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Unos de estos hombres es Nehemías. Se trata de un personaje muy especial. Jugó un papel
importante en el exilio y gran parte de la restauración de Israel tiene que ver con su aguda
visión, esfuerzo y capacidad de emprender grandes tareas. No se sabe mucho de cómo
logró ascender en el Imperio Persa. Lo cierto es que cuando Nehemías aparece en el relato
bíblico ya estaba ocupando un alto cargo en la corte.
Nehemías era copero del rey Artajerjes. El título de este puesto hoy no suena tan bien. Sin
embargo, su desempeño implicaba un alto grado de confiabilidad. Este puesto estaba
reservado a hombres que se presuponían leales a toda prueba.
Estando en Susa, capital de Imperio Persa, esto es a unos mil kilómetros de Jerusalén,
recibe la información de que los muros de la ciudad de Dios estaban derribados y sus
puertas quemadas a fuego. Esto era para un judío como él motivo de gran oprobio y
vergüenza. La noticia le desgarra el alma y le sobreviene un fuerte sentimiento de pesar y
dolor que él canaliza en oración y ayuno delante Dios.
Después de orar y esperar unos meses, Nehemías, con mucho tacto y buen sentido de la
oportunidad, logra comunicarle la situación al rey Artajerjes, quien accede a su petición,
otorgándole el permiso y las prerrogativas de lugar para que se dirija a Jerusalén en calidad
de gobernador para emprender la tarea de reconstrucción de los muros.
Es importante ver como Nehemías se comporta en cada ocasión, cómo reacciona ante las
diversas circunstancias que se van generando en la medida que avanza en su empresa.
De ahí han partido algunos autores para presentar a Nehemías como un modelo de
liderazgo y organización empresarial.
El primer obstáculo que encuentra este funcionario es un pueblo sin ninguna motivación,
sumido en la ignominia y el oprobio. Se trataba de un grupo de gente sin sentido de misión
y sin ninguna perspectiva del futuro. Luego de evaluar las posibilidades, Nehemías tenía la
visión del trabajo. Así ubicó a cada cual de acuerdo a su especialidad y le lanzó el desafío
al pueblo para iniciar la tarea: “Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está
desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid y edifiquemos el muro de Jerusalén
y no estemos más en oprobio. Entonces le declaré como la mano de Dios había sido buena
sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron levantemos y
edifiquemos. Y así esforzaron sus manos para bien”. Nehemías (2:17-18)
A pesar de que la construcción de los muros avanzaba, la oposición asumió una actitud
conspirativa y violenta, haciendo rodar rumores intimatorios y amenazantes, a los que
Nehemías respondió orando al Señor y al mismo tiempo colocando una guardia que
permanecía de día y de noche. “No temáis delante de ellos, acordaos del Señor, grande y
temible”, fueron las palabras de Nehemías. (Neh.4:14).
Al final de la obra, Nehemías, junto al reformador Esdras, hizo una gran convocatoria y
celebraron una gran fiesta en la que leyeron y festejaron parte de la ley que estaba
extraviada y fue localizada. La restauración física de los muros tuvo una enorme repercusión
en lo que fue la restauración moral y espiritual de todo el pueblo.
Nehemías, quien se desempeñó por varios años como gobernador de Jerusalén, bajo el
nombramiento de Artajerjes, rindió cuentas en sus memorias en las que muestra con toda
transparencia la pulcritud y sobriedad con que manejó los recursos públicos y el uso piadoso
que hizo del poder que le fue conferido. Aunque el manejo de la autoridad lo aprendió en
una de las cortes más dispendiosa y suntuosa de su época, sus principios le permitieron un
uso frugal y comedido del poder que tuvo a su disposición
El libro de Nehemías debe ser lectura de actualidad para los líderes religiosos, políticos,
empresariales y comunitarios que quieran aprender los principios prácticos de una
administración sana y al servicio de la mejor causa.
Según los pilares de la administración Nehemías refleja sus dotes de administrador y líder
en el proceso de la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Aquí un breve estudio.
1. Contexto
2. ¿En qué forma planificó el curso de acción?
3. ¿Cómo organizó a la gente para lograr sus objetivos?
4. ¿Cómo dirigió el proceso de edificación?
5. ¿Cuál fue la forma de supervisar la obra?
I. Contexto
El pueblo de Israel había sido deportado con Nabucodonosor hacía ya casi 70 años y
destruido la cuidad, el templo y los muros de Jerusalén, la ciudad santa. Con el tiempo, la
situación del remanente en esas tierras viene a ser catastrófica, por no poder reconstruir su
ciudad ni tener con que hacerlo, por los enemigos propios de un pueblo debilitado y de los
propios aprovechadores (del mismo pueblo) que se encargaron de poner cargas mayores a
sus compatriotas. Son estas noticias las que llegan a oídos de Nehemías, copero del Rey
Artajerjes, por medio de Hanani (1:2-3) quien las entrega, concitando el dolor propio de uno
que amaba sus raíces y al Dios de ese pueblo.
PROBLEMA
Las malas noticias crearon dolor en el corazón de Nehemías. Dolor por su gente, por su
ciudad, por su Dios. Por su gente pues estaba dispersa (1:9 “…Aunque vuestra dispersión
fuere hasta el extremo de los cielos…”); por su ciudad pues yacía destruida; por su Dios,
pues no podía habitar allí su nombre (1:9). Nehemías sabía que eso era consecuencia del
pecado de Israel, pecado del que se hace parte y cargo (1:6 “…Y confieso los pecados…
que hemos cometido contra ti…”), pero lo increíble es que eleva una oración a Dios por éxito
en una empresa todavía no emprendida, pero si meditada (1:4 “…Hice duelo por algunos
días…”). El dolor lo llevo a la reflexión y la oración; y la meditación a la acción, pues ya
estaba proponiendo en su interior, bajo exclusiva dirección de Dios, abordar al Rey
Artajerjes en el momento y tiempo indicado, sin forzar nada, solo en espera de una puerta
abierta por su Señor, para emprender una obra que todavía no entendía ni como iniciarla
(mucho menos terminarla); mas era tal peso alojado en su corazón que no podía quedarse
de brazos cruzados.
¿DÓNDE COMIENZA A PLANIFICAR NEHEMÍAS?
Podemos deducir (Y concluir) que la planificación de Nehemías comienza en algún punto
de su duelo, ayuno y oración (1:4), porque fueron varios los días de llevar esa carga. Y toda
reflexión profunda busca una salida al problema, y es iluso de los hombres creer que por el
solo hecho de arrodillarnos, pudiendo hacer algo y sin siquiera obrar en ello, los problemas
se solucionarían. Hubiera podido Nehemías elevar mil oraciones al cielo, pero quien no tiene
la intención de nada, en nada acalla el dolor, el que persistiría y carcomería con el tiempo.
Se ve en Nehemías disposición y determinación valiente ante su dolor, algo vacilante en
principio (2:2 “…Entonces temí en gran manera”), como todo hombre expuesto a grandes
empresas, pero decidido (2:4 “…Entonces oré al Dios de los cielos”)… No era fácil para un
simple copero hablar de Dios a un soberano pagano de un imperio, ni de sus propias
intenciones, pues podía costarle la vida. Él estaba quebrantado, pero no derrotado, y la
puerta se abrió de la manera más insólita: con un rostro afligido.
B. Llegado el tiempo de exponer al rey su situación, algo, como ya dijimos, fue en los
plazos de Dios, Nehemías, en constante dependencia de Dios (2:4) ruega por ser
enviado para reedificar la ciudad… ¿Cómo? Seguro, que ya lo tenía pensado (como
venimos sosteniendo), cuando decididamente pide cartas para presentarse ante los
gobernadores y para Asaf, guarda del bosque, y poder conseguirse los materiales
(2:7-8)… pero era preciso contar primero con el beneplácito del rey, quien accede.
Esa fue la mejor señal para seguir con los planes ya trazados en su corazón.
B. Para organizar a la gente se necesitaba animarlas para el trabajo. Una vez conocida
la situación de la ciudad y del pueblo, decide alentarlos (2:17-18); pero su ánimo no
solo se basaba en la necesidad común del pueblo, sino que les declaró que era una
empresa de Dios más que del hombre, pues su mano había sido buena sobre él
(2:18) ¡Lo que Dios estaba haciendo con él, podía hacerlo con su pueblo! Él no era
un aparecido, ni uno que quería aprovecharse, él era uno enviado por Dios más que
por Artajerjes y era el Dios de Israel el que haría la obra.
Los anima exaltando su sentido de pertenencia, pues tenían memoria en Jerusalén
y en la tierra prometida (2:20), al contrario de sus enemigos que querían
desanimarlos (Como Sanbalat, Tobías y Gesem, que no tenían parte con el pueblo
de Dios).
B. Dirige con efectividad y claridad de ideas. Él logra que familias enteras se involucren
en la obra, según sus espacios; incluso mujeres participan (3:12). Creó unión en
todas las clases del pueblo (4:16), lo que hace más practica la tarea.
B. Una cosa tenía clara Nehemías: debía conducir la obra con voluntad férrea y decisión
por causa de la oposición y con mucha astucia para contrarrestar las acciones
enemigas. Tomó medidas cuando fueron amenazados (4:9); fue astuto cuando hubo
desanimo (4:11-12) y amonestó a luchar si era necesario, pues era de Dios la pelea.
Tomo medidas propias de un general de batalla (4:20) y logró la unión de todos en
una tarea común (4:16).
C. Fue firme en cuanto la oposición llegó desde dentro, con los usureros que afligían al
pueblo (5:1-5). Si bien se enojó (5:6), no pecó de impulsivo, pues antes de reprender
a los nobles, meditó y luego los convocó a asamblea (5:7), para hacerles ver su falta.
Por tanto concluimos que no tomaba medidas sin pensar, nada era a tientas, sino
que decidía después de sana reflexión, algo necesario para una buena
administración.
En este sentido, es que el libro de Nehemías, su persona y el contenido del libro, son de un
valor incomparable y un material de estudio sumamente importante en temas claves de la
vida del creyente en el mundo de hoy:
En la reconstrucción de los muros todos hicieron bien el trabajo, pero algunos se destacaron
por hacerlo con todo fervor (3.20). Y como Dios nos es injusto para olvidar la obra que
hacemos por Su Nombre, sirviendo a sus santos, a todos los que intervinieron los menciona
como reconocimiento, pero a los que pusieron ese fervor (pasión), les hace una mención
especial, agregando ese detalle, y siguiendo la línea de pensamiento de Hebreos 11:3 de
que lo que se ve o manifiesta en lo terrenal es resultado de lo que sucede en el mundo
espiritual,
Otro detalle importante está en Nehemías 3:5: los grandes (nobles, pudientes, ricos,
poderosos) de los tecoítas no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor (nótese que
se hace mención especial de que la reconstrucción de los muros no era una obra de hombre
sino una obra de Dios). Ello implica que los que menos recursos tenían si participaron, y se
menciona que lo hicieron reconstruyendo dos tramos de los muros (3:5, 3.27) en tanto que
sus nobles no reconstruyeron ninguno.
Los fundamentos de la Administración
en la Biblia
En la Biblia se hallan valiosos ejemplos de Administración.
La Biblia, que es fuente inagotable de toda sabiduría, abunda en información y ejemplos
sobre la organización y el orden en materia administrativa.
1. En la Creación
Dios demuestra su omnisapientísima habilidad administrativa planeando, ejecutando,
organizando y evaluando cada etapa creativa realizada. Nadie escapa de su control divino;
y para la ejecución de su soberana voluntad utiliza poderes, leyes, elementos y factores que
lo representan y obedecen. La evaluación de su obra se halla en las palabras “Y vio Dios
que todo era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Es decir, no le faltaba ni le sobraba
nada. Este es el resultado de la buena administración, que a la hora indicada, lo tiene todo
previsto y dispuesto. El hizo luz, porque pensaba hacer ojos; hizo oídos, porque había ondas
sonoras; hizo toda suerte de alimentos, porque los “seres vivientes” estarían equipados de
un formidable equipo digestivo y constante apetito.
2. En el Éxodo
También se aprecian ejemplos de una excelente administración. Se plantea el caso de la
agotadora tarea de Moisés tratando de atender él solo las actividades y los problemas de
todo el pueblo de Israel. Aparece su suegro Jetro y le recomienda “seleccionar hombres
de virtud” para delegarlos y compartir con ellos las responsabilidades en medio de aquella
agitada y furibunda comunidad. Veamos una parte del relato:
Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la
mañana hasta la tarde. Viendo el suegro de Moisés lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú
con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? Y
Moisés respondió a su suegro. Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Cuando tienen asuntos, vienen
a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.
Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo tú y también este pueblo
que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo… Escoge tú de entre
todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos
sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo
tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti” (Éxodo 18:13–22).
Él sentó las bases de una organización universal para su Iglesia. La técnica de “la acción
concentrada” se ve en que, aunque el Señor predicó y llamó a las multitudes, escogió a un
pequeño grupo de doce para comisionarles la continuidad de la obra que Él había iniciado
en el mundo.
Jesús estaba rodeado de seguidores, de los cuales escogió a los doce que serían sus
compañeros da cada día. No los seleccionó en base a su fe, porque era vacilante. Tampoco
los escogió por talentos y habilidades que a lo mejor tenían, porque ninguno se destacaba
por sus habilidades.
Los discípulos representaban una amplia gama de trasfondos y experiencias de la vida, pero
al parecer no tenían más potencial de liderazgo que los que no se escogieron.
La única característica que tenían todos era su decisión de obedecer y seguir a Jesús.
Después de la ascensión fueron llenos con el Espíritu Santo y jugaron papeles
determinantes en el crecimiento de la iglesia primitiva.
A medida que la iglesia primitiva crecía en tamaño, sus necesidades también aumentaban.
Una de ellas fue la de organizar la distribución de alimentos a los necesitados. Los apóstoles
necesitaron enfocar toda su atención en la predicación, de manera que eligieron a otros
para que administraran el programa de alimentos. Cada persona juega un importante papel
en la vida de la iglesia 1 Corintios 12. Si usted está en una posición de liderazgo y tiene
demasiada responsabilidad, determine las habilidades que Dios le dio, así como también
las prioridades, y luego busque la ayuda de otros. Si no es líder, tiene dones que Dios puede
usarlos en diversos aspectos del ministerio de la iglesia. Ofrezca estos dones al servicio de
su Señor.
Esta tarea administrativa no se tomó a la ligera. Vemos los requerimientos para los hombres
que se encargaran del programa de alimentación: de buen testimonio y llenos del Espíritu
Santo y de sabiduría. Los trabajos que requieren responsabilidad y trato con personas
necesitan líderes con estas cualidades. Se debe buscar los que son espiritualmente
maduros y sabios para dirigir hoy nuestra iglesia.
Las prioridades de los apóstoles fueron adecuadas. El ministerio de la Palabra nunca debe
descuidarse debido a preocupaciones administrativas. Nunca se debe tratar ni esperar que
los pastores lo hagan todo. La labor de la iglesia debe compartirse entre todos los miembros.
El liderazgo espiritual es un negocio muy serio y no debe tomarse a la ligera, ya sea por la
iglesia o por sus líderes. En la iglesia primitiva, los apóstoles ordenaron o comisionaron
(separados en oración y con imposición de manos) a los escogidos. Imponer las manos
sobre alguien, en la práctica judía antigua, simbolizaba apartar a una persona para que
cumpliera un servicio especial
CONCLUSIÓN
Nehemías cumple con los cinco pilares de la administración.
1. La oración,
2. La planificación,
3. La organización,
4. El dirigir
5. Y supervisar
Todos estos pilares están presentes en la tarea de reconstruir los muros de Jerusalén. Por
tanto podemos decir que una de sus cualidades principales era ser un buen administrador.
Primero, debemos señalar que era un hombre tremendamente espiritual. Es evidente que
Nehemías estaba en una relación muy cercana a Dios. A pesar de estar en tierras ajenas y
en el palacio de un rey, de dioses ajenos, su Dios era el de su pueblo. Él tenía una relación
con Dios y le reconocía como su protector (“…Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos,
fuerte, grande y temible…” 1:5).
Segundo, como virtud personal, creo que era tremendamente empático. Es casi seguro que
él nació en tierras persas, sin embargo tenía una identificación con su pueblo muy especial.
Amaba su nación y al Dios de ella, y estaba atento a lo que le sucedía al remanente. Él fue
quien consultó para saber de ellos (“…Y les pregunté por los judíos que habían
escapado…” 1:2), lo que demuestra profunda preocupación. El dolor sentido habla de su
sensibilidad y empatía la empatía consiste en ser capaz de ponerse en la situación de los demás por gente que no conocía
pero que sentía que eran parte de él y de su Dios.
Otra virtud personal era su prudencia. Primero esperó en Dios la puerta para abordar el
tema al rey. Cuando estaba en Jerusalén no llegó con pompas ni se dio aires de ser un
enviado del reino, sino que esperó, evaluó, y su carta de presentación era el Dios de su
pueblo. Ante la situación de los usureros de su pueblo no actuó por impulsividad (5:6-7),
sino que meditó y luego se puso en acción. Por tanto, queda demostrada su prudencia.
También Nehemías era decidido. No era una empresa fácil la que quería llevar adelante,
pero estaba decidido a cumplirla, a pesar de la oposición. Eso demuestra un carácter firme,
necesario para una gran obra. Se necesita decisión con ideas claras para abordar empresas
complejas y donde se involucra mucha gente. No permite la distracción (6:3).
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