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Mientras que para un adulto el juego es entendido como mero entretenimiento para los niños es un

elemento base de aprendizaje que les permite descubrir, relacionarse, comunicar, explorar, poner límites…

El juego es una forma de interacción con el medio que le ayudará a desarrollarse generando situaciones
reales donde aprenderá a lidiar con sus emociones.

Si hacemos memoria y recordamos la forma que teníamos de entretenernos hace años, nos daríamos
cuenta de lo expuestos que estábamos no solo a la diversión sino también al enfadado y la frustración. Y es
aquí donde viene el verdadero aprendizaje.

Discutir con un amigo, buscar el límite y la paciencia de los padres, negarnos a aceptar las normas que el
resto pone, tener que pasar la vergüenza de pedir permiso para jugar con un montón de niños que no
conoces, pasar del aburrimiento extremo a la diversión infinita con sólo un poco de imaginación….

Estas situaciones son similares a las que nuestro hijo vivirá el día de mañana como adulto: saber ceder,
reclamar los derechos, enfadarse y desenfadarse, ser empático, el sentido de la justicia, el saber ser líder y
en ocasiones ser destronado….
Esta forma de relacionarse con el grupo de iguales forma parte de la construcción de una base sólida para
su futura adolescencia y posterior adultez.

¿Y qué papel tenemos los adultos en este terreno que parece exclusivo de la infancia? Hasta la adolescencia,
los niños ven el mundo a través de nuestros ojos e interactúan con el medio esperando un continuo
feedback que les muestre el camino correcto.

En numerosas ocasiones el niño buscará nuestra reacción y en base a ella adquirirá un aprendizaje sobre
cómo actuar la próxima vez. Por ejemplo, cuando el bebé junta todas las figuras de animalitos que se
parecen o cuando va al parque con su juguete y otros intentan quitárselo.

Ahora quiero que pensemos en qué conseguimos cuando desde bebés les ponemos delante una tablet, un
ordenador, una consola o la tele ¿Qué tipo de aprendizaje adquieren?¿Es útil?
Estamos cansados de escuchar que las nuevas tecnologías son el futuro, y nadie pretende obviarlo, pero hay
imprescindibles que no deben olvidarse y que son totalmente compatibles con la vida moderna.

Las nuevas tecnologías están hechas para facilitarnos la vida, pero seamos sinceros. Cuando ponemos a
nuestro hijo de 4 años frente a estos cacharritos ¿A quién se la estamos facilitando?
Todo el tiempo que pasan absortos ante ese motón de estímulos atractivos pero poco útiles es tiempo de
descanso para los adultos. Para no regañar, para hacer nuestras cosas o para, literalmente, “que nos dejen
tranquilos”.

Nuestros hijos no necesitan una vida fácil, en ese sentido. Cuando crezcan tendrán que saber manejar la
frustración, tendrán que saber relacionarse y lidiar con situaciones difíciles. Y no podrán apagar de
inmediato la vida (como sí lo hacen con los aparatos cuando les va mal o ya se han aburrido) ni pedir a
ningún compañero que les pase el siguiente nivel.

Estar expuestos continuamente a estímulos externos que merman las habilidades sociales y la inteligencia
emocional es un peligro al que debemos plantar cara.
Enseñémosles cual es la verdadera forma de jugar, la de toda la vida, y en el futuro nos lo agradecerán.

Candela Morell Martinez


www.psicuidologia.com
M 32902

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