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1.

La posesión
El artículo 896 del Código Civil señala: “La posesión es el ejercicio de hecho de uno o más
poderes inherentes a la propiedad”[1]. Como se puede advertir de la cita, la posesión se define
como un concepto derivado de la propiedad y que se ejerce como tal, en consecuencia, siguiendo
al profesor GONZALES BARRÓN, se debe de suponer lo siguiente:
a) No basta el poder de hecho sobre algún bien. […] b) Es necesario que este poder de hecho sea
ejercicio en forma análoga o como haría un propietario. […] c) Para determinan si el poder de
hecho se ejerce como propietario o como arrendatario ES NECESARIO CONOCER LA
“CAUSA DE LA POSESIÓN O EL ANIMUS”, no hay forma de diferenciar una posesión de la
otra , y esto es claramente el animus domini a que se refiere el art. 896 C.C., cuando habla de
poder inherente al de la propiedad (…)”[2]. Es decir, la posesión se deriva de la propiedad.

2. Naturaleza jurídica del derecho de posesión y derecho a la posesión


La posesión fue un señorío de hecho o poder fáctico de innegable notoriedad pública, un poder
que lo asimilaron incluso al derecho de propiedad. En la época clásica, el pretor concedió
interdictos para defender el ejercicio de hecho de usufructo, sin embargo, ellos eran especiales y
se referían estrictamente a los verdaderos poseedores de los fundos. Uno de los estudiosos sobre
la posesión fue Savigny y, es a partir de su teoría subjetiva acerca de los elementos que componen
la posesión, que se interpretan correctamente la doctrina del Derecho Romano justinianeo. El
corpus es el poder de hecho consistente en la posibilidad física de disponer materialmente de la
cosa, con exclusión de cualquier extraño, es decir la voluntad de comportarse como dueño. Pero
es la intención o el animus domini, el que consiste en la verdadera voluntad de disponer de hecho
de una cosa para sí, conservándola con un fin especial, como lo haría el propietario y reconocer
el derecho de dominio en otro.

No cabe duda que, en el derecho moderno, la posesión se coloca o está en una posición especial,
pues, en ella se parte de la idea de que ha de presumirse que existe coincidencia entre el hecho de
estar ejercitando un derecho y el derecho de los signos de recognoscibilidad de su existencia y de
sus características. Por ello, cierta doctrina afirma que la posesión es un interés jurídicamente
protegido y con ello abre el debate si es o no un derecho.

En la tesis de Ihering, el mencionado autor señala que “La posesión es un derecho real perfecto,
autónomo e independiente. El poseedor es protegido por que es titular de un derecho, como
cualquier otro titular. Nada de apariencia, sino rigurosa realidad. No hay engaño, no hay
apariencia de realidad. No es que el poseedor aparente otra cosa (por ejemplo propietario,
usufructuario, arrendatario, etc.) sino que exhiben un poder propio inherente a la titularidad de su
derecho”[3]. Respecto a la teoría objetiva con Ihering como su representante, criticando a
Savigny, manifiesta que, tanto en la detentación o tenencia como en la posesión del bien, están
presentes el corpus como el animus domini; pero es el ordenamiento jurídico, de acuerdo a las
cuestiones prácticas y por seguridad jurídica, quien se encarga de regular ciertas situaciones como
posesión en sentido estricto.

En líneas generales, con respecto a la posesión, debemos de considerarla en una primera


perspectiva por sí misma, como una relación de hecho que le permite a un sujeto controlar el bien
y excluirlo del poder de terceros (art. 896 del C.C.), en este ámbito no se necesita que la posesión
venga acompañada por ningún derecho o título que la justifique causalmente.
Una segunda perspectiva nos habla de la posesión como contenido de ciertos derechos, por lo que
la posesión innegablemente es el contenido jurídico y económico de un derecho. Por ejemplo en
los casos de: la propiedad que es el poder de usar, disfrutar y disponer un bien (art. 923), mientras
que el usufructo es el poder de usar y disfrutar de un bien ajeno (art. 999 del C.C.); en ambos
casos, el titular –sea en calidad de propietario o usufructuario– tiene derecho de poseer, cuya
finalidad se materializa en el uso y disfrute. Precisamente, el derecho subjetivo garantiza y tutela
el goce del bien, la posesión del mismo.
Una tercera perspectiva o forma de verla, es como requisito para la adquisición de derechos reales.

4. ¿Los contratos de transferencia de posesión, son títulos para demandar el mejor derecho
a la posesión?
Conocemos que, mediante la tradición o traditio, y la forma de adquisición originaria se adquiere
la posesión. Así al transmitirse la posesión, esto va a implicar que el transferente se desprende de
su posesión que tenía sobre el bien para cederlo o transmitirlo al adquirente, el cual va a “adquirir”
este derecho a poseer el bien. La traditio es un modo válido de transmisión de la posesión, es
decir, cuando se cumple con los requisitos de ley (artículos 901, 902 y 903 del Código Civil).

La tradición extingue el poder fáctico sobre el bien para que el otro (adquirente) pueda poseer,
por ello es que en la usucapión se sumarán los plazos posesorios de tradens con los del accipiens,
ya que la posesión misma no se ha extinguido.

Ahora bien, en la realidad práctica existen un sinnúmero de contratos que lo que se transfiere es
únicamente la “posesión”, la cual a mi entender, puede ser objeto de traspaso, en mérito a lo que
señala el artículo 1351 del Código Civil, siempre y cuando el fin perseguido, sea la usucapión,
atendiendo a lo que dispone el artículo 898[15] del Código Civil, que refiere a la suma de plazos
posesorios, para adquirir por usucapión la propiedad.

Lo cuestionable es que con el señalado contrato y muchos de similar contenido –por el objeto del
mismo– se pretenden que el Poder Judicial declaren el mejor derecho a la posesión, cuando ello
es irrazonable y jurídicamente imposible, pues con el señalado contrato si es que se ha efectuado
la traditio, a lo mucho lo que tiene el adquirente es la posesión de hecho del bien, pues no se tiene
el derecho, ya que el derecho a la posesión y no “derecho de posesión” nacen de otros títulos,
pues no olvidemos que la posesión es el uso o disfrute de un bien, siendo que los títulos que
otorgan el derecho a la posesión son por ejemplo, el de: PROPIETARIO, USUFRUCTUARIO,
ARRENDATARIO, COMODATARIO; títulos que dan derecho a la posesión.

El contrato denominado TRANSFERENCIA DE POSESIÓN DE UN SOLAR URBANO, de


fecha 24 de junio del 2009, que –escaneado– forma parte del presente trabajo, como en un
sinnúmero de casos en la región Amazonas (Perú), ha servido para que se demande el mejor
derecho a la posesión, siendo más preocupante que dichas pretensiones que llevan consigo los
señalados medios probatorios, son admitidos por Juzgado Especializados, y les dan el trámite que
no deberían darle, sin distinguir claramente el hecho de la posesión con el derecho a la posesión.
Ahora, previamente hemos sostenido que la suscripción de contratos con el fin exclusivo de
transferencia de posesión son viables en cuanto tengan por objeto la usucapión, ello es viable en
el sentido de que sumando los plazos del anterior poseedor, el nuevo puede por el transcurso del
tiempo hacerse propietario, no encontrando otra justificación en que sea viable y útil la
transferencia exclusiva de posesión, mucho menos para demandar improcedentes pretensiones de
mejor derecho a la posesión.

Por otro lado sostenemos que el mejor derecho a la posesión,como pretensión, sí es viable pero
teniendo título como los señalados de propiedad, usufructuario, arrendatario y comodatario.
Imaginemos que A, en condición de propietario da en usufructo a B el bien inmueble “X”, pero
sucede que en fecha posterior y dentro del plazo del contrato de usufructo A arrienda el mismo
bien “X” a C, y este va y despoja a B; es lógico pensar que B al haber sido desalojado pretenderá
una acción de interdicto de recobrar o desalojo por ocupación precaria, pero al actuarse el mismo
nos daríamos con la sorpresa que C tiene un título que ampare la posesión; dicho de otro modo,
ambos tendrían título que ampare su posesión, en ese sentido, sería viable recurrir en un mejor
derecho a la posesión, pues tanto el usufructo como el arrendamiento otorgan el use y disfrute del
bien, es decir otorgan el derecho a la posesión.

Por lo antes señalado y volviendo al tema, es oportuno responde a la pregunta: ¿LOS


CONTRATOS DE TRANSFERENCIA DE POSESIÓN SON TÍTULOS PARA DEMANDAR
EL MEJOR DERECHO A LA POSESIÓN?, consideramos que no, que no son títulos para
demanda el mejor derecho a la posesión, a lo sumo son contratos que acreditarían –presentándose
copulativamente la posesión efectiva– la suma del plazo posesorio para fines de la usucapión.
https://legis.pe/contratos-transferencia-posesion-son-titulos-demandar-mejor-derecho-posesion/
ADQUISICIÓN DE LA POSESIÓN.
El sujeto adquirente:
“Puede adquirirse la posesión por la misma persona que va a disfrutarla, por su representante
legal, por su mandatario y por un tercero sin mandato alguno; pero en este último caso no se
entenderá adquirida la posesión hasta que la persona en cuyo nombre se haya verificado el acto
posesorio lo ratifique” (art. 439 Cc).
Para adquirir la posesión basta tener la capacidad natural para el hecho de que las cosas queden
sujetas a la acción de la propia voluntad: “Los menores y los incapacitados pueden adquirir la
posesión de las cosas” (y la de los derechos); pero necesitan de la asistencia de sus representantes
legítimos para usar de los derechos que de la posesión nazcan a su favor” (art. 443 Cc).
Modos de adquirir la posesión:
La adquisición de la posesión se verifica por cualquiera de las formas y medios por los que una
cosa queda sujeta a la acción de nuestra voluntad: recordando aquí los “elementos de la posesión”
que suele mencionar la doctrina tradicional, corpus y animus, diremos que adquirir la posesión…:
1. (corpus): no requiere necesariamente una aprehensión material, pero sí una relación exterior
con la cosa, sujeta a la acción de nuestra voluntad. La sujeción no requiere “agarrar la cosa”, lo
que importa es que se halle, de una u otra forma, en poder del poseedor, aunque éste lo ignore
accidentalmente (cfr. art. 461 Cc), o aunque sea otro el que ejercita por él el poder en que consiste
la posesión (cfr. arts. 431, 439).
2. (animus): adquirir la posesión requiere un cierto elemento volitivo, intencional (no tiene por
qué ser necesariamente animus domini, pero sí animus possidendi): el que duerme no adquiere la
posesión de lo que durante el sueño se pone en sus manos, decía IHERING; sin embargo, el
cazador adquiere la posesión de la pieza que cae en su trampa, porque él la preparó con esa
intención, aunque no sepa todavía que la pieza ya está en la trampa.
Veamos cómo trata este asunto el Código: “la posesión se adquiere por la ocupación material de
la cosa o derecho poseído, o por el hecho de quedar éstos sujetos a la acción de nuestra voluntad,
o por los actos propios y formalidades legales establecidas para adquirir tal derecho” (art. 438
CC).
La doctrina suele explicar que también a la posesión puede aplicarse la distinción entre modos
originarios y derivativos de adquirir: la adquisición originaria supone un acto unilateral del
adquirente y sin el concurso del poseedor precedente, si lo había (caso de despojo, por ejemplo).
Habrá adquisición derivativa cuando interviene un poseedor anterior, verificándose una cesión o
traspaso: En este caso, aunque se diga que la adquisición es derivativa, no se adquiere la posesión
con los vicios que tuviera, a no ser que los tenga también el adquirente: aunque el transmitente
fuera poseedor de mala fe, no transmite esta mala fe al adquirente (vid. particularmente art. 442
CC). Igual que ocurre en materia de tradición, el traspaso posesorio puede verificarse por “traditio
simbólica” o “instrumental”: entrega de las llaves del almacén donde se encuentren los bienes
muebles; otorgamiento de escritura pública; entrega de unos títulos de pertenencia: a estas
modalidades se refiere el último inciso del art. 438, que acabamos de ver. Eso sí, es necesario, en
todos estos casos, que quien traspasa sea en ese momento verdaderamente poseedor.

La posesión civilísima:
Se llama posesión civilísima a un modo especial de adquisición de la posesión que se da en la
sucesión universal, de manera que el heredero es poseedor, adquiere la posesión, desde el
momento del fallecimiento del causante, aunque no haya “tomado posesión” materialmente de las
cosas, y por lo tanto no hay ninguna interrupción entre la posesión que tenía el causante y la que
tiene su sucesor. Esta especialidad se recoge en el art. 440 CC: “La posesión de los bienes
hereditarios se entiende transmitida al heredero sin interrupción y desde el momento de la muerte
del causante, en el caso de que llegue a adirse la herencia. El que válidamente repudia una herencia
se entiende que no la ha poseído en ningún momento”. Por lo tanto: el heredero (sucesor a título
universal), en el caso de que acepte la herencia, resulta investido de la cualidad de poseedor, y
consiguientemente, de las acciones que tutelan la posesión, desde el primer momento, sin
necesidad de que por autoridad alguna se le confiera la posesión ni deaprehensión material de la
cosa.

Actos tolerados, clandestinos o de fuerza, y adquisición de la posesión.


Señala el art. 444 CC que “los actos meramente tolerados, y los ejecutados clandestinamente y
sin conocimiento del poseedor de una cosa, y con violencia, no afectan a la posesión”. ¿Qué quiere
esto decir? Los supuestos son diversos. Lo que tienen de común es que se recogen en este precepto
una serie de circunstancias que nohacen perder la posesión al poseedor, al menos “de momento”.
Por una parte, están los actos meramente tolerados, concepto que según la mejor doctrina tiene
un alcance muy limitado: por “definición”, entiende la doctrina, los actos de mera cortesía, buena
vecindad, que, en definitiva, suponen que el poseedor no se ha desprendido de su cosa, sino que
“comparte” la utilidad de su bien con un amigo, sin que éste tenga intención alguna de ostentar
un “poder autónomo”, mientras esta situación se configure así, como “mera tolerancia”, no afecta
a la posesión. Ahora bien, si más que “tolerancia” lo que hay es un permiso, “licencia”, para
utilizar un bien, ejerciendo una “dominación autónoma” puede entenderse que hay posesión, con
protección interdictal, indica LACRUZ, y quien abusa de la mera tolerancia y rehusa devolver el
bien, es poseedor, aunque no prevalecerá frente al interdicto ejercitado por el “primer poseedor”,
durante el año siguiente a esta “cambio de actitud” (inversión del título en la posesión inicialmente
tolerada, en expresión de LACRUZ).
En cuanto a los actos de violencia, o clandestinos: el poseedor actual puede reprimir en el
momento (legítima defensa) la perturbación violenta en la posesión, si no puede obtener el amparo
de la autoridad gubernativa. Pero, si se consuma el despojo, el despojante también llega a tener
posesión protegida frente a todos, incluso frente al propio despojado que quisiera recuperar la
cosa por la fuerza (vid. art. 441 Cc). Ahora bien, lo que quiere indicar el art. 444 CC es que la
posesión de quien despoja a otro de su posesión por violencia, o clandestinamente, no prevalecerá
frente a la posesión del despojado si éste interpone el interdicto de recuperar antes de que pase el
año. Para autores como MARTÍN PÉREZ y DÍEZ-PICAZO, en caso de acto clandestino, el año
habría que contarlo desde que la clandestinidad desaparece. Pero la cuestión es discutible. En
cualquier caso, si no reaccionara en el plazo del año, no puede recurrir ya a la protección
posesoria, sino a una reivindicatoria, por ejemplo.
https://uvadoc.uva.es/bitstream/10324/5213/1/Dc3.%20TEMA.%20Posesi%C3%B3n%20%28I
%29.%202009.pdf

Elementos de la adquisición de la posesión en el Código Civil


La adquisición de la posesión puede producirse a través de: la ocupación material de la cosa o
derecho poseído, por el hecho de quedar éstos sujetos a la acción de nuestra voluntad o por los
actos propios y formalidades legales establecidas para adquirir tal derecho (Art. 438 ,Código
Civil).
El Art. 438 ,Código Civil establece que: " la posesión se adquiere por la ocupación material de la
cosa o derecho poseído, o por el hecho de quedar éstos sujetos a la acción de nuestra voluntad, o
por los actos propios y formalidades legales establecidas para adquirir tal derecho". Este artículo
recoge los siguientes elementos:

 la ocupación material de la cosa o derecho poseído consiste en la aprehensión material de


la cosa mueble, no poseída y sin dueño con el ánimo de pasar a ser de otro por el mero
hecho de ocuparla.
 una cosa o derecho queda sujeta a la acción de nuestra voluntad cuando instauramos sobre
ella un señorío efectivo que implica una relación de dominación quedará
manifestada mediante un contacto físico directo.
 otro medio de adquisición son los actos propios y formalidades legales establecidas para
adquirir tal derecho, que son aquellos supuestos en los cuales se produce el traspaso
posesorio del antiguo poseedor al nuevo poseedor por cualquier procedimiento admitido
en Derecho. El instrumento más importante que conduce a esta dominación es la
tradición, que consiste en la entrega por parte de un sujeto de la posesión de una cosa
determinada a otro sujeto. Este traspaso de la posesión no implica necesariamente la
titularidad del derecho real, sino que puede simplemente consistir en la pura posesión. Se
incluyen dentro de esta categoría la posesión civilísima establecida en el Art. 440 ,Código
Civil, que dice que: "la posesión de los bienes hereditarios se entiende transmitida al
heredero sin interrupción y desde el momento de la muerte del causante, en el caso de
que llegue a adirse a la herencia. El que válidamente repudia una herencia se entiende
que no la ha poseído en ningún momento". El artículo, por tanto, dice que los herederos
aceptantes serán investidos como poseedores de los bienes hereditarios a partir de la
muerte del causante sin necesidad de aprehensión de los bienes hereditarios.
 el Art. 439 ,Código Civil se refiere a la posibilidad de la adquisición de la posesión por
parte de terceras personas ajenas al propio poseedor: " puede adquirirse la posesión por
la misma persona que va a disfrutarla, por su representante legal, por su mandatario y por
un tercero sin mandato alguno; pero en este último caso no se entenderá adquirida la
posesión hasta que la persona en cuyo nombre se haya verificado el acto posesorio lo
ratifique".

https://www.iberley.es/temas/adquisicion-posesion-60207

Posesión civilísima.

La posesión de los bienes hereditarios se entiende trasmitida al heredero sin interrupción y desde
el momento de la muerte del causante, en el caso de que llegue a aceptar la herencia. El que
repudia válidamente una herencia se entiende que no la ha poseído en ningún momento.

Procedencia: Artículo 369 del Código Civil de Puerto Rico (1930).

Concordancias: Artículos 610, 944 y 955 del Código Civil de Puerto Rico (1930).

Comentario

El Artículo 369 vigente recoge la idea de la posesión civilísima, inspirada en el Artículo 724 del
Código Civil francés, no en el sentido de consistir en un poder efectivo sobre la cosa, sino en estar
establecida por el Derecho civil. La adquisición se produce por mero ministerio de ley. Los
principales efectos derivados de la transmisión hereditaria de la posesión son: 1) Como el
heredero queda investido de poseedor, puede hacerse cargo de los bienes y derechos integrantes
de la herencia, si bien cuando existiere algún detentador de alguno de esos bienes que se resistiera
a su entrega habrá de estarse a lo dispuesto en el Artículo 370, que prohíbe el apoderamiento con
violencia aun al propietario. 2) El heredero está asistido de las acciones interdictales de retener y
de recobrar, tanto si la inquietación o el despojo han tenido lugar antes del a muerte del causante,
como si se han producido después, siempre que no haya transcurrido un año. 3) La usucapión
iniciada por el causante beneficiará al heredero desde el momento de la apertura de la sucesión,
sin necesidad de ningún acto de apoderamiento material. 4) El heredero está legitimado para el
ejercicio de la acción de desahucio. En cambio no está legitimado para el ejercicio de la acción
reivindicatoria, que requiere la prueba de un título singular de adquisición, que sólo surge con la
partición.

La frase “adirse a” no es de uso común ni en la lengua popular ni en la culta. Fue sustituida por
el vocablo “aceptar”.

ARTÍCULO 26. Efectos de la posesión viciosa del causante.

El sucesor por título hereditario no sufre las consecuencias de una posesión viciosa de su causante,
si no se demuestra que conocía los vicios que la afectaban o que no posee de forma pacífica y
pública; pero los efectos de la posesión de buena fe no le aprovechan sino desde la fecha de la
muerte del causante.
Procedencia: Artículo 371 del Código Civil de Puerto Rico (1930).

Concordancias: Artículo 369, 1841 y 1860 del Código Civil de Puerto Rico (1930).

Comentario

La regla del Artículo 371 vigente establece una excepción a la inmutabilidad de la mala fe que es
admitida sin reparos. Sin embargo, se ha identificado un error en el precepto porque se aplica un
mismo principio a casos muy distintos. El artículo se refiere al vicio que supondría la mala fe pero
no a otros vicios que también pueden afectar la posesión.

Si la posesión del causante fuera viciosa, la del heredero deja de serlo, desde el momento de la
transmisión hereditaria, si el heredero no fue partícipe en el vicio ni era conciente de él. Por
posesión viciosa debe entenderse la posesión de mala fe y la posesión afectada por los vicios de
violencia y clandestinidad. En cuanto a lo primero, buena o mala fe –la aplicación de la regla
parece muy clara, puesto que depende de un estado de conocimiento o de conciencia. El heredero
no sufre las consecuencias de la posesión viciosa de su causante si, además de no tener
conocimiento de los vicios, a partir del fallecimiento de aquél ha poseído en forma pacífica y
pública. Por esta razón se ha añadido la frase “o que no posee de forma pacífica y pública” en la
primera parte de la oración. Como dice Rams Albesa: “Así, una posesión clandestina, lo seguirá
siendo si el poseedor se comporta de ese modo. No se trata en este caso de una cuestión de
conocimiento de nada, sino de comportamiento. Si quien no conocía la clandestinidad de la
posesión, continúa poseyendo de esa manera, no parece propio que por el mero desconocimiento
se convierta la posesión de ese tipo en otro que no es.”

http://www.oslpr.org/v2/PDFS/Borrador%20Codigo%20Civil%20Updated/3-
%20Libro%20Tercero-Derechos%20Reales/LibroUnited/3-%20Libro%20Tercero-
Derechos%20Reales.pdf

3. Según su naturaleza

Posesión Civilísima (Arts. 781 y 995 C.C.V.)

Paralelamente a la posesión ordinaria, basada en la potestad material sobre la cosa, se reconoce


la posesión civilísima, conocida también como presunta, ficticia, ideal o especial.

Tiene su fundamento legal en el artículo 781 del Código Civil Venezolano vigente, el cual
dispone, en su encabezado, que “La posesión continúa de derecho en la persona del sucesor a
título universal.”, disposición que es ratificada por el artículo 995, ejusdem, el cual establece en
su encabezado que “La posesión de los bienes del de cujus pasa de derecho a la persona del
heredero, sin necesidad de toma de posesión material.”

Las características que se desprenden de este tipo de posesión son las siguientes:

 Es una posesión ficticia, en razón de que no es real.


 Es una posesión presunta, puesto que se presume que el heredero es el poseedor de los
bienes dejados por el causante.
 Es una posesión ideal, porque no existe la relación material.
 Es una posesión especial, ya que sólo se presenta con la muerte del causante y porque no
se necesita el animus del heredero.
Efectos Jurídicos de la Posesión Legítima

 Partiendo del precepto jurídico contenido en el artículo 782 del Código Civil Venezolano
vigente, el cual reza que “Quien encontrándose por más de un año en la posesión legítima
de un inmueble, de un derecho real, o de una universalidad de muebles, es perturbado en
ella, puede, dentro del año, a contar desde la perturbación, pedir que se le mantenga en
dicha posesión.”, la posesión legítima produce como efecto inmediato el tener una
protección jurídica más eficaz, por lo que el interdicto de amparo está consagrado
especialmente para defenderla.
 El efecto de mayor relevancia jurídica es el de conducir a la adquisición del derecho real
correspondiente, por efecto de la usucapión (prescripción veintenal, artículo 1977
C.C.V.).
 Concede el derecho de exigir indemnización por mejoras y reparaciones realizadas sobre
el bien poseído, siempre que ellas existan para el momento de la reivindicación.

http://derechocivil2ula.blogspot.com/2013/04/unidad-ii-tema-n-6-analisis-de-los.html

II) Transmisión "mortis causa" (artículo 110 T.R. 2010):

“1. La adquisición de alguna participación social por sucesión hereditaria confiere al heredero o
legatario la condición de socio.

2. No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, los estatutos podrán establecer a favor de los
socios sobrevivientes, y, en su defecto, a favor de la sociedad, un derecho de adquisición de las
participaciones del socio fallecido, apreciadas en el valor razonable que tuvieren el día del
fallecimiento del socio, cuyo precio se pagará al contado. La valoración se regirá por lo dispuesto
en esta Ley para los casos de separación de socios y el derecho de adquisición habrá de ejercitarse
en el plazo máximo de tres meses a contar desde la comunicación a la sociedad de la adquisición
hereditaria”.

Cabría plantear si la condición de legitimario por sí misma implica transmisión de la condición


de socio por vía hereditaria.

La Sentencia del Tribunal Supremo de 21 de octubre de 2010 sostiene que la condición de socio
de una sociedad mercantil no se transmite al legitimario del socio fallecido.

Rechaza el Tribunal Supremo legitimación de los legitimarios de un socio fallecido para ejercitar
la acción de retracto prevista en los estatutos a favor del socio en caso de transmisión de las
participaciones sociales, negando que lo legitimarios, como miembros de la comunidad
hereditaria, tengan la condición de socio. Según el Tribunal Supremo:

1º Si el derecho de retracto debía ejercitarse de acuerdo con lo establecido en los estatutos


sociales, hay que recordar que el mencionado artículo estatutario, al que debe ajustarse esta
decisión por exigirlo la congruencia debida, establece que el derecho de retracto existirá "[...]
en favor de los accionistas, y en su defecto, de la propia sociedad" y no consta que los legitimarios
sean socios de la misma.

2º Los legitimarios como tales no están autorizados para ejercer las acciones que corresponden
a la sociedad, puesto que si bien forman parte de la comunidad hereditaria, ello no les atribuye
la cualidad de socios.
3º Este argumento se confirma por lo dicho por los legitimarios recurridos en las alegaciones,
que consideran que se reconoce la procedencia de las acciones a favor de la herencia de D.
Diego , "que a su vez trae causa y presupone necesariamente la admisión de la solicitud de
reintegración a dicha herencia yacente de las acciones cuya titularidad les legitima para ejercer
dicho retracto", lo cual significa que ellos mismos reconocían que no podían ejercitarlas porque
no ostentaban la calidad de socio requerida para el ejercicio del retracto social).

Del caso particular del legado de acciones o participaciones sociales me ocupo después.

Respecto del derecho de adquisición preferente que contempla el número dos de la norma,
la remisión, en cuanto a la valoración de las participaciones sociales, a las reglas de la
separación de socios, supone que sea de aplicación el sistema del artículo 353.1 TRLSC, y a falta
de acuerdo, el valor sea fijado "por un experto independiente, designado por el registrador
mercantil del domicilio social a solicitud de la sociedad o de cualquiera de los socios titulares de
las participaciones o de las acciones objeto de valoración". La Sentencia del Tribunal Supremo
de 18 de mayo de 2012 se refiere a la naturaleza de la actividad de este experto independiente
nombrado por el registrador mercantil, rechazando que sea un verdadero árbitro y que su decisión
sea un laudo arbitral, calificándolo de "arbitrador legal" y considerando que cabe la revisión
judicial del valor fijado por el mismo. Rechaza esta sentencia, además, que el que los herederos
hubieran fijado un valor en la escritura de adjudicación de herencia inferior al que resultó de la
valoración del experto independiente, pueda considerarse como acto propio que les impida
impugnar judicialmente el establecido por aquel a efectos de un derecho de adquisición
preferente.

Es posible una cláusula estatutaria que establezca como regla general que la adquisición
hereditaria de una participación social confiere la condición de socio y a continuación prevea un
derecho de adquisición preferente a favor de los socios sobrevivientes. Este derecho actúa como
un derecho de rescate de una participación que se transmite por título sucesorio desde el momento
de la muerte del causante (Resolución DGRN de 18 de abril de 2000).

La Resolución DGRN de 23 de abril de 2015 confirma la calificación que deniega la inscripción


de una cláusula estatutaria en que se expresaba que seria libre la transmisión mortis causa de las
participaciones sociales a favor del cónyuge, descendientes o ascendientes del socio fallecido, sin
expresar el régimen de las transmisiones mortis causa a favor de otras personas, por considerar
que no se cumplían los requisitos de determinación exigibles para la inscripción.

Es discutible el supuesto de los pactos sucesorios, especialmente cuando impliquen una


transferencia actual, en vida del disponente, de la titularidad de las participaciones. A falta de una
previsión específica de los estatutos, puede cuestionarse si sería de aplicación a una transferencia
por pacto sucesorio el régimen legal o estatutario de las transmisiones inter vivos a título gratuito,
o bien debe entenderse como una transmisión mortis causa, sujeta al régimen legal o estatutario
de las mismas. Aunque ambas tesis tendrían posiblemente argumentos a favor, entiendo que deben
considerarse una transmisión mortis causa, sin que les sean de aplicación las normas legales o
estatutarias que regulen la transmisión gratuita inter vivos gratuita de las participaciones sociales,
salvo que los estatutos expresamente los sometan al régimen de estas.

El caso particular del legado de participaciones o acciones sociales. Necesidad de entrega


por el heredero o albacea.
Nos plantearemos ahora si el régimen previsto visto para el legado de cosa cierta y determinada
(imposibilidad de que el legatario tome posesión por sí mismo de lo legado y necesidad de entrega
por el heredero o albacea facultado, del que me ocupo en la siguiente entrada del blog: "La
adquisición y entrega de legado ...") es aplicable al legado de acciones o participaciones sociales
en una sociedad de capital, o si la regulación propia de la legislación societaria, que como especial
deberá entenderse preferente, introduce alguna excepción a la regla general.

En principio, si atendemos al Código Civil, podríamos concluir que los artículos 440, 882 y 885
son de aplicación a este legado. En consecuencia, el legatario adquirirá la propiedad de la acción
o partición desde la muerte del causante (o desde la delación), sin necesidad de previa aceptación,
pero no podrá tomar posesión por sí mismo de la cosa legada, debiendo pedir su entrega o posesión
al heredero o albacea, pasando la posesión civilísima de las acciones o participaciones, desde la
muerte del causante, a sus herederos.

El régimen de la necesaria entrega de la posesión a los legatarios es general para toda clase de
legados y no solo para los que implican posesión real de un bien. Así lo demuestra el artículo 870
del Código Civil, que en el legado de un crédito personal del causante contra tercero, dispone que
el heredero cumplirá con ceder al legatario "todas las acciones que pudieran competirle contra el
deudor", lo que implica que, incluso en el caso del créditos personales, no susceptibles en sentido
propio de posesión, el heredero tiene el "control" de la ejecución del crédito, y debe ceder esas
acciones de reclamación al legatario, y, lógicamente, debe entenderse que hasta que dicha cesión
se produzca el legatario no podrá reclamar el crédito del tercero.

En cuanto a la regulación propia de la legislación societaria y su coordinación con el régimen del


Código Civil, es destacable el artículo 110.1 del TRLSC, relativo a las participaciones sociales,
que dispone: "La adquisición de alguna participación social por sucesión hereditaria confiere al
heredero o legatario la condición de socio". Cabría plantearse si se introduce aquí una excepción
al régimen general de entrega del legado, de manera que el legatario de una participación social
pueda ejercer los derechos sociales de la misma desde que la adquiere, sin necesidad de una previa
entrega por el heredero o albacea. En contra, podría sostenerse que este artículo 110.1 TRLSC no
hace referencia a los requisitos de la transmisión mortis causa por legado de la participación
social, por lo que debe integrarse con las normas del Código Civil ya vistas, y no entenderlo como
una excepción a las mismas.

Pero lo cierto es que el propio artículo 110 TRLSC, en su número 2, prevé que los estatutos
establezcan a favor de los socios sobrevivientes o de la propia sociedad un derecho de adquisición
preferente de las participaciones sociales, a ejercitar en el plazo máximo de tres meses desde la
muerte del causante, y no parece que el resultado del ejercicio de este derecho de adquisición
preferente se condicione a requisito alguno.

Además, si entendemos que son los herederos los titulares de la posesión civilísima de las
participaciones sociales, habrá que encuadrar esta posesión en el régimen de la legislación
societaria, y en esta se prevé que sea el titular de la acción el que ejercite derechos sociales como
el de voto, aunque sean poseídas por un tercero a título de usufructuario, salvo disposición en
contra de los estatutos, y si un poseedor a título de usufructuario no es titular del derecho de voto,
no existe razón para pensar que el que tiene una simple posesión civilísima pueda ejercitarlo.

Otra norma a tener en cuenta es el artículo 188.5 del RRM ("Cuando así se establezca en los
estatutos sociales, de acuerdo con la legislación civil aplicable, corresponderá al socio titular o,
en su caso, a sus causahabientes, el ejercicio de los derechos sociales. De la misma forma, los
estatutos podrán establecer, de conformidad con la legislación civil aplicable, la designación de
un representante para el ejercicio de los derechos sociales constante la comunidad hereditaria si
así fue establecido en el título sucesorio"), introducido por el Real Decreto 171/2007, de 9 de
febrero, sobre protocolo familiar, en cuanto pretende abordar ciertos problemas derivados de la
transmisión mortis causa de las participaciones sociales (o de su pertenencia a una comunidad
conyugal) y el ejercicio de los derechos sociales, permitiendo a los estatutos contener previsiones
al respecto, siempre que no contradigan la legislación civil. No obstante, al margen de que una
previsión estatutaria abordase esta materia del legado de participaciones sociales y el ejercicio de
los derechos del socio, no resuelve dicha norma directamente la cuestión planteada a falta de tal
disposición.

A mi entender, por todo lo antes dicho, el legado de participaciones sociales (y también el de


acciones) es efectivamente una excepción a la regla general en materia de entrega de legados,
y el legatario podrá ejercer los derechos de socio desde su adquisición, que se producirá al fallecer
el causante ex artículo 882 del Código Civil, salvo que exista un término o condición, sin
requerirse la previa entrega de las mismas por el heredero, al margen de los efectos que esta
entrega pueda tener y de que se le pueda reclamar por el legatario. Pero siempre deberá estarse de
modo preferente al contenido del testamento, particularmente si el testador ha conferido a alguien
la administración de sus bienes hasta su reparto o entrega, este podrá ser entendido como el
legitimado para el ejercicio de los derechos de socio, particularmente los de asistencia y voto en
juntas generales.

En este sentido se pronuncia expresamente el derecho catalán. El artículo 427-33 del Libro IV del
Código Civil de Cataluña dispone: "Legado de acciones y participaciones sociales.

En el legado de acciones y participaciones sociales, corresponde al legatario el ejercicio del


derecho de voto a partir de la delación, si es propietario de las mismas de acuerdo con los artículos
427-10 y 427-15, aunque la posesión no le haya sido entregada por el heredero".

Pero todo ello sobre la base de que se trate de un verdadero legado de cosa cierta y determinada,
lo que precisará la determinación concreta de las participaciones o acciones legadas. Isidoro Lora-
Tamayo Rodríguez ("Casos prácticos de derecho de sucesiones -adaptados al programa de
notarías-". Memento experto. Francis Lefebre. 2015), plantea el caso del legado genérico de un
número de las acciones de las que era titular el causante en la sociedad, sin ser todas ellas y sin
concretar estas, considerando que, al ser el legado genérico y hasta que se produzca la
especificación, no puede considerarse socio al legatario, siendo correcta la intervención en la junta
de los herederos. Sin embargo, si el objeto del legado estuviera especificado o fueran la totalidad
de las acciones o participaciones del causante, para el referido autor, debe considerarse al legatario
como el legitimario para asistir a la junta general, aunque no haya precedido entrega por los
herederos o no haya existido una aceptación expresa del legatario.

No obstante, la cuestión se ha mostrado como dudosa en el ámbito de la jurisprudencia


menor. Así:

- La Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de 9 de junio de 2011 analiza la validez de


unos acuerdos adoptados en junta universal con asistencia, tras el fallecimiento del socio y como
titulares de sus acciones, de sus herederos, y no de los legatarios de las mismas. La entrega del
legado no se había producido, a pesar del requerimiento a tal fin de los legatarios.

La sentencia comienza por tratar la cuestión de la atribución de la propiedad de las acciones a los
legatarios, al considerar el legado de cosa específica, y el alcance de la obligación de entrega de
los legatarios. Dice la sentencia:

"Conforme a lo dispuesto en el art. 882 Cc, cuando el legado es de cosa específica y determinada,
propia del testador, como aquí sucede, el legatario adquiere su propiedad desde que aquel muere.
La falta de posesión del legatario se explica por la adquisición de la posesión civilísima de la
herencia que el art. 440 Cc otorga al heredero desde la apertura de la sucesión en el caso de que
acepte la herencia, quedando obligado a la transmisión de su posesión. Por ello el art. 885 Cc
dispone que el legatario debe pedir la entrega y posesión de la cosa legada al heredero o al
albacea, cuando éste se halle autorizado para darla. En consecuencia, por efecto del legado
surgen en favor del legatario o legatarios dos derechos: el de propiedad de la cosa legada -que
no forma parte del caudal hereditario- y legitima al legatario para el ejercicio de todas las
acciones - incluida la reivindicatoria- que antes correspondían al causante, y el de crédito contra
el gravado destinado a obtener el traspaso posesorio. Incluso la afectación de derechos de los
legitimarios -lo que no es el casorequeriría deshacer el traspaso de la propiedad de la cosa
legada. El legatario, en consecuencia, adquiere desde el fallecimiento del causante y en el estado
en que se halle la cosa en dicho instante - art. 883 Cc -. La transferencia posesoria que contempla
el art. 885 Cc. no afecta a la propiedad de la cosa -no es una traditio precisa para adquirir la
propiedad-, puesto que ésta ya la ostenta el legatario con anterioridad, ni convierte al heredero,
mientras no se produzca, en poseedor a título de dueño, puesto que solo es continuador de la
posesión del causante como poseedor de cosa ajena, quedando sus facultades reducidas a la
protección de la situación posesoria. La distinción entre adquisición de la propiedad y entrega
de la posesión a los efectos previstos en el art. 885 Cc. se ha puesto de manifiesto, entre otras,
en la citada Sentencia del Tribunal Supremo de 21 de abril de 2003".

Admitido que el legado de participaciones sociales atribuyó la propiedad de las mismas al


legatario desde la muerte del causante, analiza la sentencia a quien corresponde el ejercicio de los
derechos del socio hasta que tenga lugar su entrega:

"Fijada la titularidad de las acciones, que corresponde desde el fallecimiento de D. Juan Pablo
a los legatarios de las mismas, hemos de referirnos al ejercicio de los derechos de socio.
Conforme a lo dispuesto en el art. 48 TRLSA, aplicable en el momento de celebración de la Junta
cuyos acuerdos se impugnan, la condición de socio y los derechos reconocidos en la Ley y en los
Estatutos se atribuyen al titular legítimo de las acciones, y entre los referidos derechos se
encuentra el de asistencia y voto en las juntas generales y el de impugnar los acuerdos sociales.
Incluso en los casos de constitución de derechos reales la cualidad de socio y el ejercicio de los
derechos corresponde al propietario - arts. 67 y 72 TRLSA-".

En consecuencia, considera nula la junta general celebrada, al no contar con la intervención de


los legatarios que ya eran titulares de las acciones, aunque no se hubiese realizado todavía su
entrega.

- La Sentencia de la Audiencia Provincial de Las Palmas de 30 de abril de 2009, aunque como


pronunciamiento en gran parte obiter dicta, pues al tratarse de un legado por el cónyuge supérstite
de unas participaciones integradas en la comunidad postganancial se niega su eficacia directa,
afirma:

"Por otra parte las participaciones sociales, como bienes patrimoniales, forman parte de la
herencia y su transmisión mortis causa se verifica de acuerdo con las normas del derecho
sucesorio. El testamento no es título suficiente para justificar el dominio y ha de probarse que
los bienes pertenecían al testador al tiempo de su muerte, pero aun en el supuesto de que las
participaciones sociales formaran parte del patrimonio del testador cuando dispuso de ellas,
porque en la liquidación de la sociedad postmatrimonial se adjudiquen al testador, para que la
apelante pudiera adquirir la condición de socio con plena efectividad frente a la sociedad
limitada se haría necesario la entrega de legado. El legatario no puede ocupar por su propia
autoridad la cosa legada, sino que debe pedir su entrega y posesión al heredero o al albacea,
cuando éste se halle autorizado para darla (art. 855 CC ), y previamente a ello y siendo varios
los herederos ha de estarse a la partición de la herencia".
Siguiendo esta tesis, habría que considerar las participaciones integradas en la comunidad
hereditaria hasta su entrega, aplicándose la regla de que los miembros de la comunidad hereditaria
nombren un representante por mayoría para el ejercicio de los derechos del socio (artículo 126
TRLSC y 398 del Código Civil), a menos que exista un administrador de la herencia con
facultades de ejercicio de los derechos de socio, como puede ser un albacea que tenga dichas
facultades de administración o, incluso, el albacea universal.

III) Transmisión forzosa: Se regula con detalle en el artículo 109 T.R. 2010 y se aplica no sólo
al embargo, sino también a la prenda. La doctrina destaca que es un precepto imperativo que
establece un derecho de adquisición preferente en favor de los socios y, en su defecto, de la
sociedad (si los Estatutos lo prevén), en virtud del cual pueden subrogarse en el lugar del
rematante.

Dice dicho artículo:

"1. El embargo de participaciones sociales, en cualquier procedimiento de apremio, deberá ser


notificado inmediatamente a la sociedad por el juez o autoridad administrativa que lo haya
decretado, haciendo constar la identidad del embargante así como las participaciones embargadas.
La sociedad procederá a la anotación del embargo en el Libro registro de socios, remitiendo de
inmediato a todos los socios copia de la notificación recibida.

2. Celebrada la subasta o, tratándose de cualquier otra forma de enajenación forzosa legalmente


prevista, en el momento anterior a la adjudicación, quedará en suspenso la aprobación del remate
y la adjudicación de las participaciones sociales embargadas. El juez o la autoridad administrativa
remitirán a la sociedad testimonio literal del acta de subasta o del acuerdo de adjudicación y, en
su caso, de la adjudicación solicitada por el acreedor. La sociedad trasladará copia de dicho
testimonio a todos los socios en el plazo máximo de cinco días a contar de la recepción del mismo.

3. El remate o la adjudicación al acreedor serán firmes transcurrido un mes a contar de la recepción


por la sociedad del testimonio a que se refiere el apartado anterior. En tanto no adquieran firmeza,
los socios y, en su defecto, y sólo para el caso de que los estatutos establezcan en su favor el
derecho de adquisición preferente, la sociedad, podrán subrogarse en lugar del rematante o, en su
caso, del acreedor, mediante la aceptación expresa de todas las condiciones de la subasta y la
consignación íntegra del importe del remate o, en su caso, de la adjudicación al acreedor y de
todos los gastos causados. Si la subrogación fuera ejercitada por varios socios, las participaciones
se distribuirán entre todos a prorrata de sus respectivas partes sociales".

http://www.iurisprudente.com/2017/01/las-participaciones-sociales.html

El caso particular del legado de participaciones o acciones sociales. Necesidad de entrega


por el heredero o albacea.

Nos plantearemos ahora si el régimen previsto visto para el legado de cosa cierta y determinada
(imposibilidad de que el legatario tome posesión por sí mismo de lo legado y necesidad de entrega
por el heredero o albacea facultado, del que me ocupo en la siguiente entrada del blog: "La
adquisición y entrega de legado ...") es aplicable al legado de acciones o participaciones sociales
en una sociedad de capital, o si la regulación propia de la legislación societaria, que como especial
deberá entenderse preferente, introduce alguna excepción a la regla general.
En principio, si atendemos al Código Civil, podríamos concluir que los artículos 440, 882 y 885
son de aplicación a este legado. En consecuencia, el legatario adquirirá la propiedad de la acción
o partición desde la muerte del causante (o desde la delación), sin necesidad de previa aceptación,
pero no podrá tomar posesión por sí mismo de la cosa legada, debiendo pedir su entrega o posesión
al heredero o albacea, pasando la posesión civilísima de las acciones o participaciones, desde la
muerte del causante, a sus herederos.

El régimen de la necesaria entrega de la posesión a los legatarios es general para toda clase de
legados y no solo para los que implican posesión real de un bien. Así lo demuestra el artículo 870
del Código Civil, que en el legado de un crédito personal del causante contra tercero, dispone que
el heredero cumplirá con ceder al legatario "todas las acciones que pudieran competirle contra el
deudor", lo que implica que, incluso en el caso del créditos personales, no susceptibles en sentido
propio de posesión, el heredero tiene el "control" de la ejecución del crédito, y debe ceder esas
acciones de reclamación al legatario, y, lógicamente, debe entenderse que hasta que dicha cesión
se produzca el legatario no podrá reclamar el crédito del tercero.

En cuanto a la regulación propia de la legislación societaria y su coordinación con el régimen del


Código Civil, es destacable el artículo 110.1 del TRLSC, relativo a las participaciones sociales,
que dispone: "La adquisición de alguna participación social por sucesión hereditaria confiere al
heredero o legatario la condición de socio". Cabría plantearse si se introduce aquí una excepción
al régimen general de entrega del legado, de manera que el legatario de una participación social
pueda ejercer los derechos sociales de la misma desde que la adquiere, sin necesidad de una previa
entrega por el heredero o albacea. En contra, podría sostenerse que este artículo 110.1 TRLSC no
hace referencia a los requisitos de la transmisión mortis causa por legado de la participación
social, por lo que debe integrarse con las normas del Código Civil ya vistas, y no entenderlo como
una excepción a las mismas.

Pero lo cierto es que el propio artículo 110 TRLSC, en su número 2, prevé que los estatutos
establezcan a favor de los socios sobrevivientes o de la propia sociedad un derecho de adquisición
preferente de las participaciones sociales, a ejercitar en el plazo máximo de tres meses desde la
muerte del causante, y no parece que el resultado del ejercicio de este derecho de adquisición
preferente se condicione a requisito alguno.

Además, si entendemos que son los herederos los titulares de la posesión civilísima de las
participaciones sociales, habrá que encuadrar esta posesión en el régimen de la legislación
societaria, y en esta se prevé que sea el titular de la acción el que ejercite derechos sociales como
el de voto, aunque sean poseídas por un tercero a título de usufructuario, salvo disposición en
contra de los estatutos, y si un poseedor a título de usufructuario no es titular del derecho de voto,
no existe razón para pensar que el que tiene una simple posesión civilísima pueda ejercitarlo.

Otra norma a tener en cuenta es el artículo 188.5 del RRM ("Cuando así se establezca en los
estatutos sociales, de acuerdo con la legislación civil aplicable, corresponderá al socio titular o,
en su caso, a sus causahabientes, el ejercicio de los derechos sociales. De la misma forma, los
estatutos podrán establecer, de conformidad con la legislación civil aplicable, la designación de
un representante para el ejercicio de los derechos sociales constante la comunidad hereditaria si
así fue establecido en el título sucesorio"), introducido por el Real Decreto 171/2007, de 9 de
febrero, sobre protocolo familiar, en cuanto pretende abordar ciertos problemas derivados de la
transmisión mortis causa de las participaciones sociales (o de su pertenencia a una comunidad
conyugal) y el ejercicio de los derechos sociales, permitiendo a los estatutos contener previsiones
al respecto, siempre que no contradigan la legislación civil. No obstante, al margen de que una
previsión estatutaria abordase esta materia del legado de participaciones sociales y el ejercicio de
los derechos del socio, no resuelve dicha norma directamente la cuestión planteada a falta de tal
disposición.

A mi entender, por todo lo antes dicho, el legado de participaciones sociales (y también el de


acciones) es efectivamente una excepción a la regla general en materia de entrega de legados,
y el legatario podrá ejercer los derechos de socio desde su adquisición, que se producirá al fallecer
el causante ex artículo 882 del Código Civil, salvo que exista un término o condición, sin
requerirse la previa entrega de las mismas por el heredero, al margen de los efectos que esta
entrega pueda tener y de que se le pueda reclamar por el legatario. Pero siempre deberá estarse de
modo preferente al contenido del testamento, particularmente si el testador ha conferido a alguien
la administración de sus bienes hasta su reparto o entrega, este podrá ser entendido como el
legitimado para el ejercicio de los derechos de socio, particularmente los de asistencia y voto en
juntas generales.

En este sentido se pronuncia expresamente el derecho catalán. El artículo 427-33 del Libro IV del
Código Civil de Cataluña dispone: "Legado de acciones y participaciones sociales.

En el legado de acciones y participaciones sociales, corresponde al legatario el ejercicio del


derecho de voto a partir de la delación, si es propietario de las mismas de acuerdo con los artículos
427-10 y 427-15, aunque la posesión no le haya sido entregada por el heredero".

Pero todo ello sobre la base de que se trate de un verdadero legado de cosa cierta y determinada,
lo que precisará la determinación concreta de las participaciones o acciones legadas. Isidoro Lora-
Tamayo Rodríguez ("Casos prácticos de derecho de sucesiones -adaptados al programa de
notarías-". Memento experto. Francis Lefebre. 2015), plantea el caso del legado genérico de un
número de las acciones de las que era titular el causante en la sociedad, sin ser todas ellas y sin
concretar estas, considerando que, al ser el legado genérico y hasta que se produzca la
especificación, no puede considerarse socio al legatario, siendo correcta la intervención en la junta
de los herederos. Sin embargo, si el objeto del legado estuviera especificado o fueran la totalidad
de las acciones o participaciones del causante, para el referido autor, debe considerarse al legatario
como el legitimario para asistir a la junta general, aunque no haya precedido entrega por los
herederos o no haya existido una aceptación expresa del legatario.

http://www.iurisprudente.com/2017/01/las-participaciones-sociales.html

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