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EDITORES: GUILLERMO CORTES * wleTOR view POLITIGAS GULTURALE ‘ts Gana RRA “TeRSn QUOT” Ffreul "su LNRD w ENSAYOS CGRITIGOS Ww L ett) Organizacion de Estados Tbercamerieanos Ecueaci SEN setts aN Instituto 2 Nacional ae I de Cultura TEP Instituto de Estudios Peruanos Serie: Lecturas contemporineas 4 © — IEPEpciowss Horacio Urteaga 694, Lima 11 ‘Tell. (51-1) 332-6194 / 424-4856 E-mail publicaciones@iep.org.pe rwwriep.org.pe © _ Instituto Nacional de Cultura ~ INC ‘Ay. javier Prado Este 2465, San Borja, Lima 41 elf. (51-1) 476-9933 E-mail: comunicaciones@ine gob.pe swww.inegob.pe COrganizacién de Estados Tberoamericanos Pava la Educacién, la Ciencia y la Cultura - OEL Oficina Regional en Lima Calle San Ignacio de Loyola 554, Miraflores, Lima 18 Telt. (51-1) 243-077 E-mail: o¢iGoeiperu.org, www.ceiperu.org ISBN: 9972-613-53-4 ISSN: 1026-2679 Impreso en el Perit Primera edicién, agosto de 2006 2,000 ejemplares Hecho el depésito legal en la Biblioteca Nacional del Pert: 2006-6659 Registro del Proyecto Editorial en la Biblioteca Nacional N.° 1150130600537 rohibida la reproduecién total o parcial de la earactristcas gris de este documento por euler meio sin permiso dels editors ‘Conrés, Guillermo, ed. Politica eulturales:ensayos criticas / Guillermo Cortés y Vietor Vich, eds. Limas IEP; INC, 2006. (Lecturas Contemporéiness, 4) POUCA CULTURAL/ROL DELESTADO/ ACTORES CULTURALES/ PERt W/19.02.06/L/4 CONTENIDO PRESENTAGON Paotoo ‘TAN CERCA Y TAN LEJOS: LOS VAIVENES DE LAS POLITICAS CULTURALES Guttuzevo Corrés (GESTIONAR RIESGOS: AGENCIA Y MANI IOBRA POLITICA CULTURAL me ‘Victor Vic EL PAPSL DBL ESTADO EN EL. CAMEO eA ‘Luts GUILLERMO LUMBRERAS ihe POLITICAS E INDUSTRIAS CULTU JRALES: ENTRE LA CALIDAD Y EL PUBLICO eee ‘Teresa Quiroz ELLUGARDE LAS INDUSIRIAS CULTURA POLITICAS PUBLICAS nd ‘SANTIAGO ALFAROR. MEMORIA HISTORICA, POLITICA DE LA CUL1 DEMOCRACIA EN EL PERU. a FeuxReatecuiC. ‘Soare Los AUTORES i 19 45 nm 13 137 Ww 213 70 Victor View ‘Miuiak, Toby y George Yuvice 2004 ‘Politica cultural. Barcelona: Gedisa. Mourre, Chantal 1999 El retorno de lo politico. Comunidad, ciudadanta, plura- lismo, democracia radical. Barcelona: Paidés. Octioa, Ana Maria ; ; 2003 Entre los deseos y lov derechos. Un ensayo critica sobre poli- ticas culturales. Bogota: Instituto Colombiano de Antro- pologia e Historia RecutLio, Rossana - 2008 Horizontes fragmentados. Comunicacin, cultura, pospoli- tica. El desorden global y sus figuras. Guadalajara: Iteso, Sonaex, Doris 2005 Cultural Agency in the Americas. Durham: Duke Univer- sity Press. Vien, Victor | 2006 “Magical, mystical: el Royal Tour de Alejandro Tole- do” (en prensa). ‘Yooice, George 2002 El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global Barcelona: Gedisa, 2002 Zrzex, Slavoj 2003 A propésito de Lenin: politica y subjetividad en el capita- lismo tardio. Buenos Aires: Atuel. 1992 El sublime objeto de la ideologia. México D.F: Siglo XX1, 1992. EL PAPEL DEL ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA Luis GuiLierMo LuMaRERAS Instituto Nacional de Cultura | El concepto “cultura” no es entendido de la misma manera por todos} ni aun por los antropélogos, que lo usan como una categoria definitoria de su campo de estudio. En verdad, es una de las categorias que tiene més serias deficiencias en su papel de identificar los fenémenos a los que se refiere, pues no cumple con el requisito paradigmatico de ser universal en su uso y significacién. En el campo de las ciencias humanas, los antropélogos lla~ man cultura a un universo conductual muy amplio, a tal grado que su manejo surge nada menos que de una teoria general de os comportamientos, que compromete la totalidad de la activi- dad humana. Los socidlogos restringen su uso a los indicadores paradigmaticos de las conductas individuales o colectivas, en tanto que los procesos se definen por las relaciones sociales y las estructuras que de ellas se derivan. Los historiadores que di tinguen la “historia de la cultura” de la historia en general, siguen el uso vulgar del concepto, asumiendo que se refiere al reco- nocimiento de los valores embleméticos de los talentos singulares. Los arquedlogos, finalmente, usan la “cultura” como una categoria clasificatoria que se propone distinguir variantes en los com- portamientos de poblaciones identificadas por los residuos materiales de su actividad social. Desde luego, eso determina 72 Luis Guierno Lumerenas una gran cantidad de definiciones y usos diversos, y una gran confusién cuando se traslada a niveles que exigen precisién, ‘como ef espacio juridico, donde las palabras implican derechos y deberes que se deben cumplir en los términos especificos de Ja ley. Desde esa perspectiva, vale la pena preguntarse a qué nos referimos cuando hablamos de una “politica cultural del Estado”, Los lineamientos de politica cultural Todo Estado, cualquiera que sea su base social 0 juridica de sustento, tiene necesariamente —como parte de su propio soporte ideolégico— una definida politica con respecto a los com- portamientos y a lo que debe ser su accién en relacién con ellos. El Estado nace con un compromiso de accion frente al colectivo social donde se ubica. Las pautas y normas que le dan legitimidad derivan del contexto histérico y social que le permite existir. No es el Estado una entelequia desagregada de la sociedad ante la cual responde. Por el contrario, debe responder a las condiciones historicas y sociales de su lugar y tiempo, aun cuando sea un Estado de ocupacién y responda, por tanto, a intereses y cédigos externos. Ese es el punto de partida de una politica cultu- ral. En los Estados modernos, democréticos, que cleben su exis- tencia a la voluntad y participacién efectiva del conjunto social sobre el que actiian, el compromiso de una politica cultural que responda a las exigencias de dichos conjuntos sociales es sin duda de la mayor significacién. El Estado clasifica y organiza los segmentos de su accién en un régimen de prioridades, que si bien pueden ser coyunturales en los regimenes con dificultades estructurales, tienden a afir- marse establemente en aquellos que responden a una estructura consolidada. Eso establece un orden de prioridades seguin el régi- ‘men dlasificatorio asumido, que no es otro que el que se traza en. laperspectiva del futuro deseable. Fl examen de la politica cultural de los Estados permite establecer el grado de coherencia que es- tos tienen con el contexto social sobre el cual se asientan. A un EL PAPEL EL ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA 73 Estado de base nacional, corresponde una politica nacional; a un. Estado de ocupacién, una politica que privilegia lo externo sobre lo propio. La politica cultural de un Estado define las alternativas reales de sus propésitos de futuro. En esa direccién, es un buen ejercicio critico el examinar histéricamente la politica cultural de Ios Estados que se asocian a la historia del pafs, en la perspectiva de proponer los lineamientos de politica deseables en proyeccién al futuro, - La politica cultural de los Estados prehispanicos La relacién entre el Estado y la sociedad civil se inicié en su for- ma pristina en cuatro 0 cinco lugares del planeta; uno de ellos fue el espacio que los espaftoles bautizaron con el nombre “Pert”. Cuando se forms el Estado en el Perti en su condicién primige- nia—, muchos siglos antes del “descubrimiento” de los europeos, Ios testimonios arqueolégicos indican que no nacié de una volun- tad conquistadora, como ocurrié en otras partes del mundo, sino como resultado del proceso de maduracién de las relaciones dife- renciadas entre los habitantes de los espacios urbanos y los traba~ jadores del campo. De este modo, la cultura estaba en el centro de tales relaciones, legitimando los mecanismos de poder y crean- do las bases de articulaci6n social en su conjunto. La religién y el modelo teocratico de gobierno son un buen indicador de la natu- raleza de esas relaciones, dado que su sustento estaba en el con- junto de creencias y pautas compartidas que hacian coherentes y comunes las reglas de coexistencia y gobernabilidad. Eso se pro- dujo algunos miles de afios atrés y se mantuvo, con variantes, a lo largo del tiempo. El Tawantinsuyu, que es parte de una versién madura del Estado andino, se organiz6 a base de la incorporacién de muchos pueblos como un Estado de conquista. De ellos tenemos algunas noticias documentales sobre sus juicios de valor jurfdico y politico, que nos indican que pese a la naturaleza de sus estructuras basa- das en la conquista, tenian un modelo de Estado sustentado en una politica de respeto a la diversidad. El Inka Garcilaso de la Vega, historiador de fines del siglo XVI, decfa que: 74 Luis GuiLLERWo LuMBRERAS Ordené [el Inka Pachakuti] muchas leyes y fueron particulares, arrimandose a las costumbres antiguas de aquellas provincias donde se habian de guardar, porque todo lo que no era de su idola- tra, ni contra las leyes comunes, tuvieron por bien aquellos Reyes ddejarlo usar a cada Nacién. Como lo tenfan en su antigitedad." La politica cultural inka segufa pues la tesis del respeto de las diferencias en el idioma, las creencias y los cultos, los habitos laborales y alimentarios, y por cierto, las artes o las formas de expresar el bienestar y los contenidos de la conciencia, El Estado inka sostenia estas premisas, conduciendo una politica lingiifstica bilingiie o multiingile en el trato de las relaciones de poder, sin imponer tna lengua excluyente. Los modelos artisticos se expan- dian también en los sectores de élite, del mismo modo como los doses y las creencias locales no eran combatidos. Esto se confirma con los restos que estudian los arquedlogos. El respeto de las tradiciones locales beneficié enormemente el desarrollo de una economia con voluntad de crecimiento, desa- frollando mecanismos de uso y manejo de los recursos naturales {que se sustentaban en una larga experiencia de los pueblos sobre digs, Pero la politica econémica y social inka no era, por cierto, luna simple reproduccién de los habitos locales de producci6n, sino que buscaba la ampliacién de la frontera agricola y el creci- miento de la apropiacién de materia prima para industrias en Ascenso como la textil, la metalirgica y la alfarera, todas ellas re- Sueltas dentro de un modelo artesanal. Este modelo, de otro la- do, es equivalente al que en esa misma época se estaba dando en la Europa medieval, que pas6 a una fase industrial agresiva s6lo después del “descubrimiento” de América. Sin duda, éste es un fenémeno politico propio de las formas incipientes del Estado. La politica cultural del Estado colonial hispénico La llegada de los europeos al espacio andino, en 1532, cuarenta afios después de haberse ya instalado en América (México, Amé 1. Garcilaso dela Vega, Comentarios reales, ibro VI, cap. XU EL paret ot Estan0 EN EL CAMPO DE LA CULTURA 75 rica Central, norte de Suramérica y el Caribe), se produjo en cir- cunstancias en las que la imagen de la condicién humana de los aborigenes americanos ya habia soportado un extenso debate entre los tedlogos esparioles, de modo que este nuevo “descubri- miento” sélo sirvié para consolidar la tesis de que éramos tam- bién hijos de Dios, dados los “indicios de razén” que habia en ciertas instituciones nativas, que fueron vistas como equiparables a las que habfan tenido sus antepasados romanos. El primer tema que destacé el Estado espafiol, para legitimar su papel de invasor, fue el de la superioridad cultural de los es- pafioles, partiendo sobre todo de la tesis dogmatica de la religion tinica, catélica o universal, que ponfa a todos los “infieles” en condicién necesariamente subordinada y sujeta a legitima sumi- sidn. Pero este dogma fue ademas sustentado con el levantamien- to de una explicacién evolucionista, que ubicaba a los “salvajes” y “barbaros” americanos en niveles inferiores de cultura en rela- ‘idn a los europeos del siglo XVI. La procedencia de los espafioles que llegaron a estas tierras era mayormente rural, aldeana, o de un sector urbano poco ilus- trado, con una mayorfa de analfabetos; gente poco afecta a las artes y las "buenas costumbres”, dispuesta al conflicto menudo, con vocacién de botin. Los treinta primeros afios de su estancia en el Pert fueron de permanente Tefriega contra los nativos y entre ellos mismos. Guerras, muertes y traiciones. Robos y viola~ ciones. Todos los sacrilegios, todos. Alguno que otro clérigo salié del esquema, como fray Domingo de Santo Tomés, que en 1551 fundé la Universidad de San Marcos, y hubo también excepciones entre los soldados, como Pedro Cieza de Leén, el primer historia- dor del Pert, que escribié varios voltimenes sobre nuestra geo- graffa ¢ historia, El Estado espafiol intentaba toda clase de ppacificaciones, hasta que tuvo que ensayar el despotismo pleno ajo la administracion de Felipe TI, que envi como su virrey a Francisco Toledo, un tirano que puso en orden las cosas e inici6 el régimen colonial. Mandé matar a Tupag Amaru, el tiltimo Inka de la resistencia, en 1571, y organiz6 el virreinato. ‘Los lineamientos de la politica cultural del Estado colonial eran clarisimos; partian del supuesto de que la nica verdad y 76 Luis Gutenvo Lumsrenas forma de vida era la de los espafioles y, por tanto, era indeseable cualquier creencia, arte © costumbre que no se acomodase a la que oficial y explicitamente imponfa el régimen colonial El virrey Toledo mandé reunir informacién detallada de las creencias y costumbres vigentes entre los nativos y, como parte de la politica del Estado, dispuso erradicar y “extirpar” las err das formas de vida que no se adscribieran a los cénones hispé cos. Los principales agentes de este propésito eran los sacerdotes catélicos y para eso el Estado impulsé la habilitacién de templos, monasterios y curatos en todas partes. Detras de cada espada habia una cruz, y debajo de la cruz, la voluntad firme de acabar con todo lo que no se acomodara a las reglas de vida hispanica. La extirpacién de idolatrias y Iuego la Inquisicién fueron instru- ‘mentos represivos destinados a imponer a sangre y fuego la cul- tura oficial. Los frailes y testaferros se dedicaron a denunciar, castigar y matar a todos aquellos que practicaban formas de culto diferentes a la catolica. Mataron asf a toclos los sabios indigenas de todos los niveles de sabiduria que existfan en el Tawantinsuyu, quedando sélo los que pudieron esconderse 0 huir, de modo que entrado el siglo XVII ya se habia eliminado a la élite intelec- tual andina; habian desaparecido los amautas, los sacerdotes iniciados, y sélo se guardaban los pocos trazos de sabidurfa que quedaban en la memoria colectiva, de consumo y uso popular. Dicen que en el Cusco habia una “biblioteca” (Poghenkancha) formada con tablas pintadas que contaban la historia del pueblo inka. Dicen que los fokapus eran una forma de jeroglificos. Que- maron el Poghenkancha. Nadie sabe descifrar log tokapus. Nadie sabe describir a Wiragocha. Casi nada sabemos de Pachakamaq. Por el contrario, hay templos catdlicos e imagenes de los santos y santas en todos los pueblos de los Andes. En el siglo XVIL, unos treinta o cuarenta afios después de iniciado el gobierno de Toledo, la mayoria de los curacas ya eran catélicos. Las cofradias reemplazarfan luego a las comunidades. Sélo de manera clandes- tina se rendia culto pagano a los dioses andinos. Se fue perdiendo el mundo de las creencias andinas y sus costumbres asociadas. A 0 se le llama sincretismo. Fue, sin duda, muy eficiente la politica EL Pape o&. EstAno EN EL CAMPO DE LA CULTURA 7 cultural del Estado colonial que combatié abiertamente todo lo que no era hispénico. Pero no le fue del todo bien frente a la memoria colectiva. Los curacas y los pueblos no olvidaron sus esencias. Apenas tuvie- ron abiertos unos espacios en su lucha por el poder, desde fines del siglo XVILy durante todo el siglo XVII, levantaron sus fonos y ratificaron sus creencias en lo que se ha denominado “el movi- miento nacional inka”, cuya expresi6n fisica mas vehemente esté en la pintura y el modelo sincrético de los cultos catélicos. Es ésa, sin duda, una época de grandes cambios en la conducta de los pueblos andinos, que se manifesté tanto en el Ambito oficial cuanto en el doméstico, en el de las comidas, los vestidos, los instrumentos musicales y las fiestas, entre otros. La politica cultural de Ia Reptiblica Criolla El Peri, después de haber estado sometido a una politica cultural definida en los términos establecidos por la ocupacién espafiola, nacié con una clara vocacién anticolonial, que se expresa en los argumentos esgrimidos por idedlogos como Viscardo y Guzmén, que rescataban como suyas las demandas del alzamiento nacional de los “caciques” andinos del siglo XVII. Después de la derrota de Tupac Amaru, entre 1781 y 1783, el régimen colonial fortaleci6 su lucha contra los cédigos de perte- nencia andina que se habfan mantenido en el mbito virreinal, lo que determiné una politica cultural claramente adversa alas cos- tumbres y las creencias nativas, favoreciendo, en cambio, las for- mas criollas de vivir (es decir, derivadas del modelo espafol), Pero la época coincidié con el levantamiento que se desperté en el mundo entero a inicios del siglo XIX, como secuela de las revo- luciones francesa y norteamericana, que proclamaron la liquida- én del “viejo régimen” y su reemplazo por el modelo demo- cratico que sus conductores disefiaron. Los “criollos” de todo el continente se alzaron contra Espafia, en alianza —no siempre manifiesta— con los intereses de la Revolucién Industrial que estaba en el fondo de aquellas revoluciones politicas. 78 Luis GuiLenwo LuMeRERAS Los “criollos” (“hijos de espafioles nacidos en Indias”) insta- Jaron un Estado hecho a su imagen y semejanza, garantizando su sobrevivencia y desarrollo, como era I6gico. Ells condujeron Jas revueltas y pronunciamientos anticoloniales y formaron las asambleas y concilios que definieron el modelo politico y juridico del Peri. Como resultado de eso, uno de los primeros pronuncia- mnientos fue el de declarar el castellano —su lengua— como el idioma oficial del nuevo Estado libre y soberano, logrando con ello legitimar y profundizar la consigna colonial de aplicar una politica cultural adversa a las poblaciones nativas. La exclusion, He las lenguas acompais a la ideologia segregacionista de las costumbres y las creencias y a Ja actitud discriminatoria de todo Jo que estuviera fuera del Ambito criollo. De este modo, la identi- ficacién de indio, “cholo” o indfgena se convirtié en denuesto y objeto de abominacién, trasladando las diferencias étnicas al te- rreno de la segregacién racial. ‘Como oposicién al derrotado régimen virreinal, yen virtud de la necesidad de construir un concepto propio de “patria”, los ‘criollos ilustrados proclamaron su admiracién por lo que hubo en el Perti antes de la Colonia y el Virreinato. Los inkas y su im- perio se convirtieron en objeto de simbolo nacional, y a es0 se fumé, en 1822 —antes de instalada la Repuiblica—la creaci6n de ‘un Museo Nacional (de las riquezas naturales y obras indigenas), tuna Biblioteca Nacional y una Sociedad Patridtica, encargada esta iiltima de estudiar y debatir la condicién nacional del nuevo Esta- do. Estas tres instituciones fueron el primer diseo de los intentos de institucionalizar una politica cultural del Estado republicano. Con ellas se dieron también los primeros dispositivos de protec” én de nuestro patrimonio nativo, precisando la prohibicién de exportar las antigiiedades indigenas y las riquezas naturales. ‘Lamentablemente, las vicisitudes de la Republica impidieron ‘mantener el espfritu nacionalista inicial, cayendo en la tentacién de imitar mas que de crear. En adelante, la voluntad de proteger nuestro patrimonio natural y cultural cedié a la tentacién exporta- dora, exponiendo sin discriminacién alguna toda nuestra riqueza ‘al mercado internacional, quedando inoperantes las primigenias leyes protectoras de los bienes nacionales. EL PAPEL O&L ESTADO EN EL CAMPO OE LA CULTURA 79 Como resultado de esto, la politica cultural del Estado re- publicano se definié como propulsora de un modelo de vida alienado, con noticias y remedos de los modelos franceses, ingle- ses y norteamericanos, paises con los que el Perti mantenia sus relaciones comerciales dominantes. Su politica cultural estuvo disefiada en una direcci6n ajena a las condiciones de desarrollo nacional, asumiendo que todo lo que venia del mundo originario andino 6 amaz6nico era atrasado, y por tanto indeseable para construir el futuro, y considerando que el “progreso” estaba en os deslumbrantes logros de los pafses centrales de la Revolucién Industrial. La “modernizacién” se expresaba en la copia de los valores y dominios externos, sean norteamericanos 0 europeos y, por tanto, la cultura debia seguir esa misma direcci6n. ¥ asi fue. La politica cultural del Estado republicano proclamé la exclusién de loindigena y el apoyo radical a lo extranjero. Una polttica cultural alienada. El aparato del Estado se puso al servicio de esta politica, tanto desde el campo de la educacién basica y universitaria como en los lineamientos estratégicos de la salud, la alimentacién, el agro, la ganaderfa y todos los demés rubros de la actividad social. Una linea politica de este tipo fue la que permitié marginar el quehacer cientifico, donde el Estado no se propuso tener inter- vencién alguna, dado que se suponfa que éramos definitiva e irremediablemente “atrasados". Nuestra capacidad de ser modernos debia limitarse a consu- mir o reproducir lo que venfa de los paises “punta”. El paradigma ‘europeo o norteamericano se impuso en las conductas y junto a los nuevos cédigos lingiifsticos y religiosos, el pan de trigo y la pasteleria, el aceite vegetal y el azticar, la leche y la carne de va~ ca, con toda la parafernalia gastronémica que envuelven, se con- virtieron en el eje de la produccién alimentaria, estableciendo una politica agraria que privilegié a esos productos sobre cual- quier otro nativo, generando un circuito complementario de im- portaciones de alimentos cuando su produccién local era insuficiente. Los habitos de consumo, que agregaron “casimires” y sedas en los vestidos, y pieles y maderas en el mobiliario, confi- guraron una nueva conducta productiva. Sin duda, la politica | | | 80 Luis Guitenmo Lunenenas cultural privilegiada por el Estado impuso una politica econdmica de nuevo estilo. Lallamada “Republica Aristocratica”, que fue de algtin modo la culminacién de este proceso fundacional republicano, conso- lidé esta linea de conducta, con una definida vocacién criolla, que desde luego provocs el debate con la aparicién de una postura “indigenista” que moviliz6 a las mayorias nacionales en pos del rescate de una propuesta nacional. Nacieron del debate los gran- des pensadores del Peri, de uno y otro lado, desde José de la Riva Agiiero y Victor Andrés Belaunde, hasta Victor Ratil Haya dela Torre y José Carlos Mariategui, incluyendo a Manuel Gonzé- lez Prada, Pedro Zulen, Jorge Guillermo Leguia, Luis E. Valcédrcel, Jorge Basadre, Ratil Porras Barrenechea, Julio C. Tello, Hilde- brando Castro Pozo, José Antonio Encinas, Uriel Garcia y muchos més, sin olvidar a los que lucharon por poner en valor la ciencia, como Sebastién Barranca, Federico Villarreal, Javier Prado y Oscar Miré Quesada (Racso). Este debate puso en cuestién la condicién criolla de la Re- piblica y surgié la demanda por el rescate de una nacionalidad ‘mestiza, con la presencia del componente indigena en todos los quehaceres, especialmente en la actividad cultural. De alli nacié un arte indigenista, plasmado en la plastica de José Sabogal y sus seguidores, en la miisica de Alomias Robles o del maestro Guevara Ochoa, y en las letras de Vallejo, Alegria, Arguedas 0 el més reciente Scorza. Todo eso en un marco de movilizaciones populares de diverso calibre y de multiples ensayos de reestruc- turacién del Estado. Nada de esto, sin embargo, rompi6 con la exclusién indigena, que siendo cultural en todas sus formas, se sustentaba en la explotacién inmisericorde y servil de los pueblos culturalmente excluidos —los quechuablantes y los demés nati- ‘vos— y el abandono de nuestros mejores recursos nativos, tales como Ja quinua, la kiwicha, la carne de los camélidos andinos, Jas numerosas variedades de papa y otros tubérculos y las frutas. Asi como la tesis de que todos los que vivian en este pais eran iguales por ser peruanos, en esta segunda parte de la Repai- blica el concepto de “mestizo” sirvié para sumir en la marginali- dad a los indigenas. Bajo el concepto de ser iguales por peruanos EL Pape oft ESTADO EW EL CAMPO OE LA CULTURA 81 y mestizos, las leyes y las costumbres lograron el pleno dominio de la exclusi6n de los indfgenas, cuya tinica opcién era abandonar sus comportamientos para ser "iguales” al resto de los peruanos. Asf gans terreno la castellanizacién y la marginacién de lo que no tenfa rafz criolla. Una de las medidas mas radicales de politica cultural fue la que se ensayé durante el periodo de posguerra (1945-1956), mediante la aplicacién de estrategias de transcul- turacién via la “antropologia social aplicada” y otras intervencio- nes similares del Estado con apoyo de antropdlogos norteame- ricanos. Sin duda, el medio més activo era el proyecto educativo, que tuvo que enfrentar fracasos frecuentes gracias a su incapa- cidad estructural para resolver el reto de la “incorporacién” de los indigenas a la nacionalidad modernizada, Pero es precisamente ese perfodo de posguerra el que enfren- t6 al Estado a una realidad diferente, dado el inicio de un proceso de crecimiento del componente indigena en las diversas esferas de la actividad social. Se produjo, en ese tiempo, el trénsito de un proyecto de pats rural al de un pafs urbano, con una oferta de desarrollo basada en la produccién industrial y el comercio. El saldo de la propuesta generé un estallido de las ciudades, donde se formaron cordones de campesinos alentados por la oferta de bienestar. Se “cholificaron” los espacios criollos —que siempre fueron urbanos— y la demanda del mestizaje comenzé a surgir desde el mundo indfgena. El tema de la cultura peruana adquiris entonces tonalidades étnicas y se inicié un nuevo periodo de la historia. La institucionalizacién de la cultura No es que el pais hubiera tomado conciencia del papel significati- vo de la cultura en la vida econémica y politica nacional. Es mas, es totalmente claro que eso no ha ocurrido y no pasa de ser un punto de debate entre grupos de intelectuales asociados al que- hacer artistico, humanistico 0 cientifico. En general, dado que la politica cultural del Estado no ha sido explicita, hay quienes creen que el Perti no la tiene. Esto, aparte de ser conceptualmente a2 Luis Guiueauo LumBrEnas inexacto, demuestra que quienes lo sostienen no se han preocu-, pado de ver los esfuerzos de los diversos gobernantes por definir fas Iineas de politica de sus programas de gobierno. Todos tuvie- ron lineamientos muy definidos de politica cultural y algunos Jos hicieron explicitos en forma de leyes y decretos; sin embargo, la buisqueda de una forma de institucionalizar esta preocupacién es reciente; casi tanto como la que tiene que ver con Ja formaliza- cién de las instituciones estatales del émbito social. Otra cosa es a toma de conciencia de la importancia de la cultura en la vida del pais. Los menos enterados siguen asumiendo que sélo hay “politica cultural” cuando el Estado promueve concursos florales o premios a los representantes més destacados de un determina do talento o vocacion artistica. Pocos advierten que el espacio cultural puede ser mucho mas doméstico y cotidiano y que es en ese espacio donde nos movemos todos, talentosos © no, dedica- dos 0 no. La cultura como un anexo de la tarea educativa del Estado Una concepcién generalizada de cultura restringe su ambito al de las bellas artes y el patrimonio artistico e hist6rico, establecien- do que una forma sustantiva del quehacer cultural avanza hasta el punto de dotar a los pueblos de una forma de adhesi6n de sus miembros al pais. Es lo que llaman “identidad”, que de algtin ‘modo concilia con la educacién cfvica y con el conjunto de pautas que se intogran ala tarea educativa dei Estado, mediante el apren- dizaje de la geografia, la historia, la lengua y las costumbres propias del pais. De este modo, el campo dela cultura se resuelve en el ambito de la educacién. Desde esta perspectiva, la cultura zno aparece como un tema particular, diferente al de la educacién. No tiene nada que ver con la salud, los hébitos de trabajo, las xe- laciones interpersonales, la alimentacién, etc. EL Estado peruano hizo suya esta concepcién y llevé adelante una politica cultural subsidiaria de la educacién, incorporando en ellajel mantenimiento de la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional, que fueron creados como parte del alegato independen- EL PAPEL O&L ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA 83 tista del siglo XIX y del compromise educativo del Estado, y no como un servicio de consumo social. De ese modo, en el proceso de institucionalizacién del aparato éstatal, ambas entidades fue- ron a formar parte del Ministerio de Instruccién 0 de Educaci6n. Desde luego, tal insercién descuidé la creacién de otros museos 0 bibliotecas diferentes a los “nacionales” de Lima, tarea que fue recogida de manera desigual por las municipalidades y por la sociedad civil, al margen de cualquier compromiso con el sector educativo. Pero las bibliotecas y museos del Estado, que se for- maron segiin la voluntad o “curiosidad” de sus dirigentes, fueron las que nacieron y crecieron bajo el criterio de servir como comple- mento de la tarea escolar y no como un servicio que interviene directamente en el quehacer cotidiano de la sociedad y su des rrollo permanente. De esa manera, un servicio creado por el inci- piente Estado nacional del siglo XIX, para consumo de la naciente sociedad civil, se convirtié en un anexo secundario y aleatorio de los planes escolares Sin embargo, las bibliotecas y los museos comprometen sélo una parte de los temas del campo de la cultura.|La cultura cruza todo el espectro de las condiciones de existencia, que van desde las practicas productivas hasta las de consumo cotidiano y festivo, pasando por los cédigos de salud y bienestar y los de las relacio- nes de la poblacién con el medio| El Peri es un pais donde la condicién colonial rompié con los modelos de conducta destinados a resolver Ja subsistencia y que estaban en pleno equilibrio con Io que el medio podia soportar sin deteriorarse. Esos modelos de vida fueron suplantados por otros ajenos a la naturaleza y ajenos también a los pueblos. Son temas que van desde los anecdsticos habitos de consumo gastronémico, que conducen los procesos de produccién y comer- cializaci6n de alimentos, hasta los del abrigo y la vivienda, que regulan la manufactura y el acceso al mercado. De este modo, el comer y el beber, el vestir y el habitar, son componentes de la cultura tan importantes como lo pueden ser las numerosas mani- festaciones de las artes plasticas, la mmisica o la danza, que ademas estan asociadas a ellos. Son temas que el Estado maneja desde los especializados ministerios de agricultura, industria o comercio, 84 Luis Guiterwo Luverenas en cl émbito de lo que en el espacio cultural son las consecuen- cias de procesos que nacen en las costumbres y los habitos que, desde luego, no son temas exclusivas de los proyectos educativos escolarizados, y pasan por los medios que el Estado puede ma- nejar a través de los museos, la comunicacién medistica y otros, que corresponden al campo de la cultura. Muchos temas de salud preventiva, en un pais multicultu- ral y pluriétnico como el Pert, pueden ser resueltos con un. proyecto de participacién cultural en las esferas de programacién y ejecucién del Estado. Pero el Estado peruano maneja la cultura 361 como un componente del sector edlucativo, del mismo modo como equivocamente trata el campo de las ciencias y la tecnologia. El componente de investigacién y ejecucién de planes y pro- gramas culturales y cientificos est fuera de la esfera del Estado. Nose siente que eso sea una tarea estatal, La ciencia y la cultura sélo son parte de los curriculos escolares, incluidos los de las universidades que abandonan la investigacién cientifica para dedicarse a transmitir s6lo lo que otras instituciones les dan’ a conocer. Eso es parte de la politica cultural del Estado. En los tltimos afios, el Estado peruano ha reconocido la condicién multicultural, pluriétnica y multilingiistica del Pert ‘Ahora le toca poner ese reconocimiento en practica, para saber Jo que esa multiculturalidad representa para el crecimiento del pais y lo que implica ese conocimiento para la ciencia. La primera Comisién Nacional de Cultura xy la Casa de la Cultura del Perti (1962-1965) En la segunda parte del siglo XX, el Estado estuvo siempre dis- puesto aplicar una politica cultural que respondiera a las exigen- cias de la época y, para lograrlo, acudi6 al trémite de formar “comisiones nacionales de cultura” con residencia y operacin en Lima, atin cuando nunca hizo un explicito reconocimiento de To que asumfa como “cultura”. En 1941, durante el gobierno de Manuel Prado, se creé la Direccién de Edueacién Artistica y Extensién Cultural? en el EL PaPeL Det ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA 85 Ministerio de Educacién, encargandole conducir los lineamientos de politica que el sector educacién debfa aplicar en esa linea. Cuando veintitin afios después, en 1962, se cre6 la primera Co- misién Nacional de Cultura, uno de sus considerandos fue: “Que la Direccién de Cultura del Ministerio de Educacién Piiblica es tun organismo muy limitado para afrontar las responsabilidades de un crecimiento extraordinario de las actividades culturales que en su perfodo de formacién, han obligado a crear estableci- mientos que acttian con independencia de dicha Direccién’” La junta militar de gobierno que presidfa el general Ricardo Pérez Godoy, y que tenfa como ministro de Educaci6n al vicealmi- rante Franklin Pease Olivera, creé esa primera Comisién Na- cional de Cultura. La base doctrinaria se sustentaba en la conviccién de que “es deber del Estado fomentar y difundir la cultura como parte integrante y principal de la Educacién del pueblo”. Los lineamientos de politica eran muy precisos, se- fialando que el objetivo era el proyecto educativo; la cultura aparecfa entonces como un conjunto de quehaceres y cono- cimientos dignos de ser ensefiados en las escuelas a cargo del Ministerio de Educacién. Lanocién de cultura se sustentaba en la concepcién tradicio- nal que la asocia al campo de las artes y las humanidades, con prescindencia de las ciencias y la tecnologia. Sin embargo, la Co- misién Nacional de Cultura incluia “comisiones cientificas”. En Ia escuela, el mundo del conocimiento se dividia entre las “letras” ohumanidades y las “ciencias”, en las que se inclufan las matemé- ticas y las ciencias de la naturaleza, separandolas de los campos del conocimiento social o humano. Definida en esa direccién, el Estado incorporé en su proyecto de “cultura”, el estudio de la historia, la geografia, las lenguas, las bellas artes y el folclor. Es evidente que el campo de las ciencias estaba en un nivel muy in- 2. Ley 9359, Ley Orgénica de Educacién Pblica, promulgada el 1 de abril de 1941, 3. Decreto Supremo 48, del 24 de agosto de 1962, dado por lajunta de gobierno que presidia el general Pérez Godoy, a instancias del entonces ministro de EdlucaciGn, el vicealmirante Franklin Pease, 86 Lus Guuerno LuMerenas cipionte de desarrollo. Participar en la esfera cultural suponia, siguiendo esta linea, cubrit los espacios extracurriculares‘ de las artes escénicas o plasticas, las letras y los eventos civicos conme- morativos, que complementaban los cursos de letras o humani- dades. La historia, la arqueologfa, la antropologia y la sociologia, normalmente asociadas en ese tiempo a los ensayistas y huma- nistas (mas que a los técnicos y laboratoristas), eran parte de “nas letras”. Por eso, el tema del estudio y manejo de los monu- mentos se incorporé al campo de la cultura, a diferencia de las disciplinas de estudio de la naturaleza. La actividad cientifica era una tarea aparte desatendida por el Estado. Era dejada, en exclusividad, a la esfera universitaria y considerada como un quehacer propio de paises més desarto- llados, de los que se podia importar, en libros o revistas, los co- nocimientos. Los mas proximos al quehacer cientifico eran los médicos, quienes gracias a su préctica estaban interesados en el desarrollo de la ciencia como una forma de adquirir y producir ‘conocimientos. Los médicos fueron los impulsores de la actividad cientifica, y los ingeniezos, de la tecnologia. Ambas, la ciencia y Ja tecnolog(a, fueron el tiltimo eslabén en la cadena de preocupa- ciones del Estado que, desde luego, mantuvo su distancia con el ‘campo de la cultura. Por eso, la primera Comisién Nacional de Cultura inclufa a representantes de la Biblioteca Nacional, la Academia de la Len- gua Espafiola, la Sociedad Geografica de Lima, el Instituto His- torico, el Instituto Riva Agtiero, el Centro de Estudios Histérico Militares, la Asociacién y FederaciGn de Periodistas, la Asociacion Nacional de Escritores y Artistas, el Patronato de las Artes, la ‘Asociacién de Artistas Aficionados, el Comité Interamericano de Folklore, ol Instituto de Lenguas Aborigenes, el Instituto Ma- riscal Castilla, el Instituto Sanmartiniano, la Sociedad Bolivaria- na, y las asociaciones culturales Insula y Entre Nous, a los que se 4. Este enunciado esté explicito en el texto del Decreto Ley 14479 que raificé el ‘Decreto Supremo 48, donde se india queel propésitoes:“orientar, fomentar yy difundit la cultura en sus miltiples expresiones extraescolares” EL PAPEL DEL ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA 87 agregaron el Patronato Nacional de Arqueologia, el Patronato de Monumentos Histéricos, el Consejo Nacional de Musica y el Instituto de Arte Contempordneo. Fueron adscritos a esta Comisién una serie de organismos gue se habian ido formando en estos campos alo largo de los afios: 1. Las entidades asociadas a la conservacién del patrimonio histérico de la nacién: el Museo Nacional de Antropologia y Arqueologia; el Patronato Nacional de Arqueologia; el Consejo Nacional de Conservacién y Restauracién de Mo- numentos Histéricos y Artisticos; el Museo del Virreinato, ‘Quinta de Presa; el Museo de la Repitblica; el Museo Boli- variano; y los museos de sitio. 2, La Biblioteca Nacional y las bibliotecas en general. 3. Las entidades dedicadas al fomento del arte: la Escuela Na- cional de Bellas Artes y las escuelas regionales y conjuntos corales; la Orquesta Sinf6nica Nacional; el Teatro o Instituto de Arte Dramitico; la Junta de Supervigilancia de Peliculas y Televisién. 4. Las entidades dedicadas al cultivo y estudio de la historia y las culturas populares: Calendario Civico e Investigaciones Historicas; Folklore Nacional. Eran instituciones en proceso de construccién, que no llegaron a plasmarse formalmente. 5. Las entidades con capacidad de cumplir una tarea de promo- cién y difusién de la cultura en el Ambito nacional: Canal 7, Garcilaso de la Vega, de televisién; Radio Mundial; la edito- rial del Ministerio de Educacién Paiblica; y la revista de ese ministerio. 6. Las incipientes entidades dedicadas a la promocién del que- hacer cientifico, es deciz, las “comisiones cientificas”. 5. Decreto Supremo 48, art. 5. 6. Ensealidad, nunca fueron incorporadas ala Casa de la Cultura. _en oe EE 88 Luis Guiuerwo Lumarenas Se consideraban también como parte del proyecto las casas de cultura departamentales, los premios de cultura y la exposi- cién “Los tesoros del Perti”. La Comisién no disponia de recursos y la junta de gobierno dispuso que “El personal de empleados que requiera la Comisién Nacional de Cultura para su funcionamiento le seré proporciona- do por el Ramo de Educacién con los empleados sobrantes que resulten del reajuste de su planta orgénica”?” Mas adelante, le doté de recursos, pero como parte de la organizacin de la Casa de la Cultura del Perti, que fue creada en el mes de octubre de 1962 mediante el Decreto Ley 14479, como organismo ejecutor de la Comisién. ‘La primera Comisién Nacional de Cultura funcionaba como un organismo permanente y auténomo, dependiente del Mi- nisterio de Educacién en su aspecto administrativo y que operaba como un directorio constituido® por tres delegados del Poder Fjecutivo, el alcalde de Lima, el director de la Casa de la Cultura y un representante del Ministerio de Educacién. Lo presidfa uno de los delegados del Ejecutivo. Esta instancia proponia, ante el Fjecutivo, al director de la Casa de la Cultura. ‘La Comisién formalizé la creacién de la primera Casa de la Cultura del Pert, como una entidad formal de rango nacional. El director de la Casa era quien debia ejecutar lo que la ComisiGn disponia, encargéndose de dirigir los organismos administrativos y asumiendo la responsabilidad de conducir el movimiento eco- némico y la manutencién de los bienes muebles ¢ inmuebles de la Comisién. Todas las entidades culturales existentes 0 por crear- se pasaban a su jurisdicci6n. Era reconocida como un organismo del sector puiblico independiente. Sin duda, la propuesta del mi- nistro Pease fue la primera consolidacién de un proyecto de inter- vencién orgénica del Estado en la cultura, separdndola de modo parcial de la instruccién publica, como parte de una toma de conciencia de la necesidad de disponer de una clara opeién insti- ‘tucional para enfrentar las demandas sociales en este campo. 7. Decreto Supremo 48, art. 9 8. Decreto Ley 14479, at. 4 EL paPeL o€L EsTaD0 EN EL CAMPO DE LA CULTURA 89 Si bien no esté clara la clasificacién de los rubros que debian incorporarse en el proyecto de lineamientos de una politica cul- tural, las instituciones que se seleccionaron para el efecto son el reflejo una de las més amplias propuestas culturales que se han hecho hasta ahora. Segiin se desprende con claridad del organigrama que algu- nos afios después mostré la Casa de la Cultura, se organizaron dos frentes de accién: uno relativo a la gestién del patrimonio histérico nacional y otzo a la del fomento y promocién de las ar- tes. No aparecen los érganos de difusién que se registran en el Decreto Supremo 48 que dio origen a todo este proceso, tales como Televisién Nacional (Canal 7), Radio Mundial y la Editorial del Ministerio de Educacién; de hecho, tampoco figura la Biblio- teca Nacional ni las comisiones cientificas. Queda claro que estos ‘organismos fueron asumidos como independientes, si bien que- daron asociados al Ministerio de Educaci6n Publica, adonde estu- vieron adscritos desde la época en que funcionaban bajo la Direcci6n de Cultura y Educacién Artistica, EI Sistema Nacional de Fomento de la Cultura (1965-1971) Tres afios después de la creacién de la Comisién Nacional de Cultura y la Casa de la Cultura por el gobierno militar de Pérez Godoy, el gobierno dirigido por el arquitecto Fernando Belaunde Terry aprobé la Ley 15621, llamada Ley de Fomento de la Cul- tura, que establecié los lineamientos de politica del Estado en el campo de la cultura y propuso un reordenamiento de las institu- ciones vigentes a cargo de esta tarea, remplazando la Comisién Nacional de Cultura por el Consejo Superior de Fomento de la Cultura y reorganizando la Casa de la Cultura del Perit y las ca- sas departamentales de cultura. De este modo, el gobierno consti- tucional ratificé la necesidad de disponer de una politica cultural que organizase la accién del Estado en este campo. Los lineamientos de politica del gobierno de Belaunde’ esta- blecieron que el fomento de la cultura era de necesidad nacional 9. Ley 15624, del 24 de septiembre de 1965, ttulo I, art.1, siendo ministro de Exlucacién José Navarro Grau. Luis Guutenwo Luwerenas EL PAPEL DEL ESTADO EN EL CAMPO OE LA CULTURA a1 90 y de interés ptiblico, partiendo de la tesis de que la difusin de ja cultura universal era “la mejor ‘contribucién al estimulo y desa- i — ry 2 rrollo de los valores esenciales del hombre peruano y de su propio 3 : SEL leet bienestar” y que se debfa fomentar la integracion cultural “con le Se tee Tespecto a las singularidades regionales y afirmaci6n de la per- sonalidad individual y colectiva que las tradiciones han impreso as s. gn la Nacién”, promoviendo, ademés, la difusién internacional = ris a de los valores de Ja cultura peruana, fomentando la cultura na- 41/8] tel = ional y buscando que “se perfeccionen Jas expresiones existentes 2{ le] (gl fs zo] [=e Y se dé libre curso a las virtualidades creadoras del hombre pe- al tat Eg L2e eg u Yano”. Se sefalaba también la conduccién de una politica que gsi hte h & romoviera la cooperacién entre los sectores puiblico y privado CaR EINE > a “defensa del patrimonio arqueoldgico, histérico, folkiérico a allel Pls L$ 33 ¥ artistico de la Nacién”. Estos lineamientos no vinculaban, la & UT i a politica cultural del Estado de modo ‘exclusive al campo educativo = z = J) se proponian crear un espacio més auténomo para Ia cultura. 2 ; ge pe cota manera, la Comisién Nacional de Cultura y las casas q i si B i] de cultura estaban disefiadas como medios de apoyo de la politica 3 u = cdueativa del Estado, con un encargo implicito de promover las Elelil All lis setividades extracurriculares de la escuela. Por cierto, las casas 3/2 eee Ge cultura habjan ya ampliado el disefio restringido que tenfa la oe. Ea ea} Direccién de Cultura del Ministerio, pero la ley les concedié un 2/5 |e lr rango mayor de autonomia, con la propuesta de organizar el 8 ii Ss) 18 Sis-tema Nacional de Fomento de la Cultura. § S 3" El Sistema contaba con dichas casas de cultura como sus orga = = nos de linea, y debia vincular de modo estable al Ministerio de Ali Les] Lez a8 Edueacién con Ja Universidad Peruana y “las instituciones cultu- as 4 7 g rales y personas naturales del pais 0 del extranjero que, por cual- a5 Heh 5 quier medio, contribuyan calificadamente al progreso cultural HE i 4 del Pert”."" t aa c & La ley establecia, ademés, que la denominacién “Casa de la Cultura” serfa utilizada tinicamente por las entidades de esta 3g naturaleza “organizadas con arreglo a la presente Ley”, con lo 83 que se inhibia la voluntad generalizada de crear este tipo de zz] 10. Ibid, titulo Hart. 2 92. Luis Guttenmo LuuBRERAS instituciones en diversos lugares del pais, como habia estado ocurriendo hasta entonces. ‘La Ley 15621 ratificé en grandes Iineas lo que estaba funcio- nando en ese momento (que se expresa en el organigrama de la Casa de la Cultura del Peri) y derogé aquellos puntos del Decre~ to Ley 48 de 1962 en los que se inclufa a la Biblioteca Nacional, a las comisiones cientificas y a los medios de difusién (TV, Radio y Editorial). Quedaron pues como dependencias:" los museos y 21 Patronato Nacional de Arqueologia; los organismos encar- gados de velar por el patrimonio histérico; los elencos artisticos (el Teatro Nacional, los coros del Estado, la Orquesta Sinfénica Nacional); y “otras instituciones que el Estado cree 0 sostenga, exclusivamente, con recursos fiscales, para la difusién de la cultura”. El Consejo Superior de Fomento de la Cultura, que reemplaz6 a la Comisién, fue constituido bajo la presidencia del ministro de Educacién, con delegados del propio ministerio, de la Univer- sidad Nacional de San Marcos, de las universidades del norte, del sur, del centro y las privadas. También formaban parte del Consejo el director de la Biblioteca Nacional, el del Archivo Na~ ional, el de la Escuela Nacional de Bellas Artes, el del Conserva- torio Nacional de Misica y el de la Casa de la Cultura del Peri. El papel de dicho Consejo era, en todo, equivalente al de la Comi- sién Nacional que reemplaz6 —aunque su composicién era dife~ ‘ente—, con encargos de intervencién en los aspectos normativos ¥ de fiscalizacién de las casas de la cultura. ‘Aparte del Consejo Superior, cada una de las casas depar- tamentales de Ja cultura tenia una estructura equivalente, con un colegiado denominado “asamblea general” y un directorio. La asamblea, que debia elegir al director departamental, se consti- tuia a partir de una junta de intelectuales notables de la regién, que luego de un proceso de autoseleccién debian conformar Tas membresias titulares de la Casa con las que se formaba la asamblea, Dicha asamblea debia establecer las lineas de accién 1, Ibid, art 5. EL papet ot ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA 93, que las casas de la cultura conducian y que el directorio su- pervisaba EI Instituto Nacional de Cultura El régimen establecido por la Ley de Fomento de la Cultura tuvo tuna vida muy corta y, en realidad, no lleg6 a transformar las es- tructuras vigentes desde 1962, pese al interés manifiesto de las comunidades de intelectuales de provincias, que vieron en él la posibilidad de poder desarrollar sus quehaceres. En 1969, luego del pronunciamiento militar dirigido por el general Juan Velasco Alvarado, se derogé el Sistema Nacional de Fomento de la Cul- tura y, de acuerdo a lo dispuesto por el Decreto Ley 17522 publi- cado el 24 de marzo de 1969, las casas de la cultura pasaron a depender de la Direcci6n General de Cultura del Ministerio de Educacién, junto con la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes, el Conservatorio Nacional de Musica, el Instituto Superior de ‘Arte Dramético, la Escuela Nacional de Miisica y Artes Folkl6- ricas, el Instituto Nacional de Ballet, la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional. Tanto el Consejo Superior como las asambleas departamentales y sus directorios dejaron legalmente de existir, aun cuando en la practica su funcionamiento fue muy irregular; Jas casas de la cultura y los dems organismos no se vieron afec- tados de modo muy serio y continuaron con sus tareas habitua- Jes, aunque esta vez con un régimen administrativo directamente comprometido con las instancias propias del Ministerio de Educacién. EL Instituto Nacional de Cultura: 1971-1981 Dos afios més tarde, el 9 de marzo de 1971, el gobierno revolu- cionario dirigido por Velasco Alvarado proclamé la nueva Ley 12, Decreto Ley 17522 Ley Orgnica del Ministero de Educa cap. 1V a8 ns GuILLERMO LUMBRERAS 94 Luis Guus? nica del Sector Educacién —el Decreto Ley 18799—, pero on ‘sta ation junto a las universidades y el Instituto Nacional de Deportes, que ya eran considerados como organisinos Pu blicos descentralizados, cre6 el Instituto Nacional de Cultura (INC) en reemplazo de la Casa de la Cultura del Pert, como un entidad de esa naturaleza,” con personerfa juridica de derecho {blico interno. : re INC fue encargado™ de “proponer y ejecutar la politica cultural del Estado; realizar extensién educativa; proteger, con- servar y poner en valor el patrimonio monumental y cultural de la Nacién y oftecer educacién artistica”. En esta oportunidad, se agregaron la Biblioteca Nacional, el Archivo General dela Nacién ‘as escuelas superiores de formacién artistica, pero no las en- dads de cardcter cientifico o tecnol6gico que, esta vez si fueron consideradas independientes, como parte de los lineamientos de politica del Estado. Bl gobierno revolucionario, mediante el De- Treto Ley 19268, del 11 de enero de 1972, establecié los términos de su politica cultural, aprobando el reglamento de organizacion y funciones del INC. _ ‘Los principios que regfan esta politica cultural tenian un sesgo definidamente nacionalista, claramente diferente al de la ley de 41965, que ponia el centro de la politica cultural al servicio de la insercién del pats en el contexto internacional. Eso, desde luego, coincidia con los esfuerzos que hacia el Estado por lograr un proceso de “transculturizacién” de las poblaciones rurales de Base indigena. De algtin modo era una respuesta a las demandas de "modernizacién” que suponfan que nuestra base de retraso ‘econdmico y social partfa de la existencia de las comunidades in- digenas,a las que se debia cambiar, logrando su progresiva aprox: imaci6n a las formas de comportamiento que se dieron por llamar “occidentales”. En el fondo, era una tarea similar a la que se Pro- ponfan las “misiones” en tiempos coloniales. 13, Decreto Ley 18799, Ley Orgénica del Sector Educacién, titulo I, art. 49. 1A. Decreto Ley 19268, art. EL PAPEL DEL ESTADO EN EL CAMPO OE LA CULTURA 95 La propuesta del gobierno militar era opuesta. Se reconoci6 el quechua e inchiso se propicié que el diario del Estado tuviera una versi6n en ese idioma, del mismo modo como se dispuso la existencia de programas en lenguas nativas en las radios locales y programas de quechua en la televisién. La diversidad como condicién de la coexistencia, respetando las diferencias, caus6 las l6gicas reacciones en la mesa criolla del espacio académico y estos esfuerzos no tuvieron el respaldo deseado. Se cre6 el INC con el objeto de promover y difundir “todas las formas y expresiones culturales que constituyen patrimonio del hombre, especialmente aquellas que contribuyan a la afirma- cién de los valores nacionales”. A la vez se buscaba, a través de i, fomentar el respeto a la diversidad cultural, difundiendo y promoviendo una politica de integracién de la cultura peruana “en base al respeto de los rasgos diferenciales de sus manifes- taciones culturales regionales” Se asumié la tesis de la democratizacién de la cultura me- diante el uso de todos los medios de creacién artistica y de comu- nicacién social. Se advirtié también sobre el papel de apoyo del Estado a la tarea educativa, y el campo de la cultura dejé de ser un apéndice del Ministerio de Educaci6n, pese a que el Consejo General de Cultura, que se cre6 como érgano consultivo del INC, estaba “encargado de asistir al Director General en la elaboracién de la politica cultural del Estado que debe proponer al Ministro de Educacién”. De este modo, la politica cultural seguia sujeta a las decisiones del sector educacién. La composicién del Consejo confirma esta linea, pues si bien estaba presidido por el director del INC, estaba conformado por representantes del Consejo Superior de Educacién, de la uni- versidad peruana, la Direccién General de Extensin Educativa, la Direcci6n de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores y un delegado del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilizacién Social (Sinamos). Estas dos iiltimas representaciones extendieron el campo cultural fuera del Ambito educativo; el Es- tado reconocié con ellas el papel de la cultura en las relaciones 15, Tid, art.2. 96 Luis Guero LuMBRERAS externas y en la movilizaci6n social interna. Se agregaron tres personalidades de la cultura, propuestas por el director. La con- dicién de miembro era ad honorem. ‘Desde luego, los lineamientos de politica mantuvieron a la cultura como parte de los espacios recreativos y complementarios del proceso educativo, y no hubo intencién alguna de incorporar ‘otros espacios, como los que se ventilaban en el Instituto Indi- genista, asociado al Ministerio de Trabajo y Asuntos Indigenas, Bos de la cuestién agraria, alimentaria y de salud, Nadie asumia que ellos podian pertenecer al campo de la cultura, que se restrin- gia a la creacién artistca y al manejo del patrimonio hist6rico. Fe teorfa de base del émbito cultural era la misma que la de los lineamientos precedentes. ‘La ley le asign6 al INC la elaboracién, propuesta y ejecucién de la politica cultural del Estado, el fomento de las expresiones Cculturales del pais mediante concursos, certmenes y otras acti- vidades, tales como la organizacién de espectéculos de importan- Ga cultwsal y artistica y, asimismo, “Calificar —y supervisar— los espectaculos publicos, excepto los deportivos y los que sean de competencia de la Junta Nacional de Espectaculos Extranjeros; y prestar asesoramiento técnico a estos”. Le encargé, también, ai fomento, coordinacién y ejecuciGn de investigaciones sobre el patrimonio cultural y monumental de la naci6n. La estructura reconocié una direccién general y una direccién ejecutiva, con una inspectoria encargada del control interno y tuna secretaria que velaba por el tramite documentario. El direc- tor, nombrado a propuesta del ministro, era el conductor de la politica del Estado, y el director técnico era el administrador ge- feral. Ademés del Consejo General de la Cultura, el INC podia ‘rear consejos técnicos para aspectos especificos “integrados por expertos de organismos puiblicos y particulares” designados por ‘el director general. En todos los casos, los colegiados —que pre- Viamente funcionaban como directorios— perdian su condicion normativa y de direccién y se restringian a la funci6n consultiva. Eneste nivel de asesoramiento se inscribieron también las oficinas de Asesoria Juridica y de Planificacién y Programacién, ambas ligadas al Ministerio de Educacién y a la direccién del Instituto. EL PAPEL DEL ESTADO EN EL CAMPO OE LA CULTURA 97 Finalmente, la esfera de gestién se completaba con las oficinas de Administracién y de Relaciones Publicas. EL INC se dividié en tres dreas técnicas operativas, con sus respectivas direcciones técnicas, las que no constitu‘an instancias burocraticas entre los érganos de ejecucidn y la direcci6n general, sino que cumplian sélo una funcién técnico-normativa, auxiliadas por los comités de coordinacién formados por el personal de los Organos de ejecucién del drea respectiva: Area de Actividades Culturales, conformada por la Orquesta Sinfénica Nacional, el Coro Nacional, el Teatro Nacional Po- pular, el Grupo Nacional de Danzas, el Conjunto Nacional de Folklore, el Centro de Cine y Técnicas Audiovisuales, la editorial del INC, y la Oficina dé Supervisién de Espectculos Puiblicos 2. Area de Conservacién del Patrimonio Monumental y Cultural, for- mada por la Biblioteca Nacional, el Archivo General de la Nacién, los museos estatales y el Centro de Investigacion y Restauracién de Bienes Monumentales. 3. Areade Formacién Artistica, integrada por la Escuela Nacional de Bellas Artes, la Escuela Nacional de Miisica, la Escuela Nacional de Arte Dramético y la Escuela Nacional de Ballet. Los érganos de ejecucién respondfan directamente a la direccién general, al igual que las direcciones de las filiales que el INC mantenia en algunas ciudades. Estas filiales se creaban por resolucién suprema, a propuesta del director general; cada una de ellas estaba a cargo de un director y un consejo de nota~ bles. Las casas de la cultura departamentales pasaron a esta con- dicién, al igual que la Casa de la Cultura del Peri, que pasé a amarse Instituto Nacional de Cultura. En 1979, como parte del desmontaje del proyecto revolucio- nario, la junta presidida por el general F, Morales Bermuiclez y su ministro Guabloche™ reestructuré el Consejo General de Cul- 16. Decreto Ley 22530, del 15 de mayo de 1979. 98. Luis GuLeRto LuMBRERAS tura, que pasé a ser presidido por el director general del INC e integrado por un representante del Ministerio de Relaciones Exteriores y siete miembros “altamente representativos en el campo de la cultura” propuestos por el director, con vigencia de un ato, EI Instituto Nacional de Cultura: 1981-1992 Después de la elecciones de 1980 se instal6 de nuevo un gobierno constitucional bajo la conduccién del arquitecto Fernando Be- launde Terry. Esta vez, sin embargo, las condiciones eran muy diferentes a las de la década del sesenta, pues el primer lustro de 1970 fue testigo de cambios significativos en todos los campos de la vida social peruana y, por cierto, en el campo de la cultura, bajo la direccién de un agresivo INC. Los intentos de desmontaje de las reformas velasquistas que inicié el gobierno de Morales Bermuidez, en el segundo lustro, se condujeron con poco éxito, creando una atmésfera de desasosiego, que se agravo en 1980 con la subversin armada conducida por Sendero Luminoso. La de 1980 fue una década de graves perturbaciones econémicas y sociales, donde el intento restaurador del gobierno se limité a eliminar sélo los aspectos reformistas mas agudos de la década del setenta, especialmente en el ambito econdmico y social, d montando procesos como el de la reforma agraria y los que afec- taban a la propiedad industrial. Como parte de este desmontaje, que se dio més bien en la préctica con la progresiva desarticulacién de los érganos de eje- cucién y consulta, se promulgé la nueva Ley Orgénica del Minis- terio de Educacién en junio de 1981,” mediante la cual se excluy6 ala universidad de los érganos ptiblicos descentralizados, obe- deciendo a una nueva ley universitaria, y se mantuvo al INC en ‘ese estatus, cteando, ademés, en la misma condicién el Instituto Peruano de! Deporte, el Instituto Nacional de Becas y Crédito Educativo (Inabec), el Instituto Nacional de Infraestructura Edu- 17. Decreto Legislative 135, del 15 de unio de 1981. EL paPeL FL ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA 99 cativa y el Instituto Geofisico del Pert. Quedaron explicitamen- te derogadas las normas establecidas para el funcionamiento del INC, El decreto legislativo encargé formular y coordinar la politica cultural del pais a un nuevo Consejo Nacional de Cultura, presi- dido por el ministro de Educacién o su representante, el director general de Cultura y una junta de siete personalidades, estable- Ciendo, ademas, la formaci6n de consejos de cultura departamen- tales “para la descentralizaci6n del sistema”. Unos dias después de publicado el decreto, se dieron algunas normas que permitfan el funcionamiento del INC, hasta que en octubre de 1982 se pro- mulgé el Decreto Supremo 30-82-ED, que aprobé la nueva orga- nizacién y funciones del INC. Los lineamientos de politica que se expresaron en los fines quese atribuyeron al INC reprodujeron basicamente los principios enunciados en la ley que le dio origen en 1971, olvidando los c6- digos extranjerizantes dela ley de 1965, aun cuando en la asigna- cidn de funciones del INC se buscé reducir el énfasis nacionalista o mis bien estatista de los dispositivos velasquistas, propiciando tuna participacion mas activa del sector privado y la cooperacién externa. El discurso oficial, aparentemente externo a las preocupa- ciones de la cultura, tenia un componente nacional, basado en la consigna del “pais mestizo” y en la exaltacién del valioso patri- monio arqueolégico que enaltecia a los antiguos peruanos. La estructura del INC se mantuvo bésicamente igual, aun cuando se hicieron algunas modificaciones y se cambiaron nom- bres. Se eliminé la direccién técnica y se creé la figura de “cola- bo-radores inmediatos” del director general, como directores adjuntos. Se crearon, asimismo, nuevas comisiones, consejos y comités, tales como el Comité de Coordinacién Institucional y la Comisién de Coordinacién Interinstitucional. Una innovacién fue que los miembros de los consejos consultivos podian recibir una retribucién pecuniaria." 18, Decreto Supremo 30-82-ED, cap. II, art. 12. 100 Luis Guierwo Lumeneras ‘Las reas técnicas se organizaron en las siguientes direcciones de linea: 1. La Direccién de Conservacién del Patrimonio Cultural, asociada ‘al Comité Técnico de Conservacién del Patrimonio y forma da por tres 6rganos de ejecucién: Registro del Patrimonio Cultural; Excavaciones Arqueolégicas; y Restauracién. Le correspondia “emitir opinién y proponer convenios sobre proyectos de investigacién, conceder permisos y licencias para excavaciones arqueolégicas; evar un inventario de proyectos de investigacién y el registro cientifico de lo exca- ‘yvado; efectuar el seguimiento de las investigaciones y ex- cavaciones y promover su difusién; levar los registros de monumentos, de colecciones, de comerciantes de objetos de valor cultural, de anticuarios y de restauradores”. 2. La Direccién de Museos, asociada al Comité Técnico de Mu- seos y formada por el Museo Nacional de Antropologia y ‘Arqueologfa; el Museo Nacional de la Cultura Peruana; el Museo Nacional de Historia; el Museo Italiano de Arte Contemporéneo; y los museos regionales de Lambayeque, Huaraz, Tea, Ayacucho y Cusco. Se encargaba de conducir la politica de museos en el Ambito técnico y de control, concediendo la autorizacién para el traslado de las piezas a exposiciones itinerantes, a la par que coordinaba y difundia programas de investigacién de los museos nacionales y regionales, que realizaba por su propia cuenta oen convenio con universidades u otras instituciones similares del pais 0 del extranjero. Se indicaba, ademés, que era competencia de los museos regionales, la investigacién, conservacién, administracién y control de los sitios arqueolégicos ubicados en su respectivo Ambito geogréfico. Un sitio arqueolégico, sogrin esta ley, “comprende el conjunto arqueolégico y su respectiva drea de influencia de acuerdo a la delimitacién 19. Teid,, cap. VI EL Pape DEL ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA 101 establecida por el area de Conservaci6n del Patrimonio Cultural”; asimismo, competia a la Direccién de Museos “autorizar la apertura al ptiblico de los sitios arqueolégicos y dictaminar las condiciones para su inclusién en circuitos turisticos”. La Direccién de Bibliotecas e Informacién Cultural, constituida por la Biblioteca Nacional, los servicios de bibliotecas ptibli- cas y el Centro de Investigacién y Documentacién Cultural, con una amplia gama de funciones de conservacién, pro- moci6n e investigacién del patrimonio bibliogréfico nacional. Mis adelante, esta area se independizé en torno a la Biblio- teca Nacional. La Direccién de Desarrollo Cultural, encargada de promover la investigacién para el rescate, valoracién y difusién del acerbo cultural, asf como de cautelar los derechos de los au- tores, compositores, artistas, intérpretes y ejecutantes de sus obras y creaciones, promoviendo mecanismos de capa~ citacion, asistencia técnica y/o servicios técnicos de apoyo para la actividad de los artistas, intérpretes, autores y com- positores para el manejo y control de sus obras. Debia, ade- més, impulsar la participacién del sector ptiblico y privado ena formulacién e implementaci6n de un plan nacional para el desarrollo cultural, opinando y cautelando que los conte- nidos y orientacién de los medios de comunicacién social estuviesen al servicio de la educacién y la cultura. La Direc- cién tenfa como sus érganos de ejecucién al Centro de Inves- tigacién y Apoyo al Folklore; el Registro y Proteccién del Derecho del Autor; el Registro y Apoyo a Asociaciones y Entidades Culturales; y las oficinas de Fomento del Libro, Recursos Humanos, Difusién Cultural y Medios de Comuni- cacién Social y Técnicas Audiovisuales, La oficina de Difusion Cultural se encargaba de promover las actividades de lo elencos que estaban a cargo del INC. Finalmente, la Direccién de Formacién en Arte tenfa a su cargo las escuelas basicas y superiores de arte, asociadas a la for- 102 Luts Guiermo Lumerenas macién de profesionales en las diversas Areas del arte y de docentes en los niveles superior y basico. Las direcciones departamentales, que funcionaban en las ca~ pitales de departamento y dependian directamente dela direccion general, podian servir a mas de un departamento, De acuerdo fon la Ley Organica de Municipalidades,* el INC “transferiré progresivamente a os Concejos Municipales las atribuciones que sean de su competencia”. ‘S6lo dos afios después, el mismo gobierno de Belaunde Terry derogé el decreto comentado, con nuevos decretos supremos" que retomaron algunos de los enunciados de 1965. Aunque ellos no introdujeron cambios significativos en los lineamientos de politica, si Io hicieron en la organizacién y funciones del INC. $l Consejo Nacional de Cultura se transfirié al Ministerio de Educacién, aunque el INC mantuvo su condicién auténoma, bajo a fiscalizacién de dicho Consejo. Se reabrié la direccién ejecutiva. Los cambios més significativos fueron los que reestructuraron tos érganos de linea, que se redujeron a tres, separando del INC a la Biblioteca Nacional y las escuelas de bellas artes y miisica, ‘con excepcién de la Escuela Nacional de Ballet que se integré al Ballet Nacional. Los érganos de linea que quedaron eran tres: 1. La Direccién de Actividades Culturales, que mantuvo. las funcio- nes que le fueron asignadas en la norma anterior. 2. La Direccién de Patrimonio Cultural Monumental de la Naciént, {que se restringié a las direcciones de Investigacién y Conser- vacién del antiguo Centro de Investigacion y Restauracion de Bienes Monumentales, en tanto que el Museo Nacional, la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional fueron separa- dos y estos dos tiltimds incluso de la esfera del INC. 20. Decreto Ley 30-82ED, titulo 1V, sétima, 21. Decreto Supremo 1-84-ED, del 17 de enero de 1984; Decreto Supremo 17-64 ED, del 30 de marzo de 1984. EL PaPeL DEL ESTADO EN EL CAMPO OE LA CULTURA 103 3. La Direccién del Museo Nacional, que adquirié autonomia te~ lativa, con una organizacién que retoms las viejas lineas de estructura de esta institucién. Un avance significativo de este dispositivo fue la definicién de las filiales o sedes departamentales como “érganos de ejecu- cién desconcentrados” del INC,” asumiendo que los consejos regionales y departamentales de cultura debian formular la poli tica cultural de dichos érganos y permitiendo la creacién de “ins- titutos provinciales” con personal ad honorem. ‘Todos estos dispositivos, sin embargo, no pudieron aplicarse, dado que el pais en su conjunto vivia una situacién de guerra in- tera y con estado de emergencia en la mayor parte de los depar- tamentos. Esto se agravé con la aguda crisis econémica que se desat6 violentamente en el segundo lustro de la década. Pese a ello, si bien el INC no fue favorecido por el régimen dirigido pdrel doctor Alan Garcia, se abrid el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia (Concytec), que cumplié las funciones de promocion de la cultura, dentro de un espectro muy generoso en apoyo a los trabajadores de la ciencia y la cultura. Sin embargo, el espacio que seguramente estuvo més ligado a una politica cultural demo- critica fue el que se dio en la movilizacién politica del programa Rimanacuy, no institucionalizado, pero que permitié una partici- pacién activa pluricultural y multiétnica no ensayada antes en el Peri, con excepcién de los festivales organizados por el Sinamos, conocidos como Inkarri. Es en el marco de este proceso, y como una salida para aliviar el alto costo del proyecto del Museo Nacional de Antropologfa ¥y Arqueologia, que se decidié ocupar el antiguo local del Minis- terio de Pesqueria —inicialmente asignado al Banco de la Na- cién— para convertirlo en la sede del Museo de la Nacién, institucién creada con ese fin en 1988, como un proyecto especial del Ministerio de Economia y Finanzas. 22, Decreto Supremo 17-84-ED, cap. VIL 23, Decreto Supremo 044-88-EF. 104 Luis Guiiermo LuwanenAs EI Instituto Nacional de Cultura: 1992-2003 En abril de 1992, el gobierno de A. Fujimori inicié un nuevo pro- cceso de reforma del Estado, en medio de tna crisis econémica y social muy aguda agravada por las condiciones de violencia desa- tadas por el alzamiento armado de Sendero Luminoso y el MRTA. EL INC, cuyas posibilidades de accién estaban muy limitadas, paralizada la mayor parte de sus proyectos de intervencién en Jos asentamientos arqueolégicos y con muy pocas opciones de intervenir en la difusin publica, ingres6 a una fase de grave crisis institucional En realidad, las normas operativas de la década de 1980 no habfan podido aplicarse, dada la situacién de emergencia en que vvivia el pais. El Ambito de accién era muy restringido y se limitaba a mantener en lo posible las instituciones vigentes. El nuevo go- biemo se dedicé a desactivar todas las instituciones cteadas en a década anterior, reduciendo su capacidad operativa y quitén- doles privilegios como el que permitia conducir con soltura una ‘activa politica museolégica en el Museo de la Nacién. Se congelé el proyecto de llevar adelante un museo orgénico que fuera el centro de las actividades culturales del pais y en 1992 se dispuso el uso de su local para todo lo que no cupiera en otros lugares. Se le quité su sede al INC, en la Casa de Pilatos, en el centro de Lima, y se dispuso su traslado al local del Museo de la Nacién; se dispuso también el traslado de los archivos de la institucién, repartiéndolos en distintos locales y creando un grave problema de organizacién y de disponibilidad. Estas y otras acciones, tales como una politica de abierto desdén por la produccién artistica o intelectual, a mas de impedir resolver los problemas que ya de por sf procedian de la crisis general, contribuyeron enormemente al debilitamiento estructural del INC y de sus érganos descon- centrados. Uno de los primeros actos fue la burocratizacién del sector de los museos, mediante la creacién del Sistema Nacional de ‘Museos del Estado, que se propuso reemplazar las tareas asig- nadas al Museo Nacional, cuyo rescate conceptual de 1984 fue desbaratado con Ia creacién del “sistema”, que no era otra cosa EL Pape DEL ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA 105) que la formacién de una nueva oficina de coordinacién de los museos existentes, sin ninguna otra funcién que no fuera la que ya se habia encargado al Museo Nacional. En efecto, el “sistema” se limit6 a crear una oficina mas, en la sede central del INC, que no agregé nada a esta area, de modo que los museos continuaron con sus tareas habituales, sin aftadir otra cosa que la obligacién de elevar informes a la nueva oficina. En esta época el Museo de la Nacién se incorporé al INC y se unié el Museo Nacional de Antropologia y Arqueologia con el Museo Nacional de Historia. La verdadera intenci6n del decreto fue aplicar el programa de incentivos para la renuncia voluntaria de los trabajadores, lo que permitio deshacerse de la mayor parte de ellos. ‘Los lineamientos de politica cultural de este nuevo gobierno representaron un notable retroceso,® si bien en la forma mantu- vieron varias de las instancias reconocidas en las décadas del se- tenta y ochenta. La accién que el Estado reconocié como suya en el campo de la cultura fue la de “revalorar y fortalecer la activi- dad cultural a fin que se constituya en elemento dindmico del mejoramiento de la calidad de la educacién y de realizacién de Ja persona humana’. El INC era “el organismo competente para garantizar que las acciones de formacién profesional artistica se desarrollen de manera idénea, atendiendo la demanda que en el campo de la Educacién Artistica se presenta en los diferentes ni- veles y modalidades del Sistema Educativo Nacional”. Esas eran Jas funciones asignadas a la Direccién de Educacién Artistica y Extensién Cultural del Ministerio de Educacién en 1941 y que fueron superadas por la Comisién Nacional de Cultura en 1962. Las retomé esta nueva administracién del Estado. El corte “pragmatico” del proyecto cultural del gobierno se- flalaba como uno de sus fines el propiciar el desarrollo de “las acciones que incentiven y produzcan bienes culturales” y orientar as acciones hacia el turismo. En ningtin caso como parte de pro- 24, Decreto Ley 25790, del 14 de octubre de 1992. 25. Deerato Suprema 008-93-ED; Decreto Supremo 50-94-ED. 106 Luis Guunenwo LuMeRERAS gramas de mejoramiento de la calidad de vida dentro de un proyecto integral de desarrollo sostenido. Sin duda, pese a los esfuerzos de algunos de los funcionarios a cargo, ésta fue una fase de retroceso respecto a los avances logrados en las décadas anteriores. EI Instituto Nacional de Cultura: 2003-2006 El aio 2001 se produjo un cambio de gobierno, en condiciones historicas que seran registradas como un perfodo critico de nues- tra vida republicana, con las instituciones en un estado de grave deterioro econémico y social, y un Estado fuertemente afectado por dos décadas de desestabilizacién econémica y politica. ELINC, que es el nivel de mayor envergadura que ha creado el Estado en el campo cultural, habia devenido en los tiltimos diez afios de sus treinta afios de existencia, en una institucién desprestigiada y burocratica ante la imagen ptiblica, incapaz de enfrentar los retos que presentaban las diferentes esferas que, de acuerdo a su propia estructura, eran de su competencia. Se habia convertido en una institucidn financieramente quebrada, con la mayor parte de sus érganos de operacién colapsados, con falencias de todo tipo y magnitud y una indeseable condicién mendicante, que se agravaba por una administracién llena de compromisos laborales, que debfa sustentar la burocracia como objetivo principal de sus quehaceres. En tales condiciones, fue necesario plantear como primera tarea la reestructuracién del Instituto, para devolverle sus valores iniciales y crear las 4reas 0 instancias que no se habfan conside- rado, en la perspectiva de cubrir un espacio de la cultura més amplio que el de apéndice del sector educacién. Por eso, cuando se elaboré el documento de lineamientos para una politica cultural del Estado, en el 2001, se propuso la creacién de un Ministerio de la Cultura, en el marco de la reforma del Estado que entonces se tenfa planteada. La propuesta no prosper y fue tomada recién en el 2005, en la presentacién del Presidente de la Reptiblica ante el Congreso Nacional, el 28 de julio. Ya no era un momento propi- cio para iniciar un nuevo proyecto de reforma estatal. El. PAPEL EL ESTADO EN EL CAMPO DE LA CULTURA 107 En la imagen ptiblica, la idea dominante es que el INC es una entidad burocratica, sin capacidad para enfrentar los méiltiples temas que le atafien. Es necesario explicar el dominio burocratico de su estructura, para comprender su composicién y comporta- miento. Ocurre que el campo de la accién cultural que se le ha encargado cubrir al INC es muy basto y debe atender los reque- rimientos de cientos de miles de actores que proceden de todos los campos de la creacién —en la ciudad y el campo—, ademé de cumplir con la proteccién y mantenimiento de los bienes patri- moniales del pais. Todo eso representa un ejército de personas en la creacién cultural y un émbito extenso de intervencién fisica ¢ institucional sobre los bienes bajo custodia del Estado. Hay que saber, por cierto, que el INC sélo recibe del Tesoro Paiblico menos del 30% de su presupuesto anual y que cubre el resto con ingresos propios y con otros componentes derivados de su gestién. Su presupuesto es de aproximadamente sesenta millones de soles al afio, de los cuales veinte millones proceden del Tesoro, otros veinte millones provienen de los ingresos a los sitios arqueol6gicos del Cusco (que se invierten sélo en dicha re~ gién, por una disposicién legal vigente desde julio del 2001) y los veinte millones restantes se desprenden de los recursos cap- tados en el resto del pais, especialmente Lima, por el derecho de ingreso a los museos y sitios arqueol6gicos. A eso se agrega el apoyo internacional en determinados proyectos, el apoyo y los donativos del sector privado y, en escala menor, el cobro de ser- vicios. Estos tiltimos se destinan integramente a las instancias regionales donde se ofrecen dichos servicios. Los ingresos que se captan por otros campos del quehacer cultural, incluidos la presentacién de los elencos y otras actividades artisticas, asi como Ia publicacién de libros o revistas, normalmente no cubren los gastos que estas actividades generan. Sélo en el cuidado de los bienes patrimoniales, la presencia del INC debiera suponer al menos 24 unidades departamentales de gestion especializada, a nivel superior, y algo mas de trescien- tas unidades de supervisiGn y control de rango provincial, que debieran estar dotadas, cada una de ellas, de al menos cinco a veinte especialistas (abogados, arqueslogos, arquitectos, muses- 108 Luis Guiierwo Luweneras logos, gedgrafos y etnélogos) con los respectivos guardianes, para la supervisién de areas que contienen no menos de treinta mil asentamientos arqueolégicos pot mantener y proteger, aparte del cuidado y tratamiento de los centros histéricos, el paisaje cultural y el registro del patrimonio inmaterial o intangible. Para que esa tarea sea cubierta, es indispensable contar con equipos & instalaciones adecuados para cada nivel de operacién y con espe- cialistas profesionales que, desde luego, el pais tiene, aunque en cantidad insuficiente. El célculo de estas unidades de trabajo, que llegan a sumar cerca de quinientos arquedlogos y otros tantos especialistas de otros campos, aparte del personal de gestién y de operacién, con un promedio de cincuenta unidades méviles, permitiria disponer de un aparato eficiente de cuidado, mantenimiento y puesta en valor de los restos arqueolégicos del pats. Actualmen- te, el INC apenas cuenta con un 10% de ese nivel operative (personal y equipos), pero debe responder por la totalidad del encargo. Se salva gracias a las tareas de gestién —en la medi- da de lo disponible—, y por tanto el esquema es burocratico. Si a eso se le agrega la demanda de personal, equipos y servi-cios para la atencién de los museos, de la promocién artistica y otros, el déficit de la capacidad operativa es sorprendente. Todo eso sin tomar en cuenta las demandas de apoyo externo que nacen de la necesidad de promover la actividad artistica, la creativi- dad y las tareas de conservacién y restauracién de los bienes puiblicos y privados considerados como patrimonio cultural de la nacién. Obviamente, sus objetivos, explicitamente generales, no res~ pondena una politica comprometida con las exigencias de nuestro tiempo y las particularidades del pais. Sus lineamientos operativos son los de una politica conservadora, que no define prioridades y no apunta a disefiar estrategias que convoquen al cambio ne- ‘cesario de nuestras condiciones actuales de vida. Eso se esta in- tentando cambiar y ya hay frutos importantes en esa direccién, pero las debilidades estructurales subsisten. ‘Como parte de ese esquema conservador, la cultura aparece divorciada de los campos de la ciencia y la tecnologia, ubicados EL Pape. o&L Estano EN EL CAMPO OE LA CULTURA 109 en diversas instancias, como el Concytec, institucién homéloga al INC, cuyo destino ha sido similar. Se ha dispersado el grado de integracién que tuvieron en algxin momento, cuando eran par- te de un mismo proyecto institucional, junto con la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional, que se alejaron en busca de un espacio auténomo que les permitiera obtener y disponer de re- cursos propios suficientes para su desarrollo. Gracias a este panorama, el Perti ha mantenido un perfil cul- tural de progresivo alejamiento del proceso contemporéneo uni- versal, que nos llega desde todos lados como ajeno y exento de nuestra identificacién efectiva con la modernidad, creandonos la falsa imagen de que nuestra cultura es sélo el pasado y que lo moderno es tinicamente copia de los logros de otros pueblos. Eso afecta nuestra autoestima y provoca un progresivo deterioro de nuestra identidad, creando la falsa sensacién de incapacidad historica y estructural para llegar al futuro con nuestras propias fuerzas y con un pleno y propio dominio de los avances cientificos y tecnolégicos de nuestro tiempo, que son logros culturales de toda la humanidad. Por eso, la insercién de los campos de la, ciencia y la cultura en un mismo proyecto de politica cultural del Estado debe considerarse como parte nuclear de los planes de desarrollo social y econémico del pais. Es pues indispensable que la instancia pitblica encargada de conduucir la politica cultural y cientifica del Pert tenga la capacidad de movilizar a los actores y productores del patrimonio cultural vivo del que dispone el pais, y de garantizar la preservacion y promocién de dicho patrimonio y del que hemos heredado de nuestros antepasados. Reflexiones finales Para garantizar el funcionamiento eficiente del INC, debe dotér- sele de una autonomia financiera y de gestién equivalente a la de un ministerio, con capacidad dé incorporar a los organismos piiblicos de comunicacién masiva y a aquellos que estén asociados al desarrollo y la promocién turfstica. 110 Luis Gutwenwo Luwenenas Dado el carcter multiregional del Pert, 6u politica cultural y cientifica debe acompafiarse de una clara definicién de los linea- mientos de las politicas regionales asociadas al proyecto politico de descentralizacién, respetando las condiciones de diversidad cultural que nos caracterizan. Todo eso sin olvidar que la unidad nacional es una tarea que no se puede desmenuzar y que existen campos especificos, como el del patrimonio monumental, que no pueden dejar de tener un tratamiento de rango nacional y aun internacional. En esta perspectiva, debiera procederse a formar una co- misién multisectorial de evaluacion de la politica cultural del Es- tado que, en un plazo no mayor de 180 dias calendario, proponga al Estado los lineamientos de gestién y las instancias institu- cionales que permitan consolidar un proyecto conducente a crear un organismo de rango ministerial capaz de llevar a cabo las tareas indicadas. Creada dicha comisién, el INC, la Biblioteca Nacional, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia, el Instituto Nacional de Radio y Televisi6n del Pert, el Archivo de la Nacién, el re- cién creado Instituto Nacional de los Pueblos Andinos, Amazé- nicos y Afroperuanos, asf como los demés organismos ptiblicos involuicrados y que no tienen el mismo rango de autonomia (con todos sus érganos de operacién, instalaciones y personal), de- berfan ser declarados en reorganizacién, sin alterar su estructura presupuestaria, a fin de proceder a su reestructuracién, susti- tuyendo las instancias que no sean indispensables e imple- mentando la transicién hacia una forma institucional de rango ‘ministerial. En cumplimiento de los “Lineamientos de la politica cultural del Estado” que se formularon en el 2001, se considera que en este trémite deberd tenerse en cuenta la importancia de vincular los organismos encargados de la cultura con los que se ocupan del medio ambiente y el turismo. Ambos sectores, representados por el Consejo Nacional de Camélidos Sudamericanos (Conacs), el Instituto Nacional de Recursos Naturales (Inrena) y el Vice- ministerio de Turismo, estan sin duda estructuralmente asociados a las tareas del Estado en el campo cultural. EL pape ot Estaf0 £N EL CAMPO DE LA CULTURA i Dicha comisién puede tomar como modelo la que dio origen ala comisién original de la Casa de la Cultura del Peri y formar- se con representantes de los poderes Ejecutivo, Legislative y Judicial, las universidades de San Marcos y Catélica (las més antiguas), las universidades del norte y sur del pais, y las ins- tituciones més representativas de Ios campos de la ciencia, la cultura y la comunicacién.

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