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SENSACIONES EN LA ARQUITECTURA

Huamanquispe Zambrano, Lucero Denisse

RESUMEN

¿Por qué algunos edificios nos hacen sentir felices, emocionados o tranquilos? ¿Qué
existe en la arquitectura que evoca al placer? A lo largo de los tiempos han existido
grandes obras que, al analizarlas, entendemos “la evidente satisfacción estética que
ofrece el descubrir un orden en la complejidad de los ambientes organizados” ; además,
el placer de ver la arquitectura ofrece una amplia biblioteca mental que queda a
disposición de los arquitectos, que reinterpretan y vuelven a moldear otros tipos de
arquitectura, en la búsqueda de otorgar más placer.

PLANTEAMIENTO

Las sensaciones se perciben a través de los sentidos de forma personal, esos impactos
pueden ser físicos, abstractos y emocionales, depende de la situación en la que estemos.
En cambio, si hablamos de Arquitectura, podemos decir que es un conjunto ordenado de
elementos que armónicamente forman una composición, ya sea con las formas, colores,
luces, sombras, etc. Y ¿qué pasaría si relacionamos esos dos conceptos?, sería
Arquitectura hecha arte invitándonos a percibir sensaciones diferentes al estar en
contacto con distintos ambientes en diversos espacios (GOERITZ, 1953).

El concepto de Arquitectura Emocional fue creado por el escultor Mathias Goeritz y


Luis Barragan, quienes sostenían que la Arquitectura debía transmitir emociones,
sensaciones, pues, si no era así solo era una escultura, “Sólo recibiendo de la
arquitectura emociones, el hombre puede volver a consi derarla como un
arte.”(Goeritz, 1953).

Definitivamente no todo en arquitectura se relaciona con lo espacial, también hay otros


factores como el color, iluminación, vistas interiores hacia el exterior, grados de
cerramiento, entre otros que ayudan a formar la envolvente, cada arquitecto diseña de
una forma diferente, y ¿por qué? La respuesta es sencilla, cada uno busca la mejor
forma de expresar su concepto e idea. El trabajo de un arquitecto es crear, imaginar y
diseñar un mejor lugar que cree confort a las personas que habitarán en ella, pues no
todo es funcional, según Vitruvio (80-15 a.C) toda Arquitectura debía ser utilitas,
firmitas y venustas, esto se refiere a que primero debe ser funcional, cada espacio debe
cubrir la necesidad requerida, segundo debe ser sólida, que brinde protección,
estabilidad y tercero debe ser bello, todas las personas desearían vivir en un lugar
esplendido, que atraiga la vista fácilmente, y que al momento de relacionarse con ella
sienta que es el complemento que buscaba.

Todos buscamos felicidad en alguien o algo, por ejemplo, en la universidad hay un o


una joven que te atrae, su físico es atractivo y su personalidad es agradable, en alguna
parte del tiempo que has ido conociendo a esa persona, te has preguntado ¿Cómo
funciona su organismo interno? No, ¿cierto? Esto es porque las sensaciones y
emociones fueron más trascendentes que otras cosas secundarias, nuestros sentidos
influyen en gran medida en la toma de decisiones.

Alguna vez te has planteado la pregunta, ¿por qué te sientes triste cuando entras a un
espacio con colores fríos (azul, celeste, morado)? O ¿ por qué de repente te alegraste al
ver el color amarillo?, esto se debe a la psicología emocional, nuestro cerebro relaciona
esos colores con emociones o recuerdos que tenemos, “Demos vida a los espacios al
crear sensaciones y emociones con colores adecuados.” (Ruiz, 2018)

La naturaleza, los paisajes y la armonía que brindan, han sido conservados en la


arquitectura japonesa, que nos muestra con gran sobriedad e inteligencia que se puede
vivir bien y disfrutar de la naturaleza, respetándola e integrándola perfectamente con la
arquitectura. Además, la arquitectura también guarda hermosas escenas que conmueven
nuestro espíritu. Sin embargo, podemos decir que el ambiente que consideramos
agradable no sólo es una percepción actual; proviene de generaciones anteriores, de
nuestros padres o nuestros abuelos, desde su experiencia individual.

“Estamos biológicamente predispuestos a disfrutar escenas hechas de elementos


naturales, lo cual explica que se considere un ambiente natural aquel como el ideal para
vivir.”

Roger Ulrich en Hildebrand

Existen ejemplos milenarios al respecto, desde las villas del Imperio Romano, los
palacios de la aristocracia francesa, los jardines y palacios del Islam, los palacios y
casas del Japón, entre otros. El placer del material. En la buena arquitectura es evidente
el uso de materiales naturales para la construcción, armoniosamente trabajados, que
evocan una grata sensación de placer y bienestar. Roger Ulrich dice que propiciar vistas
a escenarios naturales reduce el stress, y que cuando por ejemplo, se lleva flores a un
enfermo, éste se recupera en menos tiempo. Similarmente la arquitectura en clara
armonía con la naturaleza muestra esa particularidad de ofrecer una sensación de placer
visual y reducir el stress.

El templo sagrado de Ise hecho de materiales naturales e integrado en los escarpados


del bosque, al igual que la mayoría de los templos y antiguas construcciones del Japón,
son algunos ejemplos. Los materiales son trabajados y terminados con refinamiento, y
todavía retienen muchas características de su estado natural: elementos de madera
dominantes, como los árboles de la cual provienen son cilindros verticalmente
dispuestos y retienen la coloración de la madera no tratada. Aunado a su cubierta de
paja que mantiene el mismo patrón y color.

CONCLUSIONES

Lo que realmente, en el fondo, a los seres humanos nos interesa, más allá de la
supervivencia, no es solo la apariencia; buscamos comodidad, equilibrio psicológico,
bienestar, que nuestras emociones, son capaces de regular; pero, teniendo en cuenta, el
"sentimentalismo tóxico" que vivimos hoy, es imprescindible para nuestro equilibrio,
que sea una emoción "consciente” y su uso, “inteligente”. Son las emociones las que
hacen que “la mente se proyecte al exterior […] en lugar de permanecer inmóvil e
inerte” (Nussbaum, 2001). Por ello, teniendo en cuenta las posibilidades del arte, como
recurso privilegiado para lo emocional debiéramos provocar, desde el diseño y
construcción de espacios, una experiencia del habitar; Saldarriaga, incide en que esto ha
de ser la base fundamental de la arquitectura; ha de facilitar, la experiencia vital, como
apertura a nuevas posibilidades de creación, la re-creación constante , lo que nos dará
una vida plena.

Para ello es necesaria una arquitectura que provoque sensaciones, allá de la suma de
sentidos, una arquitectura que desde la multisensorialidad, sea capaz de proporcionar
una experiencia que, evoque emociones e implique, incluso, la razón; “sinceras en lo
constructivo y sorprendentes en lo emocional”.

Más allá de proponer ante el oculocentrismo y la cultura del espectáculo y la apariencia,


la arquitectura emocional, se abren nuevas perspectivas en el diseño y la construcción
de espacios, -complicando aún más la difícil labor de la arquitectura, hecha para el
hombre, en su contexto, para sus necesidades-. Es necesario restaurar “el cambio de
paradigma en la arquitectura: un arte comprometido con la sociedad, dispuesto a
aliviar sus necesidades, a proporcionar nuevas perspectivas de desarrollo tanto
personal como social […] entre la ineludible y paradójica dialéctica entre la forma y su
función social” (Rubio, 2015), para recuperar su capacidad transformadora. Como decía
Rasmussen la arquitectura tiene la importante finalidad, más allá de delimitar el
espacio, crear un marco, un escenario para nuestras vidas. Para esto, en un “ejercicio
deliberado de entender al otro”, hay que proyectar desde la empatía esa “capacidad
emocional y cognitiva que nos permite percibir lo que otra persona puede sentir o
pensar a partir de la realidad que le afecta, es decir, ponernos en el lugar del otro de
manera directa, comprendiendo los procesos sensibles, cognitivos y de transformación
de los individuos y las sociedades” (Torres, 2016).

Creemos, para acabar, que, esto solo es posible, planteando la arquitectura, -aun en su
complejidad, entendida según Morin , no como dificultad sino como propuesta que
puede ser sencilla, pero multidimensional y en conexión, como propone
Pallasmaa desde el principio de humildad.

BIBLIOGRAFIA

NUSSBAUM, C. (2001), Paisajes del pensamiento. La inteligencia de las emociones.


Barcelona, Paidós, 2008, p. 21.

RUBIO, A. “Le Corbusier y la autonomía de la arquitectura” (50 Years Later International


Congress, Valencia, España, noviembre, 2015), Escuela Técnica Superior de Arquitectura de
Valencia, p. 15. En: <http://dx.doi.org/10.4995/LC2015.2015.682>

TORRES, ZEPEDIA & EKDESMAN (2016), Menú para visitar museo, p. 34

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