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Unidad XV Punto A La reacción Penal: Pena en Particular

Pena de muerte
Generalidades:
Numerosos son los argumentos que se han arrimado en favor y en contra de la pena de muerte,
los que siguiendo a Laurent podemos sintetizar así:

Argumentos contrarios:
1- La irreparabilidad de la pena de muerte.
2- La inviolabilidad de la vida humana.
3- La irresponsabilidad de los criminales.
4- La falibilidad de los jueces.
5- La pena de muerte impide toda enmienda al condenado.
6- Las penas de sangre llegan a ensangrentar las costumbres ("la sangre llama a la sangre").
7- La pena de muerte atenta contra la dignidad humana.

8- La pena de muerte sirve de reclame al criminal y excita al espíritu de imitación de los


candidatos al crimen.
9- Esta pena es contraria al progreso de las costumbres.
10- Esta pena es inútil, porque:
a) No es ejemplar (ningún asesino ha sido detenido en el camino del crimen por el pensamiento
del castigo supremo).
b) No es bastante severa (el gran criminal no carece de valentía y teme menos la muerte que la
certeza de un castigo largo y penoso).
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Argumentos favorables:
1- La pena de muerte es un instrumento de defensa social, al mismo tiempo que un instrumento
de sanción moral.
2- La crueldad o la insignificancia de toda pena propuesta para remplazar a la pena de muerte
hacen que esta última sea indispensable.
3- Es justa, es decir, proporcionada al delito.

4- Es necesaria, porque:
a) es temida por los malhechores
b) es temida por el público en general
c) todo proyecto de supresión aumenta la audacia de los malhechores
d) contradicción entre los actos y las teorías de ciertos abolicionistas, por ejemplo Marat y Robes
Pierre
5- Existencia inmemorial de la pena de muerte;
6- Argumento Lombrosiano sacado de la idea de la eliminación forzada de todo elemento
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peligroso para la seguridad social.

Su Abolición en la Legislación Argentina para delitos Políticos (1853) y comunes (1921).


1) La Constitución Nacional de 1853 declara en su artículo 18, parte final: quedan abolidas para
siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormentos y los azotes.

2) En lo que respecta a la abolición de la pena de muerte para los delitos comunes, se había
logrado en 1921 con la sanción del Código Penal. Siempre hemos sido contrarios a la pena de
muerte. El sentimiento nacional argentino se mostró en todo tiempo adverso a esta pena y aun
cuando se la mantuviera en la letra de la ley, pocas veces fue ejecutada, ya sea por restricciones
que la misma ley imponía, ya por la conmutación que, haciendo uso de la facultad constitucional,
otorgaba el primer magistrado.

El Pacto de San José de Costa Rica:


El Pacto de San José de Costa Rica, ratificado por la ley 23.054, que tiene jerarquía constitucional
a partir de la reforma de 1994 (art. 75, inc. 22) expresa en su artículo 4º, apartados 2 y
siguientes, que en los países que no han abolido la pena de muerte ésta sólo podrá imponerse
por los delitos más graves, en cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente y
de conformidad con una ley previa que establezca esa pena.

Asimismo, que tampoco se extenderá su aplicación a delitos a los cuales no se los sancione
actualmente con ella. Señala, también, que no se restablecerá la pena de muerte en los Estados
que la han abolido, que ésta no se puede aplicar por delitos comunes o conexos con tales delitos
ni se impondrá a personas que en el momento de la comisión del delito tuvieren menos de 18
años de edad o más de 70, ni se le aplicará a las mujeres en estado de gravidez.

En 1916, Rodolfo Moreno, presentó el Proyecto de Código Penal de 1906 con diversas
modificaciones, eliminando de él la pena de muerte. En los fundamentos expresaba:
"La pena de muerte entre nosotros ha sido un enunciado de la ley. Los tribunales la aplican poco,
a pesar de que la reforma la prodigó y los poderes ejecutivos cuando se pronuncian, la
conmutan, no dando curso a las ejecuciones".

"Mantenerla es, como antes decía, conservar un enunciado que no tiene objeto. Por eso, con lo
que he sostenido en diversas publicaciones, elimino del proyecto los artículos que la instituyen y
reglamentan su aplicación, expresando que la abolición de la pena de muerte era más doctrinal
que práctica, pues en la realidad muy pocas veces se aplicaba entre nosotros".

Menciona la opinión de Lombroso, Garófalo y Ferri y también los argumentos de Beccaria,


basados en el contrato social.
Recuerda que todos los códigos admiten la posibilidad del error en los fallos judiciales,
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reglamentando el derecho de revisión a fin de subsanarlo, y que ello sería absurdo frente a la
irreparabilidad de la pena de muerte.

Cita la imposibilidad de que en estos casos el reo pueda reparar el perjuicio causado por el delito
mediante su trabajo y la dificultad de poder afirmar con exactitud quiénes son incorregibles y
quiénes no, como asimismo el ambiente nacional que la repudia y las enseñanzas de la
legislación comparada, puesto que Grecia, Uruguay, Noruega, Holanda, Rumania, Venezuela,
Portugal, Italia, Brasil, algunos cantones suizos y varios Estados de Norteamérica ya la habían
abolido.

La Pena de Muerte y las penas Corporales, fueron establecida en el Código Penal argentino por
la ley de facto 21.338, para diversos delitos.
Ella aparecía alternativamente fijada con la reclusión o con la reclusión y la prisión perpetuas.

La modalidad ejecutiva de la pena capital será cumplida por fusilamiento y se ejecutará en el


lugar y por las fuerzas que el Poder Ejecutivo designe, dentro de las cuarenta y ocho horas de
encontrarse firme la sentencia, salvo aplazamiento que éste podrá dispone por un plazo que no
exceda de diez días. Durante su vigencia, entre 1976 y 1984, nunca tuvo aplicación.
La ley 11.179 (Código de 1921) suprimió la pena de muerte de la legislación argentina.

Las Penas Corporales:


Concepto:
Son aquellas que tienden a causar un sufrimiento o dolor físico al condenado. De ellas no
solamente se hizo uso, sino también abuso, en los tiempos primitivos del Derecho Penal.
En Roma era usual la flagelación y la Ley de las XII Tablas establecía la rotura de miembros. El
derecho canónico utilizó la fustigación (censura) y los azotes, como pena, como penitencia.

Su abolición en la Legislación Argentina:


Un precepto Constitucional impide la adopción de las penas corporales a las que, por otra parte,
se oponen los sentimientos del pueblo argentino. La Constitución Nacional declara, en su artículo
18, que quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de
tormento y los azotes.

Ya el 21 de mayo de 1813 la Asamblea dictó una ley, por imperio de la cual fueron destruidos en
la Plaza de la Victoria los instrumentos de tortura.
El Congreso, el 20-8-1864, dictó la ley 94, que establece:
Artículo 1:
"Todo el que ejerciendo autoridad civil o militar hiciere azotar algún individuo, de cualquier clase
o condición que fuere, será declarado inhábil para ejercer ningún empleo nacional durante diez
años, sin perjuicio de las acciones a que diere lugar la gravedad del hecho".
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Faculta, en el artículo 2:
"A cualquier habitante de la República para acusar ante los tribunales de la Nación por la
comisión de tal delito".
Otro precepto constitucional, acorde con el grado de civilización alcanzado y los sentimientos
humanitarios de los argentinos, es el que establece la última parte del artículo 18 de la
Constitución Nacional al determinar que: "las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para
seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de
precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez
que la autorice".

Por su parte, la Ley Penitenciaria Nacional dispone, en concordancia con la disposición


constitucional citada, que
"La ejecución de las penas estará exenta de torturas o maltratos, así como de actos o
procedimientos vejatorios o humillantes para la persona del condenado. El personal
penitenciario que ordene, realice o tolere tales excesos se hará pasible de las sanciones previstas
en el Código Penal, sin perjuicio de las disciplinarias que correspondan" (art. 3º).

Unidad XV Punto B La reacción Penal: Pena en Particular

Penas privativas de la libertad


Lo que dispone el Código Penal en su artículo 5º: "Las penas que este Código establece son las
siguientes:
- Reclusión
- Prisión
- Multa e
- Inhabilitación".

Penas privativas de la libertad


Concepto:
Son aquellas que privan de la libertad ambulatoria (de traslado) al condenado, mediante su
internación en un establecimiento cerrado, en el cual debe permanecer durante el tiempo que
fije la sentencia. Existen 2 penas privativas de libertad (aunque la tendencia actual tiende a
unificarlas)
Las penas que tienen más extensa zona de aplicación son las privativas de libertad: reclusión y
prisión.

Reclusión (perpetua o temporal):


Art 6: La pena de reclusión, perpetúa o temporal, se cumplirá con trabajo obligatorio en los
establecimientos destinados al efecto. Los recluidos podrán ser empleados en obras públicas de
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cualquier clase con tal que no fueren contratadas por particulares.


Prisión (perpetua o temporal):
Art 9: La pena de prisión, perpetúa o temporal, se cumplirá con trabajo obligatorio, en
establecimientos distintos de los destinados a los recluidos.

La prisión preventiva es la privación de libertad que sufre aquél que está detenido por un
delito (procesado) pero que todavía no fue condenado.

24.* La prisión preventiva se computará así:


- Por 2 (dos) días de prisión preventiva, equivalen a 1 (uno) de reclusión
- Por 1 (un) día de prisión preventiva, equivale 1 (uno) de prisión ó 2 (dos) de inhabilitación o la
cantidad de multa que el tribunal fijase entre [35 pesos y 175 pesos].
*Los montos publicados son los dispuestos por ley 24.286 (B.O. 29/12/93). Las leyes 24.390 y
23.070 pueden tener incidencia sobre este artículo.

La ley 24.660 no establece distinción alguna, en cuanto a su forma de ejecución, entre esas
penas. Ambas están sometidas al mismo régimen de progresividad. El trabajo, que constituye un
derecho y un deber del interno (art. 106), aunque se lo califica de obligatorio, no se impone
coercitivamente, sino que la negativa a prestarlo se considera falta media (art. 110).

Breve referencia al contenido del Régimen Penitenciario (Ley 24.660)


Finalidad de la ejecución de la pena privativa de libertad: Su fin es que el condenado adquiera la
capacidad de comprender y respetar la ley procurando su adecuada reinserción y apoyo social, a
través de los medios de tratamiento interdisciplinario usados por el régimen penitenciario

Sistemas carcelarios ley 24.660


Los sistemas seguidos para la explotación del sistema carcelario pueden agruparse en tres
principales:
- Sistema de monopolio, también llamado de administración
- Sistema de empresa
- Sistema ecléctico, conocido como intermedio o mixto, que procura armonizar los dos primeros.

a. En el sistema de monopolio, el Estado suministra los elementos necesarios para el trabajo,


tales como la materia prima, herramientas, etcétera, paga un salario al recluso y dispone de la
producción.
b. En el sistema de empresa, el Estado da en locación la mano de obra de los reclusos a un
particular, el que se encarga de suministrar la materia prima, las herramientas, la alimentación y
el vestuario de aquéllos; paga los salarios pertinentes y es dueño de la producción, que luego
puede disponer a su arbitrio.
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c. En el tercer sistema (intermedio o mixto) el contratista entrega al Estado la materia prima, éste
se encarga de su elaboración por los métodos y bajo la reglamentación que cree conveniente,
devolviendo al contratista el producto manufacturado, el que se paga por pieza, pudiendo
rechazarse los productos de deficiente fabricación.
El Estado debe cargar con el costo de la materia prima inutilizada por la ineptitud de los
operarios.

La ley 24.660 de ejecución de penas privativas de la libertad sigue un criterio amplio, que
permite la aplicación de los tres sistemas, pues contempla la posibilidad de que el trabajo esté a
cargo del Estado, de entidades de bien público, de empresa mixta o privada, se realice por
cuenta propia del interno o se lleve a cabo mediante el sistema cooperativo
(arts. 119 y 120).

Indemnización por Accidentes: El penado, durante el trabajo, puede sufrir accidentes, se ha


impuesto la tesis humanitaria, que es también la jurídica, ya que la indemnización por accidentes
de trabajo constituye un esencial derecho subjetivo del recluso:
a) El accidente causa al penado un perjuicio, que puede ser gravísimo y definitivo.
b) Sobreviene como consecuencia de la obligación de trabajar que el Estado le impone.

c) Si el accidentado y su familia están en difícil situación económica, será muy difícil obtener su
reincorporación social, puesto que la incapacidad actuará como un factor más en contra de una
vida honesta. La experiencia demostró la manifiesta insuficiencia reparadora de las disposiciones
que tomaban como base para calcular la indemnización, el monto de la remuneración
efectivamente devengada.

Fue preciso un proceso bastante largo de tentativas y de sucesión de normas para que la
indemnización por accidente o muerte de los penados tuviera un sentido social compensatorio y
acorde con la función reeducadora de la pena, el que sólo se logró cuando se tomaron como
base para fijar su monto los salarios que se pagan en la industria libre.

Destino de la Remuneración: El Código Penal dispone a este respecto en el (artículo 11): El


producto del trabajo del condenado a reclusión o prisión se aplicará simultáneamente:
- A indemnizar los daños y perjuicios causados por el delito que no satisficiera con otros recursos.
- A la prestación de alimentos según el Código Civil.
- A costear los gastos que causare en el establecimiento.
- A formar un fondo propio, que se le entregará a su salida.

El artículo 120 de la ley 24.660 de ejecución de penas privativas de la libertad, luego de expresar
que el trabajo del interno será remunerado, determina que si los bienes o servicios producidos
se destinaren al Estado o a entidades de bien público, el salario del interno no será inferior a las
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tres cuartas partes del salario mínimo vital móvil.

Esa misma ley, en su artículo 121, establece la forma y proporción en que ha de distribuirse el
producto del trabajo del interno:
a) 10% para indemnizar los daños y perjuicios causados por el delito, conforme lo disponga la
sentencia.
b) 35% para la prestación de alimentos, según el Código Civil.
c) 25% para costear los gastos que causare en el establecimiento.
d) 30% para formar un fondo propio que se le entregará a la salida.

El Peculio: el trabajo del condenado debe ser remunerado, destinándose una parte de lo que se
le asigna a formar un fondo propio que se le entrega a su salida, fondo al que se denomina
peculio.
El producto del trabajo que corresponda al penado, se divide así en dos partes: disponible y de
reserva.

Disponible: Es el que se le entrega para que satisfaga las pequeñas necesidades. La ley de
ejecución penal 24.660, en su artículo 127, reglamenta que la administración penitenciaria podrá
autorizar que se destine como fondo disponible hasta un máximo del 30% del fondo propio
mensual, siempre que el interno haya alcanzado como mínimo la calificación de conducta buena.
El fondo disponible se depositará en el establecimiento a la orden del interno para adquisición
de los artículos de uso y consumo personal que autoricen los reglamentos.

Fondo de reserva: es el que, como su nombre lo indica, se guarda para entregárselo al recluso a
su salida, con el fin de que satisfaga sus primeras necesidades.
La misma ley de ejecución dispone que el fondo propio, deducida en su caso la parte disponible
que autoriza el artículo anterior; constituirá un fondo de reserva, que deberá ser depositado a
interés en una institución bancaria oficial, en las mejores condiciones de plaza (art.128).

En caso de fallecimiento del interno durante el cumplimiento de la condena, el fondo de reserva


se trasmite a sus herederos. El fondo no resulta embargable ni objeto de cesión (art. 128). Sin
embargo, puede verse menguado en cuanto el artículo 129 de la ley 24.660 establece que de la
remuneración del trabajo del interno podrá descontarse, en hasta un 20% los cargos por
concepto de reparación de daños intencionales o culposos causados en las cosas muebles o
inmuebles del Estado o de terceros.

Libertad Condicional:
Requisitos para Concederla:
Requisitos exigidos por el Código en el artículo 13, para poder obtener los beneficios de la
libertad condicional, son:
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1) Cumplimiento parcial de la pena:

El lapso después del cual el condenado puede obtener la libertad condicional, varía según la
pena impuesta:
a) Veinte años, en caso de reclusión o prisión perpetua.
b) Los dos tercios de la condena, cuando la pena fuese de reclusión o prisión por más de tres
años.
c) Un año de reclusión u ocho meses de prisión, los condenados a tres años o menos.

2) Haber observado con regularidad los reglamentos carcelarios: La ley entiende que con el
cumplimiento de los reglamentos carcelarios el condenado se ha sometido a un régimen con el
que se ha logrado su readaptación. Este requisito ha sido objeto de justas críticas, en razón de
que se afirma que los delincuentes más avezados son quienes mejor se comportan en prisión.

Según el Código, el informe del penal sobre la conducta del recluso es el que se toma como base
para decidir si corresponde o no otorgar la libertad condicional, debiéndose entender por
conducta el comportamiento observado en el trabajo, su sometimiento a la disciplina y el
resultado de la instrucción.

3) No ser reincidente: Este requisito es impuesto por el artículo 14 del Código Penal, según el
cual el beneficio no se concederá a los reincidentes.
Esta disposición debe interpretarse en consonancia con el concepto legal de reincidencia, fijado
por el artículo 50 del mismo cuerpo de leyes. En consecuencia, si se ha operado la prescripción
de las condenas anteriores a los efectos de la reincidencia no hay obstáculo para el otorgamiento
de la libertad condicional.

4) Que no haya sido revocada la libertad condicional ya concedida:


Este cuarto requisito está determinado por el artículo 17 del Código Penal, según el cual no
podrá obtener la libertad condicional ningún penado al que le haya sido concedida y revocada
anteriormente. Si la presunción de reforma del condenado es lo que permite conceder la libertad
condicional, cuando éste demuestra no merecerla y por ello se la revoca, se dice que es lógico no
otorgársela nuevamente.

La rigidez de esta disposición impide dar a la institución el mínimo de elasticidad que requiere
una buena administración de justicia. Sin embargo, los tribunales han atemperado la señalada
rigidez de la norma, ya que la prohibición, en forma absoluta, de conceder nuevamente la
libertad condicional a los condenados a quienes se les ha revocado con anterioridad dicho
beneficio, puede resultar injusta, si se toma en cuenta que una norma posterior, referida a los
habituales, autoriza a solicitar por segunda vez la libertad vigilada luego de transcurridos cinco
años de su reintegro al régimen carcelario.
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Condiciones bajo las que se Concede:


La libertad que con arreglo al artículo 13 del Código Penal obtiene el penado es condicional,
porque lleva consigo condiciones que el liberado debe cumplir (art. 13), y porque el
incumplimiento de alguna de ellas produce la revocación de la libertad (art. 15). La libertad le es
concedida al penado bajo las siguientes condiciones:

1) Residir en el lugar que determine el auto de soltura: Esta condición exige fijar y conservar un
lugar de morada permanente, lo que no es incompatible con otras residencias accidentales.
2) Observar las reglas de inspección que fije el auto de soltura, especialmente la obligación de
abstenerse de bebidas alcohólicas. Las reglas de inspección son disposiciones tendientes a
facilitar la vigilancia del liberado (presentaciones periódicas ante una autoridad, informes sobre
sus actividades, etc.).

3) Adoptar en el plazo que el auto determine, oficio, arte, industria o profesión, si no tuviere
medios propios de subsistencia. Esas ocupaciones deben ser lícitas.
4) No cometer nuevos delitos, cualquiera que sea su naturaleza y gravedad.
Los delitos cometidos antes de la concesión de la libertad, pero descubiertos o juzgados después,
no producen la revocación de aquélla, salvo que hubieran determinado la reincidencia del
penado.

5) Someterse al cuidado de un patronato, indicado por las autoridades competentes;


6) Someterse a tratamiento médico, psiquiátrico o psicológico, que acrediten su necesidad y
eficacia de acuerdo al consejo de peritos.
Estas condiciones, a las que el juez podrá añadir cualquiera de las reglas de conducta
contempladas en el artículo 27 bis, regirán hasta el vencimiento de los términos de las penas
temporales y hasta diez años más en las perpetuas, a contar desde el día del otorgamiento de la
libertad condicional.

Revocación de la Libertad Condicional:


El incumplimiento de las condiciones impuestas no trae siempre la revocación de la libertad. Sólo
producen ese efecto la comisión de un nuevo delito, declarada por sentencia firme, y la violación
de la obligación de residencia.
Revocada la libertad, el término que ha durado la libertad no se computa en el de la pena
(artículo 15). La revocación deberá ser resuelta por el juez a cargo de la ejecución de la pena, si
se debe a que el penado ha violado el deber de residencia, porque únicamente está en juego un
asunto de su incumbencia.

Por el contrario, si la causa de la revocación fue la comisión de un nuevo delito, es aplicable el


artículo 58 del Código Penal: en principio es competente el juez del nuevo delito, que lo deberá
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hacer en la pertinente sentencia condenatoria. Si ese juez no lo ha hecho, es competente el juez


que haya aplicado la pena mayor.
La violación de las demás condiciones no ocasiona la revocación de la libertad, pero el tribunal
podrá disponer que no se compute en el término de la condena, todo o parte del tiempo que
haya durado la libertad, hasta que el condenado las cumpla (art. 15, 2ª parte).

Condena de Ejecución Condicional.


Condiciones para su Concesión:
El condenado condicionalmente, no debe cometer un nuevo delito común, tentado o
consumado, como autor o partícipe, cualquiera sea su carácter o gravedad, en el término de
cuatro años a partir de haber quedado firme la sentencia que dispuso la suspensión del
cumplimiento de la pena.

Además, el condenado debe cumplir alguna o todas las reglas de conducta que el Juez debe
imponerle, durante un lapso que se fijará entre dos y cuatro años según la gravedad del delito,
en tanto resulten adecuadas para prevenir la comisión de nuevos delitos.
Estas reglas, enumeradas por el artículo 27 bis según ley 24.316, pueden ser modificadas por el
juez si resulta conveniente al caso, y son:

a) Fijar residencia y someterse al cuidado de un patronato.


b) Abstenerse de concurrir a determinados lugares o de relacionarse con determinadas personas.
c) Abstenerse de usar estupefacientes o de abusar de bebidas alcohólicas.
d) Asistir a la escolaridad primaria, si no la tuviere cumplida.

e) Realizar estudios o prácticas necesarias para su capacitación laboral o profesional.


f) Someterse a un tratamiento médico o psicológico, previo informe que acredite su necesidad y
eficacia.
g) Adoptar oficio, arte, industria o profesión, adecuado a su capacidad.
h) Realizar trabajo no remunerados en favor del Estado o de instituciones de bien público, fuera
de sus horarios habituales de trabajo.

Debe ser la primera condena dictada contra el beneficiario como autor o partícipe de un delito
común. No cuentan, por consiguiente, las dictadas por infracciones a leyes especiales o por
faltas. Para determinar la prioridad de la condena, la ley atiende sólo al momento del
pronunciamiento de la sentencia, y no al de la comisión del delito pertinente.
Una segunda condena en orden al tiempo, únicamente puede adquirir la calidad de primera
condena a los efectos del artículo 26:

a) En virtud del principio de la ley penal más benigna


b) Por la amnistía de la primera condena, porque, en este caso, esa condena, que jurídicamente
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no existe, no puede producir ningún efecto que no haya sido enervado por la ley que concedió la
amnistía.
La condena debe ser una pena de prisión que no exceda de tres años, incluso en el caso de
concurso real o ideal de delitos. La condenación condicional no procede si la pena impuesta es
de reclusión, multa o inhabilitación, aunque estas dos últimas hayan sido dispuestas
conjuntamente con la prisión en la condena suspendida condicionalmente.

Fundamento de la Decisión:
La concesión de la condenación condicional no es una potestad discrecional del tribunal, sino
una potestad reglada ya que su concesión debe ser fundada bajo pena de nulidad, en la propia
sentencia condenatoria, en una serie de circunstancias personales y objetivas, demostrativas de
la inconveniencia del cumplimiento de la pena. Ellas son:

a) La personalidad moral del condenado, es decir, su individualidad espiritual, su modo de ser,


sus sentimientos, sus defectos o virtudes personales. El examen de este aspecto, mediante los
aportes de la psiquiatría y la psicología, constituye la vía adecuada para fundar razonablemente
la probabilidad de que el condenado no recaiga en el delito.
b) La actitud posterior al delito alude a su comportamiento respecto a su delito y su víctima.
Estas pautas permiten fundar, también, aquella probabilidad.

c) Los motivos que lo impulsaron a delinquir, que son las causas anímicas que lo movieron a
cometer el hecho, para constituir índices positivos de futura delictuosidad deben ser
demostrativos de inclinación o tendencia a delinquir.
d) La naturaleza del hecho atañe a la especie del delito y a las circunstancias de su ejecución,
pautas que tienden, también, a indicar si media proclividad a la reiteración delictiva.

Además de las mencionadas, el Tribunal puede considerar cualquier otra circunstancia, aunque
no se refiera al hecho cometido en sí mismo, en la medida que sean aptas para demostrar la
inconveniencia de aplicar una pena efectiva, como las referidas a la situación particular del
condenado, sus carencias individuales, sociales y familiares, etc.

La incorporación de más elementos de valoración a los que contenía el texto reformado del art.
26, obedece al designio de evitar con más seguridad la automaticidad de la admisión del
beneficio. La nulidad procede por la omisión de considerar alguno de dichos elementos o por su
consideración insuficiente con arreglo a los hechos probados en la causa.

El Tribunal no podrá guiarse por sus propias y exclusivas informaciones, sino que deberá requerir
las pertinentes para formar criterio al respecto (art. 26 § 1º, 3ª disp.). Las deberá requerir de las
autoridades, entidades o personas que estén en condiciones de ilustrarlo sobre las circunstancias
personales y objetivas enumeradas. Las partes pueden, también, aportar la prueba que
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consideren útil para que el tribunal forme criterio

Cumplimiento de las Condiciones:


Si dentro del término de cuatro años antes aludido, el condenado no comete un nuevo delito
común, la condenación se tiene como no pronunciada. La condenación, esto es, la pena, y no la
sentencia, es la que se tiene como no pronunciada, y ya no se puede ejecutar, y, por
consiguiente, unificar en los términos del artículo 58.

En caso de incumplimiento de las reglas de conducta impuestas por el juez, durante el plazo de
prueba fijado, este término puede extenderse, porque el juez está facultado para no computar
como plazo de cumplimiento todo o parte del tiempo transcurrido hasta ese momento.

Revocación:
Si dentro del término de cuatro años a partir de haber quedado firme la sentencia, el penado
comete el nuevo delito, la condenación condicional le debe ser revocada, y debe sufrir la pena
impuesta en ella y la que le corresponde por el segundo delito conforme a lo dispuesto sobre
acumulación de penas.
La persistencia en el incumplimiento de las condiciones impuestas por el juez o su reiteración
durante el plazo de prueba fijado, faculta al juez a revocar la condicionalidad de la condena y, por
lo tanto, la pena de prisión impuesta en la sentencia debe hacerse efectiva en su totalidad.

Reiteración del Beneficio:


La suspensión de la pena puede ser acordada por segunda vez si el nuevo delito ha sido
cometido después de haber transcurrido ocho años a partir de las 24 horas del día en que quedó
firme la primera condena. Con arreglo a este precepto, si el condenado condicionalmente por
primera vez recién vuelve a cometer un nuevo delito después de transcurrido ese término, la
nueva sentencia condenatoria puede suspender por segunda vez la pena. Salvo lo relativo a que
se trate de la primera condena, para la procedencia de la nueva condenación condicional deben
concurrir las condiciones del artículo 26.

Además, para que rija el término de ocho años, ambas condenas o una de ellas debe ser por
delito culposo ya que si los dos delitos son dolosos, el término es de diez años (art. 27, § 3º [Ley
23.057]).
Cuando la primera sentencia condenatoria fuere recurrida y confirmada respecto del carácter
condicional de la condenación, los plazos de cuatro, ocho o diez años señalados, se computarán
desde las veinticuatro horas del día en que se dictó la sentencia recurrida.

Bibliografía:
Fontan Balestra, Carlos
Núñez, Ricardo
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Lazcano, Carlos
Creus, Carlos

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