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Facultad de Psicología, Educación y Relaciones Humanas

Aproximaciones y Discrepancias
Entre Freud y Jung

Profesora: Ester Mayo

Alumnos: González Lucas, Roa Carla

Cátedra: Teoría Psicoanalítica II

Año: 2019
Introducción

En el siguiente informe nos proponemos desarrollar de manera acotada una serie de

conceptos fundamentales para el estudio y el abordaje del psiquismo humano, contrastándolos

desde una vertiente principal, luego bifurcada y representada por dos escuelas que desarrollaron

concepciones radicalmente irreconciliables. Hablamos del Psicoanálisis de Sigmund Freud y la

Psicología analítica -también llamada Psicología profunda- de Carl Gustav Jung. No pretendemos

agotar el tema en modo alguno, sino más bien presentar una comparación conceptual entre los

autores.

Consideramos esta una labor fundamental para comprender las implicancias de quienes

contribuyeron al reconocimiento del psicoanálisis a nivel internacional, así como las

desavenencias que fueron surgiendo entre el maestro vienés y aquel que durante algún tiempo

albergaría el título de sucesor del movimiento, aunque dicho nombramiento no prosperase. A

continuación veremos los motivos principales.


Desarrollo

En 1906, con el envío de sus “Estudios Diagnósticos de la Asociación” Jung inicia su

correspondencia con Freud, la cual continuó hasta 1913. Si bien nunca tuvieron plenas

coincidencias, tanto uno como el otro recorrían el mismo camino en la investigación del

psiquismo humano, y eso los unió fuertemente, hasta que diversos hechos que se fueron

sucediendo provocaron una ruptura.

Uno de los temas principales que motivó discordancias entre Freud y Jung era su diferente

interpretación de la teoría sexual, más específicamente aquello referido al concepto de libido; Por

un lado, Freud (1921) conceptualiza a la libido como “...una expresión tomada de la doctrina de

la afectividad. Llamamos así a la energía, considerada como magnitud cuantitativa —aunque por

ahora no medible—, de aquellas pulsiones que tienen que ver con todo lo que puede sintetizarse

como «amor»” (p.86). Entendiendo por amor a toda aspiración hacia la unión sexual, las cuales,

por una desviación a su meta, consagran otras formas, como por ejemplo la amistad o el amor

hacia los hijos, conservando sin embargo su motivación netamente sexual.

Jung (1963) por otra parte se refiere a la libido en términos de “energía psíquica”, en tanto

“…expresa un afán o impulso no inhibido por alguna instancia moral o de otra índole. La libido

es un apetito en su estado natural. Desde el punto de vista de la genética, lo que constituye la

esencia de la libido son las necesidades corporales tales como el hambre, la sed, el sueño, la

sexualidad, los estados emocionales, los afectos” (p. 147). Por ende la libido es considerada como

una energía indeterminada, ligada al interés que suscita las tendencias del ser humano a

determinados objetos, donde la sexualidad es simplemente una más de sus expresiones.


Otro punto de desencuentro entre estos autores comprende las apreciaciones disímiles que

ambos tenían acerca de los fenómenos inconscientes del psiquismo humano y su categorización,

a saber: En el caso de Freud, el “…inconsciente designa uno de los sistemas dentro del marco de

su primera teoría del aparato psíquico; está constituido por contenidos reprimidos, a los que ha

sido rehusado el acceso al sistema preconsciente-consciente por la acción de la represión”

(Laplanche y Pontalis, 2004, p.193). Ella recae únicamente sobre los representantes

representativos de la pulsión, en aquellos casos en que la satisfacción de una pulsión (susceptible

de procurar por sí misma placer) ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras

exigencias.

Jung, por otro lado, si bien reconoce la existencia de procesos inconscientes del

psiquismo humano, no se limita a la concepción freudiana de los mismos, sino que complementa

a estos -a los cuales localiza parcialmente en el inconsciente personal- el inconsciente colectivo;

afirma que “El inconsciente colectivo es el reservorio de nuestra experiencia filogenética,…o de

la especie…, albergando las pautas de nuestros comportamientos y las matrices o moldes de

nuestra conducta, tal y como se condensan en delicuescentes imágenes de sentidos virtuales”

(p.232). Los contenidos de este inconsciente colectivo son los arquetipos, patrones depositarios

de representaciones imaginarias simbólicas, que guardan semejanza en diversas culturas y

épocas, y pueden encontrarse en relatos mitológicos, religiosos, así como en obras artísticas,

tradiciones culturales y delirios psicóticos, entre otras expresiones del ser humano.

Un punto de coincidencia entre los autores, con respecto al estudio de los aspectos

inconscientes del psiquismo, es -parcialmente- el concepto de complejo, de hecho, Freud da

crédito de su empleo en los constructos teóricos del psicoanálisis a la escuela de Zurich, de la

cual Jung es uno de sus principales exponentes; a saber: corresponde a un conjunto organizado de

representaciones y de recuerdos dotados de intenso valor afectivo, parcial o totalmente


inconscientes. Un complejo se forma a partir de las relaciones interpersonales de la historia

infantil; puede estructurar todos los niveles psicológicos: emociones, actitudes, conductas

adaptadas. Sin embargo Freud lo utiliza con extrema cautela, en vistas de la popularidad que

empezaba a gozar entre sus contemporáneos en los círculos psiquiátricos y psicoanalíticos, se

limita a utilizarlo para su descripción del complejo de Edipo, que designa una estructura

fundamental de las relaciones interpersonales y la forma en que la persona encuentra en ella su

lugar y se la apropia. Jung, sin embargo hace una utilización del concepto mucho más amplia,

considera que “cada acontecimiento afectivo se convierte en un complejo.” Por lo que se permite

hablar de complejo materno o complejo de Electra entre otros, además considera que los

complejos son la vía regia hacia el inconsciente, ya que estos son los causantes de los sueños y

síntomas; y no así los sueños como afirmaba Freud. Cabe destacar que según Jung, el conjunto de

complejos de cada persona conforma su inconsciente personal.

Tanto Freud como Jung reconocen la existencia de procesos transferenciales en el

análisis, así como también en la vida cotidiana; a grandes rasgos estos procesos son entendidos

como un fenómeno en el cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro

de un determinado tipo de relación establecida con ellos y, de un modo especial, dentro de la

relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida con un marcado

sentimiento de actualidad. También mencionan la dificultad que puede suponer el manejo de

estos procesos, ya que tanto en su forma positiva como negativa, se ponen al servicio de la

resistencia, comprenden sin embargo, mediante el permiso de su subsistencia mensurada por

parte del analista, la más poderosa palanca del éxito en un análisis. Ambos escudriñan asimismo

la experiencia de fenómenos contratransferenciales en el análisis, los cuales consisten en procesos

inconscientes que la transferencia del analizado provoca en el analista.


Es destacable por ambos autores, la consideración de un análisis didáctico, es decir aquel

psicoanálisis a que se somete el que quiere dedicarse al ejercicio de la profesión de psicoanalista

y que constituye la pieza fundamental de su formación, con la finalidad de reconocer en sí mismo

los procesos inconscientes de su psiquis, así como facilitar el manejo de la transferencia y

contratransferencia con futuros pacientes. Tanto es así que la escuela de Zurich dictaminó como

exigencia un análisis didáctico a psicoanalistas en formación.


Conclusión

Luego de la presentación de esta comparación esquemática, en primera instancia podemos

aseverar que no ponemos en tela de juicio la validez de una escuela u otra, sino que entendemos

que se tratan de enfoques e incumbencias distintas dedicadas al estudio del psiquismo humano y

sus fenómenos. Como es sabido Freud vio en un primer momento en Jung a uno de sus más

férreos colaboradores, su experiencia en tratamientos de pacientes esquizofrénicos en la clínica

psiquiátrica de la Universidad de Zurich, así como sus llamativos trabajos sobre la asociación de

palabras no pudieron pasar desapercibidos por el maestro vienés, sumándole a esto su imperiosa

necesidad de hacer del psicoanálisis un movimiento internacional que trascendiese las fronteras

de Viena, ganándose así el tan anhelado reconocimiento de la comunidad científica. Jung

representó, al menos durante algún tiempo, no solo un discípulo de Freud, sino también un aliado

político del psicoanálisis; hasta que los intereses de ambos autores empezaron a disputarse en el

terreno de esta emergente disciplina. Primero la teoría sexual de Freud que causo tanto rechazo

entre sus contemporáneos, no sería excepción con Jung, luego, el gran interés que suscitaba en

este último las representaciones simbólicas de distintas mitologías y religiones, así como los

fenómenos de precognición y parapsicología, no podían menos que alertar a Freud acerca del

sustancioso motivo de ataque que podrían significar estos intereses de ser tratados en el campo

del psicoanálisis; ello fue suficiente para producir una ruptura que haría mella en ambos autores,

sin que eso les impidiese continuar construyendo sus edificios teóricos.
Bibliografía

 Freud, S. (1980). Obras completas, Volumen VII. Buenos Aires. Amorrortu.

 Jung, C. G. (1998). Símbolos de transformación. Buenos Aires. Paidós.

 Jung, C.G. (2011). Obra completa, Volumen IV. Madrid. Trotta.

 Laplanche, J. y Pontalis, J. B. (2004). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires.

Paidós.

 Ortiz Osés, A. (1988). C. G. Jung: Arquetipos y Sentido. Universidad de Deusto.

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