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a ética en

Adela Cortina
Luego de revisar la conferencia ofrecida por Adela Cortina en 2014 al Fórum
Larramendi para presentar su libro “¿Para qué sirve realmente la ética?”, me
permití sacar algunos extractos centrales a su planteamiento y hacer este corto
vídeo.

Aunque la conferencia en total -no sólo las dos partes enlazadas en los contenidos
de la Unidad I del curso- dure aproximadamente dos horas, concentré mi atención
en los asuntos centrales del planteamiento teórico de Adela Cortina frente a la
ética, puesto que a partir de la segunda parte de su discurso empieza a buscar
maneras de ejemplificar y acercar a la práctica sus presupuestos.

Aclaro que, en general, mantengo cierta distancia respecto a algunos de los


planteamientos de Adela Cortina, en particular en los que extrapola la ética
humana a entidades abstractas como las empresas -asunto que algunos teóricos
del ‘capitalismo humano’ han sabido aprovechar para formular cuestionables
códigos de ‘responsabilidad’-, pero me parece muy interesante que para iniciar el
curso de ética se nos haya propuesto su conferencia.

Cortina parte de decir que “todos los seres humanos


somos inevitablemente morales […] porque todos
nos forjamos un carácter”, es decir, que a partir de
nuestras decisiones vamos forjando un sistema de lo
que llama “predisposiciones” respecto a las formas en
las que justificamos nuestros actos y, en general,
nuestra identidad y conducta.
Así, día a día forjamos predisposiciones en las que quien actúa justamente se
encamina a predisponerse a lo justo y “quien toma decisiones injustas acaba
generando la predisposición a actuar injustamente y a decidir injustamente”.
El “carácter”, como interpreta la palabra griega ethos,
es para la filósofa española la compleja construcción
que hacemos de estas predisposiciones en nuestra
búsqueda de la felicidad, que pueden darse en forma
de virtudes –areté– o de vicios –vitium-.

Asegura Cortina que “las virtudes son las predisposiciones


que nos llevan a aquello que todos los seres humanos
tienden, que es la felicidad, no hay ningún ser humano que no
quiera ser feliz”.

A la facultad humana para formular este sistema, la filósofa lo define


como estructura moral. Al respecto, asegura que “los seres humanos somos
estructuralmente morales […] porque los seres humanos, ante el medio que nos
rodea […] no vamos a dar una respuesta automática, como les ocurre a los
animales, sino que […] nuestro cerebro hiperformalizado hace que se genere una
distancia entre nuestras decisiones y el mundo que nos rodea”, por lo que “vamos
generando una gran cantidad de posibilidades de respuesta […] y ocurre que entre
ellas tenemos que elegir”. Hecho esto, es decir, seleccionando una opción,
“tenemos que justificar que la hemos elegido y hacernos responsables de ella, es
decir, somos responsables de nuestras elecciones, lo queramos o no”.

Así, Adela Cortina pone en primer plano de la estructura moral a la libertad de


elección que tenemos los seres humanos en nuestra vida cotidiana y a lo
ineludible de la misma. Asegura que “tenemos una estructura de libertad,
justificación y responsabilidad, que es lo que se llama moral como estructura, la
estructura moral de los seres humanos”.

Por otra parte, cuando aborda los contenidos morales, la pensadora plantea que
éstos “han sido diferentes a lo largo de la historia y que son diferentes en distintas
culturas”, es decir, que hacen parte de nuestro aprendizaje social en el contexto
en el que nos desenvolvemos. Al respecto, asegura que “todos tenemos una
estructura moral, sólo que después desarrollamos distintos lenguajes morales
según el lugar en el que se nace, según el lugar en el que se socializa, según lo
que se aprende en una determinada cultura […] el lenguaje moral se aprende en
la sociedad en la que uno vive”, agregando que “así como la estructura moral de
los seres humanos es biológica, esos contenidos morales vienen siempre del lugar
que nacemos, de las tradiciones, de las religiones, de la filosofía, de la literatura”.
trato de aprender que este hombre juguetón que me provoca es el mismo
hombre serio que habla de dinero con tanta gravedad que ya ni siquiera
me ve y el mismo hombre paciente que me brinda consejo en los malos
momentos y el mismo hombre irascible que da un portazo cuando sale de
casa. Muchas veces he deseado que el hombre juguetón sea más serio y
que el hombre serio sea menos serio y que el hombre paciente sea más
juguetón. En cuanto al hombre irascible, es un extraño para mí y no me
parece que sea incorrecto detestarlo. Ahora estoy aprendiendo que si le
digo palabras crueles al hombre iracundo cuando sale de casa, al mismo
tiempo lastimo a los otros, a los que no quiero lastimar, al hombre
juguetón que me provoca, al hombre serio que habla de dinero y al hombre
paciente que brinda consejo. Sin embargo, miro al hombre paciente, por
ejemplo, el que más quisiera proteger de mis palabras más crueles, y
aunque me digo que él y los otros son el mismo hombre, sólo puedo creer
que dirigí esas palabras, no a él, sino al otro, mi enemigo, aquel que
merecía toda mi ira.

Lydia Davis

THE END OF ETHICS?


La relevancia que tienen las ciencias sociales para nuestra vida diaria es bastante
clara; dado que lo que deberíamos hacer depende de cómo es el mundo,
podemos recurrir al conocimiento oriundo de cualquier esfera para tomar nuestras
decisiones cotidianas-

En cuanto a los juicios específicamente morales, la incumbencia que pueda tener


en ellos la investigación empírica no resulta tan clara, sin embargo, cuando
hacemos elecciones, a veces nos vemos constreñidos a partir de alguna noción,
aunque sea embrionaria, de que es una buena vida humana, esta es una de las
percepciones centrales de Aristóteles. Según el argumento que desarrollo aquí,
deberíamos valernos libremente de los recursos que nos proporcionan diversas
disciplinas para definir esa noción y creo que cuando los reunimos somos fieles a
una tradición de larga data. A mi parecer en las humanidades siempre nos
abocamos a iluminar el presente inspirándonos en el pasado; esa es la única
manera de hacer un futuro en el que valga la pena depositar las esperanzas

Sanaty calle 14ª no. 2 este y primera este

Dr. Tovar

La moral es práctica, en última instancia se reduce a determinar que debemos


hacer y sentir, como debemos responder a nuestras propias exigencias y a las
exigencias del mundo. Además, a efectos de aplicar normas, es preciso que
entendamos los contextos empíricos donde las aplicamos. Nadie niega que
cuando se aplican normas sea necesario saber, desde el punto de vista empírico,
que efectos tendrán en los demás las acciones que se llevan a cabo; sería muy
fácil derrotar a un oponente que rehusara aceptar esta circunstancia. Sin embargo,
hay oponentes auténticos para quienes la psicología no tiene ninguna injerencia
en la cuestión de determinar

Te prometo que te pagare cinco dólares, ha contraído (ceteris paribus) la


obligación de hacerlo y de ahí deriva la conclusión de debe hacerlo
La Filosofía moral moderna, de Elizabeth Anscombre, a quien muchos han
atribuido en gran medida el resurgimiento de aquel enfoque. Anscombe argumenta
que no es redituable para nosotros Hacer filosofía moral; esta tarea debería
dejarse de lado al menos hasta que contemos con una aceptable frilosofia de la
psicología de la cual nortoriamente carecemos, La autora lanza una serie de
metas ostensiblemente devastadores a la filosofía moral desde Butler hasta Mill.
Dice de Joseph Butler (1692-1752) el teólogo inglés para quien la conciencia es la
facultad rectora de la meten humana; parece ignorar que la conciencia de un
individuo puede inducirlo a cometer los actos más viles. Acerca de Kan (1724-
1804) la autoría se queja de que introduce la idea de legislar para uno mismo; lo
cual es tan absurdo como si en estos días, en que los votos d ella mayoría
infunden enorme respeto

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