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¿Cuáles son los Tipos de Memoria?

Cada tipo de memoria tiene un funcionamiento propio, aunque todas ellas cooperan
para llevar a cabo un proceso completo de memorización. Éste es complejo, y se divide
en codificación, consolidación, almacenamiento y recuperación. El objetivo de la memoria
es conservar información a través del tiempo.
Los autores que han investigado sobre los tipos de memoria suelen diferenciarlos por
varios criterios. Por ejemplo, el tiempo que se mantiene la información en nuestra mente.
De ahí surgen los dos grandes grupos de memoria más conocidos, que son la memoria a
corto plazo y la memoria a largo plazo.

También suelen clasificarlas según si su proceso es consciente o inconsciente, o el tipo de


información que se recuerde.
Además, en ocasiones los autores difieren en el significado exacto de cada tipo de
memoria. Sin embargo, se procurarán incluir las definiciones más extendidas y aceptadas.

A continuación, podrás descubrir cuáles son los tipos de memoria clasificados según
distintos aspectos. Ten en cuenta que hay recuerdos que pueden pertenecer a más de
una categoría. Por ejemplo, recordar sucesos del pasado, como tu anterior cumpleaños,
es un tipo de memoria a largo plazo, explícita y autobiográfica al mismo tiempo.

Clasificación de los tipos de memoria:

Según su duración
La información que recibimos puede permanecer en nuestro cerebro desde unos
segundos hasta años. Todo depende de lo importante que sea esa información para
nosotros o de nuestro esfuerzo por recordarla.
Según la cantidad de tiempo que los datos se mantengan a nuestro alcance, y por tanto,
propensos a ser recuperados, la memoria puede ser:

– Memoria sensorial
Es el tipo de memoria más breve. Consiste en la habilidad para retener percepciones de
información sensorial una vez que el estímulo ha desaparecido.
Continuamente una gran cantidad de información nos está bombardeando. Pueden ser
datos auditivos, visuales, olfativos, de gusto o de tacto. Nuestro organismo no puede
atender a todos los estímulos al mismo tiempo porque la energía es limitada, por tanto,
hace un filtrado. Así ignora algunos datos y detecta otros. Éstos últimos son los que
forman parte de la memoria sensorial.
La memoria sensorial de estímulos visuales suele denominarse memoria icónica. Si son
estímulos auditivos, se conoce como ecoica; y si son táctiles, háptica.
Este tipo de memoria no requiere atención consciente, de hecho, suele ser involuntaria.
Se caracteriza por desvanecerse de forma muy rápida, aproximadamente tras 200-500
milisegundos después de percibir un elemento. Aunque la memoria sensorial ecoica o
auditiva puede durar un poco más, como máximo 3 o 4 segundos.
La duración de esta memoria es tan reducida que suele considerarse parte de un proceso
para la percepción, aunque es un paso indispensable para que el contenido se almacene
en la memoria a corto plazo.
Para que la información de la memoria sensorial pase a la memoria a corto plazo, debe
darse el proceso de atención. Es decir, concentrarnos de manera voluntaria en un
estímulo ignorando los demás.
– Memoria a corto plazo y memoria de trabajo
La memoria a corto plazo actúa recuperando temporalmente la información que se está
procesando. Su capacidad es limitada, y va desde unos pocos segundos hasta un minuto.
Este tipo de memoria es el que nos ayuda a entender de qué va el texto que estamos
leyendo, porque mientras leemos una frase aún recordamos la anterior.
Parece ser que el límite de elementos que caben en la memoria a corto plazo son unos 4
o 5. Sin embargo, esta capacidad se puede aumentar con entrenamiento o con la técnica
“chunking”. Esta técnica consiste en agrupar los ítems. Por ejemplo, si queremos
aprender un número de teléfono, podemos agrupar las cifras de tres en tres para
recordarlo mucho mejor.
Por otro lado, la información no va a pasar a un almacenamiento más prolongado (es
decir, a la memoria a largo plazo), si no hacemos un esfuerzo consciente para retenerla.
Para que los datos pasen del almacén a corto plazo al de largo plazo, deben repetirse y/o
buscarle un sentido o asociación con otros datos que ya conocemos. Al igual que
debemos estar motivados e interesados en recordarlos.
En cuanto a la memoria de trabajo, existen autores que utilizan este término y el de
memoria a corto plazo indistintamente, mientras que otros no.
Algunos defienden que la memoria de trabajo, también llamada operativa, incluye a
la memoria a corto plazo, pero presenta otras funciones añadidas.
Por ejemplo, parece que la memoria de trabajo no sólo permite mantener en la mente los
datos que ya no están presentes, sino que posibilita la manipulación de esos datos para
intervenir en procesos cognitivos superiores (como lenguaje y razonamiento)
La memoria de trabajo se ha asociado también con las funciones ejecutivas, aquellas que
nos permiten planificar, tomar decisiones, reflexionar, inhibirnos, etc.

– Memoria a largo plazo


Los recuerdos que están en la memoria a largo plazo pueden llegar a permanecer ahí el
resto de nuestra vida. Se deteriora muy poco con el tiempo, y puede almacenar una
cantidad de información ilimitada.
No obstante, no todos los recuerdos de este almacén poseen la misma fuerza, ni tampoco
permanecen todos estáticos. De vez en cuando, nuestros recuerdos son revisados y
“actualizados” si es necesario. Por eso, la información que memorizamos no es
estrictamente constante ni fiable.
Para que los recuerdos pasen a la memoria a largo plazo, es necesario un proceso de
consolidación en el que a través de complejos mecanismos neuronales la información se
va fijando en nuestro cerebro.
Parece que gran parte de la consolidación de recuerdos ocurre durante el sueño, por eso,
y por muchos otros muchos motivos, es tan importante descansar correctamente.
Dentro de la memoria a largo plazo suelen hacerse distinciones como memoria implícita,
explícita, episódica, semántica… que vamos a ver a continuación.

Según si es consciente o inconsciente

– Memoria explícita
La memoria declarativa, es aquella que requiere un pensamiento consciente. Por ejemplo,
tratar de recordar qué cenaste anoche o nombrar objetos que puedes encontrar en una
papelería.
Normalmente es asociativa, es decir, nuestra mente vincula los recuerdos nuevos a otros
que ya tenemos y que tienen ciertos aspectos comunes.
– Memoria implícita
Se trata de aquellos recuerdos que no son conscientes. Es decir, hábitos perceptivos y
motores que dependen de nuestra experiencia.
Es el conocimiento que tenemos sobre cómo se hacen las cosas que normalmente
hacemos. Solemos ejecutarlos de forma automática y son difíciles de expresar con
palabras.
Por ejemplo, tocar algún instrumento, montar en bicicleta, escribir, evitar asustarnos con
ruidos intensos que ya estamos acostumbrados a oír, reconocer rápidamente a nuestros
familiares y amigos, etc.
Dentro de este tipo de memoria suele incluirse la memoria procedimental, que más
adelante podrás encontrar.

Según su contenido

– Memoria autobiográfica o episódica


Es un tipo de memoria explícita, que muchos la consideran como lo primero que se te
ocurre cuando piensas en “memoria”.
Consiste en un conjunto de recuerdos importantes de nuestra vida, como nuestras
experiencias personales, eventos importantes, sucesos de gran carga emocional, etc.
Evidentemente, recordamos mucho mejor aquellos hechos que han sido relevantes para
nosotros y, sobre todo, aquellos que han sido acompañados por fuertes sentimientos.
También memorizamos con más detalle las primeras veces que hemos experimentado
algo. Por ejemplo, tu primer día de colegio, un viaje que hiciste solo, la boda de un
familiar, etc.
Dentro de este tipo de memoria hay autores que enmarcan la “memoria flash”. Son
recuerdos autobiográficos que se recuperan con gran detalle y de forma muy vívida, del
momento en el que se escuchó una noticia trascendental y sorprendente o con gran carga
emocional. Se caracterizan por ser muy resistentes al olvido. Un ejemplo sería el atentado
terrorista del 11 de septiembre.
Cuando se codifica un recuerdo de tipo episódico, se activa una estructura cerebral
llamada hipocampo. Posteriormente, los recuerdos se van consolidando en diferentes
partes del neocórtex. Cada elemento se va almacenando donde corresponda, en las
áreas del cerebro dedicadas al olfato, audición, visión…

– Memoria semántica
La memoria semántica es la que almacena el conocimiento general y consciente, como
aquello que nos enseñaron en la escuela o en la universidad.
Incluye conceptos, hechos, significados, y otros conocimientos sobre el mundo externo
que hemos ido adquiriendo. Es compartida con otros e independiente de la experiencia
personal, el entorno, y el momento en el que se adquirió.
Algunos ejemplos son las capitales, funciones de los objetos, las costumbres sociales, el
significado de las palabras, la compresión matemática, etc.
La memoria semántica también tiene distintos grados, que puede ir desde el fuerte
recuerdo a la familiaridad más débil.
En cuanto a las bases cerebrales, parece que en la memoria semántica se activan las
cortezas temporales y frontales.
– Memoria instrumental o procedimental
Es un tipo de memoria implícita, ya que es difícil de verbalizar y sus pasos se llevan a
cabo de manera automática y no-consciente.
Son aquellos patrones motores que ya hemos adquirido y reproducimos con soltura. Se
perfecciona a través de la práctica y constituyen recuerdos fieles y duraderos.
Por ejemplo, subir escaleras, tocar el piano, patinar, nadar, etc.
Para adquirir este tipo de memoria, es fundamental el aprendizaje motor que está
sustentado principalmente en los ganglios basales y en el cerebelo.

– Memoria topográfica
Cuando queremos hablar específicamente de aquellos recuerdos asociados con la
orientación espacial, nos referimos a la memoria topográfica.
Es la capacidad para orientarnos, reconocer un camino y atravesarlo, recordar claves de
un entorno familiar, etc.
La memoria espacial está muy ligada al hipocampo, sobre todo a la parte derecha, donde
existen las llamadas “células de lugar” que se encargan de crear un mapa mental del
espacio.

– Memoria incidental o Priming


Es un subtipo de memoria implícita, que se caracteriza por un incremento de la capacidad
para identificar o procesar un determinado elemento como consecuencia de la
presentación anterior de dicho objeto.
Depende de nuestra experiencia, por ejemplo, si has escuchado una palabra más
recientemente o con más frecuencia que cualquier otra, es más probable que venga a tu
memoria más rápido.

Según la dirección temporal

– Retrospectiva
La memoria retrospectiva consiste en recordar hechos, personas, palabras que
pertenecen al pasado. Los elementos recordados pueden ser semánticos, episódicos,
autobiográficos, declarativos, explícitos, implícitos, etc.
Podemos pensar que casi todos los tipos de memoria pertenecen a ésta, sin embargo,
también existe la memoria prospectiva, que lleva otra dirección temporal.

– Prospectiva
La memoria prospectiva consiste en “recordar que debemos recordar”. Es decir, se da
cuando la información tiene que recordarse en el futuro y somos conscientes de ello.
Así, sabremos que en el futuro tenemos que recordar que tenemos una cita médica a
cierta hora, que tenemos que mandar un email, o dónde hemos quedado con nuestro
amigo.
Puede parecer evidente que no son dos tipos de memoria totalmente independientes, ya
que se requieren ciertos aspectos de la memoria retrospectiva para que funcione la
prospectiva. Sin embargo, según varios estudios, parece ser que estos dos tipos de
memoria desencadenan procesos separados. Por ejemplo, casos de pacientes con
alteraciones en la memoria prospectiva pero no en la retrospectiva o al revés.
Según si la información se reconoce o se recupera
Los investigadores sobre los procesos de memoria distinguen entre el reconocimiento y la
recuperación según cómo se accede a la información almacenada.

– Memoria de reconocimiento
Ocurre cuando podemos identificar si ese elemento resulta familiar para nosotros y por
qué. Por ejemplo, un examen académico de tipo test en el que tienes varias opciones de
respuesta y tienes que marcar una, es una tarea de reconocimiento.
Las respuestas correctas están escritas, y debes poner en marcha tu memoria de
reconocimiento para elegir la opción verdadera.

– Memoria de recuperación
En este caso, la información debe ser rescatada de nuestra memoria sin claves ni pistas.
Un ejemplo comparable con el anterior, es de un examen de preguntas abiertas en el que
haya que redactar las respuestas.

Tipos de memoria fuera de lo común


Se han encontrado algunos casos en los que existen formas de memorizar que son más
acentuadas y precisas de lo normal. Esto se denomina hipermnesia.
Dentro de esta categoría se puede incluir:

– Memoria eidética
La memoria eidética, también llamada memoria fotográfica, que antecede a la memoria a
corto plazo, y se recuerda siendo la exposición al elemento almacenado muy breve.
En algunos niños, esta capacidad de memoria sensorial está especialmente acentuada,
sobre todo si son elementos visuales. Los recuerdos son extremadamente nítidos y
detallados, de forma que, en los casos más especiales, las personas pueden recordar
casi cualquier cosa que hayan visto u oído, aunque sea una vez.

– Memoria Autobiográfica Altamente Superior


Es una condición que describió en 2006 el neurobiólogo James McGaugh. Se trata de
memorizar experiencias del pasado, pero de forma extraordinariamente minuciosa y
precisa, con gran lujo de detalles. Por ahora, sólo se han diagnosticado a unas 20
personas con esta condición.

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