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TALLER -

RESUMEN DEL ARTÍCULO “PSICOPATÍAS”(1) del Dr. Hugo Marietán(2)

HISTORIA DEL CONCEPTO

Este es un tema que preocupa desde la antigüedad porque siempre hubo personalidades anormales
como parte de la población. Personas cuyo tipo de conducta llamaba fuertemente la atención y a las que no
se las podían calificar de locos ni de cuerdos, estaban en un campo intermedio. Son individuos que se
separan conductualmente del grueso de la población.

Pinel

Philippe Pinel (1745-1826) en 1801 publica su Traité médico philosófique sur l’aliénation mentale y
habla de personas que tienen todas las características de la manía pero que carecen del delirio (Pinel
llamaba manía a los estados de furor persistentes y psicosis florida, distinto del concepto actual de
manía(9). Decía "me admiré de ver muchos locos que en ningún tiempo presentaban lesión alguna del
entendimiento, y que estaban dominados de una especie de instinto de furor, como si únicamente
estuvieran dañadas sus facultades instintivas. La falta de educación o una educación mal dirigida o bien un
natural perverso e indómito, puede ser la causa de esta especie de enajenación".(6)

Prichard

Tanto Pinel como Prichard luchaban contra la idea, imperante en esos tiempos, del filósofo Locke
quien decía que no podía haber manía (furor, psicosis) sin delirio (es decir sin compromiso del intelecto).
Por lo tanto los jueces no declaraban insano a ninguna persona que no tuviera un compromiso intelectual
manifiesto (delirio). Pinel y Prichard trataban de imponer el concepto de que existían insanias sin
compromiso intelectual, y sí afectivo y volitivo. Es decir que las funciones mentales (intelecto, afectividad,
voluntad) se podían enfermar independientemente. En 1835 James Cowles Prichard (1786-1861) en su
obra Treatise on insanity and other disorders affecting the mind es el que habla de "Moral insanity". El
historiador G. Berrios(9) discute la conceptualización de la insania moral como equivalente a nuestro
concepto de psicopatía. Según este autor Prichard crea el término para referirse a trastornos del
comportamiento cuya insania característica común era la ausencia de delirio. Y lo hace con una finalidad
forense, para poder ubicar dentro de las insanias a enfermedades como la maníaco depresiva sin
características psicóticas. Así describe como insanias morales típicas a casos "donde la tendencia hacia la
melancolía y la pena es el rasgo característico. El individuo rodeado de todas las comodidades de la
existencia, se trasforma en triste y abatido, sin esperanzas. Este estado de tristeza y melancolía da paso a
un período de condición opuesta de excitación preternatural. En esta forma de desarreglo moral la mente
genera una necesidad de autodominio con continua excitación, una inusual expresión de sentimientos
fuertes. Así, una mujer modesta y discreta se trasforma en violenta y abrupta en sus maneras, locuaz,
impetuosa y gritona". Queda claro que Prichard no está hablando de una personalidad psicopática.

Este documento cuneiforme pertenece a la correspondencia que Shamshiadad (1813-1781 a.C.),


poderoso gobernante de Babilonia, le dirigía a uno de sus hijos, a cargo de un sector del reino: "¿Eres un
niño en vez de un hombre, no tienes barba en el mentón? Ni siquiera ahora que has alcanzado la madurez
has fundado un hogar... ¿Quién hay que cuide tu hogar? ¿Acaso no ocurre que si un administrador no
cumple sus funciones, aunque sólo sea durante dos o tres días, la administración se viene abajo?
Entonces, ¿por qué no has nombrado a un hombre para ese puesto? Mientras tu hermano ha obtenido una
gran victoria aquí, tu permaneces ahí (en Mari), recostado entre mujeres. En lo que a ti se refiere ¿cuánto
tiempo tendremos que seguir guiándote? ¿cuánto tiempo serás incapaz de administrar tu propia casa?
¿acaso no ves que tu hermano manda ejércitos extensos?"(14)

Morel

Morel (1857) parte de lo religioso para elaborar su teoría de la degeneración. El hombre ha sido
creado siguiendo un tipo primitivo perfecto y toda desviación de ese tipo perfecto es una degeneración. La
esencia del tipo primitivo y, por lo tanto, de la naturaleza humana, es la dominación de lo moral sobre lo
físico. El cuerpo no es más que "el instrumento de la inteligencia". La enfermedad mental invierte esta
jerarquía y convierte en bestia al humano. Una enfermedad mental no es más que la expresión sintomática
de las relaciones anormales que se establecen entre la inteligencia y su instrumento enfermo, el cuerpo. La
degeneración de un individuo se va trasmitiendo (y agravando) a lo largo de las generaciones hasta llegar a
la decadencia (recordemos que Darwin da a conocer sus investigaciones en 1854)(10). Valentín Magnan y
sus seguidores quitarán lo religioso de estas ideas y acentuarán los aspectos neurobiológicos. Estos
conceptos van a afirmar la ideología de la herencia y de la predisposición en varias teorías sobre las
enfermedades mentales.
(1)
Este trabajo es resultado de un resumen de tres clases dictadas para el Curso Superior de Especialistas en Psiquiatría, en la
materia Clínica III, de la Unidad Académica Borda (UBA) en octubre de 1998.

(2)
Médico psiquiatra, Hospital "José T. Borda". Docente Adscrito de Salud Mental, Facultad de Medicina (UBA). Uruguay 292 4º D,
Telefax 254-2261, e-mail: hugo@marietan.com

1
Koch y Gross
En 1888, el alemán J. Koch (7) habla de inferioridades psicopáticas, pero dice inferioridades en
sentido social y no moral como se entiende erróneamente (3). Para Koch, entonces, las inferioridades
psicopáticas eran congénitas y permanentes y las dividía en tres formas: disposición psicopática, tara
psíquica congénita y degeneración psicopática. Dentro de la primera forma se encuentran los asténicos de
Schneider, dentro de la tara incluye a "las almas impresionables, los sentimentalistas lacrimosos, los
soñadores y fantásticos, los huraños, los apocados, los escrupulosos morales, los delicados y susceptibles,
los caprichosos, los exaltados, los excéntricos, los justicieros, los reformadores del estado y del mundo, los
tercos y los porfiados, los orgullosos, los indiscretos, los burlones, los vanidosos y los presumidos, los
trotacalles y los noveleros, los inquietos, los malvados, los estrafalarios, los coleccionistas y los inventores,
los genios fracasados y no fracasados". Todos estos estados son causados por inferioridades congénitas
de la constitución cerebral, pero no son consideradas enfermedades. Otto Gross, austríaco, opinaba que el
retardo de la neurona para estabilizarse después de la descarga eléctrica determinaba diferencias en el
carácter. Así en su libro "Inferioridades Psicopáticas" la recuperación neuronal rápida determinaba
individuos tranquilos, y los de estabilización neuronal más lenta (es decir mayor duración de la
estimulación), serían los excitables (inferioridades). Esto influyó en Jung, quién llamó introvertidos y
extravertidos a estos tipos de Gross(9).
Kraepelin
Kraepelin, cuando hace la clasificación de las enfermedades mentales en 1904 (7º edición), usa el
término "personalidad psicopática" para referirse, precisamente, a este tipo de personas que no son ni
neuróticos, ni psicóticos, no están en el esquema de manía - depresión, pero que sí tienen un choque en
cuanto a los parámetros sociales imperantes. Incluye en ellos a los criminales congénitos, la
homosexualidad, los estados obsesivos, la locura impulsiva, los inconstantes, los embusteros y farsantes y
los seudolitigantes (7). Para Kraepelin, las personalidades psicopáticas son formas frustradas de psicosis,
las define siguiendo un criterio fundamentalmente genético y considera que sus defectos se limitan
esencialmente a la vida afectiva y a la voluntad.(5)
Schneider
En 1923, Schneider da un sello al problema y hace una conceptualización y clasificación de lo que
es la personalidad psicopática, que continúa vigente. Schneider(7) descarta en el concepto de
personalidad a la inteligencia, los instintos y sentimientos corporales y la define como al "conjunto de los
sentimientos y valoraciones, de las tendencias y voliciones", limitándolos al plano psíquico. Para K.
Schneider las personalidades psicopáticas son un subconjunto de las personalidades anormales (de
acuerdo con criterio estadístico, o sea que los tipos puros son pocos), con la particularidad que sufren por
su anormalidad o hacen sufrir, bajo ella, a la sociedad. Pero no por ello pueden ser nominadas como
patológicas, y aún "la valoración de hacer sufrir a la sociedad es relativo y subjetivo: un revolucionario es un
psicópata para algunos y un héroe para otros". En consecuencia no es válido realizar un diagnóstico al
modo de las enfermedades. A lo sumo se puede mostrar, subrayar, destacar en ellos propiedades que los
caracterizan de manera sorprendente, sin tener con ello en nuestras manos nada comparable a los
síntomas de las enfermedades. Un psicópata depresivo es, simplemente, un hombre así.

(3)
Según Nerio Rojas "se da el nombre de constitución psicopática a un desequilibrio psíquico degenerativo, congénito, de grado
leve, pero que da un tinte anormal a la personalidad. Estas constituciones son formas especiales de la personalidad psíquica, con
predominio de tendencias ya anormales por su dirección y su grado. Así se han individualizados las constituciones asténica,
emotiva, esquizoide, paranoide, perversa, ciclotímica, y mitomaníaca.

En la constitución perversa las anomalías son casi exclusiva de los instintos, lo que hace a los sujetos antisociales y
peligrosos. Son, según Regis: amorales, inafectivos, inadaptados e impulsivos. Con respecto a las perversiones instintivas Dupré las
agrupaba por el tipo de instinto involucrado. Así los trastornos del instinto de conservación incluían: suicidio, suicidio ampliado,
prodigalidad, avaricia, toxicomanía, etcétera; los del instinto de reproducción: satiriasis, homosexualidad, prostitución, parafilias,
etcétera; los del instinto de sociabilidad: crueldad, egoísmo, amoralidad, criminalidad, destructividad, inadaptabilidad, etcétera.

La constitución mitomaníaca según Dupré es la tendencia patológica más o menos voluntaria y consciente a la mentira y a
la creación de fábulas, por el sólo placer de mentir. Tiene tres formas: vanidosa (deseo de llamar la atención, autoacusación,
invención, fanfarronería, simulación de lesiones y atentados al pudor); maligna (maliciosa, mistificación, calumnia); perversa
(estafadores, acusaciones, difamaciones públicas).

Para Cesar Lombroso existía una psicología del delincuente que incluía estos rasgos: insensibilidad moral, falta de
compasión, desprecio por la vida ajena y la propia, inestabilidad y exceso en los afectos, vanidad, crueldad, voluptuosidad, pereza,
toxicomanía, imprevisión, cinismo, mentiras...(2).

Sobre el concepto de antisocial, o bien como lo denominaba Schneider "personalidad desalmada", anotamos la descripción
hecha por el profesor Antonio Bruno en su tesis del año 1958 (1), que siguiendo el criterio de Regis, resume en cinco términos la
sintomatología de este cuadro. Y ellos son:
1. Inafectividad. Desde niño se observa un desapego y el carácter disimulado. No manifiesta inclinación por nadie, pero no es
indiferente al afecto que se le brinda. No comprende los afectos y la frialdad emocional es su signo.
2. Amoralidad. Son insensibles moralmente. Falta el juicio moral y la noción de ética. Algunos autores como Lombroso dicen
que estas personas también tiene hipoalgesia (mucha tolerancia al dolor físico)
3. Impulsividad.
4. Inadaptabilidad. Son crueles. Hay una tendencia a lo delictivo y a no respetar las jerarquías. Se molestan con las
autoridades. No respetan los reglamentos escolares. No respetan la jerarquía en los trabajos.
5. Incorregibilidad. Son incorregibles porque son insensibles al castigo o al premio(5).

2
Hay un determinismo en la concepción schneideriana de psicopatía, los psicópatas "tienen que
llegar, más o menos, en toda situación vital, bajo todo tipo de circunstancias, a conflictos internos o
externos. El psicópata es un individuo que por sí solo, aunque no se tengan en cuenta las circunstancias
sociales, es una personalidad extraña, apartada del término medio". La psicopatía no es exógena, su
esencia es disposicional, innata, en el sentido de preexistente a las vivencias. No por ello deja de anotar
que toda personalidad se desarrolla, y en esto tiene su parte el medio ambiente. En consecuencias las
anomalías conductuales secundarias a alteraciones corporales (por ejemplo traumatismos en la corteza
orbitaria anterior - investigadas entre otros por E. Welt, Kleist, Outes-Goldar, Isabel Benítez(16)-) serían
pseudopsicopatías. Es decir, la psicopatía se manifiesta. Debe ser observada por los otros y esa conducta
particular valorada como anómala en relación al término medio, y sufrir o hacer sufrir solamente sobre el
eje de su anomalía. Esto no significa que el psicópata manifieste siempre su psicopatía, tiene oscilaciones
periódicas. Kahn distingue distintos cursos, episódicos, permanentes, periódicos y desarrollos psicopáticos.
Aquí podemos puntualizar que tampoco la conducta del psicópata es toda psicopática, coexisten con ellas
conductas adaptadas que le permiten pasar desapercibido en muchas áreas de su desempeño social. Esta
integración conductual, adaptado/psicopático, que se constata con mayor frecuencia en las anomalías
sexuales (donde lo psicopático se suele manifestar en la privacidad) se hace más difícil de ver cuando lo
psicopático se expresa sólo en determinadas circunstancias o sobre determinado tipo de personas. El
psicópata busca su equilibrio en el otro complementario. La vivencia de no estar completo genera tensión,
sufrimiento al decir de Schneider, y aunque encuentre las circunstancias, personas, cosas o actos
complementarios que hacen bajar su nivel de tensión, siempre queda un quantum de tensión vivenciado
como insatisfacción o vacío interior. Es, entonces, el complementario el que debe pagar por el ajuste
incompleto. Para el psicópata su incompletud es o fue producida por otros, por lo que le parece justo que
alguien o algo pague por ello.
De Cleckley al DSM IV
En 1941, el americano H. Cleckley, escribe un libro llamado "La máscara de la salud" y se refiere a
este tipo de personas. En 1964 da las características más frecuentes de lo que hoy llamamos psicópata. En
1961, Karpman dice "dentro de los psicópatas hay dos grandes grupos, están los depredadores y los
parásitos" (haciendo la analogía biológica). "Los depredadores toman las cosas por la fuerza y los parásitos
a través de la astucia y de la pasividad". Henry Ey, en su "Tratado de psiquiatría" de 1965, incluye a las
personalidades psicopáticas dentro del capítulo de las enfermedades mentales crónicas, que considera
como un desequilibrio psíquico destacando en él las anomalías caracterológicas de las personas y dice que
las características básicas son la antisociabilidad y su impulsividad(5). En 1966 Robins comienza con las
bases para lo que se llamó después, en el DSM, "trastornos de la personalidad".
Sintetizando, hay controversias entre las escuelas. Todas, de alguna forma, apuntan a tres
conceptos básicos. La primera posición (intrínseca) corresponde a la escuela constitucionalista y es que el
psicópata deviene de una constitución especial, viene genéticamente determinado, y, en consecuencia,
poco se puede hacer.La segunda escuela es la social (extrínseca). Ésta dice que la sociedad hace al
psicópata, hace a sus propios criminales por no darles los medios educativos o económicos necesarios.
Existieron dos estilos diferentes de institutos especiales: La escuela inglesa Lyman (cerrada en 1972), con
un sistema disciplinario rígido, autoritario, duro, y la escuela Wiltwyck (fundada en 1937), estadounidense,
en donde la idea era crear un ambiente cálido, afectuoso, propendiendo a la amistad, una "disciplina de
amor" según cita Cinta Molla(3). Los psicópatas constituían el 35% de la población en ambas escuelas, y si
bien Wiltwyck tuvo un marcado éxito inicial, la tasa de reincidencia en actos antisociales, una vez
egresados de estas instituciones, al cabo de unos años, fue semejante.
La tercera escuela es la psicoanalista, que habla de perversiones sólo en relación con la sexualidad.
Cuando el trastorno implica otras pulsiones, Freud habla de libidinización de dicha pulsión, que ha sido
"pervertida" por la sexualidad. La perversión adulta aparece como la persistencia o reaparición de un
componente parcial de la sexualidad. La perversión sería una regresión a una fijación anterior de la libido.
Recordemos que para Freud el paso a la plena organización genital supone:
a) la superación del complejo de Edipo,
b) la asunción del complejo de castración y
c) la aceptación de la prohibición del incesto.
Así la perversión llamada fetichismo va ligada a la renegación de la castración. La perversión sería
el negativo de la Neurosis, que hace de la perversión la manifestación en bruto, no reprimida, de la
sexualidad infantil(8).

LA POSTURA DE SCHNEIDER

Para Schneider el psicópata no es un enfermo; el psicópata es un anormal. Esto, teniendo en


cuenta que el criterio a emplear para decir que algo es anormal, es el criterio estadístico. Entonces dice "si
nosotros tenemos distribuida la población según la curva de Gauss, anormales son aquellos que están en
los extremos. El grueso de la población ubicado en el centro sigue los parámetros conductuales comunes,
los del extremo no". Es importante retener este concepto porque lo que está diciendo Schneider es que no
son frecuentes. Es más, son pocos y están en los extremos de la curva. Hay marginales, desde el punto de
vista estadístico, que no son psicópatas. Según lo expuesto anteriormente, Schneider se pregunta ¿de qué
manera se valora a un psicópata? Como respuesta dice que " son aquellos anormales que sufren o hacen
sufrir por su anomalía".Considera que no interviene, en esto, la inteligencia.

3
Recuerden que hay dos formas de valorar la normalidad, según el criterio estadístico (la frecuencia
de un item en la población) y según el criterio normativo (es normal lo que se ajusta a un modelo ideal, una
persona debe ser comprensiva, cariñosa, honesta, etcétera). Considerando los parámetros y la norma
puedo decir que si el individuo A cumple la mayoría de estas normativas es "normal", y si no, no lo es.
Schneider dijo que eso era tan subjetivo y tan poco fiable para hacer un trabajo serio, que él decidió no
fijarse en lo que debería ser una persona, sino en lo que es.

Si ustedes observan el gráfico, se desprende que Schneider tiene un pensamiento


constitucionalista, no por azar estas personas son marginales.

Dentro de las psicopatías, Schneider diferenció distintos tipos, a saber:


1- Hipertímicos
2- Depresivos
3- Inseguros de sí mismos
4- Fanáticos
5- Necesitados de estimación
6- Lábiles del estado de ánimo
7- Explosivos
8- Desalmados
9- Abúlicos
10- Asténicos

DESALMADO EN LA PAZ, HÉROE EN LA GUERRA

Siguiendo a Darwin se podría especular sobre un por qué del psicópata. Tal vez estas personas
sean un reaseguro de la especie, del grupo. Ante una emergencia alguien debe responder con
características no habituales para hacer frente a la situación totalmente anómala, imprevista o extraña. Así,
en un caso de guerra, aquel que es tildado de desalmado, cruel e insensible es el héroe. Es aquel que va al
frente, que asume riesgos que el grueso no, se arriesga, y lleva adelante acciones que la mayoría no se
animaría a realizar, es el comando de un grupo de guerra. O sea, esa potencialidad es totalmente
desfavorable en tiempo de paz, y puede llevar a esta persona a desarrollar conductas muy agresiva a su
entorno, (delincuencia, criminalidad, etcétera); en situaciones anómalas se ajusta perfectamente a los
requisitos de emergencia que tienen que desarrollar. Los psicópatas serían parte de la reserva del grupo en
caso de emergencia, pero que en estados normales son absolutamente chocantes para la sociedad.

Aquellas personalidades anormales pueden tener cierta adaptación a la sociedad, como el caso del
psicópata insensible que puede convertirse en un arrojado policía, un buen militar, un torturador, un
gobernante, un talentoso deportista. La anticipación del peligro, el miedo, no los inhibe para la acción. Y
son, en consecuencia, refractarios al condicionamiento aversivo.

Empiezan a manifestar su psicopatía desde la adolescencia y no se van a modificar después. El


psicópata no aprende de ciertas experiencias y menos aún de la argumentación. Hay rasgos psicopáticos
que se observan desde la infancia, crueldades sobre los animales o los otros niños, desprecio por las
jerarquías escolares, aberraciones de conducta, que suelen ser "amortiguadas" por los docentes y
familiares so pretexto de "problemas emocionales" o "travesuras".

EL PSICÓPATA DEPRESIVO

Es un pesimista anhedónico, (que no disfruta del placer), quejoso y que no encuentra un sentido, un
para qué de valor a la vida. Es una persona que se aburre. Al no encontrar una finalidad, un para qué de su
vida, se aburre, no tiene una meta, un objetivo a seguir.
Hay un personaje en la novela de Arlt "Los siete locos", que se llama "el rufián melancólico". Es un
profesor de matemáticas que regentea algunas chicas para hacer unos pesos. El "rufián melancólico" repite
constantemente "todo, todo muy aburrido". Los estímulos comunes no alcanzan para generar en él placer o
gusto por la vida. Esto es desde siempre, por eso es importante tenerlo presente para los psicópatas
depresivos a los que podríamos llamar melancoloides.
EL RANGO DE HUMOR
Mayoritariamente tenemos un rango estándar de humor, hay oscilaciones del humor de acuerdo a la
circunstancia, pero es un rango, no es una línea, no es un punto. Ese rango de humor lo captamos desde
pequeños, vamos cotejando y comparando, y asimilándolo, intoyectándolo. Sabemos que "el argentino"
tiene un tipo de rango medio "tanguero" (quejoso, todo le viene mal y, a veces, algunas alegrías). Decimos
que fulano de tal "está bien", porque lo comparamos con el rango de humor general. A lo mejor, para un
zulú nuestro rango de humor es extraño. Para nosotros un napolitano puede ser un tipo escandaloso y
gritón, exagerado. Para un napolitano esa es la forma de expresarse y de ser. Para nosotros un alemán es
frío, tanto que uno dice "estos tipos no se divierten nunca, ¿cómo hacen alemanitos?". Sin embargo cada
cultura tiene su rango de humor. Las distintas circunstancias de la vida nos elevan, o nos bajan (una pena,
un duelo nos baja). Pero, dentro del grupo, culturalmente "es comprensible lo que le pasa". "Estando yo en
su lugar, reaccionaría de la misma manera". Y eso ¿por qué? Porque tenemos incorporado ese patrón y
ese rango de humor.

4
AMARGADO
El psicópata depresivo está por debajo de este rango de humor "normal", es "mala onda", pesimista,
cara de pocos amigos, anhedónico, quejoso, nada le viene bien. Si se le presenta un plan, "que te parece si
hacemos tal cosa", nos contesta "no, si eso va a fracasar." No hay una finalidad y todo va a salir mal. Un
conocido mío a cualquier proyecto siempre le encontraba "la quinta pata del gato". Y cuando el proyecto
fracasaba, él venía y decía "te dije, te dije que te iba a ir mal"; y claro, había un 50% de posibilidades de
acertar. Viven cavilando sobre lo negativo, la falta de pureza, lo corrupto, lo vacío del pasado y lo
angustiante del futuro. Falta en ellos la confianza ingenua, la chispa del optimismo, esa fantasía de éxito
que nos hace encarar un proyecto. Todo lo toman en serio, falta la alegría espontánea. Un paciente me
decía: "¿doctor, de qué se ríe la gente? Los veo en mi trabajo que repiten el chiste de un programa
televisivo, todos se ríen, pero yo no le encuentro la gracia".
SER ANORMAL NO ES SINÓNIMO DE SER MALO
Ser psicópata en general, no quiere decir ser mala persona, sino ser distinto. El antisocial es otra
cosa, pero el psicópata desde el punto de vista de Schneider, es el que sufre o hace sufrir y nada más,
nadie dice que sea un delincuente o un mal tipo. El mismo Schneider trata de sacarle el disvalor social que
lleva impreso el término psicópata.
Existen psicópatas que a su vez son antisociales, pero no necesariamente deben ser antisociales
todos los psicópatas. Especialmente en este caso los psicópatas depresivos suelen tener un excelente
desempeño en el área del trabajo, son meticulosos, muy responsables, cuidadosos, puntuales y, por
supuesto, rígidos. Ellos toman el trabajo como lo único que los entretiene y que los hace sentir útiles. Se
quejan siempre, pero jamás faltan al trabajo y son muy responsables, son socialmente útiles. Lo dice
Schneider y nosotros, que ya tenemos algunos años en esto, lo hemos comprobado. Siempre protestando,
rumiando amarguras y cada cosa negativa que ocurre, él confirma su tesis inicial "esta es una vida de
mierda".
LA DEPRESIÓN EN EL NORMAL Y EN EL PSICÓPATA MELANCOLOIDE
¿Dónde está la utilidad clínica de este concepto? Estos psicópatas melancoloides también pueden
tener fases depresivas al igual que el "normal".¿Qué pasa cuando un "normal" entra en una fase
depresiva? La persona está dentro de su rango de humor, tiene la fase depresiva y con nuestros esfuerzos
y, por supuesto, gracias a la naturaleza, después de 6-8 meses se reincorpora a su rango de humor
anterior a la fase. Entonces se dice que tiene una restitución ad integrum. La experiencia indica que esto no
es tan así, pero lo discutiremos en otro artículo. ¿Qué pasa con el psicópata melancoloide cuando tiene
una fase depresiva?. El psicópata depresivo parte de su estado de humor, hace la fase y nosotros lo vemos
cuando está muy depresivo, que es cuando lo traen los familiares o viene él; tiene las mismas
características que cualquier otra depresión mayor (angustia, ideas suicidas, etcétera).
¿Qué ocurre? Si nosotros desconocemos las características de esta personalidad, cuando vuelva a
su rango de humor, para nosotros todavía está deprimido, porque sigue pesimista, anhedónico, quejoso, sin
finalidad, aburrido. Para nosotros este hombre no salió de la fase, sigue depresivo, mejoró algunas
características de la depresión (suicidio, etcétera), pero continúa depresivo. ¿Por qué? Porque siempre
vamos a tender a llevarlo al rango de "humor normal", cosa que no va a ocurrir jamás. Entonces uno debe
trabajar con estos psicópatas depresivos teniendo en cuenta que lo melancoloide es su manera de ser.
¿Cómo sabemos eso? ¿Cómo lo captamos? A través de los familiares. En una buena anamnesis los
familiares dicen "mire doctor, él siempre fue así"; es una manera de ser.
Para evitar la frustración que representa intentar llevarlo vanamente al rango de humor normal,
deben tener en cuenta estos conceptos: recuperarse en la mayoría de las enfermedades psiquiátricas es,
simplemente, llegar al nivel de rendimiento estándar del individuo anterior al episodio, a eso tenemos que
apuntar, no al rendimiento idealizado al que debería llegar cualquier ser humano, de acuerdo a nuestro
criterio de lo que es estar bien. Es simplemente recuperar el estado de salud anterior y, en el caso de este
psicópata, es seguir siendo un melancoloide.
16 CRITERIOS DE CLECKEY (1941)
1. Inexistencia de alucinaciones o de otras manifestaciones de pensamiento irracional.
2. Ausencia de nerviosismo o de manifestaciones neuróticas.
3. Encanto externo y notable inteligencia.
4. Egocentrismo patológico e incapacidad de amar.
5. Gran pobreza de reacciones afectivas básicas.
6. Vida sexual impersonal, trivial y poco integrada.
7. Falta de sentimientos de culpa y de vergüenza.
8. Indigno de confianza.
9. Mentiras e insinceridad.
10. Pérdida específica de la intuición.
11. Incapacidad para seguir cualquier plan de vida.
12. Conducta antisocial sin aparente remordimiento.
13. Amenazas de suicidio raramente cumplidas.
14. Razonamiento insuficiente o falta de capacidad para aprender la experiencia vivida.
15. Irresponsabilidad en las relaciones interpersonales.
16. Comportamiento fantástico y poco regulable en el consumo de alcohol y drogas.

5
TIPIFICACIÓN DE ALGUNOS RASGOS
Un rasgo no determina la etiqueta de psicópata, deben reunirse un conjunto de ellos, de lo contrario
pensaríamos que estamos rodeados de psicópatas. Los rasgos deben, además, ser persistentes y no
ocasionales. No deben ser egodistónicos sino que pertenecen a la manera de ser de la persona. La
intensidad y calidad del mismo debe ser evaluada a través de la conducta y del efecto en su entorno.
El psicópata en su accionar no es visiblemente 100% psicópata. No tiene una característica física
que lo distinga, como buscaba Lombroso. Es uno como nosotros. Puede estar tomando apunte o dar una
clase, ser un compañero de trabajo, un líder social. Sólo cuando actúa ‘psicopáticamente’ se lo puede
reconocer. Tampoco son todos brillantes y exitosos, los hay errabundos y marginales; otros se manifiestan
en un ámbito tan privado (perversiones) que, excepto para el complementario, es una persona común.
Estamos de acuerdo con la creencia de que son pocos, algunas estadísticas señalan un 3% de los varones
(1.050.000 accionando o en crecimiento, para nuestro país) y 1% de las mujeres (350.000).A continuación
describimos los rasgos típicos que se encuentra en la literatura sobre el tema y algunos comentarios
propios sobre los mismos.
Encanto superficial
No todos los psicópatas son encantadores, los hay anodinos, amargados, hoscos y algunos
francamente repulsivos, otros inspiran temor. El grupo de los que utilizan el encanto corresponde más a los
explotadores (estafadores, vividores, parásitos) que lo usan como un medio de captación. (véase
manipulación)
Egocentrismo
(véase más adelante Otto Kernberg)
Demuestra menor reacción afectiva
Algunos autores dicen que hay menor demostración de ansiedad y gran tolerancia a la angustia en
ciertas situaciones penosas para el grueso de la población. Pero (aclaran), funcionan a veces como ollas a
presión, toleran una gran cantidad de angustia y después por hechos banales, fuera ya de la circunstancia
de crisis, la descargan impulsivamente. A veces el psicópata, en situaciones extremas, conserva la calma,
toma decisiones, acciona, se ajusta a las circunstancias y puede salir bien. Contaba una vez un profesor,
por ejemplo, (hablando sobre las personalidades de acción) que un comisario entra a su departamento y se
encuentra con un delincuente que le apunta con un arma. El policía, sin perder la calma, lo mira fijamente,
lo paraliza, saca el revólver y le pega un tiro. Eran dos personalidades de acción (según el criterio de D.
Liberman), pero una era más fuerte que la otra. Simplemente se limitó a mirarlo, luego lo mató. Si lo
comparamos con un normal que entra a su casa y ve a un tipo con un revólver, la reacción puede ser muy
distinta, tal vez pida por su vida, se arrastre por el suelo, "¿qué querés?", "llevate todo". Este no.
Vida sexual impersonal
Esto significa que no hay un compromiso afectivo, no hay una resonancia afectiva con algunas
parejas. Esto no quiere decir que el psicópata sea técnicamente un mal amante. Es más, muchos
psicópatas son excelentes amantes desde el punto de vista técnico y utilizan esa habilidad para manejar a
su pareja. El psicópata es aquel que puede copular con una anciana, de esas que uno mira y dice "no, con
esa viejecita yo jamás, ni por un millón de dólares", y sin embargo el psicópata es capaz de ejercer su
técnica con cualquiera. Un paciente joven, me decía "me fui a Brasil y como no tenía plata para estar allá,
iba a una calle muy conocida en Río de Janeiro donde paraban los taxi boys, me relacionaba con los
homosexuales y les cobraba por el servicio". Al preguntarle si no se sentía menoscabado en su sexualidad,
por comercializar con homosexuales, él contestaba tranquilamente que ése era el instrumento y la forma
que tenía para seguir en Brasil. A eso se refiere lo que dice vida sexual impersonal. Pueden ser grandes
actores en el terreno afectivo y sexual. Por eso muchas mujeres caen en manos de sujetos que las usan
económicamente (y para muchas mujeres psicópatas ese es su medio de subsistir).
Amenaza de suicidio Como parte de la manipulación.
Razonamiento insuficiente
Es necesario aclarar algo, por un lado decimos que son inteligentes y por otro lado que tienen
razonamientos insuficientes. Muchas palabras me va a ahorrar el caso del emperador del Norte, con su
pavada de andar en el Salón Oval haciendo razonamientos insuficientes. Es muy simpático, muy
agradable, muy inteligente, pero a veces tiene estos razonamientos insuficientes. Creo que es mejor
conceptualizar esto como que el razonamiento es insuficiente para frenar ciertas apetencias.
No aprenden de la experiencia
El psicópata aprende y mucho de la experiencia. Eso le sirve para manipular a los otros y conseguir
sus metas. Alguien que no aprende de la experiencia queda siempre en el mismo lugar, anulado. El
psicópata no aprende lo que no quiere aprender, lo que va en contramano de sus principios y de sus
necesidades. La repetición de un accionar calificado como erróneo desde el común responde a satisfacer
necesidades profundas, incomprensibles para el que no esté en la piel del psicópata.

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Incapacidad de amar
Creo que el psicópata ama, pero de manera distinta, o a cosas diferentes. Hay afectos del psicópata
que son profundos, pero en las cosas que a él le interesan. Díganme si no han conocido a un fanático ¿ese
afecto es superficial? Ese apego intenso hacia ciertas cosas, que a veces no son humanas o ni siquiera
vivientes, un auto por ejemplo. Para lo que él considera de valor, la afectividad es intensa, como cualquier
otra persona. Pero puede mantener contactos utilitarios, de ahí viene el tema de superficialidad afectiva mal
descripta. Son contactos afectivos utilitarios, para conseguir algo. Aquí tenemos otra forma de la mentira
que es la actuación. Actuar es mentir con el cuerpo. El psicópata puede actuar afectivamente en el sentido
de hacer entrar al otro en el circuito psicopático a través de los afectos. Una vez utilizada la persona, se la
deja a un costado. La persona dejada a un costado dice que el psicópata tiene una afectividad superficial,
que no tiene capacidad de amar. Y es así, pero con ella.
Mentiras
El psicópata suele mentir, pero hay que distinguir la mentira banal de la mentira psicopática. El
psicópata utiliza la mentira como una herramienta de trabajo más, está tan acostumbrado a mentir que es
difícil captar cuando miente; son los que mienten mirando a los ojos y con una actitud relajada. No es que
el psicópata mienta circunstancialmente y ocasional o esporádicamente para conseguir desligarse de
alguna situación común o estándar. Sabe que está mintiendo, pero no le importa, no tiene la resonancia o
displacer que uno siente cuando miente. Yo no lo llamaría mentira patológica. Nosotros le damos mucha
importancia a las palabras y si estamos frente a un mentiroso ¿cuál es el valor de esas palabras? ¿Cuál es
el grado de verdad de esas palabras? Tiende a cero. Si utilizamos la sobrevaloración de las palabras,
caemos fácilmente en el circuito psicopático. Por eso no sirven las escalas de autoevaluación, ni el
interrogatorio o la anamnesis. El psicópata dice lo que conviene decir o lo que se espera que conteste. El
valor de lo que dice el psicópata debe ser colocado entre paréntesis. Si ustedes quieren evaluar al
psicópata, lo importante es lo que hace. Evaluamos al psicópata a través de la conducta, de la acción. El
psicópata puede mentir con la palabra o con el cuerpo cuando actúa o simula, y adapta la actuación a la
persona que quiere captar. Así me contaba una madre que su hijo de 15 años le pedía las cosas con
lágrimas en los ojos para enternecerla, y al padre, que se desesperaba por conseguir el afecto del hijo, lo
manejaba con enojos y haciéndose el ofendido.
Comportamiento fantaseoso
Los mitómanos priorizan las fantasías sobre algunas circunstancias reales. El mitómano trata de
adaptar activamente la realidad a su imaginación, a su personaje del momento, de acuerdo a la
circunstancia. El mitómano es un fabulador que actúa su fábula y su mentira activamente en la sociedad.
Puede convertirse en el personaje que su imaginación creó y hacerlo actuar en el medio real, generando en
todos la sensación de que están frente a un personaje verdadero. Está el famoso caso de aquel mitómano
que se hizo pasar por el hijo del Presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), Pérez de
Cuellar. En una de nuestras provincias fue agasajado por toda la sociedad y tratado durante bastante
tiempo como un personaje de alcurnia, hasta que finalmente, la madre, que era una mujer de Buenos Aires,
encontró a su hijo y ahí se pudo revelar la verdad. Era simplemente una persona que no estaba relacionada
para nada con Pérez de Cuellar. El patrón de conducta que sigue el mitómano es establecido por su
imaginación, no por la realidad y suelen mudar de personaje, no está siempre en el mismo personaje.
Drogas, alcohol
Algunos necesitan de la sobre estimulación o el aturdimiento. Un paciente de 16 años me contaba
que mezclaba distintas drogas como cocaína, marihuana y fármacos, no para sentir placer o estímulos,
sino para aturdirse, para estar "como entre nubes".
Se manifiesta en la adolescencia
Estas personas empiezan a manifestar su psicopatía desde la adolescencia. Como otros autores
hemos observados que algunas características psicopáticas se manifiestan desde la infancia. Así
recordamos el caso de un niño de dos años que estrellaba a sus gatos contra las paredes, logrando matar
a uno de ellos. O bien el caso de una niña de siete años que borraba y volvía a escribir las notas de su
libreta de calificaciones.
Necesidades distintas, códigos propios

Las acciones que realiza son, desde el punto de vista del psicópata, totalmente ajustadas a su
escala de valores, a su criterio, por eso es que no tienen culpa. Si han tenido la oportunidad de estar con
psicópatas, saben que si se les dice que hicieron algo mal, que hay cosas que no deben hacerse, les van a
contestar "¿Y quién dice lo que está bien hecho y lo que está mal hecho? ¿qué es lo normal?".Tienen una
forma particular de valoración. El psicópata tiene una escala de valoración que no coincide, a veces, con la
escala de valoración general. No porque el psicópata desconozca la valoración general, es decir las leyes,
no es un negado cognitivo, sino que antepone su escala de valores con respecto a la de los demás. Tal vez
porque tiene necesidades distintas es que valora de diferente manera. ¿Cómo entender sino la apetencia
desmesurada de poder, las rarezas en la sexualidad, la crueldad en el delito, la masacre innecesaria en el
homicidio? ¿Y qué, si no es una necesidad, hace repetir el mismo accionar?

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Inteligencia
En su mayoría son inteligentes.
El costo del objetivo
Tienen un objetivo y lo tratan de conseguir. El costo no es importante, lo importante es lograrlo
pagando la menor factura.
Cosificación
La cosificación del otro, es quitarles los atributos que hacen a las personas semejantes a uno. Así
como para sacar un clavo, utilizamos una tenaza y una vez utilizada, la tiramos en el cajón de
herramientas, así hace el psicópata con las personas, las usa y cuando no le sirven las deposita en el cajón
de herramientas ya usadas. Hace una cosificación de la persona. Es decir, si yo cosifico al otro, el otro no
es igual a mí. Es algo inferior, neutro, a usar. Fíjense que este concepto de cosificar, en el sentido exacto
del término, se puede implementar como ideología. Si se les da un arma y les ordenan matar a uno de sus
compañeros, no lo van a poder matar, "él es mi compañero, está en mi aula, es una persona como yo".
Sólo se pueden matar "cosas". Ahora, si se los adoctrina de que ese compañero es un asqueroso y
repugnante terrorista, una basura que hay que destruir porque es un peligro para nuestras familias y a
nuestra patria, este hombre al cabo de cierto entrenamiento, puede tomar un revólver y matar o torturar.
¿Por qué? Porque ya dejó de ser un igual, pasó a ser una cosa peligrosa. Se puede matar a una cosa, pero
a una persona no.
La cosificación del otro está en forma innata en los psicópatas y como ideología en muchos los
sistemas políticos.
Situación límite (foto no disponible, hay que imaginarse la situación) : El asaltante apunta con la pistola
martillada en el cuello del rehén cosificado como escudo y atadas sus manos con alambre. Obsérvese el
aumento de la base de sustentación del delincuente, las cejas levantadas y ojos abiertos que denotan
máxima alerta; la postura obligada y de indefensión del rehén que tiene los párpados edematizados por las
heridas. La actitud arriesgada del policía, sólo protegido por los centímetros de la columna en donde se
apoya, está respondiendo más a pautas de adoctrinamiento que al instinto de supervivencia; véase la
postura de la mano derecha, abierta y palmas arriba, de apoyo al discurso persuasivo y la pistola al cinto,
no visible en ese ángulo por el delincuente, quién momentos después se entregó. Tres vidas penden de
este complejísimo juego psicológico de decodificaciones donde la mínima interpretación errónea es mortal.
(Tapa del diario Clarín, 6/11/98, foto: Pablo Bianchi, www.clarin.com.ar)
Persona versus cosa
Esa es la disyuntiva que se presenta en un hombre que abre la puerta de su casa y siente detrás de
él a alguien que le dice "quedate quieto y entrá, o te mato". En ese momento la víctima no puede
dimensionar en toda su magnitud que el que está detrás lo va a matar, lastimar o hacer un daño tremendo
dentro de su casa. Entonces se enfrentan, por un lado alguien que tiene un claro objetivo y que está
haciendo su trabajo (el delincuente), porque ese es su trabajo y eso que está frente a él (la víctima) es un
estorbo, una cosa. Fíjense las distintas psicologías, el psicópata está haciendo su trabajo, y para él la cosa
(la víctima) es un obstáculo que si molesta lo mata sin problema. Y, por otro lado, la persona que se siente
agredida (la víctima), que mira atrás y ve a otra persona armada (el delincuente). Hay una distancia
psicológica impresionante, que se da en el grueso de la población. Muy pocos son los agredidos que van
armados, y menos aún los que usan las armas para enfrentarse al delincuente. Son muy pocos los que
reaccionan así, tal vez otro como ellos. Pero generalmente esta distancia psicológica es determinante, y el
delincuente lo sabe.
Manipulación y coerción
La cosificación permite explicar varias de las acciones de los psicópatas. Vemos que son
egocéntricos, manipuladores, utilizan a los demás para conseguir sus propios objetivos. Sólo se puede
manipular a alguien si primero se lo ha seducido, si se lo ha captado. Nadie puede manipular a alguien que
no se deje manipular. Nadie puede hacerle hacer algo que el otro no quiera hacer. Aquí tendríamos que
hacer una división virtual en cuanto a lo que uno lógicamente quiere hacer y lo que irracionalmente desea
hacer. Desde el punto de vista de la lógica del individuo, de los parámetros de las cosas que se deben
hacer, uno dice "yo no quería", "me vi obligado a hacer tal cosa". Pero desde el punto de vista irracional, tal
vez no sea así. Aquí esta una de las cosas nucleares de la psicopatía con relación a los otros. Yo creo que
el psicópata apunta a esto, puede o tiene la facilidad de captar aquellas necesidades irracionales de los
otros. En el caso de un "estafado", en realidad está trabajando con la ambición del otro, porque le ofrece
una "pichincha", una cosa que en situaciones normales sería muy difícil de adquirir. O sea, el psicópata
trabaja sobre esa parte de la ambición del otro y después, evidentemente, lo engaña. Recuerdo el caso de
un viajante que vendía en las provincias máquinas registradoras a un precio muy por debajo del real (hecho
que era muy comprobable para el comprador); pero al panadero le vendía una máquina específica para el
almacenero y viceversa. Al tiempo el comprador lo llamaba desesperado porque la registradora no le servía
y él, muy amablemente y como un favor se la cambiaba "por otro modelo" a un precio mucho más alto. En
la manipulación hay un grado de libertad del manipulado que se somete a esto, es distinto de la coerción,
que es cuando se utiliza la fuerza o un mecanismo de fuerza en un sentido físico o psicológico para que el
otro direccione hacia un objetivo. Aquí se usa el temor en todo su gradiente.

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¿Cuándo un psicópata es beneficioso para el grupo?
Un psicópata es de utilidad general, siempre y cuando, los intereses generales coincidan con sus
objetivos. Ahí se ve, desde afuera, al psicópata generoso, altruista, sacrificado. Y, sin embargo, él está
siguiendo, como siempre, exclusivamente sus objetivos. Lo que ocurre es que coincide el interés general
con el interés particular del psicópata. Cuando ese interés general deja de coincidir, el psicópata comienza
a hacer de las suyas.
Captar las necesidades del otro
Este tipo de personalidad tiene como rara habilidad captar las necesidades del otro. Esta capacidad
determina otro rasgo importante, que es la seducción, llevando así a los demás a entrar en un circuito
psicopático. El psicópata les demuestra que le son necesarios, pero que él le es mucho más necesario a
ustedes. Entonces se da un circuito entre el psicópata y la otra persona. Se establece un circuito mutuo
para suplir las necesidades. Este concepto lo desarrollaremos en las conclusiones al referirnos a la
comunicación que establece el psicópata con los patrones irracionales de su víctima. Si agregamos a esto
que son inteligentes y manipuladores, nos damos cuenta de que es muy difícil resistirse a ellos.
Relacionarse con un psicópata es un viaje de ida con retorno complejo.
No toleran el fracaso y menos aún la frustración
Llamamos fracaso al hecho de intentar una acción, llevarla adelante y obtener un resultado
desfavorable. Hablamos de frustración cuando nos topamos con un obstáculo tan difícil que no podemos ni
siquiera intentar la acción para conseguir el objetivo. El fracaso (intentar hacer algo y que salga mal)
genera bronca, rabia y culpa por no haber previsto las consecuencias de la acción, pero deja siempre una
enseñanza "Si yo lo hubiera hecho de tal y cual manera, hubiera salido bien". En cambio la frustración (no
poder llevar adelante la acción) genera sensación de impotencia. Cuando fracasamos nos ponemos a
revisar los pasos que llevaron a ese resultado desfavorable. Se aprende, se siente culpable de los errores.
Defensa aloplástica
¿Qué pasa con el psicópata? El psicópata no hace ese razonamiento. El psicópata hace lo que se
llama la defensa aloplástica. "Me hicieron fracasar", sitúa la responsabilidad en los otros. No puede hacer el
insight de decir "Yo fui responsable por tal y tal motivo". Ustedes conocen a psicópatas que son "inocentes
de todo". Cuando no pueden salir adelante dicen que la responsabilidad es del país, que en Estados
Unidos sería diferente, podrían progresar, etcétera. Hacen defensa aloplástica, no se sienten responsables.
La culpa
Para sentir culpa uno debe sentirse responsable de la acción, debe sentir que ha fallado. Cuando se
evalúa que son los otros, el medio o las circunstancias que lo han hecho fallar, entonces no hay culpa. ¿Por
qué un psicópata no tiene culpa? (coloquio)
A: Porque considera al otro como una cosa y no como una persona. Tiene distinta escala de valores.
M: ¿Por qué tiene distinta escala de valores? ¿De donde viene? ¿Lo trajeron de Estambul? ¿Cómo puede
ser que tenga otra escala de valores si nació con nosotros, jugó al fútbol con nosotros, estaba en nuestra
escuela y se conocían nuestros padres?
A: lo que pasa es que el egocéntrico está más atento a su propia necesidad y no a la del grupo.
M: Hay muchos que son así y son los egoístas. Se justifican, pero ellos saben que han cometido algo
vergonzoso. No por eso son psicópatas. Recuerden que los psicópatas son pocos. No confundan la
psicopatía con los egoístas, con los neuróticos, con los ambiciosos, que son otras variedades dentro de la
especie. ¿Por qué no tienen culpa los psicópatas? Los valores morales vienen de afuera y el individuo los
introyecta. El individuo está inmerso en esos valores. ¿Por qué un individuo cumple una norma?
A: Para evitar el castigo, por empezar.
M: Usted está hablando de que se es bueno a la fuerza, usted está en contra de Sócrates, en contra de
Rousseau (El hombre nace bueno y la sociedad lo hace malo). Se cumple una norma porque se cree que
en el fondo de la norma hay algo bueno para todos, para el grupo. No hay recompensa suficiente que
pueda hacer que uno cumpla una norma, que la siga lealmente, dignamente, sabiendo que va hacia el mal.
Uno cumple la norma porque cree, en el fondo, que esta norma es para el bien común. Uno cumple una
norma porque responde a un bien común, y es lo dado. Como la sociedad es un resguardo del individuo,
entonces se da la retroalimentación, yo cumplo la normativa y la sociedad me protege a mí, a mis hijos,
etcétera. Porque cumplir las normas corresponde a lo que se llama el bien común. Cuando el individuo
comete un acto que es transgresor, siente culpa. ¿Por qué? Porque él transgrede la ley o la norma, pero
pasando a través de la norma, porque la tiene introyectada. Sabe interiormente que lo que está por hacer
es malo y le genera ese displacer interno llamado culpa. Y no solamente lo sabe, sino que lo siente. No
solamente sabe la letra, sino también tiene introyectada la melodía, la música de la norma. Uno atraviesa la
norma, la transgrede, pero como resultado obtiene la culpa. Sabe y siente que está haciendo algo mal. El
psicópata, como no tiene introyectada la norma, la bordea. Para él la norma es un obstáculo, es una piedra
a saltar. No la tiene introyectada. Conoce la letra pero no tiene la música, no tiene la melodía, el
sentimiento, no la siente. Rodea la norma como un obstáculo. Conoce la norma, porque cognitivamente no
es un abandonado de Dios, pero no conoce el sentimiento, no le da importancia al bien común, tal vez no

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crea que exista el bien común. Por eso la típica respuesta cuando se le dice "¿Por qué hiciste esto, si no es
bueno, no es normal, no está bien?". Entonces él contesta "¿quién dice que no es normal? ¿Qué, dos o
tres viejos (como decía un paciente mío) se juntaron para decir, esto es malo y esto es bueno?". Uno, que
lo tiene introyectado ni se lo pregunta. La mayoría de nosotros ni se lo plantea. Lo toma como un acto "casi
religioso", un acto de fe, sin razonamiento, sin hacer análisis. Las cosas son así y punto. Uno no tiene que
hacer esto, no tiene que hacer lo otro, ya se sabe que hay qué hacer y qué no. No hace falta andar
explicitando y analizando en cada momento, en cada acción, si es buena o mala.
A: En realidad, ésta búsqueda del bien común tiene fundamentalmente mayor peso en lo moral.
M: La moral es la forma explícita y simplista de hablar de esto, que es mucho más profundo, una cosa más
implícita. Está introyectada y es algo que se vivencia muy de adentro.
A: Una persona altruista ¿ puede estar encubriendo un egocentrismo psicopático secreto?
M: el altruista es aquel que, manifiestamente, tiende a accionar en pro de la comunidad o de los otros.
Ahora, la motivación que lo lleva a eso puede ser muy amplia. Tal vez el altruista sea una persona buena.
Está esa posibilidad también. No pensemos que detrás del altruista hay una sublimación en el sentido de
Nietzsche. "Cuidado con los altruistas y con los caritativos que se están lavando a sí mismos", decía
Nietzsche, en Genealogía de la moral. Pero existen los altruistas que son buenos, es decir, también
tenemos que creer que existen los buenos. Es cierto que de acuerdo a nuestra experiencia los buenos
parecen pocos. De esa manera, si no tiene internalizado los valores, ahí sí se entiende dos cosas: ¿Por
qué no existe el sentimiento de culpa, de vergüenza? Vergüenza es la manifestación social de la culpa o
del ridículo. La culpa es de uno con uno mismo, en cambio la vergüenza es la manifestación social de la
culpa. ¿Por qué no aprende ni con argumentación, ni con ciertas experiencias? Porque para él lo que está
haciendo está bien. Es egosintónico con su accionar. Si se entiende esto es fácil entender lo demás. Para
él, lo que está haciendo es correcto de acuerdo a su valoración de las cosas, es correcto para su propio
código. Entonces, si es correcto y sale mal, el responsable no es él, sino que son los otros. Es la defensa
aloplástica. Y es así que el psicópata vuelve a intentarlo otra vez. Bumke decía que el psicópata vuelve a
realizar los actos como en "fotografía". Parecen calcados. Uno, que ha tenido la suerte, como profesional,
de trabajar con estos pocos seres, observa que una y otra vez come ten los mismos "errores" y de la
misma manera, prácticamente, con distintos objetos (llámese objetos a las personas que están alrededor
de ellos). Varían los objetos, pero el accionar, el patrón de acción es el mismo. De ahí que los yanquis, que
son muchos, más de 200 millones, y entonces los psicópatas son más, buscan el patrón de conducta de un
asocial. Buscan a sus famosos asesinos seriales siguiendo su patrón de conducta, sabiendo que repiten
siempre los mismos pasos en su accionar, como decía Bumke.
El autocastigo psicopático
El psicópata se castiga fuertemente, con mayor dureza y crudeza con que lo harían las personas si
lo juzgaran a él. ¿Cuándo ocurre eso? ¿Cuándo un psicópata toma medidas más extremas que las que la
propia sociedad adoptaría? El psicópata se castiga y de forma también psicopática, cuando se da cuenta
que viola sus propios valores, cuando quebró sus propios valores, sus normas de conducta, entonces se
autocastiga, y a veces con muchísima crueldad, a través de castigos muy severos. Esto lo van a ver si
trabajan con psicópatas, que hacen muchas barrabasadas con respecto a los demás, pero se sienten al
margen de la culpa. Y de pronto hacen, para ustedes, una pavada, una tontería y se castigan con saña. Y
es porque esa tontería quebró sus propias normas. Es el caso de algunos suicidios raros, por ejemplo. O
sea, existe un mecanismo de autocastigo muy fuerte en el psicópata. Pero,se castiga rara vez, y siguiendo
su lógica.
DESDE EL PSICOANÁLISIS: OTTO KERNBERG
Otto Kernberg,(4) enfatiza en que hay que diferenciar lo que es la conducta antisocial de la
estructura de personalidad antisocial y que es muy importante diferenciar la conducta antisocial de la
criminalidad. La criminalidad es un concepto legal, la conducta antisocial es un concepto clínico psiquiátrico
y critica al DSM III, porque la definición de la personalidad antisocial lo realiza en términos de conducta
criminal. Con respecto a la sinonimia, Kernberg dice que el término tradicional para el tema que estamos
tratando, era de persona psicopática. Luego fue reacción antisocial y el término contemporáneo es
personalidad antisocial.
Para este autor, la personalidad antisocial tiene una estructura de personalidad de tipo narcisística.
Kernberg dice que los fundamentos de esta personalidad son: autorreferencia excesiva, grandiosidad,
tendencia a superioridad exhibicionista, dependencia excesiva de admiración por parte de otros,
superficialidad emocional, crisis de inseguridad que alternan con la grandiosidad usual. Luego, dentro de
las relaciones de objeto (con los otros), sería intensa envidia consciente e inconscientemente, mecanismos
contra la envidia, especialmente tendencia de explotación, incapacidad de depender de otros, falta de
empatía con nosotros, falta de compromiso interno en otras relaciones. Luego habla de las formas leves de
patología del SuperYo, dentro de las estructuras narcisísticas: la incapacidad de experimentar depresión, la
tendencia a tener grandes cambios de ánimo, una tendencia a estar regido por vergüenza en vez de culpa,
el hecho de hacer actos antisociales. En este sentido, el temor a que lo pillen determina ser honrado y no
un sentimiento de una moral interna. El sistema adolece de valor ético adulto, o sea que, para Kernberg, los
valores son infantiles.

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La persona narcisística quiere ser admirada, porque es la más rica, la que tiene más objetos, porque
es la más bonita, la mejor vestida, un contraste por querer ser estimada por los valores más adultos. Y con
respecto a la patología del Super Yo grave, que para Kermbeg constituye el síndrome del narcisismo
maligno, las características son: conducta antisocial, agresión egosintónica dirigida contra otros en forma
de sadismo o dirigida contra sí mismo en forma de tendencias automutiladoras o suicidas, sin depresión y
una orientación paranoidea.
En la estructura antisocial propiamente dicha, tenemos conducta antisocial desde la infancia (mentir,
robar, falsificar cheques, prostituirse, asalto, robo, asesinato, robo armado), hay una ausencia auténtica de
capacidad de sentimiento de culpa y de remordimiento. Esto es importante, porque el psicópata puede
presumir de remordimientos y una vez que lo han agarrado (no antes), puede aparentar culpas y pueden
realmente sentirse arrepentidos o demostrar estar arrepentidas, simplemente para conseguir una
atenuación de la pena.
La otra característica es total incapacidad de una relación afectuosa con otros. Hay relaciones de
tipo parasitarias. El paciente, por ejemplo, dice el Dr. Kernberg, puede tener una excelente relación con su
tía, resulta que la tía es la que le da dinero todo el tiempo, es la única persona con quien se cuida de
mantener una buena relación.
Otra característica es la incapacidad de sufrir duelos auténticos, con tristeza y melancolía, y en lugar
de ello surge rabia e impotencia por haber sido derrotados o descubiertos. Estos pacientes son incapaces
de enamorarse o de mantener una relación de amor como parte de sus relaciones sexuales. Las relaciones
sexuales están desprovistas de todo tipo de ternura.
Otra característica que se nota es la ausencia de planear "a futuro" y muchas veces el individuo
actúa, aunque sea muy inteligente, como si no tuviera ninguna conciencia de las consecuencias para él
mismo de su comportamiento. Hay indiferencia por su futuro a largo plazo y también suscribe (como todo el
resto de los clásicos) que hay una falta de capacidad de aprendizaje, no aprende de sus propios errores y
hay una repetición eterna de los mismos patrones conductuales.
Otro rasgo importante es la incapacidad de identificarse con valores morales. A veces, el antisocial
es un experto en leer las reacciones de los demás, en adivinar lo que van a necesitar o hacer, pero no
pueden captar la dimensión ética. Otto Kemberg postula que el narcisismo patológico es un componente de
la psicopatía, ingresando elementos psicodinámicos en el diagnóstico de la psicopatía. El narcisismo no
patológico es consecuencia de una buena evolución del Yo, es la aceptación de la realidad, en tanto que la
realidad puede ser emplazada para satisfacer las necesidades (libido) dirigidas hacia el exterior y hacia el
objeto. Los sujetos que no han podido realizar bien esta formación, el ideal del Yo, por no haber
interiorizado suficiente amor y estimación recibido de afuera, muestran unas defensas narcisistas muy
fuertes. No se atreven a dirigir su libido hacia objetos exteriores y consiguientemente se encierran en sí
mismos absteniéndose de recibir, precisamente, de lo que más les falta.
Otto Kernberg cuenta una anécdota que es muy importante y ejemplificadora, que le ocurrió a él
mismo, dice "Yo tenía un psiquiatra en formación que robaba y yo no lo sabía y después de terminar su
formación me pidió cartas de recomendación. Se las di en dos oportunidades, para dos ocasiones distintas
y después me llegó una carta donde el director de la última institución, enfurecido, me decía que cómo una
persona como yo mandaba cartas de recomendación de alguien que robaba en forma constante y
desmesurada. Este psiquiatra vino a verme para pedirme una tercera carta de recomendación y entonces
yo lo confronté con la información de éstos directores", y la reacción de él fue "ah, claro, si yo sabía que
estos me iban a perseguir". "O sea que le preocupó que lo persiguieran, no tuvo ninguna preocupación por
el cambio mío en la relación con él. Y cuando yo le pregunté que pensaba él de mi reacción frente a toda
esta situación, él me dijo "me imagino que usted está enojado conmigo, porque yo lo he engañado, si
quiere no me dé la carta". Es decir que no tuvo capacidad de darse cuenta de mi reacción de tristeza por la
pérdida de la relación interna con un hombre que era muy inteligente y como les dije, yo lo había
supervisado durante un tiempo. Ahora ustedes me pueden preguntar ¿cómo usted no hizo el diagnóstico?
Es sumamente difícil, como veremos en algunos momentos más, hacer el diagnóstico fuera de una
situación clínica claramente definida, socialmente hacemos los errores más garrafales con este tipo de
estructura de personalidad, por lo menos en el corto plazo".
Otto Kernberg hace un diagnóstico diferencial entre tres tipos de estructuras, 1) el síndrome del
narcisismo maligno, 2) la estructura social propiamente dicha, 3) la personalidad narcisística con conducta
antisocial. El síndrome del narcisismo maligno tiene conducta antisocial, tiene una estructura narcisística y
tiene un narcisismo maligno. Pero no tiene capacidad de relaciones no explotadoras, no tiene capacidad de
identificación con valores morales, no tiene capacidad de compromiso con los otros y no tiene capacidad de
sentimientos de culpa. La estructura antisocial, propiamente tal, tiene conductas antisociales, estructura
narcisística, no tiene narcisismo maligno, sí tienen incapacidad de relaciones no explotadoras, tiene
incapacidad de identificación con valores morales, tiene incapacidad de compromiso con otros, tiene
incapacidad de sentimientos de culpa.
Las personas narcisísticas con conducta antisocial, además de una conducta antisocial tienen una
estructura narcisística, pero no tiene narcisismo maligno, incapacidad de relaciones no explotadoras,
incapacidad de identificación con valores morales, tampoco tienen capacidad de compromiso con los otros,
menos, incapacidad de sentimiento de culpa. Con respecto a esta última personalidad (narcisismo con
conducta antisocial), no tiene síndrome de narcisismo maligno y solo tiene la personalidad narcisística con
conducta antisocial; son individuos cuya conducta es de tipo pasivo - parasitario.

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Henderson había clasificado a los psicópatas en agresivos, pasivos y creadores. Kernberg discute
esto de creadores, pero dice que en la conducta permanentemente agresiva (ataque armado, robo con
asalto, agresión física), hay un síndrome de narscisismo maligno. En cambio, cuando las tendencias
antisociales son pasivas, tenemos la mentira crónica, el robo pasivo, la explotación parasitaria en lugar de
la agresión directa.
La pseudología fantástica corresponde a un síntoma en el que el paciente inventa episodios
novelescos y los narra como si realmente le hubiera ocurrido a él. Son concientes del valor de la realidad
que puede ser atribuida a sus fantasías, pero a veces y por períodos de duración variable, pueden creer en
ellas y vivir así en un mundo de irrealidad. Esto está tomado del Tratado de Psiquiatría de E. Bleuler.
Dice Kernberg que en todo individuo narcisista deben investigarse las tendencias antisociales. Pone
por caso a un profesor universitario de estructura narcisista al que le preguntó en medio de la entrevista
"¿Ha tenido problemas con la ley o el impulso de estar envuelto en situaciones que puedan crearle
problemas con la ley, por ejemplo, deseos de robar?" Y él le contestó "¿y cómo lo sabe usted?" Y resulta
que el hombre robaba en librerías de arte, porque su especialidad era el arte y sentía que podía apreciar
mucho mejor esos libros que todos los demás y tenía el derecho de robar los libros que no podía pagar.
Hablando de casos en que existen estructuras neuróticas de personalidad con tendencias
antisociales, no narcisísticas, cuenta el caso de un médico que robaba en la cafetería del hospital y lo
agarraron. Lo iban a expulsar del hospital y lo mandaron al departamento de psiquiatría. Dice que Kernberg
lo examinó y tenía una estructura de personalidad obsesiva y con tendencia antisocial provocadora,
justamente para ser pillado. Había que ser bruto para robar en la cafetería, siendo el médico del hospital.
Robar en la cafetería del mismo hospital era una provocación. Luego de unos años de tratamiento, este
médico no volvió a tener una conducta antisocial semejante.
DSM IV
Nos falta tratar el tema con respecto al DSM IV. En él funciona un rubro que se llama trastornos de
la personalidad. Habíamos definido a la personalidad como una manera de ser. Decimos que el psicópata
no es que tiene una psicopatía en el sentido de que se puede tener una tuberculosis, o algo transitorio o
mutable, sino que es un psicópata. El psicópata es una manera de ser en el mundo, entonces la pregunta
es ¿la personalidad se puede trastornar?. Yo creo que no se puede hablar de un trastorno de la
personalidad, siguiendo este razonamiento. Yo pienso que el término trastornar o desordenar es
inadecuado. Una persona es estable, es una manera de ser, ¿cómo se va a trastornar? ¿Cómo va a
desordenarse? Pienso que el término es totalmente inadecuado.
Es un intento para no hablar de psicopatías, porque el término psicopatía también está muy
vapuleado, llega a ser algo peyorativo. Alguien comete un acto agresivo porque sí, el cuñado de uno, por
ejemplo, y pasó a ser un psicópata; Leo Kaner ironizaba: "un psicópata es alguién a quien no se quiere".
Pero de ahí a decir que es un trastorno de personalidad hay un trecho.
Otro tema es el de las transformaciones de la personalidad, debida a noxa cerebral (traumatismo de
la corteza orbitaria anterior, tumores, etcétera). Pero aquí la personalidad era de una manera antes de la
noxa y, después, hay un cambio muy notable de la conducta habitual. Por eso se prefiere usar para estos
cuadros el nombre de pseudopsicopatías. En la psicopatía hay una continuidad conductual, es así desde
siempre. En la pseudopsicopatía se pueden distinguir un antes, la noxa y un después.
Trastornos de la Personalidad según el DSM-IV (13)

 El T.P. paranoide es un patrón de desconfianza y suspicacia que hace que se interpreten maliciosamente
las intenciones de los demás.
 El T.P. esquizoide es un patrón de desconexión de las relaciones sociales y de restricción de la
expresión emocional.
 El T.P. esquizotípico es un patrón de malestar intenso en las relaciones personales, distorsiones
cognoscitivas o perceptivas y excentricidades del comportamiento.
 El T.P. antisocial es un patrón de desprecio y violación de los derechos de los demás.
 El T.P. límite es un patrón de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y los
afectos, y de una notable impulsividad.
 El T.P. histriónico es un patrón de emotividad excesiva y demanda de atención.
 El T.P. narcisista es un patrón de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía.
 El T.P. por evitación es un patrón de inhibición social, sentimientos de incompetencia e hipersensibilidad
a la evaluación negativa.
 El T.P. por dependencia es un patrón de comportamiento sumiso y pegajoso relacionado con una
excesiva necesidad de ser cuidadoso.
 El T.P. obsesivo-compulsivo es un patrón de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control.
Los trastornos de la personalidad están reunidos en tres grupos que se basan en las similitudes de
sus características. El grupo A incluye los trastornos paranoide, esquizoide y esquizotípico de la
personalidad. Los sujetos con estos trastornos suelen parecer raros o excéntricos. El grupo B incluye los
trastornos antisocial, límite, histriónico y narcisista de la personalidad. Los sujetos con estos trastornos
suelen parecer dramáticos, emotivos o inestables. El grupo C incluye los trastornos por evitación, por
dependencia y obsesivo-compulsivo de la personalidad. Los sujetos con estos trastornos suelen parecer

12
ansiosos o temerosos. Hay que señalar que este sistema de agrupamiento, si bien es útil a efectos de
investigación o docencia, tiene importantes limitaciones y no ha sido validado de forma consistente.
Además, es frecuente que los individuos presenten al mismo tiempo varios rasgos de la personalidad
pertenecientes a grupos distintos.
Características diagnósticas
Los rasgos de personalidad son patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar
sobre el entorno y sobre uno mismo que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales
y personales. Los rasgos de personalidad sólo constituyen trastornos de la personalidad cuando son
inflexibles y desadaptativos y cuando causan un deterioro funcional significativo o un malestar subjetivo. La
característica principal de un trastorno de la personalidad es un patrón permanente de experiencia interna y
de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto y que se
manifiesta en al menos dos de las siguiente áreas: cognoscitiva, afectiva, de la actividad interpersonal o del
control de los impulsos (Criterio A). Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama
de situaciones personales y sociales (Criterio B) y provoca malestar clínicamente significativo o deterioro
social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo (Criterio C). El patrón es estable y
de larga duración y se puede descubrir que su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio
de la edad adulta (Criterio D). El patrón no es atribuible a una manifestación o una consecuencia de otro
trastorno mental (criterio E) y no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (por ejemplo,
una droga, una medicación o la exposición a un tóxico) ni a una enfermedad médica (por ejemplo,
traumatismo craneal) (Criterio F).
También se proporcionan criterios diagnósticos específicos para cada uno de los trastornos de la
personalidad incluidos en esta sección. Los ítems en cada grupo de criterios para cada uno de los
trastornos de la personalidad específicos son enumerados en orden de importancia diagnóstica decreciente
según los datos relevantes sobre eficiencia diagnóstica (cuando existen).
El diagnóstico de los trastornos de la personalidad requiere una evaluación de los patrones de
actividad del sujeto a largo plazo, y las características particulares de la personalidad han de estar
presentes desde el principio de la edad adulta. Los rasgos de personalidad que definen estos trastornos
también tienen que diferenciarse de las características que surgen como respuesta a estresantes
situacionales específicos o a estados mentales más transitorios (por ejemplo: trastornos del estado de
ánimo o de ansiedad, intoxicación por sustancias). El clínico tiene que valorar la estabilidad de los rasgos
de personalidad a lo largo del tiempo y en situaciones diferentes. La evaluación también puede verse
complicada por el hecho de que las características que definen un trastorno de la personalidad en
ocasiones no son consideradas problemáticas por el sujeto (por ejemplo, los rasgos son a menudo
considerados egosintónicos). Para ayudar a salvar esta dificultad, es útil la información aportada por otros
observadores.
ROBERT D. HARE
Basados en los trabajos de Cleckley, en 1976, Hare, Hart y Harpur, han propuesto diez criterios para
el trastorno de la personalidad psicopática (1991) que son los siguientes:
1. Locuacidad y encanto superficial;
2. Autovaloración exageradamente alta/arrogancia;
3. Ausencia total de remordimiento;
4. Ausencia de empatía en las relaciones personales;
5. Manipulación ajena con recurso frecuente de engaño;
6. Problemas de conducta en la infancia;
7. Conducta antisocial en la vida adulta;
8. Impulsividad;
9. Ausencia de autocontrol;
10. Irresponsabilidad.
Para hacer el diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad, se requiere contar con 18 años
como mínimo y presentar alteraciones de conducta antes de los 15 años. Entre los factores más comunes
de los trastornos de conducta antes de los 15 años, se presenta fracaso escolar, ausentismo, falsificación
de notas, expulsión de la escuela, fugas de la casa, comportamientos violentos, actos de bandalismo,
crueldad con las personas y animales, mentiras y robos reiterados, promiscuidad sexual precoz, contacto
temprano con el alcohol o drogas, etcétera. El denominador común de todos estos factores es la
transgresión de las normas de conducta en el hogar y frente a la sociedad.
Psychopathy checklist reviset (PCL-R) Hare 1991 (para información de cómo usar esta escala y
conseguir los materiales necesarios, consultar en internet: www.hare.org)
Escala de Psicopatía de Hare (PCL) 2 1 0

1 Locuacidad
1 Encanto superficial
1 Sensación grandiosa de autovalía
1 Mentiras patológicas
1 Dirección
1 Manipulación

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1 Falta de remordimiento y culpabilidad
1 Escasa profundidad en los afectos
1 Inestabilidad
1 Falta de empatía
1 Fracaso de aceptar responsabilidad de las propias acciones
2 Necesidad de estimulación
2 Tendencia al aburrimiento
2 Estilo de vida parásito
2 Escaso control conductual
2 Problemas de conducta tempranos
2 Falta de metas realistas a largo plazo
2 Impulsividad
2 Irresponsabilidad
2 Delincuencia juvenil y revocación de la libertad condicional

Totales
Puntuación:
F1= Rasgos centrales de la psicopatía.
F2= Rasgos de inestabilidad.
Total:
Valoración:
2 Puntos: cuando la conducta del sujeto es consistente y se ajusta a la cualidad o intención del ítem.
1 Punto: el ítem se ajusta en cierta medida pero no en el grado requerido para puntuar dos. Existen dudas,
conflictos en la información que no pueden resolverse en favor de una puntuación 2, ni tampoco en 0.
0 Puntos: el ítem no se adecua. El sujeto no muestra el rasgo o la conducta en cuestión que propone el
ítem.
Conclusión:
0-20: normales.
21-30: grupo medio.
31 o más: psicópata.
EL COMPLEMENTARIO DEL PSICÓPATA
Cuando se está intrincado con un psicópata ¿cómo salir y sobrevivir en el intento? La primera
pregunta que hay que hacerse frente al paciente que está en manos de un psicópata es cómo entró y por
qué Yo tenía una paciente que era la ex esposa de un profesional exitoso. Estaban separados, él vivía en
Capital y ella en la zona sur. Lo que se repetía en el patrón conductual era, con algunas variaciones, lo
siguiente: a las dos de la mañana ella lo llama a él y le dice "me tomé 6 frascos de Lexotanil y no hay nadie
en casa, así que te digo adios". Entonces él iba raudamente hasta la zona sur, produciéndose una y otra
vez los mismos hechos. Este hombre subía al dormitorio (por supuesto que ella había tomado la
medicación), la agarraba de la ropa y tomándola del pelo (vivía en un dúplex), la arrastraba por las
escaleras. Llegaban al lavadero, le ponía el dedo en la garganta y la hacía vomitar, todo esto a golpes.
Luego la llevaba al hospital de la zona y ahí le hacían el lavaje de estómago. Cuando llegaba a la consulta,
venía con anteojos oscuros, apabullada, al preguntarle por lo que había pasado, me decía: "no, nada, tomé
unas pastillitas y fulano me hizo vomitar. Lo que pasa es que yo a veces lo provoco". Pero cuando se
mencionaba el hecho de violencia para ver si la paciente tenía alguna idea de hacer una denuncia, ella lo
minimizaba. Y lejos de mostrarse llorosa o angustiada por lo que había pasado, estaba tranquila. Cuando
hablaba con este hombre, él me decía "y ¿qué quiere que haga, que la deje morir?, tengo que hacerla
vomitar y ella no quiere vomitar".
Yo la vi durante 6-7 meses. En 5 o 6 oportunidades repitió lo mismo. A veces no iban al hospital,
directamente lo solucionaba él. ¿Es esta una relación normal? Ni ella ni él podían desprenderse de éste
círculo. Estaban enganchados en este juego peligrosísimo. Y se repetía una y otra vez. Una foto, como dice
Bumke. Y después está la regla de oro del círculo psicopática, cuando se le dice por qué no corta esto,
entonces responden "yo, doctor, con él estoy mal, pero sin él estoy peor", eso hace que esto se perpetúe.
"Si no está él me angustio y quiero que venga a cualquier precio". Este sería un caso de psicopatías
complementarias. Hay casos en que la persona realiza una actitud complementaria con el psicópata y
después ese vínculo se deteriora y quiere zafar del psicópata. Todo sistema se mantiene si hay un acuerdo
tácito entre los miembros de ese sistema.
O sea que cuando ustedes vean una mujer golpeada y le pregunten cuánto hace que la golpea y
diga hace 5 años, es que hay un acuerdo tácito de violencia. Porque una persona la puede golpear una vez
a su pareja, pero no un año seguido... Cuando el complementario tiene un enganche del 100% con el
psicópata, es muy poco lo que se puede hacer. Se puede actuar cuando hay pocos anclajes. Es ahí cuando
la persona que está con un psicópata consulta, si no, no consulta. O bien lo hace por otras patologías. En
los ajustes 100%, como se da en algunas parafilias, nadie consulta. Se consulta cuando hay pocos anclajes
y el sufrimiento es bastante duro de soportar (el psicópata hace sufrir).
Si una persona tiene dos anclajes (por ejemplo sexual, que es uno de los más firmes) consulta,
¿qué le dirían ustedes?, ¿cómo zafarse de un psicópata? Para un psicópata ¿qué son los
complementarios? Son objetos que le pertenecen por fuera de cualquier otra normativa legal, social, o la

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que les parezca. Todo esto de acuerdo a sus códigos psicopáticos, no hacia las leyes. No crean que se van
a salvar porque van a un abogado, porque eso no le importa al psicópata. Esa persona le pertenece y se
acabó. Porque él así lo considera. Entonces el problema de separar al psicópata del complementario es
muy complejo.
¿Cómo convencer al paciente de que ponga distancia y que no diga que primero quiere hablar con
él? En primer lugar tenemos que aumentar el alicaído Yo de esta persona. Porque el psicópata socava la
autoestima del otro, y al final el otro cree que gracias al psicópata es alguien, porque si no ella es lo que es,
una basura. Lo primero que hay que hacer es elevarle la autoestima, fortalecer a la persona
complementaria y en segundo lugar hacer pedagogía, explicarle en qué consiste la personalidad de su
pareja. Tienen que ser creativos, fortalecerles la autoestima como puedan. Tienen un caso muy particular y
muy especial, y tal vez las normativas estándar de cómo implementar técnicas psiquiátricas no sirven para
nada o sirvan poco. Como integrante del problema hay una persona con códigos propios, no pueden
implementar ustedes técnicas que den resultados para el común y menos aferrarse rígidamente al libro de
siempre. Fortalecerle el yo, fortalecerla, elevarle la autoestima. Y luego sí, una vez que está logrado este
objetivo, que tenemos la docencia hecha, nos fijamos si alguna persona del entorno familiar del
complementario nos puede ayudar, alguien que sea una persona significativa desde siempre. Ya se van a
dar cuenta, cuando estén tratando esto, que vamos a necesitar a un tercero que sirva de apoyo. Luego hay
que revisar la logística. La logística consiste en saber cuáles son las factibilidades, con qué se cuenta para
que esta mujer lleve adelante las indicaciones que se le dan. De lo contrario se está fantaseando y
generando utopías.

El psiquiatra, dice Henry Ey, es un embajador de la realidad. Se debe pensar de qué medios
económicos se va a valer la mujer, si ha vivido dependiendo del dinero del psicópata. A qué lugar va a ir,
con quién va a estar, quién va a cuidar a los hijos y todas esas cosas que desde el punto de vista clásico,
uno tendría que desentenderse como psiquiatra y sin embargo, aquí son importantes, porque de eso
dependerá el éxito de esta empresa.
Una vez que tenemos aumentada la autoestima, hecha la pedagogía, la logística del entorno, recién
ahí podemos instrumentar el salto. O sea, imponer distancia con el psicópata. Esto debe ser hecho, de
acuerdo a mi experiencia, con total y absoluta dureza. Ustedes deben instruir a la paciente que sea
extremadamente dura y sin concepciones, sin ninguna concepción de ningún tipo, porque él no la va a
tener con ella. El tipo de contacto que tiene que tener con el psicópata desde ese momento en adelante, es
cero. No debe, ni directa o indirectamente, relacionarse con el psicópata. Miren de la dureza y de la postura
extrema que la que estoy hablando. ¿Por qué? Porque apenas "B" aviste a "C", se reinicia el circuito y ahí,
todo vuelve atrás. Esto, a veces, no se puede instrumentar la primera vez porque la mujer quiere hablar,
quiere explicarle, pero apenas el psicópata la ve, tiene la posibilidad de hablar tres o cuatro palabras con la
persona y es suficiente, esto es una cosa de sugestión animal, la lógica queda muy atrás.
A: frente a los hijos ¿qué se hace?
M: Algunos psicópatas le tienen miedo a la policía. Entonces lo primero que se le indica a la persona es que
ante cualquier acto agresivo haga la exposición a la policía y se lo haga saber al psicópata. Esto puede
volverlo agresivo, pero va a establecer cierto cuidado. Es ahí donde va a funcionar el tema de los hijos. Los
hijos generalmente se dejan en la casa de la madre, el tipo los pasa a buscar, los retira y luego los deja en
la casa de la madre, manteniendo contacto cero con el paciente. Siempre con la amenaza de que cualquier
cosa que pase, se vuelve a hacer la denuncia. A veces hay que hacer dos o tres veces la denuncia, y a
veces la policía llama al psicópata, por algún extraño motivo conversan con él y lo persuaden. He tratado
casos en que venía la paciente llorando y me decía que ella hizo la denuncia y él fue, y a los 15 minutos
estaban todos riéndose con él y lo soltaron. Y ella quedó como una idiota. A veces el encanto es fuerte.
Esto no da siempre buen resultado, pero se puede intentar cuando el enganche no es muy fuerte. Hay que
utilizar antidepresivos y ansiolíticos porque la angustia en el complementario, cuando está en este periodo,
es fuerte dado que la atracción es muy intensa, casi animal. Sufre cuando está y se angustia cuando no
está. Uno tiene que trabajar mucho y hacer pedagogía. El acoso del psicópata es de mucha presión.
Entonces tenemos que tener un tercero que proteja a esta persona, que le sirva de escudo, porque sola no
puede soportar el acoso por teléfono, personal, a cualquier hora; sale del trabajo y está el psicópata ahí;
quiere que el objeto vuelva a su pertenencia.

A MODO DE CONCLUSIÓN: CONSIDERACIONES SOBRE LA PSICOPATÍA


Los valores tienen su origen en las necesidades sociales. La suma de experiencias individuales y
del grupo van formando aquellos sedimentos de patrones de conductas deseables que constituyen los
valores. Estos valores son transmitidos del entorno al individuo a través de la familia, la escuela. Conceptos
externos al individuo son introyectados, asimilados y luego pasan a ser parte del propio individuo. Pasan a
convertirse en "sus valores". Esto le permite tener una conducta ajustada y no discordante con su entorno.
Por supuesto que hay un rango de ajuste, y también un rango de desajuste tolerado. Son aquellas
pequeñas desviaciones a los "valores bases". Es decir que en toda sociedad existe la posibilidad de
tolerancia a pequeñas desviaciones a las normas.
La comunidad, el hecho de pertenecer a un grupo, significa para el individuo un resguardo, un
sistema de seguridad. En ese grupo, él va a tener un deber, una responsabilidad y deberá seguir un código.
A cambio de eso el grupo, a su vez, lo protege de circunstancias que pueden ser riesgosas para un solo

15
individuo. El deber, entonces, es la responsabilidad del individuo frente el grupo, es un hecho extrínseco,
objetivable; se sabe si tal individuo cumplió o no con su deber, si ha sido responsable o no.
Luego están los principios personales, los códigos propios de cada individuo, eso es interno y
solamente él tiene en cuenta, para sí mismo, si ha cumplido o no con sus principios. El código personal, los
propios principios, es absolutamente subjetivo. No cumplir con esos códigos individuales genera culpa. Así
en ocasiones, se puede faltar al deber, ser irresponsable desde el punto de vista objetivo y desde el punto
de vista de la mirada del grupo hacia el individuo. Pero, para él, si ese acto o esa acción que cometió tiene
una justificación personal, privada, coherente con su código personal, no manifiesta para sí mismo culpa,
no se siente culpable.
Existen, por un lado la ley, las normas, y por otro lado las ambiciones del individuo. Las ambiciones
individuales deben encajar o seguir las reglas de juego, los códigos de la sociedad para conseguir un
equilibro adaptativo. Hay límites a la ambición. La sociedad tolera ciertos errores, pero no la ostentación del
error.
La sociedad tiene una limitación y un permiso que es explícito y corresponde a las normativas, a las
leyes. Luego hay un permiso tácito, implícito, que no está escrito, que hace que se toleren algunas
desviaciones a la norma.¿Por qué al psicópata no le importa sortear las normas? Porque sobredimensiona
sus posibilidades, su ingenio o su suerte por un optimismo ingenuo: "esta vez no me van a agarrar", o "esto
me va a salir bien", o por un costo - beneficio aceptado. Es decir, por asumir un riesgo que puede tener una
consecuencia grave, pero que el resultado de esa acción vale el llevar adelante el riesgo. Ser optimista es
fantasear en una proyección virtual hacia el futuro con un resultado positivo. El optimismo está relacionado
con la ensoñación. Ésta es parte del trabajo psíquico que consiste en utilizar la imaginación como campo
de proyección de posibles acciones a realizar.
El psicópata no transgrede las normas. Transgredir es valorar (conocer y sentir) las normas y a
pesar de ello sortearlas. El psicópata ve a las normas como un obstáculo a sus ambiciones. La norma no le
genera el temor inhibitorio que a la mayoría de las personas. La norma tiene un enunciado y un significado
por sí (explícito) y por la amenaza (implícita) que implica su no seguimiento. Es decir, en toda ley hay una
amenaza, una apelación a las consecuencias negativas que pueden ocurrirle al individuo de no seguirlas.
Subyace una prohibición, un daño a futuro para aquel que no la cumpla.
Toda ley, toda norma, genera temor e implica la posibilidad de castigo. La ley está hecha para
domar, para doblegar y para condicionar las conductas instintivas de los individuos y entornarlas con el
siguiente lema "Si quieres pertenecer a este grupo, estas son las reglas. Si se cumplen las reglas estás
dentro, si no las cumples estás fuera". El psicópata tiene la particularidad de estar dentro del grupo y de
sortear alguna de sus normas pero no todas, de lo contrario sería desplazado del grupo. ¿Hasta cuándo
sucede esto? Hasta que en algún momento se extralimita fuertemente y es "descubierto y señalizado". Un
personaje poderoso, recientemente fallecido, seguía un concepto sobre el poder. Él decía "el poder es tener
impunidad, es hacer sin temer las consecuencias".
El psicópata es siempre otro, no hace un insight , es decir, no hay un darse cuenta. Él no es
consciente de su propia psicopatía. ¿Es el psicópata un inmaduro que se quedó en la etapa adolescente de
su desarrollo? A veces, algunos psicópatas dependientes parecen contestar sí a esta pregunta, o algún tipo
de asunción de riesgo "infantiloide" parece confirmar este punto.
Los psicópatas son refractarios a los estímulos, tanto a los estímulos negativos (castigos, penas,
contra argumentaciones a la acción en apelación a las normas), como también, y esto es poco notado, son
refractarios a los estímulos positivos (cariños, recompensas, suavización de las penas, apelaciones a lo
afectivo). El psicópata no modifica su conducta por ninguno de los dos estímulos, ni positivos ni negativos.
La mentira, para el psicópata, es una herramienta de trabajo. La mentira es desvirtuar la verdad ex
profeso, con un objetivo "en mente", con el objeto de conseguir algo. La mentira siempre apunta a algo. Se
miente para evitar un castigo, se miente para conseguir una recompensa, se miente para engañar a otro.
Detrás de la mentira siempre hay un rédito y esto lo diferencia de la fabulación, que también es una
transgresión a la verdad , pero por el mero hecho de satisfacer el ego. Es lo que utiliza el fanfarrón.
El psicópata puede sortear todo tipo de normas, pero no el 100% de las normas, sino sería
rápidamente detectado y eliminado del grupo. Puede sortear las normas, la ley social, y convertirse en un
delincuente, estafador o un revolucionario. Puede no cumplir las leyes éticas, en general, de la sociedad o
puede tener conductas sexuales como la prostitución, la homosexualidad y cualquier otro tipo de
perversión.
Dentro de las alteraciones de la ética, está su particular relación con los otros seres humanos, que
es la cosificación del otro, que le permite utilizarlo como una cosa, como un objeto de intercambio o de
utilidad. Esta cosificación es lo que explica, tal vez, llegar a torturar o matar al otro. Hay distorsión en el
modo de autoestimulación, por eso a veces cae en la droga y el alcohol.
Algunas conductas psicopáticas pueden parecen ilógicas (visto desde afuera), pero es
perfectamente lógica para el psicópata. Son lógicas distintas, son sistemas de razonamientos distintos,
códigos distintos y valores diferentes basados en necesidades distintas. La conducta psicopática puede,
ser a veces, de mucha inestabilidad frente a estímulos objetivamente pequeños (para el normal), o al revés,
el psicópata puede permanecer con una conducta de mucha estabilidad, a pesar de las fluctuaciones del
ambiente, es decir, puede permanecer sereno en situaciones que desestabilizan a la mayoría.

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Descriptor de psicopatía(15)
A los rasgos psicopáticos los reunimos en tres grupos, A) Los derivados de satisfacer necesidades
distintas al común, B) Los derivados de la cosificación de las personas y C) los actos psicopáticos graves.
Los rasgos del grupo A y B deben ser investigados a través de la biografía y evaluados. Hay presunción de
psicopatía si presentan rasgos correspondientes a los subgrupo A1, A2, A3, A4 y al grupo B. Lógicamente,
la presencia de un hecho del punto C señala al psicópata por sí solo.
Concepto: La personalidad psicopática se da en individuos que deben satisfacer necesidades especiales y
para ello hacen un uso particular de su libertad, valiéndose de códigos propios y utilizando a las otras
personas como cosas.
A. SATISFACCIÓN DE NECESIDADES DISTINTAS: a través de
1. Uso particular de la libertad (intolerancia a los impedimentos)
2. Creación de códigos propios
a) Sorteo de las normas
b) Falta de remordimientos y culpa
c) Intolerancia a las frustraciones – reacciones de descompensación
d) Defensa aloplástica
3. Repetición de patrones conductuales
a) Ritos
b) Automatismos
c) Impulsos
d) Sello psicopático
4. Necesidad de estímulos intensos
a) Asunción de conductas riesgosas
b) Tendencia al aburrimiento
c) Escasos proyectos a largo plazo
d) Uso de drogas
e) Búsqueda de emociones intensas
f) Satisfacción sexual perversa
B. COSIFICACIÓN DE OTRAS PERSONAS: a través de
1. Egocentrismo (sobrevaloración)
2. Falta de empatía
3. Manipulación
a) Seducción (captación de las necesidades del otro
b) Mentiras
c) Actuación
4. Coerción
5. Parasitismo
6. Relaciones utilitarias
7. Insensibilidad
a) Crueldad
b) Tolerancia a situaciones de tensión
C. ACTO PSICOPÁTICO GRAVE
1. Tormenta psicopática
a) Homicidio brutal
b) Masacre
c) Violaciones en serie
d) Otros actos asociales graves
2. Perversiones sexuales
El fracaso lo derrumba: Los momentos de crisis de los psicópatas son producidos por frustraciones y
fracasos. Siempre coloca la responsabilidad de su fracaso o su frustración, en lo otro, en lo externo
(defensa "aloplástica"). El éxito del psicópata en el medio social, no asegura que se estabilice. En
ocasiones después de mucho esfuerzo, destruyen todo lo que han hecho, por un acto banal, por un
impulso. Esto es desconcertante para el "normal" que observa esto, que ha seguido toda la trayectoria y el
accionar de la inteligencia de éste hombre exitoso y sin embargo, por una tontería, destruye todo
andamiaje. Los casos resonantes de personajes internacionalmente importantes, me eximen de más
comentarios. Dentro de los tipos de psicópatas, en su relación con el sistema, están:
 Los que aprovechan el sistema, para sacar beneficio (estafadores menores, algunos políticos,
especuladores);
 Los que confrontan con el sistema dentro del sistema (delincuentes, estafadores graves, criminales,
políticos extremistas, tanto de derecha como de izquierda);
 Aquellos que quieren cambiar el sistema (los que se marginan, y desde la marginación tratan de
romper el sistema).
Cualesquiera sea la pertenencia del psicópata en estos tres grupos, siempre están contra el orden
establecido. Hay algo en el psicópata que le impide aceptar el orden establecido. Así lo vemos al
querellante fatigar tribunales apelando una justicia que nunca termina de convencerlo. Y si la "justicia" se
demora o no es suficiente ¿por qué no ser él mismo el que la ejecute? El psicópata pude tener tres tipos de
conductas:

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a) Accionar normal: es su parte adaptada al patrón conductual normal. No se le "nota" la psicopatía.
b) Accionar psicopático: es la manifestación de sus conductas psicopáticas. La ejerce sobre
determinadas personas, complementarios o víctimas.
c) Tormenta psicopática: es la conducta psicopática desestabilizada. De gran inestabilidad emocional y
tensión interna, que el psicópata trata de equilibrarla a través del rito psicopático, grupo de
conductas repetitivas (el patrón conductual psicopático). Hay impulsos y automatismos. Intensa
descarga de la tensión interna sobre lo externo. No puede parar sus acciones hasta lograr
reestabilizarse. La forma que toma esta desestabilización dependerá del tipo y grado de psicopatía.
Aquí es donde se producen los homicidios seriales o extremadamente crueles, las violaciones,
destrucciones y también los suicidios. Es donde el psicópata de tipo asocial deja su sello, su marca
personal.
El psicópata en general, se justifica a sí mismo en todas sus acciones. Suele ser acusador y crítico.
A la pregunta ¿por qué el psicópata no sigue las normas? La respuesta es simple, porque las normas no se
ajustan a sus deseos. Este tipo de personalidades tienen un particular sentido de la libertad. Ser libre es
poder hacer sin impedimentos. Poder optar. Las trabas a la expansión de la acción, pueden ser internas o
externas. Si estos seres minimizan sus trabas internas (llámese represión, inhibición o remordimiento) sólo
les quedan las trabas externas. Si los impedimentos externos no están corroborados por la propia lógica ni
tienen el peso de los sentimientos, a qué seguirlos. Se convierten en algo artificioso, armado por otros. Un
como sí lúdico. Un juego donde se conocen las reglas, los obstáculos, pero en el fondo es todo fantochada.
Es así un jugador sin impedimentos que conoce los impedimentos. ¿No será este uso particular de la
libertad lo que lo hace seductor al apelar a las libertades reprimidas del otro? Tal vez el psicópata busque
detrás de las máscaras, de la imagen, de la "persona", al "animalito" deseoso y encerrado que todos
llevamos dentro y lo anime a participar en un juego ambivalente de satisfacciones y angustias. Es campo
de estudio del biólogo la variabilidad de la especie humana (raro – común); del sociólogo el ajuste del
individuo en el grupo (adaptado – inadaptado); del moralista (religioso, ético) valorar lo bueno y lo malo; del
legista juzgar las responsabilidades; del psicólogo las motivaciones de la conducta individual. El médico
debe limitarse a su estricto campo que consiste en evaluar si una persona está sana o enferma. Y, el
psicópata, puede ser raro, inadaptado, malvado, delincuente o tener una conducta incomprensible, pero, no
es un enfermo.
Bibliografía:
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2. Garrido Genovés, Vicente; Técnicas de tratamiento para delincuentes, Ramón Areces, Madrid, 1993.
3. Garrido Genovés, Vicente; Psicópata; Editorial Tirant Lo Blanch; Valencia; 1993.
4. Otto Kernberg, Diagnóstico Diferencial de la Conducta Antisocial, Revista de Psiquiatría, 1988,volúmen 5, página 101 a
111, Chile
5. Bruno, A.; Tórtora, G.; " Las psicopatías", Psicología forense, Sexología y praxis, año 3, vol. 2, Nº 4, año 1996.
6. Pinel, Philippe "Tratado médico filosófico de la enajenación mental o manía", Ediciones Nieva, Madrid 1988.
7. Schneider, Kurt, "Las personalidades psicopáticas", Ediciones Morata, 8º edición, Madrid, 1980
8. Laplanche, J., Pontalis B. "Diccionario de psicoanálisis", Editorial Labor, Barcelona, 1981.
9. Berrios, G. "Puntos de vista europeos en los trastornos de la personalidad", Comprehensive Psychiatry, Nº 1, 1993.
10. Bercherie, Paul, Los fundamentos de la clínica, editorial Manantial, Buenos Aires, 1986.
11. Gregory R. L., Diccionario de la Mente, Editorial Alianza, Madrid, 1955.
12. Marietán, H., Semiología psiquiátrica. Funciones básicas. Editorial Ananké, Buenos Aires, 1996.
13. DSM IV, Editorial Mason, Barcelona, 1995
14. Oates, J., Babilonia, Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1989.
15. Marietán, H., Semiología psiquiátrica. Grupos sintomáticos. Editorial Ananké, Buenos Aires, 1998.
16. Cabello, V., Psiquiatría Forense en el Derecho Penal. T3, Editorial Hammurabi, Buenos Aires, 1984.

RESUMEN DEL LIBRO: VIOLENCIA Y PSICOPATÍA(1)


Drs. Adrian Raine, José Sanmartín, Robert D. Hare, Christopher J. Patrick, James S. Grisolía, etc .(2)

INTRODUCCIÓN

En este libro hay, por lo menos, cuatro preguntas que se tratará de responder científicamente en
torno a la psicopatía: la primera se refiere a si este trastorno es innato o adquirido, la segunda hace
referencia a si es o no un trastorno mental, la tercera concierne a la identificación que ordinariamente se
hace entre psicópata y criminal y la cuarta plantea la cuestión del tratamiento preventivo.

El psicópata, ¿nace o se hace?

Hay acuerdo en que la psicopatía no se puede entender única y fundamentalmente, en términos de


fuerzas e influencias sociales y ambientales. Ni tampoco exclusivamente en términos de factores
biológicos. La psicopatía nace, por el contrario, de complejas interacciones entre predisposiciones
biológicas y factores sociales. En los últimos años, sin embargo, se ha avanzado mucho el análisis de las
predisposiciones biológicas y no tanto en el de las cuestiones sociales asociadas.

(1)
Editorial Ariel S.A. 1ª Edición, Septiembre 2000. Tomo 4 de la colección “Estudios sobre la violencia” impulsada por
el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, Barcelona, España.
(2)
Miembros del grupo de estudios sobre la violencia, del Centro Reina Sofía de España.

18
En concreto, estamos asistiendo a un proceso en el que los modernos estudios de neuroimágenes
están confirmando y ampliando antiguas hipótesis que establecían cierta correlación entre el
comportamiento criminal y algunos defectos en los lóbulos frontales y temporales, o en estructuras
subcorticales como la amígdala y el hipocampo. Mediante Resonancia Nuclear Magnética (RNM) y
Tomografía de Emisión de Positrones (PET), se ha evidenciado que la corteza prefrontal de los asesinos
impulsivos de una muestra previamente seleccionada tienen tasas de actividad menores que la corteza
prefrontal de personas “normales”. En esta zona de la corteza parece residir la capacidad de controlar
acciones mediatizadas por estructuras como la amígdala, ligada a la agresividad (y que en el caso de estos
asesinos presenta tasas de actividad muy altas). Se podría decir, pues, que su conducta está inducida por
altos niveles de actividad subcortical (amígdala) sin el control cognitivo de la corteza prefrontal.
Lo cierto es que no sólo se han encontrado disfunciones en el caso del asesino impulsivo. En las
personas con Trastorno Antisocial de la Personalidad (TPA) también se han detectado defectos anatómicos
(como un volumen menor de la corteza prefrontal). Sería muy importante extender estos estudios a
psicópatas en el sentido estricto del término y, de hecho, están empezando a surgir estudios de esta índole.
La respuesta a la primera cuestión empieza, pues, a vislumbrarse. Sin olvidar la importancia de los
factores sociales, parece que el cerebro nos da claves muy sugerentes. Definimos cada vez con más
precisión la psicopatía, contamos con instrumentos de diagnóstico fiables y empezamos a bucear en las
interioridades de nuestra biología para ver qué factores pueden predisponernos hacia ese trastorno. Bien
entendido que hablamos de “predisposición biológica hacia la psicopatía”, y no de “determinación
biológica”, pues, para que algo esté determinado biológicamente, la biología ha de ser causa necesaria y
suficiente suya. En términos generales, no se nace asesino o psicópata, sino con cierta predisposición a
actuar de manera violenta y psicopática ante determinadas circunstancias sociales.

¿Qué tipo de trastorno es la Psicopatía?

Hay quienes consideran a la psicopatía como un trastorno mental, de la misma manera que la
esquizofrenia o la depresión. Son los menos; la mayoría de los psiquiatras y psicólogos no la consideran un
trastorno mental, sino un Trastorno de la Personalidad. Aunque los psicópatas son personas muy
trastornadas, no evidencian las graves distorsiones cognitivas que caracterizan a los enfermos mentales.
El Trastorno de la Personalidad que padecen los psicópatas se traduce en la aparición de
problemas en tres vertientes a la vez: en sus relaciones con los demás, en su afectividad y en su conducta.
En el primer ámbito, los psicópatas tienden a manipular y engañar a los demás. En su vertiente afectiva,
carecen de empatía, es decir, son incapaces de ponerse en el lugar del otro. Finalmente su
comportamiento es antisocial. Ciertamente, si sólo nos fijáramos en la conducta antisocial de los psicópatas
diagnosticaríamos demasiados casos de este trastorno entre criminales, y pocos entre los no criminales.
Esto nos lleva a plantearnos la tercera pregunta, relativa a la confusión entre psicopatía y criminalidad.

¿Son sinónimos los términos “psicopatía” y “criminalidad”?

Aunque hay una relación estrecha entre la psicopatía y la conducta criminal, no todos los psicópatas
caen en la criminalidad, y no todos los criminales son psicópatas. Pero, cuando un psicópata es a la vez un
criminal, se distinguen cualitativamente del resto de los delincuentes: la violencia de los psicópatas no tiene
el color emocional que caracteriza la violencia del resto de las personas, incluyendo buena parte de los
criminales corrientes. El comportamiento criminal de los psicópatas tiene un carácter depredador (frío y
devastador): ven a los demás como presas emocionales, físicas y económicas. El psicópata asesino en
serie, por ejemplo, planifica fríamente sus asesinatos, tiene gran habilidad para camuflarse (engañando y
manipulando), para acechar y localizar los “cotos de caza”, ritualizan sus asesinatos y suelen llevarse
recuerdos de sus víctimas, como “trofeos”.

Lleguen o no a ser asesinos en serie, los psicópatas abundan entre los delincuentes. En EEUU se
estima que los psicópatas sólo son un 1% de la población total, pero el 25% de la población reclusa. Según
el FBI (1992), el 50% de las muertes de policías en acto de servicio es cometido por individuos cuyos
perfiles encajan en el del psicópata. Además, la tasa de reincidencia de los delincuentes psicópatas es muy
alta. Antes de transcurridos 6 años desde su puesta en libertad, el 80% de los psicópatas reincide
violentamente (frente al 20% de los no psicópatas) y la virulencia de sus actos crece con la reincidencia.

¿Qué podemos hacer?

Es necesario seguir profundizando científicamente en el análisis de la naturaleza del psicópata. La


legislación debiera adecuarse a los avances hechos en esta área del saber. Aunque el psicópata no esté
mentalmente trastornado en el sentido convencional del término, está claro que no es una persona normal.
Por lo tanto, ni debiera aplicársele la eximiente por enfermedad mental, ni la misma pena que una persona
normal, ni dejarse a su libre albedrío el recibir o no terapia.
Las terapias no han demostrado ser del todo eficaces, e incluso pueden ser contraproducentes.
Puede ser que hoy no dispongamos de tratamientos de eficacia indiscutible, pero empezamos a saber que
se les puede entrenar en habilidades cognitivas, a fin de que comprendan los pensamientos y sentimientos
de los demás, amplíen su visión del mundo y se formulen nuevas interpretaciones de las normas y
obligaciones sociales.

CAPÍTULO 1: LA NATURALEZA DEL PSICÓPATA

19
ALGUNAS OBSERVACIONES PARA ENTENDER LA VIOLENCIA DEPREDADORA HUMANA (3)

El concepto de psicopatía, tal y como lo entendemos en la actualidad, es producto de la


investigación que psiquiatras y psicólogos han realizado durante siglos. Millon y otros (1998) afirmaron: “La
psicopatía ha sido el primer trastorno de la personalidad reconocido por la psiquiatría. El concepto tiene
una larga tradición histórica y clínica, y en la última década su existencia ha sido validada por un número
creciente de investigaciones...” Aunque se sigue debatiendo e investigando su etiología, dinámica y límites
conceptuales, siempre ha habido acuerdo acerca de las principales características afectivas,
interpersonales y comportamentales de este trastorno de la personalidad. En el ámbito interpersonal, por
ejemplo, los psicópatas son presuntuosos, arrogantes, insensibles, dominantes, superficiales y
manipuladores. En la manifestación de sus afectos son irritables, incapaces de establecer fuertes vínculos
emocionales y carentes de empatía, sentimientos de culpa o remordimientos. Estos rasgos interpersonales
y afectivos están asociados con un estilo de vida socialmente desviado, que incluye conductas
irresponsables e impulsivas, y una tendencia a ignorar o violar las convenciones y normas sociales.
La influencia del ambiente no da cuenta, por sí sola, de la psicopatía. Es probable que haya factores
genéticos que contribuyan a la aparición de los rasgos de personalidad y temperamento que definen este
trastorno, aunque la expresión de estos rasgos en el individuo sea producto de complejas interacciones
entre predisposiciones biológicas / temperamentales y fuerzas sociales. Estos rasgos comienzan a
manifestarse pronto en la niñez, en algunos casos como una combinación de dos categorías diagnósticas:
el Trastorno Disocial en la Infancia y el Trastorno por Déficit Atencional con Hiperactividad.
Aunque todavía no se comprenden bien los mecanismos biológicos y ambientales que intervienen
en el desarrollo y mantenimiento de la psicopatía, existen muchas hipótesis al respecto. Se mire como
trastorno mental, anomalía cerebral, fruto de la selección natural o variante de la personalidad normal, la
psicopatía representa un problema grave para la sociedad porque, aunque no todos los psicópatas entran
en conflicto con la Justicia, sus rasgos definitorios hacen que posean un alto riesgo de ser violentos. El
problema reside en realizar una identificación lo más exacta posible del trastorno, sobre todo en aquellas
situaciones donde el diagnóstico de psicopatía trae consecuencias para el individuo y la sociedad.
La violencia ha sido siempre un síntoma claro de psicopatía, y así lo recogen los criterios
diagnósticos en uso de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) en el Manual Diagnóstico y Estadístico
de Trastornos Mentales (DSM-IV), y la Organización Mundial de la Salud en su Clasificación Internacional
de las Enfermedades (CIE-10). Sin embargo, es importante recalcar que “psicopatía” no es sinónimo de
“criminalidad”. Es más, la mayoría de los criminales no son psicópatas y, aunque la mayoría de los
psicópatas transgreden las normas sociales, es posible que muchos nunca entren en conflicto con la
Justicia. Algunos son trabajadores informales, otros empresarios sin escrúpulos, políticos corruptos o
profesionales carentes de ética, que usan su prestigio y poder para victimizar a sus clientes o a la sociedad
en general. La única información que nos llega sobre estos individuos es la que nos proporcionan los
medios de comunicación o la de informes clínicos anecdóticos. Es necesaria, pues, una investigación
sistemática que nos permita determinar cuál es la incidencia de la psicopatía en la población general, cómo
se manifiesta y hasta qué punto la investigación de los psicópatas criminales nos permitirá ampliar nuestros
conocimientos sobre los psicópatas en general (incluidos los no criminales). Respecto a esto último, existen
indicios de que la inclinación hacia el comportamiento inmoral son muy similares en psicópatas criminales y
no criminales.
La evaluación de la psicopatía

Hay dos grandes aproximaciones a la evaluación de la psicopatía que han influido en la práctica
clínica y la investigación empírica actuales en Norteamérica y Europa. La primera, reflejada en el DSM-IV
para el Trastorno Antisocial de la Personalidad (TPA), se basa en dos supuestos: la dificultad a la que se
enfrentan los clínicos a la hora de evaluar con fiabilidad los rasgos de personalidad, y el hecho de que la
aparición precoz de conductas criminales es un claro síntoma del mismo. Ambos supuestos explican el
gran énfasis que los criterios para el TPA ponen en el comportamiento delictivo y antisocial. La segunda
aproximación es resultado de la tradición clínica europea y norteamericana, que se refleja en las
investigaciones de Cleckley (1976), en los criterios del CIE-10 para el Trastorno Disocial de la Personalidad
(TDP), y el esfuerzo realizado a la hora de establecer una base conceptual y psicométrica que permita
evaluar el trastorno. En la práctica, esta concepción tradicional de la psicopatía se manifiesta en la Escala
Hare (PCL-R) y sus escalas derivadas: la PCL-SV (screening version, para uso forense y entre psicópatas
no criminales) y la PCL-YV (youth version, utilizada en adolescentes). El PCL-R trata de evaluar el conjunto
de síntomas definitorios de la psicopatía porque, si tomáramos como punto de referencia sólo la conducta
antisocial y excluyéramos los rasgos interpersonales y afectivos (insensibilidad, narcisismo, falta de
empatía, etc.), se diagnosticarían demasiados casos de psicopatía en poblaciones criminales y pocos en
poblaciones no criminales. Para evitar este problema, el PCL-R consta de dos grupos de rasgos o factores:

Ítems de la Escala Hare (Psychopathy Checklist – Revised ó PCL-R)

Factor 1: Interpersonal / afectivo Factor 2: Desviación social

(3)
Dr. Robert D. Hare, PhD. Psicología Forense, profesor emérito de Psicología Forense, Psicofisiología y
Comportamiento de la U. British Columbia (Vancouver, Canadá). Director del Laboratorio Hare dedicado a la
investigación de las psicopatías y autor de los Inventarios de Psicopatía (PCL, por sus siglas en inglés, versiones para
adultos, adolescentes y de screening poblacional).

20
1. Locuacidad / encanto superficial 3. Necesidad de estimulación / propensión al tedio
2. Sensación grandiosa de autovalía 9. Estilo de vida parasitario
4. Mentiras patológicas 10. Escaso control del comportamiento
5. Engaños / manipulación 12. Problemas de conducta tempranos en la niñez
6. Ausencia de culpa y remordimientos 13. Falta de metas realistas a largo plazo
7. Escasa profundidad de los afectos 14. Impulsividad
8. Insensibilidad / falta de empatía 15. Irresponsabilidad
16. No acepta la responsabilidad por sus actos 18. Delincuencia Juvenil
19. Revocación de la libertad condicional
Ítems adicionales (que no cargan en ningún factor)
11. Conducta sexual promiscua
17. Muchas relaciones matrimoniales
20. Versatilidad criminal
Nota de Hare (1991): el evaluador utiliza criterios específicos e información de entrevistas y de expedientes para puntuar
cada ítem en una escala de 3 puntos (0, 1 y 2).

El factor 1 refleja los componentes interpersonales y afectivos del trastorno, mientras que el factor 2
está más ligado al hecho de tener un estilo de vida socialmente desviado. En comparación, la categoría del
TPA del DSM-IV está asociada con el factor 2 del PCL-R, pero muy poco con el factor 1.
El PCL-R está compuesto por 20 ítems. Para obtener un diagnóstico fiable, el entrevistador utiliza
varias fuentes de información: realiza una entrevista semiestructurada al individuo en cuestión, revisa su
historial (antecedentes criminales y psiquiátricos), entrevista a familiares y otras personas de su entorno, y
observa su comportamiento siempre que sea posible. Cada uno de los 20 ítems recibe una puntuación en
una escala de 3 puntos (0,1,2), dependiendo de su aplicabilidad al entrevistado. La puntuación total puede
variar de 0 a 40 y refleja la medida en que el individuo encaja en el perfil del prototipo del psicópata. La
puntuación media es de unos 20 – 24 puntos (con una desviación típica de 7 a 8) en las poblaciones de
reclusos, y de unos 18 – 20 puntos (con una desviación típica de 7 a 8) en las poblaciones de pacientes de
centros psiquiátricos penitenciarios. En general, una puntuación de 30 constituye el límite para la
psicopatía, aunque algunos investigadores no son tan estrictos cuando trabajan con ciertas poblaciones
(véase más adelante). Las evaluaciones realizadas con el PCL-R son altamente confiables y válidas
cuando son hechas por clínicos capacitados.
Aunque el PCL-R fue diseñado usando datos de delincuentes varones y pacientes de instituciones
forenses, ha probado su validez en otras poblaciones de delincuentes y pacientes, incluyendo las mujeres,
adolescentes, drogodependientes y delincuentes sexuales. Las investigaciones indican que el PCL-R
puede emplearse para hacer estudios transculturales (universalidad transcultural). Cooke y Michie (1997)
han utilizado la ítem response theory (IRT ó teoría de la respuesta al ítem), también conocida como la
teoría del rasgo latente, para investigar la capacidad de discriminación (o relevancia) de los ítems
(individuales o grupales) en un rasgo determinado (en este caso, la psicopatía). Estos investigadores
constataron que las características interpersonales y afectivas (o factor 1) tienen más valor discriminatorio
que las características relacionadas con la desviación social (o factor 2) para establecer el diagnóstico de
psicopatía. Recientemente (1999) usaron la IRT para analizar varios conjuntos de datos obtenidos en el
PCL-R. En sus conclusiones argumentaron que la psicopatía es un constructo superior, integrado por trece
ítems del PCL-R, divididos en tres grupos de factores: interpersonales, afectivos y de estilo de vida (véase
esquema de la siguiente página, con el modelo jerárquico de tres factores de Cooke y Michie, 1999).

Locuaz
T
1
Presuntuoso
Factor 1
Mentiroso
T
2
Estafador

Afecto superficial
T
Insensible 3
Factor 2 Psicopatía
No siente culpa
T
No se responsabiliza 4

Apático

Impulsivo
T
5
Irresponsable Factor 3

Estilo de vida parasitario


T
6

21
No tiene metas

Psicopatía y crimen

En los últimos años, el papel de la psicopatía en la justicia criminal ha cambiado drásticamente.


Antes se otorgaba poco valor a los diagnósticos clínicos de la psicopatía a la hora de comprender y
predecir el comportamiento criminal. Sin embargo, al analizar los rasgos definitorios del trastorno
(insensibilidad, impulsividad, egocentrismo, narcisismo, irresponsabilidad, falta de empatía, falta de
remordimientos, etc.) queda patente que un psicópata tiene muchas más probabilidades que el resto de los
individuos de transgredir las reglas y leyes de la sociedad, o de ajustarlas a su conveniencia. Aunque
siempre se ha especulado entre la relación entre psicopatía y crimen, es ahora, con la adopción
generalizada del PCL-R como instrumento métrico, cuando esta asociación empieza a estar empíricamente
verificada.
A pesar de la estrecha relación entre psicopatía y comportamiento criminal, los psicópatas se
diferencian claramente del resto de los delincuentes, incluso de los más violentos. Aunque la carrera
criminal típica es relativamente corta, también se dan casos de delincuentes que dedican la mayor parte de
sus vidas a actividades delictivas. Entre estos individuos reincidentes se encuentran los psicópatas, que
inician sus actividades antisociales relativamente pronto, y continúan delinquiendo la mayor parte de su
vida. Muchos de estos criminales “de carrera” dejan de tener un comportamiento tan marcadamente
antisocial cuando alcanzan la madurez. De todos los psicópatas criminales que hemos estudiado, casi la
mitad reduce considerablemente el número de delitos cuando alcanzan los 35 – 40 años. Pero este hecho
no significa que hayan abandonado por completo el mundo delictivo, sino que su nivel de actividad criminal
general ha bajado hasta el nivel del delincuente reincidente medio. Es más, puede que sean los delitos en
general los que disminuyan, pero no en concreto los actos violentos. En realidad, la propensión de los
psicópatas a comportarse violentamente parece disminuir muy poco con la edad.

Psicopatía y violencia depredadora

Los principales inhibidores de la violencia y la conducta antisocial (empatía, vínculos emocionales,


miedo al castigo, sentimientos de culpa, etc.) son inexistentes o están muy deficitarios en los psicópatas.
En cambio, el egocentrismo, el narcisismo, la autojustificación, la impulsividad, la falta general de
inhibiciones comportamentales y la necesidad de poder y control, constituyen lo que se podría llamar la
“fórmula perfecta” para los actos antisociales y criminales. Este hecho podría explicar por qué los
psicópatas representan sólo un 1% del total de la población, mientras que, entre la población reclusa, esta
tasa se eleva al 25%. Estas características pueden también explicar por qué les es tan fácil victimizar a los
más vulnerables y emplear la intimidación y violencia para conseguir el poder y el control sobre los demás.
La actitud y comportamiento del psicópata tienen un carácter claramente depredador. Estos
individuos ven al resto como presas emocionales, físicas y económicas, y se autojustifican cuando creen
que el mundo está dividido entre “los que dan y los que cogen” y que ellos “han nacido para coger”. Tienen
también una gran habilidad para camuflarse (engañar y manipular), para acechar y localizar los “cotos de
caza”. Además, cuando utilizan la intimidación y la violencia, suelen hacerlo a sangre fría y de manera
instrumental, directa, sencilla y metódica: para ellos es, simplemente, una “cuestión de procedimiento”. No
lo hacen por angustia vital o por factores externos que los inciten a actuar. Su violencia no tiene el “color”
emocional que caracteriza la violencia del resto de las personas. De ahí que su reacción ante el daño que
causan sea antes una fría indiferencia, una sensación de poder, placer o satisfacción personal, que el
remordimiento o la preocupación por lo que han hecho.
La facilidad con la que los psicópatas cometen actos violentos tiene una gran importancia para la
policía. En 1992, el FBI realizó un estudio sobre los policías muertos en cumplimiento de su deber, y
constató que casi la mitad fueron asesinados por individuos que encajaban muy bien con el perfil del
psicópata. También puede que sean psicópatas entre el 25 y 30% de los maridos que maltratan de manera
reiterada a sus esposas, que están en programas de tratamiento impuesto por el tribunal.
La psicopatía y la predicción de la violencia
Hasta hace poco se solía pensar que los rasgos de personalidad y el diagnóstico clínico tenían poco
que aportar al entendimiento y la predicción del comportamiento criminal violento. Según este
razonamiento, dos delincuentes con la misma puntuación en un test – basado en características criminales
y sociodemográficas similares – deberían tener el mismo riesgo de reincidir, aunque uno fuera psicópata y
el otro no. Sin embargo, empíricamente estos dos delincuentes no presentan el mismo riesgo, sobre todo
en relación al tipo de violencia que ejercen.
Ha quedado demostrado que la psicopatía es un importante factor de riesgo para la reincidencia en
general y para la violencia en particular, y la capacidad del PCL-R para predecirlas es incuestionable. En
análisis de “supervivencia” (definida como el no regreso a la cárcel tras la puesta en libertad) realizado en
exconvictos a los que se le había aplicado el PCL-R, se observó que la mayor parte de los que tenían
puntuaciones altas (psicópatas) habían regresado a prisión antes de los 3 años, mientras que la mayoría de
los delincuentes con bajas puntuaciones (los no psicópatas) todavía disfrutaban de su libertad. En algunos
estudios, además, se constató que la tasa de reincidencia con violencia era de un 40% para los psicópatas
y sólo de un 10% para los no psicópatas. En varios estudios realizados en distintas partes del mundo, el
PCL-R aparece como el mejor indicador para predecir conductas violentas en el futuro.
Hay relativamente pocas investigaciones sobre el papel que desempeña la psicopatía entre las
mujeres delincuentes. Sin embargo, los datos disponibles indican que aproximadamente un 15% de ellas

22
cumplen los criterios del PCL-R para psicopatía y, al igual que los varones, tienen una tasa de reincidencia
mucho más elevada que el resto de las mujeres delincuentes. En un estudio se observó que
aproximadamente el 60% de las psicópatas volvían a delinquir antes que pasara un año desde su puesta
en libertad, frente al 20% en que lo hacían las no psicópatas. Todavía no se ha determinado si hay una
relación entre psicopatía y violencia en las mujeres delincuentes adultas.
Delincuentes adolescentes
La psicopatía no aparece en la adolescencia sin haberse anunciado antes, ya que los síntomas
comienzan a ser evidentes en la infancia. De este modo, el trastorno puede diagnosticarse de manera
fiable en la adolescencia utilizando el PCL-YV. La incidencia media de la psicopatía en los delincuentes
adolescentes es tan alta como en sus homólogos adultos. De ahí que los psicópatas adolescentes
presenten mayor riesgo de reincidir violentamente que el resto de los delincuentes adolescentes. También
se ha detectado una correlación significativa entre las puntuaciones del PCL-R y el abuso de alcohol.
Pacientes de centros psiquiátricos penitenciarios
La incidencia de la psicopatía, medida con el PCL-R o el PCL-SV, es algo más baja en la población
de pacientes de centros psiquiátricos penitenciarios (10 – 15%) que en la de reclusos (15 – 25%). Sin
embargo, los pacientes de centros psiquiátricos penitenciarios que cumplen los criterios de la psicopatía (o
que poseen un número significativo de rasgos psicopáticos) tienen mayor riesgo de reincidencia (y de
violencia) que el resto de los pacientes de estos centros. También se ha observado que el PCL-R predice la
reincidencia con la misma fiabilidad en pacientes esquizofrénicos declarados inimputables por enajenación
mental que en delincuentes no psicóticos.
Pacientes psiquiátricos civiles
Varios estudios recientes indican que el PCL-SV (cuya escala de puntuaciones va de 0 a 24) es uno
de los mejores instrumentos para medir el riesgo de violencia en los pacientes psiquiátricos del medio
extrapenitenciario. Aún cuando no alcancen puntuaciones para el diagnóstico de psicopatía, quienes
presentan mayores puntajes (> a 8) han demostrado tener tasas muy superiores de violencia que quienes
presentan puntuaciones más bajas.
En un estudio para la Evaluación del Riesgo de Violencia de la Fundación MacArthur, se evaluaron
134 indicadores potenciales de violencia en 939 pacientes durante las primeras 20 semanas después de su
salida de una institución psiquiátrica, y se comprobó que el mejor indicador de todos era el puntaje del PCL-
SV: cuando era mayor a 13 (de un total de 24) se constató que era de muy alto riesgo (5,3 veces más
riesgo de violencia que quienes tienen puntajes menores a 13).

Violencia sexual

La sociedad y los profesionales se interesan cada vez más por la figura del delincuente sexual,
especialmente cuando alguno de ellos reincide tras pasar por un programa de tratamiento. Hace mucho
que sabemos que los delincuentes sexuales que son psicópatas plantean serios problemas a los
terapeutas y a la justicia criminal. Diversos estudios han investigado la incidencia de psicopatía entre los
distintos tipos de delincuentes sexuales. En general, hay mucho menos psicópatas – diagnosticados con el
PCL-R – entre los que abusan sexualmente de niños (alrededor del 10 – 15%) que entre los violadores o
delincuentes “mixtos” (alrededor del 40 – 50%). Los delincuentes sexuales psicópatas suelen ser más
violentos y sádicos que el resto de los delincuentes sexuales. En casos extremos – por ejemplo, los
asesinos en serie – la comorbilidad de psicopatía y personalidad sádica es muy alta.
Una combinación letal
En general, para los delincuentes sexuales no existen tratamientos eficaces; además, entre ellos,
los psicópatas son los que tienen mayor probabilidad de reincidir (antes y con mayor frecuencia). La
psicopatía actúa como un indicador general de la reincidencia sexual violenta. Se ha observado que antes
de transcurrido seis años, más del 80% de los psicópatas, en contraste con el 20% de los no psicópatas,
habían reincidido violentamente. Muchos de sus delitos, aunque no todos, eran de índole sexual.
Una de las combinaciones más letales que ha sido detectada en la investigación reciente sobre los
delincuentes sexuales es la psicopatía emparejada con evidencias de excitación sexual desviada. La
reincidencia sexual (en comparación con la reincidencia violenta en general) puede predecirse en gran
medida si se combina una alta puntuación en el PCL-R con evidencias falométricas de tener una excitación
sexual desviada. Estas tendencias pueden descubrirse aplicando cualquier test falométrico (pletismógrafo
en el pene) que indique una preferencia hacia ciertos estímulos desviados: niños, violaciones o violencia no
sexual. Se ha observado que quienes presentan alta puntuación en el PCL-R y evidencian poseer una
conducta sexual desviada cometen mayor número de delitos sexuales, secuestros, retenciones forzosas, y
más delitos en general (no sexuales); además tienen una probabilidad más alta de reincidencia violenta.
Las consecuencias de la combinación psicopatía y excitación sexual desviada son tan graves entre
los delincuentes sexuales adolescentes como entre sus homólogos adultos. En un estudio realizado sobre
delincuentes sexuales adolescentes, psicópatas y no psicópatas (según puntajes del PCL-R, seguimiento
hasta 5 años después de su puesta en libertad), se constató que un 30% de los psicópatas y un 15% de los
no psicópatas cometieron nuevos delitos contra la libertad sexual. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con
otro tipo de delitos: durante el período de seguimiento, la mitad de los delincuentes adolescentes de la
muestra cometió también otros crímenes, pero la proporción fue más de tres veces superior en los
psicópatas que en los no psicópatas. Los psicópatas con tendencias sexuales desviadas, no sólo

23
presentaban mayor riesgo de cometer delitos de índole sexual, sino de cometer cualquier tipo de delito:
aproximadamente el 90% de los psicópatas cometió al menos un delito durante el período de seguimiento.
La diferencia entre delincuentes sexuales adolescentes y sus homólogos adultos es que la relación entre
psicopatía y excitación sexual desviada predecía la violencia sexual en los adultos, mientras que en los
adolescentes era indicadora de la delincuencia futura general. Es posible que a medida que crecen, la
combinación entre psicopatía y excitación sexual desviada ya no prediga tanto la delincuencia general, sino
la delincuencia de tipo sexual.
Sea como fuere, es probable que muchos agresores sexuales y la mayoría de los psicópatas tengan
más probabilidad de ser condenados por un delito no sexual que por un delito sexual. Muchos de estos
individuos, más que delincuentes sexuales especializados, son delincuentes versátiles. Su mala conducta,
sea del tipo que sea, es probablemente reflejo de factores no relacionados directamente con el
comportamiento sexual. Para los psicópatas, estos factores incluyen, sin duda, la estructura de su
personalidad, su condición depredadora y su predisposición a aprovecharse de cualquier oportunidad que
se les presente. Al respecto, puede que sea más efectivo centrarse en las tendencias y comportamientos
antisociales de los llamados delincuentes sexuales psicopáticos, que sólo tratar sus desviaciones sexuales.
El tratamiento de los psicópatas
La ciencia no nos ha proporcionado todavía claras evidencias de que los psicópatas respondan
favorablemente al tratamiento. Sin embargo, esto no significa que sus actitudes y conductas sean
inalterables, sino que todavía no se han descubierto programas eficaces y metodológicamente sólidos para
su tratamiento o resocialización. Estudios han constatado que los psicópatas extraen poco provecho de los
programas de comunidad terapéutica, diseñados para tratar delincuentes con trastornos de la personalidad:
permanecen menos tiempo en los programas, están menos motivados, muestran escasos cambios o
mejoría clínica y reinciden igual. Incluso se ha observado que reinciden más. Pero ¿por qué?. La respuesta
es sencilla: la terapia de grupo y otros programas pueden ayudar a los psicópatas a desarrollar estrategias
para manipular, engañar y utilizar a la gente, pero contribuyen poco a que se conozcan mejor a sí mismos.
Estudios más específicos en este tema demostraron que los psicópatas manipulaban el sistema para
satisfacer sus propias necesidades de poder, control y prestigio. “Jugaban” con la mente de los otros
presos y el personal, intentaban continuamente ver hasta qué punto podían salirse con la suya, se
rodeaban de personas y cosas fácilmente manipulables, y mostraban un falso interés por cambiar su
actitud. A pesar de estas observaciones, lograron manipular y engañar a algunos miembros del personal
para que pensaran que sus esfuerzos eran sinceros y que estaban progresando. Pero cuando se les
reinserta socialmente tienden a ponerse en situaciones de alto riesgo para ejercer la violencia.
El Sistema Penitenciario Inglés extrajo recientemente (Mayo 1999) la conclusión de que diversos
programas de tratamiento a corto plazo, incluyendo la mejora educacional y el desarrollo de habilidades
sociales, tienen poco efecto en las tasas de reincidencia tras la salida de prisión de los delincuentes con
puntuaciones bajas o medias en el PCL-R. Sin embargo, estos mismos programas parecen aumentar la
tasa de reincidencia de los delincuentes con puntuaciones altas en el PCL-R. Estos hallazgos son más que
comprensibles. A diferencia de la mayoría de los delincuentes, los psicópatas sienten poca ansiedad, no
ven nada malo en su comportamiento, y buscan tratamiento sólo cuando les conviene hacerlo (por ejemplo,
cuando quieren conseguir la libertad condicional). No nos sorprende, por tanto, que saquen poco provecho
de los programas tradicionales, sobre todo de aquellos que pretenden desarrollar la empatía, la conciencia
y las habilidades interpersonales. ¿Qué se puede hacer entonces? ¿Los encarcelamos hasta que lleguen a
una edad en la que ya no representen un riesgo para la sociedad? ¿Les pedimos que participen en
programas de tratamiento que tienen pocas posibilidades de éxito, engañándoles a ellos y a nosotros
mismos al pensar que vale la pena intentarlo, que pueden sacar algún beneficio práctico? En lugar de
desanimarnos, deberíamos coordinar los esfuerzos para desarrollar procedimientos innovadores,
diseñados específicamente para los delincuentes psicopáticos.

Algunas hipótesis e investigaciones neurobiológicas


De lo anteriormente expuesto puede deducirse que los psicópatas tienen pocos escrúpulos a la hora
de utilizar la violencia para conseguir sus objetivos. Incluso los clínicos e investigadores más
experimentados se quedan perplejos ante la aparente sangre fría y la facilidad con que estos individuos
actúan. También les sorprende la forma abierta – y sin embargo, claramente superficial y mecánica – que
utilizan para explicar sus actos, así como los sentimientos y consecuencias derivados de los mismos. Hay
quienes les creen cuando dicen tener remordimientos, pero los observadores más astutos no confían en
sus palabras porque éstas parecen ser una simple imitación de algo que, en realidad, no entienden.
Hay psicópatas que reconocen con absoluta franqueza su incapacidad de entender o experimentar
lo que los demás describen como intensas sensaciones emocionales. En un libro sobre sus experiencias en
prisión, un asesino convicto escribió: “Hay emociones – todo un amplio abanico de ellas – que sólo
conozco a través de las palabras, de la lectura y de mi imaginación inmadura. Puedo imaginarme que
siento estas emociones, pero no las siento”. Este individuo consiguió salir de la cárcel gracias a la ayuda de
algunas personas eminentes. Luego, impulsivamente, asesinó a puñaladas a un camarero desarmado
durante una discusión sobre un asunto sin importancia. Su profunda preocupación por el hombre que había
matado, un aspirante a actor, queda patente en los siguientes comentarios: “No hubo dolor, fue una herida
limpia... No tenía futuro como actor. Lo más probable es que hubiera acabado en otro tipo de trabajo”. Nos
encontramos frente a un hombre, por lo demás inteligente, que describe un asesinato impulsivo
desapasionada y casi flemáticamente. No logra comprender a qué viene tanto lío. Si afirmamos que hay
algo anormal en este tipo de personas estamos atenuando la gravedad de sus crímenes. Mientras las
cogniciones y las interacciones interpersonales de la mayoría de los seres humanos están cargadas de

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emociones, en los psicópatas éstas parecen ser superficiales. Además, su comportamiento es muchas
veces resultado de la falta de inhibición (es impulsivo, desenfrenado). La pregunta es ¿por qué?
Aunque estamos muy lejos de obtener todas las respuestas a esta pregunta, cada vez se utilizan
más procedimientos y paradigmas de la psicología cognitiva y de la neurociencia que empiezan ahora a
arrojar ciertas pistas. Ahora expondré algunas aplicaciones recientes que la tecnología electrocortical y las
imágenes cerebrales aportan al conocimiento de la psicopatía: La labor teórica y empírica de Christopher
Patrick sobre el procesamiento emocional (véase también el capítulo 3) y el trabajo de Adrian Raine sobre
el papel de la corteza frontal en el comportamiento criminal y violento (véase también el capítulo 2).
El punto de partida de este análisis es la evidencia de que los psicópatas no aprecian el significado
emocional de un hecho o experiencia. Aunque no se limita a los procesos lingüísticos, el uso del idioma es
lo que más claramente ilustra lo que va “mal” en ellos (Cleckley, 1976). Parece que son incapaces de
procesar los profundos significados semánticos y afectivos del lenguaje. Sus procesos lingüísticos son
relativamente superficiales. No parece que capten los significados y matices más sutiles y abstractos del
lenguaje. En resumen, los psicópatas parecen ser individuos semántica y afectivamente superficiales.
Al respecto podríamos especular que las profundas redes semánticas y afectivas que enlazan las
cogniciones no están bien desarrolladas en los psicópatas por razones que, por el momento, no
conocemos. Una de las hipótesis barajadas es que sus características cognitivas, lingüísticas y
comportamentales están relacionadas con una distribución interhemisférica inusual de los recursos de
procesamiento. También es posible que el trastorno esté relacionado con una disfunción cerebral,
especialmente en la corteza frontal. Si es así, el daño puede ser bastante sutil, dado que los psicópatas
muchas veces obtienen resultados normales en los test neuropsicológicos, incluidos los que reflejan las
funciones de la corteza frontal. Este hecho no tiene por qué significar que la hipótesis de la disfunción
cerebral sea insostenible, sino que la anomalía cerebral existente en estos individuos sea más funcional
que estructural. De ser así, podría ser más eficaz utilizar el tipo de tareas de procesamiento de información
empleadas por la neurociencia cognitiva, juntamente con los procedimientos psicofisiológicos y las
neuroimágenes. Esta aproximación nos permitiría investigar qué les diferencia del resto en el uso de
estrategias cognitivas y en los mecanismos y circuitos estructurales y funcionales que subyacen a sus
cogniciones, su lenguaje, afectos y comportamiento.
Event – related potentials

Williamson y otros (1991) registraron el tiempo de reacción y los event – related potentials (ERP) –
breves cambios en la actividad eléctrica cerebral asociados con el procesamiento cognitivo y la evaluación
de un estímulo, en este caso palabras – de una tarea de decisiones léxicas en la que delincuentes miraban
una pantalla de ordenador donde aparecían y desaparecían cadenas de letras que forman palabras.
Habían palabras existentes e inexistentes pero pronunciables, y las existentes se dividían en palabras con
contenido emocional (positivo o negativo) y palabras neutras. Cuando una cadena de letras formaba una
palabra existente tenían que pulsar un botón tan rápido como pudieran. En el grupo control (individuos no
criminales) las respuestas a palabras con contenido emocional fueron más rápidas y certeras, que las
respuestas a palabras neutras. Y los componentes iniciales y tardíos de los ERP ante estas palabras fueron
mayores que los observados en las palabras neutras. Algo similar se observó en los delincuentes no
psicópatas. En cambio, en los psicópatas no hubo ninguna diferencia ni en el tiempo de reacción, ni en los
ERP ante las palabras neutras y con contenido emocional. Además, los componentes tardíos de los ERP
de los psicópatas eran pequeños en comparación con los demás sujetos, quizá porque procesaban la
información rápida y superficialmente, y porque hacían poco más que tomar una decisión léxica; mientras,
los no psicópatas seguían procesando o elaborando en su mentes las asociaciones o redes semánticas y
afectivas de las palabras que acababan de ver, con el consiguiente ERP mayor y más largo.
Otra diferencia sorprendente fue que los psicópatas exhibían una onda negativa muy larga (llamada
N500), especialmente en la corteza fronto-central. La interpretación a este fenómeno es que los psicópatas
tienen dificultades para integrar significados de palabras en estructuras lingüísticas más largas, o en otras
estructuras conceptuales.
En conjunto, los resultados de este estudio pusieron de manifiesto que los psicópatas no muestran
diferencias comportamentales o de actividad eléctrica cerebral cuando procesan palabras neutras y
palabras de contenido emocional, y que pueden tener dificultades para situar palabras en una estructura
cognitiva apropiada. Si esto es así, este hecho podría explicar que los psicópatas tienen serios problemas
lingüísticos. Hay otros estudios que apuntan en la misma dirección.

Tomografía computarizada de emisión de fotones (SPECT)

Algunos estudios con SPECT (que mide el flujo sanguíneo cerebral relativo durante la ejecución de
tareas específicas) realizados a psicópatas drogodependientes y sujetos “normales” en 1998 y 1999, se
abocaron a constatar la actividad de determinadas regiones cerebrales (especialmente corteza prefrontal y
temporal) durante la realización de una tarea de decisiones léxicas (similar al estudio de Williamson). Se
observó que la actividad cortical de los psicópatas era mucho menor que en los individuos del grupo
control.
En los sujetos no psicópatas (grupo control), las palabras neutras activaban las regiones del
lenguaje situadas en el hemisferio y tálamo izquierdos, y las palabras con contenido emocional activaban la
región témporo - frontal anterior derecha. En los psicópatas, en cambio, la activación cortical era mucho
menor, sobre todo cuando tenían que discriminar entre palabras neutras y palabras inexistentes.

Resonancia Nuclear Magnética Funcional (RNMf)

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Estudios recientes con RNMf dan pistas interesantes sobre los factores neurobiológicos
correlacionados con la psicopatía. El marco de estas investigaciones es la evidencia del papel crucial que
juegan dos áreas de sustancia gris:
 Subcorticales o límbicas: la amígdala (íntimamente relacionada con la emociones y la
agresividad) y el cíngulo (implicado en los procesos emocionales que movilizan a la acción,
pensamiento, animación y razonamiento, y la atención).
 Corticales: la corteza prefrontal ventromedial y dorsolateral (implicadas en la integración y
regulación de la cognición, el afecto y la inhibición de respuestas).
Se calcularon las diferencias de actividad de estas áreas frente a estímulos neutros y estímulos con
contenido emocional, y se observó que el cerebro de los psicópatas presentaba una actividad mucho
menor que los no psicópatas en todas estas regiones.
Ninguna región cerebral funciona independientemente. Así, la inhibición de una respuesta (por
ejemplo, el control de un impulso agresivo) implica la integración y cooperación activas de muchas
regiones, incluyendo la corteza prefrontal ventromedial y dorsolateral. Hay quienes sugieren que las
conexiones entre estas áreas contribuyen a la toma de decisiones. Influyen, por ejemplo, en la modulación
de la respuesta, en la planificación del comportamiento y en la atención. Los investigadores señalan que el
control de la ejecución de las respuestas adecuadas y la inhibición de las respuestas inadecuadas reside
en las regiones prefrontales ventromedial y dorsolateral. La primera región es fundamental en el
comportamiento adaptativo desde el punto de vista de la selección natural, en el que se incluyen decisiones
de tipo emocional, mientras que la segunda es la encargada de reflexionar en la toma de decisiones y las
acciones que se derivan de ellas.
De este hecho se podría extraer la conclusión de que el comportamiento desinhibido de los
psicópatas, incluyendo su facilidad para la violencia depredadora, está relacionado con una disfunción en la
corteza prefrontal ventromedial (integración cognitivo – afectiva) y en la corteza prefrontal dorsolateral
(inhibición de la respuesta) y / o con una comunicación ineficaz de éstas con otras áreas del cerebro. Es
decir, la conducta del psicópata no se ve modificada por las emociones que pueden ayudar a inhibir el
comportamiento de una persona “normal”. Para ellos, los “frenos” emocionales del comportamiento (es
decir, la conciencia) son débiles, y esto permite cometer actos depredadores y violentos sin ningún
escrúpulo. Si estas supuestas anomalías neurobiológicas estuvieran relacionadas con un funcionamiento
anormal de los neurotransmisores, se podría suponer también que los psicópatas, con su comportamiento
típico incorregible y su resistencia a los tratamientos tradicionales, podrían responder a intervenciones
biológicas (psicofármacos), sobre todo si se introducen en etapas tempranas de su vida.

CAPÍTULO 3

VIOLENCIA Y PSICOPATÍA(5)

Múltiples estudios recientes indican que los individuos que presentan las características
fundamentales del factor “desapego emocional” de la psicopatía (en el PCL-R), tienen un alto umbral de
excitación para las reacciones de tipo defensivo; esto significa que es muy difícil que se desencadene en
ellos una conducta defensiva (sobresalto o miedo) ante un estímulo desagradable. Lykken (1995) propuso
que el déficit fundamental en los psicópatas “primarios” (o verdaderos) reside en el escaso miedo que
sienten. No todas las personas son igual de miedosas. Esto se debe, por un lado, a que el sistema
defensivo (activado por el miedo) se opone al de aproximación y, por otro, al valor adaptativo que tiene una
debilitación del sistema de evitación bajo determinadas circunstancias. Por ejemplo, en la prehistoria,
cuando los recursos eran escasos (comida, pareja, etc.), los individuos con un umbral de evitación elevado
se veían favorecidos desde el punto de vista de la selección natural. De este modo, se podría considerar a
los psicópatas como individuos depredadores (Hare, 1993) que están especialmente adaptados para
sobrevivir en lugares donde los recursos son escasos y la tendencia a la aproximación debe prevalecer a
menos que el peligro sea inminente.
En la gente normal, los estímulos vinculados a experiencias dolorosas o a castigos del pasado
provocan inmediatamente una predisposición defensiva que inhibe el comportamiento de aproximación.
Esto se debe al temor a ser castigados nuevamente o a que otra persona sufra las consecuencias. En el
caso de los psicópatas, los datos aportados por la investigación indican que los estímulos aversivos deben
ser más intensos para provocar una reacción defensiva que interrumpa la conducta de aproximación. Esto
es, los psicópatas reaccionan sólo a los castigos inmediatos que les afectan sólo a ellos; son, por tanto,
insensibles al dolor y malestar ajenos. Como conclusión, el psicópata persigue fines egoístas sin importarle
el daño que inflinge a otras personas o los problemas que sus actos pueden ocasionarle a largo plazo.
Además, los datos obtenidos sobre las emociones y el temperamento de los criminales sugieren que
distintos tipos de delincuentes antisociales podrían tener diversas deficiencias en el procesamiento de las
emociones. Parece ser que la psicopatía “primaria” se debe, de alguna forma, a la ausencia de miedo. Sin
embargo, los delincuentes con baja puntuación en el factor “desapego emocional” del PCL-R, muestran una
respuesta normal de sobresalto cuando son expuestos a estímulos aversivos. Los datos disponibles sobre
el temperamento indican que el comportamiento antisocial (controlando la variable de “desapego
emocional”) está relacionado con altos niveles de ansiedad e impulsividad. En el procesamiento normal de
(5)
Christopher Patrick, profesor de Psicología de la U. de Minessota. Investiga el procesamiento de las emociones,
principalmente entre criminales y psicópatas. Autor de numerosos artículos y capítulos de libros, como Emotionality
and violent behavior in Psychopaths: a biosocial análisis, etc. Editor de la revista Psychophysiology y miembro del
consejo editorial de la revista Journal of Abnormal Psychology.

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las emociones están implicados los sistemas corticales (funciones cognitivas superiores), así como los
sistemas subcorticales (especialmente los relacionados con la motivación). Algunas formas de conducta
antisocial crónica puede deberse al mal funcionamiento de los sistemas corticales que participan en el
control del comportamiento, en situaciones donde los estímulos emocionales no son explícitos.
De acuerdo con estas hipótesis, hay evidencias fundadas de que los déficits neuropsicológicos,
incluyendo disfunciones en la región prefrontal y temporal del cerebro, son más comunes en los sujetos
antisociales (Raine, 1993). Las investigaciones sobre el alcohol y las respuestas emocionales también
apoyan la idea de que la alteración en el comportamiento puede deberse a alteraciones en el
procesamiento cognitivo-emocional. Bajo la influencia del alcohol, es más probable que la gente presente
comportamientos desviados y temerarios (incluyendo la agresión, conductas sexuales de riesgo, etc.).
Durante mucho tiempo se creyó que el alcohol anulaba el sistema del miedo que normalmente inhibe este
tipo de conductas. Sin embargo, estudios recientes que usan la técnica del reflejo, indican que el alcohol
afecta indirectamente a la respuesta mediada por el miedo, ya que interfiere en los procesos cognitivos que
están implicados en la detección de estímulos emocionales sutiles o que estén fuera de foco de la atención.
Otra hipótesis es que delincuentes no tienen ninguna disfunción en el sistema de respuesta
emocional, pero en situaciones complejas tienen dificultades para controlar su conducta porque sus
sistemas de procesamiento cognitivo están lesionados. Estos individuos se parecerían más a las personas
“intoxicadas” que a los psicópatas” primarios”.
Las emociones y el comportamiento violento de los psicópatas
Cleckley (1976) describió a los psicópatas como personas carentes de emociones fuertes,
incluyendo los ataques de rabia, pero entre los criterios que estableció para diagnosticar la psicopatía no
hizo una referencia específica a la agresividad. En efecto, Cleckley afirmó que el psicópata no suele
cometer crímenes acompañados de gran violencia y concluyó que “estas tendencias deberían considerarse
excepcionales, quizá como un rasgo patológico independiente de las otras manifestaciones que sí
consideramos fundamentales” (La Máscara de la Cordura, p.262).
Sin embargo, la investigación empírica ha puesto de manifiesto la estrecha relación que existe entre
la psicopatía y el comportamiento violento en los delincuentes varones. La mayoría de los estudios
publicados indican que hay una elevada incidencia y frecuencia de crímenes violentos y comportamientos
agresivos en los individuos con una puntuación alta para la psicopatía. El tipo de delito suele variar según
el grupo de que se trate. Los no psicópatas tienen más probabilidades que los psicópatas de ser
encarcelados por asesinato (típicamente pasional, cometido contra alguien conocido); en cambio, los
psicópatas tienen más probabilidad de victimizar a extraños sin llegar a matarlos.
Los psicópatas también son más agresivos y hostiles en la cárcel para controlar a los demás. Fuera
de las prisiones, los delitos violentos de los psicópatas incluyen frecuentemente amenazas, el uso de la
fuerza física y de armas. Los psicópatas tienen más probabilidades que los no psicópatas de victimizar a
extraños para conseguir dinero u otros beneficios, y es más probable que cometan delitos violentos poco
tiempo después de haber sido puestos en libertad. Estos resultados de estudios indican que los psicópatas
emplean la violencia para manipular y controlar a los demás. Además, hay que destacar el hecho que los
tratamientos diseñados para que los delincuentes empaticen mejor con los sentimientos de los demás, sólo
consiguen aumentar la probabilidad de reincidencia en los psicópatas.
No obstante, hay algunos puntos débiles en la bibliografía sobre la psicopatía y la conducta violenta.
Uno de ellos es que la relación que se observa entre psicopatía y conducta violenta puede deberse a que
entre los datos que se registran en el PCL-R se incluyen los actos de violencia realizada en el pasado. Otra
limitación es que estos estudios se han basado en expedientes policiales, donde no se recogen los datos
reales de reincidencia. Además, no todos los estudios establecían diferentes tipologías de crímenes
violentos, y aquellos que sí lo hacían usaban una clasificación muy burda basada en criterios policiales. En
suma, no hay evidencia consistente acerca de los motivos de la conducta violenta de los psicópatas.
Sin embargo, las correlaciones halladas entre el PCL-R y los rasgos de personalidad llevan a
plantearnos cuál es la relación existente entre psicopatía y comportamiento agresivo. Al respecto, se ha
observado que la conducta antisocial está más relacionada con altos niveles de estrés, agresividad e
impulsividad. Esto sugiere que el “factor de conducta antisocial” es el que media entre el PCL-R y la
agresión defensiva (también conocida como reacción pasional o reactiva). Por otro lado, el desapego
emocional del PCL-R está relacionado con un alto deseo de dominio y ambición, así como una baja
ansiedad. Esto indica que la agresión del Psicópata “verdadero” está más relacionada con la violencia
encaminada a la consecución de un fin, que al rechazo. Se trata de una agresión instrumental o proactiva.

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