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Tiza en mano N° 10

Violencia de Género:
el caso Melina Romero
En septiembre de este año se produjo el asesinato de Melina Romero. La víctima fue culpabilizada
por los medios de comunicación por ser mujer y adolescente, por no cumplir con los cánones
de una sociedad acostumbrada a juzgar a partir de una óptica sumamente machista. Desde esta
secuencia proponemos un análisis crítico de cómo los medios cubrieron el tema y trabajamos
contenidos relacionados con la violencia de género y la existencia de estereotipos.

UNA SECUENCIA Y EL RELATO DE UN MAESTRO


Antes de empezar le pregunto a mis alumnos que sabían del caso de Melina. “La
asesinaron”. “Andaba en cualquiera”, “era rebelde”, “la violaron”, “sus papás le
dejaban hacer cualquier cosa”. Palabras que habían escuchado en distintos medios,
tenían eco en el aula. Así, empezamos la secuencia con la siguiente consigna.

Primera actividad
A continuación leerán una nota que salió en el diario Clarín acerca de Melina Romero, una chica de 17
años que desapareció de su hogar cuando iba a bailar y que se presume que haya sido asesinada. Este
tipo de notas se denomina perfil: se trata de una descripción, en este caso de la víctima.

Clarín - 15 de septiembre de 2014


Una fanática de los boliches, que abandonó la secundaria
Melina es la mayor de cuatro hermanos. Su papá, ex policía, tiene poco contacto con ellos.
La vida de Melina Romero, de 17 años, no tiene rumbo. Hija de padres separados, dejó de estudiar
hace dos años y desde entonces nunca trabajó. Según sus amigos, suele pasarse la mayoría del tiempo
en la calle con chicas de su edad o yendo a bailar, tanto al turno matiné como a la noche, con amigos
más grandes. En su casa nadie controló jamás sus horarios y más de una vez se peleó con su mamá
y desapareció unos días.
La chica es la mayor de cuatro hermanos: Gustavo, Facundo (mellizos, de 16 años) y Alejandro, de 14.
Todos se criaron solos con su mamá, Ana María, que es enferma de diabetes y también sufre de presión
alta. La mujer es podóloga, pero trabaja muy poco por sus problemas de salud.
El padre de los chicos, Rubén Romero, es un ex policía de la Bonarense que casi no tiene contacto con
sus hijos. “Desde que mi hermana desapareció, hace más de 20 días, con mi papá nos comunicamos dos
veces por teléfono. Hoy lo llamé al celular para hablar pero me dio apagado”, le explicó a Clarín Gustavo,
uno de los hermanos de Melina.
La familia vive en una casa muy humilde ubicada en medio de otras muy ostentosas, en el barrio
Ciudad Jardín, en El Palomar, partido de Tres de Febrero.
Melina estudió hasta segundo año en la Escuela Técnica N° 2 de Martín Coronado, que abandonó
hace unos años. Hasta su desaparición, se levantaba todos los días al mediodía y luego se juntaba con
sus amigos en la plaza de Martín Coronado, que está sobre avenida Perón, a metros de la estación de
trenes. Ahí se quedaba hasta la madrugada con chicos de su edad.
“Mi hermana dejó de estudiar para descansar y dedicarse a la vagancia”, le dijo ayer a  Clarín  su
hermano Alejandro.

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Tiza en mano - Violencia de género: el caso Melina Romero

La chica mide 1,72 metro, usa el cabello corto y se hizo cuatro piercings: dos aritos en la nariz, uno
en la lengua y otro arriba del labio superior. En el omóplato derecho se tatuó un corazón con el nombre
de sus padres. A “Meli”, como la llaman sus amigas, le gustan muchos las redes sociales y tiene cinco
perfiles de Facebook.
“Yo choco mucho con mi hermana porque no te cuenta nada. Le pregunto dónde va o con quién sale
y se enoja. Pero yo lo hago porque me preocupo. Nunca te dice en qué anda”, resaltó Gustavo.
El día en que desapareció, Melina estuvo en la plaza de Martín Coronado con sus amigos. “Me dijo
que era su cumpleaños y me invitó a ir a bailar a la noche con unos pibes que yo no conocía. Pero como
el boliche es horrible, yo dije que no quería ir. Entonces se fue sola”, recordó Agustina, una de las amigas
de la adolescente.
La chica también contó que solía ir a bailar a la matiné con Melina pero que luego ella se iba a la
casa y “Meli” iba a otra disco a la noche (donde era tarjetera, para no pagar) y se quedaba hasta la
madrugada. “Cuando se peleaba con su mamá se iba de la casa.
El mes pasado se fue tres días y después volvió. Ella también se junta con otros chicos que son más
grandes, pero no del grupo de la plaza”, dijo Agustina.

1. ¿Por qué te parece que es importante conocer la información que está en el primer párrafo?
2. ¿Por qué creés que quien escribió la nota subrayó que Melina tiene piercings y cinco perfiles
de Facebook?
3. ¿Cuál te parece que es el objetivo de la nota?
4. ¿Qué opinión busca generar en los lectores acerca de la víctima?
5. ¿Quiénes aparecen como culpables?

Al comienzo las respuestas a las preguntas reforzaban algunas concepciones que ya


habían aparecido antes de leer: “Melina se creía adulta, o sea mayor de edad, como
que podía hacer lo que quería” dice Jordan. “La desaparición de Melina fue culpa
de la mamá porque nunca le ponía límites” agrega Mateo. “Escribieron esta nota
para que todos los jóvenes que también andan en cosas similares recapaciten para
no terminar como Melina” afirma convencio Iván.
Aparece entonces la necesidad de la repregunta, de la intervención docente, de
establecer la duda: “¿Ustedes no tienen más de un perfil en Facebook?”. “Yo tengo
dos” dice, “yo cinco” suma Matías, “yo ocho” agrega Brisa.
“Camila además tiene piercing ¿Va a terminar mal?” pregunto. “Nooooo” se ofende
Camila. “Pero además iba a bailar tarde y tenía amigos más grandes” insiste Matheo.
“¿Vos no tenés amigos más grandes?” le pregunto a Matheo. “Sí, bueno”. “¿Y
ustedes no creen que van a querer salir hasta más tarde cuando tengan 17?” sigo.
“Si, mi hermana sale siempre hasta más tarde” reconoce Candela.
Una discusión. Nuevas dudas, las certezas ya no son las mismas de antes. “Parece
que si vos tenés piercings y cinco perfiles de Facebook, hacés lo que querés y vas a
terminar mal”, reflexiona Mati. La charla sigue.
Óliver me mira y me dice “Profe era re…” “¿Re que?” pregunto. No se anima.
Sharon lo apura enojada: “Dale re trola ¿No? ¿Eso querías decir?”. Les digo que
vamos a volver sobre eso en un rato.

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Ademys-2014
Segunda actividad
La siguiente nota salió en Página 12 y es una nota de opinión que crítica al perfil sobre Melina Romero
que salió en Clarín.

Página 12 (17 de septiembre)


Adolescentes descartables
Por Mariana Carbajal
Desde algunos medios, en lugar de contribuir a desarmar ese imaginario de mujeres desechables,
arraigado en una cultura patriarcal, suman sus esfuerzos para instalar la idea de que las víctimas
finalmente serían culpables de las propias violencias que sufren; ese sentido común que pretendió
imponer la última dictadura militar: “por algo será”. Como hizo el diario Clarín, en su edición del
último sábado, en una nota sobre Melina Romero. Desde el título, el artículo ubicaba a la adolescente
desaparecida el 23 de agosto en el lugar del descarte: “Una fanática de los boliches, que abandonó la
secundaria”. Y lo reafirmaba desde la primera línea del texto ¿periodístico? “La vida de Melina Romero,
de 17 años, no tiene rumbo.” Mientras los buzos de Prefectura seguían buscando su cuerpo, el diario
husmeaba en su intimidad –como si esa información aportara algún dato relevante al caso– y decía
además que la adolescente “dejó de estudiar hace dos años y desde entonces nunca trabajó”; que tiene
amigos de su edad, pero también “más grandes”; que en “su casa nadie controló jamás sus horarios”;
que hasta su desaparición “se levantaba al mediodía y luego se juntaba con sus amigos en la plaza de
Martín Coronado”; que se hizo cuatro piercing; que “le gustan mucho las redes sociales y tiene cinco
perfiles de Facebook”.
La nota no sólo viola la intimidad de la chica –como en su momento hizo el diario Muy, de la misma
editorial, en su tapa al publicar fotos de cómo había sido encontrada Angeles Rawson en la Ceamse–,
viola también distintas normativas. En primer lugar, la Convención Internacional sobre Derechos del
Niño, incorporada a la Constitución Nacional, que establece “la prohibición de injerencias arbitrarias o
ilegales en la vida privada de los niños y a la protección de la ley contra dichas injerencias”. Además, el
artículo incurre en violencia de género. En su artículo 6º, la ley 26.485 de Ley de Protección Integral a las
Mujeres, sancionada en 2009, define la violencia mediática contra las mujeres –una de las modalidades
de la violencia de género– como “aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados
a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la
explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la
dignidad de las mujeres, así como también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes
e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales
reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres”.
En ningún momento, la nota pone el foco en el problema de la violencia machista, de la que ya ese día
se presumía había sido víctima Melina Romero, de acuerdo con los dichos de varios de los detenidos
en la causa.
Las pautas de comportamiento que proyectan los medios de comunicación pueden contribuir a
mantener y perpetuar las relaciones de desigualdad entre los hombres y las mujeres. La discriminación
histórica de las mujeres en la sociedad es el caldo de cultivo que favorece la violencia de género y que
habilita a que algunos hombres consideren a las mujeres como parte de sus propiedades, al punto de
apropiarse de sus cuerpos y de sus vidas. Pero hay otros caminos. Los medios comprometidos con un
enfoque de derechos pueden favorecer la construcción de otros significados en beneficio de lograr la
igualdad de oportunidades entre mujeres y varones y promover una sociedad libre de violencia hacia
las mujeres, donde las adolescentes no sean consideradas envases descartables, porque les guste ir a
bailar, tener amigos, las redes sociales, hacerse algunos piercing o hayan abandonado el colegio.

1. ¿Cuál es la opinión de quién escribió esta nota acerca de la nota que salió en Clarín?
2. ¿Qué argumentos utiliza para defender su postura?
3. ¿Cuál te parece que es el objetivo de la nota?
4. ¿Qué críticas se le hacen desde esta nota a los medios de comunicación?

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Tiza en mano - Violencia de género: el caso Melina Romero
Ahora aparecen algunas reflexiones interesantes. Algunas certezas. Críticas.
“La nota de Clarín era machista” enojada Sharon. “Esta nota critica a la anterior” asevera
Brisa. “Sí, la nota de Clarín le echaba la culpa a los papás y a Melina pero no decía nada
de los que la mataron, ni de la policía que no hacía nada” dice Jordan.
“Igual ustedes antes dijeron lo mismo, que la culpa era de Melina y la Familia. Vos Jordan,
dijiste que la otra nota servía como para que los padres críen bien a sus hijos”, meto un
poco el dedo en la llaga. Luego de un silencio, pregunto: “¿Por qué antes pensaban otras
cosas?”. “Es que a veces nos convencen”, tímida Araceli. “¿Quiénes?” pregunto para que
desarrolle. “Los diarios, es como que mienten” completa. “¿Decía mentiras la otra nota?”
insisto. “Mentiras no, pero dicen las cosas de una forma que te convencen” reconoce Óliver.

Tercera actividad
En medio de las estigmatizaciones y prejuicios que produjo la desaparición de la joven de 17 años, que
había abandonado la  Escuela Técnica 2 de Ciudad Jardín, algunos de sus profesores de la secundaria
escribieron una carta donde muestran todo su dolor e indignación ante la impunidad del caso. Algunos
medios eligieron reproducirla. Les proponemos leer un fragmento de la carta para luego discutir acerca
de su contenido.
 
Desde el 23 de agosto, que Melina Romero se encuentra desaparecida. Ella estudiaba en la Escuela
Técnica 2 de Ciudad Jardín, donde trabajamos. Fuimos profes de ella de taller, de teoría y educación
física, y otros no. Siempre se destacó por tener un carácter decidido, ser muy sociable y extrovertida.
El motivo de esta nota, no es hacer una descripción de cómo era Melina, ya que eso no cambiaría el
hecho de que esté desaparecida ni la responsabilidad de un sistema social causante de su desaparición,
como el de tantas otras mujeres, que hacen las cifras del horror. Como tituló página/12 en mayo de
este año: en el 2013, una mujer es asesinada cada 30 horas, según lo relevado por el CINU (Naciones
Unidas), cifra que aumentó el 16% en relación al año anterior.
La relevancia del caso de Melina, tiene que ver con que es Mujer y encima de una familia humilde. Se
la condena por ello. La nota misógina, machista y miserable que sale en Clarín “Una fanática de los
boliches que abandonó la secundaria”, da cuenta de lo que decimos más arriba. De la misma manera la
consideran los medios que se rasgan las vestiduras de ser “objetivos y afectos a la ley” como el oficialista
C5N. El silencio objetivista y para nada condenatorio de parte la TV Pública, dejan que ese “sentido
común” crezca, y se vea como normal que las mujeres desaparezcan, o las maten. Y más normal, si
es humilde. Es que todos intentan tapar la responsabilidad que tienen los dirigentes políticos que
sostienen este sistema donde, las mujeres tienen que ser “Educadas, limpias y afectas a la familia y su
casa. Que cuiden a los niños, cocinen, laven la ropa, y tengan la casa siempre lista para el sacrificado
hombre”. Mujeres que, “se visten de forma provocativa, y que por eso les pasa lo que les pasa”.
Mujeres que “no son como las de antes”. Mujeres que “les gusta la joda, la noche, el caño, y aparecer
en Tinelli -como máximo- y si no, estar en la bailanta”. Mujeres que no tendrían más derechos que los
que esta sociedad les “otorga” como doble opresión. Es decir, una visión nefastamente machista que
cosifica a la mujer. Y en el caso de Melina, además, la condenan por ser joven.
No sabemos cómo se finalizará este caso. Sabemos que Melina, como miles, están condenadas por
esta sociedad patriarcal, que cada vez menos tiene para ofrecer. Por esto creemos que no tenemos que
dejar solos a los que están exigiendo justicia y exigir su aparición con vida ya. La decisión es política, si
se quiere, se puede controlar hasta cuantos besos se dió Melina con otra persona. Insistimos, porque es
mujer, es pobre y joven, no se hace.
FIRMAN: Facundo, Lucas, Laura, Valeria, Bibi C, Bibi B, Seba, Gabi, German P

1. Vuelvan a leer el párrafo en negrita analicen:


¿Qué opinan al respecto? ¿Cuál es el estereotipo de mujer para esta sociedad? ¿Y de hombre?
¿Qué pasa cuando una mujer no cumple con el estereotipo que se espera de ella? ¿Y con los hombres?
2. ¿Qué nueva mirada aporta la carta sobre el tratamiento de la información que hicieron los medios
sobre el caso de Melina?
3. ¿Por qué te parece que algunos medios eligen reproducir esta carta?
4. Se dice que los medios tienen que buscar la neutralidad ¿Qué opinás al respecto luego de seguir este caso?

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Ademys-2014

Cuarta actividad
Observen estas publicidades.
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1. ¿Cómo son los hombres y las mujeres según estas publicidades?


2. ¿Qué pensarían si en una publicidad apareciera una mujer con muchos hombres?
3. ¿Conocen otras publicidades donde aparezcan estas ideas sobre los hombres y las mujeres?

Luego de la tercera y cuarta actividad aparecen algunas reflexiones acerca de los estereotipos
que existen en nuestra sociedad:
“Parece que si la mujer no es así está mal”; “El hombre tiene que trabajar, la mujer
esperarlo con la comida en casa. Llevar a los niños a la escuela”; “La mujer tiene que lavar,
cocinar”; “La mujer rebelde y sin obligaciones no tiene futuro”. “La mujer debe servirle al
hombre”; “La mujer debe ser obediente”; “Si la mujer no cumple sería una mala madre.
Dirían malas palabras de ella”. “Si el hombre hace las tareas del hogar lo tratan de afinado,
de gay, de dominado”. “Los otros hombres se burlan, creen que es menos hombre”.
“¿Qué pasa si el hombre es muy machista y la mujer decide revelarse o empezar a querer
cambiar las cosas?”, pregunto. “No puede” responde tímida Lara. “Ahí hay violencia, ¿no?”
pregunta Iván. Hablamos un poco sobre el tema de la violencia de género.
“Pasó con mi mamá, profe. Pero ella se animó igual: lo denunció a mi padrastro”, se anima
Sharon. “¿Pero esto desde cuándo es así profe?”, se enoja Candela. Comento que desde
hace mucho, que antes era peor aún, que muchas mujeres pelearon mucho para cambiar
las cosas, que antes ni podían votar, “Ni ser presidentas”, interrumpe Iván. “Ni ser
presidentas” repito sus palabras.

Quinta actividad
Lean el siguiente fragmento de una nota de opinión sobre el caso de Melina.
La vida de Melina y el periodismo sin rumbo
(...)A Melina, contó uno de los pibes detenidos, le propusieron tener sexo grupal. Ella no aceptó. Y
dijo que no. Al decir que no, tuvo que enfrentarse solita al peor rostro del varón criado y enseñado
para imponerse sobre la mujer. A ese que, cuando una mina le dice no, le tiemblan sus cimientos.
Tiene miedo. No puede aceptar ese no. Menos cuando cerca hay otros como él, mirando, estudiando,
midiendo y hasta calificando. Sí, la hombría puesta en juego. El no que arremete una vez. El no que
sale nuevamente de las tripas de Melina, acorralada. El no valiente, a pesar de la indefensión. El no en
nombre de otras como ella. No, no y no. Y el terror ante la trolita, la putita, la buscona, que nos dice no.
Que se planta, ahí, entre machazos. Nada de fragilidad. ¿Cómo que no? No existe el no, ni para mí, ni
para nosotros. Para vos no hay no. Para vos no hay posibilidad de no. Para vos hay un golpe, un insulto,
otro golpe, y otro y otro y otro. ¿Entendés, puta? Vos decís no, y chau, morís. No podés estar, vivir,
crecer, si nos decís que no. Se acabó.
Por Maximiliano F. Montenegro. - 18 de Septiembre de 2014

1. ¿Cómo se relaciona este fragmento que leyeron con las publicidades que vieron y con los
estereotipos de hombre y de mujer que existen en nuestra sociedad?
2. Escriban alguna conclusión sobre el caso y sobre el tratamiento de los medios.

Las palabras crudas de la nota, la palabra “puta”, la palabra “trolita” dicha en clase. Sí,
leída por el maestro. Sí, el maestro tan correcto siempre dice “trolita” y ahora no genera
risas por lo bajo, como hubiese pasado un mes atrás. Los chicos levantan la mano, opinan,
tejen lazos. Los chistes machistas, los estereotipos, la violencia de género, ahora todo tiene
conexión. “Pobre Melina” suspira Nico. “Sí, pobres todas las Melinas”. La discusión sigue.

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