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Revista Esfinge Número 70 Julio-Agosto 2006

10 Razones para visitar


Isfahán (Irán)
1- Náqsh-e Djahán
A esta inmensa plaza se la llama el Plano del Mundo y es el eje de toda la ciudad. Es la segunda
más grande del mundo después de la de Tianan'men. De espectaculares proporciones, su gran
estanque central se constituye en espejo de los edificios que la circunvalan. Un efecto de belleza
y armonía sin parangón.
2- Mezquitas
Algunas tienen más de mil años de antigüedad. Es imprescindible visitar las tres más importantes
de la ciudad. Masjid-e Shah o la Mezquita Real, la mezquita de Shehk Lutf Allah y la de Djom-e
o del viernes. El alicatado cubre íntegramente las paredes y las cúpulas con dibujos de flores
estilizadas y caligrafías.
3- Alí Qapú
Conocido también como La Puerta Magnífica, es una bella estructura con estilizadas columnas
en su terraza que soportan un enorme dosel de madera tallada. El colorido artesonado de sus
techos, sus escaleras decoradas de azulejos y sus pinturas murales merecen una visita a pesar de
su estado lamentable.
4- Bazar-e Honar
En sus típicas callejuelas de sabor oriental se amontonan los tenderetes donde poder adquirir toda
clase de artículos de excelentes calidades. Esmaltes, cerámicas, alfombras, tejidos estampados a
mano, trabajos en metal, especialmente filigrana de plata, y las famosas miniaturas, verdaderas
obras de arte pictórico.
5- El Zayendeh
Se puede alquilar una barquita o un patín para recorrer este ancho río que parte la ciudad en dos.
Si se hace antes del atardecer disfrutaremos de los tonos rojizos que tiñen las aguas. El puente
más antiguo es el Pol-e Sharestan, de época sasánida. Silicio-o-Se Pol tiene treinta y tres arcos y
fue edificado en el siglo XVI.
6- Parques
La ciudad entera es un oasis en medio del desierto gracias a la presencia constante del río.
Podemos dar un paseo por alguno de sus parques, sobre todo el Bogh-e Parandegan, donde
podemos observar todo tipo de aves. Es muy recomendable subir de noche a la montaña de
Zagros, para contemplar la vista.
7- Djolfa
El barrio armenio de Djolfa es testigo de la supervivencia de la cultura cristiana en Irán a pesar
de las persecuciones y deportaciones. Entre sus callejuelas se conserva la bella Catedral del
Salvador, cubierta de pinturas murales de estilo ortodoxo ruso. También existe un pequeño
museo y numerosas tiendas de música.
8- Chehel Sutun
Construido por Shah Abbas II en 1647 en el interior de un extenso parque, este pabellón de
recepciones reales se ha convertido en un auténtico museo de pintura y cerámica persas. Se le
llama de las cuarenta columnas a pesar de contar sólo con dieciocho. Faltan dos, las demás se
ven reflejadas en el estanque.
9- Mausoleos
Otra opción de interés es acercarse a alguno de los mausoleos más famosos, como el de Baba
Qassem, construido en 1340, o la tumba de Pir-e-Bakran, de 1312, dedicada a Ibn Bakran
Muhammad, un hombre piadoso, Son magníficos edificios decorados con filigranas de yeso,
pinturas y sobre todo, hermosas caligrafías.
10- Exotismo
Visitar Isfahán, y en general viajar por todo Irán, constituye una experiencia sorprendente. Tan
ajena al mundo occidental su cultura se remonta hasta los persas. Podremos ver a las nativas
cerrar su chador al paso de los extranjeros mientras miran a las mujeres de soslayo.
Imprescindible probar el fesendjan, un ejemplo de refinada cocina.

Juan Adrada

Turismo místico ¿Un viaje al más allá?


Cada día son más y más las personas que viajan con la intención de realizar un turismo
responsable y que les proporcione sobre todo, cubrir otras necesidades que no sean simplemente
llenar sus momentos de ocio. En la actualidad el turista busca una experiencia personal en su
viaje y ha tomado fuerza la peregrinación a lugares tradicionales, centros energéticos del planeta,
sitios arqueológicos, donde es posible recuperar un misticismo que quizás les devuelva a
considerarse parte de la naturaleza y del Cosmos.

El auge de “lo místico”


Desde los años 60 el auge de “lo místico”, se ha ido canalizando a diferentes aspectos de la
cultura occidental. La música, la literatura, la religión, la moda, el cine, han sido los receptores
de esta corriente alternativa y durante los últimos años le está llegando el turno al turismo.
Mucha gente que ve en las terapias naturales un sentido de acercamiento a la naturaleza, se
acerca a este tipo de turismo con una intención interior y de respeto hacia su entorno. El aumento
de este tipo de turismo está creciendo sobre todo en Latinoamérica, con mucho éxito entre
europeos y estadounidenses, que obviamente son los que más sufren el estrés, la depresión y la
ansiedad, característicos de nuestra sociedad moderna y claramente son los únicos que pueden
pagar unos costosos viajes que les ponen en contacto con enigmáticos chamanes de la selva
amazónica, olvidados centros energéticos de la madre tierra, o ser iniciados en antiquísimas
ceremonias de contacto con lo Superior.
Pero también en Europa, y catapultados por la publicación del bestseller “El código da Vinci”,
no faltan rutas turísticas, donde templarios, alquimistas, druidas celtas, atraen a miles de
personas a ciudades y monumentos característicos de un pasado más espiritual y sobre todo
heterodoxo.
Nuestro país no es ajeno a ello, y son cientos las publicaciones sobre Guías Mágicas de tal o cuál
región, e incluso existen “Visitas esotéricas” en ciudades, con representación incluso de algún
que otro Aquelarre. El Camino de Santiago ha cobrado un sentido no tan sólo religioso,
deportivo o cultural, sino que cada vez más tiene un componente canalizador de una experiencia
interior ajena a cualquier ceremonial impuesto e idónea para esa búsqueda espiritual propia de el
ser humano que vive en una sociedad con una acuciante crisis de valores.
Durante mis últimos viajes he podido comprobar en India, Egipto, Perú, Chile, Bolivia y Grecia,
no solamente un incremento de “viajeros místicos”, sino también que el mercado se ha adaptado
rápidamente, y están a la orden del día los tours de “turismo místico”, con chamanes o gurús,
sacerdotes o maestros espirituales que sustituyen al tradicional guía de viaje, y que ofrecen en su
paquete turístico sanaciones, contactos con el espíritu del lugar y opciones alternativas de lo más
singulares.
Estos viajes alternativos suelen ofertar diferentes actividades que se adaptan al interés que
pueden crear.

Lugares de leyendas y misterios


El atractivo de muchos lugares radica en las leyendas y misterios que giran en torno a ellos. La
recreación artística de la leyenda suele ir acompañada de una visita nocturna y exclusiva de
mano del chamán, que de paso invoca a los héroes o dioses del relato, y juntos se realiza algún
tipo de ofrenda, acorde al momento y nivel de cada uno. A veces, y movido por un interés más
personal, no falta quien, en solitario, se adentra en un paraje conocido por sus leyendas de
gnomos, ninfas, o algún tipo de ser astral, y realiza allí su pequeño ritual de ofrenda y comunión
con la naturaleza. Recientemente incluso pudimos comprobar cómo el nuevo presidente de
Bolivia se hacía “coronar” líder de los incas, en el paraje siempre enigmático y sagrado de
Tiahuancu.

Ceremonias astronómicas
Es conocida la importancia que las antiguas civilizaciones daban a los ciclos de la naturaleza y
cómo su sentido del espacio-tiempo estaba regido por momentos astronómicos muy concretos. El
solsticio de verano, la llegada de la primavera, determinadas fechas señaladas con alguna
festividad en honor a los dioses, eran puntos de contacto con lo superior. Hoy en día, la
recreación de esas ceremonias en los lugares más sagrados del planeta hace que cientos de
personas se agolpen en Stonehenge para recibir el primer rayo de Sol del solsticio de verano o
que cada vez sea más difícil acceder a la explanada de Sacsahuamán en la celebración del Inti
Raymi.
Sesiones adivinatorias y rituales de purificación
El interés por el futuro ha sido motivo de atracción para todos los seres humanos, de todas las
épocas, y los oráculos eran la respuesta. Hoy en día personas que dicen ser herederos de toda una
tradición de sus antepasados tribales ponen a disposición sus conocimientos a los occidentales
por unos cuantos dólares. Las ceremonias de purificación en aguas especiales de ríos sagrados
también son muy comunes, así como los ayunos en retiros espirituales o en ashram, cerca de
antiguos lugares de culto. En India, en la ciudad de Rishikedk, donde los Beatles estuvieron con
el gurú Maharishi Mahesh, abundan los ashram para el retiro espiritual necesario que todo
occidental necesita, y justo al lado también los cibercafés, para que no se acumulen los correos
electrónicos.

Plantas medicinales
Desde la antigüedad se ha hecho uso de plantas para acceder a un conocimiento superior, tal vez
su utilización y consumo fue lo que despertó ese don del hombre llamado conciencia, necesario
para desplegar todo su potencial. Nuestros antepasados utilizaron todos los recursos naturales de
los que disponían en su lugar de origen con fines no sólo medicinales sino también para aprender
la manera correcta de vivir, la manera correcta de interactuar con la naturaleza y con Dios. Está
muy de moda probar en la Amazonia la “Ayahuasca”, que según los chamanes contribuye a la
restauración no sólo de la salud física sino también de la espiritual; pero encontrar al
“especialista” que de verdad tenga un profundo conocimiento es muy difícil y al occidental se
conforma con pagar una buena cantidad de dinero por probar un par de tomas y tener una
“visión”; aunque no falta quien ha sufrido de episodios paranoicos.
En definitiva, nos encontramos con el dilema de siempre: hasta qué punto la globalización ha
vuelto a convertir en consumismo y mercadeo todo el legado cultural y espiritual de la
humanidad, que le llevó a las más altas cuotas de civilización. Y aquí es cuando surge la
pregunta: ¿qué es lo místico?, ¿es sólo cuestión de un viaje de quince días?, ¿es una actitud
pasiva e individual casi egocéntrica, donde todas las terapias van dirigidas casi exclusivamente a
encontrarnos más relajados y tranquilos y a evadirnos de los problemas, en vez de procurarnos
herramientas para superarlos?
Lo místico y lo viajero resumen para mucha gente una manera de experiencia vital. Si viajar,
como diría Kane, “cura todos los nacionalismos”, porque procura una suerte de vivencias
interculturales que nos sacan de nuestra tendencia a considerar nuestra cultura o civilización las
mejores y proporciona unos contactos personales a menudo entrañables e inolvidables, lo
“místico” debería incentivar no solamente una serie de experiencias individuales y en un espacio
de tiempo muy concreto, sino que tendría que reflejarse en una actitud cotidiana y constante.
Pero esto no siempre ocurre así, en mis viajes he podido comprobar cómo personas con una
creencia fervorosa recitaban oraciones en quechua en la Roca Sagrada del lago Titicaca, donde
una leyenda dice que Manco Capac y Mama Ocllo se refugiaron y desconcertado veía cómo
media hora después se abalanzaban sin ningún escrúpulo y escaso respeto por las demás personas
sobre el último asiento libre de un autobús, o cómo cuando, enamorados deseosos de llevarse un
recuerdo “original” del Taj-Mahal, rascaban su mármol milenario y después se les podía ver
enfrascados en una discusión acalorada por la elección del menú en un restaurante occidental en
Agra.
Como viajero y también amigo de una vuelta a la naturaleza a través de terapias y corrientes
alternativas, no dejo de asombrarme por la poca continuidad de intenciones tan altruistas y
naturales en muchas de las personas que utilizan el concepto de “místico” con mayor asiduidad
de lo que lo practican.
Viajemos y si lo hacemos de manera ´”mística”, no olvidemos que nuestro mayor viaje es la
Vida y también esa aventura cotidiana merece ser vivida de una manera trascendente.

Tour místico
Sin intención de promocionar este tipo de turismo y mucho menos recomendar el consumo de
sustancias alucinógenas, he recopilado en un tono irónico, lo que podría ser un “tour místico”,
que un occidental puede contratar por unos 6000 €, en un itinerario de 2 semanas.
Día 1. Llegada a destino en vuelo internacional. Traslado al hotel. Recibimiento con ceremonia
típica del lugar. Cóctel. Descanso.
Día 2. Visita de la ciudad. Por la tarde, traslado a la playa. Alojamiento en albergue junto al mar.
Ceremonia nocturna de limpieza y protección en la playa. Descanso.
Día 3. Por la mañana, reunión con el chamán para una primera toma de contacto. Sesión
adivinatoria individual con el oráculo o mancia elegida. Ceremonia nocturna de limpieza y
protección en la playa. Descanso.
Día 4. Traslado a otra ciudad del interior. Tarde libre. Descanso.
Día 5. Visita de la ciudad con su museo. Comida típica del lugar. Charla sobre la cosmovisión de
la cultura que visitamos. Descanso.
Día 6. Traslado a otro lugar con mística. Jornada de relajación en aguas termales. Masaje
incluido. Ceremonia nocturna de purificación por el agua. Descanso.
Día 7. Mañana libre. Por la tarde traslado a otro lu0gar con ruinas arqueológicas de elevado
contenido esotérico. Descanso.
Día 8. Ceremonia al amanecer. Visita de las ruinas arqueológicas y ofrenda a los dioses del
lugar. Tarde libre. Descanso.
Día 9. Viaje en avión a otra ciudad. Traslado al hotel. Charla sobre la cosmovisión de la cultura
que visitamos. Descanso.
Día 10. Visita de la ciudad y sus museos. Por la noche sesión adivinatoria individual con una
planta medicinal alucinógena. Descanso.
Día 11. Visita de la zona arqueológica más importante del país. Ceremonia de limpieza y
armonización. Sesión adivinatoria individual con plantas alucinógenas. Descanso.
Día 12. Día libre y de reflexión. Se recomienda el ayuno y la introspección. Por la noche sesión
de purficación. Descanso.
Día 13. Traslado a una zona exclusiva. Encuentro con el maestro espiritual de lugar, que nos
dirigirá unas palabras. Ceremonia de limpieza y purificación. Ofrendas a los dioses del lugar.
Descanso.
Día 14. Traslado a la ciudad de partida. Día libre para compras. Cena de despedida. Descanso.
Día 15. Salida desde el aeropuerto internacional a nuestro país.

Decálogo del Turista Místico


1. Disfrute del viaje. Viaje disfrutando.
2. Si bajo su responsabilidad, toma alguna sustancia alucinógena, no alucine demasiado con la
“visión” obtenida por tomarla o por haber conocido al chamán más enigmático del mundo. Los
humanos somos muy influenciables, y recuerde que tres noches sin dormir también proporcionan
ciertas “visiones” sin ninguna toma de sustancias.
3. Haga de su experiencia mística una vivencia interior y personal, no algo para contar y fotos
para enseñar. Reflexione y aprenda.
4. Sea “místico” todo el año, no sólo en sus vacaciones.
5. Compruebe que la actividad “mística” que va a realizar tiene unas condiciones mínimas de
higiene y respeto hacia su salud. Denuncie ante los organismos o autoridades competentes si
observa algún indicio de estafa en los servicios contratados.
6. Disfrute de las ceremonias típicas del país que visita, pero recuerde que en su país también
existen ceremonias de agradecimiento a la tierra, de reflexión, de purificación, etc., pero que
quizás por tenerlas tan cercanas no nos llegan a atraer.
7. Lo místico tiene mucha relación con la ética. Extreme su cortesía y convivencia con su
entorno.
8. Prescinda del móvil y del correo electrónico. ¡Es posible, créame!
9. Apoye el desarrollo de las comunidades tradicionales y lugares arqueológicos que visite;
cómpreles sus productos, pruebe la gastronomía local, conozca su patrimonio histórico y
cultural.
10. Refleje en un diario todas sus experiencias y vivencias con la mayor sinceridad posible.
Conciencie a las personas de su entorno que el viaje místico por excelencia es la propia Vida.

Marcos Valenzuela

Los alquímicos jardines de Bomarzo


En el Sacro Bosco de Bomarzo se pueden encontrar referencias que nos permiten identificar
estos jardines con el itinerario simbólico que sigue Polifilo en sus sueños. Abandonados un
tiempo, redescubiertos luego, Dalí se entusiasma con ellos, y Mújica Laínez se inspira en su
vivencia onírica para escribir Bomarzo
Cada vez que he visitado los Jardines de Bomarzo, ya sea en verano o invierno, cubiertos de
frondosa vegetación o bajo el pálido manto de la nieve, he tenido la sensación de caminar sobre
un sendero abierto al infinito, o de recorrer las páginas de un libro de símbolos herméticos, como
los emblemas de Athanasius Kircher o Alciato. Los textos alquímicos más importantes que se
han publicado se han llevado a cabo a partir de signos e ideogramas que el aprendiz debe
desentrañar y, en los Jardines de Bomarzo, estos textos están escritos en piedra. Se le ha llamado
el “Parque de los monstruos” (Il Parco dei Monstri), pero no sólo por las representaciones
alegóricas que puedan resultarnos más o menos oníricas, sino porque se trata de un lugar de
enseñanza, de algo que debe “mostrarse”, pues como señala Emanuela Kretzulesco-Quaranta
(“Los Jardines del sueño”, ed. Siruela, 2005) “las esculturas que lo adornan son conocidas como
los ‘Monstruos de Bomarzo’, pero el término debe entenderse en su sentido latino -verbo
mostrare-, de cosas que muestran, que aclaran (los conceptos)”. Este Bosque Sagrado, y
enigmático, es en realidad un itinerario para un viaje mistérico en la búsqueda del conocimiento
al fondo de nosotros mismos.
Fue realizado por orden del príncipe Pier Francesco Orsini, apodado Vicino, se dice que ante el
desconsuelo que le produjo la prematura muerte de su amante esposa Giulia Farnesio, fallecida
en 1560. Se encomienda su realización al arquitecto Pirro Liborio, quien también se ocupará de
culminar la obra de San Pedro a la muerte de Miguel Ángel y llevar a cabo la conocida Villa
d’Este en Tívoli (aunque no existe acuerdo al respecto pues muchos ven en estos jardines la
mano de Raffaello da Montelupo, Jacopo del Duca, Vignola o Bartolomeo Ammannati). Otros
jardines italianos también nos recuerdan la arquitectura simbólica basada en referencias
geométricas, aritméticas y herméticas como los jardines de Villa d'Este (Tívoli), Villa Lante
(Bagnaia), Médicis (Pratolino), Giulia (Roma), Frascati o Farnese (Caprarola).
Vicino vive de 1523 a 1583 en un ambiente culto y refinado que hunde sus raíces en las
tradiciones neoplatónicas de su familia. Su abuelo Franciotto Orsini era sobrino de Clarisa, la
mujer de Lorenzo el Magnífico, y había pasado su juventud en Florencia donde recibió la misma
educación renacentista que sus primos, los hijos de su tía, de maestros como Marsilio Ficino o
Poliziano al cobijo del centro más reputado del conocimiento de la época, la Villa Careggi.
Vicino Orsini mantiene correspondencia con las mejores mentes de su tiempo, como se refleja en
las cartas con el alquimista francés Jean Drouet, o los encuentros con el núcleo de pensamiento
liderado por Renée de Valois, hija de Luis XII, o sus relaciones intelectuales con los más doctos
cardenales de su época como fueron Gambara o Farnesio o Madruzzo, que seguían la estela de
Papas ilustrados como Nicolás V o Pio II que un siglo antes ya se habían abierto al humanismo.
En este ambiente se desarrolló la vida de ese “peregrino del amor” que fue Vicino y que en el
Sacro Bosco de Bomarzo luchó por vencer a la muerte de su amada, lo que la alquimia llama el
Triunfo del Amor, más allá de las puertas de la muerte donde las almas de los amantes vuelven a
reencontrarse otra vez en un hierosgamos eterno. De la maqueta del Jardín parece desprenderse
el mismo recorrido que Polifilo realiza en busca de su amada Polia, tal como se refleja en la obra
atribuida a Francesco Colonna “Il sogno di Polifilo” (la Hipnerotomachia Poliphili, publicada en
Venecia en 1499 por el editor Aldo Manuzio).

Vicino Orsini y el sueño de Polifilo


En el Sacro Bosco de Bomarzo se pueden encontrar las referencias oportunas que nos permiten
identificar estos jardines con el itinerario simbólico que sigue Polifilo en sus sueños.
El Sueño de Polifilo (la Hipnerotomachia Poliphili /Battaglia d'amore in sogno di Polifilo) es una
compleja y enigmática obra que se atribuye a Francesco Colonna, lo que se deduce del acróstico
que se deriva de las primeras letras de los treinta y ocho capítulos y que reza así: "Poliam frater
franciscus columna peramavit" ("Frate Francesco Colonna muchísimo amó a Polia"), y en el que
autores como Maurizio Calvesi (Il sogno di Polifilo prenestino, ed. Officina, 1980) han querido
ver a un miembro de una ilustre familia romana, señores de Palestrina, llamado Francesco
Colonna, nacido hacia el 1430 y formado en la Academia de Pomponi Leto. Se atribuye
comúnmente a un monje dominico de Treviso, apodado Colonna y muerto en Venecia hacia
1517, aunque para Emanuela Kretzulesco-Quaranta resulta imposible que fuese éste el autor y se
inclina por atribuirlo a Leon Battista Alberti.
Como quiera que sea, la Hipnerotomachia Poliphili es una obra de importante contenido
simbólico, y como tal fue utilizada en numerosas ocasiones como libro de cabecera de
sociedades mistéricas. Así, la Sociedad de la Niebla a la que perteneció Julio Verne, Alejandro
Dumas, Gérard de Neval, Gaston Lerroux, Maurice Leblanc, Maurice Barrès, George Sand o
Delacroix, se reunían a analizar los enigmáticos pasajes del Sueño de Polifilo (Enigma, Cebrián
et alter, ed. Temas de Hoy, 2005); no en vano el personaje principal de la “Vuelta al mundo en
ochenta días” se apoda Phileas Fogg (algo así como el que ama la niebla).
Polifilo, a través de sus sueños, deambula en la búsqueda de Polia, su amada, y sus rutas lo
conducen a los más recónditos parajes que lo llevan a soñar dentro del sueño, en una suerte de
sueño de ensueños, en el que él se sueña a sí mismo.
Tiene, en su búsqueda, que ir superando una serie de obstáculos y experiencias que le llevan por
distintos escenarios en los que se hacen presentes la mitología y las antiguas ruinas de templos y
monumentos. El bosque con el que se encuentra al comienzo de su recorrido es el que le inspira
un cierto temor y que los mismos Jardines de Bomarzo rememoran en su totalidad. Es como una
referencia al bosque de la materia que todo lo oculta y donde el neófito se pierde en su espesura,
la selva selvaggia, la selva oscura… Polifilo tiene que pasar frente a la pirámide y el obelisco, la
estatua del caballo alado, el elefante con otro obelisco en su dorso, los jeroglíficos que debe
descifrar, el dragón en la puerta de la pirámide, el encuentro con las cinco ninfas, simbolizando
los cinco sentidos, en la fuente, la pirámide sobre el cubo que le recuerda la cualidad trinitaria
del ser, la presencia de Venus, los Campos Elíseos, el juego del ajedrez, Marte, el Anfiteatro, el
Templo y el adiós final a Polia, recordando que aunque sepulta sigue viva, todas ellas imágenes
alegóricas que volvemos a encontrar en el Parque de los Monstruos de Bomarzo.

Un “camino” en los jardines


El tiempo y el abandono dejaron que los jardines se fueran cubriendo por la maleza, como
ocurrió con casi todos los jardines del Renacimiento, hasta que los viajeros fueron
redescubriéndolos. André Pieyre de Mandiargue los describe como “le jardin endormi de
Bomarzo”, el pintor surrealista Salvador Dalí en 1948 se entusiasma con ellos, Jean Cocteau se
interesa por Bomarzo, el escritor argentino Manuel Mújica Laínez escribe su Bomarzo, o la
ópera Bomarzo de Alberto Ginastera, todos ellos se van interesando en su belleza hasta que
Giovanni Bettini se encarga de adquirirlos y ponerlos en orden y elaborar una “Guida al Parco
dei Monstri”.
Dos esfinges vigilan la entrada del jardín, con enigmáticas inscripciones, en remedo de aquella
que venció Edipo: “Tú que aquí entras con la idea de verlo de parte a parte, dime luego si tantas
maravillas se han hecho por engaño o bien por arte”; “Quien no se va de este lugar con las cejas
enarcadas y los labios apretados, tampoco sabrá admirar las siete maravillas del mundo”,
preludian un camino lleno de sorpresas…
Al final de la avenida de árboles, el viajero se encuentra con imágenes de Saturno, Jano, y una
referencia clara a los números con las columnas de una, dos y cuatro caras, con la que nos
recuerda el Timeo de Platón, “uno, dos, tres, pero querido Timeo, ¿dónde está el cuarto?”, y ello
nos conduce a la Gran Boca de fauces abiertas y coronada por un astrolabio sobre el que se
apoya un fortín de cinco torres que en su conjunto representan los tres planos del conocimiento
donde, como el mítico Jonás, debemos ser tragados por el monstruo para poder ascender al fortín
superior donde se encuentra la Ciudad Celeste coronando los tres niveles.
En tiempos de Vicino, seguía un laberinto de setos que conducía al templo dedicado al Amor; y
más adelante, la lucha entre el bien y el mal, en la representación de Hércules partiendo por la
mitad a Caco; el andrógino nos abre dos caminos y un busto de Pan nos recuerda que aquí
comienza el itinerario filosófico y poético.
Como en el sueño de Polifilo, una tortuga gigante con un globo en su caparazón y sobre él una
bella joven, que puede representar la materia en la tortuga y el Anima Mundi en la doncella
victoriosa sobre ella; y mirando en la misma dirección un Pegaso que está a punto de levantar el
vuelo.
Una Harpía con cola de pez, una Sirena bífida y una pareja de leones nos recuerdan el fondo
acuático de la materia, que nos sirve de bautismo; y no podía faltar, en la tierra, el Oso heráldico
de los Orsini que nos regala una rosa.
El cancerbero de tres cabezas custodia el camino que nos conduce a una gran Cara que asemeja a
una gruta, pues a ella nos lleva un conjunto de escalones que finalizan en una enorme boca que
lleva impreso en su labio superior: Ogni pensier vola (todo pensamiento vuela), y en su interior
hay una mesa de piedra donde se puede realizar una comida ritual y salir de la gruta renovado.
Luego, como emulando a Polifilo, el caminante se topa con el elefante, en este caso rematado por
una torre, que con su trompa recoge al neófito vestido de guerrero al que al alejarlo del suelo lo
encarama en la torre donde se supone se refugia en el contacto con la sabiduría. Y más adelante
el Dragón luchando con la loba, que como en el sueño de Polifilo custodia la “entrada”, y el
ninfeo, es decir el antro de las ninfas, donde el peregrino deberá controlar sus sentidos. Adornan
Bomarzo una serie de divinidades mitológicas que nos reseñan, cada una de ellas, ideas y
meditaciones; así encontramos a Venus (vestida como una antigua matrona romana), Neptuno
sentado, la ninfa durmiente del bosque encantado como el alma que espera ser despertada, Ceres,
las tres Gracias, Zeus, Proserpina…
Una de las representaciones más enigmáticas del parque es la Casa inclinada que nos recuerda un
mundo que se desfonda, inestable, en el que hay que sobrevivir y superar las dificultades, un
verdadero lugar de meditación que en la época de su construcción fue sitio de retiro, como lo
corrobora una inscripción que atestigua que el cardenal Madruzzo amó este lugar. Y también
inclinado, el lecho funerario etrusco, que nos recuerda el pasaje al otro mundo y la mítica sonrisa
etrusca que nos sugiere la felicidad del paso a otra dimensión, que en este caso deberá poner el
visitante, pues el lecho se encuentra vacío. Y finalmente, el Templo de rica factura, donde Vicino
Orsini, como Polifilo, reencontraría a su amada Giulia, al igual que Polia, más allá de la muerte
en un jardín que es un himno a la vida, un jardín, un bosque sagrado, donde “se mata a la muerte
por la fuerza del amor”.

Juan Manuel de Faramiñán Gilbert

El camino del inca


La crónica de la aventura 2ª Parte
Nuestra llegada a Lima marcó el inicio de la segunda parte de nuestro viaje. Una ciudad inmensa
que sorprende por sus contrastes. Paseamos por el centro histórico y visitamos su Catedral de
estilo colonial, en la que destaca la tumba de Francisco Pizarro, personaje no demasiado querido
en estas tierras por obvias razones. Los tranquilos recorridos por las salas de los museos
Nacional y de Antropología fueron un relajante descanso después de tantos días de intenso viaje.
También pudimos admirar las ruinas de Pachacamac, centro ceremonial y oracular dedicado al
dios de mismo nombre, que atrajo durante siglos la peregrinación de los pueblos más diversos.
Sus destacados monumentos ahora son sólo amontonamientos informes de adobes en medio del
desierto, carentes casi de interés para el turista que busca emociones fáciles, pero un verdadero
tesoro para los arqueólogos que intentan desentrañar sus secretos.
Una de las etapas más interesantes de nuestra aventura, por romántica y enigmática, fue la que
desarrollamos en la costa sur del Perú. Ya de por sí la costa peruana sobrecoge por la inmensidad
del desierto, uno de los más secos del planeta, que alcanza su máxima expresión en Ocucaje,
zona que atravesamos con temperaturas de más de cuarenta grados centígrados. Oasis como el de
Huaccachina, cerca de la ciudad de Ica, una refrescante laguna entre dunas de decenas de metros
de altura que recuerdan el paisaje del Sahara, nos brindaron sosiego y reposo en los momentos en
los que el esfuerzo físico empezaba ya a pasar factura.
En Ica tuvimos uno de los encuentros más divertidos y de los que mejor recuerdo conservo, tal
vez porque mi juventud se desarrolló en medio de toda esa búsqueda de enigmas inexplicables.
Los años setenta popularizaron la fantástica hipótesis de que naves extraterrestres habían llegado
a la tierra en la antigüedad y eran responsables de las más destacadas realizaciones de las grandes
culturas. Una de las “pruebas” indiscutibles de este hecho era la extraordinaria colección de
piedras del doctor Javier Cabrera Darquea, cuyo controvertido hallazgo tuvo una enorme
difusión en aquellos años. Las llamadas “Piedras de Ica” son más de ocho mil piezas de los más
variados tamaños, grabadas con detalladas descripciones en las que pueden verse transplantes de
corazón y de cerebro, viajes espaciales, transfusiones de sangre y modernas tecnologías que sólo
podrían haber sido obra de avanzadas civilizaciones venidas del espacio. La entrevista que
mantuvimos con la señora Eugenia Cabrera, hija del doctor recientemente fallecido y actual
propietaria de la colección, en su casa de Ica, fue la palpable demostración de que la gente está
dispuesta a creer cualquier cosa por extraordinaria que parezca.
Nuestra “búsqueda de extraterrestres” nos llevó a todo lo largo de la costa, donde pudimos
maravillarnos con las colosales realizaciones de hombres que fueron inspirados no por seres
venidos del espacio, sino por un sentido mágico de la vida y una convivencia mística con las
leyes que rigen los ciclos de la naturaleza. El gigantesco candelabro grabado en el litoral de la
península de Paracas nos saludaba enigmático mientras navegábamos hacia una de las reservas
naturales más importantes de Sudamérica, las Islas Ballestas, donde cientos de miles de
pingüinos, leones marinos, crustáceos, guananeras, gaviotas, pelícanos y toda clase de aves
marinas se agolpan unos contra otros en sus acantilados, mientras los delfines acompañan a las
embarcaciones que se acercan hasta aquí; uno de los espectáculos más sorprendentes que he
podido presenciar nunca. Los cráneos alargados con técnicas deformatorias de los pueblos
Paracas que nos miraban desde el otro lado de las vitrinas de los museos y las trepanaciones e
intervenciones cerebrales realizadas con éxito con las herramientas más elementales por estos
pueblos preincaicos, no eran fruto de la fantasía sino la evidencia de los muchos interrogantes
que plantean estas culturas y que aún están por resolver. Y una de nuestras experiencias más
emocionantes: sobrevolar las enigmáticas líneas de la Pampa de Nazca, donde sólo desde el cielo
pueden admirarse los famosos geoglifos con arañas, monos, pájaros o figuras humanas de
gigantescas proporciones y misterioso significado.
Nuestro recorrido volvió a encaminarse hacia el este, hacia las montañas andinas. Las altitudes
de más de tres mil metros y el riesgo de soroche o mal de altura volvían a hacer acto de
presencia. Así llegamos a Cuzco y nos sumergimos de pleno en el Tawantinsuyu, el mundo de
los incas inspiradores de nuestro viaje. Desde Cuzco, ombligo del mundo incaico y centro del
universo, partió antaño en las cuatro direcciones del espacio el Capac Ñan, o Camino del Inca,
hacia cada uno de los cuatro suyos: el Chinchaysuyo, que abarcaba Ecuador y el norte de Perú; el
Antisuyo, que se extendía al este hasta la cordillera y la selva; el Contisuyo, que descendía hacia
el oeste hasta la costa; y el Collasuyo, que abarcaba el sur del Perú, el norte de Chile y una
pequeña franja de Argentina.
Estos caminos eran recorridos a pie por los chasquis, mensajeros de entre dieciocho y veinticinco
años que corrían descalzos los más de diez mil kilómetros de carreteras empedradas que
mantenían cohesionado un imperio de proporciones aún mayores que las del Imperio Romano.
Nosotros queríamos emular sus hazañas y recorrer, aunque fuera sólo parcialmente, esos viejos
senderos que nos llevarían a lugares inimaginables donde el transporte de moles de hasta
doscientas toneladas de peso parece obra de gigantes y no de hombres, el pulimentado y el
encastre perfecto de las piedras son elocuentes narradores de los logros de una civilización
extraordinaria, y el paisaje se hace cómplice de tanta grandiosidad y llena el espíritu de emoción
y de nostalgia. El Camino del Inca nos llevó hasta Sacsahuamán, el centro ceremonial que sirvió
de fortaleza a los incas rebeldes en su intento por derrotar al ejército español; Qenco, donde las
entrañas de la tierra esconden un altar dedicado a la Madre de todas las cosas que existen; Puka
Pukara, fortaleza que servía de frontera y control de acceso a la capital; Tambo Machay, el
santuario dedicado al agua y a los poderes femeninos que nutren la tierra; el Valle Sagrado, que
recorrimos a todo lo largo del río Urubamba; Pisac, ciudad y centro ceremonial sobre las
montañas, rodeada de las típicas terrazas agrícolas de los incas; Ollantaytambo, que sirvió de
avanzadilla y centro de abastecimiento para los que se aventuraban hacia la Amazonia; Maras,
las minas de sal mineral tan preciada en la antigüedad y también ahora; Moray, donde los
ingenieros incas experimentaron sobre las diferentes técnicas de cultivo; Aguas Calientes, centro
termal y balneario desde la más remota antigüedad; y finalmente Machu Picchu, la última ciudad
de los incas, perdida para el mundo occidental hasta que fuera nuevamente descubierta por
Hiram Bingham en 1911. Cualquier cosa que pueda decirse sobre este lugar es sólo un parcial
intento de transmitir la tormenta de sensaciones que te invade al recorrerlo; uno de los paisajes
más evocadores de la tierra. Nuestra aventura por tierras de los incas concluyó coronando la cima
del Waynapicchu, la montaña sagrada que se ve en las fotografías más famosas del lugar, y que
nosotros alcanzamos por el empinado camino incaico que lleva hasta la cumbre, donde para
nuestra sorpresa pudimos admirar también una soberbia construcción inca.
Las últimas etapas de nuestro viaje nos llevarían hasta Bolivia y después a Chile. En algunos
casos un reencuentro con lugares que para Marcos eran una novedad, pero que mi esposa Elvira
y yo mismo habíamos recorrido ya, cuando en 1995 protagonizamos una de nuestras primeras
expediciones al desierto de Atacama, siguiendo el mismo camino incaico que ahora nos movía a
la aventura. Cruzamos la frontera boliviana por Desaguadero, en la desembocadura del único río
que vierte sus aguas al Lago Titicaca, un verdadero laberinto de trámites con el que nos tuvimos
que enfrentar en más de una oportunidad. Era día de mercado, así que tuvimos la oportunidad de
disfrutar del ajetreo colorista de los indios aymara. Navegamos por el lago Titicaca, exploramos
las construcciones incaicas de la Isla del Sol, repusimos fuerzas en Copacabana y nos
enfrentamos a uno de los destinos más esperados, las misteriosas construcciones de Tiahuanaco.
Con emoción creciente exploramos rincones tantas veces estudiados en los libros: la pirámide de
Akapana, el Kalasasaya y la famosa Puerta del Sol, el monolito Bennett y las ciclópeas
construcciones de Puma Punku. La costa peruana del Titicaca tampoco se quedó atrás. Desde
Puno visitamos algunos de los lugares más emblemáticos como la llamada Puerta del Diablo,
excavada directamente en la roca, el templo de Uyo, o la tulpas de Sillustani, construcciones
funerarias en forma de túmulos cilíndricos junto al lago Umayo.
La aventura finalizó y son muchas las personas que salieron a nuestro encuentro y a las que
debemos eterna gratitud por su generosa acogida y su ayuda inestimable. Aunque tienen un
rincón en nuestro corazón y una mención especialmente detallada en nuestra web, desde aquí
queremos dedicarles el fruto de nuestros esfuerzos. Sin ellos toda esta maravillosa experiencia
hubiera estado vacía de contenido, porque al final lo que más cuenta siempre son los seres
humanos. Nuestra misión ahora es difundir por todos los medios posibles el legado de sus
antepasados, que son también los nuestros, del que nos sentimos partícipes en la medida en que
hemos recogido una tradición milenaria para inspirarnos en ella e intentar construir sobre esta
experiencia un futuro mejor para todos. Hasta nuestra próxima aventura.

Vivir Sanos
Cistitis
Cistitis significa inflamación de la vejiga, del griego kystis, pero se sobreentiende con este
nombre cualquier infección del tracto urinario inferior. El diagnóstico se confirma por la
presencia de gérmenes tras un análisis de orina
Por las diferencias anatómicas que existen entre hombre y mujer, hay enfermedades que suelen
afectar más a uno que otro sexo. Es el caso de las infecciones urinarias, que se dan
principalmente en el ámbito femenino.
Cistitis significa inflamación de la vejiga, del griego kystis, pero se sobreentiende con este
nombre cualquier infección del tracto urinario inferior. El diagnóstico se confirma por la
presencia de gérmenes tras un análisis de orina. Las infecciones están provocadas en su mayoría
por la bacteria Escherichia coli, procedente del intestino grueso, si bien las cistitis pueden
deberse a otras bacterias, y excepcionalmente a virus y hongos.
El aparato urinario engloba los riñones, los uréteres, la vejiga urinaria y la uretra, y se encarga de
la producción de la orina y de su expulsión del cuerpo. Diariamente el corazón bombea todo el
volumen sanguíneo unas 300 veces a través de los riñones, que filtran unos 1500 litros de sangre,
para eliminar las sustancias tóxicas y los productos de desecho del metabolismo, y regular la
cantidad de sal. El líquido que se va a evacuar, alrededor de litro y medio diario, pasa de los
riñones a los uréteres que lo conducen hasta la vejiga urinaria, donde se almacena
temporalmente. Cuando hay un volumen considerable, el cuerpo da la señal de aviso,
presentándose una necesidad urgente de orinar.
La vejiga urinaria tiene forma esférica, y se sitúa en la parte inferior de la pelvis, elevándose
hacia el abdomen a medida que se va llenando. Tiene una musculatura muy flexible, y llena es
capaz de albergar más de medio litro de orina. El deseo de micción se empieza a sentir a partir de
350 mililitros. Hay factores externos, como el alcohol, el estrés o la cafeína, que nos pueden
hacer sentir la necesidad de orinar, aunque la vejiga esté parcialmente vacía, al provocar la
contracción de su musculatura.
En la mujer, la uretra es muy corta, tiene unos 5 centímetros frente a los 18 centímetros de la
uretra masculina, por lo que cualquier bacteria tiene grandes posibilidades de ascender por este
conducto, normalmente estéril, y llegar a la vejiga. Estas bacterias son arrastradas durante la
micción y se eliminan, pero si por algún motivo consiguen permanecer en la vejiga por un
tiempo se multiplican con rapidez, causando una infección. Las infecciones urinarias están
directamente relacionadas con el estancamiento de la orina, bien porque la retenemos mucho, y
no vamos con suficiente regularidad al aseo, o porque la vejiga no se vacía totalmente. Uno de
los motivos principales de las infecciones en la mujer es que la uretra femenina desemboca junto
a la vagina muy cerca del ano, por lo que es fácil su contaminación con bacterias intestinales, por
una higiene incorrecta después de la defecación, o al propiciar su introducción en la uretra
durante el acto sexual.
Existen una serie de condicionantes que favorecen la cistitis. Pueden darse en la mujer al inicio
de una relación de pareja debido a la nueva flora bacteriana que aporta el varón. También suele
aparecer en mujeres embarazadas, por la presión que ejerce el útero sobre la vejiga, que puede
impedir su completo vaciado. Las mujeres posmenopáusicas suelen ser bastante propensas a
estas infecciones por los cambios hormonales que sufren, y en especial las que han tenido varios
hijos, ya que después de algunos partos se descuelga la musculatura uterina, haciendo que el
sistema urinario sufra alteraciones y se produzcan pequeñas pérdidas de orina, que constituyen
un caldo de cultivo ideal para estas bacterias. Además, la infección puede generarse a
consecuencia de piedras en el riñón (cristales que conforme se van eliminando provocan
irritación en la vejiga); como una complicación de la diabetes, que genera una orina azucarada,
muy «apetecible» para las bacterias; o por un exceso de ácido úrico, enfermedad conocida
comúnmente como gota. Finalmente, la cistitis puede desencadenarse tras un estreñimiento
prolongado.
En los hombres las infecciones de orina suelen revelar una prostatitis o, en los ancianos, una
hiperplasia benigna, que hace que la próstata se agrande obstruyendo parcialmente la uretra y
dificultando la salida de la orina.
Los síntomas principales de la cistitis son una necesidad frecuente de orinar, en especial durante
la noche, dolor ardiente al hacerlo y micción en pequeñas cantidades. La orina a veces aparece
turbia y con fuerte olor. Puede acompañarse de dolor en la parte inferior del abdomen o en la
región lumbar. No suele provocar fiebre, y cuando lo hace es señal de que la infección afecta a
otros órganos. Su incidencia es mayor a finales del verano y principios del otoño. Los casos leves
remiten espontáneamente con sencillas indicaciones, pero para evitar complicaciones peligrosas,
como por ejemplo que la infección llegue hasta el riñón y de ahí pase a la sangre, se suelen
recetar antibióticos. El principal tratamiento consiste en ingerir muchos líquidos, en especial
agua de mineralización débil, ya que aumenta la diuresis (producción de orina). Beber de uno y
medio a dos litros diarios es de igual forma la mejor prevención. Además es recomendable
acidificar la orina, para impedir el crecimiento bacteriano, lo cual puede lograrse con remedios
populares, como tomar zumo de naranja, o zumo de arándano, que al mismo tiempo es
antiséptico. En mujeres con infecciones recurrentes hay que extremar la higiene de las zonas
íntimas, pero sin utilizar jabones excesivamente ácidos que eliminan la flora natural de esa zona,
y sin usar desodorantes vaginales u otras sustancias que puedan provocar irritación. Al defecar,
hay que limpiarse de adelante hacia atrás, y asimismo lavarse antes y después de las relaciones
sexuales. La ropa interior debe ser preferiblemente de algodón y no ajustada.
A nivel nutricional, es recomendable suprimir las bebidas alcohólicas y estimulantes como la
coca-cola, el café, té o chocolate, las especias y las carnes rojas. Además del arándano, otras
plantas antisépticas urinarias que nos pueden ayudar son la gayuba, que incorpora propiedades
diuréticas, y el brezo, antiinflamatorio.

Isabel Pérez Arellano

Próximo Número
Palestina, cuna de profetas
El camino hacia la Tierra Prometida aparece lleno de sucesos predictivos para los hebreos. En los
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místico de una sociedad que busca ayuda en lo trascendente.

La rebelión de las masas


Hace más de 70 años de la publicación de la obra más conocida del filósofo español Ortega y
Gasset. Todas sus tesis permanecen tres cuartos de siglo después, y no han hecho en este tiempo
sino cumplirse. Se adelanta a su futuro y vaticina la segunda Guerra Mundial.
Danzaterapia
La danza ha contribuido desde la antigüedad a sanar a través del movimiento y la expresión. Hoy
se conoce como danzaterapia y cada vez es más estudiada para ayudar a todo tipo de personas.

La ira de Dios cae sobre Sodoma y Gomorra


De las ciudades bíblicas sólo permaneció el nombre de Sodoma para referirse a un territorio
delimitado por el Mar Muerto. En los años 20 se inició una búsqueda arqueológica de las
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