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CARTILLA 2 el manejo del trauma introduccion

1. El cerebro es el órgano más maravilloso y valioso que tenemos. Gracias a él podemos pensar,
comunicarnos, amar, entender el mundo, experimentar emociones fuertes como el miedo y la rabia
que nos permiten despejarnos, y es el órgano que regula todos los otros sistemas y funcionamiento
de nuestro organismo.

2. Un buen desarrollo del cerebro necesita el cuidado de cinco determinantes especialmente en el


periodo crítico de los 1000 primeros días.

3. El cerebro se construye así mismo a medida que va interactuando con otras personas y con el
mundo. Cuando estas interacciones son dañinas, la persona va a tener limitaciones para su
funcionamiento cerebral a través de la vida. Si estas interacciones son muy intensas o repetitivas se
generan lo que se llaman traumas. Si la persona cuenta con apoyo apropiado puede superarse a esos
traumas, pero en caso contrario, esta persona tendrá una serie de problemas de salud física, de salud
mental, dificultades de aprendizaje, y posiblemente lo más doloroso incapacidades para poder
establecer relaciones seguras y muy significativas.

4. Se consideran que hay tres tipos de trauma: a) Traumas por eventos agudos súbitos que generan
intensas emociones de angustia y terror con intensos temores por su propia vida o por la vida de un
ser querido. b) Trauma por carencias graves en el proceso de desarrollo en alguno de los cinco
determinantes mencionados, como por ejemplo la carencia de apegos seguros. c) Traumas por
factores genéticos que es la transferencia de traumas colectivos de un grupo social o traumas
intensos que experimenta una persona, que modifican o silencian la expresión de algunos genes
haciendo que este trauma se transfiera a las siguientes generaciones. Es por ello que hoy se plantea
que todas y todos nos hemos cruzado una o varias veces con eventos o situaciones que tuvieron en
nuestro cerebro un serio impacto de trauma.

El trauma se manifiesta a través de la vida con expresiones de hiperreactividad del sistema


simpático como la hiperactividad, los trastornos de atención o las explosiones de rabia.
También el trauma se manifiesta con expresiones de hipoactividad del sistema parasimpático como
la depresión, el aislamiento, autovictimización, fatalismo, dependencia, etc.

Estas manifestaciones son fruto de la desregularización del cerebro que hace que las personas que
han tenido eventos traumáticos tengan dificultades serias para mantener relaciones placenteras y
sostenibles, dificultades para el aprendizaje y la productividad. Esta desregularización del cerebro
afecta especialmente el sistema del estrés y respuesta ante situaciones que puedan ser amenazantes,
el sistema de apegos que le permitan vivir en armonía, y el sistema inmunológico que le protege de
enfermedades tanto físicas como mentales. Es por eso que hoy las investigaciones muestran que las
diferentes enfermedades orgánicas tienen orígenes décadas atrás con las experiencias adversas en la
niñez. Igualmente, las investigaciones muestran que muchas enfermedades mentales tienen su
origen en eventos traumáticos experimentados años o décadas atrás.

Así como el cerebro es sensible a eventos o situaciones traumáticas, este cerebro también cuenta con
plasticidad para poder iniciar un proceso de sanidad y resiliencia ante el daño recibido.
Una persona o familia que ha experimentado trauma puede comprometerse a trabajar por su sanidad
buscando un manejo integrado del trauma a través del cuidado de los cinco determinantes del
desarrollo de la arquitectura cerebral.

Para que el esfuerzo de buscar la sanidad y resiliencia ante el trauma pueda ser sostenible y permitir
reinventar el proyecto de vida de la persona o la familia, es muy importante contar con una
comunidad sanadora que permita contar con apoyo y respaldo, especialmente en aquellos momentos
donde se produce desesperanza y fatiga en la búsqueda del cambio.

Las investigaciones en el neurodesarrollo muestran como nuestro cerebro está cableado para
entretejernos con otras personas, establecer vínculos, apegos seguros, relaciones mutuamente
enriquecedoras y, sobre todo, expresar y disfrutar de la empatía en esas relaciones. Las experiencias
traumáticas se complican más cuando la persona experimenta que está desconectada de aquellas
personas con las que debería estar disfrutando de una relación significativa y empática. La sensación
de estar desconectado, el no tener apegos seguros, de no ser comprendido o aceptado, agrava más la
desregularización del cerebro por los daños del trauma.

Comunidades sanadoras basadas en la expresión de empatía y la economía del cuidado, presentan


las condiciones más apropiadas para que los seres humanos podamos reinventarnos y superar gran
cantidad de daños recibidos en nuestras vidas previas.

Todos los seres humanos tenemos formas diferentes para conectarnos, nutrir apego s seguros, y
desarrollar nuestra capacidad de empatía. Es importante el diálogo frecuente en la familia, y otros
espacios de comunidades sanadoras para identificar esas formas diferentes de conectarnos e
identificar cómo podemos contribuir a enriquecerlas.

El desarrollo de la empatía y la economía del cuidado comienza con nuestra disponibilidad para
identificar las emociones de la otra persona, y las necesidades que están detrás de esas emociones
para que podamos responder pronto, apropiada y amorosamente a lo que está sucediendo en la otra
persona.

Familias y comunidades sanadoras manifiestan un compromiso para ser sensibles a las emociones de
las otras personas y aprovechar esas emociones para aprender formas más efectivas de conectarse y
cuidarse mutuamente. Relaciones saludables están basadas en un compromiso por el cuidado mutuo
en base a las necesidades de la otra persona, así muchas veces no podemos entender porque es tan
importante esa necesidad.
Comunidades sanadoras manifiestan un compromiso mutuo de poner las necesidades de las otras
personas por encima de las propias en un contexto de reciprocidad y compromiso por el bien común.

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