Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
C.I: 45102392
Segundo año historia
Cerp del este, 2018
Prof: Federico Frontan
Desarrollo:
A partir de esto analiza con más precisión sobre la felicidad; “¿Que es lo que los
seres humanos mismos dejan de discernir, por su conducta como fin, y propósito de
su vida? ¿ qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar?. No es
difícil acertar con la respuesta. Quieren alcanzar la felicidad y mantenerla” . Afirma
Freud que todos los seres humanos aspiramos a la felicidad y la alcanzamos de dos
maneras: por un lado somos felices cuando experimentamos sensaciones
intensamente placenteras y por otro cuando evitamos un dolor que nos aflige. La
primera forma de felicidad sería la genuina, la que nos permite decir que hemos
alcanzado un estado mejor que el habitual y que por lo tanto nos hace felices; sin
embargo, este tipo de felicidad siempre es puntual y presupone, la mayoría de las
veces, una infelicidad previa. Este modo de felicidad positiva se alcanza tras un
estado de insatisfacción y el placer que encontramos en este nuevo estado
satisfecho es puntual ya que una vez obtenido no se presenta más. Por ejemplo,
ganamos un premio en la lotería y eso nos hace feliz, durante un tiempo
experimentamos la vivencia de poseer una cantidad de dinero que antes no
poseíamos pero ¿qué pasa posteriormente? Que el sujeto se habitúa a ese estado y
lo vivencia como “normal”, por tanto la felicidad asociado a él disminuye
considerablemente. La felicidad está limitada por nuestra propia constitución mental
mientras que el dolor es mucho más fácil de experimentarlo ya que supone una
pérdida puntual de estabilidad o alejamiento de una ganancia, situación que
cotidianamente podemos experimentar desde que nos despertamos del propio
sueño para ocuparnos de nuestras labores.
Para Freud “la felicidad son aquellas necesidades retenidas como alto grado de
éxtasis de ligero bienestar, es que al fin todo sufrimiento es solo sensación. No
subsiste sino mientras lo sentimos, y solo lo sentimos a consecuencia de cierto
dispositivos de nuestro organismo” La felicidad como el dolor es pura sensibilidad no
es otra cosa más que eso. El sufrimiento nos agota y acosa por todos lados,
indiferentemente de los feliz que creamos ser la muerte siempre acecha las
ganancias efímera de nuestra dicha. En sociedad solo podemos permitirnos las
pequeñas satisfacciones que están regladas por el mismo entorno pero postula
Freud que la felicidad de estos pequeños placeres socialmente admitidos es nimia si
se compara con la satisfacción de los impulsos indómitos. Es decir, que
generalmente el ser humano se satisface más con lo no permitido que con lo que se
permite, de aquí la seducción que ejerce lo perverso o lo prohibido.
Afirma Freud que hay que buscar la felicidad en la belleza, porque la belleza es algo
sensible y no es la religión; “la religión perjudica este juego de eleccion y adaptación
imponiendo a todos por igual su camino para conseguir dicha y protegerse del
sufrimiento. Su técnica consiste en deprimir el valor de la vida y en desfigurar de
manera delirante la imagen del mundo real, lo cual presupone el anonadamiento de
la inteligencia”. Esto es vivir en un infantilismo psíquico.
En el capítulo tres de la obra, plantea las tres fuentes del dolor: la supremacía de la
Naturaleza, la caducidad de nuestro organismo y la insuficiencia de nuestros
métodos para regular las relaciones sociales ya sea en la familia, el estado o en la
sociedad.
Ante las dos primeras causas del sufrimiento poco se puede hacer, aún cuando la
ciencia avance y permite cierto control sobre la Naturaleza o mejore nuestras
expectativas de salud, la necesidad de la muerte y la supremacía de la Naturaleza
seguirán existiendo. Es decir nuestros instintos naturales humanos son altamente
complejos y siempre están abiertos a un sin numero de posibilidades, así como la
naturaleza misma. Se detiene Freud a analizar el tercer motivo de nuestro
sufrimiento: nuestra incapacidad de regular las relaciones sociales para nuestra
propia satisfacción; y en este punto encuentra una tesis inquietante: que la cultura
lejos de facilitar la felicidad del individuo la coarta. A principios del siglo pasado aún
tenía en mente el enorme progreso tecnológico que se había producido hacía poco
tiempo: mejoramiento de los medios de transporte, disminución de la mortalidad
infantil, producción masiva de alimentos, etc. Pero estos avances, ¿implican una
felicidad objetiva para el individuo? La prolongación de la vida es una prolongación
de nuestro sufrimiento y la gente, habituada a vivir largos años ya no lo ve como
algo en sí mismo satisfactorio, sin embargo, la muerte de un menor o un
fallecimiento temprano se convierten en dramas por su carácter menos habitual. El
progreso tecnológico nos ha permitido vivir más cómodos pero no más felices.
La civilización ocurre cuando el colectivo es capaz de dirigir sus fuerzas en una
misma dirección y constituir el “Derecho” que puede enfrentarse al individuo violenta
e impunemente. Por tanto, lo que constituye la base de la civilización es esta
imposición sobre la satisfacción individual.
No podemos entender la razón por la cual las normas que nosotros mismos hemos
creado, no habrían más de protegernos y beneficiarnos a todos. Según Freud Gran
parte de la culpa le corresponde a la cultura, evidentemente, vivir dentro de una
sociedad genera conflictos, bajo una entidad que llamamos Estado, que es una
entidad del Superyó, que genera y promulga leyes. Algunas nos benefician, otras
nos perjudican. Cuando faltamos a una de ellas recibimos un castigo, y si hacemos
algo bien recibimos un premio. He aquí qe el hombre tiene que reprimir sus
impulsos individuales para que la satisfacción sea de todos los seres humanos, que
conforman una comunidad. La felicidad humana es subjetiva está regida por la
cultura: “el resorte de las actividades humanas es alcanzar dos metas confluyentes,
la utilidad y la ganancia del placer”. Dos características tiene una sociedad: orden y
limpieza, dos exigencias esenciales.
Para evitar la destrucción del todo social el sistema impone un amor generalizado
entre los miembros que los cohesionan. Este amor intergrupal es lo que mantiene
los vínculos solidarios y permiten hablar propiamente de sociedad; este amor
abstracto, sin duda, provee al sujeto de satisfacciones puntuales pero no es un
afecto tan genuino como el amor sexual impulsivo que se ve restringido por la
civilización. Es más, el amor intergrupal, al percibirse como demasiado abstracto,
fomenta que el sujeto se identifique en un pequeño grupo dentro de la misma
sociedad, el ejemplo más frecuente es la familia o la camarilla ideológica, religiosa,
etc. La cohesión con este pequeño grupo es más intensa ya que es concreta y se
manifiesta, en muchas ocasiones, como beligerancia hacia el gran grupo. Es esta la
razón por la que todo orden homogéneo está siempre amenazado por la ruptura ya
que pequeños grupúsculos dentro de la sociedad compiten en su contra.
En el capítulo IV; Freud realiza una breve cronología histórica del desarrollo
humano. Del hombre solitario al hombre social, más por una necesidad de
satisfacción genital. El amor designa el vínculo entre varón y mujer que fundan una
familia sobre la base de sus necesidades genitales. Tambien se da ese nombre a
sus sentimientos positivos entre padre e hijos y hermanos. Este es un amor indiviso
que se llama tambien ternura.
Por una parte el amor se contrapone a los intereses de la cultura, por la otra, la
cultura amenaza al amor con sensibles limitaciones.
Al respecto cita a Heine “Yo tengo las intenciones más pacíficas. Mis deseos son;
una modesta choza con techo de paja, pero un buen lecho, buena comida, leche y
pan muy frescos; frente a la entana, flores y algunos hermosos árboles a mi puerta;
y si el buen Dios quiere hacerme completamente dichoso, que me de alegría de que
esso árboles cuelgan seis o siete de mis enemigos. De todo corazón les perdonaré
muertos, todas las iniquidades que me hicieron en la vida… si; uno debe perdonar a
sus enemigos, pero no antes de que sean ahorcados”.
Conclusión:
Si bien este ensayo fue escrito en 1930, no deja de sorprender la similitud de las
observaciones del autor con las que experimentamos dia a dia.
Existe un antagonismo entre los instintos del individuo y la represión que impone la
cultura. La cultura vela por la comunidad, protege al hombre de la destrucción, a
costa de la libertad individual y genera culpa, sufrimiento y malestar al individuo.
Según Freud, las generaciones futuras podrían ser educadas por “hombres
intelectualmente superiores”: hombres con un profundo conocimiento de las
necesidades de la vida y que supieran dominar sus propios deseos instintivos: “Es
preciso … educar una capa superior de hombres dotados de pensamiento
independiente, inaccesibles a la intimidación … a los cuales corresponda la
dirección de las masas dependiente.
Los abusos de los poderes del Estado y la censura del pensamiento por la Iglesia,
de ningún modo pueden favorecer esta educación. La situación ideal sería,
naturalmente, la de una comunidad de hombres que hubieran sometido su vida
instintiva a la dictadura de la razón, Pero con toda probabilidad esto es una
esperanza utópica Podemos preguntarnos … ¿de dónde habrán de surgir aquellos
hombres superiores, prudentes y desinteresados que hayan de actuar como
conductores de las masas y educadores de las generaciones futuras?
Probablemente cierto tanto por ciento de la Humanidad permanecerá siempre
asocial, a consecuencia de una disposición patológica o de una exagerada energía
de los instintos. Pero si se consigue reducir a una minoría la actual mayoría hostil a
la cultura, se habrá alcanzado mucho, quizá todo lo posible”
Esta cultura invita a reprimir lo que pensamos y sentimos por miedo a ser juzgados
por el otro, entonces tenemos dos caminos, o nos adaptamos a ella y actuamos de
acuerdo a sus normas, u optamos por terminar con dicho sufrimiento como lo hace
mucha gente a diario. Pero tambien hay otro camino que no es nombrado ni
marcado cotidianamente, pero que e muy importante, se trata de poner nuestro
grano de arena para intentar modificar de a poco esta sociedad.
Culturalmente hay normas que hay que obedecer y eso no se discute pero porque
estas mismas normas dejan por fuera a gran parte de la sociedad si se supone que
son para regular las relaciones y para facilitar la convivencia. Permítanme discrepar
pero creo que no está funcionando, hay parte de la sociedad que no está siendo
amparada y que es constantemente juzgada, está en nosotros trabajar eso, aportar
desde la educación en mi caso que es lo que escogí, y enseñarles a los alumnos
que hay cosas que se pueden mejorar y que van más allá de cumplir las normas
que debemos acatar. Y la felicidad material es limitada, en cambio hay otra felicidad
que es infinita y que se basa en el amor, la pasión y el respeto, por nosotros y hacia
los demás.