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Juan Adrada
Ceremonias astronómicas
Es conocida la importancia que las antiguas civilizaciones daban a los ciclos de la naturaleza y
cómo su sentido del espacio-tiempo estaba regido por momentos astronómicos muy concretos. El
solsticio de verano, la llegada de la primavera, determinadas fechas señaladas con alguna
festividad en honor a los dioses, eran puntos de contacto con lo superior. Hoy en día, la
recreación de esas ceremonias en los lugares más sagrados del planeta hace que cientos de
personas se agolpen en Stonehenge para recibir el primer rayo de Sol del solsticio de verano o
que cada vez sea más difícil acceder a la explanada de Sacsahuamán en la celebración del Inti
Raymi.
Sesiones adivinatorias y rituales de purificación
El interés por el futuro ha sido motivo de atracción para todos los seres humanos, de todas las
épocas, y los oráculos eran la respuesta. Hoy en día personas que dicen ser herederos de toda una
tradición de sus antepasados tribales ponen a disposición sus conocimientos a los occidentales
por unos cuantos dólares. Las ceremonias de purificación en aguas especiales de ríos sagrados
también son muy comunes, así como los ayunos en retiros espirituales o en ashram, cerca de
antiguos lugares de culto. En India, en la ciudad de Rishikedk, donde los Beatles estuvieron con
el gurú Maharishi Mahesh, abundan los ashram para el retiro espiritual necesario que todo
occidental necesita, y justo al lado también los cibercafés, para que no se acumulen los correos
electrónicos.
Plantas medicinales
Desde la antigüedad se ha hecho uso de plantas para acceder a un conocimiento superior, tal vez
su utilización y consumo fue lo que despertó ese don del hombre llamado conciencia, necesario
para desplegar todo su potencial. Nuestros antepasados utilizaron todos los recursos naturales de
los que disponían en su lugar de origen con fines no sólo medicinales sino también para aprender
la manera correcta de vivir, la manera correcta de interactuar con la naturaleza y con Dios. Está
muy de moda probar en la Amazonia la “Ayahuasca”, que según los chamanes contribuye a la
restauración no sólo de la salud física sino también de la espiritual; pero encontrar al
“especialista” que de verdad tenga un profundo conocimiento es muy difícil y al occidental se
conforma con pagar una buena cantidad de dinero por probar un par de tomas y tener una
“visión”; aunque no falta quien ha sufrido de episodios paranoicos.
En definitiva, nos encontramos con el dilema de siempre: hasta qué punto la globalización ha
vuelto a convertir en consumismo y mercadeo todo el legado cultural y espiritual de la
humanidad, que le llevó a las más altas cuotas de civilización. Y aquí es cuando surge la
pregunta: ¿qué es lo místico?, ¿es sólo cuestión de un viaje de quince días?, ¿es una actitud
pasiva e individual casi egocéntrica, donde todas las terapias van dirigidas casi exclusivamente a
encontrarnos más relajados y tranquilos y a evadirnos de los problemas, en vez de procurarnos
herramientas para superarlos?
Lo místico y lo viajero resumen para mucha gente una manera de experiencia vital. Si viajar,
como diría Kane, “cura todos los nacionalismos”, porque procura una suerte de vivencias
interculturales que nos sacan de nuestra tendencia a considerar nuestra cultura o civilización las
mejores y proporciona unos contactos personales a menudo entrañables e inolvidables, lo
“místico” debería incentivar no solamente una serie de experiencias individuales y en un espacio
de tiempo muy concreto, sino que tendría que reflejarse en una actitud cotidiana y constante.
Pero esto no siempre ocurre así, en mis viajes he podido comprobar cómo personas con una
creencia fervorosa recitaban oraciones en quechua en la Roca Sagrada del lago Titicaca, donde
una leyenda dice que Manco Capac y Mama Ocllo se refugiaron y desconcertado veía cómo
media hora después se abalanzaban sin ningún escrúpulo y escaso respeto por las demás personas
sobre el último asiento libre de un autobús, o cómo cuando, enamorados deseosos de llevarse un
recuerdo “original” del Taj-Mahal, rascaban su mármol milenario y después se les podía ver
enfrascados en una discusión acalorada por la elección del menú en un restaurante occidental en
Agra.
Como viajero y también amigo de una vuelta a la naturaleza a través de terapias y corrientes
alternativas, no dejo de asombrarme por la poca continuidad de intenciones tan altruistas y
naturales en muchas de las personas que utilizan el concepto de “místico” con mayor asiduidad
de lo que lo practican.
Viajemos y si lo hacemos de manera ´”mística”, no olvidemos que nuestro mayor viaje es la
Vida y también esa aventura cotidiana merece ser vivida de una manera trascendente.
Tour místico
Sin intención de promocionar este tipo de turismo y mucho menos recomendar el consumo de
sustancias alucinógenas, he recopilado en un tono irónico, lo que podría ser un “tour místico”,
que un occidental puede contratar por unos 6000 €, en un itinerario de 2 semanas.
Día 1. Llegada a destino en vuelo internacional. Traslado al hotel. Recibimiento con ceremonia
típica del lugar. Cóctel. Descanso.
Día 2. Visita de la ciudad. Por la tarde, traslado a la playa. Alojamiento en albergue junto al mar.
Ceremonia nocturna de limpieza y protección en la playa. Descanso.
Día 3. Por la mañana, reunión con el chamán para una primera toma de contacto. Sesión
adivinatoria individual con el oráculo o mancia elegida. Ceremonia nocturna de limpieza y
protección en la playa. Descanso.
Día 4. Traslado a otra ciudad del interior. Tarde libre. Descanso.
Día 5. Visita de la ciudad con su museo. Comida típica del lugar. Charla sobre la cosmovisión de
la cultura que visitamos. Descanso.
Día 6. Traslado a otro lugar con mística. Jornada de relajación en aguas termales. Masaje
incluido. Ceremonia nocturna de purificación por el agua. Descanso.
Día 7. Mañana libre. Por la tarde traslado a otro lu0gar con ruinas arqueológicas de elevado
contenido esotérico. Descanso.
Día 8. Ceremonia al amanecer. Visita de las ruinas arqueológicas y ofrenda a los dioses del
lugar. Tarde libre. Descanso.
Día 9. Viaje en avión a otra ciudad. Traslado al hotel. Charla sobre la cosmovisión de la cultura
que visitamos. Descanso.
Día 10. Visita de la ciudad y sus museos. Por la noche sesión adivinatoria individual con una
planta medicinal alucinógena. Descanso.
Día 11. Visita de la zona arqueológica más importante del país. Ceremonia de limpieza y
armonización. Sesión adivinatoria individual con plantas alucinógenas. Descanso.
Día 12. Día libre y de reflexión. Se recomienda el ayuno y la introspección. Por la noche sesión
de purficación. Descanso.
Día 13. Traslado a una zona exclusiva. Encuentro con el maestro espiritual de lugar, que nos
dirigirá unas palabras. Ceremonia de limpieza y purificación. Ofrendas a los dioses del lugar.
Descanso.
Día 14. Traslado a la ciudad de partida. Día libre para compras. Cena de despedida. Descanso.
Día 15. Salida desde el aeropuerto internacional a nuestro país.
Marcos Valenzuela
Vivir Sanos
Cistitis
Cistitis significa inflamación de la vejiga, del griego kystis, pero se sobreentiende con este
nombre cualquier infección del tracto urinario inferior. El diagnóstico se confirma por la
presencia de gérmenes tras un análisis de orina
Por las diferencias anatómicas que existen entre hombre y mujer, hay enfermedades que suelen
afectar más a uno que otro sexo. Es el caso de las infecciones urinarias, que se dan
principalmente en el ámbito femenino.
Cistitis significa inflamación de la vejiga, del griego kystis, pero se sobreentiende con este
nombre cualquier infección del tracto urinario inferior. El diagnóstico se confirma por la
presencia de gérmenes tras un análisis de orina. Las infecciones están provocadas en su mayoría
por la bacteria Escherichia coli, procedente del intestino grueso, si bien las cistitis pueden
deberse a otras bacterias, y excepcionalmente a virus y hongos.
El aparato urinario engloba los riñones, los uréteres, la vejiga urinaria y la uretra, y se encarga de
la producción de la orina y de su expulsión del cuerpo. Diariamente el corazón bombea todo el
volumen sanguíneo unas 300 veces a través de los riñones, que filtran unos 1500 litros de sangre,
para eliminar las sustancias tóxicas y los productos de desecho del metabolismo, y regular la
cantidad de sal. El líquido que se va a evacuar, alrededor de litro y medio diario, pasa de los
riñones a los uréteres que lo conducen hasta la vejiga urinaria, donde se almacena
temporalmente. Cuando hay un volumen considerable, el cuerpo da la señal de aviso,
presentándose una necesidad urgente de orinar.
La vejiga urinaria tiene forma esférica, y se sitúa en la parte inferior de la pelvis, elevándose
hacia el abdomen a medida que se va llenando. Tiene una musculatura muy flexible, y llena es
capaz de albergar más de medio litro de orina. El deseo de micción se empieza a sentir a partir de
350 mililitros. Hay factores externos, como el alcohol, el estrés o la cafeína, que nos pueden
hacer sentir la necesidad de orinar, aunque la vejiga esté parcialmente vacía, al provocar la
contracción de su musculatura.
En la mujer, la uretra es muy corta, tiene unos 5 centímetros frente a los 18 centímetros de la
uretra masculina, por lo que cualquier bacteria tiene grandes posibilidades de ascender por este
conducto, normalmente estéril, y llegar a la vejiga. Estas bacterias son arrastradas durante la
micción y se eliminan, pero si por algún motivo consiguen permanecer en la vejiga por un
tiempo se multiplican con rapidez, causando una infección. Las infecciones urinarias están
directamente relacionadas con el estancamiento de la orina, bien porque la retenemos mucho, y
no vamos con suficiente regularidad al aseo, o porque la vejiga no se vacía totalmente. Uno de
los motivos principales de las infecciones en la mujer es que la uretra femenina desemboca junto
a la vagina muy cerca del ano, por lo que es fácil su contaminación con bacterias intestinales, por
una higiene incorrecta después de la defecación, o al propiciar su introducción en la uretra
durante el acto sexual.
Existen una serie de condicionantes que favorecen la cistitis. Pueden darse en la mujer al inicio
de una relación de pareja debido a la nueva flora bacteriana que aporta el varón. También suele
aparecer en mujeres embarazadas, por la presión que ejerce el útero sobre la vejiga, que puede
impedir su completo vaciado. Las mujeres posmenopáusicas suelen ser bastante propensas a
estas infecciones por los cambios hormonales que sufren, y en especial las que han tenido varios
hijos, ya que después de algunos partos se descuelga la musculatura uterina, haciendo que el
sistema urinario sufra alteraciones y se produzcan pequeñas pérdidas de orina, que constituyen
un caldo de cultivo ideal para estas bacterias. Además, la infección puede generarse a
consecuencia de piedras en el riñón (cristales que conforme se van eliminando provocan
irritación en la vejiga); como una complicación de la diabetes, que genera una orina azucarada,
muy «apetecible» para las bacterias; o por un exceso de ácido úrico, enfermedad conocida
comúnmente como gota. Finalmente, la cistitis puede desencadenarse tras un estreñimiento
prolongado.
En los hombres las infecciones de orina suelen revelar una prostatitis o, en los ancianos, una
hiperplasia benigna, que hace que la próstata se agrande obstruyendo parcialmente la uretra y
dificultando la salida de la orina.
Los síntomas principales de la cistitis son una necesidad frecuente de orinar, en especial durante
la noche, dolor ardiente al hacerlo y micción en pequeñas cantidades. La orina a veces aparece
turbia y con fuerte olor. Puede acompañarse de dolor en la parte inferior del abdomen o en la
región lumbar. No suele provocar fiebre, y cuando lo hace es señal de que la infección afecta a
otros órganos. Su incidencia es mayor a finales del verano y principios del otoño. Los casos leves
remiten espontáneamente con sencillas indicaciones, pero para evitar complicaciones peligrosas,
como por ejemplo que la infección llegue hasta el riñón y de ahí pase a la sangre, se suelen
recetar antibióticos. El principal tratamiento consiste en ingerir muchos líquidos, en especial
agua de mineralización débil, ya que aumenta la diuresis (producción de orina). Beber de uno y
medio a dos litros diarios es de igual forma la mejor prevención. Además es recomendable
acidificar la orina, para impedir el crecimiento bacteriano, lo cual puede lograrse con remedios
populares, como tomar zumo de naranja, o zumo de arándano, que al mismo tiempo es
antiséptico. En mujeres con infecciones recurrentes hay que extremar la higiene de las zonas
íntimas, pero sin utilizar jabones excesivamente ácidos que eliminan la flora natural de esa zona,
y sin usar desodorantes vaginales u otras sustancias que puedan provocar irritación. Al defecar,
hay que limpiarse de adelante hacia atrás, y asimismo lavarse antes y después de las relaciones
sexuales. La ropa interior debe ser preferiblemente de algodón y no ajustada.
A nivel nutricional, es recomendable suprimir las bebidas alcohólicas y estimulantes como la
coca-cola, el café, té o chocolate, las especias y las carnes rojas. Además del arándano, otras
plantas antisépticas urinarias que nos pueden ayudar son la gayuba, que incorpora propiedades
diuréticas, y el brezo, antiinflamatorio.
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Palestina, cuna de profetas
El camino hacia la Tierra Prometida aparece lleno de sucesos predictivos para los hebreos. En los
más antiguos manuscritos del Antiguo Testamento se recoge con todo detalle el sentido ritual y
místico de una sociedad que busca ayuda en lo trascendente.
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