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PSICOBIOLOGÍA HUMANA
PSICONEUROLOGÍA DE LA ACTIVIDAD
CONSCIENTE
Profesor Responsable:
D.Leg.822
EDICIÓN 2001
CONTENIDO
Introducción
SECCIÓN 1
EL NEOCÓRTEX CEREBRAL ES EL SISTEMA DE LA CONCIENCIA
CAPITULO 1.1. El neocórtex cerebral como sistema de información social.
Características de la corteza cerebral humana. El problema de la localización de las fun-
ciones cerebrales superiores. Naturaleza de la conciencia. Estructura de la actividad cons-
ciente. Organización psíquica de la corteza cerebral humana. Características específicas del
neocórtex cerebral humano.
CAPITULO 1.2. El neocórtex cerebral como sistema de memoria consciente
Organización de la memoria humana.. Estructura de la memoria de nivel consciente. La
actividad mnésica de nivel consciente. Codificación neocortical de la información social: Pro-
cesos de encodificación y descodificación de la información psíquica consciente. Procesos
que facilitan el guardado y recuperación de la información psíquica consciente.
CAPITULO 1.3. El neocórtex cerebral como sistema semiótico
Naturaleza del lenguaje. Características del lenguaje. Determinación genética y social
del lenguaje. Modelos del lenguaje. El habla como actividad psíquica preconsciente. El sis-
tema semiótico del cerebro: aspectos anatómicos y funcionales.
SECCIÓN 2
EL NIVEL SUBCONSCIENTE DE LA ACTIVIDAD PERSONAL
CAPITULO 2.1. El sistema afectivo-emotivo
Naturaleza de la afectividad humana: Los sentimientos. El neocórtex paralímbico es el
sistema afectivo-emotivo de la conciencia. Estructura y Interconexiones del neocórtex afecti-
vo. Evidencias clínicas y experimentales. Diferenciación hemisférica.
CAPITULO 2.2. El sistema cognitivo-productivo
Naturaleza de la cognición humana: Los conocimientos. El neocórtex parieto-temporo-
occipital es el sistema cognitivo-productivo de la conciencia: Estructura y conexiones. Evi-
dencias clínicas y experimentales. Diferenciación hemisférica.
CAPITULO 2.3. El sistema conativo-volitivo
Naturaleza de la motivación. El neocórtex prefrontal dorsolateral es el sistema conativo-
volitivo de la conciencia: Estructura y conexiones. Evidencias clínicas y experimentales. Di-
ferenciación hemisférica.
SECCIÓN 3
EL NIVEL EPICONSCIENTE DE LA ACTIVIDAD PERSONAL
CAPITULO 3.1.Organización de la actividad subconsciente
Los ciclos vitales. Características psicofisiológicas del sueño y la vigilia. Aspectos fun-
cionales del sueño. Procesos de inducción y mantenimiento del sueño y la vigilia. La activi-
dad subconsciente durante la vigilia.
CAPÍTULO 3.2. Organización de la actividad epiconsciente.
La actividad epiconsciente. Formas de organización de la actividad epiconsciente. Re-
des neurales para la inducción y mantenimiento de la ansiedad, la atención y la expectación.
Redes neurales para la integración supramodal de la actividad epiconsciente.
CAPTIULO 3.3. Los procesos de la percepción y la imaginación
Naturaleza de la percepción y la imaginación. Naturaleza de las imágenes. La percep-
ción y la imaginación como planos de la actividad epiconsciente. Formas de actividad per-
ceptual e imaginativa. El soporte psiconeural de la percepción y la imaginación. Caracteriza-
ción psicobiológica del hemisferio derecho.
CAPITULO 3.4. Los procesos del pensamiento y la actuación
Naturaleza del pensamiento y la actuación. Naturaleza de los conceptos. El pensamien-
to y la actuación como planos de la actividad epiconsciente. Formas de actividad del pen-
samiento y la actuación. El soporte psiconeural del pensamiento y la actuación. Caracteriza-
ción psicobiológica del hemisferio izquierdo.
INTRODUCCIÓN
Desde el primer Cuaderno hemos dejado establecido el principio de que el sujeto –no el
objeto– de nuestro estudio es el individuo humano definido como una personalidad. Hemos
mostrado que este es un individuo social organizado en niveles que dependen de los mis-
mos tipos de información que organizan los sistemas animales individuales, pero que tiene
un nivel adicional de organización que depende de aquella categoría de información deno-
minada social que, al determinar la estructura de la sociedad determina también la estructu-
ra de la conciencia y por tanto de la personalidad.
Habrá quedado claro que sólo en la especie Homo sapiens ocurre una verdadera re-
evolución desde el momento en que los sistemas multiindividuales de esta especie se orga-
nizaron a base de la clase de información que sus primitivos miembros empezaron a codifi-
car en medios que están fuera de ellos mismos, y es así como la información social determi-
na el desarrollo de la sociedad humana tal como hoy la conocemos. De esta manera, la so-
ciedad que surgió en los últimos miles de años es ahora el único sistema vivo de tipo su-
praindividual que existe en nuestro planeta. De no existir dicha información social, los hom-
bres seguiríamos siendo únicamente primates, animales superiores algo más complejos,
pero tal vez sólo por tener un cerebro de mayor tamaño. Habría pues razones suficientes
para sostener que además de los reinos protista, monera, fungui, plantae y animalia, existe
un sexto reino, el reino humano, esto es, la humanidad
Así como en la sociedad se repiten los cinco niveles de organización del sistema vivo en
su totalidad, así también los hombres somos los únicos sistemas vivos individuales dentro
de los que se repiten estos mismos cinco clases de información que ha sido posible diferen-
ciar en dicho sistema vivo, aquellas que son las categorías de información genética, metabó-
lica, funcional, psíquica inconsciente y psíquica consciente (Ortiz, 1994, 1998, 2000). Estas
cinco clases de información no sólo organizan la actividad global del cerebro y del sistema
nervioso, sino también la actividad del ser humano en su conjunto. En este Cuaderno vere-
mos que el neocórtex cerebral es la única estructura viva intraindividual que es capaz de
codificar todas las categorías de información que existen en la totalidad del sistema vivo. En
otros términos, dentro de nuestro cuerpo, no existe otro componente orgánico que pueda
almacenar y procesar todas las clases de información existentes –desde la información so-
cial hasta la información genética– que no sea el neocórtex cerebral. La importancia de este
hecho creemos que será evidente en todos los capítulos que siguen.
En este último Cuaderno estudiaremos la explicación psicobiológica de la conciencia cu-
yo sistema de memoria es el mencionado neocórtex cerebral. En la primera sección, y de-
ntro de la concepción del sistema nervioso que hemos seguido desde el primer Cuaderno,
usaremos la evidencia empírica disponible para sustentar el aserto de que el neocórtex es el
sistema de la conciencia, por cuanto es: 1) un sistema que procesa información social en la
forma de información psíquica consciente, 2) un sistema de memoria que codifica y almace-
na esta misma clase de información, y 3) un sistema semiótico en tanto refleja el lenguaje en
el sistema del habla que codifica y trascribe la información social en información psíquica y
viceversa.
En la segunda sección usaremos también las evidencias que disponemos para explicar
la naturaleza de los procesos psíquicos que constituyen los sistemas afectivo, cognitivo y
conativo de la conciencia. En la tercera explicaremos como se integra y usa la información
psíquica consciente en los planos de la actividad epiconsciente: de la percepción, la imagi-
nación, el pensamiento y la actuación. En la cuarta haremos una reseña muy sucinta de los
procesos psicobiológicos del desarrollo formativo e involutivo de la personalidad.
SECCIÓN 1
Hemos sustentado la idea de que las redes neurales del neocórtex cerebral humano se
organizan cinéticamente a base de la información social, y que por procesos igualmente
cinéticos la información psíquica consciente que refleja aquella información, reestructura
toda la actividad cerebral, todo el sistema nervioso y todo el individuo (Ortiz, 1994, 2000).
Este planteamiento permite una solución alternativa al problema de la relación mente-
cerebro, relación preferimos poner en términos de la relación conciencia-cerebro, salida que
es esencial para una explicación científica de la personalidad, pues permite comprender
cómo se estructura socialmente la actividad cerebral y en consecuencia todo el conjunto de
la actividad individual. Creemos que de este modo se pueden superar las diversas propues-
tas que se han formulado dentro de las ciencias naturales, supuestos que, a decir verdad,
han intentado resolver el problema de la relación entre la mente y el cerebro en los mismos
términos mecanicistas que la relación entre cosa y hecho, entre órgano y función, entre es-
tructura y proceso; todo ello como parte de la necesidad de explicar la relación idealista en-
tre materia y espíritu, y por ende, entre naturaleza y cultura o entre los genes y el ambiente.
Habrá que explicar que es preferible no usar el concepto de mente, dado que no tiene, igual
que el alma, un referente claramente delimitado: podría ser la “potencia intelectual del alma”,
todo el conjunto de la actividad psíquica, o la parte no afectiva de la misma, es decir, sinó-
nimo de la cognición, o es simplemente un concepto de sentido común para referirse a lo
que llamaremos actividad epiconsciente.
El modelo que usamos nos permite, en cambio, explicar la relación entre conciencia y
personalidad, explicación que justamente nos sirve de marco para el estudio del cerebro y la
corteza cerebral de las personas, ya que evita o supera los conceptos acerca de entes men-
tales elaborados a base del sentido común. Una pregunta de sentido común es, por ejemplo,
cómo explicar la relación entre el darse cuenta, el desear y el recordar siendo como son par-
te de la actividad de un mismo cerebro. Se podría responder en seguida con cierta lógica
diciendo que se relacionan funcionalmente a través de las conexiones nerviosas que existen
entre las respectivas partes del cerebro. Esta respuesta implica que se debe saber en qué
parte del cerebro se producen estas formas de actividad; una cuestión que aún no ha sido
resuelta. Por tanto, si no se tiene un modelo del sistema del individuo social concreto, no
hay otra alternativa que especular a partir de un análisis del sentido de las palabras, es de-
cir, intentar el análisis lógico de los mismos términos del sentido común.
No creemos pues que la respuesta surja de la simple correlación de los datos de la ob-
servación empírica. Tampoco podemos esperar que surja una nueva hipótesis más compre-
hensiva después de un experimento crucial. Insistiremos en que el marco teórico acerca de
la sociedad y los hombres concretos es fundamental. En este sentido, hemos considerado
fundamental el concepto de que personalidad es cada individuo humano tal como ha sido
estructurado no por su entorno, sino por la información social, en tanto esta es la clase de
información creada y producida por la sociedad que se transcribe, almacena y procesa en el
neocórtex cerebral de cada uno de los hombres. Por eso podemos decir que existe una cla-
se de información psíquica determinada socialmente, distinta de la información psíquica in-
consciente determinada primero epigenéticamente por las necesidades internas del indivi-
duo y luego cinéticamente por el ambiente físico, inmediato y actual, como el que rodea a
los animales.
Es evidente que las ciencias naturales aplicadas al estudio del individuo humano han
demostrado fehacientemente su incapacidad para explicar la relación mente-cerebro sin
caer en el reduccionismo, pues no han tomado en cuenta la naturaleza de la estructura de la
sociedad ni la estructura psíquica de los hombres, y han aceptado a ciegas la concepción
darwiniana del naturalismo del siglo pasado que nos ha hecho creer que la mente humana
es sólo una forma algo más compleja que la actividad psíquica animal.
CAPÍTULO 1.1
CUADRO 1.1.1
TIPOS CITOARQUITECTÓNICOS DE LA CORTEZA CEREBRAL
Según Bailey y Bonin (1951); Daly (1974)
HETEROGENÉTICA HOMOGENÉTICA
Lógicamente que si la estructura histológica del neocórtex es similar en todos los mamí-
feros, tenemos que buscar una explicación no histológica de la enorme diferencia que sa-
bemos existe entre las capacidades del cerebro humano y el de los animales superiores.
Desde ya, adelantamos que tal diferencia es social y psíquica, y por lo mismo, funcional,
metabólica y genética.
En realidad, el problema no debe reducirse a la comparación de las capacidades funcio-
nales del neocórtex humano con las del resto de los mamíferos; peor aún si se trata de
acentuar las semejanzas, tal como plantean las ciencias naturales con la idea de que el inte-
rés principal de la ciencia es explicar lo general y no lo individual. El resultado de este plan-
teamiento ha sido la reducción del problema de las diferencias entre el hombre y las espe-
cies animales a la confrontación de los aspectos puramente cuantitativos de los grados de
complejidad.
Fue en este sentido que muy desde el comienzo, al explicar las capacidades sobre todo
cognitivas del hombre, se planteó la posibilidad de que estas capacidades dependieran del
tamaño, volumen o peso del cerebro. La antropología del siglo pasado, por ejemplo, inició el
debate de las diferencias individuales con la medición del tamaño de la cabeza (o de la ca-
pacidad craneal tratándose del cadáver o de restos fosilizados). Sin embargo, hasta hoy no
sabemos qué significa exactamente tener el cerebro más grande que otro, o un área del
cerebro más grande que otra, ni siquiera cuando se destaca la medida en términos estadís-
ticos. Tal vez lo único importante sea que con la medición del cerebro se puede iniciar la
investigación del por qué los hombres son tan diferentes de los animales.
El peso absoluto del cerebro del hombre es de 1,152 g en promedio (con un rango de
930 a 1,350 g). Hay, sin embargo, muchos animales con cerebros que pesan mucho más
que el del hombre; por ejemplo, el de la ballena pesa alrededor de 6 Kg. Es entonces evi-
dente que el peso absoluto no tiene una importancia especial. Por eso se ha buscado resal-
tar las diferencias relacionando el peso cerebral con el peso corporal. Así resulta que la re-
lación peso cerebral/peso corporal del hombre es de 1/40, en cambio la del elefante es de
1/600 y de la ballena, 1/10,000.
Bauchot y Stephan (citados por: Changeux, 1985), transformaron estas relaciones en
índices de encefalización (cuadro N° 1.1.2), tomando la relación peso cerebral/peso corporal
de los insectivoros (los mamíferos más inferiores) como unidad de comparación. Haciendo
los cálculos respectivos, resulta que si el índice de encefalización de la musaraña es de 1, el
del hombre llega a 28.7, una cifra que no es superada por ningún otro animal; aunque la
diferencia de 2.5 puntos entre el hombre y el chimpancé no parece ser muy significativa.
Los mismos autores, con cálculos similares, obtuvieron un índice de corticalización
(cuadro 1.1.3), que resulta de comparar el peso cerebral con la superficie corporal, tomando
como unidad de comparación la misma relación respecto de los insectívoros. Este índice
muestra claramente que la diferencia entre el cerebro del hombre y de los primates superio-
res no es tanto respecto del peso del cerebro, sino la extensión de la corteza cerebral en
relación con la superficie corporal, una relación que es casi tres veces mayor que el del
chimpancé (con una reducción relativa de la corteza olfatoria).
CUADRO 1.1.2
ÍNDICE DE ENCEFALIZACIÓN
Insectívoros 1
Foca 15
Delfín 20
Chimpancé 26.2
HOMBRE 28.7
Si estas relaciones entre el peso cerebral y el peso corporal de los mamíferos estudia-
dos se grafican logarítmicamente en un sistema de coordenadas, veremos que los puntos
que corresponden a los animales de cada especie siguen una pendiente que es paralela a la
de otras especies (Fig. 1.1.1). Es interesante notar que respecto del hombre su ubicación no
sigue la pendiente de los primates, mejor dicho, no se sitúa en la prolongación del extremo
derecho de los simios, sino que forma su propia pendiente desplazada a la izquierda de las
demás. Esta observación la usaremos también para enfatizar el hecho de que el hombre se
ubica fuera del ámbito de los animales.
También se han calculado otras características cuantitativas de la corteza cerebral
humana (cuadro 1.1.4) que también muestran al detalle la superioridad anatómica, celular y
sináptica de la corteza cerebral del hombre.
CUADRO 1.1.3
INDICE DE CORTICALIZACIÓN
Corteza externa Bulbo olfatorio
Insectívoros 1 1.0
Chimpancé 58 0.07
Hombre 156 0.02
3 hombre
log E simios
2 prosimios
insectívores
1
1 2 3 4 5 log P
Fig. 1.1.1. Variación de log E (peso encefálico) y log P (peso corporal), en los
mamíferos, versión algo simplificada de Bauchot y Stephan (Changeux, 1985).
CUADRO 1.1.4
COMPARACIÓN NUMÉRICA DE LA CORTEZA CEREBRAL HUMANA
También podría calcularse el número de destrezas que son capaces de realizar los
animales superiores (como se han hecho respecto de los perros, los caballos y los delfines,
sobre todo), tal vez fuese mejor calcular la cantidad de información que contiene el cerebro
humano y el de algunos animales más cercanos al él, Aunque estos valores ya de por sí son
expresión de la superioridad del hombre sobre los animales, no bastan para diferenciarlo de
estos últimos. La tarea más importante es la de explicar por qué el hombre ha alcanzado
este grado de desarrollo de su cerebro, de su sistema nervioso y de toda su individualidad.
CUADRO 1.1.5
ESTRUCTURA DE LA ACTIVIDAD PSÍQUICA PERSONAL
CUADRO 1.1.6
ORGANIZACIÓN DE LA CORTEZA CEREBRAL HUMANA
Ortiz C.P. (1999)
ALOCÓRTEX NEOCÓRTEX
Por otro lado, debemos hacer hincapié en que únicamente el neocórtex cerebral refleja,
y por lo tanto contiene, los cinco niveles de organización la personalidad, como puede verse
en los cuadros 1.1.7, 1.1.8, 1.1.9 y 1.1.10. En estos se muestra la notable correspondencia
que existe entre los niveles de organización de la personalidad (del individuo total), del sis-
tema nervioso, del cerebro y del neocórtex cerebral humanos. Es importante notar que esta
correspondencia entre todos los niveles de organización del individuo total y la del neocórtex
nos permite deducir que únicamente la estructura neocortical consciente refleja todo el con-
junto del individuo y se refleja en él.
Por supuesto que cada personalidad codifica y configura casi toda la información que
incorpora en su memoria neocortical, y así desarrolla infinidad de habilidades personales,
sean literarias, matemáticas, artísticas, comerciales, administrativas, de investigación, hasta
habilidades antisociales. Desde un punto de vista psicobiológico, naturalmente que interesa
explicar cómo se organizan las redes neocorticales a base de información social; pero para
ello antes debemos explicar la estructura psíquica del cerebro. De lo contrario nos quedare-
mos con el “explanatory gap” entre las funciones del cerebro y la conciencia entrampado
para siempre.
_______________________________________________________________________
CUADRO 1.2.7
NIVELES DE ORGANIZACIÓN DE LA PERSONALIDAD
______________________________________________________________________
CUADRO 1.2.9
NIVELES DE ORGANIZACIÓN DEL CEREBRO HUMANO
_______________________________________________________________________
CUADRO 1.2.10
NIVELES DE ORGANIZACIÓN DEL NEOCÓRTEX CEREBRAL
CUADRO 1.7.11
CONEXIONES DE LA CORTEZA CEREBRAL
1. Aferentes:
1.1. Tálamo-corticales: Específicas (terminan en la lámina IV)
No específicas (terminan en la lámina I)
1.2. De los núcleos extratalámicos (terminan en la lámina I)
2. Eferentes:
2.1. Córtico-talámicas (se inician en la lámina VI)
2.2. Córtico-extratalámicas (salen de la lámina V y se proyectan al
hipotálamo, cuerpo estriado, tectum, formación reticular,
núcleo rojo, núcleos del puente, núcleos bulbares, columnas
de la médula espinal)
3. Transcorticales:
3.1. Interhemisféricas:
A través de la comisura blanca anterior, el trígono, la comisura
blanca posterior y el cuerpo calloso
3.2. Intrahemisféricas:
A través del circuito límbico: fórnix, cíngulo, fascículo unciforme.
A través de redes transcorticales distribuidas en paralelo
Hay acuerdo total en que la memoria es una de las formas de actividad psíquica más
importantes. Desde el siglo pasado, la estructura de la actividad mnésica se explica por me-
dio de un esquema que ha tenido muy pocas modificaciones. Sin embargo, el autor (Ortiz,
1998) ha propuesto un modelo totalmente diferente basándose en el modelo de la persona-
lidad que hemos seguido en los Cuadernos. Según este esquema, la memoria es una atribu-
to genérico de los sistemas vivos, por cuanto cada nivel de organización requiere de un sis-
tema de memoria para guardar la respectiva categoría de información. Habrá, por tanto, una
memoria para las clases de información genética, metabólica, neural, psíquica y social (ex-
tracerebral). La importancia de este hecho es grande, pus permite explicar los procesos de
guardado de la información social en el neocórtex de un modo bastante coherente.
Es interesante notar que en las dos últimas décadas del siglo pasado –de 1880 a 1899–
prácticamente se definieron los conceptos fundamentales de la teoría acerca de la memoria:
Exner empezó el análisis de la relación entre atención y memoria; Ebbinghaus introdujo el
estudio psicológico experimental de la memoria; Wernicke explicó la afasia como un proble-
ma de pérdida de la memoria de las palabras; Korsakoff describió el síndrome amnésico que
lleva su nombre; Sanger-Brown y Schaffer observaron los cambios de la memoria que pro-
ducen las lesiones del lóbulo temporal en los animales de experimentación; Bekhterev des-
cribió la amnesia en pacientes con lesiones del lóbulo temporal, y James en su monumental
“Principios de Psicología” sentó las bases para una teoría de la memoria al introducir los
conceptos de memoria primaria y memoria secundaria, conceptos que han persistido en
distintas versiones hasta la actualidad.
En su versión tradicional, la memoria es definida como el curso espaciotemporal de la
información en el cerebro, que comprende los procesos de codificación y utilización de la
información retenida. Un concepto estrechamente vinculado al de memoria es el de aprendi-
zaje, que ha sido definido como el conjunto de factores o mecanismos que establecen o
modifican las condiciones bajo las cuales se retiene información en la memoria. Más adelan-
te volveremos a examinar y definir estos conceptos en otros términos.
Otro aspecto de la memoria que ha merecido un mayor estudio en las últimas décadas
ha sido el de sus modalidades. Toulving (1972) introdujo la diferenciación entre memoria
semántica y memoria episódica. La primera es “el sistema para recibir, retener y transmitir
información acerca del significado de las palabras, conceptos y clasificación de los concep-
tos”. La segunda es “la memoria para experiencias personales y sus relaciones temporales”.
A partir de la distinción entre memoria de hábitos y memoria pura de Bergson, y entre el
saber cómo y el saber qué de Ryle, se han introducido otras dicotomías, como: memoria con
registro y memoria sin registro, memoria intencional y memoria automática, memoria decla-
rativa y memoria de procedimientos, hasta la más reciente de la memoria explícita y la me-
moria implícita de Schacter (1987).
No obstante, queda la primera diferenciación de James como la fundamental. Y si bien
hubo intentos por diferenciar entre memoria primaria y memoria a corto plazo y entre memo-
ria secundaria y memoria a largo plazo, los conceptos de memoria a corto plazo y a largo
plazo han quedado, al parecer, sancionados por el uso. Este punto de vista es evidente en
el esquema de Perani y col. (1994), que se muestra en el cuadro 1.2.2.
Todos estos planteamientos han sido analizados críticamente (Ortiz, 1998) y se ha su-
gerido que es necesario un replanteamiento del problema de la memoria dentro de un mode-
lo que tome en cuenta la integridad de la persona y la conciencia. El concepto de memoria y
los demás conceptos psicobiológicos deben ensamblarse en un modelo único a fin de su-
perar las hipótesis ad hoc que se introducen para explicar cada tipo, estructura, proceso o
módulo de la actividad psíquica. Por ejemplo, si la concepción informacional de la personali-
dad permite explicar de modo integrado los diversos componentes y aspectos del sistema
del individuo, es lógico que la explicación de la memoria dentro del modelo sea más cohe-
rente con la unidad del sistema.
CUADRO 1.2.2
LA MEMORIA HUMANA
(Perani y Col. (1994)
COMPONENTES DE LA
MEMORIA HUMANA
MEMORIA A MEMORIA A
CORTO PLAZO LARGO PLAZO
PRIMACIÓN
CUADRO 1.2.3
LOS SISTEMAS DE LA MEMORIA HUMANA DE NIVEL PSÍQUICO
(Tomado de: Ortiz, C.P., 1998)
1. Los sistemas de memoria de nivel inconsciente
1.1. Sistema de memoria afectivo-emotiva inconsciente
1.2. Sistema de memoria cognitivo-ejecutiva inconsciente
2. Los sistemas de memoria de nivel consciente
2.1. Los sistemas de memoria de nivel subconsciente
2.1.1. Sistema de memoria afectivo-emotiva
2.1.2. Sistema de memoria cognitivo-productiva
2.1.3. Sistema de memoria conativo-volitiva
2.2. Los sistemas de memoria de nivel epiconsciente
2.2.1. Sistema de memoria perceptual
2.2.2. Sistema de memoria de imágenes
2.2.3. Sistema de memoria de conceptos
2.2.4. Sistema de memoria de actuación
Por otro lado, queda en evidencia que cada sistema de memoria, inconsciente y cons-
ciente, tiene su doble aspecto representacional y de procedimiento que refleja la naturaleza
–estructural y de actividad– de la información; cada sistema comprende un conjunto delimi-
table de redes corticales –paleocorticales y neocorticales–, de modo que cada sistema tiene
sus propios procesos de encondificación y descodificación respecto del aprendizaje y el re-
cuerdo, a pesar de que por sentido común no decimos que los sentimientos o las motivacio-
nes se aprenden o se recuerdan.
Respecto de la memoria de nivel consciente, es lógico que no sólo los conocimientos,
sino todas las clases de información –los sentimientos y las motivaciones– también se
aprenden y se guardan en su respectivo sistema de memoria. Por consiguiente, o bien la
información queda guardada y fuera de uso, o bien se activa y usa en una determinada oca-
sión o momento, desde que uno despierta (o en sus ensueños).
1.2.2. Estructura de la memoria de nivel consciente
Por las razones expuestas, la información psíquica consciente puede permanecer guar-
dada en el plano subconsciente o bien se mantiene en uso en el plano epiconsciente; ambos
aspectos de la retención de la información psíquica implica una memoria.
Se ha dicho que los hombres son seres sígnicos por el hecho de que usan un lenguaje
para comunicarse entre sí. Es también un hecho que la aparición del lenguaje marca el inicio
de la socialización de la especie H. sapiens. Ahora estamos en condiciones de explicar su
estructura y propiedades internas. Pero, ¿qué es el lenguaje?. ¿Es un estructura cerebral o
es un instrumento social que existe por fuera de los indidividuos?. En este capítulo desarro-
llaremos esta segunda posición, pues lo que interesa al profesional de la salud es la natura-
leza del habla como parte de la actividad psíquica de una personalidad. El estudio del len-
guaje es prerrogativa de la lingüística. Estas aseveraciones no niegan la estrecha relación
que hay entre estos dos ámbitos, el del habla como atributo de la persona, y el del lenguaje
como atributo de la sociedad.
a) Modelos lingüísticos
Dentro de la lingüística se han propuesto varios modelos, de los cuales dos son los más
importantes en la actualidad: uno se ubica en el marco de la lingüística estructural; otro se
ubica en el de la llamada psicolingüística.
Según la lingüística estructural, el lenguaje tiene una estructura jerárquica, organizada
por niveles o estratos (cuadro 1.3.1).
CUADRO 1.3.1
ESTRUCTURA DEL LENGUAJE
Estratos: Cuyas unidades son: que se organizan a base de:
1. Estrato fonético/fonológico: Fonos/fonemas
2. Estrato morfológico: Morfemas/palabras Reglas morfológicas
3. Estrato sintáctico: Oración, discurso Reglas sintácticas
4. Estrato semántico Semantema Reglas semánticas
b) Modelos psicológicos
Entre los enfoques psicológicos del lenguaje, los más actuales se encuentran dentro de
las concepciones cognitivistas y conductistas. Dentro de estos, el lenguaje es una forma de
conducta o una serie de procesos cognitivos.
En los cuadros 1.3.3, 1.3.4 y 1.3.5 se muestran tres modelos usados en la práctica clíni-
ca, y que se consideran muy importantes sobre todo dentro de la neuropsicología cognitiva.
CUADRO 1.3.2
MODELO PSICOLINGÜÍSTICO DEL LENGUAJE
De Chomsy (tomado de Black, Black y Droge, 1986)
El lenguaje comprende:
II.2. Transformacional
Se transforma en:
Estructura S
Se representa en:
CUADRO 1.3.3
EL LENGUAJE COMO HABILIDAD COGNITIVA
(Adaptado de: Welford, 1965)
E → Sensoriales
→ De la percepción verbal
→ De la memoria verbal (a corto plazo; a largo plazo)
→ De selección de palabras u oraciones
→ De programación de la respuesta verbal
→ De ejecución de las palabras
→ S (salida efectora)
CUADRO 1.3.4
EL LENGUAJE COMO ESTRUCTURA COGNITIVA
(Young y Ellys, 1992):
Sistema semántico
↑ ↓
Léxico de entrada auditiva Léxico de salida del habla
↑ ↓
Sistema de análisis auditivo Nivel fonémico
↑ ↓
Palabra oída Habla
CUADRO 1.3.5
MODELO DEL DESEMPEÑO LINGÜÍSTICO
(Wales y Marshall, 1966)
MATRIZ CONCEPTUAL
INTERPRETACIÓN SEMÁNTICA
Analizador de la Estructura profunda
ENTRADA SALIDA
c) Modelos neurológicos
En el campo de la neurología, el lenguaje es considerado una función o resultado de la
actividad funcional del cerebro. Se conocen las áreas corticales que intervienen en la com-
prensión y la expresión verbales. El primer modelo propuesto por Wernicke en 1884 y am-
pliado por Geschwind en 1965 ha sido y sigue siendo el modelo más usado en las explica-
ción de los desórdenes del habla debidos a lesiones del cerebro, aunque más recientemente
ha habido un notable interés por construir modelos del lenguaje tomando en cuenta los apor-
tes de la psicología cognitiva y la psicolingüística. En los cuadros 1.3.6 y 1.3.7 se muestran
los modelos de Wernicke-Geschwind y el más actual de Peterson modificado por Bear,
Oconnors y Paradiso (1996).
CUADRO 1.3.6
EL MODELO CLÁSICO DE WERNICKE-GESCHWIND
(Damasio y Geschwind, 1984)
El lenguaje es una sucesión de áreas corticales interconectadas en serie:
E → Vía auditiva
→ Área auditiva primaria (circunvolución transversa de Heschl)
→ Área auditiva secundaria (planum temporale )
→ Área auditiva terciaria (de Wernicke: temporal sup. post)
→ Área de procesamiento central (parietotem. post)
→ Área de procesamiento motor (frontal inf.)
→ Área de ejecución motora → S
CUADRO 1.3.7
UN MODELO PSICONEURAL DEL LENGUAJE
Petersen y Col., (1988); Bear, Connors y Paradiso (1996)
Palabra escrita Palabra hablada
↓ ↓
Procesamiento visual inicial Procesamiento auditivo inicial
(Corteza visual primaria) (Corteza auditiva primaria)
↓ ↓
Reconocimiento visual verbal Reconocimiento auditivo verbal
(Corteza visual secundaria) (Área de Wernicke, corteza temporoparietal
y temporal superior anterior)
Asociación semántica
(Corteza frontal inferior)
↓
Codificación premotora
(Área de Broca, corteza motora suplementaria y
otras áreas perisilvianas)
↓
Control motor del habla
(Corteza motora primaria)
↓
HABLA
Es notoria que los modelos expuestos tienen ciertas características en común, empe-
zando por el hecho de llamar lenguaje a cualquiera que fuese el nivel de la realidad que se
trata de explicar. Sin duda que el esquema de la lingüística estructural se refiere a los
hechos del lenguaje una vez que han sido producidos por el hablante. Así, el modelo psico-
lingüístico explica en términos lingüísticos el hecho material del lenguaje después que ha
sido emitido. Los demás modelos psicológicos reducen el lenguaje a una actividad puramen-
te cognitiva, y como si fueran procesos lineales, de entrada-salida. Es además interesante
que estos modelos se ajustan muy bien a los modelos neurológicos, de modo que es posible
que estos últimos hayan influido en la construcción de aquellos.
d) Modelos sociológicos
Consideramos modelos sociológicos a los elaborados dentro de la teoría de las comuni-
caciones. Casi todos ellos se refieren al hecho de que la comunicación es un sistema for-
mado por un emisor, un receptor y un canal de transmisión entre ellos. El lenguaje sería el
mensaje o noticia que se comunica a través de dicho canal, sobre el cual influyen efectos
que distorsionan las señales. En la figura 1.3.1 se muestra el modelo de un sistema de co-
municación muy elemental.
CANAL
Conjunto Conjunto
finito de Encodificación Decodificación finito de
símbolos símbolos
elementales elementales
RUIDO
Aunque se ha dicho que “la triple distinción tradicional entre cognición, conación y afec-
ción, (...), no es importante en la psicología contemporánea” (Garnham, 1994; pág. 168),
dentro del esquema del sistema de la personalidad que seguimos, hacemos lo contrario: se
considera que esta es la estructura de la actividad consciente que mejor explica la estructu-
ra de las personas, y por lo tanto, la estructura de la corteza cerebral, del cerebro y de su
sistema nervioso.
Debemos pues estudiar ahora los procesos neurales –neocorticales– que subyacen y
explican la estructura de estos tres componentes de la conciencia en el plano subconscien-
te, sin descuidar el hecho de que las redes neurales paleocorticales y subcorticales del nivel
inconsciente (estudiadas en el Cuaderno III), que en el hombre fueron el punto de partida de
la actividad consciente, ahora debemos verlas como el soporte activo de la propia concien-
cia.
Aunque estudiaremos los procesos intrínsecos como si estos componentes fueran so-
lamente tres, se trata, en realidad, de seis sistemas que componen la conciencia en el plano
subconsciente, tres en cada hemisferio. Pero haremos notar que hay una notable diferencia-
ción hemisférica en el cerebro humano respecto de cada uno de ellos.
Encontraremos algunas dificultades en la explicación psicobiológica de algunos de estos
sistemas, sobre todo del afectivo-emotivo consciente, pero más todavía respecto del com-
ponente conativo-volitivo, dado que en las neurociencias tradicionales estos aspectos de la
actividad psíquica se los ha estudiado, como se ha dicho sin fundamento alguno, como si
fueran formas de actividad psíquica animal.
No debe pues llamar la atención si empezamos cada capítulo con un enjuiciamiento de
algunos conceptos cuyas definiciones al parecer ya estaban sancionadas por el uso. Lo que
nos distingue es nuestra base conceptual que prácticamente no toma en cuenta la estructu-
ra psíquica de los animales y más bien se centra en el estudio de las personas. Otra razón
es que consideramos imposible una explicación fisiológica, metabólica y celular de la activi-
dad psíquica, si es que antes no se definen los conceptos psicológicos con la mayor preci-
sión posible. Luego, proseguiremos con el estudio del soporte neural de cada sistema psí-
quico consciente entendido como lo que es realmente, es decir, como un sistema de memo-
ria que almacena y procesa la respectiva clase de información psíquica del mismo nivel
consciente.
CAPITULO 2.1
EL SISTEMA AFECTIVO-EMOTIVO
–Intrapersonales:
–Interpersonales:
–Extrapersonales:
Ø Humor alegre
Ø Humor triste
Ø Humor irritable
Ø Humor angustiado
Ø Humor tranquilo
Ø Sensible/insensible
Ø Impulsivo/reflexivo
Ø Calmado/nervioso
Ø Tenso/relajado
Ø Tolerante/rígido
En este cuadro incluimos las sensaciones afectivas para confrontarlas con los senti-
mientos. De esta confrontación debe quedar clara la diferenciación de los niveles de la afec-
tividad humana. Dentro del esquema es posible definir qué son realmente las llamadas
emociones básicas o primarias. En el Cuaderno anterior habíamos insinuado la idea de que
éstas deben resultar de la integración transcortical de sensaciones más elementales. Ahora
debemos diferenciarlas mejor, bien como sensaciones afectivas complejas, o bien como
sentimientos fundamentales, teniendo en cuenta que es posible que en algunas personas
sean determinadas epigenéticamente con mayor intensidad o penetrancia que otras en
quienes lo serían más sociocinéticamente, en grados que dependen de cada personalidad y
de sus circunstancias de vida. En todo caso, pueden considerarse como sensaciones afecti-
vas complejas que en el hombre son estructuradas sociocinéticamente durante su desarrollo
formativo en la infancia.. Aunque no hay acuerdo sobre cuántos y cuáles son estos afectos,
podrían ser los pares alegría/tristeza, amor/cólera y tranquilidad/angustia, con la diferencia
de que no podemos considerarlos como de naturaleza animal o inconsciente, sino de
naturaleza social o consciente.
EL SISTEMA COGNITIVO-PRODUCTIVO
Si partiéramos del punto de vista del sentido común, y dijéramos que conocer es la acti-
vidad psíquica superior que depende de la función integrada de todo el cerebro, concluiría-
mos en que la psicobiología es la ciencia que tiene por objeto el estudio y explicación de los
procesos cognitivos. Si fuera así, resultaría que el concepto de cognición reemplaza a los de
mente, pensamiento, conciencia, inteligencia y hasta al mismo concepto de alma; todo lo
cual apenas serviría como una primera aproximación a la explicación científica de la activi-
dad cognitiva.
Según el diccionario, cognición es efecto y acción de conocer. Y conocer o cognocer se
define por sus sinónimos, principalmente: averiguar, entender, advertir, saber, percibir, con-
jeturar, sentir. Cognitivo es todo lo relativo al conocimiento en sí. Cognoscitivo es todo
aquello que es capaz de conocer. Por eso hablamos de un sistema cognitivo, diferente de la
capacidad cognoscitiva en busca de algo. Cognitiva es la actividad psíquica de una estructu-
ra cerebral. Cognoscitiva es la actividad del estudiante que revisa su libro. Conocimiento es
lo mismo que cognición, pero también significa entendimiento, inteligencia, razón natural,
facultad sensorial, así como noción, ciencia, sabiduría. Todas estas formas de conceptua-
ción corresponden al sentido común organizado, no vulgar, que nos pueden servir para de-
limitar nuestro objeto de estudio.
Pero una vez que hemos concluido en que la conciencia es un sistema psíquico neocor-
tical de tres componentes, cada uno con su respectivo sistema de memoria (que codifica
una clase específica de información psíquica de base social), la estructura cognitiva necesa-
riamente tiene que ser reducida a sus verdaderas dimensiones: a la corteza parietotempo-
rooccipital, cuyas redes neurales tienen todos los niveles de organización del neocórtex:
psíquico consciente, psíquico inconsciente, funcional, metabólico y neuronal, con sus res-
pectivas entradas sensoriales y salidas motoras. Lógicamente que nos estamos refiriendo al
sistema cognitivo aislado como está en el plano subconsciente, con sus propias clases de
información guardadas o fuera de uso; situación diferente a la de la actividad cognitiva inte-
grada con la actividad afectiva y la conativa en el plano epiconsciente.
Mem II
Fig. 2.2.1. El modelo de las habilidades perceptomotoras (ligeramente modificado de Welford, 1965).
REPRESENTACIÓN UNIDADES DE
CENTRADA EN EL OBJETO RECONOCIMIENTO
DE OBJETOS
↓
SISTEMA SEMÁNTICO
↓
EVOCACIÓN LÉXICA
(Léxico de salida del habla)
↓
NOMBRE EXPRESADO
Fig. 2.2.2. Modelo funcional para el reconocimiento de objetos (Ellis y Young, 1992)
ANÁLISIS DE DETALLE
ATENCIÓN
MAPA MAESTRO
ESTÍMULO
Fig. 2.2.3. Modelo hipotético de la percepción visual (tomado de Kandel, Schwartz y Jessell,
1995)
Finalmente, Mesulam (1998) ha reunido toda la evidencia disponible respecto de los
desórdenes causados por lesiones cerebrales, pero sobre todo de la correlación de las imá-
genes obtenidas por medio de tomografía por emisión de positrones y por resonancia mag-
nética funcional de sujetos normales mientras se desempeñan en tareas diseñadas espe-
cialmente para examinar el procesamiento cognitivo en sí.
El modelo que obtiene Mesulam a partir de su análisis (Fig. 2.2.4), se basa en el
supuesto de que entre el espacio extrapersonal y el medio interno del individuo ocurren va-
rios procesos intermediarios que se supone son de naturaleza puramente cognitiva.
El modelo establece que entre la entrada sensorial y la salida motora hay una distancia
cognitiva que se mide en niveles sinápticos: la cognición y la conciencia de una rana, se nos
dice, son simples en extremo porque entre la entrada y la salida hay sólo uno o dos niveles
sinápticos, mientras que en los primates, incluidos los hombres, habría seis. Esto se debería
a la existencia de cinco tipos de corteza con seis zonas funcionales sucesivas: 1) la corteza
sensorimotora primaria, 2) la corteza de asociación unimodal con una vía corriente arriba, 3)
la misma corteza con otra vía corriente abajo, 4) la corteza de asociación heteromodal, 5) la
corteza paralímbica y 6) la corteza límbica. En cada nivel sináptico debe existir un conjunto
de áreas nodales de convergencia de las vías que ingresan y de donde parten vías diver-
gentes a los puntos nodales de los niveles siguientes.
Vía unimodal
Corriente abajo
1ª Vía sensorial
Hipotálamo
Área premotora
Área paralímbica
1ª Vía motora
Fig. 2.2.4. El procesamiento cognitivo según Mesulam (1998). Las flechas ilustran las conexiones neurales
monosinápticas más allá de la entrada sensorial de las modalidades visual y auditiva. Las flcechas grue-
sas representan conexiones masivas. Las flechas discontinuas ilustran las vías motoras de salida.
El modelo es una extensión del modo de funcionamiento de las redes sensoriales con-
vergentes y en serie, con la diferencia de que las áreas receptivas primarias dan origen a
múltiples vías en paralelo que se proyectan a las áreas de asociación, al mismo tiempo que
reciben conexiones de sentido opuesto o de retroalimentación. El primer nivel sináptico
comprende las áreas receptivas primarias, las que proveen un mapa de los rasgos distinti-
vos del estímulo. En el segundo nivel se procesan los aspectos superficiales del estímulo:
color, forma, sonido, etc. En los dos siguientes, se produce la identificación del estímulo –
objeto, cara, palabra– y su ubicación en un lugar del espacio hacia donde se dirige la acción.
Las áreas unimodales no están interconectadas entre sí, lo cual es indispensable para la
fidelidad de la representación sensorial en los primeros cuatro mencionados niveles. Aquí la
retención de la información es breve. Esto quiere decir que las redes de estas áreas gene-
ran un registro estable de la experiencia, pero sólo permiten diferenciar dos estímulos o de-
cidir si dos estímulos son idénticos.
El paso siguiente, requeriría de otras áreas transmodales, especie de puertas de acceso
que permiten el paso de la percepción al reconocimiento del estímulo: el paso de la palabra
a su significado, de la visión de una cara al reconocimiento de la persona. Estas áreas gene-
ran una síntesis multimodal y crean directorios o mapas para unir los fragmentos de modali-
dad específica que estaban distribuidos o repartidos en las distintas áreas unimodales en
una experiencia coherente, un recuerdo o un pensamiento.
Se supone que el cerebro humano tiene por lo menos cinco redes neurocognitivas de
gran escala: 1) una red para el conocimiento espacial que depende del hemisferio derecho
con epicentros en la corteza parietal posterior dorsal, el campo frontal de los ojos y la región
del cíngulo; 2) una red para el lenguaje dependiente del hemisferio izquierdo, con epicentros
en las áreas de Wernicke y de Broca; 3) una red para la memoria-emoción con epicentros
en la región hipocámpica-parahipocámpica y la amígdala; 4) una red para la memoria de
trabajo y la función ejecutiva con epicentros en la corteza prefrontal y probablemente la cor-
teza parietal posterior, y 5) una red para la identificación de caras y objetos con epicentros
en las áreas mediotemporal y temporal anterior.
Cada una de estas áreas nodales estaría especializada en un componente conductual
específico. Esta especialización no sería absoluta sino relativa, por lo que se tendría que
identificar como áreas de procesamiento selectivas y distribuidas. Esto significa que varias
de estas áreas serían activadas simultáneamente en tareas diferentes, pero una de ellas
predominaría para la ejecución de una de tales tareas.
Toda esta actividad estaría integrada o modulada por los mecanismos de la emoción, la
motivación, la atención, la memoria de trabajo, el lenguaje, la formación reticular ascenden-
te, especialmente a través de los núcleos basalis, tegmental ventral, del rafe y el locus ceru-
leus. La convergencia de la información en las áreas límbicas y paralímbicas la canalizaría
finalmente al medio interno a través del hipotálamo.
Según el autor, las vías olfativas y gustativas no están incluidas en modelo porque son
sensaciones químicas que siguen un plan de organización diferente, más ligados al medio
interno que al medio externo.
1.1. Intrapersonales:
§ cinestesia y posición segmentaria
1.2. Extrapersonales:
§ sensaciones visuales: contraste, color, movimiento, posición
§ sensaciones auditivas: sonidos, ruidos
§ sensaciones tactiles cognitivas: tacto epicrítico
§ Vivaz/lento
§ Hábil/torpe
§ Eficiente/deficiente
§ Capaz/incapaz
EL SISTEMA CONATIVO-VOLITIVO
CUADRO 2.3.1
EL SISTEMA CONATIVO-VOLITIVO
1. El nivel inconsciente
L a actividad emotivo-ejecutiva de anticipación
SECCIÓN 3
EL NIVEL EPICONSCIENTE DE LA ACTIVIDAD PERSONAL
Es evidente que estos dos niveles de la actividad consciente tienen relación con las dos
formas de actividad personal que conocemos como estar dormido y estar despierto, aunque
cuando uno está despierto la mayor parte de la información psíquica disponible está fuera
de uso. También es verdad que durante el sueño, tenemos ensueños que son verdaderas
formas de actividad epiconsciente aisladas de la actividad personal global.
Aceptando por un instante un punto de vista dualista, diríamos que es preciso explicar
en qué consiste el soporte funcional o neural de toda esta forma de actividad psíquica glo-
bal. Lógicamente que se puede explicar la actividad psíquica epiconsciente reduciéndola a
la actividad funcional de las redes neurales. Así, por ejemplo, se ha propuesto que las redes
corticales están interconectadas en serie y en paralelo, y que esta clase de interconexión
garantiza la divergencia y convergencia de las señales, así como la integración de la infor-
mación. Esta es la propuesta del llamado conexionismo. La teoría conexionista intenta expli-
car los fenómenos de la conducta en términos de redes conformadas por unidades de pro-
cesamiento de tipo neuronal simple. De estas redes dependería el procesamiento distribuido
en paralelo de la información.
Si bien consideramos que algo hay de cierto en esta concepción, lo más importante para
nosotros es que las redes neurales neocorticales deben estar organizadas en los cinco nive-
les informacionales que se ha podido diferenciar respecto del sistema vivo, de la personali-
dad, del sistema nervioso y del cerebro. Y así como hemos explicado la organización de las
redes neurales dentro de cada sistema de memoria unimodal y multimodal, así también te-
nemos que pensar en una red supramodal bihemisférica que resulta de la integración de las
distintas clases de información psíquica afectiva, cognitiva y conativa del plano subconscien-
te, en los procesos de la percepción, la imaginación, el pensamiento y la actuación del plano
epiconsciente. Es indudable que las únicas formas de actividad psíquica que podemos dife-
renciar en este plano epiconsciente de la actividad psíquica personal son solamente imáge-
nes y conceptos, y que estas clases de actividad organizan todo el conjunto de la actividad
personal (del individuo) en un momento dado.
Aunque la diferenciación de los dos planos de la actividad consciente –subconsciente y
epiconsciente– se puede explicar en términos funcionales de la actividad neural, no pode-
mos eludir la necesidad de considerar en todo momento que la actividad consciente debe
ser explicada en términos de la actividad inconsciente, pero entendida ésta como actividad
inconsciente reestructurada justamente por la información psíquica consciente. Seguir lla-
mándola inconsciente o llamarla subconsciente a esta clase de información psíquica rees-
tructurada, creemos que es irrelevante. Esta advertencia tiene sentido lógico, por cuanto al
explicar la actividad de un determinado nivel de organización del individuo, uno no puede
eludir la explicación en términos del nivel inmediato inferior como en los del inmediato supe-
rior. Por esto, en todo momento trataremos de explicar la actividad consciente, sobre todo
respecto del nivel epiconsciente, en términos de señales o datos psíquicos, y no de señales
o datos neurales, aunque lógicamente las señales o los datos psíquicos pueden explicarse
como conjuntos organizados de señales o datos neurales. (Para facilitar las cosas, piénsese
en datos al referirse a la información del plano subconsciente y de señales al referirse a la
del plano epiconsciente.)
En los dos capítulos siguientes, antes de estudiar los procesos neurales subyacentes a
la actividad epiconsciente –percepción, imaginación, pensamiento y actuación–, se explican
las dos formas posibles de organización de la actividad consciente integrada que en un mo-
mento dado organiza a su vez todo el conjunto de la actividad personal: 1) las formas de
organización de la actividad subconsciente del sueño y la vigilia (capítulo 3.1), formas de
actividad que, en lo esencial, son determinados epigenéticamente y dependen de la integra-
ción de la actividad cortical a través de redes neurales subcorticales, y 2) las tres formas de
organización de la actividad epiconsciente: ansiedad, atención y expectación (capítulo 3.2),
que son determinados esencialmente en sentido sociocinético desde el nivel de la actividad
social en curso, y dependen de la integración supramodal de la información psíquica a tra-
vés de redes neurales transcorticales –neocorticales y paleocorticales– del cerebro. Según
este modelo, la información psíquica del plano epiconsciente determina, en todo momento,
la organización psicocinética de la actividad psíquica inconsciente, y a través de ésta, la de
todo el conjunto de la actividad de la persona despierta.
CAPÍTULO 3.1
Los ciclos vitales. Características psicofisiológicas del sueño y la vigilia. Aspectos fun-
cionales del sueño. Procesos de inducción y mantenimiento del sueño y la vigilia. La activi-
dad subconsciente durante la vigilia.
Pero si tomamos en cuenta que el sueño, por más profundo que fuera es también una
forma de actividad personal, es más lógico pensar que el sueño y la vigilia son, en realidad,
dos formas de organización de la actividad personal, cuyo grado de intensidad es sólo una
de sus cualidades secundarias. En el cuadro 3.1.2 se señalan estas dos formas de activi-
dad.
CUADRO 3.1.2
FORMAS DE ORGANIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD PERSONAL
(Tomado de: Ortiz, 1999)
• Formas de organización del sueño (en el plano subconsciente):
o Sueño ligero
o Sueño profundo
o Sueño paradójico
o Ansiedad
o Atención
o Expectación
En este capítulo vamos a explicar los procesos del pensamiento y la actuación como
formas de actividad consciente holocerebral o bihemisférica que se genera a partir de la in-
formación psíquica consciente (del plano subconsciente) y la información psíquica incons-
ciente y se integra a partir de la actividad psíquica del hemisferio izquierdo.
Naturalmente que esta explicación requiere de una definición del pensamiento y la ac-
tuación en los mismos términos en que hemos definido la imaginación y la percepción. La
definición de estas formas superiores de actividad de la conciencia tendrá que precisar la
naturaleza de sus procesos esenciales que se expresan en lo que se conoce como opera-
ciones mentales u operaciones lógicas de la mente. En todo caso, evitaremos definir el pen-
samiento por esta clase de operaciones, al mismo tiempo que haremos patente la necesidad
de definir la actuación superando la vieja teoría de la praxis derivada de la teoría de la
apraxia. Más aún, con este enfoque esperamos dejar de lado la idea de que el pensamiento
es la única expresión superior de la actividad funcional del cerebro, o que la conducta es
sólo una forma de actividad corporal objetiva, sin negar que uno de estos planos puede
asumir un papel predominante o rector de la actividad consciente dependiendo de los objeti-
vos y estrategias de la persona en un determinado momento de su vida.
SISTEMA DE RECONOCIMIENTO
DEL OBJETO
SEMÁNTICA
(ACCION)
LEXICON VERBAL DE ENTRADA PRAXICON DE SALIDA
MEMORIA FONOLÓGICA
Es pues evidente que si el concepto es algo, es preciso saber de qué naturaleza es, o
en virtud de qué el concepto es lo que es. Respecto del primer interrogante, por lo dicho en
el párrafo anterior, se plantea la pregunta sobre si el concepto es un hecho psíquico o un
ente social. Aquí el problema es que el lenguaje del sentido común tiene sólo una palabra
para estas dos realidades. Luego, si aceptamos la diferencia entre información social e in-
formación psíquica, el problema, por lo menos en principio, se resuelve aceptando que el
concepto debe existir como información social y como información psíquica. En el primer
caso, es evidente que está estrechamente relacionado con el significado, si es que por signi-
ficado entendemos la clase de información social (cultural) que describe o explica una es-
tructura natural o artificial del universo real. En el segundo, está más relacionado con el sen-
tido que cada persona otorga a las palabras y las oraciones; aunque el sentido naturalmente
que no agota lo que es realmente el concepto como unidad del pensamiento.
Respecto de la segunda preocupación, para unos, todo concepto se deriva de la expe-
riencia, a partir de sensaciones que generan imágenes, impresiones; pero se ha argüido que
así fuera, cada persona tendría que descubrir sus propias experiencias. Para otros los con-
ceptos van más allá de la experiencia sensorial, tales son el concepto de causa y los con-
ceptos lógicos. Pero si este fuera el caso, los conceptos tendrían que ser o bien innatos o
bien derivados del ambiente; de lo contrario quedarían indeterminados y cada uno tendría
sus propios conceptos.
Dentro de nuestra concepción psicobiológica del pensamiento y la actuación, de modo
simétrico a las imágenes de la percepción y la imaginación, tenemos que definir los concep-
tos de los niveles cognitivo inconsciente y cognitivo consciente, que en un momento dado se
activan e integran en la actividad epiconsciente. En el nivel cognitivo inconsciente, los con-
ceptos inconscientes son formas de reflexión psíquica que compartimos con los animales
acerca de las propiedades superficiales del estímulo. En efecto, en este nivel de cognición,
tanto los hombres como los animales podemos discriminar los estímulos en términos de sus
propiedades aparentes, y los podemos clasificar puesto que nos es posible generalizar a
partir de una o más características del objeto. Estas capacidades inconscientes a la postre
permiten discriminar entre objetos en situaciones diferentes.
En el nivel cognitivo consciente, un concepto consciente es una forma de información
psíquica consciente que refleja el aspecto temporal de la realidad personal, peripersonal y
telepersonal al alcance (de la persona), todo lo cual incluye una representación de los pro-
cesos que subyacen a la apariencia de las cosas. Lógicamente que el concepto en uso en el
plano epiconsciente del pensamiento y la actuación, que podríamos denominar también ac-
tividad conceptual, ya incluye los aspectos emotivos y volitivos de la información del plano
subconsciente que se integran y así modulan, modifican y confieren al concepto cognitivo su
sentido personal. En ese plano los conceptos ya son el reflejo de la historia de uno mismo,
de las demás personas, de las cosas y del conjunto de la realidad objetiva.
Por consiguiente, los conceptos en tanto formas de actividad epiconsciente son el resul-
tado de la integración de los aspectos procesales o de actividad –emotivos, productivos y
volitivos– de la información psíquica, es decir, formas de actividad que resultan de la inte-
gración de emociones, producciones y voliciones. De este concepto del concepto, podemos
deducir que el pensamiento es entonces el plano de la actividad epiconsciente en que se
procesan los conceptos conscientes e inconscientes, que se generan desde el hemisferio
cerebral izquierdo a partir de la información psíquica consciente codificada en las redes neu-
rales del nivel subconsciente de este mismo hemisferio.
CUADRO 3.4.2
1. CONDUCTA: ACTOS
2. DESEMPEÑO: ACCIONES: OPERACIONES
3. COMPORTAMIENTO: EXPRESIONES EMOCIONALES: GESTOS
Las operaciones de la actuación más fáciles de diferenciar son: las tendencias, la postu-
ra personal, la toma de decisiones, la elaboración de los actos en acciones y expresiones
emocionales, la ejecución de las operaciones y los gestos motores.
3.4.4. El soporte psiconeural del pensamiento y la actuación
Desde el punto de vista de la explicación neuropsicológica del pensamiento y la actua-
ción, tiene particular interés conocer qué redes neocorticales toman parte en tales procesos,
es decir, cuál es locus de los conceptos y por lo tanto del pensamiento. En la literatura clási-
ca el problema ha sido planteado en términos del lenguaje.
El lenguaje –definido como una función del cerebro– ha sido ubicado en el área del len-
guaje del hemisferio izquierdo (recuérdese que hablamos de hemisferio izquierdo de modo
muy general; sabemos que la forma de codificación de la información en uno u otro hemisfe-
rio puede invertirse o compartirse por ambos). De este hecho se ha deducido que el lengua-
je es el que ha determinado la diferenciación hemisférica. Para nosotros esta especializa-
ción hemisférica es consecuencia de la escisión que el hombre ha hecho del espaciotiempo
en espacio y tiempo, o del hecho de que el hombre ha sido capaz de codificar los aspectos
temporales de la realidad de modo diferenciado en un hemisferio cerebral. Por supuesto que
coger una piedra o un hueso con una mano para darle una forma preconcebida con la otra
mano es un paso importante para esta separación de la actividad psíquica. Una mano mues-
tra el espacio, la otra es la acción sobre él. Es como disponer del espacio en una mano y del
tiempo en la otra. Que sea la mano izquierda para lo uno y la derecha para lo otro pudo
haber sido un hecho puramente circunstancial que se ha mantenido generación tras genera-
ción.
Otro hecho notable es que, a diferencia de los animales cuyos aspectos cognitivo y eje-
cutivo de la información de nivel inconsciente reflejan ambos lados del espacio y se reflejan
en las extremidades de ambos lados por igual, los aspectos cognitivo y productivo de la in-
formación de nivel consciente, por la razón anterior, se tienen que diferenciar necesariamen-
te mucho más en relación con la actividad diferenciada de las manos. Por otro lado, la rela-
ción entre hacer o construir siguiendo instrucciones verbales tiene que ser directa y com-
plementaria; de modo que entre hacer y decir, además de ser procedimientos similares que
se dan en el tiempo, se ha tenido que establecer una relación del mismo tipo que la que
existe entre concepto y esquema (lógicamente definidos en los términos que ya hemos refe-
rido).
Las observaciones hechas en personas con hemisferios separados (capítulo 1.4) respec-
to del procesamiento verbal no hacen sino confirmar que las personas piensan a partir de la
información codificada en su hemisferio izquierdo. Al descodificarse esta información, las
señales psíquicas consiguientes adoptan la forma de emociones, producciones y voliciones
que luego se integran hasta abarcar la actividad bihemisférica, holocerebral o de ambos
hemisferios y así aparecen en la forma de conceptos y esquemas de actuación. Dado que
los sistemas léxico y sintáctico del habla y de los otros sistemas de tipo aritmético y lógico
se encuentran predominantemente en este hemisferio, la posibilidad de integrar distintos
tipos de información acerca realidades objetivas de algún modo relacionadas, se ve incre-
mentada al máximo, además de la posibilidad de expresar dicha información de modo ver-
bal.
Las imágenes respecto del procesamiento cortical de señales verbales obtenidas por
tomografía por resonancia magnética funcional o por emisión de positrones, lógicamente
que no reflejan la actividad metabólica de una simple red neural que codifica una palabra,
sino la actividad de múltiples redes neurales que codifican las señales psíquicas que se in-
tegran para formar los conceptos del pensamiento o los esquemas de la actuación personal.
Así, en muchos trabajos publicados es evidente que las imágenes tomográficas que expre-
san el incremento de la actividad neuronal en las áreas parietal, temporal y frontal del hemis-
ferio izquierdo cuando, por ejemplo, el sujeto de experimentación “piensa con palabras” no
indican que las palabras por sí mismas se están reflejando de este modo, sino que indican la
forma como se integran las señales psíquicas en el plano del pensamiento. Además, el in-
cremento de la actividad metabólica neuronal en el área prefrontal dorsolateral, no significa
que en esta área se efectúe algo así como “la asociación semántica” de las palabras; signifi-
ca más bien la activación de una red que procesa los motivos, valores y reglas de decisión
imprescindibles para organizar el pensamiento, para relacionar conceptos e imágenes y tra-
ducirlos en esquemas de acción.
Por otro lado, experimentos como los mencionados, hechos en personas normales, no
han hecho sino confirmar las explicaciones deducidas de los efectos de las lesiones cortica-
les del hemisferio izquierdo. Así, se ha podido mostrar que las lesiones de cada componente
neocortical producen desórdenes psíquicos con características especiales que expresan la
forma como dicha área contribuye al pensamiento y la actuación, como son: la amnesia se-
mántica; las agnosias, la autotopoagnosia, la confusión derecha-izquierda, la agnosia digital,
las afasias, sobre todo sus formas semántica, amnésica y dinámica, las apraxias, especial-
mente sus formas ideatoria e ideomotriz, las alexias, agrafias y acalculias. Todos estos des-
órdenes apuntan en una misma dirección: expresan la forma como una persona piensa y
actúa en ausencia de ciertas formas de actividad psíquica cognitiva (que se han perdido por
efecto de la lesión de las redes neurales del hemisferio izquierdo que son su soporte funcio-
nal.
Aunque el pensamiento y la formación de conceptos de nivel consciente se limita en
cuando a su grado de abstracción por efecto de estas lesiones de las áreas neocorticales
afectivas y conativas, al parecer se requiere que la lesión sea extensa y sobre todo bilateral
para que las fallas de metacognición, del pensamiento crítico y de autocrítica sean eviden-
tes. En realidad, al haber reducido el pensamiento a la actividad puramente cognitiva, y ni
siquiera a la actividad psíquica productiva (de desarrollo de los conceptos), en realidad, no
sabemos cómo piensan las personas con lesiones prefrontales, ni cómo es el pensamiento
de personas con el llamado síndrome de disfunción ejecutiva, y en qué se diferencia el pen-
samiento de pacientes con demencia por lesión difusa de todo el neocórtex, del pensamien-
to de aquellos que tienen demencia por apatía-abulia severa debida a lesión prefrontal.
Las clásicas evidencias clínicas de las apraxias nos indican que, así como las imágenes
cognitivas que son las unidades básicas de la percepción y la imaginación se generan en el
área de asociación posterior derecha, así también los conceptos productivos que son las
unidades básicas del pensamiento y la actuación se generan y desarrollan en el área de
asociación posterior izquierda. Pero estas formas de actividad deben incluir luego las formas
de actividad emotiva y volitiva para así abarcar la actividad psíquica de ambos hemisferios,
dando como resultado la representación conceptual de la realidad en el tiempo que es ca-
racterística de la actividad epiconsciente de todo el cerebro. Es de suponer que toda esta
actividad integrada que se desarrolla en el tiempo personal refleja los procesos que se die-
ron, se dan o se darán en el tiempo peripersonal o social. Es en este nivel de procesamiento
en que la estrategia y las tendencias de la personalidad determinan si la organización de su
actividad objetiva deba efectuarse a base de sus actitudes volitivas, de sus aptitudes
productivas o de sus disposiciones emotivas.
Debemos señalar ahora que cualquier explicación respecto de la actividad personal obje-
tiva en términos de movimiento debe ser superada por una concepción de la persona ac-
tuante, en quien sus movimientos no son hechos mecánicos, sino gestos y operaciones mo-
toras que traducen expresiones emocionales y acciones productivas organizadas dentro de
los actos de la persona.
La consiguiente trascripción de los conceptos en los esquemas que organizan dicha ac-
tividad personal efectiva, suponemos que también ocurre en la amplitud espaciotemporal de
ambos hemisferios, pero que luego tienen que confrontarse con los perceptos respecto del
entorno objetual actual y que de esta manera, tanto las imágenes como los conceptos (las
producciones actuales) se trascriben en esquemas de acción que se generan en la región
neocortical posterior izquierda. Previos a su realización efectiva, los esquemas deben tras-
cribirse en la secuencia de procesos de integración en el nivel ejecutivo-emotivo inconscien-
te que se efectúa en las áreas premotoras y motoras que generan las acciones y expresio-
nes emocionales igualmente integradas. De este modo el plan motor finalmente se traduce
en las señales motoras que se expresan en las operaciones y los gestos de la actividad per-
sonal.
3.4.4. Caracterización psicobiológica del hemisferio izquierdo
En su libro “La neurología del Pensamiento” Benson (Benson, 1994) nos revela que lo
que ha hecho la neurología es “demostrar lo obvio: (1) que pensar es una función del cere-
bro y (2) que muchos procesos nerviosos individuales deben enlazarse a fin de procesar el
pensamiento”. No es posible, sin embargo, que una explicación obvia sea una explicación
de los procesos esenciales o subyacentes a un fenómeno cualquiera, y menos a una forma
tan compleja de actividad como es la consciente. La cuestión obvia de que el pensamiento
es producto del cerebro no es, en realidad, una explicación. La ciencia tiene que explicar los
procesos que determinan que la actividad cerebral se convierta en actividad consciente (o
mental, si se prefiere en este caso). Ya hemos señalado (véase el cuaderno de Introduc-
ción) que esta determinación no es lineal de causa a efecto, sino que se trata de una doble
determinación; así, por ejemplo, la forma de actividad consciente que llamamos pensamien-
to (así como la percepción, la imaginación y la actuación) es determinada tanto a partir de la
información psíquica de nivel subconsciente como a base de la información social que una
persona procesa en un lapso dado de su vida.
La cuestión es saber ahora, porqué el pensamiento y la actuación se generan desde el
hemisferio izquierdo, en contraposición a la percepción y la imaginación que se generan a
partir del hemisferio derecho. Teniendo en cuenta las observaciones clínicas y experimenta-
les pertinentes, se puede explicar esta disociación teniendo en cuenta el modo como las
redes neurales del cerebro se organizan en los procesos del pensamiento y la actuación,
advirtiendo que en este caso no se trata de explicar cómo se organiza la función, sino la
actividad psíquica del cerebro. En efecto, sabemos que muchos procesos psíquicos deben
integrarse a fin de conformar los contenidos del pensamiento y la actuación (así como los
de la percepción y la imaginación). Dentro de esta concepción no existe información (sin
definir qué es) que emerge de asociaciones intermodales, ni matrices neurales complejas, ni
mecanismos supramodales que manipulan estos resultados. Tampoco existe un control eje-
cutivo abstracto de alto nivel o de tipo metacognitivo. Más aún, desde la perspectiva que
acabamos de desarrollar, ni siquiera se requiere de estos entes hipotéticos ad hoc, puesto
que la organización de la actividad cognitiva y afectiva que constituyen el pensamiento y la
actuación (así como la percepción y la imaginación) depende de la información conativa.
Por lo tanto, el contenido del pensamiento no es una clase mal definida de información que
resulta de la función de una cadena jerárquica de estructuras cerebrales interconectadas,
sino una forma de actividad epiconsciente que resulta de la activación e integración de las
diversas clases de información psíquica de los componentes de la conciencia, específica-
mente a partir de la información psíquica que codifica los aspectos de actividad del mundo
real en las redes corticales del hemisferio izquierdo.
Necesitamos explicar ahora qué es lo que facilita la integración de estos aspectos tem-
porales de la información psíquica para generar los conceptos y esquemas dentro de un tipo
de procesamiento en serie más que en paralelo.
En primer lugar, es posible que en el hemisferio izquierdo los cambios de una represen-
tación a otra son relativamente rápidos y por eso el procesamiento de la información se or-
ganiza en serie. En otras palabras, esta forma de procesamiento indicaría que dicho hemis-
ferio almacena y procesa mejor la sucesión de los hechos en el tiempo, y que de esta ma-
nera genera representaciones de sucesos espaciales que se sustituyen inmediatamente por
otros que siguen en el tiempo real.
Este tipo de actividad es la que seguramente facilita las llamadas “operaciones menta-
les” aritméticas, digitales, analíticas, subjetivas, abstractas, que se realizan desde el hemis-
ferio izquierdo justamente como reflejo de los aspectos temporales de la realidad objetiva o
subjetiva.
De lo dicho podemos deducir que las redes neurales del hemisferio izquierdo procesan
señales neurales que codifican información psíquica en secuencias sucesivas que luego se
reflejan primero en la expresión de los sentimientos, y luego en la realización de la actividad
productiva y en la toma de decisiones morales que dependen de la volición.
BIBLIOGRAFÍA