Sunteți pe pagina 1din 17

Geogralia cultural

delinicioncs darla, n I:t se onda p:1, Lara abordar un problema liistürieo tund.rcnunal. Sin
u
etnh:ugo, no nos qued:uem»rs en Cl an ilisis hi,uírico. sin' yue hmem's na hace innziuc-
10 cir',n hacia el estado cine --xnaida la geu latía cultural en Amenca L;nina.
Los ni mo, yue hacen pertinente ti], capitulo especiltcn subte la ge' u aíro cultural en
GEOGRAFÍA CULTURAL l
un tratado de cceog r diat humana son. al menos do , E leulairlo t ad n o os i Fla sonlu sioti e ue
amibos termino, e incluso la tendcnci:; yue existe, ¡: , (, Is or , de
emplear • gc<reraha culutlal- ^•cosro(i;t humana= como srnoninio (Blij, 1
Federico Fernández Christlieb 20()0: 121 oqut deslrrdan•ntns nna de otra. (,¡ti,, sc_undo mutuo hall sinos el si urente:
Universidad Nacional Autónoma de MéxiCO, México muchos c pecialistas consideran que la _eograf ta lium;uta, que halita pci dudo peso arre ia,
¡encías soc¡ale, del si lo xx. hoc sc h lla en un pit,tundo p; oca. , de rc nos tc ion t ilas al
col'mis cultural en (c oali r. En p l hr:ts del •e,igtlo 11ancc I out Clec tl: el .i üi tl giro
cultural no, hace eontprende•. que I cultur t no con,Utuve un ectoi p iucular de L t ,ida.
sin' (lile deSempena un papel en u,d»r los d rntimus de la Geogt [lía, (Cl [cal. 2(10l<i: 11 r. De
ahi yuc los cnordinadon., del presente ori(lnuwt Irasan contemplado este capitulo.

1. Desarrollo histórico de la geografía cultural


rr;ul❑
cono nn,r sr I' ^^. tu lenta! de la (.e. . c,t ola h u prnlnndam<t i5
Al el la ':+ m
por lo, tt'aha¡os ruihzados en AIcllo lini limarme < i i 1,, ant<riu. T:uito en Fi an<t r o , n„ cn
l.lani ,non peo af la ultur l a tuca ti itera de estudiar el espacio c no a una rtm + de la, cien
res nido.. Ir, at»ts r'espondtan tndai ¡a a los planleatiiieut's Icrr-
ciar, ^e„l t,itica, 4lediante la eeografía cultural no sólo se estudian In as¡x•ctos t tunales del inslatrtr;t k,s l
espaein sino t:•mhie i i el espacio \¡sto a toi es ele los cristales de las ciifer c irte, culrri .t,. Mas yuc colle egas olent:rite¡.l)
l este tlc
nmd:tdos Por su5 s cr ill pais s e - i <i r raleci+ etrne'r cien to rrteh rzo
arla
un área del conocimiento. c, nna Iunici n desde la cual ohserx a el imrsn td,;r. De este modo el Guena Mundial. parre de la n a,lici: n :,icntnic.) de littl nicersidl:ul de Calitcn- ,, en Bci kelec.
espacio. sea barcal t, an,u:l, hosco„ od escnico, llano o ahnrpu,: urhaia<, ll. in talar i En la detalla de 1`x2(1 (oil O tione t. ealcdr;
continental. antiguo o c, nilc mpor.íncn, puede ser estudiado con un enl qt c cuu abrir la línea, de lit _cn,^rati:teoluual.Esrrnp<,nantedcir
' e cgile iie,lin-&iiiii•inranea
en lciliíiiii uy9: lo
„ti., muslo, el hielo de estudio de la seo v alía cultural no es distinu, que el :de la a nutntrnrra alemanes r un,: bocio parte de ,u 1" niaei Set basict
eras. Peor a diferencia de oí]"),. el erloyue que prntlegta la apura cuino. que estonios unte 1111 eonoeede,r de I, lengua uel<' Icitaliuies ale esep (rspetil, áreas
do el objeto de su estudio: el espacio. sin separar los componente, n tunales de lo,, srreiale, sin) Estanurs ran,hten ante el u gial y
uni
Para el enfoque culttu:il no has ¡x ot atentado contra la integridad del espacio que el de dividir
a la disciplina en eco:,tnha lisien gco_nitia humana c orientar lit, hacia ohietito s(:par ado,. Ele
colon alnteitte lej:uta, desde una rrpnea r coi
rnienu, con la gen gratia
notleantei icana en
moca- Ett i
l,;_»» c ui l ii abirm a IS,t
itrahaioe etc shistari:la-

enloquc cultural asunte' que la realidad espacial e, completa x que todo espacio es p ne, Ocio Se hüitei. Alh ed Hrt tnet. au_ usl Me ¡ven. He•nu:u o Al i ner. Eduard H s2 i ; Sientilt'd
111.
tanto de lo, tenonieno, de la naturaleri como de la actividad de lo, gntpos sociales. Passar_e, sin descontar a cla,ieirs Como I Iuntholdt, Rittei c Rabel (Sauer I
problema, ten .totialcs con esta opti-
En este capitud»; e xphcaremos reuno se colocan lo s
ca. conienzando por hoce r la historia misma de la eog1 aria cultural a p uiir de la, inquietudes
decintnni,nicas de la gee,atalia alemana. Hemos comenzado ahi en la naelicion germánica, romanticismo alemán
11. La sensibilidad del
porque para adoptar lo posieinn que exige la geogt alia cultural en sus ohseru aciones hace talla
,el romántico El rontanticisrno aleman se caracterizo, entre otras osas, Ixa su curiosidad Alexander con Huntholdt había establecido cine el exordio del c rit,rumbpldt11200d t cllr ar la
sobre los pueblos lejanos en el espacio c' en el tiempo Desde el arle e desde la ciencia el inani,
existencia de relaciones entre la mata la animada e uvctuuaau-nicnte en lo conce10, 1. 1 a las
romanticismo se pregunto por la alteridad Para descitar la intento .»ponerse en lo, pies del Con el objeto de explicar la dü test dad anihienuil. p:
oro:,. Hoy en cita, esta curiosidad es el motor de la geogtalia cuhural c su nictodo consisle x rus ce troles (C'ape1. l os,: 2 2 -21!. I iuniboldt bahía introducido el concepto de , medio„
tt'ecistnlente en tratar de ponerse en los pies ajenos. Una parle de la escuela nortcamer ieana tlClaaal.
s -1 19 ir: 7,3» ('arl Riner tac quien aplico dicho euncptn a la relacu m cnnc la nantralc
za : drieh
de Be -kclex retomo est-t idea % con ella se renoco una u'adit r.m que dn r, buen p siZC del . r c 1's algxu humanos ISuuld;ut, 1 88: I (, J-1'()). nmenu-as que, décadas de,pues Ft i
Oto" escuela, geol r alicas han empleado este enfoa,_te hasta nue i i, eh ellas d u e , Ratzel utiliz»' estas nociones para explicar la distribución de las siittItes e tliliticrminel
uno cuenta en la primera seccion. En la segttrtda establece[ e s las de rus cine, tásic r Ias ambiente % w movilidad en lo, tcrriu,rius (Ratzcl, 1981) , A el debenio,
ennstdeorcinnes nielodolneieas que debe tener ptesco , el nicesu d< r _e mu l is tersieuie,
Kulnn , r;+:>hir acuñado en 1 S75.'
tn is actuales de este enfoque. Aquí ineluirenios -.nthien ai_luios nl, neamienus noucie,-=o,.
Por ultimo, la te, cera secexin del capítulo conipt ,nde un:, t ellevir)n la especiticulad de
este enl, yue en Anicnca Latina. ni) árc t eo u=rbe r c ierizada por ci cont e:n entre d os i »,'s»•.^h,-r ri
111, i,i^ni(i ,.r I I, `i unir 7.,S, -I nntr:c^;rtei
univets »S culturales. Hablaremos de los avances de este enroque en nu ». os ttai .e, oheu esa 1——
I i it I! I I aJ •-n:u non I'-Ga,.1.ur- '_, ^ 1. I--'03r.
reni»r, especitieanx•me la aplicaciE,n del enfoque :iiitue:l p.ua la c ;.ttPren,.nn dei ntotnear' lu. drwl.i. lu, i:: ennr.I :

cn que se da el enciennno cultural entre Occidente v Anterca :uiti_ua. 1loamos, uso de Lt-
221
TEA l AD-,i li- C (r"::RAe .n. tPJt.lAN+I
1FATADO DE GEOGRAFIA,IMANA
Federico Fernández Christlieb Geogratia culturas

RatzeL ademas, respondía a los trahajos del naturalista ingles (harle, D:u^cir) quien. en eles onginanas de América I Sauer, 1970i- Pana Sauer: había dos cuestiones rnctrdológicas que
1359, había publicado El ori r rt de las especies s' planteado las nociones de ,seleccion natu- no dehtan perderse de vista: la primera consistía en entender td paisaje corno un objeto tísico;,
ral> s de «supertitencia del mas apto>, (Dantin, 1985). Con ellas proponia que las especies la secunda implicaba hacer. en toda investigación, un rigut'osu trabajo de cart¡xt.
compiten por el espacio s por el sustento t sólo sobresisen aquellas capaces de adaptarse a Esta última cuestbin la apr endiri posiblemente de Franz Boas s, desde luego, de Bronislasv
las condiciones ambientales a lo largo de las generaciones. Ratzcl esuapoló estas ideas t las Malinossski. ¡.a historia de la annupologia considera a \lalinossski corto el pionero del meto-
aplicó a la lucha por el «espacio vital» cros los grupos humano. N, más precisamente. enu'e do conocido como «observación participante>.. hov tan soco» sido en geografía cultural. A dife-
los Estados (Ratzcl, 1987: 73-1 1 5). Al campo de investigación de las relaciones entre socie- rencia de los autores que hemos senil', ntencionandu. \1alinossski es de origen polaco c su
dad t naturaleza lo llanto ann-opogcogratía s' le impuso cuau'o tareas: la primera consistía en formación la completó en la Gran Bretaña.'fru una estadía de cuatro años en las islas Trohnand,
estudiar la influencia del medio en el cuerpo t espintu humanos; la segunda en establecer las conlecciunó el método que consistía en introducirse largas tenipo alas en una cornttnidad v
causas de la distribución de los grupos sociales sobre la superficie terrestre; la tercera en dejar que los individuos de ella se acostumbrtu an a verle hasta tal punto que actuaran de meso
deter-rnina' la ¡tuinIidad de dichos grupos e la última en cati igrahar la, áreas donde viren corno si el observador no estuviera. Tanthicn consistid en ti-abajar con ellos. en acompañarles
los hrtnran<,s (Clavad, 1995: 10-12). Impregnado del espttitu de su siglo. Ratzcl quería esta- en su, jornadas, en paniciparde sus fiestas míos hasta la medida de lo pcnincntc f Malinosaski.
blecer una teoría cienl inca sobre la ocupac ion del espacio por la humanidad- es decir quería 1973). \las adelante volverc•mr>: a Sauer v a catas do, preocupaciones su\a,.
establecer una telacion causal cuur la naturaleza t la sociedad. En realidad, como seremi 5 La geoet'aha 1ruicesa cambien ¡tic sensible a lo, razonamientos iniciados en Alemania.
en seguida. Ratzcl privilegió el arabais en una sola dirección: la de la adaptación de los Dos academices siguieron con atención estas discusiones metodulógicas s estudiaran casos
humanos a sir medios la expresion pulitica resultante. que retes <<u'on v complementaron la idea del paisaje: c! geógrafo Jean Brtunhes v el historiador
En el tt'aansito del siglo xlx ad xx. la geugratia alemana desanollü la discusión de Lis Mar,, Bloch. -\ntixts fueroo alentaos ele Paul Vidal de la Blache t corto tales aprendicrun a
relaciones nauu'alrza-suciedad en anchan do ct cienes. cónti el medio intluia en el hombre s utilizar la noción de - eur s de ríe i lurnuas o generes-(te sida), que consistía en c onrm,tar
cómo el hontbt-e modificaba las arcas que habitaba. En este panorama, el geogratc,gerntanu- las actisidudes anuales de los pi,bladol e, de una comarca con las variantes estacionales de su
notteanterteano Franz Boas resulta un autor clave parra entender los esutdius que relacionan anibiente (\idal, 1994). Couuo resultado, los aluninos de \'idal podían mosu'ar cuma se iban
al hombres la naturaleza a naves del paisaje duiante el siglo x\ (Speth, 1999: 127-151: Conformando los habito, locales, la mane,, de trabajar: de descansan', de utilizas herramientas
Ct ang. 1998: 101). Como muchos especialistas de esta tendencia- Boas e tudib primero las v técnicas e, tinaht ente, la malicia en la que modificaban el paisaje en el que estaban inscritos
complejidades naturales. Aunque Boas tuco una solida formación en geugratia. en lisiar s en )Brurhes, 1984: 100-104: Clasal. 1995: 23. Ti ochct. 1998: 6). Bloch, adentüs, estuso atento a los
mateniaticas sus grandes aportaciones fueron realizadas en el campo de lu que hos coi), -ce- estudios alemanes sobre la cunfot^nación del paisaje rural s sincohi los procesos espaciales
¡nos corto antropología 1Monk. 1964: 71. En su obra mis iniponante, traducida al castellano con la esulucioin hisl<in(a )BIuch, 1988, 34-41 )- Ello le talio fundan: juntoocun Luciera hebsre, la
como (•nesuoxes joudrzntrtttale de Autropolo la Cultta-al, recela su, reflexiones tras aires de escuela historiuer:iticaa mas prestigiada de Furncia. la de los donde mas tarde Feniand
estudio con distintos grupos étnicos indicando que cada tino de ellos se ubica a si mismo en Braudel concretaría ----{unto tenemos- sus intereses por la geograilíu (Lacosic, 1988: 171.
el centro de luda explicaciun y que la idea de que has «razas superiores e inlen,aes caro 224). Cabe adsertii que la escuela hancesa prcljri<í hablar de <.eogctfía humana en lugar de
de fundamento (Boas, 1964). A esta con-¡ente de la antropología se le llamó elatisisnui «geugratia culuual»- pero que buena pape de su visión fue bancarricntc contpanida con la de
cultural»'\ en su fundamento ha.\ una fuel-te dosis de romanticismo. Boas, en particular. sus vecinos alemanes (Alcsniet. 1969: 17-97. Clasal. 1998: 119- 150).
pugnó entre sus colegas por la «tolerancia» hacia unas ,,tornan de cistiización y por el En sinirsis, el razonamiento alenrut de principios del siglo xx planteo que los diferentes
respeto a la dtvetsidad cuhural. A Franz Boas dehentos, al mero, parcialmente, el sentido de pueblos se especializar mediante la concepción de henanuientas, técnicas s ti tt ,d..s para adap-
compr miso que caracteriza a la geugratia cultural. tar-se al medie. Muchos de sus autores hicieron cnfasis en el proceso mediante el cual estos
Siguiendo con la ,.'adición humbuldttana, Hernann \Vagner señaló en 1920 la impor- conocimientos se difundían en el espacia de un arca cuhutal a oua (Blaut, 1994: 173-190). La
tancia de que la geugratia siguiera sinctilada al estudio del mecho físico. Pata \\'agnet no mayoría de los mencionados Ilegauutu a la conclusión de que los pibes, n históricos mediante
había duda de que I t ^eogratia es una ciencia natural» 1 Wagner. 1983: 55). Lo ni snio expu los cuales los pueblos modifican su entorno t son niodihc<ados poi este. quedan grabados en el
sn Alhcd Hettner en 1927,c ini luso se detuvo a criticar la idea de que Ratzel era el padre de ten ello, Dicha porción de terreno que constitute la síntesis espacial donde ha quedado este
la ,geografía del hombre», pues cinto podría serlo si en su .4itnnpogeia tafia „subestimaba la proceso registrado fue llamada Loto seltali «paisaje»). l.a disciplina científica que lo estudiatia
importancia del ambientenaturalHeuuerconcluseque la anti'opo eugralia,adoleciósilo sena el Ilttui,chrtliskrtnde («conoarnienio sobre el paisaje») (Sauer, 1995: 95).
despees de que la geogi afín física había creado una sólida base para po- reno- es ¡ticestrgacto- Aquí es necesario regreso onus siglos atras para ubicar el origen del termino Lcaulschu¡t.
tres» (Hettner. 1983: 68). Esta idea de que la geugrafia no existe sin sus inseparables contpo- Traducido como «paisaje» en alentar modet-no, LtntdschuJf puede descomponerse en (los
nentes natural c social loe compartida por casi toda la escuela alentara N de algún nudo lit: partículas: la primera. Lcntd, hace reverencia a la tierra, es decir, a la parte natural, al relieve,
asumida mas tarde por Salte¡- para desarrollar sus mctodus de descripción. al suelo, al ambiente originad. I.a segunda, xhailen. se refiere al modelado que, va sea la
Respecto de Raizol, la escuela alemana de principios del siglo xx hizo criticas corno la de naturaleza misma o el hura-iré, dan al terreno (1 Iaher 1995: 38-41 ). En inglés los componen-
Hettner: pero nunca dejo de reconocer sus aportado a tes. Wagner señaló que la gran aportación tes son los ntisntos. Lettul tiene la misma acepcion explicada que en alenuin y la partícula
de Ratzel había sido desviar la mirada de los geogrtfos de Europa al resto del globo. En conse- scape densa de la misma raíz getmanica «scapiau que significa originalmente crear,,.'aba-
cuencia. Wagner abogaba por hacer «investigación sobre el hombre en general bajo las condi- jar u ocuparse. Esta raíz es-olucionó a schal/ru en aleman conservando el significado de
ciones de su habitat natural» en los lugares donde se encunu-ase s adsittió sobre la intpottan- creación o modelado, mientras scapc, en ingles, cambio un puco el cnfasis tic] aew fon»adur
eia de entender. con risión histórica. los pu 'cts<)s locales que niodilican el espacio )'A a;=neta por la forma resultante (I labet,, 1995: ;S ) . F.l termino en estas lenguas quedo acuñado hacia
191,3: 54-55) Sotuer también recibió este legado entoc<i sus eundius de caso hacia lasa ocieda- finales del sial,. x\1. nlisnta epoca en la que pu,liferü precisamente la pintura paisajista en

222 -RATADO DE GEOGRAFIA HUFAANA a TRATADO DE GEOGRAFIA HUM ANA


Geograta cultural
Fedec,(,,o Fernandez Chns64eh

los países de cultura gerrnanica ICosr*roce. 2002: 64; 2003: 249). En aquel entonces. el defiende el telatis¡sitio cultural. Para Saaacr la a<intrü^rnüa^> es algo suhvocente a todas las
culturas N. por lo tanto. todos los paisajes -si bien dilerentes podrraut ser leidos de la
l cntl,cdrn,t; coa una suerte de regisu'n de la Iev que regia sobre una den larcacicin que estaba
depositada en las rnsluntbres de sus pobladores (Obvie, 1995: 634). de modo que la pintura misma tnanera por un imcstigador, idea que la anti'opologia de finales del siglo xx se enc-ai-
en un lienzo cumplía las mismas funciones que un mapa: representaba el territorio de un gat i de dcsntonau.
Set'. anos después de la publicación de:Uu ¡ole;rú dc( ¡lar'ale, Sauer cscrihc lo que pudiera
país. En la pinnn-a de una ¡u od Itierral, es decir, en un Lrrul.r(ur'r 1paisale), podían leerse
dados tale, como los límites exurnms del tenitorio, las suhdisisroncs en el interior de lit ser el acta de nacimiento de la «geografía culttual» Se nieta del celebre anfculo de Sauer
demarcacion. los caminos v senderos. los usos del suelo. las actividades a grtcolas v ganade- titulado precisamente Cullrr,al Geograpin s apruccido en 19)1 en la laicielopedir de (,ieNeias
t-as que estaban atnoriradas las arcas urbanas c rurales. Iris zorras de bosque. las fuentes de Sociales Alaulfilla,r publicada en Aucs a )oi h Saucr, 1982). En el snteuza los concepto. tanto
ac*ua. en fin. Iodo aquello que era relevante para cl manejo adecuado del territorio segun la de la escuela aleutana cona aquellos desau-1 ollados en sus propios (tabajos anteriores.
En este articulo. Saucr c onlirma la pertenencia cíe la geogralia culwral al campo de la
eoncepefc"m gema llica de entonces.
geogratha tísica. incluso reconoce que la pruncia ha sido acnc^rndradat p, nr Inc gconuci ilc pta
v que su (arca consiste en estudtat • las c•xpresiones del apn>vccharnientu humane,
la supenlic¡e,.. es decir, <dos rasgos s isihless que se hallan en el espacio. La unidad espacial
1.2. Sauer y el estudio del paisaje que estudia la gcogi-aha cultural es el <paisajc» o -:arca culi u'al,. Saucr tansbieu deja en
claro que todo airea cultural es iestliado de un proccso histórico en cl que han participado
Carl Saucr uunbién recogici cl concepto de lartrlscha(r en su cersicin traducida al inglés s' lo
sucesivas culturas \ que ello hace neceso-¡o que el insestigadur recurra a mcrodos
desan'olló en las dértdas er goe diri=*icr sus roscstigacionrs en Berkelev Corto hemos señalado,
especíhciuncute historicos. Asi tus testimonio, escritos lo, arqueol<i_icus v los emograhc os
Soler meo michos de las ciar u ieristicis que marcaron at los eeclg;aGs alemanes tic] siglo ante-
se hacen de prinicia ulilidadparo el =e,isralo.quien sesera forzadoaaacudir diicitanrcnteal
rior, por ejemplo, la de forre:u^c priincro en disciplinas mas c alentadas al estudio de la natula-
úrea de cs(udio a realiza i- trahalo de Carnpo.
Iera. En su caso. Sorterestudici geología (Bosque, 199591 La manera de prcxederen el estu-
dio de las rocas v de los otros componentes gecrmotiok _reos fue empleada pcir Sauer para
5 tonto, fui programa que esta un.lic ido con el ,-,h¡etiso
La geografía cultural itn¡li.:t. por
describir la ocorfi,logia del paisaje Fue así como titulci su obra planes publicada en 192,
genecal de la Gcc,Lralia esto es, un crila-ndinrienlo,le la dil.ruciaci<ia de la Ti,-ir, por
11nr7rl;nG ^, t i l nni.rapa. De la misma matrera que un geólogo desCtibc los alloramfei tos roco- aneas. Sigue siendo eu han parre ubsacaCüm directa de campo hasada ,,l¡ ¡a del
sos. su oriacn \ sus e:u:acterísticts. Salte¡ propuso que l i t Geografía debla describir el paisaje anrlfsfs morühmcpr U du:nroliad ❑ en primer lugar en la prociafia física Su nictodu c,
visible lar mado pon los elementos tanto de origen natural corno culmi-al i Alrlchell. 2000: 2(,-21) r. rs'olutiso, espec-i ic.unente histórico hasta donde lu pcrmitc la documcntae icen s , por c on-
En particular. lodos aquellos ohjclo. o rasgos del paisaje elaborados por humanos serían el siguienle, tata de deterntirtiu la, suiesinnrc de iullura que h:ut tenido lup':n en urr :inca.
tema tic la ricogralia cultural. 1 na de Las icic i ertcias de Saucr Alhrd 1leuner. hacia embestido [...1 Los problemas principales de la rorrafro cultural consist iris en el deseabrimicmmi de
,los años antes cono a la viejo idea de Aarc tifo expuesta cn 1650 de que la Ge'ogralio es una la eomp, isicior c sipnitieado de lo , s r ^•racios penerialicu. quc reeon„ccmos de fierra :Jlrcr
disciplina que busca Generalizar v emitir leves unís crsales sobre cl comportamiento s de los tenn- saga cornn:ircas iulnrrales. en poner más de manilresto cuales son los estadios normales
menus de la superlfcje tenes(re (Varenio. 1980). Por el contrrno, Hetmer' alimici en 1923 que de su desan-ollo. en interesarse por las fases de auge } de decadencia, c (le esta torna. en
era , imposfblc tcaliz;u la idea de una ciencia eneral de la Tierra: la Geografía sólo pardo ser alcanzar un conocimiento mas preciso de la releo ion de la cultura s de los recursos que
una cien, fa independiente en tanto que df,(iplina aoroloa>ica. es decir, en calidad de estudio de son puestos a su clisposicion (Saucr. 1992: 35.11 -
la variada cxpiesion de las diferentes palles tic la superücie ten-estie. La Geoc=tafia no es la
ciencia de la'tier'a sino el estudio ele las rieras, (Sarrio. 199 95) En síntesis, la co ^rolía cultural de la escuela de Bei kelcs afirmaba que (-ra indispensa-
ble estudiar la espccilic edad de las cljlcietttes arcas culturales descrihicndc, en la pedida de
Fn AJ rrjolciera del rurtsale. Saucr 11925) no solo cita ella idea de Hettner sino que la
refuerzo al irisando que ,toda tradición de la Geografía concuerda con esta preferencia por lo posible, los rasgos visibles v su evolución en el tiempo. Par-a ellos, la cultura era -•una
el conocimiento si ilelico,' mediante el estudio de áreas o paisajes, en vez de 1ornulau (eses realidad superior que se imponía a los indisiduos», quienes poco podían hacer para niodil i-
caria (Chacal, 200la: 6).
cientificas generales pina la Tren-o_ El caricier científico de la Geografía, replica Saucr' a las
tesis tanto de Varenio como de los positivistas del sicrlo xlx. consiste en que su objeto de Autores posteriores irte) matizando las propuestas de Sauer La modificación aras clara
estudio --el paisaje- <,es una sección de la realidad importante. sinceramente dada,.. por lo et aquella que atenúa la alirnraacion de que la geografía cultural tinicamente se dedica a
estudiar «los rasgos visibles», pues mas adelante se verá que la cultura Cambien se expr'c•sa en
que el geógrafo ,halla su campo de acción en el paisaje que se basa en la realidad signi?üO
P isa]es simbólicos que, de cualquier rnanent, tienen un sustento lísic(- 1Cosgrove, 200:
tiva de la relación corológica» (Sauer, 1995: 97N). Dicim en otras palahras. Samer propone quc
249-268
el inter'es (le la Geogrol¡a está en estudiar :u-cas hice dcrernirnadas llamadas paisajes s gire en ). Otro de los —andes problemas a los que se enh-entci la geoLI-alia cuhan-al hacia
Ifrsales de los años 1960 fue el de la ni uxlialización de las tecnicas que dejaban su impronta
dichas úreas se analizan las relaciones entre los lcnómenos que las definen. [.os icrnimc'no'.
m l paisajes (Santos, 1990) Ahora lo llamaríamos glubalizaci u, pero aún en la actualidad
que conrponen un área [dice Sauer no sólo se clasifican. sino que están aso,fados o son
interdependientes. Descuhnr la cone.siau de In. li'rr<snn^rro. r sic inierr es una (arca científica, aa que ser cauteloso en la utilización del termino pues no se trató, ni entonces ni ahora.
quc serón nuesu'a postura es lo unica la que debe dedicarse la Geopralia» (Sauce 19a;: °61. proceso de intercambio multidireccronal, sino en una simple ti artsfet-encia tecnoicia_i-
En estas afirmaciones Salte?- expone uno de los planteamientos que la ecoerala Culttr
rol de las decidas posteriores hubo ele revisar: al decir que cl paisaic es real s' agic_•rt que
2 Hem
culquier mtchgenena que se preocupe por la ohsenaciún de 1:a narn'alezct„ podna ldintifi• < s uGBiado com. h,rsr ( r lituano p,tsenr.rd i p—i J,rsclina Coma Nlendnia ¡ ,;l t 19821 Sin en,ba, á
^atrrglaalo
cal 1o, Satrcr esta ubicando al ohsersador rn una posrcroic univcrsalistat conti-a.1
n a 1:: que minmruncntc la m r,:. c,,, ..,l rr .» lt, gofa n,;h aanprcn.rblc.

TRATADO DE GEOGRAF O . r.IANA


Geografia cultural
Federico Fernández Chnst/,eb

ca de unos países ricos a otros más pobres (Baricco, 2002: 15-37). Lo cierto es que muchas de transmisión, de interiorización. de evaluación v de rcinterpretación en los cuales la experien-

las tecnologías occidentales de producción agrícola e industrial así como de comunicaciones cia individual juega un papel decisivo (Duncan, 1980, 1990, 1992). En el Reino Unido, Denis

y transportes se extendieron en ámbitos culturales muy distintos. de manera que los paisajes Cosgr'ove y PeterJackson coincidieron con esta tendencia en el aspecto de que las representa-
ciones individuales son fundamentales para comprender las áreas culturales (Cosgrove, 1984;
comenzaron a tener cada vez más similitudes.
Este hecho desalentó los estudios sobre cultura local y la geografía prefirió analizar el Jackson, 1995). Con esta visión. varios geógrafos del ámbito anglosajón abordaron estudios de
espacio a través de otros métodos. Fue entonces cuando los geógrafos se volcaron sobre los caso. James Duncan se sumerge en la cultura cingalesa para descubrir que el paisaje puede ser
enfoques cuantitativos por dos razones: para hallar la especificidad de un paisaje y poderlo leído corno un texto en el que los rasgos arquitectónicos constituyen breves citas de la literatu-

diferenciar de otro en el que se utilizaban las mismas técnicas era necesario geometizarlo v ra sagrada que fácilmente reconocen los pobladores de Sr Lanka. Sus resultados fueron publi-

crear valores numéricos que los distinguieran (Hugill et al., 1994: 14-15). La segunda razón por cados en el libro T)ie City as a Tect (Duncan, 1990). Al respecto, Mike Crang (1998: 59) asegura
la que aun los estudiosos de paisajes locales prefirieron abocarse a la matematización de su que la tarea de la geo-grajia es, como lo sugiere su etimología, el estudio de las inscripciones
objeto de estudio tenía que ver con la pureza científica de sus investigaciones (Hagget, 1965), hechas por los pueblos en la superficie terrestre. Un procedimiento similar al de Duncan es
Como veremos adelante, en los años sesenta se pensó que para hace¡' «ciencias geogr ificaa„ utilizado pcrr Aliar Pred (1990) para explicar cómo los habitantes de algunas ciudades suecas
era necesario hacer uso de métodos universalmente probados y formular teorías y modelos de de los siglos xviii y xLx perciben su medio. En esos años, Anthony Giddens publica Tire
valor general (Pini, 1992: 557-576; Beguin. 1992: 516-531). El estudio de las variantes locales corrstitution of society (1984) afinando la propuesta de Hagerstrand y haciéndola menos neu-
fue visto entonces como algo demasiado parcial y subjetivo que jamás conduciría a la for iu- tra, es decir, sociológicamente más verosímil en el sentido en que los actores son menos mecá-
lación de leves científicas. Para satisfacer esta búsqueda. fue necesario bajar la escala hasta nicos, menos predecibles (Giddens, 1998). Al darse cuenta de la convergencia de sus esfuerzos

fragmentar el paisaje en pequeñísimas porciones y someter sus muestras a pruebas de labora en la segunda mitad de la década de 1980, estos investigadores comenzaron a hablar de una
torio. Fue entonces cuando la ecología se apoderó del término «paisaic», aunque para ellos .Nueva Geografia Cultural» (Claval, 1995: 42; Norton, 2000: 14).
huera una nocüin que nada tenía que ver con la producción cultural del espacio. Por su parte. en Francia, Joél Bonnenraison (2000) publica sus estudios sobre el paisaje
sagrado de los habitantes de Vanuatu, mientras que Augustin Berque (1986, 2000) describe
la relación de los japoneses con su predio en Le sauvage et 1'arti/ice. A diferencia de los países
de habla inglesa, los banceses no abandonaron del todo la riqueza de la descripción de los
1.3. La «Nueva Geografía Cultural, paisajes, en particular de aquéllos del predio rural. Así, podemos hablar del nacimiento de
una etnogeografia que hace referencia a la manera en que los distintos pueblos ordenan v
El: enfoque cultural en geografía parece rcuovarse hacia finales de los años setenta y lo hace
reordenan su territorio (Claval. 1995: 43).
lefle.xionando no sobre las colectividades, como lo hicieron Brunhes (l984). Sauer l 1925) o los
Resumiendo: ¿en qué consistió la renovación de la década de los ochenta? Paul Claval
geógrafos marxistas II lances, 1969; Shumier-Smith, 2002). sino sobre los individuos que las
lo dice así: «Los estudios culturales cambian de escala: no disponemos de los medios para
conforman (Joluiston, 1997:268). l'a para entonces un geógrafo cuantitativista, el sueco Tosten
aprehender la cultura china o la cultura árabe pero, a cambio, es fácil observar como se
Hagerstrand, habia virado hacia la geoggrafia cultural proponiendo sistematizar las biog*rahas
const usen las categorías utilizadas por un grupo particular en un ambiente dado» (Claval,
cotidianas dentro de una comunidad urbana. El anailisis que proponía buscaba identificar las
2001b: 34). El cambio de escala permite estudiar sutilezas de la cultura impresas en el espa-
actividades espaciales de las personas corro si fuesen geografías individuales v trazar, a partir
eio y renunciar, de una vez por todas, a la conformación de grandes teorías generales o de
de los recorridos realizados por dichos individuos. mapas espacio-temporales que hablaran de
síntesis ambiciosas. Ahora se sistematiza el estudio de una persona que pertenece a un pe-
la experiencia territorial de una colectividad (HÜgerstnind. 1970; (jiddens• 1998: 143-148:
queiro grupo de un bario marginad en una ciudad v se aspira, a lo más, a verificar la manera
Buttimer,, 2004:166-167). Aquí debemos reconocer el trabajo previo del arquitecto Kevin Lsnch
ere que esta persona, y las que le son culturalmente afines, producen sus paisajes, o bien a
quien, en 1960. había publicado su famoso libro L.a imagen de la ciudad. en donde analizaba la
comprender el uso de sus espacios. l'ara Peter Jackson, la Nueva Geogrnjía Culnn'al se fntere-
estructura urbana en base a la percepción sensorial que los habitantes tienen de ella (lsnch.
s6 más en la cultura de grupos marginales que en las grandes civilizaciones, en las expresio-
1974). Poco después de la publicación de Hagerstrand, en su libro La r _-ion, e_; ase n'atr. n es populares más que en la corriente de élite (Jackson, 1995: xi). En alaps of :11eaoiug, un
Artnand Frémont insistió en las geografías del «espacio vivido» como recurso básico de la
bbty que se ha vuelto referente sobre esta etapa. Jackson agrega que los geógrafos se vieron
geografía social (Frémont, 1976). Por su parte, Peter Gotld aportó sus ideas sobre la manera
obligados a salir de su disciplina para abrevar en Ices estudios culturales de Ravtnond Williams,
en la que se podían cartografiar esas geografías urbanas individuales a través de lo que definió
C7rfford Geertz y Claude Lévi-Strauss, rompiendo así con las fuentes utilizadas por la genera-
en 1974 como ,4lapas mentales (Gould, 1992). Quizá sin percibirlo entonces, se dieron las C" de Sauer (Jackson, 1995: 25-46). De este acto innovador surgieron las posibilidades de
condiciones para dar un salto en la disciplina. Digamos que se trató entonces de aplicar un
anchar la discusión teórica sobre la geografía cultural (Luna García, 1999: 76-79) y de
método irás fino y laborioso para descifrar los tusos del espacio de un grupo social.
^tudiarde manera aún más interdisciplinaria aspectos nuevos vinculados al paisaje: cu,ltu-
Recordemos que, a lo largo de casi todo el siglo xx. los geógrafos habían sostenido que la
hypobreza, cultura y género, cultura .k sexualidad. paisaje urbano, cultura y política, cultura
cultura era ama realidad superior a la vida cotidiana de los individuos y su obietivo era des??
11 husmo y, desde luego, las lecturas derivadas de un nuevo enfoque en donde no todos los
birla y diferenciarla por áreas sobre la superficie terrestre. En palabras del geógrafo estadouni-
Objetos cultuales son materiales.'
dense James Duncan (1980), la cultura de aquellos años era corto un »superorranisni- quc
dominaba la voluntad de los individuos de una manera poco clara (Claval, 2001a: 61. En los
países de habla inglesa se criticó esta definición de lo cultural dando inicio a la aphcaciún ale
,
` Nor,ds los ce,?t t 1 1 l-. [<-tl. estutiunn de muerdo rn llarrrar . nuevo,. ;d enfoque de
un nuevo enfoque que se centraba, copio hemos dicho, en las percepciones del inoirtidue'
ochenta tau.. nt.i. » 1 I,i-c11, —..x J .u=untal597 - 251.2081
Duncan mismo señaló a lo largo de esa década que lit cultura es resultado de pi esCs n de

NUM
Federico Fernandez Chnstlreb Geografia cultura!

1.4. El «giro cultural , de la Geografía y la <,ola posmoderna„ buen ejemplo de la situación actual del giro cultural de la Geografia , al menos en el amhito
de habla inglesa. El planteamiento que cobija estos trabajos, a nuestro juicio , explota en
un replanteamiento cine tomo en cuenta no solo las grado nunca antes visio el potencial del enloque cultural en términos de su libertad para
La A'net a l;ru ;anini Crdrrrral signilicí,
expresiones materiales de la cultura sobre un á rea dada sin,, también el simbolismo que hallar ternas susceptibles de ser estudiados por la geografía y de apreciar la diversidad cultu-
para los habitantes tenían algunos de los rasgos del paisaje. A partir de finales de los años ral del planeta . Pura elle rs, las dehniciones deben ser abiertas como lo es el espacio . Así, en su
. como sus ante- versión , « la geogr alía cultural es un estilo de pensamiento que reúne una amplia t atiedad de
ochenta , los especialistas en geografía cultural va no se limitaron a describir
cesores en Berkelec, la manera en que los diferentes pueblos marcaban físicamente su teni- cuestionamientos v de maneras de responder a ellos [... 1. Lo cultural ha modificado lo geo-
torio los elementos antrópicosdel paisaje. También se dedicaron a comprender el significa- gráfico, haciendo posible estudiar cada tez más "cosas", pero también . sometiendo cada vez
do de lo representado por los individuos y el modo en el que percibían \ comprendian su más "cosas " a escruinio . De alguna manera, pues, se trata de la democratización del enten-
dimiento. de la posibilidad de mirar el mundo por las diferencias que coexisten en él y de
ambiente . Por primera vez en muchas décadas , la Geografía parecía cobrar una nueva vida.
pues se desprendía de los enfoque , macroeconómicos sociológicos para hacer propuestas aprender de ello „ ( Anderson et al., 2 0 0;: xix ). «La ge,>graha cultural es. pues. un controveni-
de lectura metódica de los paisajes. Las ciencias sociales miraban de nuevo el eonocimtento do ter reno pat -a el debate 1...1. Resulta mejor que la entendamos corno una serie ele compro-
ec,,_,ráf ic:> como un conocimiento ratégico . El enfoque cultural fine evaluado por al-tinos misos intelectuales -v (le suyo políticos - con el guindo 1...]. Dicho terreno no está cenado
geógrafos costo una suerte ele oxígeno puro para su disciplina. La renovación que se obser- ni impone límites precisos al esfuerzo academico , sino que más bien está abiertos constitu-
saha no sólo favorecía a los interesados en las diferencias culturales entre pueblos, sino a ve un comprometido estilo de pensamiento» ( Anderson el al., 2003: 2).
todos los ge<í tatos en la medida en que la Geografía se sacudía de su inercia v anquilosa- El giro cultual -incluida la ola po,sncorlenru - retorna con pian inerza una de las tradi-
de un £rm, de ciones más valiosas del romanúcrsnuo alemán: la curiosidad por -,el otro , - Para los eógr afos
miento . De pronto se comento a hablar de un cambio de dirección, de un viraje,
la Gcogral la que valoraba mas que nunca el enfoque cultural . En inglés se le llamó tlu• Culrn- que emplean el enfoque cultural, cada vez es más claro que la cultura occidental se ha itm-
puesto sobre el resto de las percepciones del mundo y que lo ha hecho de tuna aranera violen-
ca! 71rnc ir, Gro gn;¡>hc, mientas que los hanctses , tras analizar los avances de sus cole<_'as
hriuin¡vos y nortearnericanos lo llamaron le lounia > rt enfurte ! er ,co utplrie. A nuestro pare- ta e irrespetuosa. Ahora se acepta con facilidad que la diversidad humana v natural de la
er. la h'ase que sintetiza este esfuerzo en castellano es el ehu erdtrr > a/ dr la Gco:;rafm. Tierra ha sido leida c on ojos eur'ocentrisias. El giro cultural implica salir de una tez por
No es que la cultura se haya convertido en el objeto de ninda que los geografos quieran todas de ese curoccntrismo , pero más afín , implica descubrir que «el otro„ también es nues-
esuuliat: sino que la cultura como ocrkcpto permite entender mejor la constricción del tro vecino. Dicho de otro modo, la cultura occidental ha excluido, también las diferencias en
Villiam Norton subtava cómo la cultura es ahora el interior de su misma sociedad : ha marginado no solo a las minotias étnicas y a las clases
capa, io . Siguiendo a Cosgrose y Jackson . A
vista corno el medio a trates del cual la gente i anslornta el mundo material en un inundo sociales desfasol er.idas . que han ido bien estudiadas . sitio a otros grupos fuera de la norma
de símbolos a los que da senado y a los que se le amihu' e un valor,. Si bien esta definición no como los jóvenes . los homosexuales, los desempleados , los anallabetos , los cliscapacitados.
los indocumentados o los ancianos , entre ojos (Soja et al ., 2002: 379.389).
es del nodo novedosa . lo cieno es que el éntasis que se le otorga a la cultura como vehiculo
pata estudiar a las colectividades formadas por individuos se retuerza al finalizar el siglo XX. Partiendo de lo anterior, las décadas de 1990'e de 2 0 00 han sudo fecundas en estudios
Se estudia entonces el espacio con su significado a veces escondido, así como el cornporta- sobre genero , sobre marginación laboral, sobre distihución electoral. sobre nuevas tornas
rrtieuto de la gente en el (\orton . 2000: '14). de racismo , sobre respuestas juveniles , sobre la nunca violencia iniciétuica ( Monk , 1992).
El resultado de este tipo de estudios nos res eta paisajes únicos llenos de aparentes con- Varias revistas acogieron las contribuciones ele los geógrafos preocupados por estos proble-

ti-adicuiones . La llamada ola, , c „nn,airrun prospera bajo estas condiciones en donde dctinirel mas; de ellas podemos destacar Ecurnrue, publicada en el ámbito anglolono v conocida
espacio resulta un ejercicio de altísima coniple¡idad. En Postotodn'n t Geo zr¡ ,!tres, Edsvard actualmente con el título ele Cultural Gas rr>¡>lts, así como la revista h-ancesa animada por
Sc,j:t retoma muchas de las ideas desarrolladas durante el siglo xx por la geografía cultural Paul Clava! : C;rogra7>Iri el Culnrres.
pana reinsertar el concepto de espacio en el analisis critico sobre el fenómeno social. en En base a la descripción histórica quc• herru,s desarrollado en esa r primera sección
particular en anthitos urbanos. Para este geógrafo . lo primero que se necesita para estudiar sobre la evolución de la geografía cultural , esbozaremos en seguida una t isión actual sobre
el espacio es «un lugar , ( Soja, 2001 : 2 24). Dicho de otro modo, el enfoque cultural («posnx,- el enfoque que nos ocupa , en la cual se intentan recoger las lineas generales en las que
dcrno, segun su terminología ) requiere de lugares concretos y no de nociones espacjales coinciden diversos autores. No obstante , hemos introducido algrunas ideas nuevas que se
lrjca, Soja se abocó al estudio de derivan de nuest ra propia irisestigación en casos concretos,
abstractas . Después de haber estudiado muchos casos en A
imposible reali-
la ciudad en la que trabaja r Los Angeles . California . De ella adsinie que es «
eclécticos. ltag-
zaruna descripcion totalizadora, \ 'que sus resultados son necesariamente -.,
mentarios , incompletos y hecuententcnte contradictorios,-, adjetivos que también ,e'clsn 2. El enfoque cultural en geografía
corno es la ciudad de Los Ángeles ( Soja, 2 ( 101: 247 ). En su análisis se sirve del concepto de
producto ele la idea
,paisaje „ y de la noción de que su caso estudiado es un ,. microcosrnos^: Antes de avanzar en las especificidades del cníá,que cultural cs imprescindible hacer una
que Iris habitantes tienen de sí mismos Y de las influencias culturales externas. Plantear as( definición más clara del concepto de ,espacio, que aquella prosista poi ¡os diccionarios

un analisis . cunar, seremos en la segunda parte de este capítulo , es identificarse con Ice especializados. Tomando en cuenta que dicho concepto es el objeto de estudio de la Geogra-
pr atol ados del enloque enluta! , razon por la cual Ios especialistas asocian la ola posnrodctna fía. resulta muy pobre señalar que espacio es aquello que ocupan Ios objetos corno resulta-
do de su solumein', o hiera. "e1 vacío» que queda sin ellos (\Vitherick, 2001: 293: Cabanne,
con el giro cultural de la Geografia,
Stcye Pile
Reí ientemente , los eerigrafos britanicos Kas Anderson, Mona Domosh . 1992:448; Clark. 1998:454: Mavhesv. 1992: 249) Comencemos, enes, por ampliary precisar
que podría set un los límites de este concepto.
\nsel Thrift reunieron 31 ensayos en su Haodhouk ol (rclturaf Geogra¡>ln.

TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA


Federico Fernandez Christlieb T Geografia cultura[

Complementario a las definiciones habituales. desde la geografia cultural se debe enten- la hidrografía. la fauna, la posición (le los astros v demás elementos del medio, son los ingre-

der que el espacio es una de las dos dimensiones de la realidad: la otra es el tiempo. Espacio x dientes con los que se tendrá que formar la cultura del grupo (Arnold. 2000). Es conveniente
advertir que esta determinación de la cultora propia del grupo no tiene, desde luego, una fecha
tiempo no deben ser observados por sepas ado, aunque en su análisis el investigador puede
de inicio, sino que es producto de la sida v la muerte de generaciones enteras v de la modifica-
privilegiar una de las dos dimensiones para abordar su estudio: los geógrafos suelen privilegiar
cion in-eflexit a de paisajes y de hábitos. De hecho, copio señala el antropólogo francés Philippe
la dimensión espacial, mientras los historiadores suelen hacerlo con la dimensión temporal
Descola, hay sociedades que no requieren cte la sepatacion de lo natural y lo cultural (Descola,
(Braudcl, 1997: 27-28: Trochet, 1998: 5-8). Las demás disciplinas plantean estudios temáticos
que recurren al analisis temporal y espacial según sea su necesidad. Ahora bien. el espacio 2001: 101-123): esta clasificación es tipic riente occidental y viene al caso pata facilitar la expli-

tiene nombres precisos: se llama región, territorio, sitio, lugar, ciudad. municipio, país, h-onte- cación que aquí se busca exponer sobre la producción de un paisaje.
Sin embargo, podernos decir que cada individuo de la colectividad en cuestión tiene
ra. área, planicie, montaña, etc. (Soja. 2001: 224). Comprender que el espacio no es un objeto
una manera particular de percibir sensorialmente su ambiente. Son la vista, el oído. el tacto,
de c•snrdio en sí, sino una dimensión, simplifica mucho la comprensión de la Geograha correo
el gusto v el olfato los principales sentidos que captan ese clima y ese relieve (Claval, 1995).
disciplina. A menudo, los estudiantes de Geograha se adentran en discusiones interminables
Quizá baya otras formas de percepción que enriquezcan la idea que individualmente nos
sobre la definición de »espacio» precisamente porque no le ponen nombre preciso a lo que
formamos del espacio, pero para la geog r afia cultual. la version que cuenta es aquella que se
quieren estudiar. Del mismo modo que el historiador no estudia «el tiempo» en general, el
basa en los acuerdos tácitos o explícitos de toda la colectividad local. No iruportan las per-
geógrafo aro estudia «el espacio» en general. Arribos eligen ternas de estudio en el que concu-
rren las dos dimensiones. En América Latina, los historiadores han tenido claro su objeto de cepciones individuales sino las afirmaciones de grupo" (Claval, 2001" ). No es relevante para
el geógrafo probar o desmentir la existencia de un dios en una cueva, sino lo que importa es
trabajo v han desarrollado estudios de gran relevancia para conocer cienos aspectos de nues-
la afinación popular de que existe un dios en tal cueva. Esta afirmación colectiva es parte
tras sociedades. Por su paute, los geógrafos han sido menos eficaces porque se pierden con
de la cultura local y por tanto es un elemento del paisaje que se puede ver: la prueba de la
frecuencia en una definición que suena interesante pero que tras un riguroso examen parece
un tinto hueca. Así, podemos ser más precisos diciendo que el objeto de estudio central de la existencia del tiro" es la existencia ele la cueva. Aqut estamos hablando de la importancia de
las representaciones simbólicas en el paraje Al mismo tiempo que los humanos perciben el
Geoeridía es la «dimensión espacial». y que esta dimensión hace referencia a espacios concre-
tos que llevan incluso nombres propios (la región andina, la ciudad de Asunción. el territorio entorno v arana n coro esos estímulos su idea del inundo, el grupo social modifica el medio,

hondureño, la zona del Canal de Pananri, la cuenca del no Amazonas. la frontera rnexicaii o- por ejemplo. protegiendo el acceso a un abrigo rocoso, deforestando una ladera, labrando el

estadounidense. etc.). Esta precisión no obsta para seguir utilizando el aceptado término de suelo, levantando una empalizada. represando un arroyo. consuuvendo tina tome. Para ope-
rar esta nn,dificacioin, el gupo social diseña, a través cte los cielos. cuano tipos de r'ecuisos:
espacio corno ohjeto de estudio de nuestra disciplina. simplenrente recordemos que el espacio
a) técnicas } habilidades que les permiten obtener sustentos
es una dimensión genérica, no una porción de la superficie terrestre.
Como se ha reconocido, la geografía cultural estudia h'ecuentenrente el espacio me- del mecho; 61 herramientas para defender--,c\ para facilitar sur. 1 abones de supervivencia; c)
instituciones políticas, administrativas, religiosas y sociales de vanos tipos que les permitan
diante la definición de unidades llamadas «paisaje» (Berque, 1992 t 1990: t»7: Matless, 2003:
227-232: Plachteret al.. 1995: 15-18). Aquí definimos paisaje corno una representación de un organizarse de acuerdo con su propia realidad, y d) arquitectura que favorezca las condicio-

espacio preciso, o bien como tal espacio preciso analizado por un observador En seguida nes ele vida buscadas por el grupo. Este ultimo recurso puede ser' tan elemental como la
penetración de las familias en un refugio natural para celebrar un ritual (Kostof, 1995: 21).
quedarai clara esta doble acepción cuando entendamos armo se produce un paisaje y cómo
Paul Claval dice que. para que opere este proceso. el grupo social que se ha establecido
se le estudia una vez producido.
en un lugar tiene que «reconocerse en el,,, orientarse a partir ele el», '. trnarcar su ten itorio,,,
«notrtbrarlo» e «institucionalizarl(» IClat-al, 1995: 154-180). Explicando estas cinco accio-
nes que bien pueden ser simultáneas, Comprenderemos mejor la manera en la que se produ-
2.1. La producción de un paisaje ce un paisaje:

Debemos en gran parte a la Ant -opologia . a la Arqueología . a la Etnología e incluso a la Biología.


1. Reconocerse en un sitio o lugar implica tal vez descubrir las raíces que nos ligan con
el estudio de la manera en que los primeros pueblos entienden su entorno y orgaaruzan su espa-
él. El reconocimiento »resulta de una relación sensorial con el espacie, que se recorre a pie en
cie IC'hild , 1971: Levi - Suauss, 1955; Eliade, 1965: Dubos. 1975: Copans. 1996: RuIhe, 1983:
todas las direcciones v que va más allá del círculo familiar » ( Claval , 1995: 158). Reconocerse
(ientellc, 1992; Leakey, 1993; Butzer. 1994). Fue así que los geóe afos robustecieren su defini-
como grupo en un lugar es comenzar a tejer una identidad entre la sociedad y el espacio.
cicin de « paisaje ». En este articulo es imposible hacer tema r elisión de los trabajos de esos espe- 2. Orientarse implica saber hacia dónde moverse en el interior de ese espacio en el que
cialistas pero reseñaremos el sentido general cte su propuesta. Pata ello es útil invaginar a un
nos reconocemos. También implica saber dónde están tinos objetos con respecto a otros en
gr lx, soc ial neolítico que se asienta. poco a poco y a través de generaciones , en un determinado
el interior v en el exterior del territorio inmediato. En muchas sociedades septentrionales.
paraje. Los integrantes de este grupo han constatado a lo largo de su estadía que el comporta-
para orientarse se taza un eje que une el sitio de observación (de fundación de una residen-
miento de los ciclos naturales del sitio ele _ido les es afín , más aíro , ellos mismos forman parte (le
cia, por ejemplo ) con otra eminencia del paisaje natural y con la estrella polar, que es el
esa naturaleza ( Garanger, 2 002: 682 -7 12 ). Pana entenderlo en la distancia , podemos decir- que se
punto en torno al cual giran todas las demás estrellas del firmanvento . A partir de estos
verifica entonces un lento proceso de adaptación a ambiente local, simultáneo a otro proceso
elementos tenemos va un eje norte-sur v otro perpendicular este-oeste, es decir, cuatro plin-
en que dicho grupo empieza a tr'autsfonna i ese ambiente . Estos dos procesos en realidad son
tos cardinales ( Les iras, 20(10: 25 ). Pero no todos los pueblos se orientan del mismo rindo.
uno mismo: el de la producción cte un paisaje co donde se advienen rasgos invpiesos por los
Los Turok , del norte de Califo rnia . viven en un universo tubular que viene dado por el río
humanos y metáforas de las hrerzas naturales llevadas aal ten erro de la explicación ontológica
Klamath , a partir del cual se derivan euau» , direcciones en el espacio : « río an-i ha , río abajo,
del propio grupo (Harxrv, 2002 5 A2 - 543). Dicho de ou o modo. el clima, el relieve, la v cgetaeión.

230 r [ATADO DE GEOGRAFÍA HUMAN TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA 231


Federico Fernandez Christlieb Geografía cultural

hacia el no. opuesto al no,' (Claval, 1995: 159). En el antiguo Egipto el universo era percibi- dos o un almacén de recursos disponibles , entre otras lecturas subjetivas que pudieran ha-
do de una manera similar y el río estructurados era el Nilo (1 laevan. 1999: 1820). El sig uien- cerse sobre dicha unidad (Berque . 1990: 48; Vallega, 2003 : 226-230).
le paso despuis de lijar dos ejes, como lo hemos hecho en Occidente, consiste en trazar e) El paisaje posee una escala humana . Además de yue su, objetos son visible , a simple
paralelos y perpendiculares estableciendo una cuadrícula de coordenadas que nos da la opor- vista, sus distancias son r-eccnribles a pie. Recordemos que la etimología latina de espacio,

tunidad de ubicar cualquier punto. spalirnn, que es de primordial importancia para la Geografia. da cuenta de esta característi-
3. Alargar el lugar es una actividad que consiste en imponer sobre el espacio rasgos ca: según ella, espacio es «aquello que se mide con pasos „ (Brunei et al., 1992 : 179), es tina
artificiales que permitan hacer más evidente el sistema de orientacion, cualquiera que éste «exten,t/nl pata ser recon -ida (Coronrinas . 1983: 248 ). Por lo tanto . sus confines no pueden
seas. l'umbicn pueden hacerse mojoneras. señales. bardas o líneas fronterizas para delimitar ir niás alla de lo que puede caminar un adulto sano en una jornada ele marcha . Para darnos

el territorio del que se ha tomado posesión. una idea , diremos que una caminata de cinco horas de ida v cinco de regreso en terreno
relativamente llano permite recorrer un radio de 25 km ( o como se decía en tiempos colonia-
4.:\'ornhrar el lugar consiste en generar una toponimia que habla en ocasiones de las
propiedades del sitio, de su historia o ele las leyendas v asociaciones que la gente tiene con les, de cinco leguas ). de manera que obteniendo el área de esa circunferencia aharcable por
dicho lugar «Nombrar los jugares es impregnarlos de culturas de poder>, (Claval. 1995: 166). los pies humanos ,` tendríamos un resultado de casi 2. 000 knr. Aquí es itnporiante reflexio-
Al nombrar el lugar, el grupo social se está dando tanibien un nombre aunque en ocasiones es nar sobre los medios de loc o tnoción ( Clacal , 1995: 158). Un asno o un caballo están a la
el nombre del gnipo el que pasa a convertirse en topónimo I Foucauit. 1988: 12t,-163) nrisrna escala que el ser humano. Un terocauril no. El tren, como el avión . no pueden ser.

lu)tirnriorali;nr el lugar quiere decir- conterir'le un significado colectivo, lundarlo conducidos por un individuo sino que requieren de una coordinación entre el puma de
mediante un ritual, lestejarlo mediante la repeticioin ele ese ritual cada año. racionalizarlo partida y el punto de llegada. l'articnlarnente , los aeropuertos no tienen escala humana c de
psu adminisu'ación y aprovechamiento. Cambien significa clasificarlo. eonfeccionau'le ello nos hablan las distancias imposibles de recorrer entre una sala y on a por un niño o un
para
una historia o leyenda, dotarlo de una memoria, imponerle fui genero y una connoutcion anciano maletas en ruano El autonnivil , el medio de desplazamiento por excelencia en la
donde este asentado su orgullo idcntitario (Sanchez, 1990: 71-109', Illich. 1990: 118-156: mitad del planeta , es un yehíeulo que presenta am has escalas . En la ciudad , por ejemplo,
Hralhsvachs, 1968: 130-I66: Bender. 1995). Lrstinucioualizarel lugar implica institucionalizar suele recorrer distancias caminahles conducido, por una sola persona. Sin enubau -go, en la
tanihicn el grupo social, dinibuir cargo.. dentro de una jerarquia. establecer Funciones, misma ciudatd o más aíran c i i las carreteras x autopistas , cl automovil pierde s u escala aparen-
srstematirar un lenguaje. diseñar un icono, componer un canto coman. cocinar un platillo temente humana co la mecida que acelera v el espacio que ocupa deja de set percibido. Ya
dijimos que Lt prodtuccioin del paisaje e , resultad,' ele una c'periencia sensorial: pues bien,
con ingredientes locales, etc.
por encima de los loo 15 knv'h, el oido no ot e lo n>ismo. la vista capta mucho menos detalles
Consto resultado ele estas cinco acciones a menudo simultaucas e inscritas en pla/os y los aromas sabores del inedio no son perceptibles , adenmas de que el sentid,, del lacto no
largo,, el lugar e,cogido pasa a sc, un país en el sentido en que dicho termino encarna a la puede ejercerse fuera de la cabina del conductor ( Fernandez. 1992 : 97-115)- Hablar de la
tierra entrañable que un pueblo ocupa y a la que está indefectiblemente ligado poi t idicion escala humana implica tambien rechazar las nricroescalas propias ele la ecolo . mgia. Para el
e identidad. O bien pasa a ser, en términos de la geograha cultural, un paisaje. que tambicn geógrafo, la diseccion de pequeñas á reas apenas mayores a un jardín doméstico no permite
ha sido definido como «lo que se ve del país, (Brunet er al., 1992: ',37). realizar atinadas lecturas sobre la producción del paisaje.
Antes ele concluir con la dclinieioin ele paisaje, que es fundamentad para la geograha
cultural hace falta señalar algunas ele sus ctracteristicas. Veamos cinco que son centrales: Poi comodidad, pan alas atrás hetnus ambier.tadom nue,tro ejemplo con un grupo social
neolítico que se ha seden tarizado Pean la firnieza del planteamiento resiste c xn'apolarlo coa
(l) Al ser producido intelectual c ntaterialmenlc por el grupo social que lo habita, el ejemplos urbanos conteumporincos. Así, una banda juvenil cumple las mismas cinco aedo
paisaje furnia parte de una cosnrotision completa c constituye el centro de un universo res para producir su paisaje urbano, esto es, el espacio que le da sentido a su identidad corro
invaginado por los habitantes. A menudo, el pakaie es pensarlo como una reproducción en grupo social. Los miembros de la banda «se reconocen„ en su barrio de origen o en los
miniatura de¡ cosmos, es decir, es un microcosmos (Lliade, 1965: 47-52; López Austin, 1989: predios a los que han llegado a tomar posesión. «Se orientan, ubicando accesos, calles,
1, 55-98; Soja, 2001: 223: Vallega, 2003: 116-120). Esto nos habla del razonamiento inverso horarios de sesgo, escondites: <,marcan>, con t raj¡iri sus dominios alertando o retando a
en el que el mundo entero no puede ser muy dile rente que el paisaje habitado. de modo que otras bandas vecinas; «nombran» su territorio y lo «institucionalizan, organizándose
en realidad el mundo es un macrocosmos ele dicho paisaje. jerárquicamente, definiendo códigos, inventando palabras, diseñando ritos de iniciación y
b) Al ser producido por un grupo social cuyos individuos se suceden generación tras castigos para sus miembros. Una vez cumplidas las acciones. el paisaje urbano, que no es
generación. el paisaje es una ent ¡dad de larga duración en donde aparecen rasgos. elemento, ata cosa que una red de flujos y puntos de encuentro circunscrita a un terreno de dimensio-
y objetas de diferentes épocas (13raudel, 1996: 60-106: Crang, 1998:22; Baker, 1992; Andreotn. nes más o menos precisas. queda fundado (Anderson el al., 2003: 3). Esta fundación implica
2005: 251-257). Mientras los individuos .N las generaciones mueren, los paisajes se modifican que el paisaje obtiene el santo de territorio.

permanecen.
c) El paisaje es un espacio modelado tanto por lenomenos de la naturaleza corro por la
4. lit calndu gcumcmoc'' a n' la un:, ciar I I A6l km I mi .^ r I I cu: t h - r sumo. a un cid, tdt u quo sr
acción humana (Plachtcr. 1995: 1 5_. 1 Irnchhlfc, _Cx73' . 201 22^_' ) .
desplaza sin carca. a celo KidaJ und m> - 1- - un —pa—, l ibr d bet ,c ulr.: sin I •ndm nt _ in n toma ni
(!) El paisaje es una unidad física, (Sauer, 1982: 353) esto es. sus objetos v elemento,
la ahitad, ni la' e"ndicinne' aim, :rúicas o c,taí,L•,, ni la lonn., <h apunar; r. d, e u: se himen a un indo iduu hitxac-
son. si no tangibles, al menos visibles, ollatcables. audibles, degusuables (Cosgrove. 2002: Ucu marchand,, x,bre uu e.paei„ igualmente hipntetica lo , u:d ro c—t, ada,t,u u, na, el cepun.. rn. inentrmenie

2003). Lo anterior no obsta para decir que los componentes físicos del paisaje tengan ade- cun^grafi , de la rr ,aüa culi, r:d. \„ ubsiantr. la cuila da una idea que rus prrmiir ae, ', ti,,- cal n. r n,'s cuma
,paisalr clubalü:,d.. son rn In inripiu.: nntr:,dicu}ries.
más un si_nil icado cultural haciendo del paisaje un rit(>, una composición de puntos sagra-

TRATADO DE GEOGRAFIA HUMAts " a TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA


Geografia cultural
Federico Fernández Christl,eb

detectar los agentes que coad uvart a su sulucinn v aquellos que la entorpecen. No obstante,
2.2. El investigador y el enfoque cultural
el investigador se debe manejarcon mesura v prudencia, distinguiendo sus deseos persona-
les de aquéllos propios de las coinunidades estudiadas.
Después de haber visto como se produce el espacio llamado paisaje, debemos pasar a revisar'
A lo largo de sti trabajo. el investigador' obtiene sus conclusiones por ernpatia. No
la manera actual en que el geógrafo debe estudiar dicha unidad espacial. Al comenzar este
puede ser de aro modo puesto que el obscrTador no deja de ser quien es v carga consigo
capitulo, afirmamos que la geografía cultural. niás que un área de conocimiento, es una
los filtros culturales con los que ha sido troquelado, de tal suerte que un buen resultado
posición desde la cual el investigador obsesa su objeto de estudio (Claval, 2001c). En tiem-
seria un informe lügico, verosímil, riguroso N completo, pero este resultado no es una
pos del positivismo. se orilló a los estudiosos del espacio a nitrar ,rohjetivamente,,, es decir,
verdad sino una interpretación. Pareciera entonces que el enfoque. cultural en Geografía es
desde afuera (desde una posición neutra) el fenómeno que estudiahan. Peor tal posición es
opuesto a la husqueda ele una objetividad cientifica (Claval, 2001c). Al respecto es funda-
ficticia puesto que no has- neutralidad en el observador sino juicio. obtenidos desde un mar-
mental hacer una reflexión sobre el orden en que aparecen las distintas instituciones en la
co cultural ajeno al estudiado (I.atour, 1995: Stengers, 1995: Chalmers, 1`487). Por ello he-
mos evocado el romanticismo alemán v su afortunada curiosidad p°' comprender la alrerídad historia del pensamiento. Volcamos a nuestro ejemplo en el que un grupo social neolítico

mediante el intento siempre lirrtitado - de 'ponerse en los pies del otro,' (Tejera, 2002: 26). obscria su paisaje al tiempo quc• se inipregna de él. tiernos acordado que el paisaje se

Lit geografia cultural exige que cl investigador se introduzca hasta los límites de lo posible en modela, además de por las fuerzas propias de la naturaleza, por las act uvtdades humanas v
la logica tenitotial del grupo que estudia, sea este una suciedad indígena o un reformatorio que estas actividades son producto de la experiencia del medio. Sin natura no hay cultura
para jóvenes delincuentes. Para comprender los paisajes, el investigador trata. pues. de se- (Hinchliffe, 2003: 215-216). Para muchos científicos actuales, la ciencia no parece ser un
guir el mismo recorrido intelectual que el grupo social utilizó al producirlos. Por ello repite producto social o una insritución concehtda por un grupo humano que ha obtenido su
hipotéticamente la operación se ralada porPaul Claval lineas ariba: se reconoce en el parca conocimiento a parir de la experiencia que le procura su entorno- La ciencia es, desde la
je. se orienta a partir ele él. identifica las marcas del territorio, accrigua el oni,.en del nombre visión positivista clásica. una entidad natural que existía antes de todos los ticnmpos, o mas
asignado al lugar \ enumera las instituciones más Fisibles que lo caracterizan i (laval. 1995: aún, una divinidad. como la llamó Saint-Simón, que se revela a los iniciados )Guares.
154-180; 2001 c: 7-33 v 184-2 16). 1982: 95; Bernal, 1954) La tneon'ralia cultural ha rechazado esta postura positivista v ha
Del mismo muelo, el investigador debe tener en cuenta las cinco caractcristicas del preferido preguntarse cn (¡iré momcntu de la historia de Occidente se cnnfiy>_ura el pensa-
paisaje que explicamos lineas aniha. A partir de cllas, el estudic,st, debe asumir que su paisa- miento cientifico. Es des ir, co quc momento la esolucirin del pensamiento occidental acuerda
¡e de estudio e, el punto mas importante del cosrnus para el enipn que lo habita. Debe saber que, para conocerla rcalidad, el sujete, ohservador debe desmarcarse del ohicto obscr^ ado.
icieritihcar el orden cronológico de los ohjc•tos v de las foreras del naisa¡e 'r, su lo necesita. Sin duda este sorprendente rai,onnmiemo vino despui s cie que los primeros grupos huma-
hacer abstracción de aquellas que no son del momento que quiere comprender; es decir, nos estuvieran asentadas, tuvieran tina ¡cica del mundo v modificaran su enu,rnc, tnniedia-
debe manejarse en escalas temporales distintas que, sin emb Irgo, están plasmadas en un to. Sólo después se inventó la ciencia en los términos en qu(• la conocemos (f<uhn, 1993:
misruo espacio (Andr-eotti. 2005: 251-252). El estudio de la historia (ambiental c humana) c 20-32; Stengers, 1995) I.a ciencia es, como cualquier otra lógica esuncunadora del pensa-
de los mctodos geomorlologicos. etnológicos v aniropolocicos es hmdamental para dar cali- miento, una creación humana, una v¡s¡gin subjetiva en los mismos térTn¡nos en los quc lo
dad a su investigación. Cuando intenta delimitar el paisaje que estudia. el investigador tiene es el paisaje.
presente que la escala a la que tire producido es una escala humana, En consecuencia. el Aceptar que el paisaje que se estudia depende de la subjetividad del observador. no
investigador echa roano del trabajo de campo pues el paisaje se lee con los pies, con la, significa que el enfoque cultural en geografía no sea riguroso. Mientras el lenguaje privile-
impresiones que el cuerpo humano recibe tras largas caminatas en busca ele los límites giado de las ciencias exactas es niatenrático, el de la geografía cultural prefiere ser gramati-
territoriales. Resulta ideal permanecer en el lugar de estudio durante temporadas lo sufi- cal (aunque a menudo también matemático). Ambos lenguajes son rigurosos v siguen sus
cientemente prolongadas para asimilarse con el medio v pasar relativamente desapercibido propias nomas. Estas nonas, junto con los alineamientos metodológicos que describimos
(h'ialinov.'ski, 1973). Cada salida en trabajo de campo es una manera de dar frescura a la anteriormente . conetituven una mejor manera de definirla actitud científica. Es el rigor lo
investigación pues. copio dice (van Illich, la cultura se hace visible «sólo para el recién llega- que debe definir a la ciencia actual y no sólo la determinación cuantificable (Sauce, 1995:
do,, (lllich, 1990: 81 ). También trabaja con mapas y con otras representaciones espaciales. 94). Las ciencias exactas han contribuido sin duda a conocer mejor la realidad espacial pero
La cartografía a escalas humanas revela mucho del paisaje que se estudia: éstas no son es gracias a su rigor v gro a la posición (objetiva) del ohsenxador (del investigador) lo que les
menores a la escala 1:50.000 v no son mayores a la de un plano en donde quepa adecuada- ha dado éxito. Si aceptamos lo anterior', la geografía cultural representa una posición cienti-
mente representado el grupo estudiado.' Puede, sin embargo. emplear escalas más grandes Oca. Si no lo aceptamos, de todos modos la geogi alta cultural constituye un enfoque riguro-
para vincular su zona de estudio con la región a la que pertenece. Por último. diremos que so que permite comprender la complejidad de los paisajes producidas por la humanidad v
durante el curso de su investigación, el geógrafo se siente tentado a tomar una posición del aplicar este conocirnieuto en la toma de decisiones.
lado de aquellas decisiones tendentes a beneficiar la diversidad cultural v la preservación de En síntesis, con lo dicho hasta aquí podernos acordar quc el enfoque cultural en geogra-
las riquezas naturales (Lacoste, 197: Bassols, 1985; Anderson el al., 2003). Esto no es un fía estudia unidades llamadas „paisaje, v que tal concepto puede definirse como un espacio
obstáculo sino más bien la consecuencia lógica de conocer' suliciententente un prohlerna %' Preciso compuesto de elementos físicos no desintegrados va sean de origen natural o cultu-
ral (cuando un grupo social lo produce). o bien puede definirse corno la representación de
un espacio precio (cuando lo describe o lo cartografía un investigador).
- Re,'ordemos que una escala •pe•quefia ¡por rj,mplo. la -,-ala 1A.000 . 0001 represcnla un:, cr•,n pool, m Jel
mr irnr'pero con pc'o detall.', mirniras yac una eseale,>.más granJr..Ipor ejemplo. la escala 120000i,eprrserta una

peyve¡r;, pon-isn del nen'iurno c. un dcr:Jle mucho ma.or

TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA


Federico Fernandez Christiieb Geografía cultura¡

3. Aplicaciones y potencialidad del enfoque cultural en México y América Latina de estas dos realidades en una sola categoría espacial, de matrera que la t'aduccion de u6epet!
al castellano fue «pueblo', y fue tarnhicn «ciudad» (Molina, 2001 ). Como veremos, los
focos saben que tres de los personajes centrales (le la historia de la geogralia cultural de etnohistoriadores conienza-rm a entender lo ocurrido casi cuatro siglos despees y particu-
tradicion alemana trabajaron en Mexico y reflexionaron sobre casos locales. Elles fueron larmente han desarrollado avances sustanciales en los tíltinws veinte años del siglo xx y los
Priedrich Ratzel (1878), Franz Boas ( 1991) y Carl Sauer ( 1970), v las respectivas estancias primeros del presente siglo. No obstante, los geógrafos se hablan mantenido al margen de la
tucron realizadas a fines del siglo xtx y, principios del xx . Sus aportes al conocimiento del discusion, una discusión de suyo geogrilica en la medida que el tema se basa en el ordena-
pais quizá no tuvieron un peso decisivo en el contexto de su tiempo, pero para nosotros es miento territorial y que invoca rasgos del paisaje. Esto ultimo se hace e\idente al traducir
significativo que los t r es hayan decidido venir a obser' ar nuestros paisajes. México ha ejerci- textualmente las micas que componen el termino alteperl: ellas son: al! (agua) y tepetl (cerio).
do un magnetismo singular para los estudios culturales debido a su composición originada Con estos elementos del paisaje y ce ti los conocimientos aportados por los historiado-
en dos universos distintos: Occidente y América precolombina . Dicha tiqueza cultural signi- res, el enfoque cultural en geergrafiar entra en acción; en un inicio sus exponentes no fueron
fica también riqueza natural , variables en cl relieve , el clirna , la teget acion y la fauna. Por un geógrafos de lormación. Hagamos una breve reconstrucción de la manera en que los espe-
lado tenemos el ambito rnediten 'á nco en el que interactuaron culturas de nurs distintos cialistas de diversas disciplinas tucron adentrándose raen los pies del otro». metiéndose en
signos v procedencias ( Attali, 1991 ; Braudel . 11)97),.y por el otro tenemos el México antiguo, los paisajes de los puchios indígenas para entender la lógica de su organizacitin territorial
uta sucesión (le conn 'astes altitudinales en donde floreció Mesoamci ica con toda su coniple- ctife'rcnciat la de aquélla acostumbrada co Espaira.
jidad (López Austin . 1989: De la Garza. 1992, Gruzfnski , 1988 y 1999). Si bien cos stres En apartadas anteriores hemos analizado la etimología gcrnr,inica de paisurle
eóerafos - Ravel , Boas N Sauer- no son recordados por sus aportes al conocimiento de los (l :ndl.^clur¡t) para entender cómo fue definido este concepto. En este apanado no podenres
paisajes mexicanos . sí lo son por su rellexion teórica en tavrr' de la `,co £ r afia cultur al de•riya- seguir sin revisar, asi sea sucintamente, la etitnologia boina del termino para entender
da de sus estancias en éste , ortos anthicntes En la presente sección ree, eternos los plan- cóm(r ha sido aplicado por los geógrafos que estudian áreas de esa libación cultural- En
teamientos centrles que hasta aqui hemos expuesto para revisa no sólo el caso de Me.xico lenguas latinas como el poriugrues. el trances v el italiano, el concepto de paisaje lpaisr:,grnt.
sino también el des:rrrollo de este enfoque co otros pases de Ametica Latina. pacsaye } parrcaa gro respectivaniente 1 apaiece también a finales del siglo .xvt y comienzos
del XVII. En castellano, sin embargo, la representación del pais en un lienzo o en un papel
no se llamo paisaje sino hasta 1708 1Curontinas, 1983: 43 3). Antes de eso. icrntinos equiva-

3.1. Primeros paisajes biculfuraíes lentes fueron -segtur señala el historiador Marcelo Ramírez- el termino pintura,, % la
misma palabra 'palia„ ( Ramírez. 20Ot'). La etimología de país es pagos y ase refiere al pago
La mirada culturalistat en Ametica Latina no es nueva. Si bien es cierto que durante mucho o terruño «-al que sc esta atenido, (Brunei et al., 1992: 336). t: 'n la Edad Medra, el pago es
tiempo la historiograGe andina N nresoanicrjcana, la vin'einal v, en pan icul,r': lit geogrtfía de las en efecto un «distrito agrícola», pero es también sinónimo de «pueblo o aldea„ (Corominas,
arcas indígenas conteniponincas fueron desarrolladas desde una óptica absurdamente 1983: 433). En las fuerces documentales sobre los dominios coloniales de España en Aine-
cures envista. los intentos por descifrar la dimensión espacial de las culturas locales ya tienen rica, el termino «pago', es habitual (Ranu cz, 20061. Aun ahora, en paises corno Argentina
un ti-echo recosido. El primer acierto ha sido desprender-se de las categorías de analisis tenilo- y Uruguay, «pago» es la tierra rural enn'añable a la que uno pertenece. Según el geógrafo
rial v de los valores éticos ele Europa para entenderla especificidad del universo indígena aure- Roger Bnuret, el país es «una unidad de sida, de acción y de relación que con'esponde reas
riauro. El segundo ha consistido en aceptar que después del encuentro de esos dos mundos o menos al antiguo territorio tribal» (Buriel et a!., 1992: 336). Es la tierra donde uno nació
ajenos se comenzó a tejer un Hueco universa biculnual, definido p o¡ la producción de paisajes v donde están enterrados los abuelos.
en los que se podrían detectar rasgos procedentes de sus culturas originales, pero Cambien on'os Ahora bien, regresemos al momento en que tos especialistas enfocan sus estudios al
completamente inéditos que cornenzarian a crear la nuera identidad mestiza. Cinco siglos des- área latinoamericana', comienzan a revelar algunos de los aspectos propios de esos paisajes.
pués de la llegada de los europeos a las Antillas. la geografía cultural latinoamericana tiene por Varios países latinoamericanos deben a Adoll Bandelier el inicio de las reflexiones sobre la
misión estudiar paisajes que siguen teniendo rasgos ele dos culturas pero que son cada vez maces alteridad cultor al y sobre la cornprcnsion de la organización territorial. A la luz de la histeria

definidos por su nueva identidad. Para estudiar el momento presente, nos parece indispensable de la geografia cultural que hemos hecho en la primera parte, no es extraño que Bande leer
recorrer el proceso rnediante el cual se fue definiendo la nueva tcnitoriididad. haya nacido en un país de sensibilidad gcrnianica (en Berna. Suiza) en un momento en el
Al llegar los españoles a Mesoamenca. aplicaron su imaginario medieval-renacentista que el Romanticismo alemán ha llegado a su culminación (1840). Como Franz Boas, Bandelier
para interpretar la realidad espacial que se mostraba ante sus ojos (Gnrzinski, 1988 y 1999). terminó su formación en los Estados Unidos y realizó sus investigaciones en la América
Ellos miraban un territorio enarcado por algunas-muy pocas- ciudades (corto Cernpoala. indígena. las aportaciones más reconocidas de Bandelier se refieren a sus estudios sobre los
Cholula. Tenochtitlán o Zaachila); por extensas tierras de vocación rural en las que vivía pobladores del lago Titicaca (Baandelier, 1910), pero antes de trabajar en Ecuador, Bolivia y
buena parte de la población. Fi) la región andina tiritaron algo parecido: pocas ciudades Perú. dejó honda huella en México. En este país, el etnólogo de origen suizo definió por

concentradas (como Cuzco, Cajamarca e, Quito) y grandes extensiones de pohlarniento dis- primera vez las extensiones que correspondían a las distintas entidades politico-administra-
perso. 1.as aglomeraciones fueron reconocidas por ellos efectivamente como ciudades, pero tiras (calpultin) que componían el aliepeil (Bandelier, 1878). Respecto de la comprensión del
en el caso de las áreas sin núcleos urbanos de alta densidad arquilectírrica y demográfica. su paisaje indígena, fue Zulia Nuttal quien propuso. en 1899, que los edificios mesoanicHcancrs
l econocirrtiertto tuvo rnayores problemas. fomentas cono eieniplo el área nahua en el .Méxi- constnridos en piedra (que llamamos geiic i-icarnente pirírnides) constituyen replicas de
co actual. En ella. todo asentamiento, desde una m-an urbe como Tenochtitlán hasta un montañas investidas de sacralidad. Ella propuso, además, los principios para entender los
caserío disperso corno Texcoco, recibían en náhuatl la categoría ele alrrped (Licate, 1980: calendarios mesocunericanos en relación a la posición de los asentamientos, rasgo funda-
('órdova, 1997). Punta un español del siglo XVI debe hather sido inconcebible lit honurlot adiós mental en la comprensión de le cosmovisión mesoinnericana 1Nuital, 1970),

236 1 RATADO DE GEOGRAFIA HUMANA a TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA 237


Geografía cultural
Federico Fernández Chnstlieh

Fue necesario esperar casi ochenta años para ver aportaciones sustantivas tendentes a coincide con el de la geografía cultural en la medida en que , para su estudio , se recurre a las
descifrarla territorialidad de los indios de Nueva España. Los etnohistoriadores Edwvard Calnek prácticas enumeradas en la segunda sección de este capítulo: por principio de cuentas, se
(1974) . Rudolf van Zannvijk (1976) realizaron un análisis pormenorizado de la periferia del reconoce que los moradores desan -ollan técnicas , herramientas c obras de arquitectura que
núcleo urbano de México-Tenochtitlán en donde quedó clara la existencia de tales calpulli o les permiten producir un espacio material propio . Para fundarlo , dichos moradores se reco-
barrios, asociados a dioses tutelares, y la importancia del trepan o palacio. Charles Gibson nocieron en el terreno , se orienuuan , hicieron marcas sobre él , le asignaron un nombre y
(1975) y Pedro Carrasco (1976) hicieron estudios similares para otras regiones que permitie- crearon instituciones . .Ademas, el alteperl fundado posee las cinco características reconoci-
ron hallar coincidencias. Mientras tanto, los arqueólogos William Sanders (1981) y Frederic das por el especialista para un paisaje cualquiera:

Hicks (1982) descubrieron que el territorio del alrepetl poseía igualmente arcas rurales interca-
ladas con las urbanas. El avance cualitativamente más importante se dio con los trabajos de a) El alrepetl es un microcosmos que reproduce la estructura general del universo del
Jack A. Licate (1980) Susan Schroeder (1991). Stephanie Wood (19911 y James Lockhart (1991, que es centro.
1999), quienes clarificaron las características político-administrativas del alrepetl: tener un b) El alrepetl es una entidad de larga duración construida con el trabajo de generaciones
v que revela rasgos de sus distintas etapas , incluso hasta convenirse en ,<pueblo de indios»,
ilatoani, cierta soberanía, una composición pluriétnica y una rotación en la organización so-
cial. Asimismo enunciaron algunos más de sus elementos urbanos: el trazzguis (mercado)% los c) El alteperl es un espacio modelado tanto poi la naturaleza corno por la cultura.
calpolli o tlaxilacalli (barrios), entre otros (Bernal-García el aL, 2006). d) El alrepetl es una extensión física nias o menos medible con elementos igualmente
Décadas después, a la luz de los trabajos de Mircea Eliade, la antropóloga Doris Hevden constatables por medio de los sentidos.
(1981) amplió la propuesta de Nuttal tras estudiar el interior de la pirámide del Sol en e) El alrepetl posee una escala humana, caminable.
Teotihuacán y llegar a la conclusión de que también las pirámides simbolizaban la montaña
del origen llamada Culhuacan o Chicomoztoc. prominencia del relieve mítico donde los pue- Debe advertirse sin embargo que estas similitudes no significan que alteperl y paisaje
blos habían sido concebidos (Magaloni, 2003). Alfredo López Austin, en su importante obra sean sinonimos.
Cuerpo humano e ideología (1989), explicó la estructura del cosmos mesoamericano como una Aunque en la práctica no haya sido intención de los especialistas detectar estas caracterís-
gran isla-montaña que emerge de las aguas primigenias v cuyo plano horizontal esta dividido ticas propias del paisaje en sus estudios de caso, c•1 hecho es que destacan varios trabajos que
en cuatro rumbos, uno por cada punto cardinal. Nuevamente siguiendo a Mircea Eliade, los permiten conocer mejor el alteperl . Por ejemplo, el de Bernardo García !Martínez ( 1987) sobre
historiadores desprendieron la conclusión de que cada ciudad, cada pueble), es un microcosmos la siena de Puebla, el de Danii• lc Dehouve (19951 sobre la montaña de Guerrero, el de James
que reproduce, a una escala urbana, la estructura general del cosmos (Eliade, 1963; kallega. Lockhan ( 1999) sobre los nahuas, el (le John Sullivan ( 1996, 1999 ) sobre Tlaxcala , el de René
2003). En ese sentido, los mejores paisajes para establecerse fueron aquellos que se delinian García Castro (1999) sobre la proa incoa M atlatzinca, los de Cayetano Reses García ( 2000) y
geográficamente por un cuerpo de agua (de preferencia un lago) en mecho del cual habla una María Elena Bernal (2006 ) sobre Cholula, el de Pedro Bracamonte ( 2003 ) sobre el Yucatán
isla-montaña, o bien las condiciones ecológicas N. fisiográficas para encontrar en el paraje colonial. el ele Gerardo Gutiérrez ( 2003 ) sobre la Huaxteca . la Mixteca, el de Ángel García
todos los elementos necesarios para la supervivencia (López Austin, 1999). Zambrano ( 2005) sobre Yecapixtla y los de Marcelo Ramirez ( 2002. 2006 ) sobre Tejupan. Asi-
Esta relación ha sido estudiada con mayor profundidad por Ángel Julián García mismo debemos mencionar algunos de los importantes trabajos que analizan la relación so-
Zambrano, quien ha analizado los ritos de fundación de los asentamientos indígenas v las ciedad-naturaleza bajo el cristal de las culturas de tradición indígena : además de los mencio-
características topográficas de los sitios seleccionados para establece¡- los pueblos v ciudades nados Arrthonv Aveny ( 1991) y Johartna Broda et al. (1991, 2001), contamos con los trabajos de
(García Zambrano, 1992). De sus trabajos se desprende la idea de que el paisaje cultural de Gabriel Espinosa (1996) sobre la cuenca de México. de Brigitte Bohem et al. (2002 ) sobre la
los pueblos mesoamericanos fue un paisaje sacralizado en donde los cenos v los cuerpos de cuenca Lernia - Chapala - Santiago,;' Narciso Barrera Bassolset al. (2004 ), Sauali L . 0.1-lara (1993)
agua desempeñaron un papel fundamental en la explicación del universo. García Zambrano y Clrristopher Fisher et al. (2000 ; 2003 ) sobre el lago de Pátzcuaro , entre otros.
ha propuesto incluso cierta estética del paisaje recurrente en los sitios donde se asentaron Investigaciones realizadas en otros países ponen al descubierto que esta misma reduc-

los altepeme:i a una de estas formas del relieve la ha llamado <rinconada» y consiste el¡ un ción operó, por ejemplo , en el área andina. Nos referimos a que la territorialidad indígena fue
paraje a manera de herradura protegido por elevaciones montañosas, y bien irrigado (García sustituida por una europea y que sólo siglos después se comenzó a rescatar el significado

Zambrano, 2000: 23). perdido. El caso de la llamada fortaleza de Chan chan , frecuentada por indios muchik,
Complementario a lo anterior, Authony Avene (1991), Johanna Broda (1991), María cupisnique , mochica, wari, chimú e incas, quedó sepultado por la importancia dada a la ciu-
Elena Bernal (1993) e Ivan Sprajc (2001) propusieron que la ubicación de los asentamientos dad de Trujillo que ocupó su lugar político en el virreinato del Perú ( Carrasco Coello, 2006).
prehispánicos tenía una relación clara con los movimientos del ciclo y en particular con los Los paisajes del imperio inca cuyo asiento nodal fue Cuzco , en el actual Perú, han sido
del Sol, pues a partir de esa información astronómica se organizaba un calendario agrícola interpretados de manera convincente por Brian S. Bauer mediante la determinación de los
y urbano. Siguiendo su trabajo, el astrónomo Jesús Galindo ha estudiado varios edificios llamados ceques que conforman un complejo sistema de organización geométrica radial en
prehispánicos para darles su contexto en el movimiento de los astros (Galindo Trejo. 20011. torno a la vieja ciudad de los ¡ricas . Este autor partió de un documento fechado en 1653 en
Con estas bases podemos hablar de toda urca nueva generacicn de especialistas que se donde se exponen las bases del sistema de ceques aunque supone que la información , en reali-
han dedicado al estudio de los paisajes llamados alteperl. tanto del tiempo prehispánico corto dad, se generó un siglo atrás , cuando la lectura de ese paisaje indígena estaba más fresca en la
de la época virreinal, momento en que se transformaron en <pueblos de indios,, Su enroque memoria de las sociedades conquistadas ( Bauer, 2000: 13). En 1990 , al momento de iniciar- su
investigación , Bauer confrontó la información de sus fuentes con un meticuloso trabajo de
campo en el que sus informantes le permitieron reconstruir las marcas que los incas habían
dejado en el paisaje y que los españoles habían pasado por alto si no es que las habían satanizado.
6 Attepenre es una de las formas aceptad a, para hacer el plural de alar,',!'

238 TRATADO DE GEOGRAFIA HUP.1ANA TRATADO DE GEOGRAFiA HUMANA 239


Geografía cultura!

Estas marcas pueden ser rasgos eeomortológicos como manantiales, prominencias rocosas t, Clayal y otros geógrafos franceses (Corréa et al.. 2004:3). En tenia, de Geo,ratia Humana,
pasos niontaño,us, o bien rasgos artificiales como pozos, tumbas o templos. En todo caso, se Brasil , conoo la mavotia (le los paises de América latina. se ha dejado influenciar más por
trataba de uu paisaje cultural coro cl que el cosmos se ordenaba sobre el plano terrestre nne- Francia que por la geografía anglosajona aunque, en el caso concreto que nos ocupa, debe-
diante estas marcas llamadas. en lengua quechua. /Hacas (Bauer, 2000: 24): el actual territorio rnos reconocer que también el impulso de la C'trlrrrra l Ger^grnphc esta presente.
peruano está lleno de ellas. El sistema consiste, pues, en una serie de haces radiales que dividen 1'n otros paises latinoamericanos el desarrollo del enfoque cultural desde la geografia ha
tamo el universo corno el paisaje inca en cuatro rumbos que, juntos. conforman el sido también reducido. En I'ení se han hecho estudios sobre el espacio urbano que intentan
lahuantittsto o. ,El sistema de seques del Cuzco [dice Bauer j lugaha un papel importante en la descrihu la percepción que los actores cotidianos tienen sobre él. En particular algunos geó-
identidad de estos grupos, asi como en la unificación de la pohlacton de la zona». gralos de la Universidad Nacional de San \4arcce han obtenido información sobre los aspectos
Con esta afirmación. Bauer pone de manifiesto la no-desintegración del paisaje entre lo percibido, como negativos o positivos pus la población que h-ecuenta las plazas mayores. En
humano y lo natural al entender ele los pueblos andinos. Yes que el sistema no fue privauyo Colombia. donde la geogi-fia parece tener un nuevo impulso con la creación ele nuevas cano-
del Cuzco sino que fue practicado en otros paisajes tanto de Pení, (Po] ejemplo Huanucol ras universitaias (como en Montcria) s de nonas resistas (como Gec,n.,l,icvl. lis trabajos
como de Bolivia ( por ejemplo, Sajama ) (Bauer. 2000: 1 7 3, 1. Las similitudes con la estructura sobre el trota han comenzado por realizar una cersicin de la historia que dese rihimos en la
del cosmos nn•soamericano en donde el ale ved funciona como un centro a partir del cual el primera secci(,n (Delgado, 2003: Rucinq.ie, 1990)- En México. prinier país en donde se institu-
universo se divide en cuatro nimbos. son evidentes. Ante estas eeomenías cósmicas, lit col yeron catedral de Geografia en el cominen te (Moncada, 2003: o l)\ euva Sociedad de Geogra-
tiii,, cristiana de los españoles fui' frecuentemente iuseosible. fía es una de las más antiguas del inundo (Azuela. 2002). la geografía cultural no conoce un
Oto estudio digno de mención es el realizado por.Al)i'edo Lozano Castii, para entender. desarrollo destacable. Artículos aislados y poco estructurados cocean el tenia pero no ofrecen
desde la optica cultural, la historia prehispánica y colonial de Ouno. en el Ecuador: Si tenemos un cogen, sistemat izado de conocimientos tri n ieiodoss'1 ampoco se tienen estudios de caso en
presente el e\celente estudio (le Bauer para Cuzco. es oras fácil comprender el publicado por donde se obsercr un fundamento geo,un atico cultural de solidez,' Quizá los trabajos de Alejan-
Lozano años alias. En dicho esuidin, Lozano expone que Quito Inc iimialmente el centro de un dro \''elazquez el al. (20(13) sobre Nuevo San Juan Paraugancutiro, de Narciso Bao eta el al.
sistema en torno al cual se estructuraban cuatro rumbos cósmicos que tenias también marcas (20(15) sobre euu,ecoloeía en Yucatán v de Antoinctte A4rinkler Pitos ct al. (2(104) sobre
sobre el plano terrestre para los indígenas pastos. quillacingas. quilos, caranquis y cavatnlxs etnopedologia son ejemplos ele excepción. Oti'os especialistas ajenos a la geografía han contri-
(Lozano, 1991: .54) _ Sobre el macizo de Pambamarca. donde se ubica Quito, los grupos locales buido, sin embargo, al conocimiento de la territorialidad rnexicana. Gilberto Ginienez ha pro-
const incron una serie de prrenrac o fortalezas aconu,dadas en svi nicnrulo, (le ruanera que, a fundizado en la noción de territorio desde la optica cultural y en menor nce•dida In ha hecho
partir de ellas, el autor intenta reconst uir un sistema muy similar al hallado en el caso perra- Maya t orcna Pérez (Giménez, 1996: Pérez. 2003: 156). También sobresalen los trabajos sobre
no. Los c asas ondinas curnpico sin duda cambien con las cinco caracteristicas amiba mencio antropología urbana realizad<_ por estudiosos anuo \estcu' G:u'eía Canclini (2200.5), María
nadas que tiene el paisaje. <,birlo de estudio de la geografía cultural. Ana Portal (2(1(11) y Miguel Mgef Aguilar et al. (2001 ). En las reflexiones sobre anuopología
La reconstrucción sobre paisajes hisu,rieos esta perfectamente conectada con los estu- urbana destaca lar pluviculturalidad de los espacios en las grandes ciudades como Mcyico o
dios ele paisajes culturales conternpcor'áncos. Al tcspecto se pueden destacar los trabajos de Guadalajara v en aquéllas de las zonas fronterizas como Tijuana.
\Aavnc Joseph Robins sobre el Paraguay oriental para entender las prácticas agrícolas del Ins A pesar che los trabajos destinados a describir el uso de los espacios por los distintos
indígenas chiripa en el contexto de su visión sobre el inundo, igualmente ha movido a los pueblos que conf<tuan los paises latiuuamcticanos, los avances más siginticativos en las
investigadores la idea de contribuir a dotar de argunnentos a dichos pueblos pata la defensa írltimas décadas han venido de la cartografía. Por un lado, el análisis de los mapas s códices
de su panini nio y de sus tien as, es decir, para preservar los paisajes que ellos han construi- pintados tanto en el siglo xvi corno en épocas coloniales mas tardías reflejan, al menos par-
do a través de las generaciones (Robins, 1999). En el apartado siguiente veremos que la cialmente, la manera en que los grupos indígenas entendían su espacio. Renglones arras
expresión cartográfica ha producido conocimientos antes inalcanzables sobre la territoriali- expusimos que la noción de paisaje en el siglo xs't novohispano existir) bajo los términos
dad de los pueblos indígenas co nuestros paises. «país„ y „pintura,,. Pues bien, estos paises o pinturas han sido examinados por historiadores
del arte v recientemente por geógrafos para hallo nuevos datos sobre la territorialidad del
aliepetl en general y de los casos particulares para los que se han encontrado muestras en los
archivos. Se trata, en realidad, del estudio de etapas en el sentido rnás amplio del término
3.2. Geografía y cartografía académicas
(Brunei et al., 1992: 82: Munds', 1996), 1'na ele las compilaciones más importantes de frentes
coloniales que describen paisajes y que se acompañan de cartografía es la conocida copio
En Amér ica Latina existe un reconocimiento tácita del desarrollo de la geografía brasileña
Relaciones 1 t'o rzilic'a.c del siglo A'1'1, presentada y comentada por Reno Acuña ( 1924-1988)-
A diferencia del resto (le los paises del área, en Brasil hay más de 150 formaciones unjver—i-
ttuias que se encaminan a licenciar geógrafos, ademas de 25 ináste rs y seis doctorados (Con ¿a
et al., 2004)- Si¡ producción académica es una de las más castas destacando en ello los geó-
, iefos de las universidades de Sao Paulo y Federal de Río de Janeiro. No obstante, el surgi- 7. Nos rel—nios a lo. eµudius -.ubre Tn, i. o de .Atan', 1,1 Carmen Carrcucu. subir Arequipa de N:aucr>ana

miento de un enfoque emparentado con la Nueva Geografía Cultural no se da sino hasta la Guluchn•,csl,, subir Curen de Siente Be,nec, c,bre Liar., d, I Oldr^, rdn GSrdnc-e \ case Ganai. Z:nza 1 200c l
8 Alguno s aniculos que sugieren la urnan,c, son Romuu C<vnreras (20(1(1), Glnur, Rnt,s ¡2001 i s l opet Lrvi
primera mitad de los años noventa, en que se institus e el.4'tícleo de esttrdac e pea¡trisa s solare
(=003).
ecpago e crrlnn'a (\EPEC ( en la Uniscrsidad Estatal de Río. animado por Zens Rosendahl. 9 Dos esludins d, croo yur p,nrn rn p, incy?in de un entoyur c'e cgr,,liro r aJwr:d son cl de Lil,,u,a L,,pez Le,,
cuyas in\ estigaeiones se centran en la relación cine espacio y religión- Se puede decir quc el (1999hnbir cenu„s ataca; ial s , el de Fe te, an Fern;rnde, Chnslbeh (20021 sobre la Ciud:ai de M-- en la epoca

enfoque utilizado tanto en los artículos escritos por hr ',cieños en la resista F.. pa(o e Cnltrar+ ner,rhísya . Asimismo puede mrnrion:,tse ,1 tihn,sobre temonio v euturr a en la Ciudad de Mrsico c,andutad„ por loa

como en la colección de libros coorc linaefa por el \ I -I'f-C. deriva de aquél utilizado por Paul gehgrah,s Ln iré Uete,cdn , Blanca R R., rae/ i 19991.

TRATADO DE GEOGRAFiA HUMANA 241


Federico Fernández Chnstóeb Geogralia cultural

Un paso más ha sido dado por quienes han interpretado este tipo de mapas antiguos v códi- - Se adentra en la complejidad a escalas distintas de manera simultánea.
ces de manufactura indígena para entender la territorialidad, entre los que destacan los de - Adquiere un compromiso con la causa investigada que muy frecuentemente se traduce en
Barbara Mundy (19%), Caneen Aguilera (2001), Perla Valle (1994), Karl Butzer el al. (2003), la adopción de una posición política.
Mercedes Montes de Oca el al. (2003) s Marcelo Ramírez (2002. 2(106). b) El producto obtenido:
Otra vertiente cartográfica de creciente interés es aquella que consiste en acudir a los - Refleja de tina manera más apegada la version que los propios actores tienen de su entorno.
propios actores de la territorialidad y solicitarles que const ovan ellos mismos un mapa. En - Constituye la síntesis de una visión local que señala puntos físicos reconocibles en el
principio, esta actividad reproduce aquella que dio lugar a las citadas Relaciones geograf icas terreno cuyo significado puede ser mültiple.
y que fue inducida hace más de 400 años por la corona española para hacerse una idea más - Esboza límites que los pobladores asumen para defensa de sus ¡¡en-as en conflictos pre-
amplia de los territorios que dominaban en América. En el caso de la Nueva España, los sentes y futuros.
alcaldes v corregidores españoles pidieron a los escribanos indígenas. a partir de 1577, que - Revela valores culturales locales ocultos en estudios convencionales.
dibujaran las tierras de sus respectivos pueblos con las técnicas ancestrales que les eran - Permite entender mucho mejor la historia ambiental de un lugar..
familiares (Acuña. 1984-1988; Mundv. 1996). En los casos conteunporaneos, los investigado-
res solicitan a las comunidades que realicen ese mismo ejercicio asistidos de tecnología Advirtiendo estas virtudes desde el siglo xix y principios del > x, Franz Boas solicitó en
digital. Para ello se recorren las tierras que se consideran copio de su dominio provistos de sus estancias en trabajo de aunpo que sus inforTnantes bosquejaran etapas sencillos de su
aparatos GPS (sistema de posicionamiento global) que van geornderenciandu los puntos territorio. Sin embargo, no fue sino hasta los años setenta que esta práctica fue sistematizada
indicados per los informantes de tal suerte que el etapa que resulta puede ser nnn distinto al por algunos estudiosos de los pueblos nativos del Canadá y de Alaska. Recientemente. el
de la carta temática convencional. En esta última pueden aparecer las eminencias montaño- mismo Chapin ha pasado revista a las regiones del mundo cubiertas por este tipo de mapas.
sas. los cuerpos superficiales cíe agua. los campos de cultive,, las manchas boscosas, las can e- En América Latina ha habido proyectos de cartografía participativa en Belice, Nicaragua,
teras, la urbanización, los tendidos eléctricos, cte. Pero si para la comunidad estos no son los Honduras, Panamá, Venezuela, Guyana, Surinam. Brasil, Ecuador, Colombia y Bolivia, ade-
aspectos relevantes, entonces el resultado, igualmente exacto pero distinto, nos revela otra más de Perú (Chapín, 2005). El objetivo, en todos estos casos, ha sido promover la defensa de
geogralúa. En esta cartografia producida por la cultura local pudieran ser destacados, por las tierras de dichas comunidades acosadas por la voracidad de las compañías extractoras de
ejemplo. sido algunos cerros de lumia peculiar, algunos puntos donde se sabe que existe hidrocarburos, madera v otras materias primas, así corno la presión de otros actores políti-
agua suhten'anea, algunos parajes donde no se debe caminar por temor a adquirir- algún cos como el gobierno nacional o las comunidades vecinas.
mal. algunas cuevas y barrancas con connotaciones sagradas. algunos sitios donde crece Como esidencia Chapin, en México no se han desarrollado estudios de cartografía
profusamente tina planta medicinal, el rumbo por el que huyo un personaje legendario, etc. participativa. No obstante, para mediados de 2005 había ya la inquietud de eles grupos aca-
Como se puede deducir, la información de estos mapas mdigenas resulta muy distinta por- démicos por ejecuta' proyectos relacionados con este fin: por un lado, Peter 11. 1 lerlihy de la
que su entino percibido es diferente al que creen ser nuestros ojos occidentales. Se trata de Universidad de Kansas comenzó a trabajar con personal de la Universidad Autónoma de San
mapas que expresan una realidad v que son tan funcionales y precisos corno los nuestros, Luis Potosí en la Huasteca y, por el otro. Mike K. NicCadl, del Irrtrr tario,ral Instilrtte,rór Geu-
pero para poderlos leer hace falta estar empapados de la cultura local. Este ejercicio de lrrfomration Scrietrce and Lamió Obsen,ation de Holanda, introdujo el modelo en la Unidad
cartografía con métodos participaticos que tiene como objetivo. por un lado, conocer mejor Académica de Morelia del instituto de Geografía de la l: NAM para trabajar en colaboración
la cultura de esos pueblos N. por otro, dar a las comunidades una herramienta para defender con Narciso Barrera Bassols y Pedro Sergio Urquijo, académicos de dicha universidad.
sus tiesas, ha sido practicado en varios países de América Latina. Si compararnos lo hecho en América Latina con la gran tradición en geografía cultural
Debemos a Mac Chapin y Bill Threlkcld la sistematización de una serie de pasos para desarrollada en Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos. pudríamos pensar que hay un
obtener mapas producidos por comunidades indígenas latinoamericanas. Chapin propone pan trecho por recorrer en nuestros países. Quizá sea así desde una visión académica y
la organización de talleres pata familiarizar tanto a la comunidad en cuestión copio al equi- Ot flizativa ; sin embargo, los países latinoamericanos que han comenzado a mirar su pro-
po externo de interesados en la cartografia y para realizar propiamente los mapas Piaterritorialidad de una manera irás crítica y desde un enfoque cultural, sin importar si sus
participativos. Estos talleres se alternan con trabajo de campo igualmente participatiso 4rtudiosos pertenecen o no a la academia, tienen la ventaja de formar parte de la misma
Riltura que están estudiando, de manera que se evitan extrapolaciones y adecuaciones que
(Chapin el al., 2001). Con estos planteamientos iniciales, se han producido trabajos de gran
valor por la información cultural que desvelan. " Ocasiones llegan a dessirtuar el análisis. En las conclusiones de este capítulo listaremos
En Perú, por ejemplo, Shinai, tina ONG de origen britanico que ha crecido localmente, taa serie de necesidades que no debemos perder de vista para desarrollar con mayor profun-
inició desde el año 2002 varios proyectos en comunidades indígenas que incluyen realizar la dad el enfoque cultural en Geografía.
cartografía de las tiernas que consideran de su dominio (Shinai. 2004). Este tipo de iniciausus.
a nuestro parecer, recogen todas las virtudes del enfoque cultural en geografia que hemos
venido reseñando a lo largo de este capítulo N. que podemos listar de la siguiente manera 4. Conclusiones

a) El observador: úl10grafía cultural canta a la diversidad. El enfoque cultural en geografía es una posición
- Apela a las experiencias tanto de las ciencias sociales como de las exactas. ddde
la cual el geógrafo, el estudiosa del espacio, admira. valora v defiende esa diversidad
- Intenta posicionarse en los pies del actor u habitante del territorio. manifiesta
en todos los paisajes de la superficie terrestre, A manera de epílogo, enumerare-
- Imita a que sean los actores mismos quienes hablen de la construcción de su pro0a moa las
tareas a las que debe abocarse el estudioso (le la geografía cultural segun las priori-
geografía. dadüque parecen reconocerse en la amplitud latinoamericana.
Federico Femandez ChrisfLeb Geogratia cultural

1. Reconocer que la diversidad natural c cultural del mundo cunstituycn riquezas Bibliografía
im'aluables que el enfoque cultural en gcogratia debe asumir cueto objetos de su estudie,
ACUNA, René ( 1984-1988), Relaciones cuaualic'as del suplo A'l'/ 10 vols., México. HA, UNAM.
Vallega. 2001).
27 Aceptar que la geografía cultural pretende comprender las tazones que llevan a los AGeit AR, Miguel Angel, Amparo SE\ILL1 s Ahilio VERGARA (coords. ((2001 ), La r+urlad druic
grupos culturales a actuar sobre su territorio del modo en que lo hacen, a respetar dichas seis /uo'ares. México. Universidad Autónoma Metropolitana.Porrtiar'Conaculta.
razones v apreciarlas corto valores que enriquecen al mundo. Lo anterior no significa callar AGt;ILERA. Cxnmen (2001). Cúdtcr s dr 11r'.ricr,. México. Concejo Nacional de ciencia y Tecnolo iría.
ante las prácticas ten-itr,riales realizadas por cienos grupos cuando estas atentan precisa- ANDERSON, hay, Mona DoMOSn, Steve Pn.l \ Nigel THRIrt (eds.) (2003), llundhnnk o, Cultu-
mente contra la diversidad. Por ello el geógrafo está atento a las actividades que vulneran el ral C;eo.^raphv. Londres. Salte Pu blications.
ambiente natural. el patrimonio cultural v el derecho de los pueblos a ser diferentes. ANDRFO'r11, Giuliana (2005) <Geo_raphie historique el paysage». eri: Philippe BoulangerA
3 Devolver un significado político a la gcogratia: impulsar- una actitud critica hacia los Jean-René Trochet (dit%.). Oti rst la prr,craphk ht.uaigrre?. Paris. LHarmattarvl ahoratoirc
Geogi aplue et Coltures, 1 iiiversitc de Parir IV-Sorbonne.
planes de desarrollo regional o hacia las intervenciones carentes de ello,. InfGmnar a las
comunidades implicadas sobre el valor estratégico de sus r'ecurxos Esto es, reconocer en la ARNOLD, David (20001, l,a aan+r'alc;a cono problema histórico, México. FCE.
ATTAI.I, .lasques ( 1991 ), 1492. Parir Libraire Anheine Favard.
tarea del geógrafo un compromiso político (Lacoste. 1977: Bartule, 1985).
AVE\Y. Anthonv F. (1991 ). 017,cn-aaores del ciclo en el ,Retuvo auritzim, México, FCE.
4. Estudiar las etmogeografias, esto es, identificar. los sistemas de otientacion construi-
AZUELA. Bernal L.E (2002), hose; ack,nali; acu.r+ ele la, ciencia., de la ; ir'rra em %4r'xie'o a finales
dos, las redes de topónimos establecidas, la manera en que los _nupos utilizan su ambiente y
del u>;Io AJX, tesis de doctorado en geogtalia. México, FF v L., UNAM.
los sistemas de relaciones sociales que organizan el espacio (Clavad, 200la: 23 24). Explontr
BAKLR, Alan R.II_ y Gideon BIGER (eck.) ( 1992). ldeolo,gv arrd L,crr+dscape in llictoricul
asimismo las cümr ro ra!ó2. y el impacto de Internet como posible modilicador de concep-
Perspexttt'e. Escas:+ ore rhe nuttrrtrre r>1 <" o¡ (, places ht rhe pase. Cambr'idge. Camhridge
ciones espaciales (¡'¡con, 1995: Falcones'. 20011.
Unisersits Prers.
5. Utilizar diferentes escalas dependiendo del énfasis que queramos destacar. Por un
BA.NOF.i IER, Adoll F. (I F, 81. • Ore rhe Disu ebutiun and Tenure ol Lands and rhe Customs vcith
lado resulta fundamental emplear una escala de analisis local y tomaren cruenta las taveetu-
Respect to 1nhentarnee Anuneg rhe Ancirnt Mexicans», en: Elere+rtiu <1raaral Report o) th,•
r-ias individuales. Al misten tiempo, no debemos perder de vista que la geogt'afia se interesa
P,'aborlc ;llrrsraou n¡:L i urolo,^rrund L:/ ,toht;v. Cambrídgc, Salero Pr-ers.
por colectividades, por conuntidades de individuos que comparten concepciones s percep
- (1910), 1ir isla rica k are, La Paz. Taller tipogralo de J.M. Gamarza.
ciones del espacio \ que se ubican como centros de regiones mas amplias para las que es
BARICCO, Alessandro (2002), iACSi. Sobre la lnvrtli achiru r el morolo que riere, Barcelona,
necesario emplea escalas menores. Valorar la pertinencia del concept-, •-elr,haliraci, n
Anagrama
(Baricco, 2002). BARRERA-BASSUI S Narciso y.Alh'ed ZINCK (2004), «-Land Mover and Behaves": Indigeuotrs
ti. Estudiar los procesos culturales en lapos de Lega duración sin perder de vira el
Discourse on Sustainahle Land Management. in Pichataro. Patzcuaro Basin. Me ico»,
papel que desempeñan los individuos -entidades de corta dotación- en el interior de su
Gcogrufiska .4rnualer, 85..A 3-4, pp. 229-245.
grupo. Acercarse al estudio ele la arqueología y de la geontotiología corno disciplina, que
-} Víctor TOLEDO (2005)..'Ethnoecolo ^ ol thc 1'ucatee Masa: Sintbolism, Knosvlcdgc and
estudian enarcas de larga duración sobre el paisaje (Lugo. 2004). Management nl Natural Resour ces», Jnuoutl oj Lati+r ;leer irarr Ce ugraphv. 4 (1 1.
7. \'iocul:r los estudios conducidos por geógrafos con aquello, desarrollados por BAS.Sols BA'I:•1LL11. Angel ( 1985 ), Gto x:/+i., srrbdexarulln c at aat_nro, México, Nuestro tienipo,
anuopcilogor c ser-irse de la experiencia de estos últin os en tu.ucria de trabajo de campe BACER, Brian S. (2000), El esparto su^rarir. dr los loca.. El srslc'nra de (c.,'I res del Crt_co, Perú,
pan icipativo. Propiciar asimismo el acercamiento de los a nn opolugus y otros espec r alista a Centro de estudios regionales andinos Bartolomé de las Casa,,,
los métodos y técnicas pr opios de la geografía, pues sorprende el desconocimiento mutuo. al BEGClN, Huheri (1992), «La localisation des activ'ites banales», en: Anloine Bailly, Roben
menos en nuestro país. Ferias y Denise Pumain (dirs.), Eruc'rdopedie de Geo! raphk, París. Economica, pp.
8. Reorientar las tecnologías punta reconocidas corno «gcográf iris (percepción remo- 515-532.
ta. sistemas de información geográfica, empleo de GI'S) hacia el campo de las ciencias socia- HENDER, Barbara (ed.) (1995 ), hca rdscapr: nolittes and pc•rspectires. Pros idetice v Oxford, Berg.
les para combatir la creencia generalizada de que la Geogratia actual sirve para precisar BERNAL, John D. (1954). La ciencia en la historia. México, UNAM.
aspectos estudiados por las ciencias exactas». BERNAL GARCIA, María Elena ( 1993), Carvirut: 1lornrtairu in a Bl re%C;reerr Bond: ,IJWbo/oiic•al
9. Hacer un uso más óptuuo de los recursos cariograficos, no silo del estudio de mapas Urbarr Plamnnug in Alesoarr+erica, Ph. D. Thesis. Depariment of Ami Historv, Austin, Texas,
que representan diversos canipos temáticos y distintas épocas, sino de la cartogtafta Universitv of Texas al Austin.
participativa que revela nuevas geografías (Córdoba, 2001; Denniston, 1994: Chapin- 2005)- _ y Angel Julián GARI tA ZAMBRANO (2006). «El altepetl colonial y sus antecedentes
l0. Reconocer la utilidad social de la geografía cultural niediante la aplicacü,n de sus pre-hispámtcos contexto teórico historiográfico», en: Federico Fernández Christlieb v
resultados de distintas (orinas: información para que las comunidades estudiadas conozcan Angel Julián García Zarnhrano (coor(s ). Tenirorialirlad v paisaje ere el altepetl del si,,lo
sus derechos ten'itoriales en el marco de la legislación vigente v expresen su deseo de reeihir Al'!,
-México, instituto ele Geografía UN AM FCE (en prensa).
o rechazar inversiones externas; información para que las entidades gubernamentales mi- BEROUE, Augustin 11 986). L.r raer e.ge et 1 ru+Tijice. !ssJnpa+ruis &vai t la tarare. París, Gallimard.
dan el alcance de sus proyectos de ordenamiento territorial e información para que teirero> (1990). 11cdtance: de milierr.i en pavsgtes, Montpellier, Géngraphiques Reclus.
cono/can espacios culturales que les son extraños. (1992), «Espace, mtilicu. paysage, emironnoment», en: Anloine Bailly. Rr,hert Ferias
Denise Pumain, E,ucvdopédie de la ro raphie, París, Eeunomica, pp 351 384,
(2000), Ecnrurrrbrr. hin-odnrtion ñ 1'c;urd,'rlr-s ruilierrc ltrrwuuirr., 1':ui.. 13, !:n

TRATADO DE GEOGRAFIA Hui,1ANA TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA


I- .1
Federico Fernández Christlieb Geografia cultural

BLAUr, James M. (1994), ,Diffusionism: a unilormitarían critique». en: Kenneth E. Footeel Zachar % LAME v Bill THRELKELD (2005). ,<h'lapping indigenous land», J'he Arnncal Ret'iete
Austin. University of'iexas Press, pp. 173-190. of .4rttltrnpnlogv, n." 34, pp. 619-638.
alit (eds.), Keoeadi,tc Cultural Geography,
so<-ten, and space, CIIILDE. Gordon V.097 1 [ 1936]), Los ongenes de la civilización, México, FCE.
BI.H, II.J, de y Alexander B. MORPHY (1998), Hurtar geographx•: eulnure,
Nueva York. \Vilev- CLARK, Aun-c%- N. (1998), Tire Penguin Dictionarv of Geographv. Penguin Books.
México, FCE. CLAVA).. Paul (1995), la géngraphie culttoelle, París, Nathan.
BLoclr, Marc (1988), lnnctducciriu a la Historia,
de la Antropología Cultural, Buenos Aires. - (1996), llistoire de la geographie, Paris, Presses Universitaires de France.
130AS, Franz (1964). Cuestiones fundamentales
Solar:+Hachette. - (1998), llistoire de la Géugrctphie jirtnt'uise de 1870 a nos juurs, París, Nathan.
México, Universidad Autónoma de Ouerétaro. - (200la), «Champ et perspcctives de la géographie culturelle dix ans apees», Géngraplue el
- (1991), Curso de Antropología General,
BOEHM SCHOE\UCBE. Brigitle. Juan Manuel DURA' JUAREZ, Martín SANCIIEZ RODRIGUEZ c Ctdtures, n." 40, París, L'Harmattan, pp. 5-28.
Alicia TORRES R0DRiGUEZ (2002), Los estudios del agua ert la cuenca Lenta-Chcpala- - (2001h) «Cultures el cixilisations. (!n essai d'interprrtation géoeraphiyua>. Gcographie el
Sarttutgo, México. El Colegio de Michoacán, A.C. ('tu/tares, n.' 40. invierno, París, CNRS.
BONNEMAiSON, Joel (2000). Lit cogtaphie culturelle, París, I ditions du CTI-IS. - (2001x), F.pislérxdoi lr de la gcogutplrre, París, Nathan.
BOSQUE MAURI--L. Joaquín v Francisco ORTEGA ALBA (1995), Contetttario de textos geográri- Corks, Jean (1996). Irtnurhrc tiara a l'etlruuln te el a 1'rtrtthropolugie, Paris, Nathan.
cos, Barcelona, Oikos-Tau. CORDOBA Y ORDOÑEZ. Juan (2001 ), 'Geogr'afía v cartografía: reflexiones sobre el status cien-
en el Y caián
BRACAMON'E 1' SOSA, Pedro (2003), Los mayas v la tierra. Propiedad iiidigena tífico de una simbiosis necesaria», en: José Luis Palacio Prietos María Teresa Sánchez

colonial. México, CIESAS!ICl'.Punlía. Salazar (eds.), GeograJÜt para cl tercer mileuin. México, Instituto de Geografía, UNAM.
México. Alianza. pp . 37-50.
BRAUDEL, Fernand (1996) La historia v las ciencias sociales,
Ll Meducrnírteo v el mundo mediterráneo ert la época de Felipe ll. Mcxico. FCE. CORDOVA, Carlos E. } Jeftrrv R. PARSONS (1997). «Gcoar'chacoloev of ara Aztec Dispcrscd
- (1997),
BROD.A, Johanna (1991), «Cosmoxisión y ohser^•acicín de la naturaleza: el ejemplo del culto Village on rbe -lexcocu Piedmont o[ Central \lcxico», Geo<trciiaev^ingr. Ara lruernatiotal
de los cerros en Mesoarnérica», en: Johanna Broda. Stanisl aw hvaniszesvski v Lucrecia Jountal, vol. 12, rr.' 3, pp. 177-210-
en alesnanre nca, México, Institu- COROMINAS, Joan (1983). Bit-ve Diccionario etunolo, tcu de la lerrgtu: custrlktua, Madrid. Gr ellos.
Maupomé leds.), Arqueoastrattotuía v etnoastronomía
to de Investigaciones I listoricas UNAM, pp. 461-500. CORREA, Robcr'O Lobato v Zenc ROSENDAHL (2004), «Braziliari studies in cultural gengraphv
Aféxi- Social & Cultural Grcrgraplty, vol. 5, Issue 4, pp. 651-662.
Filia BAEZ-JORGE (2001). Cusrnot tsicín, ritual e identidad de los pueblos ucdigeuas de
co, N léxico, FCE. COSGROVE, Denis (1984). Social fornuuinrr and srntbnlic lartdscape. Londres, Croont Helm.
BRUNEI Roger, Roben FERRAS s Hcré THERS (1992 ), Le' nrors de la géugraphie, Montpcllier. - (1999) llappings, Londres, Rcaktion Books
Reclus-La docurncnt auon (ran4aisc. -(2002), <'Obsc r-ando la naturaleza: el paisaje v el sentido europeo de la s Boletín de la
BRI!NIIES, Jean (1984), «L rdaplation humaine aux conditions géographrque s» , en: Philila, e Asociacion de Geogrufus Españoles, n 34, pp. b3-89
Pinchemel. Marie Claire Robic v.lean-Louis Tissrer. Detn: siecles de géo,graphte jiani-aise. - (2003), «Landscape and che. F.uropean Serse of Sight-Eveing Naturc,>, cu: Kas Anderson,
París, C.T.ILS., pp.100-104. Mona Domosh, Steve Pile v Nigel Thrift (eds.1. Iiandbuok of Cuhtual Geogral>hv, Lon-
BirOMER, Aunc (2004) «'lorsten Háge[suand», hn rstigauunes Gen rrijieas, boletín 54, pp. 166-167. dres, Sage l ublications.
BCTZER. Karl W. (1994), Archaeolugy as luonan ecolu _s: Sletliod and theorv jor a contextttal CRANG, Mike (1998), Cultural geograp/ry, Londres .v Nueva York, Routledge.
apProaclt, Camhridge University Press. DARNI.N, Charles (1985 [1859J), 71te origin of specics, Londres, Penguin Classics.
- v Barbara J WILLIAMS (2003), «Addendum: Three Indigenous maps fiom Nesv Spain DE LA GARZA, Mercedes (1992), En tacto al Muevo ahondo, México. FF y 1., UNAM.
vol. 82, lssue 3, The
dated ca. 1580», ;1unals of che Associatiarr of ;1 ntericarr Geograplters, DEAR Michael J. y Steven Fi.t'sTY (2002), The spaces of posrrnodentin•, readings in Huntmt
Anrencas helare and alter 1492: Cunero geograpltrcal research, pp . 536 - 542. Geographv, Oxford. UK'Massachuseits, USA, Blackwell.
Paris, Dalloz. DEHOVE, Danicle (1995), Hacia urca historia del espacio ert la >noruariu de Guerrero, México,
CABANNE, Claude (1992). Lexique de Géogr-aphie Humatrte el éconnniique.
CALNEK, Edward E. (1974), «Conjunto urbano y modelo residencial en Tenochtitlán», en: Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos.
Edward E. Calnek, Woodraw Borah, Alejandra M. Toscano, K. Davies s' Luis Lnikd DELGADO, Jasier y Blanca R. R.AMIREZ (coords.) (1999), Transiciones: la mueva tonta territo-
rial de la Ciudad de Aléxneo. México, Plaza y Valdés editores y UAM•l.
(eds.), Ensayos sobre el desarrollo urbano de México, México, Sepsetentas.
Barcelona, Bateara" DELGADO MAHECHA, Ovidio (2003), Debates sobre el espacio en la geografía contemporánea,
CAPEI., Horacio (1988 ), Filosof ía) ciencia etc 4r gcograjes cc» ttentporárrea,
CARRASCO, Pedro (1976), «Estratificación social indígena en Morelos durante el siglo XV'I•. Universidad Nacional de Columbia.
DEN^s7STON, Derek (1994), «Defendirag tire land x+ith maps», librdd lihtch, enero-febrerr, pp. 27-32.
en: Pedro Carrasco, Johanna Broda et ahí (edsd. Estratificación social en la ,Nlesoa)?Jen a
DESCOLA , Philippe (2001 ), «Const royendo naturalezas», en: Philippe Descula v Gísli Pálsson,
prehispánica. México, SEP-INAH-CIESAS.
CARRASCO COELLO, María del Carmen (2006), «La plaza mayor de Trujillo. Lugar de conver- Naturaleza J, sociedad: perspectivas artttopologicas, México, Siglo XXI.
gencia cultural y funcional», en: Eugenio García Zarza, La plaza »favor de Salantratca DOLLFUS, Olivier (1971), L'artalyse géngraphiytre, París, Presses Universitaires de Fr-ance.
DROSTE , Bernd von, Herald PLACIITER y Mechtild RÓSSLER (1995). Cultural Landscapes of
Impor ancia urbana .v relación coi plazas tito votes ltispartoatrtericartas, Salatncutca. Unión
Europea (en prensa). Universal lblue. Stuttgart: Nueva York, Gustas FischerTINF.SCO.
DUBOS , René (1975), 1:1 hombre en adatuaciort, México, FCE.
C )LU.AMERS, Alan F. (1987), Qu'est-ce que la sc ierice?, París, l.a Découver-le. in.
I:dtunc ^, .o,ntp DUNCAN , James S. (1980), «-hhe superorganic in American cultural geographv», ArtttaLs of che
CI IAPtN, Nlac y Bill TIIRi:i.KELD (2001). Indigenous ! [wdsc apee .A Study ¡ir
Arlineton, VA.. Center foz the Support of Nativo' Lands. AssociationofAntericangeograpltecs, vol. 70, 2. pp. 181-198.

246
Geografía cultural
Federico Fernández Chrlsttteb

GIDDENS, Anthony ( 1995 119841), L.a conslttza,r»r de la sociedad. Bases para la teoría de la
- ( 19901. Tire (,¡ti as te-vi: The polines oj laudscape ittei n'emtion it 1/te K(iiidvan Kiu.gdoin,
'omrcttuaririrt, Buenos Aires, Amon'orttt Editores.
Cambridge University Press.
- (1992), < Re-presenting the Landscape; prohlems of reading the intenextual,,, en: L. Mon- GIMÉNF.Z. NIONTIEL. Gilbe to (1996), Ten-itorio y cultura, México, Universidad de Colima.
GÚMEZ ROJAS. Juan Carlos (2001 ). «La experiencia cultural del espacio: el espacio Aiyido } el
dada el alü. Pnv.salte el dise' de la hsihilité, Tlnive cité de Lausanne l tiestigai innrs Geogrrilicas, Bulctin
espacio abst acto. Una perspectiva ricocureana
ELIADE, Mircea ( 1965), Le' sacra et le pro/ nie. París. Gallimard.
del lrrstiirtto de Geografía de la UNAU, n.'44, pp. 119-125, Nlexico, UNAM.
-- (1969). L, ,multe de /'''ternel retoca, París, Gallimard. Got i.D, Peter v Rodncy \\HITE (1992). Ale ruin ntaps. Londres N Nueva York. Routledge.
ELLAS, Sorben (1999), ¡ alegrones, México, Instituto Mora.
GRANGE. Juliette (1982), «Saint-Siniun. premier theuncien de l'industtic,, y« !:anee automate»,
ESPINOSA PINEDA, Gabriel (1996). El eutbntjn del agua: el sistema lacustre de la cuenca de
Ctdttu'eTeclnrigra n:' 7. París, CRCT.
11cuit-en la cosmot•isirin me.ytea, México, IIH, HA. UNAM.
GRUZINSKI, Set ge (1988). L.rt colotisrviou de l'intagiuaire: sociétés iudigéues el ncc ideuualtsauoru
FA! COMER DE LA MI CLA, Tannia (2001), Cibeo'spacio, art espacio ceo alíen. tesis de liccncia-
daos le Jlc^zklue e°spngnul, .AT le-.A1711e sücles, Patis. Gallimard.
iura en Geografía. México, Facultad de Filosofía \ Leivas. UNAN.
- (1999), l rt peusee utetisse. I'a is. Fasard.
FERN ANDE7 (:I I RISTLIEB, Federico (1992 ), 1-us nrodentas ruedas de la destroce iurt, cl artrouoril GUIIFRREZ MENDOZA. Gcrardo (2003). Estructura ter itotial y urbanismo en Mes,i:'menca:
el¡ la ciudad de 4h'tico, México, El Caballito. los casos huaxtcce-g c mixteco-tlapaneco-pahua, . en: \Villiam V. Sanders, Guadalupe
- (1999), !lenco, t•ille teaclassique: les e'paces el les idees fiantetu emeur nibaiur, II753- Mastache Alba v Roben 11. Cobean (cds.), El urbactisnt^ en ,llesoarner ca, México'
19l 1 L Par i,, LHamiattan. UnivcrsitA Par k. PA, 1NAI l'Pennsc}s;utia Statc University.
- c' Angel Julian GARCIA ZAMBRANO (coords.1 (20(16), Tcrrtiorial,dud c paisaje eii el altepetl del HABER, Wolf gang ( 1995 ), „Cr mcept. Ot igin and Meaning uf T andscape,,, en: Bernd von Droste,
siglo At'1. México, Instituto de Geografía 11NA:Nl-FCE (en prensa) Hevald Plaehter N Mcchtild Rosstcr, Ctdttoal l tudscupe.e a( 1'rtitersal 14thte, Stuttgart?
FISItER.ChristopherT'-(2000) Latvlesapeso't/t'lañePritzc'narnBasir, PhDThcsis.Universit Nueva York. Gusto Fischcrit_ NESCO, pp. 38-40.
ol N'i,cnnsin-N1:ulison, HAC'O N. Shahen (1999). El d< crubrinrettto'iel urrh ersu. México. FCE.
1lclen PO)LL:ARD, Isabel SRAI)E-.ALCANTARA, Víctor H. GARD1 \O-MONROA y Subir K. 11AGERSIRANO. Torstcn (1970). „\\'hat about People in Regional Sciencc'', Papers oj ihe Re-
BANIile CE (2003). .A reexarnination of human-induced emironmeutal chane 5víthin innal.Scicnee Assacianotr, col. 24, pp. -1-21.
ihe lake Psizcuavo Basin. Nlichoacán, México, Proceedntr ql thc ctatinual acadenry o) HAGGET. Pcter ( 1965). :Lucational Analyas in Human GeosraphA', , en: Nlichael .I. Dcar v
scieuc, ol che Unircd States ot Ameiica. vol. 100, n." 8, pp. 4957-•3.962. Steyen Flusty, The soases al postnrodentin, readi!t lit Hrrmati Geogrupl r, Oxford, UKI
FCt0TE, Kenneth E el alii (eds.) (19941, Re-re°udirr^ L•ttlttn'al Gen!;r-rtpltc. -Auslttt I ulv'ersitx of Massachusetts. USA. Blacksvell. pp. 22-36.
Texas Piess. H:ALBWAClIS, Mauricc ( 1968), la mr+utona coArct t r, I'avis, Presses Universitaires de France.
Fot!CAtTT. MIC11Cl (1988). Las palabras t• las cosas. N'iesico Si *lo XXI. HARv'C'e David (1969), Trplu!t:tion r Cent,raphA, Londres, Edcrard Arnold.
FREMONT. Annand (1976). la repiotu, espose c-é(u, Patis, Presses Unicersitaires de Franee. HARFES. Francis (2(103). ,.Knosvlcdgc and Geograph\'s T'echnologc Poloics, Oniologies,
GAI JNDo TREIO. Jesús (2_0011. «La observación celeste en el pcn,amiento prehispánico, Representation in tbe chunging Acays ove I tocr,,, en: Kas Andetson el al¡¡ (cds
A,'grneoloifUi Vecicaita. n " 47. o) Cultural Gens raphy, Londres. Salte Puhlications.
GARANGFR, José (2002), La prehistoria co el nuntdu, Madrid. Akal textos HETTNER. Alfred (1983). «Comcmporan Gcr traphc,,, en: Gays S. Dtmbar (cd.). The histo!1v
GARCI.A CANCIINi, Nestor (coord.1 (2005). La antro¡rolo la trrhaun cn ^lférico, México. FCE. of beogrnplur. Ti'audntiats o) snrrte Frene/1 rnrd Gernxnt u'sav,. Nlalibú, Undena
,
GARCts CASTRO, René ( 1999). htdios, territorio c poderes la provincia ntatlatziruct. La Puhlications, pp. 58-72.
ion del espacio político de los pueblos otontianos. ciclos ,\-l'-X1/l. México, El Colegio IE'u'DEN, Doni, (1981 ) «Caves, Gods and Mvrhs: World-Viecc and Planning in Teotihuacan, ,
MexiquenseiC'ONACULTA'INAI 1-CI ESAS. en: Elizabetfi 1'. Benson (cd.), ;1lesoautericr,!t cites atd ifür(dticxs: 4 Cortfcrertce at
G_ ARCIA NLARTINE7, Bernardo ( 1987), Los pueblos de la sidra. El poder v el espacio cutre In> Dumhar7ou Oaks, Octoher a,rd /7'", 1976, Dumbailon Oaks Research Librare and
indios del norte de Puebla hasta 1700, México, El Colegio de México. Collection. Ti-ustees foz- Washington D.C.. Harx'ard Universitv.
GARUTA ZAMBRANO, Ángel Julián (1992), «El pohlamienio de México en la época del contacto H1CKS, Fredetic, (1982), «'T'etzco o in t he earh 16th centtny: the state, che cit.v. and the calpolli»,
( 1520-1540)+, ,llesnarrrér•iea, Plumsock Mesoamencan Studies+'Cenn-o de investigacio- Aruerican unthrapologc, vol, 9, ti 2, pp. 230-249.
nes Regionales de Mesoamérica, año 13, cuaderno 24. ITJLI., Jonathan D. (ed.) (1996), Histon•, Poner, and IdeutitA Elhnogetesis in !he Americcrs.
- (2000), «Antagonismos ideológicos de la urbanización temprana en la Nueva España,,. 1492-1992, Uniyenity of locya Press.
en: Manija Redondo Gómez', Ana Meléndez Crespo (eds. ). Estudias h istúrnos de metí HtNCHLtFFF. Stes•e (2003), <,inhabiting-Landscapcs and naLturs,,, en: Kav Anderson, Mona

tecia-a v diseña, n" 5, México. Universidad Autónoma Men-opolitana- Azcapotzalco. Dornush, Sieve Pile y Nigel Thtift (eds.). llatdboeik ni- Cultual Geographv, Londres,
GARCiA ZARZA, Eugenio (2006), La plaza nmvorde Salarncnrca, Importancia ru'bana v relación Sage Puhlications, pp. 207-225.
con plazas mav'ores hispanoamericanas, Salamanca, Unión Europea (en prensa). Ht:GILL, Peter J. p Kenneth E. FOOTF. (1994), en: Kenncth E. Foote el alü (cds.), Re-reading
GExt'ELLE. Picare (1992). <Géogiaphie el archéologie en:.Antoine BaiIly. Roben Fenal Cultrara GeoLrnpity. Austin, University of T-exas Press, pp. 9-23.
Denise Pumain (dirs.), Lrnsclapédie de Geogreplue, Pars, Economica. HUMBOLDT, Alexander con (2000 (1843-18621), Cosrnos. Essai done descriptior, phvsu ue du
GIBSON, Charles (1975). «A suts•ey of middle Aruerican prose manuscripts in the nativo Monde. París, Uti.
historical tradition,,, en: 1lrnvard F. Cline (ed.), llandhook ot ni.LRe 1n ericart htdiatts ILLICIt, Iván (I990), El „enero vemacolo, México, Joaquín Mortiz, Planeta.
guide lo ethnuhisn,nc al snturr.. col. 15, parí 4, Austin. Uu.vesits of Ti las I't c,,, p1" JACKSON, Peter (1995), pialrc of Al'a!rirtg: .An Irtroclitetion lu Cttlnaal Geo rapltc', Londres c

311.;21 Nueva York, Ruutlcdge.

TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANO' 19 TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA 249


Geografía cultural
Federico Fernandez Chnstiteb

:1lexico
de r+nrct druriphnia: la geogralür el?
JQHNSTON. R.1.11997), Geograpln,and Geographers: Anglo-Arnericanr Iluman Gt'ograpln iri- MONCapn \LtYA, ](se Omar (2003). L-1 nacimicmo
(siglos XL! a XIX), México. Instituto de Geogralia, UNAM.
1945, Londres, Arnold.
MONS. Abraham (1964). «Su provincia fue el mundo... La contibución de Franz Boas a la
KOSTOF, Spiro (1995), A lri.uorv of areltitectore: Settings arrd Riuals. Nueva York-Oxtard Cuestiones ltatdameniales de.4nrropologia Cul-
Oxford Liniversity Press. Antropología Cultural en: Franz Boas,
KLHN T.S. (1993), La esinictara de las revoliciones cient íficas, México, FCE. tural, Buenos Aires, Solar. pp. 7-15.
\lONK, .lancee (1992). «Gendet- in the landscape: expr ssions of potver and meaning,,. en:
L.suos'I'E Yves (19+7) L.a geografía: un arara para la guerra, Barcelona, Anagrama. Places: Srudics ¡ir Cultural Geograpln•,
(1985). •Biaudel géographe,,, en: (1laurice Avmard el alir. Lite. Branrid?, París, La Kay Anderson } Fn Cale (eds ), lrrtenring
Découceile. PP. 171-218. Melboune, Longman Cheshire pp. 123-138.
MONTES DE OCA VEGA. Mercedes. Dominiquc i i\, Salvador RI-.YES EOI.IGLAS y Adam T.
LATO1-R. Bruno (1995). La sccense en ac tionr, París, Gallimard. mercedes de tierras,
Curvograjia de tradición hispanoirrdígenua 1. rnapas de
LEAKFY, Richard (1993). La fonación de la humanidad. Bacelona, ediciones SerbalRBA SELLEN (2003),
editores. siglos XI I r .\l II. México, UNAM AGN. Maps
o *.Actt Spainr: lndigenotts C c rtognuphr anal the
1 FVINAS, ,Marcelo Leonardo (2000), Las lntógenes del rnnrerso. fina historia de las ideas del Mi, NDl Barbara E (1996), Tho- 1lappm
Relaciones Grngrciltcas, Chicago e Londres.( he Univeí sity ni Chicago Press.
cosnru+, Buenos Aires, FCE. oi the theurc_s, concepr.s, aria! ses.Oxlurd University Press.
UVI-SrR I, SS, Claude (1955 ), Tristes tropígrie s. París. Libraine Plon. NORTON. \Villianr (2000), CuGundgec,gu;plrc: Cit rli z ations:
The Ftordmnental Puncrpies of O1,1 arul.Neo l1 orld
LILArs, Jack A . ( 1980). «The fonos of Aztec territorial urganrzation,. Geoccrence ctnd oran, NCTi-LI., Zelia (1970 [19001), ,11e-tk an Rrh ron rs, .Soc iologtcal
ol tlte Arnc ient
vol. NXl, pp. 27-45. a Conrparatiye Retsearclr Based on a SNrdt
Cambndge, Mas'.., Archeological and Ethriological I'apers of
LOCKIIARr )antes ( 1991 ).:Nalutas and SpartanL Po.stconauest C'erina! .tle.ctra : llioore anal aud Calenchical ,Svsterrrs,
thc• Peabody Museum, llar-,ard l nicersily, vol. 11 Kraus Repiini Co.
Plrilulogt', Latin Arnerican Cenler Publications, Stanford Uruversity Press. CCL.A. thc l ake PátzcuarYr,
0.1IAtta. Saraht (1993). «Historical evidente ol tluctuations in the leve) of
- (1999). Los naluazs despne"s de la c ^.nquista. Historia social de la población indígena del \1iehoacán,Mexieooverthelast600scaux' 77re,grsgraphualjot+nral,vol. 159,n°1.pp.51-62.
1léu r central, siglos.T1..V( 711, México. FCF. .Arnuds of the
OL\s'i c, Kerineth R. (1995), .<Reeovernrg the Substantive Nature of Landscape,,,
LGPtz Al StIN, Alfredo (1989). Cuerpo lrnorano e ideoln„ta. l^u concepciones de los antiguos
Geogru^nc^rs, 86(4), pp. 6 .0-653
naltnas. t. 1, México. UNAM. .Associatiou o¡Ameria nt
PÉREZ Ruiz. Maca Lorena (2003). «El estudio ele las relaciones interétnicas en la antropolo-
1999) 7amoanchan s 7k losan. México, FC.F. culrrrales en lleco, México,
LÚPr.7 LFt i. Liliana (1999), Centros comerciales. espacios que navegan entre la realidad r la gía mexicana,,. en' .lose Valenzuela Arce. L,s estudios

licciein, Mexicu. Editorial Nuestro tiempo. FCE, pp. 116-207.


¡u ville teritoire des c7burgs, Les édítons de I'impnmevin
(2003). —Geografía cultural y posmodernidad. Nnet ,s i calidades. nueras metodologías,,, PicoN, Antoine (1995).
Pi\i. Gieiseppe (1992), «Ianteraction spatiale,,. en: Antoine Bailly. Robu-t Fen-as y Denise
en: Panicia Olivera E. (ccx,rd.). Espacio, eogrrlic o, ep sterxrlogro r diversidad, México,
de Géogrrphre, París. Econonrica. pp-576.
Facultad de Filosofía y Letras. UNAM. Pumain (dios.), Encvclopérlie
PLACHTLR, Har.ald et a/ii (1995). «Cultural Lanelscapes' Reconnecting Culture and Nature,,,
Lo/ANO CASTRO, Alfícdo (1991), Quito, ciudad milenaria, formar simholo, Ouito. Ah}a-Yace lálne. Stuttgart-Nercca York,
Cultual Luudseapes of Universal
Canto de in e siigación urbana c arquitectura andina en. Bernard con Droste,
UNESCO, Gustas Fischer Verlag. Jena, pp. 15.18.
LUGO 1 ti m,, José (2004), El relieve de la tierra t otras sorpresas, México, FCE. L[tngrage ¡ir Ei'en'dav lile in
lboorhls. Alndemin• and
LUNA Gase lA, Antonio (1999). «¿Que hay de nuevo en la geografía cultural?». Docunrents d PRED, .Alían ((990). Loso l1 ords roer l.os' Caunhr¡dgc•, Camhrid c 1 niveisitc Press.
.4narist Geogróliea. n.' 34, pp. 69-80. L:n> Nineteentlr CeuuuV^Srockholrrt,
RsiuRE% Ruiz, Marcelo (2002). ,, ucunduta pueblo. montaña x agua en pinttuas mixtecas
LYNCH, KCCin (1974), Ln imagen de la ciudad, Buenos Aires, Ediciones infinito. del
sobre cambio cultural en el Mesico
del siglo X\7 r principios del XVll,", en: Sin polio
MACALONI Diaria (2003), «Aísualizing the Nahua Christian Dialogue. hnages oí the Cunquest
Universidad de \5ena "Instituto ausniaco para Anténca Latina.
in Sahagtin:s Florentine Codex and their Sources», en: John F. Scwale:r fed.l, Sahogrirr al siglo l"l'1,
- (2005). <,Teri t orialidad. pintura } paisaje en el pueblo de indios,,, en: Federico Fernández
500. E.s.savs on die Quincemenan' of the Birrlr ol Ir: Bernardino de Sahagún, Berkclev. li'rrilorialidad r paisaje crr el alteperl
California, Acadenny oí Arnerican Fiauciscan Historv. Christlieb y Ángel Julián García Zamorano (coords.).
siglo XV!. México, instituto de Geografía UNAM. FCE- (en prensa).
\IALINOIMSKI, Bronislatt (1973 [1922]), Los argonautas del Pacifico Occidental, Barcelona, del jalrren 1874 una 1875, Breslau,
Península. R.a'r7.EL, Friedrich (1878), Aus Mexiko. Reiseskt..en ates den

MA1 LESS, David (2003), <.Introduction: The Properties of Landscape». en: Kas Arrderson el J.LI Kerrt's Verlag
París. Favard.
alü, llandbook of Cultural Geographc, Londres-Thousand Oaks-Nueva Delhi, Sage - (1987) Géographre Politique,
de la lengua española, Madrid, RAE.
Publications. pp. 227-232. REAL ACADI sttA ESPAÑOLA (1942) Diccionario
altépetl, origen y desarrollo. Construcción de la
M.al'HF.tt'. Susan y Anne PEN\'' (1992), Tire corrci.se Orlord 1)ictionarv ol Geograpln•, Nueva REYES GARCIA, Cayetano (2000 119761). El
rtáuatl. México. El Colegio de Michoacán.
York, Oxford University Press. identidad regional
ROBINS. Wavne J. (1999). <Indígenas guaraníes y ecotonos acuáticos-ten'estres en el Paraguay
MEYNER.André ( 1969), Historie de la pensé¿, géograpitique en Fratrce. París, Presse-s México. El Colegio de México.
historia t' ambiente en .4oienca 1 .
Unnersuan'es de France. oriental,,, Estudios sobre
ROMERO CONTRERAS, Alelandro'Ionatiuh (2001). «Or'igen c desan olio de la geografía culter-
MrrUnEt.L, Donald (2000). Cultural Gc•ograpliv:.4 Cruical huroductioii, Black,.vell. Espacio gengrafico México.
tal», en: Alejandro-i'onatiuh Roncero Contreras (conip.1.
\10LLNA. hay Alonso de (2001), Lírcahrdano en lergrta castellana y mexicana v rriecicarra r
rustellur;a. Aiceico, Puntica. Universidad AttE noma del Estad(, ele México.

251
TRATADO DE GEOGRAF'IA HUMANA
Geogratia cultural
Federico Fernande7 ChastUeb

he,a'rales ti(•
V.sRlyl0. Bernhard 1 1980). Geo ralla t,enernl r,1 la que sa' errlica;1 la, ;>ropiedadcs
R(uta)) L HCct(lr F. ( 1990) ' Cal-1 0 Saucr gcbgraio v maestro par e.leelleiae, Tiiulesne
la Pera. Barcelona, Ediciones de la Universidad de Barcelona.
Gro reyicn, Bogota, n 14. 3-19.
VELA7011/. Alejandro. Alejandro TORRPS v Gerardo BOCCO (conlps. ((2(113 ), Las e),señau:as
Ri riIF. Jacques (19; ; i, jr),. la brnlu ie' a la cidurre. 2 vols.. París, Flaninlavion integral de recursos rrarrrrales.
de sdR 0(00, arreo ilu l.nl? paniripatn a para el rrtaueio
PI..RI'./. Francisco (1990). la lin nata dr'1 espc:CU,. Madrid. Merca.
\iesieo, INF-SE\IAILNAi'.
S s\nLRS, \\'illiant T. (1981 [195611 ,The Central Me\ican Svmbiotic Reeeion: a Stu(h in
V'IDAL DE LA B, HE. Paul (1994). Tablear( de la gi-ociaphie de la Frctrice. París. Editions de la
Pichistotic Settlcrt cnt Pattenu.en Gordon R. AVillev (ed.). Prelti,rc,tic Se'nierueru Parten n.'.
lahle Ronde.
¡Ti ¡Ja .\en JI nId, 1Vc'.tport. Connecticut. Gricn\cood Pres.
WAG\ER, liennann (1983). ,Thc ht,tors ol the methode,lop of geographv a.,ucncer, en:
ovo. A'lrltun ( 1990), ,<O periodo técnico-u(ntílieo e os estados gcugráficosu, Geoi,'tajtil.
Gas S Dunhar (c(I. ), The Ir star: rol eol;rnpln. Trm rslarturrs oJ so,l7e Ficto u, a,,d GCnuarr
Rerisla do 1)epa,rautetNa de G eoa,alia da L S.P.. Sao Paulo, n. 4.
e'sav:s. A'ialihu, Lindera Puhlicutions. pp. 49-S7
SAl t K, Caui O. ( 19251, <,The Murpholoes ol 1andseape,;, en: Laini a ros l.ite: a .Selecntort Irnrr; \V'tANl 1 5 PRINS, Anulincuc ALGA c K.u'ci.o BARRI RA-BASSol_5 (20041. , Latín American
N'te Ccu1 O,,'11 i,i Saoi',. Bc r ke)e \ 1- ttI\'ars,ts o) Calfhlnlta P tc ss
(1i- t;:o. ]
ethnopedologv a vision ot n, pass, piasen?, atid huut'e»..d:;nc'rrltrrrrentd H,rnu,u (aloes.
111

el:-
- I I HI ^
A ru'tduuul or7,<rrn sud ^ a ,} cr- als. Thc c1, n, , n r•o ri('a,r
e «.riel a 1 t t i
vano.
Camhl idge \ Londres. The M l T Press.
\VIT HERI( h, Micha,cl e! alai (_'1101 ). A modero die!inua,sur ^rnrrapi;v, Ostor'.11., ni'. ci sil'. Press.
-( 1982). —La eco-tafia cultural,--, en J( ,ehna Gdmez Mendoza el Ll per;sa,rtier.t^, co-
Amold-
ur Yir-o Madnd Alianza 1Jnivcrstdad. PP349-355.
_n
\\'OoD Stephnnie 111(91) -'I he Cosmic Cosques¡: Late Colonial \'tc\vs of thc S\eord and
1 $-S , «La ntor folo(la del paisaje». en: Joaquín Busque Mantel v Fr utusco 0r1(21,1 Alea,
Ci, in ( cnu:rl \icvcan Tunios. Etlut(rhistu,). col. 38, n 2
('i„1s,ni (!no d(' (e l't(r., (g ele)-alte'r,,ti iirl.s )oi' et 1' 1'1"!i2 (2 d<'l ptlt±í,!rrte l7?U C,'(a r'a)i( o'. Badal„-
?(a. Oiko,-Tau. pp. 91-96.
S( t lime n .R. Susan ( 1991 ), C hiruaipalrin cnrd (hr Kirradnnrs or (Iwl o. hresou. Thc L tris ctwin
ot Artz((11a Press.
SIII^AI 1222004). Aqo, rotos'' bien, Karurt1 unte uaiy;,-i aka: lenit(uir, c lo(, ríe ,r( lit - ,"\ (lc I(,s
;?urhins nuhicuers de la resol a Ku,;apakori AAairt(a. Litna
Stti it<-SAAITti. Pamela (2002). U(,rr„' Cn(hn'u1 Grn^,(,plrr, Londres. Sa<_c Puhlsatiuns.
S(rl:v. Edvva r .1 (2001 ). Prtaundem ae si :'/1:( s: !he rea..,('r'1rr,t r,; ,i 0(oral
;' social tbeot)
1 ,axhe, \uexa lork, Ver,o-
B:u lra a H(ti)t LR (2002). "'i'he ,pace that diffeiruCe n,akes. .>ni,, nota. on the 2121 ,er(phiCat
mail-in.(((ti iii ((".1 cotana pi(litt(s:.en: NIichaelJ. Deal v Stcven FIus7v. I1 le s ixsnurxler=
rcnrüugs in l/rauc(1? (ñn^aup)rv.Ovfirtzl. 11F `ylassachuse ls. GSA. Blackvv'ell, pp. • 7 -?ti9,
StA i H \V tlliam \V'. l 1999), /Gnr ir Cauta tn Be. Cado. .Saue,: Frr,u;. 1_>0,:, toril tLe l,eannr . r^)
^ln:hro?loaeolrcr;?In. Ellenshurr. AVashtngWn. Ephcmcra Pres.
SI SAS , lean (2001 ). Orirnlact(,u<•s C,strnuríuriras .':r &, (i(;01tectrua rrrehrspeiniCa de•I ceIOO) de
1lerirn, \ic\ico, INAH.
Si ty0ERS. Isahelle ( 1995). L'irn e;t i,m de:c sr,rne(, mu,ierrr.• Pan,, Flanlmation.
ST(1DIlART. David R. I I988), (9n Geonrapliv and i(, N:'1' r l N,,I)v ich. BLiCRV.'cll.
St tI tAAN..Iohn ( 1996). A.a conercg aeion curro tc(nolu ta di,: iplinatia en el siglo X\ f—.
UNAN. ,ohrcuro (le: Es!udi(>c de 111,un(a Vnr(,hispaur, vol. XVI. Atcyico.
). , Un dialogo sobre la coneregaci(in en Tlaxcala Coiouicd Loor, 4 ,tenias rerteu:
vol. S. n." 1. 'las lov & Frmcis gmup, pp. 35-59.
TE-11 kv Gaoy.A, llector(2002), La ro,nl,pnlo,;ía, Méyteo, CNC.'\
TROCHE..T, Jean-René 11098), (4'21 ,(lp/ile Ilistongne. Honrares ct (emloi,i'.s daos Ics
nru,'itin,t,trlles, París, Nalhan.
\Al 11.Pella(1994).En:1(11ndclC(idicetic Tepctoa'( diceKi,t bn,vlte itl.F_stadodealc'_rie<2.
1oluca.
VALI1 ( A.Adalberto (2001 ). „Geoeraph\ of (li\ ersity 'Iba 21 st Crnnn^' Challen;_e^, e•n' Jo,c
Luis Palacio Prieto v Alaria Teresa Sánchez Sa)azar (eds. ). (, 'o ra .it para rlhviYr voleo,''.
\léytco, instituto de Gco_i'alia. L NA\i, pp. 17-3n.
-(2001), 6 eografía c(llurale, hi,cc)ti, spa. i, imboli, 1 1 F1 lihrctia.
\'A\ Z)\iO'HK, Rudoli (I9 n). ,La ((1)00 1/aci(in de la \léstco-Tenochtidan naciente», en:
h'nrrmns riel ('r,ngo''.u' luieowei(,ual r7e Arue°rira,trstas. 11)74. Aiévieo, Instituto Naci„
nal Lit, •\nunpnlugi;, e 1 hs1 a la

252 TRATADO DE GEOGRAFIA HU,,".:.t• • 1 TRATADO DE GEOGRAFIA H11MANA 253

S-ar putea să vă placă și