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SEDE BOGOTÁ
ESTUDIANTES:
CAMILO JURADO
CAROLINA PANTOJA
FELIPE SILVA
SOFÍA YANDAR
El código penal colombiano (Ley 599 del año 2000) establece en su artículo 32 las causales que
generan ausencia de responsabilidad penal, y dentro de ellas el numeral séptimo consagra el
estado de necesidad como un eximente. El presente artículo pretende exponer, explicar y
analizar esta figura, para lo cual, primero se realizará un análisis legal del artículo, segundo una
aproximación doctrinal, tercero se explicará cómo se da la aplicación de esta figura, y finalmente
se desarrollará el estudio de la jurisprudencia tanto de la Corte Constitucional como de la Corte
Suprema de Justicia.
Análisis legal:
El que exceda los límites propios de las causales consagradas en los numerales 3, 4, 5,
6 y 7 precedentes, incurrirá en una pena no menor de la sexta parte del mínimo ni mayor
de la mitad del máximo de la señalada para la respectiva conducta punible.
Esto último nos lleva a la siguiente característica, el derecho a proteger puede ser propio a ajeno.
Cabe hacer la mención del trasfondo constitucional frente a la solidaridad. Se encuentra
plenamente justificado la defensa de un derecho ajeno en base al Artículo 95 de la constitución
política, referente a los deberes del ciudadano, donde uno de estos es: “Obrar conforme al
principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que
pongan en peligro la vida o la salud de las personas”.
Frente a las posibilidades de aplicación el artículo nos presenta unas situaciones donde no
aplica, es decir, escapan de su órbita de competencia, como los son: cuando el peligro fue
causado intencionalmente o por imprudencia por el mismo sujeto que intenta argumentar a su
favor la eximente; o cuando el peligro es jurídico, es decir, la persona estuviera en el deber
jurídico de soportarlo.
Para clarificar el desarrollo de la figura, existe un ejemplo de bastante uso doctrinal como lo es
el caso de la Tabla de Carnéades, situación donde dos náufragos por una tempestad solo tienen
una tabla para salvar su vida, que se puede dar en otras modalidades
Como el del capitán del barco que da la orden de arrojar al agua toda o parte de la carga
del navío para que este no se hunda en una tempestad; el caso de quien se apodera de
un vehículo ajeno para llevar a un enfermo grave ante un médico, al no existir otro medio
de transporte en una zona alejada de la ciudad; el caso de quien, huyendo de una bestia,
cruza predio ajeno para evitar un mal grave a sí mismo. (Guerra Espinosa, 2017)
Teoría de la adecuidad.
Esta teoría dice que, aunque la acción ilícita realizada en estado de necesidad no es conforme
a Derecho ni jurídicamente correcta, no puede castigarse por razones de equidad o ética. Estas
razones éticas, por la que la persona actúa de manera contraria al ordenamiento jurídico, se
fundamentan en la existencia de una coacción psicológica que recae sobre el sujeto.
Un gran influyente en esta teoría, es el pensamiento de Kant que, gracias a su desarrollo del
caso de la tabla de Carnéades, nos permite observar cómo una persona que asesina a otra para
salvar su vida no puede ser imputada por homicidio, ya que se vio enfrentada a la decisión de
salvar su vida o la de alguien más. Situación en la cual, cualquier persona normal priorizaría su
vida sobre la de un tercero.
Teoría de la colisión.
En esta teoría se realiza una ponderación, análisis, sobre el valor objetivamente relevante para
el Derecho de los bienes en disputa. Se pondera entre el mayor valor otorgado a los bienes
salvados, frente a un menor valor que poseen los bienes sacrificados. Influenciada fuertemente
esta teoría por el pensamiento de Hegel, se concluye que, siempre habrá un estado de
necesidad de salvar un bien jurídicamente más valioso sin importar la lesión o el sacrificio de un
bien jurídicamente menos valioso. Ejemplo de esto es la salvaguardia de la vida sobre propiedad
ajena. Un marinero decide arrojar al mar mercancía que no le pertenece para asegurar que el
barco no se hunda.
Teoría de la diferenciación.
Esta teoría subsume las dos anteriores, considerándose elementos que explican dos grupos de
casos de estado de necesidad.
El segundo grupo de casos de estados de necesidad, son los casos en que el bien que
se lesiona es del mismo valor, o incluso mayor, que el bien que se protege. Casos
conocidos como Estado de Necesidad Exculpante.
Situación en la que se encuentran dos personas que poseen un solo paracaídas y el
avión en el que se encuentran está en caída. En estos casos, no se realiza una
ponderación de qué bien es más valioso, sino que la actuación de la persona se ve
coaccionada por una situación en la que debe proteger su vida o su integridad personal,
sin importar el bien que pueda afectar para eso.
Esta teoría se fundamenta en considerar que la actuación del sujeto, aunque presenta elementos
de la culpabilidad (Morales, s. f.) como el dolo, no puede haber la exigibilidad de otra conducta,
la persona que actúa salvando un bien en sacrificio de otro, no podía actuar de otra manera para
la salvaguardia de, por ejemplo, su propia vida.
Por otro lado, esta teoría considera que la actuación de la persona no puede ser antijurídica
(Castillo Morales, 2016), ya que el mismo Derecho le concede una causal de justificación para
que obre en protección de un bien jurídico mayor al bien jurídico que se vulnera.
Elementos.
Siguiendo la teoría de Rubén Compagnucci (1999) encontramos como elementos para que un
acto sea necesario: a) El peligro actual de sufrir un daño en un bien jurídico; b) que la situación
de necesidad no haya sido causada por la persona amenazada; c) que no exista otra vía para
eludir el peligro; y d) que el daño que se ocasione sea menor al que se evite. A continuación, se
describe a mayor profundidad cada uno de estos.
La persona que intenta argumentar a su favor este eximente no debió haber actuado con
intención, por la culpa o negligencia, y no puede alegar que obró privado de su libertad, ya que
era libre al iniciarse la actividad.
Si el autor del hecho no tenía otro camino lícito a tomar, y lo que hizo fue la única posibilidad de
evitar el mal, queda justificado su comportamiento y el acto toma el carácter de “necesario”; en
el caso contrario no es posible invocar la figura. En la doctrina francesa, se entiende que el acto
dañoso debe presentar una verdadera “utilidad social”, ya que los intereses en disputa deben
quedar objetivamente justificados. Vinculado a ello algunos juristas ven que dentro de la
multiplicidad de situaciones que brinda la experiencia cotidiana se pueden observar diferentes
tipos: actos altruistas, como cuando alguien para evitar atropellar a un niño choca a otro carro
que se encuentra detenido; o actos necesarios en donde una persona que no tuvo ninguna
relación en los hechos interviene, tal es el ejemplo de alguien que rompe la puerta de una casa
que está en fuego para socorrer a las personas que se encuentran en su interior; o actos egoístas
, como el del náufrago que está sobre una balsa e impide subir a otros que se acercan
golpeándoles las manos con elementos cortantes.
El daño causado debe ser siempre menor que el que amenazaba a la persona del agente, sus
bienes, o a ciertos terceros. Clarificando la cuestión, enseña el mismo Mosset Iturraspe (1980)
que la diferencia en la jerarquía debe ser tomada en cuenta con relación a la categoría a la cual
pertenecen los bienes, por ejemplo, un derecho de la personalidad con un derecho patrimonial;
en cambio, cuando tengan la misma categoría debe acudirse a una valoración de tipo objetivo.
Esa es una vía adecuada para realizar el razonar comparativo y establecer el distingo entre
ambos supuestos.
Entre otros elementos que deben configurarse pero que no menciona el autor se hallan:
Si bien para que pueda hablarse de estado de necesidad es necesario como se ha visto
anteriormente que se den unos requisitos en su configuración, debe tenerse en cuenta que no
se admite que se acuda a esta figura cuando uno solo de ellos no se haya configurado; pero por
el contrario si se permite su uso cuando hay exceso en cualquiera de ellos, caso en el cual lo
dispuesto en el segundo inciso del artículo 32 numeral 7° sería mirado como un atenuante en el
momento de establecer la pena. Es así como Pelaez (2012) afirma:
Análisis jurisprudencial.
Por otra parte, se tocará seguidamente como caso concreto el referido por la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Penal, proceso N°15313 del 17 de agosto de 2000.
El problema jurídico que la Corte se plantea es si es lícito exigir a un ser humano el sacrificio
de la vida y de la libertad, propias o ajenas, en razón de la primacía del interés general sobre
el individual.
Las consideraciones que presenta para declarar la exequibilidad de las normas son: en primer
lugar, que el Estado por medio de las autoridades deben proteger a las personas en sus derechos
fundamentales, por lo que la protección del individuo es el primer deber social del Estado. Esta
protección debe ser más exigente cuando se está ante amenaza o la acción de delincuentes,
donde el Estado debe ponerse al total servicio de este deber. En segundo lugar, la corte realiza
una lectura del caso respecto a los requisitos de la norma así: a.) La víctima del secuestro se
encuentra en peligro actual, y no sólo inminente, de perder su vida. Y ha perdido ya, así sea sólo
transitoriamente, su libertad; b.) Tal peligro, en la mayoría de los casos, no es evitable de una
manera diferente al pago del rescate a los delincuentes. Por desgracia, generalmente la acción
de las autoridades no impide la comisión del delito, ni consigue la liberación de la víctima; c.)
Tampoco puede decirse que el secuestrado, o sus parientes o amigos, hayan causado
intencionalmente o por imprudencia, el peligro en que se encuentran. Ellos solamente han tenido
la desgracia de ser elegidos por los criminales que asedian la comunidad inerme; d.) El
secuestrado y sus allegados no tienen el deber jurídico de afrontar el peligro.
Para terminar, manifiesta la Corte que una norma que tipifica la conducta razonable de los
particulares dirigida a proteger la vida y la libertad, propias o de un semejante atenta contra la
Constitución.
Se demanda la constitucionalidad de los artículos del Código Penal que tipifican el delito de aborto
(Art. 122), de aborto sin consentimiento (art. 123) y las circunstancias de atenuación punitiva del
delito de aborto (art. 124) por limitar de manera desproporcionada e irrazonable los derechos y
libertades de la mujer gestante; y el numeral séptimo del artículo 32 del mismo Código, en torno
a que el estado de necesidad vulnera los derechos fundamentales a la vida y a la integridad
personal de la mujer, porque esta se ve obligada a someterse a un aborto clandestino “y por tanto
humillante y potencialmente peligroso para su integridad”.
Además, observa la Corte que exigir a una mujer una conducta que agrave su situación en busca
de mantener un orden jurídico, cuando ni siquiera ella causó dicho estado de cosas es tan
inhumano e irracional como las ordalías, y resulta más incomprensible la penalización de la
conducta en estas circunstancias, cuando pueden ser enmarcadas en una concepción amplia
del estado de necesidad.
Se demanda la inconstitucionalidad del literal f) del artículo 34 (parcial) de la ley 1123 de 2007.f)
Revelar o utilizar los secretos que le haya confiado el cliente, aun en virtud de requerimiento de
autoridad, a menos que haya recibido autorización escrita de aquel, o que tenga necesidad de
hacer revelaciones para evitar la comisión de un delito”. por violar el secreto profesional.
En esta sentencia la Corte tiene muy en cuenta la interpretación doctrinaria al respecto, según
la cual el abogado deberá revelar información cuando se trate de los delitos de asesinato u
homicidio, genocidio; secuestro extorsivo, una toma de rehenes; ataque al transporte aéreo y
marítimo por parte de una asociación terrorista, entiendo que cumple con su esfuerzo por hacer
desistir del hecho a su cliente o de desviar el resultado, lo que da lugar a eximirse de
responsabilidad en virtud del estado de necesidad.
La Corte observa también que la norma demandada no constituye una vulneración al secreto
profesional, sino la consagración de un estado de necesidad aplicable de manera excepcional a
una conducta típica, que se debe ceñir a los criterios de las causales de exclusión de la
responsabilidad contempladas en la ley disciplinaria del abogado, así entonces es una causal
de exclusión de la responsabilidad, ya que el deber general de todo abogado es “guardar el
secreto profesional, incluso después de cesar la prestación de sus servicios”, tal como establece
el numeral 9º del artículo 28 del Código Disciplinario del Abogado.
Para que se considere exclusión de la responsabilidad es necesario que se cumplan ciertos
presupuestos de la ley como lo son: (i) existencia de un peligro actual o inminente para un bien
jurídico, entendido como la posibilidad de que el mismo sea lesionado desde una posición ex
ante, es decir, desde una perspectiva previa al hecho. En el caso de la expresión demandada,
el peligro para el bien jurídico está constituido por el riesgo de ser afectado por la comisión de
un delito. (ii) se requiere ponderación de intereses entre un bien jurídico que debe ser tutelado
y otro que debe ser lesionado para salvaguardar el primero. Esta ponderación de intereses
implicaría la salvaguarda del bien jurídico que pudiera ser afectado por el delito que se pretende
impedir y sacrificando el secreto profesional. (iii) se requiere que la conducta realizada constituya
un medio idóneo para hacer frente al peligro. Este requisito en palabras del numeral 4º del
artículo 22 de la Ley 1123 de 2007 exige el análisis de los criterios de: necesidad, adecuación,
proporcionalidad y razonabilidad, los cuales son útiles para la solución de casos difíciles que no
podrían ser estudiados a través de un criterio abstracto como la simple necesidad de hacer
revelaciones para evitar la comisión de un delito.
Por último, destaca la Corte que el abogado que en relación profesional con su cliente conoce
de la futura comisión de un delito se encuentra en una situación límite entre su sanción por la
revelación del secreto y su condena por omisión de denuncia, omisión de socorro u comisión
por omisión al no haber impedido la comisión del delito, por lo que debe atenderse a criterios
particulares de ponderación propios del estado de necesidad.
Bibliografía.