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Introducción

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de Derechos
Humanos contando con 48 votos a favor y 8 abstenciones por parte de países del bloque soviético. Ninguno se opuso. El
contexto en el que se generó (fin de la II Guerra Mundial, inicio de la Guerra Fría y del proceso de descolonización en África,
entre otros hechos sobresalientes de la historia de Occidente) imponía un quiebre y un alto a la barbaridad humana y sentó
las bases para la constitución de un orden internacional basado

La Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) es superadora de la anterior Declaración Universal de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano (1789), puesto que proclamaba el carácter universal de los derechos y no sólo dependía de los
Estados-Nación para su cumplimiento. Sin embargo, se hace necesaria la acción estatal en tanto garante de los derechos.
Los derechos negativos destierran y excluyen al gobierno, protegen la libertad, son privativos u obstruccionistas, ofrecen
refugio contra el gobierno. Por otro lado, los derechos positivos exigen la acción del gobierno, impulsan la igualdad,
reasignan riqueza y contribuyen a la construcción de equidad social. La ausencia de Estado significa ausencia de derechos, y
en la práctica un derecho legal sólo existe en tanto tenga garantizado costos presupuestarios, es decir, si hay una estructura
detrás tendiente a garantizar su satisfacción
No es posible hablar de derechos de las personas, o derechos humanos como comúnmente se hace referencia, sin
reflexionar acerca del Estado.

¿Qué es el Estado Moderno?


El Estado moderno: el componente específicamente político de la dominación en una sociedad territorialmente delimitada.
Al adjetivar al Estado como moderno hacemos referencia a que no todo instituto de dominación política es pasible de ser
denominado Estado.
La estructura a la que se hace referencia como “Estado” tiene sus orígenes en la sociedad burguesa capitalista (en los siglos
XV y XVI) donde se generan dos formas sociales básicas en las que se objetiva la interrelación social: el valor, que se
expresa en el dinero (lo económico), y la forma política, que se expresa en la existencia de un Estado separado de la
sociedad

Al definir al Estado como un componente (o más cabalmente como un instituto) de dominación política refiere por
dominación a la capacidad, actual y potencial, de imponer regularmente la voluntad sobre otros, incluso pero no
necesariamente contra su resistencia; y a lo político lo entiende como una parte analítica del fenómeno más general de la
dominación: la que se encuentra respaldada por la supremacía en el control de los medios de coerción física en un territorio
delimitado. La dominación es relacional en tanto es una modalidad de vinculación entre sujetos, y es intrínsecamente
asimétrica puesto que es una relación de desigualdad.

Dicha asimetría se produce a partir de dos dimensiones: las posiciones en la estructura social que ocupan las personas a
partir de formas de ejercicio del trabajo, y de creación y apropiación de su valor; y del control diferencial de ciertos recursos
por parte del Estado. Dichos recursos son:
1) el control de los medios de coerción física;
2) recursos económicos;
3) control de recursos de información;
4) el control ideológico, aquél mediante el cual el dominado asume como justa y natural la relación asimétrica de la que es
parte, y por lo tanto, no la entiende ni cuestiona como dominación

Es el control ideológico, por mucho, el recurso más eficiente en términos del mantenimiento de la dominación. En
contraposición, la coacción es el recurso más costoso y presupone que ha fallado el control ideológico.
La característica distintiva del capitalismo en la cual el trabajador está desposeído de los medios de producción hace que -al
mismo tiempo- el capitalista esté desposeído de los medios de coacción. Dicha separación entraña la emergencia de un
tercer sujeto cuya especificidad es el ejercicio de la supremacía de la coacción: el Estado, que a través de sus instituciones
garantiza las relaciones de dominación.

Al ser garante de la sociedad capitalista, el Estado es articulador y organizador de la sociedad Uno de los instrumentos a
través del cual el Estado moderno ha logrado su expansión es el derecho racional-formal (en contraposición al derecho
divino, que justificaba las anteriores formas de dominación). El derecho racional-formal nació juntamente con el modo de
producción capitalista y ha sido un elemento central de la codificación de la dominación al consagrar y respaldar
coactivamente la propiedad privada, las relaciones de producción y la reproducción económica y social.
Se considera al Estado capitalista como la primera forma de dominación política que postula su fundamento en la igualdad de
los sujetos (en tanto ciudadanos) en su territorio. Esta igualdad -abstracta- convierte a la ciudadanía (atributo de pertenencia
a la comunidad política) en la máxima expresión de la negación de la dominación en la sociedad. El ejercicio de la ciudadanía
contribuye a la formación del poder estatal corporizado en derechos e instituciones. Al mismo tiempo, la democracia
(representativa) se ha erigido como la forma de organización política de la sociedad capitalista por excelencia

El Estado moderno es una construcción histórica que contribuyó a demarcar la nación, entendida como “[...] el arco de
solidaridades que une al ‘nosotros’ definido por la común pertenencia al territorio acotado por un Estado”

La existencia del Estado es verificable a partir del desarrollo de un conjunto de atributos o capacidades que definen la
“estatidad” -la condición de “ser Estado”-. Se trata de cuatro capacidades que pueden ser resumidas como:
1) la capacidad de externalizar su poder, es decir, la posibilidad de obtener el reconocimiento como unidad soberana dentro
de un sistema de relaciones interestatales;
2) la capacidad de institucionalizar su autoridad, en tanto impone una estructura de relaciones de poder que garantice el
monopolio sobre los medios de coerción;
3) la capacidad de diferenciar su control a través de diversas y variadas instituciones con reconocida legitimidad que
garanticen la extracción de recursos de la sociedad; y por último
4) la capacidad de internalizar una identidad colectiva a partir de símbolos generadores de pertenencia y solidaridad que
refuercen los mecanismos de dominación

Relacionado con ello, el Estado moderno debe contar, al menos, con los siguientes componentes: un territorio
delimitado en el que garantizar su soberanía; ciudadanos de la nación; la dominación política entendida como la
capacidad, actual y potencial, de imponer regularmente la voluntad sobre otros, incluso pero no necesariamente
contra su resistencia; un cuadro administrativo que haga efectiva las tareas emanadas de los poderes públicos; y el
monopolio de la fuerza física.

Estado de derecho
Se trata de una conformación socio-histórica que tiene sus orígenes en la Europa moderna donde el Estado se valió de un
conjunto de normas de conducta y de organización que tienen por contenido la reglamentación de relaciones fundamentales
para la convivencia y la supervivencia del grupo social. Dicho ordenamiento normativo del derecho se diferenciaba de las
otras formas de ordenamiento normativo existentes hasta ese momento al recurrir en última instancia a la fuerza física para
obtener el respeto y cumplimiento de las normas, para hacer efectivo o eficaz el ordenamiento en su conjunto.

Estado de derecho: un ordenamiento normativo coactivo. El derecho se convierte en el elemento ordenador-estructurador


del Estado y sólo será garantizado por la fuerza física impuesta por aquél. Dicha característica será la que genere las
garantías esenciales para el desarrollo de la sociedad.

A partir del ordenamiento jurídico, la compleja red de reglas, de la que las normas constitucionales -escritas o no- son el
techo o los cimientos, las leyes, los reglamentos, las previsiones administrativas, así como el conjunto de los poderes que
son ejercidos en el ámbito del Estado son aceptados como poderes legítimos por los ciudadanos.

Weber concibe al Estado moderno como el estado en que la legitimidad del poder depende de su legalidad, la constitución
del poder legal como aquél que recibe su propia legitimidad por el hecho de ser ejercido en conformidad y en el ámbito de
reglas preconstituidas, y por lo tanto presupone órganos delegados a la producción y a la continua modificación de las reglas,
como son justamente los órganos legislativos

Constitución política
La Constitución Nacional se trata de un documento formal que concentra principios organizativos característicos de un
Estado. Es la principal ley del Estado, por eso, también se “la denomina Ley Fundamental o Suprema”. Las primeras
constituciones surgieron con el objetivo de limitar abusos de poder y garantizar una serie de derechos fundamentales de las
personas.
funciones que cumplen:
• Constitutiva: atestigua ante la comunidad internacional el surgimiento de un nuevo componente que se afirma como sujeto
con pleno derecho de la misma.
• Estabilización y racionalización: de un determinado orden del poder en tanto provee una base coherente y racional para los
titulares del poder político.
• Legitimación: a partir de lo establecido en ella misma.
• Propaganda y educación política: en tanto contiene no sólo normas organizativas sino sobre todo principios de dirección e
impulsos de activación de las sociedades

En la Argentina, desde el punto de vista formal esa constitución tuvo su sanción en el año 1853 en Santa Fe, cuando
después de un largo proceso de encuentros y desencuentros los constituyentes dictaron nuestro ordenamiento jurídico
fundamental, denominado “Constitución de la Nación Argentina” la que nos rige hasta nuestros días, con sus distintas
reformas (en los años 1860; 1866; 1898, 1949, 1957 y 1994).
Cada Estado tiene su constitución, y ésta es el resultado de la construcción y contenido, producto y consecuencia de su
historia, sus raíces, sus valores, ideales, creencias, principios. Por ello, esa Constitución de 1853 es la Constitución del
pueblo argentino, que -desde su gestación- amalgama esas tradiciones, valores, ideales, fijando claramente un sistema
político que se asienta en la república, la democracia, el federalismo como forma de estado, y en el reconocimiento de las
libertades fundamentales.

Supremacía Constitucional y control de constitucionalidad


Ahora es importante destacar que esa Constitución integra el ordenamiento jurídico del Estado y se compone por distintas
normas; entre ellas, podemos nominar, además de la Constitución Nacional, a los tratados internacionales, las leyes
nacionales, los Decretos presidenciales, las constituciones provinciales, las leyes provinciales, los Decretos del Gobernador,
las Cartas Orgánicas municipales, las Ordenanzas Municipales, entre otras. Al respecto, la supremacía constitucional implica
reconocer una jerarquía de esas normas dentro del ordenamiento jurídico tienen ya que no todas ellas tienen el mismo nivel
o jerarquía. Por ello, cuando nos referimos a “supremacía constitucional”, diremos que entendemos por ella al valor y
consideración jurídica y política que le asignamos a la Constitución en un Estado, tanto desde el punto vista formal como
sustancial.
Es asignarle el valor y jerarquía a esa Constitución como ley de leyes, ley máxima dentro del ordenamiento jurídico político
del Estado. Reconocer a la Constitución como “Ley fundamental [...] exige o presupone que todos los actos estatales y
demás normas dentro del sistema jurídico deben ser compatibles, concordantes y coherente con esa Constitución del
Estado.
Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias
extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ella
Los tratados Internacionales
Un tratado o pacto surge como la expresión de la voluntad del Estado argentino de acordar, asumir y comprometerse con
otras Naciones, Estados, organizaciones internacionales y/o la comunidad internacional sobre determinadas materias o
temáticas que interesan al Estado como parte de su política internacional, lo cual exige la participación y expresión de la
voluntad del Poder Ejecutivo (Presidente de la Nación) y del Poder Legislativo (Congreso de la Nación).
Conforme nuestro sistema constitucional, una vez suscripto el tratado, acuerdo, convención, etc. en sede internacional,
requiere de un proceso posterior de aprobación en el orden interno, que reside en competencia del Congreso de la Nación.
Posteriormente, se inicia una tercera fase de ratificación internacional en donde importa poner en conocimiento la decisión
interna mediante el depósito de instrumento correspondiente conforme lo indique el tratado.

Pacta sunt servanda conlleva que “Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe” “Una
parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado”

Más allá de las particularidades de cada tratado, pacto, convención, etc., cuando nos detenemos en aquellos que son de
“Derechos Humanos” éstos implican al Estado asumir obligaciones en la protección de estos en sus jurisdicciones.

Tratados de Derechos Humanos


Los tratados, declaraciones, pactos, convenciones de Derechos Humanos en cualquiera de sus denominaciones se asientan
como base en el reconocimiento de la dignidad humana, la libertad, igualdad, justicia, progreso, bienestar, la paz del mundo,
como así también en algunos de ellos, fijan órganos de protección de esos derechos y libertades fundamentales
Dos tipos de tratados de Derechos Humanos: los de Derechos Humanos con Jerarquía Constitucional, y los de Derechos
Humanos sin Jerarquía Constitucional.

Teniendo presente el régimen constitucional de aprobación:


- Para los tratados-convenciones de Derechos Humanos sin jerarquía constitucional se requiere para su aprobación
por el Congreso el voto de la mayoría absoluta de cada cámara

- Para aquellos con jerarquía constitucional se requiere una doble aprobación por parte del Congreso: la primera,
como cualquier tratado (mayoría absoluta de cada cámara) y, luego, se requiere el voto de 2/3 partes de los
miembros totales de cada cámara para adquirir jerarquía constitucional

Teniendo presente su jerarquía: todo tratado tiene jerarquía superior a las leyes para luego agregar que en materia de
derechos humanos se mencionan los dos anteriores
- Para los tratados-convenciones de Derechos Humanos con jerarquia constitucional los podríamos ubicar en el
mismo nivel de la Constitución nacional.
- Para los tratados-convenciones de Derechos Humanos sin jerarquía constitucional estan por debajo de la
constitucion nacional.

Si elaboramos un orden de prelación o jerarquía de las distintas normas que integran el ordenamiento jurídico argentino, en
el primer lugar de esa línea superior ubicaríamos a la Constitución Nacional, pero que en virtud de lo expuesto
precedentemente en igual rango situaríamos a los tratados de Derechos Humanos con jerarquía constitucional. Un escalón
más abajo a los demás tratados, acuerdos internacionales, incluyendo los de derechos humanos sin jerarquía constitucional,
los de integración emergentes del artículo 75 inciso 24 de la Constitución Nacional, y demás acuerdos o concordatos; luego
las leyes nacionales, los decretos del Poder Ejecutivo Nacional, etc.

Tratados de Derechos Humanos con jerarquía constitucional


la reforma constitucional del año 1994 ha receptado en el texto constitucional en su artículo 75 inciso 22 toda una serie de
tratados, declaraciones, pactos y convenciones internacionales de Derechos Humanos a las que les ha reconocido jerarquía
constitucional1 y otros, que si bien no están en el inciso mencionado, el Congreso de la Nación Argentina por mandato
constitucional le ha reconocido esa jerarquía

El reconocimiento con jerarquía constitucional de 1994 del derecho internacional de los derechos humanos no es sinónimo
de ejercicio real y efectivo de los derechos, pero si es una conquista inestimable, un paso superador en ese camino, en
donde la democracia es cimiento de mayor solidez y el rol de los Estados es decisivo para alcanzar la plena operatividad.

¿Qué son los Derechos Humanos?


El reconocimiento y pleno ejercicio de los derechos y libertades fundamentales dependen de su relación con el poder. Los
derechos humanos y las instituciones de un Estado tienen correspondencia con la democracia, la república, con el Estado de
derecho. La lucha del ser humano fue la lucha por su libertad y en ese camino uno de los principales frenos, estorbos o
escollos fue el poder. Esa lucha por la libertad, por el reconocimiento de sus derechos básicos y elementales fue un largo
proceso que atravesó por distintos estadios con un avance paulatino con, además, instancias de retrocesos como por
ejemplo la implantación de los regímenes totalitarios .

En este devenir es posible reconocer de manera diferenciada al menos cinco momentos de lucha del ser humano contra el
poder.
El primero de ellos podríamos denominarlo de negación, es decir, donde sus derechos y libertades eran prácticamente
escasos o inexistentes.
En un segundo momento, cuando comienzan a aparecer las primeras manifestaciones de reconocimiento de derechos y
libertades básicas y elementales que emergieron en forma de declaraciones (Carta Magna, de 1215; Intrument o goverman;
Habeas Corpus Act) o en algunos casos otorgadas bajo presión popular
Un tercer momento, de carácter legislativo, es decir, su reconocimiento a través de leyes, en donde los Parlamentos
comienzan a plasmar esos derechos y libertades en normas escritas (leyes).
Un cuarto momento, que podríamos denominar de Constitucionalización de los Derechos y Libertades, se da cuando los
Estados plasman esos derechos y garantías en la Constitución del Estado.
Un quinto momento, superador, se da cuando ese reconocimiento supera las barreras de las fronteras de los Estados, y
conlleva el reconocimiento en sede internacional. En otras palabras, cuando la comunidad internacional comienza a receptar
en declaraciones, convenciones, tratados internacionales, pactos.

Claramente afirmaba que no basta la existencia de una constitución para que un estado pueda denominarse constitucional,
como Estado de derecho, sino que es necesario que esa constitución cumpla una función limitadora del poder y
garantizadora de los derechos y libertades fundamentales.

El proceso verdadero de internacionalización de los derechos humanos se da recién con el fin de la Segunda Guerra Mundial
y la creación de Naciones Unidas. El objeto principal fue asegurar el derecho a la paz y la protección internacional de los
derechos humanos.
Por primera vez, sin importar raza, religión, edad ni género, se garantizaron a las personas derechos jurídicamente
reconocidos internacionalmente, al punto de que se pueden oponer a la prepotencia de los Estados.

Aunque no contamos con un punto de partida o un criterio unitario para decir a ciencia cierta qué son los Derechos Humanos,
la conciencia colectiva de los individuos y de los pueblos, que los han concebido -tal vez muy intuitivamente- como aquellos
que son indispensables para lograr la realización plena e integral de la dignidad humana o, su sentido más amplio, para
lograr el ideal común de la Humanidad”
En tanto, Naciones Unidas afirma que “Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin
distinción alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición. Entre los derechos
humanos se incluyen el derecho a la vida y a la libertad; a no estar sometido ni a esclavitud ni a torturas; a la libertad de
opinión y de expresión; a la educación y al trabajo, entre otros muchos. Estos derechos corresponden a todas las personas,
sin discriminación alguna”.

En consonancia con Nikken (1994), Aguilar, Astudillo, y Calzón Fernández (2012) destacan que en cuanto a los niveles de
obligaciones de los Estados es posible diferenciar: • La obligación de respetar: exige que los Estados se abstengan de
interferir directa o indirectamente en el disfrute de los derechos. • La obligación de proteger: requiere que los Estados
adopten medidas para impedir que terceros interfieran en la aplicación de las garantías que se encuentran en los pactos y
tratados de derechos humanos.

• La obligación de respetar: exige que los Estados se abstengan de interferir directa o indirectamente en el disfrute de los
derechos.
• La obligación de proteger: requiere que los Estados adopten medidas para impedir que terceros interfieran en la aplicación
de las garantías que se encuentran en los pactos y tratados de derechos humanos.
• La obligación de cumplir o garantizar: requiere que los Estados adopten medidas apropiadas con todos los medios a su
alcance, tanto a nivel legislativo, administrativo, presupuestario y judicial, para dar plena efectividad a los derechos.
• La obligación de promover: requiere de los Estados la implementación de medidas a largo plazo y la previsión de la garantía
de los derechos en un futuro

Los derechos humanos tienen las siguientes características:


• Integrales e indivisibles: se los llama interdependientes o complementarios –ya que dependen unos de los otros y se
complementan entre todos–. La integralidad de todos los derechos implica que no son jerarquizables y que están
interrelacionados.
• Inalienables y universales: todos y todas somos sujetos de derecho por el solo hecho de haber nacido. La universalidad se
basa en el principio de no discriminación.
• Históricos y progresivos: son el resultado de las luchas de diferentes sectores sociales a lo largo de toda la historia. Es por
esto que también se caracteriza a los derechos como acumulativos/progresivos e irreversibles
• Trasnacionales: no dependen de la nacionalidad o del territorio donde esta persona se encuentre, los derechos humanos
están por encima del Estado y su soberanía.
• Exigibles: el respeto de los derechos humanos representa para el Estado una obligación de resultado. De no ser así, la
sociedad puede reclamarlos ante el mismo Estado y, en caso de no ser oída, ante instancias supranacionales, como las
Naciones Unidas, y otros organismos de protección que veremos más adelante. En este sentido, los derechos son
justiciables.

Las generaciones de Derechos Humanos


Todos, por su objeto y naturaleza, revisten entidad y son fundamentales más allá del tiempo y notoriedad de cada uno en
contexto determinado. Las clasificaciones en generaciones responden más a la secuencia temporal de su aparición y
reconocimiento que a otros aspectos

No olvidemos que el constitucionalismo moderno surgió como reacción contra el absolutismo monárquico, y que en el diseño
del nuevo Estado democrático plasmó lo que entonces resultaba viable y apetecible. Así aparecen los derechos civiles y
políticos [...] pero los seres humanos no somos inertes, sino que poseemos capacidad para progresar hacia el bien, sin que
ello implique arrojar por la borda lo que hasta entonces dábamos por bien adquirido. El empalme de una generación de
derechos con la otra nos proporciona un rico pluralismo democrático

clasificación de los derechos humanos

• Los derechos que refieren a la personalidad del individuo requieren una esfera de arbitrio o licitud : libertad personal, de
pensamiento, de religión, de reunión, libertad económica.
• Los derechos civiles obligan al Estado a una actitud de abstención (de no hacer), a una actitud de no impedimento. Son una
libertad por…
• Los derechos políticos son los más vinculados a la formación del Estado democrático-representativo e implican una
participación de los ciudadanos en la dirección política del Estado (libertad de asociación en los partidos, derechos
electorales).
• Los derechos sociales implican un comportamiento activo por parte del Estado al garantizar a los ciudadanos una situación
de certidumbre

Los derechos de primera generación tratan esencialmente de la libertad y la participación en la vida política; son
fundamentalmente civiles y políticos, y sirven para proteger al individuo de los excesos del Estado. Entre los derechos de
segunda generación suelen agruparse aquellos relacionados con la equidad. Además de los sociales, se incluyen a los
económicos y culturales. Entre los de tercera generación se encuentran los vinculados con la solidaridad, es decir, aquellos
que se caracterizan por su incidencia en la vida de todos, a escala universal, por lo que precisan para su realización de una
serie de esfuerzos y cooperaciones en un nivel planetario. Entre la literatura especializada algunos autores han comenzado,
sin consenso aún, a dar cuenta de los derechos humanos de cuarta generación haciendo referencia al medio ambiente,
aspectos relacionados con la bioética y las nuevas tecnologías,

- El Estado como garante de derechos y el rol de la comunidad internacional


Los Estados son los únicos capaces de garantizar los derechos humanos a toda la población. El titular de los derechos es la
persona y el que los debe garantizar es el Estado. De la misma forma, es el Estado el único capaz de violar los derechos.
Puede hacerlo por acción o por omisión. Los viola por acción cuando genera actividades que van en contra de los derechos
de sus habitantes [...] Y los viola por omisión cuando, por su no accionar, los ciudadanos ven afectados sus derechos (por
ejemplo cuando el Estado no establece políticas educativas tendientes a eliminar las desigualdades en el acceso,
permanencia y egreso de los sectores populares al sistema educativo, dejando “librada” la responsabilidad de educarse a las
condiciones sociales de cada sector de la población”

CLASE 4

Mecanismos de protección de los Derechos Humanos

El reconocimiento formal de un derecho no necesariamente es sinónimo de ejercicio real del mismo. Para ello, es necesario
que se brinde a sus titulares toda una serie de herramientas, instrumentos o garantías para que en caso de desconocimiento,
restricción o violación, esos derechos puedan ser asegurados, protegidos y garantizados. Esas garantías o mecanismos de
protección pueden emerger desde el orden jurídico interno de los Estados o del orden internacional. El espacio primario de
reconocimiento, garantía y protección de los Derechos Humanos es en el ámbito interno de los Estados, y en caso de
falencias, desconocimiento, se activan los ámbitos de protección externo del Estado nacional.

Principales instrumentos internacionales que reconocen derechos humanos establecen procedimientos protectores:
Las Declaraciones Americana de Bogotá y de las Naciones Unidas de 1948
El Convenio de Roma de 1950
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos constituido en 1959
Los Pactos Internacionales de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; y de Derechos Civiles y Políticos de 1966
La Convención Americana sobre de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) de 1969
Los demás documentos internacionales que nuestra constitución Nacional en virtud del artículo 75 inciso 22 le otorgó
jerarquía constitucional en 1994
El Estatuto de la Corte Penal Internacional, de Roma en 1998.

Ejemplificaciones en materia de Derechos Humanos


Abordaremos los derechos humanos y/o fundamentales reconocidos en los tratados internacionales a los cuales el Estado
argentino ha otorgado jerarquía constitucional.

Libertad, igualdad y no discriminación


Su valor, entidad y relevancia hacen que sean considerados esenciales para el desarrollo integral en la vida del ser humano.
Además, libertad e igualdad también se relacionan y vinculan con la discriminación, ya que los primeros son indicadores de
ésta cuando se desconoce, menoscaba o viola la libertad e igualdad de las personas.
La historia del ser humano fue la historia por la lucha de su libertad, como así también en lograr un trato igualitario entre sus
pares. “La igualdad, junto con la libertad, son los dos principios básicos del sistema de protección de los derechos
fundamentales [...] son conceptos diferentes ya que se afirma que la libertad es un ‘estado’ mientras que la igualdad, en
cambio, es una ‘relación’

“La libertad, como expresión de la necesidad espiritual y física más elemental del hombre, trasciende el marco individual
para proyectarse en la esencia de la organización política global, y constituir la razón de ser de un Estado de derecho en el
proceso del movimiento constitucionalista [...] es un atributo de la persona, y el derecho es el procedimiento e institución
establecido por la ley positiva para hacer efectiva esa libertad jurídicamente. Así la persona es titular de libertades jurídicas
que se traducen en derechos dentro del ámbito de la convivencia social”

Ya encontramos que en el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos se afirma que la libertad, la justicia
y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de
todos los miembros de la familia humana. No obstante, la igualdad ante la ley conlleva a reconocer que existen
desigualdades de distinto tipo en el seno de la vida en sociedad.

frente a las desigualdades [...] una es la misión del derecho a partir del derecho constitucional, de compensar con
razonables y justas disposiciones jurídicas esas desigualdades; y otra es la misión del Estado, creando condiciones
económicas-sociales que ofrezcan a sus habitantes un suficiente bienestar, una real igualdad de oportunidades para la
efectiva vigencia de la libertad y el ejercicio de los derechos.

Esta igualdad debe ser entendida como rechazo de excepciones o privilegios en igualdad de circunstancias o condiciones.
Por ello, más allá de la igualdad formal, preocupa la igualdad real, y en definitiva, cómo superar las barreras u obstáculos en
la práctica.

e “El principio de igualdad y no discriminación presente en la Constitución Nacional desde su origen fue escasamente
aplicada por los tribunales de justicia durante varios años. Su eficacia plicada por los tribunales de justicia durante varios
años. Su eficacia —finalmente— se hace sentir en el ámbito del derecho del trabajo, de la mano de los tribunales laborales
deciden aplicar, a los casos de despido discriminatorio ordenando no sólo la indemnización de los daños y perjuicios
producidos sino también la reinstalación del trabajador ilícitamente despedido. Es también en este ámbito en el que la Corte
Suprema de Justicia argentina comienza a ‘irradiar’ el principio de igualdad y no discriminación en las relaciones inter
privados

Todas las variables de acciones o políticas de Estado en la materia tienen como objeto alcanzar la igualdad, equidad, justicia,
respeto y dignidad de la persona

“El punto central del problema es que tratos iguales (leyes iguales) no producen éxitos iguales (igualdad en el éxito); de lo
que se deduce que para ser iguales (más iguales) se necesitan tratos desiguales (leyes seleccionadas y discriminaciones
compensatorias)

De allí que surgen determinadas configuraciones jurídicas que intentan atenuar o


reducir las desigualdades de origen, siendo denominadas “acciones positivas”. La
igualdad ante la ley o la igualdad a través de la ley no hace otra cosa que reconocer las desigualdades generadas por la
naturaleza.
Lo que se pretende con las acciones positivas es corregir o suprimir aquellas conductas que por acción u omisión resultan
discriminatorias. Tienen por objeto superar la igualdad formal en pos de una igualdad real de trato para determinadas
personas que requieren intervención del Estado de forma particular como niños, personas con discapacidad, mujeres,
minorías, grupos vulnerables, entre otros

Libertad de expresión
Esa libertad de expresión comprende la facultad de todo individuo de exteriorización de sus pensamientos, ideas, valores,
creencias, como así el derecho a no expresarse. la libertad de expresión y de información es un derecho humano esencial,
no solo para la vida del hombre y de la sociedad, sino además como pilar fundamental del Estado social y democrático de
derecho” “En el sistema democrático todos tienen el pleno derecho a expresarse y a informarse como medio para el
progreso cultural y ético de cada uno y de todos; porque la libertad de expresión aún con sus excesos, muchas veces se
constituye en instrumento de ‘los que no tienen voz’, o normalmente no son escuchados”

Nuestra Constitución nacional consagra la libertad de expresión sin censura previa, pero libertad de expresión sin censura
previa no es sinónimo de impunidad, ya que toda persona deberá responder civil o penalmente si correspondiere si en ese
ejercicio de libertad de expresión generó daños.

Es preferible todas y las más diversas de las voces, pensamientos e ideas, que una o algunas aunque se considere ésta la
mayor verdad absoluta. A mayor libertad de expresión menos riesgos de autoritarismos, de violación de derechos humanos.
La libertad de expresión contribuye a una sociedad más informada, culta, educada, pensante, crítica, reflexiva y con mayores
herramientas disponibles para elegir, vigilar, y controlar a quienes ejercen el gobierno.

Migraciones y derechos humanos


La Organización Internacional para las Migraciones, organismo parte del sistema de las Naciones Unidas, define a un
migrante como cualquier persona que se desplaza o se ha desplazado a través de una frontera internacional o dentro de un
país, fuera de su lugar habitual de residencia independientemente de:
1) su situación jurídica;
2) el carácter voluntario o involuntario del desplazamiento;
3) las causas del desplazamiento;
4) la duración de su estancia

La migración y el refugio son una de las cuestiones centrales de la agenda humanitaria y de derechos humanos de nuestros
tiempos a nivel global.En tanto derecho humano inalienable, son los Estados los que facilitan u obstaculizan el ejercicio de
ese derecho. Las normas y los marcos jurídicos generan irregularidades que suelen traducirse en que multitudes de
personas corran riesgos en su país de origen, en el tránsito migratorio, al cruzar una frontera y también en el lugar de
destino.

Desde la conformación del Estado argentino las personas migrantes estuvieron contempladas entre las cuestiones a tener en
cuenta para la conformación del país. De esta manera vemos por ejemplo que en el Preámbulo de la Constitución nacional
(de 1853) se expresaba la voluntad de: “[...] promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para
nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino [...]”.
“Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a
saber: De trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar,
permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer
de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.”

Para que el ejercicio de los derechos de las personas sean efectivos es necesario que los mismos formen parte del
ordenamiento jurídico nacional.

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