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UNIVERSIDAD NACIONAL JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

TITULO

TÍTULOS VALORES

PRESENTADO POR

 SOLIS ROMAN, THALIA ROSMERY


 SILVESTRE LAVADO, FRANK DIESEL
 TUPAC YUPANQUI VILLEGAS, BRENDA
DOCTOR

EDUARDO CABALLERO VILLANUEVA

HUACHO-PERÚ

2018
“UNIVERSIDAD NACIONAL JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN”
DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

Este trabajo de investigación monográfica, va dedicado a


Dios, a nuestros padres por este apoyo incondicional y al
Doctor encargado de la cátedra de derecho comercial; que
coadyuva al crecimiento educativo de nuestros conocimientos
y ayuda a forjar nuestros caminos hacia el éxito.

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INDICE
INTRODUCCION........................................................................................4

TITULO VALOR..........................................................................................5

¿Qué ES UN TITULO VALOR?...................................................................5

CLASIFICACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES.....................................6

SUJETOS INTERVINIENTES EN LOS TÍTULOS VALORES..................7

PRINCIPIOS QUE RIGEN EN EL TITULO VALOR.................................8

EN CONCRETO LOS TÍTULOS VALORES MÁS UTILIZADOS EN EL

TRÁFICO MERCANTIL...........................................................................28

CONCLUSIONES......................................................................................29

BIBLIOGRAFIA.........................................................................................31

INTRODUCCIÓN

Los títulos valores están regulados en nuestro país por la Ley N. º 27287 promulgada el
17 de junio del 2000 y publicada en el Diario Oficial el 19 del mismo mes y año, siendo

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presidente de la República ALBERTO FUJIMORI. La presente ley se subdivide en dos


libros: el primero de Parte general y el segundo de Parte especial; en ellos se presentan
secciones y títulos que dan mayores explicaciones sobre los títulos valores.

Cabe señalar que los documentos de esta Nueva Ley de Títulos Valores están en
concordancia con la leyes ya establecidas en el país, como, por ejemplo, la Ley General
del Sistema Bancario, la Ley de Mercado de Valores, el Código Civil, la Ley General de
Sociedades, entre otras.

Podemos decir que los títulos valores son aquel soporte materializado (papel) o
desmaterializado (en una anotación en cuenta registrada en una Institución de
Compensación y Liquidación de Valores) formal, destinado a la circulación, que
contiene un negocio jurídico unilateral por el cual un deudor se compromete a efectuar
una prestación patrimonial (pueden representar derechos crediticios, derechos de
participación, derechos reales o derechos de garantía) a favor de un acreedor.

En el mismo sentido, Luis Muñoz, en «Títulos Valores Crediticios», señala que


genéricamente, puede definirse la garantía o caución como el medio único o plúrimo de
que puede valerse el acreedor para asegurar su crédito en caso de insolvencia total o
parcial del deudor y cualquiera que sea el origen de esa insolvencia. Las garantías
pueden ser personales y reales.

Las primeras ofrecen ciertamente la seguridad al acreedor, al aumentar el número de sus


deudores, pero el crédito continúa siendo quirografario y desprovisto de las prelaciones
que ofrecen las garantías reales.

TITULO VALOR

1. ASPECTOS GENERALES

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El aspecto general ha tomado como base el contenido de la Parte general de la Ley de


Títulos Valores Nº 27287, en la que se dan a conocer los temas precisos que se
presentan a continuación:

2. ¿QUÉ ES UN TITULO VALOR?


Según la ley 27287, ley de título valor; los valores materializados que representen o
incorporen derechos patrimoniales tendrán la calidad y los efectos de Título Valor,
cuando estén destinados a la circulación, siempre que reúnan los requisitos formales
esenciales que, por imperio de la ley, les corresponda según su naturaleza. Las cláusulas
que restrinjan o limiten su circulación o el hecho de no haber circulado no afectan su
calidad de título valor.

Si le faltare alguno de los requisitos formales esenciales que le corresponda, el


documento no tendrá carácter de título valor, quedando a salvo los efectos del acto
jurídico a los que hubiere dado origen su emisión o transferencia.

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3. TERMINOLOGÍA

Messineo prefiere la utilización de la expresión papel valor y explica que papel alude al
documento y valor al diverso derecho, siempre de contenido patrimonial, que puede
contenerse en él, agregando que papel por otra parte, es más cercano que título.

4. CLASIFICACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES


A. POR LA FORMA DE CREACIÓN DE LOS TÍTULOS SON
SINGULARES O EN SERIE:
1. Los primeros se caracterizan por su individualidad.
2. Los segundos, llamados igualmente títulos en masa, se distinguen por su
fungibilidad. Teniendo todos las mismas características, son
intercambiables y corresponden todos al mismo negocio.
B. POR EL SUJETO QUE LOS CREA, LOS TÍTULOS SON PÚBLICOS O
PRIVADOS. EN EL PRIMER GRUPO ENTRAN LOS TÍTULOS DE DEUDA
PÚBLICA O LOS TÍTULOS EMITIDOS POR LAS DIVERSAS PERSONAS
DE DERECHO PÚBLICO. AL SEGUNDO GRUPO CORRESPONDEN LOS
CREADOS POR LAS PERSONAS DE DERECHO PRIVADO.
C. POR EL OBJETO DEL DERECHO INCORPORADO, LOS TÍTULOS
VALORES SON PERSONALES, REALES Y OBLIGACIONALES:
1. Los títulos personales representan la participación del titular en una
sociedad, razón por la cual también se les llama títulos de participación.
2. Los títulos reales confieren al poseedor legitimo un derecho real sobre una
cosa. Estos títulos también reciben el nombre de títulos representativos de
mercancías, para indicar que las cosas a las cuales se refieren se encuentran
incorporadas en los títulos.
3. Los títulos obligacionales incorporan créditos de carácter pecuniario. Son
llamados también títulos de pago. El hecho de que incorporen una promesa
incondicional de pagar una suma de dinero, es decir, que representen un
crédito, ha dado lugar a la denominación de títulos de crédito.

D. POR LOS EFECTOS DE LA CAUSA EN LA VIDA DE LOS TÍTULOS,


ESTOS PUEDEN AGRUPARSE EN CAUSALES Y ABSTRACTOS:
1. En los títulos causales, la causa esta deliberadamente expresada en el documento
y no se separa de él para ningún propósito.
2. En los títulos abstractos, la causa es desvinculada del título, aunque esté indicada
en él, y no tiene ninguna relevancia ulterior en la vida de éste.

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E. POR SU FORMA DE CIRCULACIÓN, LOS TÍTULOS VALORES SE


DIVIDEN EN NOMINATIVOS, A LA ORDEN Y AL PORTADOR. ES LA
CLASIFICACIÓN QUE LLEVA A CABO LA PROPIA LEY:
1. Los títulos normativos o directos son aquellos que señalan como titular a una
persona determinada. Para la transmisión del título es necesario que se cumplan
las reglas de cesión de créditos. El título nominativo más usado en Venezuela es
el de la acción de la sociedad anónima, forma obligatoria en razón de
disposiciones provenientes de los acuerdos de integración económica.
2. Los títulos a la orden son los que señalan como beneficiario a una persona
determinada o cualquier otra que ésta indique. La transmisión de los títulos a la
orden se verifica por medio del endoso y por la entrega del documento. Este
puede ser objeto de negociación por medio distinto al endoso.
3. Los títulos al portador son aquellos que designan como titular al portador o
aquellos en que la falta de designación implica atribución al portador.

5. SUJETOS INTERVINIENTES EN LOS TÍTULOS VALORES

1. El Girador
2. El Girado o librado
3. El Aceptante
4. El Tenedor
5. El Endosante
6. En Endosatario
7. Los Garantes

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6. PRINCIPIOS QUE RIGEN EN EL TITULO VALOR


Según Andrés Cusi Arredondo, refiere que son siete los principios que rigen el titulo
valor:

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El artículo 619 del Código de Comercio enseña que los títulos valores son documentos
necesarios para legitimar el ejercicio del derecho literal y autónomo que en ellos se
"incorpora".

Por: Ulises Montoya Alberti Hernando

Los principios que rigen los títulos valores son:

a) la incorporación

b) la literalidad y la autonomía del derecho documental

c) la legitimación activa y pasiva

d) la buena fe del tenedor como condición de legitimación.

En virtud del principio de la incorporación, el título valor es un documento


probatorio, constitutivo y dispositivo que contiene una declaración unilateral de
voluntad, de la que deriva una obligación a cargo del que suscribe el título y
un derecho en favor del beneficiario del mismo. Sin el título no se tiene el derecho,
precisa GÓMEZ GORDOA, la incorporación del derecho en el documento hace que el
documento se convierta en derecho, es tal la fuerza de la incorporación del derecho
al título que hay una verdadera transfiguración del pedazo de papel para convertirse en
un título de crédito, en un título valor, en un valor, sin dejar de ser un pedazo de papel.

La prestación tiene un contenido patrimonial de orden económico, según lo destaca


la definición del art. 1.1 de la Ley. El derecho que deriva del título valor se encuentra
como adherido al título, sin el cual ese derecho no puede circular. Por eso, se habla de
«título valor», o sea, el valor, es decir, el derecho, unido indisolublemente al documento
que lo contiene, sin el cual no puede hacerse valer. Por esto, a la incorporación
se le ha llamado también compenetración o inmanencia. En este sentido la
Primera Sala con Subespecialidad Comercial, ha definido este principio en los
siguientes términos:

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6.1. PRINCIPIO DE INCORPORACIÓN:


El título valor es un documento probatorio, constitutivo y dispositivo. Contiene una
declaración unilateral de voluntad, de la que deriva un derecho a favor del
beneficiario y una carga respecto a los obligados. El derecho patrimonial está
compenetrado con el título; ello determina que el documento sea indispensable para
que el legítimo tenedor pueda reclamar las prestaciones que contiene.
6.2. PRINCIPIO DE LITERALIDAD:
Por este principio los derechos y obligaciones que representa el título valor deben
constar por escrito en el documento. Esto significa que para determinar el contenido
y alcances del título valor solamente podrá recurrirse a lo que se haya expresado en
el título mismo o en una hoja adherida a éste. De esta manera, ni acreedor ni deudor
podrán alegar cuestiones que no emanen literalmente de lo manifestado en el título
valor.
El texto del documento determina los alcances y modalidad de los derechos y
obligaciones contenidos en el título valor o, en su caso, en hoja adherida a él.
El primero que utilice la hoja adherida deberá firmar en modo tal que comprenda
dicha hoja y el documento al que se adhiere. En caso contrario, no procederá el
ejercicio de las acciones derivadas del título valor por quienes hayan intervenido
según la hoja adherida, quedando a salvo sus derechos causales.
Los derechos y obligaciones que se establezcan conforme a la ley de la materia con
relación a los valores con representación por anotación en cuenta, bajo
responsabilidad del emisor y en su caso de la Institución de Compensación y
Liquidación de Valores, deberán ser inscritos en los respectivos registros, surtiendo
pleno efecto desde su inscripción.
La literalidad debe ser examinada desde dos puntos de vista:
A. LITERALIDAD ACTIVA Y PASIVA
Conforme a la primera, el tenedor de un título valor no podrá invocar más
derechos de los que aparecen en el documento, ni puede pretender exigir
derechos distintos de los allí insertos. Por medio de la literalidad pasiva, se
expresa que el obligado o interviniente en un título valor no podrá ser forzado a
atender prestaciones distintas de las que reza el documento y cumplirá su
obligación en la medida que pague la prestación que se describe en el mismo
título.
Ahora, si es cierto que todos los aspectos principales o accesorios de los títulos
valores se miden, se definen o determinan sólo por el contenido mismo del texto,
por su tenor literal, la literalidad implica que los derechos que se incorporan en
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el documento por lo menos originariamente, no pueden ser objeto de


complementación o adición mediante documentos extraños, al igual que las
estipulaciones contenidas en un título, naturalmente distintas al propio título
valor, no están llamadas a dejar sin efecto, a variar el derecho inserto en el
documento, en la forma y en los términos como se encuentran escritos en el
mismo.
B. EFECTOS DE LOS CONVENIOS EXTRACARTULARES
Este aspecto plantea una discusión: Saber qué efectos tiene en la vida de un
título valor los acuerdos, convenios, pactos o estipulaciones que se hayan
celebrado en otros documentos diferentes del título valor. Pues bien, tales
aspectos, dichas estipulaciones no están llamadas a modificar, a alterar, a afectar
o derogar las estipulaciones o el tenor literal del documento; ello en principio, de
manera originaria.
Lo anterior debe verse desde una doble acepción: Los pactos extraños no están
llamados a alterar el documento respecto de terceros, es decir, frente a personas
que no han intervenido en tales pactos o en la elaboración del documento, pero
sí podría verse afectado el tenor literal de un título valor con convenciones o
acuerdos contenidos en documento extraño si se trata de las mismas partes que
lo elaboraron, o sea, si puede invocarse entre las personas que han celebrado
dichos pactos y han suscrito el título valor. Así por ejemplo, si en un título valor
se acuerda el pago de una determinada suma de dinero para pagarla en cierto
tiempo y cualquier tenedor del título condona alguna parte de la deuda o
concede una prórroga en el plazo o acuerda un lugar distinto para la cancelación
de su importe o rebaja los intereses, tales convenios valen, surten efectos entre
quien lo concedió y el obligado; sin embargo, si el título es negociado o
transferido a un tercero, sencillamente ese tercero no está llamado a respetar los
pactos de su antecesor, razón por la cual el nuevo tenedor, de buena fe, puede
exigir el pago teniendo en cuenta el tenor literal del título valor. De manera
contraria, si con quien se pactó el beneficio incumple, el deudor perfectamente
podrá impetrar la correspondiente excepción en caso de ejecución.
Como puede observarse, de la literalidad se derivan diversos efectos. Nos
plantea esta figura la posibilidad de determinar el tipo de excepción que podría
proponerse, porque al parecer, en un principio, si se mira desde un punto de vista
eminentemente formal, únicamente podrían proponerse aquellas excepciones
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que tienen relación con el tenor literal del texto. En forma original ello es así,
empero ¿de qué manera podría repercutir, por ejemplo, el negocio causal, aquél
que dio origen al título valor?, porque como ya se expresó, también podrían
plantearse excepciones basadas en prórrogas o rebajas, es decir, en pactos
suscritos con independencia del título, extraño a él, empero, dijimos, tales
excepciones operan respecto de las mismas partes, más no frente a terceros.
El mismo tratamiento se puede plantear con explicación del negocio causal o
negocio subyacente. En efecto, la literalidad exige explicar en qué medida el
negocio fundamental u originario del título puede repercutir en la vida de éste.
En materia de títulos valores nada se opone a que dentro del documento o con
independencia de él se haga referencia al negocio motivo de su emisión, o sea, a
que por algún medio se deje constancia de la causal por la cual se emite el título
valor. Ello es aplicable a cualquier modalidad, e incluso la ley lo exige en
algunos títulos valores; es el caso de las acciones en sociedades, los certificados
de depósito, los bonos de prenda, las facturas cambiarias de compraventa y
transporte y el conocimiento o embarque, entre otros. En estas clases de títulos
la ley exige que dentro del documento se efectúen las correspondientes
referencias relativas al negocio causal. En consecuencia, mencionar dentro del
título valor el negocio fundamental, voluntariamente o por disposición legal,
conduce a que no se pueda, precisamente ateniéndonos al principio de la
literalidad, pretender derechos o exigir obligaciones distintas de las allí escritas,
con mayor extensión o con un contenido distinto al plasmado en el título valor;
pero, además, ello conduce a que en el título valor se describa el negocio motivo
de su emisión, por lo que en estos eventos las excepciones que se puedan
formular serán más exactas, mucho más limitadas. ¿Qué sucede, entonces, si se
llegara a plantear, a formular un negocio distinto al que realmente le ha dado
origen al título valor? Necesario es advertir que así la causa sea suplantada,
distinta de la que verdaderamente fue, la literalidad conlleva a que tal causa se
tenga como cierta, hasta tanto no se pruebe o demuestre lo contrario, hasta tanto
no sea desvirtúa.
Lo expuesto precedentemente nos lleva a una conclusión: La literalidad no
significa independencia, porque, como ha podido observarse, por múltiples
circunstancias el título valor puede encontrarse unido, puede ser conexo a

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documentos o pactos diferentes a su tenor literal y, así, nada se opone a que se


emita un título valor y se deje constancia, bien en el título o en documento
aparte, que su emisión se hace en desarrollo de tal o cual negocio celebrado
entre las partes que lo suscriben e igualmente nada se opone a que en un
documento se exprese, se haga constar un título valor como medio o instrumento
del pago del precio de una transacción determinada.
Vale la pena hacer referencia a la sentencia del 19 de abril de 1993 emitida por la
Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia. Refiriéndose al tema
expresó:
"Como bien se sabe, los principios rectores de la literalidad, incorporación,
autonomía, y legitimación que informan el derecho cuartelar, confieren al
tenedor de un título valor garantías indispensables en orden al afianzamiento de
su circulación, reclamada por la expansión del comercio y al propio tiempo por
la seguridad que debe gobernar la actividad cambiaria. No en vano se establece
por nuestro ordenamiento que, cuando el título se halle en poder de persona
distinta del suscriptor, se presumirá la entrega de éste (inciso 20. arto 625 C. de
Co.); o que "se considerará tenedor legítimo del título a quien lo posee conforme
a su ley de circulación" (art. 647 C. de Co.); o que "se presumirá la buena fe, aún
la exenta de culpa ... "; y que "... quien alegue la mala fe o la culpa de una
persona, o afirme que ésta conoció o debió conocer determinado hecho, deberá
probarlo" (art. 835 C. de Co.).
La literalidad, en particular, determina la dimensión de los derechos y las
obligaciones contenidas en el título valor, permitiéndole al tenedor atenerse a los
términos del documento, sin que, por regla general, puedan oponérsele
excepciones distintas a las que de él surjan. Es de ver, con todo, que por cuanto
la consagración de la literalidad es una garantía para quien desconoce los
motivos que indujeron la creación o la emisión del título, o ignora los convenios
extracartulares entre quienes tomaron parte antes que él en su circulación, es
obvio que ella está consagrada exclusivamente en beneficio de los terceros
tenedores de buena fe, pues este principio no pretende propiciar el fraude en las
relaciones cambiarias. Es apenas lógico entender el por qué no puede predicarse
absolutamente la literalidad entre quienes han sido partícipes del negocio causal
o subyacente, determinante de la creación o la emisión del título valor, ya que en

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este caso no estaría en juego la seguridad en el tráfico jurídico, prevista como


razón fundamental para su consagración legal. Por idéntico motivo, el alcance de
presunción legal que ostenta este principio respecto de terceros, en el sentido de
considerar que la existencia y magnitud del derecho se condiciona y mide por el
contenido del documento mismo, cede ante la prueba que acredite el
conocimiento de los mismos en torno a situación subyacente, constitutiva de
excepción personal frente a él (art. 784 del C. de Co.)".
C. CONSAGRACIÓN LEGAL
El Código de Comercio consagra la literalidad en distintas disposiciones:
En primer lugar hacemos mención al artículo 619 como norma básica en el
estudio de las características generales, como norma aplicable a la
incorporación, literalidad, legitimación y autonomía. En verdad el artículo 619
señala que los títulos valores son documentos necesarios para legitimar el
ejercicio del derecho "literal" que en ellos se incorpora. Igual mención se hace
en el artículo 621 cuando se señalan los requisitos generales que deben contener
los títulos valores, porque si bien se ha establecido que tanto los aspectos
fundamentales como los accesorios del título valor se definen o determinan por
su tenor literal, consecuencia lógica es que la ley está interesada en que la
mención del derecho que en el título se incorpora, la firma de quien lo crea, el
lugar de cumplimiento o ejercicio del derecho, la fecha y el lugar de creación,
etc., no puedan ser omitidos dentro del texto del documento, a menos que sucede
la ley supla algunos vacíos, destacando como requisito básico, no sustituible la
mención del derecho que en el título se incorpora. Lo afirmado tiene
confirmación en lo preceptuado por el artículo 620 del Código de Comercio en
el sentido de que el título sólo producirá los efectos en él previstos cuando
contenga las menciones y llene los requisitos que la ley señale, salvo que ella
misma lo presuma.
Con la literalidad hace relación el artículo 622, norma que posibilita la entrega
de títulos valores con espacios en blanco o de hojas firmadas en blanco en la
medida que advierte que el tenedor legítimo del mismo debe llenar tales espacios
antes de presentar el título para exigir el pago o el derecho en él incorporado,
porque de no hacerlo no habría manera de determinar su contenido, sus aspectos
fundamentales, o accesorios; en otras palabras, no podría ser pagado.

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También el artículo 624 se refiere a la literalidad, particularmente en lo que tiene


relación con el pago total o parcial, porque si ha existido pago parcial el tenedor
tendrá que efectuar la debida anotación en el mismo título y si ha sido total lo ha
debido entregar al obligado, incluso, en ambos casos deberá extender el recibo
correspondiente, conservando la eficacia legal en eventos de pago parcial, por la
parte no cancelada.
Dos aspectos relativos al tema merecen ser atendidos por separado:
En primer lugar, en tratándose de pago parcial, la ley impone la obligación que
se haga constar en el título, pues de no hacerse no podría posteriormente
formularse la excepción de pago parcial. Si se trata de pago total el título será
entregado a quien lo pague, pero si no se entrega, cabe la misma observación
hecha para el pago parcial, es decir, obliga a la anotación en el título respectivo,
por la misma razón establecida, por la posibilidad de formular excepciones de
pago, porque como la establece el artículo 784, numeral 7o, del Código de
Comercio, contra la acción cambiaria podrán oponerse las excepciones que se
funde en pago parcial o total, pero siempre que conste en el título.
En segundo lugar, ¿qué sucede si el pago no se hace constar en el título pero sí
en documento extraño? Este punto es de gran importancia:
En la medida que el pago se haga constar en el título, dicha anotación es
oponible a cualquier tenedor; las excepciones serían generales pues todos los
tenedores sabrían del pago total o parcial. Pero si no se produjo la anotación en
el título sino que se extendió un documento aparte o extraño al mismo, en ese
evento los tenedores posteriores adquieren el título valor tal y como está, razón
por la cual contra esos terceros no cabe la excepción de pago (a no ser que se
demuestre mala fe) y la excepción se circunscribe entre las partes que
participaron en la elaboración del documento de pago.
El artículo 626 del Código de Comercio se refiere igualmente a la literalidad, al
preceptuar que el suscriptor de un título valor queda obligado conforme al tenor
literal del mismo, con lo que se expresa que el contenido de la obligación, a
efecto de determinar la responsabilidad que asumen quienes han intervenido en
el título recae en el contenido del mismo, en su tenor literal, bastando
simplemente con observar, examinar el texto, para saber el alcance de las
obligaciones del suscriptor, de los endosantes o avalistas.

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Mención complementaria hace el artículo 631, conforme al cual, en caso de


alteración del texto de un título valor, los signatarios anteriores se obligan tal
cual el texto original y los posteriores de acuerdo al alterado. En la actual
normatividad el título valor es eficaz, así sea alterado o falseado y se presume
que un título es cierto, es verdadero hasta tanto no se pruebe la alteración, pero
incluso probando la falsedad, la alteración, el título conserva plena eficacia;
habrá que determinar el momento en que fue alterado para precisar el alcance de
las obligaciones de las personas que aparecen como deudores, endosantes o
avalistas. Por eso la norma divide la vida jurídica del título y partiendo del
momento de la alteración los signatarios anteriores se obligan en su forma
originaria mientras que los posteriores de acuerdo a lo alterado. Es precisamente
en virtud del principio de la literalidad que las partes son obligadas a responder
como vieron el título, como éste rezaba, por su contenido al momento de la
transacción.
Con la literalidad igualmente tienen relación los artículos 657, 658 Y 659 del
Código de Comercio, normas relativas al endoso en propiedad, procuración o en
garantía, porque de ello depende la clase de título que se trata y la calidad de la
persona que aparece endosando. Así mismo se relacionan con esta característica
los artículos 706 y 708 del Código de Comercio, relativos al protesto.

6.3. PRINCIPIO DE ABSTRACCIÓN:


La obligación cambiaria no requiere expresión de causa para justificar su
existencia. El derecho patrimonial que surge del título valor es independiente
de los derechos y obligaciones que existe en la relación causal. La relación
que dio origen al título valor toma el nombre de "relación causal", que
establece claramente todos los derechos y obligaciones de las partes; en
cambio, la "relación cambiaria" nace entre el momento de emitir un título
valor y es abstracta porque no se señala su origen.
6.4. PRINCIPIO DE AUTONOMÍA:
Por este principio, las relaciones cambiarias existentes entre los sujetos que
intervienen en el título valor son independientes unas de las otras.
En consecuencia, si un título valor fue transferido a diversas personas
"tenedores", en distinto tiempo y circunstancia; cada una de esas relaciones
cambiarias que se van generando son independientes las unas de las otras. Así

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el último tenedor será considerado como el actual titular sin importar quién o
quiénes lo antecedieron.
6.5. PRINCIPIO DE LEGITIMACIÓN:
Al ser el título valor por naturaleza un bien mueble, la legitimidad la adquiere
quien lo posee; este es un requisito indispensable para ejercer los derechos
incorporados en él. La legitimidad tiene dos aspectos:
 Legitimación activa
 Legitimación pasiva
La buena fe es la condición para ser tenedor legítimo de un título valor, y
ellos encuentra en concordancia con el artículo 948º del Código Civil que
regula la adquisición de dominio del inmueble, el mismo que debe recibirse
de otro de buena fe y como propietario.
A. CONCEPTO Y CARACTERIZACIÓN
La legitimación es la calidad que tiene el tenedor de un título valor para
ejercitar el derecho incorporado en éste, por obtener judicial o
extrajudicialmente el cumplimiento de la obligación que lo contiene. La
legitimación se caracteriza por la identificación del titular del derecho
incorporado en un título valor. La consecuencia lógica para poder exigir la
prestación que incorpora el título es la exhibición misma del documento.
B. EXHIBICIÓN DEL TITULO
Pero la legitimación no solo impone la obligación de exhibir el título para
poder exigir el pago, sino que por pasiva el obligado no le puede
satisfacer la prestación a una persona que no le exhiba el documento, de
tal manera que la posesión del título de acuerdo con su ley de circulación,
unida a la exhibición, es igual a legitimación. La legitimación conduce
también a que para defender los derechos que incorpora un título valor sea
necesario exhibirlo, que nadie pueda invocar mejores derechos sin
respaldar sus alegaciones con la exhibición misma del título. Tal como lo
refleja el hecho de que el artículo 810 del Código de Comercio cuando se
está en presencia en un proceso de cancelación de un título valor, no
admite oposición si el tercero no presenta o exhibe el título.
Es la lógica consecuencia de que para defender los derechos incorporados
en un título es necesario exhibirlo, presentarlo. Pero no es una exhibición
o presentación de cualquier manera, porque ya lo hemos advertido que se
trata de una posesión calificada o cualificada, teniendo en cuenta la ley de
circulación. La legitimación plantea el interrogante de saber si quien
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exhibe el título para que se pueda legitimar debe ser a su vez el verdadero
propietario del derecho, o si por el contrario la ley se conforma con una
categoría un poco distinta como sería la del mero poseedor o la del simple
tenedor del documento. Cuando se plantea este interrogante no significa
que el propietario no pueda legitimarse o que no sea el primer llamado a
legitimarse.
Ordinariamente sucede que la exhibición del título por una determinada
persona está acompañada a su vez de la propiedad del derecho a esa
misma persona, de tal manera que la posesión y la propiedad coinciden.
En tal sentido, hay paralelismo entre el aspecto interno y externo, entre la
propiedad formal y la propiedad real, pero lo que se plantea más bien es si
una persona que no es propietaria del título puede legitimarse y la
respuesta tendrá que ser afirmativa, porque la ley exige simplemente que
quien exhibe el título sea poseedor, poseedor de acuerdo con su ley de
circulación.
C. POSESIÓN y PROPIEDAD DEL TÍTULO
En otras palabras, no exige la ley la propiedad, es decir, la coincidencia
entre la posesión del título y la titularidad del derecho. Así lo tiene
consagrado el artículo 647 cuando dice que se considera tenedor legítimo
a quien posea el título de acuerdo con su ley de circulación, y desde este
punto de vista se puede afirmar que la ley se conforma con el aspecto
externo, con la apariencia. En consecuencia, basta que formalmente quien
invoca derecho posea el título, lo exhiba de acuerdo con su ley de
circulación para que se le tenga como titular aunque en realidad la
propiedad pueda recaer en otra persona, lo cual induce a ratificar que en
esta materia prima la posesión formal sobre la posesión real, la propiedad
formal sobre la propiedad real, la apariencia sobre la realidad. Por ello no
es extraño observar el caso de que personas que no son verdaderos
titulares se pueden llegar a legitimar, porque cumplen con los requisitos
que impone la legitimación.
En síntesis, ordinariamente el propietario será el primer llamado a
legitimar, pero pueden darse casos en que el propietario no se pueda
legitimar por carencia del documento. Así mismo, la ley no exige la
coincidencia entre la propiedad y la legitimación dado que impone una
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categoría distinta como es la del mero poseedor de acuerdo con su ley de


circulación.
D. LEGITIMACIÓN POR PERSONAS NO TITULARES
El hecho de que personas distintas a su verdadero titular se puedan llegar
a legitimar, evidencia la gravedad que tiene para cualquier persona la
pérdida de un título valor máxime si se agrega que en nuestra legislación
quien ha sufrido el extravío, hurto o robo de un título valor, para poder
recuperar el documento tiene que recurrir a un proceso precisamente de
cancelación y de reposición. Si se puede legitimar una persona que no es
verdadero titular porque ha llegado a poseer el título por un medio
irregular, la legitimación nos plantea el interrogante de determinar la
conducta que debe adoptar el obligado cuando antes de pagar el título o en
el momento de tener que satisfacer la prestación incorporada en el mismo,
tiene noticias de la mala fe del tenedor.
En torno a la solución de este conflicto las posiciones son encontradas.
VIVANTE, consecuente con los efectos de la legitimación, es de la
opinión de que, aunque el obligado tenga noticias de la mala fe del
tenedor, en la medida en que el título cumpla con los requisitos propios de
la legitimación, debe pagar, porque es una consecuencia propia de la
legitimación. Por el contrario, ASCARELLI sostiene la tesis opuesta;
dice que en realidad resulta absurdo que a pesar de que el obligado tenga
noticias de la mala fe del tenedor, sea responsable en el pago del título por
el solo hecho de que está legitimado, en la medida que ello conllevaría a
sostener que la mala fe es fuente de derechos, cuando realmente siempre
se ha tenido como un vicio, como circunstancia que impide invocar
derechos.
Frente a estas dos posiciones antagónicas ha surgido la "teoría
oportunista", sostenidas por BONELLI y MESSINEO, quienes plantean
que cuando el obligado antes de pagar recibe noticias de la mala fe del
tenedor, lo primero que tiene que saberse es la· seriedad de tales noticias,
de dichos rumores y en segundo lugar, establecer si los hechos o las
circunstancias de donde se pretende derivar la mala fe del tenedor pueden
ser o no constitutivos de una excepción personal y además, si el obligado
está en posibilidad o no de reunir las pruebas que le permitan demostrar
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(en caso de ser demandado) que efectivamente el tenedor es de mala fe. Si


se reúnen estas circunstancias: veracidad y credibilidad de la información,
que los hechos realmente son constitutivos de una excepción personal y
que el obligado está en posibilidad de probar la mala fe del tenedor, el
obligado debe abstenerse de pagar; de lo contrario, debe pagar.
Pues bien, esta última posición parece ser la que acoge nuestro código, en
la medida que el numeral 13 del artículo 784 permite al demandado
proponer cualquier excepción personal contra el demandante, pero
cualquier excepción de él frente a su demandante. También apoyaría esta
tesis el hecho de que el mismo artículo, en su numeral 11, permite probar
y hacer prosperar la excepción de falta de entrega o entrega sin intención
de ser negociable un título valor, hechos que comprenden el extravío, el
robo, el hurto del título, o el abuso de confianza, pero siempre y cuando
que se trate de un tercero tenedor que no sea de buena fe exenta de culpa,
y obviamente nos está diciendo la norma que si se trata de un tercero que
es de buena fe exenta de culpa, pues no puede prosperar este tipo de
excepción.
Haciendo referencia a la legitimación de los títulos valores y a la
desconexión entre la titularidad y la tenencia ha dicho la Corte:
"El artículo 619 del Código de Comercio define los títulos valores como
aquellos "documentos necesarios para legitimar el ejercicio del derecho
literal y autónomo que en ellos se incorpora ...", concepto que pone de
presente, entre otras características, su fuerza o función, legitimadora, en
virtud de la cual invisten o facultan al tenedor legítimo, es decir, a quien
los "posea conforme a su ley de circulación" (artículo 647 ejusdem), para
que ejercite el derecho en ellos incorporado, inclusive, cuando de acuerdo
con las reglas del Derecho común, éste no sea el titular de los mismos,
particularidad que apareja, por consiguiente, la renuncia de cualquier
intento de indagación respecto de la propiedad del derecho.
De modo, pues, que "el significado pleno del concepto de legitimación
-ha dicho la Corte con apoyo en la doctrina-, lo da, precisamente, el hecho
de abstraerse totalmente de la investigación sobre pertenencia del derecho
de crédito que pueda corresponder al que ha sido admitido para ejercitarlo
... Así las cosas, el poseedor del título, amparado por la apariencia de la
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titularidad que le proporciona la circunstancia de ser su tenedor en debida


forma, está facultado, frente a la persona que se obligó a través de la
suscripción para exigir el cumplimiento de lo debido" (Casación del 23 de
octubre de 1979). En síntesis, la función legitimadora de los títulos
valores, usualmente justifica en la teoría de la apariencia, prescinde de la
demostración de la titularidad del derecho, para, en su lugar, habilitar al
tenedor para que ejerza el derecho en ellos incorporado mediante la
exhibición de los mismos, siempre y cuando, claro está, los posea
conforme a su ley de circulación.
Entendida en esos términos la función legitimadora de esa especie de
instrumentos, débase acotar seguidamente, que la misma adquiere una
doble connotación toda vez que, en un lado, inviste o faculta a quien
posee el título conforme a su ley de circulación, para ejercitar el derecho
en él incorporado (legitimación activa) y, de otro, la de, por regla general,
habilitar al deudor para pagarle a quien en las anotadas condiciones le
exhiba dicho documento.
La legitimación activa, como acaba de puntualizarse, presupone la
tenencia del título conforme a su ley de circulación; en consecuencia, en
tratándose de títulos al portador, en tenedor se legitima con la mera
exhibición del mismo (artículo 668 del Código de Comercio); si de títulos
a la orden se habla, además de la exhibición, deberá el tenedor acreditar la
serie ininterrumpida de endosos (art. 661 ídem), estándole vedado al
deudor, hay que destacarlo de una vez, exigir la comprobación de la
autenticidad de los mismos, aunque sí deberá identificar al último tenedor
y verificar la continuidad de los endosos (art. 662 in fine). Finalmente, en
el supuesto de que se trate de un título nominativo, se exige el endoso
acompañado de la inscripción en los libros del obligado. Por tanto, quien,
dependiendo de la naturaleza del título, lo posea en cualquiera de las
señaladas condiciones y lo exhiba al obligado, se legitima para ejercer el
derecho en él mencionado, sin necesidad de establecer su titularidad sobre
el mismo, pues de tal prueba se encuentra aliviado. Recae, así mismo, en
su favor, la presunción de ser poseedor de buena fe exenta de culpa,
condición que despunta en que contra él no pueden oponerse las

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excepciones de los numerales 11 y 12 del artículo 784 ídem, o sea las


relativas a su posesión, a la emisión del título, ni a las relaciones jurídicas
que le antecedieron; o lo que es lo mismo, no le son oponibles los vicios
concernientes a la emisión del instrumento valor ni los relacionados con
los actos de transmisión del mismo que la anteceden.
Desde el punto de vista del deudor (legitimación pasiva) la función
legitimadora trasciende en que para honrar su obligación, suele serle
suficiente exigir la exhibición del documento y verificar que el poseedor
del mismo lo detente conforme a su ley de circulación.
Despréndase de lo dicho "en el campo relativo a las normas que regulan
los títulos valores, deba distinguirse entre la persona que lo posee
materialmente, pudiendo hacer uso frente al deudor o suscriptor, de su
derecho cambiario, y el sujeto que, en realidad de verdad, es el propietario
del documento y por ende del derecho en él contenido o incorporado. En
ocasiones, claro está, existe plena identificación entre uno y otro sujeto,
pero en otras no dejará de presentarse la falta de coincidencia" (casación
del 23 de octubre de 1979).
Significa lo anterior, que puede darse la ruptura o separación entre el
titular del derecho cautelar (el propietario del instrumento), despojado del
mismo e impedido, subsecuentemente, para ejercitarlo, y la persona
legitimada para hacerlo, esto es, quien lo posee conforme a su ley de
circulación. En esa hipótesis, en caso de conflicto, valga la pena
anticiparlo, si ese poseedor legitimado es de buena fe, exenta de culpa, la
ley lo protege con excepcional preeminencia y tan paladinamente, por
cierto, que llega a negar la acción reivindicatoria en su contra (artículo
820 del Código de Comercio) e, inclusive, habiendo iniciado el
propietario el proceso de cancelación y reposición del título extraviado, su
pretensión naufraga si a ellas se opone dicho tercero, poseedor de buena
fe exenta de culpa.
La escisión anotada puede ocurrir por un acto voluntario del titular (como
cuando lo entrega en usufructo, depósito, prenda, etc.), o puede originarse
en un acto ajeno o contrario a su voluntad, como ocurre en los eventos de
pérdida o hurto del título, hipótesis en la cual, conviene distinguir entre
dos situaciones diversas la condición del primer adquirente (quien lo
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hurtó o lo halló) y la de un tercero tenedor de buena fe exenta de culpa del


mismo" (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia del
14 de junio de 2000, M.P. DI. JORGE ANTOONIO CASTILLO
RUGELES).
E. CONSAGRACIÓN LEGAL
Ahora, ¿dónde está consagrada la legitimación? Tiene diversas normas
que la recogen como característica esencial de los títulos valores. En
primer lugar, nos encontramos con el artículo 619, norma que define el
título valor como documento necesario para "legitimar" el ejercicio del
derecho. Pero el artículo 624 nos pone de presente cómo para ejercitar el
derecho se requiere la exhibición misma del título, porque la legitimación
en concordancia con la incorporación exige que por activa, para que
pueda exigir el derecho, debe exhibirse el documento, y la misma norma
agrega que si el título es pagado hay que devolverlo a quien paga.
También se ocupa de la legitimación el artículo 648, norma que después
de definir el título valor nominativo, señala que tratándose de estos títulos,
para que se otorgue la legitimación, además de la exhibición del título,
debe de existir cadena de los endosos, ser ininterrumpidos y que haya
coincidencia entre el titular que aparece en los libros del emisor y el título
mismo. En los artículos 661 y 662 se precisa cómo se puede legitimar el
poseedor de un título valor a la orden, porque, en primer lugar, advierte
que la cadena de los endosos debe aparecer ininterrumpida, formalmente
completa, sin solución de continuidad, pero además agrega que el tenedor
debe exhibir el título, debe identificarse plenamente, con la aclaración de
que el artículo 662 le prohíbe al obligado exigir la autenticidad de los
endosos. A él le basta que el tenedor, aparentemente, externamente se
legitime, exigiéndole el título de acuerdo con la ley de circulación.
El artículo 668 del Código de Comercio también hace una consagración
expresa de la legitimación cuando dice que tratándose de títulos valores al
portador el tenedor se legítima con la mera exhibición, con la sola
presentación física del documento. El artículo 810 advierte que si se
adelanta un proceso de cancelación de un título valor y un tercero se
quiere oponer, su oposición no será admitida si no exhibe el título.

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DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

El artículo 647 es también norma de inmensa importancia porque


categóricamente nos dice que se considera tenedor legítimo a quien posee
el título de acuerdo con la ley de circulación.
Tal vez hay tres normas que constituyen una excepción a la legitimación,
excepción en el sentido de lo aquí afirmado, respecto a que nadie puede
exigir el pago sin exhibir el título.
1. El artículo 696 del Código de Comercio establece que si vencida la letra, norma
aplicable para los demás títulos valores, no es presentada para el pago dentro de
los plazos previstos en el artículo 691, cualquier obligado puede entrar a
depositar el importe de la letra en un establecimiento bancario facultado para
recibir depósitos judiciales y el pago que haga descarga el título. Entonces, es
una norma que expresamente autoriza pagar un título valor, a pesar de que el
documento no es presentado, norma de excepción que busca evitar que la
situación del obligado se agrave seguramente ante la negligencia del tenedor en
presentarse a exigir el pago incorporado en el título.

2. El artículo 812, en la medida que prevé que en el evento de un proceso de


reposición y cancelación de un título valor, durante el transcurso del proceso el
título vence o ya estaba vencido, el actor debe pedirle al juez que requiera a los
obligados para que depositen el importe del título, y si los obligados se niegan a
hacer el depósito el actor puede legitimarse, puede entrar a exigir el depósito del
importe del mismo con la sentencia, es decir, la decisión judicial viene a sustituir
el documento mismo.

3. Un tercer caso de excepción se presentaría cuando se cancela un título (cheque)


y el demandado se niega a librar un nuevo cheque. Frente a esta circunstancia no
cabría solución distinta que quien adelante el proceso de reposición y
cancelación de un cheque, tenga que legitimarse exclusivamente con la sentencia
si a esto se agrega el hecho que a medida que el título entra en circulación
pueden surgir circunstancias personales, vicios que podrían afectar una
determinada relación jurídica y el título seguía circulando, a medida que se
produjera su negociación, lejos de depurarse no estaría haciendo cosa distintas
que recogiendo o acumulando defectos o vicios como sería el caso de que el
creador fuera incapaz por edad, el aceptante incapaz por demencia, un endosante
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“UNIVERSIDAD NACIONAL JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN”
DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

pudiera endosarlo a nombre de una persona jurídica sin existir personería, o


teniéndola sin poderes suficientes para hacerlo, y así sucesivamente, pues podría
pensarse que el título al circular estaba acumulando toda esa serie de defectos,
de vicios, y a medida que circulara más tenía la posibilidad de acumular, de traer
nuevos efectos. En otras palabras, se planteó la necesidad de idear unos
principios que impidieran que todo adquirente de un título valor fuera un simple
continuador de los derechos de su anterior titular o de su tridente, y además se
trató de idear que todo el que interviniera en un título valor para determinar si se
había obligado o no válidamente, pues se miraran exclusivamente las
circunstancias en que esa persona intervino en el título.

6.6. PRINCIPIO DE BUENA FE:

Significa que, al adquirir al título, deben tomarse las precauciones para asegurarse que
quien trasmite tenga poder de disposición del documento. El tercero de buena fe, al
adquirir el título, adquiere con él la propiedad.

6.7. PRINCIPIO DE CIRCULACIÓN:

El título valor ha sido creado para ser transmitido de una persona a otra, mediante el
endoso, en el caso de los títulos valores a la orden, o a través de la tradición o entrega;
en el caso de los títulos valores al portador, y en caso de los títulos nominativos a través
de la cesión de derechos.

El destino circulatorio del título valor es destacado por PINO CARPIO, cuando expresa
que el hecho de que el documento emitido no circule y se quede en poder del primitivo
girador, no atenta contra su destino, pues la esencia del título valor es que pueda
circular; más no que en realidad.

7. DETERMINACIÓN DE RESPONSABILIDADES E INCOMUNICABILIDAD


DE VICIOS Y EXCEPCIONES

Pero desde el punto de vista pasivo, la autonomía se explica indicando que cada
interviniente en un título valor contrae su propia obligación, contrae una obligación
independiente de los demás intervinientes y, en consecuencia, a él no lo beneficia ni está
llamado a afectado seguramente por el hecho de que la obligación o la relación jurídica

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“UNIVERSIDAD NACIONAL JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN”
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de otro interviniente no sea eficaz, porque la eficacia de su propia obligación no se va a


medir sino por las circunstancias en que intervino en el título y no bajo la circunstancia
de los demás intervinientes o de la persona que intervino concurriendo algún vicio o
defecto. De tal suerte que, para determinar la responsabilidad, el interviniente tuvo que
obligarse.

Obviamente, si cada relación jurídica se mide por la circunstancia en que sea asumida
cada relación jurídica es independiente y los vicios de esa relación jurídica no pueden
transmitirse a una relación jurídica diferente. Por ello se ha dicho que la autonomía se
sintetiza en la incomunicabilidad de vicios, de enfermedades, no hay contagio de
defectos, cada vicio de tipo personal circunscribe sus efectos, está llamado a repercutir
exclusivamente en la relación jurídica en que concurre y no en otra.

Así, si no hay comunicabilidad de vicios, de defectos, de enfermedades de tipo personal,


si no hay contagio, la conclusión es que tampoco hay comunicabilidad de excepción.

Si un interviniente no puede servirse de los vicios que afectan la relación jurídica de


otro interviniente, sencillamente no se podrá invocar ese vicio o defecto como
excepción, sino concurriendo en su relación jurídica el vicio que afecta la relación
jurídica de esa persona.

Así por ejemplo, si se crea una letra y el aceptante acepta siendo incapaz y luego la letra
entre en circulación, el creador de la letra, o sea el librador o girador, el día que sea
demandado no puede invocar el vicio de la incapacidad, ni un endosante puede invocar
el vicio de la incapacidad que concurre en el aceptante, de tal suerte que el librador o los
endosantes, a pesar de la incapacidad del aceptante, serán obligados a pagar y no podrán
exonerarse de responsabilidad alegando la incapacidad mencionada.

El vicio de la incapacidad del aceptante estará llamado a prosperar sólo en la medida en


que el aceptante sea demandado y ese aceptante invoque su incapacidad, y entonces, y
sólo entonces, como vicio que concurre en su relación jurídica, él si podrá servirse de
esa circunstancia para que sea exonerado de pagar, pero no los demás intervinientes, no
las demás personas en quienes no concurre el vicio de la incapacidad, en manera alguna
las demás partes que intervinieron en el título siendo plenamente capaces.

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DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

8. EN CONCRETO LOS TÍTULOS VALORES MÁS UTILIZADOS EN EL


TRÁFICO MERCANTIL SON:
- Letra de cambio

- Pagare

- Cheques

- Certificado Bancario de Moneda nacional y extranjera

- La Factura Conformada

- El Titulo Mobiliario Hipotecario Negociable

- El Warrants

- Factoring

- Leasing

- Conocimiento de Embarque

- Carta de Porte

- El valor de empresas en concurso

- La factura Negociable

- Certificado de Depósito

CONCLUSIONES

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 Los Títulos Valores contienen un derecho patrimonial, se puede señalar que son

como materiales físicos que se manifiestan a través de soportes de papel denominado

documento.

 En el Perú los títulos valores están regulados en la Ley Nº 27287 donde se da a

conocer que es un derecho mercantil que ejerce obligaciones, es decir, una serie de

documentos de muy diferentes características, pero que tienen algo en común: una

persona (el emisor), se compromete a efectuar determinada prestación en favor del

que resulte ser su legítimo tenedor.

 La declaración de ineficacia de un título valor, no solo tiene por efecto impedir

que un tercero pueda cobrar la obligación contenida en él sino principalmente, a que

el título del derecho pueda hacer.

 El título valor tiene documentos que lo representan, los cuales son: La letra de

cambio, el cheque, pagaré, título valor al portador, títulos valores nominativos, título

valor a la orden.

 Los títulos valores son una clase de documentos (documento entendido como

cualquier soporte que registre información, por tanto también incluye los títulos

valores desmaterializados) muy especiales que se usan con fines comerciales, son

especiales porque al estar en un documento facilitan la transmisión de los valores que

representan.

 Los valores que pueden representar los títulos valores son dinero (como por

ejemplo un cheque por S/ 1000.00, una letra de cambio por EUR 900.00 o un pagaré

por US$ 380.00) , otros representan derechos (como por ejemplo las acciones en las
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DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

sociedades anónimas, otorgan derecho de "propiedad" sobre la empresa y el derecho

a "votar" en las decisiones de la misma empresa) y finalmente otras representan

bienes (como por ejemplo el conocimiento de embarque que es el contrato de

transporte internacional que representa las mercancías que son exportadas de un país,

el warrant que representa las mercancías que están en un depósito o el título de

crédito hipotecario negociable que representa una casa). A manera general un título

valores es un título (un soporte material o desmaterializado/informático) que

representa un valor (en dinero, en derecho o en bienes).

 Un título valor tiene que tener requisitos de carácter como también particular, es

decir específicos a cada título valor.

 Los títulos valores incorporan solamente derechos patrimoniales, esto es de

contenido económico. Puede ser el pago de una suma de dinero, entrega de

mercaderías o derechos de participación.

 Ante la entrega de un título valor podemos distinguir dos obligaciones distintas

que son independientes y autónomas la una de la otra. Por un lado, la obligación

causal y, por el otro, la obligación cambiaria. La primera tiene su origen en la

relación causal de la que se deriva la entrega del título valor, mientras la segunda

deriva del título valor mismo.

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