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Cuadros narcisistas

Psicopatías, antisociales y perversiones


Dr. Eduardo Burga Montoya
Psicoterapeuta, Médico Psiquiatra
Magíster en Psiconeuroendocrinología, Universidad Favarolo
Magíster en Psiconeurofarmacología, Universidad Favaloro
Magíster en Ingeniería Genética y Biología Molecular, Universidad Favaloro
Profesor Consultor, Instituto APSA
Director Curso Nacional Interinstitucional de Revalidación en Psiquiatría
Profesor Titular de Psiquiatría, USAL
Profesor de la Maestría Psiconeurofarmacología, Universidad Favaloro
Coordinador, Eje de Salud Mental, USAL
Profesor Titular de Psicopatología, ISALUD
Profesor Adjunto de Bioética, Isalud
Docente Autorizado UBA en Salud Mental y Psiquiatría

Introducción
En esta Unidad didáctica nos ocupamos de los cuadros neuróticos con sus
diferentes formas de gravedad y sintomatología creciente de angustia generada
por la represión secundaria, como mecanismo general y, en un segundo mo-
mento, el agregado de mecanismos específicos que dan forma y contenido a
cada neurosis.

Quedan tres cuadros más: los cuadros narcisistas, los cuadros límites y los
cuadros psicóticos.

También especificamos que las depresiones psicógenas, que son el 90% de


las depresiones, las anorexias, las bulimias y las adicciones, en su diferente gra-
vedad, pueden instalarse en forma leve en una neurosis, la mayoría lo hacen en
los cuadros narcisistas y en los cuadros límites, y más rara vez, en las psicosis.

Es decir, estamos viendo una visión integrada del sufrimiento psíquico


y no trastornos separados que son parte de una comorbilidad.

Vamos a plantearlo así: una persona puede tener consumo o uso al azar de
una sustancia, que es lo que suele suceder en la neurosis, es decir, un Yo mejor
constituido no se va a dejar arrastrar a una adicción, por lo cual las sustancias
no van a formar parte de una estrategia de desmentida como mecanismo estruc-
tural para hacer frente a los traumas.

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Objetivos
• Describir, dentro de los cuatro cuadros estructurales en psicopatología y
psiquiatría, los cuadros narcisistas (cuadros neuróticos, cuadros narcisis-
tas, cuadros límites y cuadros psicóticos).

• Identificar la renegación y la desmentida como dos mecanismos complejos


en dos tiempos.

• Explicar las características principales de las psicopatías y perversiones.

• Reconocer la psicopatía y el trastorno antisocial como dos cuadros con


distinto origen y pronóstico diferente.

Red conceptual
Cuadros narcisistas

Formación yoica y los cuatro cuadros estructurales

El Yo: denominador común y fundamento de los cuatro


cuadros clínicos en psicología, psicoanálisis y psiquiatría

Cuadros narcisistas

La formación del Yo. Comprensión de la génesis de los


cuadros clínicos y mecanismos defensivos centrales

Estructuración del Yo como denominador común para


entender la psicopatología y la psiquiatría

La desmentida como mecanismo de defensa principal


organizador de las estructuras narcisistas

Las perversiones (parafilias DSM®-CIE)

Psicopatías y trastorno antisocial de la personalidad

Cambio de paradigma relacional. Aumento de cuadros


narcisistas y violencia de género

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 3

Formación yoica y los cuatro cuadros


estructurales
Las adicciones generalmente se van a instalar en un Yo más alterado y
peor constituido, que va desde los cuadros narcisistas, los cuadros límites y las
psicosis.

* Podemos decir que los cuadros neuróticos y los cuadros narcisistas son de origen
psicógeno esencialmente, es decir, las fallas de estructuración mental se deben a
fallas en los procesos identificatorios de ensamblado del Yo.

En la dupla temperamento, de origen constitucional biológico, y la formación


del carácter, en ambos cuadros, originaria e idealmente el sujeto no tiene varia-
bles genéticas de peso que auguren un Yo provisto de un armado defectuoso.

Con un hipotético buen medio identificatorio familiar, pueden generar un


Yo satisfactorio y sano.

Que generen un cuadro neurótico o un cuadro narcisista dependerá de la


situación y del marco familiar identificatorio, desde las múltiples escenas fami-
liares, que van a permitir formar ese Yo.

Ya en los cuadros límites, podemos observar dos elementos que pueden o


no coexistir, los traumas familiares más graves generan una impronta cerebral,
neuroplástica del tipo de las memorias a largo plazo, reverberantes o cierta
predisposición genética compleja y muy sutil, que producen daños menores
neurocognitivos que alteran la vida de relación. Este es el caso de los traumas
tempranos de los cuadros borderline propiamente dichos y de los cuadros pa-
ranoides. Los cuadros esquizoide y esquizotípico parecieran tener una ligera
mayor carga genética, quizá dentro del que podríamos llamar espectro esquizo-
freniforme, cuyo mayor exponente es la esquizofrenia.

Así se puede entender, entonces, que un neurótico hará uso o abuso de


sustancias, y un cuadro narcisista podrá hacer abuso o caer en una adicción
moderada y tal vez grave.

Un cuadro límite, con un Yo todavía más desorganizado, hará una adicción


moderada o grave también.

Por último, las adicciones en las esquizofrenias y la bipolaridad suelen


ser graves porque agravan fuertemente la condición psiquiátrica de fondo y
desencadenan los cuadros mucho más tempranamente.

Es decir, con consumo de sustancias en forma adictiva, la esquizofrenia se


desencadena más temprano, y son más graves la evolución y el pronóstico, así
como la cantidad de internaciones son mucho mayores.

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La utilidad de nuestra clasificación de los cuadros clínicos está ba-


sada en la formación del Yo, en forma identificatoria, en el medio individual,
familiar y social, y las influencias genéticas, epigenéticas y los traumas con su
impacto en la psiconeuroplasticidad.

El Yo producto de la relación con los familiares, consigo mismo y con el me-


dio genera una matriz identificatoria, un sostén psíquico, un aparato psíquico
para hacer frente a la vida y a los traumas.

Destacamos los siguientes conceptos:

• Proceso identificatorio en la formación del Yo.

• Integración del concepto de estructura y mecanismo dentro del cuadro


como superestructura.

• Concepto de integración frente al concepto de comorbilidad, entre síntoma


y estructura.

La relación con el mundo va a estar generada por las múltiples escenas vi-
vidas, donde las principales darán un marco fantasmático al cuadro psíquico
que la persona presenta, fruto del entramado de los procesos identificatorios
que permiten pensar la realidad y discriminarla, junto con los mecanismos
defensivos utilizados.

Estos mecanismos son para los dos primeros cuadros, a saber: para la neu-
rosis, la represión, y para los cuadros narcisistas, la desmentida. Entendiendo
la visión mecanicista y estructuralista, que es clave, que hay una estructura
principal y los demás, en su interior son síntomas, no comorbilidades, es decir,
no coexisten, son parte del mismo cuadro.

La idea de la escena viviente de un cuadro deja de ser un significante muer-


to, como lo es para la medicina, cuando se dice cuadro clínico, la palabra cua-
dro está muerta, vacía de significación, al igual que el vocablo esencial en la
hipertensión esencial (Burga Montoya, 2018).

La escena, o las escenas vividas, sanas y traumáticas singularizan completa-


mente la historia de un sujeto y dan marco a una singularidad, con cierta fijeza,
que debemos intentar cambiar; por ello nos consultan.

El marco, fantasmático principal, organiza en cierto modo la escena y re-


organiza el sistema, resignifica los eventos vividos continuamente, como una
especie de black mirror, en esto el Yo se debate continuamente, en ese armado
que no tiene fin, pero que tiene la tendencia a fijarse con los eventos de mayor
intensidad tanto positivos como traumáticos.

Estos son los puntos de fijación, algunos naturales, como las etapas oral, anal
y fálica; otros frutos de traumas; otros dichosos; su mezcla completa yace en el
Yo y genera un cuadro clínico.

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* Lolasintegrador de nuestra clasificación intenta comprender un concepto importante,


depresiones psicógenas o reactivas pueden ser distimias o trastornos depresivos
persistentes, o depresiones menores o mayores, o mejor, en forma más simple, le-
ves, moderadas y graves, pero en un 90% son psicógenas aproximadamente y son
un síntoma distinto si aparecen como depresión en los cuadros neuróticos, en los
cuadros narcisistas, en los cuadros límites o en los cuadros psicóticos.

Las depresiones endógenas, que pueden ser leves, moderadas o severas, que
son alrededor de un 10% de las depresiones, se independizan, pero no comple-
tamente de la influencia psicológica, y son las depresiones puras (unipolares) o
como parte del espectro bipolar, pudiendo llegar a ser psicóticas, libradas a su
evolución sin tratamiento, como las graves bipolares, en la psicosis maníaco-
depresiva (bipolar de tipo 1).

Depresiones psicógenas o reactivas. Uso, abuso y


adicción a sustancias, anorexia y bulimia e hipocondría
como síntomas dentro de los cuatro cuadros clínicos
Si no prevalece la visión de un cuadro de depresión endógena o inducida
por variables biológicas, es decir, melancolías endógenas, depresiones mayores
endógenas, originadas en enfermedades corporales o sustancias, o del espec-
tro bipolar endógeno, tenemos que comenzar a pensar en una depresión leve,
moderada o grave psicógena. Desde allí observamos el fenómeno depresivo,
que en este momento enmarca un cuadro neurótico, un cuadro narcisista o un
cuadro límite (este último con fallas neuroplásticas endógenas o fijaciones trau-
máticas neuroplásticas del tipo traumático psicógeno).

Dos conceptos claves:

• Las depresiones son leves, moderadas y graves.

• La depresión mayor del DSM®, con tan solo 2 semanas de síntomas depresi-
vos, puede ser psicógena o endógena, y hay que ver en qué cuadro de base
está; eso orientará completamente la terapéutica.

La depresión mayor la mayoría de las veces no es endógena, pero sí mu-


chas veces por mala evolución y malos tratamientos tiende por las fijaciones
psiconeuroplásticas al trauma y al sufrimiento, que no se alivia, a cronificarse.

* neurótico
Dos semanas de síntomas como refiere el DSM , de depresión mayor en un cuadro
®

no debe ser medicada en principio, ya que salvo excepciones, responde a


una excelente psicoterapia, cuando evaluando la persona cuenta con los recursos
yoicos suficientes, y no es una depresión endógena.

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Recordemos que en la anorexia y la bulimia, el uso, abuso y la adicción, las


depresiones y las alteraciones psicosomáticas, junto con la hipocondría, son
fenómenos que pueden darse en cualquiera de los cuatro cuadros clínicos.

Síntoma y estructura en un cuadro clínico frente a


comorbilidades
Debemos abordar con claridad lo que es terreno de la integración, es decir,
un esquema integrativo que abandone el laberinto de ejes y multiplicidades al
infinito de comorbilidades de cuadros en paralelo, como si fueran entidades
distintas; por ello se las llama comórbidas.

El síntoma puede ser la expresión simbólica de un conflicto cuando alguna


causa psicógena está en juego; por supuesto que la causa será atribuible al ob-
servador y si este no relaciona el sufrimiento corporal, tanto psiquiátrico como
clínico, con el acontecer histórico, nunca integrará los traumas de la vida de
una persona y el enfermar. Lo mismo sucederá si el observador cree que todas
las esquizofrenias y bipolaridades psicóticas son de origen forclusivo; recor-
demos, como sostuvimos, que las creencias son un síntoma (Burga Montoya,
2006).

En este sentido, el enfermar mismo es un concepto psicosomático, y no


existen, como aparecen en algunos libros, de enfermedades psicosomáticas. Es-
tas han sido las más evidentes, donde el sufrimiento tiene muchas veces una
conexión causal de tipo temporal cercana, lo cual lo hace evidente y les ganó
el nombre, asma, úlcera, gastritis, etc. Pero este es un gran error, el enfermar
es psicosomático, excepto, en las enfermedades estrictamente genéticas, pero
incluso allí, si se rastrea la causa, se observan condicionamientos en la elección
personal de genética de parejas recesivas, de lugares de vida, con gran potencial
de daño medioambiental.

Es curioso y llamativo, sobre todo, más si vamos unas décadas atrás, cómo
se niega y desmiente de parte del pensamiento médico como paradigma, la
integración causal anímica en el desencadenamiento de las enfermeda-
des. Esto es fruto de un pensamiento mecanicista según el cual en el cuerpo
existen mecanismos solo a revertir en la enfermedad mediante fármacos que
operan sobre esos mecanismos.

El Yo: denominador común y fundamento


de los cuatro cuadros clínicos en psicología,
psicoanálisis y psiquiatría
El lector ya ha comprendido el sentido que agrupa los cuadros clínicos, que
es la alteración psicopatológica creciente, en cada uno de ellos, dada por su
denominador común: el Yo (Freud, 1915).

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El Yo, con sus articulaciones al Ello, al Superyó, son tres instancias psíquicas
integradas que iremos describiendo, pero con las que ya nos fuimos familiari-
zando en los cuadros neuróticos.

Demás está decir que la sede del aparato psíquico del sujeto es el Yo, base y
producto de las identificaciones familiares, con lo que el sujeto se nombra a sí
mismo, y hace frente al mundo, con un proyecto de vida.

Estas tres instancias, Ello, Yo y Superyó, a su vez, se entrelazan con otros


tres lugares, explicativos del modelo del funcionamiento mental y tienen su
parte inconsciente, preconsciente e inconsciente.

Son seis lugares, de dos modelos o tópicas que, a su vez, se ven inmersos en
dos formas de enfrentar el placer o principio de placer, y de la discriminación
de la realidad, o principio de realidad, dos formas de enfrentar el placer y la
realidad que terminan siendo destinos para el sujeto: las pulsiones de vida,
que son las sexuales y de autoconservación, la alimentación y el cuidado pro-
pios, y la pulsión de muerte, cuando un mal destino desorganiza la vida del
sujeto y le produce daño de diferentes maneras.

Pero si englobamos todos estos elementos del esquema de lugares o tópicas,


Ello, Yo, Superyó, inconsciente, preconsciente, consciente, principio de placer,
principio de realidad, pulsiones de vida y pulsiones de muerte, y las vemos en
un sujeto que se dirige hacia nosotros, vemos un Yo que nos habla, como al
llegar a una ciudad vemos, al aterrizar, lugares, y la impresión que nos causa.

El sujeto, que habla, lo hace a través de su Yo.

Este Yo mostrará mejor o peor manejo de la realidad, de enfrentamiento del


sufrimiento y de aprovechamiento del placer, es decir, unas formas más sanas o
más patológicas de relacionarse consigo mismo y con el mundo.

Estos son los cuatro cuadros clínicos, el Yo de este sujeto que busca o no
nuestra ayuda utiliza diferentes mecanismos de defensa, cada vez más primiti-
vos, desde la represión de los cuadros neuróticos, la desmentida de los cuadros
narcisistas, la escisión, idealización primitiva, de los cuadros límites, y el recha-
zo de la realidad, y la forclusión de los cuadros psicóticos.

Estos cuadros clínicos usan mayoritariamente esos mecanismos, pero puede


cada uno de los cuadros usar mecanismos de otros cuadros, pero muy prepon-
derantemente el mecanismo central fundante va a girar alrededor de los
mecanismos nombrados.

* Esto tiene una finalidad, que el psiquiatra y el psicólogo integren la psiquiatría, la


psicología y el psicoanálisis, y que cualquier agente de salud, tanto médicos gene-
ralistas, legistas, identifiquen de una vez y recuerden para siempre cuatro lugares
que sirven tanto para un modelo pericial como para entender que toda enfermedad
clínica está integrada a uno de estos cuatro cuadros.

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La visión de sí mismo, del mundo circundante y sus exigencias y frustracio-


nes, del afrontamiento de los traumas, y de las alegrías y placeres, de la enfer-
medad corporal va ser diferente en cada cuadro clínico.

Esquema extraordinariamente simple, pero que mantiene los atributos de la


complejidad de la mente, integrada al sufrimiento anímico y corporal, que son uno.

Cuadros narcisistas
Destacamos los siguientes conceptos:

• Armado identificatorio del Yo.

• Narcisismo normal y patológico.

• Identificación primaria e identificaciones secundarias.

• El Ello y el Superyó.

• Otra tópica o lugar psíquico para entender la mente: inconsciente, cons-


ciente y preconsciente.

Una vez que hemos visto los cuadros neuróticos, donde la represión prima-
ria era fundante del aparato psíquico, junto con las identificaciones primarias,
ya que estas generan el soporte identificatorio para que una mente se moldee
y tenga lugar, que haya un sujeto humano, y que luego de irse estableciendo
el proceso identificatorio se generen lugares en la mente, en ese Yo incipiente,
algo así como un edificio de tres pisos, con sótano, planta baja y primer piso.

Que haya una estructura de cimientos y de armado de estos tres pisos lo


proveen las identificaciones más fuertes, primarias y fundantes, las identifica-
ciones que son cimientos para el aparato psíquico. Luego la construcción de los
demás pisos y el remodelamiento y armado de estos, son la multitud de identi-
ficaciones secundarias, a nivel parental y familiar, y las autoidentificaciones a
las propias visiones e interpretaciones de todos estos fenómenos durante años.

La identificación fundante o primaria crea el sótano, el inconsciente, este


sótano, que es también el Ello, fuente del equivalente de los instintos animales,
las pulsiones, que serán de autoconservación, alimentarias y sexuales, fuente
de goce y reproducción, ambas fundamentalmente pulsiones de vida, y la fuen-
te de las pulsiones de muerte, que coexisten con el impulso a la vida.

El primer piso, el más visible pero de similar tamaño a los demás pisos, es
el Yo, sede de todas las identificaciones, que se sostienen en su nombre y pro-
yecto, y que tiene como función integrar todos los estímulos corporales cenes-
tésicos y exteroceptivos, todas las influencias pulsionales y también trata de in-
tegrar la relación con el mundo, con el pasado, con el presente y con el futuro.

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El Yo también debe vérselas con su primer piso, el Superyó, donde perma-


necen las principales identificaciones primordiales de los padres, organizadoras
de la ley de la cultura, transformada ya en la ley familiar y reglas de inter-
cambio de parentesco que la cultura generó para salir de los tiempos de los
homínidos.

La prohibición del incesto y de matar al otro serían los dos principales orga-
nizadores mentales, como leyes superyoicas, que ahora ya fueron internalizadas
en el Yo y ponen límite al goce y a la destrucción agresiva del otro; así, el Yo
recibe del Ello la fuerza de las pulsiones que querría satisfacer, y evalúa a la
mirada del Superyó, si es conveniente, ahora o de esta manera.

* Elsatisfacción,
Yo termina reprimiendo ciertos impulsos pulsionales, más allá del interés en la
o postergándolos, tolerando la frustración, es decir, antepone el princi-
pio de realidad al principio de placer (Freud, 1923).

Así entendemos estos tres pisos, donde todos los pisos están interconecta-
dos, pero el Yo es el que intenta decidir, en la vida del sujeto, operando con
los traumas vividos, las alegrías y múltiples acontecimientos históricos que lo
condicionan.

Si recordamos la otra tópica, lugar en griego, los otros tres lugares, incons-
ciente, preconsciente y consciente, nos daremos cuenta de que el preconscien-
te, y sobre todo muy claramente el consciente, tienen su sede en la conciencia
del Yo.

En una planta baja, como es el Yo, llega a su conocimiento una pequeña


parte de todo lo que lo motiva pulsionalmente y de todas las prohibiciones
superyoicas, y menor acceso aún, a la gran mayoría de lo vivido, fantaseado e
imaginado, que es inconsciente.

Este inconsciente es el sótano, creado como todo el edificio por la identifica-


ción, pero comenzado a llenar por la represión primaria, que son los primeros
grandes grupos de contenidos que, de pequeño, quedan fuera de la conciencia,
por eso no recordamos eventos, por así decir, de los primeros tres años de vida,
grosso modo, además que esto correspondería a la reorganización neuroplástica
cerebral fundamental, que ocurre hasta los primeros cuatro años de vida.

Integrando, actualmente podemos suponer la importancia psiconeurobioló-


gica de la posibilidad de construcción de estos lugares, de la creación de con-
ciencia y olvido.

Tanto la gran identificación primaria fundante, los cimientos, que dan paso
al resto de identificaciones secundarias que integran el edificio, junto con la re-
presión primaria, empiezan a ubicar los contenidos más complejos y primarios
reprimidos, los deseos más profundos y las prohibiciones más profundas, que

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son reprimidas primariamente, como los primeros contenidos de ese sótano,


prohibición del incesto, elementos pulsionales sexuales y agresivos muy prima-
rios y profundos que luego son acompañados de represiones secundarias coti-
dianas el resto de la vida, y algunas son causa de neurosis y otras seguramente
necesarias.

Entonces dijimos que el Yo en realidad tiene bastante poco conocimiento de


lo que le sucede a su cuerpo, a las pulsiones sexuales y de autoconservación
que debe manejar y a cómo lo influencian las prohibiciones superyoicas y dis-
criminaciones de lo útil y perjudicial, para este Yo, que este Superyó piensa.

Ahora, de gran parte de lo reprimido que genera este sótano o inconsciente,


que es la mayoría de la vida y recuerdo del sujeto, ¿cómo puede enterarse el Yo?

Como explicó genialmente Freud en Psicopatología de la vida cotidiana, don-


de menos se lo esperan, en los lapsus al hablar, en los actos fallidos, en los
chistes y en los sueños, todas cuestiones que el hombre común quiere desechar,
queriendo arrogarse la soberbia de que su Yo conoce todo, pero eso sabemos
dónde termina. Cuando Freud utilizó una metáfora cuantitativa para relacionar
tamaños de estos lugares o tópicas mentales, dijo que el sótano o lo inconsciente
en relación con lo consciente era la relación que posee la parte visible de un
iceberg, que 1/7 está sobre la superficie visible, el Yo, y los otros 6/7 son lo que
no conocemos de nuestra propia vida, lo inconsciente. Más claro, echarle agua.

Así tenemos, integrando, que el Yo tiene aspectos pulsionales, conscientes,


preconscientes e inconscientes, lo mismo para sus aspectos pulsionales del Ello
y superyoicos.

* Elsaber
inconsciente así, manifestado por los lapsus, actos fallidos, chistes y sueños, es el
de lo no sabido (Lacan, 1973); por eso la sorpresa que causa y la represión
o negación sobre esos contenidos que nuestro Yo, consciente, preconsciente o in-
conscientemente ejerce.

Resta saber que lo preconsciente es lo que en ciertos momentos de aper-


cepción distinta, de insight, nos damos cuenta, podemos visualizar y que no
son contenidos conscientes ni inconscientes. En la hermenéutica del sujeto del
año, Foucault hará otra vez una mención expresa de Lacan rescatándolo como
el único de los analistas que después de Freud retoma la separación entre saber
y sujeto (Foucault, 1982).

En ciertos momentos, tenemos acceso a contenidos que nuestra conciencia


no suele advertir inmersa en forma cotidiana en un marco más superficial de
percepción. El ejemplo puede estar dado por el insight o reconocimiento más
profundo y abarcativo de las relaciones de eventos que normalmente no dis-
cernimos.

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La formación del Yo. Comprensión de la génesis


de los cuadros clínicos y mecanismos defensivos
centrales
Es necesario seguir a Freud para comprender cómo el Yo se forma a través
de un Yo corporal, o Yo real primitivo, como primera etapa, y entender la
extrema vulnerabilidad de un Yo corporal que se organiza a través de los estí-
mulos, placenteros y displacenteros, sin distinguir adentro y afuera, ni sujetos
entre sí, en este caso la madre y el bebé mismo son el primer lugar donde este
Yo corporal, como Yo real primitivo, es la base donde germinarán las identifica-
ciones primarias. Es puro arco reflejo.

Al Yo real primitivo lo sigue en el armado identificatorio del Yo, el Yo de


placer purificado. El Yo de placer purificado avanza en la integración del Yo
corporal, registrando primariamente las sensaciones propias e interoceptivas.
Se empieza a producir en esta etapa la formación de zonas relacionadas con el
exterior y se les brinda ser cualidad de placer y potencialmente de dolor; son
las zonas erógenas (zonas oral, anal, genital, que luego dan paso a las etapas
oral, anal y fálica).

La posibilidad de un avance de las identificaciones primarias permite un


avance en la constitución del Yo, es decir, cierta percepción primitiva del inte-
rior, lo interoceptivo, lo exterior corporal o exteroceptivo, y la constitución del
narcisismo primario, una representación cuerpo unificada que está dominada
por el principio de placer.

Por eso, se la llama a esta segunda etapa, de Yo de placer purificado, ya


que comienza a surgir un no-Yo, un exterior ahora no indiferente (como en la
primera etapa del Yo real primitivo), sino displacentero, lo doloroso, aquello
relacionado con el dolor y el displacer. El Yo de placer purificado es el comienzo
de la formación del narcisismo o del Yo propiamente dicho, en un marco de pla-
cer interno placentero y exterior displacentero, estrictamente, no hay todavía
realidad discriminada.

Por último, la etapa del Yo real definitivo. A diferencia del anterior, dis-
crimina la realidad externa sensorial de la realidad producto de la mente. Aquí
se avanza y se crea el principio de realidad, aparecen parámetros mentales de
discriminación entre realidad psíquica y física, interna y externa.

Su principio no es únicamente el principio de placer, sino que aparece el


principio de realidad.

* Lacosascomprensión de la visión de cómo se va formando el Yo permite entender dos


principales, entre otras; la primera es la extrema vulnerabilidad de un Yo que,
por exceso de estímulos negativos desorganizantes o por carencia central y básica
de estimulación sana y organizadora del aparato psíquico, puede producir todo tipo
de cuadros patológicos, desde cuadros narcisistas, cuadros límites y psicosis.

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La comprensión de cómo el Yo de placer, segunda etapa, introyecta todo lo pla-


centero y proyecta fuera de sí todo lo que es displacentero, lo proyectado afuera,
lo que causa dolor, genera una salida de un exterior que no existe (primera etapa,
Yo real primitivo, puro arco reflejo ), para crear un contexto negativo proyectado
por el modelo de hambre/saciedad, donde el Yo es lo placentero introyectado, por
eso Yo de placer purificado, y el exterior, que no se lo puede pensar, se le atribuye
un juicio proyectado de negatividad, displacer (cuando quiere el pecho y no lo
tiene). Lo displacentero es hostil y exterior y siempre es proyectado afuera.

Al principio, en la formación inicial del Yo, es decir, en el estadio de Yo real


primitivo, no hay diferenciación de él, la madre, tampoco el padre, ni de inte-
rior ni exterior, solo movimiento de arco reflejo, para acercarse a lo placentero,
el pecho materno, o manifestar el sufrimiento, hambre, sueño, dolor.

Luego, él y la madre que da, nutritiva, son uno, de placer, Yo de placer puri-
ficado, lo doliente o frustrante o displacentero, se atribuye a algo externo; esta
atribución es el primer rudimento de pensamiento.

El Yo-realidad definitivo correspondería a un tercer tiempo, aquel en el


que el sujeto ya posee una mayor identificación y maduración psíquica, y aquí
se establece un pensamiento que busca en el exterior, ya que el modelo es el
niño buscando la satisfacción, entiende primariamente que hay otros seres fue-
ra de él y que hay un exterior, ahora no solo displacentero, como lo malo, ex-
cluido nada más que por proyección, atribuido por proyección, sino un exterior
real, por poder pensarlo; por ello se llama juicio de existencia (existe algo más
allá de lo que el Yo atribuye).

Quiere decir que ya no todo es proyección negativa, hacia el exterior, hay un


mayor reconocimiento del otro sujeto que se acompaña, ya no tan solo de
un juicio de atribución del contexto exterior, masivamente, por displacentero
u hostil, sino que se da existencia primaria a un sujeto externo, se agrega al
juicio de atribución, rudimento del pensamiento, el juicio de existencia, de un
exterior donde hubo o hay otro sujeto, o un objeto real que corresponde a la
representación del sujeto o de parte de él, por ejemplo, el pecho materno, ya al
pecho, se le da existencia a ser parte de la madre en el exterior, avanza el reco-
nocimiento del otro y del mundo, empieza a haber realidad, por eso se llama Yo
de realidad definitivo.

Esta es la prueba de realidad que acompaña al juicio de existencia, ya no


reacciona como en la segunda etapa, del Yo de placer purificado, donde una
omnipotente y primitiva identificación del placer hace de esté el Yo y lo demás
es solo contexto externo primitivo proyectado de displacer; ahora en la tercera
etapa, este Yo logra un avance clave, da existencia al sujeto o parte de él (la
mamá o su pecho) y lo busca porque reconoce esa fuente de placer en el exte-
rior por primera vez, no solo posee el juicio de atribución, sino que atribuye a
un sujeto, existencia externa, para volver a encontrarlo.

El contexto no es más solo displacer proyectado ni el Yo es puro placer, es


decir, hay juicio de existencia y prueba de realidad.

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* Esto permite entender el esquema del principio de placer y el principio de realidad.


La prueba de realidad se va a lograr por someter los juicios de atribución a los jui-
cios de existencia, y al soportar la frustración de lo que el Yo de cada cual intenta y
puede procurarse como proyecto identificatorio.

En la primera etapa, de Yo real primitivo se responde desde un Yo corporal


forma de arco reflejo, sin reconocimiento de sí mismo ni de sujetos exteriores,
representaciones mentales del tipo del pictograma (Castoriadis Aulagnier, Pie-
ra, 1975) muy indiferenciadas del propio placer y dolor, y un medio circundan-
te indiferente, en el sentido de no reconocido, al que no se le pueden atribuir
juicios de atribución de características; atribuir es pensar adecuadamente ca-
racterísticas de sí o del otro, ni de que exista alguien como presencia continua
por fuera, o juicio de existencia.

En la segunda del Yo de placer purificado, es el comienzo del narcisismo pri-


mario, y comienzan los juicios de atribución, a través del placer, lo afirmado y
querido, al Yo se le atribuyen todos los atributos de placer, por eso Yo de placer
purificado.

* Elenmedio externo ya no es indiferente, sino es lo doloroso, lo hostil, lo proyectado y,


el futuro, odiado.

Y en la tercera etapa se agrega al principio de placer el principio de


realidad, y al juicio de atribución se le agrega el juicio de existencia, que
permite localizar con mayor realidad ese mundo primitivo, y no dejar lo que
no satisface como externo y hostil, y ver cómo lograr reencontrar afuera lo
que produjo placer y satisfacción, desde un Yo, que primitivamente, localiza la
realidad de un afuera, y busca, al no utilizar, nada más que la proyección y ver
todo lo externo como hostil, de la segunda etapa.

El progreso en la formación del Yo abarca:

• Yo real primitivo: modelo arco reflejo, contexto indiferente.

• Yo de placer purificado: el Yo como objeto amado, Yo-placer, Yo identifi-


cado solo al placer: Yo de placer purificado. El exterior odiado como no-Yo,
displacer, por proyección, la otra cara exterior del Yo de placer purificado.

• Yo de realidad definitivo: el sujeto o parte de él, amado como existente,


hecha la prueba de realidad, externos reales.

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14 proapsi

Placer, realidad, amor, que comienzan a alternar, en la experiencia, en la


realidad de gratificación y frustración, antes no reconocidas y solucionadas con
un Yo de placer y proyección externa solo de displacer.

La función del juicio de existencia real de una cosa del mundo representada
en la mente es un interés del Yo-realidad definitivo (Freud, 1925).

La atribución es el juicio que atribuye o niega una característica a una cosa y la


prueba de realidad se da cuando el Yo es capaz de reconocer una existencia sepa-
rada y este juicio de atribución pasa a corroborarse en la existencia; la prueba de
realidad es un juicio de existencia del o los sujetos y objetos, que son o no son el Yo.

Aquí se observa claramente que cada etapa da lugar a un progreso en la


formación del Yo.

Estructuración del Yo como denominador


común para entender la psicopatología y la
psiquiatría
Integración psiconeurobiológica
Psiconeuroplasticidad
Fue sumamente importante detenernos en un modelo de cómo se forma el
Yo desde la crianza más temprana, constituyéndose como un Yo más netamente
corporal, donde los sujetos circundantes no son reconocidos como tales, solo se
calma la sed, el hambre y las ansiedades, frente a los dolores y a las dificultades
del dormir.

El bebé reacciona a la forma de arcos reflejos más complejos, a los estímu-


los, en un entorno indiferente por no ser reconocido como exterior, opuesto
a un interior, ya que es un Yo real corporal primitivo, que casi tiene un muy
rudimentario aparato psíquico, que consta de imágenes condensadas muy pri-
marias, llamadas pictogramas, que serán estas imágenes muy primitivas, al
transformarse la vía identificatoria, las futuras representaciones propias y del
mundo exterior.

La fragilidad cerebral es mayúscula en su armado, desde el remodelamiento


apoptótico de las conexiones sinápticas e hiperpoblación neuronal, luego del
nacimiento, y desde el segundo trimestre del embarazo hasta el cuarto año de
vida, y luego hasta el octavo año, se arma y remodela el cerebro psiconeuro-
plásticamente.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 15

Como los trabajos de investigación mayoritariamente investigan microfe-


nómenos, variaciones por ejemplo neuroplásticas de la transducción intracelu-
lar, a estas variaciones se las denominó neuroplasticidad; sin embargo, ya hay
cantidad de estudios que estudian estas variaciones, con fenómenos mentales
asociados, por ejemplo, el aprendizaje, realizar una psicoterapia, que aumentan
los factores neurotróficos de crecimiento derivados del cerebro, las conexiones
sinápticas, y modifican las imágenes del metabolismo cerebral visualizadas en
la PET o la SPECT.

Solemos decir que la influencia del entorno produce atrofia y la muerte


de neuronas, altera la neurotransmisión cerebral, disminuyendo los niveles de
neurotransmisores, luego de un probable agotamiento por el distrés psiconeu-
robiológico del sufrimiento.

Esto produce una alteración de la neurotransmisión cerebral y lleva al


déficit de neurotransmisión, a una regulación ascendente de receptores postsi-
nápticos, alteración de la transducción intracelular, y de una de sus cascadas
efectoras, la producción de BDNF, factor neurotrófico de crecimiento neuronal,
que mantiene el trofismo neuronal, transformándose la neurona en una especie
de arbolito podado de invierno, si recordamos que dendron significa árbol en
griego.

Y el distrés prolongado genera una primera etapa de hiperproducción al-


terada de la neurotransmisión catecolaminérgica, y agotamiento posterior de la
neurotransmisión, y en una segunda etapa, se activa la hiperproducción corti-
solémica, que es la responsable de la muerte y atrofia neuronal, que comienza
en el área más sensible: la Ca3 del hipocampo.

Este daño, con sus variantes, se produce psiconeuroplásticamente desde el


embarazo hasta en cualquier edad del sujeto.

En el embarazo, produce alteraciones de la migración neuronal y del arma-


do del cerebro.

En la juventud, puede potenciar en forma negativa los fenómenos naturales


apoptóticos de remodelamiento cerebral, la poda dendrítica, es decir, justo lo
contrario de lo que se obtiene con un medio sano psíquicamente.

En la adultez, con un cerebro ya conformado, el sufrimiento produce atro-


fia y muerte neuronal, que llevan a episodios depresivos y psicóticos.

En la vejez, es muy probable que el sufrimiento desencadene cuadros dege-


nerativos del tipo de las demencias, que justamente comienzan en dicha área
hipocámpica.

Los fenómenos de la complejidad incluyen integrar campos heterogéneos


de un mismo fenómeno y origen, lo psíquico y el cerebro son uno. El Yo es la
integración posible del cerebro y de los sujetos del entorno. El Yo internaliza
el entorno identificatoriamente y se dirige hacia él buscando la gratificación de
un proyecto.

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16 proapsi

* Enpsiconeurobiológicamente
el medio, sobrevienen múltiples alegrías y traumas, y según cómo fue armado
y su genética de base responde su estructura mental
con diferentes recursos psíquicos, desde las principales escenas familiares y del
entorno que lo organizaron.

Así, el Yo tiene diferente fortaleza o progresiva debilidad si utiliza mecanis-


mos más primitivos para superar la frustración y generar un proyecto identifi-
catorio.

El Yo es el denominador común para describir el psiquismo, ya que


los cuatro grandes cuadros de la psicopatología y la psiquiatría van gradual-
mente a utilizar mecanismos de defensa frente a la realidad y los traumas, de
mecanismos mejor estructurados como la represión en las neurosis, a formas
más primitivas de defensa como la renegación y la desmentida, en las estructu-
ras narcisistas, y luego iremos desarrollando los cuadros límites y las psicosis.

Armado psiconeurobiológico del Yo


Lo importante de lo visto es que el manejo del Yo con el placer y displacer,
en miras a un proyecto identificatorio, y la intolerancia a la frustración, man-
teniendo una correcta atribución de los fenómenos, y la prueba de realidad de
su existencia explican la dinámica de la fortaleza o del deterioro progresivo
en cada cuadro del Yo, al manejarse con la realidad son cuadros distintos, no
evolutivos, pero pueden agravarse y tienen múltiples manifestaciones del su-
frimiento.

El sentido de la cuestión es que desde el embarazo hasta la adolescencia,


pero principalmente desde el segundo trimestre del embarazo hasta los 4 años
de vida, como incluso lo demostró la experiencia, y para los seguidores de
Santo Tomás, los trabajos científicos de Science y Nature brindaron exhaustivas
demostraciones de cómo el distrés inicial produce daños en la regulación de la
neuroplasticidad futura, lo que brillantemente anticipó el psicoanálisis como
puntos de fijación.

* Esproduce
decir, el exceso de energía traumática, o la falta profunda de sostén afectivo,
importantes alteraciones de la neuroendocrinoplasticidad, fallas en los set
point de la regulación neuroendocrina del cortisol, que son memorias a largo plazo
del trauma, además de las representaciones reverberantes que los traumas ocasio-
nan y que realimentan los daños neuroplásticos al cerebro.

El trauma es tanto el exceso de energía negativa que el aparato psíquico no


puede absorber, digerir, ligar, procesar, como también es un exceso negativo, el
déficit profundo, de la falta del adecuado sostén afectivo de una criatura.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 17

Entonces, de acuerdo con el marco saludable o de mayor carencia por exce-


so o por déficit, es como el Yo se arma, y las formas que tiene saludables, por
ejemplo, la sublimación, el adecuado afrontamiento de traumas y situaciones
agradables de los proyectos por vivir.

Para el afrontamiento de situaciones displacenteras y traumas, el apa-


rato psíquico utiliza patrones repetitivos defensivos, llamados mecanismos de
defensa, que denotan junto con el tipo de Yo en cuestión, qué estructura men-
tal tiene, que se desarrollará como un cuadro clínico, ya no en forma estáti-
ca ideal, la estructura que conocemos al diagnosticar, sino la singularidad
escenificada en el marco de convivencia con los otros, en el mundo, lo que
determinará la superestructura de un cuadro clínico.

Si este cuadro clínico utiliza la represión como mecanismo no único pero


central de su estructura, estamos frente a todas las variedades de neurosis, des-
de la estructura preneurótica, la llamada normalidad, las neurosis propiamente
dichas, las caracteropatías neuróticas, donde ya pueden sumarse la desmentida,
y mecanismos disociativos, junto con la identificación proyectiva, las neurosis
límites y, por último, las locuras neuróticas, donde pueden presentarse recha-
zos de la realidad por forclusiones parciales.

Pero para diagnosticar neurosis debemos sostener que este cuadro clínico
usa centralmente la represión como mecanismo defensivo central originario, y
general, al que en un segundo momento al fracasar parcialmente la represión,
se le agregan mecanismos secundarios específicos que dan nombre a cada sub-
tipo de neurosis.

* Así, volvemos a tener en cuenta cómo este sujeto posee un buen armado yoico,
pero que puede empeorar de acuerdo con lo vivido.

El pronóstico como proyección del diagnóstico


Adentrándonos de a poco en los cuadros narcisistas, debemos incluir necesa-
riamente el pronóstico, ya que las neurosis tienen un pronóstico más favorable
ampliamente, excepto las neurosis graves o límites y las locuras obsesivas, fóbi-
cas o histéricas, que tienen una evolución más negativa.

Una idea central es que cuando se hace un diagnóstico, inmediatamente


si es correcto es pronóstico, ya que el pronóstico es la proyección del diag-
nóstico, por lo tanto, es el cuadro clínico que tengo frente a mis ojos y oídos,
que aparece a través del análisis discursivo y de la dinámica de la persona,
movimientos, actitudes y gestos, de todas las formas posibles que transmite su
cuerpo hablante y sintiente, a través de un mecanismo principal de dirigirse a
la realidad, y que en forma pronóstica o retrospectiva usará y, a nuestro juicio,
usó frente al afrontamiento traumático.

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18 proapsi

* Esde decir que un correcto diagnóstico es una gestalt, pasada, presente y futura, don-
se ven y se calibran cuáles son los síntomas y qué síntomas y mecanismos hacen
pensar en un cuadro clínico. Recordemos que una golondrina no hace verano, ni
una taquicardia, insuficiencia cardíaca.

La desmentida como mecanismo de defensa


principal organizador de las estructuras
narcisistas
La desmentida originariamente descrita para describir los traumas referidos
al proceso identificatorio de la sexuación ha sido ampliada a otros campos del
vivenciar humano como defensa, bastante más primitiva que la represión en las
neurosis (Maldavsky, 1988).

Las neurosis la pueden utilizar, pero puede ser esporádicamente, o en alguna


época más usualmente por cierto agravamiento de su cuadro, tal es el caso de
las caracteropatías neuróticas, y hacerse más frecuente siempre junto con la
represión en estas, llegando a acompañarse de ambos mecanismos, y agregarse
las forclusiones parciales temporarias, o rechazos transitorios de la realidad, en
las formas límites de las neurosis. Por ello, la escuela francesa no incorpora a
los borderline, acierto y error, simultáneamente.

Las neurosis graves limítrofes, paso anterior a las locuras neuróticas, son la
primera forma más o menos crónica de funcionamiento neurótico, pero que
retrotraen por tratamiento o por el curso más satisfactorio de su vivenciar.

Y las locuras neuróticas son siempre cuadros transitorios, si no son crónicos,


y estaríamos frente a cuadros psicóticos, que son crónicos, con variaciones en
su evolución.

Los cuadros límites, esquizotípico, esquizoide, paranoide y borderline pro-


piamente dicho, inicialmente el modelo de Kernberg, se caracterizan por su
mayor fijeza y cronicidad, y no vuelven a ser neuróticos; por ello, merecen un
cuadro aparte, es decir hay una fijeza del tipo constitucional o una fijeza trau-
mática psiconeuroplástica del psiconeurodesarrollo, lo cual impide su variación
y suelen, por eso, requerir tratamiento psicofarmacológico, gran parte de su
vida, o generalmente de lo contrario presentan una tórpida evolución, son lími-
tes clínicamente, y por ello límites psicofarmacológicamente, suelen necesitar
tiempos más o menos prolongados de medicación, cosa que no sucede con la
neurosis límite (los limítrofes que la escuela francesa no acepta como tales y
encuadra dentro de las neurosis, acertadamente) que esporádicamente pueden
necesitar tratamiento psicofarmacológico y retrotraen hacia una caracteropatía
neurótica compensada o, más rara vez, a una neurosis propiamente dicha.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 19

Explicamos esto para que se comprenda la complejidad de los cuadros clí-


nicos, sus mecanismos y evolución temporal, lo que hace la impronta para su
diagnóstico.

Freud pensó la desmentida como modo de defensa consistente en que el


sujeto niega reconocer la realidad de una percepción traumatizante, principal-
mente la ausencia de pene en la mujer, la angustia de castración fue su modelo,
para entender algunos de los miedos o traumas en la sexualidad infantil que
podían mantenerse en la vida adulta.

El lego no puede aceptar la desmentida de la castración materna, pero cuan-


do se le muestra para su incredulidad, como en el transvestimo, el sujeto, está
identificado a la madre fálica, se cree una mujer con pene, fijado a una com-
pletud, de la mujer fálica, pero en forma primitiva con pene, siendo hombre/
mujer, mujer hombre, completa, no pueden ofrecer algo que explique mejor el
fenómeno, ni tampoco teorías como el absurdo alienante biologista de alteracio-
nes anatómicas cerebrales que lo explique.

Hay algunos autores que amplían el concepto del mecanismo de desmentida.

Este mecanismo fue especialmente invocado por Freud para explicar el feti-
chismo. Se relaciona con la angustia de castración, “no puede ser que mi madre
esté castrada, sin pene como veo a mi padre”, las personas lo atraviesan, con
una inicial desmentida, temporaria, seguida de la represión, que permite vía la
identificación llegar a una sexualidad satisfactoria.

El nombre inicial fue de renegación como nombre del mecanismo, que pro-
viene de la negación, pero es mucho más radical, profunda y específica, que la
negación que es un mecanismo general, es decir que no define el diagnóstico
de un cuadro.

Podríamos decir que es un mecanismo especial, una negación muy profun-


da, una renegación, no pasa por el rechazo de una percepción del mundo exte-
rior, sino por la renegación de las consecuencias que dicha percepción provoca
sobre una creencia previa que se quiere mantener, alguna realidad traumática,
no aceptada, que se la suplanta por otra, no reprimida, sino escindida, disocia-
da profundamente en el Yo, pero que se la conoce.

* Lael sujeto
renegación es el reemplazo de una realidad por otra no cualquiera sino la que
encuentra patológicamente para suplantar la realidad sufriente displa-
centera.
La renegación consiste en la negación de una representación a través de la suplan-
tación por otra representación, objeto, o sujeto o cosa.

¿Qué quiere decir que hay una escisión del Yo en el proceso de esta defensa frente
a los traumas?

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20 proapsi

Que en el esquema inicial freudiano acerca de este mecanismo para las per-
versiones, renegar la percepción y reconocer la carencia, persiste toda la vida
una junto a la otra, dominando esta tensión renegatoria a través de la desmen-
tida, la vida del sujeto.

El travesti se ofrece como mujer y así lo siente, pero sabe que anatómica-
mente nació hombre, no está psicótico, no alucina.

* Lacastración
desmentida es un mecanismo de defensa ante la angustia de la amenaza de
y apunta a la percepción de la realidad externa, no genera un rechazo
de la realidad de tipo psicótico, sino que reemplaza una realidad perceptiva por
otra.

En la represión el inconsciente conserva la representación de la realidad, la


conciencia no, y esta solo conoce elementos que se le aparecen como lapsus, ac-
tos fallidos, chistes, sueños. La represión se produce sobre la representación de
la realidad, no sobre la realidad misma. La presencia de una creencia implicaría
la renegación de la otra. La renegación implica una escisión del Yo que no se
define por ser exclusivamente entre consciente e inconsciente, sino que puede
serlo entre ideas inconscientes o ideas conscientes. Esto da paso a ampliar a
otros cuadros clínicos, el concepto de renegación o desmentida, inicialmente lo
fue para las perversiones, pero coincidimos con Maldavsky en la ampliación a
otros cuadros narcisistas, las adicciones, las psicosomáticas, la hipocondría, el
trastorno narcisista del DSM®, el cual es una caracteropatía narcisista.

En las perversiones, donde el goce de la representación desmentida, el goce


de un perverso en la paidofilia, el voyeurista, el exhibicionista, el sádico y el
masoquista, conocen perfectamente de su goce, pero necesitan de alguna mane-
ra desmentir, lo que fue renegado originalmente, que es el trauma en su afecti-
vidad y sexualidad, es decir, la alteración identificatoria afectiva profunda que
impide procesar las dificultades de la sexuación, entre ellas de cómo situarse
en la sexualidad y afectividad frente a los semejantes, el reconocimiento de las
diferencias anatómicas de los padres sería uno de los puntos importantes, pero
lejos de ser el centro único de la escena, para generar patología.

* Enparental
realidad, pareciera ser que los traumas afectivos profundos frente a la relación
y familiar generan puntos de fijación que alteran el proceso identificatorio
o lo facilitan, y si los traumas son severos, el desarrollo mental quedará fijado a
una parte del todo del desarrollo de la sexualidad, o intentará generar un parche
patológico para relacionarse con el semejante.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 21

Ya más adelante explicaremos este cuadro, pero cabe decir que el perverso
conoce lo que reniega, pero queda escindido de su conciencia en lo cotidiano, lo
que sí se observa es el parche, una representación alterada, fruto de una fijación
patológica del pasado traumático, y el goce, que como parche suelda la fijación
y la atornilla, desmintiendo la angustia traumática original, desmintiendo para
sí y para los otros lo que originariamente su mente ha renegado.

Aquí, el mecanismo defensivo es mucho más primitivo que la represión en


las neurosis, la represión solo generaba que la representación traumática se
haga inconsciente, volviendo sus efectos como retorno de lo reprimido, con
angustia, para empujar al sujeto mucho mejor estructurado, a ver cómo solu-
cionar su fobia, su obsesión, o su síntoma conversivo histérico.

Aquí es muy distinto en este cuadro narcisista, es decir, en la perversión,


el trauma es muy profundo, y dio paso a una grave alteración identificatoria,
que la mente escindida no soporta, y el incremento del goce sobreviene como
parche, así se entiende que el profundo incremento del goce, sumado a la gran
fijación, vuelve muy difícil la transformación curativa de estos cuadros.

¿Qué es lo que se reniega?

Se reniega lo que resultó traumático, como vivencia, imagen, pensamien-


to, que articularon una escena, que por su tensión traumática no ha sido posible
procesar para el aparato psíquico. De ahí que este cambio energético profundo
que implica el trauma, esa tensión misma, genera un punto de fijación para la
mente, una foto o serie de fotos mentales de la vida del sujeto, que muy primi-
tivamente la fijan y reorganizan el goce alrededor de esa escena, que va a pasar
a comandar la vida afectiva y sexual de relación del sujeto. Frente a aquella
escena la función paterna falla en déficit o por exceso en articular una respues-
ta dentro de los límites de la ley sociocultural y familiar, ya que más allá de
quién la instaure, el padre, la madre u otro familiar, encuadrará el goce, que se
instrumenta sobre todo en los momentos traumáticos, que dejan profunda hue-
lla significativa. Las fallas de integración de la relación materna y paterna, en
algunos casos, producen un mensaje donde la legalidad familiar es transgredida
por falla de la función paterna, por disfuncionalidad de la interrelación paterno
y materna, que permiten un goce anómalo transgresor, que de acuerdo con las
escenas traumáticas derivará, en los diferentes cuadros narcisistas, según qué
escena traumática y en qué forma de la afectividad y sexualidad se organiza la
respuesta renegatoria de la ley, familiar primero y sociocultural luego.

* Esta ley, mal internalizada, generará un Superyó defectuoso, que se presentará con
una alteración también defectuosa identificatoria yoica, generando las perversio-
nes, psicopatías, adicciones, hipocondría y las psicosomáticas.

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22 proapsi

En todas observamos una renegación inicial de la función organizadora del


goce, ya sea paterna o materna, o familiar, dentro o fuera de la legalidad socio-
cultural, y una fijación a ese goce, por ello estos cuadros son de tan difícil trans-
formación. Luego, aparece la desmentida como mecanismo, ya que el sujeto
reconoce la fijación y el goce anómalo, pero en algún punto le es inaceptable
para él mismo o los demás, por lo que debe realizar comportamientos o actitu-
des que desmientan su posición subjetiva frente al goce anormal. No reprime
la representación como en la neurosis, ni rechaza la realidad como en las psi-
cosis, sino que reniega la realidad traumática de una percepción de una escena
traumática, y el goce se instala allí, como parche, escindiendo la percepción de
la realidad traumática, y su angustia, que es reemplazada por el goce mismo.

Pero hay otros traumas que son escenas, que por el daño que producen, en
una estructura más primitiva, utilizan la renegación como mecanismo defen-
sivo patológico. Los abandonos profundos han suscitado que se reniegue la
pérdida, intentando encontrar al objeto amado en una persona casi idéntica
físicamente, en la voz, en el carácter, y la desmentida sobreviene en forma
constante, donde el goce de creer haber encontrado a la persona perdida obtura
el trauma del abandono y la pérdida.

Otro de los cuadros narcisistas implicados, el que encontramos más simple,


dentro de su enorme complejidad, son las adicciones.

Aquí los múltiples traumas afectivos que ha vivido el sujeto son activamente
renegados frente al descubrimiento iniciático de un goce prometedor de aliviar
una falta, de una falla afectiva en la vida del sujeto.

La desmentida luego progresivamente se va instalando, respecto de los con-


tenidos traumáticos, e incluso, lo que es más peligroso aún, respecto de lo que
la sustancia, que genera el parche del goce, produce como daño.

* Desmentir implica la operación psíquica inconsciente/consciente que sostiene con


una creencia irreductible un engaño de la percepción y la conciencia; mientras una
parte del Yo sabe del engaño, otra no quiere reconocerlo y se comporta como si
la representación dolorosa no existiera. La desmentida conserva un saber sobre el
engaño y un descreimiento respecto de este, pero sobre todo, está al servicio de
desconocer el dolor psíquico.

La renegación equivale a aquella negación-escisión de algo que estamos


viendo, pero que preferimos hacer como si no existiera; normalmente negamos
sentimientos o pensamientos internos, pero renegamos aquello que puede ser
visible para todos los que nos rodean.

La desmentida en el diccionario es acción y efecto de desmentir o negar la


veracidad de algo que ha sido afirmado antes.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 23

En psicoanálisis, se han tomado ambos conceptos como el mismo mecanis-


mo para destacar el mecanismo central de las perversiones, y en especial de su
paradigma: el fetichismo.

Creemos que son dos tiempos diferentes, en un primer tiempo, el sujeto


reniega, la percepción traumatizante y su respuesta de parte del interjuego de
la relación paterno y materna, para luego desmentir para sí mismo, o para los
demás, la veracidad, de lo que ha sido renegado.

De hecho, son dos conceptos diferentes, respecto de las perversiones, y de


su ampliación a los cuadros narcisistas en general, como mecanismo principal,
ya que el primero, la renegación, es una negación muy profunda que no acepta
la realidad traumática, que termina produciendo a través de una fijación pa-
tológica del goce, el síntoma perverso, es decir que la renegación de lo vivido
como traumático es tan potente que genera un daño identificatorio, una altera-
ción identificatoria, que se produce con una fijeza muy drástica, de la escena
traumática.

* Eldesde
sujeto pasa a quedar fijado patológicamente a un goce del otro, del semejante,
donde quedó detenida su libido, desde donde por el trauma, se desarrolla un
punto de fijación, y conductas compensatorias enfermas de goce, allí el sujeto que-
da fijado en transformaciones anómalas. Por ejemplo, la paidofilia, el fetichismo, el
transvestismo, el exhibicionismo, el voyeurismo, la necrofilia.

La renegación es un proceso defensivo tan drástico, pero ineficaz, ya que


solo alcanza para renegar la percepción traumática, que ya hizo el daño irrepa-
rable casi, podríamos decir, y solo provee de un goce, para el nuevo lugar del
sujeto, como perverso, renegando la percepción y su angustia.

El Yo más primitivo, con una identificación más pobre en los cuadros nar-
cisistas, presenta otro mecanismo acorde más primitivo, para hacer frente a la
percepción traumática.

Y esto no es solo para las perversiones, lo es para las adicciones, para las
psicosomáticas, para las psicopatías y para las hipocondrías.

Si partimos de la base que inicialmente utilizó Freud, el concepto de nega-


ción en las perversiones (leugnung) para luego especificarlo como renegación
(verleugnung), entendemos que esta negación primitiva se estableció como idea
para las perversiones, pero es mucho más lógico ampliar el concepto de renega-
ción para traumas más primitivos, que no llegan a psicosis, que descubrir me-
canismos específicos para las adicciones, caracteropatías narcisistas (trastorno
narcisista de la personalidad), hipocondría, y las psicopatías, que utilizan nega-
ciones muy profundas del trauma, y nunca se les pudo encontrar un mecanis-
mo específico. De hecho, la represión en la neurosis es el mecanismo primario,
y la forclusión y el rechazo en las psicosis, en dos tiempos como postularemos,

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24 proapsi

son los más específicos, pero también se presenta en las neurosis la renegación,
no como mecanismo específico, sino utilizado esporádicamente, y los cuadros
narcisistas también hacen uso de la represión, además de la renegación y des-
mentida, en dos tiempos. Quiere decir que los mecanismos pueden ser los fun-
dantes de la estructura de un cuadro clínico, por ejemplo, la represión en las
neurosis, pero lejísimos están de ser los únicos mecanismos defensivos de cada
cuadro.

* Creemos que en el imaginario psicoanalítico siempre van a estar ligadas renega-


ción o desmentida como sinónimos. Compartimos la propuesta entonces de Malda-
vsky, de ampliar el concepto de desmentida a todos los demás cuadros narcisistas,
pero postulamos como novedad que dos conceptos son siempre dos campos dife-
rentes de acción del conocimiento.

¿Para qué inventaríamos o traeríamos del lenguaje común, desmentida, a conver-


tirla en sinónimo de algo instaurado como la renegación?

Las perversiones
Vamos a detallar los demás cuadros, aparte de que comenzamos a ejemplifi-
carlos, como las perversiones, citamos el trauma y su percepción renegada de
la escena correspondiente, y el fetiche como desmentida posterior encontrada
para asegurar un goce que obture la angustia del trauma, lo mismo sucedería
con el transvestismo, por ejemplo.

La escena traumática es renegada, generalmente una escena principal,


acompañada de un conjunto de escenas que presentan el estatus de trauma y
que requieren un Yo primitivo, que las enfrenta como mecanismo con la rene-
gación, y luego una estrategia patológica inconsciente, ofrece una salida para
el goce que obture la angustia, en este caso, ser un hombre y a la vez la madre
con pene, completa, no castrada, que a través de la fijación, y esta se produce
por la angustia que produce el trauma, por su intensidad, que reorganiza una
gestalt patológica de nuevo sentido, y de significación, que busca un goce para
defenderse de las representaciones traumáticas de la misma, y evitar la angus-
tia, mucho más desorganizante que en la neurosis, porque se presenta en un Yo
donde la capacidad de pensar, de postergar el placer y manejarse con el princi-
pio de realidad, de soportar la frustración, de realizar juicios de atribución de
sí mismo y de los otros, y de establecer juicios de existencia de lo ya atribuido,
son más precarios que en la neurosis.

De allí deviene la búsqueda que proporciona una fijación del goce para ha-
cer frente a los avatares de la vida, en este tipo de cuadros.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 25

* Latrauma
renegación es el intento de negar primitivamente la percepción del trauma,
singular para la historia de cada sujeto, cuadro que como todo cuadro en
psicopatología, psicoanálisis y psiquiatría, debe ser reconstruido como escena sin-
gular de ese sujeto.

El cuadro es la escena principal fantasmática singular, que enmarca, lo que


el sujeto trae al presentarse.

Es la presentación inconsciente que da marco y singulariza la estructura; por


ello, es una condición superestructural.

La renegación produce ese resultado universal de la alteración identificato-


ria y fijación, por la intensidad del trauma, genera, por ejemplo, un fetiche, un
transvestista, un transexual, un exhibicionista, un voyeurista, una paidofilia, lo
que se observa de universal es la descripción brillante freudiana de cómo se
descompone la pulsión sexual y afectiva en sus pulsiones parciales, se detiene
el desarrollo pulsional, y adquiere todo el vigor, una forma parcial de la pulsión
hacia el sujeto, por ejemplo, el ver o ser visto, toma la fuerza de ocupar el goce
principalísimo del sujeto, mientras que esta pulsión llamada parcial sería solo
un paso de la seducción para continuar el acercamiento a una pareja. Aquí la
parte se convierte en el todo.

* La renegación ocurre, entonces, en otros cuadros narcisistas.


Por ejemplo, en las adicciones, se reniegan, en un primer momento, la per-
cepción traumática de la escena familiar, o del medio, diferentes tipos de trau-
mas muy disímiles, abusos, abandonos profundos afectivos, violencia. En el
segundo momento, se desmiente con las sustancias, como estrategia de goce
que obture la angustia traumática, de lo que causó daño.

El psicosomático posee también un Yo más primitivo que privilegia lo ex-


teroceptivo frente a lo interoceptivo, y frente a traumas profundos, que renie-
ga, en un segundo momento, utiliza el forzamiento corporal de la exigencia,
descualificando afectos y calidad de relaciones, para dar paso al goce del éxito
del pensamiento operatorio, el triunfo a costa del cuerpo, desmintiendo su rea-
lidad traumática vivida, forzando el cuerpo hacia el éxito, y desmintiendo el
daño que a su cuerpo produce. Recuerdo que una persona que recientemente
tuvo un infarto me dijo la frase del médico que hizo suya, con valor de des-
mentida, me dijo “que siga haciendo la vida de siempre”, luego de la aplicación
de varios stents.

Así seguimos presentando la desmentida en los cuadros narcisistas, es el tur-


no de las caracteropatías narcisistas (el trastorno narcisista de la personalidad

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del DSM®), recordemos que los traumas son lo que se debe reconstruir como un
rompecabezas, un grupo pregnante de escenas traumáticas, coronadas por una
que como fantasma principal organiza al conjunto.

* Posteriormente, la estrategia específica de la desmentida es la construcción gozosa


de la propia imagen del sujeto y sus logros, para hacer frente a la dificultad de
nutrirse afectivamente de los demás, las fallas de relacionamiento hacen que el
mismo sujeto sea su propio objeto de amor, en un black mirror, que desmintiendo,
origina un goce propio, que desmiente la angustia del sufrimiento anterior y actual.

La psicopatía también pertenece a los cuadros narcisistas, donde recorda-


mos que comparte con estos la renegación de la percepción traumática, en este
caso, el sujeto ha sido víctima de un gran daño o sufrimiento.

Identificación, mecanismos, realidad y traumas


Es en relación con esta función instauradora de la ley, vehiculizada por el
padre o la madre, o algún familiar, que gira la dialéctica edípica, más allá de la
presencia efectiva del padre, produciendo efectos estructurantes. La estructu-
ra edípica está en la base de todo el proceso y es vehiculizada a través de la
relación con los padres. Allí están las fantasías de unión, el movimiento en la
alienación-separación, que supone o anticipa la separación, la discriminación,
yo y el otro. El fenómeno identificatorio esencial, a través de la imagen de la
madre y el padre, de sus afectos y palabras, momentos de alienación especular
y narcisista de ser en el otro, con todos sus atributos, abre el campo de la fun-
ción de dar existencia a la realidad y de constituir la mayor o menor fortaleza
yoica.

Originariamente, la renegación de la escena traumática Freud la pensó para


la dificultad en atravesar el interjuego identificatorio con los padres, que con-
duce a la sexualidad y afectividad, lo menos traumáticas posibles, sería parte
del encuentro con las diferencias del niño pequeño, las diferencias anatómicas
y su funcionamiento en la integración de la mente del niño, en menor medida,
naturalmente, la renegación coexiste con la represión, en el desarrollo normal
de la estructura neurótica, pero en los cuadros narcisistas, la renegación se
convierte en un mecanismo de defensa principal organizador del cuadro
del sujeto, una gestalt, que moldea el mundo, ya no es la gestalt del neurótico,
bajo la égida de la represión.

El aceptar las frustraciones y múltiples limitaciones de las funciones mater-


na, totalmente en acuerdo y colaboración con la función paterna, el soportar la
inmensa frustración de las ausencias y las dificultades en la gratificación, resul-
tan en una combinación de renegación inicial de lo traumático normal, todas
estas limitaciones, renegando las percepciones muy displacenteras, van dando
paso a la realidad. La presencia de la renegación como mecanismo normal de la

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 27

estructuración sostiene las creencias y la ilusión que generan las explicaciones


de la realidad, de las ausencias de los padres, de la propia sexualidad infantil,
y de la muerte.

* Por ello, de la salida de la renegación depende, a su vez, la eficacia de la represión,


es decir, la aceptación de la frustración, las ausencias, las diferencias en la sexuali-
dad, la muerte, y la realidad misma, esta es la generación de un cuadro neurótico
o un cuadro perverso, el abandono o no de la renegación como mecanismo pre-
ponderante de defensa.

Con el tiempo, lo esperable es que lo displacentero solo origine represión,


una defensa, de la menor carga patológica, para enfrentar la realidad. El tema
que explicamos anteriormente se relaciona con la estructuración del sujeto: a
medida que progresa la identificación, progresa la discriminación del otro, la
aceptación de la frustración y que el otro nos produce placer o sufrimiento,
pero existe, y esa realidad se construye de a poco, a la vez que va desarrollando
defensas para lo que no puede aceptar o procesar, lo traumático, utilizando la
renegación inicialmente junto con la represión, y depende en el seno familiar,
qué mecanismo principal final se instrumente, y así se dará paso a las neurosis
o a los cuadros narcisistas, represión o renegación respectivamente. Resulta que
del interjuego identificatorio con el padre y la madre se forma un Yo, que pasa
por diferentes etapas: desde el Yo real primitivo, el Yo de placer purificado,
donde lo displacentero es ajeno y externo, como juicios de atribución, sin
correlato como existente, como juicio de existencia, atribuyendo lo displacente-
ro como únicamente exterior y ajeno al Yo.

* medio
Y el Yo real definitivo, como aceptando lo placentero y displacentero, en relación al
y al semejante, en principio la madre, como primer modelo de manejo eficaz
de la gratificación y frustración, y en relación con los padres, generando realidad
incorporando la frustración, y por lo tanto, juicios de existencia, valederos, al incor-
porar lo displacentero.

Lo que está fuera existe aunque me produzca dolor o frustración, y comien-


za el recorrido para aliviar al niño, empieza a realizar conductas eficaces, y
lentamente la apertura hacia un proyecto identificatorio.

Ahora agregamos otro elemento clave, hay una modalidad de relación entre
los padres esencial, que va a dar el marco al cuadro clínico del niño, es decir,
todo este marco de constitución del narcisismo normal, de un Yo normal
la estructura o cuadro neurótico, con rasgos neuróticos, obsesivos, fóbicos, his-
téricos, o bien generar un cuadro narcisista (patológico), cuadros límites o
los cuadros psicóticos. Esto va depender central y primariamente de la estruc-
turación psíquica de cada uno de los padres, y de la dinámica del interjuego
relacional entre ellos, y con el niño, sus hermanos y el medio.

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28 proapsi

Al principio de esta Unidad didáctica nos habíamos ocupado del desarrollo


del Yo, pero en forma ideal, los pasos que se seguirían hasta un narcisismo
normal, pero se va observando, fuimos agregando elementos, que hacen a una
escena normal de vida familiar, u otra potencialmente traumática.

Las fallas en la estructuración de los progenitores trasuntan en fallas identi-


ficatorias hacia los hijos, lo importante es entender que los padres transmiten a
través de imágenes, afectos y palabras la posibilidad de constituir un lugar para
el niño en el mundo, una identificación, que provee de una identidad propia, y
un futuro proyecto identificatorio. (Castoriadis Aulagnier, Piera, 1977).

* Para ser muy claro, las fallas de estructuración del medio familiar, y en un grado
más lejano social, generan los cuatro cuadros clínicos, las neurosis, narcisistas, lí-
mites y psicosis.

Si bien es cierto que el psicoanálisis está errado en postular como única cau-
sa la causa psíquica o forclusión como generadora de psicosis, o la psiquiatría
biológica en considerar, por ejemplo, las esquizofrenia como una enfermedad
del cerebro, con causa genética, preponderante o fallas del neurodesarrollo, o
la psiquiatría dinámica, tomando la mezcla de ambos factores, en una solución
de compromiso.

Lo cierto es que todas las causas son posibles y de hecho acontecen y son
generadoras de patología psiquiátrica, pero la vulnerabilidad genética suele em-
pezar con mayor fuerza en los cuadros límites y avanzar más marcadamente en
las psicosis, que ya desarrollaremos, pero la causa psicógena en algunos casos
puede ser claramente decisiva, en los cuadros neuróticos, en los cuadros narci-
sistas, en algunos cuadros límites y en algunas psicosis.

* Todas
sujeto.
las causas son posibles per se y combinadas en el psiconeurodesarrollo del

Pero en este capítulo, como en el anterior, los problemas psicopatológicos se


deben fundamentalmente a las fallas de formación psíquica de la mente huma-
na. Somos lo que recibimos y cómo lo interpretamos es nuestra estructuración
psíquica, en el medio del marco identificatorio familiar, que origina un cuadro
clínico. Entonces, si nos encontramos en los cuadros narcisistas, la renegación
de lo percibido como traumático será el fundamento del cuadro, primará un
mecanismo más primitivo de defensa, y el Yo es un Yo más pobre. La renega-
ción será de elementos traumáticos, como la castración, es decir, no tolerar la
incompletud, o sea, las diferencias de los sexos, o la patología psíquica de los

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 29

padres, y generar un goce alterado para suplir esta carencia. La desmentida


serán los esfuerzos posteriores, para defenderse de los efectos traumáticos no
resueltos generados por la escisión que produce la renegación. Creo que pode-
mos desplegar el concepto de la renegación y la desmentida en dos modalida-
des que temporalmente son estructuralmente complementarias.

Freud la describió sorprendido por los efectos que producía en determina-


dos sujetos la ausencia del pene materno, formalizó la renegación temporaria
de la castración, en forma normal, generando en los niños, las teorías sexuales
infantiles. Lo mismo sucede con las ausencias afectivas, generan fantasías, v.gr.,
el amigo imaginario. Estas fantasías, fruto de la renegación inconsciente, se dan
en las neurosis, en los cuadros narcisistas, en los cuadros límites e inicialmente
en las psicosis, pero es su mecanismo fundante, estructurante y definitivo en los
cuadros narcisistas. Es decir, el niño neurótico podrá emplear la renegación en
estadios iniciales de su desarrollo, pero no quedará fijado a una modalidad don-
de la renegación domine sus fantasías y su cuadro clínico. Sí será el mecanismo
fundante y principal, acompañando en mayor o menor medida a la represión,
en las psicosomáticas, adicciones, perversiones, psicopatías, al trastorno antiso-
cial, e hipocondrías. Podrá aparecer en los cuadros límites, pero no es su me-
canismo fundante, acompañará a la idealización primitiva, a las disociaciones,
a la escisión y a las forclusiones parciales, que generarán, frente a situaciones
límites, episodios de locura, trastorno transitorio incompleto, o de psicosis tran-
sitoria completa muy ocasionalmente, causas de emoción violenta, en el primer
caso, o de inimputabilidad, más rara vez, en el segundo caso.

Renegación-escisión y desmentida. La formación


de la estructura del cuadro clínico en dos tiempos
Advertimos que la renegación sucede con todo tipo de traumas, y si se vuel-
ve mecanismo fundante y estructurante del aparato psíquico es debido a que
un trauma principal y los accesorios que organizan la vida psíquica del sujeto lo
han llevado, o se han visto favorecidos para que la desmentida recaiga sobre los
traumas fundamentales y no sobre la realidad; es un proceso inconsciente que
responde a una situación que, por su intensidad traumática, se vuelve estructu-
rante, pero que como evento, intenta romper con la realidad traumática, pero
no fractura la realidad, como en la psicosis, ataca los procesos perceptivos, de
las escenas vividas traumáticas, y la energía puesta es tan intensa que fractura
parte de la mente; esta fractura defensiva inconsciente se denomina escisión.

Las estructuras narcisistas, al defenderse de los traumas principales, tanto


eventos vividos como alteración de la legalidad transmitida de la cultura hacia
el medio familiar, por el interjuego de la función paterna y materna, reniegan
de la realidad traumática, y reniegan de la instauración de una ley de intercam-
bio del goce. El costo de esta defensa es la escisión misma del Yo, en el proceso
defensivo, y la angustia producida por dicha fractura o escisión yoicas lleva a
reforzar la renegación, la escisión intenta apartar lo renegado, es el punto máxi-
mo de la renegación, es abrir en la mente ahora dos lugares, algo sufrido como

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trauma y como falta de ley, que origina una corriente de funcionamiento men-
tal, habiendo atacado los procesos perceptivos de dicha alteración traumática,
haciendo como si no existieran, y la otra corriente, a resultas de la escisión, de
la fractura, que conoce lo que debería haber sido, sin vivir semejante trauma, o
estableciéndose una legalidad adecuada intrafamiliar y social.

* Entonces se entiende que al ver lo que produce trauma, o al ver el goce anormal
intrafamiliar, se ataquen con la renegación lo percibido y vivido, y en su punto
cúlmine, el Yo se escinda en el proceso mismo de defensa, instaurando las dos
corrientes mentales.

Una reniega de lo traumático, la otra lo acepta, pero gana la batalla, com-


pletamente la primera corriente de renegación, y ahí es cuando sobreviene en
un segundo momento lógico, la desmentida. La lógica es intentar convivir
consigo mismo y con la sociedad, imaginarizando una situación de vida que
desmienta lo renegado, con hechos, palabras, gestos, actitudes, es decir, des-
mienten para el sujeto nuevamente lo renegado y sabido, la fijación al goce del
trauma original.

En este sentido, también consideramos que hay un retorno de lo renegado,


que justamente al escindir la mente, deja paso a que gran parte del comporta-
miento del sujeto, se transforme en desmentida, ya que por la escisión, conoce
conscientemente con lo que goza, y como la estrategia de goce intenta siempre
frenar la angustia traumática, pero al ser fundante de esta mente, suelda el
goce, como fijación, temporal a la época del trauma, y como fijación estructural,
por ello, los psicópatas y los perversos sexuales repiten los actos y muy difícil-
mente se curen, y lo podemos extender a los psicosomáticos, adictos.

El juego mismo es un testimonio de un tiempo de simbolización que se ne-


cesita disfrutable en el “ya lo sé, pero aun así”, por ejemplo, el juego tratando
de procesar la ausencia o algún trauma (Mannoni, 1969).

Las perversiones (parafilias DSM®-CIE)


Vamos a comenzar por las perversiones, ya que la renegación como mecanis-
mo fue inicialmente descrita como mecanismo para las perversiones y, de ellas,
inicialmente para el fetichismo.

Si bien en psicoanálisis la renegación o desmentida pareciera citarse como


sinónimos, ya aclaramos que nuestra visión de la estructuración de este cuadro,
como todos los cuadros en psicopatología y psiquiatría, es en dos tiempos.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 31

* Elticos,primer tiempo es el mecanismo constitutivo, la represión para los cuadros neuró-


la renegación para los cuadros narcisistas, y la forclusión relacionada o no con
una vulnerabilidad genética, o fallas, en el psiconeurodesarrollo, para las psicosis.

A la neurosis se le suman los mecanismos secundarios específicos (se-


gundo tiempo de las neurosis), para cada tipo de neurosis, que manifiestan la
neurosis propiamente dicha, o el cuadro desencadenado. Las perversiones, y el
resto de los cuadros narcisistas, presentan la renegación como mecanismo ori-
ginario, y luego la angustia traumática, sobreviniente del trauma, de las escenas
traumatizantes, deben ser en un segundo momento, pasibles de instrumentar
una estrategia, consciente/inconsciente de desmentida, para así con un meca-
nismo mucho más primitivo que la represión de las neurosis, intentar liberarse
de la verdad traumática, desmentirla (Freud, 1927).

Habíamos comenzado a explicar que los traumas producen severas interfe-


rencias y anomalías identificatorias, resultantes de cómo los padres vehiculizan
sus propios déficits de estructuración yoica, y de su propia interrelación, ma-
terna, paterna.

Las fallas, en que se genere una adecuada función paterna, o su equivalente


simbólico, que es la transmisión de las leyes elementales de parentesco, las pro-
hibiciones culturales, para poder formar una familia, como acatar la legalidad
social instituida, por ejemplo, la prohibición del incesto, no dañar al otro, estas
fallas impiden la adecuada estructuración, y la renegación surge de la falta de
reconocimiento de la ley, que se suele dar a través de la imagen paterna, o ma-
terna a veces, depende de la relación entre los padres, del contexto cultural, y
de la época, pero en una adecuada relación medianamente armónica de respeto
del otro progenitor. El dejar sin lugar al otro progenitor, portador de la transmi-
sión dentro de la familia, de las leyes de parentesco y organización social, gene-
ra el mentado mecanismo de renegación de la ley cultural, con la consiguiente
desorganización del goce pulsional, produciéndose una fijación a alguno de los
elementos históricos que generaron la escena traumática, no siempre visibles
como patológicos, pero sí rearmables en el puzzle de escenas que el sujeto le
han resultado traumáticas.

Allí, cuando se configuran las imágenes traumáticas, por déficit o alteracio-


nes de la identificación, la renegación, desconoce la función paterno/materna,
en la función de traer a la familia, a la ley de la cultura, la renegación de esa
ley, más que procesar a lo traumático, abre la posibilidad negativa, al renegar
de la percepción de la imagen traumática, justamente de fijar la psique, a un
modo primitivo, por dicha interferencia identificatoria, que fija un modo de
funcionamiento patológico mental, a una forma pulsional preponderante de
una parte de la pulsión o pulsión parcial, la fijación a una época, con alteración
del rol del sujeto ahora devenido perverso, por ejemplo, queda fijado a ser como
un padre que se dirige a un hijo, pero en lugar de cuidarlo abusa del niño, ya
que la interferencia identificatoria y la renegación fijan un goce anormal para
suturar la grave falla identificatoria.

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32 proapsi

* Laheces,
amenaza para desencadenar la angustia es siempre la pérdida: del pecho, las
el pene o el amor, ya que estas regiones corporales, o sus productos meta-
bólicos, o la gran necesidad del sostén del amor de otro, organizan la vida comple-
tamente del sujeto, en las etapas tan tempranas de su desarrollo.

La función paterna no se debe pensar si el padre está presente o ausente


únicamente, sino más bien a una particular forma de ausencia de su función,
donde la debilidad del deseo de la mujer hacia ese padre no permite una co-
rrecta asimilación de la diferencia entre un padre ideal y el padre real, por lo
tanto se alteran los límites de la posibilidad de instaurar la ley de goce de los
intercambios culturales, ya que esta es transmitida por los padres, por ello de-
cimos, los padres, ya que la cultura moldeó que la forma de establecer la ley en
el seno familiar y en la identificación del niño o la niña es establecer los límites
por un padre, deseado por una madre, es decir que la madre le brinda ese lugar.

Esto podrá y debe hacerse extensivo a cualquier tipo de lazo parental, ya sea
un modelo matriarcal, o de dos padres, o dos madres, ya que inevitablemente
habrá un acuerdo entre una pareja de padres deseantes, un acuerdo sobre las le-
yes de intercambio, un acuerdo sobre el goce, y un límite sobre el goce del otro.

Si ese padre, o madre, transmite un mensaje anómalo o perverso, o del es-


tilo de los enunciados psicopáticos, o si la madre particularmente pervierte su
lugar, el de una madre deseante del padre, o viceversa, el niño o la niña verá
sumamente comprometido el incorporar una sexualidad y afectividad, preneu-
rótica, normal o neurótica, y su mente en forma inconsciente echará mano de
la renegación, para hacer frente a esa primera realidad, que ya de por sí es
traumática, porque no permite una adecuada estructuración, porque los hijos
observan y viven una disfuncionalidad entre el padre y la madre, y por lo
tanto en el goce que se observa, esta frustración mayor, disruptiva, lleva a un
mecanismo más primitivo que la represión, es decir al uso de la renegación,
negando muy primitivamente la percepción, de toda la falla de la interrelación
paterno/materna, y de los efectos que produce en todos los cambios y pérdidas,
frustraciones y duelos que debe afrontar el infante.

* Laun renegación, inconsciente, entonces, falsea la puerta de los límites, necesita de


goce extraanómalo para sobrellevar la angustia de lo visto, vivido y oído de esa
disfuncionalidad.

Lo que falta agregar es que las escenas más traumáticas de esos momentos
son responsables de la fijación, mecanismo que explica que la intensidad de la
escena traumática fija temporalmente al sujeto en una estrategia inconsciente/
consciente de actos e imaginarizaciones para enfrentar la realidad frustrante
y podemos agregar injusta, porque la violencia estructurante para ese niño es
dañina y no querida por él.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 33

Por ello, hacemos siempre hincapié en el concepto de cuadro clínico, porque


alude al conjunto principalísimo de escenas, que moldean y fijan, en determina-
dos puntos la mente del sujeto.

En un segundo momento, en el ejemplo de la paidofilia, como el goce


implica, un exceso de goce, pero también el trauma, y la reprobación social,
surge la desmentida, como defensa frente a los comportamientos derivados de
lo renegado, frente a los comportamientos patológicos, surgen comportamien-
tos sociales aceptables, que intentan desmentir los comportamientos perversos
(son dos mecanismos diferentes complementarios en dos tiempos).

Diagnóstico objetivo de síntomas observables


y comprobables
Ya hemos hecho la descripción de la que podríamos decir fisiopatología de
la generalidad de los cuadros narcisistas.

Ahora que hemos descrito los mecanismos de cómo funciona la mente en


estos cuadros, realizaremos la descripción de los síntomas, la fenomenología,
como los agrupamos para identificar externa y objetivamente el cuadro. La
descripción macroscópica, por así decir, anatómica, lo macroscópico de la con-
ducta observable, es decir los síntomas observables que objetivan los diferen-
tes cuadros. Los perversos viven fantasías recurrentes e intensas de excitación
sexual, pulsiones o comportamientos sexuales que generan un goce patológico
y que involucran objetos inanimados, niños o adultos sin consentimiento, o pro-
ducen sufrimiento o humillación de uno mismo o de la pareja causando daño.

Las perversiones o parafilias implican la excitación sexual ante objetos,


situaciones o destinatarios atípicos (p. ej., niños, cadáveres, animales).

Los patrones de excitación sexual no convencionales en las parafilias se


consideran trastornos patológicos solo cuando las dos de las siguientes caracte-
rísticas están presentes:

• Son intensos y persistentes.

• Provocan una angustia o un deterioro significativo en las áreas social, la-


boral o de otras áreas importantes de funcionalidad, o dañan o tienen el
potencial de dañar a otros (p. ej., niños, adultos sin consentimiento).

Las personas con un trastorno parafílico, así el nombre de las perversiones,


ya observamos que el DSM® no puede dejar los nombres consagrados en paz,
ya que entonces sería un gran interrogante el porqué de su existencia, y los
cambia a gran cantidad de cuadros, y generaliza toda la psicología, psicopa-
tología y psiquiatría bajo la suerte de prefijo trastorno, en este caso trastorno
parafílico. Estas personas que padecen perversiones pueden tener una altera-

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34 proapsi

ción en la capacidad de sentir afecto y de mantener una intimidad emocional


sexual recíproca con su pareja, debido a lo ya explicado de la escisión en el
proceso defensivo, generando conductas perversas (mecanismo renegación) y
otras normales (mecanismo desmentida ), generando una fachada aparente de
normalidad perversa.

El trauma, que desorganiza la lógica de un goce consensuado con la cultura,


con daño al semejante:

• La ansiedad o un trauma emocional precoz interfiere en el desarrollo psi-


cosexual normal.

• La fijación al goce anormal, por la intensidad del trauma:

ü El patrón estándar de excitación es reemplazado por otro, en ocasio-


nes a través de una exposición precoz a una experiencia con una clara
carga sexual que fija la experiencia de placer sexual de la persona,
esto puede ser visual, inducido identificatoriamente a través de lo vis-
to, oído, pero siempre alterando la lógica del goce sexual, que presen-
ta leyes dentro del intercambio cultural de las sociedades.

• La elección de la perversión o parafilia, en forma inconsciente:

ü El patrón de excitación sexual a menudo adquiere elementos simbóli-


cos y de requisito de fijeza para el goce, un fetiche simboliza el objeto
de excitación, pero también puede haber sido elegido porque se aso-
ció temporo o espacialmente con el trauma, y la forma inconsciente
de una oferta de goce para mitigar la angustia sobreviniente.
Las perversiones (trastornos parafílicos) incluidas en el DSM® son:

• Trastorno de voyeurismo (el goce de ver las actividades privadas de otras


personas).

• Trastorno de exhibicionismo (mostrar los genitales).

• Trastorno de frotteurismo (fricción contra una persona sin su consenti-


miento).

• Trastorno de masoquismo sexual (someterse a humillación o sufrimiento).

• Trastorno de sadismo sexual (infligir humillación o sufrimiento).

• Trastorno de pedofilia (fijación en los niños).

• Trastorno de fetichismo (uso de objetos inanimados o un gran interés cen-


trado en partes del cuerpo)

• Trastorno de transvestismo (transvestirse para excitarse sexualmente).

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 35

Fetichismo
El fetiche como reemplazo del falo materno se torna como prueba perma-
nente del reconocimiento de una ausencia, logrando con ello incidir en el trá-
mite con cierta eficacia de la angustia de castración. Sin embargo, este proceso
coloca al perverso en una imposibilidad de relación con el objeto y el deseo,
puesto que la capacidad de pensar y aceptar, la diferencia entre los sexos se
torna inaccesible, quedando como resto una lógica de rechazo (Pardo, 2006).

Hasta el momento, se comprende que la creación del fetiche sirve para rene-
gar de la realidad de la castración para escapar de la angustia.

* Elquefetiche, por lo tanto, es efecto de la represión y de la renegación. Es el símbolo


muestra que hubo dos fuerzas opuestas, determinadas por la profundidad de
la renegación, a la que subyace una represión, que no alcanza a digerir el trauma.

Las dos corrientes existentes generadas por la escisión, es decir, por la rup-
tura del Yo, en el proceso defensivo, una devendrá en la perversión misma,
cuya base es el claro predominio de la renegación, y la otra corriente mental
es la que es fruto de la renegación, pero también de la represión, por lo tanto
sería la que establece comportamientos más normales y que pueden derivar en
cierta adaptación al mundo sin generar gran patología, o servir como fachada
de adaptación normal y transformarse a través de la desmentida en parte del
encubrimiento de la perversión.

En este sentido, ya hemos criticado la normalidad como un significante va-


cío, una perfección imposible, y coincidimos con Lacan, y ampliamos, en que
hay una normalidad neurótica, una normalidad perversa y una normalidad
psicótica. Estas están generadas por lo que se ha mantenido identificatoria-
mente, luego de la caída del muro, al producirse la escisión, de la represión,
de la renegación y de la forclusión, hay parte de la mente que ha quedado bajo
la égida de una identificación que permite una normalidad, acorde con cada
estructura, que es lo que justamente permite el lazo social, una relación con los
semejantes.

Lo otro es lo que vulgarmente podríamos llamar la parte alterada, los sínto-


mas neuróticos, los síntomas perversos, los síntomas psicóticos parciales y las
psicosis crónicas, con sus síntomas. Estas dos corrientes mentales estable-
cerán una lucha de distinta intensidad en el perverso o parafílico, depende de
cuánto predomine la corriente renegatoria más intensa (parte más enferma)
sobre aquella, separada por la escisión, mezcla de represión y renegación (parte
más sana, por así decir). La desmentida al reconocer por la represión acerca de
la anormalidad de la fijación al goce, es decir que reconoce la propia patología,
establecerá una fachada normal, para justamente mantener el goce anómalo y
mostrar un comportamiento aceptable a los otros.

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36 proapsi

Transvestismo

El travestismo implica una excitación sexual recurrente e intensa a partir del uso
de prendas del sexo opuesto, que puede manifestarse como fantasías, impulsos o
comportamientos.

El trastorno transvestista es el travestismo que provoca malestar o dete-


rioro funcional significativos.

El transvestismo es un tipo de perversión, pero la mayoría de los transves-


tidos no cumplen con los criterios clínicos de un trastorno parafílico; estos cri-
terios requieren que las fantasías, los impulsos intensos o los comportamientos
de la persona provoquen malestar, perjudiquen el funcionamiento o dañen a
otros. La afección también debe haber estado presente durante 6 o más meses.
El transvestismo y el trastorno transvestista son extremadamente raros en las
mujeres de nacimiento, ya que probablemente la angustia de castración que lle-
va a una imagen de un hombre que es mujer, con mamas y pene, está completo,
no hay castración, sin embargo, una mujer debido a la falta de pene no podría
transvestirse, excepto en la realización del acto sexual, utilizando un dispositivo
que la provee de un pene artificial. Los varones heterosexuales que se visten
con ropa de mujer suelen comenzar esta conducta al final de la infancia. Esta
conducta se asocia, al menos inicialmente, con la excitación sexual intensa. La
excitación sexual que se produce por la ropa en sí se considera una forma de
fetichismo y puede ocurrir con travestismo o independientemente de él.

* Por lo tanto, en cada perversión hay un trauma que es renegado, y un goce se le


viene a implementar para evitar la angustia traumática, de índole sexual, en este
caso, renegar alguna parte del armado de la sexualidad, que por el entorno fami-
liar ha sido traumática, y se implementa entonces el fetichismo, donde un objeto
remite la falla en tramitar la castración y un objeto provee un goce suplementario
para evitar la angustia.

El acercamiento hacia el semejante incluye la mirada, el poder ser tocado, y


la consumación del amor y una sexualidad plena. Cada uno de estos pasos para
satisfacer la pulsión son denominados por ser parciales, pulsiones parciales,
y frente a un trauma, se producirá la renegación y fijación a estas pulsiones
parciales, erigiéndose ellas en el máximo y casi único goce del sujeto, que se ha
visto fijado en ese momento.

La extrañeza del porqué de la fijación es un complejo mosaico del goce en


determinado momento traumático del armado de la pulsión sexual, es decir, el
punto que se le presenta de su desarrollo psicosexual al que queda fijado, por

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 37

los traumas, o el goce de alguna manera ofrecido patológicamente a nivel fami-


liar; así tenemos, exhibicionistas, voyeuristas, frotteurs.

Por otro lado, la fijación a una falla identificatoria anormal hace que un
sujeto, identificado patológicamente, busque el goce donde quedó fijado siendo
niño, provocando un abuso sexual a un menor o pedofilia.

El transvesti, asimismo, no podría soportar la imperfección de la madre


castrada y él se convierte en la solución, a través de la identificación a la madre
fálica, es una mujer con pene, sabiendo que es un hombre.

* Ladoserenegación es del trauma de la castración y la desmentida implica que sintién-


una mujer completa, sabe a la vez que es hombre, y realiza comportamientos
para desmentir su condición, si no fuera así estaríamos en una psicosis.

La identificación provee, desde la heterosexualidad, la bisexualidad, la ho-


mosexualidad, el travestismo y el transexualismo, la marca clara del gradua-
lismo de la alteración identificatoria, hasta llegar a cuando la identificación es
completa hacia el otro sexo. Es decir que las identificaciones van acompañadas
del placer normal, en la consumación del amor y el acto sexual, pero también
en forma patológica o no, según si producen daño al semejante, nos muestran
los traumas que han producido fijaciones y un goce perverso.

Las culturas de las diferentes épocas han considerado normales o patológi-


caa las perversiones, nosotros preferimos considerarlas alteraciones identifi-
catorias, etimológicamente strictu sensu, ya que alter es otro/otra, otra forma de
identificarse y presentarse en el mundo.

Sadismo

El sadismo sexual consiste en inflingir un sufrimiento físico o psicológico humilla-


ción o terror, en otra persona para estimular la excitación sexual y el orgasmo. El
trastorno de sadismo sexual es el sadismo sexual que provoca malestar significativo
o deterioro funcional significativo o que se lleva a cabo sin el consentimiento de
otra persona.

Las personas con trastorno de sadismo sexual han actuado según sus deseos
irrefrenables o tienen fantasías debilitantes o angustiantes con temas sexual-
mente sádicos. La afección también debe haber estado presente durante 6 o
más meses.

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38 proapsi

El sadismo sexual es una forma de parafilia pero el comportamiento sexual


sádico leve es una práctica sexual común entre adultos que la consienten, su
alcance suele ser limitado, no es dañino, y no cumple con los criterios clínicos
de un trastorno parafílico, que requieren que el comportamiento, las fantasías
o los deseos irrefrenables de una persona provoquen un malestar clínicamente
significativo o deterioro funcional o causen daño a otros. No obstante, en algu-
nas personas, las conductas van aumentando hasta llegar a un punto de hacerse
daño. Determinar cuándo el sadismo se convierte en patológico es cuestión de
grados.

La mayoría de los sádicos sexuales tienen fantasías persistentes en las cuales


la excitación sexual se produce por el sufrimiento que se infringe a la pareja,
consentido o no. Cuando se practica con parejas que no consienten la práctica,
el sadismo sexual constituye una actividad criminal y es probable que continúe
hasta que el sádico sea detenido. Sin embargo, el sadismo sexual no es sinónimo
de violación, sino una amalgama compleja de sexo y poder sobre la víctima.

El sadismo sexual se diagnostica en menos del 10% de los violadores, pero


está presente en el 37-75% de las personas que han cometido homicidios por
motivos sexuales.

* Eldesadismo sexual es particularmente peligroso cuando se asocia a un trastorno


la personalidad antisocial. Esta combinación de trastornos es particularmente
resistente a cualquier forma de tratamiento psiquiátrico.

Masoquismo

El masoquismo sexual es la participación intencional en una actividad en la cual el


sujeto es humillado, golpeado y atado o es objeto de algún otro tipo de abuso para
experimentar excitación sexual.

El trastorno de masoquismo sexual es el masoquismo sexual que provoca


malestar significativo o significativamente perjudica el funcionamiento de la
persona.

El masoquismo sexual es una forma de parafilia, pero la mayoría de las


personas que tienen intereses masoquistas no cumplen los criterios clínicos de
un trastorno parafílico, que requieren que el comportamiento, las fantasías o
los impulsos intensos de la persona provocan malestar o deterioro clínicamente
significativos. La afección también debe haber estado presente durante 6 o más
meses.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 39

Las fantasías y la conducta sexual sadomasoquistas entre adultos que con-


sienten su práctica son muy frecuentes. La actividad masoquista tiende a ser
ritual y duradera. En la mayoría de los casos, la práctica en la humillación y
los golpes simplemente se representa en fantasías, sabiendo los participantes
que es un juego y evitando cuidadosamente una humillación o daños reales.
Sin embargo, la intensidad de la actividad aumenta con el tiempo en algunos
masoquistas y pueden provocarse lesiones graves o la muerte.

Las actividades de los masoquistas pueden ser la manera preferida o exclusi-


va de producir la excitación sexual. Las personas pueden concretar sus fantasías
masoquistas en sí mismos, como:

• Atándose ellos mismos.

• Pinchando su propia piel.

• Aplicándose descargas eléctricas.

• Quemándose a sí mismos.

• Pueden buscar a una pareja que puede ser un sádico sexual. Las activida-
des con una pareja incluyen ser: ser atado, con los ojos vendados, azotado,
flagelado con látigo, humillado con orina o defecación, obligado a travestir-
se, parte de una violación simulada.

Como con todas las parafilias, el diagnóstico de un trastorno se justifica solo


si hay malestar clínicamente significativo o deterioro funcional. El tratamiento
de este trastorno no suele ser eficaz.

Asfixiofilia
La asfixiofilia se considera un subtipo de trastorno de masoquismo sexual.
En este trastorno, las personas restringen su respiración (asfixia parcial) en
el momento del orgasmo o cerca de él para exacerbar la experiencia. Por lo ge-
neral, la gente usa prendas de vestir (p. ej., bufandas, ropa interior) como lazo
para ahogarse. El lazo suele estar sujeto a un objeto en el ambiente.

La pérdida de la conciencia puede ocurrir rápidamente porque la obstruc-


ción del retorno venoso desde el cerebro altera la perfusión cerebral, incluso
antes de que la hipoxia y la hipercapnia lleguen a ser significativas. Las perso-
nas que se asfixian a sí mismas de manera tal que el lazo no se libera al perder
la conciencia pueden tener daño cerebral permanente o morir.

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40 proapsi

Pedofilia
El trastorno pedófilo se caracteriza por fantasías, impulsos o conductas
sexualmente excitantes, intensas y recurrentes que involucra a adolescentes
prepúberes o jóvenes (generalmente 13 años o más); se diagnostica solo cuando
las personas tienen 16 años o más y son 5 años mayores que el niño, blanco de
las fantasías o conductas.

* Lase considera
pedofilia es una forma de parafilia que causa daño a los demás y, por lo tanto,
un trastorno parafílico.

El abuso sexual contra los niños constituye una parte importante de los
actos sexuales criminales que se informan. No obstante, los criterios legales
pueden ser diferentes de los psiquiátricos. Por ejemplo, la actividad sexual en-
tre un joven de 19 años y un joven de 15 años puede ser un delito y no un
trastorno pedófilo, dependiendo de la jurisdicción. Los estándares etarios de
diagnóstico se aplican a las culturas occidentales y no a las muchas culturas
donde se acepta la actividad sexual, el matrimonio y la maternidad a edades
mucho más tempranas que en Occidente.

La mayoría de los pedófilos son varones. La atracción puede ser hacia niños
pequeños, niñas pequeñas o ambos, pero los pedófilos prefieren niños del sexo
opuesto en una relación 2:1. En la mayoría de los casos, el adulto conoce al
niño y puede ser un miembro de la familia, un padrastro o una persona con al-
guna autoridad (p. ej., un maestro). Mirar o tocar parece más prevalente que el
contacto genital. Los pedófilos exclusivos se sienten atraídos sólo por niños; los
tipos no exclusivos también pueden sentirse atraídos por los adultos; algunos se
sienten atraídos sólo por niños con quienes están relacionados (incesto).

Los pedófilos graves, muchos de los cuales tienen un trastorno de per-


sonalidad antisocial o psicópatas, pueden obligar y amenazar con hacer daño
físicamente al niño o a las mascotas del niño si revela el abuso. La evolución de
la pedofilia es crónica y los autores de este crimen a menudo presentan abuso o
dependencia de sustancias y depresión. Es frecuente la disfunción familiar per-
manente, antecedentes personales de abuso sexual y los conflictos conyugales.
Otros trastornos comórbidos incluyen el trastorno por déficit de atención, la de-
presión, trastornos de ansiedad y el trastorno por estrés postraumático. El uso
extensivo de la pornografía infantil es un indicador fiable de la atracción sexual
hacia los niños y puede ser el único indicador de la enfermedad. Sin embargo,
el uso de pornografía infantil por sí mismo no cumple con los criterios para el
trastorno de pedofilia, aunque es generalmente ilegal.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 41

* Sirenunlopaciente niega atracción sexual hacia los niños, pero las circunstancias sugie-
contrario, algunas herramientas de diagnóstico pueden ayudar a confirmar
dicha atracción: el tiempo de visualización de materiales eróticos estandarizados
por seguimiento a través de la red.

La identificación de un paciente potencialmente pedófilo a menudo plantea


una crisis para los profesionales de la salud. Sin embargo, tienen la responsabi-
lidad de proteger a la comunidad de los niños. Los médicos deben conocer los
requerimientos de notificación de su estado.

* Siestablece
los médicos tienen sospechas razonables de abuso sexual o físico infantil, la ley
que debe ser comunicado a las autoridades.

Los requerimientos de notificación varían según cada país.

Se necesita habitualmente psicoterapia individual o grupal a largo plazo y


puede ser especialmente útil cuando forma parte del tratamiento multimodal
que incluye psicoterapia, terapia de la patología mental asociada y tratamiento
farmacológico. Algunos pedófilos que están comprometidos con el tratamiento
y que son controlados pueden limitar su actividad pedófila y reintegrarse a la
sociedad. En los Estados Unidos los confinan a barrios especiales y con medidas
cautelares, al menos en su libertad condicional.

Estos resultados son más probables cuando no hay otros trastornos psiquiá-
tricos, en particular trastornos de la personalidad.

Exhibicionismo
El exhibicionismo se caracteriza por conseguir la excitación sexual a través
de la exposición de los genitales, habitualmente ante un extraño que está
desprevenido. También puede referirse a un deseo potente de ser observado por
los demás durante la actividad sexual. El trastorno de exhibicionismo implica
actuar sobre estos impulsos sin el consentimiento de otra persona o experimen-
tar malestar significativo o deterioro funcional debido a tales deseos e impulsos.

El exhibicionismo es una forma de parafilia, pero la mayoría de las perso-


nas exhibicionistas no cumplen con los criterios clínicos de un trastorno parafí-
lico, que requieren que el comportamiento, las fantasías o los deseos irrefrena-
bles de la persona provoquen un malestar clínicamente significativo o deterioro
funcional o causen daño a los demás (que en el exhibicionismo incluye concre-
tar los impulsos sin el consentimiento de otra persona). La afección también
debe haber estado presente durante 6 meses o más).

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42 proapsi

La prevalencia estimada en varones es de 2-4%; es menor en las mujeres.


Pocas mujeres son diagnosticadas con trastorno exhibicionista; la sociedad san-
ciona algunas conductas exhibicionistas de las mujeres (a través de los medios
de comunicación y en los lugares de entretenimiento).

El exhibicionista, habitualmente varón, puede masturbarse mientras se ex-


pone a sí mismo o mientras tiene fantasías de exponerse frente a otros. Puede
ser consciente de esta necesidad de sorprender, de escandalizar o de impresio-
nar al observador involuntario. La víctima casi siempre es una mujer adulta o
un niño de cualquier sexo. El contacto sexual real rara vez se busca, y el daño
físico al testigo desprevenido es inusual.

El inicio suele ser durante la adolescencia, pero en ocasiones el primer acto


tiene lugar durante la preadolescencia o en la mediana edad.

Alrededor del 30% de los delitos contra la integridad sexual en hombres, que
son detenidos son exhibicionistas. Tienen la tasa de reincidencia más alta entre
todos y aproximadamente el 20-50% vuelven a ser detenidos.

La mayoría de los exhibicionistas están casados, pero el matrimonio suele


tener problemas por un desajuste social y sexual, con disfunción sexual fre-
cuente.

En algunas personas, el exhibicionismo se expresa como un deseo potente


de hacer que los demás observen sus actos sexuales, una forma grandilocuente
de mostrarse no castrado, en el sentido anatómico, y psicológico de mostrar-
se. Lo que atrae a estas personas muchas veces no es el acto de sorprender al
espectador, sino, por el contrario, de ser visto por un espectador. Las personas
que tienen esta forma de exhibicionismo pueden hacer películas pornográficas,
cuando es contra la voluntad del sujeto, estamos frente a un delito contra la
integridad sexual.

El voyeur consiste en alcanzar la excitación sexual observando a las personas


que están desnudas, sin ropa o que participan en una actividad sexual. Cuando
se observa a personas que están desprevenidas, esta conducta sexual suele ser
causa de problemas con la ley y las relaciones.

* Elmiento
voyeurismo implica actuar sobre los impulsos y fantasías voyeurs sin el consenti-
de la otra persona o experimentar malestar significativo o deterioro funcio-
nal debido a tales deseos e impulsos.

El voyeurismo es una perversión, pero la mayoría de personas que tienen


intereses voyeuristas no cumplen los criterios clínicos de un trastorno parafí-
lico, que requieren que el comportamiento, las fantasías o los deseos irrefre-
nables de la persona conducen a un malestar clínicamente significativo o el
deterioro funcional o causan daño a otros (que en el voyeurismo es llevar a cabo

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 43

los impulsos sin el consentimiento de otra persona). La afección también debe


haber estado presente durante 6 meses o más.

El deseo de observar a los demás en situaciones sexuales es frecuente y


no es anormal en sí mismo. El voyeurismo suele comenzar en la adolescencia
o a comienzos de la vida adulta. El voyeurismo adolescente suele verse con
una mayor tolerancia; pocos son los adolescentes detenidos. Cuando el voyeu-
rismo es patológico, los voyeuristas pasan un tiempo considerable buscando
oportunidades para mirar, a menudo a expensas de no cumplir con las respon-
sabilidades importantes en sus vidas. El orgasmo se consigue habitualmente
masturbándose durante o después de la actividad voyeurista. Los voyeuristas
no buscan el contacto sexual con aquellos a los que observan.

En muchas culturas, los voyeuristas tienen amplias oportunidades legales


de observar la actividad sexual. Sin embargo, los comportamientos voyeuristas
son los más comunes dentro de las conductas sexuales que pueden resultar en
un roce con la ley.

Hasta un 12% de varones y un 4% de mujeres pueden cumplir los criterios


clínicos para el trastorno voyeurista; la mayoría no buscan evaluación ni trata-
miento médico (Brown).

Aclaración

* El término perversión no tiene connotaciones peyorativas o discriminativas.


El vocablo psicoanalítico no es el mismo del lenguaje común, al igual que
goce, no es el goce del diccionario. Se refiere a una desviación de las preferen-
cias sexuales respecto de la norma establecida, se halla desprovisto en la obra
freudiana de connotaciones ofensivas o juicios valóricos, especialmente a partir
de la publicación en 1905 de Tres ensayos sobre teoría sexual, donde en el con-
texto de su explicación de los mecanismos de la formación de síntomas, Freud
define la neurosis como “el negativo de la perversión”:

“Buena parte de la oposición que han suscitado estas tesis mías se explica
por el hecho de que se hace coincidir la sexualidad de la cual yo derivo los sín-
tomas psiconeuróticos con la pulsión sexual normal pero el psicoanálisis enseña
todavía algo más. Muestra que los síntomas en modo alguno nacen únicamente
a expensas de la pulsión sexual llamada normal (no, al menos, de manera exclu-
siva o predominante), sino que constituyen la expresión convertida (konvertiert)
de pulsiones que se designarían perversas (en el sentido más lato) si pudieran
exteriorizarse directamente, sin difracción por la consciencia, en designios de
la fantasía y en acciones. Por tanto, los síntomas se forman en parte a expensas
de una sexualidad anormal; la neurosis es, por así decir, el negativo de la per-
versión” (Freud, 1905).

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44 proapsi

El término parafilia es un eufemismo que intenta zanjar la connotación del


lenguaje popular del vocablo perversión, degeneración.

Es cierto que alguno de estos cuadros producen mucho daño, pedófilos, sá-
dicos, abusadores que llegan al acceso carnal, pero el resto no lo hacen, de
ninguna manera, y muchas veces han recibido la intolerancia social, que es una
forma grave de patología.

* Eltología
concepto psicoanalítico de goce del otro es clave para entender toda la psicopa-
y la psiquiatría en general, ya que así como debemos entender que cada
estructura tiene un armado yoico, particular, un manejo pulsional, un Ello que debe
manejar de acuerdo con el principio de placer y realidad, y un Superyó a medida,
neurótico, perverso, limítrofe o psicótico, es esencial comprender que esto determi-
na un goce particular para cada estructura, y que el goce inevitablemente siempre
se desenvuelve hacia el otro: por eso, el goce del otro, concreto hacia el semejante,
es otro indicador más diagnóstico de cada cuadro.

El goce de provocar el daño, sádico, o de recibirlo, masoquista, son parte


de las fijaciones traumáticas, en que se ve alterado el orden pulsional, en el
complejo rompecabezas identificatorio del armado de la mente, hay también
además del armado de pensamientos e imágenes que sostiene nuestro Yo, un
goce generado en el caso de las perversiones, por el impacto de los traumas,
generando su renegación, ya que la patología familiar obliga a renegar la rea-
lidad, en algún aspecto, y descompone el armado pulsional de la sexualidad.
Al suceder esto, una estrategia patológica inconsciente toma las riendas, para
contrarrestar la angustia de los traumas, al tener estos cuadros perversos o psi-
copáticos narcisistas un armado yoico más precario, su oferta es de goce, ya sea
sádico, masoquista, de ser visto o de exhibirse, de transvestirse, o de usar un
fetiche, todas formas de superar con un goce del otro particular, la castración,
es decir, la armonía limitada de una relación sexual corriente.

Ahí, donde al perverso le fue traumático, se le descompone su identifica-


ción, se queda fijado y sutura la cuestión con un goce extra, para contrarrestar
la angustia de castración, y este es el punto probablemente de mayor acierto en
la genialidad de la complejidad freudiana.

* El goce es el goce del síntoma.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 45

Psicopatías y trastorno antisocial de la


personalidad
Nuestra postura inicial es que conceptos diferentes nominan campos de rea-
lidad distintos, y que si ya diferenciamos o resignificamos la renegación de la
desmentida, lo mismo haremos con dos conceptos que han querido ser toma-
dos como sinónimos, con la vaguedad del DSM®, en el sentido de apoderarse
de diagnósticos para falazmente adueñarse de ellos, como ejemplo tenemos el
trastorno obsesivo de la personalidad, al referirse a la neurosis obsesiva, en
el conjunto de los trastornos de ansiedad, eliminar la angustia, como uno de
los síntomas esenciales de la condición humana, para relacionarla al lego al
ansiolítico, como solución, que es lo que termina sucediendo en la práctica, el
trastorno histriónico, la histeria, la hebefrenia, transformada en la forma des-
organizada de la esquizofrenia, la psicosis maníaco depresiva, en bipolar 1, y el
psicópata en trastorno antisocial.

Vamos a ir adentrándonos en la historia del término para ubicar las diferen-


cias.

Pinel pensó la psicopatía como una forma de manía, sin el déficit cognitivo,
pero con daños graves en la capacidad afectiva. El psicópata no experimenta
remordimientos por sus actos y no repara en medios para conseguir sus metas.

Muchos de los actos aberrantes de los psicópatas hacen pensar en locura,


pero al examen mental, el sujeto aparece con sus facultades cognitivas intactas
a pesar de su extrema frialdad emocional.

Pritchard utiliza el término que más nos ilustra, refiere que el psicópata
padece de locura moral.

Los manuales diagnósticos y estadísticos de trastornos mentales como el


DSM y el CIE® incluyen el diagnóstico de trastornos que explicarían la conducta
antisocial. Plantean como criterios diagnósticos del trastorno de personalidad
antisocial un patrón de conducta despectiva hacia los derechos ajenos, que apa-
rece alrededor de los 15 años, donde se da el fracaso para adaptarse a las nor-
mas sociales, deshonestidad, mitomanía, estafas por beneficio personal o por
placer; impulsividad, irritabilidad y agresividad, despreocupación imprudente
por su seguridad o la de los demás, falta de remordimiento.

El DSM® menciona la falta de remordimientos, pero no habla de la extrema


frialdad del psicópata. La psicopatía no solo se manifiesta por lo criminal, como
sería el TPAS, sino también por la carencia vincular, asociada a una incapacidad
afectiva en su relación con los demás.

* Elel psicópata se relaciona siempre procurando su placer o la utilización del otro para
logro de sus metas, sin desarrollar vínculos afectivos reales. Su mundo afectivo
está marcado por el utilitarismo y el pragmatismo en la consecución de sus metas.
Una vez logradas, el otro será desechado o eliminado.

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46 proapsi

El narcisismo es consecuencia de una buena evolución del Yo, es la acepta-


ción de la realidad, en tanto que la realidad puede ser emplazada para satisfacer
las necesidades dirigidas hacia el exterior y hacia el objeto. Los sujetos que no
han podido realizar bien esta formación,

El psicópata, ya veremos, ha sufrido la renegación de la ley familiar, que


debe estar en sintonía con la ley de la cultura, respecto del límite de no dañar a
los otros, de no gozar patológicamente del otro. Construye su propia legalidad,
no se siente trasgresor, vive una ausencia de culpabilidad al no instaurarse en
su mente la legalidad, lo prohibido y lo permitido respecto del otro, se guía por
sus propios códigos.

* Ambos, el psicópata y el antisocial, son cuadros narcisistas, que enfrentan las reali-
dades traumáticas de su historia con la renegación y la desmentida posterior como
mecanismo complementario, en un segundo momento.

Podemos postular que en ambos se gesta una especificidad de estos dos


cuadros, el resentimiento esencial, algo del pathos, del afecto constitutivo iden-
tificatoriamente en la infancia y adolescencia de estos sujetos, deja una marca
imborrable de daño, de ser gozados dañinamente por los otros, y de imaginari-
zar la salida fuera de la ley, como otro camino, como posibilidad de generar un
proyecto, lo que genera una vida al margen.

Síntomas, estructura y psicopatía/trastorno antisocial

Tipos psicopáticos de Kurt Schneider (1887-1967)


La psicopatía según Schneider no es exógena, su esencia es disposicional
innata, es preexistente a las vivencias; sin embargo, también afirma que toda
personalidad se desarrolla y en esto tiene su parte el medioambiente.

El psicópata no es un enfermo sino un anormal.

Schneider distingue a los psicópatas en distintos tipos:

• Psicópatas hipertímicos.

• Psicópatas depresivos.

• Psicópatas inseguros de sí mismos.

• Psicópatas fanáticos.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 47

• Psicópatas necesitados de estimación.

• Psicópatas lábiles de humor.

• Psicópatas explosivos.

• Psicópatas desalmados.

• Psicópatas abúlicos.

• Psicópatas asténicos.

(Adaptado del libro Patopsicología clínica de Kurt Schneider).

Psicópata hipertímico
Personalidad hipomaníaca, se ubicaría dentro del espectro bipolar, baja
tolerancia a la frustración, tendencia a la irritabilidad, muy extrovertidos y
prácticamente invasores del terreno ajeno, invaden para ganar terreno, tenden-
cia a comprometerse en mucho a la vez y luego no poder sostener esas tareas,
dentro de sus características encontramos la mitomanía hasta llegar al extremo
de la pseudología fantástica, creando una historia y una personalidad que ter-
mina creyendo hasta él mismo.

Dice Schneider:

“Tipos extremos de personalidades con estado de ánimo fundamentalmente


alegre, temperamento vivo sanguíneo y una cierta actividad. No rara vez son
bondadosos, dispuestos a ayudar, muchas veces son eficientes, capaces de ren-
dimientos, pero carecen de firmeza y de profundidad, son poco dignos de con-
fianza, sin sentido crítico, descuidados, fáciles de influenciar” (Schneider, 1975).

Psicópata depresivo
Se caracterizan por ser difíciles de tolerar, mirada negativa en todo, suelen
tener rasgos obsesivos o paranoides, atentos a la crítica o la desvalorización,
rígidos en su conducta, critican la forma pero no el fondo, arruinan la vida de
las personas cercanas.

Dice Schneider:

“Los psicópatas depresivos sufren bajo un estado de ánimo más o menos


permanentemente deprimido, bajo una concepción pesimista, o por lo menos
escéptica, de la vida. Una constante angustia vital y cósmica gravita sobre ellos,
falta la confianza y falta la capacidad para alegrarse”.

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48 proapsi

Psicópata inseguro de sí mismo


Al estilo de la neurosis obsesiva, rígidos, muy prejuiciosos, apegados a las
normas, esto los ayuda generalmente a trabajar muy bien mientras que nada
cambie esa estructura, manipulan el poder, “utilizan el recurso de desvalorizar
al otro, la inseguridad vital de los depresivos no es necesariamente inseguridad
de sí mismo. Nos referimos a aquellas personas con íntima inseguridad y de-
ficiente confianza en sí mismos, la falta de libertad interior y la timidez de los
inseguros de sí mismos se halla en ocasiones rígidamente compensada hacia el
exterior mediante una apariencia demasiado segura, incluso arrogante o tam-
bién mediante un aspecto llamativo, no se quiere pasar desapercibido”, refiere
Schneider.

Psicópata fanático
Presenta una combinación entre sintomatología psicopática y paranoide.
Es decir que los psicópatas pueden tener un elevado tono paranoide, donde
predomina el goce del otro, y la manipulación, junto con su sintomatología
paranoide y reivindicatoria, pero el daño hacia el otro, su goce, es la marca de
esta lucha, por momentos fanática pero psicopática.

El diagnóstico diferencial es con la paranoia, con los fanáticos o los queru-


lantes, dos formas de la paranoia donde netamente predominan la ansiedad
persecutoria y el delirio muy bien sistematizado, que sostiene la lucha, reivin-
dicatoria, el goce del otro, en la paranoia, es la reivindicación sin límites de un
Yo psicótico, que no se ha visto fracturado del todo, como en las esquizofrenias
o en las parafrenias.

Las dos en algún punto comparten el resentimiento esencial que postula-


mos, pero mientras que en las psicopatías, la renegación frente al trauma origi-
na la escisión, en dos corrientes mentales, y la posterior desmentida, quedando
fijados al goce del otro, bajo la forma de su destrucción para su propio prove-
cho, en la paranoia, el resentimiento esencial es un Yo que ve originariamente
forcluidas sus relaciones parentales y, por lo tanto, su reconocimiento como ser,
generador de un sentimiento de sí, elemental, no se dirige por fijación del ser
gozado por el otro, en su daño sufrido, a causarlo ahora, como en el psicópata,
sino el resentimiento abandónico muchas veces, genera una lucha fanática,
querulante, que son la reivindicación paranoica, que por momentos puede ser
expansiva y sin límite al desencadenarse el rechazo psicótico.

Por ello, el diagnóstico diferencial entre ambas vale la pena citarse aquí a
través de lo referido por Schneider, donde parecen una forma que combina los
dos cuadros, que creemos debemos separar.

Según Schneider:

“Una personalidad marcadamente activa y expansiva” dentro de esta cate-


goría tenemos al querulante “lucha por su derecho real o supuesto”, los hay
también excéntricos “vueltos de espalda a la realidad, puramente fantaseadores”

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 49

(Schneider, 1975) tienden generalmente a un desarrollo paranoide, principal-


mente los más expansivos.

Es decir, el resentimiento esencial es fruto de la anomalía de ser gozados por


el otro, abandonados, humillados, maltratados, no asistidos en las necesidades
elementales, gozados perversamente por abusos sexuales, y luego este goce pa-
sivo del otro se transforma en goce activo psicopático de dañar al otro, sea de
origen antisocial o no.

Psicópata necesitado de estimación


Histriónicos, ciertos manejos histéricos dentro de una estructura no neu-
rótica, necesitan ser el centro de la atención de los demás, capaces de hacer
cualquier cosa para no perder esa atención, seductores, afectos muy superficia-
les, se debe recordar aquí que la marca central es conseguir la atención para
sacar provecho del otro, produciendo siempre un daño, el histrionismo es una
marca seductora, tan solo superficial, que puede aparecer en la histeria, donde
diferencialmente puede haber síntomas psicopáticos, que es cosa muy diferente
de un psicópata histriónico necesitado de estima.

Tienen tendencia a la depresión, cuando no obtienen la atención, propensos


también a la pseudología fantástica.

Son personalidades que desean aparentar más de lo que son; esta necesidad
de estimación puede en parte mostrarse mediante un modo de ser excéntrico,
otra actitud posible es la del autoalabanza.

Psicópata lábil de humor


Probablemente se da una nefasta combinación entre el resentimiento esen-
cial del ser gozados por el otro, en todas sus posibles combinaciones, abando-
nados, en medio de una depresión crónica de base, que genera irritabilidad e
impulsividad.

Dice Schneider:

“Son gentes lunáticas en las que de modo insospechable surgen oscilaciones


de ánimo de índole irritable-depresiva, se trata de una reactividad depresiva
aumentada y reforzada, sobre un fondo que no se halla en si determinado de
un modo reactivo, de tales cambios de humor surgen múltiples acciones impul-
sivas, tales como huidas, o excesos de bebidas, el cambio de humor es aquí lo
primario” (Schneider, 1975).

Psicópata explosivo
Aquí se evidencia el cuadro narcisista patológico, donde la profunda ne-
cesidad afectiva, al gatillarse, vuelca el resentimiento, en la ira impulsiva de
descarga del daño sufrido, estableciendo una fijación. Y así tenemos la fijación
y repetición de dicho goce en la violencia de género o familiar.

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50 proapsi

Citando a Schneider:

“Estallan al menor pretexto, es decir, gentes excitables hacia el exterior, irri-


tables que fácilmente montan en cólera”.

Psicópata desalmado
Locura moral, refería Prichard.

Locos morales, manía sin delirio, no utilizaban los términos respecto de la


alteración del estado de ánimo, ni referidos al concepto actual de psicosis, si
podemos pensar en el concepto literal de manía, que del griego significa locura,
y si del resentimiento esencial psicopático, se genera una destrucción del otro
grave y sin ninguna piedad posible, es una locura, porque no se ha perdido la
razón, y se ha querido hacer dicho daño, como impulsivo, premeditado o como
venganza psicopática; la venganza paranoica, en cambio, es psicótica.

Schneider refiere: “Carecen, o casi carecen, de compasión, vergüenza, sen-


tido del honor, remordimientos, conciencia, son con frecuencia de un modo de
ser sombrío, frío y gruñón y según sus actos impulsivos, brutales y crueles. En
modo alguno hablamos de debilidad mental moral”.

Otra nota diferencial más con la psicosis paranoica, la restitución psicopáti-


ca, es que la venganza desalmada es fruto del honor, es reivindicatoria.

Psicópata abúlico
Aquí podemos ubicar quizás a los fronterizos, de la debilidad mental, un
trastorno leve de la capacidad intelectual, aquellos sujetos manipulables
que colaboran con un ilícito, sin ser autores ni tomar parte en la trama princi-
pal.

Funcionan como una pluma al viento, si están entre ladrones roban y si es-
tán en un convento rezan, sacan ventaja del dejarse llevar, sacan provecho sin
tomar decisiones, Schneider destaca: “Se entregan sin resistencia alguna a los
influjos, son personas sugestionables”.

Psicópata asténico
Aquí observamos, dentro del cuadro narcisista patológico del psicópata, un
narcisismo corporal patológico mal estructurado como sintomatología que
acompaña al cuadro principal, por lo tanto al estar el Yo corporal mal estructu-
rado se vuelve la mirada hacia el propio cuerpo como foco de atención.

Quejosos de su salud, montados en una estructura narcisista, Schneider se-


ñaló:

“Estos autoobservadores no viven en las cosas de fuera, sino que constan-


temente contemplan su propio interior y pierden frente al acontecer corporal

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 51

aquella ingenuidad que es necesaria para su normal funcionamiento. Se quejan


de rápida fatiga, de insomnio, cefaleas, trastornos cardíacos, vasculares, vesica-
les, menstruales y de otros muchos”. (Schneider, 1975).

* base,
Como observamos, en esta clasificación de Schneider, cualquier temperamento de
desde la profunda abulia, las depresiones, las hipertimias, hasta el fanatismo
o la explosión, pueden terminar siendo psicópatas, es decir, quedar fijados a un goce
del otro, sumamente destructivo, en forma más sutil, o más grosera, desalmada.

Hare, Hart y Harpur propusieron 10 criterios para el trastorno de la per-


sonalidad psicopática (Hare, Hart y Harpur, 1991).

Estos son:

• Locuacidad y encanto superficial.

• Autovaloración exageradamente alta/arrogancia.

• Ausencia total de remordimiento.

• Ausencia de empatía en las relaciones personales.

• Manipulación ajena con recurso frecuente del engaño.

• Problemas de conducta en la infancia.

• Conducta antisocial en la vida adulta.

• Impulsividad.

• Ausencia de autocontrol.

• Irresponsabilidad.

Lo que ha resaltado claramente la clasificación de Schneider es solo una


cosa, que las variaciones temperamentales, transmitidas genéticamente y su
eufemismo actual, la epigenética, son en realidad las variaciones genoplásticas
que propusimos en nuestra tesina en la universidad Favaloro, ya que la plas-
ticidad no se detiene en la transducción intracelular, el genoma no es, como
el eufemismo que la epigenética supone, un teclado a modificar por el medio-
ambiente, sino que nuestra propuesta fue que el medioambiente modifica el
genoma, con algunos cambios claves conocidos como penetrancia dominante
o recesiva, y como era de suponer, la mayor complejidad de gran cantidad de
cambios que generan patrones de expresión y herencia complejos.

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52 proapsi

La psicopatía muestra en la clasificación de Schneider que cualquier tempe-


ramento, sufriendo los correspondientes traumas que llevan a la exigencia del
uso de la renegación, da como producto una escisión del Yo, donde la posterior
desmentida intenta compensar la patología perversa, psicopática o antisocial,
no es, como presenta Schneider, diferentes formas de los psicópatas, sino que es
el mismo tipo psicopático o antisocial, gobernado por diferentes timias, por di-
ferentes pathos, regidos por un resentimiento esencial, que no deja cabida, en el
armado del rompecabezas imaginario del sujeto, que la salida del goce del otro,
del daño, para paliar el intenso daño irreparable sufrido, la fijación, implica la
gran dificultad del cambio, para estos sujetos, pero darlos por irrecuperables,
junto a los antisociales, como hacen la mayoría de los autores, es un grave
error, lo cual no quiere decir que haya que instrumentar la correspondiente
prevención y terapéutica, para no incrementar con el puro castigo la fijación al
resentimiento esencial y la imposibilidad de cambio.

Varios temperamentos, para un solo psicópata, podríamos definir.

El antisocial tendrá una influencia más tardía, ya que la impronta a la res-


puesta identificatoria fallida siempre es inicial familiar, el psicópata está dañado
más tempranamente, por ello, es de más difícil transformación, el antisocial,
responde más al resentimiento esencial, que le produce la disrupción identifi-
catoria, que le ofrece el medio social en que vive, por eso quizá, tendría, un
goce en dañar genérico, a los otros, pudiendo ser más o menos peligroso, pero
con mayores posibilidades de cambio; la terapéutica psicológica y psi-
quiátrica aquí tiene más posibilidades, ya que la respuesta a las introyecciones
sociales identificatoriamente es más laxa, no es tan central como lo son las
identificaciones familiares.

* Elpuede
psicópata tiene condición más estructural, mayor fijeza sintomática; el antisocial
responder más a su síntoma o al síntoma de la época.

El antisocial es el sociópata y la supresión del concepto de psicopatía es otro


error del DSM®.

Queremos aclarar que no nombramos ninguna edición, porque el laberinto


de errores fenomenológicos, cada número del DSM® y sus revisiones implican
intentos de borrar y olvidar los grandes descubrimientos de la psicología, el
psicoanálisis y la psiquiatría, para apoderarse a través de los nombres del cam-
po de conocimiento, y generar como hemos dicho, una psiquiatría de rebaño,
uniformada, no pensante, a la que se le dan los nombres para utilizar.

Psiconeurobiología de las psicopatías


Algunos investigadores han encontrado que existen ciertos genotipos que ha-
cen a las personas más propensas a desarrollar patrones violentos y antisociales

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 53

cuando son objeto de maltrato. Este genotipo afectaría el desarrollo del córtex
orbitofrontal, que parece ser un centro cerebral básico para el desarrollo moral.

Otros estudios hablan de niveles bajos de serotonina y de baja reactividad


del sistema nervioso autónomo, lo que podría ser la base para la búsqueda de
estímulos intensos y la dificultad para aprender de la experiencia, característica
de las personalidades psicopáticas.

Algunas hipótesis sugieren que las personas con fuertes tendencias anti-
sociales no han aprendido sobre los sentimientos de la forma que lo hace la
mayoría de la gente, y esto se relacionaría con las anomalías en el circuito cere-
bral subyacente a los procesos lingüísticos y afectivos. El uso del lenguaje sería
manipulativo y no tanto para expresar estados internos.

Kernberg (2005) describe a estas personas como teniendo una regulación


muy pobre de los afectos y un umbral más alto de lo habitual para la excita-
ción placentera. La dificultad para articular las emociones hace muy específico
el tipo de tratamiento psicoterapéutico necesario, ya que el clínico no puede
pretender crear una alianza terapéutica en base a mostrar al paciente que com-
prende sus sentimientos.

Las defensas básicas de la personalidad psicopática son la escisión re-


negatoria inicial y la posterior desmentida; son el eje de la formación mental
del psicópata y del antisocial, agregándosele mecanismos supletorios que
intentan manejar la angustia de la realidad, el control del semejante, la iden-
tificación proyectiva, la disociación y la actuación, la idealización primitiva,
mecanismos que comparten estos supletorios con los borderline del tipo Kern-
berg, que suelen ser caracteropatías neuróticas o caracteropatías narcisistas, las
primeras bajo la égida principal de la represión, borderline de origen neurótico;
la segunda bajo la égida de la renegación/desmentida, borderline de origen en
los cuadros narcisistas.

La necesidad de ejercer el control y daño, o utilización, es decir gozar del


otro, es la hallmark del cuadro, este goce enmascara completamente al resenti-
miento esencial, por lo tanto no deja integrar al acto la culpa, probablemente,
en forma proyectiva patológica, el remordimiento, se transforma en mayor re-
sentimiento esencial, lo cual en lugar de reparación del daño, vuelve a la mente
más patológica aún.

En el caso de la psicopatía grave, la locura moral de Pritchard, el valor de


las demás personas queda reducido a su potencial utilidad en obtener algún
tipo de beneficio propio con daño del semejante, es así como se da en este cua-
dro el goce del otro, es decir, en cada cuadro psíquico hay una modalidad yoica
distinta, un Superyó que tiene sus propias características, que ambos articulan
un Ello, generando una relación con el semejante y con el mundo distinta, por
lo tanto una forma de amar, u odiar, de ayudar o en este caso de utilizar al otro,
es decir gozar del otro, se puede gozar del otro, en forma sana, o en forma en-
ferma, aquí, en las perversiones, se goza anómalamente del otro, y en las psico-
patías, se daña al otro, de diferentes maneras, directamente, inflingiendo daño,

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54 proapsi

físicamente, en forma de daño, a su libertad, propiedad, o directamente infli-


giendo daño psíquico a través de la manipulación y sometimiento del otro. Este
es el goce del otro en las psicopatías, mientras que estos daños a la sociedad son
típicos del antisocial, también podrán tener como blanco a una persona, pero el
origen de la patología es fundamentalmente la falta de contención de un medio
social, que más que ofrecer posibilidades, ofrece las condiciones para delinquir
a través de identificaciones a actitudes del medio delictivas, o por la facilidad
en adquirir sustancias y para el comercio ilegal con estas.

Las perversiones generan delitos contra la integridad sexual, y hay un


espacio tangente compartido por perversiones y psicopatías y antisociales, es
decir que como los tres cuadros tienen como eje la renegación temprana y
profunda de los traumas, en estos casos se produce la renegación de la ley del
intercambio cultural, que organiza la sociedad, las leyes de parentesco y fami-
lia, y de observancia de las normas de la cultura, que debido a la renegación
traumática, no se pueden instaurar en esa mente por la falla identificatoria, que
los padres brindan, esta falla de incorporar las leyes de la cultura, sumadas a
que estos mismos niños son gozados patológicamente en su medio familiar y
social, de alguna manera, genera lo que postulamos como un resentimiento
esencial que abre la puerta para que esa mente acepte un goce anormal del otro
y lo realice con un semejante, que lo padecerá.

El concepto de ausencia de conciencia del psicópata (Cleckey, 1941) ten-


dría que ver no solo con un Superyó deficitario, sino también con déficit en los
apegos primarios. Las personas psicopáticas pueden presumir de manera total-
mente consciente de sus engaños y conquistas para impresionar a los demás con
su poder. Así, un criminal puede jactarse de un asesinato (que expresa su poder)
mientras oculta delitos menores (como robar a la víctima) porque estos eviden-
ciarían debilidad. Kernberg (1984) lo describe como de “grandiosidad maligna”.

McWilliams cree importante diferenciar bien la manipulación psicopáti-


ca y lo que a veces se llama manipulación en los pacientes de personalidad
histérica y borderline, reservando el uso propio del término al primer caso,
ya que se trata de un intento egosintónico de servirse de los demás, deliberado
y consciente. En el caso de los pacientes histéricos o borderline, es cierto que
pueden intentar conseguir satisfacer sus necesidades de forma que los demás
se sientan usados, pero su motivación básica puede ser más la de mantener las
relaciones que la de francamente controlar y dañar al otro.

* Eses decir que nuevamente no debemos confundir síntoma con un cuadro estructural,
muy distinto el control y manipulación de un psicópata o perverso, del de una
caracteropatía obsesiva, o histérica, o de un borderline (Celis Sierra, 2014).

La concepción totalizante de que no hay ningún tipo de cura para el perverso


o para el psicópata es errada, si bien son de extremadamente difícil tratamiento.
La pérdida de poder físico, el descenso hormonal, las dificultades con la salud,

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 55

la mayor cercanía de la muerte, el haber perdido la libertad por condena penal,


debido a que la identificación que genera formas de pensar y de enfrentar la
realidad, puede ser una elección más sana, al realizar un proceso terapéutico
tanto para el perverso como para el psicópata.

En relación con la identificación proyectiva, se puede pensar que el uso de


este mecanismo puede ser consecuencia de la gran limitación de integración
yoica emocional de estas personas.

* Lafrustraciones
grave limitación de relacionarse adecuadamente frente a las gratificaciones o
que los vínculos producen hace que estos sujetos impliquen una ac-
tuación vengativa, del conflicto que han vivido en su pasado, ahora actualizado,
no como resentimiento profundo, sino vengando dicho resentimiento, gozando al
controlar y dañar al otro, reemplazan daño sufrido y resentimiento por goce y daño,
ahora son los victimarios, o los que pervierten, en forma activa, o no pasiva, como lo
hubieran vivido antes, generando una escena en el otro, donde proyectan su propio
conflicto, y lo reviven identificatoriamente, pero como una reedición, sin resolverlo,
solo patológicamente, lo vuelven a revivir.

Las defensas disociativas pueden ir desde minimizar la propia interven-


ción en un error hasta la amnesia total en un crimen. La desmentida de la res-
ponsabilidad personal es un indicador diagnóstico crítico de psicopatía.

La actuación es una defensa definitoria de la psicopatía. Además de sufrir


una presión interna hacia la acción cuando están excitadas o alteradas, estas
personas no han tenido experiencia del incremento en autoestima que se logra
a través del control de impulsos.

Patrones relacionales en la psicopatía


Con frecuencia, la infancia de la gente antisocial está plagada de inseguri-
dad y caos, mezcla de severa disciplina, sobreindulgencia y negligencia. En los
casos de psicópatas violentos es prácticamente imposible encontrar figuras pro-
tectoras. Distintas condiciones han sido relacionadas con la psicopatía: madres
débiles, deprimidas o masoquistas, padres explosivos, inconsistentes o sádicos,
alcoholismo y otras adicciones, mudanzas frecuentes, pérdidas y rupturas fami-
liares. En estas circunstancias es casi imposible que se desarrolle con normali-
dad la confianza en los sentimientos de omnipotencia temprana y en el poder
de los otros. Esto podría impulsar al niño a dedicar el resto de su vida a buscar
los sentimientos de omnipotencia. (Celis Sierra, 2014).

La persona psicopática puede no reconocer frente a los demás que siente


ciertas emociones, aunque sea consciente de ellas, ya que las asocia a debilidad
y vulnerabilidad. Posiblemente nadie nunca le ayudó a poner palabras a las
emociones, entre otras cosas porque el lenguaje pudo ser dentro de la familia
únicamente un medio de controlar a los demás.

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56 proapsi

El pensamiento psicoanalítico más penetrante sobre psicopatía (p. ej., el de


Kernberg, 2004) hace hincapié en el fallo en el apego y la internalización
frente al temperamento o eventos de la crianza. La persona antisocial parece no
haber estado nunca apegada psicológicamente, incorporado objetos buenos, o
identificado con cuidadores.

A veces los niños adoptados que han sufrido situaciones de negligencia o


abuso pueden tener trastornos en el apego que los incapaciten para amar, inde-
pendientemente de cuánto se esfuercen sus padres adoptivos. Suelen mostrar
apegos desorganizados o una aparente ausencia de una estrategia de apego or-
ganizada internalizada, pudiendo ser el objeto de apego también una fuente de
terror o rabia, lo que se manifiesta en comportamientos paradójicos como el de
sonreír a la madre y luego morderla. El apego desorganizado-controlador, una
variante del estilo desorganizado, se muestra en algunos niños maltratados y
parece consistente con la dinámica psicopática.

Si el objeto externo falla, se inviste emocionalmente el self y el poder de este,


polarizándose su representación entre la omnipotencia deseada y la debilidad
temida. Los comportamientos antisociales pueden así restaurar la autoestima a
través de insuflar poder a la representación del self.

* Por otro lado, cuanto más caótico sea el medio en que se cría un niño y cuanto más
inadecuados sus cuidadores, más probable es que no se den los límites necesarios
para que el niño tenga que tener en cuenta las consecuencias de sus actos impul-
sivos.
Otro rasgo de la experiencia del self en el paciente psicopático que merece atención
es la envidia primitiva, el deseo de destruir lo que más desea (Klein, 1957).

Cambio de paradigma relacional. Aumento de


cuadros narcisistas y violencia de género
Las variaciones identificatorias se mueven en un plano individual completa-
mente imbricado en un contexto psicosocial, el machismo ha sido reemplazado
por el feminismo; sin embargo, parecería que la violencia de género ha aumen-
tado en lugar de disminuir, la tensión narcisista alienante, de la supremacía de
tal o cual sexo, siempre es de por sí violenta y genera más violencia a pesar del
incremento de los derechos de género, que han sido una gran conquista.

Esa tensión violenta, tanto de cualquiera de los dos extremos, o ismos, ma-
chismo o feminismo, genera distribuciones anómalas de poder y encubre ne-
cesidades de encarnar roles y lugares que permitan una identificación posible.

La adquisición fundamental de los derechos para la mujer, la equiparación


de la remuneración y todo tipo de beneficios sociales y cuota de poder político
son esenciales.

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 57

Pero también querer ocupar el lugar del hombre, luego de la caída de un


excesivo lugar de dominio económico, social y político de este, debido a la bús-
queda inconsciente de mejoría de lugar propio, genera gran confusión imagina-
ria, cuya contrapartida es el desdibujamiento de la figura paterna y masculina
en general, el borramiento de las diferencias, lo cual ocasiona mayor confusión
y allí se produce el choque de rivalidad imaginaria por el poder, que genera
el inesperado aumento de la violencia de género, justamente cuando la mujer
adquiere un gran avance en la igualdad de derechos.

Podría, en una visión unidireccional, pensarse que el hombre desalojado,


desde una postura feminista, responde con mayor violencia al cambio, ya que
la tensión violenta es de igual modo en el machismo que en el feminismo, dado
que los dos son búsquedas imaginarias de poder, de sometimiento patriarcal, o
de revancha y desautorización paterna, matriarcal.

Es probable que estemos en un cambio de paradigma y de época, y que todo


cambio muchas veces lamentablemente es violento, y que esperamos, ya que
las minorías ejercen violencia machista o su contrapartida de violencia feminis-
ta, lleven a un período futuro de acomodamiento, superador, donde la sociedad
abandone los modelos, patriarcal y matriarcal, o machista y feminista.

Pero en el momento actual, se ha visto alterada la función paterna, y hasta


el momento, en el imaginario colectivo, esta función es de transmitir los lími-
tes del goce impuestos por las leyes de la cultura, que se transformarán, según
como sean transmitidas, en las leyes del intercambio del goce y de las identifi-
caciones familiares.

* Sires,asídisminuyen
no sucede, por prevalecer la pugna violenta imaginaria entre los progenito-
sus efectos de límite, separación o habilitación de las diferencias,
haciendo fallar el trabajo de identificación. Si fallan las identificaciones, da por
resultado un Yo mucho más pobre, un narcisismo patológico que da origen a los
cuadros narcisistas.

Queda en claro que el mejor lugar para la mujer, cuando no es llevado de


una manera armónica, en armonía con el lugar del hombre, no lleva necesaria-
mente al mejoramiento de la función materna, y despierta por la violencia fe-
minista implícita, a someter al anterior dominador, lo cual en los casos más pa-
tológicos en personas violentas actúa como disparador de conductas violentas.
En la enorme mayoría de los casos, los violentos, tanto mujeres como hombres,
utilizan la mascarada del feminismo o del machismo para causar agresión. En
los sujetos neuróticos, con una estructuración más sana, los cambios de lugar
del hombre y de la mujer se dan con dificultades, pero con armonía al fin, como
la aceptación de todo cambio.

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58 proapsi

En resumen, por ello, por las alteraciones generales psicosociales, de las


variaciones del lugar del hombre y de la mujer, del ser padre y del ser madre, de
las crecientes tensiones graves socioeconómicas y políticas, se han perturbado
en mayor medida los procesos identificatorios dando paso a un creciente núme-
ro de cuadros narcisistas, lo que implica la necesidad de incluir este capítulo
en la clasificación.

Actividad

a. ¿Por qué la estructuración del Yo es un denominador común para entender


la psicopatología y la psiquiatría?
……………………………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………………………

b. Explique la diferencia entre el mecanismo de renegación y de desmentida en


los cuadros narcisistas.
……………………………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………………………

c. Enuncie en qué las condiciones se puede diagnosticar una parafilia. Justifi-


que su respuesta.
……………………………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………………………

d. A partir de los conceptos desarrollados en la presente Unidad didáctica, le


proponemos que, a modo de síntesis, elabore un esquema que destaque las
principales características de cada uno de los cuadros descritos.
……………………………………………………………………………………………………………………

……………………………………………………………………………………………………………………

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Cuadros narcisistas. Psicopatías, antisociales y perversiones 59

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