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COBRADOR: (Gritando) Belaunde, Belaunde, Belaunde, todo Túpac Amaru, Alfonso Ugarte, Brasil, Ejército, cincuenta, cincuenta nomás,

aquí a Megaplaza, Lleva, lleva, lleva, lleva, vamos, vamos, pisa, pisa, pisa, pisa.
ADOLESCENTE HOMBRE: ¡Ah! Ta que caballero nomás el asiento reservado flaca.
ADOLESCENTE MUJER: Ojalá no suba ningún viejito.
ADOLESCENTE HOMBRE: (Complacido) Oye, estaba buenaza la salchipapa, no.
ADOLESCENTE MUJER: Estaba riquísima.
ADOLESCENTE HOMBRE: Sí, con su hot dog, con su papita ahí.
ADOLESCENTE HOMBRE: Ahora llevarte a tu casa porque sino tu viejo empieza a renegar.
ADOLESCENTE HOMBRE: ¡Oye! tu viejo qué… no fastidies.
COBRADOR: Sube, sube un momento, señora embarazada, sube, sube. A ver flaco, flaco, avanza, avanza, por favor.
ADOLESCENTE HOMBRE: Pucha, subió una tía embarazada.
ADOLESCENTE MUJER:(Insistente) Hazte el dormido, hazte el dormido… jatea, jatea.
MUJER: (Resignada) Y ahora, ¡ay!, está lleno el bus ¡Uf!
COBRADOR: Apégate hijo, flaquita, flaquita avanza, por favor. Tú, tú, tú el de azul, el de azul avanza, avanza.
ADOLESCENTE HOMBRE: ¿Y ahora donde se bajara esta tía?
ADOLESCENTE MUJER: Y ésta, todavía está acá al lado.
MUJER EMBARAZADA: (Reclamando) Cobrador, asiento reservado, por favor.
COBRADOR: (Enérgico) A ver asiento reservado por favor. Esos jóvenes que se pongan de pie.
SEÑORA: (Indignada) ¡Oiga joven! Ese es asiento reservado. Levántese.
TODOS: (Molestos y gritando) Conchudo, pierden los valores. ¡Oye! ¡Levántate!, ¡caramba!… los jóvenes.
ADOLESCENTE HOMBRE: (Fastidiado) Ta mare, hombre.
ADOLESCENTE MUJER: (Indiferente) Para que sube si está lleno el carro.

COBRADOR: (Gritando) Belaunde, Belaunde, Belaunde, todo Túpac Amaru, Alfonso Ugarte, Brasil, Ejército, cincuenta, cincuenta nomás,
aquí a Megaplaza, Lleva, lleva, lleva, lleva, vamos, vamos, pisa, pisa, pisa, pisa.
ADOLESCENTE HOMBRE: ¡Ah! Ta que caballero nomás el asiento reservado flaca.
ADOLESCENTE MUJER: Ojalá no suba ningún viejito.
ADOLESCENTE HOMBRE: (Complacido) Oye, estaba buenaza la salchipapa, no.
ADOLESCENTE MUJER: Estaba riquísima.
ADOLESCENTE HOMBRE: Sí, con su hot dog, con su papita ahí.
ADOLESCENTE HOMBRE: Ahora llevarte a tu casa porque sino tu viejo empieza a renegar.
ADOLESCENTE HOMBRE: ¡Oye! tu viejo qué… no fastidies.
COBRADOR: Sube, sube un momento, señora embarazada, sube, sube. A ver flaco, flaco, avanza, avanza, por favor.
ADOLESCENTE HOMBRE: Pucha, subió una tía embarazada.
ADOLESCENTE MUJER:(Insistente) Hazte el dormido, hazte el dormido… jatea, jatea.
MUJER: (Resignada) Y ahora, ¡ay!, está lleno el bus ¡Uf!
COBRADOR: Apégate hijo, flaquita, flaquita avanza, por favor. Tú, tú, tú el de azul, el de azul avanza, avanza.
ADOLESCENTE HOMBRE: ¿Y ahora donde se bajara esta tía?
ADOLESCENTE MUJER: Y ésta, todavía está acá al lado.
MUJER EMBARAZADA: (Reclamando) Cobrador, asiento reservado, por favor.
COBRADOR: (Enérgico) A ver asiento reservado por favor. Esos jóvenes que se pongan de pie.
SEÑORA: (Indignada) ¡Oiga joven! Ese es asiento reservado. Levántese.
TODOS: (Molestos y gritando) Conchudo, pierden los valores. ¡Oye! ¡Levántate!, ¡caramba!… los jóvenes.
ADOLESCENTE HOMBRE: (Fastidiado) Ta mare, hombre.
ADOLESCENTE MUJER: (Indiferente) Para que sube si está lleno el carro.
Los músicos de Bremen

De: Los hermanos Grimm


Había una vez un burro que trabajaba en una granja.
Cuando el burro se hizo viejo, su amo decidió llevarlo al matadero. Pero el burro descubrió sus planes y escapó de la granja.
-¡Qué injusticia! He gastado toda mi vida y mis fuerzas al servicio del amo... ¡y mira cómo me lo agradece! -murmuraba el burro.
Entonces, pensó ir a la ciudad de Bremen para hacerse músico de la banda municipal.
Por el camino encontró a un perro de caza y le preguntó:
-Amigo, ¿por qué corres con la lengua fuera?
-Porque soy viejo y mi amo quiere matarme...
El burro escuchó todas las desgracias del perro y dijo:
-Compañero, vente conmigo a Bremen y nos haremos músicos de la banda municipal. Yo tocaré la guitarra y tú el tambor.
Al cabo de un rato, el burro y el perro se encontraron con un gato.
-Compañero, ¿por qué estás triste? -le preguntaron.
-Como ya soy viejo, mi ama quería ahogarme. Por eso he escapado y ahora no sé cómo voy a ganarme la vida...
-No te preocupes -le dijeron-; tu historia es igual que la nuestra. Ven con nosotros, nos haremos músicos.
Un poco más adelante, el burro, el perro y el gato oyeron a un gallo que cantaba, parecía que se iba a romper la garganta.
El gallo les dijo:
-¡Qué injusticia! Toda la vida he trabajado de despertador y mañana piensan echarme a la sopa... Ahora, canto hasta
desgañitarme mientras puedo.
Entonces, el burro le dijo:
-¿No tienes cerebro debajo de esa cresta? Vente con nosotros a Bremen. Vamos a ser músicos de la banda municipal.
Pero la ciudad de Bremen estaba lejos y la noche se les echó encima a medio camino. Los cuatro músicos decidieron pasar la
noche junto a un árbol grueso.
El burro y el perro se quedaron bajo el árbol, el gato trepó a una rama y el gallo se encaramó a la rama más alta.
Desde aquella altura, el gallo gritó:
-¡Se ve una luz a lo lejos...!
-Vamos allá, compañeros -dijo el burro-; seguro que es mejor posada que ésta.
Cuando llegaron a la casa, el burro se asomó a una ventana y dijo:
-Hay un grupo de bandidos sentados a la mesa. Tienen preparada una cena fastuosa.
Los animales, después de alguna discusión, prepararon un plan para echar a los bandidos.
El burro apoyó las patas delanteras en la ventana; el perro se puso encima del burro; el gato se encaramó sobre el perro y el
gallo, sobre la cabeza del gato.
A una señal, todos comenzaron su música: el burro rebuznaba, el perro ladraba, el gato maullaba y el gallo cantaba. Y, a una
señal, todos se echaron sobre la ventana. El cristal se rompió en mil pedazos y los bandidos gritaron asustados:
-¡Fantasmas! ¡La casa está embrujada!
Y todos huyeron aterrorizados al bosque.
Entonces, los cuatro músicos de Bremen se sentaron a la mesa y dieron buena cuenta de todos los alimentos. Cuando terminaron
de cenar, apagaron la luz y se acostaron.
Cuando los bandidos se tranquilizaron, el capitán mandó a uno que fuera a la casa para espiar.
El bandido entró sin hacer ruido; al fondo de la habitación brillaban los ojos del gato. El bandido pensó que era fuego y acercó una
cerilla para encender una vela.
Entonces, el gato se lanzó sobre él y le arañó la cara; en su huida tropezó con el perro y éste le mordió en una pierna; finalmente,
el burro le atizó una coz tremenda.
Cuando escapaba aterrorizado oyó cantar al gallo:
-¡Quiquiriquí!
El ladrón volvió junto a sus compañeros y les dijo:
-En la casa hay una bruja horrible. Nada más entrar me arañó la cara. Luego, me agarró la pierna con unas tenazas y un
monstruo negro y peludo me golpeó con una porra. Cuando escapaba, un fantasma gritó: « ¡Traédmelo aquí!»
A partir de aquel día, los bandidos no se atrevieron a volver a la casa y los cuatro músicos de Bremen se quedaron en ella para
siempre.
PRESENTADOR.-

Buenas tardes. Y esto lo digo siempre, aunque sea de mañana, porque siempre llego tarde; menos cuando tengo que presentar
una historia.

La de hoy, que la de mañana ya hablaremos llegado el día, es la de los músicos de Bremen.

Todo comienza cuando mi amigo el Burro se entera de que su amo va a sustituirlo por otro más joven. Enterado del asunto, mi
amigo huye de la granja en la que había vivido toda su vida, dispuesto a convertirse en un músico famoso en Bremen.

(Se escuchan los lamentos de Perro).

Y aquí es cuando el oficio de Presentador me dice que sobro, así que me marcho antes de que me echen.

(Sale el Presentador y entra Burro).

(Siguen los lamentos de Perro. Burro busca por el lugar hasta que descubre al otro, detrás de unos árboles).

BURRO.-Oye, amigo Perro; sal de tu escondite y dime de qué te lamentas.

(Perro sale de su escondrijo. Tiene un aspecto lamentable, flaco y hambriento).

PERRO.-Soy muy desgraciado, incluso para ser perro. Mi amo, al que he servido como perro de caza toda mi vida, cogió su
escopeta para acabar conmigo porque me he hecho viejo. Me he escapado y me lamento de mi perra suerte.

BURRO.-Tu historia es idéntica a la mía. Y no me lamento. Ahora lucho por conseguir mi sueño.

PERRO.-Yo no tengo que luchar, yo duermo y sueño en cualquier lugar.

BURRO.-No seas burro. Mi sueño es llegar a ser un famoso músico en Bremen. Vente conmigo.

PERRO.-La música es mi pasión.

BURRO.-Vamos y veremos.

PERRO.-Ya veremos a lo que llegamos.

(Salen ambos).

(Entra Gato. Al principio lento, pero luego coge impulso y se lanza contra un árbol; contra el que se pega un castañazo
importante. Se retira del árbol y vuelve a repetir la acción, con golpe incluido al final del trayecto).

(Se aleja de nuevo del árbol y se dispone a repetir su acción. Cuando parece que ya va a echar a correr, entran Perro y Burro y lo
sujetan).

PERRO.-No seas burro. (Al Burro). No quería ofender. Ya sabes, es sólo una expresión.

BURRO.-Estoy acostumbrado a que la gente se comporte conmigo como perros sarnosos. (Pausa. Se miran Burro y Gato).-
¡Perdón!

(Mientras los dos amigos están con esto, el Gato se les escapa y vuelve a lanzarse contra el árbol, golpeándose aún más fuerte
que en las otras ocasiones).

(Perro y Burro se acercan hasta el otro, maltrecho en el suelo).

PERRO.--¿Qué haces?, te vas a hacer daño. Y que conste que ésta es la primera vez que me preocupo por el destino de un gato.

GATO.-Soy muy desgraciado. Mi ama piensa que ya no cazo suficientes ratones y a escobazos me ha echado de casa. -¿Qué voy
a hacer ahora?, no tengo otro hogar; así que quiero que mi vida termine hoy mismo.

BURRO.-Vente con nosotros a Bremen, formaremos una banda de música y seremos famosos.

GATO.-(Que pasa en un instante del abatimiento a la alegría).De acuerdo, iré con vosotros. Siempre han dicho que tengo una voz
primorosa.

(El Gallo entra corriendo en escena. Viene tan alocado, que no repara en ninguno de los personajes que allí están y tropieza
contra el Gato, que empujado por la fuerza del tropezón vuelve a chocar contra el árbol).

GALLO.-(A pleno grito, al verse en medio de los otros). No, por favor. Por favor, no. Dejadme, dejadme. Soy muy duro.
BURRO.- -¿Por qué gritas de esta manera?

PERRO.-Los tipos duros no se ponen a gritar como gallinas.

GALLO.-No soy una gallina, soy un gallo. El de mejor canto de toda la comarca, si se me permite decirlo.

GATO.--¿Qué te pasa, entonces?

GALLO.-Mi ama espera invitados y ha decidido que yo sea el plato especial para agasajarlos.

PERRO.-Mal asunto.

BURRO.-Si en el caldero entras, en cocido te conviertes.

GATO.-Y los invitados te hincarán el diente.

BURRO.-Vente con nosotros. Si tan buena voz tienes, cantarás en nuestro conjunto musical, allá en Bremen.

GALLO.-No parece mala idea.

TODOS.--¡Bremen nos espera! (Salen todos).

(La luna aparece en el cielo. Es una noche de luna llena).

(Entran cuatro ladrones. Arrastran una casa, de la que podemos ver el interior de una habitación; en una de las paredes hay una
ventana. La habitación es un comedor, con una mesa con todos sus útiles: platos, cubiertos, etc.).

(En este punto los recién llegados dejan de empujar la estancia y se apoyan agotados, unos en el suelo y otros contra las
paredes).

(La escena queda dividida en dos mitades. A la izquierda vemos el campo. A la derecha, el interior de la casa).

LADRÓN 1.-Esto es inaudito, inverosímil e impropio.

LADRÓN 2.-Lo mismo digo. Cuando nos dijiste de ir a robar una casa, no pensé que nos la llevaríamos entera.

LADRÓN 3.--¿No os dais cuenta? Somos geniales. Nos llevamos la casa y ahora todo lo que hay en ella es nuestro.

LADRÓN 4.-Y sin tener que preocuparnos por la policía.

LADRÓN 1.-Pero es agotador.

Vayamos a por la comida. Está en la cocina, sólo hay que calentarla un poco.

-¡Eso!, que comer y robar, todo es empezar.

(Salen los cuatro ladrones de escena, se dirigen hacia la cocina).

(Entran los cuatro animales, que vienen caminando por la zona de campo. Se detienen y observan la casa).

PERRO.-Os dije que olía a comida.

BURRO.-Miremos por una de las ventanas. Los dueños de la casa pueden estar armados con estacas.

(Se asoman por una de las ventanas, mirando así desde el exterior al interior).

GATO.-Van a comer. La mesa está dispuesta.

GALLO.-Tengo hambre.

BURRO.-Venid conmigo. Tengo una buena idea.

PERRO.--¿Un burro con buenas ideas?, curioso.(Salen todos).

(Entran los cuatro ladrones, que portan algunos manjares, que colocan en la mesa).

Todo tiene un aspecto delicioso. Nos vamos a poner las botas.

Yo prefiero comer descalzo. (En la habitación entra un enorme ser, tapado con una sábana, a modo de gigantesco fantasma).

FANTASMA.-Habéis despertado al fantasma de la casa. (Los cuatro ladrones tiemblan de pies a cabeza).
Nosotros sólo queríamos comer.

FANTASMA.-Y ahora yo os comeré a vosotros.

Si ya nos íbamos.

Se diría que ni estamos.

(Los ladrones salen huyendo. El Fantasma se quita la sábana y vemos a los cuatro animales, subidos unos en otros. Ríen,
mientras cada uno por separado, se acerca a la mesa y al poco rato están devorando la comida, como animales).

PERRO.-(Al terminar de comer).Dormiría un rato.

GATO.-Lamento estar de acuerdo con un perro, pero yo también.

(Y así, entre bostezos, cada cual se acurruca en un lugar de la habitación. El Perro bajo una de las ventanas. El gato sobre la
mesa. El Burro tirado en el suelo y el Gallo sobre algún otro mueble).

(Los cuatro ladrones aparecen por la zona de campo del decorado).

1.-

El fantasma debe haberse marchado.

2.-

-¿Y si está escondido para devorarnos?

3.-

Sigo diciendo que los fantasmas no existen. Lo que vimos fue una luz extraña y nada más.

4.-

Bien dicho. Entra tú en la casa y si no hay nadie, entraremos nosotros tres.

3.-

Pero, bueno…

4.-

-¿No serás un gallina?

1 y 2.-

Gallina. Gallina.

3.-

-¡Basta!, no tengo miedo; entraré.

(El Ladrón 3, mientras los otros se esconden tras los árboles, se acerca a una de las ventanas. Primero mira y luego entra en la
casa a través de la ventana. Al entrar, cae sobre el Perro, que lanza un grito de dolor y luego muerde al ladrón en una pierna.
Éste mientras trata de huir, se aferra a la mesa y tira de la cola al Gato, que viéndose así tratado, araña la cara del hombre; el
cual tropieza con el Burro, tumbado en el suelo, que sintiéndose pisoteado, lanza una coz al ladrón).

GALLO.-(Mientras sucede todo lo anterior).-¡Kikiriki!, -¡dejadme dormir!

(El Ladrón sale de un salto por la ventana y se acerca hasta el lugar en el que se esconden sus compañeros).

3.-

-¡Huyamos! Un fantasma me ha clavado un cuchillo en la pierna. Una bruja me ha arañado en la cara, mientras un monstruo me
ha golpeado con un garrote, y otro gritaba: -¡Aquí, aquí! -¡Dejadlo para mí!

4.-

-¡Huyamos!, -¡huyamos mientras podamos!


(Salen los cuatro ladrones).

(Mientras, en la casa).

PERRO.--¿Qué ha pasado?

GATO.-He soñado que alguien tiraba de mi rabo.

BURRO.-Y yo que coceaba a un humano.

GALLO.-Durmamos, por favor.

PERRO.-Sí, durmamos.

(Los cuatro animales se vuelven a acurrucar en sus lugares y vuelven a dormir).

(Entra el Presentador).

PRESENTADOR.-

A la mañana siguiente, los cuatro animales se sintieron tan a gusto en la casa que decidieron quedarse a vivir allí. Poco después
montaron en ella una Posada, que tuvo fama de buen comer durante muchos años.

(Comienza a salir).

Y por comentarios de aquí y allá, la llamaban “La posada de los fantasmas”.

(Sale el Presentador. Se oscurece la escena).

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