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VIVENCIAL
Y CULTURAL
DE LA
CONVIVENCIA
Socializados por el terror
Luis Carlos Restrepo R*
Colombia vive una
desestructuración generalizada de sus
La violencia en Colombia ha adquirido tal preeminencia, que ella se encuen- marcos de convivencia. Diferentes
tra convertida en una estructura del comportamiento y en una estrategia de factores de tipo político, económico y
socialización. En los conflictos cotidianos y en la confrontación de estructu- cultural, han llevado al país a presen-
tar índices de violencia que ponen en
ras de poder se sigue dando primacía a las soluciones armadas. Vivimos una peligro la estabilidad institucional y el
cultura de la desconfianza que, junto con la guerra, ponen en peligro la cons- aclimatamiento de formas de relación
trucción democrática de la nación. Frente a ello, una pedagogía de la convi- favorables a la construcción democrá-
vencia, una insurgencia desarmada, la ternura, el cultivo de la singularidad tica de la nación.
y el respeto por la diferencia pueden ser los caminos para afirmar la civili- La violencia aparece como una
dad, construir la paz y afianzar la democracia. estrategia de socialización que busca
modificar comportamientos por el te-
rror, a la vez que se propone el aplas-
tamiento de la singularidad y la elimi-
nación de la diferencia. Al bloquear
las reacciones espontáneas que tene-
mos en nuestras relaciones
interpersonales y limitar las actitudes
de afianzamiento y apropiación de
nuestra propuesta vital, la violencia
* Filósofo y Siquiatra. Profesor universitario. Autor de los libros: «Libertad y Locura», «Derecho a la actúa como dispositivo generador de
ternura», «La Fruta prohibida».
tima para obtener una ventaja políti-
ca, un dominio en el campo del poder,
un apocamiento de la capacidad del
ciudadano para reaccionar frente a la
arbitrariedad y la muerte. Más allá de
las justificaciones que puedan tenerse
para ejercerla, la violencia actúa a ni-
vel interpersonal como mecanismo
sufrimiento e impotencia. Fenómenos
perpetuador del sufrimiento y a nivel
como la impunidad, la desaparición
económico y social como legitimadora sumisión y la impotencia. Asaltados
forzada, el desplazamiento y la inse-
del negocio de la guerra. El impacto por un ímpetu vengador, pretendemos
guridad, derivados de una violencia
que genera la violencia conmociona resarcirnos de la ofensa levantando en
creciente y una guerra irregular, se
de manera simultánea la capacidad de alto la bandera de la dignidad, para que
convierten en causa de sufrimientro
individuos y grupos para alcanzar el el ofensor pase a ocupar el lugar del
psicológico y social, generando un
bienestar psicológico y su capacidad ofendido. Establécese así un equili-
sentimiento creciente de impotencia y
política para afirmarse en un proyecto brio precario que paga el precio de
agresión contenida que afecta de ma-
democrático de construcción de ciu- producir nuevas ofensas y humillacio-
nera negativa los procesos de partici-
dadanía. nes, nuevas formas de perpetuar las
pación ciudadana y afianzamiento de-
Desbloquear este sufrimiento y reac- cadenas de violencia. Convertida en
mocrático.
cionar contra el poder cotidiano de la una estructura de comportamiento, la
violencia, se convierten con frecuen- guerra se anida durante años en el
La violencia es efectiva en tanto nos
cia en un círculo vicioso, pues no pa- psiquismo de grupos e individuos que,
roba la alegría, la confianza en nues-
rece existir alternativa diferente a ex- sin darse cuenta, siguen reproducien-
tras creencias y valores, en la posibili-
hibir comportamientos guerreros, ge- do pautas violentas de relación en sus
dad de una cultura democrática. De
nerando ante las fuerzas que nos conflictos cotidianos.
manera inmediata, lo que busca la ac-
apabullan aparatos de muerte que per-
ción violenta es restar fuerza a la víc-
petúan las cadenas del maltrato, la
Cultura de la con una amenaza de muerte es un acto placencia por vecinos atemorizados.
desconfianza que puede generar en nuestro país ad- Son muchos los que siguen creyendo
miración y respeto. La música popu- que lo que hace falta en el país es
Parece existir en Colombia una lar y la conversación cotidiana están «mano dura» para imponer el orden
larga tradición de solucionar nuestros plagadas de expresiones que lo con- sobre unos cuantos desviados y
conflictos recurriendo a las armas, una firman. «El revólver no se debe sacar facinerosos, mitificando con ello el
dificultad para abordar nuestros pro- sin necesidad pero tampoco se debe poder sanador de la violencia estatal o
blemas sin pasar por la eliminación del guardar sin honor», es un dicho justiciera.
adversario. Aún hoy, una persona ar- santandereano que condensa el respe-
mada goza de más prestigio que un to que mantenemos por la precisión Durante muchos años, hemos
ciudadano desarmado. Hasta hace del arma, de la que esperamos sea cer- aprendido a vivir una cultura política
pocos años, los partidos históricos - tera al momento de defender nuestra de la desconfianza. No creemos en
liberal y conservador- alimentaban ese imagen pública y dejar en alto nues- las buenas intenciones del Estado ni
ímpetu guerrero, pues se consideraba tro orgullo. Existe incluso el verbo de los dirigentes, ni creemos tampoco
un asunto relacionado con la sangre y «matoniar», que se conjuga a diario en la buena fe del vecino con el que
la familia defender la permanencia de para dar a entender la disposición a hemos llegado a un arreglo amistoso.
uno de ellos en el poder. Curiosamen- responder con agresión abierta el com-
te, desde el momento en que estos bate planteado. Las bandas juveniles Después de cada una de las
partidos pactaron la convivencia, han o los grupos al margen de la ley tienen guerras civiles que sostuvieron duran-
sido otros colombianos los que se han este comportamiento en alta estima, te más de un siglo liberales y conser-
armado para oponerles resistencia. con lo cual se refuerza una identidad vadores, era frecuente que los com-
social construida frente a la posibili- batientes guardaran las armas después
Aún hoy, ante el estallido de dad del asesinato. de la firma de la paz, en previsión de
cualquier crisis vecinal o la confron- nuevos conflictos que aparecían como
tación de estructuras de poder gran- En muchas zonas de conflicto resultado de la mutua desconfianza.
des o pequeñas, los colombianos se- del país impera una especie de ley del Estas armas, viejas, oxidadas e inser-
guimos dando primacía a las salidas silencio. Cualquier expresión, cual- vibles, parecían darle una seguridad
armadas. Somos un país que durante quier comentario, cualquier enuncia- más ficticia que real a los contrincan-
décadas ha concedido un estatuto hon- ción de la diferencia, dispara de inme- tes, que al poseerlas podían dormir
roso al insurgente, imagen heredada diato acciones violentas que culminan tranquilos.
de las innumerables guerras civiles con la muerte. Nuestra cultura no lo-
que desde su nacimiento desangran a gra acceder a una dinámica de con- Hoy, todavía, cuando se habla
la nacionalidad. Cualquier conflicto frontación de fuerzas y poderes que de paz, no queda claro que se trate
veredal, una primera comunión o la no pase por la eliminación del contrin- siempre de una voluntad de construir
celebración de un triunfo deportivo, cante. la convivencia dentro de un marco de
pueden culminar con un saldo alar- civilidad, renunciando al uso de apa-
mante de heridos y muertos. Los co- El ciudadano corriente, que ratos armados para dominar al adver-
lombianos convertimos cualquier guarda en su casa un arma para usarla sario. Así sea como una lejana posi-
exaltación emocional en conflicto irre- en «situaciones de emergencia», o bilidad, se considera que dado el caso
conciliable que destruye los marcos de incluso aquellos que no harían nunca es necesario recurrir de nuevo a la vio-
la convivencia. uso de procedimientos violentos para lencia para defender o imponer nues-
Estar dispuesto a matar, a im- eliminar al adversario, pueden justifi- tros ideales.
poner sobre el cuerpo del otro nuestra car en un momento dado la matanza
voluntad hasta convertirlo en cosa o de indeseables como «basuqueros» o
cadáver, es un comportamiento que «desechables». En algunas ciudades Dilema vital
sigue siendo bien visto por una cultu- colombianas ha hecho carrera el tér-
ra machista y guerrera. Estar armado mino «fumigación», para referirse a La violencia no surge de nues-
y dispuesto a responder a los demás estas acciones de limpieza social que tra herencia animal. Al contrario, ella
pueden ser miradas con alguna com- es el signo preclaro de nuestra condi-
ción humana. La violencia es herma- diana desde la afirmación de una iden- El ser humano es por excelencia el
na gemela del lenguaje. Por extraño tidad que encuentre solidez social en animal que aprende, siendo la convi-
designio, toda palabra tiende a ser uni- el gesto a la vez corporal y político de vencia el aprendizaje social que re-
versal y excluyente. Por curiosa con- la ternura. Como aprendizaje social quiere de mayor cuidado. Desde pe-
dena, necesitamos de los signos para que debe ser cultivado desde la civili- queños hemos aprendido a respetar
dar sentido a nuestras vidas y confe- dad, la ternura tiene como horizonte más a un hombre armado que a un
rirnos identidad. Cada signo que se permanente la violencia que puede ciudadano desarmado, a valorar más
emite, cada palabra que nace, lleva desencadenar la acción humana, man- a quien lava su honor con la sangre
implícita la pretensión de ser un cos- teniendo una actitud de vigilancia éti- del enemigo que a aquel otro que re-
mos, de ser un mundo. Y como todos ca fomentadora de la libre expresión curre a las mediaciones jurídicas para
apetecemos a la vez ser únicos y tota- de los conflictos a través de prácticas solucionar sus enojos y
les, estamos expuestos a la posibilidad de poder que tienen como eje central enfrentamientos. Estos aprendizajes
del odio mutuo. el fomento de la diferencia. pueden y deben ser modificados a fin
de crear un marco de flexibilidad cul-
La violencia es silenciamiento tural que nos permita asumir los con-
del lenguaje que nos contrasta. Re- flictos sin pagar el altísimo precio de
ducción de la palabra a cuerpo iner- la masacre y el exterminio.
me que ya no tiene posibilidad de re-
plicar ni contestarnos. Confiscación
del cuerpo a fin de dar vida a la metá-
fora que nos anima. Deseo de bañar
en sangre ajena nuestra falacia para
conferirle la realidad que no posee.