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LA PRUEBA

Lukas Bärfuss

LA PRUEBA
(El buen Simón Korach)

Obra de teatro

Verlag für Bühne, Film, Funk und Fernsehen


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DIE PROBE
© 2006 por Lukas Bärfuss

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Verlag für Bühne, Film, Funk und Fernsehen

Bismarckstraße 36 · 50672 Köln

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Die Rechte an der Übersetzung liegen bei Birte Pedersen, Calle de los Alelies 271,
Quito-Ecuador Email: birte@access.net.ec

Förderung der Übersetzung durch: This Translation was sponsored by:

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Para Kaa.
Y para Cassius.

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Cosas que son iguales a la misma cosa son iguales entre si.
Si iguales se suman a iguales, los resultados son iguales.
Si iguales se restan de iguales, los restos son iguales.
Cosas que coinciden una con otra son iguales entre si.
El todo es mayor que la parte.
Euclides

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Primero. En el departamento de los Korach.
Peter Comenzaré con la lengua. Y un estilete. Con él ex-
tirparé de su boca este colgajo de carne para que
el mundo quede libre de sus mentiras. Llenaré su
coño con pegamento, con mis propias manos, para
que su infidelidad ya no preocupe a nadie. Verteré
leche hirviente sobre su vástago, su bastardo,
arrancaré los ojos de sus órbitas, les cortaré en
pedazos, a vista de ella. Haré una gran porquería,
nunca vista por el servicio regional de investiga-
ción criminalística. Dispersaré a una persona y
media en una superficie máxima y luego me deleita-
ré con el recuerdo desde mi celda durante veinti-
cinco años. Un ejemplo para todos los hombres en-
gañados, un memento para todas las mujeres infie-
les que endosan su cría a sus maridos, con una
sonrisa, con un susurro y con todas las palabras
de la hipocresía y del sentido familiar. Fuimos a
la iglesia. Para el bautizo, te acuerdas, hizo
bautizar a la cría, con agua santa, y tuve que
comprar un terno color claro porque dizque era un
momento claro. Delante de Dios fingió, y no se
abrió ningún abismo para tragarse a esta puta, y
tengo las fotos, te las puedo mostrar, ahí está
con su risa sarcástica y cobarde, el niño en bra-
zos. Y yo. Feliz con esta risa sarcástica. Una mu-
jer feliz. Y quién la había hecho feliz. Yo. Con
mis espermas y mi sueldo y mis opiniones hipermo-
dernas sobre la paternidad moderna. Compré una ca-
mita, compré el ajuar del bebé y compré carro nue-
vo, porque el viejo, aunque elegante, no era lo
suficientemente seguro para la carga sagrada, y
compré juguetes y compré un cochecito y compré y
compré y compré, e hice de padre, de padre que ama
y protege, y llegué a casa a la hora en punto y
dije: sal tú, trabaja, necesitas una vida más allá
de tus deberes de madre. No quiero una amita de

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casa. Yo. Yo no. Soy moderno. Un idiota moderno. Y
dije: quiero ser padre para este niño, padre y no
una aparición nocturna. Y cada martes me encargué
de la bestia, de este parásito a quien serví de
hospedero, y el gusano me sonrió con su geta sin
dientes y lo interpreté como amor y tomé fotos y
les mandé a todo el mundo como un maldito mega-
idiota. Qué adorable es. Como se parece a su pa-
dre. Quién es su padre. Quién. Mis amigos se bur-
laron de mí, me decían mami, pero no me importaba.
Quería ver como crece un niño, y este jamón, este
pedazo de carne creció y se engordó y pasé la no-
che en vela al lado de su cama cuando le salieron
los dientes, toda la noche. No me fui a trabajar
cuando le dio la rubéola, el sarampión, las pape-
ras, la fiebre de tres días, qué sé yo. Y estuve
orgulloso cuando esta puta, estigma de mi amor,
llegaba a casa de noche después de mi día de padre
y me veía agotado porque el niño no había dormido
la siesta y no me había dejado un minuto libre,
sólo haciendo bulla y gritando papá sin cesar, y
yo, idiota, me sentía aludido. Me sonrió con esta
sonrisa sarcástica suya, me acarició la cabeza y
la sonrisa sarcástica era la sonrisa que marcaba
su alegría de haberme endosado con éxito a su cría
de mierda. Y yo. Me siento orgulloso. Tienes que
ayudarme.
Simón Había pensado que tú me ayudarías.
Peter Padre. Ya no me queda nada.
Simón Estamos en campaña electoral. Puedo ganar a Gru-
ber. Peter. Pero necesitamos a todos.
Peter Cómo puedes, en este momento, pensar en tu carrera
política.
Simón Quieres saber en qué pienso.(?)* Pienso en mi ciu-
dad. Pienso en los niños de los suburbios que no
* El texto de original no lleva signos de interrogación. Para
facilitar la comprensión del texto español se agregaron (?) en
algunos casos. (Nota de la trad.)

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tienen futuro. En los jóvenes que pasan el día sin
hacer nada, sin trabajo, sin el sentimiento de ser
útiles. Pienso en los mayores, sentados en la es-
tación central, chupando hasta la inconsciencia.
En eso pienso.
Peter No me vengas con tus discursos electorales.
Simón No son discursos, Peter. No se trata de nosotros.
Abre los ojos. Hay una fisura en nuestra sociedad,
una fisura que se ensancha día a día.
Peter Agnes me engañó, me mintió, se aprovechó de mí.
Simón Vamos a esperar a que tu madre regrese de la In-
dia. Tú y yo no tenemos la más mínima idea de cómo
piensan estas mujeres.
Peter Cuándo llega mamá.
Simón Sólo faltan tres semanas.
Peter Tres semanas.(?)
Simón Entonces ya habrán pasado las elecciones y tenemos
tiempo. Entonces aclararemos el asunto. Conjunta-
mente con Helle. Ahora no tenemos tiempo para
asuntos de familia.
Peter Papá.
Simón Me llamo Simón. Qué idota eres. Test de paterni-
dad. Quién te dio esa idea más absurda. Yo no fui.
Peter Fue tu querido Franzeck.
Simón Franzeck es el padre.
Peter Me topé con él en el parque, era mi día de padre.
Fingió interés. De cómo era eso de ser padre. Esta
responsabilidad. Cómo hago para manejarla. Que ya
no tendré chance de avanzar en mi carrera profe-
sional. Y cómo vivo con la eterna duda. Duda, qué
duda. Murmura algo de hallazgos científicos, de
que las mujeres son infieles por naturaleza, que
era más fuerte que ellas. Pero que por suerte hoy
en día existían las pruebas científicas, y lo ba-
ratas que son. Le dejo. Y en casa miro al vástago.
Por primera vez con mirada fría. Los ojos. Nariz.
El mentón. Forma de la cabeza. Reviso la piel para
encontrar aunque sea un lunar, pero no hay pareci-

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do, en ninguna parte, todo lo que tengo de redon-
do, lo tiene cuadrado, lo oscuro, claro. El mons-
truo tiene los ojos del pediatra, la nariz de mi
amigo, la boca de un vecino, todos se parecen más
al niño que yo. Pero me controlo, no pierdo las
riendas, trato de no pensar en ello, me digo, ja-
más lo haría, Agnes no. Y descarto la duda durante
tres largas semanas, cada noche, cada mañana, me
acompaña en las comidas, en los sueños. Es como
una piedra en el zapato, se hace sentir a cada pa-
so. Para qué sufrir, Peter Korach, hay que sacar
la piedra, para qué dudar si puedes saber. Voy al
baño, tomo dos palitos de algodón, uno para mi sa-
liva, otro para la suya. El resultado llegó por
correo ayer. Aunque me hubiera clavado un clavo en
la vena, no hubiera salido sangre, tan congelada
estaba. No soy el que pensé ser en los últimos
cuatro años, Agnes no es la mujer que pensé que
es, el niño no es mi niño. Mi vida era una menti-
ra. Lo perdí todo. Todavía la amo. Ya pasará. Y
todos ustedes lo sabían.
Simón Qué idiota eres.
Peter Viste algún parecido.(?) Pensaste: Mi nieto se pa-
rece a mí. Ustedes sabían que es una puta que ha
criado a un bastardo de esa sopa de espermas en su
regazo. No, puta, no. Un icneumón, una avispa que
con su aguja introdujo su cría en mi cuerpo, para
que me coma desde adentro, y ahora no queda nada
de mí, sólo una envoltura, un hombre devorado. Pe-
ro la cría sí, es regordeta y rosada. No dijeron
nada. Cobardes. Todo era falso.
Simón Anda dormir. Qué dice Agnes.
Peter No se lo puedo decir. Cree que todo está como an-
tes. Tuve la oportunidad de estudiar sus mentiras.
La tipa finge sin la menor muestra de vergüenza.
Los ojos fieles. La voz susurrante. Digo: Qué be-
llo es, bello como su padre. Ella: Sí, lo es. Di-
go: Cuánto sentido musical y tan suave como el pa-

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dre. Ella, con una sonrisa: dos de la misma espe-
cie. Un Korach. Y no hubo relámpago que descendie-
ra del cielo para abatirla, no hubo abismo que se
abriera para tragarse este pedazo de, esta difama-
dora. Dile tú que yo lo sé. No puedo controlarme.

***

Simón Franzeck. Qué hiciste.


Franzeck Yo. Cortarme las uñas. Perdón. Un ruido asqueroso.
Sólo fueron las uñas. Palabra de honor. Pensé que
estaba solo.
Simón No eso.
Franzeck Y hurgué en la biografía de Gruber. Acaso un pe-
queñísimo antecedente penal, una vieja historia de
faldas, un cadáver frío que podríamos sacar del
closet para que el aire que le rodea apeste y para
que la gente, cada vez que oye mencionar el nombre
de Gruber, huela este olor a carroña. Simón. De
hombre a hombre. No tienes ningún chance contra
Gruber. Ni el más mínimo. Cinco veces perdiste las
elecciones. También perderás la sexta. A no ser
que Gruber apeste. Y no apesta por si solo.
Simón Eso no, Franzeck, ahora no.
Franzeck Lo admito. Me permití comer un pepinillo con mayo-
nesa y hojeé tu agenda. Y la manché. La reemplaza-
ré. O mejor dicho: dedúcelo de mi próximo sueldo.
Para que no vuelvan a decir. Franzeck es un impos-
tor. Pero no soy ningún impostor. Olvidadizo de
vez en cuando. Eso es diferente.
Simón Llama a mi mujer.
Franzeck Mejor no.
Simón Que se suba al primer avión. Se la necesita.
Franzeck Dónde.
Simón Aquí. De inmediato.
Franzeck No me queda otra.(?) No me quiere y a mí no me
gusta cuando no me quieren.
Simón Franzeck. Qué le hiciste a Peter.

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Franzeck Peter.
Simón Contesta.
Franzeck Nada, absolutamente nada.
Simón Conozco esta cara, Franzeck, no quiero verla más.
Franzeck Qué podría yo hacerle a Peter. Me supera en todo y
por mucho. No sería posible, ni físicamente.
Simón No le soportas, lo sé.
Franzeck Si me permites ser como un niño, armado sólo de la
verdad, tengo que decirte, Simón, que se me re-
vuelven las tripas con solo ver a tu Peter y eso
es un ochenta por ciento de envidia, un diez por
ciento de celos y el resto sentimientos asquerosos
que me dan vergüenza y prefiero guardar para mí.
Con respecto al progreso familiar, no he llegado a
ninguna parte. No tengo mujer y no sólo no tengo,
sino que ni siquiera conozco a una, a la que pu-
diera conocer, digo una en capacidad reproductiva.
Ni siquiera tengo vida sexual porque dejé pasar
los años que un hombre debería aprovechar para
construirse una base de féminas, tú lo sabes, los
sacrifiqué por la borrachera. Y eso, y ahí está mi
tragedia, que sería el mejor padre que un niño po-
dría imaginarse, amoroso, sí, pero no sólo eso,
responsable, también sensible, sí, también, pero
hay más. En mi pecho late un corazón de niño, Si-
món, tengo alma de niño que no envejece y por ello
no me cuesta meterme en la piel de un niño. Soy un
niño. Y entonces cuando veo a tu Peter con esta
felicidad acumulada y como la pasea por media ciu-
dad, y por los parques y las avenidas y los bos-
ques silbando una melodía y sin que se le pueda
ver ningún agradecimiento o una voluntad de com-
partir esta felicidad, entonces podría reventar.
Tanta injusticia. Mi madre estiró la pata y de mi
padre no tengo más que un mal nombre. Seguro que
no me lamentaré. No volveré a caer en mi vieja au-
tocompasión, en este comienzo del fin, respiro
profundo y me digo: Tranquilo, Franzeck, eres el

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asistente personal del candidato Simón Korach que
te sacó de tu banca en el parque, que te acogió en
su casa. Juntos tienen una tarea, quieren limpiar
el establo de cuarenta años de estiércol generado
por el grupo dominante y para ello tienen que ga-
nar a Gruber y para ganar a Gruber debes estar
frío, tranquilo. Y juicioso. Porque esta meta,
Franzeck, es más grande que tú, y en caso de no
alcanzarla, lo que es lo más probable, porque los
ciudadanos, esta masa de ovejas bobas, quieren la
seguridad injusta y no la justicia insegura, es
decir a Gruber y compañía, y no a Korach y Fran-
zeck, me digo: Aún eres joven, Franzeck, tienes
una vida delante. Cada ser humano corre su propia
carrera y aunque Peter parezca llevar la delantera
por el momento, hay que esperar el fin.
Simón Basta, Franzeck, basta.
Franzeck Y si no he ahogado mis espermatozoides en alcohol
en los años locos, algo bien probable, tendré des-
cendientes, múltiples, seré un patriarca, Franzeck
el ancestro, tendré una familia, el calor del
hogar, lazos sanguíneos. Y en caso de que ninguna
mujer me quiera, ninguna que sea como Agnes, por-
que estas mujeres consideran que a este Franzeck,
con su pasado, a este Franzeck, con su estado psí-
quico inestable, mejor no lo convirtamos en deci-
sor del destino de nuestros hijos, entonces, Si-
món, me voy a Chaing Mai y me caso con una tailan-
desa lampiña, una mujer-niña que nada ha visto del
mundo y no podrá comparar y para la que un Fran-
zeck vale tanto como un Peter y a ella, Simón, le
bastaré.
Simón Basta ya, Franzeck.
Franzeck Claro que sí.
Simón Peter dice que se encontraron. En el parque cen-
tral.
Franzeck Eso es casi una calumnia.
Simón No estuviste en el parque central.(?)

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Franzeck No tomé. Nunca más tomaré. Nunca más. Mi madre mu-
rió de cáncer al hígado y en la hora de su muerte
yo estaba borracho como una cuba con licor de li-
món. Ella dio su último suspiro y yo al lado vomi-
tando.
Simón Tranquilízate.
Franzeck Y borracho atropellé a una chica, la Lisa, parali-
zada del cuello hacia abajo desde ese entonces. Y
para arriba tampoco está bien. Toda mi vida carga-
ré con esta culpa pero la acepté y todos los miér-
coles hago algo con ella, la llevo al bosque o al
zoológico. Lo que más le gusta son los monitos
saltando y brincando y se imagina cómo sería poder
hacerlo también. Se ríe y tiene el alma contenta.
A pesar de que nunca más podrá mover siquiera el
dedo derecho de su pie.
Simón Entonces no estuviste en el parque.
Franzeck A la gente como yo no se les cree, pero te digo,
si en mi vida vuelvo a tocar una gota de alcohol
me pego un tiro. Te lo doy por escrito. Papel, Si-
món.
Simón Franzeck.
Franzeck Papel, digo. Tengo mi orgullo. Así. Gracias. Aquí.
Nunca más alcohol. Sino. Aquí. Para ti.
Simón Estuviste en el parque central o no. (?)
Franzeck Di de comer a las palomas. Me conocen. No hay que
olvidar que pasé buena parte de mis mejores años
en la banca del parque. De vez en cuando voy para
verlas. Por nostalgia. Y quiero ver cómo se des-
arrollan. Hay generaciones que no salen bien, pe-
cho delgado, pies atrofiados, juguete de gatos
desde el inicio. Y otras, no se sabe por qué,
prosperan, se convierten en patriarcas gordos,
fundan dinastías y nada les afecta, un invierno
duro sólo les fortalece.
Simón Un padre que se considera padre no tiene por qué
ser un padre.
Franzeck Ah.

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Simón Fuiste tú quien lo insinuaste a Peter.
Franzeck Leo los periódicos. Me informo. Utilizo mis cono-
cimientos. Y quería, por una vez, sacarle a Peter
de su arrogante seguridad de padre. Quería ver lo
que hace si la duda comienza a carcomerlo. A mí me
carcome día a día, hora a hora, también en este
momento.
Simón Lo sabemos, Franzeck, no es motivo de vergüenza.
Franzeck Se necesita grandeza para sentir que hay algo que
te carcome. Y profundidad. Creo en los valores
ideales, pero hay que aguantar estos valores idea-
les, aguantarles y vivirles. Y a tu Peter, Simón,
lo siento, pero a él sólo le interesa como mejor
organizar su tiempo libre los viernes de noche.
Simón Es asunto suyo.
Franzeck Lo único que le preocupa es cómo arreglarse la vi-
da, lo que le queda mejor, un tejido mixto de seda
o lino, pantalón con pliegue o planchado sin plie-
gue.
Simón No tuviste éxito. Ya no duda.
Franzeck Nunca lo hizo. Sabe dónde pertenece. Sabe lo que
necesita. Tres semanas al borde del mar, dos en la
nieve para esquiar por Navidad y Año Nuevo. Lo que
tiene que hacer para estar, a sus cuarenta, a don-
de seguro habrá llegado. Sabe a quién invitar a su
fiesta y a qué dama pellizcar el trasero sin
arriesgar una bofetada. Lo que debe hacer para
siempre estar arriba sin estar en el primer pues-
to. La grasa corporal óptima para poder flotar en
la superficie sin esfuerzo y aún pasar por delga-
do. Es feo, Simón, lo sabemos. Pero, Simón. Peter
es un tipo feliz mientras yo soy triste hasta la
médula.
Simón Te creó e hizo la prueba.
Franzeck La prueba.(?)
Simón Hizo verificar la paternidad.
Franzeck Ui.
Simón Ahora callas.

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Franzeck Estoy reflexionando. Es valiente o cobarde. Va-
liente porque quiere saber la verdad. Cobarde por-
que no soporta lo que le carcome.
Simón Es tonto y nada más.
Franzeck Eso depende del resultado.
Simón Entonces lo es.
Franzeck El padre.(?)
Simón Tonto.
Franzeck Entonces no lo es.
Simón No lo es.
Franzeck Qué tontería.
Simón Necesitamos a Helle. Llámala.
Franzeck No, por favor.
Simón Es más juiciosa que todos nosotros juntos. Ella lo
arreglará. Ella lo puede. Nosotros no.

***

Agnes Qué quiere Simón de mí. Y por qué a esta hora. Se


trata de Peter, verdad.(?)
Franzeck De Peter.
Agnes Está cambiado, ya no le conozco. Sombrío, habla
con insinuaciones, me evita.
Franzeck Por qué.
Agnes No lo sé. Dímelo tú. Perdió el trabajo. (?)
Franzeck Cómo podría saberlo.
Agnes Sólo pregunto.
Franzeck Por eso.
Agnes Hay otra mujer. (?)
Franzeck Dónde.
Agnes Franzeck. Peter se burla de la muerte.
Franzeck La verdadera.
Agnes De noche le pregunto: Estuviste donde el niño. Es-
tá durmiendo.(?) Está cubierto.(?)
Franzeck Y él.(?)
Agnes Duerme, profundo, muy profundo.
Franzeck Y tú.(?)
Agnes Pero está respirando.

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Franzeck Y él.
Agnes Respirar. Debería respirar.(?)
Franzeck Y tú.
Agnes Corriendo a la habitación, corazón en el cuello.
No te puedes imaginar cómo se siente una madre en
un momento así, terrible, Franzeck.
Franzeck Ahá.
Agnes Pero respira, gracias a Dios, hasta ronca, igual
que su papá.
Franzeck Su papá ronca.(?)
Agnes Está parado detrás de mí y ríe en voz alta, casi
mala, y despierta al niño con su risa.
Franzeck Feliz porque el niño sigue vivo.
Agnes Porque caí en su trampa.
Franzeck Un chistoso.
Agnes Eso no se hace, Franzeck, asustar a una madre con
la muerte de su hijo.
Franzeck Repugnante.
Agnes Se entusiasma con crímenes. Accidentes. Recorta
artículos de los periódicos. Niño muere quemado en
campo de trigo. Niña se ahoga en fosa séptica. Pa-
dre mata a familia a palos para luego quitarse la
vida.
Franzeck Y.(?)
Agnes Los pega en la refrigeradora.
Franzeck Busca compensación. El alma de Peter es como la
toalla de la cuña de publicidad de los suavizantes
y creo que está comenzando a molestarle. Siempre
tener que ser tan limpio, oler tan rico, caminar
con energía en este mundo malo de descuartizamien-
tos.
Agnes De descuartizamientos.(?)
Franzeck Quemaduras, cosas machacadas, aplastadas etc. Está
en busca de su equilibrio. Eso es sano. Que mala
fuiste, Agnes, al decirme que no me lo podría ima-
ginar.
Agnes Cómo.
Franzeck Tú sabes cuánto me gustaría tener una familia.

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Agnes Lo siento.
Franzeck Eso duele.
Agnes Perdón.
Franzeck Bueno.

***

Simón Te entiendo, Agnes. Yo también creí que educaría a


Peter, que me creería lo que es correcto y falso.
Error. Hacen lo que quieren. Es posible que tu
hijo te crea. Es posible que no. Los chances son
miti miti. Ininfluenciable. No te molesta que bañe
mis pies.(?)
Agnes Simón, por qué me hiciste llamar.
Simón Porque quería hablar contigo.
Agnes De qué. De Peter.
Simón Alguna vez te hablé de mi padre.(?) El otoño pasa-
do nivelaron su tumba. Hice borrar el epitafio y
regalé la lápida. Ahora se encuentra en otra tumba
como recuerdo de otro muerto, un subprivilegiado.
Está bien así. Por lo menos la lápida tiene una
segunda oportunidad. Mi padre fue un fracasado. Un
hombre sin oficio ni beneficio. No llegó a ninguna
parte. Toda la vida sólo preocupado de si mismo.
De su ropa. De su chuleta en el desayuno. De su
cachondez. Te molestaría añadir un poco de agua
caliente.(?) Gracias. Yo quería hacer las cosas de
otra manera. Consideraba que un hombre sólo puede
alcanzar la felicidad si asume responsabilidad.
Por su persona. Por otros. Traté de enseñárselo a
Peter. Fracasé.
Agnes No es cierto. Peter es un padre maravilloso.
Simón Mi generación se sacó la madre para salir de esta
jaula. Y ustedes, qué hacen. Se vuelven a meter
por voluntad propia.
Agnes Qué jaula.
Simón Su jaula familiar privada.

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Agnes No lo vemos así, Simón. Somos personas privadas,
queremos a nuestros amigos, nuestro hogar. La fa-
milia nos da seguridad y protección.
Simón Vuelve a decírmelo en la cara.
Agnes Simón. Por última vez. Peter no quiere meterse en
política. Y yo tampoco. Te respetamos pero no
creemos en sus bellos discursos, sus programas in-
teligentes, sus grandes ideas. Somos más modestos.
Queremos llevar una buena vida. Y eso ya es bas-
tante difícil en estos días.
Simón Quieren cerrarse ante la realidad social. Y no lo
logran. Se filtra por cada intersticio de su como-
didad. Por ello no logran ser felices.
Agnes Y tú. Eres feliz.(?)
Simón Podría serlo si viera que pudiera transmitirles
algo de mi experiencia, mi pasión.
Agnes A propósito, dónde está Helle.
Simón En la India.
Agnes El tiempo que pasa en la India. No la extrañas.(?)
Simón Qué quieres insinuar.
Agnes Nada.
Simón Nos dejamos ciertas libertades. No siempre es fá-
cil pero por lo menos no tenemos que escaparnos
por la puerta de atrás, si entiendes lo que quiero
decir.
Agnes No entiendo jota.
Simón Helle y yo no nos mentimos, Agnes.
Agnes Bien. Súper. Por eso me hiciste llamar. Para con-
tarme de vuestro matrimonio ejemplar.
Simón No. Para que sepas. Pase lo que pase, estaré siem-
pre para mi nieto. Siempre. No sufro de ningún ti-
po de vanidades dinásticas. Y lo mismo Helle. No
deberías llorar, Agnes, no vale la pena.
Agnes Se han vuelto locos todos.
Simón Qué dices. Eres una actriz de última. Esta cara de
sorpresa. Que vergüenza.

17
***

Peter Es un hecho consumado. En este momento se entera.


Un minuto más y todo habrá acabado.
Franzeck Bien, Peter.
Peter Qué está bien.(?)
Franzeck La verdad está bien. La palabra sincera está bien.
Peter Pierdo el amor de mi vida. Hubiera podido callar-
me. Perdonar. Comenzar de nuevo.
Franzeck No es posible. Se te lo ve en la cara. La ira en
la nariz, la decepción en la mirada, las ganas de
matar en la boca.
Peter Si sólo pudiera olvidar. No habrá un veneno capaz
de borrar mi conocimiento de mi cerebro.(?)
Franzeck Trago. El trago ayuda en este caso.
Peter Toda la culpa es tuya. Tú me metiste el gusano.
Franzeck Es posible llevar el caballo al bebedero, pero be-
ber, eso lo tiene que hacer solo.
Peter Por tu culpa pierdo todo, mi familia, mi amor.
Franzeck Deberías reconciliarte con tu padre. Te necesita.
Peter Para qué. Si te tiene a ti. Al que no le da ver-
güenza hacer propaganda por él en las noticias de
la tarde. Justo después de las noticias de guerra.
De repente está ahí en mi sala, el Franzeck, con
terno y corbata. Una sonrisa simpática en los la-
bios. Un tipo fabuloso. Tan tonto eres.
Franzeck Comento ciertas noticias del pasado de Gruber.
Porque Simón tenía que ocuparse de su familia.
Peter Espera nomás hasta que padre salga elegido. Enton-
ces te botará como un pañuelo mocoso.
Franzeck No te preocupes. No saldrá elegido. En estas elec-
ciones aramos y sembramos. Cosecharemos más en
adelante.
Peter Ojalá viva para verlo.
Franzeck Si no, hay otros que están listos.
Peter Franzeck tiene ambiciones.

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Franzeck Simón me ama. Me llama hijo. Dime una cosa, ron-
cas.(?)
Peter Qué.(?)
Franzeck No importa. Tu padre te necesita. No hagas juego
aparte, Peter.
Peter Me encanta jugar. Me encanta mi vida privada. Papá
empila los expedientes sobre la cocina, el papel
usado lo guarda en el horno. Qué vida es esa.
Franzeck Se sacrifica. Para ti. Para esta ciudad. Para que
estos padrinos dejen de arruinar nuestro futuro.
Peter Gruber es un desgraciado. Eso es cierto. Y aún así
votaré por él.
Franzeck No te atrevas.
Simón Franzeck. Lograste comunicarte con Helle.(?)
Franzeck Casi.
Simón Te comunicaste casi.(?)
Franzeck Traté de hacerlo.
Simón Llámala.
Franzeck En la India ya es muy de noche. Se disgustará y a
mí no me gusta que se disgusten conmigo.

***

Simón Buenas noticias, Peter. En su opinión, la culpa no


es tuya. Obviamente considera que eres un debilu-
cho, un cerdo cobarde y miserable, por no decírse-
lo personalmente y enviar a tu viejo padre de men-
sajero. El hecho en sí lo considera como un vil
asesinato de los valores más sagrados, una irrepa-
rable pérdida de confianza. No lo que hizo ella.
Lo que hiciste tú. La prueba. Pero la culpa no es
tuya. Sino. Entonces. Qué crees. Mía. Por qué.
Porque fue idea mía. Porque quiero utilizarte. Pa-
ra mis fines políticos. Porque quiero alejarte de
tu familia. Me gritó, tu estimada esposa, estaba
rabiando. Tuve que escuchar todos los insultos, en
mis propias cuatro paredes. No me gusta Peter, soy
asustadizo.

19
Peter Lo admitió. (?)
Simón Admitió.(?) Estás loco. No dice palabra sobre la
paternidad. No deberías haberlo hecho, dice, no
sin el permiso de ella. Si alguien se entera, Pe-
ter, si la prensa se entera, estoy acabado. Si
ella escupe vuestra basura en un solo micrófono,
todo se acabó. Qué dirá la gente. Korach no logra
controlar a su familia. Cómo va a controlar la
ciudad. Qué porquería. En este momento vuelves a
casa. Y entonces se reconcilian.
Peter Seguro que no.
Simón Peter. Me estoy haciendo viejo. En la mañana en-
cuentro mechas de pelo en mi almohada. Mi tiempo
se acaba. Si no gano a Gruber en esta ocasión, no
le ganaré nunca más. No permito que me lo arrui-
nen. No con sus asquerosas y pequeño burguesas
historias de culo.
Peter No volveré. Me quedo aquí.
Simón Aquí. Ni hablar.
Peter Esta sigue siendo mi casa. Aquí me crié. Aquí está
aún mi cama.
Simón No puedes volver a tu cuarto. Franzeck duerme ahí.
Peter Franzeck duerme en mi cama.(?)
Simón Le necesito cerca. Se ocupa de mí. Peter. ¿A dónde
vas? Peter.

***

Agnes Me hace llamar. Hace que me presente. Me acusa de


esta monstruosidad. Así nomás. Sin previo aviso.
Humillarme así. Qué miras.
Franzeck No estoy mirando.
Agnes Por qué no me dijiste nada, Franzeck. Tú lo sabí-
as.
Franzeck Qué es lo que sabía.
Agnes Lo sabes perfectamente bien.
Franzeck Sé lo que sabía.

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Agnes Así es.
Franzeck Y no lo niego. Sí. No me importa.
Agnes Me lo deberías haber dicho.
Franzeck Vamos, sin consideraciones falsas, Agnes. No tie-
nes la fuerza para soportar así nomás una tal ver-
dad. Y yo. Aún no soy el tipo que dice las cosas
tal cual. Soy el amigo en cuyo hombro uno vierte
sus lágrimas. No soy la Casandra. Soy el osito de
peluche, Agnes.
Agnes Simón quiere separarnos a Peter y a mí. Para te-
nerle todo para él. Así es, o no. No lo logrará.
Jamás.
Franzeck Agnes. Encara la verdad aunque sea una mueca. Tu
enemigo no se llama Simón. Se llama Peter. Tiene
el carácter de un pequeño burgués, y tú ensuciaste
este honor pequeño-burgués, lo empantanaste.
Agnes Pero le amo.
Franzeck Bien. Pero él no te ama a ti. Soy tu amigo. No te
estoy lisonjeando. Tienes que mudarte, Agnes. A la
Calle María.
Agnes Para qué a la Calle María.
Franzeck A cualquier lugar donde nadie te conozca. Comenzar
de nuevo. Espero que tengas un arma.
Agnes Un arma.(?)
Franzeck Te puedo dar la mía. En caso de que quiera hacerte
algún daño. No me mires con esta cara de indigna-
da. Quieres hacerte masacrar.(?) A ti y al ni-
ño.(?) Podrías tú vivir con esta vergüenza. El
hombre está furioso, furibundo de tanta ira.
Agnes No, no, no me iré ahora, no dejaré solo a Peter.
Me necesita.
Franzeck Y los recortes de periódico. Y los chistes con la
muerte. Si terminas echada con tus tripas al ai-
re.(?)
Agnes Le amo, nos reconciliaremos.
Franzeck Y el niño cortado en mil pedazos, regado alrededor
tuyo como el perejil en la tabla de embutidos, en-

21
tonces ya será tarde. Agnes. Sé razonable. Con to-
do el afecto que te tengo a ti y tu manera de ser.
Agnes Comenzaremos de nuevo. Peter y yo. Sin toda esta
basura aquí.
Franzeck Tengo que decirte que no encaras la verdad. Apenas
le guiñas el ojo de vez en cuando. Por qué hablo
tanto.(?) Me estoy jugando mi reputación.

***

Simón Qué haces ahí, rígido como un palo, mordiéndote el


labio inferior.
Franzeck Tu mujer me humilló. Eso por si solo no sería no-
vedad, Dios lo sabe. Pero ahora me humilló por te-
léfono. A través de un continente y cinco husos
horarios. Te lo puedes imaginar.(?) Eso es una
nueva dimensión. Eso duele.
Simón Por favor déjate de sensibilidades.
Franzeck Cada vez que está en la India, me siento florecer.
Y apenas está de regreso, lo que más quiero es
volver a la banca del parque. Me da miedo.
Simón Helle no te hace nada.
Franzeck Por qué no se queda en su ashram.
Simón Franzeck. Es mi esposa.
Franzeck No la necesitas, me tienes a mí.
Simón Miré tu presentación en las noticias de la noche.
Cuando dijiste que la reputación política de Gru-
ber es de llorar.
Franzeck Dije de llorar.(?)
Simón Pero que el candidato Korach no participará de
ningún modo en la campaña sucia por las supuestas
aberraciones sexuales de Gruber.
Franzeck Que lo harán otros.
Simón Queremos un debate técnico, Franzeck.
Franzeck Tú, Simón, sabes quien.
Simón Qué sé yo. No sé nada. Y tú encárgate exclusiva-
mente de tu trabajo.
Franzeck Simón.

22
Simón Qué pasa.
Franzeck Un asunto personal. La cosa es que mucho más que
mi padre o mi madre fuiste tú el qué me creó. Que
me sacó de la banca en el parque. Me acogió aquí.
Me lavó, me vistió. Me dio una tarea. Autoestima.
Lo que soy hoy, te lo debo a ti.
Simón Sólo aprovechaste esta oportunidad.
Franzeck Fui una figura de cera en tus manos, sin contor-
nos, ahora soy una personalidad. Simón. Tú eres mi
padre.
Simón Qué dices, Franzeck.
Franzeck Sí. Y por ello quiero que me adoptes.
Simón Tus chistes son cada vez más pesados.
Franzeck No es un chiste, solo un negocio mutuo. Necesitas
un hijo.
Simón Tengo a Peter. Y me basta.
Franzeck Necesitas a uno que sea como tú. Uno que siga con
tu legado. Piensa en la vejez. Necesitarás a al-
guien que te cuide.
Simón Franzeck. Te quiero.
Franzeck Entonces adóptame.
Simón No necesitamos esos trámites jurídicos. Velaré
siempre por ti.
Franzeck Bueno. Entendí. Pero si algún día llegase a eman-
ciparme y dejase de sentir en mis hombros esta
gran necesidad de pagarte, puede ser que tenga
otra cosa que hacer que llevar flores y frutas al
asilo a donde un hombre que no es mi padre.
Simón Al asilo.
Franzeck O crucigramas, Simón.
Simón Franzeck. Qué bromista eres. Pero por qué no. Te
adoptaré. Pero Helle también debe quererlo. Porque
sería tu mamá. Habla con ella cuando esté de re-
greso.
Franzeck No, por favor.
Simón Es lo mínimo que puedes hacer por la familia Ko-
rach. Franzeck. Y otra cosa. Peter se quedará aquí
unos días.

23
Franzeck Dónde.
Simón Donde, pues. Aquí, en su viejo cuarto.
Franzeck Y yo. Dónde voy a dormir.
Simón En la casa Kolping.
Franzeck En la casa Kolping.(?) No, por favor.
Simón Tienen bonitos cuartos. Y queda muy cerca.
Franzeck No me hagas eso. No voy a poder. No puedo estar
solo.
Simón Apenas unos pocos días.
Franzeck Y quién velará por ti. Peter, seguro que no. Lo
que necesitas ahora es apoyo, no un peso.
Simón Anda ya. Tus cosas están al lado de la puerta. Ya
llamé, te están esperando. No pongas esa cara,
Franzeck. Y otra cosa. Averigua todo sobre Gruber.
Pero discretamente.
***

Helle Qué es eso. Eso. Acaso lo comiste.(?)


Simón Me lo trajo Franzeck. Me cuida cuando no estás.
Helle Entonces come comida de chanchos o fertilizantes,
da lo mismo.
Simón Incluso me compró un nuevo cepillo de dientes. Sin
siquiera mencionarlo. Qué simpático.
Helle Abriste las ventanas aunque sea una sola vez.(?)
Tan difícil será, Simón Korach.(?)
Simón Es que no puedo estar sin ti. No viajes tanto,
Helle. Qué mismo hacen allá en ese ashram.
Helle Respirar.
Simón Y no puedes respirar aquí.
Helle No.
Simón Helle.
Helle Tienes mal aliento.
Simón Te necesito. Peter te necesita. No hace nada todo
el día, bebe, maldice, crea un ambiente de fin de
mundo, y eso justo antes de las elecciones. Puedo
lograrlo, Helle, lo sé, Gruber está debilitado,
esta vez sí puede funcionar.

24
Helle Todavía no lo entiendes.(?) No votarán por ti. No
votaron por ti hace cuatro años, no votaron por ti
hace ocho años. Estás en el círculo vicioso, Si-
món, y no te das cuenta.
Simón Mi Hellita. Mi bizcochito. Trátale con cariño a tu
Simón.
Helle Trátate tú con cariño. Te estás intoxicando. Con
mala comida, malos pensamientos, malos amigos. Es-
tás perdido, Simón. No vivirás por mucho tiempo.
Simón Helle.
Helle Jadeas como perro. Como perro de la calle. Por lo
menos sácate esta corbata.
Simón No me queda bien. (?)
Helle Te corta el flujo sanguíneo.
Simón Qué importa.
Helle Tu sangre no te importa.(?)
Simón Dios mío, un Simón Korach debe representar algo.
Helle Simón Korach. Quién es. Tú no lo sabes. Y la gente
tampoco lo sabe. Y por ello no votan por ti.
Simón La gente sólo teme la libertad.
Helle Libertad. Oye, Simón, eso es el colmo. Por favor
no hables de cosas de las que no entiendes nada.
Libertad. Eres sin duda el hombre menos libre del
planeta.
Simón Yo.(?)
Helle Sin inteligencia corporal, vanidoso, adicto al re-
conocimiento, corriendo detrás de una quimera. Te
ves como político. Como hombre que cambió el mun-
do. Y no eres otra cosa que un viejo con mal
aliento. No te reconoces. Libertad. Tú. Mejor ocú-
pate de tu familia. Es ella la que te necesita
ahora.
Simón Alguna vez me fuiste infiel.(?)
Helle A qué viene eso ahora.
Simón Estuviste con otro hombre.(?) Ya sabes. En la ca-
ma.
Helle Simón. Por favor.
Simón Es una pregunta sencilla.

25
Helle No hablas en serio.
Simón Claro que sí.
Helle Por qué este afán. De siempre hacerte el ridículo.
Simón La verdad nunca es ridícula.
Helle Tú eres ridículo. Por no acordarte.
Simón De qué.
Helle Que tuve a otro.
Simón Ah.
Helle Te estás haciendo viejo, hombre. Tu cerebro se es-
tá haciendo viejo.
Simón Tuviste. Cuándo fue eso.
Helle Hace muchos, muchos años. Cuando aún éramos jóve-
nes. Cuando nuestros corazones eran jóvenes. Y li-
geros.
Simón Quién fue.
Helle Ya basta.
Simón Contesta.
Helle No me hables así. En ese entonces te expliqué que
lo guardaría para mí.
Simón Y qué respondí yo en ese entonces.
Helle Simón. Tú no respondes. Te fuiste. Te emborrachas-
te y luego llamaste en medio de la noche. Lanzaste
maldiciones por el auricular. Y luego volviste a
hurtadillas. Dormiste. Te desembriagaste. Y no di-
jiste nada. Absolutamente nada. Nunca. Ni una pa-
labra todos esos años. Pensé que me habías perdo-
nado. Y te admiré por tu magnanimidad, hasta te
quise. Pero no. Simplemente lo habías olvidado.
Olvidado.
Simón Bueno. Bien. Dejémoslo. Prepárame un baño para los
pies.
Helle Qué.
Simón Quiero por favor mi baño para los pies. Hoy no lo
he tenido aún.
Helle Estás loco.
Simón Ahora mismo me preparas un baño para los pies. Las
sales de baño están en el baño. Media tasa. No,
olvídalo. Simón mismo se encargará de ello.

26
***

Helle Franzeck. Sabe Peter que estoy aquí.(?)


Franzeck Claro que sí, Señora Korach. Sólo se está vistien-
do.
Helle Bien.
Franzeck Señora Korach.
Helle Qué más quieres.
Franzeck Sé que tuvo un largo viaje, que está cansada.
Helle Así es.
Franzeck Y no quisiera, digo, molestar y tampoco vengo por
voluntad propia.
Helle Por qué vienes entonces.
Franzeck Porque Simón, digo, su esposo, me manda. Puede ser
que no lo sepa, pero por el momento estoy viviendo
en la casa Kolping, y eso es cosa bastante difícil
para mí, pero lo hago con gusto para la familia
Korach porque sé que Peter ahora necesita de cui-
dados y entonces me vale cualquier sacrificio.
Helle Qué quieres.
Franzeck Adópteme.
Helle Adoptarte.(?)
Franzeck Vea. Nunca tuve familia. Sólo tuve una madre pero
no cuenta porque tenía que trabajar todo el día
porque mi padre la había abandonado porque ya no
la quería porque ella ya no le daba plata para su
adicción a los juegos. Bueno. Yo siempre andaba
con la llave de la casa colgada en el cuello. Y
cada vez que llegaba a casa, lo único que me espe-
raba era una manzana arrugada. Y no para comer,
sólo servía de peso para la nota en la mesa de la
cocina. Se va a hacer tarde, no me esperes. Mi ma-
dre era una mujer económica, siempre utilizaba la
misma nota. Y también la manzana. Bueno. Y si que-
ría tener calor, tenía primero que calentar la ca-
sa, pero en el fondo nunca me calenté porque me
faltó el calor humano.

27
Helle Lo siento.
Franzeck Sabía que me entendería. Y por ello, si no le mo-
lesta, quisiera que me adopte. Su marido está de
acuerdo.
Helle Entonces sería tu madre.
Franzeck No le comprometería a nada, Señora Korach. Digo,
la mayoría del tiempo lo pasa en la India, verdad.
Helle Siéntate allá, Franzeck. Sabes, lo que un hombre
no tuvo cuando niño, lo anhelará el resto de su
vida. Me consta.
Franzeck Es usted una mujer sabia, Señora Korach, todo el
mundo lo dice.
Helle Sigues siendo un niño con la llave colgada en el
cuello. Sigues creyendo que lo único que te espera
es una manzana arrugada y una nota triste.
Franzeck Ay, Señora Korach.
Helle Sigues buscando el calor.
Franzeck Por cierto.
Helle Conoces el dicho.(?) Lo que no se aprende en la
niñez.
Franzeck No se aprende nunca.
Helle Y lo mismo aplica al amor, y también al amor ma-
terno. Justamente los que más amor necesitan son
los que menos reciben. No lo tuviste, y ya no lo
podrás cambiar.
Franzeck Pero.
Helle Una adopción tampoco ayudaría. No quiero desilu-
sionarte, Franzeck. Pero deberías aprender a vivir
con tu vacío. Es parte tuya. Es tu destino. Peter.
Qué bien. Pero qué aspecto tienes. (?)Siéntate.
Franzeck. Por favor déjanos a solas. Mi hijo y yo
tenemos algo que conversar.

***

Peter Simplemente no le interesa. Papá no hace caso.


Helle No lo tomes personalmente. Es su edad. Tiene pelo
en las orejas.

28
Peter Y qué debo hacer ahora.
Helle Tontito. Lo que un ser humano debe hacer en una
situación como esa. Hacer lo que le manda su cora-
zón, sólo su corazón.
Peter Quiero amar a Agnes. Pero no puedo. Soy demasiado
débil.
Helle Demasiado débil.(?)
Peter Sí.
Helle Comes en la cafetería.(?)
Peter Perdón.
Helle Comes en la cafetería de la empresa.(?) No deberí-
as. Es comida para chanchos. Literalmente. Te en-
ferma. Por ello eres débil y no puedes amar. Algu-
na vez pensaste dejar la carne.(?) No seas comedor
de salchichas. La salchicha no es buena. Créeme.
Nada buena. Karma malo. Sabes lo que es, el kar-
ma.(?)
Peter No exactamente.
Helle Lo que eres, lo que fuiste, lo que serás. No quie-
res convertirte en salchicha, verdad.
Peter Sólo la como.
Helle Qué son tu pelo, tus uñas, tu piel.(?) Entonces.
Son de lo que comes.
Peter Quiere decir que mi pelo es de salchicha.(?)
Helle No sólo tu pelo. Tú eres de salchicha. Uno se
vuelvo bueno por los buenos actos. Malo por los
malos actos. Y comer un animal muerto es un acto
malo.
Peter Entonces no es buena.
Helle Quién.
Peter Agnes.
Helle No es bueno mentir.
Peter Mamá. Por qué eres buena.
Helle No soy buena, tontito.
Peter Traté de serlo. Traté de serlo, un ejemplo para mi
niño. Lavarme las manos antes de comer. No hacer
ruidos al comer, lavarme los dientes, de mañana,
al medio día, de noche.

29
Helle Lavarse los dientes no es importante.
Peter No.(?)
Helle Es más importante lavarse la lengua. La gran mayo-
ría de bacterias está en la lengua. Yo me sirvo de
una espátula de madera, como los médicos, cuando
te piden decir aaah. Te daré unas de las mías.
Peter Por qué. Por qué debo lavarme la lengua.
Helle Pero acabo de explicártelo, tontito. Porque la ma-
yoría de los cultivos de bacterias está en la len-
gua.
Peter Eso entendí. Por qué hay que eliminarles.
Helle Para que no te enfermes.
Peter Sí. Sí. Sí. Pero por qué no debo enfermarme. Para
qué debo quedarme sano. Para qué.
Helle Ahora sí, eres un tontito de verdad.
Peter Estoy solo, mamá, y para mí solo no tiene sentido
mantenerme sano. Quién es.(?) Hay alguien en la
puerta. Seguro que es Agnes. No quiero verla.
Helle Tienes que hablar con ella.
Peter No tengo, no tengo, no tengo.
Helle Peter.
Peter Anda tú. Dile que no quiero verla. No quiero. Por
favor, mamá.
Helle Tienes miedo, en ti está el miedo a la muerte de
los chanchos comidos. Si dejas de hacerlo, tendrás
la fuerza de amar a tu mujer. Y a tu padre. Tienes
que hacerlo. Reconcíliense. Sino, no podrás ser
feliz.

***

Agnes Buenas noches, Helle. Vine para buscar a mi mari-


do.
Helle Agnes. Siéntate.
Agnes No quiero sentarme. Quiero a mi marido.
Helle Tranquila. Estás muy pálida.
Agnes Ah, de veras.(?) Sabes, no duermo bien últimamen-
te. En el fondo, no duermo nada. Y si logro dormir

30
media hora, me persiguen las pesadillas. También
es difícil comer si sólo te da ganas de vomitar de
tanta miseria. Puede ser que esté un poco pálida
por eso. Y ahora, déjame ver a mi marido, por fa-
vor.
Helle Has tomado.(?)
Agnes Un poco.
Helle Peter ya se acostó.
Agnes Entonces le despertamos. Peeeter. Peeeeter. Me
oyes.(?)
Helle Agnes, así no logras nada.
Agnes Soy yo. Agnes. Tu mujer. Tu esposa. Sigo siendo la
misma. Por favor ven a casa. Tu hijo te necesita.
Yo te necesito. No oyes. Por qué no dices nada.
Por lo menos habla conmigo. Por qué hiciste ese
test. Fuiste tú que querías tener el niño. No te
acuerdas.(?) Yo no quise. Dije que somos demasiado
jóvenes. Pero saliste con la tuya, trajiste medias
de bebé y fetos en gráficos a color. Así fue, ver-
dad. Siempre sales con la tuya, maldito. Te quiero
a ti. Peter Korach. Te quiero a ti. A la mierda
con el niño.
Helle Agnes.
Agnes A la mierda con el niño. A la mierda. Quiero a Pe-
ter. Quiero a mi marido.
Helle Dónde está el niño.
Agnes No te preocupes, está bien. El tigre está con él y
la marmota, le están cuidando para que no le pase
nada.
Helle Le dejaste solo.
Agnes No solo. También está el saltarín. Por si acaso.
No va a pasar absolutamente nada. Y además le en-
cerré con llave. Silla debajo del puño de la puer-
ta. Escapar, imposible.
Helle Pero no puedes dejar solo a un niño pequeño.
Agnes Ah, y él, tu querido Peter, lo puede, o qué.
Helle Agnes. En este momento vuelves a casa.
Agnes No antes de que suelten a mi marido.

31
Helle Peter no quiere verte ahora. Está herido. Necesita
tiempo. Franzeck te lleva a casa.
Agnes No me toques. Peter. Ven conmigo. Ahora. Mismo.
Maldito de mierda. No puedes largarte así nomás.
Sigue siendo tu hijo. Te perseguiré con todas las
furias. Quiero tenerte a ti. Por qué crees más a
un papelito de un laboratorio cualquiera que a tu
mujer. Por qué, Peter, por qué.
Helle Franzeck. Lleva a Agnes a casa. Métela en la du-
cha. Está tomada. Prepárale un café. Métela a la
cama. Pero déjala en paz. Me oyes. Luego vuelves
acá, está claro, Franzeck.

***

Simón Por lo menos lucha. Eso me gusta. Mírame a mí.


Tres veces perdí contra este maldito Gruber. Es
evidente que nada tiene que ofrecer a excepción de
buenos contactos y una dentadura intacta. Proba-
blemente perderé también la cuarta vez. Y qué. Hay
que intentarlo a pesar de todo. Enfrentar lo que
no tiene solución. La vida es un a pesar de todo.
Peter Me ama. Agnes me ama de verdad.
Simón Sorprendente, verdad.(?)
Peter Tengo que volver a casa, tengo que volver donde mi
familia.
Simón Peter, hijo mío. Déjate abrazar. Que idiota eres.
Test de paternidad. Dios mío. Metes tu destino en
manos de los métodos ultramodernos de la ciencia y
luego te comportas como un hombre prehistórico.
Dios mío.
Peter Tonto, verdad.(?)
Simón Muy tonto. Muy, muy tonto.
Peter A un Simón Korach no le ocurriría, o qué.
Simón Seguro que no.
Peter En ninguna circunstancia.
Simón En ninguna.

32
Peter Tampoco si tuvieras dudas.
Simón Qué dudas.
Peter De que mamá te engañó.
Simón Pero sí lo hizo, Peter, lo hizo.
Peter Y no te importó.
Simón Claro que no me gustó. Me desaparecí unos días, me
emborraché como una cuba, volví a casa, y olvidado
el asunto.
Peter No lo creo.
Simón Ella no es mi propiedad. No la compré, ni la ad-
quirí por subasta y tampoco me la gané.
Peter Buen argumento. Pero yo pienso diferente. Y de to-
dos modos soy muy diferente a ti. No te parece ra-
ro.(?) Hay algún parecido entre nosotros.(?)
Simón Tu idea fija, o qué.
Peter Quizás las orejas. La forma del pelo. Será un
azar.
Simón Qué sé yo. Y qué importa. Qué tienes ahí.
Peter Eso. Nada. Un papelito. Unas cifras. Nada de im-
portancia. Ah, y cómo te va con el nuevo cepillo
de dientes.(?)
Simón Qué.(?)
Peter Acaso un poco suave.(?) Pensé que a tu edad, las
encías necesitan ser tratadas con cuidado espe-
cial.
Simón Entonces no fue Franzeck. Por qué lo hiciste.
Peter El poder que hoy está en un cepillo de dientes
usado, una goma de mascar, un pelo arrancado. Cui-
dado con tus caspas, papá, no dejes por ahí tus
colillas, no escupas en el piso, todo contiene el
secreto de tu origen y quién sabe qué desgraciado
pueda interesarse por la fidelidad de tu mujer y
extorsionarte con la verdad.
Simón Estás enfermo.
Peter Quieres leer.(?) Quieres leer, quién soy. Si ensu-
cio con razón el nombre Korach.(?) Si Helle te
miente. Si te engañó todos esos años. Todo está
escrito aquí.

33
Simón Peter. Basta. Ya destruiste lo suficiente.
Peter Lo que veo. En estos ojos. Miedo quizás. Dudas.
Pero por qué. Eres un hombre valiente. Tienes una
mujer sincera. Qué miedo te podría dar este papel.
Simón Ninguno. No cambiaría nada.
Peter Bien. Siéntate. Ahora te voy a leer el resultado.
Simón No.
Peter Estás listo. (?)
Simón No quiero escucharlo.
Peter Estimado Señor Korach. Es un placer comunicarle el
resultado de nuestro test genético de paternidad.
Simón Para ya.
Peter Ambas muestras contenían material relevante en
cantidades suficientes.
Simón Deja ya.
Peter Nos permitimos comunicarle que.
Simón Silencio.
Peter Papá. Estás gritando. Estás pálido.
Simón Pequeño desgraciado. Seguro que tú aquí no vas a
jugar al destino.
Peter Simón Korach, no estás seguro.
Simón Claro que estoy seguro. Piensa lo que quieras.
Tráeme el agua caliente.
Peter Bueno. Si así lo quieres. Dejémoslo.
Simón Qué haces.
Peter Quemo el resultado.
Simón No.
Peter Pero no queremos que este papel caiga en manos
equivocadas.
Simón Deja. No. Yo.
Peter Demasiado tarde. Ahora no lo sabrás jamás. A no
ser que hagas una nueva prueba. Y sabes algo: la
harás, algún día, cuando la duda ya no te deje
dormir. Es él, soy yo, lo hizo ella. Entonces sa-
carás un curita de la basura, me cortarás un me-
chón cuando esté dormido y sin que me dé cuenta.
Simón Jamás.
Peter Buen hombre. El buen Simón Korach.

34
Simón En mi casa estás jugando con fuego. Al gran diábo-
lo. Me impresiona. Bravo. Tengo miedo, Peter, mu-
cho miedo. Qué problemas tienes.(?) Dale ya. Pon
el agua. Con eso basta. Basta, digo, para, para
ya, es muy caliente, caliente, caliente. Mis pies.
Me quemaste los pies. Desgraciado. Maldito de
mierda. Tú. Agua, agua fría. Tú. Tú. No eres mi
hijo. No eres ningún Korach. No quiero verte más.
Nunca más. Vuelve con tu familia bastarda. Fuera.
Fuera ya. Helle. Helle. Socorro.
Helle Quién grita.
Simón Helle. Mis pies. Me quemó los pies.
Helle Quién.
Simón Tu hijo. Se está volviendo loco. Trae agua. Rápi-
do. Agua. Fría.
Helle Anda al baño.
Simón No puedo caminar.
Helle Qué pasó.
Simón Me quemó los pies.
Helle Peter. Peter. Dónde está. Le mandaste sacando. En
su estado.
Simón En su estado. Y mi estado.(?)
Helle Está confundido.
Simón Es peligroso.
Helle Es tu hijo.
Simón Y eso justifica todo.(?) Mira nomás.
Helle Levemente enrojecido, Simón, no te hagas.
Simón Son quemaduras de segundo grado, Helle, y justa-
mente en los pies. Cómo quieres que siga con la
campaña electoral. Tengo que ver a un doctor.
Helle Qué va. Un poco de crema, una venda y ya.
Simón Y ahora cómo voy a bañar mi pies.
Helle Vas a tener que dejarlo unos días.
Simón No, no puedo. Este hombre. Qué le pasa. En qué nos
equivocamos, Helle, dímelo.
Helle No deberías haberle mandado sacando.

35
Simón Basta ya. Primero Agnes, gritando por aquí, total-
mente borracha, y luego Peter que ataca y hiere a
su propio padre.
Helle Son jóvenes.
Simón Por qué les defiendes. Por qué no estás de mi la-
do.
Helle Hay alguien en la puerta. Peter.
Simón Este sinvergüenza no vuelve a pisar mi casa. Aun-
que me toque alejarlo a palazos. Fuera. Fuera.
Fuera.
Helle Es Franzeck. Cómo está Agnes. Está en casa.(?)
Simón Franzeck. Llama a un médico. Necesito un médico.
Franzeck Un médico. (?)
Simón Qué te pasó. Es sangre. Eso es sangre. Franzeck.
Qué pasó. (?)
Franzeck Simón. Yo.
Simón Habla.
Franzeck Un accidente. Abajo en la curva. Un carro se salió
de la carretera. Un árbol. Llegué después. Estuve
camino de regreso. Yo. Simón. Helle. Yo. Lo sien-
to. Ya fue tarde.
Simón Qué pasa. No será.
Franzeck Es Peter. Peter.
Helle Qué pasa con él. Está herido.(?)
Franzeck Está muerto, Peter está muerto.

36
Dos. El mismo departamento. En un ataúd, de cuerpo
presente, el cadáver de Peter Korach.

Franzeck Schwanenburg sesenta y tres por ciento para ti,


para ti, Walsach diecisiete por ciento, no está
mal, Perlis sesenta y siete para ti, Wallenstadt,
qué pena, va para Gruber con poca diferencia, po-
quísima, no importa, Pauschen y Kaps para ti con
más de sesenta, y, atención también la cuarta para
ti. La cuarta, Simón, la circunscripción de Gru-
ber, donde nunca ha tenido menos de setenta. Eso
es histórico, histórico.
Simón Bien. Déjame en paz.
Franzeck Saliste elegido, Simón.
Simón Ándate al diablo, te dije.
Franzeck En tres horas te presentas a la prensa. Preparé un
discurso.
Simón Fuera.
Franzeck Queridos conciudadanos etcétera. Ese día, etcéte-
ra, dos corazones laten en mi pecho. El uno está
saltando de la alegría y el otro prácticamente no
late.
Simón Franzeck.
Franzeck Mientras que personalmente. No, no está bien.
Mientras que mi familia tiene que superar una te-
rrible tragedia, el electorado me dio su confian-
za. Quiero expresarles mi sentido agradecimiento
etcétera. Perder a un hijo es la peor etcétera.
Pero lo que pregoné en la campaña electoral, es
decir que los intereses de la comunidad deben es-
tar por encima de los intereses del individuo, que
el todo es más grande que sus partes, debe ahora
también aplicar a mí. Sin embargo: para mí, sólo
hay una posibilidad, ahora que me aflige esta pe-
na, o tragedia o catástrofe, como sea, aquí falta
pulir, una sólo posibilidad para cargar con esta
gran responsabilidad. Necesitaré la ayuda de to-

37
dos. De todos. Mirada directa a la cámara. También
la suya. Acepto la elección. Etcétera.
Simón No te da vergüenza.(?)
Franzeck Entiendo. Lo quieres sobrio. Entonces Franzeck lo
hará sobrio.
Simón No aceptaré la elección.
Franzeck No aceptarás la elección.(?) Entonces se quedará
Gruber.
Simón Tan malo no fue.
Franzeck Simón Korach, eres la gran decepción de mi vida.
Todo lo que he hecho por ti, lo que tu partido ha
hecho por ti, lo que los electores han hecho por
ti. Creímos en ti.
Simón No te hagas el indignado. Sólo te interesa tu
puesto. Pero no te debo nada, Franzeck.
Franzeck A mí no. Pero a tu hijo sí. El creyó en ti. El
hubiera votado por ti. Podemos estar peleando, sí,
esas fueron sus palabras, pero nuestras diferen-
cias personales no importan cuando se trata del
bienestar de la sociedad.
Simón Eso dijo. (?)
Franzeck Mi padre conducirá esta ciudad a un nuevo amane-
cer. Nuestros hijos tendrán un futuro. El des-
aliento cubre nuestras almas como una capa de mil-
deo, pero él cortará la cabeza de hidra de la co-
rrupción, esta sepulturera de la sociedad libre, y
su sangre regará la semilla de la esperanza, flo-
recerá el optimismo, y la risa y el buen humor so-
narán por las calles.
Simón Eso dijo mi hijo. (?)
Franzeck En ese sentido.
Simón Mi buen hijo.
Franzeck Claro.
Simón Mi hijo. Es que no sabía que. Yo. No te aprecié.
Cómo pude.
Franzeck Sí.
Simón Peter. Peter. Peter. Si tú lo quieres, lo haré.
Por ti.

38
Franzeck Así.
Simón Franzeck. No te hagas ilusiones.
Franzeck Claro. Descansa. Piensa en tus pies. Come algo.
Preparé un locro. Aún queda tiempo.

39
***

Agnes Ayer me olvidé de mi hijo en el carro. Manejé sin


rumbo, no sé por cuánto tiempo, y luego dejé el
coche, donde sea, entré al bosque, grité a los
árboles, horas, hasta que estuve demasiado agota-
da para sentir dolor alguno. Cuando volví, el co-
che estaba rodeado de gente. El niño lloraba, no
podía salir. Me miraron con ojos de vaca como si
fuera un monstruo. Y pensé. El monstruo no soy
yo. El monstruo es esa cosa allá en el coche. Ca-
ga, duerme, come, crece como si nada hubiera pa-
sado. Y eso que toda la culpa es suya.
Franzeck El niño no hizo nada.
Agnes Sí, nada. El niño es culpable por su existencia.
Por el solo hecho de estar. Eso es realmente ma-
lo. Su existencia mató a mi marido y me pregunto
a quién le va a tocar ahora. Por qué no me des-
hice de él en ese entonces.
Franzeck La oficina de protección de menores te lo quitará
si sigues hablando así.
Agnes Bien. Que se lo lleven. Yo no lo quiero tener.
Quiero que vuelva mi marido.
Franzeck Encontrarás otra felicidad. Otro marido.
Agnes Qué es lo que quieres. Qué. Consolarme.(?) No ne-
cesito consuelo. No nos reconciliamos, qué más me
puede reconciliar ahora.
Franzeck Un hombre que te quiera y acepte sin importarle
tu pasado.
Agnes Tengo que verlo.
Franzeck Lo verás. Un día abrirás tus ojos llenos de lá-
grimas y estará parado delante de ti.
Agnes Quiero ver a mi marido.
Franzeck No, no quieres. Piensas que quieres pero si su-
pieras qué aspecto tiene, sabrías que no lo quie-
res.
Agnes Déjame besarle. Tomar su cara entre mis manos.

40
Franzeck Agnes, no queda nada de su cara. Peter se chocó
contra un árbol, pero no contra el tronco, sino
más alto contra las ramas. Una destruyó su ojo
derecho. Otra su mandíbula inferior. Da la impre-
sión que Peter siempre tenía esta mordedura. Pero
no fue así. Lo que más molesta es la oreja que
falta, en lo que a mi respecta.
Agnes Cállate.
Franzeck No quieres escucharlo, cómo entonces quieres ver-
lo.
Agnes Ay.
Franzeck Sí, llora nomás, las lágrimas te hacen bien. Ven
acá, ven con tu Franzeck. Así. Ahora. Bien. Estás
temblando. Sabes una cosa. Primero te voy a dar
un rico locro de habas. Con tocino. Eso te dará
fuerzas. La depresión sólo te agarra cuando estás
malnutrida.
Simón Franzeck. Deja en paz a Agnes.
Franzeck Pensé.
Simón Aléjate. Agnes. Mi niña. Lo siento.
Agnes Lo sientes.(?) Qué es lo que sientes.
Simón Digo.
Agnes Qué es lo que sientes, pregunto. Y por qué Peter
salió a esa hora tan avanzada. Le mandaste sacan-
do. No le retuviste. Qué voy a hacer ahora, cómo
voy a.
Simón No me reproches nada y tampoco te reprocharé na-
da.
Agnes Qué me reprocharías.
Simón Te lo digo, no te reprocho nada. Anda. Acerquémo-
nos y juntémonos. Para ser una familia.
Agnes Déjenme en paz con su familia. Quiero a Peter.
Peter. Peter.
Simón Tranquilízate. Juntos lo lograremos. Cómo está mi
nieto.
Agnes Qué sé yo. Durmiendo. Arriba en vuestro cuarto de
huésped. Voy a dejarle aquí.
Simón Aquí.(?)

41
Agnes Cuídenle. O entréguenle. No lo soporto más, ya no
puedo verle la cara. No lo quiero. Nunca lo qui-
se. Me dejé persuadir, de hacerle, de conservar-
le. Peter estuvo como ciego, sabes, estuvo loco
por los niños. Somos demasiado jóvenes, le dije,
quiero deshacerme de él, rasparlo, eliminarlo por
absorción. El niño me convirtió en viuda. No
quiero tenerle cerca.
Simón Te tranquilizarás. Y amarás a tu hijo.
Agnes Mi hijo. Mi hijo. Qué es. El resultado de una no-
che de borrachera. Nada más.
Simón Agnes, por favor.
Agnes Ni siquiera conozco el nombre de su padre. Apenas
me acuerdo de su cara.
Simón Agnes.
Agnes Agnes, Agnes, Agnes. No te hagas el indignado.
Acaso crees que debería avergonzarme. No me aver-
güenzo, Simón, Agnes no se avergüenza.
Simón Anda verle a Peter. No tengas miedo, le arregla-
ron. Tanatotécnica se llama este oficio. Buena
manera de ganar plata. Coser las orejas de los
muertos. Qué pasa. Estás pálida. No te sientes
bien.(?) Quieres sentarte.(?)
Agnes Dime ya qué mismo pasó esa noche. Por qué Peter
salió de aquí. Y por qué tomó el coche. A dónde
iba. Dónde mí. Quiso irse dónde mí. Quiso irse
dónde mí. Por qué. Quiso. Quiso reconciliarse,
Simón, Peter quiso reconciliarse conmigo. Por fa-
vor. Simón.
Simón Lo hueles, Agnes.(?) Este aroma. Agri-dulce. Eh.
Qué es. El locro de habas de Franzeck. Lo prepara
con tocino. Exquisito. El chico tiene cualidades
ocultas. Qué te pasa. Levántate. Qué haces en el
suelo.
Agnes No puedo.
Simón Levántate. No quiero sacarte cargada.
Agnes Fuera.
Simón Ahora sal de mi casa, Agnes.

42
Agnes De ninguna manera. Me quedo aquí. Con mi marido.
Simón Con tu marido. Nada hiciste por tu marido. Por
qué crees, yace aquí.
Agnes El buen Simón Korach. Obviamente, la culpa no es
tuya.
Simón Fuera ya. Y llévate al niño. Aquí no se queda.
Nunca te hubiera preguntado por la paternidad. Tu
hijo hubiera sido un Korach. Pero delante de mi
hijo muerto me vienes con tu historia de cama.
Helle. Bien. Agnes estaba por irse.
Helle Tan pronto.(?) Quédate un rato más. Nuestro nieto
duerme con tanta paz y tranquilidad, no vamos a
despertarle.
Simón No tenemos nieto, Helle.
Helle Claro que tenemos un nieto.
Simón Peter no fue el padre.
Helle Simón. Ya no íbamos a hablar de esta maldita
prueba.
Simón La viuda confesó. Mintió a Peter todo el tiempo.
Se dejó follar y fue demasiado cobarde para admi-
tirlo. Con permiso. Tengo un discurso que prepa-
rar.
Agnes Simón. Quería felicitarte. Bien hecho. Yo también
voté por ti.
Simón Nos vemos en el cementerio del bosque. Mañana de
mañana a las diez. Abrígate bien. Anunciaron llu-
via y la iglesia no tiene calefacción.
Agnes Helle. Di algo.
Helle Qué más puedo decir.
Agnes Ustedes, la buena gente Korach. Qué otra me que-
daba. Dímelo. Qué. A quién le hubiera servido su
maldita verdad. Peter. Estaba feliz. Más era hijo
suyo que mío. Amó, aduló al niño, daba susto. De-
bería haberlo destruido. Por qué. Ahora me apun-
tan con el dedo pero no les molestó mi pequeña
mentira. Vivieron bien con ella, durmieron bien.
Y quién se desveló, del miedo que algún día se

43
sabrá. Fui yo. Fui yo la que cargué con la menti-
ra. No ustedes.
Helle Deberías habérselo dicho. A más tardar cuando ya
supo la verdad.
Agnes Su maldita verdad. De qué verdad hablamos. A qué
sirve. La verdad mató a su hijo, también les qui-
tó al nieto. Esa no es mi verdad, Helle. No debe-
ría haber hecho esa prueba. No sin mi permiso. No
fue correcto. A dónde vas.
Helle No sé. Afuera. Simplemente ya no quiero estar
aquí. Voy por mi marido. Me necesita ahora. Y le
necesito a él.

***

Franzeck Sí, eso son los Korach. Gente fina. Gente de


bien, gente justa. Sacan lo mejor de nosotros. Y
lo mejor, Agnes, es la lucha, nuestra rebelión. Y
para poder rebelarnos tenemos que primero estar
bajo cero, sólo el humillado puede levantarse.
Sí. Los Korach no nos perdonan nada. Ni siquiera
se perdonan a si mismos. De mañana, lo primero
que hacen, es tomarse su propio pis, como el jugo
de naranja de los demás. Se llenan un vaso de té
y toman dos grandes sorbos de su dádiva matinal.
Eso les hace fuertes. Y. Dejan el vaso en el la-
vabo ya que tienen al Franzeck, él guarda las co-
sas. Los Korach no quitan el trabajo a nadie. Lo
que más quisiera Simón ahora es bailar, colgar
globos, ponerse una nariz de payaso, tomar cham-
paña de tanta alegría de haberle ganado a Gruber
al cuarto intento. Pero no es correcto bailar con
un cadáver en casa y por ello se controla. Déjame
ser tu amigo. De mi corazón queda una tajita,
sangra; te la dejaría a ti, Agnes, para que la
cuides.
Agnes Qué quieres.

44
Franzeck Qué quiero. Una familia. Esta familia aquí, no me
quiere. Franzeck no está a la altura de los Ko-
rach. Y a ti, tampoco te quieren.
Agnes No tenemos nada en común.
Franzeck Lo que vives, yo también lo viví. Perder a al-
guien. Cargar con una culpa. Derrumbarse. Sentir-
se responsable de un niño. Todo eso, lo conozco.
Agnes.
Agnes Me das asco.
Franzeck Soy el sueño de toda mujer. Quizás no a primera
vista. Pero soy fiel. Tengo sentido de humor. No
pierdo la esperanza.
Agnes Déjame pasar.
Franzeck Ahora soy asistente principal. Ningún Franzeck lo
ha logrado antes. Hemos sido curtidores, cuberos,
médicos de balneario. Mis antepasados sólo cono-
cían los Ministerios desde afuera. Lo dejo. Por
ti. Por ti y el niño.
Agnes Ándate.
Franzeck Me iré contigo. Lejos de estos Korach. Agnes. Mi-
ra. Mira el mundo. Y no con los ojos semicerra-
dos. Ahí yace tu marido, arriba duerme tu hijo.
Estás absolutamente sola.
Agnes Seguro que a ti no te necesito.
Franzeck No tienes que amarme. Nos arreglaremos. Digo, de
todos modos, físicamente no me interesas. Como
mujer. No es una enfrenta, Agnes. A mí sólo me
importa la familia. Dios mío, un hombre necesita
una familia. No seas demasiado exigente. No bus-
ques demasiado lejos. Cómo dice la canción popu-
lar: No hay que marcharse lejos para ver amane-
cer. Para ver amanecer, amanecer. A dónde vas.
Eh. Piénsalo, Agnes, mi oferta sigue en pie.

***

Simón Quién canta.


Franzeck Perdón.

45
Simón Aquí yace un muerto, y el Franzeck canta.
Franzeck No volverá a suceder.
Simón Cuándo tengo que presentarme a mis electores.(?)
Franzeck Pronto.
Simón Bien. Trae trago.
Franzeck Trago.(?)
Simón Trago, Franzeck, tu sabes lo que es.
Franzeck No deberías tomar ahora.
Simón Quiero brindar por mi victoria. Tenemos que cele-
brar. Hemos ganado las elecciones. Trago, y rápi-
do.
Franzeck No hay nada en casa. Ni vino, ni cerveza, ni na-
da, ni alcohol de quemar, ni siquiera aceite de
muebles. Lo boté todo. Sabes por qué.
Simón Entonces consigue algo. Ahora mismo.
Franzeck Simón. Yo.
Simón Qué pasa.
Franzeck No puedo comprar trago. Imposible, la tentación,
temo, que.
Simón Creo en ti, Franzeck, lo vas a lograr.
Franzeck No me pidas eso, Simón, lo que sea, menos eso, te
ruego.
Simón Fuera. Anda.

***

Simón Desapareceremos de la historia, Helle, los Korach


se extinguen con nosotros. Tuvimos diecisiete ge-
neraciones. Y nosotros somos los últimos. Hoy día
eligieron a un Korach, pero no es más que la úl-
tima floración antes del ocaso. Todo el futuro de
nuestra estirpe descansaba en Peter y en su hijo.
Peter yace ahí y el niño no es un Korach. De qué
te ríes.
Helle Qué zonzo eres.
Simón Tú, siendo mujer, no lo entiendes.
Helle No puedes estar hablando en serio.

46
Simón Como hombre uno piensa en categorías más amplias.
Bueno, dejémoslo. No quiero discutir. No ahora.
Dime, no estás orgullosa de mí.
Helle Orgullosa.(?)
Simón Tu marido salió electo.
Helle Acaso vas a aceptar el cargo. Simón. Si vas a
hacerlo.
Simón Entonces qué.
Helle Votaron por ti por pura compasión. Porque hemos
perdido a Peter.
Simón La gente de esta ciudad quiere un cambio.
Helle Pagaste este cargo con la vida de tu hijo. No
tienes dignidad propia.(?)
Simón Se lo debo a los electores. Y finalmente, Peter
también hubiera votado por mí. Helle. La muerte
de Peter. Digo. Fue el destino.
Helle Tú le mandaste sacando.
Simón Se volvió loco. Me quemó los pies, estaba agitan-
do un test de paternidad, amenazándome con el re-
sultado. Quiso extorsionarme. Decía que por prin-
cipio uno nunca puede estar seguro.
Helle Y es verdad.
Simón Vieja, cómo te atreves. Delante de tu hijo muer-
to. Criado por nosotros. No te da vergüenza.
Helle Sólo decía que por principio uno no puede estar
seguro.
Simón Por principio quizás no, pero en tu caso sí. No
puedes guardar ningún secreto. Te conozco, Helle,
fui yo el que te hizo mujer.
Helle No te hagas el ridículo.
Simón Yo te desfloré.
Helle Para nada.
Simón Sí. E incluso me diste las gracias.
Helle Maldito de mierda.
Simón Estuviste feliz cuando estuvo hecho. Tienes tus
cualidades pero no se puede decir que seas una
diosa del amor.
Helle Quizás no contigo.

47
Simón Eres fría, fría como un pez.
Helle Estoy fría en tus manos. Todos se enfrían en tus
manos. Ahí yace tu único hijo, muerto porque no
quisiste reconciliarte y ahora tu única preocupa-
ción es que los Korach se extinguirán.
Simón No necesariamente. Aún no estoy del todo seco.
Helle Pobre, pobre tipo.
Simón Déjame en paz.
Helle Vas a aceptar el cargo.(?)
Simón Estoy absolutamente decidido.
Helle Entonces me voy.
Simón Anda nomás, anda.
Helle Simón. Fue Gruber.
Simón Qué pasa con Gruber.
Helle El nombre que no te di.
Simón Gruber.(?) No te hagas la ridícula. No funciona-
ría ni en lo óptico. Sería como san bernardo con
salchicha.
Helle Funcionó muy bien, Simón, te le juro, no estuve
fría con él. Por qué no revisas tus opiniones so-
bre lo que vale en principio. Y la duda. Buenas
noches.

***

Franzeck Estoy a orillas del mar, un mar de trago, de tra-


go de albaricoque* de Engstring Alto, segundo
destilado, para ser exacto. De muy lejos, allá
dónde la tierra se curva, llama esta voz, una voz
de niño, diáfana, inocente, desgarradora. Fraaan-
zeck. Fraaanzeck. Veenn. Veeenn. No dejes que me
ahogue. Y yo, sin pensarlo dos veces, salto, me
sumerjo, nado, a grandes brazadas a través de es-
te líquido transparente, seductor, y sé que con
un solo sorbo, aunque sea del tamaño de un dedal,
estaré perdido. El trago de albaricoque

* (Damasco en Chile - N. de la T.)

48
despide el aroma del paraíso, pequeños trozos de
albaricoque pasan flotando como peces dorados,
jugosos, carnosos, imbuidos de trago. Un manjar
de los dioses, un manjar del diablo. Mi cabeza
está a punto de estallar, pero me controlo y me
concentro en este llamado. Conozco esta voz. Sí,
pero de dónde. Suena como. Como un gatito a punto
de ahogarse. Tierna. Fraaanzeck. Fraaanzeck.
Quién puede ser. Quién llama. Y luego, a la dis-
tancia, surge una masa pálida de las aguas. Una
isla. Un barco. Un ser humano. Pero quién. Quién
está extendido en el trago de albaricoque, de es-
paldas, jugando, lanzando chorros hacia el cielo.
De emergencia en alta mar, no tiene nada. Quién.
A quién veo. A mí. Al Franzeck. Borracho como una
cuba. Y entre dos tragos, por guardar las apa-
riencias, socorro, socorro me estoy ahogando. Qué
sapo. Qué hago. Le salvaré a este hombre.(?) Sal-
var. No quiere ser salvado. Me halaría para aba-
jo. No haré este sacrificio. No para ese borra-
cho, esta criatura sin valor. Le ahogué sin pen-
sarlo dos veces. Sumergiéndole en el trago de al-
baricoque. Dio dos a tres respingos, pero después
reinó el silencio en el destilado. Franzeck quie-
to y pálido como el gusano en el tequila. Aquí
está la botella.
Simón Trae copas. Y una tijera.
Franzeck Vi el blanco en el ojo del dragón. Y no cedí.
Simón Copas, digo, dos.
Franzeck Helle toma.(?)
Simón Helle. No. Tú tomarás, Franzeck, tú.
Franzeck Simón, por favor.
Simón No vas a dejar que un hombre viejo tome solo en
este momento.
Franzeck Temo.
Simón Vas a tomar.
Franzeck Que me mate.

49
Simón Yo te creé, yo te destruiré.
Franzeck Simón.
Simón Fue una broma, Franzeck. Qué crees. Te amo. No es
nada. Vamos a brindar. No vaciar toda la botella.
Franzeck Así.
Simón Hace tiempo que has demostrado tu constancia. Tu
voluntad.
Franzeck Te parece.(?)
Simón Claro que sí. Estás curado y hace tiempo dejaste
de ser un bebedor.
Franzeck Juré.
Simón Deja. Tan patético. Juramentos. No te des tanta
importancia. Quieres ser mi asistente principal.
Vas a tener que brindar, en las recepciones, in-
auguraciones, aniversarios. Entonces.
Franzeck Con gusto. Pero no puedo.
Simón Franzeck.
Franzeck Sólo un sorbo. Un sorbito a lo máximo.
Simón Qué dije. Valor. Entonces levanto la copa. Por
qué brindamos, Franzeck, qué dices.
Franzeck Por.
Simón Por nuestra victoria, qué más. Por el triunfo de
la esperanza sobre la agonía. Y brindemos por Pe-
ter que dejó su vida por la verdad. Tomémosle co-
mo ejemplo, desde ahora y para siempre. Cada vez
que dudemos, cada vez que no estemos seguros y
vacilemos en el camino de la virtud, nos guiare-
mos por su ejemplo. Salud.
Franzeck Salud.
Simón Salud. Pero no estás tomando.
Franzeck Estoy tomando, estoy tomando. Dios mío, qué rico.
Qué pasa. Simón.
Simón Qué piensas. Quién yace ahí. Frío y muerto. Mi
hijo. Mi único hijo.
Franzeck Fue un buen hombre.
Simón Vivió la vida.
Franzeck Sin compromiso.

50
Simón Un Korach, un Korach de verdad. Deja esa risa
zonza.
Franzeck No me río.
Simón Lo estoy viendo. Estás feliz.
Franzeck Sólo de tu elección.
Simón Feliz de la muerte de Peter.
Franzeck Simón. Cómo pudiera.
Simón Casi no podías más de la felicidad cuando me co-
municaste su muerte. Tu cara fúnebre es un dis-
fraz malogrado.
Franzeck Hemos alcanzado una meta.
Simón Hemos. Y cuál fue tu aporte, se puede saber.
Franzeck Fue mínimo.
Simón Inexistente.
Franzeck Si lo dices.
Simón Franzeck, hijo mío. Ven acá. No estoy enojado
contigo. Te entiendo. Quieres tomar el lugar de
Peter. Como mi hijo. Mi heredero. Verdad, es así
o no.
Franzeck Simón.
Simón Tomemos un poco más. Así. Y ahora tráeme unas ti-
jeras.
Franzeck Unas tijeras.(?)
Simón Estás sordo.(?) Espera. Primero otro sorbo.
Franzeck No.
Simón Maldito de mierda. Vas a tomar.
Franzeck No quiero.
Simón Asistente personal o banca en el parque. Tú eli-
ges. Bien. Toma, hijo mío. Así está bien. Acábalo
ya.
Franzeck Qué rico es. Cómo pude haber estado tanto tiempo
sin. Estoy perdido.
Simón Qué va. Tus discursos. Peter. Hijo mío. Me oyes.
Aquí habla tu. Aquí habla Simón. Escucha.
Franzeck Un discurso fúnebre, sí. Silencio, silencio en la
sala. El magistrado pronunciará un discurso fúne-
bre.
Simón Lo primero que quiero decir. Lo siento.

51
Franzeck Mea culpa, mea máxima culpa.
Simón Silencio. Peter. No sabía. No te hubiera. Es que.
Peter. Tienes que creerme. Una palabra sincera.
Acabo de, tu madre. Cómo decirlo. Debes compren-
der. Franzeck, necesitamos hembras.
Franzeck Ahora mismo.
Simón No quiero extinguirme. Peter. Maldito testarudo.
Mis pies queman como el infierno. Dañarme así mi
querido baño de pies. Cómo puedo ahora, con estos
pies, un baño de pies. Un momento. Podría con
agua fría. Claro que sí. Franzeck. Apura. Tráeme
la palangana. Agua fría. Peter. Te amo. Cometí
errores. Lo haría de otra manera, si pudiera. Y
siempre pensé en mí, demasiado en mí. No en ti.
No fue bueno.
Helle entra con maletas.
Simón Pero ahora tengo posibilidades, entiendes, ahora
puedo cambiar muchas cosas, no entre nosotros,
sí, pero hay muchos hombres como tú, muchos
hijos, te lo digo. No ves. Salí electo, Peter,
electo. Te agradezco. Dame la bendición. Necesito
tu bendición. Di algo, digo, dame una señal. Y
deja esta sonrisa misteriosa. No me gusta. Gruber
también tiene esa misma sonrisa. Tan indolente y
engreída. No tienes por qué. Peter. Tú eres un
Korach.
Quiere cortar un mechón del pelo de Peter.
Helle Qué haces.
Simón Dios mío. Cómo me asustaste. Hace mucho que estás
ahí.(?)
Helle Para qué las tijeras. (?)
Simón Lo cremarán y no quedarán más que cenizas. Quiero
un recuerdo, nada más que un mechón.
Helle Quieres hacer la prueba.
Simón Temes algo.(?)
Helle Y tú. Qué temes. Qué cambiaría para ti si no fue-
ra tu hijo. Le amarías menos. Estarías menos

52
triste de su muerte. Ya no puedes cambiar nada.
Está muerto.
Simón Qué haces con la maleta.
Helle Me voy, Simón.
Simón Te vas.(?)
Helle Es lo que deseaste.
Simón Pero no ahora mismo.
Helle Para qué perder tiempo.
Simón Y quién enterrará a tu hijo.
Helle Lo vas a lograr solo.
Simón Helle. Yo. Por favor. Te necesito.
Helle Franzeck te ayudará.
Simón Te necesito, Helle. Lo siento. Lo que dije antes.
Por favor. Bizcochito. Dios mío, que dirá la gen-
te. Digo, tienes que comprender. Estará la pren-
sa, la televisión, lo aprovecharán al máximo, tu
ausencia alimentará sus grandes titulares. No
quiero comenzar mal. Sí, no lo entiendes.
Helle Y un momento creí que era yo la que te importaba.
Simón Helle. No.

***

Franzeck Señor magistrado. Aquí está su baño de pies. Y


una jarra de café. No queremos demasiado alboroto
delante de la prensa. Pedí un taxi, te viene a
recoger.
Simón Qué pasa. Qué haces, no toda la botella, tú, Dios
mío, ahora está vacía.
Franzeck Ya no hace daño. No debes presentarte borracho a
la prensa. Adiós, Simón, y gracias por todo.
Simón Toda la botella. Maldito. Quería tomar un poco
más. Franzeck. A dónde vas. Tus bromas, Franzeck,
son cada día más pesadas. A mí no me agarras.
Franzeck. Tengo buenas noticias. Helle se fue.
Estamos solos. Sólo tú y yo. Ya no tenemos que
ser considerados. Mañana vamos a cremar a Peter y
luego estaré solo y completamente libre. Ya no

53
podrán hacerme nada, esta gente con su tic de fa-
milia. La familia, Franzeck, no lo olvides, la
familia te debilita y no podemos ser débiles aho-
ra. No ahora. Ahora tenemos que imponernos. Lim-
piaremos toda la administración podrida, desde
arriba. Estos malditos de mierda se instalaron
cómodamente en sus direcciones, vamos a dejar en-
trar aire nuevo sin consideración de circunstan-
cias personales. Ha. Circunstancias personales.
Que ellos mismos limpien su hábitat, su nido de
ratas. Les diremos: Echen a un cuarto de su per-
sonal. O mejor a un tercio. Y luego, repetiremos
la tarea y cuando lo hayan hecho, repetiremos
otra vez y así. Tendrán que destruir lo que crea-
ron, tenemos que erradicar esta mala hierba desde
sus raíces, me oyes Franzeck. Nada mal, este baño
de pies frío. Llenaremos los cargos con jóvenes
sinceros y hambrientos. El futuro pertenece a los
jóvenes. Y si te portas bien, te nombraré direc-
tor de salud. Lucha contra las adicciones etcéte-
ra, entiendes. Los jóvenes necesitan buenos ejem-
plos. Pero primero serás mi perro rabioso, mi
cazaratones, mi veneno de palomas. Mi Berija. Te
temerán, puedes estar feliz, serás su pesadilla.
Los honorables académicos temblarán y lamerán tus
pies. Convocarás a los señores y a sus discípu-
los. Y luego les dejarás escoger a quién echar
primero. A quién pasar primero por el cuchillo.
Ha.
Se oye un tiro.
Muy chistoso, Franzeck, realmente muy chistoso.
Un niño grita.
Agnes.(?) Sigues aquí.(?) Agnes. Llévate al niño.
El niño grita.
Agnes. Habrá dejado al niño, así nomás. Cómo.
Franzeck. Con tu chiste despertaste al niño. Por
favor podrías. Si ya despertaste al niño. Fran-
zeck.

54
El niño grita.
No aguanto más. Maldito sea. Que por favor al-
guien se ocupe de esta… Podría alguien calmar a
este niño, por favor.
El niño sigue gritando un rato.
Oscurece.

Fin del rollo.

55

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