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En una crisis profunda, el rey David, atraviesa el torrente de Cedrón (en ese momento
un riachuelo casi seco por el verano) y es cuando viene a su imagen el ciervo que
brama por las corrientes de agua. En once versos David, expresa su situación catorce
veces. No debe existir Salmo más egocéntrico que este, ya que el autor menciona
catorce veces la expresión “mi situación”, dieciséis veces “mis problemas” y veintiún
veces menciona la palabra “yo”, leemos frases tales como “mi alma Señor, tiene sed de
ti”, “dónde estás tú, oh Dios”, y finaliza con “porque te abates oh alma mía y te turbas
dentro de mí”.
Desesperadamente este ciervo busca agua, dice el salmo: “Un abismo llama a otro a la
voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.” Un ciervo que en
medio de su crisis, debe clamar desde lo más profundo para pedirle a Dios que
derrame sobre su vida la profundidad de Su agua, no un poco de agua, sino un río que
inunde y se lleve toda la fragancia y llene del olor de la presencia que salva de todo
enemigo, y oler a la presencia del Espíritu.
Yo no sé cuál es tu enemigo externo, ni tu enemigo interno pero Dios quiere tomarte y
soltar el río que tienes años reprimiendo, y llevarte a la presencia del Espíritu Santo,
un río que nunca se acaba, un río que llena de paz incomprensible y allí sentirás como
esa presencia te baña y quita todo hedor de enfermedad, todo hedor de pecado, y
empieza a emanar la clara y bendita presencia de su Espíritu en tu vida.
Dios quiere llenar tu vida, Él comienza una obra de limpieza desde lo más profundo de
tu ser, es una presencia tal que no la puedes explicar, ni descifrar con códigos y
palabras, si estas enfermo, comienzas a ver la enfermedad como una forma de
bendecir tu vida, Dios quiere impactar tu vida en un profundo quebrantamiento que
saque el gemido de lo más profundo de tu ser, y puedas sentir que en ese gemir se va
el alma, se va la vida, no importa el tiempo, el espacio, ni el momento sino que te
derrites como mantequilla y el calor de Su fuego llena tu ser y puedas perder tu voz
para sentir que tu vida huele a la presencia del Espíritu Santo.
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti,
oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
Salmo.42:1,2
El Ciervo, mamífero rumiante de tamaño mediano, es elogiado por su
agilidad y se cuenta entre los animales limpios y tiene carne sabrosa. El
ciervo es un animal astuto y ágil, esa agilidad se pone de manifiesto
cuando es perseguido por sus depredadores.
Se cansa muy rápido. En las montañas y en su hábitat tiene que convivir
con sus peores enemigos, leones hambrientos, tigres y hienas. Cuando
llega el verano el ciervo tendrá que enfrentarse con su peor enemigo, su
sudor (las feromonas que despiden su sudor lo delata ante sus
depredadores), por lo tanto el tiene que tratar de encontrar un río donde
bañarse…pero como en el verano los ríos tienden a desaparecer, solo le
queda una última oportunidad, encontrar lirios aromáticos del campo y
restregárselos en su cuerpo para poder engañar a sus depredadores.
Es impresionante como la palabra de Dios usa los ejemplos de los
animales para instruirnos en sabiduría y conocimiento, y basta con que
nos tomemos el tiempo para estudiar un poco sobre ellos, y nos
maravillamos al encontrar la enseñanza que el Señor nos ha querido dar
con el comportamiento de estos, como el ciervo brama por corrientes de
las aguas, dice el salmista, así clama por ti oh Dios, el alma mía es
impresionante conocer que estos animales en el verano braman por
agua, por dos razones, la sed, y el olor del sudor que los delata ante sus
enemigos.
¿ y tu a quien le estas clamando por agua, y defensa de tus enemigos?
¿A quien estas corriendo en tu angustia y desesperación?
Isaías 55:1 dice A todos los sedientos: Venid a las aguas.
Jesús dijo en Juan. 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente
de agua que salte para vida eterna.
Él es la fuente que quita la sed, que sacia al cansado, al fatigado…Jesús
es el agua viva, los ciervos al no encontrar el agua, saben que tienen otra
alternativa, los lirios del campo.
Cantares 2:1 Yo soy la rosa de Saarón, Y el lirio de los valles; Jesús el
lirio de los campos, sabes tú que todo aquel que le ha dejado entrar en
su corazón, huele a Él.
Galatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
mas vive Cristo en mí.
Galatas 3:27 Porque cuando fueron bautizados, también quedaron
unidos a Cristo, y ahora actúan como él. Esta es la razón, por la que los
depredadores no pueden tocarnos, los enemigos no pueden cazarnos, el
olor de Jesús en mi los ahuyenta, los hace retroceder.
la Biblia nos enseña que el diablo como león rugiente busca a quien
devorar, ahí el poder de la palabra.
¿a quién crees que va a devorar?
A los que no huelen a Jesús, a todos aquellos que no lo tienen como su
Señor y Salvador, solo el olor del Maestro en nuestras almas alejara al
enemigo.
Satanás respeta el olor de Jesús, el sabe que lo que está marcado por su
sangre, por su aroma como el lirio de los valles, no puede ser tocado sin
su autorización, ya que no debemos de olvidar que nuestra alma, fue
comprada, ¿sabes a quien se la compro Jesús?, antes le pertenencia al
príncipe de la tinieblas, pero ahora pertenecemos al reino de la luz,
Jesucristo nos compro con su sangre, ese fue el precio, su sacrificio en la
cruz, ¿sabes tú que las potestades de este mundo, no nos ven a
nosotros, no perciben nuestro olor, sino que ven y perciben el olor de la
sangre del Cordero de Dios en nuestra vida, estamos revestidos,
estamos impregnados de El, y muchos cristianos no lo saben, y por su
ignorancia, son presa fácil del enemigo de nuestra alma, el enemigo lo
sabe, y toma ventaja de la falta de conocimiento del hijo de Dios.
Isaías. 35.1, 2 Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores
se alegre la pradera.
La gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón:
los hombres verán la gloria del Señor, y la hermosura de nuestro Dios,
los que estábamos sin Cristo éramos el desierto, la tierra seca, pero el
Señor dice que con flores se alegraría nuestra tierra, Cristo vino para
traer alegría, una canción, la misma gloria que el Padre le dio a Él, nos la
ha dado a nosotros, a los que le siguen y le aman, la hermosura del
Carmelo, la de la rosa de Sarón, los que están sin Cristo no deben de ver
más nuestra humanidad si no la gloria de Dios, la hermosura de Dios en
los llamados cristianos…y decir, huele a Jesús ¿cómo?, a través de
nuestra conducta, de nuestras conversaciones, de nuestro diario vivir,
hay una alabanza que dice, no basta solo con decir, no es suficiente solo
con querer, sino que es necesario morir, solo cuando vamos muriendo a
nuestra comodidad, a nuestro yo, el orgullo, la autosuficiencia, al pecado,
y entramos en una dependencia a su Señorío, se podrá evidenciar la
diferencia entre el decir, y el ser.
Querido amigo, querida amiga, como siempre dos opciones, bramando
como el ciervo por las corrientes de agua viva, o muriendo en el camino,
siendo presa de los depredadores de tu alma. Tú decides.
Responder esta pregunta conlleva en primer lugar a observar la vida de este animal hecho por Dios
para vivir en las montañas; al igual que aquellos que como usted y yo hemos nacido del Espíritu
Santo, hechos por Dios para estar en su santo monte. El verbo en esta oración está en femenino
indicando a una cierva jadeante; pues ésta cuando cría requiere altísimas dosis de agua y
mayormente cuando corre huyendo de sus cazadores. Y tal parece ser la motivación más fuerte que
inspiró este salmo; sin embargo tres preguntas atormentan al salmista, las que desembocan en dos
tremendas afirmaciones. Cinco en total son los puntos que nos ayudarán a comprender ¿Por qué
brama el ciervo? Un mensaje actual para una iglesia que parece tenerlo todo (grandes edificios,
orquestas, medios de comunicación disponibles, tecnología, dinero, crecimiento numérico) y sin
embargo, "su alma" brama sedienta, en algunos casos vacía de Dios; del Dios vivo ¿Por qué?, por
la misma razón que fue hecho este texto bíblico.
Las circunstancias del autor del salmo son bien particulares, tiene sed de Dios, pero no en un sentido
meramente litúrgico o religioso como parece ser el sentir de una buena parte de la Iglesia actual;
satisfecha con actividades, seminarios, retiros, invitados especiales; lo cual en todo caso es
necesario sin ser lo imprescindible de nuestra relación con Dios. David en su adolescencia no tuvo
los privilegios religiosos, culturales y sociales de nuestra época, sin embargo, tenía una profunda
comunión personal con el Dios verdadero. La sed de nuestro protagonista jamás sería satisfecha por
devocionales rutinarios o cursos teológicos meramente intelectuales; su sed requería, no el agua,
sino la fuente de la misma.
Muchos son los que se congregan en el nombre de Cristo, pero, ¿Está Cristo presente, vivo en medio
de ellos?.
Es verdad que en cierta ocasión al apóstol Pablo un joven se le durmió y cayó, muriendo,y fue
resucitado (Hechos 20:9) Pero para él, tal Dios no estaba presente y vivo. Tal es la condición de
muchos feligreses, no adoradores, que duermen incluso literalmente, mientras se presume que
Dios está presente.
¿Le han hecho alguna vez ésa pregunta? Los enemigos de Cristo, son enemigos de la fe y por tanto,
enemigos de los que somos de la fe. No dudo que el autor estaba experimentando tribulación y
quebrantamiento, pero, ¿No nos enseñan las escrituras que es precisamente en estos momentos de
debilidad que Cristo está mayormente presente y fuerte en sus escogidos? Caemos en el engaño de
nuestra mente natural, cuando pensamos que en los momentos buenos Dios está y que en los malos
momentos nos ha abandonado. No fue exactamente lo que expresó Satanás sobre Job, Dios le había
preguntado "¿No has considerado a mi siervo Job?" (Job 1:8) A lo que el adversario refutó
"¿acaso teme Job a Dios de balde?" (V.9) La insinuación maléfica contra el varón fue que este
amaba la provisión de Dios y no a Dios, argumento que fue derribado a lo largo del libro, probando
que la fe, cuando es realmente fe dada por Dios, nos sostiene en cualquier circunstancia y nos lleva
a amar a Dios por sobre todas las cosas (Deuteronomio 30:6) Cuando la adversidad providencial
nos visita, los incrédulos nos tienen por abandonados de Dios, pero esto es lo de menos, lo más
ocurre cuando nosotros llegamos a pensar que Él lo ha hecho.
El "moderno evangelio positivista", falso por cierto, hace que el creyente sea vituperado, pues se
predica una fe por vista, como garantía de la presencia divina en su iglesia verdadera; sin embargo,
ésta es la prueba indiscutible de que es sólo "pensamiento positivo" ¿No fue el Señor quien dijo:
"…Vinieron los días del castigo, vinieron los días de la retribución; e Israel lo conocerá"
?(Oseas 9:7).
Bien dice la escritura: "…un poco de levadura, leuda toda la masa" (1Corintios 5:6) A pesar de la
fervorosidad por Dios mostrada en este poema, su autor expresa lo permeables que solemos ser
ante las insolencias de los que nos afrentan, su incredulidad se hace contagiosa para aquellos que
lejos de la vid, como "pámpanos autosuficientes", confían en sus estrategias, porque hace mucho
tiempo dejaron de confiar en la palabra de Dios, o de lo contrario responderían conforme a ésta, a
aquellos que los instigan: "Nuestro Dios está en los cielos, todo lo que quiso ha hecho" (Salmo
115:3) El auto-reproche es válido cuando de permanecer en la fe se trata, ¿Pero hemos de ceder
ante la presión de las aflicciones del mundo que advertidas y vencidas fueron por Cristo?
El abatimiento es propio de la poca fe, debilidad por escasez de la Palabra viva y la piedad en una
vida "La turbación es obvia en el hombre natural, jamás del hombre espiritual, por tanto, ha
de ser rechazada" Recuerda la voz de Jesús diciendo: "Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré?
¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora" (Juan 12:27).
¿Cómo interpretar esta porción? Una vez más, recurriremos a la norma hermenéutica por excelencia
a saber: El mejor intérprete de la Biblia es la Biblia misma. Buscando pasajes concordantes, hallamos
al iracundo, rebelde, amargado y quejoso Jonás, declarando literalmente lo mismo: "Me echaste a
lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas
pasaron sobre mí" (Jonás 2:3) ¿La razón de tal declaración?: Dios no puede ser burlado, ningún
plan de Dios puede frustrarlo el hombre, aunque sea necesario, disciplinará, azotará, hasta que
entremos en razón. "…la maldición nunca vendrá sin causa" (Proverbios 26:2).
La iglesia debe ser corregida por Dios. El salmista, al identificarse con el profeta Jonás, estaba
aceptando que Dios es justo, que aún aquella austeridad obedecía a una causa (nuestro pecado) y
a un propósito divino (nuestra santificación). Dios hizo, Dios lo está haciendo, Dios lo hará, pues
Él no cambia Iglesia.
5. ESPERA EN DIOS
La conclusión del cantor santo es contundente; es verdad que fallamos, es verdad que muchos nos
vituperan por nuestros errores y no permitimos por éstos que los muchos vean en nosotros la luz de
Cristo. Deshonramos a Dios, no sólo con nuestro estilo de vida, sino además con nuestro reproche
al divino Maestro, culpándolo de nuevo, echando sobre Él nuestra maldad y sin embargo, aún ello,
a los que verdaderamente amamos a Dios, nos ayudará para bien (Romanos 8:28). No obedecimos
a Proverbios "De toda cosa guardad guarda tu corazón" (Proverbios 4:23). Y fuimos por instantes
leudados de incredulidad y sin embargo, el sello de "más que vencedores" es indeleble en nuestro
ser. Hemos experimentado por instantes el abandono de parte de Dios para enseñarnos cuanto
dependemos de Él y de su gracia; zarandeados por Satanás fuimos sostenidos firmes por Cristo
(Lucas 22:32). La victoria es nuestra; a los verdaderos hijos de Dios, nada nos separará de su amor
(Romanos 8:39). Tenemos la victoria y como dice Juan "Porque todo lo que es nacido de Dios
vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe". (1 Juan 5:4).
Comprende ahora:
“Jesús, tú viniste al mundo a expiar en la cruz los pecados cometidos por todos los hombres,
incluyendo los míos. Yo sé que no merezco tu perdón, porque te he ofendido conciente y
voluntariamente muchísimas veces, pero tú me lo ofreces gratuitamente y sin merecerlo. Yo
quiero recibirlo. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y de todo el mal que he
cometido hasta hoy. Perdóname, Señor, te lo ruego; lava mis pecados con tu sangre; entra en
mi corazón y gobierna mi vida. En adelante quiero vivir para ti y servirte.”