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EL LUGAR DEL INCESTO EN LA INTERACCIÓN FAMILIAR: ESTUDIO CLÍNICO DE CASOS

PRINCIPALES ENFOQUES:

Desde el punto de vista jurídico, el incesto consiste en relaciones sexuales entre personas
vinculadas entre sí dentro de un grado de consanguinidad.

En la mayoría de las legislaciones, el incesto no es reprimido, excepto cuando aparece bajo la


forma de estupro, del atentado al pudor o del ultraje a la moral y a las buenas costumbres,
sometido a determinadas reglas especiales en función a la edad.

Para Levi Strauss (1982), esta prohibición claramente deriva de una regla única que tiene el
carácter de la universalidad.

La concepción psicoanalítica entiende que la barrera sobre el incesto es una exigencia cultural
para defenderse contra el peligro de que los intereses que necesita para el establecimiento de
unidades sociales puedan ser absorbidos por la familia. Para Freud el tabú es una prohibición
primera, forzosamente impuesta y dirigida contra los anhelos más poderosos a que están
sometidos los seres humanos y el deseo de violarlos persiste en el inconsciente.

La Psicología, a su vez, e ha preocupado inicialmente por la dimensión intrapersonal de la víctima y


del agresor. El objetivo ha sido la búsqueda de la existencia o no, de una personalidad incestuosa.

Caso 1: Sirviendo al hijo

Las relaciones entre los miembros de la familia, presentan como características principales una
vivencia de la sexualidad como algo familiar, mezclada con hábitos generalmente inocentes pero
eróticos, acompañada de sentimientos encontrados.

En dos piezas de la casa duermen 9 personas sin existir una estructura clara de las reglas de
identidad. Las reglas morales en lo que respecta al mundo extra familiar son rígidamente
establecidas.

El padre se había apartado para trabajar lejos. El hijo elegido, pasó a representarlo
simbólicamente. Después de sufrir una enfermedad pasó a dormir al lado de la madre. Mientras
estaba enfermo, ella lo bañaba y vestía. La madre empezó a preocuparse por la posibilidad de que
el hijo se relacionara con otras mujeres y contrajera una enfermedad venérea. A partir de ahí,
empiezan a darse las relaciones incestuosas que al decir de la madre, “eran para servirle”. En este
contexto, no existen limitaciones entre la esfera sexual, erótica y afectiva.

Los demás miembros de la familia, presencian y comparten el secreto. Las fronteras están mal
definidas y la comunicación es confusa.
La relación incestuosa repercute a nivel interpersonal, con una mezcla de culpa, agresividad, celos,
malestar, entre todos los miembros de la familia. La comunidad local se rebeló ante el
comportamiento madre – hijo.

El retorno del padre es el factor determinante para que la desorganización no se tornara


patológica a un nivel más profundo. La sobrecarga emocional del hijo, hace que abandone el
hogar.

Caso 2: Posesión demoníaca

Padres separados desde que el paciente tenía 6 meses. La madre no volvió a tener ningún
compañero. El paciente tenía una sexualidad dividida entre contactos homo y heterosexuales. Los
hermanos mayores ya estaban casados, la madre vivía sola con el paciente y lo provocaba y
seducía. Dormían en la misma cama. A veces la acariciaba mientras dormía y se masturbaba, sin
embargo relata el paciente una falta de contacto afectivo puro y cándido. La madre dice adorar a
su hijo.

Hay una inducción de parte de la madre para que el hijo sea el agresor y ella, la víctima. A causa de
dos nuevos intentos de contacto sexual después de ingestión de drogas, el paciente fue internado
en una clínica psiquiátrica pues la madre argumentó agresión después de los intentos.

La ambigüedad en la relación, la seducción, la erotización y la negación en la comunicación son


agentes mantenedores de la patología.

El silencio deja de ser compartido a partir de que el paciente busca ayuda en una psicoterapia. La
madre niega los hechos diciendo que él tiene “ideas demoníacas”.

La madre se relaciona poco con sus otros hijos. El hijo solo mantiene contactos con el hospital o
con el grupo de drogas y la madre, solo con su grupo de trabajo.

Hay una confusión en los papeles. La madre mantiene al hijo como desequilibrado y así ambos,
justifican la relación incestuosa. La madre retiene para sí, el destino mental de su hijo.

El receptor de toda la desorganización y patología familiares es el paciente. El contexto social


apenas favorece el clima.

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