriales
fluviales
- Sobreacumulación de estiércol
Recursos genéticos -Pérdida de diversidad - Siembra de híbridos y variedades exógenas,
genética y y explotación de razas de ganado con base
conocimiento genética reducida e inadaptada a ecosistemas
agropecuario locales
Vida salvaje -Disfuncionalidades - Aplicación de plaguicidas y abonos
fisiológicas industriales

-Muerte - Quema de residuos de cosechas


Seres humanos -Disfuncionalidades - Aplicación de plaguicidas y abonos
fisiológicas industriales

-Muerte

Fuente: Guzmán Casado (2000: 59).

Para caracterizar los efectos de la agricultura intensiva sobre el ámbito espacial que nos ocupa,
hemos buscado los posibles trabajos que se hayan desarrollado sobre evaluación de las
externalidades en la Vega de Granada. Con este fin nos pusimos en contacto con el CIFA y con el
CSIC en Granada, donde a su vez nos remitieron al Instituto de Sociología y Estudios Campesinos
de Córdoba (ISEC), en donde existe un grupo de investigación en agricultura ecológica, que utiliza
la Historia Agraria como una ciencia que nos permite identificar en el tiempo, los factores que han
provocado las transformaciones en la dinámica de los agroecosistemas y son responsables de las
patologías actuales. Al mismo tiempo esta visión, una vez fijadas las causas de la enfermedad,
aporta elementos de análisis para elaboración de estrategias de desarrollo sustentable en el medio
agrario. Con esta metodología este grupo de trabajo del ISEC ha elaborado indicadores de
sustentabilidad del agroecosistema de la Vega de Granada, que permiten evaluar las
externalidades de la agricultura sobre los recursos suelo, atmósfera, agua, recursos genéticos y
vida salvaje de la Vega de Granada. En la entrevista que mantuvimos con G. Guzmán, se nos
comunicó que este trabajo se encuentra en fase de publicación, y esperamos que pueda contribuir
a la elaboración del sistema de indicadores municipales de Granada.

Si bien el ámbito de estudio se centra en el término de Santa Fe, este agroecosistema donde el
nivel de sustentabilidad se encuentra muy por debajo del estado deseable, es presentado como
representativo de los daños alcanzados por la agricultura capital-intensiva de Andalucía, y por
tanto pensamos que las conclusiones del diagnóstico que de este territorio se derivan, son en
buena medida extrapolables a la Vega del municipio de Granada, teniendo en cuenta las analogías
entre ambos territorios y las prácticas agrarias que en ellos se han sucedido históricamente.
Degradación del suelo

El suelo es esencial en la producción agrícola, soporte del cultivo y reserva de agua y nutrientes.
No se trata de un medio inerte e inestable, sino de un sistema complejo con unos componentes
físicos, químicos y biológicos interactuando en equilibrio diná mico, sobre el que intervienen
diversas prácticas agrícolas (Mateo (dir), 1996). La integración de las técnicas agrí colas en su
entorno ambiental, debería tener por tanto, como objetivo primordial la conservación del suelo que
le aporta funciones ecoló ;gicas indispensables (ciclo de los nutrientes, soporte y hábitat de los
organismos, reserva hídrica, etc.). Todo lo contrario, la degradación del recurso suelo es
paradójicamente una de las principales afecciones de la agricultura intensiva en la Vega de
Granada.

Según la FAO (1980), los procesos de


deterioro del suelo son aquellos que
rebajan la capacidad actual y potencial del
suelo para producir cualitativa y/o
cuantitativamente bienes o servicios ,
diferenciando estos tipos: erosión hídrica
y/o eólica, exceso de sales (salinización
y sodización), degradación química,
degradación física y degradación
biológica.

Esta degradación, tiene importantes


consecuencias (Dorronsoro, 1997) que
empeoran las propiedades del suelo y disminuyen su masa, de tal modo que a corto plazo se
reduce la producción y se aumentan los gastos de explotación (cada vez el suelo necesita mayor
cantidad de abonos y cada vez produce menos). A largo plazo, los procesos de deterioro
(individualmente y/o combinados) conducen a una pérdida de la fertilidad del suelo, entendida
como la capacidad de éste para soportar vida, comprometiendo la productividad del
agroecosistema por falta de sustento y alimento para las plantas. En consecuencia el agrosistema
se hace más insostenible en la medida en que, para mantener la productividad, necesita de la
entrada continua de energía y materia a través de inputs químicos exó ;genos, que siguen
degradando las propiedades del suelo en un círculo vicioso que disminuye la autonomía del
agroecosistema. Por otra parte se degradan las posibilidades de recircular sus propios residuos,
que se convierten en fuente de contaminación de suelos, agua y seres vivos.

La erosión hídrica es un proceso descrito y evaluado en las tierras de cultivo de la Vega,


estimándose que un 30.6% de los suelos están expuestos a una pérdida anual superior a 50
toneladas de tierra por hectárea de terreno (González, 2000). Contemplando la metodología
utilizada, asumimos que estos resultados son correctamente extrapolables a la Vega del municipio
de Granada. Esta estimación se llevó a cabo utilizando la ecuación universal de pérdida de suelos,
utilizada por la FAO, también conocida como ecuación de la USLE. En ella la pé rdida de suelo es
directamente proporcional al producto de un conjunto de factores mesurables (Dorronsoro, 1997).

Pérdida de suelo = erosividad de la lluvia x erodibilidad del suelo x Longitud e inclinación de


la pendiente x tipo de cultivos x prácticas de conservación

Considerando los factores de erosividad de la lluvia y de topografía constantes, se describe un


incremento en el riesgo de erosión del suelo con las variaciones en las prácticas agrícolas que a lo
largo del tiempo se hacen más intensivas influyendo sobre los factores erodibilidad del suelo y
manejo de la vegetación.

Las prácticas de agricultura intensiva disminuyen el contenido en materia orgánica y permeabilidad


del suelo, alterando la estructura y la textura y acentuando la erodibilidad del suelo. Entre ellas
podríamos señalar la quema de rastrojo, la disminución de la cabaña ganadera y sustitución de
estiércoles animales por fertilizantes químicos, la utilización de fitosanitarios que destruyen los
organismos del suelo e impiden los procesos de humificación, el laboreo cada vez más profundo y
con maquinaria pesada, etc. (González, 2000).

La quema de rastrojos es una práctica muy habitual y extendida en la Vega (aunque prohibida)
que produce numerosos efectos indeseables especialmente sobre el suelo (incremento de la
erosión y pérdida de la fertilidad a largo plazo), la atmósfera (gases invernadero), la vegetación, la
fauna y el paisaje. Además de la destrucción de residuos de las cosechas, que son una fuerte
importante de materia orgánica, se produce una desnudez total del suelo durante un tiempo que
aunque no muy largo, coincide con la época de lluvias torrenciales acentuando el riego de erosión.
El incremento de temperatura por la combustión, produce importantes daños químicos que
disminuyen igualmente la fertilidad del suelo (Mateo (dir), 1996: 77-78).

En cuanto al manejo de los cultivos ,


según González (2000), la aplicación de
herbicidas, frente a las escardas
tradicionales, reduce significativamente la
cobertura del suelo y aumenta el riesgo de
erosión. Mateo ((dir), 1996: 69-72), también
recoge en el Manual de prácticas y
actuaciones agroambientales , el laboreo y
la no reposición de la materia orgánica,
como una de las causas principales del
grave deterioro de la estructura del suelo y
de los procesos de erosión, con la
consecuente pérdida de capacidad
productiva a que ello da lugar:

Se ha comprobado en numerosos estudios y experiencias que la técnica convencional de laboreo


enérgico del terreno lleva al sistema suelo hacia formas estructurales que reducen el contenido de
humus y que favorecen la liberación de nutrientes, procesos que tienen notables efectos negativos
sobre el propio suelo como recurso agrícola (erosión, pérdida de fertilidad y capacidad productiva)
y sobre el medio ambiente (contaminación, desertización).

Otro aspecto descrito comúnmente en la literatura, es el efecto negativo del monocultivo sobre la
estructura del suelo, al encontrarnos siempre con una misma altura de raíz. Esta práctica está muy
extendida en los diferentes agroecosistemas de la Vega de Granada, donde son cada vez menos
frecuentes las rotaciones de cultivo.

Resulta conveniente llamar también la


atención sobre las zonas tradicionales de
secano (algunas puestas en regadío) que
encontramos en los interfluvios del Beiro,
Darro y Genil, donde olivos y almendros se
extienden en zonas de fuerte pendiente y
escasa cobertura que quedan totalmente
desprotegidas frente a la erosión hídrica.
El abandono de las tierras de secano, fomentado por la reforma de la PAC, produce también un
impacto negativo, al quedar completamente desprovistas de cobertura vegetal, que por un lado
acentúa el riesgo de erosión, y por otra parte potencia las tensiones urbanísticas. Igualmente es
señalado como una afección importante al recurso tierra, la expansión del uso forestal del álamo,
cuyas tierras se encuentran inmovilizadas durante 8-10 años, con una productividad total muy
inferior a la que podrían dar esas tierras (González, 2000: 437).

Un segundo tipo de deterioro que se


produce en los suelos de la Vega de
Granada es la degradación
química como resultado de
acumulación de elementos tóxicos y de
lixiviación de bases (acidificación) FAO
(1980). Según Guzmán (2000: 274), la
agricultura industrializada causa
acidificación en el suelo debido al
empleo de fertilizantes (urea,
fertilizantes de amonio) y acumulación
de elementos tóxicos. A tal respecto,
existen algunas prácticas corrientes en
la Vega de Granada responsables de
esta degradación: aplicación de
plaguicidas y abonos industriales, y riego con aguas salobres. Así, éstas últimas, antaño utilizadas
corrientemente, están prohibidas para uso en la agricultura sin embargo, como vemos en el punto
IV.2, la detracción de las aguas residuales antes de la depuración es una práctica que es
denunciada con frecuencia.

El suelo posee un conjunto de


propiedades (ver siguiente cuadro) que
le confieren una capacidad
autodepuradora: el suelo asimila,
inmoviliza, inactiva o degrada los
contaminantes. Sin embargo, ésta es
limitada, de modo que una vez
superada su capacidad de
amortiguación, el suelo deja de actuar
como barrera protectora del medio
hidrológico y del biológico (mucho más
sensibles), convirtiéndose en una fuente
de sustancias peligrosas, y actuando
por tanto como fuente de contaminación
para dichos medios, de tal modo que
los contaminantes pueden pasar a las cadenas tróficas. Este fenómeno se conoce como Bomba
Química del Tiempo (Dorronsoro, 1997).

Los productos químicos que provocan los sucesos BQT son las especies más resistentes a la
descomposición química como metales pesados y productos orgánicos persistentes. Estos pueden
ser retenidos durante largo tiempo, pero al final se liberan al ambiente bien directamente, bien a
través de sus metabolitos de descomposición que pueden ser aún más tóxicos.

La agricultura intensiva a demás de ser una fuerte importante de contaminantes, por sus prácticas
altera estas características (materia orgánica, estructura, actividad microbiana, pH , salinidad) que
le confieren al suelo su capacidad autodepuradora, disminuyendo consecuente la capacidad de
cambio de los suelos y así sus posibilidades de retener metales pesados.
Cuadro 3. Importancia de las propiedades que controlan la capacidad tampó ;n de los suelos
(pccs) para metales pesados y compuestos orgánicos tóxicos.

Capacidad de cambio (CCC) Suelos con CCC baja retienen débilmente metales
pesados por sorció ;n. La CCC depende del contenido
y tipo de minerales de la arcilla, contenido en materia
orgánica y pH del suelo.
PH El descenso del pH incrementa la solubilidad de
metales pesados, disminuye la CCC, y altera la
población microbiana.
Potencial redox (Eh) El descenso en el potencial redox (condiciones más
reductoras), disuelve óxidos de hierro y manganeso,
provocando la movilización de los tóxicos adsorbidos.
Contenido en materia orgánica Un menor contenido de materia orgánica, reduce la
CCC, la capacidad de amortiguación del pH del suelo,
la capacidad de adsorción de compuestos tóxicos, la
capacidad de almacenamiento de agua, altera la
estructura (incrementa la erodibilidad del suelo), y la
actividad microbiológica.
Estructura La alteración de la estructura del suelo puede reducir
el drenaje y aumenta la erodibilidad.
Salinidad El incremento de la salinidad solubiliza compuestos
químicos tó xicos por alteración del equilibrio de
cambio catiónico, aumentando complejos solubles y
decreciendo actividades termodinámicas en solución;
esto puede también decrecer la actividad
microbiológica.
Actividad microbiana La alteración de la actividad microbiana y población
ecoló gica puede alterar materia orgánica, potencial
redox y pH.

Fuente: Dorronsoro, 1997.

Como agentes de degradación química del suelo encontramos los fitosanitarios, plaguicidas y
fertilizantes, cuyo uso está muy extendido en la Vega.

Inés García (1997) considera los siguientes aspectos ecotoxicológicos derivados de la aplicación
de los plaguicidas a los suelos:

- Persistencia de los plaguicidas . Las consecuencias de la persistencia pueden ser muy


importantes, dependiendo de la toxicidad del plaguicida y de su biodisponibilidad, así como de las
características del suelo. La persistencia en el tiempo, y la no biodegradabilidad, refuerza los
problemas de biomagnificación de estos compuestos, sobre todo en periodos de tiempo
relativamente largos, de tal forma que los pesticidas que no se pierden por volatilización o
escorrentía entran en el suelo donde son degradados o persisten pudiendo contaminar aguas
subterráneas (Bifani, 1997).

Tabla 7. Persistencia de varios tipos de plaguicidas

Clase Acción Persistencia


Organoclorados Insecticidas 2-5 años (ver tabla X+1)
Ureas Herbicidas 4-10 meses
Ácidos benzoicos Herbicidas 3-12 meses
Amidas Herbicidas 2-10 meses
Carbamatos Herbicidas 2-8 semanas

Funguicidas

Insecticidas
Ácidos alifáticos Herbicidas 3-10 semanas
Organofosforados Insecticidas 7-8 semanas

Fuente: García Inés (1997: 6). Elaboración propia.

Tabla 8. Persistencia de insecticidas organoclorados en el suelo

INSECTICIDA 50% Pérdida de toxicidad 95% pérdida de toxicidad

núm. de años núm. de años


DDT 3-10 4-30
Aldrín 1-4 1-6
Chlordane 2-4 3-5
Dieldrin 1-7 5-25
Heptachlor 7-12 3-5
Lindane 2 3-10
Toxaphene 10 No determinado

Fuente: UICN. (Bifani, 1997: 409)

Al tratarse de compuestos persistentes y que además no suelen aplicarse en las dosis adecuadas,
sino a "ojo de buen cubero", estos compuestos tóxicos se concentran en el ambiente natural y van
creando la adaptación en insectos, malezas o bacterias.

- Producción de metabolitos tóxicos . Los productos de degradación de algunos plaguicidas no


son siempre inocuos, pudiéndose generar metabolitos altamente tóxicos como en el caso de
plaguicidas de ditiocarbamatos y fenilamidas.
- Influencia de los plaguicidas en la microflora del suelo . Los plaguicidas no sólo actúan sobre
las plagas sino que afectan indiscriminadamente a todos los organismos. El efecto es una
esterilización parcial del suelo, que tarda meses o años en recuperar el nivel de equilibrio climácico
en las poblaciones de microorganismos. Muchas veces, incluso puede producirse la proliferación
de plagas por eliminación de sus competidores naturales (Efecto boomerang).

- Incidencia sobre las propiedades del suelo . Las repercusiones sobre las propiedades
fisicoquímicas del suelo pueden ser importantes, bien sea por la acción sobre la microflora del
suelo, o más difusa y con efectos a largo plazo a las dosis normales de aplicación.

- Riesgo de contaminación de aguas superficiales y subterráneas . Dependiendo de la


persistencia de los plaguicidas y capacidad de adsorció ;n del suelo, éstos pueden ser lixiviados y
contaminar aguas subterráneas o de escorrentía.

En cuanto a los fertilizantes , tradicionalmente, los nutrientes se incorporaron a la tierra,


aprovechando el reciclaje de estiércoles y los restos de las propias cosechas, con el tiempo, estas
prácticas son sustituidas casi por completo por la utilización de fertilizantes químicos con el fin de
aumentar la producción, con lo que dejan de recircularse los residuos del agroecosistema y se
comienza una etapa de fuerte degradación quí mica del suelo (estructura, textura, materia
orgánica, microfauna, microflora y microorganismos). Éstos, añadidos con frecuencia en dosis
superiores a las capacidades de absorción de las plantas, además de contener metales pesados,
producen también contaminación por fosfatos y nitratos, y aumentan la acidificació n del suelo. Los
fertilizantes nitrogenados que no se absorben, quedan en el suelo y alteran su estructura y
bacterias, con la consiguiente reducción de fertilidad. Además el nitrógeno que no es absorbido es
transformado en nitratos por los microorganismos del suelo. Éstos podrán ser arrastrados por las
aguas, causando problemas de salud (metahemoglobina y nitritos cancerígenos), o pueden
contaminar la atmósfera (ver tabla Evolución de la contaminación del acuífero de la vega de
Granada por nitratos ). Por otra parte, paradójicamente, la aplicación de fertilizante artificial, inhibe
el proceso natural de fijación del nitrógeno (Bifani, 1997) .

Está comprobado que el resto de los fertilizantes tienen problemas similares para ser absorbidos
por las plantas, habiéndose demostrado que las plantas únicamente absorben el 20% del fósforo
que se aplica en los cultivos, de tal forma que el resto queda fijado en formas insolubles en el
suelo.

Las impurezas de los abonos potásicos acentúan el efecto salinizante. Con relación a los
macronutrientes, el exceso en azufre es altamente tóxico en las plantas y acidificante del suelo.
También los oligoelementos a partir de una cantidad adicional se vuelven tó xicos para las plantas.
(García, 1997).

De esta forma la planta sustituye, para su consumo nitrógeno, fuentes energéticas renovables por
nitrógeno sintético, que se produce a partir de recursos no renovables. Las pérdidas de
fertilizantes, suponen, además de la degradación química y física del suelo, y de la pérdida de
fertilidad, un despilfarro gravoso para el agricultor y para la sociedad en su conjunto, dadas las
altas necesidades energéticas que tiene la producción de abonos.

Los metales pesados, además de encontrarse en los plaguicidas (por ejemplo mercurio en los
funguicidas) son muy frecuentes en los fertilizantes. A excepción de pH ácidos, los metales son
poco móviles en suelos y tienden a acumularse en la parte superficial, en el horizonte má ;s activo,
lo que hace que los metales estén fácilmente accesibles para los vegetales. Los riesgos proceden
de su toxicidad y de carácter bioacumulativo. El aumento de salinidad puede incrementar la
movilidad de los metales pesados.
González de Molina y Pouliquen (2000: 456-457), realizan un balance de los aportes de nitrógeno
en la agricultura de la Vega de Santa Fe, desde 1750, que donde se observa esta tendencia
creciente de contaminación.

Tabla 9. Balance anual del nitrógeno en las distintas épocas históricas con distintas
rotaciones y sucesiones de cultivos (en kg/ha)

Periodo Sucesión – tipo Estimación mínima Estimación máxima


1750 Trigo – Haba –Lino 14 61

1850 Trigo- Haba - Lino – Cáñamo -5 47

1904 Trigo – Haba – Remolacha -50 -2

1940 Patata – Trigo – Haba – Trigo 14 8

1950 – 60 Tabaco – Trigo -4 9

1950 – 60 Tabaco – Trigo – Remolacha -1 36

1950 – 60 Trigo – Remolacha 14 56

1975 – 1990 Tabaco – Trigo 24 42

1975 – 1990 Maíz – Trigo 48 66

Fuente: González de Molina y Pouliquen (2000)

En este balance, se observa el inicio del proceso de degradación por nitratos de los suelos de la
Vega a final del siglo XIX, coincidiendo con los forzamientos más importantes introducidos por la
agroindustria remolachera, momento en el que los abonos químicos empezaron a ser utilizados
con regularidad como complemento del estiércol. A partir de los años 50 – 60 la contaminación se
produce de forma estable y creciente, lo cuál se aprecia claramente en la nitrificación del acuífero
de la Vega, que describimos más adelante.

En cuanto al exceso de sales ( salinización o sodificación ), como otro de los procesos de


degradación del suelo reconocido por la FAO, ya se ha mencionado que tanto los plaguicidas como
los fertilizantes, así como el riego con aguas salobres, son una fuente potencial de salinización. En
diferente literatura de la Vega de Granada, ésta es reconocida como un proceso de alto riesgo.
Como ya hemos mencionado, históricamente en la Vega se utilizaron aguas residuales para el
riego, y aunque en la actualidad esto está prohibido, es una práctica que en verano y en épocas de
sequía se sigue produciendo. Según Dorronsoro (1997), el mal uso del agua de riego provoca la
salinización y la sodificación del suelo. En el primer caso se produce una acumulación de sales
más solubes que el yeso que interfieren en el crecimiento de la mayoría de los cultivos y plantas no
especializadas. En el segundo caso se produce una acumulación de sodio intercambiable que
tiene una acción dispersante sobre las arcillas y de solubilización de la materia orgánica, que
afecta muy negativamente a las propiedades físicas del suelo, por lo que el medio será menos apto
para el crecimiento de los cultivos. Este proceso quizás no sea tan acentuado en el municipio de
Granada, donde el espesor del manto freático es bastante grueso, como en otros como Santa Fe
o Fuente Vaqueros, donde el nivel freático está muy cerca del suelo.

Por último, respecto a la degradación física y la degradación biológica del suelo de la Vega, ya
hemos mencionado las diferentes prácticas de la agricultura intensiva que están en su origen.
Según la FAO (1980), el deterioro físico del suelo, se produce como consecuencia de efectos
negativos sobre la porosidad, la permeabilidad, la densidad aparente y la estabilidad estructural. El
exceso de laboreo, la escasa adición de materia orgánica al suelo, la utilización de biocidas, el
mantenimiento desnudo del suelo y la compactación debida al excesivo paso de maquinaria, son
prácticas de manejo inadecuadas que causan efectos muy negativos sobre las propiedades físicas
del suelo, reduciendo igualmente su fertilidad. (Guzmán, 2000: 272 – 273).

La degradación biológica es consecuencia de un manejo agrí cola inadecuado del suelo que
provoca la alteración de sus cadenas tróficas al reducirse la diversidad y actividad de los
microorganismos y fauna existente. En general, ya hemos mencionado los efectos indiscriminados
y altamente tóxicos de los fitosanitarios sobre los seres vivos del suelo. Esta degradación supone
una pérdida de fertilidad del suelo, al impedirse o inhibirse el funcionamiento del ciclo de los
nutrientes en el suelo. Se trata de un efecto muy perjudicial porque los microorganismos y
macroorganismos del suelo, tienen la capacidad de recircular los residuos de la actividad
agroganadera como estiércoles y restos de cosechas; participan en el proceso de formación del
humus; mejoran la capacidad de intercambio catiónico; solubilizan los nutrientes que no están
disponibles para las plantas; fijan nitrógeno; mejoran la capacidad de autodepuración del suelo,
etc., reduciendo la necesidad de subsidio permanente de energía desde el exterior.
Consecuentemente el suelo degradado desde el punto de vista biológico no puede reciclar los
nutrientes y la energía, lo cuál genera dos efectos muy negativos desde el punto de vista de la
sostenibilidad del agroecosistema: 1. Son sistemas a los que hay que aportar insumos ricos
energéticamente de forma continuada, lo que pone en jaque su sotenibilidad y autonomía. 2.
Son sistemas incapaces de reacomodar los residuos generados por lo que se convierten en
fuentes de contaminación. (Guzmán, 2000: 274).

Impactos sobre los recursos genéticos y la vida salvaje

Estos también han sido caracterizados en el agroecosistema santafesino (González, 2000: 437 –
442) donde se pone de manifiesto una disminución de la biodiversidad en plantas cultivadas y
plantas silvestres, especies animales domésticas y no domésticas, micro y macroorganismos del
suelo.

Se señalan dos razones para la disminución del número de especies de plantas silvestres. Por un
lado la intensificación y extensión de las zonas de cultivo y uso no agrario en detrimento de los
barbechos y pastos naturales , y por otra parte, la introducción de herbicidas tanto dentro de las
parcelas como también fuera de ellas y en los cauces de los arroyos.

Igualmente los cambios acontecidos en el ecosistema, la degradación de los habitats de ribera, por
canalización del Genil, del Beiro, tala de bosquetes, deterioro de la red de acequias, extensión del
monocultivo, utilización de plaguicidas y fertilizantes sintéticos, etc., han mermado la fauna silvestre
existente.

Lo mismo ha ocurrido con los animales no domésticos, cuestión que hemos documentado con
testimonios orales y que se relaciona, según éstos, con la transformación de la dehesa en pinar
(desaparición del ganado mayor y menor), con el encauzamiento del río Genil (desaparición de
especies acuáticas y anfibias) y con la desaparición de cultivos como el lino y el cáñamo
(desaparición de aves). La necesidad actual de un uso repetido de insecticidas, acaricidas y
desinfectantes de suelo evidencia las modificaciones de las cadenas tróficas, relacionadas con la
desaparición de numerosos depredadores y parásitos presentes en otras épocas . (González,
2000: 440).

En cuanto a las plantas de cultivo a lo largo de la historia de la Vega las producciones cuya salida
es el mercado exterior, van sustituyendo a aquellas que servían para el autoabastecimiento de la
comunidad, implantá ndose la cultura del monocultivo, asociada a una estandarización de las
variedades de semillas que a su vez genera una dependencia del mercado externo. Así, tanto en
los cultivos de remolacha, como del tabaco o de cereales las semillas son producidas en el
extranjero, reduciendo la diversidad interna, fuente de autonomía. Con ello se reducen las
posibilidades de aprovechar los sinergismos y complementariedades de un agroecosistema
heterogéneo, de tal forma que la simplificación disminuye su resilencia siendo cada vez más frágil y
menos estable, así como más dependiente de las decisiones y cambios provenientes del exterior.

En la actividad ganadera también se observa un "monocultivo intensivo" del ganado vacuno, o


porcino u ovino, variable por razones de mercado, de tal forma que la integración tradicional de la
actividad agrícola con la ganadera se ha desequilibrado, con los consiguientes desequilibrios
ambientales que ello origina y degradación de los recursos locales.

Tabla 10. Evolución de la cabaña ganadera en el municipio de granada

1982 1989 1993 1994 1995 1996


Bovino 1.462 3.325 80 73 109 113
Ovino 74 138 1252 1032 829 961
Caprino 30 43 158 131 80 120
Porcino 380 1.686 2269 2228 23700 2859
Aves 80 35 0 0 0 0
Otros 100 87 0 0 0 0

Fuente: (Menor, 2000: 325-330). Sistema de Información Ambiental de la Junta de Andalucía.


Elaboración propia.

Finalmente hay también pérdida de biodiversidad en los macro y microorganismos del suelo, por la
confluencia de los diversos factores de los que ya hemos hablado en la degradación del suelo.

Degradación del recurso agua

Las externalidades de la agricultura intensiva también se han ocupado de la afección al recurso


agua. Fueron descritas en el apartado IV.3.2, especialmente en relación con los conflictos en el
consumo del agua, entre abastecimiento urbano y agricultura. Vimos los diferentes factores que
influían en el alto consumo de agua en el regadío: utilización del método tradicional de
entarquinamiento o inundación de las hazas de labor; cambio en los cultivos con la aparición de
especies más exigentes en agua e inadaptación a la sequía estival; dificultades para la
modernización de los sistemas de riego; deficiencia en las infraestructuras de las comunidades de
regantes; deterioro de acequias y canales, etc. También describimos los diferentes procesos que
habían causado la disminución de los niveles piezométricos del acuífero, aportaciones de los
manantiales y la aparición de un cono de deyección, sí ntoma de sobreexplotación y de mal
manejo del ciclo hidrológico en la cuenca.
Los mayores problemas en el abastecimiento del agua se deben principalmente al estiaje de los
ríos, al estado de las acequias (sin revestir casi en su totalidad), a la forma de riego tradicional (a
manta), y a la intensificación de la agricultura (con cultivos que necesitan mucha agua
precisamente en verano). En parte estos problemas se han venido solucionando últimamente por
medio de pozos particulares que extraen el agua del acuífero detrítico de la Vega. (Menor, 2000:
205).

Además del problema cuantitativo, está el cualitativo, y es que no sólo se está consumiendo cada
vez más agua del acuífero, sino que la que se devuelve a éste es contaminada en plaguicidas y
fertilizantes (compuestos orgánicos persistentes, nitratos, nitritos, metales pesados, etc.), cuyos
procesos y efectos hemos descrito cuando hablábamos de la degradación del suelo, lo cuál pone
de manifiesto como el deterioro de diferentes recursos del medio es indisociable.

Para conocer la magnitud de la contaminación, nos dirigimos al Instituto Tecnológico y Geominero


de España, el cuál dispone de una red de piezómetros en el acuífero donde además de vigilar el
nivel piezométrico, vigila los niveles de diferentes compuestos químicos en el agua. En la siguiente
tabla, donde hemos recogido únicamente los datos de niveles de nitratos correspondientes a
nuestro municipio de estudio, se pone de manifiesto el enorme impacto de la agricultura sobre el
agua del acuí fero. Si comparamos los valores medidos en un periodo amplio de años, vemos
como la Concentración Máxima Admisible (50 mg/l) es superada con frecuencia, y el Valor Guía
(25 mg/l) queda siempre por debajo de las concentraciones reales.

Tabla 11. Evolución de la contaminación del acuífero de la vega de granada por nitratos

Sondeo 1 Sondeo 2 Sondeo 3 Sondeo 4 Sondeo 5 Pozo 6

Cota 775 Cota 675 Cota 636 Cota 624.09 Cota 616 Cota 603.5
Fecha Nitrato Fecha Nitrato Fecha Nitrato Fecha Nitrato Fecha Nitrato Fecha Nitrato
s s s s s s

(mg/l) (mg/l) (mg/l) (mg/l) (mg/l) (mg/l)


22/06/7 24 08/02/8 44 20/06/7 39 2/06/77 40 06/02/8 48 07/02/8 27
7 4 7 4 4
50 44 44 01/10/8 14 48 27
08/03/8 11/02/8 02/10/8 1 11/02/8 11/02/8
5 36 4 56 1 48 55 4 109 4 52
02/09/8
01/03/8 44 11/03/8 42 07/02/8 62 2 07/03/8 109 01/03/8 55
6 5 4 5 4
41 45 62 92 62
31/03/8 01/03/8 07/02/8 01/03/8 31/03/8
8 42 6 42 4 85 6 104 8 52

01/04/8 31/03/8 11/02/8 60 31/03/8 110 01/04/8


45 49 39
9 8 4 8 9
44 34 82 104 72
10/10/9 10/04/8 06/03/8 01/04/8 06/10/8
1 9 5 9 9
40 54 67 88 60
10/12/9 08/10/9 01/03/8 09/10/9 02/06/9
2 48 1 51 6 70 1 75 2

20/05/9 43 22/05/9 31/03/8 64 20/05/9 110 09/12/9


3 2 8 2 2
50 60 96
15/10/9 18/01/9 01/04/8 09/12/9 19/05/9
3 43 3 9 58 2 3

24/05/9 50 21/05/9 11/10/9 64 17/05/9


4 3 1 3
41 68
14/12/9 22/05/9 15/10/9
4 36 2 74 3

10/04/9 27/11/9 78 15/04/9


5 2 9
72
29/09/9 17/05/9
5 3
71
09/04/9 27/09/9
7 5

25/09/9 25/11/9
7 6

14/03/0 08/04/9
0 7

24/09/9
7

27/04/9
8

15/02/0
0
Reglamentación Técnico Sanitario para el abastecimiento y control de la calidad de las aguas
potables de consumo público (RD 1138/1990)

Concentración Máxima Admisible (límite legal) .................................. 50 mg/l

Nivel guía (valor máximo de referencia deseable)............................... 25 mg/l

Fuente: Instituto Tecnológico Geominero de España. Elaboración Propia.

El riesgo de contaminación por fertilizantes y pesticidas es señ alado en diferentes investigaciones


que se han llevado a cabo en la Vega de Granada o en el acuífero, cuya vulnerabilidad a la
contaminación ha sido calificada de alta (Castillo, 1986). Este hecho es especialmente
preocupante, si tenemos en cuenta que el poder de depuración del agua subterránea es muy bajo,
de tal forma que la acumulación continua de contaminantes puede comprometer las posibilidades
de uso de este recurso. No podemos olvidar que existen poblaciones que lo utilizan para
abastecimiento de agua potable, incluso el propio municipio de Granada, cuenta con siete sondeos
para abastecimiento en caso de emergencia.

Históricamente el recurso agua ha


sido uno de los factores limitantes
de la agricultura en la Vega de
Granada, y si bien, parecía que
este condicionante había sido
superado con las diferentes obras
hidrá ulicas, desde embalses hasta
pozos, con la nueva tecnología y la
entrada de insumos energéticos
externos, la situación real es que el
recurso agua sigue siendo un factor
limitante de gran relevancia, y que
además está siendo degradado
cuantitativa y cualitativamente como
consecuencia del forzamiento al
que ha sido sometido el
agroecosistema, comprometiendo su sostenibilidad.

Pérdida de rentabilidad y desaparición de las características culturales

González de Molina y Poliquen, también señalan otros dos síntomas de insostenibilidad del
agroecosistema santafesino, que se reproducen en el término de Granada: descenso de la
rentabilidad y desaparición de las características culturales de la comunidad. Los ingresos bajan y
están supeditados a las variaciones impuestas por decisiones políticas y de mercado externas, al
haberse disminuido fuertemente la autonomía y autosuficiencia del agroecosistema. La liberación
de los mercados ha colocado a los agricultores en una situación de desventaja frente a los grandes
distribuidores a la hora de fijar los precios. La ausencia de canales de distribución adecuados no es
ajena al problema. El sistema de venta sigue siendo a través de un "corredor" que se queda con un
porcentaje del precio percibido. Además, la dependencia y desorganización de los agricultores se
ve reforzada por la extrema atomización de las explotaciones. El asociacionismo comercial, que
podría constituir una vía de mejora real de los términos de intercambio para el agricultor, es prá
cticamente inexistente . Los productos de la Vega compiten en los mercados con otros
provenientes de diferentes partes de España y del mundo. Por otro lado los costes aumentan ya
que como hemos visto, el sistema ha mermado sus posibilidades de autoabastecimiento y
recirculación, y ha pasado a depender de entradas crecientes de energía y materia exógenas
(fertilizantes, pesticidas, petróleo, etc.).

La comunidad social ya no vive en equilibrio con la actividad agrícola, no existe el mismo vínculo
entre ésta y su medio que antañ o. La desaparición de las prácticas tradicionales del
agroecosistema, está mermando la reproducción de la cultura agraria de unas generaciones a
otras, ya que por un lado la información es fundamentalmente externa al sistema, y por otro los
jóvenes, hijos de los agricultores, se dirigen a otros sectores de actividad. De esta forma más de la
mitad de los agricultores tiene una edad superior a 55 años (Menor, 2000: 380). En otras palabras,
por un lado el uso de los recursos a través de la agricultura está amenazado por la falta de
personas que desempeñ en esta labor; por otro lado, la reproducción del agroecosistema pasa a
depender de conocimientos y culturas ajenas al mismo. En conclusión, la sustentabilidad social del
agroecosistema no está asegurada (González, 2000: 446).
Vemos por tanto como el agroecosistema de la Vega está deteriorando los recursos naturales que
garantizan la persistencia de su productividad, generando importantes tensiones ecológicas y
socioeconómicas, y comprometiendo su estabilidad y resilencia. Para mantener este sistema
profundamente artificializado e incrementar el crecimiento económico, se necesita aportar grandes
cantidades de energía y nutrientes exó genos (recursos no renovables), que deterioran sus
recursos. Así, según Bifani (2000:434 – 468) pueden señalarse como origen de la artificialización,
la mecanización, los subsidios energéticos en términos de nutrientes (fertilizantes, control de
plagas, enfermedades y malezas) y sobre todo el uso de variedades hí bridas y alto rendimiento y
manipulación genética. Igualmente deben considerarse como subsidios energéticos los esfuerzos
dirigidos a aumentar los requerimientos del riego y contrarrestar los procesos de degradación del
suelo (erosión, salinización, contaminación, pérdida de biodiversidad) que suponen una pé ;rdida
de fertilidad y que están al mismo tiempo causados por esa artificialización de la agricultura que
intenta paliarlos.

Esta situación se agravará haciéndose cada vez más insostenible de no iniciar prácticas agrícolas
que eviten el deterioro de los recursos naturales locales y constituyan un sistema cada vez más
autosuficiente. Sin embargo, hasta la fecha, no se han puesto en marcha iniciativas de agricultura
ecológica, en sus distintas concepciones, que intenten integrar los principios de sostenibilidad que
presentábamos al empezar este punto:

- Utilización de recursos renovables que sean además localmente accesibles.

- Integración de los límites y potencialidades del medio local.

- Aumento de la diversidad (biológica y cultural) del sistema.

- Optimización de la recirculación de productos y residuos, de tal forma que el sistema sea los más
autónomo y autosuficiente posible.

El siguiente cuadro sintetiza las propuestas formuladas por diferentes autores y la Campaña de
Consumo Responsable de Granada.

Tabla 12. Indicadores diagnóstico del agroecosistema y propuestas hacia la sostenibilidad

Indicador Valor en el estado Valor en el estado Propuestas


respecto a sustentable actual
Tierra Erosión por factores > 50 t/ha/año Discriminación positiva a
abióticos no favor del uso agrario
modificables por el
hombre Reorganización de los
cultivos y fomento de la
< 50 t/ha/año fertilización orgánica
Uso hasta el nivel de Abandono parcial
reposición del máximo
factor limitante
Agua Consumo < reposición Consumo> reposición Mejora en la definición de la
capacidad de renovación del
recurso.

Reducción de cultivos muy


exigentes en agua.

Mejora de la distribución
general del agua.

Extensificación de los
cultivos. Cambio en las
estrategias de fertilización.
Reciclaje Contaminación
Biodiversidad > biodiversidad en los < biodiversidad en los Reducción del uso de
sistemas históricos sistemas históricos agrotóxicos

Reorganización del uso del


territorio
Rentabilidad Mantenimiento digno < mantenimiento digno El conjunto de las diferentes
de las familias de las familias medidas irían encaminadas a
disminuir los costes, al evitar
la degradación ambiental.

Diversificación de las
producciones

Diversificación de los
compradores

Fomento de los mercados de


proximidad

Fomento de los circuitos de


distribución cortos

Fomento del asociacionismo


comercial
Cultura Reproducción de la Desaparición de la El conjunto de las diferentes
comunidad social comunidad social medidas están encaminadas
a evitar la desarticulación de
la comunidad

Fuente: Instituto de Socioecología y Estudios Campesinos (2000), Menor (2000), Campaña


de Consumo Responsable de Granada. Elaboración propia.

http://www.ilustrados.com/tema/3364/Agricultura-intensiva-practicas-deterioran-
recursos-locales.html

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